Gas_Geog Kaiser

GAS ESPECT\u00c1CULO EN CINCO ACTOS

Georg Kaiser

MULTIMILLONARIO. \u2014 Pero la verdad m\u00e1s profunda s\u00f3lo la encuentra alg\u00fan individuo aislado. Y entonces es ella ta (monstruosa, tan grotesca, tan extravagante, que se hace infecunda. G. KAISER: EL CORAL.

1

Trusted by over 1 million members

Try Scribd FREE for 30 days to access over 125 million titles without ads or interruptions! Start Free Trial Cancel Anytime.











PERSONAJES: EL SE\u00d1OR BLANCO HIJO DEL MULTIMILLONARIO

PRIMER SE\u00d1OR NEGRO CUARTO SE\u00d1OR NEGRO QUINTO SE\u00d1OR NEGRO REPRESENTANTE DEL GOBIERNO

MADRE CAPIT\u00c1N SECCI\u00d3N DE AMETRALLADORAS. OBREROS.

PRIMER ACTO

Un aposento cuadrangular; la pared del fondo es de cristales. Despacho del A derecha e izquierda, en los muros, desde el pavimento al techo, pizarras donde se leen c\u00e1lculos. A la izquierda, una amplia mesa de escritorio con un sill\u00f3n de mimb

MULTIMILLONARIO.

Suena una m\u00fasica de baile dentro de la casa. En la mesa de escritorio, a la de ESCRIBIENTE. Entra EL SE\u00d1OR BLANCO por la izquierda. Cierra la puerta sin ruido, avanza sin ruido. Des dar un vistazo al aposento se dirige al ESCRIBIENTE; poni\u00e9ndole la mano sobre el hombr

EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 \u00bfM\u00fasica? ESCRIBIENTE. \u2014 (Vuelve, asustado, la cara hacia \u00e9l.) EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 (Atendiendo hacia el techo, con un gesto afirmativo.) \u00bfVals? ESCRIBIENTE. \u2014 \u00bfC\u00f3mo viene usted?... EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 Sin llamar la atenci\u00f3n lo m\u00e1s m\u00ednimo. Cierto sile











EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 Entonces, desde luego, por el momento, es indispensable... el jefe.. ESCRIBIENTE. \u2014 Aqu\u00ed no hay ning\u00fan... jefe.

EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 Usted acumula con rapidez los momentos conmovedores. Eso arra

ESCRIBIENTE. \u2014 Trabajamos... y repartimos. EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 (Se\u00f1alando a las paredes.) \u00bfLa f\u00f3rmula? (Levant\

(Dirigi\u00e9ndose hacia el ESCRIBIENTE.) Un invento del jefe... que no quiere serlo. ESCRIBIENTE. \u2014 \u00a1Porque no quiere ser m\u00e1s rico que los otros! EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 Lleg\u00f3 hasta la periferia de la riqueza, y se vuelve hacia el coraz\u00f3n...Y vosotros, \u00bftrabaj\u00e1is?

EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 (Sopla en la mano hueca.) ESCRIBIENTE. \u2014 (Con ardimiento.) \u00bfNo sabe usted nada del gas que fabricamos? EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 (Sigue haciendo lo mismo.) ESCRIBIENTE. \u2014 Han sido superados el carb\u00f3n, los saltos de agua. La nueva energ\u EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 (En la ventana.) D\u00eda y noche... \u00bfFuego y humo? ESCRIBIENTE. \u2014 \u00a1Han sido logrados los \u00faltimos frutos de nuestro trabajo!

ESCRIBIENTE. \u2014 El trabajo no puede detenerse una sola hora. Trabajamos para nosotros.

EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 \u00bfY si el gas, alguna vez...estalla? ESCRIBIENTE. \u2014 (Le mira con sobresalto.) EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 \u00bfQu\u00e9 sucede entonces? ESCRIBIENTE. \u2014 (Ha enmudecido.) EL SE\u00d1OR BLANCO. \u2014 (Le habla sopl\u00e1ndole en la cara.) \u00a1El terror blanco! (Se yergue y escuc arriba.) \u00bfM\u00fasica? (Se detiene en mitad del camino hacia la puerta.) \u00bfVals? (Sale ESCRIBIENTE. \u2014 (Con inquietud creciente, se encorva sobre el aparato del tel\u00e9fono. Casi gritando.) \u00a1El ingeniero! (Corren despavoridas sus miradas de la puerta de la derecha a la de la izquierda.) INGENIERO. \u2014 (De frac, desde la derecha.) \u00bfQu\u00e9? Por la izquierda, obreros azorados vestidos de blusones blancos. ESCRIBIENTE. \u2014 (Con el brazo extendido hacia el INGENIERO.) \u00a1All\u00ed!... ESCRIBIENTE. \u2014 Porque... INGENIERO. \u2014 \u00bfRecibi\u00f3 usted noticias?











INGENIERO. — ¿Se colorea? OBRERO. — Visiblemente. INGENIERO. — ¿La coloración?

INGENIERO. — Desde hace... ESCRIBIENTE. — (Precipitándose.) Diez minutos. OBRERO. — Sí. INGENIERO. — ¿Quién se lo cuenta a usted? ESCRIBIENTE. — ¿No debe usted avisar allá arriba? INGENIERO. — (Telefonea.) Ingeniero... Informe de la estación del control... Manómetro presen coloración... Me encargo personalmente del control. (Al OBRERO.) Venga usted. (Ambos se ma por la izquierda.) ESCRIBIENTE. — (Alza de pronto los brazos al cielo y corte gritando por la izquierda.) ¡No tenéis salvación!... ¡No tenéis salvación! (Sale.) El HIJO DEL MULTIMILLONARIO —de sesenta años de edad— y el OFICIAL de levita roja, vienen por la derecha. OFICIAL. — ¿Hay motivo serio para perder la calma? HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Espero aún el informe del ingeniero. En todo caso, me parece bien os vayáis. Quería, con todo, hablarte de la fortuna que mi hija te aporta. (Busca un libro en la del escritorio.) OFICIAL. — Te estoy agradecido. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — A mí nada me debes. Procede de la línea materna. Puede ser consideración. Me falta inteligencia para esos cálculos.

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Lo que tenéis ahora, lo tendréis también después. De mí no podéis OFICIAL. — Difícil será que lleguemos a tal extremo. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — No se puede saber... Por un lado se amontona dinero, por otro se

OFICIAL. —- (Le besa la mano.) Estás aún muy sofocada del baile. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — No quisiera que tu fiesta terminase con una disonancia. (Ante s ademán de susto.) El peligro acabará pronto, pero eso exige todo nuestro esfuerzo. HIJA. — (Hacia la ventana.) ¿Abajo, en la fábrica? HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Más tarde, quizá no pudiera despedirte. HIJA. — ¿Tan grave es la cosa? OFICIAL. — Hemos tomado medidas para evitarla. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Tomando las manos de su hija.) ¡Feliz viaje! Te has desprendido hoy de mi nombre. Nada se pierde con eso. Soy un hombre muy sencillo. No llego al lujo de nombre. ¿Debes borrarte dentro de mí, cuando te marches?











aún aturdida, el OFICIAL la conduce hacia la izquierda. Salen los dos. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Por teléfono.) Propague usted por la sala que un accidente de la fábrica interrumpe la fiesta. Es conveniente abandonar cuanto antes el recinto de la fáb música. El INGENIERO, por la izquierda, con el blusón sobre el frac, terriblemente excitado. INGENIERO. — (Gritando.) Informe de la estación del control. El gas se colorea por momentos, vez más. Dentro de unos minutos. .., si sigue así, llegará... ¡al rojo vivo!

INGENIERO. — ¡Ahora! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Conoce usted el error?

INGENIERO. — (Se deja caer en el sillón, junto a la mesa del escritorio. Nerviosamente, a cortas sacudidas, rasguea en el papel.) HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Funciona el timbre de alarma?

INGENIERO. — (Se levanta, brusco; se yergue rígido ante él.) He cumplido con mi deber. La fórmula es clara. Sin fracción. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Como aturdido.) ¿No encuentra usted el error? INGENIERO. — Nadie lo averiguará. Nadie puede. Ningún cerebro calcula con más exactit último cálculo está resuelto! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Y ¿no es exacto? INGENIERO. —- ¡Sí... y no! Hemos llegado al límite. ¡Es exacto... y no lo es! Más allá no hay ya

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿El gas?... INGENIERO. — ¡...Sangra en el manómetro! ¡A lo largo de la fórmula flota en el manómetro un r

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Palpando, hacia el sillón.) Estamos entregados, sin defensa posible... INGENIERO. —... A la explosión. Un ruido estrepitoso hiende el silencio exterior. Un trueno descomunal estalla. Las chime HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Acurrucado contra la pared. Sin voz.) Tiembla la tierra.

Se abre la puerta de la izquierda de un empujón. Un OBRERO desnudo, rojo por la exp penetra tambaleándose.











incorporarse.) ¡Informe de la Central!... ¡El gato blanco explota! (Se derrumba a lo largo del suelo.) HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Se acerca al OBRERO.)

TELÓN SEGUNDO ACTO

El mismo aposento. Ante la gran ventana se ha corrido una persiana verde. Hay una mesa l

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Cuánto tiempo ha transcurrido desde entonces? ESCRIBIENTE. — Diecisiete días. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Mirando hacia la ventana.) Antes, ahí se erguían techumbres abovedadas, y las chimeneas rozaban el cielo, humeando halos ardientes. ¿No sucedía a la persiana verde?

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿No está hundido, sin embargo, en el pasado demasiado lejos ya usted?

ESCRIBIENTE. — Estaba nervioso... Alucinado. Sentía cómo todo se iba preparando. Presentí —

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Haciendo un signo afirmativo.) ¡El terror blanco!... Ése nos debía dar el golpe... mortal... para empujarnos mil años adelante... ¿Dice usted diecisiete días?... días de completo descanso y sosiego!

ESCRIBIENTE. — Va siendo urgente la demanda del mundo entero. Se agota la provisión, y d poco... ¡faltará gas!... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Incorporándose.) ¿No tengo la suerte del mundo en mis manos? ESCRIBIENTE. — Debe usted atender a las exigencias de los obreros... Si no, ocurrirá pr catástrofe más tremenda. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Se acerca a él y le pasa la mano por el pelo.) ¿La llama usted













HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Y si este motivo cesase ahora? ESCRIBIENTE. — Yo... soy escribiente. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿De pies a cabeza?

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Sonriendo.) Tan profundamente os ha sepultado. Han caído so

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Dirigiéndose a ellos.) ¿Habéis huroneado ya otra vez por los escom OBRERO PRIMERO. — La excitación... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Lo comprendo. Hubo muertos... No me atrevo a pensar cuántas

OBRERO PRIMERO. — Venimos, sencillamente, con la misma exigencia. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — La conozco. Bulle en mi cabeza. La tomé como motivo de mi.. (Rápidamente.) ¿Debo despedir al ingeniero? OBRERO PRIMERO. — Hoy aún es tiempo.

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Dejar abandonadas las ruinas? OBRERO PRIMERO. — Así, la fábrica puede en veinte semanas trabajar de nuevo, OBRERO SEGUNDO. — No hay ya en el mundo provisión de gas para más de veinte semanas. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Por qué debo, en fin, despedir al ingeniero? (Al ver que los OBREROS callan.) ¿En qué consiste su falta? ¿Han fallado las instalaciones de seguridad? ¿En un detalle al menos? ¿No funcionaron bien los timbres de alarma? Debo también hacerle a él jus vosotros os hago una concesión. Nada más justo que eso.

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Queréis el sacrificio? ¿No es eso? ¿Pensáis, con eso, acallar a los











HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Sin duda alguna! OBRERO SEGUNDO. — Está bien, y... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Y el gas explota! (Los tres OBREROS callan.) ¿No debe, ahora, qued

OBRERO PRIMERO. — (Creciéndose.) ¡Debemos trabajar!

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Lo sois incansables. Empujados hacia arriba, hacia el último traba

OBRERO PRIMERO. —... Debemos llevarnos una respuesta clara. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Se va!

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Mi pequeño y precioso secreto, todavía. Más tarde lo desplegaré

OBRERO SEGUNDO. — ¿Podemos ahí fuera prometer con seguridad? HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Lo que queráis. Todo lo cumplo, y tanto corno prometáis ahí fue ¡Eso debe haceros salir de aquí con alegría! Los tres OBREROS salen. Él va hacia la mesa de trabajo y se inclina sobre los planos. ESCRIBIENTE. — (Salta, precipitado, de la silla.) ¡Yo... me marcho!











INGENIERO. — (Le mira, como queriendo preguntarle algo.) HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿No es usted el que todo lo aguanta, a quien se quiere hundir cuernos en el vientre? ¿Aún no le han pegado?

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿No puedo despedirle? INGENIERO. — ¡No! A menos que curen ustedes la herida que me hace salir. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Debe uno sufrir por muchos. INGENIERO. — (Excitado .) Si se atiende justamente al provecho de todos... ¡sí! ¿Dónde está aq debe hallar una fórmula más endeble!

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Les hace reflexionar? ¿Les templa la fiebre en que arden? Afuer

INGENIERO. — Por eso es insensato que me marche. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Sonriendo astutamente.) ¡Una tontería sin semejante! Ellos corr

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Venga usted por aquí. (Le lleva a la mesa de los dibujos.) ¿Ve usted eso?...Planos, en líneas generales...Precipitado primero de un proyecto... En fin, unas p para algo importante. Primeros bosquejos. . .

INGENIERO. — ¿Son éstos... los nuevos departamentos? HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿De dimensiones tan ridículas? . — ¿Son éstos los... patios?











HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Golpeando los planos.) ¡Aquí se opina en contra de ella!

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Le sorprenden mis planes? Le dije que son imperfectos. Para su

(Acerca un sillón a la mesa de dibujo, y se sienta.) INGENIERO. — (Retrocediendo.) ¡Soy ingeniero!

INGENIERO. — ¡Yo no me encargo de esa tarea! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Le parece demasiado fácil? INGENIERO. — ¡Demasiado... mezquina! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Se levanta.) ¿Qué dice usted ahí? ¿Es eso mezquino para su calida

(Palpando hacia él.) ¿Dónde está usted? ¿Dónde su calor..., dónde su pulso..., su dignidad? INGENIERO. — Si no puedo ocuparme en mi especialidad... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Apoyándose en la mesa.) ¡No! Eso hará volver a los otros. El camino está libre.. ., y ellos invaden el interior y reconstruyen su infierno... ¡Y la fiebre sigue Ayúdeme, quédese usted conmigo...Trabaje usted aquí, conmigo, ¡donde yo trabajo! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Al fin, con voz robusta.) ¡Entonces debo imponer mi voluntad, dominaros a todos! TEL ÓN

TERCER ACTO











OFICIAL. — (Rápidamente.) Habrá sido terrible la catástrofe. ¿Se sigue con empuje la reconstrucc HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Has hecho observaciones en ese sentido?

OFICIAL. — Estás ocupado. La tarea se te aumenta hasta ahogarte. (Señalando la mesa.) Tienes j Vengo en plena inoportunidad. (Casi brusco.) ¡Pero tengo que pedirte una entrevista ahora mi HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Para mí todo tiene la misma importancia.

OFICIAL. . — ¡Deudas de juego..., y debo pagar en un plazo que termina mañana, al medi HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Y no puedes?

OFICIAL. — (Excitado .) Jugué y perdí. Quise compensar las pérdidas y especulé. Las especula HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Después de un silencio.) ¿Y tu último camino te dirige hacia mí? OFICIAL. — ¡Bien penoso es para mí dirigirme hacia quien me regaló su confianza, que he

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Nada te reprocho! OFICIAL. — (Febril.) Aún me avergüenza más tu bondad que perdona. Yo sólo puedo prom solemnemente, que he salido inmaculado de este peligro. . .

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Aunque quisiera ayudarte... no, no puedo... Te dije ento que tu mujer era la hija de un obrero. Esto soy yo. Nada te he ocultado. Todo lo has visto

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Sí. He pensado otras cosas... ¿Quieres ayudarme? Necesito del a de todos. La torre del error no vacila, si sólo la empuja una fuerza... ¡Deben zarandearla mil OFICIAL. — (Confuso.) No quieres... H . —- También yo estoy necesitado. Te trae aquí una feliz casualidad. Er













HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Dura infinitamente!

OFICIAL. — (Con suma perturbación.) Tengo que dejar el servicio... Me expulsan del regimiento... Yo... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Le lleva hacia la puerta, por el hombro.) Sí, producirá sensación

OFICIAL. — (Se va.) HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Se acerca a la mesa, pasa la mano por encima del paño verde, inclina la cabeza; se va por la izquierda, al fondo.) Llega por la izquierda el PRIMER SEÑOR NEGRO . Sobre SEGUNDO SEÑOR NEGRO. — ¿Cómo le va en su casa? PRIMER SEÑOR NEGRO. — No se mueve una mano. SEGUNDO SEÑOR NEGRO. — Tampoco en mi casa. Viene el TERCER SEÑOR NEGRO. Perilla amarillenta y en punta. TERCER SEÑOR NEGRO. — (Dirigiéndose al PRIMERO.) ¿Cómo le va en su casa?

Vienen el CUARTO y el QUINTO SEÑOR NEGRO. Son hermanos muy parecidos, de treinta años. CUARTO SEÑOR NEGRO. — (Hacia el PRIMERO.) ¿Cómo le va en su casa?











TERCER SEÑOR NEGRO. — Exigimos: ¡la despedida del ingeniero! SEGUNDO SEÑOR NEGRO. — En absoluto independiente de los obreros.

PRIMER SEÑOR NEGRO. — ¡Nada más que este punto! ¿Estamos conformes? Los demás SEÑORES NEGROS se estrechan las manos. El HIJO DEL MULTIMILLONARIO al fondo, desde la izquierda. Indica las sillas, donde los SEÑORES NEGROS se sientan inmediatamente. El HIJO DEL MULTIMILLONARIO se sienta, como en el último lugar, entre el CUARTO y QUINTO SEÑOR NEGRO. QUINTO SEÑOR NEGRO. — ¿Quién escribe el acta? HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡No, no! ¡No se escribe nada! TERCER SEÑOR NEGRO. — Una sesión sin... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Sí, sí. ¡Todo verbalmente! PRIMER SEÑOR NEGRO. — Dada la trascendencia del tema, creo el acta muy necesaria... p demostrar siempre nuestra independencia frente a tal exigencia de los obreros.

Los SEÑORES NEGROS, con gesto muy enérgico, levantan un brazo. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Sujeta los brazos del CUARTO y QUINTO SEÑOR, que están junto a él, empujándolos hacia abajo.) ¡Todos contra uno, no! Eso me hace demasiado poderoso. Os acosaría... y sólo os quiero convencer. PRIMER SEÑOR NEGRO. — Si nuestras discusiones... HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Queréis pactar conmigo? ¿Sois vosotros los obreros? ¿No sois señores? TERCER SEÑOR NEGRO. — Nos ha convocado usted sin orden del día. Deducimos de eso, que se confía el arreglo. Esto es una suposición justificada. Estamos de acuerdo sobre un mismo











QUINTO SEÑOR NEGRO. —... y pasamos a otro folio.

CUARTO SEÑOR NEGRO. — ¡Hay que recoger experiencias! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Dos veces? ¿Tres?

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Que depende?... ¿Soy yo, entonces, el impulso que la mueve? ¿ ése mi poder? Los SEÑORES NEGROS se miran asombrados. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Mi poderosa voz, ¿está por encima del horror y del placer? ¿Hay a

Sólo un hombre puede decidir... ¡No!... ¡No!... ¡No! Los SEÑORES NEGROS se miran unos a ot

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Hemos allanado las ruinas..., y encima de las ruinas hay un nuev

PRIMER SEÑOR NEGRO. — ¿Qué hay, pues? HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Nunca humearán aquí las chimeneas! ¡Jamás se oirá el estrépito d máquinas! ¡Jamás zumbará el alarido de las víctimas de una explosión ineludible!











nosotros ninguna cobardía. Hombres somos... Seres de extrema energía. ¿No lo hemos com

SEGUNDO SEÑOR NEGRO. — ¿Quiere usted, pues, suprimir toda la producción?

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Doy el ejemplo sobre mi suelo. Junto a verdes avenidas, pequeñ parcelas para nosotros.

TERCER SEÑOR NEGRO. — Debéis disponer de medios..., pues, al fin, el mundo aún cuenta co dinero. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — La ganancia anterior es suficiente para todos durante el tiem necesario para el efecto que se difunde. CUARTO SEÑOR NEGRO. — ¡Esperaría usted mucho tiempo imitadores! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¿Si os hace falta gas? (Los SEÑORES NEGROS se callan.) Os podría

PRIMER SEÑOR NEGRO. — (Después de una pausa, mirando alrededor y recogiendo las miradas de los otros.) ¿Estamos de acuerdo? (Los SEÑORES NEGROS alzan los brazos.) Concederemos un plazo... hasta











¿Aquel que jugaba junto a mí, que construía castillos de arena con las dos manos? Se derrum

MUCHACHAS. — (Rebullen abajo, más cerca.) ¡Es mi hermano! LA MUCHACHA baja en dirección a ellas. Silencio. VOCES. — (Que crecen de nuevo.) ¿Quién? MADRE. — ¡Yo! (Silencio.) La explosión pulverizó al hijo de una madre. ¿Qué es esto? ¿A quié

MUJERES. — (Rebullen abajo.) ¡Es mi hijo!













MADRES. — ¡A mi hijo, no! MUJER. — (Baja de la tribuna.) OBRERO. — (Sube a la tribuna.) Muchachas: ¡soy el hermano! Juro que yo soy el hermano. Jur

OBRERO. — (Baja hacia ellos.) OBRERO. — (En la tribuna.) ¡Madre..., soy tu hijo! En torno a sus ojos..., rígidos por el manóm











porque vosotros estáis en huelga. Solidaridad con vosotros hasta el último momento. ¡ ¡Firmeza! ¡Debéis exigir, exigir para todos! ¡Tenéis la responsabilidad de todos!

OBRERO. — (Arriba.) ¡La sala estalla de nuestros gritos! Retumban en la cúpula y cruje el cem

TODOS LOS HOMBRES Y LAS MUJERES. — ¡Delante de la casa! ¡¡Aquí no nos oye!! Frenético movimiento hacia las salidas. Tumulto y bramidos. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Voz.) ¡Desde aquí os oigo! (Silencio de muerte. Voz.) ¡Estoy en la sala! ¡Os he oído! (Le buscan entre murmullos. Voz.) ¡Quiero contestaros... aquí, en la sala! (Crece el movimiento. Voz.) ¡Debéis escucharme ahora! Se abre un callejón en dirección a él. ESCRIBIENTE. (Lanzándose a la tribuna.) ¡No le dejéis hablar! ¡No le dejéis subir! ¡Apretaos! ¡No le abráis paso! ¡Corred hacia afuera! ¡Hacia la fábrica! ¡Corred y despejad aquello de escombro











cumplo!... Hombres sois, en unidad y plenitud, para el mañana... Anchos prados verdes son

(Abandona la tribuna.) Silencio. El INGENIERO sube a la tribuna. UNA VOZ. — (Estridente.) ¡El ingeniero! INGENIERO. — ¡Aquí estoy! ¡Escuchad esto! Me someto a vuestra voluntad... ¡Desaparezco! Ac

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — (Abajo.) ¡Salid de la sala! ¡Instalad la colonia! INGENIERO. — ¡Quietos aquí! ¡Quietos aquí, en la sala! Aquí soy una gran voz para vosotros truena desde aquí! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Salid de la sala! INGENIERO. — Permaneced en la sala. ¡No os engañéis! Voces. Crecen los murmullos hostiles. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Aún suenan aquí injurias. ¡Fuera se dispersan! INGENIERO. — Tratáis de encubrir la ofensa con que me excitáis. Me marcho... ¡Ahora debé fábrica! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Abrid las puertas a la claridad del día! . — ¡Debéis ir a la fábrica! ¡No amontonéis engaño sobre engaño, mintiéndoos a voso











malgastándoos vosotros mismos! Hay en vosotros una fiebre, una agitación de trabajo que

INGENIERO. — ¡Sois campesinos, de perezosa energía!

HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Se realizará vuestra esperanza! INGENIERO. — ¡La indolencia asesina vuestros días! Hijo DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Vuestra faena no tiene límite! INGENIERO. — ¡Ningún invento surge! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Vais a ser vertidos en el único molde. .., en el del hombre! INGENIERO. — (Alzando el revólver por encima de su cabeza.) ¡Proclamad la destrucción! HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Pasad de la destrucción a la perfección. .., ¡a ser hombres! INGENIERO. — ¡Proclamad de nuevo mi destrucción... y corred a la fábrica! (Apoya la bo revólver en su sien. Silencio.) ¡Atreveos a gritar! Voz. — (Abriéndose paso.) ¡Nuestro jefe debe ser el ingeniero! OTRAS VOCES. —- ¡Nuestro jefe debe ser el ingeniero!











QUINTO ACTO

Un muro de ladrillos, derrumbado en parte y ennegrecido por la explosión. En él una anc CAPITÁN aguarda, en el centro. HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — Es un tremendo error. Tengo que hablar, aclararlo.













REPRESENTANTE DEL GOBIERNO. — Con ello desaparecía el motivo de la huelga, y los obreros q

REPRESENTANTE DEL GOBIERNO. — Ahora usted se presenta prohibiéndoles volver. Sostiene usted punto de vista de que no puede hacerse responsable de las consecuencias de la producc HIJO DEL MULTIMILLONARIO. — ¡Hablo de la pérdida de hombres! REPRESENTANTE DEL GOBIERNO. — No desconoce, en modo alguno, el Gobierno la extraordinar gravedad del desastre que por desgracia ha ocurrido.











Algazara muy violenta juera. Él hace señas, desde el umbral, con las manos en alto. ola de gritos. CAPITÁN. — (Gritando, hacia el REPRESENTANTE DEL GOBIERNO.) ¡Vienen! Al través de la puerta da órdenes, en dirección de la izquierda. REPRESENTANTE DEL GOBIERNO. — (Junto al HIJO derramamiento de sangre!

DEL MULTIMILLONARIO.)

¡No evita usted, pues, el

Gas_Geog Kaiser

Recommend Documents