C. BAUDELAIRE, El Arte Romántico (1869)
Víctor Hugo era, desde un principio, el hombre mejor dotado, el más visiblemente elegido para expresar por medio de la poesía lo que llamaré el misterio de la vida . La naturaleza que se erige ante nosotros, nos volvamos del lado que nos volvamos que nos envuelve como un misterio, se presenta bajo diversos aspectos simultáneos, cada uno de los cuales, seg!n sea más inteligible o más sensible para nosotros, se re"leja con maor o menor viveza en nuestro coraz#n$ "orma, actitud movimiento, luz color, sonido armonía. La m!sica de los versos de Víctor Hugo se adapta a las pro"undas armonías de la naturaleza% escultor, recorta en sus estro"as la "orma inolvidable de las cosas% pintor, las ilumina con sus colores propios. &, como si viniera directamente de la naturaleza, las tres impresiones penetran simultáneamente en el cerebro del lector. 'e esta triple impresi#n resulta la moral de las cosas. (...) &, *qué es un poeta (tomo esta palabra en su acepci#n más amplia), sino n traductor, un desci"rador+ n los poetas excelentes no ha metá"ora, comparaci#n o epíteto que no se adapte con matemática exactitud a la circunstancia actual, puesto que tales comparaciones, tales metá"oras tales epítetos inagotable extraersesedeextraen ningunadel otra parte. "ondo de la universal analogía, no pueden -Víctor Hugo & si pensamos que que a esta "acultad maravillosa une /autier una inmensa inteligencia innata de la correspondencia el simbolismo universales, repertorio de todas las metá"oras, comprenderemos que pueda siempre de"inir, sin "atiga sin "alta, la actitud misteriosa que los objetos de la creaci#n presentan a la mirada del hombre. 0iene la palabra, el verbo, algo de sagrado que nos prohíbe hacer de ella un juego de azar. 1anipular sabiamente una lengua es practicar una especie de sortilegio evocatorio. ntonces es cuando habla el color con voz pro"unda vibrante% cuando los movimientos se erguen se destacan sobre el espacio pro"undo% cuando los animales las plantas, representantes de la "ealdad el mal, ejecutan su mueca inequívoca% cuando el per"ume motiva el pensamiento el recuerdo correspondiente% cuando la pasi#n murmura o ruge su lenguaje eternamente parecido. -0héopile /autier *2uién de nosotros no habrá so3ado, en sus días de ambici#n, con el milagro de una prosa poética, musical, sin ritmo sin rima, lo bastante "lexible lo bastante entrecortada como para adaptarse a los movimi entos líricos del alma, a las ondul aciones del ensue3o, a los sobre saltos de la conciencia+ s, sobre todo, de la "recuentaci#n de las enormes ciudades, del entrecruzarse de sus innumerables relaciones, de donde nace este ideal obsesivo. 'edicatoria de los Pequeños poemas en prosa (El esplín de París)