Contaminación en china: Ciudades enteras cubiertas de 'smog', suelos y aguas contaminadas, y localidades conocidas como los 'pueblos del cáncer' hacen parte del paisaje de China, el país asiático con más de 1.300 millones de habitantes, que tiene los indicadores más críticos de degradación ambiental.
Este año, las alertas por la contaminación del aire (que dejaron por varias semanas a niños y adultos mayores sin salir de sus casas) y las investigaciones del Instituto de Asuntos Medioambientales dejan en rojo las estadísticas estadísticas ecológicas del país. Desde 1960 el país ha vivido 40 años de desarrollo continuo para dar abasto con las necesidades de alimentación y trabajo de una población tan grande, lo que ha generado que se haya descuidado el aspecto ambiental como una prioridad.
¿Cuáles son las razones de que China esté tan contaminada?
1) Desarrollo Económico. La raíz de los problemas medioambientales de China se encuentra en su espectacular crecimiento económico. Durante 35 años, el país ha incrementado su Producto Interior Bruto (PIB) a una media anual cercana al 10%, sobre todo por el empuje de la inversión, la industria y la construcción de infraestructuras. Gracias a eso, los ciudadanos han aumentado su poder adquisitivo, se han mudado a las ciudades y se han lanzado a comprar lavadoras, televisores, aires acondicionados y teléfonos móviles. El problema es que para todo eso se necesitan materias primas capaces de generar energía. Sólo entre 2000 y el 2012, la electricidad consumida en el país se multiplicó por más de cuatro. China es desde 2010 el mayor consumidor de energía del planeta. Las dimensiones del crecimiento económico chino no tienen precedentes en la historia de la humanidad, como tampoco lo tienen el aumento del consumo, la demanda de energía y la huella ecológica que ese desarrollo está dejando a su paso.
2) Dependencia del carbón. El desarrollo económico no sería un problema (al menos no tan grave) si China no dependiera de uno de los fósiles más contaminantes: el carbón. En 2012, en torno al 70% de la energía del país se generó a partir de este combustible. El gigante asiático consume casi la misma cantidad de carbón que el resto del planeta junto. Son esas plantas de carbón, que ponen en marcha la segunda economía del mundo y calientan e iluminan a más de 1.300 millones de personas, las que emiten al aire óxidos de azufre, gases tóxicos y CO2. El Gobierno está intentando reducir el consumo de carbón y China es el país del mundo que más invierte en energías renovables, pero la dependencia de este fósil va a continuar durante las próximas décadas. Además de ser el único recurso energético con el que el país cuenta en abundancia, se trata de un combustible barato, estable y fácil de utilizar a gran escala. 3) Baja eficiencia energética. China no sólo consume muchas materias primas, sino que además lo hace de forma poco eficiente. Para generar la misma riqueza que naciones como Reino Unido, Alemania o Japón, el país asiático necesita entre dos y tres veces más de energía. Uno de los motivos de estas diferencias es tecnológico. La maquinaría de las empresas, los filtros de las plantas de carbón o las redes de distribución de electricidad no siempre cuentan con la tecnología más avanzada. La falta de aislamiento de los edificios y fábricas, así como la utilización de materiales de mala calidad en la construcción, también contribuyen a esa baja eficiencia energética del país. 4) Potente industria pesada. Si las economías de los países desarrollados giran en torno al sector servicios, China todavía cuenta en sus fronteras con un enorme sector industrial (en 2013 supuso el 44% de su PIB). Aquí se incluyen industrias muy contaminantes e intensivas en energía, como la industria del acero, el cemento o la química, que son fundamentales para la construcción de viviendas e infraestructuras. Según los
análisis realizados en el aire de Pekín, en torno a un 40% de las partículas contaminantes PM 2.5 proviene de este tipo de industria pesada, muy presente en todo el norte del país.
5) Made in China, contaminando para los demás. Al abandonar los países desarrollados, las multinacionales no sólo han deslocalizado fábricas, sino también contaminación. Todo aquello que ya no elaboran las naciones ricas lo produce ahora China, con leyes medioambientales menos estrictas y menor nivel tecnológico, aumentando las consecuencias para el ecosistema. El sector de la exportación ha sido tan importante para el país asiático que en 2007 las exportaciones equivalían al 57% del PIB. 6) El transporte. Además de la industria pesada, el otro gran responsable de la mala calidad del aire que respiran los chinos es el transporte. Según los estudios realizados en Pekín, el 30% de las partículas contaminantes proviene de los vehículos, sobre todo de los grandes camiones de mercancías. China cuenta con unas 150 ciudades que superan el millón de habitantes, las cuales tienen que abastecerse de alimentos, productos de consumo y materiales para la vida diaria. También es necesario transportar el carbón desde las regiones interiores de Mongolia Interior, Shanxi y Shaanxi hasta las zonas consumidoras de energía del este del país. Todo ese transporte de mercancías, unido al tráfico privado (China es el mayor mercado automovilístico del mundo), se produce con una gasolina menos refinada y vehículos que no cumplen con estrictas medidas medioambientales.
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7) Poca concienciación medioambiental. Como en otros países en vías de desarrollo, en China la protección del medio ambiente se ha considerado hasta hace poco como un lujo al que había que renunciar a favor del crecimiento económico. Había pocas ONG centradas en asuntos ecológicos en el país, la cuales no contaban con mucho poder de movilización y se veían casi siempre limitadas al ámbito local. Sin presión social, gobiernos y empresas podían contaminar a su antojo sin preocuparse demasiado por las consecuencias. En los últimos años, sin embargo, las clases medias de las grandes ciudades han comenzado a organizarse para exigir un mayor respeto por el medio ambiente. La contaminación se ha convertido en un problema tan evidente y cercano que ya nadie puede mirar para otro lado. Tal vez este puede ser el punto de inflexión que necesita el país para hacer frente a los complejos factores económicos, energéticos y políticos que causan la contaminación en China. 8) La contaminación del aire en china. Ya supera 56 veces el límite máximo, El invierno llega a China, y con él se dispara el consumo de carbón para calentar los hogares. Las emisiones de chimeneas y calderas vienen a sumarse a un aire ya
cargado de contaminación. El resultado es una atmósfera prácticamente irrespirable en algunas zonas. Es el caso de la ciudad de Shenyang, al noreste del país. Sus estaciones de medición de contaminación atmosférica han registrado este fin de semana niveles de PM 2,5 superiores a los 1.400 microgramos por metro cúbico de aire. Es una cifra 56 veces por encima del límite recomendado por la Organización Mundial de la salud. La atmósfera está tan cargada que la visibilidad se reduce a cien metros. Por PM 2,5 se entienden las partículas en suspensión inferiores a 2,5 micrómetros. En 2013, un estudio médico británico confirmó la relación entre estas partículas y el aumento de la incidencia de cáncer de pulmón y enfermedades cardiovasculares.
9) Contaminación agrícola e industrial en China. La floreciente economía de China y la masiva población están planteando algunos difíciles desafíos ambientales para una nación de aproximadamente 1,200 millones de habitantes. La contaminación del agua y el manejo de desechos se encuentran en la lista de los problemas más urgentes. China no es una tierra rica en recursos hídricos. El suministro de agua per cápita en el país es realmente muy bajo. El agua existente se distribuye desigualmente en el extenso territorio
chino. Y de la misma manera, también las instalaciones de tratamiento adecuadas para mitigar los niveles elevados de contaminación agrícola e industrial. China produce más de 3,5 millones de toneladas de aguas de desecho al día. Para dar tratamiento a la mitad de dicha cantidad, ellos necesitarían invertir en 10.000 instalaciones de tratamiento. Existen algunas modernas plantas de tratamiento de aguas de desecho y sistemas de saneamiento, pero se requiere mucho más. Quizá la mitad de la población china —unos 600 millones de personas — ingieren agua que está contaminada con desechos humanos o animales. Estas personas están sujetas a enfermedades transportadas en agua y a una miríada de problemas de salud relacionadas con el uso del agua contaminada. Los principales sistemas fluviales de China son indicadores del alcance del problema. Quizá el 70 por ciento de sus aguas está tan contaminada que se la considera no apta para el contacto con seres humanos. Además de las aguas de desecho sin tratamiento descargadas en estas vías navegables, las industrias de alto crecimiento como la textil, la fabricación de papel, fabricación de productos químicos y farmacéuticos son responsables de una buena parte de esta contaminación. En los botaderos, el lixiviado tóxico a menudo se filtra por el subsuelo hasta llegar a contaminar a los acuíferos de agua subterránea. Los desechos sin tratamiento de la minería y la industria dejan contaminadas algunas aguas con tan elevado contenido metálico que los ríos pueden literalmente volverse rojos por el agua descargada. Se han registrado niveles de plomo en los ríos chinos que son 44 veces mayores que los niveles aceptables por las normas. El agua limpia es esencial para la economía agraria de la nación, la cual consume aproximadamente el 75 por ciento del total de los recursos hídricos de China. Los metales pesados que persisten en el agua pueden ser absorbidos por los cultivos
de alimentos con esa agua y pueden causar cáncer, cálculos renales u otros problemas de salud. El cultivo principal de China —el arroz— ha visto niveles de producción reducidos en algunas regiones y muchos consumidores no confían en ingerir alimentos que ellos creen que hayan sido cultivados con agua contaminada. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), China es además el principal consumidor en el mundo de fertilizantes a base de nitrógeno sintético. Cuando una cantidad excesiva de nitrógeno y otros químicos utilizados en fertilizantes es introducida en una corriente de agua, puede ocurrir un desequilibrio de materiales orgánicos que origina un aumento de las proliferaciones algal es o mareas rojas. La mayor incidencia de las proliferaciones algales afecta negativamente el suministro de agua y ya ha forzado el cierre temporal de algunas plantas de tratamiento de agua potable en algunas regiones de China. Existen soluciones para los problemas en China, sin embargo, la implementación de dichas soluciones en la escala requerida deberá ser una tarea masiva.
Contaminación en Brasil: La deforestación del Amazonas, la caza furtiva, la contaminación del suelo y el agua son problemas preocupantes en Brasil. El río Tietê en Brasil es uno de los más contaminados de América del Sur. Este río ha sido y sigue siendo pieza clave para el desarrollo industrial que ha experimentado Brasil desde 1940.No solo es una vía de transporte durante unos 700 kilómetros, también proporciona energía hidroeléctrica. Desgraciadamente al igual que en China esta rápida expansión se ha hecho a expensas de descuidar el medio ambiente. A bastantes kilómetros de la capital San Paulo se pueden ver flotando sobre el río Tietê los bloques de espuma tóxica.
La espuma tóxica surge como consecuencia de la convergencia de aguas residuales, industriales y las impregnadas de sustancias químicas por las empresas
farmacéuticas. El vertido irresponsable de todas estas aguas contaminadas en lugares como ríos y lagos, acaban por provocar esta horrible reacción de la naturaleza, pues la toxicidad de esta espuma no se traduce tan solo en el hedor desprendido de las aguas, sino también en la corrosión que deja a su paso. Si esta espuma toca la pintura de un coche, se la llevará. Ni qué decir tiene que los efectos corrosivos en la piel bien podrían compararse con los de productos higiénicos para los que se recomienda manipular con protección. Las zonas de cultivo que toman el regadío de esta agua del río contaminado no tienen más opción que descartar las cosechas logradas tras meses de trabajo, pues el alimento obtenido es considerado no apto para el consumo humano. Lógico, ¿no es cierto? Imagina que esto lo encuentras en tu ciudad, en esos ríos que, dadas las consecuencias que esta espuma acarrea o la peligrosidad del contacto, desearías que estuvieran secos por no empeorar la situación. ¿Por qué estos países no se responsabilizan de sus continuas agresiones al medioambiente? Cuando el planeta reacciona, es que el ser humano está haciendo algo mal, muy mal. El uso de fertilizantes y las emisiones de CO2 le otorgan el primer lugar, en relación a la contaminación del agua está en segundo lugar. Tercer puesto en la sobre explotación de la pesca y cuarto lugar en especies amenazadas. Desde luego queda claro una cosa, si se sitúa a la cabeza de varias listas preocupantes, por algo será. ¿Acaso no ven que esta falta de responsabilidad medioambiental, e incluso social, tiene consecuencias horribles para todos?