Comentario “HAY GOLPES EN LA VIDA…” de César Vallejo LOCALIZACIÓN
El poema pertenece al primer libro de Vallejo que lleva igual título, publicado en 1919. Este poema lleva por título “Los heraldos negros”, dándole también nombre al libro que compone una serie creaciones en las que el poeta pone en cuestionamiento su relación íntima con Dios. Esta Duda de la atención divina parte de la misma existencia y vivencia del yo lírico, que sufre por el dolor humano, que es irreparable y hasta insoportable. Estamos frente a un poeta que se aparta del modernismo latinoamericano lleno de un lenguaje ornamental y colorido, para acercarse en este poemario al existencialismo de principios de siglo , parco y filosófico. Aquella doctrina filosófica que cuestiona la existencia del hombre con un propósito definido. El sujeto se pregunta: para qué existimos, qué es ser hombre, qué debe hacerse con este existir. Al tiempo que se aleja de la estética modernista, comienza a indagar en una relación problemática con el lenguaje, que no le sirve suficientemente para expresar sus angustias.
TÍTULO Y TEMA
La antinomia Amor/ Dios, Dolor/Hombre es el asunto que trata el poema. ¿Cómo un Dios que es amor permite el dolor que parece partir del odio de Dios? Como si ese Dios se ensañara especialmente en el sufrimiento humano. Sobre estos ejes g ira todo su cuestionamiento. El tema del poema podríamos sintetizarlo como la fatalidad de los golpes sobre el hombre sin que él los merezca. Esos golpes son los golpes de cualquier vida que hombre siente por el simple hecho de existir. El mismo título del poema nos habla de unos “Heraldos negros “Heraldos negros””, el anuncios de la muerte, de la oscuridad, de la soledad y la desolación.
ESTRUCTURA
En cuanto a la estructura estrófica, está estructurado formalmente en 17 versos agrupados en cuatro estrofas de cuatro versos y un verso libre. Este poema de Vallejo también rompe con la formalidad métrica muy estricta en los poemas modernistas, sin embargo, el juego que hace de sonoridades en las rimas sugiere toda una serie de sentidos. Una de las rimas más elocuentes es la expresión “y “yo no sé” (rima sé” (rima creada a través de una epifora en los versos 1 y 4), y lo que el yo lírico no sabe es el sentido de esos golpes que provocan dolores insostenibles. El resto de las rimas consonantes van desde la segunda estrofa: “fuerte/Muerte”, “blasfema/quema”, “palmada/mirada”. Estas coincidencias sonoras sugieren un sentido en el que se revela la impotencia del hombre, ante lo absoluto, la Muerte, la blasfemia, y el llamado divino. En cuanto a la estructura temática, los cuatro primeros versos abarcan un primer bloque en el que el sujeto lírico asume la existencia de unos golpes de la vida que no es capaz de nombrar. Los dos siguientes cuartetos podrían ser un segundo bloque. En estos, el Yo trata infructuosamente de darle un nombre a estos golpes a través de una enumeración de imágenes oníricas. 1
Comentario “HAY GOLPES EN LA VIDA…” de César Vallejo El último cuarteto centra su atención en el sufrimiento del hombre en general al sentir esos golpes que lo dejan desamparado y angustiado. Finaliza el poema repitiendo el primer verso del poema, cerrándolo así con la afirmación de la duda y el dolor.
ANÁLISIS DE LA FORMA A PARTIR DEL TEMA
El poema comienza con una muestra de dolor: " Hay golpes en la vida....yo no sé" En este primer verso ya se percibe el pesimismo de Vallejo, característica del sentimiento que se observa en su poesía. Ese "Yo no sé" expresa la angustia, el estupor, la extrañeza, la impotencia frente a esos golpes; al mismo tiempo, encierra una afirmación: no puede expresar cómo se sienten esos golpes. Ese terrible "Yo no sé" condensa una resolución una actitud fatalista ante lo insondable del destino humano. Son “tan fuertes” que desequilibran al hombre, lo desestabilizan. Esa es la únic a certeza palpable, lo demás es duda: de dónde vienen, por qué suceden, cuál es el propósito, por qué se sufren. Todo es una gran duda, que el yo lírico expresa después de una mostrar mediante los puntos suspensivos, la afirmación del mismo silencio. En el segundo verso el yo lírico aventura una posible respuesta a través de una comparación sugestiva: “golpes" como del odio de Dios”. La palabra “golpes” aparece ya de forma clave casi como una anáfora. Esa mano que golpea al hombre no puede venir de otro lado que no sea de Dios, pero este es un Dios que ha cambiado su condición. Si Dios es Amor, es imposible que odie, pero son tan fuertes esos golpes, que así los siente el yo lírico. Es interesante ver como la palabra “Dios” y la palabra “odio” tienen casi los mismo fonemas pero ordenados de forma diferente. Luego de la cesura, aparece a partir del símil, un intento desesperado del yo lírico de explicar la naturaleza de estos golpes vividos.
...como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… Yo no sé!
Utiliza nuevamente un un concepto concreto para expresar uno abstracto; para que lo sufrido quede planteado en una sensación concreta, reconocida por el lector: “la resaca”. Esta palabra tiene múltiples significados. Podría asociarse a los residuos que deja el mar al volver la ola, y también puede verse como al malestar después del exceso de bebida o a la turbación de una situación inesperada. Pero esos golpes, sus efectos, tampoco desaparecen del individuo, quedan allí, estancados, empozados, en una brillante imagen que queda asociada a los atributos de lo estancado, lo putrefacto, sin vida, en lo más íntimo del ser, lo que hace imposible su recuperación. El pozo es difícil de vac iar y el agua allí no corre, por lo tanto, es agua de muerte, por su suciedad. El alma queda por tanto sucia y detenida sin remedio. Esta queda en lugar al que ni siquiera podemos acceder: el alma, porque tampoco sabemos dónde está para poder limpiarla. 2
Comentario “HAY GOLPES EN LA VIDA…” de César Vallejo Este juego entre lo concreto y lo abstracto, es recurrente en el poema para tratar de hacer palpables y cotidianas las cuestiones abstractas y metafísicas. Esta primera estrofa termina con la misma Duda. Todo el poema será ese intento de explicar la clase de golpes de los que habla, y en estos se deja entrever la duda existencial. Tres veces planteará la Duda, y sabemos que este es un número religiosamente importante, porque tres son las personas divinas, unidas en una so la. Tres veces duda, y uno sólo es el hecho: los golpes.
Segunda estrofa: Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
La segunda estrofa, así como la tercera, suponen una acumulación de imágenes oníricas con las que el sujeto lírico trata de dar nombre a la inefabilidad del sufrimiento esencial del ser humano. Comienza con una nueva certeza: “son pocos”. Eso puede aliviar un tanto a la condición humana. Sin embargo la adversativa expresa que aunque sean pocos no lo libra de que existan y duelan, por eso otra vez vuelve la exprecomo la suspensión de lo inefable, lo inexplicable, lo incomprensible. Estos golpes dejan marcas físicas y oscuras que son visibles. Estas marc as aparecen expresads a través de una estructura paralelística. Marcan al hombre, oscurecen su faz y este color va quitando la luz del rostro, señal de lo divino. Si son “zanjas oscuras” son profundas y no pueden borrarse. Los golpes de este dios no amoroso, son como latigazos que marcan el lomo (el hombre como animal, recibe golpes en el lomo: el hombre debe estar agachado, a encorvarse, a someterse, a aceptar sin cuestionamientos este dolor de vivir)
En los siguientes dos versos el yo lírico intenta una explicación que sirve también para describir esos golpes.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas; o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
En esta explicación tampoco hay certezas “tal vez”, no lo sabe, pero se asemejan a “los potros de bárbaros atilas”, aquel personaje tan temido por su bravura, que fue capaz de poner en jaque a todo el imperio romano, y asolar a toda Europa. Se decía que por donde pasaba el caballo de Atila no volvía a crecer el pasto. Así siente los golpes este yo lírico, nada puede volver a crecer después de esos golpes, porque ni siquiera es Atila, sino muchos atilas, y muchos potros.
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Comentario “HAY GOLPES EN LA VIDA…” de César Vallejo No existe la posibilidad de recuperación después de esos golpes, es por eso que termina concluyendo: “o los heraldos negros que nos manda la Muerte”: cada golpe, es un mensaje de la Muerte, con mayúscula, casi personificada. La Muerte le manda mensajeros al hombre para recordarle que existe, que es implacable, que es dolorosa, que es inevitable.
Son las caídas hondas de los cristos del alma, de alguna fe adorable que el Destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
La tercera estrofa comienza, nuevamente (anáfora) con una certeza de la existencia de los golpes y ahora los asocia directamente a Cristo. El hombre, como Cristo, cae con esos golpes, y su caída es profunda. Es importante ver que no habla de Cristo que es único sino de “los cristos”, que son personales, de cada uno de los hombres. Y ese plural en minúscula se opone al “Destino” en mayúscula, personificado como la Muerte, que termina determinando la vida del hombre. La fe que debería conducir a la salvación, es blasfemada (verbo del campo religioso), desautorizada, por el Destino, que ya sabemos que es cruel. El hombre está determinado a sufrir y no hay redención posible ni siquiera a través de la fe ya que el Destino nos maldice.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema
En estos dos último versos vuelve a utilizar lo concreto y cotidiano para referirse a lo abstracto y metafísico. Para empezar, ya no son sólo golpes oscuros, sino también sangrientos. En cada uno de ellos se nos va un poco de vida. Vamos quedando cada vez más caídos y débiles. Finalmente, el yo lírico utiliza una comparación sin nexo que afirma, con un ejemplo, lo que ellos significan. El pan, que es vida, que es metáfora del alimento divino, no llega al hombre, queda en la puerta, quemado, no cumple su propósito, porque esos golpes no permiten que el hombre confíe plenamente en este pan. El pan, hermoso, a punto de salir para alimentarnos, crocante y sabroso, se quema cuando se encuentra con el mundo. Esta es la imagen de una profunda desolación.
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Comentario “HAY GOLPES EN LA VIDA…” de César Vallejo Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelv e los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
En la última estrofa concluye en la desolación del hombre, este queda solo y desamparado frente a todo lo que ha recibido, a todo lo que ha vivido, a todo lo que sufrido. Por eso el yo lírico, haciendo nuevamente uso de los puntos suspensivos que expresan ese no poder dar nombre a lo inefable, reitera la expresión “pobre”, porque nada es frente a estos gol pes, nada es frente a esa mano que se le golpea y que ni siquiera sabe de dónde vienen. Esa misma mano es la que lo llama, comparación que utiliza para mostrar el desconcierto humano, su impotencia. Alguien lo llama, alguien le avisa, pero nunca se muestra qué o quién. Y lo único que podemos ver es la reacción del hombre, que está con sus ojos locos, de dolor, de angustia, de desesperación, de no saber, de no entender. Y otra vez todo “se empoza”, lo que se ha vivido, la angustia, el dolor, la incomprensión , todo, no es más que culpa que se refleja en sus ojos. El hombre siente culpa porque al no comprender, no sabe si lo vivido, lo sufrido, quizá no es también merecido simplemente por vivir. Esta nueva comparación con un “charco” hace pensar en lo que no fl uye, en el estancamiento, en lo que no puede renacer, porque no hay vida en el agua estancada.
El poema termina con la misma afirmación del principio (" Hay golpes en la vida....yo no sé"), que queda resonando infinitamente al mostrar el poema la circularidad de esos golpes y de esa duda. El Yo lírico está sólo frente al vacío; su interrogación se pierde sin eco en las profundidades del misterio. El dolor es el núcleo sobre el que gira todo el poema. Se trata del dolor de la existencia misma, o lo que es igual, de aquel dolor que puso en tela de juicio l a existencia.
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