57. CIENCIA Y CONOCIMIENTO EN LEIBNIZ. ÍNDICE.
Introducción. Monadología. o Hacia la noción de sustancia. o La teoría de la noción completa. En el Discurso de metafísica. En la correspondencia de esta etapa. o Metafísica dinámica. En el Nuevo sistema de la naturaleza. o Etapa monadológica. En los Principios de la naturaleza y la gracia. En la Monadología. Relación alma-cuerpo. Armonía preestablecida. Epistemología monadológica. o Mónada y conocimiento. o Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano. Ideas. Contra el empirismo. Ciencia. o El lenguaje universal. Bibliografía.
INTRODUCCIÓN. Para L (sobretodo en su madurez) no había una epistemología independiente de la ontología, una teoría del conocimiento que pudiera desarrollarse al margen de la ontología (como en Locke). Por esta razón, la exposición de la heterodoxa epistemología leibniziana requiere necesariamente, sino se quiere falsear la filosofía de este autor, desarrollar previamente su ontología. Me voy a centrar en el texto central de Leibniz: la Monadología1.
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Como dice Olaso, pg. 587, “a Leibniz se lo da por conocido si se acredita un dominio de la Monadología o de los Principios de la naturaleza y de la gracia.”; teniendo en cuenta que ambas obras son casi idénticas.
MONADOLOGÍA. La monadología es la usiología (teoría de la sustancia), de la sustancia simple (se entiende), de Leibniz2. Es la parte central de su metafísica (como en Aristóteles según cierta interpretación), su filosofía primera, fundamento de los demás ámbitos del saber3. Su usiología, monadología y metafísica en general cambiaron, algunas cosas se conservaron, a lo largo de la obra de Leibniz. Se pueden ver varias etapas; aunque aplicando el principio de continuidad de Leibniz a su propia trayectoria intelectual, hay que advertir que las etapas usiológicas no son algo plenamente definido y diferenciado las unas de las otras, hay una evolución en la que se conservan, se modifican o se rechazan concepciones anteriores, pero nunca se pueden establecer rupturas estrictas. Esta evolución la expondré según las obras más emblemáticas al respecto de cada etapa. No pretende ser una exposición exhaustiva, sino solo ejemplificativa.
HACIA LA NOCIÓN DE SUSTANCIA. Esta primera formulación deriva de la crítica a la sustancia corporal de Descartes, según el cual, la fuente de movimiento de los cuerpos es externa a estos, deriva de un primer empujón dado por Dios. Pero si esto es así, tales cuerpos no poseen el principio de movimiento en sus propias naturalezas, no son autosuficientes, por lo que no pueden ser sustancias4. Para dar sustancialidad al cuerpo, Leibniz recupera, a su manera, la concepción de sustancia aristotélica como compuesto hilemórfico. Según esto, el cuerpo es una composición de materia o extensión inertes y forma sustancial, principio de movimiento.
LA TEORÍA DE LA NOCIÓN COMPLETA. La sustancia se entiende a partir de la concepción de la “noción completa”, es decir, el sujeto que incluye todos sus predicados. En esta etapa ya imprime la simplicidad o atomicidad a la sustancia.
En el Discurso de metafísica. No se puede considerar el DM como una exposición madura del pensamiento de Leibniz; este escrito tiene claras diferencias con los Ensayos de teodicea y la M.
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Ya que Leibniz diferenció, en su última etapa (la monadológica) entre sustancias simples (mónadas) y compuestas. 3 Velarde, pg. 13. Monadología no fue un título utilizado por Leibniz para su obra, a menudo también titulada Principios de filosofía. 4 Por ello, para Leibniz, la mecánica cartesiana no es capaz de explicar las leyes naturales y la actividad y movimiento en la naturaleza; de aquí la necesidad de la dinámica.
En el DM, no utiliza la palabra “mónada” pero sí la de “sustancia individual”. En esta obra realiza una exposición más de carácter lógico que ontológico-existencial. Leibniz comienza exponiendo la noción tradicional de sustancia: la sustancia individual es el sujeto susceptible de poseer predicados pero que, a su vez, no puede funcionar como predicado de otro sujeto; pero esta definición le parece insuficiente. La novedad de Leibniz es que incluye el predicado en el sujeto, de tal manera que la sustancia posee en sí no solamente el sujeto sino también todos sus predicados; de la propia sustancia tienen que ser deducibles todos sus predicados5. A diferencia del accidente, “cuya noción no encierra todo lo que se puede atribuir al sujeto”6. Pero estas sustancias individuales, aunque parezca paradójico, no se reducen a la particularidad o a la individualidad, sino que son el reflejo de todo el universo. Teoría del alma. Diferencia entre los espíritus humanos y el resto de las sustancias. Los espíritus expresan más perfectamente el universo, pero la principal diferencia es que conocen lo que son y lo que hacen, tienen capacidad reflexiva, lo que les capacita moralmente. Los espíritus poseen “yo”, fundamentado éste en el autoconocimiento y el recuerdo. Todas las sustancias son eternas o inmortales (su origen es la creación, y su muerte sería la aniquilación); pero el espíritu goza de una inmortalidad personal, la persona se conserva, subsiste.
En la correspondencia de esta etapa. En la correspondencia con Arnauld (posterior a DM), Leibniz precisa su noción de sustancia individual, que se caracteriza por: 1) permanecer genuina y numéricamente la misma a lo largo del tiempo; 2) la identidad de los indiscernibles; 3) la incorruptibilidad y la ingenerabilidad; 4) expresar el universo entero; 5) ser indivisible; 6) tener verdadera unidad; 7) cada uno de sus estados contiene huellas de todo lo que ha sido y marcas de todo lo que será.
METAFÍSICA DINÁMICA. Etapa que comienza principalmente con los escritos de dinámica, en los años noventa del s. XVII. Hacia 1670 algunos biólogos reaccionan contra la concepción mecanicista (sobretodo la cartesiana) de la vida; el animal no se reduce a máquina, sino que posee también un principio vital o alma. Swammerdam ofrece en 1669 la teoría de los gérmenes 5
Según Velarde, pg. 21, “una entidad es una sustancia individual, si sus propiedades son consecuencia de su naturaleza.” Esta noción de sustancia se basa en un importante principio leibniziano, el “principio de inclusión”, según el cual los predicados están incluidos en el sujeto; véase Herrera, pg. 151. 6 [Comentario. El accidente es un predicado que no dice algo sustancial del sujeto como totalidad de predicados que le pertenecen; podría decirse que es un predicado pero no la totalidad de ellos (reunidos bajo una noción).] Según Russell, pg. 9, “Leibniz hizo derivar su metafísica de la lógica de sujeto y predicado”. Según Velarde, pg. 20, Leibniz llega a su noción de sustancia individual a partir de su noción de verdad: una proposición categórica afirmativa es verdadera si, y sólo si, la noción de su predicado está contenida en la noción de sujeto.
preexistentes, según la cual Dios ha creado con antelación todos los seres vivos, que van a existir, como gérmenes minúsculos. De la biología microscópica, naciente en esta época, Leibniz obtiene la idea de la vida y ecosistemas diminutos. Etapa caracterizada principalmente por la dinamización de la sustancia, como nota central de ésta. Abandona, hasta cierto punto, la noción completa de sustancia7. Reduce la sustancia a lo formal. Es entelequia, no solamente tiene capacidad de actuar, sino que actúa de hecho. Diferencia entre fuerza activa, correspondiente a la forma, y fuerza pasiva o resistencia, correspondiente a la materia. La sustancia corpórea será la composición de ambas cosas; y se entiende como animal, organismo viviente. En esta etapa, se consideran a las sustancias corpóreas como el constituyente básico del mundo. A Leibniz le parece que la materia como extensión de Descartes es demasiada estática, y la materia como inercia de Newton es poco dinámica. Para Leibniz existe una fuerza o conato perteneciente a los propios cuerpos. Distingue entre una fuerza de actuación, perteneciente al alma, y una fuerza de resistencia, perteneciente a la materia. Reforma total de la metafísica, fundando la sustancia en la fuerza y no en la extensión.
En Nuevo sistema de la naturaleza y de la comunicación de las sustancias. Aquí utiliza expresiones tales como “verdaderas unidades”, “unidades reales”, “átomo formal”, “forma sustancial”. Ante la imposibilidad de encontrar la unidad en la materia, a causa de que ésta es infinitamente divisible, Leibniz necesita buscarla en lo formal. Encuentra que la naturaleza de la forma sustancial es la fuerza, un principio de vida semejante a la noción de alma.
ETAPA MONADOLÓGICA. En una carta de 1696 ya utiliza la palabra “mónada”. Aquí rompe con cualquier atribución material o corporal que anteriormente podía haber hecho de la sustancia simple. En los Principios de la naturaleza y la gracia. En esta obra ya utiliza la palabra “mónada”. Aquí se nos dice que la “sustancia” puede ser: a) simple, denominada mónada; o, b) compuesta. Las sustancias compuestas, que
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La mónada seguirá siendo siempre el reflejo del universo, pero en su simplicidad estos atributos no pueden ser considerados internos a ella, tienen que ser relacionales.
son multiplicidades, lo están de mónadas, que son unidades (como dice Leibniz, del griego monas)8. Se identifica a la mónada con la vida, el alma y el espíritu, por lo que toda la naturaleza está llena de vida9. Leibniz establece una jerarquía monadológica, según la cual hay mónadas: a) con capacidad perceptiva pero sin memoria; b) almas, percepción con memoria; c) espíritus, con “razón” y reflexión o apercepción. Por eso Leibniz puede decir que los animales poseen alma y sentimientos en oposición a los cartesianos. Las mónadas no pueden ser generadas ni destruidas. No tienen partes, ni por lo tanto figura. Pero se diferencian entre sí por la “percepción” y la “apetición”, por sus relaciones con el exterior que pueden ser variadas y diferentes sin que la sustancia simple deje de serlo. Los cuerpos son un conjunto de mónadas unificadas por una mónada central10. Este cuerpo se relaciona con otros cuerpos, lo que implica que la mónada central de ese cuerpo sea un espejo del universo11.
En la Monadología. Su usiología alcanza su formulación última y más depurada en este escrito. La mónada es la sustancia simple que integra las compuestas12. Del hecho de que haya sustancias compuestas se infiere que tiene que haber sustancias simples, ya que aquellas no son más que un agregado de éstas. La mónada no tiene partes, por lo que no posee extensión, figura, ni divisibilidad, es un átomo. No pueden perecer ni generarse; solo pueden crearse o aniquilarse. No pueden sufrir modificaciones internas, no hay partes susceptibles de cambios; las mónadas “no tienen ventanas por las cuales algo pueda entrar o salir”13. Pero sí que sufren modificaciones externas (aunque Leibniz no lo diga con estas palabras), “en la 8
[¿Cómo puede haber composición si las mónadas no pueden relacionarse entre sí? ¿o sí se relacionan entre sí sin que esto afecte en absoluto a su interioridad? Parece que lo más coherente es pensar en relaciones externas (percepción y apetición) que no repercuten para nada en la simplicidad interna de la mónada. Las mónadas no dependen de ninguna otra mónada para nada, excepto de Dios.] 9 [Interpretación. ¿Está defendiendo aquí Leibniz un panvitalismo? (M 66). ¿Son todas las mónadas anímicas (sensu lato)? Su panvitalismo se fundamenta en el “principio de plenitud”, según el cual en la naturaleza todo está lleno.] 10 Parece que para Leibniz el cuerpo es una prolongación de una mónada central; un conjunto de mónadas subordinadas a una central. 11 El cuerpo no posee unidad en sí, sino en la mónada que lo percibe. Por eso Leibniz llama a veces a los cuerpos “fenómenos bien fundados”; no son realidades independientes de la mónada que los percibe, aunque su fundamento es real. La concepción del cuerpo de Leibniz es muy problemática e incluso parece que contradictoria. 12 La sustancia compuesta es una noción tremendamente problemática. Parece que Leibniz entiende por sustancia compuesta, una composición de mónadas. ¿Es el cuerpo una sustancia compuesta? Si fuera así entraría en contradicción con la concepción fenoménica del cuerpo. Parece que Leibniz mantuvo dos nociones diferentes de cuerpo, como compuesto de mónadas, como fenómeno. No puede haber un compuesto de mónadas de ningún tipo (no pueden relacionarse para formar un organismo), y menos aún corporal (compuesto ¿inmaterial pero material? ¿sin extensión y con extensión?). Por consiguiente, el cuerpo solo puede ser fenómeno. 13 No tienen ventanas porque no las necesitan al ser ellas un reflejo de todo el universo.
sustancia simple tiene que haber una pluralidad de afecciones y de relaciones aunque carezca de partes.”14. Estas relaciones y afecciones de las mónadas son de dos tipos: percepción y apetición. Hay una relacionalidad universal entre todas las mónadas, esto implica que cada mónada expresa a todas las demás, cada mónada es un espejo del universo. Esta relacionalidad universal es un encadenamiento de relaciones o comunicaciones. El universo posee tantas perspectivas como mónadas15. Las mónadas se diferencian por su capacidad cognoscitiva. Hay tres tipos de mónadas, además de Dios (mónada suprema), jerarquizadas según su capacidad cognoscitiva: a) Entelequias básicas (Leibniz no utiliza esta expresión) meramente vivientes, que son el centro de los seres vivos básicos. Poseen impresiones confusas sin memoria. b) Almas. Sensación con recuerdo. El alma es el centro de los animales. c) Espíritus. Poseen razón, conocimiento racional, y capacidad reflexiva, apercepción. No solo reflejan el universo, sino que también reflejan a Dios; lo que implica que pueden asociarse a la divinidad y formar parte de la ciudad de Dios.
Relación alma-cuerpo. Armonía preestablecida. Leibniz defiende un dualismo paralelista. Niega el interaccionismo, interrelación almacuerpo. Niega el ocasionalismo de Malebranche16. Su doctrina es la de la “armonía preestablecida”, según la cual Dios da una armonización o sincronización entre el alma y el cuerpo pero solamente al principio, sin necesidad de que Dios tenga que intervenir posteriormente de forma constante; es un paralelismo establecido desde el principio, a diferencia del ocasionalismo, que es un paralelismo que se tiene que estar estableciendo constantemente. Ej.: como dos relojes que se sincronizan en un principio y siguen dando la misma hora a lo largo del tiempo. De esta manera se establece una armonía entre la causalidad final de lo anímico y la causalidad eficiente o mecánica de lo corporal. La doctrina de la armonía preestablecida también se usa para solucionar el problema de la relación entre mónadas. Las mónadas no tienen ventanas por lo que no pueden relacionarse con otras mónadas, o con el exterior en general, todo está en ellas. La armonía preestablecida sintoniza o sincroniza todas las mónadas entre sí. El alma es inmortal, ya que las mónadas no se generan ni destruyen. Pero sí que hay transformación corporal, que no llega a ser la reencarnación platónica. El alma siempre está vinculada a un cuerpo. Solo Dios existe independientemente de lo corporal. La vinculación a lo corporal puede llegar a ser mínima, a partículas mínimamente extensas, sobretodo con la muerte.
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[Interpretación. Estos cambios tienen que ser externos a la mónada, aun perteneciendo como exterioridad a ésta, ya que si no implicarían composición.] 15 Este es el fundamento metafísico del perspectivismo y relativismo de Leibniz. 16 Doctrina que defiende la acción continua de Dios para que el alma se corresponda o sincronice con el cuerpo aunque estos estén completamente separados el uno del otro.
EPISTEMOLOGÍA MONADOLÓGICA. Voy a centrarme en la epistemología madura de L, es decir, la perteneciente a la etapa monadológica.
MÓNADAS Y CONOCIMIENTO. Hay dos tipos de relación de las mónadas con el exterior. Tienen que ser relaciones porque si fueran algo interno a la mónada, entonces ésta ya no podría ser simple, sería algo compuesto17. Los tipos de relación son: a) Pasiva o percepción de una mónada es “el estado pasajero que envuelve y representa una multitud en la unidad o sustancia simple”, también se define como “estado interior de la mónada que representa las cosas externas”. Puede ser: a.1. Inconsciente. Se producen percepciones sin que haya conciencia de ello; ej.: cuando alguien está dormido y un sonido fuerte le despierta es porque inconscientemente estaba percibiendo cosas, sino sería imposible que se despertase. a.2. Consciente o apercepción. La apercepción es “la conciencia o conocimiento reflexivo de la percepción”; la reflexión permite considerar el Yo, sustancia, alma, espíritu, las cosas inmateriales. b) Activa o apetición [apetito o deseo] de una mónada es “la acción del principio interno que realiza el cambio o paso de una percepción a otra”.
NUEVOS ENSAYOS SOBRE EL ENTENDIMIENTO HUMANO. En esta obra L realiza una extensa crítica del Ensayo sobre el entendimiento humano de Locke.
Ideas. Las ideas no son cosas pasajeras que solo existen en el sujeto mientras éste piensa en ellas (contra Locke). Leibniz toma la doctrina platónica de la reminiscencia, pero “purgándola del error de la preexistencia”; según esto, las ideas están siempre, y desde siempre, en el sujeto piense éste en ellas o no18. Las ideas no tienen porque poseer una existencia actual, o haberla poseído (platonismo); “son innatas en tanto que
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De todas maneras, el lenguaje de Leibniz es confuso, y en muchas ocasiones parece como si hablase de que las mónadas tienen caracteres y partes, y por tanto composición. Lo correcto en estos casos parece ser el entender que Leibniz no se refiere tanto a una mónada como a un cuerpo. La percepción puede interpretarse, tal vez, como una relación de fuera a dentro (fuerza pasiva, del exterior), mientras que la apetición es una relación de dentro a fuera (fuerza activa, del interior). Parece como si la apetición fuera lo más propiamente perteneciente a la mónada; y si hacemos una reducción dinamicista de la monadología, mónada y apetición, fuerza y conato, serían lo mismo. 18 [Interpretación. Parece que Leibniz defiende un conceptualismo que abarca tanto a la conciencia como a la inconsciencia, las ideas son conceptos inherentes al espíritu al margen de la conciencia que éste posea sobre ellas. No adopta la posición platónica de las Ideas como entes independientes. Las ideas tampoco están en Dios (DM 29).]
inclinaciones, disposiciones, hábitos o virtualmente naturales”, al margen que se den o no en acto en la conciencia. Frente a Aristóteles y Locke, está la célebre cita que modifica a la empirista: “no hay nada en el intelecto que no proceda de los sentidos… excepto el intelecto mismo”19. Leibniz defiende un innatismo radical. El alma es expresión del universo, todo está contenido en su sustancia; estas expresiones son las ideas, se piense en ellas o no. Cuando un sujeto piensa una idea, entonces esta se denomina “concepto”. No solamente las verdades de razón y los principios son innatos, también todas las verdades de hecho. Leibniz distingue varios tipos de ideas: a) Clara. “Basta para reconocer y distinguir una cosa”. Pueden ser: a.1. Distintas. Puede ser: a.1.1. Adecuado. a.1.2. Inadecuado. a.2. Confusas. b) Oscura.
Contra el empirismo. No existe conocimiento sensible externo, salvo de Dios; ya que Dios es la única realidad externa existente para las mónadas. Leibniz defiende el innatismo incluso en relación al conocimiento sensible. Todo conocimiento sensible o racional se reduce a ser un esclarecimiento de la naturaleza de la mónada desde su mismo dinamismo interior, sin salir de ella. La apetición de la mónada la lleva hacia la percepción, que no es una captación del exterior, propiamente dicha, sino una representación de lo que en la mónada ya está contenido (como relación) de alguna manera20. La relación con el mundo no se da directamente sino a través de la armonía preestablecida; con lo que las percepciones de la mónada coinciden con el exterior. Aunque Leibniz utiliza expresiones como “a priori” y “a posteriori”, lo cierto es que es radicalmente apriorista; todo conocimiento es a priori, no hay conocimiento a posteriori. Leibniz se refiere con conocimiento sensible y racional a dos modos de tomar conciencia del universo, uno más oscuro y relativo, otro más claro y absoluto. El conocimiento de los espíritus es limitado. La infinidad del universo no es accesible a la mónada, que solo puede captar claramente partes de aquél y el resto oscuramente, a diferencia de Dios, que capta la infinitud perfectamente. Las mónadas lo perciben todo pero no lo aperciben todo. Toda mónada está afectada de relativismo y perspectivismo. La razón nos permite hasta cierto punto acceder al plan divino; pero más en sus rasgos generales que en la totalidad de sus particularidades. De ahí el problema de la teodicea. L no niega la existencia del mundo externo, pero su existencia solo puede conocerse contingentemente y no necesariamente. 19
Con lo que L se adelanta en cierto sentido al trascendentalismo kantiano. Parece una proyección más que percepción en el sentido usual de esta palabra. Leibniz hace una doctrina paralelista entre idealismo y realismo.
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Para L el conocer la verdad sobre la existencia de este mundo no posee mucha importancia. Solo le interesa el mundo de la necesidad, el mundo absoluto. Si el mundo externo dejara de existir, el individuo seguiría percibiéndolo; pero daría lo mismo que existiera o no, porque la contingencia no es importante. L defiende ciertas posiciones fenomenistas. El único mundo real es el de las mónadas, que es espiritual; los aspectos físicos fundamentales: espacio, tiempo y movimiento son representaciones fenoménicas del orden de relaciones entre mónadas, pero no son entidades reales. Desde este punto de vista, la física de L estaría mucho más cercana a la actual que la de Newton.
Verdad
L distingue dos tipos de verdades: a) Necesarias, de razón, a priori. Un enunciado es verdadero necesariamente si es imposible su negación, si no implica contradicción. b) Contingentes, de hecho, a posteriori. Un enunciado será verdadero de forma contingente, si es posible que los hechos sean de otra manera, o si su negación no implica contradicción. A L no le interesaban las verdades de hecho, experienciales, sobre las cuales nunca se podía tener plena seguridad. Por ello descartaba la certidumbre cartesiana al considerarla como una mera emoción o experiencia sin ningún carácter de necesidad (una verdad de hecho); para L el cogito no es fundamento de verdad absoluta, sino la necesidad de ciertos principios (de identidad = no contradicción) a partir de los cuales se establece la coherencia necesaria de todo el sistema. Para L lo importante eran las verdades necesarias, las que se dan en las matemáticas, la lógica y la metafísica [sigue la tendencia platónica de dar toda la importancia al mundo ideal y restársela al mundo sensible]. Por ello, el problema cartesiano sobre la realidad del mundo externo al cogito era un problema sin importancia; porque la verdad absoluta o necesaria no se podía encontrar en dicho mundo externo experiencial. Es indiferente saber si soñamos o no, ya que las verdades necesarias lo son en cualquier ámbito.
CIENCIA. Leibniz habla casi siempre de casi todo; constantemente pasa de la metafísica a la biología, de la física a la teología, de la matemática al derecho. Leibniz no acepta la tesis de Aristóteles de la separación del saber en diferentes disciplinas; estaba contra la organización escolar y académica del saber. Todo esto tiene su fundamento en la monadología, de la misma manera que las mónadas reflejan todo el universo, de la misma manera que hay una interconexión universal, también las ciencias y saberes poseen este carácter; por lo que no puede haber la ciencia aislada de las demás. Tuvo un proyecto de tipo enciclopédico, destinado a organizar todo el saber humano, que no pudo llevar a cabo; pero aún así se puede decir que abarcó, prácticamente, todos los saberes de su época. Aquí es imposible tratar toda la producción de L en este sentido; además gran parte de su obra científica no se ha editado aún por lo que no es posible dar una imagen acabada del Leibniz científico. Por ello me limitaré a exponer el que fuera su proyecto más ambicioso: el de un lenguaje universal.
El lenguaje universal. El proyecto de L fue variando a lo largo de su vida; aquí me centraré en los aspectos más destacados y maduros del proyecto. L recupera el célebre proyecto, que se inspira en la lengua adánica de la Biblia, de una lengua universal. Inspirado en Llul y muchos otros, L intenta la creación de una “characteristica universalis” o lenguaje simbólico universal; un instrumento del cálculo del pensamiento. Su ideal era que las disputas y diferencias pudieran resolverse mediante el cálculo. Es célebre aquello de que cuando hubiese una diferencia, los disputantes se sentarían tomarían sus plumas y dirían “calculemos”. Básicamente recoge la concepción de la combinatoria o relación de elementos simples o primitivos para componer cosas más complejas. Lo que pretende L no es nada nuevo, algunos defenderían que es algo inherente al mismo conocimiento, se trata de la sistematicidad axiomática universal; es decir, a partir de unos principios simplicísimos se establece la sistematicidad o coherencia de todo compuesto que se componga de tales principios. La verdad de cualquier composición se descubre de acuerdo a la sistematicidad Aquí ya se ve prefigurada la idea de cálculo de la lógica formal actual, que es la misma que la de las matemáticas tradicionales, la posibilidad de establecer la verdad de una composición mediante el análisis o descomposición en sus partes más simples, las cuales ya están valores de verdad. Los elementos primitivos debían estar recogidos en un alfabeto primitivo. Este alfabeto tomó muchas veces la forma de una enciclopedia universal, una recopilación de las verdades de todas las ciencias.
La lengua universal pretendía ser el fundamento de toda la ciencia. Pero no solamente tenía una finalidad científica, sino también político-religiosa, especialmente en lo referente a acabar con los conflictos religiosos y lograr la reunificación cristiana. L veía que se podría lograr el acuerdo no solamente en la ciencia sino también en la religión mediante este arte combinatoria (como ya Llul había pretendido anteriormente, intentando convertir, mediante su arte, al cristianismo a los infieles). Como es bien sabido, este proyecto, a causa de su envergadura no pudo llegar a realizarse.
BIBLIOGRAFÍA.
De Leibniz. Se ha utilizado principalmente: Leibniz, Escritos filosóficos, ed. Ezequiel de Olaso, Antonio Machado Libros, 2003 [1982]. También se han tenido en cuenta: - Discurso de metafísica, ed. Julián Marias, Alianza. - Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano, ed. Echeverría, Alianza. - Monadología, ed. Velarde.
Sobre Leibniz. -
Ayala. Solipsismo y mundo externo en la filosofía de Leibniz, U. Politécnica de Valencia. Eco. La búsqueda de la lengua perfecta, Crítica. Echeverría. Leibniz, Barcanova. Heinz Holz. Leibniz, Tecnos. Herrera (2000). Leibniz. El último renacentista. Jolley. Leibniz, Routledge. Jolley (ed.). The Cambridge companion to Leibniz, CUP. Murillo (1994). Ildefonso Murillo, Leibniz, Orto, Madrid, 1994. Ortega y Gasset. La idea de principio en Leibniz. Rovira. Léxico fundamental de la metafísica de Leibniz, Trotta. Russell (1937 [1900]). Exposición crítica de la filosofía de Leibniz, Siglo Veinte.