LOS FRAGMENTOS DE HERACLITO A N G E L J. C A P P E L L E T T !
ED ITOR lí-'. TIEMPO NUEVO, S. A.
sión directa del griego de todos los testimonios bío-doxográficos y de todos los fragmentos del mismo. A la traducción de los testimonios se "hacen extensas notas explicativas, y cada uno de los fragmentos va seguido de la indicación n. de todas las fuentes, referen cias y alusiones que se hallan en la literatura antigua v de algunas de las principales/ex plicaciones o comentarios qué se pueden encontrar entre los autores modernos.
□ LOS FRAGMENTOS DE HERACLITO
Heráclito puede ser conside rado como el primer represen tante del pensamiento dialéc tico en Occidente. Hegel, en su . Historia de la Filosofía, afirma: “ No hay una sola pro posición en Heráclito que yo no haya adoptado en mi Ló2;ca". Marx, por su parte, ¡es cribiendo en la Gaceta Rena na, sos+iene que la filosofía moderna no hace otra cosa sino continuar una tarea ini ciada por el filósofo de Efeso. En el presente libro se nos da, por primera vez, una ver
COLECCION T. N.
ANGEL J. CAPPELLETTI
LOS FRAGMENTOS DE HERACLITO
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EDITORIAL TIEM PO N UEVO S.a.
LA EDICION DE ESTE LIBRO HA SIDO FINANCIADA CON FONDOS DEL CONICIT
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Angel J. Cappellettl
Mayo de 1972
Portada / Víctor Vlano Impreso en Venezuela por Editorial Arte
INTRODUCCION
A diferencia de Parménides, que discurre en verso sobre la aírfitia y la SóSja, Heráclito escribe en prosa; a diferencia de Jenófanes, que es autor de varias obras, no compone sino un libro (a-úyypafifia)1. Las cartas que corrie ron con su nombre son evidentemente apócri fas, como lo demostró ya, en el siglo XIX, J. Bernays 23 . Pertenecen a un autor cínico o cí 4 nico-estoico del siglo i a.C. o i p.C., y hoy se las conoce, por eso, con el nombre de Epístolas Pseudoheraclíteas 8. No se le han atribuido, aparte de éstas, otros escritos, a no ser algunos epigramas, incluidos en la Anthologia Graeca4 (dos de los cuales reproduce Diógenes Laercio5) que, sin duda, son también apócrifos. Igual que Anaximandro y Anaxímenes antes, que Parménides, Empédocles y Anaxágoras des pués, Heráclito llamó a su libro Ilepí <£>tkreo)ç (Sobre la Naturaleza). Más tarde se lo^ de nominó también Moücai (Musas)6. Este título 1. Cfr. Aristóteles, Retórica 1407 b ; Diógenes Laer cio, Vidas de los Filósofos I X ; Clemente de Alejandría, Tapices I 332 B, todos los cuales se refieren al “libro” de Heráclito (en singular). 2. J. Bernays, Die heraklitischen Briefe. Berlín. 1869. 3. Cfr. Epístolas Pseudo-heraclíteas. Rosario, 1960. Introducción. 4. Anthologia Graeca V i l 28. 5. Diógenes Laercio IX 16. 6. Diógenes Laercio I X 12.
tuvo su origen en un pasaje del Sofista de Platón, en que éste habla de las musas iónicaT y sicilianas, para referirse a las~3bctrmas de Heráclito y Empédocles, respectivamente Más tarde, durante la época alejandrina, el ingenio de gramáticos y comentaristas exco gitó otros varios títulos para una obra que, de por sí obscura y plena de sugerencias, se pres taba fácilmente a las más diversas interpre taciones. Los siglos que no podían producir ya un libro como el de Heráclito, produjeron, en cambio, muchos comentarios y muchos nom bres para el mismo. Claras muestras de concep tismo barroco hallamos así en los títulos dados al escritor heraclítico, según testimonio de Diógenes Laercio: ’AxpiPtç oíáxwp.a Tcpiç crcá0¡j(/riv Píou ( Cuidadoso examen para la con ducción de la vida); rvwjxov tíOóüv (Reloj de costumbres)’, Tpóitou x6op.o<; tic, xwv ^up/rcáv-ccov ( Orden del movimiento, él mismo para todos)9. El primero de ellos procede probablemente de Diodoto. Tanto este título como el segundo suponen una interpretación ética del libro del efesio. De ello cabe inferir que se originaron en un medio estoico o influido por el estoicismo. El tercero, en cuanto pone de relieve la unidad de las leyes cósmicas, parece haber surgido asimismo de algún comentarista estoico, aunque no puede excluirse la posibilidad de un origen neoplatónico o neopitagórico. Diógenes Laercio nos informa, en el mismo lugar que el Xlepi (jnio-ecoç estaba dividido en tres capítulos o “ discursos” (Xiyoi): 1) Sobre el Todo (rapl xoü -rcavToç); 2) Sobre Política (TToliriKÓv) y 3) Sobre Teología (deoloyucóv).7 8 7.
Cfr. Zeller-Mondolfo, La filosofia dei Greei nel sviluppo 8torico I. I V . Florencia. 1961, p. 11. 8 . Cfr. Diógenes Laercio I X 6.
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Schleiermacher, el primer editor moderno de Heráclito, ha negado inclusive la posibilidad de que el libro pudiera estar dividido en capítulos o secciones con un contenido temático dife rente. Pero ya Schuster y, después de él, Zeller consideraron indudable dicha posibilidad9. Si nos preguntamos, luego, sobre el origen y sentido de la tripartición referida por Diógenes, nos encontramos con varias hipótesis. La primera, formulada por Schuster y Zeller, la vincula al título Musas, que, como vimos, llevó el libro de Heráclito. Según estos historia dores, las tres partes de la obra corresponde rían a las tres Musas de que nos habla la mito logía griega en su fase primitiva. ,Este-~hipótesis no pasa de ser unatconjetura j£enérica,)ya que no se puede demostrar ñiflgtP" na relación simbólica entre las tres Musas y los tres temas desarrollados en la obra, según Diógenes. Otra hipótesis al respecto ha sido presentada por G. J. Kirk, en su notable obra HeraclitusThe Cosmic Fragmente. Según él, la triparti ción sería obra de un editor alejandrino que se habría inspirado en la división de la filosofía admitida por los estoicos. Sabido es que éstos (como también los académicos y los epicúreos) dividían la filosofía en tres partes: la lógica, la física y la ética, que compararon en alguna ocasión con la cáscara, la clara y la yema del huevo respectivamente. Ahora bien, si con la mejor buena voluntad asimilamos el primer capítulo, cuyo título es Sobre el Todo, a la física, y el capítulo segundo que versa Sobre Política, a la ética, todavía nos queda, como insalvable escollo, la lógica, la cual de ninguna 9.
Cfr. Zeller-Mondolfo, op. cit. p. 10-11.
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manera podemos considerar desarrollada en el tercer capítulo, titulado Sobre teología. La hipótesis de Kirk resulta, pues, tan in aceptable como la de Schuster y Zeller. Sólo nos queda, pues, suponer que la tripar tición mencionada por Diógenes procede del propio Heráclito y que los títulos, si no fueron puestos por él mismo, se originaron por lo me nos entre sus seguidores o sedicentes discípulos, en una época no más reciente que la de Sócrates y Platón. La obra de Heráclito, leída y muchas veces comentada en la Antigüedad, discutida, anali zada, versificada, atacada acerbamente y entu siastamente seguida por griegos y romanos has ta el período helenístico “ , cae, junto con tantos otros testimonios de la ciencia y de la filosofía antiguas, en un completo o casi completo olvido durante la Edad Media. De este naufragio sólo han llegado hasta nosotros poco más de un centenar de fragmen tos, recogidos por la filología moderna en las obras supérstites de autores griegos, romanos y cristianos. Ya en 1573, el ilustre humanista Henry Estienne (Henricus Stephanus) publica, con el título de Poesis philosophica, los restos de varios antiguos filósofos cuyas obras se ha bían perdido, y entre ellos incluye una primera colección de los fragmentos de Heráclito. Juan Alberto Fabricio, incluye también en su Bibliótheca Graeca, que ve la luz de Hamburgo, a1 0 10. Entre los que comentan, en la Antigüedad, el libro de Heráclito, están el gramático Diodoto y los filó sofos estoicos Oleantes y Esfero (Cfr. Diógenes Laercio I X 1 5). E l poeta yámbico Escitino lo versificó (Cfr. Diógenes Laercio I X 16).
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comienzos del siglo XVIII, una serie de fragmen tos del efesio. Friedrich Schleiermacher, el conocido autor de los Monologen y del Ueber Offenbarung und Mythologie, que también tradujo a Platón, fue el primero que hizo una edición crítica de di chos fragmentos (de los cuales publicó ya 72), y les agregó una serie de testimonios biodoxográficos. Los fragmentos y testimonios apare cen, junto con un estudio en el que se intenta una reconstrucción de la filosofía heraclítica, como un todo orgánico y sistemático, en la par te III, volumen II de las Samtliche Werke (Berlín, 1838, pp. 1-146). Algunos años más tarde, Mullach publica una nueva edición de los fragmentos del efesio, notablemente aumentada (ahora son ya 95), gracias al descubrimiento de los libros IV-IX de la Refutatio omnium haeresium de Hipólito ■ Romano, en un manuscrito del Monte Athos. Dicho descubrimiento (realizado por Mynoides Mynas en 1842) fue objeto de una edición rea lizada en Oxford, en 1851, por Miller. De ella extrajo Mullach una serie de pasajes heraclíticos, citados por el apologista romano, en su refutación de Noeto y de los patripasianos (Fragmenta Philosophorum Graecorum. I. Poeseos philosophicae caeterorumque ante Socratem quae supersuni. París, 1857). En 1887 el filólogo inglés I. Bywater pu blica una nueva edición crítica de los frag mentos de Heráclito, esta vez en número de 130. Les añade también los testimonios anti guos sobre vida, obra y doctrina del filósofo y hasta las Epístolas Pseudoheraclíteas. Acogien do la tripartición de la obra referida por Diógenes Laercio, divide los fragmentos, agrupán dolos en tres secciones: Sobre el Todo, Sobre Política y Sobre Teología. Esta edición (Hera-
eliti Ephesii Reliquiae. Oxford) puede tenerse ya como casi definitiva. Sin embargo, en 1901. Hermann Piéis, autor de numerosos trabajos sobre el pensamiento presocrálico, da a la luzuna nueva edición de los Iragmentos de nera^ clft(TXHéraklHto& von Ephesos-iJnechisch und Deutsch. Berlín), que ha servido de base, en nuestro siglo, a la mayor parte de las traduc ciones y de los estudios críticos. Dicha edición fue luego incluida en una obra más extensa, que recoge los fragmentos de todos los pre socráticos: Die Fragmente der Vorsokratiker, publicada en Berlín, en 1903. (Lleva ya nueve ediciones; a partir de la 5» con la revisión de Kranz). Lo que Diels añade a los textos publicados por Bywater no es mucho, pero impone, en cam bio, una nueva ordenación, más objetiva, a los fragmentos, elimina algunos que son paralelos, selecciona con mayor rigor crítico los testimo nios, da una nueva versión alemana y, sobre todo, añade una serie de valiosas anotaciones filológicas. La edición de Diels no incluye las jEpístolas, pero sí algunas imitaciones (par te C). Para disponer los fragmentos usa como cri terio el orden alfabético de los autores que sir ven de fuente, aunque exceptúa de esta regla a los dos primeros fragmentos que, según ates tigua Sexto Empírico, contienen las palabras con que Heráclito iniciaba su libro. Se propone desterrar así los criterios subjetivos que, par tiendo de una “ concepción básica” o de un su puesto plan, intentaron reconstruir, a través de los fragmentos, el libro mismo del efesio. De esta manera desea superar no sólo las cons trucciones como la de Schuster, a quien ya ha bía criticado Zeller, sino también las ordena ciones como la de Bywater (utilizado, entre 10
otros, por Burnet en la traducción de los frag mentos que incluye en su Early Greek Phi-
losophy). El criterio externo empleado por Diels re sulta, sin duda, práctico. Sin embargo, el pre supuesto último del mismo parece inaceptable. En efecto, Diels, igual que otros críticos y traductores de Heráclito, supone que el libro de éste estaba constituido por una colección de aforismos o sentencias, carentes de toda interconexión. María Cardini Timpanaro (Eraclito-Frammentí e testimoníame. Lanciano, 1919) sostuvo así el carácter asistemático de la filosofía heraclítica y negó toda secuéncia lógica entre los diferentes fragmentos. Más tarde, la hipótesis de Diels, aunque im pugnada por muchos historiadores y filólogos, halló nuevamente apoyo en Gigon y Kirk. Este último ha expuesto una versión todavía más osada de la misma, pues supone que las sentencias fueron, al principio, puramente ora les, y que sólo en un momento posterior se las consignó por escrito y compiló en un libro. Según Kirk, habría pasado con los aforismos del Sobre la Naturaleza de Heráclito algo pa recido a lo que pasó con las sentencias y pará bolas de los Evangelios sin&pticos y a lo que, según el sinólogo H. A. Giles, pasó con el Too Teh King de Lao Tse n . Pero, en primer término, contra esta conje tura, puede argüírse que no existe un solo tes timonio en toda la biodoxografía heraclítica que pueda fundamentar la idea de una transmi sión oral de la enseñanza del filósofo. Ni siquie-1 11. “ The remains o f Lao-tzu” . China Review. X IV . Hong Kong. 1886.
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ra puede suponerse, partiendo de la tradición antigua, que Heráclito impartiera nunca una enseñanza oral. En segundo lugar, puede decirse que dicha hipótesis colide inclusive con la biodoxografía: a) de un modo directo choca con la tradición que nos presenta al efesio depositando su es crito en el santuario de la diosa Artem isa12; b) indirectamente contradice el testimonio de Aristóteles, quien hablando del estilo de Herá clito 13 da por supuesto, al igual que el Pseudo Demetrio14, que el estilo del filósofo efesio es un estilo escrito y no oral. Por otra parte — y ahora no sólo contra Kirk sino también contra Diels, Cardini, Gigon, etc., cabe afirmar que no toda la obra del efesio tenía un carácter aforístico. En efecto, el aná lisis de los fragmentos que conservamos nos prueba que, aun cuando en la mayor parte de los casos se puede atribuir una estructura afo rística a los mismos, esto no sucede siempre, ya que, por lo menos el fragmento primero, el cual, según Aristóteles y Sexto Empírico, corresponde al inicio de la obra, muestra la forma de una exposición más o menos extensa. De acuerdo con todas estas consideraciones podemos formular, pues, la siguiente hipótesis sobre la composición y estructura del libro de Heráclito: Este escribió un “ libro” en el sentido propio y literal de la palabra (aüyypafiftaY y io escribió de puño y letra. Pichó libro es= taba compuesto en gran parte por proposiciones breves, de estilo apotegmático. Ello no quiere decir, sin embargo, que no hubiera allí pasajes" de una distinta estructura estilística, que tu^ 12. 13. 14.
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Cfr. Diógenes Laercio I X 6. Retórica 1407 b. Pseudo-Demetrio 192.
vieran, por ejemplo, el carácter de "discursos” o "disertaciones” mas o menos solemnes. P or lo -menos en lo ~que se refiere al comienzo de- la Pbra~esto es ^enteramente cierto. Por otra parte, el- estiló^prepoñderantemente aforístico no impide tampoco que entre el contenido de las diversas sentencias exista una cierta conexión lógica y una cierta cohe rencia temática. Esto fue precisamente lo que hizo posible la división del libro en tres capí tulos que, como dijimos, hizo el propio autor. Por encima de todo, sin embargo, debe adver tirse que, como dice Fraenkel, apoyado aquí por Mondolfo1 16, todos los fragmentos, aun cuan 5 do se los estudie aisladamente, conservan una íntima afinidad entre sí, en cuanto proceden de un pensamiento único y altamente coherente, de tal manera que, con total prescindencia del orden en que se los ponga, cada uno de ellos está unido y conectado con todos los otros me diante un complejo de relaciones de sentido, que esclarecen y amplifican su particular sig nificación. Entre los “ disjecta membra” del antiguo cuerpo heraclítico fluye aún una vida única. Y del pensamiento y los fragmentos de Heráclito puede decirse lo que el Cusano y Bruno decían del Ser: que está todo entero, presente, en cada uno de los seres. El trabajo que entregamos aquí al lector y, sobre todo, al estudioso de la filosofía, no es una interpretación del pensamiento de Herá clito, que hemos intentado ya en otra parte16, sino una traducción española de todos los frag mentos, y de todos los testimonios antiguos so bre la vida, la obra y la doctrina del efesio. Nos 15. Zeller-Mondolfo, op. cit. p. 15. 16. Véase mi libro, La filosofía de Heráclito de Efeso. Caracas, Monte Avila, 1971.
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hemos basado, para esta traducción, en el texto griego de Diels-Kranz, Die Fragmente der Vorsokratiker, Berlín, 1954. Pero también hemos tenido en cuenta la edición de R. Walzer (Erach'ío-Florencia, 1939). La versión de los Testi monios lleva al pie de página una serie de notas explicativas. A cada uno de los Fragmentos le sigue una nota en que se consignan las otras fuentes del mismo, aparte de la señalada en el texto (cuando las hay) y también las referen cias que al fragmento encontramos en diversos autores antiguos. Igualmente remitimos, en muchas ocasiones, a estudios interpretaciones o menciones significativas del respectivo frag mento en autores modernos, particularmente en filósofos e historiadores de la filosofía. No hemos traducido aquí las imitaciones que forman la parte C en la edición de Diels 17, por la misma razón que no incluimos las Epístolas pseudo-heraclíteas: creemos que merecen tra ducción y estudio aparte. Queremos aclarar, finalmente, que en la tra ducción hemos trasliterado algunos términos griegos, como Kósmos y Lógos, para dejar cons tancia de su significado especial, intraducibie mediante un solo vocablo castellano.
17. Véase Mondolfo, Eraclito-Testimonianze e imitazioni. Florencia. La Nueva Italia.
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A. TESTIMONIOS
I.
VIDA
1.
Diógenes Laercio, IX , 1-171
1. Heráclito, hijo de Blosón o, según algu nos, de Heraconte, efesio2. Floreció alrededor de la sexagésima novena Olimpíada3. Fue, más 1. El primer testimonio biodoxográfico, que es tam bién el más extenso y detallado, aunque no él más digno de fe, corresponde a la Vidas de los filósofos de Dió genes Laercio. Este vivió probablemente en el siglo II después de Cristo y escribió dicha obra para una dama llamada Arria. Allí recoge, con escaso sentido crítico y deficiente método, uná enorme cantidad de noticias so bre la vida, la obra y las doctrinas de los filósofos griegos .(Cfr. F . Leo, Die grieehisch-romische Biograr phie nach ihrer litterarisehen Form, Leipzig, 1901. Citado por W alzer). En este caso acepta todos los ele mentos que configuran la leyenda de Heráclito, los cua les se originan en una deformación de las ideas expre sadas en las ipsissima verba del filósofo (C fr. J. Burnet, Early Greek Philosophy, Londres, 1958. p. 131; H. Frankel, “ A thought pattem in Heraclitus” en American Journal of Philology, 59). 2 . El nombre “ Blosón”, que Diógenes atribuye al padre de Heráclito, parece mejor atestiguado que “ Blisón” , usado por Suidas (A la ) y por Clemente Alejan drino (A 3 ) . El nombre “ Heraconte”, que Suidas (ibid.) transforma en “ Heracino” , corresponde tal vez, como opina Walzer (Eraclito, Florencia, 1939, p. 1 1 ), si guiendo a Schuster (“ Heraklit von Ephesus” en Acto Societatis Philologieae Lipsiensis, 1873, III, p. 362), al abuelo de Heráclito. 3. Diógenes, cuya fuente es, en este caso, Apolodoro que, a su vez, parece haberse atenido, como Zeller se ñala, a Eratóstenes, sitúa el flourit de Heráclito en la sexagésimo novena Olimpíada, esto es, entre los años 504 y 500 a. C.
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que otro ninguno, orgulloso y altanero, según se colige por su libro, en el cual dice: “ La eru dición no enseña a tener entendimiento, porque en tal caso se lo habría enseñado a Hesíodo y a Pitágoras y aun a Jenófanes y a Hecateo” \ “ Pues en una sola cosa consiste la sabiduría: en conocer el designio por el cual todo mediante todo se rige” B. Dijo que “ Homero es digno de ser expulsado de los certámenes públicos y de ser azotado, y Arquíloco lo mismo” 4 6. 5 2. Dijo también que “ es preciso extinguir la prepotencia más que un incendio” 7, y que “ es preciso que el pueblo luche por la ley como por las murallas” 8. Recrimina asimismo a los efesios por haber desterrado a su com p a ñ e ro Hermodoro, cuando dice: “ Seria justo que todos los efesios púberes se estrangulasen y dejasen la Ciudad en manos de los impúberes, pues deste rraron a Hermodoro, el varón más virtuoso que tenían, diciendo: Entre nosotros ni uno solo debe ser más virtuoso; si no, séalo en otro lugar y entre otras gentes” 9. Como fuera ele gido por aquéllos para legislar, rehusóse con desprecio, porque la ciudad estaba ya sujeta a un régimen depravado10. 4.
Corresponde a B 40.
5.
Corresponde a B 41.
6.
Corresponde a B 42.
7.
Corresponde a B 43.
8.
Corresponde a B 44.
9.
Corresponde a B 121.
10. Sobre lo que Heráclito entendía por “ régimen depravado” encontramos una interpretación cínica o cínico estoica en Epístolas pseudo-heraclíteas, V II, 4-10, que no corresponde, naturalmente, al pensamiento de Heráclito mismo.
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3. Habiéndose retirado luego al santuario de Artemisa u , jugaba a la taba con los niños1 12, 1 y como los efesios hicieran círculo en torno a él, dijoles: ¿Por qué os asombráis, perversos? ¿Acaso no es mejor hacer esto que colaborar con vosotros en el gobierno?13. Y al final, ha biendo abominado de los hombres 14 y huido de ellos, pasaba su vida en los montes, comiendo verduras ~y hierbasi5. Pero, habiendo enter11. La vida religiosa de Efeso giraba en torno al culto de una diosa de orígenes prehelénicos, asimilada luego al panteón griego con el nombre de Artemisa. A dicho culto estaban vinculados, como hace notar Ramnoux (Héraclite ou Vhomrne entre les choses et les mote, París 1959, p. 404-405), fuertes intereses económicos. Medio milenio después de Heráclito, el autor de los Hechos de los Apóstoles relata (X I X , 24-40) que un tal Demetrio, junto con los plateros que forjaban imágenes del templo y de la diosa, provocaron contra Pablo de Tarso y sus discípulos un alboroto, precisamente por que éstos, al combatir el culto de Axtemisa (D iana), cegaban la fuente de sus ganancias. 12. Que Heráclito jugara a la taba (la palabra astrágalos significa “taba” , de donde el verbo astragalizo, que quiere decir “jugar a la taba” ) y que lo hiciera con los niños, parece ser una anécdota fraguada sobre las palabras, ciertamente nada claras, de B 52, donde se habla del tiempo como de un niño rey que juega a los dados, y sobre las de B 121, donde Heráclito declara que los efesios deberían dejar su Ciudad en-manos de los impúberes (C fr. B 70, B 79). 13. Las duras palabras que, según Diógenes, dirigió el filósofo a sus compatriotas, condicen con la caracte rización que el propio Diógenes ha hecho de él, al decir poco más atrás (I X . 1) que “fue, más que otro ninguno, orgulloso y altanero” . 14. Cfr. B 121. 15. Las palabras “pasaba su vida en los montes, co miendo verduras y hierbas” pueden haber encontrado .eco, tal vez, en aquellos versos de Calderón de la Barca (La vida es sueño, Jorn. I, esc. 2) : Cuentán de un sabio que un día tan pobre y mísero estaba, que sólo se alimentaba de unas hierbas que cogía.
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mado de hidropesía16 a causa de esto mismo, bajó a la ciudad y preguntó a los médicos, a modo de enigma17, si podían producir la se quedad a partir de la humedad extrema18. Y como éstos no lo comprendieran, enterrán dose en un establo de bueyes, creyó que la hu medad de su cuerpo se evaporaría por el calor animal de la boñiga19. Pero, no habiendo con seguido nada aun así, acabó su vida a los se senta años 20. 16. La idea de que Heráclito enfermó y murió de hi dropesía se basa, sin duda, en el fragmento 77, donde se dice que “para las almas es placer o muerte el hume decerse” , y, sobre todo, en el fragmento 36: “ Para las almas es muerte transformarse en agua, etcétera” (Cfr. Patín, Heraklits Emheitslehre, Munich, 1885, p. 3 ). (Acerca de la enfermedad de Heráclito, véase también F . Lasalle, Die Philosophie Herakleitos des Dunklen von Ephesos, Berlín, 1858, I, p. 165.) 17. La expresión “ a modo de enigma” deriva de la tradición que hace de Heráclito un filósofo obscuro y tenebroso (Cfr. A 1,6; A 4 a-c, etcétera). 18. Cfr. Epístolas pseudo-heraclíteas, V I. 1-3; Hipó crates, Sobre el régimen, I. 15; Taciano, Discurso a los griegos, 3. 19. La leyenda que atribuye a Heráclito el extraño procedimiento de cubrirse con boñiga para que se eva porara la excesiva humedad del cuerpo, se basa tal vez en la idea de que el calor animal, que es un calor húme do, o sea, una mezcla de fuego y agua, resulta el medio adecuado para que se realice el tránsito de la humedad (agua) a la sequedad (fuego). 20. La noticia de que Heráclito vivió sesenta años parece provenir de Aristóteles, según se puede ver en otro pasaje de Diógenes Laercio (V III, 5 2 ), donde lee mos: “Aristóteles dice que éste (Empédocles) y también Heráclito murieron a los sesenta años” . Sin embargo, Sturtz, seguido por Cobet, propuso una corrección del texto de Diógenes, poniendo “ Heráclides” en lugar de “ Heráclito” (C fr. Zeller-Mondolfo, La filosofía dei Greci, IV , Florencia, 1961, p. 9 ) .
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4. Cuenta Hermipo 31 que aquél preguntó a los médicos si alguno de ellos podía librarlo de ,1a humedad, evacuándole los intestinos, pero que, como éstos respondieran negativamente, se itendió al sol y ordenó a los niños 22 que lo cu brieran de boñiga23. Extendido, pues, de esta manera, murió al siguiente día, y fue sepultado en el A gora2t. Neantes de Cízico2 252 4 , por su par 6 te, dice que, no habiéndosele podido quitar de encima el estiércol, allí quedó, y que, como no se le pudiera reconocer a causa de la transfor mación sufrida, vino a, ser devorado por los perros2B. / / 5. Fue excéntrico desde niño; cuando era joven solía decir que nada sabía, al llegar a la edad adulta, en cambio, que todo lo había com-
21. Se trata de Hermipo de Esm im a, filósofo e his toriador que vivió en la segunda mitad del siglo m a. C. y que fue discípulo de Calimaco de Alejandría. Escribió una serie de biografías muy utilizadas por los autores de la época siguiente (Cfr. F . Leo, op. eit., p. 127 sgs.). 22. La referencia a los niños se vincula, sin duda, a lo que dice poco antes (“jugaba a la taba con los ni ños” ) y tiene iguales fundamentos en las ipsissima ver ba (C fr. nota 12). 23.
Cfr. nota 19.
24. Esta noticia, si fuera verdadera, indicaría que los efesios estimaban en mucho a Heráclito, a pesar de todos los desaires que les había hecho. 21TW eantes de Clzico”, historiador y filósofo, vivió durante el siglo n i a. C. Escribió varias obras: Helé nica, Pitagórica, Memorias del rey Atalo de Pérgamo, de todas las cuales no quedan sirio algunos fragmentos recogidos por otros autores antiguos (C fr. O. Gigon, Untersuchungen zu Heraklit, Leipzig, 1935, p. 133). 26. La idea de que Heráclito fue devorado por los perros tiene quizás su origen en una antojadiza inter pretación del fragmento 97, donde se dice que: “ Los perros ladran contra lo que no conocen” .
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/ prendido 27. No fue discípulo de nadie, pero de cía que se había investigado a sí mismo 28 y que todo de sí mismo lo había aprendido. Soción29, sin embargo, refiere que algunos lo consideraron discípulo de Jenófanes 303 , y que Aristón 81 en el 1 libro Sobre Heráclito afirma que éste se curó de la hidropesía y que murió, en cambio, de otra enfermedad. Esto lo dice también Hipoboto 32. El libro que se le atribuye trata en ge neral Sobre la Naturaleza 33, y se divide en tres 27. Tal vez esta noticia se base en nna arbitraria interpretación del fragmento 79, donde se dice: “ El hombre parece niño frente al genio, igual que el niño frente al hombre” . 28. Cfr. B 101. 29. Soción de Alejandría fue un historiador del si glo n i a. C. que escribió una obra titulada Sucesiones de los filósofos (Cfr. H . Diels, Doxographi Graeci, Ber
lín, 1929, p. 147) . No se lo debe confundir con otro Soción de Alejandría, filósofo estoico, que vivió en el siglo I de nuestra era y fue maestro de Séneca. 80. Que Heráclito haya sido discípulo de Jenófanes parece poco probable por razones de índole cronológica. En efecto, Jenófanes abandonó Jonia ante la invasión meda (540 a. C .), esto es, antes de que Heráclito nacie ra (Cfr. J. Bumet, op. d t., p. 131). Ello no significa, sin embargo, que el efesio no haya frecuentado las obras y el pensamiento del colofonio o que no haya recibido su influencia. El fragmento 40 nos demuestra que conocía de Jenófanes lo suficiente como para criticar sus métodos. 31. Se trata probablemente de Aristón de Quíos, filósofo estoico del siglo m a. C., que compuso, según parece, además de la obra Sobre Heráclito, una biogra fía de su contemporáneo Epicuro. 32. Hipoboto, historiador cuya patria y época se desconocen, fue autor de una Crónica de los filósofos, que Diógenes cita en otro lugar (I. 42). 33. Heráclito escribió en prosa, a diferencia de Je nófanes, Parménides, Empédocles, y como lo hicieron Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras. Usó el dialec-
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capítulos: Sobre el Todo, Sobre Político, y So bre Teologíai*34. 6. Lo depositó en el santuario de Artemisa, habiendo cuidado expresamente, según algunos, de escribirlo en modo asaz obscuro, para que sólo accedieran a él los que fueran capaces d e. hacerlo y para que no se viera manoseado por
to jónico (C fr. Zeller-Mondolfo, op. cit., IV , p. 10) y su obra llevaba por título Sobre la Naturaleza (Per» . Physeos), al igual que las de casi todos los presocráti cos. Dicho título proviene del mismo Heráclito. No así, en cambio, el título Musas con que también se la conoció en la antigüedad (C fr. Diógenes, I X . 1 2). Dicho título se origina en Platón (Sofista, 242 d ) , co mo sostiene Zeller (op. cit., p. 11) contra Schuster (op. cit., p. 329). Heráclito no escribió más que esta obra, según puede inferirse del simple hecho de que los auto res antiguos no le atribuyan otra. 34. Parece posible sostener, como lo hace Schuster (op. cit., p. 4 2 ), apoyado por Zeller (op. cit., p. 1 0 ), contra Schleiermacher (Herakleitos der Dunkle von Ephesos en Sdmtliche Werke, III, p. 25 sg s.), que la obra tenía ya en su forma originaria diversas secciones, cada una de las cuales llenaba una finalidad distinta. Más aún, ello resulta muy probable. La tripartición de que habla aquí Diógenes puede ser, pues, del mismo Heráclito. Si proviniera, como sostiene Eirk, de una edición alejandrina, en la cual se habría seguido la división estoica de la filosofía, no se comprendería bien cómo lógica, física y ética, esto es, las tres partes de la filosofía según los estoicos, pueden corresponder a las tres partes del escrito heraclítico indicadas aquí por Diógenes. De cualquier manera, autores como Schuster y Bywater (apoyados por Bum et) intentaron ordenar los fragmentos de Heráclito a partir de esta noticia de Diógenes. Más tarde, H. Diels, seguido casi unánime mente por comentadores y traductores, impuso un or den externo (que no implica intento alguno de recons trucción del original), al disponerlos por orden alfabé tico de fuentes, con excepción de IOS fragmentos 1 y 2, " qHé~Sexto Jámpirico indica expresamente como correspondientes al comienzo de la obra.
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el vulgoSB. Al mismo se refiere también Ti món 3e, cuando dice: 35. Que Heráclito depositara su escrito en el templo de Artemisa resulta verosímil. Los motivos por los cua les lo hizo, suponiendo que este hecho fuera real, han sido interpretados de diversa manera. Decir, como Teichmüller (Neue Studien zur Geschichte der Begriffe, v. II, p. 124), que de ese modo el efesió quería que su obra fuera accesible sólo a los iniciados (C fr. Taciano, Discurso a los griegos, 3 ) , supone admitir la idea de que el mismo filósofo era un seguidor de los misterios en sentido literal. Pero decir, como Zeller (op. cit., v. IV , p. 12), que Heráclito puso allí su escrito simple mente para asegurar su conservación y utilización, supone una minimización del sentido del acto, que tam poco resulta satisfactoria. La deposición del libro tiene un significado simbólico, que se vincula con la interpre tación que Heráclito da de la religión en general y de los misterios en particulai\^st 36. Timón de Fliunte, filósofo escéptico del siglo iii a. C., fue discípulo de Estilpón de Megara y de Pirrón de Elis. Enseñó en diversas ciudades de Grecia y final mente en Atenas. Parece haber sido un escritor muy fecundo, pues se le atribuyen nada menos que sesenta dramas, treinta comedias y tragedias, varios diálogos y tratados filosóficos. Entre éstos había un escrito Sobre las sensaciones y otro Contra los físicos. En su obra Sílloi, compuesta en hexámetros, satiriza a todos los filósofos que le precedieron, con excepción de Pirrón y de Jenófanes (autor también de Sílloi satíricos). Es ta obra, de la cual conservamos 150 versos, estaba divi dida en tres libros. Los dos últimos tenían forma de diálogo y sus interlocutores eran el mismo poeta y Jenó fanes. En los versos que nos quedan, dice Robín (El pensamiento griego y los orígenes del espíritu cientí fico, Barcelona, 1926, p. 419) “ se advierte la imitación de Jenófanes, con un humor más brutal, y tal vez tam bién la misma nobleza de acento” . De hecho, este de fensor de Pirrón, a quien Sexto Empírico (Contra los matemáticos, I. 53) llama “ el profeta de las doctrinas pirrónicas” , que critica inclusive al neoacadémico Arcesilao, está lejos de demostrar hacia Heráclito la simpa tía que sentirán después por él otros escépticos como Enesidemo (Cfr. Cappone Braga, “ L'eraclitismo di Enesidemo” en Rivista di Filosofía, 1931, v9 1, p. 334 7). Sobre Timón de Fliunte cfr. V . Brochará, Los es cépticos griegos, Buenos Aires, 1945. p. 98-114.
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“ Entre ellos, llorón, levantóse Heráclito, despreciado!- de la plebe, enigmático” S7. Teofrasto38 sostiene que, a causa de su me lancólico humor39, algunas cosas las dejó a medio escribir y otras, plagadas de contradic37. Cfr. Diels, Poetae philosophi, 9 B 43. 38. Teofrasto, discípulo de Aristóteles, nació en Eresos ^te Lesbos y murió en Atenas (388-288 a. C .). Sucedió a su maestro en la dirección del Liceo, a partir del año 322. Aunque no se puede aceptar la tesis de J. Zürcher (Aristóteles’ Werk und Geist, Paderborn, 1952), según la cual Teofrasto retocó e inclusive escri bió la mayor parte de las obras atribuidas a Aristóteles que tienen carácter realista y no platónico (cfr. E. Elorduy, “ El nuevo Aristóteles de J. Zürcher” en Pen samiento, n? 31, p. 325-356), la verdad es que aquél continuó y perfeccionó varias líneas de investigación iniciadas por Aristóteles. A sí, en lógica encontró nue vos modos y sólo en la primera figura pudo agregar nueve; trabajó en la teoría del silogismo hipotético y disyuntivo, etcétera (C fr. I. M . Bochenski, La, logique de Théophraste, Friburgo, 1947) ; en ciencias biológicas pasó del estudio de los animales, iniciado por su maes tro al de las plantas y llegó a ser, por sus tratados de Historia de las plantas y Sobre las causas de las plan tas, el verdadero fundador de la botánica (C fr. W . Capélíe, "Z u r Ceschichte der gnecWScEe Botanik” en Philologus, 1910). La psicología empírica, iniciada por Aristóteles, se prolonga en una caracterología por obra de Teofrasto. En efecto, en su obra Caracteres describe treinta tipos humanos, dando muestras de un fino espí ritu de observación (Cfr. G. Pasquali, Sui caratteri di Teofrasto, Nápoles, 1919). Su escrito Opiniones de los físicos es particularmente importante para el conoci miento de la filosofía presocrática (cfr. M. Muehl, “ Theophrast und die Vorsokratiker” en Archiv für Geschichte der Philosophie, 1923). Escribió además otras varias obras (de las que sólo quedan fragmentos) sobre psicofisiología (Sobre el sentido, Sobre los olores), so bre física {Sobre el fu ego), sobre mineralogía (Sobre las piedras), sobre meteorología {Sobre los signos del tiempo, dudosa), etcétera, así como sobre metafísica y ética (C fr. F . Dirlmeier, “ Zur Etnik des Theophrast” en Philologus, 1905, p. 248 sgs.). 39 Cfr. Plinio, Historia natural, V II. 79 sgs.; Sé neca, Sobre la tranquilidad del alma, X V . 2.
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dones. Como muestra de su altanería refiere Antístenes 40 en las Sucesiones, que renundó al reino en favor de su hermano 41. Su libro, por otra parte, adquirió tal renombre que hasta se formó en torno al mismo un grupo de se cuaces, denominados “ heraelíteos” 42. 7. En general, éstas son sus opiniones43: Del Fuego provienen todas las cosas y en el mismo se resuelven; todas suceden según la fa talidad y por medio de la transmutación de los contrarios se integran los seres. Y todo está llejno de almas y de genios44. Algo dijo también 40. Antístenes de Rodas fue un escritor que vivió hacia el año 200 a. C. y compuso una Historia de su propia época, mencionada elogiosamente por Polibio (cfr. F. Leo, op. eit., p. 8 3). 41. Una tradición que, como señala C. Ramnoux (op. cit., p. 62-63), no es necesariamente una leyenda, hace nacer a Heráclito dentro de la familia real y sacerdotal ,de los Androclidas (cfr. A 2 = Estrabón, X I V .3 ), los cuales, al fundar la ciudad de Efeso, habrían traído consigo desde el Atica un culto demetríaco, aunque tampoco es imposible que, originarios de Mesenia, hu bieran importado cultos predóricos semejantes a los de Andania (cfr. Picard, Ephése et Claros. Recherches sur íes Sanctuaires et les Cuites d’Ionie du Nord, Pa rís, 1922). Los descendientes de Codro y de Androclo no ejercían ya en tiempos de Heráclito la soberanía ni tenían poder político alguno, pero conservaban aún ciertas funciones sacerdotales y ciertos símbolos hono ríficos, que los distinguían de sus conciudadanos. A esto parece haber renunciado Heráclito, de acuerdo con la presente noticia. 42. Uno de estos heraelíteos, el más conocido sin duda, fue Cratilo, el primer maestro de filosofía que tuvo Platón (cfr. G. Zuccante, “ Platone: Cratilo eracliteo, primo maestro di filosofía” en Rivista di Filoso fía, 1930, p. 289). 43. Lo que sigue es un resumen de Teofrasto, aun que no realizado directamente sobre el texto original. 44. Cfr. Aristóteles, Sobre las partes de los anima les, 645 a. Algo muy semejante atribuye el mismo Aris tóteles (Sobre el alma, 411 a) a Tales de Mileto (cfr. Platón, Leyes, 899 b ) .
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sobre todas las alteraciones'qúe coexisten en el Kósmos y, por de pronto, que el sol tiene la magnitud con que aparece45. Dijo además: “ Andando no encontrarás los límites del alma, aunque recorras todos los caminos: tan pro fundo es su lógos” 464 . Y afirmaba que “la opi 7 nión es una epilepsia y que la vista engaña” 4T. Límpida y claramente se expresa a veces en su libro, de manera que hasta el más rudo con facilidad lo comprende y eleva su alma. La con cisión y la profundidad de su estilo son incom parables. 8. He aquí48, en particular, sus doctrinas: el Fuego es el elemento primordial y todas las cosas son modificaciones del Fuego495 , engen 1 0 dradas por rarefacción y condensación80. Sin embargo, nada establéce con claridad. Todas las cosas se engendran por contraposición y fluyen en su totalidad a manera de un río El Todo es limitado y forma un solo Kósm os525 ; el mis 3 mo nace del Fuego y otra vez al Fuego retoma alternadamenteBS, según ciertos períodos deter minados para todos los tiempos. Y esto sucede según la fatalidad. Entre los contrarios, lo que conduce al nacimiento llámase guerra y discor 45. Cfr. Aecio, II. 21, 4 = B 3 (cfr. Cicerón, Sobre los confines del bien y del mal, I. 6, 2 0 ). 46. Corresponde a B 45. 47. Corresponde a B 46. 48. Los parágrafos que siguen, del 8 al 11, corres ponden a un resumen del texto de Teofrasto (Cfr. K. Reinhardt, Parmenides und die Geschichte der griechischen Philosophie, Bonn, 1916, p. 171 sgs.). 49. Cfr. B 90, 30, 31. 50. Cfr. A 5 = Simplicio, Física, 23, 33 Diels ( = Teofrasto, Opiniones de los físicos, fr g 1, en Doxographi graeci, 475). 51. Cfr. B 12, 91, 49 a. 52. Cfr. B 30, A 5 b. 53. Cfr. B 90,76, A 5 c.
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dia; lo que conduce, en cambio, al incendio, concordia y paz64. La transmutación denomí nase camino hacia arriba y hacia abajo65, y conforme a ella el Kósmos es engendrado. 9. El Fuego, al condensarse, se torna hú medo; al concentrarse, se hace agua; el agua, a su vez, solidificándose, se transforma en tie rra. Éste es el camino hacia abajo. Después comienza a fluir, en sentido contrario, la tie rra; de ésta nace el agua, y del agua las demás cosas, reduciéndose así casi todas a la exhala ción del mar. Éste es el camino hacia arriba5 5S5 4 . 7 6 Las exhalaciones provienen de la tierra y del mar; las unas son brillantes y puras; las otras, tenebrosas. El Fuego se alimenta con las bri llantes; el agua con las demás. No explica en qué consiste la naturaleza de lo que envuelve al Kósmos. Existen, sin embargo, allí, ciertas ar tesas cuyas cavidades están vueltas hacia no sotros; en ellas, al juntarse las exhalaciones bri llantes, origínanse esas llamas que vienen a ser los astros 6T. 10. La llama más brillante y cálida es la del sol585 . Los otros astros están más lejos de la 9 tierra y por eso brillan y calientan menos; la luna, aunque más próxima a la tierra, anda p5? un rogar Tirreno" e's puro K ü'ncambioTel SOT&e~Trrü5ve T3Ó? Uíflugar transparente y sin 'mácula, y guarda una distancia proporcionada con respecto a nosotros, por lo cual calienta e .ilumina m ás60. El sol y la luna se eclipsan 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60.
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Cfr. Cfr. Cfr. Cfr. Cfr. Cfr. Cfr.
B 65, 80. B 60. B 31. A 11; A 12. B 94, 99. Parménides, B 12 Diels. B 3; B 6, B 94.
cuando las artesas se inclinan hacia arriba. Las fases mensuales de la luna se originan cuando la artesa gira un poco sobre sí misma. El día y la noche, los meses y las estaciones, las llu vias anuales y los vientos, y los fenómenos se mejantes a éstos, se producen según las dife rentes exhalaciones61. 11. La exhalación brillante, inflamada en el círculo del sol, produce el día; cuando domina, en cambio, la exhalación contraria, da lugar a la noche. Y el calor, alimentándose con la ex halación brillante, produce el verano, mientras la humedad, que abunda en la exhalación tene brosa, es causa del invierno626 . De acuerdo con 5 4 3 estos principios, discurre sobre las causas de las demás cosas. Sin embargo, con respecto a la tierra no explica en absoluto cómo es, ni tam poco en lo que toca a las artesas 68. Y éstas son, en definitiva, sus opiniones. Lo que se refiere a Sócrates y a lo que éste habría dicho al conocer el libro, cuando Eurípides se lo trajo, según cuenta Aristón®4, lo hemos narrado en la parte que trata sobre Sócrates66. 12. Seleuco, el gramático66, dice, por su parte, que cierto Crotón 67 cuenta, en el Buzo, que un tal Crates 68 fue el primero en traer a 61. Cfr. A 12 c, A 12 f, A 14 a, B 57, B 106. 62. Cfr. B 67. 63. Todo lo contrario de Anaximandro, A 10-11; Anaxímenes, A 7, 20 y Jenófanes, B 28 Diels, según hace notar Walzer. 64. Cfr. nota 31. 65. Cfr. Diógenes, II. 22 ( = A 4 ) . 66. Cfr. Maas, De biographis graecis, Berlín, 1880, p. 33 sgs. (cit. por W alzer). 67. Escritor desconocido. 68. Personaje desconocido. No se lo puede identifi car con el cínico Crates de Tebas, el marido de la bella Hiparquía (cfr. Diógenes Laercio, V I. 5, 8 5 ), que'vi-
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Grecia el libro y que éste dijo que era necesario ser un buzo de Pelos para d o a h o g a rse en é lBa. Algunos lo titulan Musas70, otros, So bre la Naturaleza71; Diodoto 6 727 1 0 7 9 , por su parte, 3 Cuidadosa dirección para regla de la vida; otros, Guía de las costumbres, Orden del movi miento, El único entre todos7S7 . Dicen que, al 6 preguntársele por qué callaba, rftsññridTfrrPara que charléis vosotro s 74. El mismo Darío quiso 'comunicarse con él y le escribió de esta manera /siguen las dos primeras Epístolas pseudo-heraclíteas, a las cuales corresponden aquí los pa rágrafos 13 y 14) 7B. 15. Así era este hombre aun para «m <4 Rey. Demetrio dice en los HomónimosT* que vió en el siglo rv (cfr. E . Schwarz, Figuras del mundo antiguo, Madrid, 1926, 13, p. 36 sg s.). Mucho menos con el platónico Orates de Atenas, que fue escolarca en la Academia hacia el año 270; ni con el estoico Ora tes de Mallos, que perteneció también al siglo in o con el neoacadémico Orates de Tarso, que fue del siglo n . 69. Los buzos de Délos eran famosos en la antigüe dad por su audacia. Véase una frase muy semejante atribuida a Sócrates en Diógenes Laercio, II. 22. 70. Cfr. nota 33. 71. Cfr. nota 33. 72. A este Diodoto se refiere poco más adelante Diógenes (IX . 15). Tal vez se lo pueda identificar con el estoico que fue maestro de Cicerón en Roma. 73. Todos estos títulos, en opinión de Zeller (op. cit., p. 11), no son verdaderos títulos. (Cfr. J. Bernays, Gesammelte Abhandlungen, Berlín, 1895, I, 8 ; cit. por Zeller). 74. Cfr. Plutarco, Sobre la charlatanería, 17, p. 511 b (= ASb). 75. Las Epístolas pseudo-heraclíteas han sido edita das por J. Bernays, quien demostró asimismo, de modo definitivo, su carácter apócrifo (Die heraklitischen Briefe, Berlín, 1869). 76. Demetrio de Magnesia, gramático del siglo I a. C., compuso una obra titulada Sobre los homónimos de poetas y escritores.
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también menospreció a los atenienses, aunque entre ellos gozaba de grandísima fama 77, y que, despreciado a su vez por los efesios, prefirió, sin embargo, la patria. También lo recuerda Demetrio Falereo en la Apología de Sócrates 78. Muchísimos son los que comentaron su escri to, como Antístenes 79 y Heráclides Póntico ®°, 77. Esta afirmación se relaciona quizás con la no ticia según la cual, siendo descendiente de los reyes de Efeso (cfr. nota 4 1 ), neracHto habría tenido como antepasado a Codro, rey de Atica (cfr. Estrabón, X IV . 3 ) , lo cual lo~~convertiria, finalmente, en consanguíneo de Platón, cuyo linaje a través de su padre Aristón^ también se remontaba, según ciertos autores, a Codro (clrT Ch. Huit, La vie et Foeuvre de Platón, París, 1893, I, p. 19). 78. Demetrio Falereo nació en Atenas en el año 345 a. C. y fue condiscípulo del cómico Menandro en el aula de Teofrasto. Orador famoso, estuvo al frente del gobierno de Atenas durante un decenio. En 307, ante la llegada de Demetrio Poliorcetes, huyó a Egipto, don de vivió sus últimos años. Compuso numerosas obras, ninguna de las cuales ha llegado hasta nosotros. 79. Antístenes es considerado como el fundador de la escuela cínica. Hijo de un ateniense y de una esclava tracia, nació hacia el año 450 y fue primero descípulo de Gorgias. Antes de entrar en el círculo socrático pa rece haber escrito algunos “estudios inspirados por los discípulos de Heráclito sobre la interpretación alegó rica de los poetas” (A . Rivaud, Histoire de la Philosophie, París, 1948, I, p. 152), y entre ellos, un comen tario sobre el mismo Heráclito. Zeller, al seguir en esto a Brandis (Handbuch der Geschichte der griechischeromiache Philoeophie, Berlín, 1835, I, 164) en contra de Schleiermacher (Herakleitos der Duiüele, Werke, III, parte II, p. 5 ) , duda de que este Antístenes, nom brado por Diógenes, sea el discípulo de Sócrates, pero no tiene en cuenta, por cierto, el período presocrático de la actividad literaria del mismo. 80. Heráclides Póntico, cuyo acmé se sitúa en el año 360 a. C., era originario de Bitinial En Atenas escu chó, según refiere Diógenes Laercio (V . 8 6 ), a Espeusipo, a los pitagóricos y a Aristótel ss. Escribió nume rosas obras y entre ellas varias sobr< antiguos filósofos y poetas griegos (Sobre la edad de . ’i omero y fiesíodo,
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Cleantes 81, y Esfero el estoico **, y además Pausanias. llamado eLheraclitista Nicomedes 84 y Dionisio 85. Entre los gramáticos, Diodoto88, el cual afirma que el libro no era Sobre la Narturaleza sino Sobre la Política 8T, y que lo dicho sobre la Naturaleza se traía a modo de ejemplo. Sobre Arquíloco y Homero, Sobre cosas contenidas en Eurípides y Sófocles, Sobre los tres poetas trágicos, Sobre los pitagóricos, Sobre narraciones acerca de D emócrito y, también, Sobre narraciones acerca de Heráclito). 81. Cleantes nació en Assos, en la Tróade, en el año 331 a. C. En Atenas se vinculó a Zenón, fue su discí pulo durante diecinueve años y lo sucedió como jefe de la escuela estoica. Hombre de ingenio lento y estrecho pero de gran capacidad para el trabajo (Diógenes Laercio, V II. 170), dejó numerosos escritos, casi todos breves. El más extenso de ellos parece haber sido pre cisamente el Comentario sobre Heráclito, que compren día cuatro libros (Diógenes, V II. 174). Su obra más conocida es, sin embargo, el Himno a Zeus (cfr. Von Arnim, s. v. en Pauly-Wissowa). 82. Esfero fue discípulo de Cleantes. En Alejandría sirvió al rey Tolomeo Pilopáter. Entre otros varios es critos (uno de ellos Sobre Licurgo y Sócrates y otro Sobre los filósofos eretríacos) dejó también uno Sobre Heráclito, dividido en cinco libros (Diógenes, V II. 1 ^ ) . 83. No se sabe quién fue este Pausanias. Podría su ponerse que perteneció a ese círculo de heraclíteos constituido, no en torno a la persona del efesio (el cual no tuvo nunca discípulos), sino en torno a su libro (cfr. Diógenes, IX . 6, nota 4 2 ), pero parece más probable que haya sido un filólogo alejandrino, especializado en el estudio de Heráclito. 84. Escritor desconocido. 85. Escritor difícilmente identificable. Tal vez se trate de Dionisio de Cirene, que en el siglo I de nues tra era sucedió a Apolodoro de Atenas como jefe de la secta estoica. 86. Cfr. nota 72. 87. Zeller hace notar (op. cit., p. 11) que si Herá clito hubiera concedido al tratamiento de cuestiones éti cas (políticas) y teológicas la misma extensión que concedió a las físicas, la escasez de noticias relativas a
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16. Jerónimo*88 dice que además, Escitino, el poeta yámbico 899 , intentó poner en verso su 0 discurso. Atribúyensele muchos epigramas 80 y, entre ellos, también éste91: Heráclito soy yo. ¿Por qué me traéis arriba y abajo92, insipientes? No me afanaba yo por vosotros, sino por aquellos que me entienden 93. aquéllas, sería muy sorprendente y tanto más cnanto más interesados en ellas estaban, sin duda, los autores de las épocas posteriores. Por otra parte, no se com prendería por qué HeracUtoTyá' desde A risláteles, fue~~ siempre ubicado entre los '“físicos". Si se admite la hipótesis de que el Diodoto que hace esta afirmación (sobre el carácter "político” de la obra de Heráclito) es el mismo que fue maestro de Cicerón en Roma (cfr. nota 7 2 ), no resultará difícil explicar el origen de la misma. En efecto, este Diodoto, como todos los estoicos, tendía sin duda a considerar la física como subordinada a la ética, y buscaba probablemente en el admirado efesio una confirmación de las propias con cepciones de la filosofía natural cual “paradigma” de la moral y de la política. Como Panecio, que también vivió en Roma e influyó en Cicerón, Diodoto debía sos tener que los deberes derivados de la comunidad huma na importan mucho más que la ciencia pura (cfr. P. Barth, L o s estoicos, Madrid, 1930, p. 37). 88. Jerónimo de Rodas, filósofo peripatético, discí pulo de Aristóteles, vivió, según parece, durante el rei nado de Ptolomeo Filadelfo. Según este filósofo, el bien supremo consiste en la ausencia del dolor. Niega que el' placéT deba ser procuradopor sí mismo (W . SVnífh, A N ew dlassícal D iction ary, Nueva íork , 189V p. 370). 89. Escitino de Teos. Una parte de su versificación de Heráclito ha sido conservada por Estobeo (cfr. A n thologia L y rica G raeca, 13, p. 65 Diehl). 90. Véanse otros epigramas atribuidos a Heráclito en A n th ologia P alatina, V II. 79, V II. 479. Los que aquí cita Diógenes aparecen en la misma A nthologia, V II. 128; IX . 540. 91. Está fuera de toda duda el carácter apócrifo de los dos epigramas transcriptos por Diógenes. 92. Cfr. B 60. 93. Cfr. Diógenes, IX . 6.
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Un solo hombre vale para mí como treinta m il94, y los innumerables /nada valem-Aun jun to a Persefone proclamo cosas tales®59 . 6 Y este otro: El libro de Heráclito, el efesio, no lo enrolles, veloz, sobre el ombligo. Es un sendero, en verdad, muy poco reco rrido. Es obscuridad y tiniebla sin luz9e. Pero si te introdujere un iniciado97, será más luminoso que el sol resplandeciente. 17. Hubo cinco Heráclitos: el primero es éste mismo; el segundo, un poeta lírico de quien se conserva la Loa de los doce dioses; el tercero, un halicarnasense, poeta elegiaco para quien es cribió Calimaco. . . ; el cuarto, un lesbio, que escribió la Historia de Macedonia; el quinto, un «Gtor burlesco que cambió la cítara por ese gé nero 989 . 1 a. Suidas " , Léxico Heráclito, hijo de Blosón o de Bautor100 o, según algunos, de Heracino 101, efesio. Filósofo 94. .Cfr. B 49. 95. Cfr. Olimpiodoro, C om entario al “ G orgias” de Plafón, 87 (cit. por W alzer). Perséfone (Cora, ProserpiwSf; diosa de la vegetación, fue raptada por Pintón, quién la condujo a su reino infernal (cfr. H. A . Guerber. T he M ytha o f G reeee and R om e, Londres, 1952, p.ILflft'y sgs). 96. Cfr. A 4. 97. Cfr. Taciano, D iscu rso a los g rieg os, 3. 98. De los cuatro homónimos del efesio mencionados por Diógenes no se sabe casi nada más de lo que aquí dice el propio Diógenes. 99. Suidas, compilador del cual nada se sabe con certeza (cfr. H . Gregoire, “ Le mystére de Suidas” en L e s études elassiques, V I, 1937, p. 346 y sg s.). , 100. Este nombre, atribuido al padre de Heráclito, '' sólo aparece en Suidas. 101. “ Heracino” es probablemente una corrupción de “ Heraconte” (cfr. nota 2 ) .
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físico, que tuvo por sobrenombre “ el Tenebro s o ” 1021 . Éste no aprendió de ninguno 'de los iíio3 0 sofos, ñero por su propio ingenio y cuidado se instruyó ***. Habiendo enfermado de hidrope sía, no llegó a un acuerdó con los médicos so bre los medios con que pretendían curarlo, mas, recubriéndose él mismo por completo de estiér col, se tendió al sol para secarse104 y, mientras yacía, la perras, acercándosele, lo despedaza ron 105. Otros dicen que murió enterrado en la arena. Algunos sostuvieron también que había sido discípulo de Jenófanes y de Hípaso, el pita górico 106. Vivió alrededor de la sexagésima no vena Olimpíada 107, en los tiempos de Darío, hijo de Histaspes 108, y escribió muchas cosas en estilo poética 2.
Estrábón109, XIV. 3, p. 632-633 Dice (Ferécides) 1101 que a la cabeza de la emigración jónica, y luego de la eólica, estuvo Androclo, hijo legítimo de Codro, rey de Atenas, y que éste fue el fundador de Éfeso1U. Por lo cual se dice que allí se estableció la dinastía de 102. Cfr. Diógenes, IX . 6 ; Lucrecio, I. 639; Tito Livio, X X III. 39; Cicerón, S obre los con fin es del bien y del m al, II. 5, 15; Clemente de Alejandría, T apices, V . 50, 2. 103. Cfr. B 101. 104. Cfr. Diógenes, IX . 3 (cfr. notas 16, 18, 19). 105. Este lúgubre detalle se encuentra también en Diógenes. Deriva probablemente de B 97. 106. Cfr. A 5. 107. Cfr. Diógenes, IX . 1. 108. Cfr. Diógenes, IX . 13-14 (E pístolas pseudo-heraclíteas, I -I I). 109. Estrábón fue un famoso geógrafo del siglo i a. C. 110. Se refiere a Ferécides de Atenas, logógrafo del siglo v, contemporáneo de Helanico y Herodoto, que es cribió una historia mitológica en diez libros (cfr. F r a g m en ta historieorum graecorum , 3 F 155). 111. Cfr. notas 41 y 77.
los jonios y que todavía ahora sus descendien tes son llamados reyes y gozan de ciertos ho nores: la precedencia en los certámenes públi cos; la púrpura, signo de real estirpe; el bas tón, que hace las veces de cetro, y las sagradas ceremonias de Deméter eleusínica112*. 3.
Clemente u3, Tapices, I. 65 (II. 41, 19 Stahlin) Heráclito, hijo de Blisón1141 5persuadió al ti rano Melancoma a renunciar al poder n5. Este mismo despreció al rey Darío que lo instaba a marchar a Persia116. 3 a.
Estrabón, XIV.£ 5 , p. 64-2
Naciei'on en ella (en la ciudad de Éfeso) va rones dignos de memoria. Entre los antiguos, Heráclito, llamado el Tenebroso1171 , y Hermo8 doro us, sobre el cual aquél dice: “ Sería justo 112. Cfr. Diógenes, IX . 6 y nota 41. 118. Clemente de Alejandría, filósofo platónico con vertido al cristianismo, vivió durante los siglos n y ni y estuvo al frente de la primera escuela teológica de la cristiandad, fundada por Panteno. Su obra, Tapi ces, cuyo objeto es presentar una imagen del “ gnóstico” cristiano, incluye numerosos datos para la historia de la filosofía griega. 114. “ Blisón” es una variante del nombre “ Blosón” el cual se encuentra en Diógenes, I X 1. 115. Cfr. Diógenes, IX . 6. 116. Cfr. IX , 13-14 (E p ístolas pseudo-heraclíteas, I -I I ) . 117. Cfr. A 1 y nota 102. 118. Cfr. E pístolas pseu do-heraclíteas, III, IV , V II, V III, IX . El único lugar de las ipsissim a v erb a én que Heráclito habla de Hermodoro es B 121. Que Hermodoro fue un político efesio de tendencia conservadora parece cierto. Todos los demás datos sobre el mismo son, en cambio, enteramente dudosos. La estatua, que según una tradición (cuya fuente es tal vez Verrón)
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que todos los efesios púberes se estrangulasen y dejasen la ciudad en manos de los impúberes, pues desterraron a Hermodoro, el varón más virtuoso que tenían, diciendo: Entre nosotros ni uno solo debe ser más virtuoso; si no, séalo en otro lugar y entre otras gentes” n9. Parece que este varón escribió algunas leyes para los romanos 12°. Plinto 1S1, Historia natural, X X X IV . 21 Hubo también en el comicio 1 022 (una estatua) 2 9 del efesio Hermodoro, intérprete de las leyes que los decemviros escribieron123; (esta esta tua) había sido oficialmente erigida. 3 b.
Temistio 124, Sobre la virtud, p. 40 (Rheinische Museum 27, 1872, p. 456 y sgs. Edición Gildemeister, a partir de la trar ducdón siríaca).
se hallaba en el comicio, no era probablemente de Her modoro sino de un tal Hermócrates, que fue embajador de Éfeso en Roma (cfr. Zéller, D e H erm odoro E ph esio et de H erm odoro P latonis discípulo, Marburgo, 1859; U. von Wilamowitz, N ordionische S tein e, B e Á , 1909). 119. Corresponde a B 121. 120. La leyenda de la intervención griega en la for mulación de las Doce Tablas surge en la época hele nística y, como observa Heinemann (“ Briefe des Herakleitos” en Pauly-Wissowa, R ea l E n cyclopad ie d er Iclassischen A Itertu m sw issen sch aft, Stuttgart, 1931, supplementum V , p. 229), era todavía desconocida por Ci cerón. 121. Plinio el viejo, escritor romano del siglo x de nuestra era, fue autor de una H istoria n atu ral en 37 libros, donde une una vastísima erudición con un ele vado sentimiento de la grandiosidad de la Naturaleza. 122. Tulio Hostilio cercó en el Foro, frente a la Curia, una espacio denominado com itium , en el cual se realizaban luego las votaciones (cfr. R. Lanciani, A n cien t R om e in the light o f recen t d iscoveries, Londres, s /f ., p. 76). 123. Cfr. nota 120. 124. El filósofo y retórico Temistio vivió durante el siglo iv de nuestra era, fue maestro de Arcadio, hijo
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Los efesios estaban habituados a una -vida regalada y placentera. Pero cuando se declaró contra ellos la guerra, los persas sitiaron su ciudad. Aun así, ellos siguieron holgando, se gún su costumbre. Pero entonces comenzaron a faltar los alimentos en la ciudad. Cuando el hambre se hizo sentir con rigor, reuniéronse los ciudadanos a deliberar sobre lo que era pre ciso hacer para que no faltasen los víveres. Mas ninguno se atrevió a aconsejarles modera ción en su vida regalada125. En ocasión de ha llarse todos reunidos para tratar sobre esto, un hombre llamado Heráclito, sentándose en medio de ellos, tomó un poco de harina de ce bada, mezclóla con agua126 y Jg, comió. Y eso fue una callada lección para el pueblo tod o127. Dice la historia que los efesios comprendieron al punto la advertencia y no tuvieron necesidad de ninguna otra, sino que se retiraron, pues verdaderamente se habían convencido de que era necesario moderar un poco su vida regalada para que no faltasen los alimentos. Y Cuando sus enemigos oyeron que habían aprendido a vivir ordenadamente y que regulaban sus co midas de acuerdo a la advertencia de Heráclito, se alejaron de la ciudad y, aun siendo vence dores por las armas, frente a la cebada de He ráclito se retiraron128. Plutarco129, Sobre la charlatanería, 17, p. 511b del emperador Teodosio, y amigo de Libanio y de San Gregorio Nacianceno. 125. Cfr. Epístolas pseudo-heraclíteas, V II. 5. 126. Cfr. B 125. 127. Cfr. Diógenes, IX , 12. 128. Cfr. B 125 a ; Epístolas pseudo-heraclíteas, V III, 3. 129. Plutarco, filósofo e historiador griego, nació en Queronea de Beocia hacia el año 50 y murió después del 120 de nuestra era. Sus numerosas obras se divi
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JPero aquellos que simbólicamente, sin pala bras, expresan lo que conviene ¿no son ensal mados y admirados sobremanera? Tal es el ca so de Heráclito, el cual, habiéndole designado sus conciudadanos130 para que expusiera su opinión sobre la concordia, subió a la tribuna y, tomando un vaso (de agua fría) disolvió en ella una torta de cebada, y después de haberla revuelto con una ramita de poleo, una vez que hubo bebido1311 , se marchó, demostrándoles a 2 3 aquéllos que el contentarse con lo que viniere y el no tener necesidad de grandes gastos 1S2, conserva en paz y concordia a las ciudades.
den en dos grupos: L a s Vidas paralelas de los g rieg o s y los rom anos y las llamadas O bras M orales (M ora lia ), vasto conjunto de ensayos filosóíicos y éticos, reunidos por vez primera en un C orpus hacia fines del siglo xni. 130. Cfr. Diógenes, I X . 3. 131. Cfr. B 125. 132. Cfr. B 125 a.
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II.
4.
ESCRITOS
Aristóteles, Retórica, III. 5, 14-07 b 11
Es necesario que lo escrito sea en conjunto bien legible y bien comprensible: de hecho am bas cosas se identifican. Esto lo consiguen las conjunciones abundantes y no las escasas, ni aquellos escritos difíciles de puntuar, como los de Heráclito. No es, en efecto, tarea fácil el puntuar los escritos de Heráclito, porque no se sabe hacia qué palabra hay que inclinarse, si a la que está antes o a la que viene después, como sucede al comienzo de su libro, donde di ce: “ De este Lógos que existe siempre los hom bres permanecen ignorantes” 133. Porque no re sulta claro con cuál de las dos partes debe apar tarse la palabra «siempre»” 1341 . 5 3 Demetrio 1S5, Sobre la expresión del pensamiento, 192 La claridad consiste en varias cosas: prime ro, en el uso del sentido propio; después, en el uso de las conjunciones. Un escrito comple133. Corresponde a B 1. 134. Cuando el autor de las E pístolas pseudo-heraclíteas responde por boca del propio Heráclito a una acusación de sus compatriotas, tiene en mente esta ob servación que hace Aristóteles sobre la ambigua pun tuación del efesio. Dice así (IV , 2 ) : “ H era k léi tó efes í o . . . ouk H era k léito” (“ A Heracles e fe s io ... no a Heráclito. . . inscribí yo sobre el altar, inscribiendo así a un dios en el número de vuestros conciudadanos” ). 135. La obra S obre la exp resión del pensam iento fue atribuida a Demetrio Falereo, pero seguramente no le pertenece.
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tamente desarticulado y fragmentario resulta obscuro en su totalidad, porque no se ve el prin cipio de cada parte, a causa de la fragmenta ción, según ocurre en la obra de Heráclito1361 . 8 7 3 A ésta, en efecto, la hace obscura, sobre todo, la fragmentación. Diógenes Laercio, II. 22 Se cuenta, que, habiéndole dado Eurípides a éste (Sócrates) 187 el libro de Heráclito, le pre guntó: ¿Qué te parece? Y que el mismo res pondió: “ Las cosas que he comprendido son óp timas, creo que las que no he comprendido tam bién lo son. Sólo que se necesitaría un buzo de Délos” 188.
136. La observación está tomada sin duda del pa saje de Aristóteles antes transcripto (A 4 a ). 137. Eurípides, el famoso trágico, fue discípulo de Anaxágoras, lo cual prueba que se interesaba por la filosofía natural. También fue amigo de Sócrates. No obstante esto, la anécdota parece apócrifa. 138. Cfr. nota 69.
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III. DOCTRINA189
5.
Aristóteles, Metafísica, I. 3, 984 a 7
Hípaso| metapontino1 140 y Heráclitq efesio 9 3 (consideran como principio) al Fuego.' Simplicio, Física, 23, 33 Diels (= T eofrosto, Opiniones de los filósofos naturales, fragmento 1, en Doxographi graeci, p. 475) 141 Hípaso metapontino1421 3 y Heráclito efesio 4 opinaron que el Kósmos es único14S, m óvil144 y 139. A los testimonios doxográficos que se dan a continuación hay que añadir los que se encuentran mez clados con los testimonios biográficos, en Diógenes Laercio, IX , 7-11, cuya fuente es Teofrasto. 140. Hípaso de Metaponto, miembro de la escuela pitagórica, fue, según la leyenda, expulsado de la mis ma “por haberse atribuido la construcción del dode caedro regular o por haber revelado la doctrina de los irracionales geométricos, dos puntos que, de hecho, es tán íntimamente relacionados” . Además habría actuado políticamente contra los pitagóricos y hasta habría pu blicado un “ lógos místico” , revelando el simbolismo en señado a los iniciados, con lo cual habría pasado a ser cabeza de los “ acusmáticos” (P. Tannery, Pour Vhistoire de la Science hellene, París, 1930, p. 206). La doctrina del fuego en Hípaso se vinculaba, como indica Zeller. a la idea del fuego central (el altar de Hestia) y difícilmente se puede creer que haya influido en Heráclito. ...... ....... — 141. Comparar con Diógenes Laercio, I X , 8. 142. La atribución de estas ideas cosmológicas a Hípaso de Metaponto deriva probablemente de una fal sa aproximación entre éste y Heráclito que hace Teo frasto, basándose en la frase antes citada de Aristó teles. 143. Cfr. A 10 e. 144. Cfr. A 10 a ; A 10 b.
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limitado1451 6 pero consideraron al Fuego como 4 principio fundamental148 y del Fuego hacen provenir los seres por condensación y rarefac ción, y en el Fuegcr dé nuevo los disuelven147, como que ésta sola es la naturaleza de la subs tancia 148. Porque todas las cosas, dice Heráclito, són transformaciones del Fuego149. Esta blece también un orden y un tiempo determi nado para la transmutación, del Kósmos, según una especie dé fatal necesidad1501 . 5 Aecio 1111. 8,11 (Doxographi Graeci, p. 288) Heráclito e Hípaso metapontino152 creen que el Fuego es el principio fundamental de las co sas153. Dicen, en efecto, que todas surgen del Fuego y en el Fuego acaban154. Mientras éste se va extinguiendo, se forman ordenadamente todas las cosas 155. En primer término, la parte más pesada del mismo, concentrándose, origina la tierra; después, al disgregarse la tierra por la acción del Fuego, produce el agua; ésta, eva porándose, se hace aire. Y de nuevo el Kósmos y los cuerpos todos son consumidos por el Fue go, en el incendio 156. 145. Cfr. A 1 (Diógenes, IX , 8 ). Decir que el Kós, mos es limitado supone afirmar que el Fuego, o sea, el Vprincipio primordial, lo rodea por todas partes, llenan do el espacio infinito e ilimitado (to periékhon). 146. Cfr. A 5 b ; A 5 c ; A l (Diógenes, IX , 7-8). 147. Cfr. B 30. 148. Cfr. B 30. 149. Cfr. B 81; B 90. 150. Cfr. B l ; A lO d . 151. Aecio, doxógrafo griego, usó como fuentes a Plutarco y Estobeo. Sus fragmentos aparecen reco gidos en H. Diels, Doxographi graeci. 152. Cfr. nota 142. 153. Cfr. nota 146. 154. Cfr. nota 147. 155. Cfr. nota 150. 156. Cfr. A 1 (Diógenes, IX , 8 ) ; B 81; B 76; B 126.
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Galeno157, Sobre los elementos según Hipócra tes, I. 4 (23,1 Helmreich) Quienes igualmente (consideran como ele mento) al Fuego158, se basan en el hecho de que éste, al concentrarse y contraerse, se vuelve aire, y, ahsér afectadotodavíama§' jrcom primido con mayor vehemencia, agua, y, al con centrarse en sumo grado, acçiba por transfor marse en tierra1591 . 3 2 0 6 6. Platón, Cratilo, 402 a 180 Dice en cierto pasaje Heráclito que todo flu ye y nada permanece y, asimilando lós seres a la corriente de un río, afirma que no podrías introducirte dos veces en el mismo río lsly _ Aecio, I. 23, 7 (Doxographi graeci, p. 320) ',4 Heráclito excluía de todas las cosas el repo so y la quietud, pues esto es propio de los muer tos'185. Atribuía, por el contrarió, movimiento a todas ellas, eterno a las eternas, transitorio a lás transitorias..... 7. Aristóteles, Metafísica, IV. 3/1005 b 23 183 Pues es imposible que alguien crea que la misma cosa es y no es, según piensan algunos que Heráclito dice164. ' • / » h ; ■ j A, 157. Galeno, célebre médico nacido en PérgMiio en el año 130 y muerto en el 200 de nuestra era. 158. Cfr. nota 146. 159. Cfr. nota 156. 160. Mondolfo añade aquí (H eráclito, México, 1966, p. 12-14) los siguientes pasajes: Platón, C ratilo, 412c413 c; T eeteto, 152d-153d ; T eeteto, 160 d; Aristóteles, Sobre el cielo, 298 b y sgs.; T ópicos, 104 b y sgs. 161. Cfr. B 12; B 49 a ; B 11. 162. Cfr. B 125. 163. Aquí Mondolfo (op . cit., p. 15) agrega otros pasajes del libro IV de la M e ta fís ic a : cap. 4 (al co mienzo) ; 1012 a 24 y sgs.; 1062 a 30 y sgs.; 1063b a 25 y sgs. 164. Cfr. Aristóteles, M eta física , IV , 5, 1010 a 10; 7, 1012 a 24; 8, 1012b a 35; X , 5, 1062 a 31 (citado por W alzer).
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S.
Aecio, I. 7, 22 (Doxographi graeci, p. 303) Heráclito afirma que el Fuego periódico (es eterno Dios) y que la fatalidad es el Lógos que plasma a los seres según el choque de los con trarios 165. Aecio, I. 27, 1 (Doxographi graeci, p. 322; se gún Teofrasto) Heráclito cree que todo sucede según la fa talidad y que ésta se identifica con la nece sidad166. Aecio, I. 28, 1 (Doxographi graeci, p. 323; se gún Posidonio) Heráclito explicaba la esencia de la fatali dad como un Lógos que penetra la esencia del Todo. Ella es el cuerpo etéreo, semilla de la generación del Todo y del período según me dida ordenada167. 9. Aristóteles, Sobre las partes de los anima les, 7. 5, 645 a 17 Del mismo modo que, según se cuenta, Herá clito dijo a los extranjeros que querían tener una entrevista con él, los cuales una vez que se acercaron, al ver que él mismo se calentaba jun to al hogar, se detuvieron (él, en efecto, los exhortó a que entraran con confianza, ya que también allí había dioses) 168, así también, cuando se trata de la investigación de cada uno de los animales, es necesario emprenderla sin repugnancia, como que en todos ellos hay algo de natural y de hermoso. 165. Cfr. B 67. Mondolfo (op. eit., p. 10) añade aquí los siguientes pasajes: Varrón, citado por San Agus tín, La Ciudad de Dios, V I, 5 ; Clemente de Alejandría, Protréptieo, 5, 64 y sgs.; Tertuliano, Contra Marción, I, 13. Walzer compara con Tales, A 2 3 ; Anaximandro, A 17, y Anaxímenes, A 10 Diels. 166. Cfr. Diógenes, I X , 7 ( A l ) . 167. E l acento estoico, c,omo dice Walzer, es evi dente. 168. Cfr. B 24; B 62, B 63.
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10. Platón, Sofista, 242 d Algunas musas jónicas y^dcilianas1691 3convi 2 0 7 nieron en q u e ... es más seguro... decir que el Sjgr es múltiple y uno, y que se conserva por el bou) y el amor. “ Pues al divergir, siempre < converge 17°” , dicen las más rígidas de las mu gas m ; pero las más moderadas atemperan esta situación siempre igual de las cosas m . A ve ces, según su tumo, dicen, el Todo es único y sujeto al amor, por obra de Afrodita; a veces, en cambio, es múltiple y lucha contra sí mismo, a causa de cierta Discordia "73. Aristóteles, Sobre el cielo, I. 1 0 , 2 7 9 b 1 2 174175 Por consiguiente, todos dicen que (el cielo) fue engendrado, pero algunos creen que fue en gendrado inmortal; otros, en cambio, corrupti ble, igual que otro cualquiera de los seres mix tos; otros, que alternadamente a veces es de esta manera y a veces sujeto a corrupción, y que esto se lleva a cabo siempre así, como (en señan) Empédocles agrigentino y Heráclito efesio. Aristóteles, Física, III. 5, 205 a S Como Heráclito dice que todas las cosas al guna vez se convierten en Fuego 17B. __ . 169. “ Musas jónicas” : alude aguí a, Heráclito; “ si cilianas” : a Empédocles. 170. CórreSpó'ñde a B 51 (cfr. B 8 ) . 171. Esto es, las “musas jónicas”, Heráclito. 172. O sea, las “musas sicilianas” , Empédocles. 173. Cfr. Émpédoclesj B 17. 174. Mondolfo (op. cit., p. 17) añade aquí dos pa sajes de Aristóteles: Sobre el délo, I, 10, 280 a ; Física, III, 5, 205 a (citado parcialmente por Diels y por W alzer, según lo damos en nuestra traducción). 175. J. Bum et, siguiendo a Lasalle y Schleiermacher, niega, contra Zeller, Diels y Gomperz, que haya en Heráclito una doctrina de la ek p yroeis (conflagra ción) .
Simplicio, Sobre el cielo, 94, 4 Heiberg También Heráclito afirma que a veces el Kósmos se incendia y otras veces se reconsti tuye de nuevo a partir del Fuego, conforme a ciertos períodos de tiempo, en aquel pasaje don de dice: “ que según medidas se enciende y se gún medidas se apaga” 178. De esta opinión vi nieron a ser después también los estoicos. Aecio, II. 1, 2 (Doxographi graeci, p. 237) Heráclito (dice) solo.
...q u e el Kósmos es uno
Aecio, II. 4, 3 (Doxographi graeci, p. 331) Heráclito (dice) . . . que el Kósmos es engen drado, no según el tiempo, sino según la inte ligencia. Aecio, II. 11, 4 (Doxographi graeci, p. 340) Parménides y Heráclito (opinan) .. .que el cielo es ígneo. 11.
Aecio, II. 13, 8 (Doxographi graeci, p. 342)
Parménides y Heráclito (consideran) a los astros como bolas de fuego. Aecio, II. 17, 4 (Doxographi graeci, p. 346) Heráclito (cree) .. .que los astros se nutren de la emanación que proviene de la tierra m . 12. Aecio, II. 20, 16 (Doxographi graeci, p. 351)1 6 7 176. 177.
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Corresponde a B 30. Cfr. Diógenes, IX , 9 ( = A 1 ) .
H eráclito (afirm a) . . . que el sol es una an torcha inteligente que proviene del m ar m .
üecio, II. 22, 2 (Doxographi graeci, p. 352) En forma de artesa, un poco curvado* Aeeio, II. 24, 3 (Doxographi graeci, p. 354) (Que los eclipses se originan) por el giro de la concavidad en forma de artesa, de manera que la parte cóncava se vuelve hacia arriba; la parte convexa, en cambio, hacia abajo, hacia nuestra vista1 179. 8 7 Aeeio, II, 27, 2 (Doxographi graeci, p. 358) Heráclito (dice que) la luna tiene forma de artesa. Aeeio, II. 28, 6 (Doxographi graeci, p. 359) Heráclito (dice que) el sol y la luna son afec tados por los mismos (fenómenos) porque, te niendo los astros en su estructura la forma de una artesa, cuando acogen los rayos brillantes de las exhalaciones húmedas, se iluminan ante la vista, pero que el sol es más brillante, por que se mueve en un aire más puro, mientras la luna lo hace en uno más turbio y por eso apa rece también más obscura180. Aeeio, II. 29, 3 (Doxographi graeci, p. 359) H eráclito.. . (dice que la luna se eclipsa) según las rotaciones de la cavidad en forma de artesa y según las inclinaciones. 13. Aeeio, II. 32, 3 (Doxographi graeci, p. 364.) Heráclito (dice que el gran año consta) de diez mil ochocientos años solares. 178. nim. 179. 180.
Compárese con Cleantes, fragmento 501, A rCfr. Diógenes, IX , 10 ( = A l ) . Cfr. Diógenes, IX , 9-10 ( = A 1 ) .
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Censorino m , Sobre el día del nacimiento, 18, 10-11 (p. 39, Hultsch) Este año también es llamado “ solar” por al gunos, y por otros (¿H eráclito?), año de Dios... 11. Aristarco lo consideró de dos mil cuatro cientos ochenta y cuatro años; Heráclito y Lino de diez mil ochocientos m . 14. Aecio, III. 3,9 (Doxographi graeci, p. 369) Heráclito (dice que) el trueno (se origina) en una tromba de viento y de nubes y en los embates de los soplos aéreos contra las nubes; los relámpagos, en la inflamación de los vapo res ; los rayos en los incendios y extinciones de las nubes1 183. 2 1 8 14a. Nicandro1**, Comidas envenenadas, 171 V sgs. Y puedes sumergir (a dicho pájaro)185 en el amargo piélago violáceo, al cual hace servir Enosigeo 181. Censorino, filólogo del siglo ni de nuestra era, fue autor de diversas obras, entre las que sobresale Sobre el día del nacim iento (compuesta en el año 239 y dedicada a Q. Carelio). En ella se trata no sólo del nacimiento de los hombres y de la extensión de la vida humana, sino también de música, de astronoihía, de religión, etcétera. Una de sus fuentes principales es Suetonio. 182. Cfr. Aristóteles, F ra gm en tos, 65 Walzer. _ 183. Cfr. Diógenes, I X , 10 ( = A l ) ; Séneca, Cues tiones natu rales, II, 56, 1. 184. Nicandro, poeta y médico griego, nació en Cla ros y vivió durante el siglo n a. C. Sólo conservamos dos de sus numerosas obras: Triacas (T h ería k a ), poe ma donde trata, a través de unos mil versos, sobre los animales venenosos, y Comidas envenenadas ( A le x i p h á rm a k a ), obra que consta de más de seiscientos hexá metros y en la cual discurre sobre venenos y antídotos (cfr. W . Smith, op. cit., p. 548). Hemos traducido los hexámetros en endecasílabos asonantados. 185. Se trata de la gaviota.
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por los vientos, al par que por el fuego. Pues, en efecto, el fuego siempre vivo es domado por vientos enemigos, y el agua que abundantemente fluye tiembla ante el (Noto) que amontona nuE1 irascible (mar) desenfrenado [bes186*. las naves tiraniza y los muchachos que (allí) perecen. La materia empero la ley acata del odiado fuego m . Escolios: “ Servir” : (equivale a) ser esclavo, estar sujeto, porque quienes sirven son los es clavos. Que el mar y el fuego son esclavos de los vientos — según una ley divina, claro está— esto también Heráclito y Menecrates188 lo di jeron. “ Que amontona nubes” (el Noto) : re presenta a los vientos. “ Que fluye” : (significa) que corre abundantemente, pues la letra alfa es intensiva1891 . Por medio dé estos (ejemplos) 0 9 Heráclito intenta también expresar que, según él, todas las cosas son entre sí contrarias 19°. “ Las naves tiraniza” : porque las embarcacio nes están sujetas al mar y la materia, por su parte, al fuego. “ Y los muchachos que (allí) perecen” : (esto es), los que mueren en el mar. 186. El término argéstas, “ que amontona nubes” , se refiere sin duda al Noto, viento del sudoeste que fre cuentemente trae consigo nubes y lluvia, aunque en ciertas épocas del año es seco y cálido, por lo cual Horacio lo llama (Sátiras, II, 6, 8) “el plúmbeo Aus tro” . ----------------- ¡ 'T lY . La influencia estoica resulta clara a través de la oposición materia-fuego. 188. Menecrates, médico citado por Galeno, fue au tor de unas ciento cincuenta obras, entre las cuales una Sobre la composición de los medicamentos. Vivió en tiempos de Augusto y de Tiberio. Sólo nos quedan de él unos pocos fragmentos. 189. El término griego es akhyneton, es decir, que fluye. 190. Cfr. B 84.
15.
Aristóteles, Sobre el alma, I. 2, U05 a 2U 191
También Heráclito dice que el principio fun damental es un alma, en cuanto es la exhala ción 1 1921 9 4de la cual las demás cosas se forman. 3 9 Macrobio19S1 , Comentario al “ Sueño de Esci6 9 pión” , 1U, 19 El físico Heráclito (cree que el, alma es) una chispa de la esencia astralm . Aecio, IV. 3, 12 (Doxographi graeci, p. 389) Heráclito (sostiene) que el alma del Kósmos (es) una exhalación de las cosas húmedas que hay en éste 195 y que la de los animales (pro viene) , a su vez, de la exhalación externa y de la que en ellos mismos (se da) como análoga (a la otra). 16. Sexto Empírico 196, Contra los matemáti cos, VII. 126-13U 126. Heráclito, aunque, por el contrario, creía que el hombre se vale de dos instrumentos para el conocimiento de la verdad: la sensa 191. Mondolfo (op. cit., p. 22) añade aquí un pasaje de Platón que corresponde a F edón , 95 b. 192. Cfr. B 12. La explicación, como anota Walzer, es confusa. Compárese con Diógenes de Apolonia, A 20 Diels. 193. Macrobio, gramático griego que vivió en época de los emperadores Honorio y Teodosio, fue autor de varias obras, de las cuales se conservan S obre loa ban quetea aatum ales, siete libros en forma de diálogos; C om entario al Sueño de E scipión, en que interpreta un pasaje del libro sexto de la R epública, de Cicerón, y Sobre laa diferenciaa y sem ejanzas del verb o g rieg o y latino. 194. Cfr. O. Gigon, U ntersuchungen zu H eráklit, p. 144, cit. por Walzer. 195. Esto parece contradecir lo que se dice en B 118. Es evidente, de todas maneras, la interpretación es toica de Heráclito. 196. Sexto Empírico, filósofo escéptico del siglo IH de nuestra era, autor de E sbozos pirrón icos (en tres
52
ción £ la razón, considera, de modo parecido a los antes mencionados físicos, que entre aque llos (instrumentos) la sensación no es digna de fe y, en cambio, admite la razón como cri terio. Desprecia, pues, la sensación, cuando di ce al pie de la letra: “ Malos testigos son ojos y oídos para los hombres que tienen almas bár baras” 197. Lo cual vendría a ser semejante a aquella (sentencia): “ Es propio de las almas bárbaras el confiar en las sensaciones irracio nales” . 127. Manifiesta que la razón es intérprete de la verdad, pero no de una verdad cualquiera, sino de la coigún1981 0y divina. Es necesario ex 2 9 plicar brevemente en qué consiste ésta. Plácele, pues, a este físico suponer que lo circundante es algo dotado de razón y de inteligencia m . 128. Mucho antes había expresado lo mismo Homero, al decir: Tal es el pensamiento de los hombres que en tierra habitan cual lo encauza a diario el Padre de los hombres y los dioses 20°. También Arquíloco dice que los hombres sien ten de una manera determinada: Según cómo es el día que Zeus les envía 201. libros) y C ontra los m atem áticos (en once libros). Mondolfo antepone a este fragmento otro, tomado de la obra de Teofrasto, Sobre la sensación, 1 y sgs. 197. Corresponde a B 107. 198. Cfr. B 2. 199. Cfr. B 113; B 41. 200. llíáda,' X V III, 163. Hemos procurado traducir los versos de Homero y de los demás poetas aquí cita dos en versos castellanos. 201. A nthologia lyrica, fragmento 68.
53
Atribuyese asimismo a Eurípides lo siguiente: Seas quien fueres, tú, el inescrutable, Zeus o fuerza ciega de Natura o espíritu del Hombre: yo te invoco ^ 2. 129. En consecuencia, al absorber por la respiración esta Razón divina, llegamos a ser, según Heráclito, racionales. Y aunque en los sueños somos inconscientes, una vez que desper tamos (volvemos a estar) nuevamente dotados de comprensión 0 203; porque en los sueños, al ce rrarse los poros sensoriales, el intelecto que en nosotros mora queda separado de su natural conexión con lo circundante, subsistiendo sólo, como vínculo con la Naturaleza, la respiración, la cual podría considerarse como una especie de raíz. En efecto, al estar separado (el intelecto), pierde la capacidad de recordar que antes tenía. 130. Al despertar nuevamente, escurriéndo se a través de los poros sensoriales, como por una suerte de ventanillas, y poniéndose en con tacto con lo circundante, reviste la potencia ra cional. De la misma manera, pues, que los car bones, al acercarse al fuego, alterándose se encienden, y al separarse de él, se apagan, así también la parcela que se hospeda en nuestros cuerpos y que proviene de lo circundante204, se torna casi irracional por la separación, pe ro por la unión natural a través de un mayor número de poros se constituye en algo de la misma naturaleza que el Todo. 131. A esta Razón común y divina, por cuya participación llegamos a ser racionales, la deno mina Heráclito criterio de verdad. Por eso, lo que aparece a tOdus ~el~común es'digno d e'fe 202. 203. 204.
54
Las troyanas, 885. Cfr. B l ; B 7 3 ; B 7 5 ; B 89. Cfr. A 15 b.
(porque se recibe a través de la Razón común y divina), pero lo que a uno solo se le ocurre debe reputarse como indigno de fe, por la causa contraria. 132. Al comenzar (el libro) Sobre la Natu raleza, el susodicho varón, refiriéndose tam bién, en cierto modo, a lo circundante, dice: “ De este Lógos, que siempre existe, los hombres permanecen ignorantes, antes de haberlo escu chado y aun después de que por primera vez lo escuchan; porque aunque todas las cosas según este Lógos se originan, ásemejánse aquéllos, sin embargo, a los insipientes, pues tantean por medio de palabras y obras semejantes a las que yo empleo, cuando separo cada cosa según la Naturaleza y explico en qué consiste. Mas a los otros hombres se les oculta cuanto hacen despiertos, del mismo modo que olvidan cuanto hacen dormidos” 205. 133. Habiendo establecido expresamente por medio de estas (palabras) que todo lo hacemos y entendemos por la participación en la Razón divina, después de exponer unas pocas cosas más, añade: “ Por lo cual es necesario adherirse a lo (imparcial, esto es, a lo) común. (Pues lo común es imparcial). Pero, aun siendo impar cial el Lógos, viven los más como si tuvieran un entendimiento particular” 206. Esto no es otra cosa que una explicación del modo en que está ordenado el Todo. Por eso, en cuanto par ticipamos de la memoria de aquél (del Lógos), poseemos la verdad, pero en cuanto juzgamos según nuestro particular juicio, nos engañamos. 134. Así, pues, también aquí manifiesta de la manera más explícita que la Razón común es el criterio (de verdad) y dice que xas cosas qué aparecen a todos por igual son dignas de 205. 206.
Corresponde a B 1. Corresponde a B 2.
5.5
fe, en cuanto son interpretadas por la Razón , común, mientras las que aparecen a cada uno en particular son engañosas. Sexto Empírico, Contra los matemáticos, VIII. 286 Y, en verdad, Heráclito dice explícitamente que el hombre no es racional, que la Inteligen cia sólo pertenece a lo circundante. Apolonio de Tiana207, Epístolas, 18 (fragmen to 33, Bywater) El físico Heráclito decía que el hombre es irracional por naturaleza. 17. Aecio, IV. 7 ,2 (Doxographi graeci, p.392) (Heráclito dice que el alma es imperecedera) porque, al ingresar en el alma del Todo, se convierte en algo que es de la misma natura leza que éste. 18.
Aecio, V. 23 (Doxographi graeci, p. 434)
Heráclito y los estoicos (opinan) que los hombres comienzan a estar maduros alrededor de la segunda semana (de años), momento en que aproximadamente se pone qn movimiento el jugo espermático 208. 19. Plutarco, Acerca de la falla de los orácu los, 11, 4 15e Los que leen “ de los púberes” 209, siguiendo a Heráclito hacen constar la generación de 207. Apolonio fue un filósofo pitagórico, nacido el año 4 a. C., en Tiana de Capadocia, que se hizo famoso como mago y taumaturgo. Su biografía fue escrita por Filostrato. 208. Cfr. A 13; A 19. 209. Expresión que hallamos en Hesíodo, fragmen to 171, 2 Rzach.
56
treinta años, tiempo en el cual el progenitor presenta como progenitor al que fue engen drado por él 21°. Filón, Fragmento Harris, p. 20 Es posible que el hombre llegue a ser abuelo al trigésimo año, es decir, que llegue a la pu bertad alrededor de los catorce años, edad en la cual siembra, al par que el nacido después de un año puede, por su parte, engendrar un ser semejante a sí mismo al décimoquinto añ o2 211. 0 1 Censorino, Sobre el día del nacimiento, 17 ,2 Un siglo es para la vida humana el lapso más largo comprendido entre el nacimiento y la muerte. Por eso, parece que se equivocaron' grandemente quienes consideraron de treinta años el siglo. Heráclito es el que empezó a 11amar “ generación^ a este periodo, porque el ciclo ele fa e dad (del hombre) se contiene en ése lapso. Y llama cíclente la edad taei hombre) al tiempo en el cual la naturaleza vuelve a la simtent6~desde la Simiente hUHi'áña'2122 .~~ 3 1 Juan Lido 21S, Sobre los meses, III. 1U Por eso, no sin objeto Heráclito llama “ gene ración” al mes 214. 210. Cfr. A 13; B 88. 211. Cfr. A 18. 212. Cfr. B 88. 213. Juan Lido fue un escritor cristiano, nacido en Atenas hacia fines del siglo V, discípulo de Agapio, que, a su vez, había sido discípulo de Proclo. Además de la citada obra compuso un tratado Sobre las señales y otro Sobre los magistrados del pueblo romano. 214. Diels y Walzer hacen notar que esta frase de Juan Lido es producto de una errónea interpretación.
57
20. Calcidio 2 216, Comentario al “ Timeo” de Pla 5 1 tón, 251, p. 28b, 10, Wrobel Heráclito, en verdad, con el apoyo de los es toicos, conecta nuestra razón con la divina, que rige y ordena las cosas del mundo216: aquélla se torna consciente, a causa de esta inescindible vinculación, del decreto racional, y manifiesta los acontecimientos futuros por medio de los sentidos', mientras las almas descansan. íJe lo “cual resulta que aparecen imágenes de lugares desconocidos y figurairde humbresrtanto'vivos cómo muertos, El mismo defiende el uso de la adivinación y~3ice que quienes lo han merecido son prevenidos por obra de las divinas potes tades 217. 21. Clemente, Tapices, II. 130 (II. 18b, 6 Stahlin) Se dice que Anaxágoras clazomenio establece como fin de la vida la contemplación y la liber tad-que de ella provieneT Heráclito efésio, el bienestar218. *
22.
/
Aristóteles, Ética a Eudemo, VII. 1,1235 a
Y Heráclito desaprueba al poeta que dice “ que se borre de entre dioses y hombres la dis cordia” 219. Pues no habría armonía si no exis215. Calcidio, filósofo neoplatónico, vivió durante el siglo IV de nuestra era. Tradujo parcialmente, al la tín, el Timeo de Platón y le añadió un comentario. 216. Cfr. A 16 a ; B l ; B 2 ; B 113; B 114. 217. Cfr. B 93. La atribución a Heráclito de una doctrina filosófica de la adivinación puede hacernos pensar que la fuente de Calcidio es aquí Posidonio (C fr. K. Reinhardt, K osm os und Sym pathie, Munich, 1926, p. 401). 218. Cfr. Teodoreto, X I, 7. 219. El poeta que esto dice es Homero y el verso citado se halla en Ilíada, X V III, 107.
tieran lo agudo y lo grave, ni animales sin la hembra y el macho, que son contrarios 22°.
Simplicio 2 221, Categorías, 412, 22 Kafófíéiscft 0 No estarán de acuerdo cuantos ponen los con trarios como principios, los otros y los heraclíteos. Pues si uno de los contrarios fuera supri mido, todo desaparecería, haciéndose invisible. Por eso repruebaftambién Heráclito a Homero, que dice: “ Que se borre de entre dioses y hom bres la discordia” . Pues todo — afirma— desa parecería. Numenio 222, Fragmento 16 Thedinga (en Calcidio, Comentario al “ Timeo” de Platón, 297) Numenio elogia a Heráclito que reprende a Homero, el cual habría deseado el aniquilamien to y la destrucción de los males de la vida, por no entender que al mundo le placería destruirse a sí mismo, si la materia, que es fuente de los males, fuese exterminada 2232 . 4 23.
Polibio 22i, IV. 40
220. Cfr. B 8; B 5 1 ; B 80. 221. Simplicio, filósofo neoplatónico, discípulo de Amonio y de Damascio, era originario de Cilicia y vivió durante el siglo vi de nuestra era. Escribió comenta rios a diversas obras de Aristóteles. 222. Numenio de Apamea, filósofo platónico-pitagó rico, v iv ió en el siglo II de nuestra era. Se esforzó por demostrar la concordancia esencial de Platón con Pitágoras y de ambos con los misterios persas, indios, egip cios, judíos, etcétera. Sus escritos influyeron sobre Plotino y sobre Orígenes. 223. Interpretación evidentemente platónica (cfr. Plutarco, S obre Isis y O siris, 48, p. 370). 224. Polibio, historiador griego, nació en Megalópolis de Arcadia, alrededor del año 204 a. C. Llegó como prisionero de guerra a Roma y fue amigo de Escipión, a quien acompañó en su campaña contra Cartago. Visitó numerosos países, desde España hasta
59
,, no sena oportuno valerse de poetas y mitogralos como testigos sobre lo desconocido, cosa que nuestros antepasados hicieron en la mayor parte de las ocasiones, aduciendo “ ga rantes infieles” en las cosas dudosas, según Heraclito 22r>.
Egipto. Murió a los ochenta y dos años, hacia el 122 a. C. Su H istoria, dividida en cuarenta libros, comienza en el año 220 a. C. (fecha en que acaba la H istoria de A rato) y termina en el año 146, con la destrucción de Corinto y el fin de la independencia griega. 225. Cfr. A l ; B 4 0 ; B 4 2 ; B 5 6 ; B 5 7 ; B 1 0 4 ; B 106; B 107.
60
B. FRAGMENTOS
' 1.
Sexto Empírico, Contra los matemáticos, VII, 132
J e este Lógos, que siempre existe, los hom bres permanecen ignorantes, antes de haberlo escuchado y aun después que por primera vez lo escuchan; porque aunque todas las cosas se gún este Lógos se originan, aseméjanse aqué llos, sin embargo, a los insipientes, pues tan tean por medio de palabras y de obras semejan tes á las que yo empleo, cuando separo cada cosa según la Naturaleza y explico en qué con siste. Mas a los otros hombres se les oculta cuanto hacen despiertos, del mismo modo que olvidan cuanto hacen dormidos. Otras fuentes: Aristóteles, R etórica , III. 5 ; Clemen te, Tapices, V. 111, 7 ; Hipólito, R efu ta ción de todas las h erejías, IX . 9, 3; Amelio, en Eusebio, P reparación evangélica, X I. 19. Eeferencia en Filón, Quién es el h ered ero de las cosas divinas, 43, 214. Cfr. E. Mondolfo, H erá clito, México, 1966, p. 130-131; 136-137; 290291; O. Gigon, U n tersuch u ngen zu H era k lit, Leipzig, 1935, p. 1 y sgs.; K . Eeinhardt, P arm en id es und die G eschichte d er griech isch en Philosophie, Bonn, 1916, p. 217 y sgs.; C. Eamnoux, H éra clite ou l’homme en tre les choses et les m ots, París, 1959, p. 808-316; G. S. Kirk, H eraelitu s. The Cosm ic F ra g m en te, Cambridge, 1954, p. 33-46; E . L. Minar, “ The Logos of Heraelitus” en Classieal P h ilology, 34, p. 323-341; C. Mazzantini, E raclito, Turín, 1945, p. 29 y sgs.
2.
Sexto Empírico, Contra los matemáticos, V il, 113
Por lo cual es necesario adherirse a lo (im parcial, esto es, a lo común). (Pues lo común es imparcial.) Pero, aun siendo imparcial el Lógos, viven los más como si tuvieran un en tendimiento particular. Cfr. A . Patin, H era k lits E in h eitsleh re, Munich, 1885, p. 92 y sgs.; E. Loew, “ Das Fragment 2 des Heraklit” en A rch iv fü r G eschichte d er P hü osoph ie, 23, p. 89-91; N . Hartmann, D as P roblem des g eistig en Seins, Ber lín, 1933, p. 157; B. Schwarz, D e r Irtu m in d er P hü o sophie, Münster, 1934, p. 164, 197, 198; R. Mondolfo, op. cit., p. 200, 203; Reinhardt, op. cit,, p. 216, 220; Gigon, op. cit., p. 15.
3
Aeeio, II, 21,4 (Doxographi graeci, p. 351)
(Sobre la magnitud del sol): que tiene la anchura de un pie humano. Otras fuentes; Diógenes Laercio, 7 ; E pístolas pseudo-heraclíteas, IX . Alusiones: Aristóteles, S obre el al ma, 428 b 1; Epicuro, E pístola a P itocles, 91 (Cfr. Ci cerón, S obre los con fin es del b ie n ,y del m al, I. 6, 20). Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 260: Gigon, op. cit., p. 81; Reinhardt, op. cit., p. 237; Kirk, op. cit., p. 280.
4.
Alberto Magno, Sobre los vegetales, VI,
U , hOl (Heráclito decía que) si la felicidad consis tiera en los deleites del cuerpo, podríamos lla mar felices a los bueyes cuando encuentran ar vejas para comer. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 302; Gigon, op. cit., p. 121.
5.
Aristócrito, Teosofía, 68 a. Se purifican manchándose con otra san gre, como si, entrando en el fango, con fango se lavasen. b. Si alguien sorprendiera al mismo hom bre obrando de tal modo, lo tendría por loco. c. E invocan a estas imágenes de la misma manera que si alguien conversase con los edificios, sin entender nada sobre lo que son los dioses o los héroes.
Otras fuentes: Orígenes, C ontra C elso, V II. 62; Cle mente, P ro trép tieo , 4, 50, 4 ; Gregorio Nacianceno, Ora ciones, 25, 15; Elias, C om entario a G regorio N acian ceno, 1 ; Apolonio de Tiana, E pístolas, 27. Cfr. Mon dolfo, op. cit., p. 303-304; 319-322, 326-327; Ramnoux, op. cit., _p. 240-242; Gigon, op. eit., p. 132; M. P. Nflsson, “ Die Griechen” (en Chantepie de la Saussaye, L ehrbu ch d er R eligion sgesch ich te, Tubinga, 1925, II, p. 394) ; K . Buresch, K la ros, Leipzig, 1889, I, p. 118; P. Decharme, L a critiqu e des traditions relig ieu ses ch es les G rees des origines au tem ps de_ P lu tarqu e, París, 1904; H. Weil, É tu des su r Tantiquité g recq u e, París, 1900, p. 104.
65
6.
Aristóteles, M eteorológicos, II, 2, 355 a 13
El sol (no sólo, según Heráclito dice) es nue vo cada día (sino también siempre continua mente nuevo). ' Otras fuentes: Alejandro de Afrodisia, Sobre los “ M eteorológ icos", p. 72, 31 Hayd; Olimpiodoro, Sobre los “ M eteorológicos” , p. 136, 6 Stüve; Platón, R epú blica, 498 a; E scolios a la “ R epública” , 418 a; Plotino, II. 1, 2 ; Proclo, S obre el “ T im eo", III, p. 310, 32 Dieh!; Olimpiodoro, S obre el “ F e d r o ", 237, 7. Probable* alu sión: Demócrito, B 158 Diels. Cfr. Gigon, op. cit., p. 84; Mondolfo, op. cit., p. 340-341; Reinhardt, op. d t., p. 177; K. Kerényi, T och ter d er Sonne, Zuriçh, 1944, p. 26 y sgs.; H. Usener, G ottem a m en , Bonn, 1896, p. 288; E . Meyerson, Id en tité et R éalité, París, 1932, p. 425.
7.
Aristóteles, Sobre la sensación, 5, W
a 21
Si todas las cosas se volvieran humo, las na rices podrían distinguirlas. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 285-287; Gigon, op. cit., p. 57; Reinhardt, op. cit., p. 180; Ramnoux, op. d t ., p. 126-130; Kirk, op. cit., p. 232-236; Diels, H erakleitos von E ph esos, Berlín, 1909, p. 18; H. Cherniss, A r is to tle’s criticism o f p resoera tic philosophy, Baltimore, 1935, p. 322.
66
8.
Aristóteles, Ética a Nicómaco, VIII, 2, 1155 b 1
(Heráclito dice que) lo opuesto es concorde y (que) de las cosas discordes surge la más bella armonía y (que) todas según la disputa se originan. Cfr. Giordano Bruno, De Finfinito, universo e mondi p. 465 Gentile; Mondolfo, op. eit., p. 143-144; 146-149; Gigon, op. dt., p. 25 y sgs.; Cherniss, op. dt., p. 91; G. van der Leuw, L’Homme primitif et la religión, Pa rís, 1940, p. 134-139; K. Axelos, Héraelite et la philosophie, París, 1962, p. 48-49; Mazzantini, op. cit., p. 61 y sgs.
9.'
Aristóteles, Ética a Nicómaco, X, 5, 1176 a3
(Pues diferente es el placer del caballo y el del perro y el del hombre, conforme a lo que Heráclito dice, (que) los asnos preferirían la paja al oro (pues la comida es para los asnos más agradable que el o r o ). Otra fuente: Miguel, Sobre la “Ética a Nicómaco”, p. 570, 20 Heylb. Cfr. Mondolfo, op. dt., p. 302-305; Axelos, op. eit., p. 82.
67
107)
Psendo Aristóteles, Sobre el"m undo, 5, 396 b 7 (p. 75 Lorirrier)
(Tal vez la naturaleza se inclina a l(>s con-' ^trarios, y por medio de ellos, no de los semejantes, produce lo acorde, de la misma manera que reunió, sin duda, al macho con la hembra, y no a cada uno de éstos con los de su mismo sexo, y dispuso por medio de los contrarios, y no de los semejantes, la armonía primordial. Parece que también el arte, al imitar a la natu raleza, hace lo mismo. La pintura, por ejemplo, al mezclar los elementos de los colores, blancos y negros, amarillos y rojos, logró que las imá genes estuvieran en armonia con sus modelos. La música, al fundir las notas agudas y graves, largas y breves, consiguió, a través de diver gentes sonidos, una única armonía. La gramá tica, al juntar las vocales y las consonantes, estructuró con ellas todo su arte. Esto era lo mismo que decía el tenebroso Heráclito:) A r ticulaciones: entero y no entero; concorde, dis corde; consonante, disonante; y de todas las cosas, lo uno; y de lo uno, todas "las cosas. Otra fuente: Apuleyo, S obre el mundo, 19. Pro bable alusión: Hipócrates, Sobre el alim ento, 40; Séne ca, Sobre el sosiego, 5, 6. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 146149; 151-157; 160-161; 173-174; Gigon, op. cit., p. 2023; 44; Reinhardt, op. cit., p. 209; 216; Rammoux, op. cit., p. 233-237; Kirk, op. cit., p. 167-179; B. Snell, “ Heraklits Fragment 10” en H erm es, 76, p. 84 y sgs.; O. Hoffmann, D ie griech isch e D ialekte in ihrem historischen Zusam m enhange, Gottingen, 1898, III, p. 240; H. Diels, “ Zwei Fragmente Heraklits” en Sitzu n gberich te B erlin er A kadem ie der W issen sch aften -P h ilologisch ehistorische K lasse, 1901, p. 188 y sgs.; Axelos, op cit., p. 49-50; Mazzantini, op. cit., p. 61 y sgs.
68
'l í ■
Pseudo Aristóteles,' Sobre el mundo, 6 , 4 0 0 b 2 8 (p . 9 6 y sg s. L o r im er )
(L o s a n im a le s, Ios_ sa lv a je s y los d om ésticos, los q u e v iv e n en el a ire , so b re la tie r r a y en el a g u a , n a cen , flo r e c e n y m u eren obedecien do los m a n d a to s de D io s, porqu e, com o dice H e r á c lito ),« t o d o a n im a l a g olp es es condu cido a p a sta r. Otra fuente: Apuleyo, S obre el mundo, 36. Refe rencias: Platón, Critiaa, 109 b-c; Oleantes, H im no a Z eu s, 6 y sgs.; Proclo, S obre la “ R epública” , II, p. 20, 23 Kroll; Olimpiodoro, Sobre el “ A lcibíades I ” , p. 178, 18 Cr. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 306-307; Gigon, op. d t., p. 145-146; T. Bergk, D e H era cliti sen ten tia apud A ristotelem de mundo. Halle, 1861; Axelos, op. d t ., p. 133.
69
12.
Ario Dídimo (en Ensebio, Preparación evangélica, XV, 2 0 , 2 )
'(Zenón dice que, según Heráclito, el alma es una exhalación sensible porque cuando éste qui so explicar que las almas nacen siempre dota das de inteligencia a través de una exhalación, las comparó con los ríos, diciendo) : Sobre quie nes penetran en los mismos ríos corren aguas siempre diferentes; también las almas emanan de las aguas. Otras fuentes: Plutarco, C uestiones naturales, 2, p. 913 a; S obre la tardía venganza del dios, 15; Simplicio, Sobre la “ F ísica ” , p. 77; 30, p. 1313, 8 Diels. Cfr. Mondolfo, op. cit., p . '166-178; Gigon, op. eit., p. 104 y sgs.; Reinhardt, op. cit., p. 61; Kirie, op. eit., p. 367-380; E. Weerts, H eraklit und die H era k liteer, Berlín, 1926, p. 8 y sgs.; Ramnoux, op. cit., p. 223-231; B. Bavink, E rgeb n isse und P roblem e d er N aturw issen sch aften , L eip zig, 1935, p. 181; G. V lastos, “ On H eraclitu s” en A m erica n Journal o f P h ilology, 76, p. 338-344; O. Gilbert, D ie m etereologisch en T heorien der griechischen A ltertu m s, Leipzig, 1907, p. 453; A . Rivier, “ Un emploi archaique de l’analogie. L ’homme et l’experience humaine dans les fragments de Héraclite” en M useum H elveticum , 13, p. 144-164; G. Meautis, P lutarque. L es délais de la Justice divine, Lausanne, 1935, p. 62; G. F. Nicolai, L a m iseria de la dialéctica, Buenos Aires, 1958, p. 21; Spengler, H erá clito, Buenos Aires, 1947, p. 125; Axelos, op, cit., p. 50-52; W . K. C. Guthrie, A H isto ry o f G reek P hilosophy. Cambridge 1967. I. p. 462.
70
13»
Atenágoras, V, 178 E
Es necesario, pues (según Heráclito), que el hombre digno no sea inmundo ni sucio ni se _ deleite en el fango. 13b Clemente, Tapices, I, Stahlin)
2, 2
(II, p. 4, -í
Los cerdos se deleitan en el fango más que en el agua pura. Otras fuentes: Clemente, Tapices, I. 22; II. 68, 3 ; Protréptico, 92, 4 ; Sexto Empírico, Esbozos pirrónicos I. 55 Plotino, I. 6. 6 ; Ostracon egipcio 12319, 12; V i cente de Beauvais, Obras morales, III. 9, 3. Cfr. Mondolfo, op. d t., p. 302-304; H. Langerbeck, Studien va Demokrits Ethik and Erkenntnislehre, Berlín, 1935, p. 65.
14.
Clemente, Protréptico, Stahlin)
2, 22, 2
(p.
1 6 ,2 4
(¿A quiénes profetiza Heráclito efesio?) A los que van errantes en la nochera los magos, a los bacantes, a la ménades, a los iniciados en los pástenos. (A éstos los amenaza con'Ias co sas de ultratumba, a éstos les profetiza el fue g o ), porgue los misterios que están _en uso en tre loí'Eombres impíamente se celebran. Alusión: Araobio, Contra las naciones, V . 29. Cfr. Mondolfo, op. d t ., p. 326-327; Reinhardt, op. d t., p. 168: A . B. Cook, Zeus, Cambridge, 1914, I, p. 667; L. Deubner, Attische Feste, Berlín, 1932, p. 8 1 ; R. Eisler, Weltenmantel and Himmelszelt, Munich, 1910, p. 364.
1 5.
Clemente, Protréptico, Sk (I, p. 26, 5 Stahlin)
Si no fuera en honor de Dioniso que cele bran la procesión y entonan el canto fálico, obrarían con suma desvergüenza. Pero una mis ma cosa son Hades y Dioniso, por quien entran en sagrado delirio y emprenden las danzas bá quicas. Otra fuente: Plutarco, Sobre Isis y Osiris, 28. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 321-327; Gigon, op. eit., p. 147 y sgs.; Reinhardt, op. eit., p. 100; Ramnoux, op. eit., p. 97-99: V . Macchioro¿ Zagreus, Florencia, 1930, p. 372 y sgs.; R. Pettazzoni, La religione nella Grecia antiea fino ad Alessandro, Turín, 1953, p. 133; W . F . Otto, Dionysos. M ythos und Kultus, Frankfurt, 1939, p. 108; M. P. Nilsson, “ Early orphism and kindred religious movements” en The Harvard Theologieal Review, 28, p. 222; A . Lesky, “ Dionysos und Hades” en Wiener Studien, 54, p. 24 y sgs.; F . Grégoire, “ Héraclite et les cuites enthousiastes” en Revue néoscolastique, 38, p. 43-64.
72
1 6.
Clemente, Pedagogo, II, 99, 5 (I 216, 26 Stahlin)
(Porque quizás pueda alguien ocultarse de la luz sensible, pero en cuanto a la inteligible, es-< to no puede ser, o, como dice Heráclito): De lo que jamás declina ¿cómo podría uno ocul tarse? Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 239-241; Ramnoux, op. cit., p. 447-448; Gigon, op. cit., p. 130 y sgs.
17.
Clemente, Tapices, II, Stahlin)
8, 1
(II p. 117, 1
Pues la mayoría de los que frente a tales cosas se encuentran no las entienden ni,’ Ha biéndoles sido enseñadas, las comprenden! aun-' que ellos creen que sí." Referencias: Hipócrates, Sobre el régim en, I. 5 ; Demócrito, B 64 Diels: Aristóteles, É tica o N icóm aco, 1146 b 24 y sgs.; G ran É tica, 1201b 4 y sgs. Cfr. Mon dolfo, op. cit., p. 293; Gigon, op. cit., p. 17; Reinhardt, op. cit., p. 214.
73
/1 8.
Clemente, Tapices, II, 17, 4. (II p. 121 , 22 Stahlin)
Si no se espera Jo inesperado, no se lo halla rá,'pues es inhallable e inaccesible. Otra fuente: Teodoreto, C uración de las en ferm ed a des de los g rieg os, I. 88. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 291294; Gigon, op. cit., p. 2 ; Reinhardt, op. cit., p. 62; Ramnoux, op. cit., p. 422-425; W . A . Heidel, “ On certain fragments of the presocratics” en P roceed in gs o f th e A m erica n A cad em y o f A r ts and S cien ces, 48, p. '696; E . Schaeffer, D ie Philosophie des H era k lit, Leipzíg-Viena, 1902, p. 113; J. Baruzi, Saint Jean de la C roix et le problém e de l’ exp erien ce m ystiqu e, París, 1931, p. 531; P. Laín Entralgo, L a esp era y la espe ranza, Madrid, 1958, p. 29.
"Í9 .
Clemente, Tapices, II, 24, 5 (II p. 126, 5 Stahlin)
Los que no saben escuchar ni*hablar. Cfr. Ramnoux, op. cit., p. 52.
20.
Clemente, Tapices, III, StaMin)
14., 1
(II p. 201, 23
Una vez nacidos quieren vivir y tener su lote en la vida (o, más bien, estar muertos) y de jan hijos para que sigan teniendo sus lotes. Probable alusión: Enio, Telam ón, 312. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 283; 292; 325; Gigon, op. cit., p. 121 y sgs.; Ramnoux, op. d t., p. 90.
74
21
Clemente, Tapices, III, 2 1 ,1 (II p. 205, 7 Stahlin)
Muerte es cuanto vemos despiertos, ensueño cuanto (vemos) dormidos. Otra fuente: Clemente, Tapices, V. 105, 2. Alusión: Pilón, S obre José, 22, 126 y sgs. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 294-297; Gigon, op. cit-., p. 97-98; Ramnoux, op. cit., p. 36-42; von Arnim, Q uellenstudien zu Philon von A lexandreia, Berlín, 1888, p. 94 y sgs.; Mazzantini, op. cit., p. 48 y sgs.
22
Clemente, Tapices, IV, 4, Stahlin)
2
(II p. 249, 23
Los buscadores de oro remueven mucha tie rra y encuentráñT poco (o ro ). Otra fuente: Teodoreto, Curación de las enfermedaddes de los g rieg os, I. 88. Cfr. Axelos, op. cit., p. 82.
230
Clemente, Tapices, IV, 9, 7 (II p. 252, 21 Stahlin)
No conocerían el nombre de la justicia, si ta les cosas no existieran. Probable referencia: E pístola s pseudo-heraclíteas, V II. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 316-318; Ramnoux, op. cit., p. 377; Reinhardt, op. cit. p. 204; E . Bignone, E m pedocle, Turín, 1916, p. 175; Kirk, op. cit., p.' 124 y sgs.
24.,
Clemente, Tapices, III, 16,1 (II p. 255, 30 Stahlin)
Dioses y hombres honran a quienes mueren en la guerra. Otra fuente: Teodoreto, Curación de las en ferm e dades de los griegos, V III. 39. Cfr. Mondolfo, op. d t ., p. 311-314; Gigon, op. cit., p. 125; Ramnoux, cit., p. 108-109.
76
25.
Clemente, Tapices, IV, 50 (II p. 271; 3 Stahlin)
Mayores lotes consiguen mayores destinos/ Otras fuentes: Teodoreto, Curación de las en ferm e dades de los g rieg os, V III. 39; Hipólito, R efu ta ción de todas las h erejía s, V . 8, 42. Referencias: Filemón, Fragmento 96, 7 ; Platón, C ratilo, 398 b. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 311-314; Gigon, op. eit., p. 122-123; Ramnoux, op, eit., p. 109-113; V . Magnien, L e s m y steres d’E leu sis, París, 1938, p. 153.
26.
Clemente, Tapices, IV, 1U1,1 (II p. 310, 18 StahMn)
El hombre se enciende en la noche una luz (al m orir), cuando su visión se extingue. Vi vo, se vincula con el muerto (al dormir), cuan do su visión se extingue; despierto, se vincula con el dormido. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 261-266, 294-295; Gigon, op. eit., p. 95 y sgs.; Ramnoux, op. eit., p. 42-51; O. Lenz, “ Zu Heraklit fr. 26” en H erm es, 50, p. 604-625; Macchioro, op. eit., p. 412 y sgs.; O. Gilbert, Griechisehe Religionsphilosophie, Leipzig, 1911, p. 76; Mazzantini, op. cit., p. 50 y sgs.
77
27.
Clemente, Tapices, IV, 1UU, 2 (II p. 312, 7 Stahlin) ,'
Aguárdanles a los hombres, al morir, cosas que ni esperan ni creen. Otras fuentes: Clemente: P ro trép tieo , 2, 22, 1 ; Teodoreto, Curación de las en ferm edades de los g rieg os, VIII. 41; Estobeo, F lorilegio, IV. 52, 49. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 291-254; Gigon, op. cit., p. 129; Ramnoux, op. cit., p. 134-135; Maccbioro, op. cit., p. 405; Reinhardt, op. cit., p. 62; W . A . Heidel, op. cit., p. 696; Schaefer, op. cit., p. 113; P. Lain Entralgo, op. cit., p. 29.
28)
Clemente, Tapices, V, 9 (II p. SS1 , 17 Stahlin)
El más honrado conoce lo que parece (ser verdad) y lo guarda; y la justicia se encargará, por cierto, de los inventores y testigos de enga ños. Referencia: Temistio, Paráfrasis de la " Física" de Aristóteles, III. 5, p. 86, 31 Schenkl. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 238-241; 292-293; Gigon, op. cit., p. 64; 127; Heidel, op. cit., p. 682; Kirk, op. d t., p. 335-337; Ramnoux, op. cit., p. 300-302; Reinhardt, op. d t., p. 236; B. Snell, “ Die Sprache Heraklits” en Hermes, 1926, p. 369.
78
&
Clemente, Tapices, V, 60, U sg. (II p. 366, 8 Stahlin)
Los mejores prefieren una sola cosa a todas (las demás): la gloria eterna a las cosas pere cederas. La mayoría, sin embargo, se harta como el ganado. Otra fuente: Clemente, Tapices, IV . 50, 2. Refe rencia: A nónim o de Jámblico, 89, 5, 2 (Fragmente der V o rso k ra tik er). Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 305-306; Gigon, op. cit., p. 120; Ramnoux, op. cit., p. 113-116; M. Heidegger, E in fü h ru n g in d er M etaph yslk, p. 75-88.
30 ' '
Clemente, Stahlin)
Tapices,
V,
(II p. 396,
6
Este Kósmos, el mismo para todos, no lo hi zo líinguno de los dioses o de los hombres, sino que siempre fue, es y será Fuego siempre vi viente, que según medidas se enciende y según medidas se apaga. Otras fuentes: Plutarco, S obre la p rocreación del alma en el “ T im eo” , 5, p. 1014 a ; Simplicio, Com en tario al “ S obre e l Cielo” de A ristó teles, p. 294, 13 Heib.; Galeno, S obre el tem blor, V II. 617 K ; Olimpiodoro, C om entario al “ F ed ro” de P la tón , 237, 7 y sgs.; Heráclito, C uestiones hom éricas, 26. Brobables alusio nes: E pístolas pseudo-heraclíteas, I ; Marciano Capeta, I. 87. Cfr. Mondolfo, op. d t ., p. 223-227; 233-234; 243246; 248-250; Gigon, op. d t ., p. 51 y sgs.; Reinhardt, op. d t ., p. 102-106; Kirk, op. d t ., p. 311-314; L. Rademacher, “ Zu fr. 30 Heraklits” en W ien er Studien, 49, p. 115; K. Axelos, op. d t ., p. 93-94; W . Kranz, “ Kós mos ais philosophischer Begriff frügriechischen Philosophie” en Philologus, 93, p. 430-438; P. Hoffman, Sinn und G eschichte, Munich, 1937, p. 69; O. Hamelin, L e systém e d’A r is to te , París, 1931, p. 282; J. Przelusky, “ Les mages et les médes” en R evu e cCHistoire des R eligions, 122, p. 85-101; V . I Lenin, C ahiers phU losophiquea, París, 1955, p. 271.
79
3l).
Clemente, Tapices, V, 14 (II p. 896, 18 Stahlin)
а. (Que él opinaba que el Kósmos no sólo tiene principio sino que también ha de, morir, lo da a entender lo que después viene): 'Trans formaciones del Fuego: primero, mar; dél mar, la mitad tierra y la otra mitad aire huracana do. (Dice que el Fuggo, a causa de su poder, por medio del Lógos rector y de Dios, transfor ma todas las cosas, a través del aire,' en hu medad, la cual viene a ser simiente de la orde nación del Kósmos y a la cual denomina “ mar” . De éste surgen nuevamente la tierra, el cielo y cuanto ellos abrazan). б. (Que éste es otra vez asumido e incendia do, claramente lo manifiesta en las siguientes palabras): El mar se esparce y se rige con el mismo criterio que antes de transformarse en tierra. Alusiones: Zenón, el estoico, Stoicorum veterum fragmenta, I. 102; Lucrecio, I. 782-788. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 210-213-226-236; 248-251; Gigon, op. cit., p. 64 y sgs.; Reinhardt, op. cit., p. 170 y sgs.; Ramnoux, op. cit., p. 76-85; Kirk, op. cit., p. 332; K . Deichgraeber, “ Similia dissimilia” en Rheinisches Museum, 95, p. 40-51; N. Pesta, Gli stoici antichi, Bari, 1932, I, p. 98; J. Burnet, Early Greek Philosophy, Londres, 1958, p. 148-149; R. Lenoir, “ La doctrine des quatre eléments et la philosophie ionienne” en Revue des Études Grecques, 40, p. 17 y sgs.
80
3 2.
Clemente, Tapices, V, 116 (II p. AOb, 1 Stahlin)
Lo Uno, lo sólo sabio, no quiere y quiere ser denominado Zeus. Cfr. Mondolfo, op. oit., p. 185-191; Gigon, op cit., p. 138 y sgs.; Calogero, “ Eraclito” en Giornale critico della filosofía italiana, 17, p. 217; M. Untersteiner, La fisiología del mito, Milán, 1946, p. 192; Reinhardt, op. cit., p. 206; Ramnoux, op. cit., p. 244-245; A . Rostagni, II verbo di Pitagora, Turín, 1924, p. 7 ; Kirk, op. cit., p. 392-400; R. Pettazzoni, op cit., p. 133: G. van der Leuw, op. cit., p. 133; M. Solovine, Héracíite d'Ephése, París, 1931, p. 93.
§3
Clemente, Tapices, V, 115,1 (II p. bOb, 3 Stahlin)
También es ley obedecer a la voluntad de uno solo. Cfr. W . Jaeger, Paideia, México, 1942, I, p. 205.
81
'34
Clemente, Tapices, V, 115,2-8 (TI p. 404, 3 Stahlin)
Los ignorantes, aun cuando oyen, parecen sordos; de ellos dice el refrán: “ presentes, au sentes están” . Otra fuente: Teodoreto, Curación de las en ferm ed a des de los g rieg os, I. 70. Alusión: Oleantes, H im no a Zeus, 24. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 327; Reinhardt, op, cit., p. 62, 200; Heidel, op. eit., p. 700; Kirk, op, cit., p. 47; 203; Ramnoux, op. cit., p. 216-220; Gigon, op. eit., p. 7-11.
'35. ' Clemente, Tapices, V, 140, 5-6 (II p. 421,3 Stahlin) Es necesario que los varones filósofos estén bien enterados de muchas cosas. Alusión: Porfirio, S obre la abstinencia, II. 49. Cfr. H. Diels, op. cit., p. 18; M. Heidegger, op. cit., p. 101; Kirk, op. cit., p. 232 y sgs.; Spengler, op. cit., p. 102103; Axelos, op, cit., p. 81-82.
82
36.
Clemente, Tapices, VI, 17, 1-2 (II p. 4-35, 20 Stahlin)
Para las almas es muerte transformarse en agua, para el agua es muerte transformarse en tierra; pues de la tierra nace el agua; del agua, el amia. Otras fuentes: Filón, S obre la eternidad d el mundo, 21, 111; Hipólito, R efu ta ción de todas las h erejía s, V . 16, 4 ; Juliano, O raciones, V , p. 165 d ; Proclo, S obre el “ T im eo", 22 d; Olimpiodoro, S obre el “ G orgias” , p. 142, 8 Norvin; Arístides Quintiliano, p. 64, 31 Jahn. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 216-217; 267-268 ; 271-274; Gigon, op. cit., p. 101; Ramnoux, op. cit., p. 87-89; E. Stemplinber, D a s P la g ia t in d er griech isch en L itera tu r, Leipzig, 1912, p. 73; E . Rohde, P sy ch é , París, 1928, p. 386 y sgs.
37.
Moderato Columela, VIII, 4 , U
Los cerdos se lavan con barro; las aves de corral, con polvo o ceniza. Alusión: Galeno, P ro trép tieo , 13 (p. 19, 11 Kaibel). Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 302-303; Wendland, “ Ein Wort des Herakleitos im Neue Testament” en B erlin er Sitzu n gberich te, 1898, p. 791.
83
38.
Diógenes Laercio, I, 23
(P a r e c e que [T a le s ] fu e , se g ú n a lg u n o s, el p rim e ro que in v e stig ó los a stro s y p r e d ijo los eclipses y las rev olu cion es so la res, com o dice E u d e m o en la Historia de la astronomía. P o r eso lo a d m ira n J e n ó fa n es y H e ro d o to y le s ir v e n de te stig o s H e r á c lito y D e m ó c r it o ). Çfr. Zeller-Mondolfo, La filosofía dei greci nel suo sviluppo storico, Florencia, 1938, I-II, p. 107; Mondolfo, op. cit., p. 330; Axelos, op. cit., p. 107.
39.
Diógenes Laercio, 1, 88
E n P r ie n e n ació B ía s , h ijo de T e u ta m e s, cu ya fa m a es m a y o r que la de los d e m á s. Cfr. Ramnoux, op. cit., p. 297-300; Axelos, op. d t., p. 81-82.
40,
Diógenes Laercio, IX , 1
L a eru dición n o en señ a a te n e r en ten d im ien to , p orqu e en ta l ca so se lo h a b r ía en señ a d o a H e sío d o y a P itá g o r a s y a u n a J e n ó fa n e s y a H eca teo . Otras fuentes: Ateneo, X III, p. 6 1 0 b ; Clemente, Ta pices, I. 93; Juliano, Oraciones, V II. 187 D ; Proclo, Sobre el “ Timeo", I, p. 102, 22 Diehl; Sereno, Florile gio de Juan Damaseeno, II. 116; Aulo Gelio, Noches Aticas, Prefacio 12. Referencia: Demócrito, B 64 Diels. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 189-190; Reinhardt, op. d t., p. 157; B. T. L. Webster, Greek art and literatura 530■iOO B . C., Oxford, 1939, p. 13; Spengler, op. d t., p.
102.
84
r41
Diógenes Laercio, IX, 1
En una sola cosa consiste la sabiduría: en conocer el designio por el cual todo mediante todo se rige. Otras fuentes: Plutarco, S obre Isis y Osiris, 76. Alu siones: Oleantes, H im no a Zeus, 30; Pseudo Lino, en Estobeo, I, p. 119, 9 W . Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 189-192; Gigon, op. cit., p. 143; Kirk, op. cit., p. 386391; Reinhardt, op. cit., p. 200; Ramnoux, op. cit., p. 242-247; T. S. Gregory, D as unvollendente U niversum , Einsiedeln, 1938, p. 36, 61.
* 42.
Diógenes Laercio, IX,
1
Homero es digno de ser expulsado de los cer támenes públicos y de ser azotado, y Arquíloco lo mismo. Cfr. Gigon, op. cit., p. 118; E . Drerup, D a s H om erproblem d er G egen w art, Wurzburg, 1921, p. 213; K . E . Gilbert y H. Kuhn, A h istory o f aesth eties, Nueva York, 1939, p. 1-2.
83
4R.
Diógenes Laercio, IX, 2
Es preciso extinguir la prepotencia más que un incendio. Cfr. Ramnoux, op. eit., p. 96; Gigon, op. cit., p. 112; K . Deichgraeber, “ Bemerkungen zu Diógenes Bericht über Heraklit” en Philologus, 96, p. 12-30; Axelos, op. eit., p. 167-159. .«..
4T.
Diógenes Laercio, IX, 2
E s preciso que el pueblo luche p or la ley com o p o r la s m u ra lla s. Cfr. W . Jaeger, op, cit., p. 128.
86
f4 5 ./
Diógenes Laércio, IX, 7
Andando, no encontrarás los límites del alma, aunque recorras todos los caminos: tan pro fundo es su lógos. Otra fuente: Tertuliano, Sobre el alma, 2. Referencia probable: Sexto, Sentencias, 408, Gildemeister. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 217-218, 259=261; Gigon, op. eit,, p. 199; O. Spann, Philosopkmspiegel, Leipzig, 1933, p. 274; Mazzantini, op. cit<, p. 80.
46.
Diógenes Laercio, IX, 7
(Y afirmaba que) la opinión es una epilep sia f que la vista engaña. Cfr. Kirk, op. eit., p. 363 y sgs.
87
47.
Diógenes Laercio, IX, 72
No hagamos conjeturas a la ligera sobre lás ' co sas m á s im p o r ta n te s. Cfr. Gigon, op. eit., p. 97.
r 43
Etimológico Magno, 198, 23
El nombre del arco es vida, pero su obra es muerte. Otras fuentes: E scolios a la “ Ilíada", A 49; Tzeízes, E x ég esis de la “ Ilíada” , p. 101 Herm.; Eustacio, Sobre la “ Ilíada” , A 49. Probable referencia: Hipócrates, S o bre el alim ento, 21. Cfr. Calogero, op. cit., p. 204-206; Ramnoux, op. cit., p. 305-306; Matranga, A n écd ota g raeca, Roma, 1850; p. 391 y sgs.
59.
Galeno, Sobre el diagnóstico por el pulso, VIII, 773 k
Uno vale para mi como diez mil, si es ej'másj excelente. Otras fuentes: Simaco, Epístolas, IX . 115; Teodoro,/ Lazerius, Mise. Rom., 1754, p. 20; Referencias: Cice rón, Epístolas a Ático, 16, 11, 1 ; Demócrito, B 302 a ; B 98 Diels. Cfr. Giordano Bruno, La cena de le ceneri, p. 35, Gentile; Acrotismus, Opera I, I, 6 9 ; Gigon, op. eit., p. 121.
49a. Hemçlito, el estoico, Cuestiones homéri cas, 2 h En los mismos ríos (dos veces) entramos y no entramos, estamos y no estamos. Otra fuente: Séneca, Epístolas, 58-23. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 166-178; Ramnoux, op. eit., p. 223-231; 451-457; Calogero, op. cit., p. 215-216; 233-234; Vlastos, op. cit,, p. 338-344; Rivier, op. cit., p. 144-164; J. Piaget, Introduction & Fépistémologie génétique, París, 1950, II, p. 176; Axelos, op. eit., p. 50-52; Gigon, op. eit., p. 106-107; Kirk, op. cit., p. 367-380.
89
60.) Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 9 No a mí mismo sino al Lógos escuchando, es sabio confesar que todo es uno. Referencia: Pilón, A leg oría s de las leyes, III, 7. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 131-132; 198-190; Gigon, op. cit., p. 45 y sgs.; Reinhardt, op. cit., p. 206-219; Ramnoux, op. cit., p. 242-244; Kirk, op. cit., p. 65-72; Rivier, op. cit., p. 153; J. Wahl, É tude sur le “ Parm enide” de Platón , París, 1926, p. 57; W . Theiler, P ie V orb ereitu n g des N euplatonim us, Berlín, 1930, p. 127; R. K. Hack, God in G reék P hilosoph y to the tim e o f Só cra tes, Princeton, 1931, p. 70-71; A . Tumarkin, “ Der Begriff des Apeiron in der griechischen Philosophie” en A n m m ire de la S ocieté Suisse de Philosophie, 3, p. 62-63.
51}
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 9, 2
No entienden cómo lo discordante consigo mismo concuerda: armonía que hacia atrás se tiende, como la del arco y la lira. Otras fuentes: Platón, S ofista , 242 d; B an q u ete ' 187 a ; Plutarco, S obre Isis y O siris, 45, p. 369 b ; S obre la tranquilidad del alma, 15, 473 f ; S obre la pro creación del alma en el “ Tim eo” , 27, 1026 b. Alusiones: Porfirio, S obre el an tro de las n in fa s, 29; Simplicio, Sobre las categorías, 412, 20 y sgs. Kalbfleisch; Escitino, frag. 1 Diehl. Cfr. U. von Wilamowitz, P latón, Berlín, 1920, p. 367; G. Soury, L a dém onologie de P lutarque, París, 1942, p. 149; K . Praechter, “ Heraklits Fragmenta 51 un die Aristoteleskommentatoren” , Philologus, 88; J. Hessen, D as K au salitatsprin zip, Augsburg, 1928, p. 191; Mondolfo, op. cit., p. 148-152; Gigon, op. cit., p. 22 y sgs.; Macchioro, op. cit., p. 417 y sgs.; Spengler, op. cit., p. 114; Solovine, op. cit., p. 94-95; Axelos, op. cit., p. 49-50.
90
52.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 9, k
El tiempo es un niño que juguetea, tirando los dados: del niño es el reino. Otras fuentes: Clemente, P ed agogo, I. 5 ; Proclo, S obre el “ T im eo", I, p. 334, 1 Diehl; Luciano, Subasta de vidas, 14; Platón, L ey es, 903 d; Filón, V ida de M oisés, I. 6, 31; Plutarco, S obre la “e” de D elfos, 393 e ; Gregorio Nacianceno, V ersos, II, 1, 85, 11. Cfr. B. Snell, op. cit., p. 373; O. Kern, D ie grieeh iseh en M y sterien der klassischem Z eit, Berlín, 1927, p. 35; G. Mehlis, L ehrbu ch der ReligionsphU osophie, Berlín, 1915, p. 336; V. Macchioro, op. cit., p. 391 y sgs.; M. P. Nilsson, “ Die Griechen” (en Chanj;epie de la Saussaye, L eh r buch der R eligion sgesch ich te, Tubinga, 1925, II, p. 3 7 1 ); Mondolfo, op. cit., p. 196-199; Ramnoux, op. cit., p. 448-449; Gigon, op. cit., p. 74-75, 122; Solovine, op. cit., p. 95; Axelos, op. cit., p. 34-35, 54.
53.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 9, h
La guerra es padre de todas las cosas y de todas es rey, y a unos los mostró como dioses, a otros como hombres; a unos los hizo esclavos, a otros libres. Plutarco, S obre Isis y O siris, 48, p. 370 c ; Próclo, S obre el “ Tim eo” , 20 d; Crisipo, en Filodemo, S obre la piedad, 7, p. 81, 21 y sgs. Alusiones: Luciano, Cómo se ha de escrib ir la h istoria, 2 ; Icarom en ipo, 8. Cfr. A . Liebert, D e r universale Hum anism us, Zurich, 1946, p. 174; R. Mondolfo, op. cit., p. 140-144; 248-250; C. Ram noux, op. cit., p. 106-109; Gigon, op. cit. p. 119 sgs.; Kirk, op. cit., p. 245-249; Spengler, op. cit., p. 135; T. Gomperz, P ensad ores griegos, Asunción, 1951, I. p. 103104; M. Marcovich, H eraclitu s. Mérida, 1967, p. 148.
91
Hipólito, Refutación de'todas fas herejías, IX, 9, 5
iM
L a a r m o n ía o cu lta es m e jo r que la evid en te. Otras fuentes: Hipólito, R efu ta ción de todas las h erejía s, IX . 10, 1 ; Plutarco, Sobre la procrea ción del alma en el “ Tim eo” , 27, 1026 c. Cfr. P. Brentano, “ Glück und Unglück” , en V on Ü rsprung sittlich er E r. ken ntn is” , Hamburgo, 1955, p. 141; N. Hartmann, “ Wie ist kritische Ontologie überhaupt moglich” en F e s tsqh rift für P . N a torp, Berlín, 1924, p. 170; Gigon, op. cit., p. 28 y segs.; Reinhardt, op. eit,, p. 179; Axelos, op. cit., p. 117.
55.
1Hipólito, R e fu ta c ió n de to d a s la s h e r e jía s,
IX, 9, 5 L a s co sas de la s cu ales h a y v is ta , o íd o , a p ren d iz a je , son las que y o p r e fie r o . Otra fuente: Hipólito, R efu ta ción a todas las h ere jía s, IX . 10, 1. Cfr. Reinhardt, op. cit., p. 213; Gigon, op. cit., p. 17; Snell, op. cit., p. 362; Mondolfo, op. cit., p, 275, 347.
92
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 9, 6 Confúndense los hombres (dice) con respecto al conocimiento de lo evidente, de modo seme jante a Homero, que fue el más sabio de los helenos. Porque a éste unos muchachos que mataban piojos lo confundieron, diciendo: Lo que hemos visto y cogido, eso lo .abandonamos; lo que, en cambio, no vimos ni cogimos, éso Ig, llevamos a cuestas. Otra fuente: Pseudo-Plutarco, Vida de H om ero, 4. Referencia: Valerio Máximo, IX . 12, extr. 3. Probable alusión: Hipócrates, S obre el régim en, 11. Cfr. Reinhardt, op. eit., p. 373; Calogero, op. cit., p. 222; U. von Wilamowitz, D ie Id a s und H om er, Berlín, 1916, p. 435; Snell, op. eit., p. 372; A . Palm, S tudien zu hippokratisch en S ch rift “ P e n D ia ítes” , Tubinga, 1938, p. 9 8 ; K. Deichgraeber, “ Goethe und Hippokrates” en S u d h offe A rch iv fü r G eschiehte d er M edizin, 29, p. 37 y sgs.; W . Kranz, “Homer bei den Afrikanern” en Herm.ee, 74, p. 222 y sgs.
57.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 1 0 , 2
Maestro de los más es Hesíodo. Creen que éste entendió la mayor parte de las cosas, sien do así que ni siquiera conoció el día y la noche; pues ambos son una-sola cosa. Cfr. Reinhardt, op. eit., p. 233; T. S. Gregory, op. eit., p. 61; P Philipson, T hesalische M yth ologie, Zurich, 1944, p. 181; Ramnoux, op. cit., p. 1-5; Kirk, op. eit., p. 155-161.
93
58
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10, 3
El bien y el mal son una sola cosa. Pues los mecíicos (dice Heráclito), que cortan, queman y torturan ferozmente a los enfermos en todas partes, pretenden, aun sin merecerlo, recibir su paga de los enfermos, habiendo producido por igual la mejoría y los dolores. Otras fuentes: Aristóteles, Tópicos, 159 b 30; Física, 185 b 11; Simplicio, S obre la “ F ísica ” de A ristó teles” , p. 50, 7, p. 82, 20 Diels. Referencias: E pístolas pseudoh eraclíteas, V I, etc. Cfr. Gigon, op. cit., p. 26; Mondolfo, op. cit., p. 307, 311; Reinhardt, op. cit., p. 204; Ramnoux, op. cit., p. 354-357.
5Sf
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10,4
En el batán el camino recto y el curvo son uno y el mismo (dice). (En el batán el movi miento de la pieza llamada “ caracolillo” es recto y curvo, pues al mismo tiempo se mueve hacia arriba y en círculo). Otra fuente: Apuleyo, Sobre el mundo, 21. Cfr. Rein hardt, op. d t., p. 239; Calogero, op. cit., p. 213; Mondolfo, op. cit., p. 157-160; Axelos, op. cit., p. 50.
94
60
Hipólito, Refutación de todas las herejías, ■ IX, 10, U
El camino hacia arriba y hacia abajo es uno y el mismo. Otras fuentes: Cleomedes, S obre el m ovim iento cir cular de los cu erpos celestes, I. 11; Máximo Tirio, 41, 4 ; Tertuliano, C ontra M arcián, II. 28; Diógenes Laercio, IX . 1, 8 (cfr. A l ) ; Plotino, IV . 8, 1; Jámblico, en Estobeo, I, p. 3780, 20 W . Referencias: Hipócrates, Sobre el alim ento, 45; S obre el régim en , I. 5 ; Filón; Sobre la eternidad del mundo, 21, 109; S obre los sue ños, I. 24, 156; V ida de M oisés, I. 6, 31; Marco Au relio, V I. 17; E pístolas pseudo-heraclíteas, V . Cfr. Mondolfo, op, cit., p. 160-165; Calogero, op. cit., p. 212 y sgs.; Gigon, op. cit., p. 103; C. Pascal, Studi critici sul poem a di L ucrezio, Roma, 1903, p. 80; Axelos, op. cit., p. 50.
61.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10, 5
El mar: el agua más pura y la más inmunda; para los peces potable y saludable, para los hombres imbebible y perniciosa. Referencias: Sexto Empírico, E sbozos pirrón icos, I. 55; Hipócrates. S obre el régim en, 10; S obre el alim ento, 19. Cfr. T. S. Gregory, op. cit., p. 61; Mondolfo, op. cit., p. 304-306; W . A . Heidel, H ipp ocra tic m edicine. Its sp irit and m ethod, Nueva York, 1941, p. 110; Axelos, op. cit., p. 78.
95
r
1
^
62J
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10, 6
Inmortales los mortales, mortales los inmor tales, viviendo la muerte de aquéllos, la vida de aquéllos muriendo. Otras fuentes: Máximo Tirio, 4, 4 h ; Heráclito, C uestion es hom éricas, 24; Luciano, Subasta de vidas, 14; Clemente, P edagogo, III. 2, 1 ; Filón, A leg oría s de las leyes, I. 108; Sexto Empírico, E sbozos pirrónicos, III. 230; Hierocles, S obre los “ V ersos á u reos", 24. Alu siones: Hermes, en Estobeo, É glogas, I. 89; Poimandres, 12, p. 100 Parthey. Cfr. Mondolfo, op. c it „ p. 266-271; 274-276; 278-280; Gigon, op. cit., p. 123 y sgs.; Eeinhardt, op. cit., p. 179; Kirk, op. cit., p. 121; 144; 171; 289; 309; 314; 391; W . F . Jackson Knigth, Rom án V erg tt, Londres, 1945, p. 2 0 ; H. Lewi, S obria ebrietas. U ntersuchungen zu r G eschichte d er antiken M ystik , Giessen, 1929, p. 103; Mazzantini, op. cit., p. 56 y sgs.
63.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10, 6
(Habla también de la resurrección de esta carne visible, en la cual hemos sido engendra dos, y sabe que Dios es causa de tal resurrec ción, pues dice así:) Se levantarán delante de él (allí presente) y, una vez despiertos, se con vertirán en custodios de vivos y muertos. (Ha bla asimisnfir'cíe im juicio del Kósmos y de cuantos seres hay en él, por medio del Fuego). Cfr. Gigon, op. cit., p. 125 y sgs.; Ramnoux, op. cit., p. 60-63; Mondolfo, op. cit., p. 275-278; Eeinhardt, op. cit., p. 193; V. Magnien, op. cit., p. 112; P. L. Ciceri, “ Le stelle soggette al giudizio universale’ en A t e n e e Rom a, X V I , p. 310 y sgs.; Solovine, op. cit., p. 97.
96
(641> Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10 , 7
(diciendo:) Todas las cosas las gobierna el rayo (esto es, las endereza, pues denomina rayo al Fuego eterno. Dice también que este Fuego es racional y que es la causa del ordenamiento de todas las cosas). Otras fuentes: Oleantes, H im no a Z eus, p. 5 y sgs.; Filodemo, S obre la piedad, 6 a. p. 70 G. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 208-210; H. Leisegang, D ie Platondeutung der G egen w art, Karlsruhe, 1929, p. 64; U. yon Wilamowitz, R eden und V ortrá g e, Berlín, 1925, I, p. 230; Gigon, op. cit., p. 145 y sgs.; Reinhardt, op. cit., p. 199; Axelos, op. cit., p. 104-105.
1
65,
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 1 0 , 7
(Lo llama) indigencia y exceso. (Según él, indigencia es el ordenamiento, y saciedad, el exceso)'. Otras fuentes: Filón, A leg oría s de las leyes, III. 7; S ob re las leyes especiales, I. 208. Alusión: Plutarco, S obre la “ e” de D elfos, 9, 389 c. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 237-238 ; 243-245; Gigon, op. cit., p. 49; Reinhardt, op. cit., p. 164; T. S. Gregory, op. cit., p. 61.
97
66.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 10 , 7
(Pues) a todas las cosas (dice) las juzgará y arrebatará el Fuego, cuando sobreviniere. Alusión: Hipólito, R efu ta ción de todas las h erejía s, V I. 9, 3. Cfr. Mondolfo, op. d t ., p. 236-241; 243-248; Gigon, op. cit., p. 129 y sgs.; Ramnoux, op. cit., p. 6063; L. Rademacher, D as J en seits im M yth os d er H e llenen, Bonn, 1903, p. 9 6 ; Reinhardt, op. cit., p. 166 y sgs.
67.
Hipólito, Refutación de todas las herejías, IX, 1 0 , 8
El Dios: día-noche, invierno-verano, guerrapaz, saciedad-hambre (todas las cosas contray rías: éste es el entendimiento), se transforma'cromo’ (e l Fuego) cuando se mezcla con perfu mes; se d en o m in a según el aroma de cada uno de ellos.
Otras fuentes: Hipólito, R efu ta ción de todas las h erejía s, V . 21, 2 ; X . 11, 3 ; Filodemo, S obre la piedad, 6 a, p. 70 G. Cfr. Mondolfo, op. d t., p. 179186; Ramnoux, op. cit., p. 377-381; Davidson, “ Heracliti fr. 36 Byw” , en A m erica n Journal o f P hilology, 5, p. 503; W . Nestle, “ Bemerkungen zu den Vorsokratikem und Sophisten” en Philologus, 67, p. 531-581; H. Fránkel, “ Heraclitus on God and the phenomenal World” en T ransactions o f th e A m erican P hü ological A ssociation , 1938, p. 233-234; H. Leisegang, D ie Gnosis, Leipzig, 1924, p. 99; L. Brunschvicg, L a raison e t la religión , París, 1939, p. 68; Gigon, op. cit., p. 146-147; París, 1939, p. 68; Gigon, op. cit., p. 146-147, Rein hardt, op. cit., p. 211 y sgs.; Calogero, op. d t., p. 218219; Diés, A u to u r de P latón , París, 1927, p. 74-75.
98
r67 a. ]Hisdoso, el escolástico, Comentario al “ Co'mentario al Tim eo’ de Platón” de Calcidio (Códice, París, 1, 8624 siglo X II, f. 2) (Así el calor vital que del sol procede, da vida a todos los vivientes. De acuerdo con esta opinión, expone Heráclito una excelente ana logía entre la araña y el alma, la tela de araña y el cuerpo). Del mismo modo que la araña, (dice) que está en medio de la tela, se da cuenta al punto cuando la mosca desbarata alguno de sus hilos y rápidamente acude, como doliéndose del corte del hilo, el alma del hombre, cuando alguna parte del cuerpo es herida, corre, veloz, como si no pudiera tolerar la herida del cuerpo al cual está firme y proporcionalmente unida. R eferen cia s: C risipo, S obre el alma teru m fra g m en ta , II. 8 7 9 ); T ertuliano, 14. C fr. Gigon, op. cit., p. 113 y sg s .; Phyaics o f the S toics, Londres, 1959, p.
( Stoicorum v e S obre e l alma, S. Sam bursky, 24-25.
99
68.
Jámbilico, Sobre los misterios, 1, 11
(Y por esta causa evidentemente los deno minó Heráclito) remedios (puesto que servirán para apaciguar los terrores y para inmunizar a las almas contra los males derivados del na cimiento) . C fr. Gigon, op. cit., p. 112.
69.
Jámbilico, Sobre los misterios, V, 15
Establezco así dos clases (de sacrificios): los de los hombres enteramente purificados, los cuales se dan en raras ocasiones, por parte de alguna persona aislada, (como dice Heráclito), o de unos pocos y bien contados varones, (y los sacrificios materiales, etcétera). Probable r e fe re n cia : Sexto E m pírico, C ontra los m a tem áticos, V II. 829. C fr. J . G effcken , D e r A u sg a n g des griechisch-rom ischen H eidentum s, H eidelberg, 1920, p. 284.
100
70.
Jámbilico, Sobre el alma (en Estobeo, Églogas físicas, II, 1, 16)
(¡Cuánto más acertadamente juzg<57 pues, Heráclito que) las opiniones humanas ^on jue gos de niños! A lusiones p rob a b les: Platón, Leyes, 644 d, 8 0 3 c.
71.
Marco Aurelio, TV, U6
Hay que acordarse también de aquel que olvida a dónde conduce el camino. C fr. M on dolfo, op. cit., p. 290; G igon, op. eü., P136; R am noux, op. cit., p. 409.
lOi
7 2 .,
Marco Aurelio, IV, 46
Del Lógos con el cual continuamente convi ven, del que todo lo gobierna, discrepan en gran manera, y las cosas que les salen al paso cada día, éstas mismas les parecen extrañas. C fr. R am noux, op. cit., p. 212-216; R einhardt, op. cit., p. 220; N . H artm ann, “ D as P roblem des A p riorismus in der platonischen Philosophie” en Sitzungaberieh te der P reussiseh en A kadem ie d er W issen seh a ften P hilologische historische K la ese, B erlín, 1936, p. 8 y sg s.; G igon, op. cit., p. 18.
73.
Marco Aurelio, IV, 46
No se debe obrar y hablar como cuando es tamos dormidos; (porque también entonces creemos obrar y hablar). C fr. Gigon, op. cit., p. 10; R am noux, op. cit., p . 294296.
102
34
Marco Aurelio, IV , 4.6
No conviene (que nos comportemos tomo)' descendientes de nuestros antepasados, (esto es, simplemente según lo que nos dice la tra dición). O tra fu en te: M eleagro, A nthologia P alatin a, V II. 49. R eferen cia : A n th ologia Palatina, V II. 479. Posible alu sión: A pu leyo, A p ología, 39. C fr. Headlam , The Clas8ical R evieiv, 15, p. 401; Rendall, The Classical R eview , 16, p. 28; Gigon, op. oit., p. 113.
75.
Marco Aurelio, IV, 42
(Heráclito, creo, dijo que) los que duermen son operarios y colaboradores de las cosas que en el Kósmos suceden. C fr. M ondolfo, op. cit., p . 288-291; B reithaupt, De M arci Aurelii Antonini commentariis quaestiones selectae, G ottingen, 1913, p. 21 y sg s .; G igon, op. cit., p. 11; 52; R einhardt, op. cit., p. 237; K irk, op. cit., p. 44; Ram noux, op. cit., p. 294-295; Á xelos, op. cit., p. 65-68.
103
76 a. Máximo de Tiro, XLI, 4 Vive el Fuego la muerte de la tierra y el aire vive la muerte del Fuego; el agua vive la muer te del aire; la tierra, la del agua. b.
Plutarco, Sobre la “ e” de Delfos, 18, p.
La muerte del Fuego es el nacimiento del aire y la muerte del aire es el nacimiento del agua. c.
Plutarco, Sobre el primer frío,
10,
p. 94-9 a
La muerte del Fuego es el nacimiento del aire. d.
Marco Aurelio; IV,
46, 1
Que la muerte de la tierra engendra el agua y la muerte del agua engendra el aire y la del aire, el Fuego, y viceversa. C fr. R am noux, op. oit., p. 71-75; M ondolfo, op. eit., p. 230-231; 267-268; B. Snell, op. eit., p. 361; Gigon, op. eit., p. 98 y sg s.; K irk, op. eit., p. 144; 306; 341344; Spengler, op. eit., p. 132.
104
77.
Numenio, Fragmento 35 Thedinga ( en Porfirio, Sobre la gruta de las ninfas, 1 0 )
(Por lo cual también Heráclito dice que) para las almas es placer o muerte el humede-' cerse. (Pues les causa placer la caída en el cur so de la generación). (En otro lugar dice que) nosotros vivimos la muerte de aquéllas y aqué llas viven nuestra muerte. O tra fu e n te : O lim piodoro, Sobre el “Gorgias”, p. 142, 8 N orvin. C fr . M on dolfo, «p . cit., p. 270-271; Ram noux, op. cit., p. 8 6-89; G igon, op. cit., p. 109; K irk, op. cit., p. 116, 253, 340.
78.
Orígenes, Contra Koetschau)
VI, 12 (II, 82,18
La condición humana no posee conocimien tos; la divina, en cambio, sí. C fr. R am noux, op. cit., p. 121-122; K irk , op. cit., p. 385-387; 395-397; G igon, op. cit., p. 135; Reinhardt, op. cit., p. 201.
105
' 7ST:, Origem.es, Contra Celso, VI,
12
El hombre parece niño frente al genio, igual que el niño frente al hombre. R eferen cia : Eusebio, Teofanía, p. 74, 9 Gressmann. C fr. Gigon, op. cit., p. 135 y sg s.; E . Petersen, Hermes, 14, p. 304.
^ 0 . } Orígenes, Contra Celso, VI, 42 (II, 111, Koetschau)
8
Es preciso comprender que la guerra es algo común, que la justicia es discordia y que todas las cosas se producen según la discordia y la necesidad. O tra fu en te: Filodem o, Sobre la piedad, p. 29. C fr. M ondolfo, op. cit., p. 142-147; 335-336; G igon, op. cit., p. 238-244; R. Philipson, “ Zu Philodem s S ch rift über die F rom igkeit” en Hermes, 55, p. 254; R am noux, op. cit., p. 80.
106
81 a.
Filodemo, Retórica, I, col. 57, 62; p. 351, 35U
(El saber de los retóricos encamina a esto todas sus reglas y, según Heráclito, es) inven tor de la cuchillería. ''bü
Escolios a la “ Hécuba” de Eurípides, 131
("Cuchillería” llamaron otros a las artes de la palabra, y también Timeo, que de este modo escribe: “ Se demuestra así también que no es) Pitágoras el inventor de la (verdadera) cu chillería (ni el acosado por Heráclito, sino que el mismo Heráclito «saín fanfarrón). •%
Otras fuentes: Escolios a la “ Hécuba” de Eurípi des, 131; Etimológico Magno, p. 529, 25. Referencia: Clemente, Tapices, I. 21. Cfr. Reinhardt, op. cit., p. 233 y sgs.; Gigon, op. cit., p. 128; H. Diels, Archiv für Geschichte dar Philosophie, 3, p. 454.
107
82.
Platón, Hipias mayor, 289 a
El más bello de los monos es asqueroso cuan do se lo compara con el género humano. O tras fu en tes: Plotino, V I, 3, 11. R eferen cia : A ris tóteles, Tópicos, Vil b 17. C fr. R einhardt, op. cit., p. 237; Gigon, op. cit., p. 136; M ondolfo, op. cit., p. 303; 338; W . Zilles, “ Zu einigen F ragm enten H eraklits” en Rheinisches Museum, 62, p. 64-60.
83.
Platón, Hipias mayor, 289 b
Comparado con u n cio s; el más sabio de los hombres parece un mono, en sabiduría, en be lleza y en todo, lo demás. Cfr. H. Frankel, “ A thought pattern in Heraclitus” en American Journal o f Philology, 69, p. 315; Mon dolfo, op. cit., p. 303, 338.
108
84. a. b.
Plotino, IV,
8, 1
(El Fuego) transformándose, reposa, Es penoso trabajar siempre para los mis mos y ser dominado por ellos.
O tra fu en te: Jám blico, en E stobeo, I. 37S, 20 W . R eferen cia : E neas de G aza, T heophrastus, p. 9, 11 ( P atrología g ra eea 85, col. 8 87-881). C fr . Reinhardt, op. cit., p. 194; G igon, op. eit., p. 9 4 ; M on dolfo, op. eit., p. 280; A xelos, op. cit., p. 102.
85.
Plutarco, Coriolano, ag, 2 2 U c
Difícil es luchar contra el deseo, porque lo que quiere lo compra al predio del alma. O tras fu en tes: P lu tarco, S obre la rep resión de la ira, 9; A m atorio, 11; A ristóteles, E tica a E údem o, 1223 b 22; E tica a N icóm aco, 1105 a 8 ; P olítica, 1315 a 29; Jám blico, P ro trép tico , p. 112, 29 P ist. R eferen cia s: Dem ócrito, B 236 D iels; A nónim o, S obre la sublimidad, 9. C fr. R einhardt, op. cit., p. 196; M ondolfo, op. cit., p. 314-316; R am noux, op. cit., p. 89-90; J . T . Shotwell, H istoria de la historia en el mundo antiguo, M éxico, 1940, p. 186.
109
86.
Plutarco, Coriolano, 38, p. 232 d
Pero la mayor parte de las cosas divinas, (se gún Heráclito) escapan al conocimiento por incredulidad. Otra fu en te: Clemente, Tapices, V . 88, 5. C fr. Keinhardt, op .cit., p. 63; M ondolfo, op. cit., p. 293-294; Leisegang, op, cit., p. 99.
87.
Plutarco, Sobre el modo correcto de es cuchar, 7, p. 4,1 A
El hombre timorato suele quedar boquiabier to ante cualquier palabra. O tra fu en te: P lutarco, Sobre cómo debe el adoles cente escuchar las obras poéticas, 9.
110
.88.
Plutarco, Consolación a Apolonio, 10 , p. 106 E
r Lo mismo (y uno solo) : vivo y muerto, des pierto y dormido, joven y viejo; pues estas cosas, transformándose, son aquéllas, y aqué llas, de nuevo transformándose, son éstas. O tra fu en te: Sobre la “e" de Delfos, 18, 392 c. R e fe re n cia : M eliso, B 8 Diels. C fr. M ondolfo, op. cit., p. 268-270; 341-342; Reinhardt, op. cit., p. 203; 237; Gigon, op. cit., p. 90 y s g s .; Ram noux, op. cit., p. 88-36; K irk, op. cit., p. 135-158.
89.
Plutarco, Sobre
superstición, 3, p. 166 C
(Dice Heráclito) que para los despiertos existe un mundo único y común, pero que cada uno de los dormidos se aparta hacia el suyo particular. C fr . R einhardt, op. cit., p. 175, 2 1 6 ; G igon, op. cit.., p. 10-11; M on dolfo, op. cit., p. 287-289; R am noux, op. cit., p. 57-60; N . H artm ann, Das Problem des geistigen Seins, B erlín, 1933, p. 159; C. A . E n ge, “ Das m etaphysiche Grunbestand - E rste Ideen uber seine Struktur” en Deni Geddchtnis an Rene Descartes, B er lín, 1937, p. 171-172; A xélos, op. cit., p. 66-68.
111
Plutarco, sobre la “ e” de Delfos, E
8,
p.
888
Todas las cosas son trueque del Fuego y el Fuego lo es de todas, del mismo modo que las mercancías lo son del oro y el oro de las mer cancías. O tras fu en tes: Sim plicio, Sobre la "F ís ic a " de A r is tóteles, 23, 33, D iels; D iógenes L aercio, IX . 8 ; Filón, A leg oría s de las leyes, III. 7 ; H eráclito, Cuestiones hom éricas, 43; Luciano, Subasta de vidas, 14; Plotino, IV . 8 ; Jám blico, en Estobeo, I, p. 378, 21 W .; Eusebio, P reparación evangélica, X IV . 3, p. 720 c. Probable re feren cia : H ipócrates, S obre el régim en, I. 5. C fr. Reinhardt. op. cit., p. 179; Gigon, op. cit., p. 47; M ondolfo, op, cit,, p. 243-246; 250-251; H. Diels, “ Zw ei F ra g m ente H erakhts” en S itzu n gberich te B erlin er A kad em ie des W issensch aften -P h ilologisch e-h istorische K la s se, 1901, p. 128 y sg s.; K . M arx, L e Capital, P arís, 1948, I, p. 114; C. A strada, “ E l río de H eráclito” en H um anitas, 15, p. 16; A xelos, op. cit., p. 228; Splengler, op. cit., p. 120.
112
91.
Plutarco, Sobre la “ e” de Delfos, 18, p. 392 B
No es posible penetrar dos veces en el mismo río, (según Heráclito), ni tocar dos veces una substancia perecedera en un mismo estado, más ésta, por la fuerza y la velocidad del cambio, se dispersa y de nuevo se concentra o, mejor dicho, no de nuevo ni otra vez, sino al_misnuv tiempo, se concreta y fluye, se avecina y se aleja. R eferen cia : G regorio N acianceno, V ersos m orales, 141. Probable alu sión: E pístolas pseudo-heraelíteas, V I / C fr. Reinhardt, op. eit., p. 207; Gigon, op. cit., p. 106107; R am noux, op. eit., p. 212-223; 231-233; M ondolfo, op. cit., p. 166-178; K irk, op. cit., p. 367-380; K . K erényi, “ M nem osyne” , en D ie G eburt der H ellena (A lb a e v ig ilia e), Zurich, 1945, p. 95; H ürth, D e G regorii N azianzeni orationibus fu n ebribu s, E strasbu rgo, 1907, p. 57; Spengler, op. eit., p. 124; T . Gom perz, op. cit., p. 97-99; A xelos, op. cit., p. 50-52.
113
92.
Plutarco, Sobre los oráculos de la pitonisa, 6 , p. 397 A
(¿No v e s .. . qué gracia tienen los cantos sáficos, que seducen y fascinan a quienes los escuchan?). La Sibila, por su parte, con frené tica boca, (según Heráclito) al hablar de cosas que no son graciosas ni ornadas ni aromáticas, llega con su voz a los mil años, por virtud del dios. O tra fu en te: Clemente, T apices, I. 70, 30. R eferen cia s : E pístola s pseudo-heraclíteas, V I H ; Jám blico, So bre los m isterios, III. 8, C fr. M. P . N ilsson, op. cit., p. 365; T . Dem psey, T he D elfic oracle, O xford , 1918, p. 1 ; A xelos, op, cit., p. 142-143.
93.
Plutarco, Sobre los oráculos de la pitonisa, 21, p. 404 D
El príncipe, cuyo es el oráculo de Delfos, ni dice ni oculta, pero indica. Otras fu en tes: Jám blico, Sobre los m isterios, III. 15; E pístola a D exip o, en Estobeo, E glogas, II. 2, 5; Estobeo, F lorilegio, I. 199. R eferen cia : Luciano, Subas ta de vidas, 14. C fr. G igon, op. cit., p. 76; Ram noux, op. cit., p. 302-304; Snell, op. cit., p. 371; G igon, S okrates, Berna, 1947, p. 175; A xelos, op. cit., p. 142-143.
114
94.
Plutarco, Sobre el exilio, 11 , p. 604 A
El sol no traspasará sus limites; si no, las Erinias, defensoras de la justicia, volverána encontrarlo. O tras fu en tes: P lu tarco, Sobre Isis y Osiris, 48; H ipólito, Refutación de todas las herejías, V I. 26, 1 ; Jám blico, Protréptico, 2 1 ; Epístolas pseudo-heraclíteas, I X ; Filodem o, Sobre la piedad, 6 a. C fr . G igon, op. cit., p. 86; M ondolfo, op. cit., p. 218-233; 243-244; 248-250; Philipson, op. cit., p. 180; T . S. G regory, op. cit., p . 36; K . K erényi, Tóchter der Sonne, Z urich , 1944, p. 3 9 ; A . D. N ock, Sallustius conceming the gods and the uníverse, C am bridge, 1926, p. L i l i ; F . J . D olger, Die Son ne der Geríchtigkeit und der Schwarze, M unster, 1919, p. 99; Spengler, op. cit., p. 143.
95 a.
Plutarco, El banquete de los siete sabios, III, 1,669 A
La ignorancia es mejor ocultarla, (pero esto resulta difícil en la orgía y ante el vino). r95 b.
Estobeo, Florilegio. I. 175
Ocultar la ignorancia es mejor que sacarla a relucir. * • o O tras fu e n te s: P lu tarco, Sobre cómo debe el adoles cente escuchar las obras poéticas, 12; Sobre si la virtud se pueda enseñar 2 ; Sobre si también se ha de educar a la mujer, fra g m . X X I I . 1 ; E stobeo, Florilegio, III. 1, 175. C fr . T . S . G regory, op. dt., p . 60.
m
96.
Plutarco, El banquete de los siete sabios, IV, 4, 3, v. 669 A
Los cadáveres han de ser arrojados fuera más que los excrementos. Otras fu en tes: E strabón, X V I. 2 6 ; P ólu x, Onomás tico, V . 163; Orígenes, C ontra Celso, V . 1 4 ; Juliano, O raciones, V II, p. 226 c. R eferen cia s: F ilón, S obre la fu g a y la invención, 61; Plotino, V . 1, 2. Probable alu sión : Cicerón, Tusculanas I 104, C fr. Gigon, op. cit., p. 133; M acchioro, op. cit., p. 400; F . Copleston, H isto ria de la F ilosofía . B arcelona, 1969. I. p. 66.
97.
Plutarño, Si la república debe ser gober nada por un anciano, 7, v. 787 e
Los perros laaran contra lo que no conocen. C fr . G igon, op. cit., p. 133; M on dolfo, op. cit., p. 330.
98.
Plutarco, Sobre la cara que aparece en el disco lunar, 28, p. 943 E
Las almas huelen conforme al Hades. C fr. R einhardt, op. cit., p. 195; M on dolfo, op. cit., p . 284-287; Solovine, op. cit., p. 98-99; M arcovich, op. cit., p. 393-394.
116
99.
Plutarco, Si es más útil el agua o el fuego,. 7, p. 957 A
Si no existiera el sol,, por lo que toca a dos otros astros, habría noche. O tras fu e n te s: P lu tarco, S obre la fortu n a , 3 ; Clemen te, P rotrép tico, 11. R e fe re n cia : M acrobio, Com entario al “ Sueño de E scip ión ” , I. 20, 3. C fr. R einhardt, op. cit,, p. 180-182; G igon, op, cit., p. 78-79; F rankel, op. cit., p. 326; M ondolfo, op. cit., p. 260-261.
lt)Ó.
Plutarco, Cuestiones platónicas, 1007 D
8,
U, p.
.. .Períodos, de los cuales es el sol guardián e intendente, definiendo, juzgando, consagran do, estableciendo las transmutaciones y las ho ras que todo lo arrastran, (según Heráclito). R eferen cia : P lu tarco, S obre la caída en desuso de los oráculos, 12. C fr. M ondolfo, op. cit., p. 220-221.
117
'lO li Plutarco, Contra Colotes, l e investigué a mí mismo.
20,
p. 1118 c
O tras fu en tes: Juliano, O raciones, V I. 185 a ; A r is tónim o, en E stobeo, F lorileg io, I I I . 21, 7 ; Suidas, en el térm ino “ postum os” ; D ión Crisóstom o, 38, 1 ; T a ciano, D iscu rso a los g rieg os, 3 ; D iógenes L aercio, IX . 6 ; P ilón, S obre José, 22, 127; P latino, I X . 5. C fr. R einhardt, op. éit., p. 220; G igon, op. cit., p. 111; M ondolfo, op. cit., p. 260-261; 329; R am noux, op. cit., p. 76; Jaeg er, op. cit., I, p. 176; W . T h eiler; D ie V orb ereitu n g des N euplatonism us, B erlín, 1930, p. 5 8 ; Cherniss, op. cit., p. 333; M azzantini, op . cü ., p . 79-80.
101 a.
Polibio, X II, 27,1
(Teniendo nosotros, por naturaleza, algo así como dos órganos por cuyo medio todo lo ave riguamos y muchas cosas hacemos, el oído y la vista, y siendo la vista en no pequeña medida más veraz, según Heráclito:) Porque los ojos son testigos más fieles que los oídos. C fr. Ram noux, op. cit., p. 217; R . von Scala, Studien des P olybios, Stu ttgart, 1890, I, p. 88.
118
102.) Porfirio, Cuestiones homéricas, Sobre IV, 1 Para Dios todas las cosas son bellas, buenas y justas; pero los hombres a algunas las con sideran justas; a otras, injustas. R eferen cia s: H ipócrates, S obre el régim en , I. Oleantes, H im no a Z eus, V . 15. C fr. R einhardt, op. p. 136-137; R am noux, op, cit., p. 376-377; K irk, op. p. 180-183; Frankel, op. eit., p. 243; M ondolfo, op. 310, 318; J . C hevalier, H istoria d el pensam iento, drid, 19 5 6 yl. p. 73.
108.
11; eit., eit., cit., M a
Porfirio, Cuestiones homéricas, Sobre
^ ¥ 111^200
'
Común es el principio y el fin en la circunfe rencia. R eferen cia s: H ipócrates, S obre los lu gares en hom bre, 1 ; S ob re el régim en , 19; S obre e l alim ento, C fr. Reinhardt, op. cit., p. 211-212; G igon, op. eit., 100; Ram noux, op. eit., p . 123-124; A xelos, op. eit., 50.
el 9. p. p.
119
104.
Proclo, Comentario al “ Alcibíades I" de Platón, p. 525, 21 Cousin
¿Cuál, es pues, su inteligencia o su discer nimiento? Se dejan persuadir por juglares y tienen como maestro al vulgo, no comprendien do que “ los más son perversos y los buenos, pocos” . O tra fu en te: Clemente, Tapices, V . 59, 4. C fr. Gigon , op. cit., p. 17.
105.
Escolios homéricos A T.: Sobre la litada, XVIII, 251
(Héctor tenía un compañero [Polidamas]: la misma noche habían nacido. De ahí que Heráclito llame a Homero) astrólogo, (y también por aquel pasaje en que éste dice; ninguno de los hombres logró escapar al destino). Otra fu en te: E ustacio, Sobre la “ litada” , p. 114, 2, 5. C fr. W . Capelle, “ A lteste Spuren der A strologie bei dem Griechen” en Hermes, 1925, 60, p . 373-375; A xelos, op. cit., p. 107.
120
106 a.
Plutarco, Camilo, 19
(Sobre los días nefastos, si es preciso consi derar a algunos como tales o si con razón Heráclito censuró a Hesíodo que a ciertos días los hacía buenos y a otros desgraciados, como quien ignora que) la naturaleza de todos los días es una sola, (en otra parte se ha discutido). b.
Séneca, Cartas, i:2, 7 Un día es igual a otro cualquiera.
C fr. R einhardt, op. cit., p. 177; G igon, op. cit., p. 132-133; K irk , op. cit., p. 157-160; A xelos, op. cit., p. 108.
107.) Sexto Empírico, Contra los matemáticos, J VIL 126 Malos testigos son ojos y oídos para los hom bres que tienen almas bárbaras. Otra fu en te: E stobeo, F lorilegio, III. 4, 54. A lu sión : Gnom ologio vaticano, 311 S tem . P robable referen cia : Platón, República, 583 d. C fr. R am noux, op. cit., p . 76; 173-174; 218; A . Liebert, op. cit., p . 11; B . Schw arz, op. cit., p. 197-198; G. G'alli, D a T álete a l “ M en on e” di P laton e, T urín , p. 2 7 ; R einhardt, op. cit., p. 213; F ránkel, op. cit., p. 311-317.
121
il08 .
Estobeo, florilegio, 1 , 17i
(De Heráclito:) De todos aquellos cuyas pa labras he escuchado, ninguno llegó a esto: a comprender que la sabiduría está de todas las cosas separada. A lu sión : A polon io de T ian a, en E usebio, Prepara ción evangélica, IV . 13. C fr. M on dolfo, op. cit,, p. 193195; R einhardt, op. dt., p. 20 5 ; G igon, op . cit., p. 138; R am noux, op. cit., p. 247-249; H eidel, op. cit., p. 704 y s g s .; K irk , op. cit., p. 398-400.
109.
(Es igual al fragmento 95).
V éase n ota a B 95.
122
.110
Estobeo, Florilegio, 1, 176
No es mejor para los hombres que se les pía cuanto desean. Cfr. Gigon, op. cit., p. 111.
111
Estobeo, Florilegio, 1 ,177
• La enfermedad hace dulce y buena salud; ej hambre, la hartura; la fatiga, el descanso. C fr . R efnhardt, op. cit., p. 2 3 7 ; G igon, op. cit., 1116 M ondolfo, op. cit., p . 273-274.
123
ll^ y
Estobeo, Florilegio, 1,178
El entender es la virtud suprema y la sabidu ría consiste en decir la verdad y en obrar según la Naturaleza, conformándose a ella. C fr. R einhardt, op. cit., p. 233; M ondolfo, op. eit., p. 295; Calogero, op, cit., p. 198; Ram noux, op. cit., p. 294295; A xelos, op. cit., p. 117; K irk, op. cit., p. 390; H eidel, op. cit., p. 704.
113
Estobeo, Florilegio, 1, 179
Común es a todos el entender. O tra fu en te: Plotino, V I. 5, 10. C fr. Reinhardt, op. cit., p. 110; Gigon, op. cit., p. 12; K . Riezler, Parmenides, F ra n k fu rt, 1934, p. 23.
124
112}'
Estobeo, Florilegio, 1 ,178
El entender es la virtud suprema y la sabidu según
r ía consiste en decir la verdad y en obrar la N a tu r a le z a , conformándose a ella.
C fr. R einhardt, op. dt., p. 233; M on dolfo, op. eit., p. 295; C alogero, op. eit., p. 198; Ram noux, op. cit., p. 294295; A xelos, op. dt., p. 117; K irk , op. eit., p. 390; H eidel, op. dt., p. 704.
113.
Estobeo, Florilegio, 1, 179
Común es a todos el entender. O tra fu e n te : P lotino, V I. 5, 10. C fr . R einhardt, op. cit., p. 110; G igon, op. cit., p. 12; K . R iezler, Parmenides, F ra n k fu rt, 1934, p. 23.
124
114.
Estobeo, Florilegio, 1 ,179
Los que hablan con inteligencia es necesario que se hagan fuertes en lo que es común a todos, como la Ciudad en la ley, y aun mucho más firmemente. Pues todas las leyes humanas se nutren de la única divina, ya que ésta domina cuanto quiere y a todas las auxilia y las abarca. R eferen cia s: Oleantes: H im no a Z eus, 20 y sg s.; P lu tarco, Sobre Isis y O siris, 45, 369 a. C fr. Reinhardt, op. eit., p. 213; G igon, op. eit., p. 11; M on dolfo, op. eit., p. 136-137; 199-204; 316-317; R am noux, op. eit., p. 218; W . Theiler, op. eit., p. 4 8 ; F . B rentano, V on U rsprung sittlich er E rken n tn is, H am burgo, 1955, p. 32; J . M illas, E n sa yos sobre la historia espiritu al de O ccidente, San tiago de Chile, 1960, p. 105; O. Spengler, op. cit., p. 148, 154; Jaeger, L a teología de los prim eros filósofos g rieg os, M éxico, 1952, p. 117; A xelos, op. cit., p. 125127.
115
Estobeo, Florilegio, I, 180
El alma tiene un lógos que a sí mismo se acrece» A lu sion es: H ipócrates, Epidemias, V I. 5, 1 ; Sobre el régimen, I. 6. C fr . G igon, op. cit., p . 105; Ram noux, op. cit., p . 116-121; M on dolfo, op. cit., p. 259-261; H eidel, op. cit., p. 700 y s g s .; J . S u sso D elgado, Luces de Her&clito el Oscuro, L im a, 1958, p. 10.
116.
Estobeo, Florilegio, III, 5,
6
A todos los hombres les es dado conocerse a sí mismos y ser sabios. C fr . G igon, op. cit., p . 1 6 ; H eidel, op. cit., p. 702; M on dolfo, op. cit., p. 195; O. Crusius, “ H eraklit und P in dar” en Bliiter fü r das bayerische gymmasial Schulwessen, 49, p . 228; M azzantini, op. cit., p. 80-81.
126
H 7?
Estobeo, Florilegio, III. 5, 7
ün hombre, cuando está ebrio, es conducido por un muchacho impúber, dando tumbos, sin saber hacia dónde se dirige, pues tiene el alma húmeda. C fr . G igon, op. cit., p. 108; M on dolfo, op. cit., p. 273274; R am noux, op. cit., p. 9 1 ; T . E r ík -W e b s t e r , op. cit., p. 11; M azzantini, op. cit., p. 87. '
118. i Estobeo, Florilegio, III. 5,
8
(Resplandor seco: el alma más sabia y exce lente). Alma seca: la más sabia y excelente. O tras fu en tes: P ilón, en E usebio, P rep a ración evan gélica, V III. 14; M usonio, X V I I I a ; P lu tarco, S ob re el com er carne, 1, 6 ; Galeno, E scrito s m en ores, II. 47, 9 M ü ller; H erm ias, S obre e l “ F e d r o ” , p. 27, 28 C ou vreu r; Clemente, P ed agogo, II. 2, 2, 2 9 ; P o rfirio , S ob re el an tro de las n in fa s, 1 1 ; E ustasio, 1411, 3 1 ; P lu tarco, Róm ulo, 2 8 ; S obre la caída en desuso de los oráculos, 41, 432 f ; A rístid es Quintiliano, II, p. 64, 29 Jahn. C fr. Gigon, op. cit., p. 110; B u m e t, op. cit., p. 138; R am noux, op. cit., p. 90-91; M ondolfo, op. cit., p. 21 7 ; G. S ou ry; L a dém onologie de P lu tarqu e, P arís, 1942, p. 163-165; 196; U g o da Como, U m anisti del secóla X V I, Bolonia, 1928, p. 125-126.
127
119.
Estobeo, Florilegio, IV. 40, 23
"(Heráclito dijo que) el temperamento es un genio para el hombre. Otras fuentes: Plutarco, C uestiones platónicas, I. 2 ; Alejandro de Afrodisia, S ob re el destino, 6. Referen cias: Epicarmo, B 17 Diels; Demócrito B 170 Diels; B 171 Diels; E pístolas pseudo-heraclíteas, IX . Cfr. Snell, op. eit., p. 363; Axelos, op. eit., p. 192-194; Jaeger, P aideia, I, p. 66; 202; 276.
120.
Estrabón, I.
6,
p. 3
(Más acertadamente y también más de acuer do con Homero, dice Heráclito, mencionando la Osa, en lugar del círculo ártico:) De la aurora y el crepúsculo son fronteras la Osa y el lin dero del sereno Zeus, que frente a la Osa está. (Porque el círculo ártico es el límite del occi dente y el oriente, y no la O sa). C fr. Diels, op. eit., p. 45; R einhardt, op. eit., p. 182; Burnet, op. eit., p. 135; M ondolfo, op. cit., p. 186-187; M. U ntersteiner, op. cit., p. 111; K. M eister, Die homerische Kunstsprache, L eipzig, 1922, p. 205; Solovine, op. cit., p. 99.
128
^l::IJ
l'.'.tlmitón, XV. 25, p. 6U2
Sorbí justo «pie todos los efesios púberes se «•mIi .iiihiiIii.hi y
Oli'tift fuentes: D iógenes L aercio, IX . 2 ; C icerón, T a sm la iiiih, V. 36, 105; Musonio, fra g m . IX , p. 47 H enhii; .1OmlilIco, Vida de P itá gora s, 30, 172. R eferen cia s: I,iii’ ¡oito. Súbanla de vidas, 14; Pseudo D iógenes, E p ís tola», :>K, 0 ; ep ís to la s pseudo-heraclíteas, IX . C fr. M on(loll'o, «ip. eit., p. 3 1 4 ;.L . K lages, D ie psyeh ologiseh en ErruiigniH chaften N ietesch es, Leipzig, 1930, p. 116; T. (•oiiipcrz, op. eit., p. 93-94; O. Spann, G esselch aftsleh re, Leipzig, 1930, p. 167.
I'¿'i.
Suidas, Léxico
(líeráclito usa la palabra) “ acercamiento” . C fr. G igon, op. eit., p. 113; A xelos, op. eit., p. 69-70.
129
Temistio, Discurso, 5, p. 69 (Según Heráclito,) la Naturaleza gusta de ocultarse. Otra fuente: Proclo, Sobre la “República” , II, p. 107, 5. Referencias: Pilón, Cuestiones sobre el “ Géne sis” , IV . 1 ; Sobre los sueños, I. 2, 6 ; Sobre las leyes especiales, IV . 8, 51; Juliano, Oraciones, V II, p. 216 c; Manilio, IV . 869; Séneca, Cuestiones naturales, V II. 30, 4. Cfr. Gigon, op. cit., p. 101; Jaeger, La teología de los primeros filósofos griegos, p. 122; Spengler, op. cit., p. 112; Axelos, op. cit., p. 117.
124 i
Teofrosto, Metafísica, 15, p. 7 a 10 Use tter (p. 16 Ross-Fobes)
(También parecería irracional que el cielo entero y cada una de sus partes estuvieran dis puestos según orden y razón, formas, potencias y períodos, si al principio no hubiera habido nada semejante sino que, según dice Heráclito,) el bellísimo Kósmos fuese como basura arro jada al azar. Cfr. Gigon, op. cit., p. 52. Reinhardt, op. cit., p. 223; Fránkel, op. cit., p. 319; Mondolfo, op. cit., p. 334-336; J. B. McDiarmid, “ Note on Heraclitus fragment 124” en American Journal of Philology, 62, p. 492-494; T. Bergk, Kleine philologische Schriften, II, p. 302; J. D. García Bacca, “ Heráclito y el indeterminismo” , A so mante, III, 2, p. 5-8; Axelos, op. cit., p. 94.
130
r125
Teofrasto, Sobre los torbellinos, 9
Hasta el brebaje se corrompe, al no ser agi tado. Otras fuentes: Alejandro de Afrodisia, Problemas, III. 42 Usener; Plutarco, Sobre las contradicciones de los estoicos, 34; Marco Aurelio, IV . 27. Referencia: Lu ciano, Subasta de vidas, 14. Cfr. Gigon, op. cit., p. 118; Ramnoux, op. cit., p. 63; Mondolfo, op. cit., p. 227; Russo Delgado, op. cit., p. 11; Spengler, op. cit., p. 112; Axelos, op. cit., p. 102.
125 a
Tzetzes, Comentario al "Plutón” de Aristófanes, 88
(A Plutón lo representa ciego, como carente de virtud y cómplice de la maldad. Por lo cual también Heráclito efesio, maldiciendo a los efesios y no bendiciéndolos, d ijo:) ¡No os aban done la riqueza, oh efesios, a fin de que, al obrar perversamente, seáis convictos! Referencia: Epístolas pseudo-heraclíteas, V III. Cfr. Axelos, op. cit., p. 151.
126.
Tzetzes, Escolios para la exégesis de la “ Ilíada” , 11, p. 126
Las cosas frías se calientan, ío caliente se enfría, lo húmedo se seca, lo seco se humedece. Referencia: Epístolas pseudo-heraclíteas, V . Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 333-336; Ramnoux, op. cit., p. 238; Snell, op. cit., p. 356 y sgs.
Í3 1
Fragmentos dudosos, falsos y falsificados 126 a.
Anatolio, Sobre los diez primeros nú meros, p. 36 Heiberg
Según la ley de los tiempos, compútase la sep tena por la luna y se divide por las Osas, em blemas, ambas, de la inmortal memoria. Cfr. Diels, Festschrift für T. Gomperz, 1902, p. 10.
126 b.
Anónimo, Comentario al “ Teeteto” de Platón, 7 1 ,12 a, p. 152 E
(Epicarmo, que había seguido a los pitagóri cos en algunas otras cosas, concibió un extra ordinario raciocinio sobre el crecimiento. Argumenta según aquello de Heráclito:) De . diferente manera crece siempre cada cosa ha cia aquello que le falta. (Si, por consiguiente, nada deja, de fluir y de alterar su forma, las substancias se originan cada vez de diferente manera, de acuerdo con el incesante flu jo ). Véase Epicarmo, B 2 Diels. '
132
127j
Aristócrito, Teosofía, 69
(El mismo [Heráclito] dijo a los egipcios:) Si son dioses ¿por qué los lloráis? Y si los llo ráis, no debéis de ningún modo considerarlos, dioses. Probable referencia: Ion, B 4 Diels, Cfr. Reinhardt, op. cit., p. 234 y sgs.; Zeller-Mondolfo, op. cit., p. I-II, p. 316-317, 648; Burnet, op. cit., p. 97, 184; Axelos, op. cit., p. 138.
128
Aristócrito, Teosofía, 7U
(Que Heráclito, viendo a los griegos rendir honores a los genios, d ijo :) Invocan a las esta tuas de los genios, que no oyen, como si oyeran; que no dan nada, así como nada piden. Cfr. Axelos, op. cit., p. 138.
133
''Í29*.
Diógenes Laereio, VIII. 6
Pitágoras, hijo de Mnesarco, se dedicó a la investigación más que todos los demás hom bres, y habiendo espigado en dichos escritos, se confeccionó su propia sabiduría: erudición, arte de perversidad. Cfr. Rathmann, Quaestiones pythagoreae, orphioae, empedooleae, Halle, 1933, p. 93.
130.
Gnomologio de los monjes latinos, I. 19 (Cecilio Balbo-Wolfflin p. 18)
No conviene que seas chistoso hasta el punto de convertirte, tú mismo, en objeto de risa, (dijo Heráclito). Cfr. Axelos, op. eü., p. 162.
134
131
Gnomologio Parisiense, n. 209 Stembach
(Heráclito llamaba a) la presunción, regreso del progreso. Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 278; Axelos, op. cit., p. 162.
132.
Gnomologio Vaticano, 748, n. 812, Stem bach
Los honores esclavizan a dioses y hombres. C fr Axelos, op. cit., p. 162.
133.
Gnomologio Vaticano, 748, n. 318, Stem bach
Los hombres malvados son enemigos de los veraces. Cfr. Axelos, op. cit., p. 162.
135
1 34 .
Gnomologio Vaticano, 7US, n. 31U, Stern-
bach La educación es otro sol para los educados. Cfr. Axelos, op. eit., p. 81-82.
135.
Gnomologio Vaticano, 7US, n. S15, Stem bach
(Decía que) el camino más breve hacia la fama consiste en hacerse bueno. Referencia: Jenofonte, Memorables, I. 7, 1.
136
Escolios a Epicteto, p. LXXI, Schenkl
(De Heráclito:) Las almas arrebatadas en la guerra son más puras qué (las que perecen) por las enfermedades. Cfr. Mondolfo, op. eit., p. 277; Axelos, op. eit., p. 150 y sgs.
136
137
Estobeo, Églogas físicas, I. 5, 15, p. 78, 11
(Escribe, pues:) Ya que las cosas están ente ramente sujetas a la fatalidad... Cfr. Mondolfo, op. cit., p. 257.
1387
Códice Parisiense 1630, Siglo X IV , folio 191
(Del filósofo Heráclito, sobre la vida:) Qué sendero de vida tiene uno que seguir, etcétera. Véase Anthologia Palatina, IX . 359; Estobeo, IV . 34, 57 (Posidipo, Epigramas, 21, p. 79 Schott).
139.
Catálogo de los códices de astrólogos griegos, IV. 32, V I I 106
(Del filósofo Heráclito:) Ya que, dicen al gunos, los astros rigen los principios. . . hasta que su hacedor lo desee. Cfr. Th. H. Martin, Edición de Theon de Esmirna, París, 1849, p. 379, 413.
137
IN D IC E
Introducción
....................................................................
5
Testimonios
....................................................................
15
Fragmentos......................................................................
61
ESTE LIBRO SE TERMINO D IM PRIM IR EL DIA 30 DE MAYO DEL AÑO M IL NOVECIENTOS S E T E N T A Y DOS, E N L A S PRENSAS VENEZOLANAS DB EDITORIAL ARTE, EN LA CIUDAD DE CARACAS