COMENTARIO DE TEXTO LITERARIO Nuestra sociedad en ocasiones es intransigente con los inmigrantes y machista hacia las mujeres. mujeres. Estos valores se reproducen reproducen en los medios de comunicación. Argumenta tu posición frente a estos hechos , relacionándolo con el texto seleccionado. seleccionado. Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas. Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre. «Se me revolvían las tripas de sólo verla -me dijo-, pero no podía verla sin acordarme de él.» Su vida de casada devuelta seguía siendo tan simple como la de soltera, siempre bordando a máquina con sus amigas como antes hizo tulipanes de trapo y pájaros de papel, pero cuando su madre se acostaba permanecía en el cuarto escribiendo cartas sin porvenir hasta la madrugada. Se volvió lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío, y volvió a ser virgen sólo para él, y no reconoció otra autoridad que la suya ni más servidumbre que la de su obsesión. Escribió una carta semanal durante media vida. «A veces no se me ocurría qué decir -me dijo muerta de risa-, pero me bastaba con saber que él las estaba recibiendo.» Al principio fueron esquelas de compromiso, después fueron papelitos de amante furtiva, billetes perfumados de novia fugaz, memoriales de negocios, documentos de amor, y por último fueron las cartas indignas de una esposa abandonada que se inventaba enfermedades crueles para obligarlo a volver. Una noche de buen humor se le derramó el tintero sobre la carta terminada, y en vez de romperla le agregó una posdata: «En prueba de mi amor te envío mis lágrimas». En ocasiones, cansada de llorar, se burlaba de su propia locura. Seis veces cambiaron la empleada del correo, y seis veces consiguió su complicidad. Lo único que no se le ocurrió fue renunciar. Sin embargo, él parecía insensible a su delirio: era como escribirle a nadie. Una madrugada de vientos, por el año décimo, la despertó la certidumbre de que él estaba desnudo en su cama. Le escribió entonces una carta febril de veinte pliegos en la que soltó sin pudor las verdades amargas que llevaba podridas en el corazón desde su noche funesta. Le habló de las lacras eternas que él había dejado en su cuerpo, de la sal de su lengua, de la trilla de fuego de su verga africana. Se la entregó a la empleada del correo, que iba los viernes en la tarde a bordar con ella para llevarse las cartas, y se quedó convencida de que aquel desahogo terminal sería el último de su agonía. Pero no hubo respuesta. A partir de entonces ya no era consciente de lo que escribía, ni a quién le escribía a ciencia cierta, pero siguió escribiendo sin cuartel durante diecisiete años. Un medio día de agosto, mientras bordaba con sus amigas, sintió que alguien llegaba a la puerta. No tuvo que mirar para saber quién era. «Estaba gordo y se le empezaba a caer el pelo, y ya necesitaba espejuelos para ver de cerca -me dijo-.¡Pero era él, carajo, era él!» Se asustó, porque sabía que él la estaba viendo tan disminuida como ella lo estaba viendo a él, y no creía que tuviera dentro tanto amor como ella para soportarlo. Tenía la camisa empapada de sudor, como lo había visto la primera vez en la feria, y llevaba la misma correa y las mismas alforjas de cuero descosido con adornos de plata. Bayardo San Román dio un paso adelante, sin ocuparse de las otras bordadoras atónitas, y puso las alforjas en la máquina de coser. -Bueno -dijo-, aquí estoy. Llevaba la maleta de la ropa para quedarse, y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores, y todas sin abrir. (Gabriel García Márquez, Crónica de una muerte anunciada) 1. Contextualización Este fragmento pertenece a la novela Crónica de una muerte anunciada, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, publicada en 1981. Ésta es quizá la obra más “realista” de este autor, pues se basa en un hecho histórico ocurrido en la tierra natal del escritor en el que él mismo fue testigo y personaje (el asesinato de Cayetano Gentile Chimento por los hermanos Chica el 22 de enero de 1951 en Sucre). El propio Márquez confiesa en El olor de la guayaba que, en un principio la historia no le interesó como
material literario y que, además, tenía en cuenta la contrariedad que le suponía a su madre la idea de ver a “tanta gente amiga, e inclusive algunos parientes, metidos en un libro escrito por un hijo suyo”. En este extracto de la obra se narran los años posteriores a la separación entre Bayardo San Román y Ángela Vicario, en los que ella desarrolla y expresa su amor hacia su esposo a través de las incesantes cartas que le escribe semanalmente durante diecisiete años. Asimismo, se narra el momento en el que los esposos vuelven a reencontrarse. Se inserta en el capítulo 4 de los cinco que constituyen Crónica de una muerte anunciada (1981).
2. Breve reseña biográfica y características de la literatura de la época García Márquez, galardonado en 1982 con el Premio Nobel de Literatura, estudió Derecho y Periodismo e inició su vida profesional con colaboraciones periodísticas en el diario El espectador , profesión que influye indiscutiblemente en su obra, como sucede en Relato de un náufrago o Crónica de una muerte anunciada. Si bien Cien años de soledad está considerada como su obra insuperable y la que supuso la consagración
de Márquez como uno de los grandes autores del “boom” de la narrativa hispanoamericana, a la ve z que la obra más representativa del realismo mágico, también otras novelas suyas han adquirido la categoría de obras maestras: Crónica…, El amor en los tiempos del cólera ,… o el primer volumen de sus memorias : Vivir para contarla
Esta nueva literatura, y por oposición a la anterior, trata de compaginar con maestría la modernidad, la experimentación y la tradición a través de la mezcla del elemento autóctono con las nuevas corrientes estéticas y las nuevas técnicas narrativas. Esta idea queda patente en algunas de las características de la narrativa del “boom”: incorporación del subconsciente, subjetivismo, ilogicidad, ruptura de la linealidad temporal, temática mítica-alegórica, presencia de la muerte, experimentación con el lenguaje, sentido sagrado del cuerpo y, por supuesto, el realismo mágico, con el que se intenta mostrar lo irreal o extraño como algo cotidiano y común, pues, como el propio Márquez llega a afirmar, a veces no acierta a distinguir dónde termina lo real y empieza lo imaginario. 3. Características de la literatura de la época en la obra Todas estas características están presentes en la obra de García Márquez, si bien unas con mayor profusión que otras. Así, podemos observar en este momento narrativo una de ellas con claridad: la ruptura de la linealidad temporal. Crónica …presenta una estructura no lineal, conformada a base de avances y retrocesos de la acción. Se trata de un complejo montaje en el que cada capítulo gira en torno a un eje, un suceso y luego se complementa con datos dispersos, a la vez que se altera la disposición temporal de los acontecimientos. De manera que comprobamos que los hechos que se narran en este fragmento pertenecen al capítulo IV, pero cronológicamente son posteriores al capítulo siguiente, el V, en el que se cuentan los detalles, anécdotas y sucesos que rodearon el asesinato, hecho con el que finaliza la novela. La presencia de la muerte y el subjetivismo son otras de las características de la novela de esta época presentes en este fragmento. La primera de ellas porque es el tema central de la novela; la muerte en este caso, como destino trágico, unida inevitablemente al tema del honor, pues al ser repudiada, Ángela Vicario se ve abocada a la soltería impuesta y a la monótona vida que ejercían las mujeres en esta época, llegando casi a morir en vida. Por lo que respecta al subjetivismo, éste queda reflejado en la presencia de un narrador que participa en los acontecimientos. Los hechos se reconstruyen desde varias perspectivas, por lo que consideramos que Crónica… presenta un narrador múltiple. En ocasiones es un personaje, amigo de Santiago, que cuenta los hechos en primera persona (que puede ser el propio autor); otras escribe en tercera persona para hacer una crónica con la información recabada. El propio autor confiesa que, cuando decidió escribir esta historia que él había vivido, necesitaba un narrador que pudiera pasearse al derecho y al revés en el
tiempo estructural de la novela, y que la solución fue introducir un narrador que, por primera vez en toda su producción literaria, era él mismo. En este momento de la historia aparece un narrador en tercera persona, que se limita a contar los hechos con bastante profusión de detalles físicos y psicológicos, propios del narrador omnisciente: “Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas. Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre”. Paralelamente, apreciamos un narrador en primera persona que parece ser un cronista que está recabando datos para luego verterlos en la crónica definitiva, narrador que aparece a través de la confesión de Ángela: «A veces no se me ocurría qué decir -me dijo muerta de risa-, pero me bastaba con saber que él las estaba recibiendo.» 4. Caracterización de los personajes, el tiempo y el espacio Aunque estamos ante una novela que, a pesar de su brevedad sobresale por su elevado número de personajes, en el fragmento que nos ocupa sólo aparece una mención lejana, casual a las amigas de Ángela Vicario, la propia Ángela, su madre y Bayardo San Román. Ángela Vicario es la menor de la familia, pero muy recatada con respecto a los hombres. Maduró después de lo ocurrido y se vuelve ingeniosa. Aunque nadie le pudo sacar nada de lo que pasó aquella noche ni qué pasó con Santiago, la versión más corriente era la que se ha citado anteriormente: Ángela estaba protegiendo a alguien a quien amaba de verdad. El personaje de Ángela sufre una transformación que queda reflejada en este fragmento. Al final de la novela parece quedar poco de aquella Ángela del principio, ya que ha evolucionado y muestra otra personalidad: “Era tan madura e ingeniosa, que costaba trabajo creer que fuera la misma”. Descubre el tesón, la pas ión amorosa hacia el hombre que, al final, ha desatado la pasión amorosa en su corazón. Ello se refleja en las cartas que durante media vida” escribe a Bayardo San Román hasta conseguir que éste vuelva a su lado. Bayardo San Román. Era un forastero arrollador que había llegado misteriosamente al pueblo, dominante, seguro de sí mismo, un hombre que lo tenía todo. Es culto: nada más llegar al pueblo da a entender que era ingeniero de trenes y maneja el telégrafo. Es fuerte: vence a los mejores nadadores del pueblo, y, como enseguida demuestra, es también sumamente rico (su boda constituirá un auténtico despilfarro). Tan seguro está de sí mismo que, cuando a medio despertar de la siesta, ve atravesar la plaza a Ángela Vicario y a su madre, dice: "Cuando despierte (...) recuérdame que me voy a casar con ella. ” En este fragmento se nos presenta como un hombre maduro, con el porte perdido, mostrándose inerme ante Ángela. Ambos personajes son productos de una sociedad machista y prejuiciosa donde la mujer nace predestinada a sufrir y ha de adoptar una actitud pasiva frente al poder social establecido. De ahí el gran problema que crea la pérdida de virginidad de Ángela, pues ha roto con las normas establecidas. Con toda naturalidad, el narrador cuenta en capítulos anteriores como los hombres de su generación perdieron la virginidad en casa de María Alejandrina Cervantes (apellido significativo), en cambio, Ángela Vicario es devuelta la noche de bodas por no ser virgen El tratamiento del tiempo es uno de los rasgos más complejos de la obra. Todo ocurre en veinticuatro horas pero, curiosamente podemos destacar que lanovela no avanza cronológicamente de modo lineal: aparecen numerosas prolepsis y analepsis, pausas descriptivas, elipsis,…en una mezcla casi de puzle entre el sumario, las entrevistas y propia crónica del narrador. El tiempo, además se nos presenta de forma cícila (o circular) y, a veces, de forma muy atomizada e incluso indeterminada: media vida, una madrugada de vientos, por el año décimo,un medio día de agosto ,… El espacio narrativo se sitúa en un pueblo colombiano del Caribe ( se citan Riohacha y Manaure), mitad real, mitad espacio mítico. Casi toda la acción transcurre en torno a una plaza donde se celebró la boda o junto a la casa de Santiago. Tanto la plaza como la puerta de la casa adquieren un valor dramático. En la escena que estamos comentando, Ángela se ha ido a vivir con su madre lejos de la localización inicial a un pueblo cercano al Caribe.
5. Justificación del carácter literario del texto: Este texto es un fragmento narrativo insertado dentro del conjunto de esta novela corta, una novela en la que advertimos el influjo periodístico desde el título: una crónica, es decir, la narración de una historia en la que se recuerdan cronológicamente de forma detallada unos hechos noticiables. La influencia de la crónica periodística se observa, entre otros aspectos, en la recreación de las entrevistas con los distintos personajes de la historia, el empleo de palabras textuales en la reconstrucción de los hechos, tanto de los protagonistas, como fragmentos del sumario judicial del caso. En este fragmento concretamente, el autor recrea textualmente una confesión al narrador: «A veces no se me ocurría qué decir -me dijo muerta de risa-, pero me bastaba con saber que él las estaba recibiendo.» Ahora bien, se diferencia de la crónica histórica en que el autor no expone los hechos en riguroso orden cronológico, no adopta una actitud impersonal y, por el contrario, sí da gran importancia a elementos no verificables. Además del influjo de la crónica, en esta novela también se observan rasgos propios de la tragedia griega. Recordemos que en ésta la presencia del coro expresaba los principios morales, el sentir colectivo. Este coro estaría representado en la novela por la sociedad, quien por sus principios morales, sexistas, es cómplice del asesinato, ya que se manifiesta pasivo ante los hechos. Miembros de esa sociedad serían, entre otros, la madre de Ángela (que la obliga a casarse en contra de su voluntad), Bayardo San Román que, utiliza a su mujer como una posesión, etc. La tragedia griega se caracterizaba, además, porque la trasgresión del héroe debía ser castigada con un sacrificio bárbaro y, por tanto, el destino era fatídico. En este caso, apreciamos como esos “héroes”, Ángela y Santiago (han trasgredido las normas morales), son castigados: el primero con la muerte y un destino trágico, la segunda con el abandono del pueblo de ella y su familia, situación que se describe en esta parte de la novela. En cuanto al lenguaje, es interesante destacar que los diálogos son escasísimos en este pasaje, como también sucede a lo largo de la novela y como, de hecho, se corresponde con el estilo de la crónica. Márquez hace que los personajes hablen de forma indirecta o bien de manera directa, con guiones, pero con el narrador por medio, como sucede en este fragmento, en el que la voz de los personajes sólo aparece en la confesión de Ángela Vicario al comentarle al narrador cronista: «Estaba gordo y se le empezaba a caer el pelo, y ya necesitaba espejuelos para ver de cerca -me dijo-. ¡Pero era él, carajo, era él!». En relación con el lenguaje cabe destacar el empleo del registro coloquial en este fragmento (muerta de risa, escribiendo sin cuartel,…) que contrasta con la elevada retórica de ciertos fragmentos “Dueña por primera vez de su destino, Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas. Cuantas más cartas mandaba, más encendía las brasas de su fiebre, pero más calentaba también el rencor feliz que sentía contra su madre”. Además, se aprecia el empleo de ciertas figuras retóricas como por ejemplo, las metáforas (encendía las brasas de su fiebre); la antítesis ( el odio y el amor son pasiones recíprocas), las enumeraciones ( se volvi ó lúcida, imperiosa, maestra de su albedrío,… ), polisíndetos (y volvió a ser virgen para él, y no reconoció otra autoridad que la suya). El detallismo en las descripciones es otro aspecto literario de interés: “llevaba la maleta de la copa para quedarse, y otra maleta igual con casi dos mil cartas que ella le había escrito. Estaban ordenadas por sus fechas, en paquetes cosidos con cintas de colores, todas sin abrir” 6. Relación entre las ideas del autor y en el texto y el tema solicitado. En el fragmento seleccionado observamos las consecuencias de la intransigencia hacia un colectivo concreto (la mujer) y la presencia de los estereotipos machistas que son reproducidos por la totalidad de los personajes (incluidas las mujeres). La emigración queda reflejada en la figura de Bayardo San Roman, que llega al pueblo con el objetivo de contraer matrimonio y formar una familia. Sin embargo, su posición social y económica hacen que rápidamente sea aceptado y valorado entre los miembros de la comunidad. En este sentido, no se observa un rechazo del inmigrante.
7. Exposición y argumentación de la tesis del alumno en relación con el tema propuesto. Los estereotipos machistas y xenófobos son aceptados y reproducidos en nuestra sociedad sin que, en muchas ocasiones seamos conscientes de ello. Los medios de comunicación, el cine, la publicidad,…nos inculcan valores peligrosos tales como la utilización de la mujer como un objeto sexual, la predominancia del hombre sobre la mujer, las ideas acerca de los inmigrantes, etc. Estas ideas, llevadas a extremos pueden ser altamente peligrosas. Tal es el caso de los grupos religiosos radicales donde el papel de la mujer es inexistente y donde prevalecen las creencias y los prejuicios sobre el bienestar de las personas; o los grupos terroristas que hacen valer sus intereses por encima de valores como el derecho a la vida. Actualmente asistimos, aunque no sea de forma generalizada, pero sí lo suficientemente noticiable, a comportamientos intransigentes que afectan tanto al ámbito social, religioso como político. En el ámbito social, actitudes hostiles hacia el inmigrante, a quien se le responsabiliza de todas las lacras que afectan a nuestro país, es un claro exponente de esa intolerancia. El rechazo al inmigrante no es más que la manifestación del miedo al diferente, pues se le percibe como un elemento perturbador que atenta contra las costumbres, ideas y seguridad económica del país receptor. Estas actitudes xenófobas han generado graves conflictos en algunas poblaciones españolas, así hace algunos años asistimos, a través de los medios de comunicación, a los enfrentamientos entre grupos de jóvenes, españoles por un lado, y latinoamericanos por otro, producidos en Alarcón (Madrid) que se saldaron con varios heridos. Estos comportamientos indican que algo está fallando en las políticas de integración de los inmigrantes y, en particular, de los adolescentes, en las estructuras sociales (escuela, deporte y ocio) y en las pautas culturales que fundan la convivencia. El catedrático de Antropología Social de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Carlos Giménez, cree prácticamente inevitable que la crisis provoque más casos de racismo y facilite el avance de partidos xenófobos en España, por lo que urge a promover una identidad cívica que contrarreste este fenómeno. Asimismo, la ideología machista en todas sus vertientes y facetas constituye otro triste ejemplo de esa intolerancia. Es precisamente el machismo el motor del asesinato de Santiago Nasar, el responsable, según Ángela Vicario de que ella no llegara virgen al matrimonio. Evidentemente era un requisito asimétrico, en el sentido de que no se le exigía lo mismo al hombre. Hoy en día, sobreviven tradiciones enquistadas y recalcitrantes que secundan estas ideas, algunas con dramáticas consecuencias para la mujer como la lapidación, la ablación del clítoris o quemar el rostro de la mujer con ácido, como ocurre en algunos países asiáticos y africanos. Sin embargo, no está exento el primer mundo de esta barbarie, ya que la preocupante cifra de 700 mujeres asesinadas en España en la última década (según el periódico El Mundo) a causa de la violencia machista dice mucho del déficit en conciencia de igualdad del que adolece nuestro mundo civilizado y nos recuerda que el código moral de Crónica… no ha desaparecido del todo. En el terreno de las creencias, el integrismo de ciertas religiones también da buena cuenta de elevados niveles de intolerancia. Es el caso de determinados grupos fundamentalistas como los talibanes o de regímenes políticos como la República islámica (Irán o Sudán) o la Monarquía saudí y las del Golfo Pérsico. Se trata de movimientos que aplican la ley islámica (Sharia), es decir, la no distinción de los ámbitos civil y religioso y, por ello, la imposición general de las prescripciones religiosas a la vida pública: prohibición de alcohol, el papel de la mujer e incluso su vestimenta de la mujer. También en nuestro mundo occidental, a pesar de la separación existente entre Iglesia y Estado y de residir en un estado aconfesional, reconocido como tal en la Constitución, hemos asistido a las reiteradas injerencias de la Iglesia en decisiones políticas como la ley del aborto, las campañas anticonceptivas o en la impartición de la religión en la escuela pública. El caso más flagrante de este intervencionismo de la Iglesia se ha dado en algunos estados de Estados Unidos, donde un sector radical de la misma, secundado por partidos conservadores ha censurado los libros de textos en los que se exponen las teorías evolucionistas en lugar de las creacionistas. En una línea semejante el gobernador republicano de Luisiana firmó en julio de 2008 la Ley de Educación en Ciencias, que ha dado entrada extraoficial al creacionismo en los institutos del Estado sureño; lo cual no es más que un intento de tergiversar la evolución para presentarla como una controversia científica. Parece evidente que posturas radicales como éstas han variado poco a lo largo de la historia. En Alejandría, (Egipto) en el siglo IV, bajo el dominio del imperio romano, asistimos al imparable ascenso de los cristianos que va aparejado a una ingente intransigencia religiosa, quizá como desquite de la represión a la que se
habían visto sometidos por el Imperio. Hipatia, brillante astrónoma, lucha por salvar la sabiduría del Mundo Antiguo y la defensa de la razón como vía de conocimiento del cosmos; sin embargo, el fanatismo religioso de los cristianos los llevará a reemplazarla por la fe. Ahora, diecisiete siglos después asistimos nuevamente a la lucha entre la fe y la razón, con el riesgo de volver a caer en el oscurantismo de épocas precedentes. Es cierto que la Iglesia ha pedido perdón por algunas actuaciones intransigentes y errores del pasado, pero parece que los mismos no le han servido para ser autocrítica y enmendar los errores presentes, pues sigue anteponiendo las cuestiones morales y religiosas al avance científico. Esto ha quedado patente en la campaña que la Iglesia Católica ha llevado en España contra los nuevos procesos de fertilización para padres con problemas de fertilidad o contra la investigación de las células madres, que es el embrión de la cura de enfermedades mortales actualmente. Así, pudimos escuchar al Presidente de la Conferencia Episcopal mostrándose absolutamente en contra del nacimiento de un niño gaditano, cuya selección genética sirvió para curar a su hermano enfermo de una dolencia que le costaría la vida en pocos años: anemia beta-talasemia mayor. Posturas como éstas demuestran que hay una continuidad en el rechazo al cientificismo que en siglos pasados acabó con astrónomos e investigadores en la hoguera y nos hacen pensar que su aparente arrepentimiento ha sido más bien una cuestión estética. Finalmente, en el ámbito político, son diversos los conflictos enconados desde hace décadas por actitudes intransigentes que dificultan posibles vías de resolución. Basten como ejemplos los conflictos palestinoisraelí , El Sahara y Marruecos y, más cercanamente, la postura radical de ETA, que no duda en justificar sus atentados terroristas como medio legítimo para lograr la independencia del País Vasco. Capaces de matar indiscriminadamente (atentados en la calle, hipermercados, casas-cuartel de la Guardia Civil, etc.) a ciudadanos inocentes se creen en el camino acertado y, a pesar de las condenas penales, no demuestran signos de arrepentimiento por el daño causado. Han matado, matan y seguirán matando. No importa el dolor ajeno si sus fines están justificados. 8. Conclusión Para concluir, y a pesar de todo lo anteriormente expuesto, y en contra de lo que pudiera pensarse, el ser humano está capacitado para la negociación, para buscar puntos de encuentro y también para arrepentirse y modificar las conductas futuras. No obstante, para reforzar dicha capacidad se hacen necesarias la educación, la justicia y las medidas coercitivas, represivas, que debe ejercer la sociedad cuando las personas no son capaces de actuar con empatía hacia el prójimo y le inflige daños irreparables. Es necesario que haya una sociedad protectora, como le sucedió a Ulises con el canto de las sirenas, quien sabedor de que no podría resistirse a sus encantos, lo que le supondría su fin, pidió a sus marineros que le vendaran los ojos y le taparan los oídos. Hoy no serán los marineros quienes ejerzan ese papel protector, sino las leyes dictadas a sabiendas de que pueden ser, además de sancionadoras, ejemplificadoras para los colectivos radicales. La Audiencia Provincial de Madrid condenó recientemente a 19 años al asesino ultraderechista del joven Javier Palomino (apuñalado en el metro de Madrid en 2007 por motivos ideológicos, según consta en la propia sentencia). Señalaba la audiencia que el asesinato de Palomino tenía el agravante de discriminación ideológica, por ser el agresor de ultraderecha y la víctima de pensamiento político opuesto. Seguramente, ni esta sentencia ni ninguna otra serán suficientes para terminar con actitudes intolerantes, xenófobas o discriminadoras, pero, al menos, las instituciones protectoras deben trabajar para no permitir el éxito de la maldad y la impunidad cuando fallan la palabra y la empatía.