Hola amigos! Sólo os escribo para deciros que si os gusta leer y en este momento os preguntáis qué leer, os recomiendo el libro 1984, de George Orwell, porque es una absoluta maravilla. Decidí leerlo para hacer un trabajo de una asignatura de mi carrera llamada "Psicología de la Persuasión", no muy convencido de que me gustaría a pesar de que varios de mis amigos me habían dicho que era de lo mejor que habían leído en su vida. ¡Tenían razón! Es un libro increíble. Gustará especialmente a quien le interese la política y lo que pasa en la actualidad (y al fin y al cabo, a quien le interesen los temas de la humanidad y el ser humano). Con este libro comprenderéis cómo funcionan todos los partidos políticos (todos...) 1984 tiene paralelismos impresionantes con todo lo que sucede en la actualidad, con la historia reciente de España y con EEUU. No es difícil ver esos esos parale paralelis lismos mos,, porque porque saltan saltan del libro libro a la mente mente dejánd dejándono onoss totalm totalment entee patidifusos. Además de estas cuestiones de tipo político, el libro literariamente es impresionante. Aquí os dejo el trabajo que he hecho para la asignatura de la que os hablaba. Se llama "La propaganda política en 1984". La propaganda política es una de las cosas que estudia la Psicología de la Persuasión. Si ya habéis leído el libro, os puede interesar el trabajo. Si no lo habéis leído, también, para conocer las reglas y procedimientos de la propaganda política, y porque he puesto fragmentos del libro significativos y literariamente increíbles que ilustran sus principios. Son 28 folios, a imprimir creo que bastante menos. Aunque hay partes un poco técnicas, su contenido es muy accesible. El mundo siempre ha sido igual. Lo mejor sería primero leer el libro, y luego el trabajo (Muchos de vosotros estaréis pensando pensando "Este tío lo flipa en colores!", y así es) Saludos y hasta el próximo concierto!!! PD: PD: si estu estudi diái áiss psic psicol olog ogía ía en la Co Comp mplu lute tens nse, e, podé podéis is usar usar este este traba trabajo jo para para la asignatura. Después de que me hayan puesto mi nota (o sea, a partir del año lectivo que viene) me da igual lo que sea de él, y quizás pueda sacar de un apuro a alguien.
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LA PROPAGANDA POLITICA EN 1984
Índice Introducción: ¿Qué ¿Qué es la propaganda? Pág. 3 Reglas y procedimientos de la propaganda política Pág. 3 La explotación explotación de los sentimientos Pág. 3 La simplificación Pág. 5 La individualización individualización o personalización personalización del adversario adversario Pág. 8 El empleo de estereotipos estereotipos Pág. 9 El tratamiento de la información: la desvirtuación, la exageración y las afirmaciones rotundas Pág. 10 La utilización deliberada de la mentira Pág. 12 La repetición de palabras o frases hechas Pág. 13 La repetición de temas e ideas de forma orquestada Pág. 13 La apelación a la amenaza de de un enemigo externo externo Pág. 14 La explotación explotación del contagio contagio psíquico Pág. 15 El apoyo en en actitudes preexistentes Pág. 17 La propaganda y el desarrollo desarrollo tecnológico de los medios de comunicación comunicación Pág. 17 Limitaciones de la propaganda Pág. 18 La propaganda propaganda en los estados estados totalitarios Pág. 19 La persuasión total: total: el lavado de cerebro cerebro Pág. 20 Bibliografía Pág. 22
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Introducción: ¿Qué es la propaganda?
La comunicación persuasiva se caracteriza por la intención manifiesta del emisor de producir algo en el receptor y modificar su conducta en algún sentido. Por ejemplo, inducir al consumo, estimular la participación política, o, más directamente, hacer que compre un determinado producto o marca, lograr un voto para un partido político, hacer creer en una idea religiosa o crear confianza hacia un dirigente político. Aunque toda comunicación contiene en mayor o menor grado elementos de influencia, la comunicación persuasiva se caracteriza por ser “persuasión deliberada orientada a conseguir determinados efectos utilizando técnicas de comunicación y psicológicas coactivas en algún grado” (Brewster Smith, 1975). Dentro del marco de la comunicación persuasiva, la propaganda se concibe como “el intento deliberado realizado por agentes especializados, para provocar vuelcos en la opinión y en el sentimiento” (S. E. Ash, 1964). La propaganda se podría considerar técnicamente como un tipo de acción comunicativa que intenta lograr fines de manera rápida e intensa, vinculados a intereses partidistas o sectoriales, de tipo ideológico o político, y que se apoyan en creencias y sentimientos radicales. Técnicamente, toda propaganda es un manejo y manipulación de las opiniones, y sobre todo de los sentimientos colectivos, basándose en el carácter sugestionable e irreflexivo de muchas de nuestras actitudes y creencias personales sobre diferentes aspectos de la vida social, en especial de aquellos más vinculados con el poder: religiosos, políticos, económicos y educativos. Reconociendo que toda acción comunicativa busca un fin y persigue un interés, la propaganda como acción persuasiva peculiar se caracteriza por sus fines e intenciones de carácter malévolo, falso y manipulador, pudiendo ser también desagregadoras, al procurar la marginación del contrario o bien intentando atacar directamente al poder para subvertirlo, como sucede con la propaganda revolucionaria o reaccionaria. Además, la intención persuasiva del emisor se dirige no siempre a un individuo receptor, sino a muchos receptores a la vez (a audiencias, públicos o masas). La propaganda tiene un gran poder e influencia en la sociedad moderna debido a que su desarrollo está asociado al desarrollo medios de comunicación. Destacan por su poder persuasivo con fines ideológicos los periódicos y revistas, el cine, la radio y la televisión. Estos medios operan como portavoces de las necesidades ideológicas de estados, gobiernos, partidos políticos, sindicatos, iglesias, sectas y movimientos sociales. Reglas y procedimientos de la propaganda política La explotación de los sentimientos
Uno de los procedimientos más estudiados y aplicados de persuasión es la explotación de los sentimientos y emociones de los miembros de grupos y públicos a los que se intenta manipular. Como generalmente los individuos comunes no tienen un alto nivel de información, y a menudo también carecen de una formación profunda, son fácilmente manipulables por la información falseada. Se podría decir que en este proceso las emociones son literalmente intoxicadas para que se produzca una “euforia” ciega y acrítica que pueda ser fácilmente instrumentalizada a los fines del persuasor. Esta explotación de los sentimientos se fundamenta en la casi absoluta dependencia que tiene la mayoría de los individuos respecto de la obtención de información y adscripción de significados. 3
En 1984 podemos encontrar el uso del miedo con fines propagandísticos. En el siguiente fragmento, Orwell nos relata una escena de los “Dos minutos de odio”, en el que una multitud acaba sintiendo pánico ante las escenas del enemigo que muestra una pantalla, y finalmente consigue tranquilizarse cuando en la pantalla aparece la figura del “Gran Hermano”, que es la personificación del Partido y en este contexto, la solución a todos los males: "El odio alcanzó su punto de máxima exaltación. La voz de Goldstein se había convertido en un auténtico balido ovejuno Y su rostro, que había llegado a ser el de una oveja, se transformó en la cara de un soldado de Eurasia, el cual parecía avanzar, enorme y terrible, sobre los espectadores disparando atronadoramente su fusil ametralladora. Enteramente parecía salirse de la pantalla, hasta tal punto de que muchos de los presentes se echaban hacia atrás en sus asientos. Pero en el mismo instante, produciendo con ello un hondo suspiro de alivio en todos, la amenazadora figura se fundía para que surgiera en su lugar el rostro del Gran Humano, con su negra cabellera y sus grandes bigotes negros, un rostro rebosante de poder y de misteriosa calma y tan grande que llenaba casi la pantalla. Nadie oía lo que el gran camarada estaba diciendo. Eran sólo unas cuantas palabras para animarlos, esas palabras que suelen decirse a las tropas de cualquier batalla, y que no es preciso entender!las una por una, sino que infunden confianza por el simple hecho de ser pronunciadas. Entonces, desapareció a su vez la monumental cara del Gran Hermano y en su lugar aparecieron los tres eslóganes del Partido en grandes letras: LA GUERRA ES LA PAZ LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD LA IGNORANCIA ES LA FUERZA La mujeruca del cabello color arena se lanzó hacia delante, agarrándose a la silla de la fila anterior y lego, con un trémulo murmullo que sonaba algo así como “¡Mi salvador!”, extendió los brazos hacia la pantalla. Después, ocultó la cara entre sus manos. Sin duda, estaba rezando a su manera". Para la explotación de los sentimientos, los emisores pueden apelar a sentimientos y emociones relativamente superficiales y también a aquellos ocultos en el subconsciente. Con este fin, los propagandistas elaboran argumentos emotivos engañosos y falsos, omiten determinado tipo de información, enuncian verdades a medias o hacen énfasis en aspectos que apoyen sus ideas. La persuasión política se apoya fundamentalmente en los sentimientos de identidad social (sentimientos de clase, por ejemplo) e identificación histórica, política, racial o étnica, así como en los sentimientos de defensa de intereses nacionales y de grupos sociales. En el siguiente fragmento se nos relata que la ciudad está repleta de unos carteles en los que se representa la figura amenazante del enemigo, con la clara intención propagandística de generar miedo en la población: "En todo Londres había aparecido de pronto un nuevo cartel que se repetía infinitamente. No tenía palabras. Se limitaba a representar, en una altura de tres o cuatro metros, la monstruosa figura de un soldado euroasiático que parecía avanzar hacia el que lo miraba, una cara mongólica inexpresiva, unas botas enormes y, apoyado en la cadera, un fusil ametralladora a punto de disparar. Desde cualquier parte que mirase uno 4
el cartel, la boca del arma, ampliada por la perspectiva, por el escorzo, parecía apuntarle a uno sin remisión. No había quedado ni un solo hueco en la ciudad sin aprovechar para colocar aquel monstruo”…”Como para armonizar con el estado de ánimo general, las bombas cohete habían matado a mas gente que de costumbre. Una cayo en un local de cine de Stepney, enterrando en las ruinas a varios centenares de victimas”…”Otra bomba cayó en un solar inmenso que utilizaban los niños para jugar y varias docenas de estos fueron despedazados. Hubo muchas más manifestaciones indignadas, Goldstein fue quemado en efigie, centenares de carteles representando al soldado euroasiático fueron rasgados y arrojados a las llamas y muchas tiendas fueron asaltadas”. El uso de esos procedimientos de explotación de los sentimientos acostumbra a ser mayor en periodos de crisis y malestar social, cuando las soluciones a los conflictos son difíciles, cuando mucha gente se siente amenazada por cualquier cosa y las instituciones económicas y políticas no logran aportar soluciones válidas. Por ejemplo, a partir de la gran crisis económica mundial de 1929 surgieron en todos los países afectados por la inflación y el desempleo diversos propagandistas sociales y religiosos que explotaron al máximo los sentimientos de inseguridad económica y laboral de la gente común, de los trabajadores asalariados y las clases medias-bajas. En Alemania se manipuló por parte de Hitler y sus seguidores el sentimiento nacional y patriótico alemán exaltando la idea de raza privilegiada, con fuertes ataques propagandísticos a grupos religiosos y políticos concretos (judíos, comunistas y socialistas) seguidos de acciones reales de castigo, con las graves consecuencias que todos conocemos. Hay una pregunta importante que se han hecho algunos teóricos de la persuasión ideológica. ¿Por qué la propaganda más radical e incluso violenta ha sido casi siempre profundamente conservadora? ¿Y por que ha apelado a sentimientos más profundos y comprometidos de la gente como el patriotismo o la defensa de la raza y la cultura? Posiblemente, la vinculación tan estrecha que se encuentra entre ideologías conservadoras y propaganda radical, se deba al temor, compartido extensamente entre las clases medias, respecto de que cualquier cambio social atacará directamente a la tradición y a la historia, fuentes de todas las bondades recibidas, y creadoras de un orden presuntamente puro y natural. Este temor se acompaña de una llamada a la movilización religiosa y a la defensa de la propiedad y otras instituciones consideradas universalmente permanentes. El radicalismo de la propaganda conservadora se relaciona estrechamente con la presión psicológica de masas que crean los sentimientos de la posible disgregación familiar, al colonialismo económico del exterior y a la invasión de trabajadores extranjeros o colonos. Desde cierta izquierda colectivista también se han utilizado los sentimientos conservadores, por ejemplo: la tradición nacionalista rusa de la época de Stalin para elaborar una propaganda contra la invasión de la URRS por las tropas de Hitler. La simplificación
Los individuos tendemos a percibir y comprender los acontecimientos, los problemas y las soluciones a los mismos de la manera más sencilla y clara. Según las enseñanzas de la teoría psicológica de la Gestalt, las personas tendemos a percibir los fenómenos, problemas, personas y grupos como conjuntos o como todos, antes que los detalles, las partes y los matices que contienen respecto del conjunto. Cualquier aspecto que nos afecte o nos interese, se estructura en nuestra mente de forma simplificada y limitativa, y así podremos captarlo fácilmente como totalidad y adoptar una u otra postura hacia él. 5
Si no ocurriera así, el énfasis en los detalles y matices produciría una extrema confusión y oscuridad en el conocimiento sobre el objeto considerado como totalidad. Normalmente, esta percepción simplificada se va remodelando a medida que vamos conociendo algunos de los rasgos, características y atributos del objeto percibido. La experiencia del contacto práctico con el mismo, paulatinamente, nos va acercando a sus matices y a su complejidad. Tamben sirve a este objetivo la recogida de información. Cuando hay total ignorancia o conocimiento equivocado sobre los hechos o grupos sociales, y cuando no hay posibilidad de experiencias directas o se tiene miedo al contacto directo con los problemas y personas, se pierde normalmente la conexión con la realidad, con lo cual se fija la opinión principalmente obtenida por segundas o terceras fuentes. Si a esta fijación se une la tendencia normativa a buscar claridad y simplificar los hechos, se acaban distorsionando las condiciones reales del objeto. La simplificación presiona sobre las emociones moviéndolas directamente a la acción. La propaganda aprovecha esta tendencia psicológica para presentar sus mensajes, e incluso las intensifican al dar sus argumentos y explicaciones un marcado carácter de claridad que desde luego nunca tienen los verdaderos problemas, siempre complejos, contradictorios y ambiguos, cuando no confusos. En el siguiente fragmento de 1984, conocemos los principios del capitalismo a través del libro de texto que utilizan los niños londinenses. Podremos ver en este texto todos los aspectos mencionados más arriba, así como los procedimientos de simplificación que analizaremos más adelante: "En los antiguos tiempos (decía el libro de texto) antes de la gloriosa Revolución, no era Londres la hermosa ciudad que hoy conocemos. Era un lugar tenebroso, sucio y miserable donde casi nadie tenía nada que comer y donde centenares y millares de desgraciados no tenían zapatos que ponerse ni siquiera un techo bajo el cual dormir. Niños de la misma edad que vosotros debían trabajar doce horas al día a las órdenes de crueles amos que los castigaban con látigos si trabajaban con demasiada lentitud y solamente los alimentaban con pan duro y agua. Pero entre toda esta horrible miseria, había unas cuantas casa grandes y hermosas donde vivían los ricos, cada uno de los cuales tenía por lo menos treinta criados a su disposición. Estos ricos se llamaban capitalistas. Eran individuos gordos y feos con caras de malvados como el que puede apreciarse en la ilustración de la pagina siguiente”…”Los capitalistas eran dueños de todo lo que había en el mundo y todos los que no eran capitalistas pasaban a ser sus esclavos. Poseían toda la tierra, todas las casas, todas las fábricas y el dinero todo. Si alguien les desobedecía, era encarcelado inmediatamente y podían dejarlo sin trabajo y hacerlo morir de hambre. Cuando una persona corriente hablaba con un capitalista tenia que descubrirse, inclinarse profundamente ante el y llamarle señor". Los procedimientos que usa el propagandista para conseguir la simplificación son los siguientes: •
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Se reducen los conflictos a fórmulas simples y fáciles de comunicar. Se propone una forma simplificada de la situación, hecho o acontecimiento, de manera que se produce en los receptores una determinada visión e interpretación 6
distorsionada de los hechos. Esta simplificación causa siempre muchos más aciertos persuasivos que una larga, completa y prolija demostración racional de hechos y argumentos. Se da a las explicaciones un marcado tono de claridad que nunca tienen los problemas. La simplificación se consigue técnicamente parcelando la problemática y sus contenidos en algunos puntos lo más limitado posible, que se definirán y expondrán de la manera mas sencilla posible. •
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Se produce una asociación de los rasgos de esta estructura o forma simplificada con las preocupaciones de la gente, y en especial, con determinados valores y creencias muy arraigadas, como puede ser el patriotismo, la religión, la familia patriarcal, creencias sexistas, de clase, etc. Se reducen las alternativas de orientación moral hacia la situación, hecho o acontecimiento, a solo dos alternativas totalmente opuestas y contrarias: la buena/la mala, la positiva/la negativa, la nuestra/la suya; el orden/el desorden. En definitiva, el bien contra el mal. De esta forma el receptor se ve en la necesidad ineludible de elegir entre dos campos: uno lleno de verdad y valores positivos y otro lleno de mentira, falsedad y valores negativos.
Si se añade que los contrarios, además de representar el polo negativo de lo verdadero y justo, pueden mancillar lo que tocan y que el contagio corrompe, el paso siguiente en la manipulación es exponer que la única solución posible es el exterminio del adversario para lograr la tranquilidad y la eliminación de tensiones. •
Se produce también una absolutización de las conclusiones, para demostrar que el conflicto entre posiciones opuestas es radical e irreductible, y que aunque puedan existir otras posiciones intermedias, hay que elegir entre los extremos y además tomar partido por uno de ellos, que es defendido por las instancias emisoras de la propaganda.
A estas técnicas de simplificación se les añade frecuentemente una personalización o individualización de los conflictos, que es también una forma de simplificación. De este aspecto hablaremos detalladamente más adelante. •
Por último, una de las técnicas de simplificación es la inclusión de frases o eslóganes que resuman la idea central que estructura la intención persuasiva: “tierra y libertad”, “uníos, por el cambio”… La simplificación suele también expresarse en signos gráficos: desde una corona o un águila imperial hasta la hoz y el martillo, la cruz gamada, las siglas o anagrama de un partido político o movimiento religioso, etc…
Veamos ejemplos de este último aspecto en 1984: “Sacó de su bolsillo una moneda de veinticinco centavos. También en ella, en letras pequeñas, pero muy claras, aparecían las mismas frases, y en el reverso de la moneda, la cabeza del Gran Hermano. Los ojos de éste le perseguían a uno hasta desde las monedas. Sí, en las monedas, en los sellos de correo, en las pancartas, en las envolturas de los paquetes de cigarrillos, en las portadas de los libros, en todas partes. Siempre los ojos que os contemplaban y la voz que os envolvía. Despiertos o dormidos, trabajando o
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comiendo, en casa o en la calle, en el baño o en la cama, no había escape. Nada era del individuo a no ser unos cuantos centímetros cúbicos dentro de su cráneo”. “En la calle, en línea vertical con aquél, había otro cartel roto por un pico, que flameaba espasmódicamente azotado por el viento, descubriendo y cubriendo alternativamente una sola palabra: INGSOC”. “Llevaba el "mono" ceñido por una estrecha faja roja que le daba varias veces la vuelta a la cintura realzando así la atractiva forma de sus caderas; y ese cinturón era el emblema de la Liga juvenil Anti-Sex”. Por último destacar, que si se repite que los acontecimientos y los conflictos son simples, que hay que tomar posiciones radicales y que la lucha social es un combate permanente entre el bien y el mal, se llega a crear un contexto simbólico-comunicativo favorable al totalitarismo y al dogmatismo, así como a la aceptación casi ciega de tendencias políticas y económicas autoritarias y dirigistas. La individualización o personalización del adversario
Una técnica complementaria de las anteriores y vinculada a la regla general ya expuesta de la simplificación, es la individualización del adversario. Se trata de cambiar el significado plural, y a menudo heterogéneo de los actores sociales (grupos, clases, partidos políticos, etc), por un significado único y simple que individualice y singularice lo colectivo. Suele aplicarse al miembro más representativo del grupo, al representante político o ideológico, al dirigente opositor. Aunque ya se dijo antes que el recurso a la simplificación era importante, se potencia cuando en lugar de hacerlo sobre las características sociológicas de la organización contraria se hace sobre los rasgos personales y políticos de su dirigente principal. De esta manera se permite concentrar los ataques de la argumentación persuasiva sobre el representante más individualizado del adversario, a menudo portador por sí mismo del contenido político o ideológico relevante. Se codifica así la formalización del enfrentamiento entre dos partes facilitando la utilización de argumentos adecuados y eficaces desde la base de la simplificación. Este procedimiento, además, cumple otro objetivo: el de socavar la unidad de los miembros del grupo u organización adversaria, ya que sirve para estimular la creación de facciones dentro del mismo y para estimular las deserciones, con lo cual se divide al adversario en su mismo espacio organizativo. Veamos cómo en 1984, el enemigo está personalizado en la figura de Goldstein: "Como de costumbre, apareció en la pantalla el rostro de Emmanuel Goldstein, el Enemigo del Pueblo. Del público salieron aquí y allá fuertes silbidos. La mujeruca del pelo arenoso dio un chillido mezcla de miedo y asco. Goldstein era el renegado que desde hacía mucho tiempo (nadie podía recordar cuanto) había sido una de las figuras principales del Partido, casi con la misma importancia que el Gran Hermano, y luego se había dedicado a actividades contrarrevolucionarias, había sido condenado a muerte y se había escapado misteriosamente, desapareciendo para siempre. Los programas de los Dos Minutos de Odio variaban cada día, pero en ninguno de ellos dejaba de ser 8
Goldstein el protagonista. Era el traidor por excelencia, el que antes y más que nadie había manchado la pureza del Partido. Todos los subsiguientes crímenes contra el Partido, todos los actos de sabotaje, herejías, desviaciones y traiciones de toda clase procedían directamente de sus enseñanzas. En cierto modo, seguía vivo y conspirando. Quizás se encontrara en algún lugar enemigo, a sueldo de sus amos extranjeros, e incluso era posible que, como se rumoreaba alguna vez, estuviera escondido en algún sitio de la propia Oceanía”…”Era el jefe supremo de un inmenso ejército que actuaba en la sombra, una subterránea red de conspiradores que se proponían derribar el Estado. Se suponía que esa organización se llamaba la Hermandad”…”y Goldstein… aparecía como un siniestro brujo capaz de acabar con la civilización entera tan sólo con el poder de su voz”. Existen ejemplos históricos como el de los nacionalsocialistas hitlerianos, que supieron llevar este principio a sus últimas consecuencias cuando hablaban del judaísmo internacional, ridiculizaban la apariencia física de Churchill o definían a los miles de sacerdotes católicos contrarios a ellos como una cuadrilla de curas hostiles al Estado. También los comunistas utilizaron esta regla cuando hablaban de la burguesía europea, el estado burgués, la clase explotadora o el imperialismo americano. Este procedimiento adquiere su máxima eficacia psicológica cuando se usan conceptos o frases que intentan resumir lo que representa para el persuasor su enemigo, incluyendo ambigüedades y creando confusión. Franco, por ejemplo, para definir a sus numerosos enemigos hablaba de conspiración judeo-masónica, intentando de esta manera singularizarlos en un único adversario. El empleo de estereotipos
Las personas situamos en nuestra mente las representaciones e imágenes de los miembros de grupos sociales específicos en términos de estereotipos y clichés. Así, tenemos el estereotipo del joven moderno, del joven tradicional, de la chica liberada, del padre de familia, de la ama de casa, del negro, del árabe, del francés, etc. Los persuasores emplean profusamente estos estereotipos con fines de manipulación de las valoraciones, juicios y prejuicios asociados a ellos. Se proyectan así atributos de bondad, suavidad, limpieza, educación y tranquilidad a las personas de piel blanca, mientras que se proyectan los atributos de maldad, brusquedad, suciedad, ignorancia y violencia a las personas de piel oscura o morena como negros, árabes o gitanos. En 1984 hay un fragmento muy significativo a este respecto, en el que se describe a “los proles” usando sólo y únicamente estereotipos: El Partido enseñaba que los proles eran inferiores por naturaleza y debían ser mantenidos bien sujetos, como animales, mediante la aplicación de unas cuantas reglas muy sencillas. En realidad, se sabía muy poco de los proles. Y no era necesario saber mucho de ellos. Mientras continuaran trabajando y teniendo hijos, sus demás actividades carecían de importancia. Dejándoles en libertad como el ganado suelto en la pampa de la Argentina, tenían un estilo de vida que parecía serles natural. Se regían por normas ancestrales. Nacían, creían en el arroyo, empezaban a trabajar a los doce años, pasaban por un breve período de belleza y deseo sexual, se casaban a los veinte años, empezaban a envejecer a los treinta y se morían casi todos ellos hacia los sesenta años. El duro trabajo físico, el cuidado del hogar y de los hijos, las mezquinas peleas entre vecinos, el cine, el fútbol, la cerveza y sobre todo, el juego, llenaban su horizonte mental”…”Todo lo que se les pedía era un patriotismo primitivo 9
al que se recurría en caso de necesidad para que trabajaran horas extraordinarias o aceptaran raciones mas pequeñas”…”Como decía el Partido:”los proles y los animales son libres”. El tratamiento de la información: la desvirtuación, la exageración y las afirmaciones rotundas
Uno de los aspectos más importantes en la comunicación persuasiva es el tratamiento interesado de los hechos de la realidad. Los propagandistas tienden a ocultar o distorsionar deliberadamente los hechos con el propósito de que sirvan a sus fines directa o indirectamente. El emisor trata la información resaltando los datos que considere favorables a sus fines persuasivos, y que siempre desvirtúan el sentido original del acontecimiento. Aunque a menudo utilizan argumentos engañosos, otras veces utilizan los verdaderos (cuando los consideran útiles), y suelen también instrumentalizar a su favor las medias verdades. El convencimiento se produce al apelar a la fuerza de los hechos de referencia que, no obstante, han suido desvirtuados y desfigurados. Se acompaña la descripción de los hechos con opiniones tajantes que los desvirtúan en base a la intención persuasiva. De un conjunto de datos complejos disponibles por el emisor, referidos a un marco y realidad determinada, el persuasor selecciona aquellos que considera más adecuados ofrecer al receptor por su utilidad a los fines del mensaje. En contraposición, censura y elimina aquellos otros que cree que no pueden ser manipulados o simplemente que no los considera oportunos. Siempre suprime aquellos datos que pueden comprometer –por su sentido- la intención y los fines de la persuasión. Hay muchas referencias a la desvirtuación de la información en 1984, ya que el estado totalitario en que se desarrolla la novela cuenta con un Ministerio de la Verdad, que en palabras del propio Partido, se ocupa de la mentira; y dentro de ese ministerio se encuentra el Departamento de Registro, donde se manipulan todas las informaciones de manera que sean las oportunas para los fines persuasivos del Estado. En el siguiente fragmento vemos cómo funciona en Departamento de Registro: “El Departamento de Registro, después de todo, no era más que una simple rama del Ministerio de la Verdad, cuya principal tarea no era reconstruir el pasado, sino proporcionarles a los ciudadanos de Oceanía periódicos, películas, libros de texto, programas de telepantalla, comedias, novelas con toda clase de información, instrucción o entretenimiento. Fabricaban desde una estatua a un eslogan, de un poema lírico a un tratado de biología y desde la cartilla de los párvulos hasta el diccionario de neolengua. Y el Ministerio no solo tenía que atender a las múltiples necesidades del Partido, sino repetir toda la operación en un nivel mas bajo a beneficio del proletariado. Allí se producían periódicos que no contenían mas que informaciones deportivas, sucesos y astrología, noveluchas sensacionalistas, películas que rezumaban sexo y canciones sentimentales compuestas por un calidoscopio llamado versificador". Los siguientes fragmentos nos relatan cómo todos los documentos que se hayan quedado “anticuados” (por cambios en la política del partido), debían ser manipulados para que no quedara constancia de otra información: “Había también un gran numero de empleados cuya labor solo consistía en redactar listas de libros y periódicos que debían ser “repasados”. Los documentos corregidos se 10
guardaban y los ejemplares originales eran destruidos en hornos ocultos. Por ultimo, en un lugar desconocido estaban los cerebros directores que coordinaban todos sus esfuerzos y establecían las líneas políticas según las cuales un fragmento del pasado había de ser conservado, falsificado otro, y otro borrado de la existencia”. “Este proceso de continua alteración no se aplicaba sólo a los periódicos, sino a los libros, revistas, folletos, carteles, programas, películas, bandas sonoras, historietas para niños, fotografías… es decir, a toda clase de documentación o literatura que pudiera tener algún significado político o ideológico. Diariamente y casi minuto por minuto, el pasado era puesto al día. De este modo, todas las predicciones hechas por el Partido resultaban acertadas según prueba documental”…”En ningún caso habría sido posible demostrar la existencia de una falsificación. La sección más nutrida del Departamento de Registro, mucho mayor que aquella donde trabajaba Winston, se componía sencillamente de personas cuyo deber era recoger todos los ejemplares de libros, diarios y otros documentos que se hubieran quedado atrasados y tuvieran que ser destruidos. Un número del Times que –a causa de cambios en la política exterior o de profecías equivocadas hechas por el Gran Hermano- hubiera tenido! que ser escrito de nuevo una docena de veces, seguía estando en los archivos con su fecha original y no existía ningún otro ejemplar para contradecirlo”…”Lo más curioso era -pensó Winston mientras arreglaba las cifras del Ministerio de la Abundancia- que ni siquiera retrataba de una falsificación. Era, sencillamente, la sustitución de un tipo de tonterías por otro. La mayor parte del material que allí se manejaba no tenia relación alguna con el mundo real”…”Las estadísticas eran tan fantásticas en su versión original como en la rectificada”. Otra de las formas de desvirtuar la información consiste en exagerar deliberadamente todos o algunos de los detalles del acontecimiento más convenientes para el éxito de las intenciones persuasivas. Veamos estos ejemplos de exageración extraídos de la novela: “Las fabulosas estadísticas continuaron brotando de la telepantalla. En comparación con el año anterior, había más alimentos, más vestidos, más casas, más muebles, más ollas, más comestibles, más barcos, más autogiros, más libros, más bebés, más de todo, excepto enfermedades, crímenes y locura. Año tras año y minuto tras minuto, todos y todo subía vertiginosamente”. “Por ejemplo, las predicciones del Ministerio de la Abundancia calculaban la producción de botas para el trimestre venidero en ciento cuarenta y cinco millones de pares. Pues bien, la cantidad efectiva fue de sesenta y dos millones de pares”…”Lo más probable es que no se hubieran producido botas en absoluto. Nadie sabía en definitiva cuánto se había producido ni le importaba. Lo único de que se estaba seguro era de que cada trimestre se producían sobre el papel cantidades astronómicas de botas mientras que media población de Oceanía iba descalza”. “Entre el estruendo se destacaban trozos de frases triunfales: "Amplia maniobra estratégica… perfecta coordinación… tremenda derrota… medio millón de prisioneros… completa desmoralización…controlamos el África entera… La guerra se acerca a su final…victoria… la mayor Victoria en la historia de la Humanidad. ¡Victoria, victoria, victoria!”
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Otro importante recurso del tratamiento de la información en la propaganda política es el énfasis en las afirmaciones rotundas. Se prefieren las afirmaciones rotundas sobre lo positivo y lo verdadero del programa político o la ideología, antes que elaborar argumentos racionales favorables a ellos. En la persuasión casi nunca se utilizan y emplean argumentos negativos para ponerlos en contraste con los positivos. Se debe a que podrían crear cierto nivel de desorientación e incluso confusión en aquel segmento de los receptores menos crédulos hacia las argumentaciones, con lo que disminuiría el grado de convicción necesario para lograr el efecto persuasivo. La utilización deliberada de la mentira
El paso siguiente a la desvirtuación de la información es la mentira deliberada, elaborando falsas afirmaciones de manera que parezcan verdades evidentes. La propaganda se sirve de la mentira cuando lo considera conveniente, para obtener efectos favorables a sus intenciones. La mentira es uno de los aspectos fundamentales de 1984, puesto que el Partido asegura estar constantemente en guerra con otras potencias, pero estas guerras en realidad no existen, sino que son una forma de mantener atemorizada a la gente. En 1984 se extrema y caricaturiza la mentira usada con fines propagandísticos. En Oceanía (zona del mundo donde se desarrolla la novela) ya nadie se percata de la mentira, y, en uno de los mayores aciertos literarios de la obra, un orador cambia de enemigo en el medio mismo de su discurso, sin que por ello se altere el ánimo de los manifestantes ni la retórica del orador: “La pequeña figura, retorcida de odio, se agarraba al micrófono con una mano mientras que con la otra, enorme, al final de un brazo huesudo, daba zarpazos amenazadores por encima de su cabeza. Su voz, que los altavoces hacían metálica, soltaba una interminable sarta de atrocidades, matanzas en masa, deportaciones, saqueos, violaciones, torturas de prisioneros, bombardeos de poblaciones civiles, agresiones injustas, propaganda mentirosa y tratados incumplidos. Era casi imposible escucharle sin convencerse primero y luego volverse loco. A cada momento, la furia de la multitud hervía inconteniblemente y la voz del orado era ahogada por una salvaje y bestial gritería que brotaba incontrolablemente de millares de gargantas. Los chillidos más salvajes eran los de los niños de las escuelas. El discurso duraba ya unos veinte minutos cuando un mensajero subió apresuradamente a la plataforma y le entregó a aquel hombre un papelito. El lo desenrolló y lo leyó sin dejar de hablar. Nada se alteró en su voz ni en su gesto, ni siquiera en el contenido de lo que decía. Pero, de pronto, los nombres eran diferentes. Sin necesidad de comunicárselo por palabras, una oleada de comprensión agitó la multitud. ¡Oceanía estaba en guerra con Asia Oriental!”…”El orador, que no había soltado el micrófono, seguía vociferando y dando zarpazos al aire. Al minuto siguiente, la masa volvía a gritar su odio exactamente como antes. Solo que el objetivo había cambiado”…”Lo que más le impresionó a Winston fue que el orador dio el cambiazo exactamente a la mitad de una frase, no sólo sin detenerse, sino sin cambiar siquiera la construcción de la frase”. En el siguiente fragmento, Winston (el protagonista de la novela), reflexiona sobre la mentira en la que vive inmerso todo el Estado: “El partido dijo que Oceanía nunca había sido aliada de Eurasia. Él, Winston Smith, sabía que Oceanía había estado aliada con Eurasia cuatro años antes. Pero ¿dónde 12
constaba ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia, la cual, en todo caso, iba a ser aniquilada muy pronto. Y si todos los demás aceptaban la mentira que impuso el Partido, si todos los testimonios decían lo mismo, entonces la mentira pasaba a la Historia y se convertía en verdad. “El que controla el pasado –decía el eslogan del Partido-, controla también el futuro. El que controla el presente, controla el pasado”. Y, sin embargo, el pasado, alterable por su misma naturaleza, nunca había sido alterado. Todo lo que ahora era verdad, había sido verdad eternamente y lo seguiría siendo. Era muy sencillo. Lo único que se necesitaba era una interminable serie de victorias que cada persona debía lograr sobre su propia memoria. A esto le llamaban “control de la realidad”. Pero en neolengua había una palabra especial para ello: doblepensar”…”Su mente se deslizó por el laberíntico mundo del doblepensar. Saber y no saber, hallarse consciente de lo que es realmente la verdad mientras se dicen mentiras cuidadosamente elaboradas, sostener simultáneamente dos opiniones sabiendo que son contradictorias y creer sin embargo en ambas; emplear la lógica contra la lógica, repudiar la moralidad mientras se recurre a ella, creer que la democracia es imposible y que el Partido es el guardián de la democracia; olvidar cuanto fuera necesario olvidar y, no obstante, recurrir a ello, volverlo a traer a la memoria en cuanto se necesitara y luego olvidarlo de nuevo” La repetición de palabras o frases hechas
En la propaganda política es sistemática la constante repetición de palabras-clave, frases hechas o eslóganes dentro de los mensajes, sobre todo en las partes a las que se da un mayor énfasis dentro del discurso propagandístico. Se consigue así que las ideas principales y argumentos básicos elaborados penetren como un estribillo en las mentes de los receptores, que terminan por interpretarlos y asumirlos como correctos y verdaderos, e incluso a veces asimilarlos como si fueran propios. A este respecto, 1984 nos relata que el Partido deja muy claro su eslogan, allá donde haya un espacio libre donde pueda quedar reflejado: “Desde donde Winston se hallaba, podían leerse, adheridas sobre su blanca fachada en letras de elegante forma, las tres consignas del Partido: LA GUERRA ES LA PAZ LA LIBERTAD ES LA ESCLAVITUD LA IGNORANCIA ES LA FUERZA” La repetición de temas e ideas de forma orquestada
Toda persuasión eficaz utiliza en algún grado la repetición de juicios de valor o ideas del emisor sobre acontecimientos de la actualidad. Como la repetición pura y simple fatiga y puede cansar al receptor, se acostumbra repetir persistentemente los mismos juicios de valor e ideas pero codificadas en formas expresivas diferentes, de manera que los públicos receptores puedan comprenderlos y memorizarlos con facilidad. Es todavía más eficaz esta repetición cuando se realiza insistentemente alrededor de un tema o aspecto central. A menudo, la repetición de una misma frase, palabra o coletilla al final del mensaje o de los mensajes, suele tener gran eficacia. 13
A Orwell no se le escapó este recurso propagandístico, y podemos verlo reflejado en el siguiente fragmento: “Pero lo extraño era que, a pesar de que Goldstein era el blanco de todos los odios y de que todos lo despreciaran, a pesar de que apenas pasaba un día –y cada día ocurría esto mil veces- sin que sus teorías fueran refutadas, aplastadas, ridiculizadas, en la telepantalla, en las tribunas públicas, en los periódicos y en los libros… a pesar de todo ello, su influencia no parecía disminuir”. Las campañas orquestadas funcionan cuando logran penetrar simultánea o sucesivamente en diferentes ámbitos: el hogar, el lugar de trabajo o estudio, el lugar de ocio, etc. De esta forma, se produce un eco en el “espacio público” que crea contagio psicológico favorable a las intenciones persuasoras. En 1984 se relatan los actos de la llamada Semana del Odio, que representa una gran repetición orquestada de ideas, a la que se prestan alegremente los habitantes de Oceanía: “Seguían en pleno hervor los preparativos para la Semana del Odio y los funcionarios de todos los Ministerios dedicaban a esta tarea horas extraordinarias. Había que organizar los desfiles, manifestaciones, conferencias, exposiciones de figuras de cera, programas cinematográficos y de telepantalla, erigir tribunas, construir efigies, inventar consignas, escribir canciones, extender rumores, falsificar fotografías…” “La nueva canción que había de ser el tema de la Semana del Odio (se llamaba Canción del Odio) había sido ya compuesta y repetida incansablemente por las telepantallas. Tenía un ritmo salvaje, de ladridos y no podía llamarse con exactitud música. Mas bien era como el redoble de un tambor”. “Brigadas de voluntarios organizadas por Parsons preparaban la calle para la Semana del Odio cosiendo banderas y estandartes, pintando carteles, clavando palos en los tejados para que sirvieran de astas y tendiendo peligrosamente alambres a través de la calle para colgar pancartas” La apelación a la amenaza de un enemigo externo
En la propaganda se considera muy útil, y a menudo imprescindible, dirigir directamente los ataques argumentativos contra alguien, que puede ser un enemigo real o bien un enemigo potencial, al que se supone que es contrario a las aspiraciones y deseos de la población a la que va dirigido el mensaje. Este procedimiento, además, permite desviar hacia el adversario, el enemigo, el otro, casi siempre externo, los problemas internos del grupo, o institución persuasora. También permite fortalecer la coherencia y nivel de integración del grupo emisor, elevando el grado de moral interna y provocando un mayor grado de entusiasmo y confianza. En 1984 la amenaza externa es constante y deliberadamente buscada. Oceanía está permanentemente en guerra con otras potencias. Estas guerras son inventadas y su función es la descrita en las líneas anteriores. Veamos este fragmento: 14
“En cierto modo, Julia era menos susceptible que Winston a la propaganda del Partido. Una vez se refirió él a la guerra contra Eurasia y se quedó asombrado cuando ella, sin concederle importancia a la cosa, dio por cierto que no había tal guerra. Casi con toda seguridad, las bombas cohete que caían diariamente sobre Londres eran lanzadas por el mismo Gobierno de Oceanía sólo para que la gente estuviera siempre asustada”. En este fragmento el autor nos da a entender que los enemigos externos son inventados. Goldstein, que representa el mal y dirige las fuerzas enemigas, aparece en una grabación que se nos antoja manipulada: “Goldstein pronunciaba su habitual discurso en el que atacaba venenosamente las doctrinas del Partido”… “Y todo esto a una rapidez asombrosa que era una especie de parodia del estilo habitual de los oradores del Partido e incluso utilizando palabras en neolengua, quizás con más palabras neolingüísticas de las que solían emplear los miembros del Partido en la vida corriente. Y mientras gritaba, por detrás de él desfilaban interminables columnas de ejércitos de Eurasia, para que nadie interpretase como simple palabrería la oculta maldad de frases de Goldstein. Aparecían en la pantalla filas y más filas de forzudos soldados, con impasibles rostros asiáticos”. Un aspecto destacable del estado de guerra en 1984 es que el enemigo cambia periódicamente, porque la necesidad del Partido no es ganar las guerras, sino estar continuamente en guerra para tener continuamente un enemigo externo. Veamos estos fragmentos: “Desde entonces, la guerra había sido continua, aunque hablando con exactitud no se trataba siempre de la misma guerra”…”Por ejemplo, en este momento, en 1984 (si es que efectivamente era 1984), Oceanía estaba en guerra con Eurasia y era aliada de Asia Oriental. En ningún discurso público ni conversación privada se admitía que estas tres potencias se hubieran hallado alguna vez en distinta posición cada una respecto de las otras. Winston sabía muy bien que, hacía sólo cuatro años, Oceanía había estado en guerra contra Asia Oriental y aliada de Eurasia”. “En el sexto día de la Semana del Odio, después de los desfiles, discursos, gritos, cánticos, banderas, películas, figuras de cera, estruendo de trompetas y tambores, arrastrar de pies cansados, rechinar de tanques, zumbido de las escuadrillas aéreas, salvas de cañonazos…, después de seis días de todo esto, cuando el gran orgasmo político llegaba a su punto culminante y el odio general contra Eurasia era ya un delirio tan exacerbado que si la multitud hubiera podido apoderarse de los dos mil prisioneros de guerra euroasiáticos que habían sido ahorcados públicamente el ultimo día de los festejos, los habría despedazado…, en ese momento precisamente se había anunciado que Oceanía no estaba en guerra con Eurasia. Oceanía luchaba ahora contra Asia Oriental. Eurasia era aliada.” La explotación del contagio psíquico
Uno de los principios de la psicología social nos dice que la presión del grupo sobre los miembros del mismo opera en forma de coacción normativa y ejerce su acción creando conformismo con la opinión mayoritaria. Y también se sabe que operan otros factores muy relevantes, de carácter hipnótico, como el contagio psíquico, que posiciona radicalmente a los individuos en determinado espacio valorativo favorable a las 15
intenciones persuasoras. El grado de contagio puede resultar potenciado cuando se utilizan formas expresivas sugerentes que se incluyen en el mensaje como himnos, canciones y música que lo acentúan al exigir una participación común de carácter casi místico. Todos estos procedimientos buscan la creación de la ilusión de unanimidad en las actitudes, preferencias y deseos de los públicos respecto de algo. Unanimidad que nunca se da en la realidad pero que es un importante elemento de contagio. Los propagandistas saben muy bien –y lo utilizan como recurso complementario de las campañas de comunicación- que el recurso al contagio psicológico de masas más relevante y eficaz ha sido siempre la manifestación colectiva en cualquiera de sus formas: desfile, mitin o concentración. Entre las escasas actividades sociales de los habitantes de Oceanía, destaca la asistencia a los Dos minutos de Odio, manifestación multitudinaria en la que se fomenta el odio al enemigo. La descripción del contagio psíquico en el siguiente fragmento es perfecta: “Un momento después se oyó un espantoso chirrido, como de una monstruosa máquina sin engrasar, ruido que procedía de la gran telepantalla situada al fondo de la habitación. Era un ruido que le hacía rechinar a uno los dientes y que ponía los pelos de punta. Había empezado el Odio”…”Antes de que el Odio hubiera durado treinta segundos, la mitad de los espectadores lanzaban incontenibles exclamaciones de rabia. La satisfecha y ovejuna faz del enemigo y el terrorífico poder del ejército que desfilaba a sus espaldas, era demasiado para que nadie pudiera resistirlo indiferente. Además, sólo con ver a Goldstein o pensar en él surgían el miedo y la ira automáticamente”…”En su segundo minuto, el odio llegó al frenesí. Los espectadores saltaban y gritaban enfurecidos tratando de apagar con sus gritos la perforante voz que salía de la pantalla.. La mujer del cabello color arena se había puesto al rojo vivo y abría y cerraba la boca como un pez al que acaban de dejar en tierra”…”La joven sentada exactamente detrás de Winston, aquella morena, había empezado a gritar “¡Cerdo! ¡Cerdo! ¡Cerdo!”, y, de pronto, cogiendo un pesado diccionario de neolengua, lo arrojó a la telepantalla”. Tan grande es el efecto del contagio psíquico, que hasta el propio Winston sucumbe a él, a pesar de que en la obra él represente la rebelión contra el poder: “En un momento de lucidez descubrió Winston que estaba chillando histéricamente como los demás y dando fuertes patadas con los talones contra los palos de su propia silla. Lo horrible de los Dos Minutos de Odio no era el que cada uno tuviera que desempeñar allí un papel sino, al contrario, que era absolutamente imposible evitar la participación porque era uno arrastrado irremisiblemente. A los treinta segundos no hacía falta fingir. Un éxtasis de miedo y venganza, un deseo de matar, de torturar, de aplastar rostros con un martillo, parecían recorrer a todos los presentes como una corriente eléctrica convirtiéndole a uno, incluso contra su voluntad, en un loco gesticulador y vociferante. Y sin embargo, la rabia que se sentía era una emoción abstracta e indirecta que podía aplicarse a uno u otro objeto como la llama de una lámpara de soldadura autógena”. El contagio psíquico es mayor cuando los eventos van acompañados de un discurso y entrega de propaganda escrita, utilizando también símbolos de identificación, como banderas, emblemas o estandartes. La mayor eficacia se consigue cuando la gente se presenta uniformada. Con todos estos recursos, se crean elementos de fascinación e hipnosis colectiva similares a un culto o a una participación ritual primitiva. Veamos este fragmento: 16
“Entonces, todo el grupo prorrumpió en un canto rítmico, lento y profundo: "¡GeHache. Ge-Hache… Ge-Hache!", dejando una gran pausa entre la G y la H. Era un canto monótono y salvaje en cuyo fondo parecían oírse pisadas de pies desnudos y batir de los tam-tam. Este canturreo duró unos treinta segundos. Era un estribillo que surgía en todas las ocasiones de gran emoción colectiva. En parte, era una especie de himno a la sabiduría y majestad del Gran Hermano; pero, más aún, constituía aquello un procedimiento de autohipnosis, un modo deliberado de ahogar la conciencia mediante un ruido rítmico”. El estado totalitario donde se desarrolla la novela cuenta, por supuesto, con un himno: “La telepantalla lanzó los acordes de "Oceanía, todo para ti". Se suponía que todo el que escuchara el himno, aunque estuviera solo, tenía que escucharlo de pie”. El apoyo en actitudes preexistentes
El apoyo en actitudes preexistentes es la última característica de la propaganda política que mencionaremos. A pesar de no tener presencia en 1984, debe quedar constancia de ella en este trabajo. Las instituciones persuasoras manejan los sentimientos y actitudes conscientes o inconscientes preexistentes en los grupos para intentar captar una corriente subterránea de significados que pueda favorecerles. Así, se elaboran los argumentos persuasivos de manera que sean coherentes con esas actitudes preexistentes. Es bastante común la apropiación de prejuicios patrióticos o étnicos, o de fobias hacia determinados grupos sociales, como mecanismos de sustentación valorativa de argumentación propagandística. Periódicamente, la sociedad, sobre todo en momentos de conflicto y tensión social, sacan a la luz aquellos problemas profundos que les perturban porque están anclados en la psicología colectiva de los grupos en este campo que Jung ha denominado el inconsciente colectivo: problemas que frecuentemente amparan y justifican actitudes etnocéntricas, como prejuicios nacionales y étnicos, raciales o sexistas. La propaganda y el desarrollo tecnológico de los medios de comunicación
Con el desarrollo tecnológico de los medios de difusión, las técnicas de manipulación vinculadas a todas las formas de persuasión han dado un salto cualitativo en su eficacia, lo que ha comprometido el propio sentido de progreso que adquieren, al desarrollarse, las innovaciones tecnológicas. Determinados sociólogos críticos como V. Packard, C. Wright Mills y H. Schiller en Estados Unidos, así como T.W. Adorno, J. Ellul, S. Tschakhotine y H. Poss en Europa, han asociado el creciente poder de los contenidos de la propaganda con la capacidad cada vez mayor de difusión de sus mensajes por los medios de masas, denunciando la creciente manipulación industrial de las conciencias que se ha dado en el siglo XX al amparo de las tecnologías de la comunicación. En anteriores períodos históricos la propaganda era generalmente personal o estaba dirigida hacia grupos pequeños dentro de comunidades: los feligreses de una parroquia, los burgueses de una villa, etc. Su eficacia se derivaba de la presión y coacción personal y directa, que se ejercía porque el propagandista era un mediador que dominaba la 17
retórica, la lógica, la argumentación y la elocuencia. En la sociedad contemporánea, sobre todo desde la Primera Guerra Mundial, la propaganda tiende a dirigirse hacia grandes masas. Su eficacia se deriva de la participación simbólica de las grandes audiencias en el culto a la información. También tiene relevancia la atracción casi hipnótica que tiene los medios tecnológicos como mediadores, y a veces como símbolos de la presión persuasiva y su poder comunicativo. 1984 es una obra futurista que nos relata un enorme desarrollo de los medios de comunicación, y lógicamente éstos están puestos al servicio del estado totalitario. Gracias a la telepantalla, el Partido está presente en todos los ámbitos de la vida de las personas: “Dentro del piso una voz llena leía una lista de números que tenían algo que ver con la producción de lingotes de hierro. La voz salía de una placa oblonga de metal, una especie de espejo empañado, que formaba parte de la superficie de la pared situada a la derecha. Winston hizo funcionar su regulador y la voz disminuyó de volumen aunque las palabras seguían distinguiéndose. El instrumento (llamado telepantalla) podía ser amortiguado, pero no había manera de cerrarlo del todo”. Limitaciones de la propaganda
A pesar del importante efecto que produce la persuasión ideológica, existen también procesos contrapropagandísticos de gran relevancia. La propaganda siempre se apoya en técnicas de manipulación de la verdad y en su sustitución por la mentira. Por ello, siempre corre el riesgo de dejar al descubierto los resquicios de la instrumentalización y perder el mínimo de credibilidad necesario para obtener efectos de convicción. La credibilidad hacia la propaganda siempre es limitada y sus efectos suelen ser superficiales y pasajeros. Por muy extensa, envolvente e intensa que sea la propaganda, sus falsos argumentos, sus mentiras y sus exageraciones nunca logran obnubilar la claridad de los juicios ni destruir la razón. Los falsos sentimientos creados por la propaganda terminan al final sometiéndose al sentido común y a la enseñanza de la experiencia. El juicio suele diferenciar claramente lo peligroso de lo no peligroso, y lo no humano y lo humano de la vida. En 1984, Winston (el protagonista) representa la rebelión contra el poder. Sólo él parece darse cuenta de los excesos del Partido, entre una multitud fanatizada de seguidores: “Así, en un momento determinado, el odio de Winston no se dirigía contra Goldstein, sino contra el propio Gran Hermano, contra el Partido y contra la Policía del Pensamiento; y entonces su corazón estaba de parte del solitario e insultado hereje de la pantalla, único guardián de la verdad y la cordura en un mundo de mentiras”. En este fragmento Winston reflexiona sobre su incapacidad para negar la evidencia y su plena convicción de estar en posesión de la verdad a pesar de estar sometido al gran poder propagandístico del Partido: “El Partido os decía que negaseis la evidencia de vuestros ojos y oídos. Esta era su orden esencial. El corazón de Winston se encogió al pensar en el enorme poder que tenía enfrente, la facilidad con que cualquier intelectual del Partido lo vencería con su dialéctica, los sutiles argumentos que él nunca podría entender y menos contestar. Y, sin embargo, era él, Winston, quien tenía razón. Los otros estaban equivocados y él 18
no. Había que defender lo evidente. El mundo sólido existe y sus leyes no cambian. Las piedras son duras, el agua moja, los objetos faltos de apoyo caen en dirección al centro de Tierra… Con la sensación de que hablaba con O Brien, y también de que anotaba un importante axioma, escribió: La libertad es poder decir libremente que dos y dos son cuatro.” Es importante resaltar que la propaganda sólo puede tener una influencia decisiva cuando además de sus efectos persuasivos, se dan condiciones que amplifican su penetración e intensifican sus efectos sociológicos y culturales. La propaganda política o ideológica suele por estas razones mostrarse más eficaz cuando un grupo o comunidad está en crisis o cuando las tensiones sociales o políticas exasperan los ánimos. La propaganda en los estados totalitarios
Ciertos fundamentos jurídicos y prácticas políticas basadas en la fuerza física, como la represión militar y policial, permiten en muchos casos que la propaganda se convierta en un instrumento serio de manipulación de las mentes y las conciencias colectivas. Ejemplos históricos como el fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán, el estalinismo o las dictaduras latinoamericanas revelan la estrecha relación que existe entre el totalitarismo político y la propaganda ideológica. En la novela, carteles puestos por toda la ciudad con la imagen del Gran Hermano -el creador y representante en sí mismo del Partido-, nos recuerda su omnipresencia y constante control sobre las personas: “En cada descansillo, frente a la puerta del ascensor, el cartelón del enorme rostro miraba desde el muro. Era uno de esos dibujos realizados de tal manera que los ojos le siguen a uno adondequiera que esté. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las palabras al pie”. “La cara de los bigotes negros miraba desde todas las esquinas que dominaban la circulación. En la casa de enfrente había uno de estos cartelones. EL GRAN HERMANO TE VIGILA, decían las grandes letra, mientras los sombríos ojos miraban fijamente a los de Winston”. En 1984 la represión policial es máxima, y ésta llega a un punto culminante con la Policía del Pensamiento: “A lo lejos, un autogiro pasaba entre los tejados, se quedaba un instante colgado en el aire y luego se lanzaba otra vez en un vuelo curvo. Era de la patrulla de policía encargada de vigilar a la gente a través de los balcones y las ventanas. Sin embargo, las patrullas eran lo de menos. Lo que importaba verdaderamente era la Policía del Pensamiento”. “Las detenciones ocurrían invariablemente por la noche. Se despertaba uno sobresaltado porque una mano le sacudía a uno el hombro, una linterna le enfocaba los ojos y un círculo de sombríos rostros aparecía en torno a su lecho. La gente desaparecía sencillamente y siempre durante la noche. El nombre del individuo en cuestión desaparecía de los registros, se borraba de todas partes toda referencia a lo que hubiera
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hecho y su paso por la vida quedaba totalmente anulado como su jamás hubiera existido. Para esto se empleaba la palabra vaporizado”. “La Policía del Pensamiento lo descubriría de todas maneras. Winston había cometido el crimen esencial que contenía en sí todos los demás. El crimental (crimen mental), como lo llamaban. El crimental no podía ocultarse durante mucho tiempo. En ocasiones, se podía llegar a tenerlo oculto años enteros, pero antes o después lo descubrían a uno”. Gracias a la telepantalla, el control sobre las personas puede ser casi total: “La telepantalla recibía y transmitía simultáneamente. Cualquier sonido que hiciera Winston superior a un susurro, era captado por el aparato. Además, mientras permaneciera dentro del radio de visión de la placa de metal, podía ser visto a la vez que oído. Por supuesto no había manera de saber si le contemplaban a uno en un momento dado. Lo único posible era figurarse la frecuencia y el plan que empleaba la Policía del Pensamiento para controlar un hilo privado. Incluso se concebía que los vigilaran a todos a la vez. Pero, desde luego, podían intervenir su línea de usted cada vez que se les antojara. Tenía usted que vivir –y en esto el hábito se convertía en un instinto- con la seguridad de que cualquier sonido emitido por usted sería registrado y escuchado por alguien y que, excepto en la oscuridad, todos sus movimientos serían observados” La persuasión total: el lavado de cerebro
A partir de los efectos de adoctrinamiento total realizados por los gobiernos comunistas de Corea del Norte y China sobre soldados aliados capturados en la guerra de Corea (1950-1953), se ha podido verificar los efectos de una nueva técnica de persuasión total: el lavado de cerebro. Esta técnica tenía su precedente en las técnicas de juicio realizadas por la policía estatal soviética al servicio de Stalin en los años treinta. A partir de sus resultados, los comunistas chinos elaboraron nuevos métodos propagandísticos dirigidos a producir cambios duraderos en las mentes de los prisioneros de guerra occidentales. Estos cambios afectaban a las actitudes básicas y creaban comportamientos nuevos, utilizándose complementariamente técnicas de convivencia social y de adoctrinamiento ideológico sutiles y eficaces. El fundamento de estas técnicas se basaba en el denominado replanteamiento ideológico o reforma del pensamiento de los comunistas chinos, que emplearon de manera convergente técnicas psicológicas duras (como inquisiciones colectivas), imposición cotidiana de los dogmas comunistas y métodos de conversión de masas. Estas técnicas de persuasión, de base educativa y social, podían transformar las actitudes centrales y la personalidad básica en nuevas actitudes y una personalidad acorde con los principios y práctica del comunismo. Los valores y creencias originarios eran diariamente adoctrinados, y se creaba la convicción de que eran malos y negativos para el bien del la humanidad. Posteriormente se iban sustituyendo por nuevos valores y creencias buenas y positivas. Frente a los sistemas de valores capitalistas considerados y asumidos por los soldados lavados como corrompidos y reaccionarios, se exaltaban los valores socialistas puros y progresistas, de cuya bondad y necesidad estaban extremadamente convencidos los chinos. Estos experimentos colectivos de reforma de pensamiento comunes, para lograr la conformidad de masas empleaban tanto técnicas de persuasión modernas como la presión personal directa e inmediata durante la convivencia cotidiana, junto con un
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adoctrinamiento ideológico y la apelación constante a la ética socialista como camino para la reforma personal. Los últimos capítulos de 1984 se ocupan de relatar el lavado de cerebro al que es sometido Winston tras su captura, dentro del Ministerio del Amor: “No se sabía lo que pasaba dentro del Ministerio del Amor, pero era fácil figurárselo: torturas, drogas, delicados instrumentos que registraban reacciones nerviosas, agotamiento progresivo por la falta de sueño, por la soledad y los interrogatorios implacables y persistentes”. En los siguientes fragmentos O Brien -el torturador que se ocupa del lavado de cerebro-, le explica a Winston para qué le han llevado al Ministerio del Amor: “No te traemos sólo para hacerte confesar y para castigarte. ¿Quieres que te diga para qué te hemos traído? ¡¡Para curarte!! ¡¡Para volverte cuerdo!! Debes saber, Winston, que ninguno de los que traemos aquí sale de nuestras manos sin haberse curado”. “Y aunque decidiéramos dejarte vivir el resto de tu vida natural, nunca te escaparás de nosotros. Lo que está ocurriendo aquí es para siempre. Te aplastaremos hasta tal punto que no podrás recobrar tu antigua forma. Te sucederán cosas de las que no te recobrarás aunque vivas mil años. Nunca podrás experimentar de nuevo un sentimiento humano. Todo habrá muerto en tu interior. Nunca más serás capaz de amar, de amistad, de disfrutar de la vida, de reírte, de sentir curiosidad por algo, de tener valor, de ser un hombre íntegro… Estarás hueco. Te vaciaremos y te rellenaremos de… nosotros”. Orwell en su ficción llega hasta los límites de la propaganda. Uno de los aspectos más interesantes e inquietantes de 1984 es la creación de la neolengua, que en caso de existir, representaría la forma más sutil y extrema de lavado de cerebro, al pretender crear un lenguaje que haga imposible tener ideas contrarias al Partido. En tanto que el pensamiento depende de las palabras, reduciendo al mínimo sus significados se conseguiría limitar la capacidad de la consciencia y cambiar el "clima de pensamiento", de manera que con el Partido. Esta técnica puramente ficticia que no se ha llevado a la práctica, es un impresionante logro literario de la novela, con el que cerramos este trabajo: “¿No ves que la finalidad de la neolengua es limitar el alcance del pensamiento, estrechar el radio de acción de la mente? Al final, acabaremos haciendo imposible todo crimen del pensamiento. En efecto, ¿cómo puede haber crimental si cada concepto se expresa claramente con una sola palabra, una palabra cuyo significado este decidido rigurosamente y con todos sus significados secundarios eliminados y olvidados para siempre?”…”Cada año habrá menos palabras y el radio de acción de la conciencia será cada vez más pequeño. Por supuesto, tampoco ahora hay justificación alguna para cometer un crimen por el pensamiento. Sólo es cuestión de autodisciplina, de control de la realidad. Pero llegará un día en que ni esto será preciso. La revolución será completa cuando la lengua sea perfecta. “…”Incluso la literatura del Partido cambiará; hasta los eslóganes serán otros. ¿Cómo vas a tener un eslogan como el de “la libertad es la esclavitud” cuando el concepto de libertad no exista? Todo el clima del pensamiento será distinto. En realidad, no habrá pensamiento en el sentido en que ahora lo
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entendemos. La ortodoxia significa no pensar, no necesitar el pensamiento. Nuestra ortodoxia es la inconsciencia”. “La intención de la neolengua no era solamente proveer un medio de expresión a la cosmovisión y hábitos mentales propios de los devotos del Ingsoc, sino también imposibilitar otras formas de pensamiento. Lo que pretendía era que una vez que la neolengua fuera adoptada de una vez por todas y la vieja lengua olvidada, cualquier pensamiento herético, es decir, un pensamiento divergente de los principios del Ingsoc, fuera literalmente impensable, o por lo menos en tanto que el pensamiento depende de las palabras”…”La finalidad de la neolengua no era aumentar, sino disminuir el área de pensamiento, objetivo que podía conseguirse reduciendo el numero de palabras al mínimo indispensable”. “El vocabulario B: El vocabulario B consistía en palabras que habían sido construidas deliberadamente con propósitos políticos. Es decir, palabras que no solamente tenían en todos los casos implicaciones políticas sino que además poseían la intención de imponer una deseable actitud mental en la persona que las utilizaba". Bibliografía consultada:
“Técnicas modernas de persuasión”, de Miguel Roiz. Ediciones Pirámide “Psicología Social”, de Eliot R. Smith. Diane M. Mackie. Editorial Médica Panamericana “Psicología, Fundamentos y aplicaciones”, de Stephen Worchel, Wayne Shebilske. Editorial Prentice Hall
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