ESCUELA 9-001 “Gral. José de San Martín” Coordinación Pedagógica EGB3 – 20101
LA EVALUACIÓN COMO APRENDIZAJE SÍNTESIS FUENTE: CONFERENCIA MIGUEL ANGEL SANTOS GUERRA EN MENDOZA. La propuesta parte de considerar a la evaluación como un fenómeno “ético”, sin reducirla a un mecanismo técnico. Se intenta mirar la evaluación como una herramienta de trabajo y de mejora en el aula. Hablar de evaluación como “fenómeno ético” supone trascender la medición, los tiempos y tener una especial mirada sobre los contextos, los ritmos, las individualidades, las subjetividades. Partimos de considerar que todos los alumnos tienen derecho a la escolarización, pero no nos referimos al “estar” en la escuela, sino a que esa escolaridad sea “exitosa”. Por esto entendemos la conducción hacia la realización, no hacia el fracaso. Muchas veces nuestro discurso alude a una evaluación “justa”. Cabe preguntarnos qué es lo que consideramos “justo”. Y aquí necesariamente aparece la atención a los ritmos personales de aprendizaje, que constituyen la base a partir de la cual los alumnos estarán en condiciones de alcanzar los objetivos propuestos. Es importante, entonces exigir en función de las capacidades de los alumnos. En ocasiones nos enfrentamos con discursos de profesores que etiquetan a los alumnos. “No vas a poder…”, “No tiene capacidad para….”. Lo más improductivo de esta viciosa práctica se da cuando el alumno “se cree” este discurso y actúa en consecuencia. Entonces “no pude”, “no sabe”, “no vale”. Cuando la etiqueta es “no vales”, termina no valiendo. Estas son las fantasías de autocumplimiento. Es oportuno en este punto referir la importancia que tiene el discurso del docente, desde el rol que cumpla. No debemos -1-
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olvidar que la verdadera autoridad es aquella fuerza que ayuda al otro a crecer, y no es el simple “poder” que intimida y lo aplasta. El alumno aprende mejor cuando existe en él una predisposición emocional… Sino pensemos en por qué nos acordamos, en por qué nos hemos apropiado de las enseñanzas de aquellos maestros que quisimos más. Aquellos que forjaron en nosotros ese sello imborrable de hacernos sentir valiosos e importantes. Nuestras aulas, nuestros alumnos, nuestros contextos están demandándonos la necesidad de trascender la concepción de la evaluación como medición, para situarnos en el análisis de los procesos que lleva a cabo el alumno para aprender, una mirada integral que considere particularidades y contextos, para analizar desde esta perspectiva por qué y cómo llega el alumno a alcanzar los objetivos propuestos. Para aprender el alumno transita un proceso espiralado que va desde las operaciones más simples a las más complejas. Así transcurre desde el memorizar, aprender algoritmos, comprender, analizar, comparar, opinar hacia el crear, investigar, indagar. Generalmente la evaluación condiciona todos los procesos de aprendizaje, porque se reduce a repetir. En nuestros contextos la evaluación se produce dentro de una cultura neoliberal impregnada por el individualismo exacerbado, “cada uno a lo suyo”, “sálvense quien pueda”, competitividad extrema, importancia de la eficiencia, del resultado, preocupación por los más desfavorecidos. Frente a esta problemática es necesario actuar en consecuencia revalorizando al sujeto, preocupándonos por acompañar los procesos. Generalmente las preguntas de los padres a los hijos son: cuántas has reprobado?, esto da cuenta de la importancia otorgada al resultado. En lugar de preguntar: has disfrutado de lo que aprendiste?, has ayudado a otros a
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aprender?, has respetado a todos mientras aprendías? El conocimiento adquirido te ha hecho mejor persona?. Asimismo es importante evitar comparaciones “tienes que ser como”, los discursos estigmatizantes: “Seguramente no podrás”, “siempre serás el mismo”, y valorar al sujeto como individualidad. “Predicar con el ejemplo”… “El ruido de lo que somos llega a los alumnos más fuerte y les impide oir lo que decimos”. Recordemos que educamos como somos. Tenemos que hacer referencia a las PATOLOGIAS de la evaluación. Digamos entonces que constituyen prácticas viciosas: evaluar sólo al alumno, evaluar sólo el conocimiento, limitar la evaluación a los resultados, considerar la evaluación como una instancia individualista, competitiva, jerárquica, evaluar sólo lo pretendido. Cuando esto último sucede los alumnos aprenden sólo cuando saben que se lo van a preguntar, y aprenden sólo lo que le preguntan. Otros vicios son: evaluar lo negativo, no dar lugar al pensamiento del otro. Llegados a este punto surge la pregunta: ¿Cuál es la propuesta?. Y la necesidad de responder que no podemos esperar prescripciones políticas, es imprescindible en nuestras aulas una formación que responda a exigencias complejas. Necesitamos conjugar teoría y práctica. Es vital que trabajemos desde la articulación de la investigación, el perfeccionamiento y la innovación. Y para mejorar la evaluación hay que considerar tres aspectos: las concepciones de evaluación y de enseñanza, las actitudes con que me relaciono con otros colegas, con los alumnos, con los padres y conmigo mismo y las propias prácticas. De más estaría hablar del ineludible proceso de autoevaluación que conlleva toda práctica pedagógica profesional y responsable.
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Para efectivizar esta mejora en las prácticas de evaluación es necesario por parte del profesorado tres actitudes: “Querer” mejorar, “saber” mejorar y “poder” mejorar desde las condiciones que se tienen. Tampoco podemos pensar una mejora sin pensar en los principales actores involucrados: familia, profesores y sociedad. Un pensamiento optimista es la clave de toda mejora en educación. El otro puede aprender, yo puedo ayudar. Para esto es necesario comprometerse y no deslindar responsabilidades, creer que podemos mejorar es el punto de partida para poder hacerlo. Trabajar desde las cualidades es lo que torna valioso al alumno. Adherimos al pensamiento expresado por Miguel Santos Guerra: “Es fácil encontrar defectos, eso puede hacerlo cualquiera. Pero encontrar cualidades, eso es para los espiritus superiores, que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos”. Agosto 2010
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