Carta de Abraham Lincoln a la Nacion El hombre no debe preocuparse de cuando él morirá, con tal que muera en su puesto de honor y deber. Pero yo puedo agregar hoy, que yo tengo el presentimiento que mo riré a través de la mano de un asesino. El papa y los Jesuitas, con su infernal Inquisición, son los únicos poderes organiza dos en el mundo que tienen como recurso la daga del asesino, para asesinar a qui enes ellos no pueden conquistar con la espada o convencer con sus argumentos. "D esgraciadamente, yo siento mas y mas cada día, que no es en contra de los american os del Sur, solamente, contra quienes yo estoy luchando, es más en contra del Papa de Roma, sus pérfidos Jesuitas y sus ciegos y sanguinarios esclavos. Mientras que ellos piensen que pueden conquistar el Norte, ellos no me mataran; pero el día que nosotros derrotemos sus ejércitos, capturemos sus ciudades y los obl iguemos a someter, entonces, es mi impresión que los Jesuitas quienes son los prin cipales gobernantes el Sur harán lo que ellos casi invariablemente han hecho en el pasado. La daga o la pistola hará lo que las fuertes manos de los guerreros no pu dieron lograr. Esta guerra civil no parece ser nada más que un asunto político para aquéllos que no s aben, yo hago, las secretas primaveras de este drama terrible. Pero es más una gue rra religiosa que una guerra civil. Es Roma la que quiere gobernar y degradar el Norte, así como ha gobernado y ha degradado el Sur, desde el mismo día de su descub rimiento. Son pocos los líderes del sur que no están bajo la influencia de los Jesuitas, a tra vés de sus esposas, relaciones familiares y sus amigos varios miembros de la famil ia de Jeff Davis pertenecen a la Iglesia de Roma. Aun los Ministros Protestantes están bajo la influencia de los Jesuitas, sin sospe charlo. Espera su triunfo en el Norte; como lo ha hecho en el Sur, Roma está hacie ndo aquí lo que ha hecho en México, y en todas las Repúblicas de América del Sur; ella e stá paralizando, por medio de la guerra civil, los brazos de los soldados de la li bertad. Ella divide nuestra nación para debilitarla, dominarla y luego gobernarla. Pero es muy cierto que si el pueblo americano supiera lo que yo se, del odio fer oz de los sacerdotes de Roma, contra nuestras instituciones, nuestras escuelas, nuestros más sagrados derechos, y nuestras amadas y atesoradas libertades, ellos l os echarían de entre nosotros o los ejecutarían como traidores. La historia de éstos últimos mil años nos nuestra que dondequiera que la Iglesia de Ro ma se encuentre ha sido una daga para herir el pecho de una nación libre, ella es una piedra a su cuello para paralizarla, y prevenir su adelanto por los caminos de la civilización, ciencia, inteligencia, felicidad y libertad. "Esta guerra nunca habría sido posible sin la influencia siniestra de los Jesuitas . Nosotros se lo debemos al papado, el hecho que ahora nosotros vemos nuestra ti erra enrojecida con la sangre de sus hijos más nobles. Aunque había grandes diferencias de opinión entre el Sur y el Norte sobre el problem a de la esclavitud, ni Jeff Davis, ni cualquiera de los líderes de la Confederación se habrían atrevido a atacar el Norte, sino fuese por haber confiado en las promes as de los Jesuitas. Fueron prometidos bajo la máscara de la Democracia que el dine ro y las armas de los Católico Romanos y las armas de Francia estaban a su disposi ción, si ellos nos atacaban. Yo tengo lástima por los sacerdotes, los obispos y monj es de Roma en los Estados Unidos, cuando el pueblo comprenda que ellos son, en g ran parte, responsables de las lágrimas y el derramamiento de la sangre en esta gu erra.
Yo oculto del conocimiento público de la nación, lo que yo sé, sobre este tema, porque si el pueblo supieran toda la verdad, esta guerra se convertiría en una guerra re ligiosa, y en seguida, tomaría un carácter más salvaje y sangriento. Se pondría implacab le como todas las guerras religiosas lo son. Se volvería una guerra de exterminio por parte de ambos bandos. El Profesor Morse me ha contado sobre las conspiraciones iniciadas en la misma c iudad de Roma para destruir a esta República, El pueblo no sabe cómo los sacerdotes, las monjas, y los monjes que llegan diariamente a nuestras costas, bajo el pret exto de predicar su religión, de instruir personas en sus escuelas, cuidar de enfe rmos en sus hospitales, son nada más que emisarios del Papa, de Napoleón y de los ot ros déspotas de Europa, para socavar nuestras instituciones, para apartar los cora zones de nuestro pueblo de nuestra constitución, y nuestras leyes, destruir nuestr as escuelas, y preparar un reino de anarquía aquí como lo han hecho en Irlanda, en Méx ico, en España, y donde quiera que estén personas que quieran ser libres." ¿No es absurdo que un hombre jure por algo que odia, maldice y destruye? ¿A caso la Iglesia de Roma no odia, maldice y destruye la libertad de conciencia cuando ell a puede hacerlo? Yo estoy a favor de