Diario de un Telemarketer Alejandro Seselovsky
Recopilado por Martín E. Gimenez
MARTES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 1 - Bienvenidos al país de me parece que me están cagando "¿Me pasas con alguien importante, por favor?" (un cliente)
Son las 6:05 de la madrugada de un lunes y en el octavo piso de un edificio del microcentro hace cinco minutos que Gordis Chayanne le viene explicando a un grupo de veinte desahuciados con sueño por qué vale la pena trabajar en un call center en general y por qué será maravilloso trabajar en este call center en particular, que es uno de los más grandes de la Argentina y por eso hace cosas como ésta: tener un re edificio en el Bajo, con televisor, microondas y máquinas de café que aceptan monedas falsas en las salas de descanso, y poner una chica simpática como una conductora conductora de la Hit a explicarnos cómo hay que hacer cuando un español ofuscado te pregunta al otro lado del teléfono (al otro lado del océano) por qué no puede enviar mensajes de texto. Decía, son las 6:05 y eso está mal, porque no se llega cinco minutos tarde tu primer día de trabajo, mucho menos si tu trabajo es este trabajo, donde cada segundo está medido con la obsesión taylorista del control panóptico. “Estás perdonado hasta que aprendas cómo son los horarios”, me dice Gordis Chayanne, que es buena buena, buena, porque me lo podría decir mal y no, cero. Yo pido disculpas y me siento junto a un hombre pequeño de 40 y hasta ahí, camperón y jeans prolijos, que tiene un brazo defectuoso cuya mano no se mueve del bolsillo creo que derecho y se va a encargar de escuchar todas nuestras conversaciones conversaciones para determinar si realmente lo estamos haciendo bien. El señor tullidito aquí se llama señor Auditor de Calidad. Parece que vive en San Fernando o algún otro lugar con agua desde donde no hay manera de llegar temprano, a menos que seas él. Después de algunas recomendaciones recomendaciones del tipo “no vengan con pantalones rotos” o interpretaciones de género como “las chicas son siempre más discutidoras”, pasamos a un aula con pecés que esperan encendidas por nosotros. Ahora cada uno debe presentarse, pero Gordis Chayanne tiene un truco para hacer las cosas más divertidas, así que vamos a jugar a que cada uno se hace amigo del que tiene al lado, lo charla, lo
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conversa y después lo presenta. A mí me toca chico Recursos Humanos, un flaquito desenvuelto de 22 años que estudiaba eso eso en la UBA, pero como se fue a vivir solo ahora quiere plata para comprarse heladera y DVD, así que a su trabajo en un Farmacity le agregó estas seis horas de Call Center, que le vienen bárbaro porque sale a la una del Farma, entra a las tres al Call (a las tres vamos a entrar todos cuando terminemos esta semana de instrucción) y el resto del día lo dilapida en diversión desenfrenada. Hay un rugbier de GEBA que le toca presentar a un gay ácido que ama la danza clásica y borda vestuario para teatro. “Bueno, a él le gusta bordar y…” arranca el rugbier con cara de por qué a mí, por qué a mí . “Bueno, él juega al rugby…”, arranca chico gay, con cara de todos ustedes son unos esperpentos demacrados embrutecidos y de qué mierda estoy haciendo ac á.
Allá adelante, donde no veo bien, un rubiecito con la voz débil se hace cargo de su propio relato. El rubiecito nos cuenta a todos pero a Gordis Chayanne más que a nadie que, pobre, él no pudo entrar en el trabajo de sus sueños: un puesto en Cancillería. Cuenta, el rubiecito sin voz, v oz, que tiene completos sus estudios en Relaciones Internacionales, que se crió pupilo en Alemania, que su padre es militar y él, seminarista. Como ve que Gordis se le queda un poco, rubrica: “Voy a ser sacerdote”. Gordis pregunta lo que todos en ese momento nos preguntamos: “¿Qué hacés acá?”. Rubiecito contesta: “En la prelatura nos aconsejan interactuar con el mundo, salir a él, por eso. No me dejaron entrar en la Cancillería por mi apellido”. A Gordis le gustará Chayanne pero pregunta lo que tiene que preguntar: pr eguntar: “¿Cuál es tu apellido?”. El rubiecito débil se vuelve todo un rubio the police para decir: “Me llamo Martínez de Hoz”. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 11:53 ETIQUETAS: DIA 1
MIÉRCOLES 5 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 2 – Sí, confirmado: me están cagando. “Mira, que cuando quiero llamar este teléfono hace turituriturí. Luego se detiene y luego otra vez, turiturí, pero más corto. ¿Me puedes ayudar?” (Un cliente)
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Cinco y cincuenta y ocho cruzo la puerta de calle. “Conviene llegar y 56, y 57… por el ascensor”, me dice chica que salió a fumar, buzo turquesa con pelo negro mojado rulo pegado sobre la frente, muy Néstor N éstor en bloque. Gordis Chayanne no me dice nada pero sabe: soy el que llegó tarde ayer. Muy bien, estamos mejor. La pregunta sobre el barrio va a dominar la mañana. El consejito es que los que vivan cerca se agrupen y tomen juntos el mismo bondi, como para ir formando esa categoría tan imprescindible que las empresas conocen como “equipos”, que después se va a llamar “team” y si hacés lo que hay que hacer lo vas a liderar li derar y te vas a llamar team t eam leader. El team leader es uno que tiene la poronga chiquita, pero le hicieron creer que la tiene grande, sólo porque la tiene “un poco más grande” que el resto de nosotros, trabajadores a sus órdenes. Bueno, nada, que juntarse para venir. Por ejemplo: si le digo al rugbier de GEBA y al chico que borda y a mi nuevo amigo que estudia RR.HH que cómo la ven la de venir juntos, ya no seremos un grupo: seremos un equipo. Así se inicia el camino del triunfo en el fascinante universo del telemarketing, parece. parece. El primer ejercicio real, sin embargo, nos lleva hacia otro lugar: menos corporate, más dramático: dramático en todos sus sentidos. Gordis Chayanne dice que vamos a practicar cómo se atiende el teléfono, aunque ella no dice teléfono: dice cliente. Bueno, que al cliente se lo atiende así: nombre de la empresa + mi nombre es Alejandro + en qué puedo ayudarle. Vamos a estar atendiendo clientes de una de las grandes compañías de telefonía móvil de España y, sabrán, no podemos fallarle a una de las grandes empresas de telefonía móvil de España. Para eso nos van a pagar todo esa guita que nos van a pagar a fin de mes. Estoy sentado en el fondo y no puedo identificar al vocecita trémula que dice: “Buenos días, ¿en qué le puedo ayudar?”. No, está mal: olvidó su nombre propio. Vamos de vuelta. “Buenos días, ni nombre es fulano, en qué le puedo ayudar”. No, mal otra vez: es “en qué puedo ayudarle” y no “en qué le puedo ayudar”. Las fórmulas son las fórmulas y una leve alteración de los componentes puede arruinarlo todo. Una vez más: “buenos días, mi nombre es fulano, en qué puedo ayudarle”. Bien, Gordis Chayanne está satisfecha. Ahora todos, uno por uno: me toca a mi, lo digo bien y de golpe siento que mi futuro se ilumina.Otra: Gordis pide que todos hagamos el ring del t eléfono, digo, la onomatopeya, la imitación del sonido, eso. Ahí es cuando unas veinte personas, a l as seis y media de la mañana, en un edificio del microcentro, juntan las voces y dicen: riiiiiing… riiiiiiing… riiiiii ing… Esas cosas suceden mientras la ciudad duerme. Me voy al break
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pensando que Gordis tiene una formidable capacidad de superarse a sí misma. ¿Qué nos hará hacer mañana? Casi no puedo esperar. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 16:49 ETIQUETAS: DÍA 2
JUEVES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 2 - Bis En el break Gordis nos cuenta cómo le fue con las bandejitas de Ravenna, que conoce la cancha de River pero porque fue a ver a Chayanne y que nos van a tomar examen antes de empezar a atender llamados reales. Allí uno tiene que demostrar que sí, que puede. Si te sacás menos de siete perdés el trabajo. A La Peque le agarra cagazo. No quiere volver al McDonald’s, pero con 23 años y una nena de cinco, si no n o aprueba no le va a quedar otra. La Peque es una chica bonita y preocupada que mide 1,55, calza 34 y está contenta con el horario porque ahora sí va v a a poder ir a los actos escolares de su hija. Cuando volvemos del break, Gordis está con otra gordis, su jefa, una mujer con cara de no soy mala soy disciplinada y un par p ar de tetas de lo más intimidantes. Gordis Tetotas le pregunta a Gordis Chayanne qué onda con nosotros. Gordis Chayanne responde cómo una madre que cuida a su cría: “son de lo mejor, van a ser grandes agentes de atención al cliente”. Nos vamos. Salgo junto al chico Martínez de Hoz. Le pregunto qué tiene que ver con Alfredo Martínez de Hoz. Me dice que es su abuelo, de parte de madre. Le pregunto a qué prelatura pertenece. Me dice que al Opus Dei. Le digo qué bien, qué bueno. Ya tengo a mi operador nacionalsocialista favorito. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 01:37 ETIQUETAS: DÍA 2
JUEVES 6 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 3 – Ay, Gordis Chayanne, sufriré sin ti “Sudaca de mierda, tú haces lo que yo te digo, ¿has entendido?” (Un cliente) Hoy Gordis no nos hizo hacer riiiing: hoy nos hizo cerrar los ojos y quedarnos en silencio. Otra vez: veintipico de boludones en el octavo piso de un edificio del microcentro jugando en la madrugada a los ciegos muditos durante tres minutos para imaginarnos (la idea del ejercicio es
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esa, que nos podamos imaginar) qué siente un cliente cuando se lo deja esperando. Después de un rato, súbitamente, Gordis Chayanne corta el ejercicio con un: “¡Vieron, vieron qué feo que es!”. Después nos explica la teoría de los túneles oscuros, ¿Pueden creer que hay una cosa que se llama “teoría de los túneles oscuros”? Es cuando se hace un bache de silencio o algo así, y comprenderán que eso no puede suceder: no-puede-suceder. A eso de las once, quedo envuelto en el primer pequeño cataclismo en este mes de call center: siete chicos son (somos) separados para ingresar a otro proyecto. En una semana vamos a estar convertidos en verdaderos agentes Siva, que viene a ser el pibe que deriva al cliente que llama, según el problema que el cliente diga tener. Vamos, entonces, a rutear llamadas y a ser los últimos desclasados de todo el call. Un agente Siva no sabe resolver, no saber cómo dar de baja una línea ni qué hacer cuando un terminal (no se dice teléfono, se dice terminal) no funciona. Vamos a ser, nosotros siete, expertos derivadores de ibéricos encabronados con su servicio. Allá vamos. Los siete somos: La Peque, chico Recursos Humanos, chico TV, Richard Ricotero, Marian y yo. Ah, también viene mi querido agente nacionalsocialista chico Martínez de Hoz. Por fin somos un equipo. Así como quedamos seleccionados nos paramos y nos vamos. Dejamos al resto sumergidos en su clase de instrucción. Sufro: no voy a volver a ver a mi Gordis Chayanne. Nuestro nuevo instructor (se dice formador, perdón) mide dos metros, le gusta vestirse de negro como a Lito Vitale y sonríe casi por cualquier circunstancia. Es el tipo que va a estar parado al lado nuestro cuando tengamos al primer cliente de nuestras vidas justo en línea. Es el tipo al que vamos a poder mirar y encontrar en sus ojos la seguridad que buscamos para decir buenos días, mi nombre es Alejandro en qué puedo ayudarle. Salgo de break: quince minutos que no deben convertirse en ninguna otra cosa: no quince minutos y diez segundos, por ejemplo. Voy al baño. Pregunta: ¿Por qué las puertas de los boxes están recién pintadas y el resto del baño no? Voy al baño del piso de abajo. Pregunta: ¿Por qué las
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puertas de los boxes están recién pintadas y el resto del baño no? Fuera de aquí me voy a enterar de que hay una agrupación en las sombras, que se hacen llamar Teleperforados, que son algo así como la reserva sindical, la resistencia, pero que no pueden hacerse ver porque los despedirían enseguida. Entonces, dentro de la empresa, utilizan las puertas de los baños para comunicarse. Eso me dicen. Nadie sabe dónde están, pero están. Es romántico: un grupo que se enfrenta a la empresa dejando carteles pegados en las puertas de los baños. Yo levanto la tapa de un inodoro y en su reverso hay pegada una invitación a una fiesta que los Teleperorados preparan para todos los agentes explotados. Bajo la tapa y ahí queda la invitación, mirando el agüita, a oscuras, esperando al próximo constipado que salga de break. Nos vamos, pero antes nuestro nuevo formador nos cuenta que se fue de vacaciones a Las Toninas y que por un cuñado que trabaja en CTI usa celular gratis. Un groso. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 16:18 ETIQUETAS: DIA 3
VIERNES 7 DE S EPTIEMB RE DE 2007
DIA 4 – Mi primer cliente ¿Tu fumas porro o no fumas porro? Eh, vamos, confiesa… Ah, te estás riendo cabrón, ¡¡Te estás riendo!! (Un cliente)
Hoy la clase fue con clientes de verdad. Bajamos hasta donde están las computadoras de verdad. Nos pusimos una vincha de verdad. Le dimos ok a un programa de verdad. Y del otro lado había un español de verdad. Ay, ¿no es emocionante? El primer cliente de mi vida me dice que le compró un celular a su hija y que no funciona. El tipo dice: funziona. Yo, que pare él soy la empresa que le da el servicio, pero en realidad soy la empresa que le da servicio a su empresa, le digo como me enseñó mi profe: manténgase un momento a la espera, por favor. (La importancia de un “por favor” bien puesto, nunca lo olviden). Y lo transfiero a un lugar 6
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que, me dicen, van a saber ayudarlo. Bien, esto va a ser todo para siempre, si me quedara para siempre en este lugar. El chico de la Hoz habla de Escribá de Balaguer y le brillan los ojitos. Me cuenta, después de tres días de Call Center, que en la prelatura le sugieren que tomen trabajos corrientes para conectarse con el mundo real, pero chico de la Hoz se confiesa: su voluntad flaquea, el horario es muy duro, no sabe cómo resistir. Yo le digo que aguante, que no se olvide que acá puede acercarse a una cantidad de jóvenes descarriados que no conocen la palabra de Dios. Se entusiasma. Le digo que acá va a encontrar muchos chicos de clase media que lo van a saber escuchar. La charla termina cuando Martínez de Hoz, con cara de no entendí, me dice: “pará, ¿cuántas clases hay?” Al lado nuestro, un grupo de agentes bien entrenados atiende clientes de un banco. Algunos están parados, otros buscan el rington de la tarde mientras solucionan llamadas. Son un bardo. Pasa un PM, que es más que un supervisor, con cara de mirá estos pibes y yo que no les puedo decir nada porque tienen otro supervisor y ojalá los tuviera conmigo a ver la cagada a pedos que se comen. Chico Recursos Humanos hace su diagnóstico: “para mi lo que falta ahí es liderazgo, no hay un referente, una autoridad y eso tiene impacto sobre la calidad”. Yo lo miro, es un chico de 22 años hablando como mi papá. Debe tener razón. Nunca me había pasado de soñar despierto. Es decir, soñar como se sueña dormido, la sintaxis anárquica y sin sentido y un poco estúpida de un sueño real, pero con los ojos abiertos. Me despierta La Peque, jurando que en McDonalds no hay escheriquia coli. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 16:12 ETIQUETAS: DIA 4
LUNES 10 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 5 – Recibe el Verbo, hijo. Y serás salvo. “¿Usté podría decirme cómo hace mi marido con este aparatito para saber todo el tiempo a quién llamo, a qué hora llamo y cuánto duran esas llamadas?” (Una clienta)
Hoy… hemos recibido la palabra: La Palabra. Allí está lo que hay que saber. Y si no está allí, entonces es porque no necesitás saberlo. Cómo decir qué, y cuándo decirlo: gracias al Cielo, se
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me caen las respuestas de las manos ¿No sé si se dan cuenta del valor que ha llegado hasta nos, voces susurrantes de la ardiente patria head set? Las complejidades de una exitosa sonrisa telefónica, por ejemplo, sus secretos milenarios, su saber y su ley ¿Querés ser un sonriente telefónico? A ver, tomate un minuto, mirate al espejo de cerca ¡de más cerca! hasta empañar el vidrio, hasta verte a vos mismo en el fondo de tus ojos, y preguntate: ¿De verdad lo deseo? ¿Estoy seguro? ¡¿Me va la vida en eso?! O el glosario, cómo decir lo que hay que decir, y decirlo bien, y decirlo con la frente alta, dignísimo como un samurai, batallante y honorable, haciendo tronar la voz para que todos nos escuchen: ¡almohadilla, presione almohadilla! O la teoría de los túneles oscuros. Para no perderte en el camino de las sombras, para resistir la ferocidad del lado oscuro, aquí está. Mi dogma inagotable, mi guía categórico, mi padre, mi tutor y mi encargado. Hoy nos dieron la palabra: La Palabra. Hoy nos dieron el Manual Para Nuevos Ingresos. Manual1 Manual 2 Manual 3 Manual 4
PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 15:15 ETIQUETAS: DIA 5
MARTES 11 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 6 – No mentirás (o en todo caso, lo vamos viendo) Mi profe (no se dice profe, se dice formador). Bien, mi profe me explica que no debemos decir dónde estamos. -¿Cómo es tu nombre? -Seselovsky -Bueno, nunca digas dónde estás. -¿Qué hago si un cliente quiere saber? -No te van a preguntar. 8
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-Alguien puede llamar y querer saber desde dónde lo estoy atendiendo. -Entonces decile que por razones de seguridad la empresa no informa el lugar físico de atención al cliente. -¿Eso no es mentir? -No, es así, es por razones de seguridad. Me quedo, no puedo no quedarme. Y me pregunto: ¿qué me están pidiendo? Debe ser por razones de seguridad, claro. Cómo van a pedirme que falte a la verdad, no se me ocurre. No debe tener nada que ver con que a un cliente español le disguste que su empresa negrée jóvenes precarizados del tercer mundo y que aproveche sus economías devaluadas para pagar un tercio de lo que debería pagarle a un joven español que lleva el acento como Dios manda y qué joder. Seguridad, eso mismo. Además, lo dice la Palabra: lo dice mi Manual. En la sala de break, escrita a mano, con letra prolija, sobre una hoja cuadriculada, alguien dejó esta frase: “no se han creado las vallas que le digan a la iniciativa y el talento del hombre: hasta aquí haz llegado, no pasarás”. Linda, en serio: te re pone las pilas. Después volvés al box y con esa energía te comés crudo al primer catalán que se quiere bajar un ringtone de Miguel Bosé. En el salva pantallas de mi monitor dice: resolución en la llamada = satisfacción. La frase bailotea por toda la pantalla, choca con los bordes internos y te recuerda que, siempre, siempre, resolución en la llamada es igual a satisfacción. La leés unas 112 veces por día, promedio. Posta, las conté. Richard Ricotero trabaja en un Coto. Es morocho, delgadito y tiene la bendita capacidad de reírse y contagiar lo que se ríe. Richard y yo hablamos de recitales. Después de fútbol. Después de la policía. Viene el chico de la Hoz, cuya ignorancia del mundo es un canto a la vastedad de las cosas. Como no entiende muy bien de qué se trata, pregunta: ¿qué quiere decir yuta? Le explicamos. Y al rato: ¿Qué quiere decir cobani? Le explicamos. Y al rato: ¿Rati es porque son como ratas? No le explicamos más. El chico de la Hoz se enfurece: paren che, los policías no son ratas, eh. ¡No son ratas! PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 16:37 ETIQUETAS: DIA 6
MIÉRCOLES 12 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 7 – El show creativo Primer día de trabajo, digamos, real. Se los resumo en unas pocas líneas:
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Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar?Vodafon ebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar?Vodafon ebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar?Vodafon ebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar? Bien, listo por hoy. A casa. ¿Alguien se toma el 152? PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 15:11 ETIQUETAS: DIA 7
JUEVES 13 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 8 – A 45 segundos de la perfección Hoy debo haber sacado unos 40, 50 llamados. Una uruguaya quería roamnig, una mujer me preguntó si tenía la polla grande y todos los rumanos de España pasaron por mi auricular. Parece que el tema es este: la colectividad rumana viene creciendo en la península, no sé que pensará el Partido Popular. Los tipos se compran un telefonito cualquiera, apretan tres botones y enseguida tienen a uno (a mi) del otro lado que les habla en un español que estará todo lo mal regulado que quieran, pero sigue siendo español. A esta altura, los rumanos están perfectamente al tanto de algunas políticas internas de su empresa de telefonía móvil: que su agente de atención al cliente no puede ser nunca (digo: nunca) quien termine la comunicación, por ejemplo, lo que les permite practicar su español de recién llegaditos e ir convirtiéndolo en algo parecido a una segunda lengua. La clase dura lo que ellos necesitan que dure, y es gratis. No puedo evitar que me caigan simpáticos: después de todo, los tipos descubrieron cómo hacerle pagar a la empresa que me contrata y a la empresa que contrata a la empresa que me contrata su curso de castellano básico. Al rato, cuando se cansan de las 10
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palabras sin traducción, con la delicadeza de un jabalí, te gritan en el oído: ¡Operadórumano! Y ahí los transferís. Creo que un poco los quiero. Mi silla de hoy está rota: el respaldo no se ajusta y cada vez que me estiro hacia atrás, medio que me voy. El head set está emparchado con cinta adhesiva y no tiene almohadilla. Ninguno la tiene. La Peque dice que para ella, mejor así. Todo fue cambiando bastante. Esto no se parece a los días de gloria cuando Gordis Chayanne nos hacía imitar el timbre del teléfono. El box se queda con vos, con todo de vos. Y se va volviendo más difícil hablar con la gente. Mi operador nacionalsocialista favorito es una cosa rubia un puñado de boxes más allá y ya casi no escucho sus deseos de que Macri gane en la Capital. Chico Recursos Humanos tiene el corte del profesional que llega, hace su laburo y se va. La Peque, en cambio, no logra sacarse de encima cierta abnegación del tipo: tengo que estar acá, por mi hija, por mi familia, tengo que estar acá. Se viene del Lanús profundo, La Peque. Su esposo la mira desde la ventana cuando sale a tomar el bondi que pasa dos y cuarto por la esquina. Calladita y breve, La Peque es esa clase de chica sin tiempo para hacerse la nena que se va quedando con tu respeto sin pedírtelo. Salgo de break: Me tengo que desloguear y loguearme y desloguear y loguearme otra vez… el logueo, en un call center, viene a ser el correlato de la existencia. Logueate, porque si no, nunca estuviste aquí. Podés trabajar todo el día, hacer las cosas bien, hacer las cosas mal, correr desnudo por le pasillo o morir allí mismo, que si no te logueaste, flaco, no me jodas, vos no viniste. Puede suceder también que por error te loguées con la clave de otra persona y lo que trabajes ese día ¿adiviná quién lo va a cobrar? El control es control digital, no le pidas delicadezas. Bueno, nada, que me voy de break. En mi pantalla un reloj va marcando el tiempo. Vuelvo a los 15 minutos y 45 segundos. Mónica, una chica morocha y sonriente que se saca la cadenita por sobre el cuello de la polera, me ayuda con las claves. Y me dice: tené cuidado, te pueden apercibir. -¿Por qué? -El break son 15 minutos, no quince minutos con 45 segundos. -¿Me pueden apercibir por 45 segundos? -Sí, claro, no va a ser la primera vez. No lo fue, finalmente. Pero no faltará oportunidad. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 15:43 ETIQUETAS: DIA 8
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VIERNES 1 4 DE SEPTI EMBRE DE 200 7
DIA 9 – ¡Hola, chicas desnudas! Cuatro y media en Buenos Aires. Nueve y media en España. Pocos llamados. Embole. Sueño: problemas con mi sonrisa telefónica. Un español que parece volver de su caravana me canta al oído: “soy un pimiento, soy un pimiento de verdad”. Después creo que llora. Miro el piso, una estética de lo seriado. Los lugares se van transformando en lo que venden. Las carnicerías son frías y grasosas, un pedazo de cuadril enchastrando el mármol. Los cines porno son sucios y oscuros, como nos enseñó el judeocristianismo que es el sexo. Los call center son tensos y susurrantes, una charla entre desconocidos. Cuento: nueves filas dobles de PC. Hay casi unas cien máquinas. Todo dentro de una especie de arquitectura al paso: las cosas como apoyaditas. Los boxes, las oficinas de los jefes, todo es un kit de tablitas y tornillos listo para ser desarmado, en el caso en que hubiera que ponerse a desarmar, digamos. La única pared de verdad es la pared donde termina el edificio. Allí, de espaldas al revoque, sentados frente a sus máquinas, sobre una plataforma que los eleva medio metro del suelo, están los supervisores. Desde su altura, mínima pero suficiente, ven al ras la fila de boxes que se extiende hasta el otro lado del piso. Simpático, el panóptico. Llevo en mí la sabiduría de mis maestros que me marcaron a fuego: no se atiende clientes de pie. Así que cuando me paro, lo hago con el temblor de quien hace lo incorrecto. Una supervisora, muy flaquita, platinada platinadísima, con una gran necesidad de sentirse rubia, me clava la mirada apenas asomo. Después se hace medio la boluda. Después me vuelve a mirar. Después la boluda otra vez. Yo hago movimientos del tipo ay, me contracturo, pero sé que no puedo hacer durar la escena más de 20 segundos. Hasta que no me siento, platinada platinadísima no deja de relojearme. Un cliente dice: “hola, chicas desnudas”. Parece que hay una opción “adultos” que la compañía les ofrece a sus clientes. Y los tipos llaman, lógico. Yo, que no tenía idea, le repito el saludo + nombre + en qué puedo ayudarle. La voz no parece estar interesada en abrir el diálogo: “chicas desnudas”, insiste. Hay una opción para llamadas de broma que me permitiría cortarle, pero decido utilizar al cliente para ponerme de pie de una vez por todas y encarar a un supervisor. Dejo en hold a mi amigo el onanista con el miedo de provocar un túnel oscuro rebotándome en la cabeza. Busco a platinada platinadísima pero no la encuentro. Me ayuda otro supervisor, un chico flaquito y de flequillo, buena onda. Me explica que sí, que también hay de eso, que bla que bla. Y me termina diciendo lo 12
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que me van a decir de acá al final de mis días en el call cada vez que haga una pregunta: “transferí”. Vuelvo. Habrán pasado unos 50 segundos, y el tipo sigue ahí. Me dicen que el español te espera así te hayas tomado vacaciones. Tranfiero. A veces me gustaría saber que será de los tipos que transfiero. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 14:20 ETIQUETAS: DIA 9
LUNES 17 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 10 – Horita y media, no más 4:37. Pasa un supervisor que usa saco de cuero Matrix el elegido y me dice con un suave golpecito en el hombro: “no te duermas”. Yo pego un salto y pongo cara de lo siento, estúpido yo, esclavo malo, malo. El sueño, otra vez: un enemigo devoto. Voy a tomar el break. Me levanto. Se lo pido a mi supervisora de turno. (Al margen, van diez días corridos y todavía no tenemos supervisor asignado: ya me han dicho que somos de nadie.) Supervisora de turno responde: de a uno chicos, no pueden salir todos juntos. Bien, de a uno. Pero somos seis en el grupo, así que el primero va ahora mismo y el último sale break dentro de una hora y media, a quince minutos cada break. Se lo explico a la chica, con onda se lo explico, le hago la cuenta, todo. Pero señorita supervisora me dice que por ahora es así, que hay muchos llamados en el skill. Se queda. Me quedo. Hay unos segundos donde ella me quiere hacer creer que ya volvió a lo suyo y yo qué hago que sigo ahí, parado como un preceptor. Pero yo sigo ahí, parado no como un preceptor sino como un agente SIVA que quiere su cafecito y se tiene que ir a sentar con la novedad de que no, el cafecito no, a menos de que convenzas a tus compañeros para que te dejen salir primero. Okay. Vuelvo al box, cojo una llamada: “los sudacas, en nada. Los sudacas como tú, en nada. ¡Adiós, hijoputa!”. En serio, qué laburo copado. Les tiene que haber pasado: para despertarse ponen el radio-despertador y en un momento impreciso de la mañana terminan soñado con Magdalena o Pergolini, según lo que hayan dejado sintonizado. Después abren los ojos. Después dicen: ah, era la radio. Bien, a veces soñás con clientes. Una vuelta yo estaba en la cocina de mi casa anterior, pero yo no era yo, y pasaba mucha gente gritando: ¿Me escuchas, tío? ¿Oye, me escuchas? Los clientes también tienen eso, te despiertan. Si te toca una de esas señoras con pánico tecnológico es como si te despertara tu abuela. Se vienen los primeros francos: mañana y pasado. Bien. Nos dicen que 13
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después ya vamos a ser de alguien: es decir, que vamos a tener un supervisor nuestro y solo nuestro. Y que tal vez sea una supervisora. Y también parece que nos mudamos, que salimos del centro tan corporate y nos vamos al Once de las telas y el mayoreo. La pregunta de la mañana es: ¿y ahí qué me deja? PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 17:32 ETIQUETAS: DIA 10
MARTES 18 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 11 – Todo el tiempo para mí Bien, primer franco. Vamos a aprovecharlo. Me voy a tirar un rato y después salgo a hacer cosas. (Nueve horas más tarde…) Buenísimo. El despertador no sonó. Las cosas ya no se pueden hacer. Y mi primer franco se esfumó mientras dormía. Es raro, porque cuando te deslogueaste, ya está. El call no existe. Vos te vas y otro llega a resolver las cosas que hace días venís resolviendo. Lo curioso es que siga existiendo aún cuando ya no existe: que siga ahí. Al menos esa es la impresión que me queda cuando, en casa, sentadito frente a la tele apagada, imagino a mi vieja amiga la consigna “resolución de la llamada = satisfacción” rebotando en los bordes internos… de mi tele. Mejor prendo. Está Tinelli. ¡Genial, me recopa Tinelli! Me gusta cuando patea pelotas a la tribuna. Es como si nos quisiera dar más de él, más de lo que ya nos da. De pronto veo a “resolución de la llamada = satisfacción” ahí dentro, en el piso, bailoteando en el aire, pasando por detrás de cámara, un cordón de letras que flamea loca por el espacio, como los anuncios de las avionetas que pasan volando bajito frente a la playa. “Resolución de la llamada = satisfacción” se le mete al conductor por una oreja para salir inmediatamente por la otra, y los de seguridad manotean en el aire, y el negro Luengo le saca fotos. Y nadie puede atraparla. Nadie. No podés vos. No puedo yo. “Resolución de la llamada = satisfacción” Me despierto. Estoy en casa, sentado frente a la tele apagada. Mejor prendo.
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Está Tinelli. ¡Genial, me recopa Tinelli! PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 20:07 ETIQUETAS: DIA 11
JUEVES 20 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 13 – Yo, el desdoblado “Mire, que un caballero me ha mandado un mensaje de que me quiere conocer, pero no ha dicho ni dónde ni a qué hora.” (Una clienta)
¿Cuándo se termina el franco? ¿En qué momento? ¿Es cuándo empezás a pensar, a sentir, que ya se termina? En el instante en que ingreso mi clave acd, técnicamente: allí se termina. Pero, en rigor, el franco había terminado diez minutos antes, cuando me bajé del 152. Pero, en rigor, el franco había terminado media hora antes, cuando me subí al 152. El franco termina cuando lo único que queda por hacer es esperar a que termine. Mi día 12, también, fue somnífero. Como sea, ya estamos de vuelta. Bueno, resulta que esto se llama call center Off Shore. Viene ser el call que atiende clientes de otros países. Yo soy, entonces, un agente off shore. Nunca había sido un tipo off shore antes. Este trabajo te sorprende todos los días. El universo call center va de a poco desarrollando su mitología fundacional. Hay una anécdota que da vueltas por los boxes de todo Buenos Aires: una señora, en su casa de Madrid, en su casa de Barcelona, según la versión que te toque, ve en las noticias de la tele que se está
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incendiando el edificio de su compañía de celulares. Rápido, marca el número de atención al cliente. La atiende alguien de este lado, podría haber sido yo mismo, y la señora, instinto de abuela, le dice: ¡Vete de allí, hijo! ¡Vete ahora mismo que te vas a prender fuego! Hoy me crucé a mi ex formador, el de las vacaciones en Las Toninas. Me dijo que lo importante, en esta etapa, es ponerse canchero con el glosario, porque ahora es cuando más se te escapan esos argentinismos impertinentes que dejan a los españoles medio de culo. Así que repasamos: Celular se dice terminal Clickear se dice pinchar Ocupado se dice comunica (esto en serio: si un tipo les dice “pero es que mi línea comunica” les está diciendo que le da ocupado. Posta.) Numeral se dice almohadilla Problema se dice incidencia (problema, parece, es muy grave, mete un poco de miedo. Así que diciendo incidencia no debería haber problema) Centavos se dice céntimos Tarjeta se dice cupón Lapicera se dice Boli (¿tiene boli para apuntar?) Días corridos se dice días naturales (a partir de hoy, diez días naturales) V corta se dice Uve Manejar es conducir (En su momento, Gordis Chayanne no explicó que allá manejar es pajear, pero no sabía cómo decir pajear y hasta que apareció el formal masturbar pasaron unos segundos de lo más incómodos) Video se dice vídeo (Es tremendo que algunas ya las sepamos sólo de tantos discos de Sabina que hay dando vueltas) Señor Carlos se dice Don Carlos (otros nombres mi Manual no especifica) Hoy lo que no funciona es la tecla siete del tablero numérico, así que cada vez que un cliente me dicta su número, tengo que ir al qwerty. El head set tampoco hoy tiene almohadilla, pero sí el emparche con cinta adhesiva, que ya es parte de su diseño. Me pruebo en la habilidad del telemarketer con experiencia: hacer alguna
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otra cosa mientras se resuelve una llamada. Leer, por ejemplo. Me va mal. O no leo, o no escucho. O termino leyendo lo que alguien me dice por el auricular: un desdoblamiento imposible. Supongo que es de esos saberes que llega con los años, con la puesta a punto del oficio. Me traje “¿Quién habla? Lucha contra la esclavitud del alma en los call centers”. Es un libro compilado por los Teleperforados, que siguen sin aparecer acá adentro, y otras organizaciones molestas para la industria. Hay que leer sin que nadie sepa que estás leyendo, así que pongo el libro bajo el buzo, pero el buzo no puede estar en el box, así que pongo el buzo bajo el monitor. La verdad, se hace difícil. digo, no conviene traerse Los Sorias. Mientras una señora me explica que le descontaron no sé qué cosa no sé bien cuando, trato de completar este párrafo: “El salario remunera, de manera personalizada, la autogestión de la obediencia. Un valorobediencia. El trabajo y el proceso económico mismo aparecen más que como un proceso de producción, como un proceso de (auto) control”. Creo que la señora cortó cuando iba por “proceso económico”. Seguimos sin supervisor, sin supervisora. Seguimos siendo de nadie. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 14:04 ETIQUETAS: DIA 13
VIERNES 21 D E SEPTIE MBRE DE 2007
DIA 14 - El imperio Avaya Sigo sin ver a mis amigos. Digo, los veo, pero ya no somos lo que éramos. Y sigo sin ver a mi operador nacionalsocialista favorito chico de la Hoz, nieto ilustre del ilustre don Alfredo. Una poco porque falta día por medio. Creo que mucho no se la banca. Igual, por lo que sea, ya no lo escucho decir sus cosas. Sus cosas: que la democracia fracasó, que la inseguridad es un problema de la democracia, que "ellos" ya van a volver. De verdad se zarpa, a veces. Y de verdad no tiene conciencia de estar zarpándose. Cada vez que lo escucha La Peque, que tiene familiares desaparecidos pero que está bien lejos del perfil militante trosko marchita pancarta ni olvido ni perdón, se lo quiere comer crudo. Ay, mi amigo Andrés. Extraño esas ganas de molestarlo un rato, y después decir no, pobre, y después contarle 17
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mis sospechas de su comportamiento pedófilo y después decirle que no, era joda, y después que no, que era en serio, que los curas se cogen a los nenes, y después que no, era joda, y ver cómo su cara pasa del espanto al relajo al espanto al relajo y después dejarlo ahí, pensando si de verdad soy su amigo. Era divertido. El box, no me jodan, es una patología. El box es un lugar sin marcas, un festín para semiólogos. Su cuadratura es el correlato de la cuadratura del trabajo, su expresión material. No se puede pegar nada allí: una foto, un escudito de Newell’s, nada. Sólo te permiten tener el mate-a-mate o matematic o, por su nombre científico, termo autocebante: un tubo plástico con el que podés tomar todo el mate que quieras sin cebar. Te lo encontrás box de por medio y es la bebida del telemarketer argentino. En el call, la única comunicación posible es hacia las profundidades del box, en su justo centro, donde refulge la pantalla de la computadora, y allí el imperio Avaya, el soft que todo lo mide, cada movimiento de tu mouse, cada segundo de más en el break, cada duración de cada llamada. Avaya te está observando. Avaya te dice que atiendas (De verdad, la ventana que se abre dice: “el cliente te está escuchando, habla”. Y el uso del imperativo no puede ser casual.) Avaya mide tus tiempos y tus tiempos no pueden ser cualquier tiempo. El promedio para resolver un reclamo es de 4’13’’. Para rutear a un cliente (SIVA, lo que yo hago) 30 segundos. Avaya sabe si lo hice en 31. Avaya sabe si me fui de break más de quince minutos. Avaya no sabe qué hago mientras. Avaya no tiene interés en saberlo. Avaya sabe que me deslogueé para break a las 5:07:15 y me volví a loguear a las 5:22:37. Avaya sabe que hoy me pasé 22 segundos. Es todo lo que Avaya necesita saber. Avaya sabe que hay una llamada y yo no la estoy atendiendo Avaya sabe que hay tres llamadas en cola y yo ni mu. Avaya sabe que me tiene que enviar una orden cuando no activo el semáforo verde que pone al cliente en línea Avaya me envía un pop que explota de golpe en mi pantalla y dice: ¡Conéctate! Avaya después le cuenta todo al Force, el departamento que todo lo controla. Y Force arma mis métricas, y capaz que me dice que estoy lento, que tengo que resolver mejor, y como también me grabaron pueden mandarme a la auditoría de calidad. Y que qué está pasando con mi sonrisa telefónica. 18
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Avaya está triste. Avaya está solo. Avaya no puede conseguir amigos. 6:07: clientes mil. Mi vincha no se de desliza porque está agarrada con cinta scotch. Ahí está, ahí salió. Ahora, sí: a trabajar contento. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 13:29 ETIQUETAS: DIA 14
LUNES 24 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 15 – En la mitad del camino Quince días de vida call center. Faltan otros quince para completar el mes de laburo. Y yo, con la esperanza intacta. No tengo muy claro esperanza de qué, pero intacta. En mi pantalla hay un semáforo en verde y uno en rojo. El verde tiene que estar activado para que puedan entrar las llamadas. Cuando lo activo, el sistema registra mi ingreso y en la máquina de mi supervisor (y del resto de los supervisores) el soft delata: el código acd 76342 está activado. Cada vez que entra una llamada escucho un leve chirrido, como la señal de un contestador, tal vez un poco más débil. Y después, el cliente. Casi siempre. Algunos llaman borrachos, ya lo dijimos. Otros, los rumanos, lo dijimos también, para practicar español. Y algunos accidentalmente. Pasa bastante con los bebés. Padres ibéricos que les dan a sus bebés ibéricos el celular para jugar y entretenerse, y la criaturita le da al redial, repite el último llamado y entonces yo debo empezar un diálogo con alguien que me dice: ga. Como estoy obligado a decir la fórmula de bienvenida, aún sabiendo que estoy saludando a gente que no cumplió los diez meses, se forman diálogos como este: -Vodafone buenos días, mi nombre es Alejandro ¿En qué puedo ayudarle? -Ga, ga. -Usted se ha comunicado con su servicio de atención al cliente, ¿hay alguna consulta que desée realizar? -Ga. -Muchas gracias por llamar Vodafone. No hay autoestima que resista una conversación como esta. Me consuelo pensando que tal vez, océano de por medio, aceleré la introducción de alguien al fascinante universo de la lengua de Cervantes, pero el engaño no dura. Primero porque el segundo bebé que llama te 19
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refresca las edificantes políticas internas de la empresa, que pueden hacer que le hables con lenguaje articulado a una persona cuyas facultades intelectuales se encuentran en un incipiente estado de desarrollo. Boludito, de mi. Y segundo, porque esto que suena como español, se pronuncia como español y parece español, es el español que mi call center quiere que sea. De Herminio Iglesias a Carlos Fuentes, no hay acto de libertad como el habla. Quiero decir, nadie retrasa la espontaneidad de una locución en busca de una moral sintáctica que la regule. Pero si una empresa la paga a otra empresa para que te pague a vos por tu habla, entonces las cosas cambian. En la práctica, no hay manera de cumplir con lo que pide la empresa acerca de ser espontáneo (creo que mi Manual para Nuevos Ingresos lo llama “ser personal”) cuando un sistema de vigilancia opera ya no sólo sobre tu habla sino sobre las posiciones que debe adoptar tu cuerpo para que ese habla se produzca. Tres cosas que me dijeron que por favor no diga: -Esteee… -Aguarde en línea -No Esteee…: porque sugiere inseguridad. Aguarde en línea: porque parece que le está pidiendo al cliente que haga dieta. Gordis Chayanne fue la primera que me lo advirtió. No: porque nunca se le dice que NO a un cliente, hay que buscarle la vuelta. (También me sugirieron que no use expresiones como “hay que buscarle la vuelta”. Parece que por vulgares) La cuadratura del box y la sobrerregulación del lenguaje nos son instancias funcionales al bienestar del tipo que se mete cuatro, seis, ocho horas por día en ese box y utiliza ocho, seis, cuatro horas por día ese lenguaje. Digo, tal vez no tenga por qué serlo (o sí, tendría, ya sabemos) pero no esperemos que alguien deje su lugar luminosamente. No es resplandor lo que uno se lleva de un call center. Un abogado del diablo podría decirme que no es resplandor lo que uno va a buscar allí, sino un salario. Yo retruco: un salario nunca es un salario solamente, porque un salario tiene dos valores: el material, representado en su poder adquisitivo, lo que te podés comprar con eso que ganaste. Y el simbólico, representado en esa categoría tan resbalosa y maltratada de la historia argentina que conocemos como dignidad del trabajador. El valor material, el del poder adquisitivo, por pequeño que sea, ese sí el call center permite que te lo lleves. 20
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PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 12:50 ETIQUETAS: DIA 15
MIÉRCOLES 26 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 16 - Al otro lado de la avenida, el mal descansa 3:37 de la madrugada, abro los ojos. Debería llevar 37 minutos logueado, pero estoy en mi vieja cama. Bien, hoy llegamos tarde. Nadie me dice nada. Pero no por indulgencia, sino por desorganización: todavía no tengo supervisor. Y los que están no me tienen visto, no están seguros si estoy yendo, viniendo o soy el chico de la limpieza. ¿Respiramos, entonces? No, porque el sistema lo sabe: el sistema sabe que me logueé exactamente 4:23. Y vos sabés que el sistema lo sabe. Y ellos saben que vos sabés que el sistema lo sabe. Ese es el control. En todo caso, eso es lo que podríamos llamar maltrato, si, ponele, de maltrato tuviéramos que hablar: la apropiación de la información y los registros, mucho más allá de la puesta en marcha de una sanción, o no. La ciudad. Es maravillosa en la puerta, en la calle, a las cinco y media de la mañana, esa postal del vacío. Al otro lado de la avenida, el mal descansa. El mal, digo, lo que resulta cómodo, ganancial y facilongo llamar el mal: los edificios de la patria corporativa en la justa mitad de su sueño, restaurándose. En línea recta, El Ancho: el edificio Movistar, negrito y peleagudo. A la derecha, más largos y un poco en yunta, Gog y Magog: Sun Microsystems y Consultatio. Más lejos, con su frente de alta parrilla, Microsoft. A la izquierda, el gran elefante blanco: IBM. Y allá lejos, bien lejos pero cogoteando con impertinencia, un poco queriendo pertenecer, la torre de los ingleses. De este lado, un puñadito bastante tristón de chicos en zapatillas apurando un pucho en el frío. Y yo estoy ahí. Ahí estamos. Corre viento, pero el latón verde cuadrado que dentro de un rato será un kiosko de revistas sirve de amparo. Durante el primer break no hay kiosko: hay que esperar al segundo, después de las siete. Ahí sí, a la vuelta, sobre Paraguay, 60 metros en subida, un angosto localcito abre sus puertas para ofrecer las delicias gastronómicas del microcentro: un pebete, un triangulito de miga, una bolsa de maíz inflado a un peso veinticinco. Mi preferida es la noble medialuna con jamón y queso y su complemento suficiente: el sobrecito de mayonesa. Sabiéndolos combinar y con la dosis justa del microondas de la sala de break, resultan un plato con personalidad. Antes de subir, le pego una última mirada a la ciudad dormida. Y me acuerdo. 21
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Hay un poema de Borges, no sé si está en Luna de enfrente o alguno de esos primeros libros orilleros, que dice que el mundo, a la hora del sueño, corre el riesgo de desaparecer. El poema, Amanecer se llama, habla de unos de esos juguetes metafísicos que al señor Borges tanto le gustaban y postula, muy schopenhauerianamente, que las cosas existen porque hay alguien que las percibe. Y que en la noche, cuando todos duermen, a Dios le sería fácil aniquilar del todo su obra. Dice que los despiertos son los que salvan con su vigilia y su percepción al universo. Así que acá estamos, más modestos, salvando por quince minutos que no pueden ser quince minutos y diez segundos, la esquinita de Alem y Paraguay. Subo. Subimos. Me calzo el head set. Bip: semáforo verde. vodafonebuenosdíasminombreesalejandroenquélepuedoayudar Es un argentino: mi primer argentino. Me cuenta que recargó su cupón (posta que no me dice tarjeta, me dice cupón y yo pienso en los argentinos que hablan con acento español, el hijo de Jairo, la Cherubito, y en cómo hablarán cuando van a España y nadie les pregunta por su acento) y que no sabe por qué carajo (posta que me dice carajo, ese sí le sale bien argento, la C clavándose con fuerza en el aire de su voz) no se le acreditó. Le pido el número de su móvil. Me lo dicta con resignación. Le digo que voy a transferirlo con el sector correspondiente muchas gracias por llamar a Vodafone. No me dice nada. Se va. Yo concluyo: el techo de rabia del cliente español es el piso de rabia del cliente argentino. Ellos llegan hasta el exacto lugar donde nosotros comenzamos. Cuando un español se enoja mucho, se parece a un argentino estándar. Quizá estén mejor domados. O será que viven más satisfechos. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 15:36 ETIQUETAS: DIA 16
JUEVES 27 DE SEPTIEMBRE DE 2007
DIA 17 – La vida, el azar y los supervisores Si hacés las cosas bien te podés llevar regalos. Premios, vamos a llamarlos así. Por ejemplo, una cintita roja que dice Vodafone muchas veces y que te sirve, si querés, para colgarte algo del cuello: groso. Eso sí, te la tenés que ganar. Gordis Chayanne tenía una, creo que por unas métricas que le habían dado bien, ya saben, las métricas, la suma y la resta de tus tiempos atendiendo clientes y despachando. Gordis era un talento. Y por eso se alzaba con esa clase de medallas. Me dicen que también te dan remeras, pero ya tanto me hace sospechar: ¿Una remera? ¿Con lo que sale? 22
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Me gustaría saber cómo se produce la entrega de uno de estos chirimbolos. ¿Viene un supervisor, te da la cintita en la mano y ya? ¿Y vos le decís gracias? ¿Y el te dice gracias no, te lo merecés? ¿Y vos ponés cara de ay, no sé? ¿Y el te palmea la espalda? ¿Y vos sos feliz? Parece que los chicos Siva medio que no existimos: somos la última casta del call. “¿Te podés quedar un rato más?”, me dice una supervisora con dientes hacia fuera y cara de niña con responsabilidades. Después me explica: “Es que te imaginás que no podemos sacar a alguien de 123 para mandarlo a Siva”. Los de 123 son el equipo titular. Me desconecto un toque para poder entrar en Avaya. Abro una solapa que dice call history: ahí está todo, ahí estoy yo. Cada clic que hice desde que entré tiene su registro: horas, minutos y segundos de logueo, de break, de llamadas atendidas, de haberme hecho el boludo y haberlas dejado pasar. Viene la supervisora de la cara niña: ¿Me figurás desconectado, pasa algo? El headset de hoy no tiene cinta scoth: tiene cinta aisladora negra, que no es lo mismo: se nota menos. Junto al teclado tengo una especie de botonera que, me dicen, se llama plantronic o algo así y parece que sirve, por ejemplo, para dejar en hold al cliente. Hay que asegurarse de apretar bien el botón de hold porque, ha pasado, vos creés que el tipo está en espera y no, resulta que está ahí escuchándolo todo. Vos decís huevadas mientras resolvés la llamada y cuando volvés hay un español que te pregunta: a ver ¿por qué dices que te rompo las pelotas? Si además tuviste la suerte de que esa llamada, justo esa puta llamada, te la grabaran los auditores de calidad, estás a un paso del despido. Cuando entra un llamado, una grabación dice mi nombre y la bienvenida. Tuve que grabar tres bienvenidas: con buenos días, con buenas tardes, con buenas noches. Y el soft sabe qué hora es y cuál tiene que activar. Ya hemos dicho que el soft lo sabe todo. Cuando termina la grabación, llega ella: la voz. Ese es todo un momento, un mundo entero puede estar del otro lado. Puede ser un grito, un llanto, un rumano. O, simplemente, un cliente con un problema. Uno de los que mejor rankea es el que entró mal su clave pin y se le bloqueó el aparato. Algunos llaman con la voz de quien lo ha perdido todo para siempre. Otros, más cancheros, te dicen: “código puk”. A la derecha de mi pantalla, tengo un árbol de opciones. Pin y puk, así como suena, es la locución, la grabadora, que te dicta el código que sirve para volver a tener lo que ya no tenías. Hoy derivé cinco códigos puk seguidos, y sentí que la aventura del call no tiene fin… 23
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Hace dos días que no veo a mi chico de la Hoz. Tengo miedo de que vuelva y no nos encuentre. Pasado mañana nos mudamos y, ahora sí, nos juran, vamos atener nuestra propia supervisora, que es como una mamá a quien irle con tu vida siempre que tu vida no estorbe su trabajo. El tema del supervisor es el correlato de la suerte y de la vida. En un lugar donde todo quiere estar tan medido y controlado, el azar no alcanza en ningún otro momento un protagónico tan grande como en el tema de qué supervisor “te toca”. Porque a vos no se te asigna un supervisor, no se te transfiere con. A vos el supervisor “te toca”. Y ese es un ingreso en tu vida. Si nos toca el chico de flequillo, dientón y medio jorobadito, zafamos: no puede ser más amable. ¿Guido se llama? Si nos toca platinada platinadísima, mejor pedir un traslado a Oriente Medio. Laura M. es mala y le gusta serlo. No sé por qué hay gente que cierra tan bien su personaje: tan redondito, predeterminado. Platinada platinadísima es como una mala de Chiquititas, así, de un tirón, el trazo grueso de Cris Morena imaginando una supervisora de call center. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 21:05 ETIQUETAS: DIA 17
LUNES 1 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 18 – Late con fuerza mi corazón Me inquieta que el mic del headset quede lo suficientemente curvo como para hacerme sentir uno de esos tipos del fútbol americano que dan órdenes desde afuera del campo. Que corra justo sobre la mejilla y quede allí, al borde de la comisura, perfecto en su curva sobre la cara. Otras veces lo pongo más palito recto y doblo el mic hacia la boca: no me pregunten por qué, pero con ese me siento más empleado de auto Mac. Todo el tiempo estoy acomodándolo y ya empieza a volverse una obsesión. De golpe me canso de mi mismo y lo retuerzo todo. Después me arrepiento y, atormentado, me digo: ay, no, debe quedar un espanto. Trato de verme en el reflejo del monitor, pero entran llamados, se abren las ventanas y no se ve nada. Hay preocupaciones que adentro de un call center ganan una dimensión inesperada. Al cliente lo recibe mi grabadora. Okay, se agradece. Pero despedirlo, lo despido yo: “bien, manténgase por favor un momento a la espera, voy a transferir su llamada con el sector correspondiente, gracias”. Y ahí se va. Hoy empecé a contar cuántas veces decía “bien, manténgase por favor un momento a la espera, voy a transferir su llamada con el sector correspondiente, gracias”. Fui haciendo palitos en mi cuadernito oculto bajo el buzo oculto hasta que llegué a 17 y medio me aburrrí. Después empecé a hacer de a cinco. Después cuando me acordaba. En total hice 43 24
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palitos, y debo haber dejado de hacer unos 20. Así que unas sesenta veces al día, en un tiempo que no excede las cinco horas y media, durante cinco días a la semana, yo digo: “bien, manténgase por favor un momento a la espera, voy a transferir su llamada con el sector correspondiente, gracias”. Es un fraseo largo, estirado. A veces siento que no llego más al “gracias” del final. A veces no sé ni por dónde voy. Sin embargo, he logrado construir algunos pequeños pensamientos mientras la enuncio. No hay muchas cosas en que se pueda pensar durante un “bien, manténgase por favor un momento a la espera, voy a transferir su llamada con el sector correspondiente, gracias”, porque no te dan los caracteres, pero me alcanza para mirar la hora y calcular el break, para sacarme una cascarita, para verlo a Domizi en el aire clavándole un frentazo a Central. Voy ganando oficio. Hoy volvió mi chico de la Hoz. Me lo encontré en la sala de break, paradito frente a la pantalla de TN, una sonrisa de dientes chiquitos le cruzaba la cara mientras en la tele Nicolas Sarkozy hacía primeros anuncios. Mi amor, qué pibe feliz. Mañana entramos una hora más tarde. Y en edificio nuevo. Nos dicen que se van a regularizar los francos. Y que ya tenemos supervisora. Late con fuerza mi corazón en la víspera de tu presencia: Santa Patrona del agente Siva descastado, no puedo esperar a conocerte. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 04:09 ETIQUETAS: DIA 18
MARTES 2 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 19 – ¿Seselovsky? No, no te tengo Bien, parece que esto es nuestro nuevo edificio: un espanto a la cal. Para entrar hay que atravesar una cortina de rejas por el cuadradito recortado que viene a ser la puerta. No es que esté mal, pero la sensación es la de estar entrando a un depósito de Puente Alsina mucho antes que a una empresa líder del mundo de la telecomunicaciones. Bueno, pobre TP, hace lo que puede. Una vez del otro lado, lo que hay es una exaltación del minimalismo: pura pared blanca de cal reciente y, sobre la derecha, una mesita descolada que te dan ganas de ponerte a arreglarla un poco, con dos morochos de camisa blanca y gorra que te miran y te preguntan el nombre. El sistema de ingreso, un poquito analógico, consiste en dos hojitas A4 donde alguien escribió los nombres de todos nosotros, o de todos los que se acordaba. Los guardias revisan con cara de estamos haciendo nuestro trabajo, no nos jodan, y te dejan pasar o no, según. La lista arranca con nombres impresos pero enseguida pasa a nombres escritos a mano, más o menos como venga. Yo no estoy. El señor agente de seguridad interior me vuelve 25
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a buscar, esta vez pasando la punta de su Bic sin tapita por encima de cada apellido. -¿Cómo me dijiste? -Seselovsky -¿Con c? -No, con s. -Aaaahhh, con s… -Sí, ese e ese e. -No, che, tampoco. Yo pienso que si me importaran las métricas, estaría nervioso. ¿En dónde quedará registrada la lenta destreza del muchacho de la gorra que me busca, me busca y no me puede encontrar? -A ver, fijate vos, a ver… Le dice el pibe con gorra al otro pibe con gorra. Como no aparezco, medio que no saben qué hacer. Yo creo que si hubiera un teléfono, llamarían. Finalmente, uno me dice: “A ver, repetime tu nombre”. Y paso a ocupar otro lugar en la lista, abajo del que llegó recién y a pura caligrafía combatiente. No sé ni a dónde tengo que ir así que subo la primera escalera que veo, medio por default. Cuando llego a una puerta, me mando y, de golpe, el piso resbaloso de polvillo se convierte en piso alfombrado y con polvillo. Camino, camino más y ahí está, abriéndose ante mí, el primer piso: imposible no asombrarse. Trescientos cincuenta boxes ordenados y en fila ocupando una extensión de metros cuadrados que me cuesta un poco calcular: ¿dos mil? ¿tres mil? Y todo muy nuevo. Ya no hay plantronic, ahora uno se loguea directamente en un teléfono, parece. Y los head set tienen almohadilla, lo que prueba que Dios existe. Busco a los supervisores, su torre de vigilancia. Y veo: en el centro del piso, hay un islote con monitores planos. Son como varias posiciones agrupadas cuya estructura, después descubro, se repite en dos sectores más. En la isla del centro, en el exacto medio del piso, sobre el borde de la plataforma, altos, dignísimos, hay tres trofeos como esperando su ganador. Son tres copitas de ese amarillo mentira con el que pintan los fabricantes las copas que colocan sobre las bases de madera, madera mentira. “Son para los de televentas”, me va a explicar más tarde una señora en la sala de break. “No, son de un campeonato de fútbol”, dirá un chico de frente a la máquina de café. Yo, que no sé nada, que recién llegué, miro los trofeos y pienso: ah. Allá, al otro lado de todo este mar, veo a mis compañeros. Está Chico TV, con sus botas Charro de principios de los 90 que taconean fuerte sobre lo que pisen, si es alfombra no importa. Está Le Peque, siempre lista, como 26
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siempre. Está Chico Recursos Humanos y Richard Ricotero. Mi chico de la Hoz aún no viene. Hola. Hola. Cómo andan. ¿Ya tenemos box? ¿Y cuándo nos van a decir? Llega un supervisor que nos lleva por los pasillos, pregunta, pregunta y no parece obtener la respuesta que necesita. Alguien le dice que Siva, al segundo. Y ahora, en manada, vuelvo a salir a las escaleras. El piso de arriba es una réplica a escala del piso que acabamos de dejar: 250 boxes y uno es el mío. Frente a un ventanal cubierto con papel madera espero que me traigan una vincha. En eso estamos, cuando llega ella, mi pequeña P. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 18:29 ETIQUETAS: DIA 19
MIÉRCOLES 3 DE OCTUBRE DE 2007
Día 20 – Bienvenida a mi, pequeña P Van dos días de Pequeña P y ya me cuesta imaginarla de otra forma que no sea con saquito de hilo primer botón abrochado el resto no, pantalón de vestir raya muy marcada dobladillo prolijo puede ser gabardina puede ser algodón, zapatitos serios, cuero marrón cuero negro, en fin, una señora lookeada en Etam pero sub 35. Perla E., pequeña P para mí y para todos ustedes, no es tan pequeña. Es más bien… bueno, que no es tan pequeña. Tiene pelo largo ondulado muy de perma, color castaño by Koleston, un poco eléctrico, y se lo ata por sobre la cabeza, lo que le despeja bastante la cara. La cara: ojos chiquitos detrás de lentes chiquitos, boca chiquita, la piel morena y pecas. Las pecas le quedan bien. Pequeña P es el clásico mando medio de call center. El primer día, buenísima. El segundo, buena, macanuda. Mañana pinta como para que empiece a cortarse un poco la onda. Pasado ni pensar. Veremos. Perdón, pero Gordis Chayanne sigue siendo inigualable. Venía de pasarse varias temporadas detrás de una cortadora de fiambres en algún lugar del conurbano, primer cordón, sacando cien de paleta para allá, doscientos de bondiola para acá. Cuando llegó al call, me cuenta P, parece que la rompió. La cambiaron de sector, fue a parar a bajas, que viene a ser una zona caliente: por ahí pasan los clientes que, hartos, quieren dejar de ser clientes. Como le siguió yendo bien, la hicieron supervisora. Su señor esposo, tachero, la empezó a mirar de costado. La patrona se iba para arriba en el mundo corporativo y parece que el don no sabía muy bien cómo reacomodarse.
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Pequeña P tiene un cintita roja en la mano izquierda pero no es cintita VF premio de buena métrica sino más bien, parece, cintita roja contra la envidia, mala onda, mal de ojo, esas cosas para las que evidentemente funcionan las cintitas rojas cuando un supersticioso se las pone. P me dice en secreto que Platinada Platinadísima es una inútil y que si alguien quiere elevar una queja, ella nos dice con qué PM hay que hablar. Estalla la interna de las supervisoras. No sé a dónde se llevan los head set. Ayer, cuando llegamos, no estaban porque nada estaba. Pero hoy, tampoco. Un chico barbita, buzo Narrow y pelo con gel, medio stone levantado a la mañana, con cara de me gusta escuchar el TC en la voz del Tano Fazzini, me da una vincha vieja. Y sin almohadilla. Debe ser la única sin almohadilla que quedó funcionando y me viene a tocar a mí. Le digo al stoncito madrugador: ¿no tenés una con almohadilla?” No, me dice, seco y poco preocupado por si tengo el derecho a reclamar o no un instrumento de trabajo en condiciones. Me tocó un monitor con cartel que dice: “la forma más cómoda y rápida para normalizar la situación es realizar el pago a través de tarjeta bancaria (débito o crédito. ¿Desea realizar el pago por este método?”. No entiendo, pero quedo contento, sospechando que debe estar bueno no entender carteles como este. Está bien, es el segundo día, pero baño en el piso podríamos tener. Y sala de break. Bueno, no: hay que bajar. Y bajar son segundos. Y segundos son métricas. Y métricas son salario. Igual, no hay. En nuestro mismo segundo piso, pero al otro lado, un montón de maderitas recortadas descansan sobre el piso. Son boxes en estado protozooario. Sobre la alfombra hay esparcidas herramientas, tubos de pegamento, instrumentos de medición. ¿Cuánto lleva convertir este montón de partes en un piso funcionando? Hermano TP, mañana volveremos a verte crecer. Cuando nos vamos, pequeña P nos dice que hay que reacomodar el tema de los francos. Una jugada de presentación. Quiere ser buena. Quiere que seamos buenos con ella. Aquí todo es amor. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 18:23 ETIQUETAS: DIA 20
JUEVES 4 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 21 – Tengo miedo de extrañar De golpe parece que a nadie se le recargó su cupón, que así es como dice tarjeta. Todo el mundo llama quejándose porque no se recargan los saldos 28
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de los móviles y yo termino pidiendo disculpas en nombre de Vodafone muchas veces muchas veces y diciendo que estamos (¿estamos?) solucionando el problema. Qué lindo es ser ellos. Es curioso escuchar a muchas personas diferentes, diciendo más o menos lo mismo, haciendo uso casi de las mismas palabras con el mismo tono y la misma significación. Y llega el momento en que vos ya sabés, en que no hace falta que siga porque con las primeras dos palabras ya sabés qué le pasa, qué quiere, qué le molesta. Pero hay que dejarlos terminar, son clientes, están enojados y tienen, entre los muchos derechos que tienen, el derecho de completar su reclamo, un poquito a los gritos. El punto es que te aburre. Uno arranca con el cupón que no se le cargó y por delante quedan cuarenta segundos de sí, ya sé. Sí, ya sé. Sí, esto lo acabo de escuchar, ya lo sé. Entonces mientras escucho, entro y salgo del hold, a ver si puedo charlar con mi compañero de box, Chico Recursos Humanos, que, se acuerdan, les conté, de día trabaja en Farmacity. A las cinco y cuarto de la mañana, sin dejar de atender clientes, tenemos la siguiente conversación: -Che, hoy hay descuento con tarjeta de débito en Farmacity Vodafone buenos días en qué puedo ayudarle pueden aprovechar. -¿Descuento de qué? Vodafone buenos día mi nombre es Alejandro en qué puedo ayudarle ¿de cualquier producto? -Por favor indíqueme el número de su móvil no, pañales -Ah, mirá. Por favor indíqueme cuándo realizó la última carga de su cupón ¿y de cuánto es el descuento? -No sé, no me acuerdo bien manténgase un momento a la espera pero me parece que te hacen el diez por ciento gracias por llamar a Vodafone y para todos los tamaños. -Qué bueno yo justo tengo que comprar me repite por favor el número de su móvil son buenos los pañales Farmacity y son un poco más baratos manténgase por favor un momento a la espera pero buenos en serio, son. Y así… Me gasto el primer break en un tour por el resto del nuevo flamante edificio. Los trofeos siguen ahí. Será para el empleado del mes, tienen que ser. El chico barbita con buzo Narrow que reparte las vinchas no abandona su posición, es todo un soldado. Yo lo veo y pienso que debe haber dormido con el buzo puesto. Al lado, los boxes desarmados van ganando cuerpo, pero falta, todavía falta. Mmm... hoy volvieron a bajar el contrato de confidencialidad que ya habíamos firmado al ingresar. Escuché que echaron a cuatro chicos porque subieron imágenes de los pisos a youtube. No sé, rumor de sala de break. De todas formas, tienen que estar medio cagados: ninguna 29
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empresa se pone de golpe, a cuento de nada, a imprimir contratos de confidencialidad y a repartirlos entre sus empleados para que los firmen, para que los vuelvan a firmar. Es increíble cómo nadie se lo pregunta: nadie se pregunta por qué nos harán hacer esto que nos hacen hacer. Es algo bastante parecido a la compulsión. Firmen, no pregunten y firmen. ¿Pero esto no lo firmamos ya? Firmen, y listo. Yo pongo el gancho mientras pienso que va a estar bueno armar un blog. Pequeña P pasa, marcial, por detrás de nosotros, que formamos pasillo, espalda contra espalda, sacando clientes enojados y sin recarga. Pasa y vuelve a pasar. Yo la siento en la nuca, el saquito de hilo, que es otro, no es el de ayer, ni el de antes de ayer (¿cuántos tendrá?) yendo y viniendo. Cuando se va, le dice a Chico Recursos Humanos, que está medio desparramado sobre su silla desafiando los insignes preceptos de la sonrisa telefónica: “sentate bien, por favor”. Ah, pequeña P marca presencia. No nos dejan hablar en inglés, nada, nada, lo que es un tema, porque cuando cae un cliente que te dice: “english operator, please” vos le tenés que contestar en buen español: “voy a transferir su llamada con el sector correspondiente”. Hoy, igual, tiré un par de “hold on, please”. Si Calidad me grabó puedo tener problemas. Siempre hay un problema en el futuro. El miedo es un amigo acá adentro, un amigo de lo más consecuente. Pasa Platinada platinadísima. Nunca la había tenido tan cerca. Tiene los dientes medio para fuera, no sé, me da monstiker. Nos mira como asomada desde la terraza del Empire State y nos pregunta: ¿Ustedes son de P, no? Lo pregunta con cara de qué asco ser de P. Sí, sí, somos. Platinada platinadísima se aleja altiva y triunfante, como quien regresa a palacio. Mañana llega nuestro segundo par de francos. Tengo miedo de extrañar. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 16:16 ETIQUETAS: DIA 21
VIERNES 5 DE OCTU BRE DE 20 07
DIA 22 - Atentamente Bien, todo el franco por delante. Y mañana también: 48 horas sin pensar en nada perecido a un call center. Veamos a qué cosa más o menos edificante le podemos dedicar el día. Opciones: 1. Torro extendido con alto para almorzar seguido de torro extendido. 2. Darme una vueltita por la redacción de Rolling Stone para ver cómo se las arreglan sin mí y comprobar que se las arreglan perfectamente, de hecho parece que mi ausencia ha mejorado algunos tiempos de cierre. 30
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3. Perder la batalla contra la culpa del tiempo al pedo, y ponerme a trabajar en mi composición tema call center, pero desde afuera. Vamos por la tres, sabrán. Después de hablar y chequear y entrevistar y desgrabar y googlear y volver a entrevistar, me entero de que el único intento real de sindicalización estructurada dentro de un call center terminó en algo bastante parecido a una derrota gremial y dispersión de la fuerza colectiva, la que habían juntado hasta ese momento, al menos. Fue en 2004, en Atento, el call center de Telefónica. Por entonces, la seccional Buenos Aires de FOETRA, el sindicato que agrupa a los trabajadores telefónicos, presentó ante la Dirección Nacional de Relaciones del Trabajo un denuncia por fraude laboral contra Telefónica de Argentina S.A.(TASA), por mantener a sus empleados de Atento bajo el régimen de empleados de comercio, cuando deberían pertenecer a telefónicos. Atento argumentó que su actividad es estrictamente comercial y que no tiene vínculo con las telecomunicaciones. FOETRA retrucó con que no todos los call centers, pero sí los 4200 empleados que en aquel momento tenía la empresa, debían ser telefónicos, atendiendo al artículo 30 de la Ley de Contrato de Trabajo, que indica la solidaridad de las empresas contratantes con las contratadas en lo referido a la prestación de los empleados. El 2 de noviembre de 2005, las seccionales Barracas y Martínez eligieron delegados, pero la empresa no les reconoció entidad gremial. El 9, personal de la empresa entró en Barracas para desconectar las máquinas y llevárselas. Y ahí el conflicto empezó a ganar temperatura. Los que estaban se quedaron y buscaron organizarse. Se declararon en asamblea permanente y esperaron. Por la puerta de emergencia salían supervisores y gerentes, mientras llegaba Gendarmería, la seguridad privada de TASA e integrantes de la agencia Seguridad Argentina. Adentro habían quedado 70 teleoperadores en el edificio Sur y cinco en el sector norte. Llegaron los medios. Entró en escena el ministro de Trabajo, Carlos Tomada. El español Ernesto Vinuesa, gerente general de la compañía, terminó reunido con Alberto Fernández y todo, por unos días, tuvo su escalada de atención. La empresa terminó ofreciendo a lo que llamó “empleados de buena fe” (es decir, no conflictivos) un traslado a otro call. Reincorporó gente despedida pero no les asignó tareas. Fue una jugada exitosa. Lo que quedó fueron setenta teleoperadores de Atento sin reubicar, haciendo llamadas falsas, esperando que algo, si es bueno mejor, suceda. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 18:08 ETIQUETAS: DIA 22
LUNES 8 DE OCTUBRE DE 2007
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DIA 24 – Basura new management Ah, bueno: globos. Hoy llego al call, cruzo la cortina de hierro, saludo como si conociera de toda la vida a los dos morochos de gorra que siguen con las mismas hojitas A4 sobre la misma mesa descolada, subo escalera uno, subo escalera dos, salgo al piso y, cuando avanzo hacia mi fila de boxes, el espectáculo me para en seco: todo el piso está adornado con globos de colores. Hay un globo por box, más algunos ramilletes en las paredes. Y están distribuidos así: de cada posición, sale un palito plástico, como una antena, que sostiene en la punta un globo rojo, o azul, o blanco. Creo que Francia es el país de origen de esta empresa, en el caso que esta empresa de verdad le importara tener uno. Así que supongo que la elección de los colores quiere proyectar la bandera de la patria. Saludo a mis compañeros, me siento en el box, empiezo a abrir los programas, me logueo, todo sin dejar de mirar el absurdo y estúpido globo azul que corona mi puesto de trabajo. Atiendo a los veinte primeros clientes sin sacarle los ojos de encima al muy turro que, en el aire quieto de la oficina, ni se inmuta. Creo que mi globo y yo no tenemos piel. Pequeña P me mira como diciendo viste, qué buena sorpresa. Y yo le devuelvo la mirada como diciendo siiiiií, re buena, mata mil. Es capaz de estar esperando que vaya y se lo agradezca. De verdad no sé cómo tomármelo. ¿Esta es la idea que tienen de buen trato? ¿De buen clima interno de laburo? ¿Y quién lo decidió? ¡¡¡Por Dios, haber estado en la reunión donde se discutió el tema globos!!! Verle la cara al jefe que le puso fe a la propuesta, que creyó que esto era una buena idea, que la aguantó cuando alguien la quiso bajar, que se enamoró de sus globos, que se fue a la casa contento, sabiendo que los globos estarían allí mañana. ¿O tengo que pensar que esta es la victoria de un cínico? Hey, un momento… Salgo de primer break y miro la postal: el piso entero manchado de rojoazulblanco, como obligándose a un júbilo que no tiene, no naturalmente. Con mi mejor cara de pelotudo camino entre los boxes y cuento. La primera vez me dio 232 globos. La segunda, 237. En cualquier caso, algo no me termina de cerrar, no sé bien cómo explicarlo: es como estar delante de alguien que toda la vida quiso pochoclo y que de golpe empieza a querer palomitas. El lugar parece estar celebrando un Día de Acción de Gracias o algo con un nombre así. Pienso: basura new management. Supongo que viene a ser la inauguración oficial del edificio, algo de ese 32
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calibre. Paso por momentos en donde realmente no lo puedo creer. Los estados van de la risa a la pena, de la pena a las ganas de ir por un alfiler. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 17:59 ETIQUETAS: DIA 24
MIÉRCOLES 10 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 24 – Bis (Tu almohadilla me completa) Ayer finalmente tuvimos que venir, un rato, no fueron más de dos horas. No les tocó a todos, me tocó a mí. También estaba Chico TV. Me dicen que la alteración de los francos es común. No siempre son lindas las cosas que me dicen. De todas formas, para algo sirvió: Pequeña P nos repartió, 23 días después de haber empezado a laburar, nuestras correspondientes almohadillas para el head set. Nos dijo que las cuidemos y que hay que llevárselas a casa. Que al que la pierde se la descuentan del sueldo y que eso es porque en las páginas de Internet se dicen muchas boludeces de head set rotos y sin almohadillas. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 13:11 ETIQUETAS: DIA 24
MIÉRCOLES 10 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 25 – Con P de perra Cruzo la puerta 3:02: tarde. Saludo veloz a morochos A4 (ya somos como hermanos). Corro escaleras arriba. Saludo a mis compañeros. Saludo a mi globo. Enciendo. Me logueo. Buen día Avaya, buen día. Ya tengo un cliente en el oído cuando me llegan las esquirlas sonoras de la discusión que Pequeña P y mi chico de la Hoz están teniendo justo a mis espaldas. Es cierto, chico de la Hoz viene medio cuando quiere y Pequeña P, pura furia desatada en saquito de hilo, no tiene ganas de seguir tolerándolo. Cuando deja de zamarrear a mi operador nacionalsocialista favorito, pega medio giro y, sin esperar a que la mire, me dice, me grita: ¡Y vos… tenés un plan de acción! Después de un rato de procesos neurolingüísticos, donde intervienen, con mayor o menos conciencia, mi compresión del español, la especificidad de la cultura, la subjetividad, tal vez los retos y los restos de la infancia, logro finalmente elaborar una respuesta: ¿Un qué? Debe haberme salido medio balbuceado, porque Pequeña P ni se molestó
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en responderme. Por el contrario, se paró en el medio del grupo y, operística, hizo su obertura: ¡Cuidado conmigo, porque puedo ser buena onda pero también puedo ser una perra! El cuadro era magnífico en su incongruencia, en su despilfarro de la razón. El cuadro: Chico TV con sus botas Charro, chico de la Hoz enojado en su dignidad clerical, La Peque inmereciéndolo todo, Chico Recursos Humanos chupándole todo un poquito un huevo, Richard Ricotero haciendo como que escucha y yo, sumergido en el misterio insondable de qué carajo será un plan de acción. Pequeña P siguió con el intermezzo: Ustedes están en un período de prueba, ¿entienden eso? Y la que va a pasar el informe final soy yo, es decir, lo que yo evalúe es lo que va a determinar si conservan el trabajo. ¡Su suerte está en mis manos, chicos! El resto del call empezó a cogotear y me hubiera gustado saber cómo se veía la escena desde lejos. Supongo que seis estatuitas sentadas y con head set rodeando a un tótem en movimiento. Por fin, pequeña P hizo su gran finale: Les puedo mostrar sonrisitas y todo bien, pero por atrás… ¡se las mando a guardar! Después, ya no la vimos por el resto de la mañana. Nos quedamos todos sin saber cómo seguir. Nadie tomó el mando que Pequeña P acababa de revolearnos por la cabeza. Así que hicimos lo que creímos que había que seguir haciendo: sacar clientes para el 123. Fue un mañana sin gracia, el resto de la mañana. En el break, un chico me explica plan de acción: dícese de la sanción correctiva de la conducta que, sin llegar a quedar registrada en tu legajo, busca que mejores. El día se hubiera ido en la anécdota de la supervisora irascible pero no. A las 9:01, ya deslogueaditos y listos para partir, nos encontramos a Pequeña P, al final de nuestra fila de boxes, un poco arrinconada. Nos acercamos. Y la vimos llorar. Intentando controlar los espasmos cortitos de un llanto sin furia, Pequeña P nos pidió disculpas por la opereta de la mañana, y nos contó. Total, que le habían entrado a la casa y se habían llevado todo. Y que “todo” incluía la cajita donde guardaba las cosas de su hija. Las lágrimas le iban cayendo sobre el saquito de hilo cuando Pequeña P llegó al clímax angustiado de su relato: dentro de la cajita, estaba el cordón umbilical de la pequeña. 34
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A ver, cuál es la reacción correcta cuando tu supervisora de call center, que viene de pegarte una cagada a pedos formidable, te dice, al lado de tu box y llorando: “!!Se llevaron el cordón umbilical de mi nena!!” Yo no pude evitar pensar en un morocho del conurbano profundo sosteniendo en el aire un frasco de mayonesa con un fideo retorcido y mustio flotando en su interior, mirándolo con extrañeza y haciendo un alto en el agite del desvalijamiento para preguntarse: ¿qué mierda es esto? Cuando nos íbamos, Pequeña P me dijo que me levantaba el plan de acción. Todos salimos pensando pobre, ahora entendemos porque se puso así. La verdad, me hubiera gustado, como La Peque, quedarme con esa indulgencia, pero no puedo evitar pensar que por muy justificado que esté (y de verdad lo estaba) en el trato, maltrato de Pequeña P cuando llegó, está la latencia de un permiso. Quiero decir, nadie torea a sus subordinados con un “puedo ser una perra” si no siente que su acción se instala en una cultura de acciones más o menos homogéneas, reconocibles unas en otras, con algún grado de emparentamiento. Vamos, que nadie te putea si alguien no le dijo antes que valía putear. Nota al presente: Si por casualidad lee este blog el caballero caco que en mayo/junio de este año se llevó de una casa del Gran Buenos Aires, entre otras cosas que se llevó, un cordón umbilical, le agradecería que dejara una dirección por dónde pasar a buscar aquel tesoro ininteligible. Pequeña P y todos nosotros, agradecidos. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 14:11 ETIQUETAS: DIA 25
JUEVES 11 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 26 – Melamina símil madera Hoy mi chico de la Hoz volvió a faltar. Después del quilombete de ayer (Pequeña P nos puso y nos levantó un plan de acción a ambos, como hermanándonos) ya no creo que volvamos a verlo. Adiós, santo varón argentino. Contra la pared, en las últimas dos posiciones, al fondo de mi fila de boxes, una parejita se da besos cuando puede. Los vengo mirando desde hace días y hasta ahora me habían perecido dos tortolitos call center felices felices. Pero esta mañana, a ella no se la ve bien. De golpe, medio que llora. El la abraza, la dice cosas. Ella amaga con pararse. El la retiene, la mantiene sentada. Pasan los minutos y la escena empieza a extenderse. 35
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Pequeña P, después de un rato, decide acercarse. El se corre. Se queda ahí, pero no habla. Habla ella, y cuando habla se exaspera, y cuando se exaspera llora, y cuando llora ya no puede hablar. Pequeña P se la lleva de allí, sólo a ella, él se queda. Me pasan por la espalda, nos van pasando por la espalda a todos, y se sientan en una mesa, a charlar, 30 metros más allá. Llega un PM, y ahí se quedan los tres. Nadie, pero nadie, nadie, se decide a preguntar nada. El novio queda allá, nuevamente envinchado y trabajando. El resto, ni mu. Tampoco estoy esperando que suceda, no veo por qué debería, pero todo es demasiado disruptivo y esquizofrénico: 15 operadores hablando con máxima cordialidad mientras una llora frente a otra que la mira y le habla, todo en el mismo sitio, a la vez y en silencio. Yo aprovecho para pegarle una ojeada a la máquina que Pequeña P dejó abierta. Leo. Hay una lista con todos los nombre de su equipo. Al lado del mío dice: “justificar observaciones”. Ahá. Nunca me voy a enterar de qué le ocurrió a la chica porque al rato sucedió lo que me dijeron que me tenía que suceder y yo que seguía ahí, virgen de la caída del sistema. Bueno, que el Avaya dejó de funcionar, dejó de controlar. Estaba listo para vivir mi primera mañana de call sin sistema que, me dicen, son mañanas que se ponen. Lamentablemente, sólo puedo contar la mezquindad de unos 25 minutos, en donde luego de un alegría culposa (de esas que no se gritan porque no corresponde pero que están ahí, destellando innegablemente en las caras de cada uno) con el anuncio, la orden, de “vuélvanse a loguear, chicos”, bu, todo se desvaneció. Apenas si hubo tiempo para un baño un poco más distendido, una vueltita por el piso de abajo, no más. La palabra “chicos”, en su inalterable plural, sonando a cada momento en la boca de los supervisores, es una palabra que, no puedo evitar sentirlo así, está queriéndome vender algo, pero sin hacerse cargo de que está queriéndome vender algo. Expresa un símil amistad, símil todo bien entre ustedes y yo por eso los llamo me permito llamarlos chicos, símil vamos que somos un equipo, como la melamina es un símil madera. El “chicos” de los supervisores es eso, diría, una palabra símil. La chica que lloraba ya no llora. Ahora está, casi, sonriendo, charlando algo que tiene que ser mucho menos grave, porque su novio está casi sonriendo también, ahí al lado. Como que ya pasó. Ahí fue otro hold on, please. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 20:31 ETIQUETAS: DIA 26
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VIERNES 12 DE OCT UBRE DE 2 007
DIA 27 – Al call argentino, salud Sábado, 3 de la madrugada. Yo, a tiempo. Pero sólo yo, parece. Abajo, en la puerta, no hay guardias. Subo: ni guardias ni nadie más. Es inquietante ver un piso con trescientas máquinas apagadas y nadie allí, sobre todo después de haberlo visto con trescientas máquinas encendidas y un ejército de autómatas dando la bienvenida, diciendo su nombre, el nombre de la empresa que representan. Subo un piso más. Voy hasta mi box: nadie, tampoco. ¿Dónde está todo el mundo? En este mismo instante hay un montón de españoles con problemas en sus móviles y aquí, la ausencia. Podría ponerme a correr en bolas, si tuviera ganas, que no. Pero podría. Pequeña P me va a explicar otro día que los del fin de semana renuncian rápido, que nadie se banca mucho trabajar el fin de semana. Es tranquilizador saber que incluso un call center puede volverse algo tan argentino. Mis compañeros llegan al toque, pero sigue siendo extraño que seamos los únicos. La pregunta que nadie hace es ¿por qué tenemos que venir a trabajar si la empresa no viene a trabajar? Lo último que voy a hacer es loguearme, que es exactamente lo primero que hace La Peque. “Si te logueás, cobrás”, dice Chico TV, con ese optimismo a prueba del mundo que tiene. Me voy a caminar. El silencio es ese silencio de tubo de luz, ¿ubican? Como un zumbido que sólo se escucha cuando no hay otra cosa que escuchar. Si escuchás la luz, entonces de verdad estás solo. Cuatro menos cuarto cae el estoncito buzo Narrow. Yo no tengo por qué estar ahí, boludeando entre los boxes vacíos, pero a él no parece importarle: no me mira, no me habla. Se sienta en un box de supervisor, enciende y ahí se queda. Cuando paso al rato, sigue ahí, la luz del monitor poniéndole azul la cara. Cuatro y media: nadie. Cinco: nadie. Recién a las cinco y media, cuando La Peque lleva dos horas y media logueada y yo diez minutos, el call, perezosamente, empieza a poblarse. Por ahí veo a Platinada platinadísima, enojada con algo. Para las siete todo parece más normal. 37
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En el segundo break: dos mujeres. Una rubia, alta, grandota, tetas grandes, voz en alarido, muy alegre por tratarse de las siete y algo de la mañana, se llama Blanca, me dice. Tiene 47 años y es la única persona, junto con la señora que la acompaña, que vi por arriba de los 40, 35. Es de ventas, y dice que le va bien. Que sale de acá y se va a otro call a vender medicamentos naturales para la comunidad hispana de los Estados Unidos. Que vende unos aceites que te agrandan el pene. No toma café de la máquina. Trajo el suyo. Es viuda y me jura que su hija es vizcondesa. Chico TV me pregunta si debe agarrar un laburo en Musimundo. Es raro, Chico TV: estudia dirección en canal 7 pero no mira televisión, no sabe nada de Tinelli, ni de Gran Hermano ni de ningún otro programa. En cambio, sabe bastante de química. -Musimundo, luca cincuenta en la mano, un franco por semana, de 9 a 6, ¿qué decís? Yo lo miro y me quedo. No me animo a intervenir su suerte. Luca cincuenta en la mano, un franco por semana… no sé, ¿ustedes qué dicen? PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 17:54 ETIQUETAS: DIA 27
MARTES 16 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 28 – Ha sido un placer Domingo, 3 de la madrugada. Otra vez, nadie: nadie. Me voy acostumbrando. Al principio es tentador estar ahí, solo. Después te agarra la paranoia de que debe haber cámaras, de que si rompés algo o le echás un meo al box de Platinada Platinadísima alguien te va a ver, a filmar, a castigar: un tarado. Voy para mi piso. La escalera la subo deteniéndome cinco segundos en cada escalón, tratando de comprobar qué se oye. ¿Y qué se oye? Nada, el sonido raspado de mis zapatillas sobre cemento crudo, qué otra cosa. Así que lo que hay es un imbécil a las tres de la mañana en un edificio del Once a medio terminar, con 600 computadoras apagadas distribuidas en sus dos pisos y rollos de alfombra apilados allá más lejos, subiendo interminablemente una escalera y comportándose como un alienado mientras lo rodea algo bastante parecido al absurdo y al vacío. Cuando llego al box, ella: la Argentina que no es, a la que le tendría que 38
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haber ido mejor si hubiera sido, la víctima tintineante de los que sí lo son, de los que renegamos de serlo pero siempre llega el día en que mucho o un poco sí lo somos, digo, argentinos picaruelos que total, capo: total... Cuando llego al box, ella: La Peque. La Peque necesita la guita y necesita ganarla en ese horario. Y por eso confía. En el soft que la controla y en el control que le paga. Es probable que no tenga la chance de no confiar. Me logueo. La imagen, vista de la objetividad panóptica, es la de dos perdedores del sistema, encorvados frente a la pantalla, dos cuadraditos grisáceos contiguos con reflejos de monitores en medio de doscientos cuadraditos grisáceos en sombras. Llega Chico TV, no hay día que no llegue sonriendo. Al rato, lo escucho transferir a alguien al sector personalizado. Le pregunto: -¿Sector personalizado? ¿Existe eso? -No sé. Yo invento cosas para que la gente se ponga contenta. Después de las cinco, caen los primeros. Los boxes un poco se van llenando, un poco. Y los sonidos son leves pero otros. No sé bien por qué, pero se me ocurre que está bien si me voy. Y salgo a la calle. Afuera hace un frío de esos medio mal llevados. Y tampoco de noche el Once se parece a Catalinas: acá lo que duerme no son la oficinas de Sun Microsystems. Vuelvo una hora después y nada parece haber cambiado demasiado, algunos boxes más han entrado en actividad, pero siguen lejos de ser la mitad. Me cruzo a Blanca en la sala de break del primer piso. Me dice que se viene el cumpleaños de su hija, la vizcondesa. A mi me agarra la marica tierna y me dejo conmover por el esplendor de esa señora que a esa hora de ese domingo y con 47 años está haciendo ese trabajo de vender cosas por teléfono, y que lo haga con esa fuerza y que lo haga con esa alegría, y que tenga una mañana plena porque ya se viene el cumpleaños de la vizcondesa de su hija, qué sé yo, me termina por confundir y no sé si lo que siento se llama envidia o respeto. Vuelvo a mi sector. La Peque saca clientes, Chico TV parece que está de break. Seguimos sin supervisores. ¿Cómo es posible que los supervisores no vengan? ¿Cómo es posible que no haya control? La verdad, no tardo mucho es contestarme: el control está, porque lo supervisores no son el control, sino, apenas, su coordinación necesaria. El control comienza cuando apretás el enter luego de meter tu clave. Y si no lo apretás, si estás 39
Diario de un Telemarketer Alejandro Seselovsky
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fuera de control, entonces estás fuera de todo: entonces no estás. Me siento. Me logueo. Atiendo un cliente, el último ojalá que de mi vida. No recuerdo qué me dice. Odio la obligación de ser especiales que tienen algunas cosas. Me deslogueo. Me paro. Miro: de a poco, aisladamente, los globos empiezan a pedir mantenimiento. De golpe, cuando faltan algunas horas para completar mi día 28 adentro de este call center, decido que ya fue. Encaro para la puerta. Y me voy. Mientras voy saliendo (me odié varios días por esto, pero no lo pude evitar) voy pensando en ese video de Pimpinela, no sé cómo se llama la canción, donde los dos discuten en un subte todo en blanco y negro, y ella le dice que ya no quiere ser más una mujer oprimida, y él le contesta que a dónde vas a ir sin mí chirusita (chirusita no le dice, pero qué bien le hubiera quedado) y ella que no, que ya no me aplastes, que quiero ser yo misma, y él que andá, que qué me importa, y ella lo deja en la estación en sombras, sube por las escaleras, sale a la ciudad y cuando sale un aire le sopla en la cara y el video se vuelve color. Ella sonríe. Voy por Rivadavia. Después del video de Pimpinela ( aquí está) pienso que querrá decir la realidad cuando te hace pensar en un video de Pimpinela. No sé si me le animo a la respuesta. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 21:43 ETIQUETAS: DIA 28
JUEVES 18 DE OCTUBRE DE 2007
DIA 29 – Soy tu ex Estar allí y no pertenecer. Haber sido: dejar de serlo. Algo sucede en el pase, algo se da vuelta -me dan ganas de decir que para siempre- cuando saliste, cuando volviste para comprobar que ya no estás ahí. Son las seis de la mañana, y yo entro al piso sabiendo que es la última vez que entro al piso. ¿A qué lugares se vuelve? ¿Se vuelve de verdad alguna vez a algún lugar? Pequeña P me mira con cara de esta vez sí, plan de acción. Me gusta su expresión de te tengo, chiquito. Me gusta saber que tengo el ancho y ella con la felicidad pavota de un siete de oro. Ya no voy a trabajar aquí más, Pequeña P. Vine sólo a informártelo. Y a preguntarte qué debo hacer para desvincularme correctamente, como corresponde en una sociedad civilizada donde unos respetan a los otros, sin importar grados o jerarquías. Me gusta dejarla con la expresión cambiada, más parecida a ahora me meto el plan de acción en el orto. Busco a Platinada platinadísima (no voy a decir que desesperadamente sólo por pudor pero la verdad es que sí, un poquito desesperadamente, sí) 40
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sólo para pasarle por al lado una vez más. Ahí está, la miseria del poder, el portero que te pregunta ¿a dónde va, joven? en la puerta del edificio sabiendo quién sos, a dónde vas, sabiendo que subís a lo de tu novia, pero igual te lo pregunta porque es todo lo que su poder le va a permitir preguntar a lo largo de su vida: a dónde va, joven. Y no va a perderse la posibilidad de constatar con vos los alcances de su jerarquía pequeñita. Platinada mira seriamente, como hacen las personas que se concentran en sus trabajos, unos papeles, unas listas de algo. Yo le camino al lado, suave, no dejo de mirarla ni siquiera cuando descubre que la estoy mirando. No me tiene. Y por eso se queda. Yo le hago una reverencia apenas, un saludo de codo en la barra. Imposible sentir rabia cuando talla la penita. Pequeña P me explica que tengo que mandar un telegrama. Bien. Me dice que no sabe bien cómo se liquida mi sueldo, pero seguro que en Pellegrini me explican. Bien. Que vaya a Pellegrini. Bien. Que vaya y pregunte. Ahí está Recursos Humanos. Bien. Ahí me vana a decir bien. Bien. ¿Mañana estarán? Bueno, me despido de mis compañeros, de La Peque y su yugo, de Chico TV y su alegría saltimbanqui. De mi chico de la Hoz no me despido porque ya no viene: bu. Los dejo a todos acá adentro, yo vuelvo a Rolling Stone, que tiene toda la onda yeah yeah, a levantarme a las once y media de la mañana (las semanas que hay cierre no, las semanas que hay cierre a las once), a zafar entradas para el Pepsi, a ganar fortunas, a charlar con Cerati en los VIPs casuales de las discos a las que siempre defenestramos pero seguimos yendo, a escribir, que eso hacemos los cronistas, escribir, y pensar el mundo de la almitas del suburbio que no se sientan un mes frente al monitor a sacar clientes enojados con su celulares, se sientan un año, o dos, y muhá ja ja ja. Ay, me agarraron ganas de ver comments. Hasta mañana. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 02:00 ETIQUETAS: DIA 29
VIERNES 19 DE OC TUBRE DE 2 007
DIA 109 – Hoy, ahora, acá Seis de la tarde, escritorio, monitor, redacción de Rolling Stone. Hola, qué tal, cómo va. Los Pumas ya ganaron, ganaron, ganaron, perdieron, ganaron. Y el Tanque Denis está hoy en la tapa de Olé. Nada, que el presente es este presente, y no mayo, aquel presente del que veníamos hablando. ¿Y qué decir desde acá? Bueno, que hace calor, que parece que afuera está lindo. 41
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No sé si de verdad tengo ganas de decir mucho más. Hablar de los objetivos del trabajo… de las conclusiones… de qué quise decir con la palabra “Gordis” del principio o con el párrafo mala onda del final. Es eso que está allí, en este espacio virtual y en las páginas de le edición de octubre de Rolling Stone. Lo que no dice de sí mismo el texto no tiene sentido salir a decirlo después: prefiero fracasar con el chiste a tener que explicar cómo funciona. Sí tengo que mencionar el asombro que me produce la diversidad de reacciones. No la reacción en sí, sino su disparidad en el mapa de todas. Y de todas, mi favorita es la del que detesta el blog y no puede parar de leerlo. Y entonces comenta. Y cuando comenta putea. Y después de putear vuelve a leer. Y después de leer comenta. Y pide por favor que se termine. Y vuelve a entrar. Y así. Hubo muchos de esos. Son la sal de la ciberexistencia. Tengo mi propio ranking de comments todo mal. Son mi tesoro. Tengo ganas de subirlo. Capaz. Bueno, siempre hay alguien a quien estos datos le parecen importantes: al día de hoy, el blog tuvo 145.000 visitas, con 370.000 páginas vistas. Hubiera superado cualquier cálculo previo, si previamente nos hubiéramos puesto a hacer cálculos. En lo personal, esto va a en serio, pura felicidad del laburo. Estar allí, sentirse un testigo del mundo, de ese mundo, y fotografiarlo tan de cerca. ¿Vieron los fotógrafos que están justo al otro lado de la línea de cal, con el banquito y el lente largo, llevándose jugadas en la cámara sin intervenirlas nunca? Eso, felicidad. Después del día 29, lo que vino fue trabajo de campo al descubierto. Así fue como, tres meses después de haber salido de allí, Norberto Varas, presidente de la filial local de Teleperformance y referente de la industria argentina del Telemarketing en la Cámara de Comercio, me recibió en su despacho del piso once, o doce, no sé, allá, en las alturas. Fui como periodista de Rolling Stone, pero usé toda mi experiencia como ex empleado de Teleperformance. Tuvimos una larga charla de la que sólo fue publicada una parte en la edición de papel. La entrevista completa es parte de las cosas que, a modo de chaucito, nos vemos, vamos a estar subiendo la semana que viene. También la apertura de Podetti en la edición de papel, puede ser un lindo wallpaper. Y yo mismo diciendo algunas huevadas finales. Bueno, me voy que hoy toca Soda, y ya les hablé de mi amistad con Gustavo… ¿o no les hablé todavía? 42
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PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 17:54 ETIQUETAS: DIA 109
MARTES 23 DE OCTUBRE DE 2007
DIA Bonus Bien, como parte de no sé bien qué cosa pero algo bastante parecido a esto ha sido todo, y como fue anticipado en últimos posteos, ejem, que vamos a subir algunos documentos que completan (me gusta pensar que sí, lo completan) mi experiencia call center. Para empezar, aquí está la nota tal cual fue publicada en la edición de papel de Rolling Stone, número de Octubre. Mañana, pasado, iremos subiendo otros documentos hasta completar esta semana final. Después, adiós. Y después, si quieren, hacemos la fiesta del reencuentro. PUBLICADO POR ALEJANDRO SESELOVSKY EN 11:56 ETIQUETAS: BONUS
MIÉRCOLES 24 DE OCTUBRE DE 2007
DIA Bonus II (El reportaje) Habían pasado algo más de dos meses cuando, como periodista de Rolling Stone, fui a ver a Norberto Varas, el presidente de Teleperformance y el tipo con el que te pasan cuando llamás a la Cámara de Comercio y pedís con el representante del sector empresario de telemarketing. Es decir, Varas es la cara de la empresa call center argentina. El jefe de los malos. Varas: bu. De verdad hay mucha gente que lo ve así. Quiero decir, el mapa político del call center parece ser, a grandes rasgos, el de una industria con alta tasa de crecimiento y completa ausencia de cualquier construcción formal de la fuerza colectiva de trabajo. Este desajuste lo pone a Varas en un lugar irremediablemente incómodo. En la puerta del edificio, sobre la calle Carlos Pellegrini, había una chica repartiendo volantes. Gloria, se llamaba y me contó que la habían despedido de TP porque su médico le prescribió un cambio de puesto de trabajo y la empresa no lo aceptó. Subí con el volante en la mano y, después de esperarlo horita y media, Varas me invitó a pasar. En la edición de papel, debido a su extensión, la charla quedó extractada. Ahora, aquí abajo, copio la charla completa.
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-A ver si podemos partir de acá: estamos vendiendo servicios para empresas de países desarrollados que se pagan con salarios de países en vías de desarrollo... -Varas: Lo mismo que el grabador con el que estás haciendo esta entrevista, que está hecho en China. Porque el plástico cuesta lo mismo en todo el mundo, ¿Qué tienen los chinos, los coreanos, que lo fabrican y lo exportan? Mano de obra con salarios competitivos.
-Novecientos pesos es un salario competitivo, nadie tiene dudas de eso. -Varas: No todos ganan esa plata, si tomás una semana de ocho horas estamos pagando casi 1200.
-Ese es un sueldo para los bilingües, y además, casi todos los agentes trabajan seis horas. -Varas: Hay turnos de cuatro, de seis y de ocho...
-Sí, ¿pero cuál es la mayoría? -Varas: No hay una mayoría.
-Sí la hay.
-Varas: No. Además, cuando vos comparás un salario lo tenés que comparar hora contra hora, cuánto se paga.
-Pero las seis horas de un sereno en un garage no son las seis horas del call center, donde son más difíciles de sostener. -Varas: ¿Por qué?
-Porque es estresante. -Varas: ...
-¿Usted cree que no? -Varas: Desde ya, poné lo que quieras en la nota.
-Voy a poner lo que usted diga, para eso vine a entrevistarlo. -Varas: A mi me parece que no es más estresante que el trabajo de un cajero de un banco al que no le puede faltar plata de la caja, no es más estresante que un taxi, no más que alguien que tiene que estar atendiendo al público todo el tiempo.
-A ver, permítame plantearle una situación, concreta, real, y usted me dice después qué tan estresante le parece. -Varas: Okay.
-Una persona recibe constantemente llamadas, no puede no recibir una llamada, y puede darse el caso de que tenga que esperar una hora para salir de break... eso sin contar el maltrato de su supervisor que… -Varas: ¿Vos fuste telemarketer?
-Sí
-Varas: ¿En dónde? -En su empresa, en Teleperformance. -Varas: ¿Acá?
-Sí.
-Varas: ¿Y por qué te maltrataron? -No sé, supongo que mi supervisora necesitaba descargarse. 44
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-Varas: ¿Y vos no tenías mi teléfono para llamarme, para elevar una denuncia?
-¿Me está hablando en serio? ¿Me está diciendo que cada empleado maltratado tiene que irse hasta un locutorio y llamarlo a usted? Por otro lado, yo no quería denunciar a nadie, yo sólo quería ver cómo funcionaba este empleo por dentro. -Varas: Pero si no te sentís correctamente tratado... -La pregunta es: ¿Qué hacen las empresas cuando la naturaleza
del empleo que ofrecen es estresante? ¿Qué hace una empresa como la suya para proteger a sus trabajadores en ese caso?
-Varas: Lo primero es darle la opción de elegir un horario, uno más corto o uno más largo.¿Hace cuánto que trabajaste con nosotros?
-En mayo.
-Varas: Entonces no viste los cambios que venimos dando. Las condiciones de trabajo fueron mejorando...
-Yo tenía que trabajar en su empresa con auriculares y sillas rotas, y eso no fue en los comienzos de la industria, fue hace dos meses. -Varas: A mi no me gusta tener auriculares rotos... -Déjeme decirle que los tiene. -Varas: Pero no me gusta.
-Imagino que no, y de verdad que no me parece grave que unl auricular esté roto, lo grave es que mi supervisor me conteste que no moleste y que vuelva a trabajar cuando le pido que me lo cambie. -Varas: Tuvimos un crecimiento demasiado explosivo, y no tuvimos tiempo de formar mandos medios. Como industria, estábamos preparados para formar agentes, pero no supervisores. -Que me diga que las tensiones en los recursos humanos se
deben al crecimiento, me suena un poco a: “mirá, nosotros no tenemos nada que ver, fue culpa de lo bien que nos fue”. ¿Crecer no es lo que estaban buscando? -Varas: Yo no estoy evitando la responsabilidad, lo que digo es que hay costos de crecimiento que no se pueden resolver rápidamente. Ninguna empresa quiere ser considerada maltratadora o negrera.
-¿Cuál es la política de Teleperformance si los trabajadores quisieran crear un cuerpo de delgados en comisión interna?
-Varas: El presidente mundial de esta compañía, que es francés, dice que todos los países tienen que prepararse para que haya grupos de empleados que se organicen y hagan reclamos. Algunos van a ser descabellados y otros van a ser atendibles. Dice que no podemos pensar que vamos a vivir sin eso. Y a mi me parece que tiene razón.
-Pero siguen sin formarse las comisiones. Muchos chicos aseguran que en cuanto comienzan a desarrollar esa instancia son señalados por la empresa y son despedidos. -Varas: ¿Qué otra cosas creés que te podrían decir? 45
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-No sé, me gustaría saber qué me dice usted. -Es que, la verdad, me siento bastante lejos de Hitler.
-Nadie lo comparó con Hitler. A ver, si usted me dice que el presidente global de la compañía aconseja estar preparados porque hay que aprender a convivir con esto, pareciera que están abiertos a la posibilidad de que se formen colectivos de empleados bajo alguna clase de encuadramiento sindical. A su vez, los empleados me dicen: “si armamos algo nos despiden”. Alguien no está diciendo la verdad. -Varas: No me pidas a mi que les organice la comisión interna. Pedime que lo tolere, que lo acepte y que lo escuche. Y yo te digo sí.
-¿Pero entonces por qué no pueden organizarse los empleados? -Varas: No tengo la menor idea.
-¿Es cierto que en Teleperformance es señalado y despedido el empleado que intenta desarrollar un colectivo sindicalizado, una comisión interna, un cuerpo de delegados, llámelo como quiera, dentro de la empresa? -Varas: No tengo la menor idea.
-No lo sabe.
-Varas: No, la verdad... Sé que si se forma la tendremos que escuchar y si tiene autoridad legal, tendrá que participar como está establecido en la ley.
-¿Cómo dialoga una empresa con sus trabajadores si no es a través de una representación que esos mismos trabajadores conforman? -Mirá, yo diálogo todo el tiempo con la gente que veo...
-No le estoy hablando de un cruce en el ascensor. Me refiero a un diálogo estructural. -Varas: Tratamos de hacer reuniones, yo trato de tener mi oficina con la puerta abierta... y he visto gente que quiere formar sindicato de buena fe y otros con ambición de poder...
-Ni uno ni otros están pudiendo hacerlo. Otra cosa, ¿Por qué no puedo revelar donde estoy si me preguntan? -Varas: No es competitivo revelar ese dato.
-Okay, ahora, ¿usted puede comprender que mantener esa confidencialidad agrega tensión al pibe que está atendiendo el teléfono? -Varas: La verdad, lo puedo comprender.
-Bien, estamos llegando a algún lado. -Varas: Pero también comprendo que trabajar, casarse, tener hijos, todo te agrega tensión y a la vez, te agrega gratificación.
-¿Cual sería la gratificación que le corresponde a la tensión de que mentir forme parte de tu rutina de trabajo? -Varas: Es que si no la tuviera no duraría ese trabajo.
-¿Cómo va a hacer esta industria para sacarse de encima el mote de empleo precarizado? -Varas: El lavado de imagen es un trabajo pendiente. Nos toca trabajar 46