COSMOVISION E IDEOLOGIA EN LOS ANDES PREHISPANICOS Andrés Ciudad Ruiz
Condic Cond icion ionad ados os por por nues nuestr tra a co conc ncep epci ción ón del del mund mundo o y por por nues nuestr tras as idea ideass religiosas, estamos acostumbrados a juzgar la ideología de los pueblos no occi oc cide dent ntale aless co como mo creac creacio ione ness muy muy se senc ncil illa lass y, ante ante la inca incapa paci cida dad d de defnirlas, las sometemos a esquemas y criterios mentales poco ajustados. En buena medida esto es lo que ocurrió ocurrió con los españoles que interactuaron interactuaron con las poblaciones andinas en el siglo XV, quienes nos transmitieron la e!idencia cult cultur ural al ma mati tiza zada da por por sus sus !isi !ision ones es,, mito mitoss y e"per "perie ienc ncia ia ac acum umul ulad ada# a# in$ormación que, en cualquier caso, no es desdeñable, ya que constituye la principal $uente de conocimiento de que disponemos para analizar el tema que nos ocupa. Cuando se trabaja sobre culturas %gra$as, partimos con serias limit mitaciones a la &ora de a!eriguar as asp pectos relac acio ion nados con la superestructura cultural# limitaciones que se aten'an mediante la analogía, la comp co mple leme menta ntarie rieda dad d disci discipl plina inarr y grac gracia iass a me meto todo dolog logía íass ca cada da !ez m% m%ss sofsticadas, pero aun así las lagunas in$ormati!as se &acen en ocasiones insuperables. (a religión andina debe ser considerada desde esta óptica) el cuerpo documental que se produce a lo largo de la Colonia es imponente y a !eces muy detallado, pero al traspasar el umbral de la e"pansión imperial inca, la ideología andina se sumerge en una nebulosa de supuestos diseñados a partir de la documentación que nos proporciona el con* te"to arqueológico y la iconogra$ía. El %rea andina es un uni!erso m'ltiple en ambiente y cultura, por por es eso o al obse obser! r!ar arla la desd desde e un punt punto o de !ist !ista a antr antrop opol ológ ógic ico o surg surge e el interr interroga ogante nte de si e"isti e"istiero eron n una o !arias !arias rel religio igiones nes.. El proce proceso so &istór &istórico ico e!idencia semejanzas y di!ergencias en el pensamiento religioso instalado en esta &eterog+nea %rea cultural, tanto en el tiempo como en el espacio, pero la conclusión es que &ay una tradición b%sica compartida, m%s en el n'cleo del %rea que en la peri$eria. (os incas, en este sentido, no sólo se limitaron a ser los receptores de 'ltima &ora de la ideología preincaica, sino que constituyeron un elemento m%s de la din%mica ideológica de la tradición panandina. En los ndes e"istía un orden religioso uni!ersal, que con!i!ía con la idiosincrasia de cada ca da terr territ itor orio io y de ca cada da cult cultur ura, a, alim aliment entad ado o co con n el inte interc rcam ambio bio entr entre e regi region ones es,, una una rela elaci ción ón que que une une ideol ideolog ogía ía co con n inst instit ituc ucio ione ness ec econ onóm ómica icas, s, políti políticas cas y cultur culturales ales.. Este Este orden orden rel religio igioso so se reafr reafrmab maba a o retro retroced cedía ía en $unción de las din%micas &istóricas a lo largo del proceso pre&isp%nico. - / 0 1. MAGIA Y ESPÍRITUS EN LA TRADICIÓN CAZADORA Y RECOLECTORA Esta concepción com'n de los sistemas de pensamiento se inicia con su propia tradición recolectora y caza* dora, en la que el animismo y las pr%cticas c&aman c&amaníst ística icass resue resuel!e l!en n la ansieda ansiedad d de los primer primeros os grupos grupos andino andinos. s. (o (oss pobladores m%s antiguos de la región debieron creer en espíritus y $uerzas sobrenaturales, a quienes responsabilizaban de los cambios obser!ados en los astros y en la naturaleza, así como de la suerte de su subsistencia y de sus !idas. Como es ob!io, en su e"periencia cultural inicial la obser!ación de estos
$enómenos debió de ser tan superfcial como su sistema nómada les imponía. 2ero poco a poco el &ombre andino $ue fjan* do los espacios, controlando sus posibilidades de e"tracción de recursos, dependiendo m%s de ellos y, en con* secuencia, asimilando sus potencialidades a sus necesidades. 3urante este proceso de obser!ación, se seleccionaron aquellos seres y $uerzas de la naturaleza que &abían de tener superior importancia ideológica) eso e"plica que ya desde el 2recer%mico se decorasen algunos te"tiles, como el encontrado en 4uaca 2rieta, con la 5ig. 6 2inturas rupestres de la gruta imagen de un a!e rapaz, y que en el arte mural recogido en cue!as y abrigos, como en 7oquepala o 8unín, se de 7oquepala, 7acna, 9:: a. C. representasen animales de importancia económica, los cuales debieron participar en sus rituales propiciatorios y contribuyeron al +"ito de estas reducidas comunidades &umanas. E ( 3 E ; < < = ( ( = 3 E > ? < E ( @ A ? ? B ; 7 ) ( ? E = ( 7 C A ? (a neolitización en los ndes $ue un $enómeno de e"traordinaria complejidad que se resuel!e en un mosaico de tradiciones culturales, en las que sus ocupantes pro$undizan en la comprensión de los ciclos de los astros y de la naturaleza con la que interact'an, un aspecto que se antoja m%s importante a la &ora de determinar su ideología y sus nociones calend%ricas, así como el ritual a ellas adecuado. (a apuesta por una economía agrí* cola, unida al riesgo que supone el abandono de un sistema de !ida practicado durante milenios, deri!ó sus rituales propiciatorios, emparentados con el +"ito en la caza y sus $uertes asociaciones m%gicas, &acia la $ertili* dad agrícola y el desarrollo del grupo $amiliar, origin%ndose al mismo tiempo uno de los pilares en que se $un* damenta la ideología andina) el culto a los antepasados, que sanciona el asentamiento permanente de las comu* nidades en territorios delimitados y el control de los recursos que contienen. 7ales $undamentos b%sicos se !ieron alterados por el desarrollo de la complejidad social, y se e"presan a partir de una iconogra$ía naturalista que utiliza conceptos de integración y de sustitución de elementos para 5ig. 1 Escultura de El (anzón, C&a!ín de 4u%ntar, ca. :: a. C. elaborar unos seres m%s poderosos y con esencias sobrenaturales que e"ceden a aquellas que les correspon* den en el mundo real. sí culmina la selección de tres animales b%sicos) el jaguar, la serpiente y un a!e rapaz Del cóndor o un %guilaD, como paquete iconogr%fco esencial del pensamiento andino. >n ejemplo de esta iconogra$ía temprana lo constituyen los bajorrelie!es de estuco del atrio del templo de @aragay, $ec&ados en el Cer%mico nicial. (a aparición de los centros de integración sociopolítica, económica y religiosa, constituye el origen de una estrategia, a largo plazo, de manipulación de los con!encimientos $undamentales de esta sociedad, mediante la centralización de la ideología y del ritual. C&a!ín de 4u%ntar 6F::*1:: a. C.G es un ejemplo del +"i* to alcanzado a lo largo de este dilatado proceso. Es cierto que con anterioridad a la $undación de este centro se dispone de ejemplos Dcosteros y serranosD en los que emergen grandes edifcios religiosos asociados a ricas o$rendas que !arían seg'n el territorio en que se instalan, pero en C&a!ín cristaliza una compleja simbología que sir!e de e"presión al +"ito de la estrategia agrícola a la que me &e re$erido. (a iconogra$ía de El (anzón, C=;B=V;A? E 3E=(=@H E? (=; ?3E; 2
F. la Estela
n moti!o recogido en la Estela ? 3E=(=@H
religión andina tu!o un componente animista determinante, y se basó en la trans$ormación de un elemento en otro, a tra!+s del tiempo y del espacio. ;ería ingenuo pensar que esta ideología se mantu!o inalterable a lo largo de milenios de e!olución cul* tural, pero su esencia se perpetuó en el %rea, adapt%ndose a posteriores procesos de $or* mación ideológica desarrollados con$orme se complicaba el proceso e!oluti!o. Estas - Q 0 ?333 <> /. $uerzas sobrenaturales poblaban el mundo y eran la esencia que mo!ía el tiempo# $ueron las protagonistas de los di$erentes ciclos de la creación &asta conseguir el que &abitaban los andinos. El manejo de lo sobrenatural recayó en manos de especialistas) en el caso de los ambientes rurales, en los cabezas de linaje o en gente dotada de esencias especiales# en el caso de los centros de integración, en los señores locales# y en las capitales políticas, en el gobernante, que actuaba como sumo pontífce, responsabiliz%ndose del control de las $uerzas de la naturaleza, la curación de la en$ermedad, la adi!inación del $uturo, la tutela de la comunidad o del dominio político. 7al sistema de creencias estaba $unda* mentado en una pr%ctica ritual de car%cter c&amanístico que &undía sus raíces en las pri* 5ig. na parte esencial de este +"ito se asentó en la adecuación de una antigua pr%ctica, la !eneración de los ancestros, a la politización creciente de la sociedad, la cual culminó con los grandes cultos reales a los antepasados. (a g+nesis de este culto $ue una pr%ctica social relacionada con el ceremonial de enterramiento y la conmemoración de miembros específcos de generaciones ascendentes dentro de grupos de parentesco. Con +l, los gobernantes andinos aseguraron que los recursos, los pri!ilegios y 5ig. Q Escena mitológica, cer%mica moc&e, 2arís, Bus+e de lT4omme el poder político que ellos controlaban, $ueran transmitidos a lo largo de generaciones y, en consecuencia, sir* !ieran de
separación entre ellos y el resto de la comunidad. Esta pr%ctica tu!o su e"presión en la edifcación de los grandes templos y de elaboradas tumbas repletas de ricas o$rendas y, por supuesto, tu!o su e"tensión en las e"presiones iconogr%fcas, como queda recogido en la tumba moc&e del ;eñor de ;ip%n. >na $aceta importante de la espiritualidad andina se relaciona con el mundo de ultratumba, siendo muy abundante el conte"to cultural a este respecto. En ello inLuyen las condiciones clim%ticas de la costa que per* miten la conser!ación de materiales org%nicos. En un territorio tan amplio y plural es lógico que encontremos un !ariado panorama de tradiciones $unerarias, en el que la in&umación indi!idual o colecti!a del cad%!er ocu* pa una distribución general. 3isponemos de ejemplos sufcientes desde el 2aleolítico 2aij%n, (a (ibertadG, pero quiz%s la muestra m%s completa se concentre en las dos necrópolis de 2aracas, datadas desde el siglo V a. C. en adelante. Esta pr%ctica de in&umación incluye sencillos orifcios en la tierra, tumbas abo!edadas, c%maras de es* tructura c'bica, construcciones especiales D como templos, collcas y dem%sD, y se combinó con la momifcación, C=;B=V;A? E 3E=(=@H E? (=; ?3E; 2nos y otros $ueron enterrados en!ueltos en telas) los m%s pobres en un burdo tejido de algodón y acompaña* dos por simples recipientes de barro# los de las clases superiores se depositaron en posición $etal en el interior de una cesta y se en!ol!ieron en numerosas capas de fnos tejidos. menudo este $ardo $unerario estaba deco* rado con una capa de plumas de colores, una mantelina de cuero y una m%scara $uneraria, y se acompañaba de o$rendas de plumas, conc&as, cer%micas, pieles de animales y otros artículos de estatus. En el 7aMantinsu* yo, los soberanos, nobles y patriarcas de los ayllus, tras ser momifcados, asumían un papel de &uaca, de ídolo sagrado, y se les lle!aba periódicamente en procesión al Cuzco durante las festas religiosas, !estidos y con m%s* caras, como si $ueran seres !i!os. (a comunicación de los muertos con los !i!os era permanente# en realidad, todo el incario era compartido por ambas potencias.
gobernantes $ueron combinando, a lo largo de la &istoria, características &umanas con aquellas que son pro* pias de los seres sobrenaturales, separando su esencia de aquella que era compartida por el resto de la comu* nidad &umana# una estrategia que culminó con la identifcación del nca con el dios del ;ol, nti. Esta religión y cultos de Estado con!i!en, no obstante, con el componente animista de la religión andi* na, a la que se asocia una pr%ctica ritual c&amanista que tambi+n se relaciona con el culto a los antepasados. 3e a&í la presencia de &uacas Dpalabra quec&ua para denominar lo JsagradoKD, en m'ltiples ambientes, a !eces desligados de templos y sitios sagrados, donde se mani$estaba una presencia sobrenatural como el agua, una montaña, un &ito en el camino, los espíritus del bosqueS# pero tambi+n en objetos, tumbas, templos, etc. El concepto andino de di!inidad era Le"ible, y desec&aba la idea de un panteón al estilo grecorromano# al con* trario, podríamos pensar que construyeron un conjunto di!ino, un dios del cielo de m'ltiples $acetas que tu!o infnidad de aspectos# capaz de resumirse en conjuntos o e"pandirse en !ariadas permutas, dependiendo de los conte"tos rituales en que actuara. (as di!inidades andinas dependen del medio $ísico en que se instalan) el mar, los peces, los mamí$eros marinos y los espíritus de las $uentes que irrigan sus tierras en la costa# las montañas, el cielo, el trueno, el terremoto, las cue!as y los lagos en la sierra. P sobre ellos el ;ol, la (una, Venus, las 2l+* yades y =rión. 7odas estas $uerzas $ueron organizadas seg'n un calendario ritual astronómico y astrológico. >n porcentaje importante de esta ideología &ace re$erencia al uni!erso dirigente inca, el cual es consecuencia de un largo proceso cultural producido por la decantación de los preceptos ideológicos m%s rele!antes comparti* dos por la sociedad andina desde milenios. Es así como debemos situar el propio mito del origen del pueblo - W 0 ?333 <> Q. inca en 2acariqtambo a partir de &+roes*padres# como sucede en infnidad de grupos, estos mitos remiten a un lugar de procedencia que constituye el principio y el fn de la e"istencia, un punto fjo donde se unen el espacio geogr%fco y el tiempo &umano. ;u $unción es sancionar el papel &istórico que jugó el pueblo inca y justifcar su posición preeminente en los ndes. (a misma $unción podríamos atribuir a los mitos de la creación del mun* do, muc&as !eces fjados en el mismo lugar en que se &abía creado la &umanidad y el pueblo inca# un ejemplo de ello es el mito de la creación en el lago 7iticaca, ligado con el mito de Viracoc&a. Viracoc&a es un dios creador y soberano de todo ser !i!o, del mundo y de los &ombres. Como tal, deri* !a de una deidad antigua denominada 7unupa con origen en el lago 7iticaca desde tiempos tiManaNus, la cual tenía poder sobre los truenos, los rayos y los mo!imientos sísmicos. (os soberanos incas manipularon este cul* to &asta que sus potencias $ueron asumidas primero por Viracoc&a, y m%s tarde por nti, el dios del ;ol. nti, jugó un papel esencial en la religión del Estado, y el Coricanc&a D su templo ofcial en la capital del imperio, CuzcoD se con!irtió en el centro de una red a larga distancia de santuarios solares emplazados en las capita* les regionales. 8unto a cada templo del ;ol &ubo un !asto aparato de edifcios sacros, almacenes y otras depen* dencias ocupadas por especialistas religiosos, sir!ientes, artesanos y mujeres elegidas. (os m%s importantes lle*
garon a dar cobijo a decenas de miles de indi!iduos y sir!ieron para establecer el culto solar sobre ad!ocaciones locales. El modelo para todos ellos $ue el Coricanc&a, que &abía sido el edifcio original de Banco Capac, el $un* dador mítico de la dinastía inca, con!ertido en JCasa del ;olK por el no!eno nca, Pupanqui. (os gobernantes manipularon el concepto de esta di!inidad y se erigieron, a tra!+s de su mito de origen, en &ijos del ;ol, adqui* riendo así una esencia di$erente del resto de la comunidad &umana. ;in embargo, el ;ol no &abía sido la di!i* nidad m%s importante en tiempos preincaicos, ni siquiera lo $ue en los momentos iniciales de la &istoria inca, &ubo de ser en tiempo del no!eno gobernante cuando culminara su $unción como culto de Estado y, con el imperio, su imposición a todos los rincones del 7aMantinsuyo. (a cosmología inca estu!o ligada a aspectos topogr%fcos que defnieron su geogra$ía sagrada. (os espí* ritus superiores actuaban en tres planos !erticales que se relacionaban en armonía con las cuatro direcciones del plano &orizontal, en que descansaba el equilibrio del uni!erso. El mundo celeste era el plano de arriba, 4anan 2ac&a# el mundo de aquí era el ai 2ac&a# la 2ac&amama, la tierra &abitada por los &ombres, y el mun* do de adentro, ocupado por los muertos, era el >jNa 2ac&a. En los tres actuaban espíritus y deidades denomi* nadas &uacas, jerarquizadas seg'n el plano en que se situaban. 7ambi+n los antepasados míticos de cada pue* blo eran protectores, al igual que cue!as, manantialesS Cuzco $ue considerado el Jombligo del mundoK, y todo el incario estu!o defnido por conceptos de cuatripartición y dualidad, en los que la capital política ejerció un 5ig. W 7emplo de Viracoc&a en n complejo uni!erso ritual y calend%rico se organizaba por los &uacacamayocs C=;B=V;A? E 3E=(=@H E? (=; ?3E; 2
fabilidad el sistema social jerarquizado incaico. lgu* nos santuarios del sistema de ceques sir!ieron como linderos espaciales, otros indicaban lugares mitológicos y de importancia &istórica y aun otros eran señalizadores calend%ricos. (a dimensión política de la religión inca es muy clara cuando cada año las m%s renombradas &uacas del imperio @uanacaure, Vilcanota, ncocagua, Coropona, purimac, 2ac&acamac, 4uanacauri, 7iticaca, Bac&u 2icc&uSG !isitaban el Cuzco. Entre agosto y septiembre estas &uacas eran recibidas por el nca y su corte y alo* jadas en el 4aucaypata) todas ellas eran preguntadas como or%culos acerca de la suerte del Estado, las que lograban responder de manera correcta eran &onradas al año siguiente con objetos de oro, plata, llamas, te"ti* 5ig. El nti&uatana y otros edifcios les, sacrifcios &umanos y de animales, que eran en!iados a los santuarios en una procesión solemne, deno* ceremoniales en la ciudadela sagrada de Bac&u 2icc&u, primera mitad del minada Capac Coc&a. (as que $allaban perdían reputación) con esta pr%ctica el nca y el Cuzco se constituyeron siglo XV en el fel de la balanza del espacio sagrado andino, integrando en +l aspectos !itales de la economía y de la enti* dad política. Ese car%cter estatal de la religión es el que &izo crear una estructura de di!inidades paralela a la estruc* tura del Estado. sí la esposa y &ermana de nti $ue Yuilla, la diosa de la (una, cuya imagen consistió en un dis* co de plata situado junto a un disco solar, y tu!o su santuario particular en el Coricanc&a. nti llapa, el Jlanza* dor de rayosK, $ue una deidad de gran trascendencia, al encargarse de la llu!ia y del granizo# se relacionó con la constelación de =rión y tu!o un culto generalizado en la sierra sur. 7ambi+n lo tu!o maru, el arco iris. En oca* siones, los incas mantu!ieron !i!os cultos de territorios importantes para su geopolítica estatal# es el caso de 2ac&acamac, Jseñor de la tierraK, dios del uni!erso, de amplia aceptación por la costa central en la etapa prein* caica, o el culto a la 2ac&amama, la Jmadre tierraK, representada por una imagen de rasgos $emeninos mez* clados con los de una calabaza. 7odas estas di!inidades estaban unidas a $enómenos naturales y se relaciona* ban con la $ertilidad agrícola y con el +"ito de las acciones políticas del imperio. En torno a estas deidades generales se organizaban los principales cultos, siendo el del sol el m%s com'n) a +l se entregaba un tercio de las tierras laborables del imperio y de la cosec&a de cada parcela culti!a* da, sacrifcios &umanos y de animales, lujosas o$rendas, ritos $unerarios y la momifcación del nca. 3el car%c* ter ofcial de este culto da cuenta la ceremonia del nti 33 <>
W. &umanos Dniños, jó!enes y cauti!os de guerraD, aunque sólo se realizaron en momentos dram%ticos, como cat%stro$es naturales generalizadas o ceremonias de entronización del nca. 2aralelos a estos cultos ofciales, los pueblos andinos mantu!ieron toda una estructura paralela de di!i* nidades de menor distribución y poder, pero no por ello menos !eneradas) es el caso de aquellos que sólo ampa* raban a un 'nico linaje o los que eran compartidos por !arios ayllus, &+roes mitifcados de algunos grupos, que &abían conducido a sus gentes a un territorio determinado o protagonizado algunas conquistas trascendenta* les para su e"istencia) es el caso de Banco Capac entre los incas, o de 7utaiquiri en la costa central, de >sco* !ilca y nco!ilca de los c&ancas en el Cuzco. simismo, plantas, animales y un uni!erso muy !ariado tenían sus propias $uerzas espirituales y, junto a los antepasados, tu!ieron un $uerte culto en los centros pro!inciales y las comunidades rurales. Este !ariado uni!erso religioso comenzó a languidecer desde los primeros momentos de la conquista) los castellanos pusieron todo su empeño en la desaparición de los cultos de Estado y de todas las ideologías que tenían un $uerte re$erente político por el poder estructurador que tenían en el antiguo Estado inca# sin embar* go, en las pequeñas aldeas, en los ayllus rurales, la religión indígena se mantu!o de manera !igorosa, retazos de la cual a'n pueden ser obser!ados entre las pr%cticas cotidianas de los grupos indígenas en el %rea andina. UU(=@<5H Uauer, 1:::# Uenson y CooN eds.G, 1::6# Uetanzos, 6QW# Cieza de (eón, 6/F# Classen, 6F# Cobo, 6Q# 3emarest, 6W6# 3ille&ay ed.G, 6# 3o!er, ;eibol y Bc3oMell eds.G, 61# nca @arcilaso de la Vega, 6/# 4yslop, 6:# (ópez rton, 6W:# >rton, 6W6. C=;B=V;A? E 3E=(=@H E? (=; ?3E; 2