Babelia
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TOBIAS WOLFF El pionero del realismo sucio revisa 30 años de cuentos y alerta sobre la deshonestidad
SUMARIO
Use Lahoz
Babelia
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EN PORTADA Andrea Aguilar / Javier Aparicio Maydeu
Sant Jordi
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Tobias Wolff El escrit escritor or estado estadounide unidense nse “levanta drama dramass de extrao extraordina rdinaria ria inten intensidad sidad a partir de conf conflictos lictos ínfimos, trasciende lo banal, disfruta poniendo el dedo en la herida abierta de nuestra sociedad neurasténica y enajenante”. Su último libro, Aquí empieza nuestra historia, se publica ahora en español. Reúne sus relatos escritos y reescritos a lo largo de más de tres décadas, en los que Wolff “inventa la verdad”. Foto: Marion Ettlinger / Corbis
IDA Y VUELTA El pasado en presente Antonio Muñoz Molina
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LOS LIBROS DE LA SEMANA J. M. Le Clézio José María Guelbenzu
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Las historias de Darwin José Manuel Sánchez Ron
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El arte de matar / Por la gracia de Dios José Andrés Rojo / Juan José Tamayo
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Rosa Mora 13 Fronteras infernales de la poesía / El silencio de los claustros M. Giralt / Rosa
La memoria de la nieve / Destellos de ilusión Juan Cruz / Jordi Gracia
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RELECTURAS Una vida absolutamente maravillosa Enrique Vila-Matas
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SILLÓN DE OREJAS La prueba de las 10.000 horas Manuel Rodríguez Rivero
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ARTE Miradas cruzadas Juan Goytisolo
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MÚSICA Número uno, de Sergio Makaroff Fernando Martín
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PURO TEATRO La vida alrededor de Concha Velasco Marcos Ordóñez
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CINE Entrevista con José Luis García Sánchez Ángel S. Harguindey
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DIOSES Y MONSTRUOS Reediciones de la belleza Carlos Boyero
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Extra Babelia Fotografías que viven Las imágenes documentales actúan como memoria y como narración. Retratos como los de Miguel Trillo o Weegee amplían la dimensión.
A. Castilla / A. Martín / J. Maderuelo Maderuelo / I. Lafont / Á. García / R. Bosco La Habana, 1999. Festival Rap, de Miguel Trillo, que expondrá desde el día 23 en el Centro Centr o Andaluz de Arte Contemporáneo.
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Lecturas y cine Primeras páginas de La música del hambre, de J. M. Le Clézio y de El arte de matar, de
jardínde dínde losmárti losmártiresnort resnorteam eameri eri-Jorgee Mart Jorg MartínezReverte ínezReverte;; tres poem poemas as de Juli Julio o Llam Llamazar azares es y el cuent cuento o En el jar canos, de Tobias Wolff. Imágenes de Esperpentos, de José Luis García Sánchez.
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DESDE QUE TENGO uso de razón recuerdo Sant Jordi como un día de una pasta especial en el que las horas se desplegaban con entereza incandescente. Si rebobino unos años me veo en el colegio, aprendiendo la leyenda de un caballero que mataba a un dragón. Había clase, pero una seductora excitación flotaba en el ambiente y torpedeaba torpedea ba la costumbr costumbre. e. Cuando una tarde en el paseo de Gracia de Barcelona tres amigos juntamos monedas para comprar una rosa que regalar regalar a la profesora, profesora, intuí que San Santt Jord Jordii puede mezclar amor y literatura como el mejor de los sonetos. Quien lo vivió lo sabe. Quizás por eso para los catalanes el 23 de abril no sólo es el Día del Libro, también es San Valentín. El día ofrece situaciones idílicas y el buen rollo siente que tiene superioridad numérica. Lo bonito es que caiga entre semana. Es un día laborable vivido como una fiesta. No hay otro igual. Una jornada cuya onda expansiva llega a mezclar lo popular y lo literario dejando la metafísica en su punto. He pasado Santjordis de la mano de otros alumnos, con bata y sin dinero, Ramblas abajo, abajo, entre el trajín y el asombro, fascinado con las portadas de los cómics de Eric Castel, el delantero del Barça que yo sería de ma yor, con los dibujos de Kasperle y los tres investigadores de Hitchcock. Otros Santjordis trabajando en librerías, e incluso otros planificando en su vigilia vender rosas con gente de clase para forrarnos sin que luego cumpliéramos nada de lo proyectado porque el despropósito duraba lo que duraban las cervezas. Luego descubrí que era mágico porque en ese día, en 1616, fallecieron Shakespeare y Cervantes. No pasaba un 23 de abril sin que me preguntara cómo era posible esa coincidencia hasta que leí que no era cierto. Cervantes falleció el 22 pero lo enterraron el 23. Shakespeare aún peor: la Inglaterra de entonces se regía por el calendario juliano y murió un 3 de mayo. Yo prefiero pensar que murieron ese día. Total…, hay quien sostiene que es probable que ambos fueran la misma persona. Desde primera hora del día, Sant Jordi se introduce en uno como un bicho en una fruta, con intención de sorber su jugo, y establece en nuestro talante un mapa sentimental del que nadie quiere irse. En las calles, en las emisoras, en las librerías, los lectores se dejan aconsejar por el instinto. Al igual que toda religión, suscita fanáticos y conversos a los que por 24 horas les sobra razón para ir acumul acumulando ando las quimeras que habitan en los libros. Cuando cae la tarde y las rosas que valían tres euros se consiguen por uno, se entiende que también tiene su fugacidad. Es un día para exprimirlo. Como se comprueba en ciertas coctelerías de Barcelona poco iluminadas, se le puede encontrar su recinto erótico. Los libros dan mucho juego, ya se sabe…, es primavera, y la sangre hierve. Su diversidad de matices es permeable a las vibraciones de la luz que lo van reanimando. Cada año el 23 de abril abr il es más mayor mayor pero yo lo veo más jove joven. n. Dice García Montero que sólo se ama aquello que envejece. Tal vez por eso, ahora, que ya no soy un niño y vivo en Madrid, volver a Sant Jordi es volver al colegio. Y gracias a él, por un día, sigo estudiando. Use Lahoz (Barcelona, 1976) ha publicado recientemente la novela (Alfaguara, uara, 2009. 392 página páginas. s. 19,50 euro euros) s) y es auto autorr Los Baldrich (Alfag también del poemario Envío sin cargo (Renacimiento, 2007) y de la novela Leer del revés (El Cobre, 2005).
EL RINCÓN
Aitor Ortiz, en su estudio de Bilbao. “La luz es la huella en la fotografía y la sombra en la arquitectura”, declara el artista.
Foto: Jesús Uriarte
Aitor Ortiz: diálogo con la luz El fotógrafo-pintor-escultor bilbaíno busca en la arquitectura industrial el campo para experimentar A ITOR ORTIZ RECREA sus “muros de luz”, sus “construcciones visuales”, sus “fotografías escultóricas”, en su estudio de la bilbaína penínsulade Zorrozaurre, unterreno preñado de vestigios industriales que bañan la ría y el canal de Deusto. Es una ubicación propicia porque la obra de este artista, que imprime sus fotografías sobre soportes tridimensionales de cristal o aluminio, de la misma manera que el pintor trabaja sobre el lienzo, parece nutrirsede la energía telúrica quetodavía despide esesuelo cultivado conmineralde hierro durante generaciones. Ahí, en su estudio, Aitor Ortiz sueña la pieza quele gustaría cobrarse y luego,cuando ya está ensu poder,la trabaja, depura, reinventay transforma enescultura, “la saco de la pared”, como dice él. La arquitectura es su territorio preferente de caza, el campo en el que experimentar a partir de los diferentes lenguajes en un diálogo técnico y artístico capaz de desconcertarnos y emocionarnos. Así, nuestro hombre —no le mortifiquen con el título de “joven valor”, que tiene ya 37 ños y decenas de exposiciones y premios en su haber— se traslada un día a Millau (Francia) para capturar los tótems de la modernidad, esos pilares de hormigóngigantescos que sostienen el viaducto más alto del mundo. Descontextualizados y fuera de escala, los
pilares surgen en su obra como dos extrañas y bellas esculturas en medio de un paraje sin huella humana. Esos tótems pueden figurar agrietados —“utilizo las grietas como fisuras entre el lenguaje fotográfico y el arquitectónico”, dice— o emerger refulgentes en medio de una niebla fantástica.Pero, por lo general, el fotógrafo-pintor-escultor no buscala arquitectura de autor,sino losedificios industrialesque le permiten jugar conla luz, elemento clave desu obra. Diceque“la luz esla huellaen lafotografíay lasombraen laarquitectura”y que en algunas de sus obras es el elemento constitutivo del espacio y de la pieza. A medio caminoentre la racionalidad analítica y la emoción, busca la ambigüedad para huir de lo obvio y refugiarse enel misterio y la atemporalidad queencuentra también enlas canteras. “Me fascinan porque son un espacio natural intervenido y vivo, con cortes y aristas, pero sin pretensiones arquitectónicas”. Anclado a su ciudad, Bilbao, donde tiene susafectos y su hijode 4 años, el artista observa con recelola progresiva desaparición de la poderosa traza industrial que dio fisonomía y personalidad a la capital vizcaína. “Hay una confusión notable en torno a la belleza”, dice. “Es como si las instituciones pretendieran instalar los duty free de los aeropuertos en el centro de las ciudades”. José Luis Barbería
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EN PORTADA / Entrevista
El coraje de Referencia de las letras estadounidenses contemporáneas, Tobias Wolff reivindica la verdad y ve la literatura como un ejercicio de honestidad. En Aquí empieza nuestra historia ha retocado una serie de cuentos escritos a lo largo de su carrera y presenta once nuevos. Por Andrea Aguilar
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E INTERESA la mentira. Los per-
sonajes que pueblan las historias de Tobias Wolff (Alabama, 1945) a menudo construyen una realidad alternativa. No se trata de dementes incapaces de distinguir entre realidad y ficción, sino de fabuladores natos; embusteros prestos a manipular una verdad que no les convence. En la mentira encuentran una vía de salida. Así, el adolescente del relato ‘El mentiroso’, a raíz de la muerte de su padre, inventa que sus familiares padecen terribles enfermedades. El autoestopista que recogen un hermano triunfador y otro echado a perder en ‘El hermano rico’ habla del delirante descubrimiento de unas minas de oro. En ‘Mortales’, un gris recaudador de impuestos miente sobre su propia muerte para que le escriban un obituario. En Aquí empieza nuestra historia (Alfaguara) este maestro del género ha reunido 30 de sus mejores cuentos. Colaborador habitual de la revistas The New Yorker y Atlantic, en sus páginas publicó gran parte de estos relatos. Casi dos tercios de las historias del nuevo libro fueron recopiladas en colecciones anteriores, pero Wolff ha añadido 11 nuevos cuentos. Con esta antología el escritor ha añadido el Story Award que recibió el mes pasado a su larga lista de galardones, entre los que figuran el PEN / Malamud y el Premio de la Academia de Letras y las Artes de América. Dice el escritor estadounidense que na de las claves de su oficio es “la expeiencia de primera mano”. En más de una casión se ha referido a su padre como un entiroso compulsivo. Al separarse sus adres, su hermanomayor, el tambiénnovelista Geoffrey Wolff, se marchó con él. Ambos han escrito sobre la querencia de su progenitor a tergiversar la realidad. Tobias peregrinó con su madre por varias ciudades de Estados Unidos. En Concrete, Washington, ella volvió a casarse. Wolff falsificó las cartas de recomendación y su historial y consiguió que le aceptasen en un prestigioso internado, el Hill School de Pensilvania.“Era la única manera en que podía entrar. Fue un acto de desesperación. Suspendí matemáticas y me expulsaron. Me lo tenía merecido”,asegura. Tras la expulsión se alistó al Ejército y luchó en Vietnam antes de licenciarse en Literatura en la Universidad Oxford. En su autobiografía Vida de este chico desveló su mentira adolescente. En En el ejército del araón hizo un memorable recuento de la incertidumbre, el terror y el absurdo de su experiencia en la guerra. Decepción y traición. Miseria moral teñida con un humor seco y feroz. Wolff tantea este escabroso terreno sin caer en sentimentalismos, ni decoros. No hay piedad, ni disimulo. En su trabajo late lo crudo, lo banal y lo real. Sin alardes aparentes habla de la tentación y la caída, de la absurda conciencia. Quizá por todo esto a Wolff se le encasillócomo uno de los autores del llamado realismo sucio. Aquello fue a principios de los ochenta cuando 4
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Raymond Carver y Richard Ford —sus amigos y compañeros de generación— diseccionabancon su afilada prosa las miserias cotidianas. “Conocí a Carver cuando yo estaba becado en la Universidad de Stanford en un programa de literatura”, recuerda. “Tenía unas largas patillas. Nos presentó una colega que ya había triunfado. Él todavía no había publicado su primer libro. Apenas hablamos. Unos años después coincidimos en la Universidad de Siracusa dando clase. Vivimos en la misma casa y nos pasábamos las noches en vela hablando”. Una fría mañana de invierno Wolff posa paciente para las fotos en una esquina desangelada de Central Park. La fina cazadora de cuero y las redondas gafas de sol deaireretrodejan claroque a este residente del Estado de California las gélidas temperaturas le han pillado por sorpresa. En 1997, Wolff regresó a la Universidad de Stanford en Palo Alto donde imparte clases de literatura y un taller de escritura. Una gorra de lana le cubre la cabeza; el espeso bigote blanco, la irónica sonrisa. En vista del frío, el escritor acelera el paso camino de la casa de un amigo en el Upper East Side donde él y su esposa se están alojando. En la amplia cocina, todos en pijama, comentan el periódico y bromean sobre la actualidad política. El ambiente en esta town house es distendido y familiar. Wolff busca un lugar tranquilo
“Estoy en un constante estado de revisión y edición. Las historias nunca llegan a un punto en el que están cerradas” donde hablar. Un ascensor de los años veinte forrado en papel de rayas le lleva hasta la segunda planta y allí, en un amplio salón bajo un ventilador de techo imposible de parar, habla acerca de su colección de cuentos. En los cuentos escritos hace décadas aparecen veteranos y soldados, en alguno de los más recientes Irak suena de fondo. “Es parte de la misma historia, pero la comparación entre las dos guerras es demasiado fácil. Es la misma retórica en contra de rendirse. La idea de que porque ya han caído tantos tenemos que seguir allí, que fácilmente confunde al público”, asegura. ¿Se olvidaron las lecciones aprendidas? “Tuvimos cuidado durante un tiempo pero la victoria es una industria sensacional. Hemos heredado una determinada tremenda falta de honestidad que está instalada en nuestras vidas”. El nuevo libro arranca con una confePasa a la página 6
Wolff Tobias Wolff ha reunido en Aquí empieza nuestra historia una treintena de relatos. En la fotografía, el escritor el pasado invierno en Nueva York. Foto: Jon Uriarte
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EN PORTADA / Entrevista Wolff ha tomado precauciones. “Ya he Admirador del trabajo de Flannery dejado dicho que cuando muera, por fa- O’Connor y de Faulkner —“les encantasión en el prólogo: Wolff ha retocado sus vor, que no me toquen los papeles. No ba hacer parodia”—, Wolff pasó su infanviejos relatos, y lo ha hecho porque como quiero que la gente sepa. Entiendo que no cia enganchado a los relatos de O. Henry, autor considera que ese material sigue vi- es una actitud generosa hacia escritores uno de los padres del cuento americano vo. Fueotro Wolff quien los escribió, admi- futuros pero los borradores son asunto que inició su carrera literaria para mantete, pero el de ahora se siente con pleno mío”, añade con una sonrisa. Para evitar ner a su hija mientras él cumplía condederecho a meter mano, en beneficio del tentaciones futuras a sus deudos, dice que lector. “No he cambiado el argumento. La yaha comenzado a destruirlos. ¿Con cuánmayor parte de los cambios han sido de tos trabaja? Desde que escribe en o rdenalenguaje, de precisión, de depuración. Si dor le cuesta seguir la pista, pero muchos puedes prescindir de algo, ¿por qué no de los cuentos de Aquí empieza nuestra “Ya he dejado dicho quitarlo? Los cambios cosméticos son im- historia los tecleó a máquina. Hacía unas portantes. A veces estás dentro y no lo ves. doce versiones. “Cuando empiezo a escri- que cuando muera, por Ése ha sido el problema que he tenido bir sé adónde quiero llegar, pero pienso favor, que no me toquen cuando he escrito algunas historias”, dice mientras avanzo y mi idea original cambia. Me pregunto cosas como qué es lo los papeles. No quiero sentado en el sofá. Sus argumentos resultan convincentes. que realmente le preocupa a un persona Wolff sabe cómo persuadir a sus interlocu- je. ¿Cuál es en realidad la relación de po- que la gente sepa” tores con sus razones sensatas. Inspira der? Moralmente, ¿qué está pasando?”. confianza con su aire tranquilo y cercano. Evita cualquier demostración banal de ego.“Estoy en un constante estado de revisión y edición. Y las historias nunca llegan a un punto en el que están cerradas, nunca llega un momento en que esto para. Porque vamos cambiando”, aclara. En los más de treinta años que abarca este libro, ¿qué ha cambiado en su escritura? “Un lector tendría más que decir que yo sobre eso. Pero cuanto más tiempo llevas escribiendo más preguntas te haces. Ahora sé que si empleo el suficiente tiempo puedo conseguir algo. He ganado seguridad, pero los retos también son mayores. Te conviertes en prisionero de ti mismo y no quieres hacer algo que te disminuya. Te esfuerzas por mantenerte inquieto”. En el prólogo de Aquí empieza nuestra historia, Wolff insisteen su afán por descubrir complicados procesos morales o mecánicos que pasan inadvertidos a primera vista, y comparte con los lectores el filtro previo a la publicación de un cuento. “Piensen que antes de que salga publicado en una revista un editor lo ha leído lápiz en mano y que al menos algunas de sus sugerencias han sobrevivido a las negociaciones, no porque me hayan forzado sino porque yo he creído que mejoraban la historia. Luego otro editor lo ha leído antes de publicarlo en una colección de cuentos y sin duda tenía algo valioso que decir. Y si la historia ha sido elegida para una antología, como todos o casi todas de las que están aquí reunidas lo han sido, yo le habré dado otro repaso, y lo he vuelto a hacer de nuevo antes de que salga la edición en bolsillo”, escribe. El controvertido caso de su amigo Raymond Carvery el mítico editor GordonLish —que consu afilado lápiz tachó sincompasión secciones enteras de sus cuentos— es paradigmáticode este proceso. “Sí, yo sabía que Lish tiene mano dura”, dice Wolff. La publicaciónpóstuma de la versióncompleta de losrelatos de Carverimpulsada porsu viuda ha reabierto la polémica. “Creo que eso es una cuestión para estudiosos o académicos. Al final Carver eligió las historias que quiso incluir en su última antología. Regresó a los originales en unos casos y en otros decidió quedarse conla versión editada. Lo que ha ocurrido ahora embarra de El escritor Tobias Wolff, uno de los maestros del realismo sucio. Foto: Basso Cannarsa / Opale / Cordon Press alguna manera su legado”.
na en una cárcel por estafa. “Me encantaban sus finales con truco, con sorpresa como en ‘Regalo de Reyes’. Con él descubrí el sentido de la estructura”, recuerda. En Jack London y Hemingway encontró historias que al principio no entendía pero eran vivas y afiladas. En aquellas lecturas descubrió que “a la gente le encanta quererse a sí misma”. Confiesa que también pasó mucho tiempo “haciendo el tonto”, en busca tan sólo de variedad. A los 14 años decidió que quería ser escritor. Su pasión por el relato se ha mantenido intacta. “Tiene una densidad especial, encapsulada, algo que sólo empiezas a apreciar con el paso del tiempo. Es como un poema”, explica. ¿La clave del cuento perfecto? “Bueno, pues que sientas que está en armonía con tu sentido de la vida, que capture algo”. Los de Carver —“declarativos, aparentemente rectos pero en los que algo se vuelve extraño de forma muy rápida”—y los de Turguénev —“sus historias no son concluyentes, forman un collar”— se cuentan entre sus favoritos. En uno de sus nuevos relatos, ‘La estudiante madura’, resuena el eco de otro gran escritor: el checo Milan Kundera. La alumna Teresa entabla una conversación con su profesora de Historia delArte, inmigrante de Checoslovaquia que acaba confesando sus delaciones como confidente de la policía secreta en Praga en los años setenta. “Es curioso pensar que alguien toma parte en eso y continúa con su vida. Es difícil vivir con eso encima”, reflexiona. Wolff cuentaque al escuchar las acusaciones contra Kundera, que le señalaban como delator, se quedó helado. “Si fuese verdad me quedaría devastado. Cuando lees su trabajo te entra en las venas”. La mentira, la impostura y la ficción comparten un terreno común. Pero Wolff reivindica la verdad. Habrá que creerle. La literatura, sostiene, es ungesto de honestidad. “Yo no igualo el arte a la mentira. Los novelistas inventan la verdad, eso es algo distinto. Cuandolos escritores serios escriben van a lugares que son dolorosos. No se escapan”, explica. Al final, dice, se trata de crear algo convincente, real, sincero. “La mentira es por naturaleza negación. La industria absurda de las memorias autocomplacientes. Eso suena muy falso”. Wolff piensa que los escritores deben usar sus propias debilidades, su lado oscuro. “Fitzgerald era un trepa social y fue un niño mimado. Cuando escribía usaba todo esto y hablaba de ello sin tapujos. Entendía perfectamente de qué iba el personaje de El niño rico con sólo mirar su propio carácter”. ¿Cómo hizo él frente a sus mentiras? “Por un lado, está la decepción deliberada del otro, y luego están las mentiras como invención para encontrar alguna manera de traspasar las ambigüedades de la vida, para alcanzar algunas verdades. Se necesita coraje para exponerte”.
Pionero del realismo sucio
nalde su infanciay adolescencia enla Américaprofunda,recorriendosus carreteras como un jovencito Kerouac y soportando a su ominoso padrastro, una historia de amor, humor y ternura que devino popular porque se llevó al cine. Escribió acerca de su experiencia militar en Vietnam en Enel ejército del faraón (1994), y en Vieja escuela (2003), soberbia novela de aprendizaje, quiso explicar con nostálgica ironía los inicios de su vocación literaria y el proceso que lo llevó a querer convertirse en un escritor consagrado, recordandolos díasagridulces que pasó en una escuela de élite dejando que el virus de la literatura infectara su espíritu, hasta el extremo de hacer de la escritura de ficciones su profesión y de querer enseñar el oficio en talleres de escritura creativa, en Syracuse y en Stanford. Coetáneo de Paul Theroux, John Irving, Anne Tyler o Richard Ford,hace ya tiempo que Wolff se convirtió en un nombre de referencia de la narrativa norteamericana contemporánea.
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Por Javier Aparicio Maydeu
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E SUS ESTUDIOS en Oxford y Stan-
ford Wolff aprendió a leer como un poseso a Joyce, Faulkner, Poe, Dickens, Frost, Cheever y lo queno está escrito. De su infancia aprendió a leer a Jack London sin parar. De Hemingway, al que le rinde homenaje en su novela Vieja escuela (“tenía que ir. Tenía que ver lo que Ernest Hemingway pensaba de mi obra”), aprendió el dominio del fraseo breve, de la elipsis y de los diálogos, cargados de naturalidad y de oralidad. En 1983 Bill Buford, el editor de Granta, incluyó su nouvelle The Barracks Thief en el célebre número 8 de la revista, titulado Dirty Rea6
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lism. New Writing from America, del que
nació el realismo sucio con el que, junto a Raymond Carver o Richard Ford, se le asocia desdeentonces. Maestro del relato desde sus primeras apariciones en Vanity Fair, Atlantic, Harper’s o The New Yorker, en sus recopilaciones Cazadores en la nieve (1989) o La noche en cuestión (1996) Wolff levanta dramas de extraordinaria intensidad a partir deconflictosínfimos,trasciende lo banal, disfruta poniendo el dedo en la herida abierta de nuestra sociedad neurasténica y enajenante y, observador perspicaz de nuestra vida cotidiana y sus anodinosepisodios domésticos, se sirve de un estilo económico y aséptico para llevar a cabo reveladores análisis del comportamiento humano. Por sus cuentos minima-
listas, muy técnicos, a menudo exhibiendo cambios de tono o de punto de punta,transitan personajes emblemáticos de Estados Unidos en blanco y negro, mendigos, alcohólicosinsolentes,marginados,desheredados, soldados y predicadores que frecuentan moteles, bares nocturnos con música de jazz y partidos de baloncesto y sueños imposibles. Our story begins (2008, que Alfaguara publica ahora con el título Aquí empiezanuestra historia) es elúltimovolumen publicado de sus cuentos, que son un prodigio de introspección y ambigüedad y en losque Wolff parece condensar la etología naturalista y el drama social de una novela de Zola en un puñado de párrafos inquietantes porque se les ha extirpado todo juicio moral. Como si se sintiese cómodoescindiendo su narrativa, Wolff ha querido alternar sus volúmenes de relatos con novelas autobiográficas o memorias noveladas. Vida de este chico (1989) fue la primera, la historia perso-
Aquí empieza nuestra historia. Tobias Wolff. Traducción de Mariano Antolín Rato. Alfaguara. Madrid, 2009. 472 páginas. 22 euros. Se publica el próximo día 22.
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IDA Y VUELTA
Carlos Morla Lynch, Federico García Lorca y el embajador de Chile en España en 1932. Colección de la Fundación Federico García Lorca, Madrid.
El pasado en presente Por Antonio Muñoz Molina
za o el daño que podamos hacer a otros Morla Lynchpasó enteraen Madrid,al fren- cia: eso le permitía fijarse en todo,admirar desde el más inaccesible de todos con nuestras revelaciones, estaremos dan- tede la Embajadade Chile.Yo sólo conocía sin reservasy prestar a los demásmás atenlos lugares, el presente de otro do a los hechos de otro tiempo significados la antigua edición, mucho más reducida, ción que a sí mismo. Su devoción reverentiempoque nohemosvivido;el pre- que sólo iban a adquirir en razón de lo que del primer volumen, En España conFederi- cial por lo que entonces aún no se llamaba sente puro y verdadero, no el inventado sucedería después, es decir, de lo que en- co García Lorca, que se publicó aquí hace la alta cultura no lo volvía esnob, de modo por la ficción, no el evocado y corregido tonces no existía: no estaremos viendo muchos años, y que fue una mina para que se emocionaba por igual con Debussy desde la lejanía por los libros de memorias, aquelpresente,sino elpasado enel que iba estudiosos y biógrafos. Ahora es un tomo que con Pastora Imperio, y poseía la rara en los que actúa siempre no sólo el olvido, a convertirse. de casi seiscientas páginas, y junto a las virtud de ser sensible a los signos en apasino también el conocimiento de lo que Hayotro motivo algomás perverso para ochocientas del segundo —España sufre: riencia triviales que son los que contienen sucedió después. En unas memorias, como leer un diario: su autor escribe en una pri- Diarios de guerra en el Madrid republi- la tonalidad exacta de un tiempo: losanunen un relato histórico, los acontecimientos sión del tiempo tan rigurosa como la nues- cano— constituye un testimonio de cuyo cios de la radio, los carteles en las calles, se ordenan según el grado de relevancia tra; como dice admirablemente Ian valor no sé si estamos en condiciones de los giros en el habla de la gente en un bar. que resultarontener mucho después. El his- McEwan sobre las caras en las fotos anti- darnos cuenta, por esa mezcla de distrac- Era un hombre de inclinacionesprogresistoriador es un falso profeta que vaticina guas, es inocente delporvenir. Nosrecono- ción y de mezquindad que es tan frecuente tas, pero nada sectario, lo cual le permitía como inevitable lo que pudo muy bien no cemos en esa pulsación de la vida presen- entre nosotros. observar con cercanía cordial y a la vez haber sucedido. Nos apasionan los libros te,y a la vez tenemos una ventaja sobre esa Morla Lynch llegó en el momento justo con perspicacia las tremendas colisiones de historia por un motivo muy semejante conciencia alerta que sin embargo está cie- y se quedó para contar en primera perso- políticas de la España de entonces. Recién al que nos lleva a leer novelas: porque bus- ga a lo que va a ocurrirle dentro de muy na el derrumbe. Llegó a tiempo de ver el llegado a Madrid, un día de marzo de camos en ellos el desorden y el azar de la poco, que es incapaz de romper el velo final de la dictadura de Primo de Rivera y 1929, estaba dándose un paseo por la experiencia humanas convertidos en una consolador o sombrío de su inocencia: no- el advenimiento de la República y vio en Gran Vía y vio en el escaparate de una narración, y dotados, por lo tanto, de un sotros sí sabemos. Las páginas en blanco Madrid el 28 de marzo de 1939 la entrada librería el título de un libro que le llamó la principio y un final, de un arco inteligible. que el autor del diario mira a veces en su de las tropas de Franco que bajaban por la atención, Romancero gitano. Buscó al auCausas y efectos se concatenan luminosa- cuaderno con una expectativa casi nunca Castellana y eran recibidas por multitudes tor y se hizo amigo suyo, y a lo largo de los mente. Nuevos hallazgos, por mínimos libre de aprensión nosotros somos capaces que agitaban banderas rojas y amarillas, siguientes siete años escribió casi cada día que sean, vienen a llenar huecos o celdillas de leerlassin ningún esfuerzo, conuna cla- súbitamente regresadas a la ciudad como la crónica de aquella amistad, de aquella en la gran trama de lo sucedido. Con tanta rividencia más aguda porque contrasta con de la noche a la mañana después de ocho ciudad y aquel tiempo, lejano y mitológico ayudadel recuerdocomodel olvido, elme- su propiaignorancia.Somos adivinos aloja- años de banderas tricolores y banderas ro- para nosotros, presente y vivo para él. El morialista construye la novela de su vida, dos en la oscuridad del futuro; deidades jas. Era, sin duda, el autor de diario ideal: 29 de abril de 1936 asistieron juntos en el organizándola como un viaje de búsqueda, intrusas que leemos suspensamientos más por su profesión se movía en los salones teatro de la Comedia a un recital de negro de aprendizaje o descubrimiento, cuyo fru- ocultos y predecimos sin vacilación el de- del poder y de la celebridad, pero tenía spirituals de la contralto americana Mato final es muchas veces la desengañada senlace de cada una de sus incertidumbres también una querencia por los barrios po- rian Anderson, y al salir había guardias pero valiosa experiencia. No lo hace por y también la fecha de su muerte. pulares, los teatros de variedades, las pla- armados en todas las esquinas. El 24 de Leosin descanso,sin fatiga,con la avari- zas de toros, los barracones de feria, las junio, en casa de unos amigos, García Lormentir a propósito. Lo hace porque el instinto del relato es tan poderoso dentro de cia de seguir avanzando unas fechas más, tabernas en las que trababa amistades en- ca leyó en voz alta La casa de Bernarda nosotros como el de la supervivencia, y pro- los dos volúmenes de los diarios de Carlos tre románticas y mercantiles conlimpiabo- Alba, que había terminado de escribir, sebablemente forma parte de él. Aunque no MorlaLynch que ha publicado Renacimien- tas y camareros muy jóvenes. Tenía talen- gún dijo, sólo unos días antes, exactamenqueramos justificarnos o escondernos, aun- to en ediciones generosas, el primero de to para la literatura y para la música, pero te el 19. Unos días después los dos amigos que tengamos el raro coraje necesario —o ellos transitado por la presencia de Federi- le faltaba el ensimismamiento de la verda- se sentaron a la caía de la tarde en el balla falta de escrúpulos— para contar las co- co García Lorca, el segundo convertido en dera vocación, que es una lente poderosa cón de la casa de Morla Lynch, que daba a sas tal como fueron, o como las recorda- una crónica gradualmente macabra y ab- pero habitualmente concentrada en un las arboledas del Retiro. El 13 de julio Mormos, sin que nos importe nuestra vergüen- surda de los años de la Guerra Civil, que campo demasiadoestrecho de la experien- la Lynch anota la noticia del asesinato de Calvo Sotelo y luego su extrañeza por la ausencia de García Lorca: “Hace días que no le vemos, pero no debe haber partido todavía para Granada”. Leyendo un diario sentimos que aún se puede evitar un crimen; que el desastre inminente que todos ignoran podría no llegar.
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AS PALABRAS de un diario nos llegan
Carlos Morla Lynch. En España con Federico García Lorca (Páginas de un diario íntimo, 1928-1936). Prólogo de Sergio Macías Brevis. Renacimiento. Sevilla, 2008. 650 páginas. 33 euros. España sufre (Diarios de guerra en el Madrid republicano). Renacimiento. Sevilla, 2008. 840 páginas. 35 euros. 8
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LOS LIBROS DE LA SEMANA
La profecía del ‘Bolero’ La ira, el silencio, la violencia y el hambre en el periodo de entreguerras marcan, al ritmo de la pieza de Ravel, la historia de la madre de Le Clézio, último Nobel de Literatura La música del hambre J. M. Le Clézio Traducción de Javier Albiñana Tusquets. Barcelona, 2009 216 páginas. 17 euros
finalmente se convierte en madre y crea su propio mundo. “He escrito esta historia”, concluye la voz del autor, “en memoria de una muchachaquefue a supesar una heroína a los veinte años”. La madre. La novela sigue en todo momento el desenvolvimiento de Ethel: su fascinación y amor por el tío-abuelo, su amistad con Xénia, una inmigrante rusa que vive en los márgenes de la pobreza en contraste con la buena posición de Ethel; un contraste que
La música de la fam Traducción al catalán de Anna Torcal y S. Company. Edicions 62. Barcelona, 2009 200 páginas. 18,50 euros
Por José María Guelbenzu EL HAMBRE, el gusto y la memoria. Éstos son los tres elementos que convoca una voz, la vozdel autor, al comienzo de la novela; es la misma voz que la cerrará reuniéndolos, o mejor será decir fundiéndolos, en una pieza de música, el Bolero de Ravel. ¿Qué sucede entremedias? He aquí una bella historia de amor y dolor en la que Le Clézio traslada a una figura femenina, Ethel, el espíritu de su madre. A Ethel Brun la conoceremos de niña,como adolescente y en su primerajuventud. En todo ese tiempo, su vida se haya incursa en el torbellino de la Europa de entreguerras y se extiende hasta el ascenso del azismo, la Segunda GuerraMundial,la ocuación francesa,la ruina familiar…, y el hambre.Los Brunson una familiafranco-mauriiana instalada en París. El tío abuelo de Ethel, el señor Soliman, es un hombre rico ue abandonó Mauricio para no volver y ue sueña con vivir en el pabellón de la Inia construido para la Exposición Colonial, ue él ha adquirido y que piensa montar en n solar de su propiedad. En el salón de los Brun se reúnen parientes y amigos para hablar de todo —lo cual le permite al autor, demás, hacer con todaeficiencia las transiiones históricas y dibujar igualmente el esenario social—. Poco a poco, la figura de Hitler empiezaa ser frecuente en las converaciones. El señor Soliman muere y deja su herenciaa Ethel,peroéstacedea las preteniones de su padre y le entrega la herencia ue él se encargará de dilapidar. El inicio de la guerra ya muestra el declive de esta familia atacada por múltiples problemas interos, el primero de los cuales es, para Ethel, la dificultosa relación entre sus padres. La cupaciónde París y elexilio a Niza los acabará recluyendo enun pueblo delas montaashasta el finde laguerra. El padremorirá, la madrese queda sola, Ethel se casa conun migo a quien conoció en las tertulias de su asa en París y queda encinta. El niño de uien queda encinta Ethel es el propio Le lézio. Ethel es la representación de su proia madre en la ficción. Es una joven que oporta valerosamente todas las vicisitudes uevan desmoronando a su familia; que, en edio de semejante desastre, se hace conel andode supropia vida y desu familia; que
La músicadel hambre
y El africano, del Nobel J. M. Le Clézio, se publican en español y en catalán . Foto: Jessica Gow
Sensaciones de África “TODO SER HUMANO es el resultado de un padre y de unamadre.Se puedeno reconocerlos, no quererlos, se puede dudar de ellos.Pero están allí, consu cara, susactitudes, sus modales y sus manías, sus ilusiones,sus esperanzas,la forma de susmanos yde los dedos del pie,el color desusojos y de su pelo, su manera de haºblar,sus pensamientos, probablemente la edad de su muerte, todo esto ha pasado a nosotros”. Así inicia Le Clézio El africano, en el que habla de su padre. Este libro es menos ficción, más precisamente biográfico, fiado a la memoria directa de sensaciones. Nos cuentala vida deun padre nacido enMauricio cuando era colonia británica, que se forja una carrera de médico primero en Guyana, luego en África. Le Clézio se en-
cuentra con su padre a los ocho años, ya en una África que nunca olvidará, donde impera la vida salvaje y libre, la violencia natural. En su memoria se mezcla la vida bajo el padre autoritario conla libertaddel cuerpo y con referencias que reubican y complementan La músicadel hambre. África, ese continente tan maltratado por el mundo moderno, forma parte, debido al padre, dela memoriavitalde Le Clézio. Un retrato conmovedor trabajado con dureza y emoción verdaderas. J. M. G.
El africano. J. M. Le Clézio. Traducción de Juana Bignozzi. Adriana Hidalgo. Buenos Aires, 2008. 135 páginas. 12,50 euros. L’africà. Traducción de Anna Torcal y Salvador Company . Edicions 62. Barcelona, 2008. 128 páginas. 19 euros.
enriquecerá al personaje cuando éste vaya camino de la misma pobreza y que conviertea losBrun, ensu huidahaciael sur, enuna suerte de inmigrantestambién ellos. Ethel es un personaje admirable, una luchadora que se forja en ladificultad; unamuchachasensible y soñadora que toca el piano, ama a Debussy y Ravel y reconoce que el Bolero le cambió la vida. “El Bolero”, dice Le Clézio, “no es una pieza como las demás. Es una profecía. Cuenta lahistoriade una ira, deun hambre. Cuando concluye en medio de la violencia, el silencioposterior resultaterrible para los aturdidos supervivientes”. La música del hambre queda legada a Le Clézio por su verdadera madre,el cualse la devuelve en forma de una preciosa historia de amor y reconocimiento bajo el nombre de Ethel. El libro pertenece al género novela, pero estamosante un ejemplo sugerente y singular de lo quehoy se llama“ficción real”. Estácontadacon un lenguaje sencillo, peroimpecablemente preciso; posee un ritmo seductor que recuerda la construcción misma del Bolero ascendiendo desde una cadencia constante y se vale de una frescura de expresión muy concentrada. El dilema y la lucha de Ethel quedan muy bien sugeridos con estos dos párrafos: “Para los demás —se refiere a los reunidos en casa de los Brun— había transcurrido la mayorparte de su vida, y las palabras no eran sino ruido, viento. No vivían unaauténtica realidad. Quizá les sirviera para enmascarar su vida”. Es a Ethel a quien la realidad obliga a mirar de frente: “Había que abandonar la infancia, hacerse adulta. Comenzar a vivir. ¿Todo eso para qué? Para no tener ya que fingir. Para convertirse en alguien. Para endurecerse, para olvidar”. Un verdadero y poderoso homenaje literario.
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LIBROS / Ensayo
Las historias de Darwin Los textos del gran naturalista inglés son magníficas narraciones que atrapan al lector. La celebración de su segundo centenario ha provocado una avalancha de publicaciones. Por José Manuel Sánchez Ron después Tampoco es la primera vez que ve la un castigo eterno. Y ésa es una doctrina del nacimiento de Charles luz en español su conmovedora y sincera detestable”. Darwin (1809-1882) y 150 Autobiografía —uno de mis dos textos La Autobiografía nos familiariza con la de la publicación de su preferidos de Darwin—, aunque no exis- vida de Darwin, conmoviéndonos con las gran libro, El origen de las tan tantas ediciones de ella como del luchas interiores, de fuerte calado psicolóespecies, aún existen quie- Diario. Sucede, sin embargo, que la ma- gico, a las que se enfrentó, pero El origen nesniegan,o desconocen,su teoría, empe- yoría de esas versiones seguían la prime- de las especies (1859), su obra cumbre y ñándose en sostener que las especies que ra edición inglesa (publicada cinco años uno de los mojones literarios de la historia pueblan nuestro planeta son —somos— después de su muerte), de la que su fami- de la humanidad, iluminanuestro entendifrutos de actosde creación divina específi- lia suprimió un buen número de pasajes, miento. No es sólo que en ella Darwin precos. Es difícil, por supuesto, convencer a preocupada por lo que pudiesen pensar sentase su teoría de la evolución de las todos, tan diversas son las convicciones, sus lectores. La edición que ahora publi- especies mediante selección natural, sino intereses e ignorancias humanas, pero de ca la editorial Laetoli dentro de la Biblio- quelo hizo desplegando un amplísimocon junto de evidencias y argumentos, moslo que no hay duda es de que en este Año trando así el exigentey completonaturalisDarwin disponemos de un número elevata que era. Traducida por primera vez al do de fuentes bibliográficas para formarse una opinión de lo que hizo y pensó, al castellano en 1877 (por Enrique Godínez), igual de cómo vivió, el gran naturalista ‘El origen de las especies’, la versión que Espasa (en cuyo catálogo ha inglés. Es como si de repente se hubiese estado habitualmente) y Alianza presentan producido un tsunami, una gran ola que uno de los mojones ahora es una reedición de la que la editorial Calpe publicó en 1921, traducida (de la inunda el mercado editorial hispano: el literarios de la historia sexta edición, de 1872) por el genético Antsunami Darwin. tonio de Zulueta (1885-1971). También es Al contrario de lo que sucede en otras de la humanidad, ilumina una reedición la versión abreviadatraduciocasiones, esta avalancha bibliográfica no se limita a lo que se ha escrito sobre el nuestro entendimiento da por Joandomènec Ros, que vio la luz en personaje en cuestión, sino que incluye 1983 en Ediciones del Serbal y que ahora también nuevas traducciones y reedicioha sido resucitada como contribución del nes de algunas de sus obras. Y es bueno Parque de las Ciencias de Granada al Año que sea así, ya que en general los textos de teca Darwin, dirigida por Martí Domín- Darwin. Los lectores tienen, por consi- Darwin se decidiese a dar a conocer públiDarwin constituyen magníficas narracio- guez, es una de las completas. Para facili- guiente, la posibilidad de elegir. ¿En base a camente sus ideas sobre la evolución de nes que consiguen mantener la atención tar la identificación de los pasajes supri- qué razones?, se preguntarán algunos. En las especies. Me estoy refiriendo a Alfred del lector. Esto es particularmente eviden- midos inicialmente, éstos aparecen en cuanto a las de Espasa y Alianza —ambas Russel Wallace (1823-1913), quien desde te en dos de sus títulos: el Diario del viaje negritas. Algunos eran comentarios críti- espléndidamente presentadas—, la res- una isla del archipiélago malayo envió en de un naturalista alrededor del mundo y cos con otras personas (por ejemplo, con puesta a talcuestiónes difícil,si noimposi- febrero de 1858 a Darwin un manuscrito su Autobiografía. Publicado por primera Robert Owen, que se convirtió en uno de ble: difieren en las introducciones y en que que contenía la esencia de las ideas en las vez en 1839, el Diario relata el viaje que el los más enconados opositores a la teoría la de Espasa añade algunas notas aclarato- que éste llevaba por entonces trabajando joven Darwin realizó alrededor del mundo de la evolución de las especies, y al que rias al texto darwiniano, pero no son éstas aproximadamenteveinteaños. Comocualentre diciembre de 1831 y octubre de Darwin calificaba como dotado de “una diferenciassustanciales. Por su parte, la edi- quiera puede imaginar, se creó entonces 1836, en un barco de la Marina británica, capacidad de odio” que “no tenía rival”), ción recuperada ahora por el Parque de las una situación delicada, que se resolvió el Beagle. Muy del gusto de la sociedad pero la mayoría tocaban sus opiniones Ciencias granadino suple su carácter abre- con gran elegancia publicando en la revisvictoriana de entonces, una época en la religiosas. Y aunque no podamos acep- viado —siempre una limitación en textos ta de la Sociedad Linneana el manuscrito que se viajaba más con la mente (esto es, tar el expurgo al que fueron sometidos fundamentales— con la espléndida intro- de Wallace, otro de Darwin y una carta de leyendo) que en persona, este libro tuvo sus sinceros recuerdos, sí que podemos ducción de Richard Leakey y un magnífico éste al botánico norteamericano Asa Gray bastante éxito, dando a Darwin una cierta comprender cuánto debieron doler a su conjunto de ilustraciones quevan acompa- fechada el 5 de septiembre de 1857, en la que le había informado de sus opiniones. notoriedad pública. De hecho,ha manteni- devota esposa, Emma, frases como: “Me ñadas de buenos textos explicatorios. Darwin y El origen de las especies ocu- Estos materiales, junto a un extenso ensado su atractivo a través del tiempo y del resulta difícil comprender que alguien espacio (ha sido traducido a numerosas deba desear que el cristianismo sea ver- pan el trono supremo en la jerarquía de la yo que Darwin había preparado para su lenguas, el castellano entre ellas), siendo dadero, pues, de ser así, el lenguaje liso y visión evolutiva del mundo vivo, pero in- propio uso en 1844 y un informativo estula edición que ahora ve la luz en Espasa llano de la Biblia parece mostrar que las cluso aunque el presente sea su año, sería dio introductorio de Fernando Pardos, se una nueva reedición, aunque, eso sí, en personas que no creen —y entre ellas se injusto no dedicar al menos un momento reproducen en La teoría de la evolución de una presentación bastante más atractiva incluiría a mi padre, mi hermano y casi para recordar a otro naturalista británico las especies, publicado por Crítica en 2006 todos mis mejores amigos— recibirían que intervino de manera decisiva en que y ahora reeditado. que las anteriores.
D
OSCIENTOS AÑOS
Con ojos ajenos SI LAS TRADUCCIONES de las obras de Darwin están floreciendo, lo mismo ocurre con libros dedicados a reconstruir o analizar su viday suobra.Y noestá siendomala lacosecha, aunque una pareja de libros sobresale porencima de todos: la biografía en dosvolúmenes de la distinguida historiadora de la ciencia (en la actualidad es catedrática en la Universidad de Harvard) Janet Browne, aparecida en su original inglés en 1995 y 2002 y cuya traducción al castellano acabade publicar la editorialde la Universidadde Valencia. CharlesDarwin. El viaje y Charles Darwin. El poder del lugar componen, en mi opinión, no una de las mejores biografías de científi10
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cosque existen, sino una de las mejores biografías jamás escritas. A través de casi 1.500 páginas, Browne reconstruyela viday contribuciones científicas de Darwin, sí, perotambién lade lasociedad victoriana enquevivió, así como la extensa red de científicos de la que formó parte. Y lo hace desplegando una narración que sabe transmitir la intensidad, y en ocasiones drama, de una biografía en la que las peripecias de una juventud viajera dieron paso a décadas de enfermedad y de esfuerzos intelectuales de una concentración y extensión difíciles de imaginar. En el limitado espaciode una reseña sería imposible hacer honor a una obra de este calibre; como mero ejemplo, mencionaré que el tratamientoque sehacede Elorigende lasespecies no se reduce a explicar su génesis y contenidos, ni tampocoa la importante cuestión
de cómo fue recibido, sino que se inserta también en el contexto de la industria editorialbritánica de la época,detallandolas tácticas que tanto Darwin como su editor, John Murray, desplegaron para hacer del libro el fenómeno editorial que finalmente fue. Lo único malodel CharlesDarwin deBrowne es quellegaa su final,que se termina,privándonos del placer de continuar leyéndolo. Evidentemente, habrá quienes no se animen a emprender una empresa lectora que absorberámuchas de sus horas,peroque no obstante deseen saber algo del naturalista del Beagle y de Down House. Pues bien, éstos tienen otras buenas posibilidades. El remiso Mr.Darwin, de David Quammen, constituye también una afortunada presentación de la biografía y trabajos de Darwin. Más breve aúnes Darwin. La historiade un hom-
bre extraordinario, de Tim Berra, un fervien-
te admirador y coleccionista de datos de su biografiado, que detalla en esta especie de pequeñaguía darwiniana.Igualmentebreve, es otra “guía” recomendable, ésta debida a Janet Browne y con pretensiones temáticas más reducidas: La historiade ‘Elorigen delas especies’ de Charles Darwin.
Tampoco ha queridofaltar a esta citacelebratoria un maestro de la historia de la ciencia españolacomo es JoséMaría López Piñero. Coherente con su larga trayectoria como historiador, su CharlesDarwin contienemás páginas —aproximadamente cien más— acerca de los estudios comparados sobre las especies biológicas anteriores a Darwin, de la recepción de sus ideas en otros y del darwinismo en Valencia, que sobre el propio Darwin, al que dedica unas sesenta páginas.
Bibliografía Charles Darwin. Diario del viaje de
un naturalista alrededor del mundo. Traducciónde J. Mateos (Espasa). Autobiografía. Traducción de J. L. Gil
Aristu. Introducción de MartíDomínguez (Laetoli). El origen de las especies. Traducción de A. de Zulueta (Espasa). El origen de las especies. Traducción de A. de Zulueta (Alianza). El ori gen de las especies (versión abreviada e ilustrada). Traducción de Joandomènec Ros (Parque de las Ciencias de Granada / Ediciones del Agua Azul). CharlesDarwin y AlfredR.Wallace.
La teoría de la evolución de las especies. Edición de Fernando Pardos (Crítica). La variaciónde losanimales y las plantas bajo domesticación. Tra-
ducción e introducción de Armando García González (Los Libros de la Catarata / CSIC / Academia Mexicana de Ciencias / Universidad Nacional Autónoma de México). Plantas carnívoras. Traducción e introducción de Joandomènec Ros (Laetoli). Plantas insectívoras. Traducción e introducción de Susana Pinar (Los Libros de la Catarata / CSIC / Academia Mexicana de Ciencias / Universidad Nacional Autónoma de México). Charles Darwin. El viaje. Janet Browne (Universitat de València). Charles Darwin. El poder del lugar.
Janet Browne (Publicacions de la Universitat de València). El remiso Mr. Darwin. DavidQuammen (Antonio Bosch). Darwin. La historia de un hombre extraordinario. Tim M. Berra (Tusquets). La historia de El origende las especies de Charles Darwin. Janet Browne (Debate). Charles R. Darwin. JoséMaría López Piñero (Publicacions de la Universitat de València). La selección natural y el apoyo mutuo. Piotr Kropotkin (CSIC). Charles Darwin. Michael Ruse (Katz). Darwin. El descubrimiento delárbolde la vida.
Niles Eldredge (Katz).
Más allá de El origen de las especies. A
excesivamente el volumen; apareció en pesar de que muchos parezcan ignorarlo, 1872). Mucho más recientemente se han la obra de Darwin no se limita a El origen traducido La estructura y distribución de de las especies. De hecho, en mi opinión su los arrecifes de coral (Los Libros de la Catagrandeza científica reside en el ciclópeo rata / CSIC, 2006) y La fecundación de las esfuerzo que realizó por sustanciar su teo- orquídeas (Laetoli, 2007), publicados origiría con evidencias tomadas de práctica- nalmenteen 1842y 1862, respectivamente; mente todos los rincones de la naturaleza, libros ya reseñados en Babelia. loque lellevóa trabajar endominioscomo A estas obras se suman ahora nuevas la botánica, la zoología, la taxonomía, la traducciones.Comenzando porun libro exanatomía comparada, la geología, la pa- tenso (dos tomos que totalizan más de noleontología, la cría doméstica de especies, vecientas páginas): La variación de los anila biogeografía o la antropología, esfuerzos males y plantas bajo domesticación (1868), que se plasmaron en un buen número de un texto importante no sólo por los análilibros (y de artículos, naturalmente). Hace sis de muy diversas especies domesticadas tiempo que disponemos en castellano de que Darwin efectuó allí, sino también porEl origen del hombre (Edaf), el texto de que en él se enfrentó con uno de sus gran1871 en el que se atrevió a hacer lo que no des problemas, el de que aunque descuquiso en El origen de las especies: aplicar a brió el hecho de la existencia de la selecnuestra propia especie las lecciones de su ción natural y contribuyó notablemente a texto de1859,y de Laexpresión de lasemo- dilucidar la historia de la evolución animal ciones enlos animales y enel hombre (Alian- y vegetal, no sabía explicar por qué surgen za), que debería haber sido parte de El ori- variaciones hereditarias entre organismos gen del hombre (no lo fue para no alargar y cómo se transmiten éstas de generación
tos, bien al aire libre o en los invernaderos que construyó. Se trata de Plantas carnívoras, el título de la traducción publicada por Laetoli,o Plantas insectívoras, el encabezamiento elegido en la Biblioteca Darwiniaen generación. Fue en esta obra —en don- na encabezadapor LosLibrosde La Catarade, por cierto, empleó por primera vez el ta. Porque 133 años después de no haber término acuñado en 1864 por Herbert merecidoel honor de ser traducido al espaSpencer, “supervivencia de los más ap- ñol, ahora aparecen, simultáneamente, tos”— donde presentó su teoría heredita- dos traducciones diferentes. Se trata de ria, la de la pangénesis, según la cual cada uno de los libros más especializados escricélula del organismo generaba unas “gé- tos por Darwin (de hecho, no se volvió a mulas” diminutas que a través del proceso reimprimir mientras vivió), pero merece la reproductivo transmitían a la descenden- pena queesté en nuestroidioma.Es imprecia los rasgos heredables. Fue el suyo un sionante ver cómo un anciano y muy debinoble y ambicioso esfuerzo, a la postre, sin litado Darwin (el libro se publicó en 1875, embargo, equivocado. siete años antes de su muerte) se mostraba Y junto a La variación de los animales y en esta obra como un consumado e imagiplantas bajo domesticación, otro de sus li- nativo experimentador que estudiaba el brossobre botánica, disciplina quese ajus- efecto de todo tipo de sustancias en las taba bastante bien a las posibilidades de hojas de plantas carnívoras, o que analizaDarwin en su propiedad de Downe, donde ba sus movimientos y procesos de digespasó losúltimos cuarenta años de suvida y tión cuando colocaba pedacitos de carne donde podía realizar él mismo experimen- sobre ellas. Grabado del estudio de Charles Darwin (Shrewsbury, 1809-Downe, 1882) en Down House realizado por Axel H. Haig unos meses antes de la muerte del naturalista.
Habida cuenta de la abundancia de textos Otro admirador de Darwin fue uno de los ras queensombrecían la condiciónhumana. ral, fe religiosa y evolucionismo (Darwin dedicados a Darwin, esta característica da a grandes teóricos del anarquismo, Piotr KroContribuyen, asimismo, al conocimiento como el anticristo: el creacionismo en el sipotkin (1842-1921), aunque él prefería la de Darwin dos distinguidos estudiosos da- glo XXI, titula Eldredge el capítulo que dedisu libro un notable valor añadido. El tema de la recepción de la teoría de “ayuda mutua” a la “lucha mutua”, como rwinianos: Niles Eldredge —responsable, caa esta cuestión) o laevolución después de Darwin puede, por supuesto, llevar muy le- no podía ser menos en el autor de aquel juntoa Stephen JayGould, de una variante a Darwin, incluyendo la genética de poblacio jos.Tantoa las entrañasdel capitalismo nor- hermoso y solidario libro titulado El apoyo la teoría de la evolución darwiniana, la del nes, apartado de especial importancia puesteamericano, de la mano de magnates co- mutuo (1902). Bajo el título de La selección equilibrio puntuado— y Michael Ruse, del to que la selecciónnaturales unmecanismo mo John D. Rockefeller o Andrew Carnegie, natural y el apoyo mutuo, se recuperan aho- que en 1983 la añorada colección Alianza que obra exclusivamente sobre grupos. Se que encontraban muy satisfactorias las ra siete artículos que Kropotkin publicó en- Universidadpublicó La revolución darwinis- trata de textos de una cierta densidad, más ideasde Darwin(se veían a símismoscomo tre 1910 y 1919 en la entonces influyente ta. El gran atractivo de los Darwin de estos “filosófico”el de Ruse, más “histórico-cientílos grandes supervivientes de la lucha so- revista inglesa The Nineteenth Century and autores es que aunque también se mueven fico” el de Eldredge. Está bien, sin embargo, cial), como a los padres fundadores del co- After. Informados y en modo alguno caren- en el terreno de la reconstrucción histórica tal “densidad”. Es una forma de recordarnos munismo: en 1862, Marx escribía a Engels tes de interés científico,estos ensayos cons- —sobre todoEldredge (su,por ejemplo, aná- que la ciencia —incluso una ciencia cuya (entre cuyos escritos se encuentra uno titu- tituyen un magnífico testimonio de otro lisis de los cuadernos de notas que Darwin temática nos resulta cercana y que es narralado La función desempeñada por el trabajo tiempo político y filosófico, un tiempo en el compuso entre marzo de 1837 y finales de da con tanto acierto como hizo Darwin— en la transición del simio al hombre) que El quepensadorescomo Kropotkinveíanen la 1839, cuando estaba construyendo los pila- requieresiempreesfuerzo; del científico, por origende las especies era un“libroque,en el ciencia un importante aliado en la contien- res de su teoría, es magnífico)—, van más supuesto, perotambién del lector que busca campo de la historia natural, proporciona da política en que se encontraban empe- allá, adentrándose en otrosterritorios, como mejorar su propia visión del mundo. Al fin y las bases para nuestros puntos de vista”. ñados: la de la liberación contra las atadu- la dimensión filosófica del darwinismo, mo- al cabo, de eso se trata. J. M. S. R. EL PAÍS BABELIA 18.04.09 11
LIBROS / Narrativa y ensayo
En los frentes de batalla El arte de matar. Cómo se hizo la Guerra Civil española Jorge Martínez Reverte RBA. Barcelona, 2009 364 páginas. 22 euros
ejércitos? ¿Cómo combatieron los soldados y los oficiales, de qué recursos dispusieron sus mandos, qué voluntad los movía? Jorge Martínez Reverte se ha embarcado en ese desafío en su último libro: regresar a los frentes de batalla para volver a contar, tirando de la abundante información que conservan los archivos, Por José Andrés Rojo los pormenores bélicos de la contienda. ENSAYO. EL GOLPE DE Estadodel 18 de julio Como ya hizo en su trilogía sobre la Guede1936 seinicióbajoel signode laviolen- rra Civil —La batalla del Ebro, La batalla cia. Las directivas hablaban de un movi- de Madrid, La caída de Cataluña—, de miento que tenía que ser extremadamen- nuevo sabe combinar la eficacia narratite violento y que no debía retroceder en va con la erudición para conseguir un la matanza de cuantos ofrecieran la me- relato que se sigue con pasión y que desnor resistencia. Los primeros en caer fue- cubre aspectos poco conocidos de un ron los militares que pretendieron que se conflicto sobre el que no se ha dejado de respetara el orden legal. Cayeron hasta escribir. Lo más relevante, sin embargo, dieciséis generales. Luego, los rebeldes li- eslo quelate detrás:el afánde desmontar quidabana lasautoridadesadictas al régi- algunos tópicos que se dan por válidos men, y a cuantos se oponían a sus desig- desde hace mucho,y queReverte cuestionios. El guión no iba mucho más lejos. Se na desde la reconstrucción y la combinatrataba, como explica Jorge Martínez Re- ción de materiales poco frecuentados. Lo que empezó con un mínimo guión de ob jetivos y procedimientos, y sin grandes recursos, se convirtió en unos mesesen el durísimo enfrentamiento de dos ejércitos que habían recurrido a las potencias extranjeras para dotarse de medios. Lo que estaba pasando en España no era unmeroproblema deorden público interno: era una guerra internacional. El Estado republicano, que se desmoronó tras el golpe de julio de 1936, se llevó por delante en su caída a las tropas que debían defender la legalidad al licenciar a sus soldados. Hasta el 10 de octubre de 1936 no apareció el decreto de creación del Ejército Popular de la República. La Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini facilitaron armas y tropasa Francoy la República acudió a la Unión Soviética de Stalin para comprar material con el que defenderse. Francia y el Reino Unido se desImagen tomada en junio de 1938 en el Pirineo aragonés. Foto: Efe entendieron del conflicto a través del Comité de No Intervención, cuyas verte en El arte de matar, “de hacer triun- medidas se saltaron las potencias citadas far el golpe en las principales ciudades”, para participar en ese laboratorio en el donde hubiera efectivos y oficiales afec- que se probaban las armas de la guerra tos a la conspiración, para organizar des- que se avecinaba. La posibilidad de que pués “una rápida marcha sobre Madrid” ésta estallara formó parte de la estrategia y rendir la capital. de la República: tenían que resistir hasta Cuando todo empezó, ni las fuerzas quela relación de fuerzas internacional se rebeldes ni lasque permanecieron fieles a decantara hacia su lado. Perolo quemuesla República eran gran cosa. El primer pa- tra Reverte es que también Franco tomó so que dieron, unos y otros, fue dirigirse muchas de sus decisiones militares más al extranjero para pedir ayuda.Franco ob- polémicas, como la de detenerse en Lérituvo en la Alemania de Hitler sus prime- da y no seguir hacia Barcelona en abril de ros éxitos, mientras que las autoridades 1938, no tanto por prolongar la guerra parepublicanas no sacaban gran cosa de los ra exterminar conmayor eficacia a su enefranceses. Pese a lavirulencia desus méto- migo sino porel temor a que Francia,viéndos, los rebeldes no consiguieron triunfar dose amenazada, decidiera intervenir. No en todas partes, y el golpe se transformó era unaposibilidad remota, explica Reveren otra cosa. Dos movimientos marcaron te, y Franco prefirió no tentar la suerte. El otro motivo que condujo a que la entonces su estrategia: la opción de Franco por avanzar desde el sur hacia Madrid guerra se prolongara, a pesar de la manipor Badajoz, y no por Despeñaperros, y la fiesta superioridad franquista después de decisión deMola de conquistar Irúny San laconquistadel Norte,fue la existencia de Sebastián para cortar la posibilidad de re- ese Ejército Popular, que se negó a darle lación entre la zona norte republicana y facilidades y que buscó, una y otra vez, Francia. Las cosas cambiaron drástica- tomar la iniciativa para desbaratar losplamente cuando lastropasrebeldesno con- nes de su rival. Muchas veces, como en la siguieron conquistar Madrid en noviem- batalladel Ebro, con ofensivas quedesgasbre de 1936, a pesar de que el Gobierno taron a suspropias fuerzas en un esfuerzo había abandonado la ciudad dándola por bélico que terminó por revelarse inútil. perdida. El conflicto no iba a resolverse tan fácilmente. Más información sobre los setenta años del fin ¿Cómo se desarrolló la Guerra Civil en de la Guerra Civil en el blog El rincón del distraíel terreno militar? ¿Cuáles fueron las estra- do .http://blogs.elpais.com/el_rincon_del_dis tegias de los estados mayores de ambos traido/
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EL PAÍS BABELIA 18.04.09
Por la gracia de Dios. Catolicismo y libertades en España Textos de Blanco White, Modesto Lafuente, Unamuno, Valera, Menéndez Pelayo, Ganivet y Azaña, entre otros Edición y prólogo de José María Ridao Galaxia Gutenberg / Círculo de Lectores Barcelona, 2008 190 páginas. 18 euros ENSAYO. C ASI TREINTA años después de que la Constituciónespañoladeclararaque “ninguna religión tendrá carácter estatal” sigue más vivo y activo que nunca el debate en torno al lugar y el papel de la religión o, mejor, de las religiones en la sociedad y, más en concreto, en torno a las relaciones Iglesia-Estado. A reubicar el debate en un horizonte más amplio contribuye sin duda estelibro que ofrece unamuy cuidadaselección de textos de siete cualificados e influ yentes intelectuales españoles del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX. Son textos que reflejan la pluralidad ideológica y política y las diversas sensibilidades religiosas de los autores sobre el tema: el liberalismo de Juan Valera, que bien podría ser calificado de “cristiano progresista”, la rígida frontera que establece Menéndez Pelayo entre ortodoxia y heterodoxia, el discursode la tolerancia de White, la creencia en la progresiva perfectibilidad de la sociedad humana de Modesto Lafuente, la consideración del estoicismo naturaly humano de Séneca como sustrato moral profundo de España según Ganivet, la “infilosofía y la inreligión” españolas denunciadas por Unamuno y la afirmación de Azaña “España ha dejado de ser católica”, que obligaa adecuar el Estado a la nueva etapa del pueblo español. El libro se abre con una lúcida introducción de José María Ridao que contextualiza la lectura de los textos. Fue la timidez de los liberales, duranteel siglo XIX, a lahora deproponerla separación entre la Iglesia y el Estado —es su tesis—la quereforzóel mito de laasociación esencial o la identificación entre España y el catolicismo. Ridao combate consólidos argumentos dicha identificación, lo que “noequivale a agredir al cristianismo, sino a defender la libertad”. Rechaza la teoría, extendidaentre sectores ultramontanosy liberales, de que en España no huboIlustración. Lalectura deesta obra ejerceuna importante función terapéutica: poner en duda no pocos delos mitos quesiguen vigentes en la historiografía actual, en el imaginario social y en algunosdiscursos políticose intelectuales. Juan José Tamayo
mos —porque creemos que redime nuestra barbarie—cuando entonamos el mea culpa de ese pasado depredador. Lo llamamos la civilización.Todavía hoy,el pensamientoeuropeo clásico funciona como un referente silencioso, impregnado en los pliegues del discurso de los historiadores de las sociedades que fueron colonizadas.Dipesh Chakrabarty (Calcuta, 1948), uno de los padres de los llamados “estudios subalternos o poscoloniales”, proclama que la Ilustración no es patrimonio de loseuropeos. Lagranparado ja, admite, es que los historiadores del Tercer Mundo sienten unanecesidadde referirse a las obras de historia europea, pero sus colegas europeos no sienten la obligación de corresponder. Chakrabarty es actualmente uno de los pensadores que mejor lee la maraña de conflictos cruzados que definen la crisis sistémica por la que navegamos. Tras su condición de historiador se esconde un académico multifacético; antropólogo, sociólogo, crítico e incluso gestor, en tanto que también estudió administración de empresas. Ahora enseña en universidades de Canberra, Chicago y Berlín y ha sidoprecisamente desde Occidente desde donde ha empezado la labor de demolición de los resistentes muros de la herenciacolonial. Pero Al margen de Europa no es sólo eso, ni Chakrabarty tiene nada que ver con el modelo de indigenista que sugiera regresar a un mundo arcaico reinventado ni proponga un rechazo simplista, indiscriminado, de la modernidad y los valores liberales universales, la ciencia y la razón. Ve la modernidad como algo inevitablementecontestado y sugiere “escribir encima de las narraciones dadas y privilegiadas otras narraciones de las conexiones humanas que se alimentan de pasados y futuros soñados donde las colectividades no se definen por los rituales de la ciudadanía ni por la pesadilla de la tradición que es creada por la modernidad”. Para Chakrabarty, las ideas universalistas de la modernidad surgidas de Europa a través de la Ilustración no son más que parcialmente universales, porque también son provincianas,porque representan recursosintelectuales queson, simultáneamente, a la vezindispensables e inadecuados para comprender losprocesos de modernidad y demodernización fuera de Europa, y talvez tambiéndentro. J. M. Martí Font
100 escritores del siglo XX Domingo Ródenas (coordinador) Ariel. Madrid, 2008 Dos tomos. 34,90 euros
LITERATURA. DOMINGO Ródenas ofrece, casi como didácticas y vívidas lecciones, las semblanzas y, por qué no, guías de lectura de 100 escritores fundamentales del siglo XX.Citemos losnombres de los escritores —Joyce, García Márquez o Gómez de la Serna y Cernuda aparte— a los que Ródenas y su equipo han hecho justicia. El italiano Giovanni Papini, cuya bibliografía en España es lamentablemente escasa. También, de la mano de especialistas, el lector podrá conocer a García Lorca y a Jaime Gil de Biedma. A Borges y a Vila Al margen de Europa. Pensamiento Matas. A Conrad y a Kafka. A Neruda y a poscolonial y diferencia histórica Bolaño. A Marías y a Muñoz Molina. El Dipesh Chakrabarty coordinador, profesor de la Universidad Traducción de Enrique Álvarez Zapico Pompeu Fabra, ha incluido también a Tusquets. Barcelona, 2009 cuatro catalanes (Carles Riba, Joseph 385 páginas. 19,23 euros Pla, Mercè Rodoreda y Salvador Espriu) y al gallego Álvaro Cunqueiro. Esta esPOLÍTICA. LEEMOS EL MUNDO con los ojos de pecie de atlas de la literatura contempola Ilustración.Las Luces determinan la cul- ránea tiene una doble utilidad: anima a turay la ciencia; nuestraexistencia cotidia- la lectura más profunda de los autores, na y tambiénlo excelso. Fuerano hay salva- con las claves para abordarlo de la mejor ción. La hemos implantado en los pueblos manera, y podría resolver los vacíos liteque colonizamos y es lo único que reclama- rarios. Carolina Ethel
bre todo está Bergamín. Hay que celebrar La Luna Roja otro regalo a sus pacientes admiradores: la Luis Leante publicación, por fin reunida en un solo vo- Alfaguara. Madrid, 2009 lumen,de toda su obra taurina. Obra inédi- 393 páginas. 19,50 euros ta junto a ensayos ya clásicos, como La música callada del toreo, que debieran leer N ARRATIVA. H ACE YA ALGUNOS AÑOS que la incluso quienes no son aficionados al to- novela, a raíz dela revisiónde loque entenreo. Marcos Giralt Torrente demos por cultura, se fija en esos espacios
El camino de la oca Fronteras infernales de la poesía / Obra taurina José Bergamín Huerga & Fierro / CSIC. Madrid, 2008 185 y 315 páginas. 17 y 39 euros
Jokin Muñoz Traducción de Jorge Giménez Bech Alberdania. Irún, 2008 301 páginas. 22 euros
N ARRATIVA. L A NOVELA Antzararen bidea de Jokin Muñoz recibió el Premio de la Crítica de 2008 y el Premio Euskadi. Se edita en castellano con el título de El camino de la oca. Lisa es una joven madre cuyo hijo acabade morir alexplotarle la bombaque manipulabaen un pueblo mediterráneo. Ellabuscala verdadsobrela vidade suhijo loquela llevará a investigar la existencia de un anciano adicto al régimen, Jesús, que vivió la represión en la Ribera navarra. Muñoz muestra una clara habilidad para basarse en hechos reales y convertirlos en una fuerza dela historiaque atrapaal lectoren losmár-
do. En un convento de monjas en Barcelona aparece asesinado un fraile del monasterio de Poblet que estaba restaurando el cuerpo incorruptode fray Asercio de Montcada. Por si fuera poco, alguien ha robado la momia medieval. Así arranca El silencio de los claustros, en la que su autora, Alicia Giménez Bartlett, hace una incursión en un periodo convulso de la historia de Cataluña, la Semana Trágica. Esta novela, la octava de la serie protagonizada por la inspectora dela Policía Nacionaly porsu compañero, el impagable subinspector Fermín Garzón, da unsaltocualitativo. Pordos motivos. Primero, por ese buceo histórico en el quela escritora hace unaexposición más que didáctica de aquella revuelta popular de 1909, en el que las levas para combatir en el norte de África provocaron que las clases menosfavorecidasse lanzaran caóticamente a la quema de iglesias y conventos. Y segundo, porque las vidas de Petra y Fermín han cambiado radicalmente. En la anterior novela, Nido vacío (Planeta, 2007), en un sorprendente final feliz, la inspectora se casa, por tercera vez, con un arquitecto varias veces divorciado y padre de cuatro hijos, y Garzón lo hace con una mujer elegante y sofisticada. A Fermín, las cosas le van bien, aunque está preocupado por esa buena vida que lleva. Cambia su forma de
ENSAYO. PRESENTAR A JOSÉ BERGAMÍN no debiera ser necesario, pero, a juzgar por el olvido en el que ha caído su figura, parece conveniente recordar que fue una de las figuras centrales de esa generación que se llamó del27, aglutinadorde todos ellos,edide interseccióndonde conviven comunidator de muchos y autor él mismo (como afides diversas. Es una apuestadoble, geográlador de aforismos, ensayista, periodista y fica y moral, por hacerse con la quintaepoeta) de una de las obras más originales, sencia de lo que somos y reflejarlo en un iluminadoras, bellas, prolíficas y hondas de documento literario. En Mira si yo te quelasdebidas a aquel grupo magnífico. Fronterré, Luis Leante construyó un sólido relato rasinfernalesde la poesía es uno delos ensade aventuras —le valió el Premio Alfagua yos ineludibles de Bergamíny fue publicado ra en 2007— que ya buscaba reflejar esos en 1959, cuando acababa de llegar de su espacios de intersección, y con La Luna primer exilio, por Jesús Aguirre en la vieja Roja repite la apuesta llevándonos de viaje editorial Taurus. Desde entonces no se hapor varios escenarios entre los que destabía vuelto a editar en España, si bien en ca uno: Estambul. La historia arranca con Italia se han hecho cinco ediciones, una de tintes de novela negra, pero muy pronto ellas con el prólogo de María Zambrano comprendemos que sus aspiraciones van que, recuperado, aparece en esta nueva, y, más allá del mero relato de la investigadadas las circunstancias, cabe decir que mición de una muerte. El fallecido es un eslagrosa, edición de Huerga & Fierro. ¿Cómo critor turco asentado en Alicante a quien despachar Fronteras infernales de la poesía el protagonista René Kuhnheim, que es en tan poco espacio como el disponible en también traductor de su obra al castellaesta reseña? Estamos ante el mejor Bergano, considera un maestro. Sin embargo, mín,el Bergamín que, acomodado sobre un este suceso que parece implicarlo misteenvidiableconocimientode los clásicos occiriosamente servirá para desvelar la tupidentales, antiguos y modernos, con una genes de la ficción y la realidad. Los hechos da red de imposturas sobre la que Kuhnintuición poética fuera de lo común, una del verano de 1936 responden a una asun- heim ha edificado buena parte de su vestir, se acostumbra a la comida sana, tieactitud filosóficacon querencia por los abis- ción de la memoria para aquellos que “no identidad. La novela se articula median- ne mejor humor y el trabajo le preocupa mos, un sentimiento religioso heterodoxo, han sido merecedores de épica alguna en te capítulos que nos llevan del pasado al menos.Para Petra,todo es mucho másdifísi heterodoxos eran Kierkegaard y Santa Te- nuestro imaginario vasco, siquiera de un presente, de la vida del muerto a la del cil. Su instinto de loba esteparia, su permaresa, y un verbo barroco pero exacto que es poco de poesía”. El autor ha utilizado téc- vivo, con incursiones en las de otros per- nente irritación laboral o las complicadas de los más dúctiles que la lengua castellana nicas del cuento breve (publicó los relatos sonajes menores. La narración, además, relaciones con los hijos de su marido choha dado paraexpresar literariamente el pen- Bizia lo en 2003, traducido como Letargo) gana fuste con la alternancia de una ter- can con las convenciones del matrimonio. samiento, es capaz de enfrentarse, en igual- para llevar a cabo la estructura de esta cera y una primera personas narrativas, Giménez Bartlett se mueve bien en ese dad de condiciones, a grandes autores y novela. Así, los personajes son de una pie- con varios momentos de tensión y algu- ambiente de claustros. Sus personajes son mitos de la literatura y el pensamiento uni- za y de rasgo definitorio evidente, pero nos clímax memorables. Al final, el descu- sólidos: la madre superiora, que fuma a esversal:agitarlos, releerlos, enfrentarlosconsi- mantienen duros contrastes, incluido Gigi, brimiento de la verdad hace posible un condidas y que se ahoga sin saberlo entre gomismosy conotros,parahacer quedesti- el Sancho protector e irónico de Lisa. Una desenlace quintaesenciado y constanti- las paredes del convento; sor Domitila, la lensavia viejay savianueva. Bergamín noes de las virtudes de Jokin Muñoz consiste en nopolita que recupera aquel viejo tópico, archivera; o la joven monja Pilar, que estuun mero intérprete. Pone a esos autores a saberdosificar la información que suminis- tan verdadero como desprestigiado, de diahistoria. Lasextremidades delbeato apacaminar de nuevo y dialoga con ellos, los tra al lector, aunque lo extraordinario de la todo lo puede el amor. Fernando Castanedo recen por diversos lugares de Barcelona. Peinterroga siendo a la vez él mismo y todos, narraciónse conserva en su carga metafóriro el verdadero problema a que se enfrenta provocando que proliferen insólitas relacio- ca, en la recurrencia de ciertos motivos Petra, y uno de los logros de la novela, es la nes entre ellos, de orden religioso, estético, que aparecen y desaparecen en la historia, El silencio de los claustros / dificultad de investigar un asunto en el que poético, temperamental, histórico, que son y que en su movimiento imbricado mues- El silenci del claustres está implicada la Iglesia. En la comisaría el combustible dialécticosobre el que, conci- tran el camino de la oca, de la primera real Alicia Giménez Bartlett tampoco se lo ponen fácil: la presión de los liando extremos, su propio y original pensa- que muere de manera brutal al comienzo Traducción al catalán de Maria Llopis jefes, un juez novato, un psiquiatra pedante miento se construye. En laspáginasde Fron- de la historia y que no resulta sino un co- Destino. Barcelona, 2009 que le imponen como asesor o un portavoz teras… están Séneca, Dante, Fernando de rrelato de la historia de Jesús: un muerto 462 y 536 páginas. 18 euros cada uno con vocación mediática, convencido de que Rojas, Shakespeare, Cervantes, Quevedo, en vida quetuvo queescapar convirtiéndose tratade uncaso de fanatismo religioso. Al Sade, Byron y Nietzsche a la búsqueda del seen lo que noera y escondiendo laidenti- N ARRATIVA. “P ARROQUIAS, FRAILES, curas, final, todo será más sencillo. La soledad. Alinfierno, delmítico y el literario,del poético dad que se forjó junto a sus amigos de monjas, beatos. La de Dios, este caso es la go que tiene que ver más con la naturaleza en definitiva, y, cómo no, del real, pero so- infancia y juventud. Jon Kortazar de Dios”. No le falta razón a Petra Delica- humana que con la divina. Rosa Mora
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LIBROS / Perfil
La memoria de la nieve El paisaje perdido y reencontrado ha marcado la escritura de Julio Llamazares, que ahora reúne “los versos que se convirtieron en libros con aquellos que se quedaron dispersos”. “En realidad, no he hecho otra cosa que escribir poesía”, afirma el escritor Por Juan Cruz ha vivido siempre sin pueblo; Vegamián, donde nació hace 54 años, en León, fue sepultado por la ingeniería, y ahora es agua. O nieve. Ese acontecimiento marcó la vida del poeta, como la vida de aquellos habitantes que ya tuvieron que vivir una diáspora extraña. Aquella diáspora ocasionada por la ansiedad del agua que sepultó su pueblo se transparentaen toda laliteraturade Llamazares. La lluvia amarilla es unanovelatranida por esa experiencia, que también figua como membranade fondo en Escenas de ine mudo, desde la dedicatoria, “A mi mare, que ya es nieve”. La vida le llevó a rincipios de los ochenta a Madrid, donde uiso ser abogado y periodista, para deveir después tan sólo (¡tan sólo!) en escritor: Y la vida le ha llevado siempre a buscar su rigen. En la poesía. Ahoratiene enLa Mata,en lasestribacioes leonesas, la casa en la que alimenta el ecuerdo de sus padres, que vivieron por llí, y ha recorrido su tierra (El río del olvio) como si estuviera arañando el pasado ara hallar la huella de sus pasos. Ese pasado es el que forma el edificio oético que se esconde en su prosa. Antes stuvo la poesía, que no se ha ido nunca. Pero después de La lentitud de los bueyes (1979) y Memoria de la nieve (1982) no volvió a publicar poemas como tales. Ahora egresan, en forma de antología, a la queha ñadido poemas posteriores.La publica Hierión y la ha titulado Versos y ortigas. Le yéndolos se advierte que Llamazares es sobre todo un poeta; de hecho, el ritmo de su scritura en prosa es deudor de esa ambiión de asociar las palabras (y la memoria, ue es su fuente) con el ritmo; la música es onsustancial con su narrativa, y eso le viee de la poesía. Aquí se ve. Lo extraño es que siendo un oeta haya dejado de escribir poesía, o de ublicarla. Él dice en el prólogo de esta dición antológica: “Durante años, los que van de la publicación de mi segundo y últio libro de poesía en 1982 a hoy, me han reguntado cientos de veces por qué dejé e escribir poesía. Cada vez he dado una espuesta diferente, sin que ninguna debo reconocerlo— me convenciera del todo a mí mismo. A día de hoy”, prosigue Llamazares, “sigo sin tener muy clara la razón exacta, quizá porque no hay ninguna. Elmisteriode lapoesía esigualde inexplicable cuando surge que cuando desaparece”. ¿Hay algo más hondo en ese abandono e la poesía? Dice, ya de viva voz: “En realiadno he hecho otra cosa queescribir poe-
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ULIO LLAMAZARES
sía. Antes pensaba que la había abandonaEse paisaje que está en su memoria es el do, pero siempre ha estado ahí, es lo único punto de partida de su búsqueda poética: que he escrito. Y no sólo he escrito poesía, “Quiero explicar, a través de esas metáfosino que siempre he buscado la música co- ras, la sinrazón y el sinsentido de la vida. mo parte fundamental de la escritura, en Los escritores no tenemos otro material prosa también. Si tengo la historia y no ten- que las palabras para buscar la esencia de go la música no escribo”. lo que vivimos”. Y en la poesía y en la narrativa subyaLa escritura de Llamazares está vincucen los mismos símbolos: la soledad, la lada estrechamente a aquel paisaje perdido nieve, el paisaje que el hombre proyecta y reencontrado en su memoria, “y los escrisobre la tierra. “Son símbolos de mi bio- tores que más me interesan son precisa-
Julio Llamazares (Vegamián, León, 1955) publica el libro de poesía Versos y ortigas. Foto: Uly Martín
grafía: la nieve, los bueyes, las montañas, etcétera. Otros tendrían el mar, los cañaverales, el sol, como paisaje de su historia. Pero la mía es ésta, de esta simbología parte lo que digo, y surge lo mismo en prosa que en poesía. Ese título, Memoria de la nieve, resume muy bien no sólo la poesía sino toda mi obra. Creo, además, que es una redundancia: la memoria es como la nieve, escribes sobre ella, y mientras escribes se va derritiendo. Es como si siempre escribiera sobre la nieve, no sobre el papel”.
Destellos de ilusión Con tal de no morir Vicente Molina Foix Anagrama. Barcelona, 2009 228 páginas. 17 euros
tal de no morir se han ido de ambas
órbitas para acercarse a medios sociales de la actualidad inmediata y de modestísima humildad, ámbitos morales y sentimentales casi siempre rebajados, o amputados, insuficientes. Las carencias emotivas o éticas no son nunca efectisPor Jordi Gracia tas ni hay malabares baratos detrás de RELATOS. LOS ÚLTIMOS LIBROS de Molina los trucos del cuentista. Se anima al lecFoix han sido la mejor novela de su larga tor sin apremios para que vaya dejántrayectoria, El abrecartas, vibrante y do- dose prender por la melancolía o el apolorosa, hecha con el escrúpulo de tratar camiento de biografías comunes, de vidas que eran reales y otras que podían administrativos, policías, mensajeros, ser reales, mientras que el conjunto de traductores y algún profesor sometido al ensayos que reunió en Tintoretto y los síndrome fáustico y hasta algún poeta escritores fue una hermosa suma de va- que no lo es pero no es culpa suya. Domiriaciones en manos de otros en torno al na en casi todos la captura sutil en detapintor, también con resultados brillan- lles o banalidades cotidianas de la tristetes de forma y fondo. Los relatos de Con za, de la amenaza del abandono o del 14
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espiritual, literaria; en esa fidelidad no hay una voluntad de localismo o patriotismo mal entendido… Esta del localismo literario, por otra parte, es una discusión absurda. Mira el Quijote, mira Rulfo… Todos los grandes escritores han contado mejor lo que tenían más cerca. Los novelistas rusos del siglo XIX decían: ‘Dame una teja de tu pueblo y te contaré cómo es el mundo”. La primera frase de El río del olvido contiene esta expresión de Llamazares: “El paisaje es la memoria”. “El paisaje es memoria porque la memoria se refleja siempre en el paisaje en el que ha ocurrido tu vida. Es un espejo, no el telón de fondo de un escenario; en ese espejo se refleja la vida de las personas. Cuando el paisaje desaparece, y no sóloporque le hayanpuesto encima un embalse, la memoria se duele y se resiente, y de ese dolor de la memoria nace la melancolía, y de la melancolíanace el aliento poético”.
mente aquellos que están vinculados estrechamente a un paisaje, a un territorio. Patria quiere decir, etimológicamente, tierra de los padres, y del mismo modo que todos tenemos un idioma materno con el que aprendemos a nombrar el mundo, todos tenemos un paisaje en el que aprendimos a ver el mundo. A lo largo de la vida conocemosotrospaisajes pero conningunote sentirás más identificado como en ese paisaje materno”. La fidelidad a ese paisaje distingue toda la obra de Llamazares. “Es una cuestión
“El libro ha sido más una idea del editor que mía”, cuenta el poeta. “Yo no era muy partidario.Consideroque no hay que publicar cosas que no añadan más a lo que ya hay. Dándole vueltas, acepté, y junté los versos que se convirtieron en libros con aquellos quese quedarondispersos y perdidos. De ahíla palabra ortigasen el título: las ortigas son las plantas que crecen en el huerto que el dueño ha abandonado”.
miedo ante el enredo que se convertirá en drama. Las relaciones imprevistas, los sentimientos amortiguados o puramente deshauciados por la rutina, las tentaciones convertidas en caprichos urgentes construyen un mapa humano contemporáneo con voluntad de radiografía de extrarradio y clase media baja, de vidas sin épica pero con destellos de ilusión (casi siempre frustrada o impotente). La prosa ha acudido en muchas páginas a un despojamiento quizá excesivo y a ratos parece no perezosa pero sí destensada, no hay desaliño ni descuido pero hay demasiados tramos sin la personalidad narrativa del mejor Molina Foix. Mi impresión es que los cuentos responden a una suerte de desafío literario en el que la vulgaridad de las vidas narradas, la tristeza mate de muchas de ellas, se hace expresa o cristaliza en la misma palidez de estilo, pero sólo en algunos de los relatos el mecanismo funciona
con efecto literario intenso. Sin duda sucede en el último, con algo de misterio (como algo de misterio quiere llevar también la peripecia del poeta agasajado en clave de parodia sin sangre) pero también en el que narra amores difusos entre repartidores, pizzas y mujeres solitarias, o en el relato breve e incisivo ‘Como en Bagdad’, con brío estilístico propio, o en el que recala en medios gays, se explaya en el humor, se titula ‘El peluquero de verdad’ y tiene todo el aire de ser una recreación de fondo autobiográfico que lo hace más divertido todavía (y algo insinua la contraportada al llamarlo “relato confesional”). A ratos da la impresión de que muchos personajes del libro podrían suscribir lo que dice uno de ellos en el relato más corto —“mi vida erótica es tan desangelada como el resto de mi vida”— aunque esa carencia general sea de hecho la gasolina que ayuda a mover las vidas narradas.
Versos y ortigas. Poesía 1973-2008. Julio Llamazares. Hiperión. Madrid, 2009. 128 páginas. 12 euros.
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RELECTURAS
Por
Enrique Vila-Matas
Una vida absolutamente maravillosa Marcel Duchamp dejó un legado, sin enterarse. Nunca consideró el arte como solución de nada, y para colmo dejó de pintar y se dedicó a buscar la suerte de poder pasar a través de las gotas. La encontró, y fue envidiablemente feliz la cubierta que reproducía Obligation pour la roulette de Monte Carlo, un ready-made de Duchamp que consistía en un rostro en jabonado en medio de un bono de casino para la ruleta monegasca. Entré en la librería que exponía en su escaparate Conversaciones con Marcel Duchamp, de Pierre abanne. Y la contraportada e Anagrama aún me resultó ás atractiva que la cubierta, orque empezaba diciendo: “Marcel Duchamp ha sido, seún André Breton, “uno de los hombres más inteligentes (y para muchos el más molesto) de este siglo. También uno de los más enigmáticos”. Corría el año de 1972 y tenía una cierta idea de lo que podía ser un hombre inteligente, pero ninguna sobre cómo se podía llegar a ser el hombre más molesto de todo un siglo, y eso me interesaba bárbaramente. Vi muy pronto que había comprado mi biblia personal, pero tardé más en enterarme de que ya no me separaría nunca de aquel libro. Siempre lo he tenido en la estantería que está a la izquierda del escritorio del que no me he movido en los últimos cuarenta años. El libro se convirtió en mi biblia, pero no porque me fascinara ese hombre que todo el tiempo estaba a punto de dejar de ser un artista, sino por algo más sencillo e interesante: a sus setenta y nueve años, decía que había tenido “una vida absolutamente maravillosa” y parecía proponer un estilo ágil de conducta y de relaciones con el arte y con el mundo para quien quisiera sacar provecho de su involuntaria lección. ¿Los no inteligentes le consideraban molesto? Sería porque creían que se oponía a lo que estaban haciendo, pero en realidad no hacía tal cosa, simplemente ellos no se daban cuenta de que se podía hacer algo distinto a lo que se hacía en aquel momento. —¿Leía lo que se escribía sobre usted? —Claro. Pero lo he olvidado.
M
E FASCINÓ
Conversaciones con Marcel Duchamp estaba cargado de
todo no le parecía nunca horrible, pues no sentía que pudiera haber en esa renuncia algo que lamentar. “El anartista”, dice Alan Pauls, “es como el célibe; co-
podemos más que quedarnos pasmados mientras nos preguntamos cómo fue posible que un anartista que apenas tenía obra y se autoexcluía de los grandes mo-
respuestas que parecían fun- Marcel Duchamp (Blainville, 1887-Neuilly, 1968), en una imagen de 1966. Foto: Arnold Newman / Getty Images cionar a modo de pistas para moverse por la vida de una forma que uno pudiera llegar a una edad vimientos artísticos de su juventud acabara convirtiéndose en el artista más in ya muy respetable pudiendo proclamar que todo había resultado absolutamente fluyente de los últimos cien años. Un maravilloso. Recuerdo todavía las prime- La inminencia de tener misterio. Una felicidad. Existe sin duda ras frases de Duchamp, porque me dejala posibilidad de que todo fuera el proron plenamente conectado al libro: “Espe- que abandonarlo todo no ducto de un sinfín de equívocos provocaro que haya un día en que se pueda vivir le parecía nunca horrible, dos por el escándalo americano de 1913 sin tener la obligación de trabajar. Grade Desnudo bajando una escalera, y que cias a mi suerte he podido pasar a través pues no sentía que pudiera gracias a este equívoco y a este cuadro se haya proyectado sobre su vida y sobre de las gotas. En un cierto momento comprendí que no debía cargarse a la vida haber en esa renuncia su obra una veneración que el propio con demasiado peso, con demasiadas co- algo que lamentar Duchamp sólo entendía si recurría a la sas por hacer, con aquello a lo que se ironía: “He tenido más suerte al final de llama una mujer, niños, una casa en el mi vida que al principio”. campo, un coche, etcétera. Y lo comprenEn realidad, frente a los groseros esdí felizmente muy pronto”. fuerzos de Dalí por ser visto, frente al Después de volver ayer al libro, me mo el artista del hambre de Kafka: la trabajo metódico y obsesivo de Picasso, dije que con razón Duchamp se atrevió a privación no es un accidente, no inte- frente a los antojos teóricos de Metzinger, hablar de una vida maravillosa. Artista rrumpe ni corta nada: es el corazón mis- Duchamp siempre fue un artista que no no, decía de sí mismo: anartista. Y la mo del programa”. Los espectadores de se caracterizó precisamente por su voluninminencia de tener que abandonarlo la vida y del programa de Duchamp no tad de llamar la atención, ni por su entre16
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ga desmedida al trabajo, ni por sus fatigas teóricas. Por el contrario, nunca consideró el arte como solución de nada, y para colmo dejó de pintar y se dedicó a buscar la suerte de poder pasar a través de las gotas. Y esa suerte la encontró. Pasó a través de las gotas como el consumado nadador que era, y encima fue envidiablemente feliz. Un día, en París, Naum Gabo le preguntó por qué había dejado de pintar. “Mais que voulez-vous?”, respondió Duchamp abriendo los brazos, “je n’ai plus d’idées” (¿qué quiere?, ya no tengo ideas). Qué tranquilidad puede llegar a dar una respuesta así y qué sereno debe de quedarse quien la da. Si no hay ideas, tampoco es cuestión de repetirse. Y sin embargo nuestro anartista dejó un legado, sin enterarse. O enterándose poco, porque le absorbía el ajedrez. El enigma, si se quiere, sigue ahí. ¿Qué hace que Duchamp, que no hizo casi nada, siga presente y las estrellas de Picasso y Dalí y otros maestros se estén apagando? La clave podría estar en su ironía y su escepticismo y en haber tomado distancias con lo que los románticos entendían como la religión del arte. “Me temo que en arte soy agnóstico”, le dice a Cabanne en un momentode este libro de conversaciones que después de releerlo creo que influyó en mi obra y no tanto en mi vida, aunque me ha permitido tener la conciencia, si cabe más clara, de que he podido conocer el choque de al menos dos tensiones siempre: la necesidad de estar y no estar al mismo tiempo. Ser el activo y pesado Picasso y producir todo el rato, pero también ser el indolente y gran amante del juego que fue Duchamp, y prodigarme lo menos posible y en realidad no hacer nada y practicar el arte de saber respirar y de caminar por la Quinta Avenida. Hablar mucho, como mi padre, y a la vez conocer las sabias pautas del silencio, como mi madre. Dos posibilidadesde las que ya habló Kafka: hacerse infinitamente pequeño o serlo. Y en realidad suscribir aquello que decía el propio Duchamp: “Siempre me he forzado a la contradicción, para evitar conformarme con mi propio gusto”. Que viene a ser parecido a lo de Walt Whitman: “¿Me contradigo? Muy bien, me contradigo”. En esa frase el poeta norteamericano habría encontrado una manera como otra de tomar posiciones ante la vida y una forma de tener, como mínimo, dos versiones de un mismo tema: él mismo. Por eso a veces juego con el gato de Schrödinger, que encarna la paradoja cuántica de estar vivo y muerto a la vez. En otras palabras, juego a no ser Duchamp y serlo. Después de todo, Shakespeare me importa un rábano, no soy su nieto. Y que tengan ahora ustedes muy buenas noches y una vida absolutamente maravillosa. Yo no la he tenido. Pero la tengo.
Conversaciones con Marcel Duchamp. Pierre Ca banne. Traducción de Jordi Marfà. Anagrama. www.enriquevilamatas.com
SILLÓN DE OREJAS
Por
Manuel Rodríguez Rivero
La prueba de las 10.000 horas C
OMO LA FRONDOSIDAD de los árbo-
les impide apreciar la profundidad del bosque, así la acumulación de trivialidades mediáticamente orquestadas y avaladas por el incontestable éxito de ventas dificulta a menudo la separación del trigo de la pa ja literarios. En Fueras de serie (Outliers), subtitulado Por qué unas personas tienen éxito y otras no (Taurus), uno de esos libros que se convierten en best sellers por el único mérito de expresar con seguridad y desparpajo —apoyado en significativos ejemplos “investigados”— lo que es de sentido común, Malcolm Gladwell atribuye el éxito, entre otras cosas, a la mezcla de talento innato y preparación. Claro que el talento es en nuestra época cada vez menos importante. Y pone ejemplos: divididos en tres grupos —las estrellas, los simplemente buenos y los mediocres—, y habiendo empezado sus estudios de música a la misma edad (a los 5 añitos), los alumnos de la “elitista” Academia de Música de Berlín con “potencial para convertirse en solistas de categoría mundial” resultaron ser los que habían practicado más horas. Total: el Mediterráneo. Frente a los normalitos, que a los veinte años sumaban 4.000 horas de práctica, o los “simplemente buenos”, que habían practicado 8.000, las “estrellas” habían arrancado notas a su instrumento durante más de 10.000. De ahí, una primera conclusión: los mejores son los que más trabajan, aunque el talento ayude; entre otras cosas porque sin él nadie podría dedicarse tanto tiempo a una sola cosa. Aplicado a la novela, el asunto no tiene vuelta de hoja. Las mesas de novedades de las librerías están abarrotadas de historias inanes compuestas sin talento y torpemente. Contar historias —como sabe cualquiera que repite una anécdota autobiográfica y va mejorándola cada vez que la relata— requiere técnica y oficio. Y, desde luego, talento. A Manuel de Lope (Burgos, 1949), no le falta ninguno de esos ingredientes. Desde 1978, cuando publicó (en Barral Editores) Albertina en el país de los Garamantes, ha ido construyendo lentamente una obra rigurosa, sin obsesionarse por obtener un reconocimiento popular que le fue esquivo hasta Bella en las tinieblas (Alfaguara, 1996). Ahora, dueño y señor de una mitología literaria característica, ha logrado con Otras islas (RBA) la que para mí es su mejor novela. Y la más benetiana: el aliento mítico-realista del dueño de Región se rastrea en las historias (rurales y urbanas) y personajes (tipos y arquetipos) que se entretejen en esta narración de pasiones y frustraciones a la que De Lope ha dotado de una trama con ingrediente detectivesco. Si usted cree que la (buena) literatura también requiere que el lector haga el esfuerzo de dejarse impregnar por una historia que en ningún momento disimula su ambición, no se la pierda. Y olvídese de los árboles de la mesa de novedades: aunque sólo sea por tres días, practique el bosque.
Despedida A ESTAS ALTURAS, casi todo está dicho acerca del nuevo Gobierno. Un paseo por los periódicos,por los llamados “confidenciales” y por los blogs y tertulias de los opinadores permite evaluar el amplio abanico de maticescon el que es saludado o despotricado (casi nadie respeta lo de los 100 días): desde quienes afirman que la única respuesta posible es el exilio a los que opinan que la remodelación demuestra que Zapatero, el último hijo ilustre de la histórica Valladolid, es el nuevo Carlomagno: una especie de Obama europeo capaz de sacarnos del valle de lágrimas financiero y dar cohesión a un continente desnortado y segundón. Respecto al antiguo ministro CAM (no confundir esas siglas con las del notable escritor, diarista y poetaCésar An-
Ilustración de Max.
tonio Molina, a quien ahora —espero— recuperamos), casi todo el mundo coincide en lo que hizo bien —gestionar, racionalizar, mover ideas— y lo que no hizo tan bien —enfrentarse con quienes llevaba las de perder—. En opinión de muchos —entre los que me cuento— llevaba razón en su exigencia de que la acción cultural exterior debería coordinarse desde su ministerio. Sólo que a Moratinos, su antiguo valedor, no le gustaron ni el modo —por medio de la prensa— ni las formas con las que reivindicó tal posición. Tampocoagradó en Moncloa el pique con Caffarel, su sucesora en el Instituto Cervantes, con la que manifestó el típico síndrome de quien, tras desempeñar con éxito y acierto un puesto, y ser destinado luego a otro superior, todavía desea imponer sus criterios y su estilo en el primero, al que no puede evitar seguir considerando su negociado. El desencuentro con la gente del cine y un umbral de tolerancia demasiado bajo para la crítica (la de la prensa o la de la oposición) han perjudicado a un, en general, buen ministro. Y por despedirme con el título de una película nada española: buenas noches, y buena suerte, don César.
genioso sistema de espejos e imanes, se ocultaba un experto jugador de carne y hueso, auténtico “cerebro” del autómata. Benjamin lo imagina como un enano jorobado que “guiaba por medio de unos hilos la mano del muñeco”. Y utiliza la imagen para proyectar sobre ella un equivalente para la filosofía: un muñeco llamado “materialismo histórico” que, “si toma a la teología a su servicio”, siempre debía ganar. Álvaro DelgadoGal no es ni enano ni jorobado, y mucho menos (si cabe) materialista histórico, pero es un filósofo con una marcada tendencia a aceptar, desde planteamientos filosóficos, determinados retos —juegos, partidas— que le propone la realidad de su tiempo. En su último ensayo, El hombre endiosado (Trotta), el matrimonio homosexual y la polémica que provocó su aprobación sirven de pretexto para un elegante, y a menudo irónico, doble ensayo, en el que se dilucidan y se discuten diversos aspectos en torno a la teología y la psicología voluntaristas. Y en el que viene a argumentarse que lo que en la antigua teología era atributo de Dios lo es ahora de un pueblo hobbesiano en el menta), una estupenda antología de tex- que se ha realizado el “triunfo póstumo tos sobre los autómatas compilada y co- de Nietzsche, en formato popular”. En mentada por Sonia Bueno Gómez-Teje- un país como el nuestro en el que “nadie dor y Marta Peirano—, la asombrosa se toma demasiado en serio las ideas”, EN EL PRIMER fragmento de sus Tesis de “máquina” que, durante cerca de un si- Delgado-Gal expone las suyas brillanteFilosofía de la Historia, Walter Benjamin glo, habría derrotado a los más conspi- mente: tejiendo una rica red de referenevoca al legendario turco ajedrecista cuos ajedrecistas de Europa (incluyendo cias —desde la teología política a la creado en 1769 por el artesano Wolfgang a Federico el Grande y a Napoleón) no literatura— y desplegándolas con una von Kempelen. Como se sabe —y tam- fue más que un fraude. En el interior de de las prosas más exigentes del actual bién recoge El rival de Prometeo (Impedi- la máquina, disimulado mediante un in- ensayismo español.
Ahora, dueño y señor de una mitología literaria característica, Manuel de Lope ha logrado con ‘Otras islas’ la que para mí es su mejor novela Álvaro Delgado-Gal es un filósofo con una marcada tendencia a aceptar determinados retos que le propone la realidad de su tiempo
Ideas
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ARTE / Opinión
Miradas cruzadas Escritura y pintura tienen un idéntico afán innovador. Las reflexiones de Antonio Saura y de Andrés Sánchez Robayna sobre el arte que trasciende las modas y las expresiones de la modernidad ilustran su estrecha relación. Por Juan Goytisolo L AS MIRADAS cruzadas deun pintor a ta la “de cantar y gritar con más espontáneo la poética de la modernidad y de un y libre lenguaje”. La constelación de creadopoeta a la pintura que trasciende a resque fecundaron la obra de Saura no sólo las modas y vaivenes de la cotiza- se compone de Velázquezy Goya, sino tamción comercial resultan singularmenteescla- bién del autor de Canto espiritual. Fijeza, Crónicas y otros textos del pintor recedoras en los dos campos artísticos. Una relectura atenta de la vasta obra crítica de sonasimismoun referente indispensable a la Antonio Saura y del recién publicado volu- comprensión del arte de nuestros días en el men de ensayos de Andrés Sánchez Robay- que pintura y literatura andan a menudo de na, Deseo, imagen, lugar de la palabra, ilus- lamano,como muestran la poesíade Alberti, tran dicha convergencia fecunda. de José-Miguel Ullán o de Sánchez Robayna, Las reflexiones de Saura, tanto sobre la y la admirable trama novelesca urdida por pintura como sobre la poética y la narrativa, Max Aub en Josep Torres Campalans. La biografía del supuesto pintor catalán, traslucenuna perspectivacuyaagudezay hondura no abundan en nuestras tierras. Pocos residente durante años en París, asiduo del artistashananalizado mejor queél lascontra- círculo de artistas reunido en torno a Picasdicciones de un mundo —el nuestro— en el so y exiliado definitivamente en México, en que una serie de factores ajenos a la obra de donde habría fallecido en semivoluntario arte prevalecen sobre la dinámica interna del anonimato, es,en efecto,en palabrasde Saucreador y le fuerzan a doblegarse a las exigen- ra, “la cúspide de la literatura del testimonio cias o caprichos de una sociedad en la que el fabulatorio”.En su busca de una verosimiliafán de estar al día, la publicidad y las modas tud que sabemos ficticia —como lo es, por efímeras imponen cambios miméticos, y en lo demás, la de todas las novelas realistas—, laque losfocosde laactualidadpasajera mar- Max Aub acude a los recuerdos de conociginan las expresiones de la modernidad que dos pintores, críticos de arte y amigos del persevera y circula a lo largo del tiempo. difunto Josep Torres Campalans, reproduce Los criteriosde rentabilidady consiguien- sus conversaciones con él y espiga máximas tesujecióna losgustos de una clientela con- suyas,escritas u oídasde viva voz, enlas que figurada por los modelos promocionados condensasu visióndel arte (“pintarcomo se en los medios de comunicación, aísla cada piensa, sin darse cuenta”; “coger el lienzo vez más al creador que no se somete aellos. por sorpresa”, etcétera). Pocos autores han Si a estoañadimos “elsimplificador y doma- expresado mejor que el presunto biógrafo la do didactismo de la crítica”, entenderemos amargura de la derrota, el exilio y olvido de mejor la distinción establecidapor Saura en- tantos escritores y artistas que defendieron tre lo que llama “el hipo de la moda” y la con sus ideas y su labor creativa la causa de merecerían un capítulo aparte si el formato “moderna intensidad”, distinción paralela a la República. De “aquello que no pudo ser”, de estas páginas no lo vedara: “Novela filosóla que tracé en la pasada década entre el y de la conciencia de que si el “ayer se fue, ficaen donde larealidaddesaparece para dar mañana no ha llegado” (la anacrónica cita paso a una gigantesca parábola moral”, son texto literario y el producto editorial. otro ejemplo claro de la fecunda interacción En Escritura como pintura, Sauramuestra la estrecha relación entre ambas, desde su entre el pincel y la pluma. La obra de Graénesis en el pintor, el narrador y el poeta cián, observa conmelancolía, es másconocihasta su percepción aleatoria por el gremio da y reeditada en Francia que en España (El crítico y el conjunto de la sociedad. El solita- Las obras destinadas a Criticón, según me consta, fue uno de los rio abrecaminos, nos dice, debe renunciar al librosde cabecera de GuyDebord) y sondesdichadamenteescasoslos autores contempoarcisismo y a la patética necesidad de reco- perdurar “vienen de lejos ráneosque hantenido la curiosidad de leerla ocimiento (y ello vale tanto para el pintor para iluminar el presente, (yo mismo lo hice de forma tardía, pese a mi omo para el escritor). Entroncando, no sé si sabiendas, conBajtin, añade: lasobrasdes- o caminan desde el amistadjuvenilconel fundadorde la Internatinadas a perdurar “vienen de lejos para ilucional Situacionista). No es de extrañar que inarel presente,o caminandesdeel presen- presente para fructificar en la excepción másnotable de este lamentable te para fructificar en el pasado”. Toda crea- el pasado”, escribe Saura descuido sea obra de un poeta de raíces tan ión, insiste, es una aventura que no se sabe hondas y diversas como José Ángel Valente. Rozaré para concluir las agudas observadónde conduce (en caso contrario, comenciones de Saura entorno a la unidad del arte taba burlonamente Genet, no sería una obra e arte sino un trayecto en autobús), y la islámico “en cuanto producto de su propia odernidad no supone el rechazo de la me- de Quevedo figura como epígrafe en Señas unidadteológica” (una unidadque no excluoria del pasado, “sino su asentamiento en de identidad). Como dice Saura, después de ye la diversidad de matices creada por los la vastedad del museo imaginario”. La expe- subrayar la originalidad de Max Aub en sustratos sociales e históricos en los que se iencialiteraria y la pictórica respondenasí, a cuantoinvestigador queindagasobreel pro- asienta). En una treintena de líneas de una modesta nota a pie de página condensa lo fin de cuentas, a un idéntico afán innovador. ceso mismo de la investigación: “El autor, barajando una multiplicidad que suele explayarse en farragosos volúmePero es sobre todo en su discurso en la Universidad de Castilla-La Mancha en don- de informaciones, ejerce en su obra, tal co- nesde sesudosprofesionales: lascríticashabie la aspiracióna la moderna intensidad del mo sucede en las pinturas cubistas, y espe- tualesa aquél,especialmente lasque se refiertista que fue y sigue siendo el paisano de cialmente en los papiers collés —en los cua- ren “a nociones de monotonía, decorativisoya y Buñuel, busca y halla su hontanar, lesel destellono puede ser logrado más que moy repetición”, señala, “carecen de sentido omo José Ángel Valente, en el poeta espa- a través de la yuxtaposición de materiales al considerar como negativo precisamente olque más querido mees: merefiero,claro hallados—, un desdoblamiento facetario de aquello que constituye su sistema estético”. stá,a San Juandela Cruz. Enel párrafo que la realidad para acabar por ofrecernos una De una enjundiosa concisión es asimismo el ierra su discurso —‘Hablando con Juan’— realidad discontinua, tan real y coherente párrafo dedicado al mudejarismo de España e Hispanoamérica, en la medida en que numera las cinco condiciones o virtudes, como puede ser la vida misma”. el pintor solitario: desde “la de volar en lo Los comentarios de Saura a El Criticón, apunta al hecho diferencial que lo distingue, ásalto, en lasmás audaces aventuras”has- cuyo texto ilustró con luminosa intelección, como el barroco, delarte que se desenvuelve
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en el resto de Europa. También el incentivo homenaje a Gaudí, a esa síntesis genial de medievalismoy de modernidad quele permite sintetizar, como Picasso y Godard en sus respectivos campos, toda la historia de las formas artísticas, revela su amplitud de miras, su auténtica cosmovisión: “Losmosaicosdel parque Güell en Barcelona constituyen no solamente un hermoso homenaje al arte islámico, sino también, en su rupturacontenedorade otrosentidodiferente de lo sagrado, el collage más bello que la historia ha producido, ejemplar, además, en la historia del arte contemporáneo”.
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D ESEO, IMAGEN, lugar de la palabra, el
reciente conjunto de ensayos de Andrés Sánchez Robayna sobre el que el periodismo literario hoy en boga pasó depuntillas,comprende nosólo unanálisis riguroso del ars longa, vita brevis de la poética inmune al estéril reductivismo de la cronologíasino tambiénunenjundiosoanálisisde aquella pintura queignorao desmiente los cuadros sinópticos producto de la inercia heredada del pasado y de la indolencia crítica. Los homenajes a Tàpies, Chillida y Broto sonunos delos estudios más hondos y sugerentes de la labor de tres pintores que representancabalmente a misojos la modernidad recuperada tras el desastre de la Guerra Civil y de la asfixiante dictaduraque le sucedió. Su resistencia creadora a las pautas establecidas porel arte oficialabrióen efectouna brechaa través de la cual el mundo artístico español pudo sobrevivir a la magnitud de la catástrofe. Como dice Sánchez Robayna en las páginas que consagra al primero de ellos:
Antonio Saura (Huesca, 1930-Cuenca, 1998), en una fotografía de 1990. Foto: Santos Cirilo
“En Tàpies la escritura se reencarna, se
regenera. Perdidadesde hacemucho,en Oc-
Las páginas de Deseo,imagen, lugar dela palabra sobre José María Sicilia son igual-
mente enjundiosas. Ilustrador también de Las mil y una noches; viajero, como Amat, a Marruecos e India; apasionado de las tradiciones artísticas forjadas en ese tejido hecho con trozos de distintas telas de las abstracción y de la caligrafía islámicas, Sicilia escapa igualmente a toda tentativa de clasificación. Como dice Sánchez Robayna: “Ese trasiego de sociedades y civilizaciones, esa migración de culturas, interesa al pintorcomo unmodo deacercarsea lacomplejidad del mundo contemporáneo y a sus símbolos más universales”. El trabajo de Sicilia conla cera —“la poética de la cera”— a partir de sus hermosas ilustraciones a las dos ediciones facsímiles del manuscrito de Canto espiritual, en las que asocia la expresión mística de San Juan de la Cruz al mundo y rituales de las abejas,
cidente, la potencia plástica de la letra y la capacidad signográfica (ideográfica) de la palabra, una gran parte del empeño artístico del pintor catalán ha consistido en restituir al lenguaje una fuerza que, encerrada en él, nos devuelve formas primigenias de percepción y de conocimiento”. Ajeno a toda compartimentación nacional o local, Sánchez Robayna examina con una lucidez y un conocimiento raros en nuestrosprediosa dosde los pintoresactuales que más estimo —Frederic Amat y José María Sicilia—, pintores con quienes compartí además dos singulares manifestacionesartísticas: el espacio escénico creado por Amat para la ópera de José Sánchez Verdú, Pájaros envuelo a Simorges, en su libre adaptación de mi novela Las virtudes del pájaro solitario, y el montaje teatral de José María Sicilia de Las mil y una noches, el núcleo Sánchez Robayna examina seminal de todos losrelatos, en el Centro de con una lucidez y un Arte contemporáneo de Las Palmas. Como observa el poeta —¿puedo decir conocimiento raros a dos gran poeta?— tinerfeño, “la obra de Frederic Amat aparece marcada por el viaje”, un viaje de los pintores actuales físico y mental, fruto de su curiosidad voraz y de su apertura a otros espacios culturales que más estimo, Frederic —Marruecos, México,India— quedesestabili- Amat y José María Sicilia za y descentra la mirada etnocéntricay, como a travésde losojosde las moscas,impone una vertiginosavisión poliédrica.La proyección de Amat a territorios diversosle inducea calar en la materia que los subyace tras el brillo del visualiza la vertiginosa profundidad y senciexotismo y del fácil recurso al folclor, exten- llez del primer poeta de nuestra lengua, cudiendo así su campo de acción a una dimen- yo verbo no fecundó a ésta sino al cabo de siónque trasciendea loslímitesde latradición cuatro siglos, en el nadir de la esfera celeste pictóricaeuropea. Sinrenunciar a los mejores de José Ángel Valente. logros de ésta —desde el art nou de comienLas miradas cruzadasde Antonio Saura y zosdelpasadosigloa lasíntesisdeslumbrado- Andrés Sánchez Robayna hallan su punto ra de Tàpies—,Amat es un artista quearraiga de convergencia en quienes mejor encarnan en el ámbito artístico mexicano, hindú o ma- el poder salvífico y el fulgor de la palabra: la rroquíy sealimentade ellos.El viajea lamate- narradora delLibro delos Librosy elmístico ria le lleva a incorporar a suobraunaserie de de Ávila. elementos de perturbadora disimilitud. Sus ilustraciones a la bella edición de Galaxia Gu- Escritura como pintura. Sobre la experiencia pictenberg del libro infinito de Sahrazad, para tórica. Antonio Saura. Galaxia Gutenberg. Barcelocitar un ejemplo, eluden las trampas de la na, 2004. 208 páginas. 17,50 euros. Fijeza: Ensailusiónrealistay desvelanunaadmirable capa- yos. Antonio Saura. Galaxia Gutenberg. Barcelocidad de fusión de lo tenido por opuesto. Sin na, 1999. 384 páginas. 17,50 euros. Crónicas: Artídejarseapriscaren lacalidezdelpequeñocon- culos. Antonio Saura. Galaxia Gutenberg. Barcelotexto de losvaloresensalzadospor el esencia- na, 2000. 272 páginas. 14,50 euros. lismo identitario, su arte tiende a asimilar la diversidad de manifestaciones artísticas de la Deseo, imagen, lugar de la palabra. Andrés Sánespeciehumana. Asume laimpureza y lamez- chez Robayna. Galaxia Gutenberg. Barcelona, cla frente al narcisismo castizo. 2008. 372 páginas. 22 euros.
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MÚSICA / Discos
Sándwich de cantante entre dos discos
Jean Paul Breve historia universal
Bartlevy Records
Sergio Makaroff ha tardado seis años en editar Número uno, pero ya tiene entre manos el siguiente trabajo
Por Fernando Martín
Número uno, y la grabación de uno nuevo para que no le pille el toro: “Número uno
ha tardado seis años en editarse por cauPODRÍA ANUNCIARSE así en la carta de un sas ajenas a mi voluntad y propias del ne American Dinner: “Makaroff: sándwich de gocio discográfico-musical. Por eso, esta cantante entre dosdiscos”. Nacidoen Bue- vez he decidido ir avanzando trabajo”. Si os Aires en 1951, Sergio Makaroff posee hay quedefinirse,él empleala ironía. “Soy l corazón rockero argentino y el empuje una criatura del universo que se tomó un spañol. A España llegó en 1978, huyendo ácido en los sesenta y nunca bajó”. Delie la dictadura de Videla y loco por pisar rios lisérgicos aparte, fue, sin lugar a duterreno en el que satisfacer sus pasiones, a das, la música de aquella década la que aber: la música pop, la moda y las chicas. guiódefinitivamente su proa: “MecatapulEstas pasiones, treinta años después, ape- tó sin vuelta atrás. Yo soy lo que soy poras han variado. Su aterrizaje en Madrid que escuché entonces a los Beatles, los ya marcó su trayectoria: “Nada más bajar- Kinks y los Rolling Stones”. Pop, reggae, e del avión me esperaba Tequila, que rumba, funk y ambientes folclóricos argentinos conviven en Número uno, un cóctel de estilos reflejo, sin duda, de la muymestiza Barcelona en la que echó raíces: “Me encantó la ciudad y me fui quedando. Barcelona tiene aire húmedo y yo soy del Río de la Plata. Llevo treinta años aquí y he vivido mucho sus lugares típicos y losotros. Aprovechoel mar, las Ramblas, el casco antiguo,Montjuïc, el Tibidabo…”. Makaroff compone en su casa, en el barrio de Les Corts y con el Camp Nou a la vista. Para hacer canciones necesita poco: “Las he compuesto sin guitarra ni boli. Como no escribo ópera, sino temas pop cortitos y fáciles de recordar, voy caminando por la calle y les doy forma. O me cuelgo la guitarra y me muevo, voyandando por la casa”. Makaroff dice no padecer el síndrome del pentagrama en blanco: “Lo intento más veces de las que lo consigo, pero los jaguares persiguen a siete gacelas y cogen a una”. Lejos quedan grandes éxitos como Exploradorceleste —“la hice en un campamento de una Sergio Makaroff publica Número uno. Foto: Marcel·lí Sàenz comunidadcristianaen lasmontañas de LaRioja argentina, viendo la inmensa bóveda de estretocaba ese día en Valencia. Unas horas llas sobre mí”— o El rock del ascensor espués y con el consiguiente jetlag mevi —“aparte de que la grabó Tequila, la satisn mitad de una plaza de toros, abarrota- facción más grande que me dio fue que, a, escuchando un tema mío —El rock del visitando a una prima en el pueblo de Esscensor— y fascinado viendo cómo todo quel, en la Patagonia, las dos bandas local mundo fumaba porros sin mesura. Yo les de rock que había allí la tenían en su venía de una dictadura”. repertorio. Eso me dejó realizado como Afincado en Barcelona, Sergio vive es- persona”—. Y justo delante está su nuevo tos días a caballo entre presentaciones en disco.“Verála luzel próximoaño: Sellamairecto por toda España de su sexto elepé, rá Big Mak”.
JEAN P AUL ES EL PROYECTO del murciano Raúl Bernal, teclista desde hace años del gran José Ignacio Lapido y cantautor rock con este primer largo. Su voz, apenas susurrante y muy grave, puede descolocar al principio, pero enseguida se impone el brillo de unas composiciones con vocación literaria. Bernal mima laspalabrasy sebeneficiadel apo yo instrumental de varios de los músicos de Lapido. Títuloscomo Viéndolasvenir, Inviernos o La orquesta del fin del mundo y los duetos, bálsamo para tanta austeridad, con Zahara (Fin) o el propio Lapido (Uno más en el exilio), jalonan un estreno muy recomendable. Ramón Fernández Escobar Rodney Crowell Sex & gasoline
Yep Roc
DOS TÓPICOS DEL COUNTRY (en realidad, de toda la música norteamericana) se reúnen en el nuevo proyecto de Rodney Crowell: sexo y gasolina, pero también muchos recuerdos autobiográficos mezclados con toques sociales de actualidad (de Irak al Katrina), en un álbum que, sin huir de la alargada sombra de Dylan, muestra frescura y profundidad a partes iguales. Un disco que merece romper las fronteras de los estrictos seguidores del country. Sin duda, el más interesante de Crowell en muchos años, lo que ya es decir mucho. Miquel Jurado Justo Bagüeste / Javier Carnicer Lijas
La Ecléctica Madrileña/Nuevos Medios
DOS OSCENSES unidospor elexilio( Bagüeste vive en Madrid y Carnicer en Barcelona), la búsqueda y unaincorruptible mirada transversal. Carnicer, pionero de la movida rockera oscense, es hoy sólido y contundente poeta. Y precisamente piezas de su libro Estuche de lijas recita con sentido sobre la música de Bagüeste, creador sonoro tan inclasificable como revulsivo. El poeta, en este disco que encajaríamos en la taxonomía de un personal spoken word, lanza textos como éste: “Y aquí, corazón, atadoa tu ban-
derablanca,a tu almohada invencible, hace tiempo que me encuentromuy bien. Demasiado tiempo, demasiado bien”. El músico, en el que sin duda es uno de sus trabajos más abiertos, añade tintes de negritud a lo orgánico y lo electrónico de unas partituras que pespuntean con tino los textos. Entre loscolaboradores, Corcobado, Gonzalo Lasheras y Susana Cáncer. Javier Losilla Remigi Palmero Sense comentaris
La Casa Calba / K Industria
ESCASA PRODUCCIÓN —seis discos en 31 años—,apegada a la tierra y marcada a fuego por el refulgente e imperecedero elepé con el que debutó en 1978 y que definió aquello quese dioen llamar rock mediterráneo. Así, a brochazos, se puede condensar la biografía de este cantautor pop valenciano, siempre tratando de reinventarse pero sin dejar nunca de ser él mismo. Así sucede en este regreso discográfico ¡tras quince años de silencio! Una obra compleja y árida,interpretada sólo a vozy guitarra eléctrica.Tanta sobriedad obligaa laescuchapausada —si se toma a tragos cortos, mucho mejor— para penetrar en un disco que crece en cada nueva audición y evidencia el magnetismo de este francotirador, tan genial como bohemio. Juan Puchades Banda Sonora Cadillac Records
Sony Music
DEBEN SER los excesos del Método: alguien decidió que Jeffrey Wright y demás actores cantaran los temas clásicos de los artistas del sello Chess que encarnan en Cadillac Records. Se tratade fotocopias brillantes, garantizadas por la producción musicaldel baterista Steve Jordan, cabeza de un dream team que incluye a Larry Taylor, Hubert Sumlim o Kim Wilson. Pero no eximen del conocimiento de lasrudasgrabaciones originales, aquí reducidas a una única canción: Last night, de Little Walter. Curioso que lo más atractivo de este doble sean los añadidosinspirados por el puro marketing: sabrosas piezas de retro soul, a cargo de Raphael Saadiq,SolangeKnowlesy MaryMary. Aunque el concepto no sea novedoso, también brillan lostemas donde Nasy Q Tipestablecen el eslabón que va del country blues del Misisipi al hip hop neoyorquino, con la indispensable parada en Chicago para la electrificación. Diego A. Manrique
CHAMPÁN Y ROCK EUROPEO Hambre de bohemia
Por Sabino Méndez HOY EN DÍA se publican muchoslibrosy discosabsolutamente superfluos. Es raroencontrar uno quesea imprescindible. No les digo ya uno necesario. De ese tipo es el que ha publicado Visor sobre la vida y obra (más obra que vida) de Chicho Sánchez Ferlosio. La recopilación, aparte de tener el mérito de salvardel posible olvidoa un montónde ingenios musicales y letrísticos, define perfectamente una época. La de aquella generación que creció y maduró justo antes de la transición y que, cuando ésta les pilló hechos y derechos, prefirieron levantarle el acta desde un trabajo incómodo de satíricos, cantautores y juglares (no trovadores). Sus modos parecían casi los de una nueva reedición de la vieja bohemia. A finales del reinado de Fernando VIIhabía aparecidoen Madrid, hacía ya siglos, ese nuevo tipo social que se instaló en un mundo construido por él mismo: la bohemia. En una sociedadque cambiaba, la atracciónque la capital provocaba en los adolescentes les hacía soñar con un concepto de artista como hombreque ibaa hacerprofesión de susdotes poéticas y a luchar con la vida adversa para hacer oír y 20
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reconocer sus valores. El resultadofue una bohemia áspera, desabrida, malhumorada. No sucedió así con esa pequeña generación de la transición. Surgía de clases cultivadas y llegaron más preparados para navegar en un incómodo papel sin hacer el ridículo ni traicionarse. ¿Cómo podías ser rebelde si hace poco tusancestros tomabancafé en elcírculo deldictador? Bueno,lo fueron. Y lo consiguieroncon una dignidad y una discreción notables. En ese pequeño compendio de sus artefactos de ingenio, Chicho Sánchez Ferlosio aparece combativo, insurrecto, intelectualmente agresivo a veces (que no violento), dulcísimo otras. Hay bohemia en la medida que pretende vivir en un mundo construido por él para sí mismo. Pero, aunque tiene una notable afición a jugar con el filo de lo grueso, cualquier aspereza o malhumor queda tamizada por una risa que surge de las tripas, muy propia de la música popular.Con esa fórmula,aplicada a heterodoxias y paradojas, se consiguen resultados notables. Dicen que Chicho dedicaba muchísimo tiempo a las matemáticas, la lógica y los juegos de palabras, aparte de a
lapoesía y lamúsica.Lo ciertoes que, enlas asociaciones de superdotados,tienencomprobadoque los coeficientes intelectuales muy elevados se interesan con frecuencia por los variados lenguajes universales (música, matemáticas,etcétera) que no necesitan traducción. Mi primera pista sobre él fueuna rarapelícula de Fernando Trueba que, en los ochenta, emitieron de madrugada por la dos. Luego, mucho después, visitando la casa de Javier Krahe (de quien fue muy amigo), éste me dio más noticias de su peculiar figura. Creo que por entonces ya estaba gravemente enfermo.A los pocos que,entre mi generación rockera, teníamos noticia cabal de estas gentes nos resultaban muy interesantes por la sencilla razón de que eran más cultos. Demostraban que el cantautor no tiene por qué ser abducido únicamentepor la función sociopolítica sino que, combinando casi matemáticamente su ingenio,puede tambiéndar juego paralo extraño,lo paradójico, lo heterodoxo y lo transgresor. Resultaban entonces más estimulantes intelectualmente. ¿Será eso siempre minoritario? Nos lo dirá la vida de este libro multicolor.
PURO TEATRO Por
Marcos Ordóñez
La vida alrededor de Concha Velasco La vida por delante, dirigido por José María Pou, se perfila como uno de los grandes
éxitos de la temporada. Es un montaje con grandes desajustes y grandes aciertos
a las puertas del Goya barcelonés, el vestíbulo está desbordado, y la taquilla sigue abierta durante la función para atender a todos aquellos que se han quedado sin entrada para ver a Concha Velasco en La vida por delante, la adaptación teatral de La vie devant soi, de Émile Ajar, el seudónimo con el que Romain Gary vaciló a toda la crítica francesa. El espectáculo nace con vocación de traje a la medida para la actriz: a raíz del exitazo de Myriam Boyer en el Théâtre Marigny, los empresarios de Focus le pidieron a José María Pou, responsable artístico del Goya, que dirigiera la puesta. El plano inicial y la secuencia precréditos, por así decirlo, definen muy bien sus dos vectores: la sombra de Madame Rosa, la vieja prostituta, se recorta (estelar, puro Broadway) en el quicio de su buhardilla, más alta que la de Descalzos por el parque, mientras suena la voz de la Piaf cantando Hymne a l’amour, hasta que la luz súbitamente neorrealista revela los cabellos blancos, el cuerpo encorvado, la ropa de saldo. Se arranca el abrigo, cae en el sillón, se despatarra, se queja, se sube las medias caídas, se rasca los tobillos: un “cambio de imagen” en la línea del que efectuó interpretando a La de Bringas en Tormento, de Pedro Olea. Aparece Momo (Rubén de Eguia), el muchacho árabe que Madame Rosa recogió diez años atrás, pero la convención pide que tenga el acento de un argelino recién llegado, y la adaptación de Xavier Jalliard marca que hablen como si acabaran de conocerse para pasarle datos al respetable. Durante un buen rato me cuesta horrores entrar en la propuesta. Conviene dejar a un lado, por supuesto, el poderoso recuerdo de Simone Signoret en la película de Moshe Mizrahi porque la Madame Rose de Concha Velasco es, obviamente, otra cosa: tiene otro ritmo, otro tono y otra temperatura escénica, con grandes desajustes y grandes aciertos. Los desajustes se concentran en la primera parte, marcados por un exceso de composición. Demasiado yiddishe mamma, demasiado asaineteada, demasiado desbordante: lo que en jerga teatral se llama “vender el personaje”. La Velasco comunica a chorros, eso es evidente, siempre lo ha sido. Rebosa y expande vida por partida doble: la vida “por delante” a la que alude el título y, para decirlo a la manera de Fernán-Gómez, la “vida alrededor”, como un halo, de su personalidad artística y humana, hecha de sabiduría escénica y de una arrolladora simpatía, lo que explica (y disculpa) que se salga de su rol y lo rompa por las costuras. Cuestión de temperamento, en definitiva: no se le puede pedir a Ethel Merman, pongamos, que interprete como Maureen Stapleton. En esa dis yuntiva parece moverse la dirección de Pou, que ha de combinar un planteamiento intimista, muy cuidado (a los más veteranos les recordará los climas poéticos, las atmósferas de José Luis Alonso) con embestidas “temperamentales” (la alucinación de la razzia nazi) que requerirían una intensidad más contenida. A veces tampoco ayuda el texto: de poco sirve mimar, con escenografía y luz (doble bravo para Llorenç Corbella y Pep Gámiz), la escena del sótano si el diálogo sobre judaísmo e islamismo se reduce a cuatro bienintencionados lugares comunes. En otras ocasiones, la sentimentalidad escora hacia una poesía ternurista cercana a Víctor Ruiz Iriarte: la doble excursión dominical de los protagonistas, que Pou parece subrayar con un guiño indumentario (gentileza de María Araujo) a La muchacha del sombrerito rosa. El mayor problema esque la función padece una alarmante falta de conflicto y no despega hasta la mitad, con la violenta irrupción de Youssef (José Luis Fernández), el padre asesi-
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AY UNA COLA descomunal
Ethan Hawke , en Cuento de invierno. Joan Marcus
Chéjov y Shakespeare bajo la mirada de Sam Mendes Por Miguel Ángel Villena
Concha Velasco, en el montaje La vida por delante, dirigido por José María Pou. Foto: David Ruano
Pou ha debido combinar un planteamiento intimista, muy cuidado, con embestidas “temperamentales”
personaje de Youssef en su breve pero importante intervención: convendría, eso sí, que no lo hiciera tan gritado. El veteranísimo Carles Canut está impecable como el bondadoso doctor Katz, aunque su papel no rebase el perfil de respuesta judía a Edmund Gwenn. Rubén de Eguia, nuevo en esta plaza (le vimos fugazmente en El burdel, de Lluïsa Cunillé), roza aquí la categoría de revelación. Le sobran, en la primera parte, cucamonas y sonrisitas angélicas (no hace falta fingir el encanto cuando se tiene a espuertas), pero aguanta con bemoles el envite de una dama de órdago, desvela muy bien las sucesivas capas y entreveros de Momo y está estupendo en el tercio final, cuando asoma su lado de poeta adolescente, apasionado y casi maldito. En el último descenso al sótano confluyen los dos ríos principales del texto: el afluente remansado, tierno y soñador, a lo Ruiz Iriarte, y el agua oscura, subterránea y tumultuosa que comienza a crecer tras la llegada de Youssef, anudando el vínculo de la pareja con una hondura creciente y conmovedora. Así, la escena final, que comienza, curiosamente, como la fuga onírica de El landó de seis caballos, concluye con Momo y Madame Rosa transmutados en inesperados sosias de Peer Gynt y la vieja Aase. El público aplaude, puesto en pie. Con todos sus peros, La vida por delante va a ser, está siendo, un éxito de campeonato.
no y esquizoide de Momo. Ahí tiene la Velasco auténtica carne que morder y la muerde a bocados, jugando a fondo con el peligro de la visita y sirviendo una respuesta picaresca que hace pensar en un relato breve de Bashevis Singer. La segunda parte (es un modo de hablar, porque no hay intermedio) está marcada, al fin, por el afianzamiento de su hermoso asunto central: la historia de amor, a un paso de Harold y Maude, entre Momo y Madame Rosa, ella despeñándose hacia el trastorno mental y la muerte, él hacia la decisión más bestia de su vida. Concha Velasco cambia aquí de registro y prescinde de maquillaje, en sentido literal y metafórico: a cara descubierta, su interpretación se sosiega y el tono es más emotivo, sabiamente pautado por violines klezmer y canciones (J’attendrai, Que reste-t-il de nos amours?) que condensan y pintan el color de la acción. Conviene señalar que, a diferencia de otros vehículos similares, La vida por delante, de Romain Gary (Émile Ajar). Pou ha formado un reparto en el que los Adaptación de Xavier Jalliard. Traducción de Joactores no se limitan a arropar a la estre- sep Maria Vidal. Dirección: José María Pou. Tealla. José Luis Fernández inyecta energía al tro Goya. Barcelona . www.teatregoya.cat/
S AM MENDES (Reading, Reino Unido, 1965) ha demostrado quese puede triunfar, a la vez, en el teatro y en el cine, a pesar de las diferencias entre estas dos manifestaciones artísticas. Ahora bien, para lograr esos éxitos hace falta ser un niño prodigio como este nieto de un escritor de Trinidad e hijo de un padre de origen portugués y de una madrejudíae inglesa.Cuando a los25 años comenzó a dirigir montajes parala afamadísima Ro yal Shakespeare Company estaba claro que la carrera de Mendes prometía llegar lejos. Quizá pocos imaginaron que obtendría cinco oscars por su película American beauty (1999), una ácida y devastadoracrónica de la sociedad estadounidense, pero su talento estaba fuera de toda duda desde joven. De cualquier modo, Sam Mendes representa ese fructífero mestizaje entre la tradiciónbritánica del teatro y la espectacularidad cinematográfica de Hollywood, y el director ha sabido compaginar ambas facetas, incluso en su vida privada: comparte su vida con la actriz Kate Winslet, entre Nueva York e Inglaterra. Este Sam Mendes, que ha repetido sus éxitos cinematográficos en películas como Jarhead (2005) o Revolutionary road (2008), centrará la cartelera teatral madrileña a partir de hoy con la dirección de dos montajes clásicos en el Teatro Español: El jardín de los cerezos, de Antón Chéjov (del 18 al 22 de abril), y Cuento de invierno, de William Shakespeare (del 25 al 29 de abril), en un estreno europeo. Estos espectáculos se enmarcan en el llamado bridge project (proyecto puente) que Mendes patrocina junto con el actor Kevin Spacey, uno de sus amigos más cercanos. Hasta tal punto la iniciativa tiene un carácter transatlánticoque reúnea intérpretesde primera división de las dos orillas, como Ethan Hawke, Simon Russell, Rebecca Hall y Sinéad Cusack, entre otros. Las coproducciones que se podrán ver en Madrid y que se convertirán en el caramelo del final de la temporada teatral respondena la colaboraciónentre la norteamericana Brooklyn Music Academy y el londinense Old Vic Theatre. Teatro de siempre visto por ojos de hoy, autores clásicos en puestas en escena contemporáneas, el desafío de Sam Mendesde representar a Chéjovy Shakespeare arranca de su pasión por la escena desde sus tiempos de estudiante en la elitista Universidad de Cambridge. Si se atrevió un Mendes veinteañero a dirigir El jardín de loscerezos, conmayor motivo debe inspirarle esta obra universal cuandose encuentraen lacumbre desu carrera. No cabeduda, pues,de queel director británico se cuenta entre aquellos que vuelven,una y otra vez, alteatro enbusca dela inspiraciónque lespermitacrear. Al hilo de esa actitud, su inteligencia radica en no acomodarse en las bambalinas de la fama y arriesgar en un escenario, a escasos metros del público.
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CINE / Entrevista
José Luis García Sánchez “Valle-Inclán es una enfermedad contagiosa” El realizador cinematográfico estrena Esperpentos, la adaptación al cine, en colaboración con Rafael Azcona y en un solo largometraje, de Martes de carnaval, la trilogía formada por Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera y La hija del capitán Por Ángel S. Harguindey largometrajes en 1973 con El love feroz, una comedia que anhelaba consolidar una alternativa al cine más ramplón y al más espeso. Cinco años después conseguía el Oso de Oro del Festival deBerlíncon Las truchas . Desde entonces a hoy ha realizado 20 películas, ha intervenido como guionista en una docena e inclusoha producido tres largometraes. El próximo día 23, José Luis García Sánchez (Salamanca, 1941) estrena Esperpentos, la adaptación al cine de Martes de carnaval , la trilogía de Valle-Inclán formada por Las galas del difunto (1926), Los cuernos de don Friolera (1921) y La hija del capitán (1927), de la que también realizó tres mediometrajes para TVE, y en la que contó con la colaboración de Rafael Azcona en los guiones y con Juan Diego y Juan Luis Galiardo en los papeles protagonistas de un muy amplio reparto. PREGUNTA. Sorprende que a estas altuas se adapte a un clásico como Valle-Inlán. ¿Qué razones puede alegar para el mpeño? RESPUESTA. Detrás de esta película hay os escritores geniales. Uno, Valle-Inclán, inventor delesperpentoliterario. Otro, Azcoa, inventor del esperpento cinematográfio. Ambos, fieles al realismo español que amina siempre entre el hambre y el pecao. O sea, entre la pobreza, la picaresca, el ainete, y el sentimentalismo enfermo, el elodrama. Valle fue un escritor que empezó escribiendo a la manera francesa y acabó inventando la literaturaiberoamericana.Rafael empezó de poeta provinciano en papel y acabó de poeta universal en imágenes. P. ¿Nada que ver con el cine? R. Por pudor, me va a permitir que diga que una de las deudas más sangrientas de nuestro cine es la que ha ido contrayendo, a lo largo de casi cien años, con nuestra mejor cultura. Empezando por la lengua (las lenguas), siguiendo por las artes plásticas, para desembocar en el propio cinema. Creo que estamos maduros para hacer una nueva versión de Bienvenido Mr. Marshall o Balarrasa. P. En la adaptación de Martes de carnaval hay un decididoafán de contextualizara, situarla en su tiempo y circunstancias. R. La películacontienesoterrado un western de nuestra cultura: el duelo estético a istola entre Miguel Primo de Rivera y Ramón del Valle-Inclán. Un enfrentamiento ntre el orden y el desorden. El uno escribiendo y el otro prohibiendo. Los herederos el primero tuvieron silenciado al otro duante cuarentaaños… Los herederos del seundo, consanguíneos o literarios, tratamos hora de reivindicarlo. A ver quién gana. P. Hay unapresencia constante delEjérito, algo que debió obsesionar a Valle-Inlán. R. El Ejército español, del que habla la elícula, está, afortunadamente, en los mueos. Eso y la presencia de la mujer en la vida pública española son los dos aconteciientos que han dado la vuelta a nuestra onvivencia. Con las unas (las chicas) y sin los otros (los militares) es inconcebible una uerraentre españoles. Pero aquellos fantohes de uniforme, aquellos “martes” de caraval es cierto que dan risa y dan pena al ismo tiempo.O sea, el sainete másel melorama. El esperpento. P. Sin embargo, no todo pareceestar en os museos. Personajes como Carlos Fabra actitudescomo la de la jerarquíaeclesiástica nosremitena lapresencia del caciquiso y la oposición a cualquier atisbo de avance científico o social. Sospecho queVale seguiría teniendo material para un rueo ibérico actual…
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EBUTÓ COMO DIRECTOR de
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R. Desgraciadamentepara el país,y afortunadamente para mi oficio, parece que nuestros compatriotas se empeñan en producir argumentos. No titulares de prensa, sino argumentos completos. Lo de Fabra, por ejemplo, nos suministra de propina un yerno agalanado que trabaja parauna dama de carácter. Papelespara la Sardá,para Gabino Diego… Por no hablar de la jerarquía eclesiástica, con Paco Clavel de estrella. P. En un terreno más prosaico, ¿tuvo
que cada vez el deleite es mayor, porque sospechoque Vallen-Inclán es unaenfermedad. Y además, contagiosa. Se infectan los actores, losguionistas…A versi losespectadores se animan a gozar de este virus. P. Habla usted de quese infectan de Valle-Inclán los actores, los guionistas… ¿Ha sido muy complicado trabajar con un reparto tan amplio como el que figura en los créditos?, ¿podría hablar de la calidad de los actores, incluso de esa recuperación,
unas lacras que se arrastran desde hace años, el descontrol de las nuevas ofertas audiovisuales, la puerilización de la oferta comercial… y al mismo tiempo, la apasionante universalizaciónde loscanales,la aparición de unos fanáticos compradores de películas para su colocación junto a los libros… Los del cine deberíamos juntarnos con los funcionarios paraorganizar un poco este laberinto. A nosotros (a los de esta película, me refiero) nos han apoyado, en la
El cineasta José Luis García Sánchez (a la izquierda) en el rodaje de Esperpentos.
muchas dificultades para poner en pie la adaptación? R. Esperpentos es el final deuna aventura profesional de sieteaños de trabajo.Aunque parezca mentira, en España es casi imposible hacer la adaptación de un clásico. El mercado está viciado: el público culto va poco a las salas y menos al share. Pero ha merecido la pena correr la aventura con unos actores locos (y geniales también, que ésa es otra) y un productor pródigo. Ciertamente, hemostenidomuchos cómplices: casi todos están en los títulos de crédito de la película. Esperamos tener otros muchos en los espectadores que vayan a vernos.
aquí como intérpretes, de dos directores medida de sus posibilidades, casi todos los comoJesús Franco y Julio Diamante?,¿qui- profesionales de casi todos los canales. so ser un homenaje a un determinado tipo P. Es evidente que las salas de cine no de cine español? viven su mejor momento. En la Gran Vía R. No sé qué se sentirá concelebrando madrileña apenas quedan locales cuando una misa solemne, de pontifical, cantada… antesera, probablemente,lo que másy meO lidiandouna corrida goyesca. Perosupon- jorla caracterizaba. Al mismo tiempo, parego que debe ser algo parecido a lo que he- ce que se vive una edad de oro del teatro mos vivido haciendo Esperpentos: una con- musical, del que sé que usted es un decidicelebración. La sensación de formar parte do partidario, sobre todo de la zarzuela. deuna casta,o deuna secta,o de una mafia. ¿Qué opina sobre todo esto? Todas las películastienen, esquematizando, R. Me alegra mucho esa pregunta pordos tiposde trabajadores:los que dependen que tengo respuesta, aunqueno muy breve. de la electricidad(fotógrafos, contables,con- Nosé sisu memoria alcanza a untiempo en ductores, carpinteros, gentes que andan el quela músicapública apenasexistía.Algupara arriba y para abajo con emisoras, seca- nasala de conciertos,de programación mendores de pelo y ordenadores) y los que sual, algunos quioscos municipales en el dependen del espíritu (o sea, los artistas, buen tiempo, una ventana detrás de la que arrastrando sus vanidades y fantasías incan- había señoritas enfermas tocando el piano, “La película contiene descentes y demandando constante cariño). un repartidor ambulante de ultramarinos Encasi todos losrodajesmandanlos prime- que silbaba un pasodoble… Y la radio. Un soterrado el duelo ros. En nuestro caso los dueños eran los día se mecanizaron las gramolas, y ahí tieartistas. Muchos y muy raros, pero dotados neslos estadiosllenos para oíren directo las estético a pistola entre de una furiaarcangélica. Por ejemplo, nues- canciones que nacieron en los tocadiscos. Miguel Primo de Rivera y tros predecesores Julio Diamante y Jesús Así, el cine era poco más que la Gran Vía y directores de más de 200 películas, las salas parroquiales. Hoy el cine está en Ramón del Valle-Inclán” Franco, transmutados en dos tipejos de la cultura todas partes, se ha hecho atmósfera, como noventayochesca, iban señalado un camino la música. Es posible que en breve haya que que, efectivamente, era el homenaje a un abrir nuevas salas para aclamar el último determinado tipo de cine español: ese que éxito de ventas en los magnetoscopios. PeP. Usted había adaptado ya al cine, y en nunca se ha podido hacer del todo… En ro, por encima de todo, la gente tendrá que dos ocasiones, a Valle: Tirano Banderas y definitiva, Valle-Inclán, un virus. volver a las salas con espectáculos musicaDivinas palabras. Ahora lo hace en tres P. Habla de las dificultades que encon- les. Y en pareja, para recobrar la acometida películas para televisióny un largometraje. trópara adaptara un clásico, aunque sospe- de los espermatozoides y por tanto los índi¿Quédiferencias hay entre las otrasadapta- choque hay similares dificultades pararea- ces de natalidad. ciones y ésta?, ¿influye el medio al que va lizaruna película, adaptación o no. ¿Cuáles destinada?, ¿es usted más comprensivo o creeque son las razones de dichas dificulta- Esperpentos. Adaptación de Martes de carnaval, de conocedor de Valle ahora que antes? des para realizar cine en España? Ramón M. delValle-Inclán.Director: José LuisGarR. Estamos en un momento muy confu- cía Sánchez. Intérpretes: Juan Diego y Juan Luis R. Las películas corresponden, como es natural enun producto industrial, a lasdife- so.Los cometidosde latelevisión pública, la Galiardo, entre otros. Se proyecta en el Festival de rentes crisis del cine y la tele. Lo bueno es protección del mercado para sanearlo de Málaga el día 20 y se estrena en las salas el 23.
DIOSES Y MONSTRUOS
Por
Carlos Boyero
Reediciones de la belleza Las impagables resurrecciones de Morrison, Reed, Cohen, Evans, Davis … suponen un gozoso retorno de la gran música sólo de lo maleslos dosdiscos doblesmás imprescinperdido canta el hombre, sólo de dibles que he escuchado nunca (junto al su ausencia. Esa certidumbre es Blonde on blonde de Dylan) como son I maximalista pero también es muy can’t stop loving you y A night in San Franelevado su porcentaje de exactitud. Perso- cisco, o esos tres iconos más allá del bien y nalmente, el arte que más me emociona del mal titulados Astral weeks, Moondance pertenece al pasado, ha marcado épocas y Veedon fleece, obras maestras que nos lleconvulsas de mi existencia, ha servido de varíamos a unaisla desiertatodos los Robinconsuelo y de oasis, mantiene íntegro su poder de hipnosis y de belleza a través del tiempo. Me ocurre particularmente con la música. Tuve la suerte de vivir en los sesenta y en lossetenta sus inmarchitables décadas de oro, poblada por clásicos que te van a acompañar toda la vida. Esa convicción puede pecar de conservadora, pero es real. Llevo montones de años sin ansia de novedades, decepcionado la mayoría de las vecescuando me obligo a escuchar a músicos del aquí y ahora con referencias y etiqueta de presunta genialidad. Y me quedo como un témpano, incapaz pero en absoluto preocupado por no pillar las esencias de esos músicos que alborotan el corazón de tanta gente joven. FIRMABA UN POETA que
Van Morrison da lo justo, nos obliga a retroceder a las viejas maravillas si queremos saber algo de su desgarrada alma y de su arte volcánico Todos losque mesiguenregalando éxtasis, haciéndome feliz o actuando como insuperable complemento para lamerme lasheridassuperan lossesenta años o están muertos.Sólo siento entusiasmo y los maravillosos nervios de la espera cuando tengo noticias de quelos amados dinosaurios van a sacar nuevo disco o anuncian una gira. Y esa fidelidad será eterna aunque frecuentemente eches pestes deldesgaste o la comodidad que exhiben tus juglares ancestrales. Nunca imaginé que la voz de VanMorrison serviría algún día para ambientar el hilo musical delos ascensoresy de loshoteles.Y hace mucho tiempo que en sus conciertos yano escuchamos el rugido delmachacado león, ni se inventa en sus últimas entregas canciones prodigiosas e intemporales, ni le acompañanbandaslegendarias. El muy cabrón sólo da lo justo, se sabe popular y requerido, nos obliga a retroceder a las vieas maravillas si queremos saber algo de su desgarrada alma y de su arte volcánico. Peo ahí están para seguir curando todos los
le ha salido de los genitales, ha vuelto a interpretar Astral weeks . Grabándolo en directo (Liveat theHollywood bowl), acompañado de algunos de los ilustres músicos que le secundaban en el momento de su creación. Y es maravilloso que Van Morrison nos vuelva a hablar con incomparable sentimiento y magnetismo de la evocadora
forma deviday demuerte,ha vuelto a cantar Berlin. Y el largamente ausente Leonard Cohen, el para mí incomprensible budista, el más elegante, el más seductor, el más profundo, el más cínico, el más poeta, el quesólo necesita el susurropara enamorar, vuelve a contarnos en Live in London que hay que bailar hasta el final del amor, que sólo podrán salvarse los hombres que se estaban hundiendo, que primero tomaremos Manhattan y después Berlín. Más celebraciones. Ésta, a lo grande. Evocando el cincuentenario del inmejorable Kind of blue, nos ofrecen a los incurables adictos un pack que incluye el mágico sonido del vinilo, el metalizado y vulgar del compact y otro con las grabaciones que se desecharon incluida una versión de 18 minutos de So what, un libro espléndido sobre la gestaciónde aquel milagro y unDVD en el que los que saben de lo que hablan describen con fascinación su descubrimiento de esa cumbre del estilo, de la sensualidad, de la inspiración, de ese estado de gracia en el que todo es armonía, ritmo,
Qué dicha escuchar a Bill Evans y Coltrane a las ordenes de Miles Davis en un disco que se oirá con idéntico placer dentro de mil años
Miles Davis. Antibes 1969, fotografía de Giuseppe Pino.
sones urbanos que sabemos que nunca han existido las islas desiertas. El cowboy malhumorado de Belfast (vila casa en la que nació, era normal) jamás ha respondido a las despreciables peticiones del oyente, es muy suyo, y consecuentemente aparcó en susrecitaleslas canciones de Astral weeks. Pero por cuestiones de derechos discográficos, por la pasta, o porque
atmósfera, sabiduría y perfección. Qué dicha escuchar el misterioso y hermosísimo piano de Bill Evans y el inimitable sonido delsaxode Coltrane,poniéndose a las ordenes de Miles Davis, el fulano que declaraba con legítima arrogancia haber revolucionado varias veces la historia de la música, para crear un disco quese oirácon idéntico placer dentro de mil años. Pienso en el gozoso retorno de la gran música al tropezarme en Amsterdam con una imageny una placa enla fachada deun Colección Peggy Guggenheim de Venecia hotel.Le rindetributo a un huésped permanente que se llamaba Chet Baker. Imagino que fue aquí donde ese yonqui desdentado avenida del Ciprés y del desolado travesti y abismal decidió saltar porla ventana. O le Madame George. lanzaron sus hastiados camellos. ¿Qué más Más resurrecciones impagables. Lou daya?Y recuerdoel gemido desu trompeta Reed,empeñado enenterrar a losqueanda- y su devastador hilo de voz en los últimos banhechos polvo en Berlín, loshombres de discos. Y recuerdas con emoción lo que te buena fortuna y los hombres sin ella, la donó este fulano tenazmente autodestruicanción definitivamente triste, los capri- do. Y te afirmas en que todos los mejores chos de Caroline, los niños perdidos, la de- son viejos o la han palmado. Y que su obra vastaciónfísicay emocional,la droga como seguirá chorreando siempre vida.
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