LOS HERALDOS NEGROS (César Vallejo) Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé! Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Son las caídas hondas de los Cristos del alma de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
ANÁLISIS Este poema anticipa desde el título su contenido negativo y pesimista: un heraldo es un mensajero armado, en este caso son mensajeros negativos connotados por el adjetivo "negro". Para reforzar la transmisión del contenido, la apertura y el cierre del texto presentan el mismo verso: Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! El contenido se refuerza además por una cadena léxica conformada por las siguientes palabras: golpes, resaca, zanjas oscuras, heraldos negros, caídas hondas, golpes sangrientos.
Primera estrofa: Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma... ¡Yo no sé! Se inicia con una metáfora: GOLPES, sustantivo que connota situaciones de dolor en la vida. Este primer verso constituye una oración consecutiva incompleta (Recurso llamado Zeugma). El yo lírico plantea una situación (Hay golpes en la vida Tan fuertes...) cuya consecuencia deja inconclusa pues se introduce una oración exclamativa negativa cuyo sujeto es el yo lírico mismo: YO NO SÉ. Este enunciado no significa ignorancia, sino la impotencia de no poder explicar con palabras la magnitud inconmensurable del dolor humano. El resto del poema intentará transmitir esa percepción, es decir que el yo lírico subjetiviza en esta poesía un sentimiento humano. El 2° verso contiene una comparación hiperbólica :GOLPES COMO DEL ODIO DE DIOS. A través de La hipérbole o exageración, el yo lírico intenta presentar la dimensión absoluta de ciertos dolores como la muerte o las pérdidas. Las metáforas
"resaca de lo sufrido" y "empozara en el alma" enfatizan el concepto de malestar y caída (empozar: caer en un pozo) que provoca el sufrimiento. La clausura de esta estrofa repite la expresión del primer verso para subrayar la imposibilidad que tiene el poeta para encontrar las palabras adecuadas. SEGUNDA ESTROFA Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte. Esta estrofa vuelve a introducir una elipsis pues al intentar definir la dimensión del sufrimiento, el yo lírico vuelve a "quedarse sin palabras". El verbo copulativo SER carece de el correspondiente predicativo obligatorio dejando de esta manera una descripción inconclusa: "son pocos pero son..." y sugiriendo su inevitable existencia ("ser" sería acá sinónimo de "existir" es decir que el dolor es inevitable). En los versos siguientes sugiere por un lado , y a través de metáforas, los efectos destructivos de esos dolores (Zanjas oscuras, potros de bárbaros atilas, heraldos negros).Por otro lado destaca la universalidad del dolor a través de sinécdoques (rostro más fiero, lomo más fuerte), es decir, el dolor afecta a todos los seres humanos, aún a los más fuertes. La Muerte personificada del verso que cierra esta estrofa aparece como una causa específica del sufrimiento de los hombres. La TERCERA ESTROFA Decíamos que este poema intenta verbalizar la dimensión del dolor humano. La tercera estrofa presenta una serie de metáforas asociadas al eje conceptual mencionado: caídas hondas de los Cristos del alma "; Esos golpes sangrientos son las crepitaciones / de algún pan que en la puerta del horno se nos quema." También aparece el cuestionamiento que hace el hombre a Dios frente a estos hechos reflejando de esta manera su impotencia y debilidad: "alguna fe adorable que el Destino blasfema." CUARTA ESTROFA Se desplaza la mirada del yo lírico desde el objeto (el dolor) hacia el sujeto : el hombre que lo sufre. Este aparece adjetivado: Y el hombre... Pobre... ¡pobre!" recurso con que el yo lírico manifiesta su compasión. Las comparaciones presentes en esta estrofa vuelven a poner en evidencia el intento del yo lírico por explicar con situaciones cotidianas o poéticas la dimensión del sufrimiento: Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. La repetición del verso suelto final cierra el poema con la sensación de que el dolor es inabordable incluso a través de la poesía:
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
