Juan David Hernández Montenegro Geología – Código: 143027
RELATORIA: REFLEXIONES EN TORNO AL “DARWINISMO CUÁNTICO” DE ZUREK Y SU REPERCUSIÓN EN LAS TEORIAS DE LA EVOLUCIÓN Y LOS SISTEMAS ADAPTATIVOS Profesor Eugenio Andrade Nuevas posibilidades van surgiendo para la teoría cuántica a partir del surgimiento de posturas alternativas frente al comportamiento y complejidad de diferentes sistemas que se muestran gobernados por el azar y por aparentes decisiones autónomas que inexplicablemente conducen a un fin determinado aunque probablemente difícil de entender. Estos sistemas se llaman “Quantum like systems”, dentro de los que podríamos incluir desde el decaimiento radiactivo espontaneo de los átomos hasta la misma evolución de las especies. En la conferencia del 16 de Mayo, el profesor Andrade, nos expuso una postura bastante interesante acerca de la evolución en la cual se plantea que el desarrollo, variación, mutación e incluso el surgimiento de nuevas especies, podría ser bien explicado por fenómenos cuánticos. ¿Estaría el árbol filogenético evolutivo dirigido por la mecánica cuántica? Como hemos podido llegar a medianamente entender, existen muchos procesos en la naturaleza de los cuales no sabemos mucho, de manera que si se puede decir algo sobre ellos, muchas veces será sin entender del todo como funcionan. La evolución de las especies se plantea aquí como uno de esos procesos naturales que podrían entenderse cuánticamente. De acuerdo a observaciones hechas desde el surgimiento de esta teoría, se puede decir que la evolución como tal constituye una serie de variaciones y mutaciones con el fin de lograr una adaptación de los organismos al medio que los rodea. No obstante, este es un proceso complejo lleno de un montón de posibilidades, de información y aparentemente de decisiones tomadas al azar en respuesta a la observación del entorno, es decir, pareciera ser un proceso dirigido de forma inteligible por algún agente desconocido (tal como en la mecánica cuántica) que tiene su analogía con el “demonio de Maxwell”. Existen dos visiones de evolución, la primera se asume como la variación gradual del valor promedio de las características de una población, produciendo una separación paulatina de su valor original; la segunda por su parte, se refiere a una variación de estos valores promedio de las características de la población, de modo que ciertos grupos pueden aislarse espontáneamente adoptando una característica distinta o un valor promedio de la misma característica que resulta distinto al de la población original (acaso son estos los saltos cuánticos de la evolución?). De manera análoga a la mecánica cuántica, aquí el problema también es la observación y la transferencia de información, aunque esta vez no será (o no lo
sabemos) entre partículas entrelazadas, sino entre el entorno y el “organismo”… entonces estaría el “organismo” entrelazado a su entorno? Es el “organismo” además el observador? Para poder llegar a entender esta interacción “organismo” – entorno, se nos planteó una representación de un ser vivo que recibe información y decide al azar, aunque su decisión parece ser respondiendo al entorno (algo al parecer un poco contradictorio); esta representación se llama IGUS (Information Gathering and Utilization Systems). Un IGUS, actúa de manera no – determinista para un observador externo y ajeno al sistema. Basados en la información que reciben, son capaces de adaptarse a su medio y cambiar de acuerdo a las decisiones que tomaron al azar luego de una observación que hicieron de su alrededor. Lo anterior es algo realmente magnifico, pues de cierta forma explica este proceso “antinatural” de crear vida, oponiéndose al aumento de la entropía (digo esto pues el aumento de la entropía de un sistema suele ser un resultado natural de muchas reacciones químicas espontaneas). En un proceso biológico de tipo adaptativo, la entropía tiende a disminuir y los IGUS exploran el ambiente y hacen ajustes estructurales tomando energía de su entorno y de cierta manera también modificándolo (esto es como un bucle de retroalimentación constante), solucionando así el problema de su propia existencia. Resulta entonces algo así como la “selección cuántica”, pues el ambiente induce la decoherencia y en resumen la observación del IGUS de su entorno crea una medición colapsando la función de onda y destruyendo los estados de superposición (las innumerables posibilidades evolutivas). Podemos entonces nosotros también estar de acuerdo con Bohr y Schrödinger cuando dicen que la vida es como el quantum para la mecánica clásica: “Inexplicable”. La física cuántica y la biología convergen en el concepto de información, de manera que los sistemas adaptativos interpretan las perturbaciones físicas del medio ambiente y esto resulta en acciones internas que se proyectan al exterior y resultan en últimas en la evolución. De manera que el formalismo cuántico también sirve para entender (o para no entender?) procesos biológicos que se dan por bucles de retroalimentación en los que los organismos son parte interna y externa del sistema (OTRO PROBLEMA DE OBSERVACIÓN!). Dejándonos con la más inquietante de las preguntas: ¿Somos seres clásicos o somos seres cuánticos?