Contructivismo Hermenéutico En primer lugar, para comprender este marco teórico, hay que aclarar que se basa en primera instancia en la postura filosófica de Heidegger (1924) que hace referencia a que el carácter ontológico del ser humano es su historicidad. Es decir, el hombre es su tiempo, haciendo de esta su única característica esencial. Con esto se hace referencia también a su cualidad no finita, es decir, que no está terminado –lo que se logra únicamente al momento de morir (Arciero, 2011). Por otro lado, se agrega que el ser humano es un ser hermenéutico, ya que se comprende en-el-mundo e interpreta pre-reflexivamente, aquello que se le es ofrecido (Arciero, 2011). Esto quiere decir que el hombre se comprende a sí mismo en el mero acto de vivir, lo que le abre nuevas posibilidades estando siempre arrojado al futuro. En otras palabras, la construcción de significados ocurre en la vida misma (Arciero, 2009; Arciero & Bondolfi, 2009). Esto hace a cada subjetividad única e irrepetible, dando el carácter individual a cada ser humano en su manera de experienciar y significar la vida (Adasme, 2013). Esta subjetividad es experimentada en carne y hueso por el sujeto, y es articulada en el lenguaje para poner en ejercicio el aspecto simbólico compartido, lo que le da temporalidad y la posibilidad de construir el personaje de la propia historia. Esto según Arciero (2011) sería el fundamento de la identidad narrativa - entendida en este apartado como identidad personal- de la cual, desde mi punto de vista y lo recogido en seminarios (Arciero, 2011;2012), libros (Arciero, 2009; Arciero & Bandolfi 2009) tesis (Adasme, 2013)
y conversaciones informales, sería el
fundamento principal del método terapéutico desde este modelo teórico. Por lo tanto, con el fin de comprender mejor lo que se entiende por identidad narrativa y sus posteriores aplicaciones a la psicoterapia, se ahondará en la concepción del filosofo Paul Ricoeur (1996). Para comenzar, se debe destacar que se comprenden, bajo esta mirada, dos modos de identidad: 1. Identidad Idem: referida a lo igual, por lo tanto a la estructura de la identidad, opuesta a un acontecimiento particular. La cual mantiene su estructura ya sea por un carácter numérico –se repite x veces lo mismo-, por su carácter de semejanza –A se parece a B, por lo tanto puede decir que son “lo mismo”- y finalmente, por su carácter temporal –se es el mismo a lo largo del tiempo. En este sentido, el autor afirma que la identidad Idem, que
de ahora en adelante se hará referencia a ella como mismidad, vendría a ser el que de la identidad (Ricoeur, 1996), principalmente por su carácter estable en el tiempo y repetitivo –se asemeja a las cosas/objetos- (Arciero, 2011). 2. Identidad Ipse: Corresponde a la experiencia misma en cada momento, a la apertura al otro y al mundo, siendo una manera de estar situado en cada momento, por lo tanto dando cada vez una experiencia diferente de sí (Arciero, 2011). En este sentido la ipseidad – como se le llamará a este modo de identidad- tendría, por definición un carácter fugaz e instantáneo. Sin embargo, Ricoeur (1996) plantea que el mantenimiento de sí en este modo de identidad se da con la mantención de la palabra dada en cada momento1, de esta manera la ipseidad se puede mantener en el tiempo sin el apoyo de la mismidad y siempre dirigida hacia el futuro. Es por esto, que el autor afirma que este modo correspondería al quién de la identidad. Siguiendo esto, Ricoeur (196) continúa con lo que entiende él como carácter que correspondería al solapamiento de la ipseidad y mismidad, es decir su correspondencia. En sus palabras el carácter sería el “conjunto de signos distintivos que permiten identificar de nuevo a un individuo humano como siendo el mismo” (p.113). Por lo tanto, son las disposiciones –ipseidadesrepetidas o similares en las que se reconoce a una persona como siendo la misma –solapamiento de la mismidad, lo que se viene siendo hasta el momento, con la ipseidad, experiencia dispuesta hacia un futuro-.De esta manera el autor afirma “el carácter es verdaderamente el que del quien” (Ricoeur, 1996, p.117). Por otro lado, el carácter como parte constitutiva del ser, tiene una historia contraída, ya que lo abrevia y, a la ve,z lo afecta. Por esto, se afirma que “lo que la sedimentación2 ha contraído, la narración puede volver a desplegarlo” (Ricoeur, 1996, p.117). Es por esto que Arciero (2009) afirma que el lenguaje hace referencia y da luz a una experiencia vivida en la carne, y que es solo mediante ese acto reflexivo que se puede acceder a ella una vez ocurrida.
A mi entender, la palabra dada se refiere a la “promesa” realizada en cada acción, ya que esta tiene consecuencia a futuro. Es decir, cada quien se compromete ante el mundo en cada acción realizada, por tanto, en cada experiencia. Es lo que le da el carácter de responsabilidad a la acción realizada y como está dirigida hacia el futuro le da la posibilidad a la ipseidad de mantenerse en el tiempo. 2 Se entiende como sedimentación la historia, en este caso el carácter que contrae esa historia, como algo que se encuentra vívidamente en el cuerpo –como se mencionó en los párrafos anteriores en relación a la subjetividad encarnada-, es decir las experiencias recurrentes de sí a lo largo de la historia quedan impregnadas en la carne (Arciero, 2011) 1
Desde este punto, el carácter –que como se vio tiene una base experiencial repetitiva- se tornaría, también, un componente relacional con el otro,es decir, la persona se relaciona de una misma manera con el mundo y con los otros lo que va a formar parte de su carácter, por tanto de su identidad (Ricoeur, 1996). Es por esto que “toda problemática de la identidad personal va a girar en torno a la búsqueda de un invariante relacional” (p.112). Por tanto, buscaría mantenerse siendo el mismo en cuanto al carácter, personaje, manera de relacionarse en-el-mundo. Estas concepciones de mismidad, ipseidad y su solapamiento en el carácter, plantean la problemática relacionada a qué ocurre cuando la ipseidad no corresponde a la mismidad, es decir, cuando tiene luegar un acontecimiento que es disruptivo. Es aquí donde Ricoeur (1996) presenta el concepto de identidad narrativa, en el cual se permite formar la dialéctica entre ipseidad y mismidad. En otras palabras, actúa como mediador y regula el punto de tensión entre ambas (Arciero, 2011). En este sentido, Ricoeur (1996) entiende como identidad la “concurrencia entre una exigencia de concordancia y la admisión de discordancias que, hasta el cierre del relato 3, ponen en peligro la identidad” (p.139). Por lo tanto, para mediar entre la concordancia, entendida como un principio de orden, y la discordancia, entendida como trastocamientos de fortuna que hacen de la trama una transformación regulada, aparece la identidad narrativa logrando una síntesis inteligible en la trama (Ricoeur, 1996). Es por esto que se puede afirmar que la construcción de identidad del personaje no es independiente de la construcción de la trama –considerando lo que se había planteado anteriormente de que el ser es-en-el-mundo-, si no que se influyen mutuamente4. En este sentido el Ricoeur (1996) plantea: “es la historia narrada, con sus caracteres de unidad, de articulación interna y de totalidad, contenidos por la operación de construcción de la trama, donde el personaje se conserva, a lo largo de toda la historia una identidad correlativa a la historia misma” (p.147) Es por esto, que es relevante hacer una pausa para dedicarla a la trama. En relación a esto agrega: “la persona, entendida como personaje del relato, no es una identidad distinta de sus
Cierre del relato entendido como la muerte, ya que vendría a ser el fin de la historia y las posibilidades del personaje. Es decir, el carácter es puesto en juego con cada nueva experiencia hasta el momento de la muerte del personaje –de la persona-. 4 El personaje se comprende a sí mismo en el mundo al mismo tiempo que comprende al mundo (Arciero, 2011) 3
experiencias” (p.147) lo que nos devuelve a lo mencionado anteriormente, donde los acontecimientos vividos –ipseidades- por el sujeto van a formar parte de su identidad en cuanto son articulados en una narrativa que, por cierto, debe dar cuenta de ellos. Es en este punto, donde lo anticipado en párrafos anteriores, se hace más evidente; la posibilidad de la pérdida de identidad del personaje -que como veremos luego, para Arciero (2011) correspondería al surgimiento de la psicopatología, pero a la vez el punto de posibilidad de la cura. El quiebre de la identidad, anticipado en el párrafo anterior, es producido por un acontecimiento que frustra las expectativas creadas por el curso anterior de la historia –desafía la continuidad de la trama, por tanto del personaje-. Esto inesperado y sorprendente solo se puede convertir en parte integrante de la historia personal cuando es comprendida después en el relato. Sin embargo, muchas veces esas experiencias o acontecimientos nos son percibidos o reconocidos reflexivamente, en torno a esto se agrega “lo no identificable se convierte en innombrable” (Ricoeur, 1996, p.148), por lo tanto, se pierde la capacidad de integrarlo en la narrativa, por ende en la identidad. Sumado a lo anterior y siguiendo la misma lógica, se suma: “a la pérdida de identidad corresponde así la perdida de configuración del relato y en particular una crisis de clausura del relato” (Ricoeur 1996, p.149). Es decir, un acontecimiento –experiencia, ipseidad- que es disruptiva en torno a la trama, al punto de no ser reconocida por el mismo personaje, es innombrable y deja al personaje en situación de jaque amenazando su continuidad, ya que se encuentra en una historia sin trama, por lo tanto es inexistente. Es aquí donde la psicopatología aparece como una manera de continuar con el personaje; que no existe más al no tener sustento experiencial –en la carne-, debido a que ha perdido su identidad (Arciero, 2011). Este evento generaría una persona sin historia y una historia sin autor, por lo tanto, ya no se puede continuar siendo el mismo si no es mediante la aparición de un automatismo psicopatológico (Arciero, 2009). Todo esto se reafirma con la definición exacta que da Ricoeur (1996) en torno a la pérdida de identidad: “los casos desconcertantes de narratividad se dejan reinterpretar como una puesta al desnudo de la ipseidad por una pérdida de soporte de la mismidad” (p.149). Entonces, se perdería lo que permite igualar al personaje con su carácter –en el cual había un solapamiento del ipse en el idem-. En relación a esto mismo es que Arciero (2011) afirma que el fundamento del surgimiento del síntoma es una ipseidad discordante con la mismidad encarnada.
Entonces, con lo anterior, se puede decir que habría una incapacidad de reconocerse en una experiencia vivida como siendo el mismo, lo que amenaza con la continuidad de la trama y del personaje produciendo así el automatismo. Automatismo que tiene como finalidad mantener al personaje a pesar de que la trama que lo define y en la cual se encuentra –a sí mismo-, ha cambiado. Con esto recordamos “toda problemática de la identidad personal va a girar en torno a la búsqueda de un invariante relacional” (Ricoeur, 1996, p. 112). Este invariante relacional – carácter- que como se ha dicho se ha puesto en juego en cada nueva experiencia. La cual al ser disruptiva, debe ser narrada –reconocida como propia e integrada- para reorganizar las vivencias coherentemente con la continuidad de la historia terminando de esta manera con el síntoma, entendido como el fin de la historia y personaje(Arciero, 2009; Arciero & Bondolfi, 2009). Es por esto, que es aquí donde Arciero (2011;2012) pone el énfasis para la cura. Es decir, la cura en terapia vendría a ser a través de la apropiación –reconocimiento como propia- de aquella experiencia que no fue identificada, por lo tanto tampoco narrada. Para esto, se propone buscar en la historia personal, específicamente en los acontecimientos5 de la vida de la persona para ser reinterpretados los significados –que se encuentran pre-reflexivamente comprendidos y encarnados- para luego volver a la propia existencia del sujeto (Arciero, 1989 en Arciero, 2009). En este sentido, se hace una revisión histórica de los hechos para encontrar la experiencia de quiebre, tematizarla, interpretarla en el contexto de la trama y del personaje, para incluirla en la narrativa personal, abriendo de esta manera un nuevo horizonte de posibilidades (Arciero, 2011). Es decir, se reconfigura la narrativa personal, por tanto la identidad, terminando con la pérdida de identidad que ponía finitud a la historia que había mencionado anteriormente Ricoeur (1996). La manera que propone Arciero (2011; 2012) para la apropiación de la experiencia, por lo tanto la cura, es mediante la reflexión, ya que el examen de sí mismo es impulsado únicamente por la ocurrencia de una experiencia confusa, informe y muda (Ricoeur, 1990 en Arcier, 2009). Este examen es realizado a través de la reflexión particular del relato, de la narrativa, ya que como se mencionó con anterioridad, es la que permite el despliegue del carácter, por tanto su análisis y tematización (Ricoeur, 1996).
Entendido como algo no neutral e impersona, si no como constitutivos de identidad, por tanto subjetivos (Ricoeur, 1996). Entonces la indagación histórica no pretende encontrar la veracidad de los hechos, si no como fueron vividos. 5
Considerando todo lo anterior, hay que hacer dos distinciones que ayudan a comprender, y completan la terapia propuesta. En primer lugar, el punto de acceso es siempre el presente, ya que este se abre en vista a un futuro determinado (Arciero, 2011). Es aquí donde se puede encontrar una terapia dirigida al quien, ya que se preocupa y ocupa de la ipseidad presente –el momento en el que el paciente se encuentra en terapia- y de la ipseidad pasada a la cual, por su carácter fugaz mencionado anteriormente, solo puede ser tomada en la narrativa desde el hoy(Adasme, 2013). Por lo tanto, lo que se busca en sesión es revisar la historia, buscando en los hechos la experiencia disruptiva –que coincidiría con el surgimiento del síntoma-, para re-leer la historia que se encuentra implícita, es decir pre-reflexiva, encarnada y poseedora de significado, para dar una nueva apertura hacia el futuro (Arciero, 2011). Entonces, el lenguaje vendría a tener el rol de re-configurador de la historia; el significado vivido es trasladado al lenguaje –lo vivido a palabra- para ser parte de la historia siendo este el principal foco terapéutico (Arciero & Bondolfi, 2009). En segundo lugar, está el carácter práctico de la terapia, ya que una vez abiertas las nuevas posibilidades en la re-edición de la narrativa, deben ejecutarse en la vida practica, cotidiana para que esta nueva historia sea experimentada por el sujeto y de esta manera se vaya sedimentando la nueva manera de ser-en-el-mundo y formen parte de la constitución del nuevo carácter, del nuevo personaje (Arciero, 2012). Sin esto, desde el punto de vista personal, lo alcanzado e interpretado en terapia podría convertirse en una teoría más de sí mismo, funcionando más como una interpretación del que en el sentido de que se caería en concepciones de tipo “me pasa esto porque ocurrió x”6, tratándose al sí mismo como un objeto cerrado que reacciona a eventos, más que en una actualización real de la identidad que abre posibilidades. Antes de comenzar con las ejemplificaciones de esta teoría en el caso particular expuesto anteriormente, es importante adelantar que esta visión teórica también tiene concepciones acerca del carácter o lo que se llama aquí Estilos de Personalidad en los cuales se define una manera específica de estar-en-el-mundo que es recurrente y está determinado por una atmosfera7que se
Corresponde a un ejemplo personal para aclarar el concepto descrito. Se refiere a un ambiente determinado en un periodo de la historia que hace que el sujeto se sitúe de una manera u otra durante un periodo específico de su vida, si bien se plantea la posibilidad de cambio de estilo con algún evento de quiebre, corresponden a maneras más o menos estables de situarse (Arciero & Bondolfi, 2009; Arciero, 2011), por lo tanto, vendía a ser parte de lo que se convivió como el qué. 6 7
da durante una parte de la historia de la persona. En este punto nos detendremos más adelante, luego de hacer la comprensión del caso desde lo visto hasta el momento.