El mundo del apóstol Pablo Rick Wade
La religión El propósito de este ensayo es echar una mirada al mundo grecorromano en el que vivía el apóstol Pablo, para que podamos entender mejor su ministerio. Cuando comprendemos el contexto histórico, nos ayuda a tener esta perspectiva. Hablaremos de la religión, la filosofía, el grupo familiar y la moralidad social de la cultura helenista, con una mirada final a los conflictos que enfrentaban los cristianos. Comencemos con la religión del primer siglo. Hay dos episodios en el libro de Hechos que nos dan una comprensión de las creencias y prácticas religiosas de este tiempo. En Hechos 19, leemos acerca de los problemas que enfrentaron los compañeros de Pablo por su ministerio en Éfeso. Los artesanos que hacían altares en miniatura de Artemisa, la deidad local, objetaban la enseñanza de Pablo de que "no son dioses los que se hacen con las manos" (Hechos 19:26). En el mundo de Pablo, la religión era una parte integral de la vida de todos. Los cultos auspiciados por el estado eran una expresión religiosa en la que todos participaban. El historiador Everett Ferguson señala que "las creencias y prácticas religiosas más arraigadas, tanto en Grecia como en Roma... estaban asociadas con el culto cívico tradicional." {1} El estado a la vez financiaba y se beneficiaba de estos cultos. Cada ciudad tenía su santo patrón. La ciudad de Éfeso honraba a Artemisa (o Diana), la diosa de la naturaleza y del nacimiento. La estatua de Artemisa estaba en un templo magnífico, cuatro veces el tamaño del Partenón de Atenas. Las deidades como Artemisa eran honradas con festivales, oraciones y sacrificios. Las festividades anuales incluían banquetes, entretenimiento, sacrificios, procesiones, competencias de atletismo y la realización de ritos de misterio. Las oraciones incluían invocaciones, adoración y peticiones, con el objetivo de recibir el favor de la diosa. Los sacrificios se ofrecían para adoración, agradecimiento o súplica.
Los disturbios en Éfeso que resultaron de la enseñanza de Pablo fueron impulsados en parte por preocupaciones monetarias; los artesanos temían perder su negocio. Pero el cántico: "¡Grande es Diana de los efesios!" que siguió durante dos horas-de parte de personas que ni siquiera sabían cuál era el problema específico-muestra que el dinero no era el único tema. La fuerza de la devoción religiosa a los cultos cívicos era tan grande que los emperadores romanos vieron la ventaja de identificarse con ellos en vez de combatirlos. Hablaremos más de esto al avanzar en este artículo. Éfeso era también un centro importante de la magia, otro aspecto de la práctica religiosa del primer siglo. En Hechos 19, leemos que los que practicaban la magia o la hechicería abandonaron sus prácticas y quemaron sus rollos mientras declaraban públicamente su nueva fe. Los rollos de los efesios contenían palabras y fórmulas secretas que eran usadas para forzar a los dioses a cumplir los deseos propios. La fórmula precisa era crítica. Los practicantes buscaban riqueza, sanidad o poder; hasta usaban la magia para intentar conseguir el amor de otra persona. Como también se creía que conocer el verdadero nombre de una persona significaba tener poder sobre esa persona, los nombres y las fórmulas eran mezclados para producir una magia fuerte. Pablo llevó su mensaje a un mundo que tenía una multitud de creencias religiosas, y el mensaje que proclamó mostró su poder sobre ellos. Cuando miramos a nuestra cultura con su espectro religioso cada vez más pluralista, debemos recordar que nosotros también llevamos el mismo evangelio con el mismo poder. La filosofía Cuando el apóstol Pablo visitó Atenas, llevó el mensaje de Cristo al mercado, donde se podía encontrar una amplia variedad de personas. Entre las personas con las que habló estaban los filósofos epicúreos y estoicos. Leemos de su encuentro con ellos en Hechos 17. ¿Quiénes eran esto epicúreos y estoicos? Quisiera dar un bosquejo en miniatura de sus ideas acerca de Dios, del hombre y del mundo, para que nos ayude a entender por qué Pablo hizo lo que hizo. El estoicismo y el epicureísmo eran filosofías que fueron desarrolladas para liberar a las personas de las preocupaciones de la vida actual.
El estoicismo era materialista y panteísta. Es decir, los estoicos creían que todo estaba compuesto por materia. La forma más elevada de la materia era de naturaleza divina, y permeaba el universo. La llamaban de diferentes formas: fuego, Zeus, o aun Dios. Creían que este "fuego" divino, o Dios, generó el universo y un día tomaría de nuevo el universo para sí mediante un gran incendio. Este ciclo de creación e incendio se repite eternamente. El estoicismo era, entonces, determinista. Las cosas son como son y no pueden ser cambiadas. Para encontrar la verdadera felicidad, ellos creían que uno debía entender el curso de la naturaleza mediante la razón, y simplemente aceptar las cosas tal como eran. En contraste con los estoicos, Pablo enseñaba que Dios es personal y no una parte del universo. También enseñaba que habría un juicio venidero, y no un incendio gigantesco que llevaría a otro ciclo. Los epicúreos se centraban en la felicidad del individuo, también, pero tomaban una dirección completamente distinta a los estoicos. Ellos creían que el camino a la felicidad era a través de la maximización del placer y la minimización del dolor. La tranquilidad se buscaba a través de una vida tranquila y contemplativa, entre una comunidad de amigos. Los epicúreos eran también materialistas, pero no eran panteístas. Ellos creían que el universo fue formado a partir de átomos que caían del espacio y que de vez en cuando chocaban entre sí accidentalmente, y con el tiempo formaron las estrellas, los planetas y nosotros. Cuando morimos, simplemente nos disolvemos convirtiéndonos en átomos nuevamente. Los epicúreos creían en dioses, pero pensaban que eran como los hombres, sólo que eran de un orden superior. Los dioses residían en alguna parte del espacio, disfrutando una vida de placer tranquilo como la de los epicúreos. No tenían nada que ver con los hombres. Aparte de la participación en sacrificios y rituales religiosos para propósitos estéticos, los epicúreos creían que los humanos no tenían que preocuparse por los dioses. Contra los epicúreos, Pablo enseñaba que Dios se involucra en los asuntos de su creación y nos creó específicamente para buscarlo a Él. Por supuesto, la doctrina de Pablo sobre un juicio futuro no encajaba con su pensamiento tampoco. Cuando Pablo evangelizaba el mundo griego, a veces usaba su terminología y conceptos; hasta citaba a sus poetas. Pero él predicaba un mensaje muy diferente. Tal vez nosotros también podemos encontrar un terreno común con nuestra cultura sabiendo lo que cree la gente y presentando el evangelio en formas que
puedan entender. Sin modificar el mensaje mismo, debemos expresarlo de forma tal que pueda ser comprendido. Si no lo hacemos, nos costará mucho lograr que la gente escuche. El grupo familiar Hemos dedicado alguna atención a la religión y a la filosofía del tiempo de Pablo, pero ¿qué de las estructuras sociales del mundo grecorromano? Más específicamente, ¿cómo era la familia en el primer siglo? Para el primer siglo d.C. el matrimonio era principalmente por mutuo consentimiento. El historiador Everett Ferguson describe el matrimonio así: "El consentimiento para vivir juntos constituía el matrimonio en todas las sociedades, y la procreación de hijos era su objetivo explícito. Los matrimonios eran registrados para que los hijos fueran legítimos." {2} Si bien los matrimonios eran monógamos en general, el adulterio era frecuente. El divorcio requería sólo una notificación oral o escrita. El hombre tenía un papel dominante en la familia. Tenía una autoridad absoluta sobre sus hijos y esclavos. Las esposas permanecían bajo la autoridad de sus padres. Los hombres ocupaban su tiempo en intereses de negocios y salidas sociales como banquetes y los gimnasios que incluían instalaciones para ejercicios, piscinas y salas de conferencias. Estos funcionaban como centros comunitarios. Cuando faltaba el esposo la esposa podía dirigir sus negocios por él. Sin embargo, administrar el hogar era la responsabilidad primaria de la esposa. Ferguson cita al escritor griego Apolodoro, quien dijo: "Tenemos cortesanos para el placer, criadas para la atención cotidiana del cuerpo, esposas para tener hijos legítimos y para ser guardianes confiables de las cosas en el hogar." {3} Sin embargo, las mujeres no estaban confinadas necesariamente al hogar. Algunas se ocupaban de cosas tan diversas como la música, la medicina y el comercio. Muchas ocupaban cargos públicos, y algunas tenían posiciones de liderazgo en los cultos religiosos. Los hijos no eran considerados como parte de la familia hasta que los reconociera el padre. Podían ser vendidos o expuestos si no eran queridos. Los padres debían encontrar una educación adecuada para sus hijos por su cuenta. Las niñas podían ir a las escuelas elementales, pero no era frecuente. En su mayor parte, aprendían las habilidades hogareñas en casa. Si bien la mayoría
de los varones aprendían un oficio en casa o como aprendices, podían pasar por una educación primaria, secundaria o avanzada, dependiendo de su posición social. La memorización mecánica era un elemento clave en la educación primaria. La retórica era el tema más importante en la educación avanzada. Los esclavos formaban parte de la familia en el imperio romano. Podían ser conseguidos a través de varios medios, incluyendo la guerra, la exposición infantil y la venta de personas para pagar sus deudas. Los esclavos podían trabajar en minas, en templos, en hogares como maestros o en la industria; hasta tenían posiciones elevadas como administradores en la burocracia civil. Los esclavos a menudo ganaban suficiente dinero como para comprar su propia libertad, si bien tenían que seguir trabajando para sus dueños anteriores. A esta sociedad los apóstoles trajeron nuevas ideas acerca del valor del individuo y las relaciones familiares. Los esposos debían ser fieles a sus propias esposas y debían amarlas como si fueran sus propios cuerpos. Los hijos debían considerarse como mucho más que activos o pasivos económicos. A los amos se les dijo que trataran a sus esclavos con justicia y equidad. Las personas hoy que denigran al cristianismo por ser "opresivo" probablemente no tienen idea de cuánto elevó a las personas en el mundo helenista. Moralidad social La instrucción moral en el mundo helenista estaba fundada más en la filosofía y las costumbres que en la religión. La religión era mayormente externa; es decir, era una cuestión de rituales más que de una transformación interna. La filosofía buscaba enseñar a las personas cómo vivir. Los filósofos prestaban mucha atención a cuestiones como la virtud, la amistad y la responsabilidad cívica. {4} El historiador Everett Ferguson señala que la evidencia de la era grecorromana indica que muchas personas vivían vidas bastante virtuosas. Las inscripciones en las tumbas, por ejemplo, incluyen elogios a esposos y esposas por su bondad y fidelidad. {5} A pesar de todo esto, la historia revela una cultura moralmente depravada en el primer siglo. Un ejemplo es la inmoralidad sexual. "La gran cantidad de palabras en el idioma griego para las relaciones sexuales," dice Ferguson, "sugiere una preocupación con este aspecto de la vida."{6} Como se notó antes, el adulterio era frecuente. Los hombres solían tener meretrices para el placer físico. La homosexualidad entre jóvenes o entre un hombre mayor y uno menor era aceptado abiertamente. La prostitución en los templos formaba parte de algunos cultos religiosos.
El mundo helenista tenía en baja estima el valor humano. Antes mencioné la exposición infantil como una forma de sacarse de encima a los niños. Los bebés no deseados-más frecuentemente mujeres-eran dejadas sobre la pila de basura o eran abandonadas en alguna parte retirada para que mueran. Podían ser tomadas para ser usadas, vendidas como esclavas o podían servir como prostitutas. La brutalidad de ese tiempo se puede ver más claramente en los juegos de los anfiteatros romanos. Ferguson señala que: "los anfiteatros de occidente testifican del deseo de sangre bajo el imperio. Los espectáculos de combates entre gladiadores-hombre contra hombre, hombre contra animal, y animal contra animal-atraían multitudes enormes, y reemplazaron el drama griego y el atletismo en su popularidad."{7} Las ejecuciones eran consideradas menos emocionantes que los combates mortales. En consecuencia, cuando se incluían ejecuciones en el programa del día, solían llevarse a cabo típicamente durante el receso del almuerzo. Una de las formas de eliminar a los criminales era vistiéndolos con pieles de animales y arrojándolos a animales salvajes. Esta brutalidad se extendió a los cristianos en los tiempos de persecución. El Libro de los Mártires de Foxe registra que Nerón hizo arrojar a los cristianos a los animales salvajes. También hizo que los sumergieran en cera, que fueran montados sobre árboles y quemados como antorchas gigantescas en sus jardines. {8} A este mundo de inmoralidad y brutalidad llegó el mensaje de amor y justicia que se encuentran en Jesús. Como ocurrió con el judaísmo antes, el cristianismo juntó la religión con la moralidad. Reveló la norma de bondad de Dios y el amor sacrificial de Cristo, y brindó el poder de lograr esa norma mediante la obra de regeneración del Espíritu basada en la obra de Cristo en la cruz. Hoy, la ética y la religión vuelven a estar separados. Y los resultados pueden verse. Pero, como en el primer siglo, los cristianos hoy tienen un mensaje de gracia para nuestra sociedad. Dios no sólo nos dice lo que es bueno, sino también nos permite ser buenos. El conflicto de los cristianos con la cultura En la iglesia primitiva, el carácter de los cristianos era muy importante para poder ser oídos y para ganar conversos mientras daban testimonio osadamente de su nueva fe. ¿Cómo eran los cristianos? El escritor de la epístola a Diogneto, escrita probablemente a principios del siglo segundo, decía esto de ellos: "Se casan
como todos; tienen hijos, pero no destruyen a su descendencia. Tienen una mesa común, pero no una cama común. Están en la carne, pero no viven según la carne. Pasan sus días sobre la tierra, pero son ciudadanos del cielo. Obedecen la ley requerida, y al mismo tiempo sobrepasan las leyes en sus vidas. Aman a todos los hombres, y son perseguidos por todos." {9} Si sus vidas eran de una naturaleza tan ejemplar, ¿qué era que hacía que los cristianos se metieran en tantos problemas? Dos de los factores más importantes eran su falta de disposición para participar en los rituales religiosos y su rechazo a inclinarse ante las imágenes de los emperadores. Antes mencioné la importancia de los cultos cívicos religiosos en el mundo helenista. La gente creía que los dioses exigían sus sacrificios y otras ceremonias porque en caso contrario estarían enojados y descargarían su ira sobre el pueblo como un todo. El rechazo de los cristianos a participar significaba arriesgarse a hacer enojar a los dioses. El otro factor era la cuestión del culto al emperador. Cuando Roma conquistó el mundo occidental, los gobernante vieron cuán importante era la religión para la gente. En vez de combatir esto, se aprovecharon de esto poniendo imágenes de emperadores romanos en los lugares de culto, junto con las demás deidades. Esto no era un gran problema para los griegos. Aparte del hecho que los romanos eran sus gobernantes, los griegos no eran exclusivistas en su culto. Adorar a una deidad no impedía adorar a otras también. Sin embargo, para los cristianos Jesús era el Señor; no podía haber ningún otro dios fuera de Él, y no podían inclinarse ante nadie que se atribuyera autoridad divina, incluyendo al emperador. Sin embargo, dado que en las mentes de los romanos el emperador representaba al estado, rehusarse a inclinarse ante su imagen era ser un enemigo del estado. Por lo tanto, debido a su rechazo a participar de estas actividades, los cristianos eran llamados ateos y enemigos del estado. Su comportamiento era desconcertante para sus vecinos. ¿Por qué no simulaban simplemente? Como ya noté, la religión no era excluyente. La gente no creía necesariamente en los dioses a quienes hacían sacrificios, de todos modos. Y, dado que no había ninguna conexión entre la religión y la ética, las actividades religiosas de uno no afectaban normalmente su vida moral. Así que, ¿por qué no seguían el juego los cristianos? La razón por la que no podían inclinarse ante los emperadores y los dioses era que la idolatría era el pecado fundamental en la iglesia primitiva.
Los cristianos en la iglesia primitiva tenían que decidir dónde podían conformarse a la sociedad y dónde no. Había una diferencia de opinión entre lo que era apropiado y lo que no era apropiado. Pero era claro que todo el que se identificar como cristiano tenía que trazar la raya en este punto: Jesús es Señor, y no hay otro. Notas 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9.
Everett Ferguson, Backgrounds of Early Christianity, 2nd ed. (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1993), 188. Volver Ibid., 68. Volver Ibid., 70-71. Volver Ibid., 303. Volver Ibid., 64.Volver Ibid.Volver Ibid., 94.Volver Foxe's Book of Martyrs, (Old Tappen, New Jersey: Spire Books, 1968), 13.Volver Michael Green, Evangelism in the Early Church (Grand Rapids, Mich.: Eerdmans, 1970), 136. Volver
Copyright © 1997 Probe Ministries. Todos los derechos reservados.
EL MUNDO GRECORROMANO 27
Empero en esa diseminación la nueva fe tuvo que abrirse paso a través de situaciones políticas y culturales que unas veces le abrieron camino, y otras le sirvieron de obstáculo. A fin de comprender la vida cristiana en esos primeros siglos, debemos detenernos a exponer, siquiera en breves rasgos, esas circunstancias políticas y culturales. El Imperio Romano le había dado a la cuenca del Mediterráneo una unidad política nunca antes vista. La política del Imperio fue fomentar la mayor uniformidad posible sin hacer excesiva violencia a las costumbres de cada región. Esta había sido también antes la política de Alejandro. En ambos casos su éxito fue notable, pues poco a poco se fue creando una base común que perdura hasta nuestros días. Esa base común, tanto en lo político como en lo cultural, fue de enorme importancia para el cristianismo de los primeros siglos. La unidad política de la cuenca del Mediterráneo les permitió a los primeros cristianos viajar de un lugar a otro sin temor de verse envueltos en guerras o asaltos. De hecho, al leer acerca de los viajes de Pablo vemos que el gran peligro de la navegación en esa época era el mal tiempo. Unos siglos antes, los piratas que infestaban el Mediterráneo eran de temerse mucho más que cualquier 28
tempestad. Los caminos romanos, que unían hasta las más distantes provincias, y algunos de los cuales existen todavía, no fueron ajenos a las plantas de los cristianos que iban de un lugar a otro llevando el mensaje de la redención en Jesucristo. Puesto que el comercio florecía, las gentes iban de un lugar a otro, y así el cristianismo llegó frecuentemente a alguna nueva región, no llevado por misioneros o por predicadores itinerantes, sino por mercaderes, esclavos y otras personas que por diversas razones se veían obligadas a viajar. En este sentido, las condiciones políticas de la época fueron beneficiosas para la diseminación de la nueva fe. Pero hubo también otros aspectos de esa situación que sirvieron de reto y amenaza a los primeros cristianos. Puesto que el Imperio intentaba lograr la mayor uniformidad posible entre sus súbditos de diversos orígenes, parte de la política imperial consistía en fomentar la uniformidad religiosa. Esto se hacía mediante el sincretismo y el culto al emperador. El sincretismo, que consiste en la mezcla indiscriminada de religiones, fue característica de la cuenca del Mediterráneo a partir del siglo III a.C. Dentro de ciertos límites, Roma lo impulsó, pues el Imperio tenía interés en que sus diversos súbditos pensaran que, aunque sus dioses tenían distintos nombres y atributos, en fin de cuentas eran todos los mismos dioses. Al Panteón romano se fueron añadiendo dioses provenientes de las más diversas regiones. (La palabra Panteón quiere decir precisamente “templo de todos los dioses”.) 29
Por los mismos caminos por los que transitaban los mercaderes y misioneros cristianos transitaban también gentes de muy variadas religiones, y todas esas religiones se entremezclaban y confundían en las plazas y los foros de las ciudades. El sincretismo era la moda religiosa de la época. En tal ambiente tanto los judíos como los cristianos parecían ser gentes intransigentes, que insistían en su Dios único y distinto de todos los demás dioses. Por esta razón, muchos veían en el judaísmo y en el cristianismo un quiste que debía ser extirpado de la sociedad romana. Pero fue el culto al emperador el punto neurálgico que desató la persecución. Muchas veces esas persecuciones tenían características políticas, pues el culto al emperador era uno de los medios que Roma utilizaba para fomentar la unidad y la lealtad de su imperio. Negarse a rendir ese culto era visto como señal de traición o al menos de deslealtad. Luego, no son pocos los casos en que resulta claro que, al mismo tiempo que un mártir moría por su fe, quien le condenaba lo hacía impulsado por sentimientos de lealtad política. Por otra parte, el sincretismo de la época también se manifestaba en lo que los historiadores de hoy llaman “religiones de misterio”, o sencillamente “misterios”. Estas religiones no centraban su fe en los viejos dioses del Olimpo — Zeus, Poseidón, Afrodita, etc.— sino en otros dioses de carácter más personal. En los siglos anteriores, antes que se desatara el espíritu sincretista y cosmopolita, cada cual era devoto de los dioses del país en que había nacido. Pero ahora, en medio de la confusión creada por las conquistas de Alejandro y de Roma, cada cual tenía que decidir a qué dioses les iba a prestar su devoción. Cada uno de estos dioses de los “misterios” tenía sus propios devotos, que eran aquellos que habían sido iniciados. Por lo general, cada una de estas religiones se basaba en un mito acerca de los orígenes del mundo, o de la historia del dios en cuestión. Del Egipto provenía el mito de Isis y Osiris, según el cual el dios Seth había matado y descuartizado a Osiris, y después había esparcido sus miembros por todo el Egipto. Isis, la esposa de Osiris, los había recogido, y dado nueva vida a Osiris. Pero los órganos 30
genitales de Osiris habían caído en el Nilo, y es por esa razón que el Nilo es la fuente de fertilidad para todo el Egipto. También por esa razón, algunos de los devotos más fervientes de este culto se mutilaban a sí mismos, cortándose los testículos y ofreciéndolos en sacrificio. Entre los soldados era muy popular el culto a Mitras, un dios de origen persa cuyos mitos incluían una serie de combates contra el sol y contra un toro de carácter mitológico. En Grecia existían desde tiempos inmemoriales los misterios de Eleusis, cerca de Atenas. Los misterios de Atis y Cibeles incluían un rito de iniciación llamado “taurobolia”, en el que se mataba un toro y se bañaba al neófito con su sangre. Dado el carácter sincretista de todos estos cultos, pronto unos se mezclaron con otros, hasta tal punto que en el día de hoy es difícil distinguir las características o las prácticas de uno de ellos en particular. Además, estos dioses no eran celosos entre sí, como el Dios de los judíos y de los cristianos, y por tanto hubo quienes se dedicaron a coleccionar misterios, haciéndose iniciar en uno tras otro de estos cultos. Todas estas tendencias sincretistas, en las que se entrelazaban los viejos dioses con las religiones de misterio y con el culto al emperador, presentaron un fuerte reto al cristianismo naciente. Puesto que los cristianos se negaban a participar de todo esto, frecuentemente se les acusó de incrédulos y de ateos. Frente a tales acusaciones, los cristianos podían recurrir a ciertos aspectos de la cultura de la época que parecían prestarles apoyo. A esto dedicaremos el capítulo VII de la presente sección de nuestra historia. Pero por lo pronto señalemos que hubo dos tradiciones filosóficas en las que los cristianos encontraron un nutrido arsenal para la defensa de su fe. Una de ellas fue la tradición platónica, y la otra el estoicismo. El maestro de Platón, Sócrates, había sido condenado a morir bebiendo la cicuta porque se le consideraba incrédulo y corruptor de la juventud ateniense. Platón había escrito varios diálogos en su defensa, y ya en el siglo primero de nuestra era Sócrates era tenido por uno de los hombres más sabios y más justos de la antigüedad. Ahora bien, Sócrates, Platón, y toda la tradición de la que ambos formaban parte, habían criticado a los dioses paganos, diciendo que eran creación humana, y que según los mitos clásicos eran más perversos que los seres 31
humanos. Por encima de todo esto, Platón hablaba de un ser supremo, inmutable, perfecto, que era la suprema bondad y belleza. Además, tanto Sócrates como Platón creían en la inmortalidad del alma, y por tanto en la vida después de la muerte. Y Platón afirmaba que por encima de este mundo sensible y pasajero había otro de realidades invisibles y permanentes. Todo esto fue de gran valor y atractivo para aquellos primeros cristianos que se veían perseguidos y acusados de ser ignorantes e ingenuos. Por estas razones, la filosofía platónica ejerció un influjo sobre el pensamiento cristiano que todavía perdura. Algo semejante sucedió con el estoicismo. Esta escuela filosófica —algo posterior al platonismo— enseñaba doctrinas de alto carácter moral. Según los estoicos, hay una ley natural impresa en todo el universo y en la razón humana, y esa ley nos dice cómo hemos de comportarnos. Si algunos no la ven o no la siguen, esto es porque son tontos, pues quien es verdaderamente sabio conoce esa ley y la obedece. Además, puesto que nuestras pasiones luchan contra nuestra razón, y tratan de dominar nuestras vidas, la meta del sabio es lograr que su razón domine toda pasión, hasta el punto de no sentirla. Ese estado de no sentir pasión alguna es la “apatía” y en él consiste la perfección moral según los estoicos. También en este caso podemos imaginarnos el atractivo de esta doctrina para los cristianos, que se veían obligados a enfrentarse repetidamente a las costumbres corruptas de su época, y a criticarlas. Puesto que los estoicos habían hecho lo mismo, en sus ideas y escritos los cristianos encontraron apoyo para su defensa y propaganda. Al igual que en el caso del platonismo, esto acarreaba el peligro de que se llegase a confundir la fe cristiana con estas doctrinas filosóficas, y que así se perdiera algo del carácter único del evangelio. No faltaron quienes, en un aspecto u otro, sucumbieran ante esa tentación. Pero ello no ha de ocultarnos el gran valor que estas doctrinas tuvieron en la primera expansión del cristianismo. Según el apóstol Pablo, el cristianismo penetró en el mundo “cuando vino el cumplimiento del tiempo”. Quizá alguno podría entender esto en el sentido de que Dios les facilitó el camino a aquellos primeros cristianos. Y no cabe duda de que mucho de lo que estaba teniendo lugar en el siglo primero facilitara el avance de la 32 nueva fe. Pero también es cierto que esos mismos acontecimientos le planteaban a la iglesia difíciles retos que exigían enorme valor y audacia. El “cumplimiento del tiempo” no quiere decir que el mundo estuviera listo a hacerse cristiano, como una fruta madura pronta a caer del árbol, sino que quiere decir más bien que, en los designios inescrutables de Dios, había
llegado el momento de enviar al Hijo al mundo a sufrir muerte de cruz, y de esparcir a los discípulos por ese mismo mundo para dar ellos también costoso testimonio de su fe en el Crucificado.
LA VIDA RELIGIOSA Los primeros cristianos no creían pertenecer a una nueva religión. Ellos habían sido judíos toda su vida, y continuaban siéndolo. Esto es cierto, no sólo de Pedro y los doce, sino también de los siete, y hasta del mismo Pablo. Su fe no consistía en una negación del judaísmo, sino que consistía más bien en la convicción de que la edad mesiánica, tan esperada por el pueblo hebreo, había llegado. Según Pablo lo expresa a los judíos en Roma hacia el final de su carrera, “por la esperanza de Israel estoy sujeto con esta cadena” (Hechos 28:20). Es decir, que la razón por la que Pablo y los demás cristianos son perseguidos no es porque se opongan al judaísmo, sino porque creen y predican que en Jesús se han cumplido las promesas hechas a Israel. Por esta razón, los cristianos de la iglesia de Jerusalén seguían guardando el sábado y asistiendo al culto del Templo. Pero además, porque el primer día de la semana era el día de la resurrección del Señor, se reunían en ese día para “partir el pan”’, en conmemoración de esa resurrección. Aquellos primeros servicios de comunión no se centraban sobre la pasión del Señor, sino sobre su resurrección y sobre el hecho de que con ella se había abierto una nueva edad. Fue sólo mucho más tarde —siglos más tarde, según veremos— que el culto comenzó a centrar su 36 atención sobre la crucifixión más bien que sobre la resurrección. En aquella primitiva iglesia el partimiento del pan se celebraba “con alegría y sencillez de corazón” (Hechos 2:46). Sí había, naturalmente, otros momentos de recogimiento. Estos eran principalmente los dos días de ayuno semanales. Era costumbre entre los judíos más devotos ayunar dos días a la semana, y los primeros cristianos seguían la misma costumbre, aunque muy temprano comenzaron a observar dos días distintos. Mientras los judíos ayunaban los lunes y jueves, los cristianos ayunaban los miércoles y viernes, probablemente en memoria de la traición de Judas y la crucifixión de Jesús. En aquella primitiva iglesia, los dirigentes eran los doce, aunque todo parece indicar que eran Pedro y Juan los principales. Al menos, es sobre ellos que se centra la atención en Hechos, y Pedro y Juan son dos de los “pilares” a quienes se refiere Pablo en Gálatas 2:9. Además de los doce, sin embargo, Jacobo el hermano del Señor también gozaba de gran autoridad. Aunque Jacobo no era uno de los doce, Jesús se le había manifestado poco después de la resurrección (1 Corintios 15:7), y Jacobo se había unido al número de los discípulos, donde pronto gozó de gran prestigio y autoridad. Según Pablo, él era el tercer
“pilar” de la iglesia de Jerusalén, y por tanto en cierto sentido parece haber estado por encima de algunos de los doce. Por esta razón, cuando más tarde se pensó que la iglesia estuvo gobernada por obispos desde sus mismos inicios, surgió la tradición según la cual el primer obispo de Jerusalén fue Jacobo el hermano del Señor. Esta tradición, errónea por cuanto le da a Jacobo el título de obispo, sí parece acertar al afirmar que fue él el primer jefe de la iglesia de Jerusalén.