ANARQUIA, DICTADURA DE CACERES Y EX Retorno a la inestabilidad Tras la muerte violenta del dictador Ulises Heureaux, República Dominicana volvió a conocer un nuevo periodo donde irrumpe la acción insurgente de los caudillos militaristas que habían sido opacados durante los años del Pacificador de la Patria. En los próximos siete años habrá ocho gobiernos diferentes. Los tumultos y las intrigas políticas volvieron a colocar al país al borde del caos y a punto de ser ocupado por algunas potencias europeas que veian peligrar sus inversiones, debido a la creciente influencia política y económica de los Estados Unidos de América. La desaparición física del tirano de ninguna manera significó la muerte política de su bando político. Su último vicepresidente, el general Wenceslao Figuereo, era un hombre era un hombre “anciano y sin energías” que intentó continuar al frente del gobierno, pero fracasó debido a que las fuerzas rebeldes, dirigidas por Horacio Vásquez y Ramón Cáceres se habían adueñado del Cibao, estableciendo en Santiago un gobierno provisional. El gobierno provisional de Vasquez garantizó las libertades pùblicas, sacó de circulación las desacreditadas papeletas de Lilís y mediante decreto del 30 de septiembre, adopto el dólar estadounidense como moneda dominicana. Con el amplio respaldo popular que tenía, convocó a las asambleas primarias para elegir a los miembros de los colegios electorales, quienes a su vez eligieron el 20 de octubre al binomio Juan Isidro Jimenez-Horacio Vasquez. Ambos se juramento el 15 de noviembre de 1899. Jimenes debió gobernar durante cuatro años, pero su decisión de asumir la administración de las aduanas dominicanas, en poder de la improvement desde 1892, muy pronto provocó la división del gobierno. Casi todos los fondos que seguían entrando por las aduanas terminaban en manos de la compañía norteamericana. Esa situación era una herencia de la tiranía de Lilís. A pesar del
auge sin precedente de las agro exportaciones dominicanas, el nuevo gobierno carecía de recursos para cubrir sus necesidades, mientas los tenedores de bonos en las naciones europeas presionaban a sus respectivos gobiernos para que cobraran sus acreencias desembarcando tropas y ocupando las aduanas dominicanas. El Presidente Jimenes se preocupó por evitar que los europeos cobraran sus acreencias con buques de guerra. Por eso rescindió el contrato con la improvement en enero de 1901. Con las aduanas en poder del gobierno era posible entenderse mejor con los europeos. La Improvement protestó la medida y el gobierno de los Estados Unidos decidió participar en las siguientes negociaciones. Las discusiones y las intrigas que duran-te un año generó esa importante decisión del gobierno, terminaron separando a Jimenes de Horacio Vásquez, cuyos seguidores no perdían de vista la próxima contienda electoral. Vásquez. Vivía en Santiago, donde desempeñaba su función adicional de Delegado del gobierno en el Cibao. Desde entonces surgieron en el país dos nuevos bandos políticos, dirigidos por ambos caudillos, los más importantes en los primeros años del siglo veinte. Los dos nuevos partidos fueron identificados con los nombres de sus líderes principales, uno era horacista, el otro jimenista. Debido a que la pelea de gallos era el principal pasatiempo de los dominicanos, a los seguidores de Jimenes los asociaban con un gallo sin colas y les llamaban bolos, mientras a los horacistas los asociaban a un gallo de cola larga y les llamaban colados o rabuses. El segundo gobierno de Vásquez no podía durar mucho tiempo, pues tan pronto volvió al poder empezó una cacería contra los antiguos seguidores de Lilís, quienes se habían aliado al depuesto Presidente Jimenes. Nuevos levantamientos estallaron en el Cibao, donde Jimenes tenía mucha simpatía política. El gobierno respondió llenando las cárceles de presos políticos. Aprovechando un viaje que hizo el Presidente Vásquez a Santiago en marzo de 1903, los presos políticos de la Fortaleza Ozama se amotinaron y salieron a las calles en abierta rebelión contra el gobierno y después de varios días de intensos combates en la capital proclamaron al general lilisista Alejandro Woss y Gil nuevo Presidente provisional.
Woss y Gil intentó quedarse en el poder después que celebró elecciones y recibió el apoyo de los bolos. Cuando apenas llevaba tres meses gobernando, estalló en octubre otra insurrección en Puerto Plata, encabezada por el ex sacerdote Carlos Morales Languasco. La rebelión fue llamada "unionista" porque en ella participaron juntos bolos y calarlos contra el lilisismo gobernante. Morales instaló un gobierno interino, pero antes de realizar nuevas elecciones, en las que participarían él como candidato presidencial y el general Ramón Cáceres, primo de Horacio Vásquez, para Vicepresidente, los seguidores de Jimenes se sintieron traicionados por Morales y sus nuevos socios horacistas, quienes ocuparon los mejores puestos del gobierno. Los jimenistas volvieron a la guerra civil en todo el país. Esta vez se trató de una larga contienda, de casi seis meses, que fue bautizada guerra de la "desunión", porque enfrentó nuevamente a bolos y coludos. Durante el desarrollo de los combates, las fuerzas del gobierno recibieron apoyo militar de la Armada de los Estados Unidos, debido a que Morales había aceptado las exigencias norteamericanas respecto a la deuda con la Improvenent. Morales Languasco gobernó aliado a los horacistas durante año y medio, porque en diciembre de 1905 decidió romper sus relaciones de poder con los colados, cuyos dirigentes controlaban además del Congreso, la vicepresidencia y otras posiciones claves en el gabinete. Morales entró en conversaciones secretas con dos importantes caudillos jimenistas, los generales Desiderio Arias y Demetrio Rodríguez, quienes tenían el control político y administrativo de la Línea Noroeste, principal bastión del jimenismo. El plan del Presidente Morales era conseguir algún apoyo entre esos dos caudillos regionalistas para darse un autogolpe que le permitiera limpiar a su gobierno de los funcionarios horacistas que no respetaban sus decisiones. La noche del 24 de diciembre, Morales salió discretamente hacia Habla, un poblado situado al Oeste de la capital, donde esperaba encontrarse con las tropas que apoyarían su plan, pero los horacistas, enterados de la trama, decidieron perseguir al Presidente. Al verse solo y abandonado, Morales huyó en dirección a Azua y luego de fracturarse una pierna, pidió clemencia a sus adversarios. Los horacista decidieron perdonarle la vida a cambio de su renuncia.
DEUDAS Y CONVENCIONES Las aduanas dominicanas continuaban hipotecadas a la Santo Domingo Improvement Company. Al caer la dictadura de Lilís, la empresa norteamericana entró en negociaciones con el nuevo gobierno de Jimenes, quien estaba muy interesado en recuperarlas por ser las principales fuentes de ingresos del gobierno. La empresa alegaba tener derechos adquiridos en virtud de los contratos fraudulentos secretos firmados con el gobierno de Lilís y antes de ceder su control, reclamaba el reconocimiento de esos derechos por parte del gobierno dominicano. Después de un año de difíciles negociaciones, debates públicos y aclara4ones en torno al monto de las deudas, que era, un serio problema, el Presidente Junenes decidió, en enero de 1901, sacar a la compañía de la administración de las aduanas y entenderse con los tenedores de bonos europeos, quienes presionaban a sus respectivos gobiernos a cobrar sus acreencias utilizando la fuerza militar.
La improvement protestó la decisión y solicitó la intervención del gobierno de los Estado Unidos que, hasta ese momento, había permanecido al margen de las discusiones. Ante las protestas de los gobiernos europeos y del norteamericano, Jimenes envió a esos países a su Ministro de Relaciones Exteriores, doctor Francisco Henríquez y Carvajal, con instrucciones precisas para negociar nuevos acuerdos con los directivos de la lmprovement y luego con los tenedores de bonos europeos. Cuando los acuerdos fueron sometidos z Congreso dominicano, para su ratificación, 1 mayoría de sus miembros los rechazaron. Entonces arribó al país el
Ministro norteamericano William Powel, acompañado del Vicepresidente de la Improvement John Abbott, para reclamarlo al gobierno dominicano un mejor tratamiento la compañía, petición que fue rechazada por e Presidente Jimenes. La postura nacionalista de Jimenes fue tronchada por la revuelta armada que llevó al Vicepresidente Vásquez al poder por segunda vez en abril de 1902. Tan pronto se instaló el nuevo gobierno, continuaron las presiones de los representantes norteamericanos a favor de las exigencias de la Improvernent. Para julio, Powel había logrado del nuevo Presidente Vásquez el reconocimiento de una deuda de 4 millones 500 mil dólares a favor de la compañía que, en tiempos de Lilís, había adquirido también las acreencias del Banco Nacional de Santo Domingo, había construido un tramo del Ferrocarril Central Dominicano, había emitido bonos en diversas ocasiones y había unificado en 1897 la deuda nacional. En enero de 1903, los gobiernos dominicano estadounidense firmaron un Protocolo o acuerdo diplomático, mediante el cual el primero se comprometía con el segundo a pagarle a la empresa la cantidad de 4 millones 500 mil dólares y se establecía también que la forma de pago sería fijada por tres árbitros, uno dominicano y dos norteamericanos. Sería un año 'y medio después, en julio de 1904, cuando se supo la decisión de los árbitros. El fallo no favorecía al gobierno dominicano vivía de rodillas ante los Estados Unidos, haciéndole ofertas secretas que lesionaban la independencia nacional. Los árbitros anunciaron que la Improvement aceptaría el pago de los 4 millones 500 mil dólares por sus bienes e intereses en República Dominicana, pero obligaban al gobierno a especializar los ingresos de las aduanas de Montecristi, Puerto Plata, Sánchez y Samaná para el pago a la compañía norteamericana. Además, el gobierno de los Estados Unidos nombraría un Consejero Financiero, "sin cuyo previo consentimiento no podía tener lugar ningún gasto ni ningún pago" por parte del gobierno dominicano. El Consejero Financiero resultó ser el mismo John Abbott, Vicepresidente de la Improvement. Esa sentencia de los árbitros se conoce en la historia dominicana como el Laudo Arbitral de 1904. A partir de ella, ya no era la Improvement, sino el gobierno norteamericano el que ejercería un control oficial sobre las finanzas dominicanas, situación que equivalía a un protectorado financiero. El Laudo
Arbitral, sin embargo, no fue aceptado ni por los tenedores de bonos europeos, ni por los acreedores nacionales, ni por los caudillos regionales de las provincias cibaeñas, pues al pasar las aduanas de esos puertos al control de un agente extranjero, perdían la fuente de recursos que hacía posible el financiamiento de sus actividades políticas y militares. Por su parte, los acreedores europeos expresaron su descontento de diversas maneras, llegando el gobierno francés de apoderarse de la aduana de Santo Domingo.
Los Estados Unidos aplicaron su nueva política al caso dominicano. Después de nuevas negociaciones con el gobierno de Morales Languasco, se dejó sin efecto el Laudo Arbitral y se aprobaron nuevos acuerdos entre enero y febrero de 1905. Esos acuerdos, establecidos en la Convención de 1905, incluían los siguientes aspectos para resolver el problema de las deudas dominicanas: El gobierno norteamericano se responsabilizaba de todas las deudas del gobierno dominicano y, a cambio de ese servicio, tornaba a su cargo el cobro de las entradas aduanales para distribuirlas de la manera siguiente: Un 45 por ciento de las entradas será entregado al gobierno dominicano y el restante 55 por ciento será utilizado por el gobierno de los Estados Unidos para pagar a los empleados de las aduanas y para amortizar capitales e intereses vencidos de las deudas dominicanas, tanto interna como externa. En el convenio se acordaba también que "mientras no esté completamente pagado el total de la deuda que el gobierno de Estados Unidos torna a su cargo, no podrá hacerse ninguna reforma arancelaria sino de acuerdo con el Presidente de los Estados Unidos, no pudiendo por tanto reducirse los actuales derechos de aduana y puerto sino es con su consentimiento". Pero los acuerdos internacionales deben ser conocidos por el Congreso norteamericano. Cuando el Presidente Roosevelt presentó al Senado el tratada con la República Dominicana, el órgano legislativo lo rechazó alegando que es: el artículo 7 del convenio abría la posibilidad
de la intervención militar. De esa
manera, todos los acuerdos para solucionar el complicado problema de la deuda dominicana, herencia de las dictaduras de Báez y Lilís, quedaron en el limbo,
hasta que el Presidente Roosevelt sugirió g a Morales Languasco que el convenio siguiera siguiera adelante como un Modus Vivendi, un arreglo r temporal entre las partes, basta que el Senado de los Estados Unidos aprobase otro definitivo. En ese sentido, Morales emitió un decreto el 31 de marzo de 1905, donde autorizaba al Presidente Roosevelt a nombrar una persona encargada de dirigir las aduanas dominicanas, cuyas recaudaciones serían distribuidas en la forma acordada en el convenio anterior. En abril vino al país el experto financiero estadounidense Jacob Hollander, enviado por Roosevelt para estudiar el monto real de la deuda dominicana, sobre la cual existía mucha confusión debido a los manejos secretos y fraudulentos entre Lilís, la Improvement y los acreedores europeos y nacionales. El siguiente paso en este largo vía crucis de la deuda pública dominicana era unificar todas esas deudas en una. Los Estados Unidos estaban muy interesados en eliminar la presencia europea en las finanzas y en la política dominicana. "Tanto Hollander corno Roosevelt y otros funcionarios del Departamento de Estado, eran partidarios de que un banco de los Estados Unidos ofreciera al gobierno dominicano un préstamo que permitiera la compra de las acreencias a los inversionistas europeos, a fin de retener la deuda sólo en manos norteamericanas". Con ese propósito viajó a Washington el Ministro de Hacienda de Cáceres, Federico Velázquez Hernández, y allí se decidió que un banco de Nueva York pres-tara 20 millones de dólares para cancelar todas las deudas pendientes, fijadas as en 17 millones, y que los tres millones restantes se utilizaran en la construcción de obras públicas. El
préstamo
fue
adquirido
en
septiembre
de
1906,
pero
el
gobierno
norteamericano, garante del mismo, exigió a su vez otras garantías al gobierno dominicano.
LA DICTADURA DE RAMÓN CÁCERES
El ascenso de Cáceres al poder, en enero de 1906, fue respondido por Demetrio Rodríguez y Desiderio Arias con otra insurrección en el Cibao que obligó al gobierno a aplicar una, sangrienta y devastadora ofensiva militar. Rodríguez perdió la vida cuando intentó atacar a Puerto Plata. Luego vinieron dos grandes masacres, una cerca de Barahona y la otra en los alrededores de Mao. En la Línea Noroeste, principal bastión del jimenismo, Cáceres concentró todo su ejército y bajo la consigna de que "vivos ni los lagartos", se destruyeron los conucos de los campesinos "y se autorizó la matanza de las reses abandonadas, con el fin de privar a los alzados de medios de subsistencia". Muchas personas fueron ejecutadas bajo la simple sospecha de simpatizar - mpatizar con los rebeldes. La región quedó devastada y adversa al horacismo para siempre. Tan pronto aniquiló a los rebeldes, Cáceres se propuso concentrar mayores poderes. Con ese propósito convocó una Asamblea Constituyente en noviembre de 1907 para ajustar la Constitución a sus ansias dictatoriales. Realizadas las modificaciones constitucionales, Cáceres se dispuso organizar un ejército más profesional bajo su propio mando. Había que limitar los poderes de los caudillos regionalistas, cuyas revueltas mantenían al país en la anarquía política. Era necesario utilizar la mano dura contra la anarquía. Los gobernadores, que antes eran verdaderos jefes de la administración r pública en sus provincias, quedaron reducidos a gobernadores civiles; su función militar ahora está en poder de Cáceres. Para calmar las apetencias de los jefes militares, el gobernante creó una cuenta en el Presupuesto Nacional titulada "Para generales a las órdenes del Presidente de la República".
Garantizada la eficacia represiva del gobierno, vinieron las construcciones de obras a públicas. Los ingresos del gobierno empezaron a aumentar tan pronto concluyó el arreglo financiero de 1907 que dejó al gobierno 3 millones de dólares para construir obras de infraestructura.
Algunas ciudades fueron dotadas de servicios tan vitales como acueductos y alumbrado eléctrico. Se crearon cientos de nuevas escuelas, muchas de ellas en la zona rural, tradicionalmente marginada de la enseñanza pública.
En 1908 se instaló en Santo Domingo 71w en Royal Bank of Canada, el primero de los grandes bancos extranjeros que vendrían después. En noviembre del año siguiente promulgó una ley sobre instituciones bancarias que mejoró el clima de confianza para las inversiones privadas y la fundación de nuevos bancos. Pero donde más se destacó el énfasis del gobierno en materia de desarrollo fue en la Ley e' de Franquicias Agrícolas de 1911, que ampliaba d más los beneficios establecidos en otra legislación similar dictada en 1880. La nueva ley de concesiones legalizaba el despojo y los fraudes de que fueron víctima los campesinos dominicanos por
parte de las empresas azucareras extranjeras,
principalmente norteamericanas e italianas. La referida legislación estaba muy acorde con la denominada política de La Diplomacia del Dólar, aplicada en América Latina por el nuevo Presidente de los Estados Unidos William Taft, ascendido al poder en enero de 1909. Esa política inducía a los capitalistas norteamericanos a obtener concesiones relativas a Los servicios públicos y a instalar otras importantes empresas en los países latinoamericanos, las que serían favorecidas con numerosas exoneraciones fiscales que los gobiernos de la región se verían obligados a otorgar por la presión que ejercería el gobierno norteamericano. También preveía atar a los gobiernos de la región a los Estados Unidos por vía de los empréstitos y de esa forma reducir la influencia de las potencias europeas en América Latina y el Caribe. Amparado en la nueva ley de franquicias, que facilitaba la creación de grandes propiedades dedicadas a los cultivos y exoneraba en un 50 por ciento la importación de maquinarias, le compañía de mister Diilinghan estableció luego en el país el Central Romana, uno de los ingenios más grandes del mundo. Desde
entonces, empezaron a llegar cientos de trabajadores boricuas a República Dominicana, principalmente a La Romana y San Pedro de Macorís, para prestar sus servicios en las labores agrícolas e industriales de los ingenios.