DEONTOLOGIA Lic. LUIS OSCAR VELASQUEZ AGUILAR
INDICE
PRIMERA UNIDAD
Introducción 1.1. Modernidad, posmodernidad, posmodernidad, ética y psicología………… psicología…………………………… ………………… 3 1.2 Conceptos Fundamentales de la Ética……………………………………… Ética…………………………………………6 …6 a) Valores b) Ética 1.3 Historia Histor ia de la Ética……………………………………………………………… 7 a) El mito de Narciso………………………………………………………………. . 7 b) El mito de Prometeo Promete o y Pandora……………………………………………….. Pandor a……………………………………………….. 8 c) El mito de las Sirenas…………………………………………………………… Sirenas …………………………………………………………… 9 d) El Paso del mito a logos………………………………………………………. 10 Ética Socrática: Socrática: El intelectualismo ético…………………………… ético………………………………………. …………. . 11 Ética de Platón…………………………………………………………………….
12
Ética de Aristóteles………………………………………………………………. Aristó teles………………………………………………………………. . 13 Ética Hedonista – Epicuro………………………………………………………. . 14 Ética Estoica……………………………………………………………………… .. 16 Ética Cristiana y Medioeval……………………………………………………… . 17 SEGUNDA UNIDAD 2.1. Deontología Profesional……………………………………………………. . 19 2.2. Ética y Moral…………………………………………………………………. . 24 2.3. Definición del Código de Ética……………………………………………… 27 2.4. Principios del Código de Ética……………………… Ética……………………………………… ……………………… ……… 28 TERCERA UNIDAD 3.1. Ética y Psicología…………………………………………………………….. Psicolo gía…………………………………………………………….. 29 3.2. La Psicología como ciencia………………… ciencia………………………………… …………………………… ………………. …. 31
3.3. Psicología como profesión 3.4. ¿Porque tenemos el código de ética?.................... ética?............................................. ............................ ... 38 3.5. Pautas para la enseñanza de la ética profesional en un contexto con Impronta Impron ta post moderna……………………………………………………. moderna ……………………………………………………. 40 3.5.1. Introducción………………………………………………………………. 40 3.6. La presencia de la ética en la formación universitaria a inicios Del Siglo XXI……………………………………………………………….. 42 3.6.1. La formación universitaria universitaria en el dominio ético-moral…………… ético-moral……………….. ….. 42 3.6.2. La formación ético-moral de carácter transversal……………… transversal……………………. ……. 43 3.7. La Formación en ética profesional……………………… profesional……………………………………… ……………… . 44 3.8. Formación en ética profesional que enseña y cuando hacerlo. Los Códigos de Ética Profesional……………………………………………. Profes ional……………………………………………. 46 3.9. La identidad identid ad profesional………………………………………………….. profesio nal………………………………………………….. 47 3.10. Aproximaciones focalizadas en el enseñanza de la ética ét ica profesional En Psicología……………………………………………………………… Psicolo gía……………………………………………………………… 49 CUARTA UNIDAD Código de Ética Profesional Profesional del Psicólogo Peruano……………………… Peruano……………………….. 51 Referencias Refere ncias Bibliográficas Bibliogr áficas……………………………………………………. ……………………………………………………. 67
PRIMERA UNIDAD I.INTRODUCCION 1.1 Modernidad, posmodernidad, ética y psicología: La ética, en la existencia humana, aparece en estrecha relación con su sentido: no basta al ser humano con solamente sobrevivir, sino necesitamos establecer el para qué hacerlo, constituyéndose en un elemento para determinar la calidad de la vida vivida. Vivida en retrospectiva, cuando la sintetizamos en un epitafio, y vivida cada día, cuando la preocupación por el actuar correcto, en función de principios, carga de sentido la cotidianeidad y la labor profesional. Así, la ética se presenta como el conjunto de directrices del buen vivir. Esto permite a Barrio (2004) plantear que, frente a la necesidad de una vida con sentido, surge la pregunta acerca de para qué vivir y, en función de ella, cómo vivir. Ahí se encontraría el origen de la ética. En el plano profesional, la ética responde a las inquietudes relativas al buen desempeño profesional. Los psicólogos, señalan Wadeley y Blasco (1995), somos responsables de pensar en las consecuencias de nuestra actuación profesional antes de llevarla a cabo. Los principios éticos, en esta perspectiva, se constituyen en directrices para la toma de decisiones. Pero como tales, dejan un espectro de amplitud relativa, según la índole de la situación, al criterio de cada cual. Más aún, agregan dichos autores, el o la profesional psicólogo(a) debe conjugar los criterios éticos de la profesión, el código deontológico, es decir, el conjunto de normas morales de la disciplina o actos concretos que se deben o no hacer, y la ley, que consiste en la norma emanada de los órganos legislativos de un estado. Estamos, por lo tanto, frente a un problema complejo, que demanda poseer los conocimientos y habilidades para contemplar la dimensión ética de nuestro desempeño profesional. Conocimientos que debieran contemplar el código de ética de la orden y la normativa legal del campo específico en que se desenvuelve profesionalmente. Habilidades que implican recursos tanto del dominio de la afectividad como de la reflexión, y que tendrían que permitir reconocer los elementos de una situación que requiere de discernimiento ético, evaluarla y tomar las decisiones que resulten congruentes con los principios rectores de la ética. En última instancia, las decisiones que se toman en el ejercicio profesional son personales y debieran ser asumidas en forma responsable e informada. En una época caracterizada por el relativismo moral (Bilbeny, 1997), esta situación se vuelve aún más compleja, especialmente si consideramos que son pocas las normas que se mantienen estables en el tiempo, en todos los planos de la vida. En este contexto resulta más difícil definir lo que es correcto y lo que no.
Para algunos, la explicación de este fenómeno está en el advenimiento, durante el siglo XX, de la posmodernidad como crítica a la racionalidad que caracterizó a la era moderna. Asociado a la Ilustración, el proyecto de la modernidad contempló, junto al desarrollo de la ciencia objetiva, de leyes universales y del arte independiente, una moralidad que, de la mano del progreso científico, tecnológico, económico y social, y al desarrollo de las artes, se creía que facilitaría el bienestar de la humanidad, lo que no se ha cumplido (Habermas, 1989). Según Touraine (1995), la posmodernidad se desarrolla en el liberalismo extremo -la línea más avanzada de la modernidad-, dando pie a una sociedad que prioriza por el dinero y la búsqueda de la identidad, quedan- do los problemas sociales relegados a un segundo plano. De ahí que una gran cantidad de sujetos queden excluidos del mercado y frente a esa ex- clusión se vuelcan -para reconstruir su identidad a sus orígenes culturales, étnicos y comunitarios (Lipovetsky, 1996). De este modo, en la posmodernidad quedan atrás tanto las visiones universalistas de la ciencia y la sociedad, como la visión optimista y esperanzadora del futuro. La historia, como proceso unitario, deja el espacio a la coexistencia de diferentes historias que relevan el carácter local y particular de la realidad (Vattimo, 1986). Sin embargo, el desarrollo acelerado de la ciencia y la tecnología persiste como un legado de la modernidad que se manifiesta en la ampliación y masificación creciente de los medios de comunicación. Desde la invención del ENIAC -el primer ordenador- y la Conferencia de Paz de París en 1946, el impacto de la vertiente tecnológica aparece mucho más grande que en aquella relativa a la convivencia entre las naciones. El primero ha dado pi e a un cambio tan drástico y acelerado en el conocimiento disponible y en su accesibilidad, y en las formas de vida, que no permite que hábitos y creencias alcancen a arraigar (Bilbeny, 1997). Como resultado, el acelerado cambio de los marcos de referencia, no permite establecer el ajuste de lo moral. Nos encontramos, por lo tanto, en una época marcada no sólo por el relativismo moral, sino también por una pérdida de sentido: atrás queda, junto a las esperanzas del modernismo, la existencia de un sentido único, que es reemplazado por la pluralidad de sentidos en los diversos campos de la vida humana (Lipovetsky, 1996; Winkler, 2002). Bilbeny (1997) aporta algunos antecedentes de orden histórico y psicosocial que hacen aún más compleja la reflexión acerca de la moralidad y la ética en el contexto de la sociedad contemporánea. Históricamente, señala, se han producido cambios de énfasis en los sentidos físicos y en la racionalidad producto del desarrollo de la civilización y cambios en las tecnologías. En la modernidad el desarrollo de la escritura y la imprenta, permitió la masificación del material escrito, desplazando el sentido de la audición -
característica de la cultura oral- a la captación del mundo mediante la visión (Sartori, 1998). Además, el desarrollo de los medios para la actividad laboral permitió que el individuo asumiera ocupaciones, que sustituyeron las obligaciones asignadas de la etapa anterior, reemplazando también, el contacto cercano y la presencia de la colectividad fuerte -referente para la ética- por una cultura que favorece el individualismo. Así, la imagen del lector, corresponde a la de un sujeto que discierne por sí mismo frente a la información, a la que accede por cuenta propia y a través del recurso del texto escrito (Bil- beny, 1997). En la sociedad informatizada actual el mundo cognitivo audiovisual, deja poco espacio para la imaginación, aquella que se ponía al servicio del texto escrito y para representar los mundos que describía; exteriores, de los espacios físicos y sociales, e interiores, de las subjetividades de los personajes. Así, la propia subjetividad pierde profundidad y el juicio se vuelve más superficial (Sartori, 1998). Pero al mismo tiempo, tanto en el espacio televisivo como en el contacto vía ordenadores, el contacto ocurre en un tiempo y en un espacio no compartidos, generándose, con la virtualidad, una cierta irrealidad en relación a la experiencia como un “aquí y ahora”. En este nuevo contexto, dos sentidos se ven fundamentalmente perturbados: la vista –entendida como el contacto visual con el otro- y el tacto, ambos esenciales para establecer vínculos. Frente a este panorama, señala Bilbeny, se hace necesario estar alertas pues la conmoción en la ética se produce, en parte, por la pérdida del contacto y de la inte- racción directa, tanto verbal como no verbal. El impacto de la revolución cognitiva en el ámbito de los valores va a depender de cada individuo, frente al riesgo de convertirse en un consumidor pasivo o un usuario sumiso frente a la avalancha de información (Sartori, 1998). El mayor riesgo es la apatía moral, que se manifiesta en la alogia o ausencia de pensamiento -la falta de disposición para pensar y sentir las posibles contradicciones- y en la anestesia o clausura de la sensibilidad, que una cultura muy baja en interacción directa podría llegar a desarrollar como nuevo factor de crisis, tanto de la ética como de la política. Como consecuencia, podría reducirse en los individuos su capa- cidad para juzgar, capacidad que se encuentra entre la razón y la sensibilidad. El razonamiento nos permite considerar a los demás y proponer valores para la convivencia; los sentidos, por su parte, nos permiten tener presentes a los demás y percibir, hasta con emoción, los valores percibidos por ellos (Bilbeny, 1997). En este panorama, señala el mismo autor, debe pensarse en una ética que asuma las transformaciones y esté dispuesta al cambio, para lo cual recomienda adoptar una aproximación cog- nitiva al tema: partiendo de un conjunto mínimo de normas (que denomi- na “ética del mínimo común moral”), lo que los hábitos y creencias no alcanzan a proporcionar, debido a que no alcanzan a arraigar, debiera ser suplido por el desarrollo cognitivo. Por este hecho, propone tres
princi- pios para proporcionar una orientación cognitiva a la ética: (1) pensar por uno mismo, (2) imaginarse en el lugar del otro a la hora de pensar y (3) pensar de forma consecuente con uno mismo. Como vemos, la propuesta de Bil beny se asemeja a lo que otros autores reflexionan con respecto a la ética profesional del psicólogo(a): sobre la base de un conjunto “marco” de principios y normas, a cada quien le corresponde velar por su práctica profesional, discerniendo frente a las situaciones que le toca enfrentar en el desempeño de su labor (Wadeley y Blasco, 1995). Por otro lado, la agenda pública y privada de los últimos años evidencia el aumento de iniciativas que aluden al tema de la ética y la moral. Así, los años recientes han estado marcados por un surgimiento en la conciencia profesional acerca de las responsabilidades éticas y legales y un aumento concurrente en la conciencia pública acerca de sus derechos. El resultado, en parte, es un nivel de preocupación (y de confusión) acerca de la conducta profesional apropiada sin precedentes en todas las profesiones, particularmente evidente en psicología (Chalk, Frankel & Chafer,1980; citado en Haas, Malouf y Mayerson, 1995).
1.2 CONCEPTOS FUNDAMENTALES DE ÉTICA a. LOS VALORES Los valores actúan como orientadores de la conducta hacia un ideal de comportamiento definido como bueno, positivo o digno por una persona. Estos se han interiorizado mediante dos vías: primero, a través de la herencia cultural dada por la familia y las comunidades de origen, y segundo, mediante formas concientemente adquiridas y reforzadas por el mismo individuo. Por ejemplo, el valor de la honradez es inculcado al niño desde sus primeros años por sus padres, por sus profesores y por el ejemplo de las personas mayores en su medio, y posteriormente se refuerza cuando en la edad adulta la persona es conciente de su propio actuar y de los beneficios y desventajas que trae su cumplimiento o incumplimiento. Los valores permiten estimar nuestras propias acciones y las de nuestros congéneres respecto de un modelo de conducta. Lo anterior nos posibilita diferenciar las acciones en una escala que se acerca o se distancia del ideal pretendido. Si bien los valores se vivencian de una forma subjetiva, su procedencia cultural nos indica que se han formado en la interacción comunitaria, por lo tanto su práctica afecta al prójimo instaurándolos en el nivel de lo social. En el caso del ejemplo anterior, si alguien hurta algún objeto, no sólo afecta a su propia conciencia, sino a su reputación y confiabilidad. Además, deteriora las
relaciones de su medio por la prevención o la sospecha que produce entre los miembros del grupo. La sedimentación de los valores en la conciencia del individuo es la consecuencia del esfuerzo civilizatorio de la humanidad y por lo tanto no pertenecen a la naturaleza inmediata del hombre. Estos, son producto de la necesidad de mejorar las condiciones de existencia, de adecuar el mundo para hacerlo habitable y para convivir amigablemente con nuestros semejantes. Aunque los valores revelan el consenso del buen actuar en la comunidad, estos encuentran su real significado según el ámbito de acción del individuo. Por ejemplo, la lealtad como valor, prevalece con mayor fuerza en el medio familiar, mientras que en un medio laboral podría conducir a generar grupos con intereses propios ajenos a la función institucional. En este sentido, el campo de la función pública, exige de sus integrantes unos valores propios para su cumplimiento , que difieren de otros campos como el de su actuación como ciudadano del común, o como miembro de una familia o de un gremio profesional. Aunque existen valores que actúan de manera transversal en la mayoría de colectivos sociales, como es el caso de la honradez, la fidelidad, la equidad, en el medio especifico de la función pública, sobresalen valores como la transparencia, la eficacia, el autocontrol y otros. b) LA ÉTICA Etimológicamente proviene del griego èthikos y del latín ethicus que significa modo de ser o carácter. Filosóficamente denota una constelación de principios, valores, pautas y normas adquiridos que orientan la conducta humana en referencia al criterio individual del bien. La ética alinea los valores generales de la sociedad con los individuales de la persona. La Ética reside en la conciencia individual de cada ser y permanece como un poder que rige su vida orientándola hacia el ideal general de sociedad. La voluntad particular de cumplir con un deber, es la evidencia que el individuo ha interiorizado los valores sociales. La práctica de los mismos se representa como costumbres, principios y pensamientos universales, fines, instintos, sensaciones, etc. En el hacer cotidiano, la repetición de los modos de actuar, crea hábitos que en su conjunto perfilan el modo de ser de una comunidad o grupo, esto es la cultura. El nivel cultural de una persona es un modelo de las normas, los valores, las creencias y las actitudes que determinan lo que es y debe ser su conducta individual y colectiva. Especialmente en la ejecución de la misión encomendada a la institución estatal, el grupo de funcionarios asume los valores que garantizan la
preservación del interés general, el cual es el fin específico del establecimiento público. I.3 HISTORIA DE LA ETICA Muchos estudiantes griegos aprendieron ética al hilo de la mitología. Todos los relatos con que cuenta la mitología griega son extraordinariamente aptos para la reflexión ética. Algunos no son precisamente edificantes, pero la mayoría sirven para extraer muy positivas consideraciones morales aunque sea por contraste. No está claro el crédito que los maestros de ética concedían a esos cuentos legendarios, pero para el caso es lo mismo: a la vez que alimentaban maravillosamente la imaginación y las mentes de sus alumnos -pocos pero muy influyentes en el futuro-, servían también como meditaciones de hondo calado humano. Los dioses podían ser interpretados como la personificación de los más altos deseos humanos, de tal manera que lo que el hombre deseaba pero no podía lograr, lo conseguían los dioses. A veces esos mismos dioses favorecían a los pobres y despreocupados humanos y, en otros casos les entorpecían, cuando no les quitaban completamente el libre albedrío. En muchas ocasiones pueden verse dioses con sentimientos tan humanos que delatan por sí mismos quién los ha creado. Pero sirve asimismo para ver con más claridad hasta donde puede llegar el hombre con su amor o con su odio llevado al extremo. Unos cuantos mitos servirán de ejemplo para estudiar algunas enseñanzas éticas muy claras: a) El mito de Narciso: Narciso era un joven muy bello que enamorado de sí mismo murió de inanición contemplándose maravillado en las aguas de un estanque. Viéndose en el espejo del agua que reflejaba su belleza corporal ya no fue capaz de otra cosa que seguir mirándose hasta perder a sus amistades, su familia y la propia vida. Tiresias ya había advertido a sus padres que Narciso tendría una larga vida si evitaba contemplarse a sí mismo. Aunque el joven Narciso enamoró a muchas doncellas asombradas de su belleza, no les hizo ningún caso. Una de ellas, la ninfa Eco, irresistiblemente enamorada de Narciso y viéndose rechazada por él corrió la misma suerte, pues se dedicó a vagar por las montañas y, dejando de comer adelgazó tanto que quedó convertida en una voz capaz de repetir únicamente el final de las palabras que escuchaba. En el lugar donde murió nació una flor llamada «narciso» que desde entonces recuerda la belleza del protagonista del mito. El comentario sobre la actualidad de este mito no puede ser más propio. La abundancia de espejos por todas partes, de salones de belleza, gimnasios, clínicas de estética corporal etc., prueba la existencia de múltiples Narcisos y Ecos. Y el final de esas historias actuales también concuerda con lo narrado por el mito. Lamentablemente existen demasiados enfermos y enfermas de egoísmo en clínicas de rehabilitación. Anorexia y
bulimia son enfermedades muy graves, como también lo es el mirarse a uno mismo hasta perder de vista a los demás. b) El mito de Prometeo y Pandora: Prometeo robó a los dioses las semillas de Helios para que los hombres pudieran alimentarse. Indignado Zeus por este robo ordenó la creación de Pandora, una mujer adornada de muchas cualidades. Hefesto le dio forma, Atenea le cedió su ceñidor y la adornó lo que pudo. Las Gracias y la Persuasión le dieron collares, las Horas le pusieron en su cabeza una corona de flores pero Hermes puso en su pecho mentiras, un carácter voluble y palabras seductoras. Epimeteo, hermano de Prometeo aceptó a Pandora enamorándose perdidamente de ella a pesar de la advertencia que le había dado su hermano de no aceptar regalos de los dioses. Pandora llevaba con ella una caja sin abrir que contenía todos los males y desgracias (vejez, enfermedades, vicios, tristeza, pobreza, crimen) que hasta entonces no existían en el mundo. En un momento dado Pandora abrió la caja difundiendo todos los males por el orbe y la cerró justo cuando iba a salir también la esperanza, con lo que la humanidad se vio sumida en una realidad desgraciada. Como no salió la esperanza la existencia de todos los hombres se convirtió en un drama. Con este mito se quiere explicar cuál es el enigmático origen del mal ¿Por qué si todos queremos el bien, sin embargo no lo hacemos? ¿por qué tantas veces hacemos el mal sin quererlo? ¿por qué lo que a unos les perjudica a otros les beneficia? La caja de Pandora da una respuesta mítica bien diferente del cristianismo, y mucho más negativa. c) El mito de Las Sirenas: Las Sirenas son el prototipo de la seducción. Los cantos de sirenas son esas sugerentes llamadas hacia algo muy atractivo, pero que conlleva la destrucción. Todos los vicios se podrían definir como cantos de sirenas porque prometen mucho y en realidad no dan nada, exigiendo de paso un sometimiento incondicional. Ulises, sabiendo que iba a pasar con su nave cerca de la isla de las Sirenas, y haciendo caso a la advertencia de Tiresias, ordenó a sus marineros que le atasen al mástil del barco y que no pararan de remar hasta haber sobrepasado la isla. Por si acaso, tanta era la precaución que se tomó que, reblandeciendo un poco de cera tapó los oídos de los marineros para que no escucharan la melodiosa voz de las Sirenas. Y es que Ulises conocía bien la debilidad de los seres humanos que ceden fácilmente a la tentación que siempre se presenta provocativa engañando fácilmente a todo aquel que, creyéndose valiente no toma precauciones. Las Sirenas embelesaban a muchos con sus cantos para después devorarlos y, Ulises, que imprudentemente no se había taponado los oídos, al escuchar a las sirenas que le anunciaban que ya había llegado a Ítaca dónde le esperaba su esposa Penélope, gritó a sus marineros para que le soltaran e hizo lo imposible para desatarse, pero no lo consiguió. Y estos, al no oír nada, franquearon el peligro. No hacen falta muchos comentarios para deducir que las diferentes seducciones que a lo largo de la vida asaltan a los hombres, con todo su
atractivo, son cantos de sirenas; y todas las precauciones son pocas si no se quiere terminar devorado por ellas. Pero ¿quién tiene la fortaleza de atarse al mástil del barco o de taponarse los oídos con cera? ¿quién sabe alejarse con decisión de las fascinaciones que llevan a la ruina? d) El Paso del mito al logos
Para determinar el comienzo de la filosofía, y por tanto de la ética, suele decirse que ésta comienza cuando la humanidad da el paso del mito al logos . Lo que esto quiere decir es que unos pocos hombres comenzaron a no conformarse con la mitología para explicar el por qué de las cosas, y buscaron sus causas naturales. Se debe añadir que filosofía y ciencia no se distinguen en sus comienzos. Nacen a la vez cuando esos sabios pusieron en duda esos relatos fantásticos y buscaron respuestas racionales naturales. Si, por ejemplo, se ponía a llover y a tronar, esto no tendría que atribuirse al enfado de unos dioses, sino a unas causas naturales que desde entonces se investigan con mayor o menor éxito. Las predicciones meteorológicas fallan cada vez menos. Las primeras teorías que esos filósofos aportaron pueden verse hoy como rotundamente falsas y, sin embargo, ya no eran simplemente mitológicas. Si por ejemplo, Tales de Mileto (639 – 546 a.C.) afirmó que todas las cosas provenían del agua y a dicho elemento le atribuyó condición de origen del resto de la naturaleza, en efecto, el filósofo se equivocó, pero su explicación pertenece al ámbito de la ciencia y de la filosofía y no a la simple mitología. Si sus discípulos rectificaron al maestro y trataron de exponer el origen del mundo atribuyéndolo a otras causas, asimismo inciertas, también esas explicaciones se revelaron erróneas, pero no eran tampoco mitológicas sino científicas. No tuvieron otros medios para observar el mundo que les rodeaba más que sus sentidos y su razón, y con esos medios, trataron de alcanzar alguna verdad y consiguieron además sembrar la inquietud de seguir indagando. Los primeros filósofos se ocuparon sobretodo de la naturaleza, y sólo mucho más tarde de la antropología y consiguientemente de la ética. El primer autor destacado que se ocupará del hombre, de la ética, y consecuentemente de la política es Sócrates. Y ese interés por la verdad sobre el hombre y sus respuestas le costará la vida a manos de sus contemporáneos, los sofistas. Los sofistas eran considerados unos sabios a los ojos de todos. Enseñaban retórica, el arte de convencer, como instrumento para la política, y así, por las enseñanzas de Sócrates veían peligrar su posición privilegiada. Pero Sócrates, una vez iniciado el camino de la razón y de la objetividad no renuncia a buscar la verdad, el bien y la belleza, no para unos pocos sino para todos. La mitología ha quedado ya como fabulación literaria magnífica, pero falsa. Mucho mienten los poetas, dirá Aristóteles. Sin embargo, no deberemos despreciar la mitología. Como hemos podido comprobar, la buena literatura puede muy bien servir a la ética cuando aborda los temas humanos de siempre. Y la mitología la consideramos desde hace tiempo, literatura, literatura didáctica y moral en la mayoría de los casos.
ETICA SOCRATICA:EL INTELECTUALISMO ETICO Sócrates (470 – 399 a.C.) ha pasado a la historia como un modelo de hombre íntegro que prefirió morir antes que renunciar a sus ideas. Atenas le condenó a muerte injustamente y él aceptó la sentencia con la conciencia clara de su inocencia. Prefirió dar la vida como ejemplo de sometimiento a las leyes antes que huir de la justicia o abdicar de su pensamiento. Sus amigos le facilitaron la huida pero él rehusó y aceptó la muerte sin miedo. En la Apología de Sócrates , su discípulo Platón relata el caso y la defensa que su maestro hizo de sí mismo. Sócrates creía en la inmortalidad del alma y por eso no le importó dejar esta vida dando muestra a sus discípulos de entereza moral. La historia, con muy pocas excepciones, ha juzgado muy negativamente a los sofistas y encumbrado a Sócrates. En el fondo, su condena a muerte se debió al enfrentamiento doctrinal que mantuvo con los sofistas que no soportaban oír a Sócrates rebatiéndoles en el punto más vital de su pensamiento. La controversia consiste en la búsqueda de la objetividad socrática frente a la subjetividad y relativismo sofista. Dicho de otro modo, los sofistas pensaban que la ley la hacen, caprichosamente, los hombres que ostentan el poder sin más referencias y, en cambio Sócrates partía de la existencia de una ley natural que puede y debe ser alcanzada racionalmente por cualquiera que haga el esfuerzo necesario que todo trabajo intelectual conlleva. Los sofistas enseñan la retórica y elocuencia necesarias para convencer, no de la verdad en la que no creen, sino de lo que más convenga en cada momento. Sócrates quiere enseñar la verdad. Que sepamos, Sócrates no dejó nada escrito. Lo que conocemos de este autor se lo debemos casi todo a su discípulo Platón, y alguna referencia en los escritos de Aristóteles. Las obras de Platón son diálogos entre varios interlocutores entre los que destaca Sócrates que lleva siempre el peso de los argumentos, y la conclusión de los mismos. Podría pensarse que esto es debido simplemente a un mero homenaje del discípulo hacia su maestro, pero puede aventurarse la hipótesis de que esto se corresponde con el reconocimiento de su pensamiento, que es fiel al de su maestro. Nunca sabremos completamente qué es lo propio de uno y del otro y, sin embargo podemos establecer que el intelectualismo ético es socrático y que Platón lo asumió enteramente. El intelectualismo ético consiste en la convicción de que para hacer el bien hay que saber lo que éste es . Según esta teoría ética, el que sabe lo que es el bien, lo hace necesariamente. Y al revés, si no se hace el bien es que no se percibe con rotundidad lo que significa, es decir, no se hace uno cargo de lo que el bien supone. Los que discuten este principio aducen que, en la práctica los hombres, aún sabiendo lo que tenemos que hacer sin embargo no lo hacemos, y coligen de ahí que por eso somos libres, y que en eso consiste la libertad. La cuestión no es sencilla. Da la impresión de que la historia se desarrolla inconscientemente contando con ese intelectualismo ético, cuando tanto se han esforzado los hombres en la educación de las generaciones, una tras otra. Los Ministerios de Educación de todos los países buscan la mejora en
la enseñanza confiando en que si los niños y jóvenes aprenden más, serán mejores y la sociedad avanzará en todos los sentidos. Cuestión distinta será el contenido de los conocimientos más convenientes, pero todos parecen estar de acuerdo en que saber más es condición necesaria para ser mejores. Por vía negativa y con otro ejemplo se puede llegar a la misma conclusión: en los establecimientos penitenciarios se busca que los internos se formen, adquieran conocimientos prácticos y se eduquen en valores para que no vuelvan a delinquir, es decir, para que sean mejores. Y también por vía estadística se puede comprobar que entre los internos de las cárceles abundan los que poseen una educación deficiente o muy escasa. Así pues, la conclusión lógica del intelectualismo ético es que los «ignorantes» hacen el mal, porque no saben lo que es «bueno». Y la propuesta social que pretenden es mejorar el conocimiento a través de la mejora en la calidad de la educación, manteniendo que así mejora la sociedad necesariamente. Ética de Platón El pensamiento ético de Platón (427 – 347 a.C.) como es comprensible, se deduce de su antropología, es decir, de su concepción del hombre. Pero no tenemos ninguna obra de Platón que trate selectivamente de este tema. Su ética la hemos de entresacar de su filosofía que por lo demás está repartida de forma no sistemática en sus escritos. Sus diálogos abordan diversos temas en forma literaria, pero no es difícil apreciar el fondo de su pensamiento. Ha quedado para los estudiosos de la filosofía elaborar la sistematización de sus ideas. Para el filósofo griego el hombre está compuesto de dos sustancias, el cuerpo y el alma. Esas dos sustancias son tan distintas como la materia y el espíritu y lo insólito es que estén unidas siendo de naturaleza tan diferente. De la misma forma que el agua y el fuego no se pueden combinar por su distinta naturaleza, asimismo el cuerpo y el alma son irreconciliables y no pueden llevarse bien. Uno prevalecerá sobre el otro. O bien el cuerpo manda y entonces ahoga el espíritu, o bien, mandará el espíritu y entonces deberá someter al cuerpo como un jinete ha de sujetar a su caballo, como sugiere el mito del auriga , que nos propone el filósofo griego. Para Platón, el cuerpo es la cárcel del alma, pero ésta es espiritual e inmortal y, por el contrario, el cuerpo material y compuesto. La muerte es claramente la escisión de ambas sustancias y, mientras que el cuerpo se descompone al separarse, el alma escapa hacia otra vida superior. También en esto Platón parece seguir a su maestro Sócrates. La vida moral así entendida consistirá en el trabajo del hombre por liberarse de la esclavitud material del cuerpo y ascender, con la sola inteligencia, al mundo de las Ideas, mundo espiritual que le es familiar al alma. De esta forma, el ateniense se declara contrario al hedonismo, porque supone que dar satisfacciones al cuerpo y sus pasiones impide al alma elevarse hacia lo que le es propio, el mundo eidético o de las Ideas. La virtud se entiende así como purificación, como combate del alma contra el cuerpo, combate de lo espiritual que debe imponerse a lo material. El alma desea la verdad que no se encuentra en el sujeto sino más allá, en el mundo de las Ideas, pero el cuerpo tiene unas necesidades materiales inevitables que ha de
satisfacer. De esta manera para Platón la falta de virtud se puede identificar con la ignorancia. En La República, uno de sus más conocidos diálogos, Platón nos habla de las virtudes principales que hacen referencia a las distintas partes del alma. El siguiente cuadro es ilustrativo también para ver la relación entre ética y política:
Partes del Racional alma: Virtudes: Prudencia/ Sabiduría Situación: Cabeza Carácter: Inmortal Filósofo Política: gobernante
Irascible
Concupiscible
Fortaleza
Templanza
Tórax Mortal
Vientre Mortal
Guardianes Pueblo llano
La prudencia racional marca al individuo lo que debe hacerse, pero hace falta la fortaleza y la templanza para llevarlo a cabo. El ejercicio constante de esas virtudes hace al hombre y a la ciudad, felices. Si individualmente los hombres consiguen la virtud y con ella la felicidad, también la ciudad, la polis lo será. La virtud que parece faltar, la justicia, es virtud social y consiste precisamente en dar a cada uno lo suyo, lo que significa que cada miembro de la ciudad cumpla su papel y no se trastoque el orden que Platón considera natural: el gobernante deberá gobernar prudentemente, el guardián cumplirá con moderada fortaleza las órdenes del filósofo gobernante y el pueblo llano mantendrá su vida con templanza, es decir, con moderación de los placeres sensibles. Si el orden se invierte y por ejemplo quisiera gobernar un mero guardián, no lo haría con prudencia y por tanto gobernaría mal. Mucho menos, si gobernara alguien del pueblo llano no lo podría hacer bien, puesto que no conoce la Idea de Bien y por tanto no está capacitado para saber qué es lo que más conviene hacer en la práctica. Según el pensamiento platónico, la política va ligada a la ética, lo que significa que el estado ha de organizar las cosas para que la educación selectiva ponga a cada uno en el lugar que le corresponde, según el nivel de conocimiento que alcance. Si el intelectualismo ético es verdadero, el filósofo gobernará teóricamente bien pues conoce la verdad de la Idea de Bien. Para Platón, solo es filósofo el que conoce la Idea de Bien. La Ética de Aristóteles Discípulo de Platón, Aristóteles (384 – 322 a.C.) se aparta un tanto del maestro en su filosofía, pero sin embargo su ética se basa asimismo en las virtudes. La obra principal en la que desarrolla su pensamiento moral es la Ética a Nicómaco que dedica precisamente a su hijo, que así se llamaba. La ética de Aristóteles suele reconocerse como una ética eudaimonista. Eudaimonía es
una palabra griega que puede traducirse por felicidad pero el significado etimológico es un tanto distinto: la partícula «eu» significa en griego «bueno» y «daimon» demonio. No obstante, el uso que se hace de demonio no es de la encarnación espiritual del mal, sino que más bien debe ser traducido por ángel, suerte… . Tener buen ángel es ser feliz entendiendo por felicidad un estado extremadamente difícil de lograr, algo que no consiste en ser medio para otra cosa, sino que precisamente es fin . Y el fin es el bien, que es lo que todos quieren conseguir. El fin último del hombre es desde luego, el bien, la felicidad. Teóricamente cuando se logra la felicidad ya no se quiere nada más y, en cambio, Aristóteles percibe con claridad que la mayoría de los bienes que suelen perseguirse, siempre se pretenden como medios para conseguir algo que se valora todavía más. Si, por ejemplo, decimos que queremos terminar los estudios y con eso seremos felices, probablemente no estamos siendo sinceros porque una vez lograda esa meta, en seguida queremos otra, como por ejemplo lograr un buen trabajo, y luego otra más, como por ejemplo casarse. Al final de esa larga cadena está la consabida felicidad, el fin último del hombre. El hombre es un ser eternamente insatisfecho y sus deseos tantas veces mayores que sus posibilidades. Para Aristóteles, la ética es una reflexión práctica encaminada a la acción. Pero para cada ser debe desarrollar los actos que le hagan cumplir lo que le es propio, según su naturaleza . La naturaleza de los peces, por ejemplo, les permite a la vez que les obliga, a nadar y a vivir en el elemento líquido que le es propio. Si los apartas de su lugar natural, mueren. De la misma manera, el hombre posee una naturaleza exclusiva y sus acciones deben ser fieles a ella. Pero, nadie discute que lo más propio del hombre es su racionalidad, luego su conducta más genuina será pensar. De esta forma, el autor griego postula la necesidad que el hombre tiene de pensar antes de hacer, y a eso le llamará fronesis , prudencia, y consecuentemente, eso es lo que tiene que hacerle feliz. Actuar prudentemente llevará pues a la felicidad. Desde luego, también percibe Aristóteles que el hombre no es sólo entendimiento pues posee un cuerpo material. De ahí que postule asimismo otras virtudes menores, propias del cuerpo, que no hay que despreciar. Aristóteles está de acuerdo con Platón en señalar a la prudencia como la virtud fundamental. La prudencia es una virtud intelectual que señala siempre con suficiente precisión lo que debe hacerse y marca convenientemente el punto medio entre el exceso y el defecto del resto de las virtudes. Le llama asimismo virtud dianoética porque entiende que la prudencia es la expresión de la racionalidad práctica. A las demás virtudes les llamará virtudes éticas o morales y en todas se destaca el hecho de ser hábitos, lo cual quiere decir que no basta realizar actos valiosos pero aislados, sino que hay que lograr la costumbre de hacer el bien continuamente. De ese modo, el hombre virtuoso es feliz porque se sabe dominador de sí mismo. Ético Hedonista. Epicuro Hedonismo es una palabra procedente del griego «hedoné» que significa «placer». Según esta teoría ética, los hombres buscan el placer en todos sus actos y eso sería, para los seguidores de esta teoría, lo bueno. Pero hedonistas los hay de muchos tipos. Para algunos, el placer es algo meramente sensible
con el que el cuerpo se asegura la supervivencia individual; y comprenderían los placeres de la comida y la bebida; pero también la supervivencia de la especie lleva aparejados placeres fuertes derivados de la sexualidad. Otros hedonistas, superando ese primer nivel puramente fisiológico, dirían que los placeres son, además de los anteriores, otros más elevados como la fama, el dinero o el poder o incluso mucho mejor, todos juntos. Una ética hedonista más profunda estudiaría los placeres y trataría de investigar una posible jerarquía de los mismos, procurando definir cuáles son preferibles. De esta forma se llevaría a cabo una clasificación de placeres según su carácter. Epicuro de Samos (341 – 270 a.C.) es el filósofo de la antigüedad que más teorizó sobre el hedonismo. Fundó su escuela en Atenas en un jardín. Epicuro ha sido en ocasiones muy mal interpretado. Es cierto que este autor defiende que es el placer el más elevado objetivo que el hombre ha de perseguir de cara a la felicidad, pero se suele pasar por alto la distinción y clasificación que hace de los placeres existentes. Explica Epicuro cuáles son preferibles y llega a la conclusión de que el placer hay que entenderlo más bien de modo privativo, es decir, como ausencia de dolor. Lo que, en último término hay que lograr es la ataraxia la tranquilidad de espíritu, que sería el mayor placer posible. Una primera distinción que Epicuro establece es entre placeres sensibles y placeres espirituales. Y opina que son preferibles los segundos respecto de los primeros. Los placeres intelectuales son mejores y de más calidad que los materiales y corporales. Esa primera discriminación no la debieron tener en cuenta muchos de los discípulos que justificaban ciertas bacanales organizadas en su memoria. Por ejemplo, el poeta romano Horacio, llegó a lamentarse porque, según comentó, en su juventud fue un puerco de la piara de Epicuro. En concreto Epicuro distingue entre placeres naturales y necesarios, los cuales hay que satisfacerlos; placeres naturales innecesarios, los cuales hay que limitarlos y los que no son ni naturales ni necesarios, los cuales hay que esquivarlos. Entre los placeres naturales y necesarios Epicuro pone el ejemplo de comer, beber, vestirse y descansar. Entre los naturales innecesarios el filósofo griego incluye las variaciones superfluas de los anteriores, como comer caprichosamente o beber licores y vestirse de manera lujosa. Y entre los placeres que no son necesarios ni naturales se encontrarían todos los nacidos de la pedantería humana como el deseo de enriquecerse, de obtener poder u honor a toda costa, etc.
TABLA DE POSIBLES PLACERES SEG N EPICURO No naturales Naturales y Naturales PLACERES necesarios e innecesarios innecesarios ¿QUÉ HAY QUE Satisfacerlos Limitarlos HACER? Comer Comer, caprichosamente, EJEMPLOS vestir, beber licores, descansar vestir con lujo
Esquivarlos Riquezas, poder y honor
Ética Estoica El estoicismo debe su nombre a la Stoa (Pórtico) de Atenas una escuela filosófica donde se reunían sus partidarios por los años 300 a. C. con Zenón de Citio (333 – 264 a.C.) hasta el emperador romano Marco Aurelio (121 -180 d.C.) y también Séneca (4 -65 d.C.) estaría incluido dentro de ella. Vivir conforme a la naturaleza es el principio estoico por excelencia. Esta escuela buscaba la mejor manera de vivir dentro de una naturaleza interpretada de modo materialista. La ética que se desprende de la doctrina «física» del destino es de una cierta apatía interpretada como desapego por todo lo que ocurre. Una ausencia de afección como aproximación a la felicidad. Las cosas que ocurren no me deben afectar y de hecho no me afectan si no quiero. No puedo dominar lo que ocurre fuera de mí, no soy capaz de dominar a la naturaleza física, pero sí me puedo dominar a mí mismo, si me ejercito en ello. El dominio de uno mismo constituye el reto estoico a tener en cuenta. Tomando como punto de partida la fatalidad de la naturaleza no podemos provocar que ocurra lo que deseamos. Vistas así las cosas, la felicidad consistiría en liberarnos de los deseos, puesto que son los deseos insatisfechos los que provocan en el hombre la infelicidad. La conclusión que se sigue necesariamente será eliminar los deseos del hombre. El hombre puede conocer lo que le pasa en su interior y esa introspección es el trabajo que debe tomarse para ser feliz, hasta dónde se pueda. Para estos autores, el placer no podría ser considerado nunca un fin en sí mismo, -algo que debiera buscarse-, sino más bien un resultado, es decir, algo que acompaña a ciertas actividades susceptibles de ser en sí mismas buenas o malas. Las pasiones alejan al hombre de la felicidad porque le provocan desasosiego y le hacen perseguir bienes materiales la mayoría de las veces imposibles. Según Crisipo las pasiones son de cuatro tipos:
el dolor ante el mal presente,
el temor ante el mal futuro,
placer ante el bien presente y
ante el bien futuro. deseo ante
Con la razón el hombre debe lograr la indiferencia ante los bienes exteriores y conseguir la virtud interior. Todo lo que no sea virtud ni vicio no será tampoco ni malo ni bueno. De esta forma, por ejemplo, la salud, la enfermedad, la riqueza o la pobreza si no son debidos a virtud o vicio nos deben dejar indiferentes, pero para distinguir bien estos asuntos es necesario aplicar bien la razón, la sabiduría moral. Las virtudes que los estoicos consideran cardinales, es decir fundamentales, son las conocidas: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Otra consideración interesante de raíz estoica es que, como todos los hombres poseen la misma razón, sólo puede haber una sola ley y una sola patria. El estoico es ciudadano del mundo y no de ningún estado particular. A esta postura política suele llamársele cosmopolitismo. Ética Cristiana y Medieval José Ramón Ayllón en su Introducción a la Ética que: que: «El «El cristianismo no es una ética, pero la revolución religiosa que origina tiene, como gran efecto secundario una extraordinaria revolución ética». ética» . La ética cristiana supone, en efecto, mucho más que unos principios o reglas sobre la conducta humana. El cristiano debe saber que la ética que debe practicar consiste en imitar a una persona, a Jesucristo, que dio la vida por amor de los hombres. Ese Amor no tiene medida, es un amor desmedido hacia cada uno de los hombres. Pero ante la dificultad o más bien imposibilidad de lograrlo se alza la promesa del mismo Redentor que asegura que lo que es imposible a los hombres es posible para Dios . En otras palabras, que el cristiano ha de contar con la gracia, con el favor de Dios sin el cual no podemos hacer nada . La ética cristiana puede resumirse en el Sermón de la Montaña, lo cual hace ver que no se trata de una ética de mínimos sino de máximos. La propuesta que Jesucristo hace a sus discípulos en el Sermón de la Montaña es verdaderamente exigente, por no decir, utópica. Lo que se le pide al cristiano es superior a sus posibilidades, por eso se requiere el auxilio del mismo Dios, de su gracia. Dios ayuda al cristiano. El cristiano puede contar con el favor de Dios, con su auxilio para vivir con la exigencia sublime de superar el egoísmo. Por ejemplo, el mandamiento nuevo del amor, es modelo del empeño que debe seguir un cristiano: Amaos unos a otros como Yo os he amado . Claramente ello implica dar la vida, o por lo menos estar dispuesto como Jesucristo que afirma que nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. amigos. Y para eso hay una condición indispensable que el mismo Jesucristo enseña: negarse a uno mismo porque, en efecto, si hay que seguir al Salvador y tomar la Cruz, eso no puede hacerse con facilidad. Es imprescindible acabar con el egoísmo. Ya avisa el nazareno: porque el porque el que quiera salvar su vida, la perderá, y el que la pierda por Mí y por el evangelio, la salvará. Hay una cuestión añadida que necesariamente hay que indicar: así como los filósofos han aportado sus teorías tratando de aportar su granito de arena en la búsqueda de la verdad, el cristianismo, o mejor, el mismo Jesucristo sostiene que Él es la Verdad, además de Camino y Vida. Ningún filósofo se ha atrevido jamás a decir algo así y de forma tan tajante. Una de dos: o Jesucristo es
verdaderamente el Hijo de Dios y por tanto capaz de hacer semejante afirmación, o no lo es y entonces…. Pero Jesucristo no es sólo portador de ideas atractivas, Jesucristo «encarnó» «encarnó» esas ideas y por eso tuvo y sigue teniendo sus testigos. La palabra «mártir» significa precisamente «testigo». Los mártires fueron capaces de afrontar la muerte violenta, como el mismo Jesucristo, porque fueron testigos de sus enseñanzas, pero sobretodo de su vida, muerte y de la resurrección sin la cual, nada tendría sentido. La fragilidad de tantas propuestas filosóficas se cambia en el cristianismo por la seguridad de la fe. Además de los motivos clásicos de credibilidad, la fe es razonable también porque a tal Testigo se le puede y debe seguir. Pero para eso, esa fe ha de estar acompañada de unas obras coherentes con ella, es decir, una respuesta ética. Repetimos, el cristiano no se enfrenta él solo ante el problema ético. Jesucristo va Dice Él mismo por delante, le acompaña porque no sólo es Verdad , sino Camino moral, moral, y Vida de de gracia. Por otra parte, los diez mandamientos de la antigua ley mosaica se resumen en la novedad evangélica en dos reglas básicas que no son propiamente obligaciones onerosas sino compromisos de amor: «ama « ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo». mismo». Precisamente San Agustín llegará a describir la libertad del cristiano con una sencilla propuesta ética: ama y haz lo que quieras . Y es que el que ama, hace el bien necesariamente y lo hace libremente. Los autores medievales que reflexionaron más sobre la teología cristiana y le dotaron de una base filosófica fueron probablemente San Agustín (354430) y Santo Tomás de Aquino (1224- 1274). San Agustín en el siglo IV contó con el platonismo tomado de un autor llamado Plotino. Santo Tomás, conocedor del platonismo, tiene noticias sin embargo de Aristóteles a través de los árabes afincados en la península ibérica. No obstante, al sospechar que el Aristóteles que le llegaba por esa vía pudiera estar mal traducido o interpretado buscó a un compañero dominico que le tradujera directamente del griego al latín las obras del estagirita. Las Confesiones, y Confesiones, y La Ciudad de Dios de de San Agustín, fueron dos obras que influyeron muy positivamente en el pensamiento posterior. En la primera, San Agustín relata su camino de conversión desde el paganismo y maniqueísmo y reflexiona sobre algunas teorías filosóficas de su tiempo. La ética que se trasluce en esta obra autobiográfica es muy personal. Parte de que Dios ilumina la conciencia de todos los hombres para que estos le Ti» . reconozcan en su interior: «Tú «Tú me buscabas fuera, y Yo estaba dentro de Ti». Y otra cita célebre: «Nos «Nos has hecho Señor para Ti y nuestro corazón está inquieto hasta descansar en Tí». Así pues, San Agustín comprende que las buenas acciones que el hombre está capacitado para llevar a cabo, en realidad están sugeridas por Dios mismo, que le ilumina desde el interior. Pero hay que seguir esas indicaciones. El hombre es libre de seguirlas o no, y de esta manera es capaz de lo mejor y de lo peor.
El problema del mal es abordado por San Agustín de forma magistral. El mal no tiene entidad; es negatividad, ausencia de bien. De alguna forma el mal está emparentado con la nada, pero la nada no es y por lo tanto el mal reside en un bien mayor, igual que la enfermedad (mal) reside en un ser humano (bueno). El enfermo es un ser humano al que le falta la salud pero sigue poseyendo otras muchas cualidades. Y el mal físico no es el peor, para San Agustín puesto que el pecado, mal moral, es la verdadera ignominia y la causa de los mayores desastres de la humanidad. Pero San Agustín supera el problema por elevación. El “Ama “Ama y haz lo que quieras ” es una propuesta tan sencilla, como clara y exigente. En el amor se resume la vida ética cristiana. Sabe muy bien San Agustín que el que ama ya hace después todo lo que tiene que hacer y mucho más, porque el amor no se contenta con cumplir. Es excesivo y y gratuito por sí mismo. La Suma Teológica es el resumen de doctrina católica que Santo Tomás legó a la posteridad y constituye, constituye, todavía hoy, una obra de referencia en muchos puntos, tanto de teología dogmática como moral, y siempre de obligada consulta. Como es sabido, la teología requiere de una filosofía básica para desarrollarse y, en este caso, esa filosofía es la aprendida fundamentalmente de Aristóteles y desarrollada por el propio Aquinate[ Aquinate [. En cuestiones morales sigue pues básicamente la Ética a Nicómaco , si bien añade la gracia como ayuda sin la cual no se pueden desarrollar las virtudes, no sólo las sobrenaturales, como es lógico, sino también las cardinales. El cristiano debe contar con la ayuda de Dios que recibe a través de la gracia. Esa gracia le viene por el canal de los sacramentos y la oración y requiere verse acompañada por la acción libre del sujeto. Esa gracia, más la correspondencia a dicha gracia que es la lucha ascética cristiana, hace al hombre santo, es decir, sagrado, escogido por Dios como colaborador libre de la redención de todos los hombres. Dios llama a todos sus hijos a seguir sus pasos mediante la fe, y las obras que confirmen dicha fe.
SEGUNDA UNIDAD. 2.1 Deontología Profesional
El término deontología profesional hace referencia al conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían una actividad profesional. Estas normas determinan los deberes mínimamente exigibles a los profesionales en el desempeño de su actividad. Por este motivo, suele ser el propio colectivo profesional quién determina dichas normas y, a su vez, se encarga de recogerlas por escrito en los códigos deontológicos. A día de hoy, prácticamente todas las profesiones han desarrollado sus propios códigos y, en este sentido, puede hablarse de una deontología profesional periodística, de una deontología profesional médica, deontología profesional de los abogados, etc. Es importante no confundir deontología profesional con ética profesional. Cabe distinguir que la ética profesional es la disciplina que estudia los contenidos normativos de un colectivo profesional, es decir, su objeto de estudio es la deontología profesional, mientras que, tal como se apuntaba al comienzo del artículo, la deontología profesional es el conjunto de normas vinculantes para un colectivo profesional. A lo largo de la historia ha habido diversas maneras de entender la ética y distintas propuestas morales orientadoras de la vida humana. Es posible decir que la Ética es una parte de la Filosofía Práctica que se ocupa del hecho moral y de los problemas filosóficos que nacen de la conducta humana. La ética se dedica al estudio de los actos humanos, pero aquellos que se realizan por la voluntad y libertad absoluta, de la persona. Todo acto humano que no se realice por medio de la voluntad de la persona y que esté ausente de libertad, no forma parte del campo de estudio de la ética. La ética, por tanto, no inventa la vida moral sino que reflexiona sobre ella. Desde la perspectiva del discurso moral existe la presunción, además, de que el ser humano es en cierto modo libre. Esta consideración deja abierto el campo de posibilidades de actuación de los seres humanos. En el ejercicio de esa libertad se producen conflictos que constituyen la clave de la vida moral y sobre los que la ética, como reflexión teórica, trata de dar luz, para encauzar adecuadamente la praxis, la acción humana. La propia discusión de una ética profesional ya implica la idea de la existencia de un código moral colectivo con un cierto grado de intersubjetividad y con un carácter vinculante entre sus miembros, y no sólo un mero conjunto de normas apelativas a la intuición, a la emoción o al extremo del relativismo de la moral individual. Las normas deontológicas son incomprensibles sin la referencia al contexto o grupo social en el que son obligatorias. La obligación se circunscribe a ese grupo, fuera del cual pierden la obligatoriedad. El término deontología procede del griego: to deon (lo conveniente, lo debido) y logía (conocimiento, estudio…); lo que significa, en términos generales, el
estudio o la ciencia de lo debido. El objeto de estudio de la Deontología son los fundamentos del deber y las normas morales. El concepto de deontología fue acuñado por Jeremías Bentham en su obra Deontología o ciencia de la moral , donde ofrece una visión novedosa de esta disciplina. Para Bentham, la deontología se aplica fundamentalmente al ámbito de la moral; es decir, a aquellas conductas del hombre que no forman parte de las hipótesis normativas del derecho vigente, aquellas acciones que no están sometidas al control de la legislación pública. Esto sugiere una de las intenciones de la redacción de los códigos deontológicos: explicitar la dimensión estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, aunque no estén delimitados jurídicamente, o quizá, por ello mismo. La primera alusión al término deontología la hizo Bentham en su obra Science de la Morale (París, 1832). Con ella quería dotar de un enfoque algo más liberal al concepto ética y convertir en un concepto laico el término, hasta entonces religioso, moral. En otras palabras, pretendía lograr la fórmula kantiana, esquivando la carga de subjetividad de la moral y la ética. En "Deontología o ciencia de la moral" busca el racionalismo , con un mecanicismo casi matemático con el que valorar los comportamientos por su utilidad. Sin embargo, el intento de Bentham por cambiar el contenido de la moralidad por un concepto más “aséptico” y menos valorativo, no logró esa transformación por el mero hecho de acuñar un nuevo término. Es decir, aun hoy, cuando nos referimos al término deontología, seguimos relacionando está con la ética y/o la moral. Bentham considera que la base de la deontología es el utilitarismo, lo que significa que los actos de las personas se consideran buenos o malos en función de la felicidad global que puedan generar. Según este marco teórico, el fin de una acción debe ser conseguir la máxima felicidad para el mayor número de personas. De este modo, toda acción que conduzca a ese fin, será aceptada como moralmente correcta. ¿Qué es aquello a lo que podemos denominar bien en sí o bien incondicional? En nuestro contexto sociocultural actual, es la dignidad de cada persona, que debe ser admitida y garantizada jurídicamente y defendida políticamente. La dignidad es aquello que debe constituir el núcleo principal de toda ética filosófica y de toda deontología profesional que se precie. Emmanuel Derieux sostuvo que, gracias a la deontología, la ética profesional adquiere un reconocimiento público; y es que la moral individual se hace trascendente en el campo de la profesión. La deontología surge como una disciplina que se ocupa de concretar normas en el ámbito profesional para alcanzar unos fines. Como dice P.Barroso en el Diccionario de ciencias y técnicas de comunicación , “Ética es la ciencia filosófico-normativo y teórico-práctica que estudia los aspectos individuales y sociales de la persona a tenor de la moralidad de los actos humanos, bajo el prisma de la razón humana, teniendo siempre como fin el bien honesto, la honestidad”. A partir de esta definición se deduce su:
Objeto material : realidad que constituye el objeto de estudio. En ética es la persona, el ser y la configutración virtuosa o viciosa que se dé a sí o cada uno a través de las acciones. Son susceptibles de calificarse como éticas pues, las acciones humanas que son libres (dependen de la voluntad de la persona). Formal . Punto de vista según el cual las acciones son calificadas como buenas o malas. Se denomina moralidad y se basa en valores y normas. Conocimiento (Ciencia): Aquello que se sabe de manera cierta y sus causas. Doctrina ordenada que constituye una rama particular del saber humano. Disciplina filosófica . La ética como disciplina filosófica intenta a través de métodos de análisis y experiencia propios de la f ilosofía, elaborar los conceptos y argumentos para comprender la dimensión moral de la persona. La moral se puede justificar desde tres perspectivas: la Metaética (viendo qué son los juicios morales como juicios de valor), la Ética normativa y mediante la propuesta de unas reglas práctias para la discusión, escapando del "todo vale". Metaética: Con este término se designa al estudio sobre la significación, el sentido y la evolución histórica de los conceptos éticos. En un principio se distinguen dos grandes grupos de teorías: Las Cognoscitivistas o Descriptivistas (dicen que podemos conocer la ética o moral en términos de conocimiento verdadero) y las No cognoscitivistas o no descriptivas (en las que no cabe conocimiento propiamente dicho). Dentro de las Descriptivistas, distinguimos las naturalistas (sostienen que los términos éticos describen propiedades observables de las cosas); con el utilitarismo como ejemplo. Y, por otro lado, las teorías no naturalistas (creen que los juicios de valor son verdaderos o falsos, pero las características de las cosas no son observables por la experiencia); con el intuicionismo como ejemplo. Dentro de las teorías No Descriptivistas, podemos encontrar el Emotivismo (que sostiene que con afirmaciones morales no expresamos conocimiento, sino emociones con las que intentamos influir o incidir en las emociones y comportamientos de los demás); y el Prescriptivismo (que enuncia que al hacer juicios morales no describimos las cosas "que son", sino "las que deberían ser"; es decir, expresamos imperativos, enunciamos normas). Ética normativa: Distinguimos las teorías Deontológicas y Teleológicas; incluyendo un tercer grupo: la Ética de la virtud. A grandes rasgos, exponemos las principales diferencias. Las Teorías Deontológicas que tienen como concepto principal el "deber previamente establecido", están inspiradas en Kant. Las Teorías Teleológicas se basan en las consecuencias, y su corriente principal es el utilitarismo. Y, la Ética de la virtud se basa en las actitudes de las personas, con la corriente de Aristóteles como base teórica. Podemos señalar una serie de características que conforman la Ética de la Virtud según Aristóteles. Para Aristóteles, el orden social en los modos de vida está directamente ligado con el orden natural de los mismos. Aristóteles considera que, lo bueno es hacia lo que tienden las cosas de forma natural. Dicho de otra forma, todo aquello que es natural es, según este autor, bueno.
Sin embargo, esta teoría no está libre de crítica. Es, precisamente, la absolutización de su postura la que genera más desacuerdo, ya que no podemos probar, a ciencia cierta, que lo natural puro exista. Por otra parte, muchas cosas de las que consideramos "naturales", nos vienen dadas por la cultura. Además, no podemos olvidar el hecho de que la naturaleza evoluciona, no es estática, por lo que si ésta es susceptible de cambio, lo bueno también se vería afectado. Propuesta intermedia: La vía intermedia se basaría en una idea prescriptivista y también en una perspectiva deontologista. Pero esto no significa que sea incompatible con otros puntos de vista. Es una propuesta teórica, a la par que práctica. Sus principales características serían: un punto de vista moral, el diálogo, la racionalidad práctica y la coherencia y universalidad (relacionadas con la idea de imparcialidad). Podemos señalar una serie de características que conforman la deontología kantiana . Kant, al definir la deontología, hace referencia al deber y a las obligaciones, no nos habla de una ética relacionada con el porvenir del hombre, de sus objetivos o de sus aspiraciones en la vida, más bien, enfoca la ética a una ética del deber , la cual establece pautas de comportamiento que se deben seguir o leyes que regulan a los ciudadanos. Se podría considerar como una ética independiente y formal si tenemos en cuenta que no ofrece contenidos, no establece pautas para llevar una vida que se pueda considerar “buena" o “mala”. Mencionar por último, su implicación con el criterio de capacidad de universalización, que posibilita diferenciar entre máximas de tipo moral y las que no lo son. Al igual que sucede con la teoría de Aristóteles, la teoría de Kant también es objeto de crítica: En primer lugar, a Kant se le puede criticar que, al relacionar la ética con cómo deben hacerse las cosas, está universalizando el concepto, porque presupone que todos debemos entenderla del mismo modo. No obstante, la ética está ligada a la moral, y ésta también es particular a cada persona. Por lo tanto, probablemente el deber, no es visto igual por todos. En segundo lugar, Kant establece cómo hay que actuar, pero no nos dice si eso es bueno o no. La ética no se refiere sólo a la forma, sino también al fondo de las cosas. Por último, Kant olvida por completo el sentimiento humano: según él tenemos que actuar en base al deber y no en base a lo que de verdad queremos hacer. En este sentido, actuar conforme al deber nos aleja de la felicidad.
Objetivos Todo profesional está y debe estar sometido a controles sociales más o menos rigurosos que permitan exigirle responsabilidades de muy diversa índole en relación con sus actos, de ahí la necesidad de establecer unos principios éticos. Independientemente de la propia conciencia, que debiera ser quién más rigiera el cumplimiento de los códigos morales, existe la figura de los colegios profesionales para mantener, promover y defender la deontología. Éstos vigilan el cumplimiento de determinados niveles de exigencia, de competencia y de calidad en el desempeño del trabajo de sus colegiados. El Estado, al convertir a los colegios profesionales en corporaciones a través de mecanismos legales, propicia el modo de mantener la deontología profesional. Les encarga funciones públicas y les dota de la potestad de imponer una determinada disciplina a todos los profesionales pertenecientes a este colectivo. Para que se pueda pedir responsabilidad por actuaciones profesionales se precisan dos requisitos: la independencia y la libertad. El profesional debe ser independiente en el momento de tomar decisiones y debe ser enteramente libre de ejecutarlas. La deontología es de sumo interés para el mundo profesional, y en concreto, para profesiones que comportan una elevada responsabilidad social (médicos, abogados, docentes, psicólogos, periodistas…). Esa deontología busca un equilibrio entre un determinado estilo de vida moral (lo que antes denominábamos êthos o carácter moral) y un alto nivel de profesionalidad técnico-científica. Esta doble dimensión ha de tratarse con armonía y equilibrio para una mayor dignificación de cualquier actividad laboral. 2.2. Ética y moral Estos dos términos proceden uno del griego,<êthos> (=carácter), y otro del latín, (=costumbre). Ambos tienen la misma raíz semántica y por tanto la misma significación original. Por ello Ética y Moral, etimológicamente, se identifican y se definen como la "ciencia de las costumbres". Sin embargo, con el tiempo ambos vocablos han evolucionado hacia significaciones distintas. El concepto de ética y el de moral están sujetos a diferentes usos dependiendo de cada autor, época o corriente filosófica. Por este motivo es necesario identificar las características de ambos términos para poder establecer las distinciones y semejanzas pertinentes. La moral hace referencia a todas aquellas normas de conducta que son impuestas por la sociedad, se transmiten de generación en generación, evolucionan a lo largo del tiempo y poseen fuertes diferencias con respecto a las normas de otra sociedad y de otra época histórica. El fin último que persiguen estas reglas morales es orientar la conducta de los integrantes de esa sociedad.
Por su parte, la ética es el hecho real que se da en la mentalidad de algunas personas, es un conjunto de normas, principio y razones que un sujeto ha realizado y establecido como una línea directriz de su propia conducta. En ambos casos se tratan de normas, de percepciones, y de "deber ser". Sin embargo, moral y ética presentan ciertas diferencias: Moral
Ética
Nace en el seno de una sociedad y por tanto, ejerce una influencia muy poderosa en la conducta de cada uno de sus integrantes
Surge en la interioridad de una persona, como resultado de su propia reflexión y su propia elección. Pueden coincidir o no con la moral recibida.
Actúa en la conducta desde el Influye en la conducta de una persona de exterior o desde el forma consciente y voluntaria. inconsciente Destaca la presión del valor captado y Ejerce presión externa y apreciado internamente como tal. El destaca su aspecto coercitivo, fundamento de la norma ética es el valor, no el valor impuesto desde el exterior, sino el impositivo y punitivo descubierto internamente en la reflexión de un sujeto Por tanto, podemos afirmar que existen tres niveles de diferenciación: 1. El primer nivel reside en la Moral, es decir, en las normas de origen externo que condicionan la mentalidad del individuo. 2. El segundo nivel en la ética conceptual, entendida como el conjunto de normas de origen interno, personal y autónomo. 3. El tercer nivel es la Ética axiológica como conjunto de normas originadas en una persona dada una reflexión previa sobre ciertos valores. Mientras que la Ética se apoya en la razón y depende de la filosofía; la Moral se apoya en las costumbres y la conforman un conjunto de elementos normativos, que la sociedad acepta como válidos. Deontología y Ética profesional Estos dos términos suelen usarse como sinónimos, pero no lo son. Es importante destacar las principales diferencias entre ellos: Deontología Profesional Orientada al deber
tica profesional Orientada al bien, a lo bueno
No se encuentra recogida en normas ni códigos deontológicos, está Recogida en normas y códigos en relacionada con lo que piensa el propio "deontológicos" individuo (conciencia individual/profesional) Esas normas y códigos son mínimos y aprobados por los No es exigible a los profesionales de un profesionales de un determinado determinado colectivo (periodistas, colectivo profesional (periodistas, médicos, abogados,...) médicos, abogados,...) Se ubica entre la moral y el Parte de la ética aplicada derecho Una de las diferencias cuando hablamos de "ética" y "deontología" es que la primera hace directamente referencia a la conciencia personal, mientras que la segunda adopta una función de modelo de actuación en el área de una colectividad. Por ello, con la concreción y diseño de códigos deontológicos, además de autorregular esta profesión, se invita al seguimiento de un camino muy concreto y a la formación ética de los comunicadores. De forma teórica, podríamos diferenciar dos grandes grupos: la ética social y la ética individual. Dentro de la ética individual se diferencia, también, una ética interpersonal que es la que rige el comportamiento que tenemos en relación a otros individuos. Aquí se puede situar la ética profesional ya que rige el comportamiento del profesional en su actividad laboral. Los principios que rigen la profesión se obtienen a través de métodos similares a los de la ética general: dialógico, inductivo y deductivo. Para conocer el fundamento ético y moral de un código ético, se requiere el estudio de la actividad profesional en sí misma y no es suficiente la labor de un filósofo que desconozca la profesión. La ética de las profesiones se mueve en el nivel intermedio de las éticas específicas o “aplicadas”. El profesional se juega en el ejercicio de su profesión no sólo ser un buen o mal profesional sino también su ser ético. No acaba de ser considerada una persona éticamente aceptable quien en todos los ámbitos actuase bien y cumpliese con sus deberes menos en el ejercicio de sus responsabilidades profesionales. La ética general de las profesiones se plantea en términos de principios: el principio de beneficencia, el principio de autonomía, el principio de justicia y el principio de no maleficencia El deontologismo plantea los temas éticos en términos de normas y deberes. Los principios se distinguen de las normas por ser más genéricos que éstas. Los principios ponen ante los ojos los grandes temas y valores del vivir y del actuar. Las normas aplican los principios a situaciones más o menos concretas, más o menos genéricas. Las normas suelen hacer referencia a algún tipo de circunstancia, aunque sea en términos genéricos. Pero también los principios se hacen inteligibles cuando adquieren concreción normativa y hacen referencia a las situaciones en las que se invocan y se aplican. En términos generales un principio enuncia un valor o meta valiosa. Las normas, en cambio,
intentando realizar el principio bajo el que se subsumen, dicen cómo debe aplicarse un principio en determinadas situaciones. Tanto las normas como los principios son universales aun cuando el ámbito de aplicación de los principios sea más amplio y general que las normas específicas que caen bajo dicho principio. Desde la perspectiva de la ética profesional, el primer criterio para juzgar las actuaciones profesionales será si se logra y cómo se logra realizar esos bienes y proporcionar esos servicios (principio de beneficencia). Como toda actuación profesional tiene como destinatario a otras personas, tratar a las personas como tales personas, respetando su dignidad, autonomía y derechos sería el segundo criterio (principio de autonomía). Las actuaciones profesionales se llevan a cabo en un ámbito social con demandas múltiples que hay que jerarquizar y recursos más o menos limitados que hay que administrar con criterios de justicia (principio de justicia). Y, en todo caso, habrá que evitar causar daño, no perjudicar a nadie que pueda quedar implicado o afectado por una actuación profesional (principio de no maleficencia). 2.3 DEFINICIÓN DEL CÓDIGO DE ÉTICA Los códigos de ética permiten a las empresas incorporar e implementar a través de declaraciones de principios y valores, fundamentos morales y éticos de carácter universal, dentro de la vida diaria de una organización. El código de ética en una empresa, debe surgir como una parte integral de la cultura organizacional . Esta cultura organizacional determina los patrones, valores, símbolos, lenguaje, historias y prácticas de la empresa, los cuales se ven reflejados en la forma en que sus directores, gerentes o administradores la conducen, y cómo los colaboradores se desempeñan en la misma. El código de ética es un documento que recoge todos los elementos anteriormente enunciados y que permite a la organización contar con lineamientos claros que establecen pautas de conducta que deben respetarse tanto por los directivos y/o dueños, como por los colaboradores de una empresa en sus acciones diarias.Los códigos de ética pueden nacer en la empresa por diversas formas: ya sea porque las casas matrices de una empresa multinacional responden a estándares internacionales y envían a sus subsidiarias un código preestablecido; o por que la idea nazca de un departamento o de la dirección ejecutiva a lo interno de la empresa. No importan el origen de su proveniencia, los códigos de ética empresarial deben nacer con el respaldo de las altas autoridades.Hoy, empresas, organismos internacionales e incluso gobiernos han elaborado códigos de ética porque les garantiza productividad, sostenibilidad y respuesta a compromisos legales y tratados internacionales ratificados por las naciones, tales como la Convención Interamericana contra la Corrupción, a compromisos éticos que trascienden la normativa legal.
2.4 PRINCIPIOS DEL CÓDIGO DE ÉTICA •
Integridad
El Profesional deberá mantener incólume su integridad moral, cualquiera que fuere el campo de su actuación en el ejercicio profesional. Conforme a esto, se espera de él, rectitud, probidad, honestidad, dignidad y sinceridad, en cualquier circunstancia. Dentro de este mismo principio quedan comprendidos otros afines que, sin requerir una mención o reglamentación expresa, puedan tener relación con las normas de actuación establecidas. Tales conceptos pudieran ser los de conciencia moral, lealtad en los distintos planos, veracidad como reflejo de una realidad incontrastable, justicia y equidad con apoyo en el derecho positivo. •
Objetividad
La objetividad representa ante todo imparcialidad y actuación sin prejuicios en todos los asuntos que corresponden al campo de acción profesional. Lo anterior es especialmente importante cuando se trata de certificar, dictaminar u opinar sobre los Estados Financieros de cualquier entidad. Esta cualidad va unida generalmente a los principios de integridad e independencia y suele comentarse conjuntamente con esto. •
Independencia
En el ejercicio profesional, el Profesional deberá tener y demostrar absoluta independencia mental y de criterio con respecto a cualquier interés que pudiere considerarse incompatible con los principios de integridad y objetividad, con respecto a los cuales la independencia, por las características peculiares de la profesión, debe considerarse esencial y concomitante. •
Responsabilidad
Sin perjuicio de reconocer que la responsabilidad, como principio de ética profesional, se encuentra implícitamente comprendida en todas y cada una de las normas de ética y reglas de conducta del Profesional, es conveniente y justificada su mención expresa como principio para todos los niveles de la actividad laboral. •
Confidencialidad
La relación del profesional con el usuario de sus servicios es el elemento primordial en la práctica profesional. Para que dicha relación tenga pleno éxito debe fundarse en un compromiso responsable, leal y auténtico al cual impone la más estricta reserva profesional.
•
Observancia de las disposiciones normativas
El Profesional deberá realizar su trabajo cumpliendo eficazmente las disposiciones profesionales promulgadas por el Estado y por el Consejo Técnico de la Contaduría Pública aplicando los procedimientos adecuados debidamente establecidos. •
Competencia y actualización profesional
El Profesional sólo deberá contratar trabajos para lo cuál el o sus asociados o colaboradores cuenten con las capacidades e idoneidad necesaria para que los servicios comprometidos se realicen en forma eficaz y satisfactoria. Igualmente el Profesional, mientras se mantenga en ejercicio activo, deberá considerarse permanentemente obligado a actualizar los conocimientos necesarios para su actuación profesional y especialmente aquellos requeridos por el común y los imperativos del progreso social y bien común. •
Difusión y colaboración
El Profesional tiene la obligación de contribuir de acuerdo con sus posibilidades personales, al desarrollo, superación y dignificación de la profesión, tanto a nivel institucional como en cualquier otro campo que, como los de la difusión o de la docencia, le sean asequibles. •
Respeto entre colegas
El Profesional debe tener siempre presente que la sinceridad, la buena fe y la lealtad para con sus colegas son condiciones básicas para el ejercicio libre y honesto de la profesión y para la convivencia pacífica, amistosa y cordial de sus miembros. •
Conducta ética
El Profesional deberá abstenerse de realizar cualquier acto que pueda afectar negativamente la buena reputación o repercutir en alguna forma en descrétido de la profesión, tomando en cuenta que, por la función social que implica el ejercicio de su profesión, la importancia de la tarea que la sociedad le encomienda como experto y la búsqueda de la verdad en forma totalmente objetiva. Los principios básicos de ética son aplicables a todo Contador Público por el solo hecho de serlo, sin importar la índole de su actividad o la especialidad que cultive, tanto el ejercicio independiente o cuando actúe como funcionario o empleado de instituciones públicas o privadas, en cuanto sea compatible con sus funciones.
TERCERA UNIDAD
3.1 ETICA Y PSICOLOGIA La práctica de la psicología, bien sea como disciplina científica o como servicio público, esta basada en dos fundamentos principales. El primero está compuesto por un conjunto de conocimientos y habilidades que se han ido adquiriendo a través de la investigación y la practica psicológica. El segundo se compone de la ética en el desarrollo de ese conjunto de conocimientos y habilidades, y de las acciones llevadas a cabo cuando éstas se aplican para responder a las demandas de prestación de servicios a los usuarios. Las profesiones tienen estos elementos en común, si bien existe variabilidad en cada una de ellas. Por ejemplo, la psicología está firmemente basada en la investigación científica, basándose fuertemente en ciertos enfoques como la experimentación e intentando optimizar la objetividad y replicabilidad de los hallazgos. Al mismo tiempo, la observación meticulosa, descripción y reflexión de acontecimientos únicos que ocurren de forma natural son también esenciales para el desarrollo científico de la psicología. Este trabajo en el que nos centraremos en el fundamento ético de la psicología, se basa en el capítulo introductorio del libro Ethics for European Psychologists (Lindsay, Koene, Ovreeide y Lang, 2008). Nuestra intención fue elaborar un libro práctico que ayudase a los psicólogos en las distintas etapas de su carrera, desde a pre-graduados que comienzan a estudiar en la universidad una materia científica, a psicólogos profesionales en formación o nuevos investigadores y a psicólogos experimentados. Para resumir, sostengo que la práctica ética no constituye algo que se aprende al inicio de una carrera profesional sino que se desarrolla a medida de que nuestra experiencia profesional aumenta y surgen nuevos retos. A pesar de que este documento está dirigido principalmente a apoyar a los psicólogos en el nivel individual, es también necesario ofrecer apoyo a aquellas asociaciones que están implicadas en el desarrollo de la profesión, como por ejemplo el Colegio Oficial de Psicólogos en España. A medida que la popularidad y la influencia de la psicología como disciplina va aumentado por todo el mundo, se van creando nuevas asociaciones de psicólogos. Además, a medida que esos países van desarrollando su ciencia psicológica van también sentando las bases de su práctica profesional. Este desarrollo requerirá la posterior reflexión acerca de la ética en el ámbito de las asociaciones nacionales de psicología. Pero ¿cual debería ser la base o el principio organizativo de la reflexión sobre ética para los psicólogos europeos? ¿No es cierto que la riqueza en la diversidad cultural en Europa (y por supuesto en el mundo) conlleva efectivamente a que cualquier intento de alcanzar un criterio común (commonality) sea un sueño imposible? Mi respuesta es un rotundo ¡NO! y no está basada en prejuicios o en un factor proeuropeísmo que nos haga “sentirnos bien”, sino que mis opiniones y
compromiso nacen de la experiencia práctica de haber trabajado durante muchos años con los colegas de la Federación Europea de Asociaciones de Psicólogos (EFPA), especialmente con los coautores del libro mencionado anteriormente, en el desarrollo de directrices éticas para los psicólogos europeos y sus asociaciones profesionales. Este trabajo se ha presentado en el Comité Permanente de Ética de la EFPA, en conferencias y en talleres invitados en varios países. En este artículo “preparo el terreno” para el debate sobre ética de dos formas. En primer lugar, examino la naturaleza de la psicología y el impacto que tiene en el desarrollo de un código ético. En concreto, considero que los psicólogos podrían ser principalmente profesionales aplicados, (ej., psicólogos clínicos, educativos, forenses) pero es cierto que muchos son también investigadores no implicados de forma directa en la prestación de servicios a los usuarios. Sin embargo, ambos grupos están compuestos por psicólogos. ¿Debería aplicarse el código ético a ambos o sólo a los profesionales aplicados? En Segundo lugar, describo brevemente el desarrollo del Meta-código de Ética de la EFPA. Este ha tenido una gran influencia ya que todas las asociaciones de psicólogos que pertenecen a la EFPA deben asegurarse de que sus códigos éticos estén en armonía y por supuesto no entren en conflicto con el Meta-código. En las siguientes secciones se examinará la naturaleza de la psicología como ciencia y como profesión aplicada ¿son las cuestiones éticas de los psicólogos que se dedican a la ciencia (investigadores) similares o distintas a los de profesionales aplicados? 3.2 LA PSICOLOGÍA COMO CIENCIA La psicología tiene mucho en común con otras disciplinas científicas. La investigación en psicología puede incluir tanto a participantes humanos como no humanos. Esto nos hace cuestionarnos la generalización de los modelos de las especies y su ubicación en una jerarquía ética. Para simplificar, ¿deberían ser distintas nuestras preocupaciones éticas en la investigación con humanos respecto a aquellas relativas a la investigación con lombrices o ratas? Si es así, ¿en que nos basamos para justificar esto, acaso existe una escala desde animales inferiores a superiores (incluidos los humanos)? Si este es el caso, ¿dónde se ubica a cada especie, y qué es apropiado e inapropiado para cada una? Esta cuestión ha dado lugar a posiciones discrepantes que resaltan dos aspectos. Primero, la ética y por lo tanto la determinación de la conducta adecuada por parte de los psicólogos investigadores está basada en los valores. Segundo, los propios valores están supeditados y determinados por factores como la religión, las creencias y las expectativas de influencia cultural. Siendo esto así, es necesario emprender las investigaciones dentro de un marco que
tenga aceptación en la sociedad de acogida. Esta aceptación podría cambiar con el tiempo y ser diferente entre culturas. Como disciplina, la psicología no puede verse como “libre de valores” (Lindsay, 1995). Mientras algunas investigaciones podrían plantear relativamente pocas y menores cuestiones éticas, otras podrían referirse a cuestiones éticas importantes y polémicas. Un ejemplo de lo primero podría ser la realización de tests de lectura con estudiantes de 11 años, mientras ejemplos de lo segundo podrían ser la investigación de creencias religiosas, sobre el comportamiento sexual o los patrones de votación en las elecciones: todos estos son asuntos esencialmente personales y privados. Con respecto a la investigación, la preocupación por las cuestiones éticas del tema, la organización del procedimiento de la investigación, la publicación y divulgación de los resultados y los efectos de interacción. La psicología entendida como el estudio del comportamiento y la mente abarca un campo inmenso. Por consiguiente, el contexto de cada investigación en particular planteará cuestiones éticas diferentes. No es fácil categorizar qué temas tienen más probabilidades de plantearnos más o menos problemas éticos y, además, este juicio puede cambiar con el tiempo. Por ejemplo, se han llevado a cabo estudios que han examinado los procesos cognitivos básicos, cómo estos se relacionan entre ellos y cómo se aplican en entornos naturales. Mientras los estudios de laboratorio sobre el razonamiento podrían plantear pocas preocupaciones éticas, los resultados de estudios colectivos nos podrían plantear desafíos éticos muy serios. Esto se ejemplifica por los hallazgos que indican que existen diferencias entre grupos raciales o étnicos en las medias obtenidas en habilidades cognitivas. Preocupan cuestiones como el rigor y la validez científica de los estudios y la utilidad de los hallazgos (Phinney, 1996). En este ejemplo, el concepto de raza es visto ahora como polémico, afectando a la validez científica de los resultados. Esto a su vez plantea cuestiones éticas relativas a la divulgación de los resultados de dichos estudios. Pero todavía existe una preocupación ética más: ¿deberían estas investigaciones llevarse a cabo? El trabajo de Jensen y Eysenck, por ejemplo, fue criticado no tanto por lo puramente científico sino por las implicaciones que se podrían extraer y el consiguiente impacto, en este caso, en las relaciones entre los diferentes grupos (ej., Eysenck, 1971). Esto nos plantea un tema delicado ¿se deberían evitar ciertos temas de investigación no por causas científicas sino porque son socialmente sensibles? La realización de la investigación Los métodos de investigación en psicología abarcan un campo muy amplio. En un extremo del continuo encontramos procedimientos quirúrgicos invasivos, ej., la implantación de electrodos en los cerebros de animales para examinar la relación entre comportamiento, pensamiento o percepción con la actividad cerebral. La técnica en este caso es invasiva y se emprende para el propósito del experimento. Esto se podría
comparar con la investigación de la actividad cerebral en pacientes sometidos a cirugía con finalidades terapéuticas. En el otro extremo del continuo se pueden encontrar las técnicas experimentales interpersonales. Una de estas técnicas poco invasivas es la cumplimentación de cuestionarios, especialmente en grandes grupos. Compárese esto con un estudio con entrevistas individuales en las que el investigador hace preguntas indagadoras y difíciles sobre el comportamiento y las opiniones del participante. Estos ejemplos implican por lo menos dos dimensiones: física- interpersonal e intrusión baja-alta (Lindsay, 2000). Por lo tanto, la intrusión se puede conceptualizar bien como física, ej., cirugía, o por un interrogatorio. Cada una de éstas tiene implicaciones respecto al bienestar de los participantes, que también pueden considerarse con respecto a la salud física y psicológica. Es decir, no sólo plantea potenciales cuestiones éticas la intrusión física, sino que también lo hace el interrogatorio. Un ejemplo, que también nos sugiere cómo van cambiando las actitudes acerca de lo que es permisible en la experimentación, se refiere al experimento realizado por Landis en 1924 en Estados Unidos (descrito en Crafts et al, 1938). Veinticinco “sujetos” en su mayoría adultos pero que incluía a un niño de 13 años, y a un paciente hospitalizado con tensión arterial alta, fueron expuestos a varias condiciones experimentales para provocarles respuestas emocionales, siendo el propósito la evaluación de la expresión facial de las emociones. Las 17 situaciones incluían escuchar música de jazz, lecturas de la Biblia – probablemente consideradas como bastante benignas dependiendo de las opiniones que tenían sobre el jazz o la Biblia en un país predominantemente cristiano. Sin embargo, otras condiciones incluían el engaño, ej., oler amoniaco en lugar de “sirope de limón” como les había sido indicado por el experimentador. Otras tareas consistían en pedir a la persona que le cortara la cabeza a una rata; y solicitarle que metiera la mano en un cubo cubierto, sin mirar ni palpar dentro de él. El cubo contenía varias pulgadas de agua y ranas vivas, y se le asestaba una fuerte descarga eléctrica. Una tercera dimensión aquí implícita es la vulnerabilidad del participante con respecto a su status evolutivo, tanto de la edad como de la habilidad intelectual, su salud psicológica y física y su capacidad de resistencia – en el caso del niño y del paciente hospitalizado. La consideración ética de la realización de la investigación, por tanto, requiere prestar atención a varias dimensiones que conciernen a los participantes, y por supuesto, a los experimentadores. Además, existen preocupaciones éticas relacionadas con la realización de la investigación, incluyendo el consentimiento, la verificación del participante, y la validez y fiabilidad de las medidas. Aunque éstas a menudo se conciben como cuestiones técnicas, tienen una dimensión ética: datos inválidos plantean posibles problemas para la
competencia e integridad de los resultados de la investigación y la reputación del experimentador. Publicación y divulgación La divulgación de los resultados de una investigación adopta diversas formas; ej., informes a los patrocinadores, artículos en revistas científicas destinados a otros investigadores o profesionales, y presentaciones en los medios de comunicación. Existen consideraciones éticas aplicables todas ellas, pero también hay grandes variaciones. En cada caso existe el requerimiento de integridad, que se caracteriza aquí por una presentación precisa, veraz y comprensible. En lo más básico, los datos no deberán ser inventados o ignorados si interfieren con los resultados deseados por el investigador. Un ejemplo de cómo esto ha sido cuestionado tiene relación con Sir Cyril Burt, un eminente psicólogo británico que fue el primer psicólogo educativo del país. Tras su muerte, se alegó que su influyente trabajo sobre el CI, utilizando datos de gemelos, era sospechoso; se sugirió que había falseado los resultados y que, incluso, al menos uno de los colaboradores en la investigación, había sido inventado, todo ello, con objeto de reforzar su visión sobre el carácter hereditario de la inteligencia (Kamin, 1974). Para una discusión más detallada de esta caso celebre, ver Mackintosh (1995). Mientras el invento descarado de resultados es inequívocamente poco ético, otros ejemplos pueden resultar menos obvios. Los psicólogos pueden informar legítimamente de los resultados de un estudio que presta apoyo a sus teorías; sin embargo, no considerar los hallazgos opuestos, o no llevar a cabo estudios que pudieran cuestionar sus resultados, tampoco sería ético. Consecuentemente, cuando se informe sobre un estudio, si no se contextualizan los hallazgos en relación con los de otros estudios, representaría una falta de integridad. La naturaleza del medio representa una cuestión ética más. Se requieren diferentes expectativas en base a si el destinatario es un investigador o un miembro del público. Estas se refieren tanto al medio de publicación como al estilo de presentación. Mientras los artículos de revistas científicas están generalmente escritos con sumo cuidado y en una prosa muy meditada, un programa de televisión o un periódico sensacionalista podrían acentuar o posiblemente distorsionar el significado. La responsabilidad en última instancia siempre será del investigador, incluso cuando el causante de la (mala) presentación sea otra persona o agencia. Esto se aplica no sólo a la presentación deliberadamente cuestionable sino también a garantizar la evitación de malentendidos por parte de la audiencia. Por tanto, las consideraciones éticas implican no sólo la honestidad sino también claridad. Las cuestiones planteadas aquí se aplican también a la otra forma principal de divulgación: la enseñanza. Está la dimensión de la audiencia, por ejemplo desde un seminario experto para posgraduados hasta una presentación invitada ante un grupo de la comunidad. En cada caso existe un requerimiento ético para tratar de comunicarse de manera efectiva no sólo por razones de buena ciencia sino también sobre la base ética de evitar que se adquiera desinformación. Interacción.
Finalmente, es necesario considerar la interacción de estos tres elementos y de éstos con los valores personales de los psicólogos. Por ejemplo, se podría argumentar que algunas investigaciones no son éticas en sí mismas, pero que sus efectos son beneficiosos – el argumento de que “el fin justifica los medios”. Un ejemplo de esto es el trabajo de Milgram sobre la conformidad (ej., Milgram, 1963). En un clásico experimento les pidió a los participantes que le dieran una descarga eléctrica a un “sujeto” situado fuera de su campo de visión cada vez que respondiera incorrectamente a las preguntas. La intensidad de las descargas eléctricas iba en aumento. La vacilación o reticencia por parte del participante hacía que un supervisor vestido con bata blanca les insistiera para que continuara. A pesar de los aparentes signos de malestar, se encontró que los participantes sí aplicaron las descargas cada vez más severas, un hallazgo que se interpretó como la conformidad en la situación y en la presencia de una figura de autoridad dando órdenes. Es difícil imaginar que se permita realizar un experimento así en la actualidad, si bien se podría argumentar que este experimento tuvo una contribución significativa a en la comprensión de un importante fenómeno de psicología social. Un ejemplo similar es el famoso Experimento de la Prisión de Standford llevado a cabo por Zimbardo y ahora descrito con detalle por primera vez en su libro The Lucifer Effect (Zimbardo, 2007). Una cuestión diferente concierne a los sesgos potenciales que podrían tener un impacto en cualquiera de los tres elementos mencionados anteriormente, y por consiguiente dar lugar a la predisposición acumulativa al sesgo de la disciplina. Por ejemplo, se ha argumentado que a la psicología le falta diversidad sociopolítica y que la mayor parte de los psicólogos son políticamente liberales, estando los conservadores infra-representados en la disciplina y la profesión. Los temas de investigación que se eligen, se argumenta, son aquellos que concuerdan con los valores de los psicólogos: estos podrían interpretarse con un sesgo liberal; los hallazgos podrían ser presentados dentro del campo de valores de los psicólogos. En tal caso, existe un sesgo potencial desde el principio hasta el final del proceso de investigación. Puede que no sea intencionado, sino que más bien se trate de una manifestación sutil de los sistemas de valores individuales de los psicólogos. El problema se complica si, tal y como se argumenta para la psicología, los miembros de la profesión tienen un alto nivel de homogeneidad de valores.
3.3 PSICOLOGÍA COMO PROFESIÓN La necesidad de las Asociaciones (colegios) de Psicólogos La psicología organizada sólo existe desde hace unos cien años. Fue a finales del siglo XIX cuando se crearon laboratorios para el estudio de la psicología, aunque no representaban necesariamente a la psicología como disciplina independiente. Por ejemplo, en la Universidad del Reino Unido en la que realicé mis estudios de Grado, fue bastante después de la segunda Guerra mundial cuando se estableció un departamento de psicología. Antes de eso, había profesores de
psicología en el departamento de filosofía. Estos avances se sucedieron a diferentes ritmos tanto dentro como entre distintos países. De hecho, incluso ahora para algunos psicólogos es de poco o ningún interés, si ejercen o no dentro de una organización considerada “psicológica”, ya sea en un departamento universitario, un servicio público, una industria, un comercio o en la práctica privada. Otros están más preocupados por ser reconocidos personalmente como psicólogos y ejercer dentro de organizaciones o subsecciones de psicología. De más relevancia para la presente discusión es el desarrollo de las organizaciones formales de psicología. Las más antiguas son la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association, APA) y la Sociedad Británica de Psicología (the British Psychological Society, BPS) ambas con más de 100 años. Estas siempre han sido organizaciones de psicólogos. Esto es, el ser miembro está abierto a todos los que cumplan unos requisitos relacionados con la formación en psicología, Estas organizaciones han sido fundamentales en el desarrollo de los códigos éticos, ya que ha sido en su seno donde se han llevado a cabo los debates, y en última instancia donde se han tomado las decisiones acerca de la naturaleza y esencia de los códigos que se han ido desarrollando. Además, siendo órganos democráticos, dichas asociaciones o colegios profesionales necesitan del apoyo de sus miembros para la aprobación de políticas y de procedimientos de reglamentación, incluyendo los códigos éticos. Por consiguiente, el desarrollo de los códigos éticos depende de la existencia, fuerza y organización de las asociaciones de psicólogos, así como de las universidades y de las sociedades profesionales, respecto a los procedimientos para informar y obtener el apoyo de sus miembros y de las opiniones de éstos respecto a cuestiones éticas. Estos factores son influenciados por varios elementos, no menos importante en el contexto social general. Por ejemplo, el desarrollo de asociaciones de psicólogos desde la caída de los antiguos regímenes comunistas en Europa Oriental ha permitido que asociaciones anteriormente restringidas pudieran desarrollar su práctica y nuevos códigos éticos. La importancia de las asociaciones de psicólogos en el desarrollo de códigos éticos es probablemente más evidente en aquellos países en los que dichas organizaciones se han establecido más tardíamente. Sin embargo, su papel también puede verse cuando se sigue el desarrollo de códigos éticos dentro de asociaciones bien establecidas Al hacer esto, es necesario considerar lo siguiente: ¿qué es una profesión? ¿Y por qué tener un código ético? ¿Qué es una profesión? Pryzwansky y Wendt (1999) argumentan que una profesión puede caracterizarse por lo siguiente: ✔ La existencia de una organización formal de profesionales ✔ Una formación sistemática ✔ Un cuerpo de conocimientos ✔ Un código de ética ✔ La regulación de los miembros que proporcionan los servicios
No obstante, estas no son cuestiones sencillas. Por ejemplo, en muchos países los psicólogos han ejercido con una organización limitada. Asimismo, hasta hace relativamente poco tiempo, los psicólogos no han tenido un código ético específico. El de la APA, que generalmente se considera como el primero, no se aprobó hasta1953, bastante más de medio siglo después de que fuera fundada la APA y cuando un gran número de psicólogos ya llevaban muchos años ejerciendo. En Europa, muchos países han desarrollado sus códigos éticos siguiendo la iniciativa de la EFPA, organismo que creó un grupo de trabajo para el desarrollo de un código ético en 1990 (tras la aprobación del Meta-código en 1995 este Grupo de Trabajo pasó a ser el Comité Permanente de Ética). Incluso ahora, existen asociaciones de psicólogos que no disponen de procedimientos disciplinarios como elemento de un sistema de regulación, una limitación que ha sido abordada recientemente por el Comité Permanente de Ética de la EFPA. La definición de las profesiones es, por tanto, compleja. Existen factores históricos y culturales que cuestionan los criterios generalmente aceptados. Más aun, hay otros factores a considerar que incluyen: La especificidad de los conocimientos y habilidades ✔ Nivel de habilidad de aplicación ✔ Interés propio y social ✔
La psicología por excelencia es una disciplina que ha contribuido en una gama de profesiones, incluyendo la atención sanitaria, la enseñanza, el trabajo social y las relaciones personales y humanas y la publicidad, entre otras. Muchas, pero no todas, tienen su propio código ético. Por ejemplo, hasta hace poco no existía un código ético para los profesores en Inglaterra y Gales, una limitación que ha sido tratada por el Consejo General de Enseñanza (General Teaching Council) de nueva creación. El nivel requerido de habilidad podría distinguir, entre y dentro de las profesiones. Una vez más la complejidad se incrementa con un conjunto de competencias que se solapan. Por ejemplo, un maestro de escuela se puede formar en la medición en educación alcanzando un alto nivel, pero no tendrá la amplitud en la experiencia en evaluación psico-educativa adquirida por un psicólogo educativo o escolar. Por tanto, la psicología es aplicada por otros así como por los psicólogos – debemos perfilar la definición de psicólogo para así delimitar quién es competente y quién está sometido a un código ético para psicólogos. El tercer asunto tiene que ver con la naturaleza del trabajo llevado a cabo y la sociedad en la que ocurre. Esto es también problemático con las diferencias en los servicios prestados en la práctica privada y pública y esto varía, además, entre los distintos países. Algunos argumentan que una orientación principal hacia el interés comunitario y no hacia el interés individual es una característica del comportamiento profesional, lo cual es difícil de rebatir. El tradicional
compromiso con la sociedad caracterizado por bajos salarios e inadecuadas condiciones de trabajo ha sido cuestionado por los trabajadores organizados y los cambios en la perspectiva social sobre lo que es apropiado. Además, quienes ejercen en la práctica privada tienen esencialmente un grado de interés propio inherente a su actividad: necesitan clientes para sobrevivir. Sin embargo, otros podrían estar expuestos a presiones más sutiles, incluidos los que ejercen en organismos públicos o en régimen de voluntariado. Por ejemplo, las críticas a la educación especial argumentan que los profesionales pueden querer mantener el sistema por propio interés, ya que de esto dependen sus sustentos. Curiosamente estos críticos no tienden a aplicarse el mismo alegato a sí mismos, cuyas carreras profesionales podrían estar basadas en la promulgación de tales críticas. En resumen, la cuestión sobre qué es una profesión es problemática y polémica. Sin embargo, para los propósitos presentes el principal enfoque será el desarrollo de un código de ética, y la regulación del comportamiento de los profesionales. 3.4 ¿POR QUÉ TENEMOS UN CÓDIGO ÉTICO? Los códigos éticos se caracterizan, de forma explícita o implícita, por dos elementos: una serie de principios éticos y unas declaraciones sobre la práctica que normalmente están escritas en forma de normas de obligado cumplimiento. Por lo tanto, los códigos éticos, son medios para traducir las creencias acerca del comportamiento adecuado en declaraciones que especifican cómo los profesionales pueden actuar apropiadamente. Estos principios se derivan de posiciones morales generales incluyendo los valores. Pero, ¿para qué tener un código ético? Esta cuestión nos podría parecer absurda en este momento, pero en el desarrollo del primer código de la APA hubo un debate activo en el que el argumento a favor de no tener un código fue expuesto con fuerza por Hall (1952). No era un argumento en contra de la conducta ética sino que Hall alegaba que no era necesario tener un código ético oficial. En su lugar, argumentó, que el comportamiento ético debería ser algo que se asume de los psicólogos y que, la implementación de un código oficial era un paso retrógrado ya que “Creo que por un lado da juego a los sinvergüenzas y por el otro hace que aquellos que se saben cubiertos por el código se sientan pagados de sí mismos y santificados. Este punto de vista no prevaleció pero su mensaje es importante. Primero, distingue el comportamiento ético del código ético oficial, pero implícitamente plantea la cuestión sobre la formación. La postura de Hall se basó en la creencia sobre la bondad de los psicólogos sensatos pero no dijo nada respecto a cómo éstos desarrollaron esa forma recta de pensar: “las personas maduras y decentes no necesitan que se les diga cómo comportarse” (p. 430) , sin embargo, la experiencia nos muestra que esta postura resulta ingenua. Por ejemplo, cada año tanto la BPS como la APA publican estadísticas en referencia a las denuncias recibidas por la conducta de algunos de sus
miembros. Aunque en términos de porcentaje estas no presentan índices muy elevados, el número de denuncias no es insignificante. En 2006 la Sociedad Británica de Psicología (BPS) recibió 109 denuncias, designó 20 grupos para la investigación de las denuncias, y siete de ellas fueron llevadas al Comité de Conducta; la APA informó que fueron interpuestas 82 denuncias y se abrieron 29 nuevos casos (véase el informe anual de la Sociedad Británica de psicología www.bps.org.uk y el número especial del American Psychologist que se publica cada agosto). Una cuestión más referida al alcance y amplitud de cualquier código y a su impacto en los miembros de la profesión. Los códigos éticos están típicamente diseñados para su aplicación a profesionales ejercientes. La práctica psicológica es inusual en un gran número de psicólogos que no proporcionan servicios al público, a saber, investigadores y educadores. En profesiones típicas, existe una abrumadora mayoría de miembros que son ejercientes (ej., médicos, enfermeras). Los códigos éticos están por tanto dirigidos a la práctica con los clientes. Psicología, sin embargo, tiene una considerable proporción de miembros que desarrollan la disciplina a través de la investigación y la divulgan a través de la enseñanza. Un enfoque podría ser el de limitar los códigos éticos sólo a los miembros que ofrecen servicios al público. Esta no ha sido la dirección tomada por la mayoría de sociedades nacionales en Europa o la APA. Mientras existen factores prácticos que separan a los miembros en distintos grupos, existe también una tradición de unir la ciencia y la práctica. Esto se puede ejemplificar por la situación ocurrida en la APA a finales de los años 40, principios de los 50. En esa época los profesionales en ejercicio de la psicología se formaban desde la investigación, siendo el doctorado visto como la máxima cualificación. Esta postura fue debatida y rebatida, y la conferencia de Boulder de 1949 fue un importante acontecimiento donde se consolidó el concepto de que los psicólogos clínicos debían formarse a partir de la investigación básica y que las aplicaciones clínicas deberían ser consecuencia y desarrollarse partiendo de ese fundamento. Este enfoque frecuentemente llamado el modelo del “profesional-científico” se ha seguido en otros ámbitos de la psicología aplicada (Lindsay, 1998) pero continúa siendo un motivo de controversia (Rice, 1997). Estos debates se llevaron a cabo al mismo tiempo que los del primer código de ética de la APA y los investigadores, algunos de los cuales trabajaban con clientes, fueron importantes contribuyentes. Esta política de inclusión por parte de las asociaciones de psicólogos no se corresponde con la de las instancias que otorgan licencias para el ejercicio, las cuales, normalmente, no requieren a los investigadores o profesores de psicología tener licencia para ejercer. Por lo tanto, estos psicólogos quedan fuera del ámbito de competencias de dichas instancias, y por ello la asociación de psicología deberá proporcionar los procedimientos necesarios de investigación y disciplinarios, así como orientación ética. Esta cuestión de la cobertura es importante ya que hay diferentes implicaciones para los códigos de ética. Cuando se considera la práctica (ej., como psicólogo clínico),
el código de ética debe contemplar el comportamiento del psicólogo con el cliente, una persona. Por otro lado, investigar requiere la consideración de personas que no son clientes en el mismo sentido (ej., participantes de una investigación) si bien también es necesario contemplar otro concepto más abstracto, a saber, el cuerpo de conocimiento de la ciencia. Esto no es un argumento para una simple dicotomía, el concepto de cliente, por ejemplo, es complejo (ver Ovreeide y Lindsay, 2008). Los investigadores pueden tener clientes en forma de organizaciones que les financian, mientras que los que proporcionan servicios pueden tener clientes múltiples, o distintos órdenes de clientes tales como un niño dentro de la familia, o trabajadores dentro de una empresa. No obstante, existe una situación jurídica en muchos países que reconoce la relación particular, y por tanto las obligaciones, entre un profesional y un cliente identificado. Esto podría considerarse como un deber especial de cuidar del bienestar de sus clientes o pacientes. Sin embargo, dicho deber de cuidado también podría ser atribuido al investigador con respecto a los participantes de la investigación en particular. Por consiguiente, debe esperarse un comportamiento ético de todos lo psicólogos, y los sistemas para garantizar que eso suceda, deberán abarcar esta amplia gama, incluyendo a los investigadores y educadores.
3.5 Pautas para la Enseñanza de la Ética Profesional en Psicología en un Contexto con Impronta Postmoderna Diana Pasmanik y Maa Inés Winkler Universidad de Santiago de Chile, USACH Resultados de estudios realizados en Chile sugieren que los psicólogos prefieren tomar decisiones de orden ético sobre la base de su juicio personal y su experiencia profesional, valorizando menos la utilidad del código de ética profesional (Alvear, Pasmanik, Winkler & Olivares, 2008). Partiendo de este antecedente, se recabó información para situar la enseñanza de la ética profesional en las transformaciones que actualmente experimenta la educación superior y se buscó elementos de juicio para la toma de decisiones con respecto a la enseñanza de la ética en el pregrado. En este artículo se presentan y discuten algunos acercamientos a dicha formación que se aplican en la enseñanza de la psicología y se proponen algunas orientaciones para decidir qué, cuándo y cómo enseñar ética en psicología. 3.5.1. Introducción Resultados de un estudio realizado en Chile y recientemente publicado (Alvear, Pasmanik, Winkler & Olivares, 2008) sugieren que habría una postura crítica de parte de las y los psicólogos1 chilenos con respecto al Código de Ética del Colegio de Psicólogos de Chile. De un total de 170 psicólogos, de los cuales el 81,1% manifestó conocer el código de ética, un 60,4% se manifestó “contrario”
a los códigos de ética profesional, valorando otros recursos para enfrentar problemas éticos, tales como la experiencia personal (53,3%) y el dominio de un buen manejo técnico (55%) conviniendo, además, en que quien ejerce de modo serio y responsable la profesión no requeriría recurrir al Código de Ética (56,2%). Una explicación, al menos parcial, de esta situación puede estar en la influencia de la postmodernidad en nuestra sociedad y, particularmente, entre sus individuos más letrados. Desde mediados del siglo XX, se reconoce a la postmodernidad como un nuevo período en el devenir de nuestra civilización. Surge junto al desencanto con los meta-relatos, es decir, las grandes ideologías o sistemas de pensamiento que aparecieron con la Ilustración. Estas orientaban a la sociedad con las ideas que el progreso y el desarrollo social tienen un fin, que existe una verdad única y absoluta y que el desarrollo humano depende fundamentalmente de la razón (Bauman, 2004; Díaz, 1999; Lipovetsky, 1998; Vattimo, 2004). Sin embargo, es posible atribuir estos resultados a otros factores que también pueden estar influyendo, tales como la necesidad de revisar y eventualmente actualizar- el Código de Ética Profesional del Colegio de Psicólogos de Chile, cuya última versión data de 1999. Cabe considerar, además, las atribuciones limitadas que aún tiene el Colegio de Psicólogos para ejercer la tuición ética de la profesión en Chile. Un factor relevante de la postura crítica es la formación en ética recibida durante los años de formación universitaria. Algunas investigaciones y tesis para la obtención del título profesional realizadas en Chile en décadas anteriores así lo sugieren (Blanco & Ite, 1994; Morales, Sziklai, Díaz & Scharager, 1988). A lo largo de los años, una crítica recurrente es la formación escasa, teórica y descontextualizada del ejercicio profesional. Al mis- mo tiempo, se aprecia una demanda por una enseñanza de la ética que privilegie la reflexión y el debate, sobre la base del aná- lisis de casos. Estos datos constituyen nuestro punto de partida para la búsqueda de pautas para la formación en ética profesional en psicología en Chile. No pretendemos culminar con una propuesta acabada, asunto que, por lo demás, tampoco parece estar zanjado en otras latitudes (De las Fuentes, Willmuth & Yarrow, 2005; Falender, 2006, Agosto). Nuestra intención, más bien, es proponer un conjunto de orientaciones que considerar al momento de planificar la formación. Iniciaremos nuestra exposición revisando algunos antecedentes que permiten situar la enseñanza de la ética profesional en las transformaciones que está experimentando la educación superior en la actualidad. Después, entregaremos algunos elementos de juicio para la toma de decisiones con respecto a la formación en ética profesional, para, ulteriormente, presentar y
discutir algunos acercamientos a dicha formación que se aplican en la enseñanza de la psicología. Culminaremos con la propuesta de algunas orientaciones para la enseñanza de la ética profesional. Si bien nuestra reflexión se realiza teniendo presente la formación específica de los psicólogos, la mayor parte de la información recabada y su análisis, así como las orientaciones propuestas, se ajustan a la formación profesional en general.
3.6 La Presencia de la Ética en la Formación Universitaria a Inicios del Siglo XXI
En la primera década del siglo XXI, el contexto de mayor generalidad de la formación profesional lo constituyen la globalización y la instalación de una sociedad del conocimiento y digitalizada. Diversas iniciativas que llevan a la unificación de países en formas mayores de organización, tales como la Comunidad Europea y el MERCOSUR, requieren de profesionales preparados para insertarse en distintos escenarios y adaptarse a culturas diferentes. En este contexto cobra fuerza la opción por una formación profesional basada en competencias que, en Europa, da origen al proyecto Tuning (González & Wagenaar, 2003). Ideado para facilitar una formación profesional más homogénea al interior de la Comunidad Euro- pea, por su intermedio se espera establecer la equivalencia de las distintas titulaciones en el continente. La formación basada en competencias permite establecer un lenguaje común que se refleja en la formulación de perfiles profesionales y moldea los diseños curriculares y las estrategias de formación. En el proyecto Tuning (González & Wagenaar, 2003) se introduce la ética como una competencia transversal interpersonal, bajo la denominación de compromiso ético. De este modo, se otorga un nuevo impulso a la formación en ética en la universidad (Bolívar, 2005; Boni & Lozano, 2005). Este constituye una invitación a superar la neutralidad que caracterizó la formación libe- ral, vinculada a la Ilustración, y su creencia relativa a que el solo conocimiento bastaba para que los individuos fueran mejores. También era una invitación a superar el adoctrinamiento ideológico de otros momentos, subrayándose el componente moral inherente a la educación (Bolívar, 2005). Sin embargo, la inserción de la ética se produce sobre la base de un enunciado ambiguo. Puede ser entendida tanto como atender en la formación a la dimensión moral de la personalidad, comprendiendo las competencias éticas como profesional y como ciudadano, o bien en el sentido restringido del aprendizaje de un código deontológico (Bolívar, 2005). Este último consiste en el conjunto de principios y normas que orientan la actuación profesional, de acuerdo a los deberes y obligaciones de la profesión.
3.6.1 La Formación Universitaria en el Dominio Ético-Moral Al referirnos al dominio ético-moral, estamos empleando dos conceptos que requieren de definición. Orellana Benado (1994) define la ética como una disciplina filosófica orientada a la reflexión acerca de las costumbres, tarea que cumplirían, “… desde el punto de vista de los valores, los principios y las normas en cuyos términos se pretende responder a la pregunta acerca de cómo, en principio, debe vivirse la vida” (p. 41). Para Bolívar (2005), la ética es una reflexión crítica de segundo orden acerca de la experiencia moral humana y prescribe los modos de comportamiento justificables. En su origen etimológico ética deriva de la palabra griega ethos, “morada”, “lugar don- de se vive”, y también significa “carácter” y “conciencia”. Alude, por lo mismo, a la forma como conducirse entre el nacimiento y la muerte (Holzapfel, 2000). En la actualidad este “habitar” resulta altamente complejo, debido a que la sociedad no alcanza a modificar sus hábitos y costumbres con la misma rapidez con la que se producen los cambios tecnológicos y el conocimiento. Cuando los cambios se producen, no se al- canzan a arraigar cuando ya quedan obsoletos (Bilbeny, 1997). Por este hecho, hoy en día se hace imperativa la autonomía moral,en términos piagetanos. La ética, como lo sugiere su calidad de “conciencia”, demanda de reflexión, que sea crítica, de segundo orden y acerca de valores y comportamientos, dirimiendo con respecto a aquellos que resultan justificables. Moral tiene su origen en mores, costumbres (Bilbeny, 1997; Montero, 2004). Se refiere a los hábitos y costumbres que regulan la propia actuación y la convivencia social. Así, el dominio ético-moral comprende los hábitos y costumbres de un grupo humano y su apropiación y la reflexión crítica acerca de estos mismos, de su origen, de los valores que les dan soporte y de la idoneidad de las actuaciones y comportamientos propios y ajenos. El concepto de compromiso ético, en su ambigüedad, refleja la diversidad de la formación en el dominio ético-moral en los espacios universitarios en la actualidad, en los que coexisten distintos acercamientos, con supuestos de base y fines diferentes. Su análisis permite concluir que estos no son excluyentes entre sí sino, por el contrario, podrían combinarse, con diferentes énfasis, a lo largo del trayecto de la formación universitaria. Como veremos, algunos acercamientos tienen un carácter transversal a la formación, apuntando al estudiante en cuanto persona, ciudadano y actor social; otros se refieren a modos de concebir y enseñar la ética profesional.
3.6.2. La Formación Ético-Moral de Carácter Transversal Los acercamientos a la formación con acento transversal y mayor presencia pare- cen ser la formación para la ciudadanía y la responsabilidad social universitaria. La formación para la ciudadanía se implementa no solamente en el ciclo terciario sino, también, en el medio escolar. En el marco universitario se fundamenta en la responsabilidad del profesional con su sociedad, como ciudadano e integralmente como persona (Martínez, Buxarrais & Bara, 2002). Se vincula con la educación de la moral cívica de una sociedad democrática, propuesta por Cortina (1995), basada en lo que la autora denomina la ética de los mínimos, que asegura la intención por promover la justicia, sustentada en los valores de libertad, igualdad y solidaridad y en los derechos humanos. En la formación universitaria se aprecia, también, una orientación a la promoción de valores y actitudes prosociales, a través del desarrollo de programas elaborados en el marco de la noción de responsabilidad social universitaria, es decir, aquella que le corresponde a las universidades con respecto a la comunidad en que están insertas y al país en general, aportando en la solución de problemas en beneficio de la sociedad (Arratia Figueroa, 2008; Martínez de Carrasquero, Mavárez, Ligibther & Carvallo, 2008). Por otra parte, están los esfuerzos por desarrollar procedimientos para la promoción en la formación universitaria del compromiso ético como competencia genérica, mediante un diseño curricular basado en competencias, en el que se destaca, en el concierto iberoamericano, la Universidad de Deusto (Villa & Poblete, 2007). 3.7 La Formación en Ética Profesional Otra vertiente, que no se contradice con la anterior sino, por el contrario, la complementa, es la formación orientada a la ética profesional. Las profesiones se caracterizan por ser ocupaciones que cumplen una función de alta relevancia social, razón por la cual requieren de una preparación rigurosa. La complejidad y especificidad del conocimiento que los profesionales manejan determina un alto grado de poder y autonomía en su desempeño (Gyarmati, 1984). Mediante el ejercicio profesional, es posible tanto beneficiar como perjudicar al prójimo, sea este un individuo, grupo, familia, organización o comunidad. De ello deriva la importancia de la ética profesional, mediante la cual se promueven las buenas prácticas profesionales y se previene el perjuicio que el ejercicio profesional negligente o equivocado pudiera ocasionar. En los últimos años, la noción tradicio- nal de las profesiones como ocupaciones de ejercicio liberal y la idea que la obtención de un título profesional permite predecir un cierto desarrollo de carrera, se ven vulneradas por la diversificación de la ciencia en áreas y subdisciplinas y de las profesiones en áreas de especialización, así como por
el surgimiento, en términos disciplinarios, de campos de frontera. En este contexto, la existencia de principios profesionales éticos sería más importante hoy en día que en épocas anteriores, debido a los cambios que experimentan las profesiones y los desajustes que ello ocasiona en la identidad profesional (Hirsch Adler, 2003). La dificultad para orientar la actuación profesional en su marco ético sería mayor debido a que los profesionales deben aplicar la deontología profesional en contextos y situaciones para los cuales esta no fue pensada. La conducción del análisis de las situaciones éticamente complejas en base a los principios de la profesión podría facilitar la toma de decisiones cuando la norma no baste para encontrar una respuesta. Este es el marco de referencia en el cual orientaremos la reflexión a tres parámetros que habría que considerar en toda planificación curricular y de los cuales la enseñanza de la ética profesional no estaría exenta: ¿Qué contenidos enseñar? ¿Cuándo enseñarlos? ¿Cómo enseñarlos? Nos ocuparemos de las dos primeras interrogantes en el próximo apartado. En esta ocasión, optamos por hacer notar algunas particularidades de la ética que condicionan su enseñanza, más que hacer un listado de temas relevantes. Un contenido fundamental lo constituyen los códigos de ética. Los trataremos, pero poniendo el énfasis en las demandas de su uso, en las que reside la dificultad y también el desafío para la formación. Después, nos referiremos a la identidad profesional y a sus alcances para la formación en ética. En el apartado subsiguiente describiremos algunas aproximaciones vigentes para la formación en ética profesional en psicología, según las opciones identificadas en la literatura especializada. 3.8. Formación en Ética Profesional: Qué Enseñar y Cuándo Hacerlo Los Códigos de Ética Profesional La enseñanza de la ética profesional incluye necesariamente como contenido el Código de Ética Profesional. Los códigos de ética en psicología están constituidos por normas -generales, que cumplen una función educativa, y específicas, que son las normas deontológicas propiamente ta- les- y un conjunto de principios, es decir, normas o ideas fundamentales que rigen el pensamiento o la conducta (Real Academia Española, 2001). Los principios poseen un carácter aspiracional, vale decir, son ideales a alcanzar y, por lo mismo, no tienen carác- ter normativo (Código de Ética Profesional, Colegio de Psicólogos de Chile, 1999; Decla- ración Universal de Principios Éticos para Psicólogas y Psicólogos, Sociedad Interamericana de Psicología [SIP], 2008). Estos códigos tienen por propósito regular qué es lícito y qué no en el ejercicio profesional. Hirsch Adler (2003) señala que permiten determinar la licitud, en
base a criterios y principios, en situaciones dilemáticas, es decir, aquellas en que dos o más principios están en conflicto y es necesario decidir cuál cumplir. Además, los códigos declaran los principios y valores y los criterios específicos de la profesión, desde la perspectiva de sus miembros. Poseen, al mismo tiempo, una función informativa hacia clientes, usuarios, poderes públicos, otros profesionales y la sociedad en general y cumplen una función protectora de la profesión en la defensa de la competencia profesional, la conducta correcta y la defensa de los intereses profesionales. Los códigos de ética se constituyen, por lo tanto, en un instrumento informativo que guía la actuación profesional, pero las decisiones relativas a cómo actuar requieren de la reflexión y el juicio del profesional. Ilustra esto la presentación del Código de Ética del Colegio de Psicólogos de Chile (1999), que culmina con la advertencia: Un Código de Ética profesional es un conjunto de normas de conducta profesional respaldadas por principios que constituyen su marco teórico-ético. Necesariamente tiene un carácter no exhaustivo, no pudiendo abarcar todas las conductas y sus matices y deja un margen razonable de interpretación. Por otra parte, la enseñanza de la ética demanda, a su vez, la enseñanza de las leyes reguladoras del ejercicio profesional. Nuevamente aquí no basta con conocer las leyes sino, también, habrá que dirimir lo que en ocasiones resulta difícil cuando las leyes y la ética profesional entran en conflicto. Este problema ha sido estudiado por Pope y Bajt (1995), quienes mostraron que psicólogos caracterizados por una gran experticia ética reconocían haber faltado a la ley en asuntos de carácter profesional, por razones de conciencia. La publicación de sus resultados generó en su momento una fuerte controversia, con argumentaciones a favor y en contra (Ansell & Ross, 1995; Kalichman, 1995; Van Eenwyk; 1995). Más allá de ello, pone en discusión el carácter controvertido de la dimensión ética en el ejercicio profesional de la psicología, que se refleja cuando los valores están en pugna o bien frente a situaciones dilemáticas. 3.9 La Identidad Profesional Un elemento que se repite en el análisis de algunos autores con respecto al valor de la ética profesional es la identidad profesional. La identidad es intersubjetiva (depende de las relaciones dialógicas con los demás) y contextual, pues se construye sobre la base del material simbólico que sus comunidades de pertenencia le proporcionan al individuo (Hirsch Adler, 2003). Más allá de la ética profesional, la profesión en sí misma es un elemento identitario; uno es profesional, lo que indica que ha incorporado el espíritu universitario. La medida en que ello se logre depende de circunstancias
personales, pero especialmente del grado de inserción, sensibilidad y apertura para la participación en la vida univer- sitaria (Hirsch Adler, 2003). Pero el ser profesional también supone ser miembro de una profesión determinada e, incluso, de una de sus especialidades. Esta cualidad identitaria tiene que ser considera- da en la formación profesional. Como enfatizan González Maura y González Tirados (2008), al referirse a la formación profesional y aludiendo al modelo de Delors (1996) sobre las áreas del saber, no basta con conocer y saber hacer sino, también, hay que ser profesional. Para algunos autores, la ética profesional forma parte de la identidad profesional. Hirsch Adler (2003) lo señala refiriéndose a las profesiones en general, mientras que Handelsman, Gottlieb y Knapp (2005) lo plantean con respecto a la psicología. En Chile encontramos un ejemplo ilustrativo en el Código de Ética de la Orden que, en su presentación, se plantea que en el mandato del Colegio para su creación “... se enfatiza la ética como valor central de la profesión y su ejercicio” (Colegio de Psicólogos de Chile,1999, p. 4). Un ejemplo adicional lo constituye la Declaración Universal de Principios Éticos para Psicólogas y Psicólogos. Este documento fue elaborado mediante la revisión comparada de los Códigos de Ética de psicología de diferentes latitudes del planeta y presentado en el Congreso Internacional de Psicología de Berlín, en Julio de 2008, don- de fue ratificada y adoptada formalmente por la International Union of Psychological Science (IUPsyS) y la International Associa- tion of Applied Psychology (IAAP). También fue ratificada por la SIP en Diciembre de 2008 (SIP, 2008). El documento comprende cuatro principios: Respeto por la Dignidad de las Personas y de los Pueblos, Cuidado Competente del Bienestar de Otros, Inte- gridad y Responsabilidades Profesionales y Científicas con la Sociedad. En la primera década del siglo XXI encontramos, entonces, a la psicología buscando aunar criterios para disponer de un marco de referencia único para su ética. Que esto ocurra a través de la declaración de un conjunto de principios y no de un conjunto de normas, como podría ser, por ejemplo, un decálogo, sería consecuencia de las características propias de la época que nos toca vivir. La autonomía moral -un imperativo en la actualidad con su consecuente énfasis en la responsabilidad personal, demanda de una ética que descanse en el juicio personal, producto de la reflexión y el diálogo que, en definitiva, es un encuentro con el otro. Para concluir, el ser profesional se constituye en un elemento identitario en dos dimensiones: el ser profesional, es decir, alguien que estudió una carrera que lo legitima y también lo obliga, con derechos y deberes particulares con respecto a la sociedad; y el ser profesional de una profesión específica, como es la psicología. En uno u otro caso la dimensión ética está presente,
por lo que los logros de aprendizaje en este dominio forman parte del devenir de una nueva forma de ser. Así, en la tarea de formar en ética profesional habría que considerar al estudiante integralmente. Al mismo tiempo, la formación en ética profesional sería un proceso que se prolongaría a lo largo del plan de estudios durante toda la vida profesional. Este demanda determinar qué enfatizar, según el momento del trayecto de la formación, lo que nuevamente nos remite al cómo enseñar. En nuestro caso, nos limitaremos al ámbito universitario. Actualmente coexisten distintas formas de enseñar ética profesional en psicología, a las que nos referiremos como aproximaciones y modelos. La distinción entre ambos conceptos la realizamos sobre la base del nivel de especificidad de la propuesta pedagógica: mientras que por aproximación se entenderá un marco general, un modelo involucra diversos componentes cuya articulación es planteada explícitamente por sus autores. La revisión de la literatura especializa- da muestra a estas opciones circunscritas a la enseñanza de la psicología clínica y, si bien algunas detallan contenidos, metodologías de trabajo y actividades concretas, las afirmaciones acerca de sus bondades, en su gran mayoría, no aparecen respaldadas empíricamente. La forma menos estructurada de todos los modos de enseñar ética en psicología es el aprendizaje incidental, aquel que ocurre cotidianamente y que en psicología ocurriría en los espacios de supervisión clínica. Respondiendo a las necesidades de los supervisados y de la situación, pueden transformarse en aprendizajes significativos debido a la pertinencia de su ocurrencia. Como forma de aprendizaje intencionado y sistemático es criticada por Handelsman (1995). Su falta de planificación, y eventualmente de rigor, como intervención educativa no per- mite asegurar una formación de calidad. 3.10 Aproximaciones Focalizadas en la Enseñanza de la Ética Profesional en Psicología Nos referimos brevemente en este apartado a dos formas de enseñar ética profesional, reconocidas en psicología. Estas son la combinación de filosofía y el código de ética profesional y el entrenamiento en resolución de problemas. Las calificamos como focalizadas porque abarcan un ámbito específico de la formación. La primera se caracteriza por la combinación de psicología y filosofía (Fine & Lawrence, 1995), a veces incorporando el marco deontológico y legal de la profesión (Calo, 2000). La segunda trata del entrenamiento de los estudiantes en algún modelo de toma de decisiones éticas. Un ejemplo es el procedimiento de Ajzen (1996), en el que los pasos a seguir son: (a) obtener información para identificar los temas éticos de una situación; (b) identificar a los participantes para determinar qué intereses están en riesgo; (c) generar dife
rentes alternativas de solución; (d) realizar un análisis de costo y beneficio para cada solución posible y (e) elegir una alternativa y evaluar sus resultados. Si bien estas propuestas incorporan aspectos de indiscutible relevancia para la formación en ética profesional, ambas excluyen aspectos importantes de tener presen- tes en un proceso formativo. El énfasis en la primera se ubica en un conocimiento de tipo fáctico, declarativo. Su fortaleza está en que permite ser aprovechado en la estimulación de la reflexión y del análisis crítico; sin embargo, su debilidad reside también ahí si los esfuerzos por formar en ética profesional se acotan, omitiendo otras áreas cuyo trabajo es igualmente necesario. En la segunda alternativa el conocimiento es procedimental. Tiene la ventaja de integrar el aprendizaje de los contenidos de orden fáctico, requisito para la toma de decisiones, con el análisis de casos concretos, y facilita que los estudiantes experimenten la incertidumbre que supone tomar una decisión en situaciones que, en última instancia, dependen del propio juicio y cuyos alcances suponen una responsabilidad personal. Se corre el riesgo, sin embargo, de omitir aspectos personales del estudiante, que incidirán en la elaboración de su juicio y en su comportamiento concomitante.
CUARTA UNIDAD Colegio de Psicólogos del Perú Código de Ética Profesional DECLARACION DE PRINCIPIOS. LOS PSICOLOGOS PERUANOS: Respetan la dignidad del ser humano y se comprometen a preservar y proteger los derechos humanos. Buscan aumentar el conocimiento del comportamiento humano y la comprensión que poseen los individuos sobre ellos mismos y sobre otros, con miras a contribuir al bienestar de la humanidad. Cuidan la privacidad e integridad de aquellos que requieren sus servicios y de los que aceptan participar en proyectos de investigación psicológica. Hacen uso de sus capacidades solo para propósitos que sean consistentes con estos valores y no permiten, con conocimiento de causa, su uso erróneo o impropio. Son conscientes de la responsabilidad inherente al ejercicio profesional con seres humanos y, por lo tanto, aceptan los deberes de ser competentes y objetivos en la aplicación de sus conocimientos científicos, así como de ejercer el máximo cuidado por los intereses de sus clientes, de sus colegas y de la sociedad en general. El Código de Ética Profesional del Psicólogo Peruano contiene las consideraciones morales que deben ser acatadas y cumplidas durante el ejercicio de su profesión. TITULO I Responsabilidad. Art. 1.- Como profesional, el psicólogo reconoce la responsabilidad social implicada en su trabajo, ya que puede afectar íntimamente a la vida de otros; por ello, se mantiene alerta frente a situaciones o presiones personales, sociales, institucionales, económicas o políticas, que puedan conducirlo a un abuso de su prestigio o influencia. Art. 2.- Como científico, el psicólogo dirige investigaciones allí donde su juicio le indica que son necesarias y planifica toda investigación de manera que la posibilidad de error en sus resultados sea mínima; proporciona amplia información sobre las limitaciones de los datos e hipótesis, especialmente cuando estos pueden perjudicar a individuos o grupos específicos; publica informes completos acerca de su trabajo, sin destacar jamás -sin explicación-
datos que puedan tergiversar la interpretación de los resultados y evita cualquier clase de vínculos que interfieran con su objetividad. Art. 3.- Como profesor, el psicólogo reconoce su obligación primaria de ayudar a otros a adquirir conocimientos y destrezas y a mantener elevados niveles académicos y profesionales. Su docencia se distingue por la más seria objetividad y calidad académica, evitando sobrevalorar la profesión, reconociendo las limitaciones de las técnicas que utiliza, dosificando su difusión para evitar que su uso sea aplicado a personas no idóneas. Art. 4.- Como psicoterapeuta, el psicólogo reconoce que, en su actividad, debe buscar el desarrollo psicológico del cliente. Art. 5.- Como funcionario en una organización, el psicólogo tiene la responsabilidad de permanecer alerta y no aceptar presiones que puedan distorsionar sus informes, e impedir el uso inapropiado de los mismos. Art. 6.- Como docente de práctica profesional, el psicólogo proporciona supervisión adecuada y oportuna a internos y estudiantes. TITULO II Competencia. Art. 7.- Los psicólogos comparten la responsabilidad de mantener normas elevadas de competencia profesional, en resguardo del interés publico y de la profesión como un todo. Art. 8.- Los psicólogos rechazan la práctica de la psicología por personas ajenas a la profesión, denunciándolas ante la autoridad competente. Ayudan al publico a identificar a los psicólogos que puedan brindar servicios profesionales confiables. Cuando un psicólogo o persona que se identifica a sí misma como tal, viola normas éticas, los psicólogos tratan de rectificar la situación y, cuando no es posible lograrlo, plantean el caso ante el Colegio de Psicólogos del Perú. Art. 9.- El psicólogo reconoce los límites de su competencia y los alcances de sus técnicas, y no ofrece servicios ni utiliza métodos que no cumplen las normas profesionales establecidas en cada campo particular. Asi mismo ayuda a su cliente a obtener apoyo profesional en los aspectos que caen fuera de los límites de su propia competencia. Art. 10.- El psicólogo evita cualquier actividad en la que sus problemas personales puedan menguar sus servicios profesionales o dañar a un cliente y, si ya está comprometido en tal actividad, busca asistencia profesional competente. Art. 11.- El psicólogo reconoce las diferencias individuales referidas a edad, sexo, posición socioeconómica y nivel cultural y, donde es necesario, obtiene ejercitación, experiencia y consejo que aseguren un servicio o investigación
competentes
relacionados
con
dichos
individuos.
Art. 12.- El psicólogo debe estar constantemente actualizado tanto profesional como científicamente en relación con los servicios que presta. Reconoce la necesidad de educación continua y se mantiene alerta a nuevos descubrimientos científicos y cambios sociales. Art. 13.- Como docente, el psicólogo prepara el material didáctico en forma cuidadosa, de manera que los conocimientos que imparta sean correctos, actualizados y científicos; informa sobre los avances de investigación en puntos aún no resueltos; alienta a sus colaboradores y alumnos para que contribuyan a procurar soluciones. Así mismo se considera como miembro de un equipo científico en el que deben primar el respeto y la lealtad mutuos, de manera que cumpla en forma eficaz con los propósitos de la enseñanza e investigación. Art. 14.- El psicólogo solo presenta como evidencia de su calificación profesional aquellos títulos reconocidos por el Colegio de Psicólogos del Peru. TITULO III
Normas legales y morales. Art. 15.Como profesional, el psicólogo se mantiene informado de las disposiciones legales y vigentes referentes a su práctica profesional. Se preocupa por la modificación de las leyes que puedan perjudicar al interés público o a la profesión y se ocupa de promover una legislación que favorezca a ambos. Art. 16.- El psicólogo, como ciudadano, debe respetar las normas éticas y jurídicas de la comunidad social en la que se desenvuelve. Art. 17.- Como psicoterapeuta, el psicólogo deberá formarse de una manera idónea para lograr que su actividad como tal se realice en condiciones optimas, en beneficio del cliente. Art. 18.- Como funcionario, el psicólogo no aprueba prácticas inhumanas o discriminatorias en función de raza, edad, sexo, religión o ideología, para efectos de contratación, promoción o adiestramiento. Art. 19.- Como investigador, el psicólogo se mantiene informado de la reglamentación existente sobre la conducción de investigaciones con sujetos humanos y animales.
TITULO IV Confidencialidad. Art. 20.- El psicólogo está obligado a salvaguardar la información acerca de un individuo o grupo, que fuere obtenida en el curso de su práctica, enseñanza o investigación. Art. 21.- La información recibida en ejercicio de la profesión se revela solo después de las mas cuidadosas deliberaciones y cuando hay un peligro claro e inminente para un individuo o la sociedad, y únicamente a profesionales adecuados o a las autoridades públicas competentes. Art. 22.- La información obtenida en relaciones de tipo clínico o consultivo, o los datos de tipo evaluativo referentes a niños, estudiantes, empleados u otros individuos, se discuten solo con fines profesionales y con personas claramente relacionadas con el caso. Los informes verbales y escritos deberán presentar únicamente datos relacionados con los propósitos de la evaluación, realizando todos los esfuerzos necesarios para evitar la indebida invasión del fuero intimo de las personas. Art. 23.- Una comunicación profesional se muestra a quien le concierne solo con autorización expresa de quien la origino y de las personas involucradas. El psicólogo se hace responsable de informar al cliente los límites del secreto. Art. 24.- El psicólogo mantiene el secreto profesional en la preservación y ordenamiento final de los informes confidenciales. Art. 25.- Los materiales clínicos u otros materiales de casos se pueden usar en la enseñanza y en publicaciones, pero sin revelar la identidad de las personas involucradas. Art. 26.- Solo después de haber obtenido permiso explicito se publica la identidad de los sujetos de investigación. Cuando los datos se publican sin permiso de identificación, el psicólogo asume la responsabilidad de salvaguardar adecuadamente sus fuentes. TITULO V
Declaraciones públicas.
Art. 27.- Una actitud científica y el debido respeto por los límites del conocimiento actual caracterizan todas las declaraciones de los psicólogos que, directa o indirectamente, brindan información al público, evitando la exageración, el sensacionalismo, la superficialidad u otras formas de
informaciones
equivocadas.
Art. 28.- El psicólogo se atiene a normas profesionales antes que comerciales al prestar y ofrecer sus servicios profesionales. Los anuncios de practica individual privada se limitan a una simple enunciación del nombre, grado o títulos pertinentes más altos, número de matrícula, certificados de especialización, dirección, teléfono, horas de atención y una breve aclaración de los tipos de servicios que ofrece. Los anuncios de las instituciones pueden enumerar los nombres de los miembros del personal, con sus calificaciones. Concuerdan en los demás aspectos con las mismas normas de los anuncios individuales, asegurándose de evidenciar la verdadera índole de la organización. Art. 29.- Los psicólogos o las instituciones pertinentes que anuncien servicios profesionales no clínicos, pueden utilizar folletos que describan los servicios prestados, pero siempre que no sean evaluativos. Pueden enviarlos a profesionales, escuelas, firmas comerciales, instituciones gubernamentales u otras organizaciones similares. Art. 30.- Es inaceptable que en un folleto se expongan "testimonios de usuarios satisfechos". No puede aceptarse el ofrecimiento de un juicio libre sobre los servicios que presta el psicólogo, si sirve para tergiversar en cualquier sentido la índole o eficacia de los mismos. Las pretensiones de que un psicólogo tiene habilidades únicas o medios excepcionales, que no están al alcance de otros de la profesión, pueden hacerse solo si la especial eficacia de estas habilidades o medios únicos han sido demostrados con pruebas científicamente aceptables. Art. 31.- El psicólogo no debe permitir que un cliente tenga ideas exageradas acerca de la eficacia de los servicios que presta. Las afirmaciones hechas ante los clientes en este sentido, no deben ir más allá de lo que el psicólogo estaría dispuesto a someter al análisis profesional. Art. 32.- Al anunciar sus servicios profesionales, el psicólogo no se relaciona con organizaciones cuyo auspicio este falsamente implicado. Art. 33.- Al promover dinámicas de grupo o grupos de encuentro, el psicólogo indicara claramente el propósito y la naturaleza de las experiencias a brindarse, especificando en forma apropiada el nivel educativo, de adiestramiento y de experiencia en que se dan tales prácticas. Art. 34.- El psicólogo que se dedique a la venta de material psicológico, deberá presentar sus anuncios de manera profesional y científica. La publicidad sobre los mismos deberá ser objetiva y científica y no meramente emocional y persuasiva. Art. 35.- Las personas naturales o jurídicas que se dediquen a la fabricación, publicación y venta de material psicológico, deberán obtener un permiso o certificación del Colegio.
Art. 36.- Cuando se da información acerca de procedimiento y técnicas psicológicas, debe cuidarse de indicar que deben ser empleados únicamente por personas competentes para ello. Art. 37.- Como profesor, el psicólogo impartirá información suficiente sobre el curso que ensene, particularmente en relación con la materia por tratar y los criterios de evaluación respectivos. Los anuncios que realice sobre talleres, seminarios y otros programas afines deberán especificar a qué nivel están dirigidos, así como los requisitos exigidos, los objetivos educativos y la naturaleza del material por cubrir; e igualmente los niveles educativos y de capacitación, y la experiencia de los psicólogos que presentan el programa, incluyendo los costos para el alumno. Art. 38.- Los anuncios públicos que soliciten sujetos de investigación deben especificar claramente el tipo de servicios, los costos y otras obligaciones que deben ser asumidas por los participantes de dicha investigación. Art. 39.- El psicólogo que se compromete en actividades de radio o televisión no participa como tal en avisos comerciales que recomienden la adquisición o uso de un producto. Art. 40.- El psicólogo debe cuidar que su nombre solo aparezca en actos públicos y en todo medio de difusión hablado o escrito con el máximo respeto por su calidad profesional, por su propio prestigio y el de su profesión. Art. 41.- El psicólogo que hace publicaciones relacionadas con su profesión utilizando un pseudónimo, debe comunicar su identidad al Colegio de Psicólogos del Perú. TITULO VI Bienestar
del
cliente.
Art. 42.- El psicólogo reconoce su posición de prestigio frente a sus clientes y, por ello, evita hacer mal uso de la confianza depositada en el. Art. 43.- Normalmente, el psicólogo no entra en relación profesional con miembros de su propia familia, amigos íntimos, colaboradores cercanos u otros, cuyo bienestar podría verse afectado por una relación de este tipo. Art. 44.- El psicólogo informa con anticipación a su futuro cliente acerca de los usos, quehaceres y circunstancias importantes de la relación potencial entre ambos, ya que podrían influir en la decisión del cliente antes de entrar en esa relación. Dichos usos, quehaceres y circunstancias importantes incluyen el registro con grabadora de una entrevista, el empleo del material de la entrevista con fines de capacitación y la observación de una entrevista por otras personas.
Art. 45.- Cuando el cliente no está capacitado para evaluar una situación, se informa a la persona responsable del cliente acerca de las circunstancias que pueden influir sobre la relación. Art. 46.- El psicólogo que pide a un individuo que revele información personal en el curso de entrevistas, test o evaluaciones o que permite que se le revele tal información, lo hace solo después de estar seguro de que la persona responsable tiene total conocimiento de los propósitos de la entrevista, el test o la evaluación y de las maneras en que puede utilizarse la información. Art. 47.- El psicólogo trata de terminar una relación clínica o consultiva cuando está suficientemente en claro que el cliente no se beneficia con la misma. Art. 48.- Cuando hay un conflicto entre profesionales, el psicólogo se preocupa primordialmente por el bienestar de todo cliente involucrado y solo secundariamente por los intereses de su propio grupo profesional. Art. 49.- En las organizaciones laborales, en la educación y en otras situaciones en las que pueden surgir conflictos de intereses entre diversas partes, tales como empresarios y trabajadores o entre el cliente y el empleador del psicólogo, este define la índole y dirección de sus responsabilidades e informa al respecto a todos los interesados. Art. 50.- En los casos en que debe remitir a un paciente, la responsabilidad del psicólogo continúa hasta que el otro profesional, o sea, el recibiente, asume la responsabilidad, o hasta que la relación con el psicólogo que hiciera la remisión termine por mutuo acuerdo. En los casos en que el cliente rechaza la remisión, el psicólogo evalúa cuidadosamente el posible daño para el cliente, para si mismo y para su profesión que se puede derivar si la relación continúa. Art. 51.- Debe asegurarse un ambiente apropiado para la labor profesional, a fin de proteger tanto al cliente como al psicólogo contra daños reales o atribuibles que puedan originar censuras a la profesión. TITULO VII Utilización
de
técnicas
de
diagnostico.
Art. 52.- El cliente tiene el derecho de recibir, y el psicólogo el deber de explicar la naturaleza y propósito de la evaluación psicológica, y de dar los resultados de esta en un lenguaje que el cliente pueda comprender, a menos que exista una excepción explicita previamente acordada, como es el caso de ambientes escolares y empresariales. Art. 53.- El psicólogo debe demostrar que la validez de los programas y procedimientos usados para la interpretación de pruebas psicológicas (tests) se basa en evidencia apropiada.
Art. 54.- El psicólogo que tiene la responsabilidad de tomar decisiones sobre individuos, basándose en resultados de pruebas psicológicas (tests), tiene una adecuada comprensión de los problemas de medición, validez y confiabilidad. Art. 55.- El uso y la elaboración de pruebas psicológicas (tests), exámenes, diagnósticos e informes psicológicos es privativo del psicólogo y no de otro profesional. Art. 56.- Al informar sobre los resultados, el psicólogo debe indicar cualquier reserva relacionada con la validez o confiabilidad que resulte de la evaluación o de la inadecuación de las normas de la evaluación para la persona evaluada. Art. 57.- El psicólogo se asegura de que los resultados de la evaluación y su interpretación no sean mal usados por terceros. Art. 58.- El psicólogo acepta la responsabilidad de remover del archivo del cliente información sobre puntajes que estén obsoletos, a fin de que no sea utilizada en desmedro de la persona evaluada. Art. 59.- Los puntajes, asi como los materiales de evaluación, se ofrecen solo a las personas calificadas para interpretarlos y usarlos adecuadamente. Art. 60.- Los resultados de la evaluación, u otros datos de apreciación utilizados para evaluar o clasificar, se comunican a los empleadores, parientes u otras personas apropiadas, de tal manera que se eviten las malas interpretaciones o su uso inadecuado. La comunicación sobre el resultado de una evaluación debe darse, de preferencia, en forma de interpretación de dicho resultado y no forma de puntajes. Art. 61.- El psicólogo es responsable del control de las pruebas psicológicas (tests) y otros procedimientos utilizados con fines de instrucción, cuando su valor pueda ser dañado por revelarse al publico general sus contenidos específicos o los principios subyacentes. Art. 62.- Los ítems de muestra, construidos para que se asemejen a determinados tests, pueden reproducirse en artículos de divulgación, pero los tests computables y los ítems reales no se reproducen, excepto en publicaciones profesionales. Art. 63.- Las pruebas psicológicas y otros medios de evaluación, cuyo valor depende, en parte, del desconocimiento del sujeto, no se reproducen ni describen en publicaciones populares de modo que puedan anular las técnicas. El acceso a estos medios deberá limitarse a personas con intereses profesionales que salvaguarden su uso. Art. 64.- Las pruebas psicológicas se ofrecen para su publicación comercial únicamente a los editores que las presentan en forma profesional y que las distribuyen solo a usuarios idóneos. Art. 65.- Un manual sobre un test, un libro técnico u otro informe adecuado
sobre el mismo, describe el método de construcción y estandarizado del test y sintetiza los estudios de validación. En el manual se especifican las poblaciones para las que ha sido formulado el test y los propósitos en que puede ser útil. También se fijan claramente las limitaciones así como su posible validez, cuando las investigaciones escasean o son incompletas. En particular, el manual previene acerca de posibles interpretaciones sin respaldo suficiente, e indica el nivel de los conocimientos requeridos para una interpretación correcta del test y sus resultados. TITULO VIII El informe psicológico.
Art. 66.- El informe psicológico debe tomar en cuenta y responder específicamente al motivo por el cual se llevo a cabo. Art. 67.- El informe psicológico debe ser redactado de acuerdo con los principios vigentes aceptados por la comunidad psicológica. Sera firmado por el psicólogo que lo elaboro, quien incluirá también el numero de su matrícula de colegiación. Art. 68.- Los informes laborales y las recomendaciones basadas en datos de la información psicológica, no deben recargarse con análisis detallados de rasgos de personalidad, tales como los que se podrían elaborar solo después de entrevistas intensivas con el sujeto. Tampoco darán recomendaciones especificas respecto al empleo o colocación del sujeto, ya que el psicólogo no debe interferir labores que competen a la administración empresarial, señaladamente en el caso de los métodos de reclutamiento. TITULO IX Relaciones
profesionales.
Art. 69.- El psicólogo no ofrece sus servicios profesionales a una persona que recibe atención psicológica de otro profesional, excepto por acuerdo con su colega o cuando haya terminado la relación del cliente con el otro profesional. Art. 70.- Los psicólogos que trabajan juntos o asociados deben informar al cliente acerca de dicha vinculación. En igual forma deberán actuar los psicólogos que trabajan como empleados de otros psicólogos. Art. 71.- El psicólogo tiene una clara comprensión de las áreas que competen a profesionales afines. La ausencia de relaciones formales con otros profesionales no lo releva de la responsabilidad de obtener la asistencia complementaria o alternativa requerida por sus clientes.
Art. 72.- El psicólogo reconoce las tradiciones y prácticas de otros grupos profesionales y coopera ampliamente con los miembros de dichos grupos. Art. 73.- El psicólogo que emplea o supervisa a otros colegas o a internos de psicología, acepta la obligación de contribuir a su desarrollo profesional, proveyendo condiciones de trabajo adecuado, consultas y oportunidades de adquirir experiencias. Art 74.- Cuando un psicólogo se ve imposibilitado por razones ajenas a su voluntad de atender a sus clientes privados y su condición económica es difícil, es deber moral de sus colegas y amigos reemplazarle en la atención a esos clientes y entregarle los honorarios recibidos. Art. 75.- Cuando un psicólogo abandona a su cliente por motivos no profesionales ni de fuerza mayor, los colegas que reciban a los pacientes que los soliciten podrán atenderlos por tiempo indefinido, sin que exista obligación de reenviarlos al consultorio del primero. Art. 76.- Los psicólogos se deben respeto mutuo, evitando las expresiones o criticas que puedan herir la reputación moral o científica de cada uno. Dichas expresiones o críticas, en ultimo termino, perjudican al buen nombre de la profesión. TITULO X Relación con instituciones.
Art. 77.- Toda asociación psicológica, en cuyo Estatuto o Reglamento existan disposiciones sobre el comportamiento ético de los asociados, deberá enviar el texto de estas al Consejo Directivo Nacional correspondiente, para que determinen si están en concordancia con la Ley, Estatuto, Reglamento y Código de Ética del Colegio. El Consejo formulara las observaciones y la institución deberá conformar su Reglamento en consecuencia. Art. 78.- Toda institución que confronte un problema interno de ética para el cual requiera una opinión autorizada, podrá presentarlo a la consideración del Consejo Directivo Nacional en calidad de consulta.
TITULO XI Actividades de investigación.
Art. 79.- Al diseñar una investigación, el profesional asume la responsabilidad de realizar una evaluación cuidadosa de su aceptabilidad ética. En la medida en que esta evaluación sugiera un compromiso con algunos de los principios éticos, el investigador tiene obligación de buscar consejo ético y de salvaguardar los derechos humanos de los participantes. Art. 80.- La responsabilidad por el establecimiento y mantenimiento de prácticas éticas en la investigación descansa siempre en el investigador mismo. Esta responsabilidad abarca el tratamiento dado por los colaboradores, asistentes, estudiantes y, empleados todos los cuales asumen iguales responsabilidades paralelas. Art. 81.- El investigador debe informar al participante de todas las características de la investigación que puedan influir en su decisión de participar, y de explicar otros aspectos de la investigación sobre los que pregunte el participante. El no revelar aquello que es pertinente añade peso a la responsabilidad del investigador, pues tiene obligación de proteger el bienestar y dignidad del participante. Art. 82.- La apertura y honestidad son características esenciales de la relación entre el investigador y el sujeto de investigación. Cuando los requerimientos metodológicos de un estudio exigen retener información, el investigador debe asegurarse de que el participante comprenda los motivos para este acto y tener justificaciones suficientes para los procedimientos empleados. Art. 83.- El investigador debe respetar la libertad del individuo para declinar su participación o para que se retire de la investigación. La obligación de proteger esta libertad presupone constante vigilancia, senalamente cuando el Investigador está en una posición de prestigio sobre el participante, como sucede, por ejemplo, cuando este último es un estudiante, cliente, empleado o quienquiera que este en una relación interpersonal con el investigador. Art. 84.- Una investigación éticamente aceptable comienza con el establecimiento de un acuerdo claro y justo entre el investigador y el participante. Se especificaran con claridad las responsabilidades de cada uno. El investigador tiene la obligación de honrar todas las promesas y compromisos en el acuerdo. Art. 85.- Después de recoger los datos, el investigador proporciona al participante información sobre la naturaleza del estudio, a fin de aclarar cualquier malentendido que pueda haber surgido. En los casos en que los valores científicos o humanos justifican retener información, el investigador adquiere una especial responsabilidad de evitar consecuencias perjudiciales para el participante.
Art. 86.- El investigador considera seriamente la posibilidad de que se produzcan efectos negativos posteriores y los elude o elimina tan pronto como se lo permita el plan del experimento. Art. 87.- La información obtenida sobre los participantes de una investigación durante el curso de la misma es confidencial, a menos que haya habido un acuerdo contrario previo. Cuando exista la posibilidad de que terceros tengan acceso a dicha información, esta posibilidad, asi como las medidas para proteger la confidencialidad, deben ser explicadas a los participantes como parte del proceso para obtener el consentimiento de estos últimos. TITULO XII Propiedad intelectual.
Art. 88.- El psicólogo tiene derecho de propiedad intelectual sobre todo documento que elabore sobre la base de sus conocimientos profesionales. Art. 89.- Los materiales que prepara un psicólogo como parte de su trabajo regular bajo la dirección específica de su organización, son propiedad de la misma, pero el psicólogo tiene el derecho de propiedad intelectual. Art. 90.- Los trabajos científicos presentados en congresos, jornadas, simposio, conversatorios, etc. o los publicados en revistas científicas y profesionales son propiedad intelectual del autor. Art.91.- El material que resulte incidentalmente de la actividad patrocinada por cualquier institución, y por la cual el psicólogo asuma responsabilidad individual, es publicado con deslinde de toda responsabilidad por parte de la institución que lo patrocina. Art. 92.- El derecho de propiedad intelectual de trabajos de investigación en equipo pertenece, en primer lugar, al psicólogo qua ha programado la labor y trabajado activamente en su desarrollo; por ello, su nombre ira en primer lugar; y en segundo, tercer, etc., lugar, a los coautores en orden decreciente de grado de colaboración. Art. 93.- Todo psicólogo está obligado a comunicar y discutir sus experiencias, el producto de su investigación y, en general, su producción científica, dentro del ámbito de las instituciones correspondientes a su campo de acción y de solicitar la publicación de sus trabajos en revistas de su especialidad profesional. Toda discrepancia deber ser discutida en estos ámbitos, evitando que su difusión al público pueda provocar errores de interpretación, confusión de ideas o desconfianza.
Art. 94.- La difusión al publico de hechos científicos debidamente sancionados, debe ser cuidadosa, de tal manera que no pueda ser interpretada como un deseo de exhibicionismo personal y solo se transmitirá al publico por intermedio de las instituciones psicológicas. Art. 95.- Las contribuciones menores de carácter profesional y no profesional a un trabajo de investigación en equipo, son reconocidas como pie de página o en una declaración introductoria. Los reconocimientos del material publicado y no publicado que hayan tenido influencia directa en la investigación o publicación se harán mediante citas específicas. Art. 96.- Un psicólogo que recopila el material de otros para su publicación, debe incluir el nombre del grupo originador, si lo hubiere, y con su propio nombre como editor. Todos los contribuyentes deben ser también reconocidos y mencionados. TITULO XIII Nombramientos,
promociones
y
concursos.
Art. 97.- La ley confía al Colegio de Psicólogos del Perú, el estudio y la formulación de normas y procedimientos legales relacionados con los concursos, nombramientos y designaciones de carácter psicológico, a fin de que dichas normas y procedimientos se ajusten a las disposiciones del presente Código. Art. 98.- Sera motivo de investigación y sanción el hecho de que una persona no apta para el ejercicio legal de la profesión pueda obtener un nombramiento a través de esos procedimientos. Art. 99.- Es deber de todas las instituciones, oficiales o privadas, cubrir sus plazas por estricto concurso, sujeto a las disposiciones legales vigentes en el momento. Art. 100.- Todos los psicólogos matriculados en el Colegio tienen los mismos derechos y deberes. Constituye grave falta contra la ética y la libertad de trabajo restringir el derecho de concursar por intereses de grupo o individuo. Art. 101.- Los documentos presentados por el psicólogo en los concursos deben ser auténticos. Cualquier adulteración u omisión será denunciada al Consejo Directivo Regional y, de ser necesario, elevada al Consejo Directivo Nacional para la aplicación de sanciones. Art. 102.- Constituye actos reñidos con la ética profesional, tratar de obtener ventajas en concursos para cargos por medios ilícitos, tales como las recomendaciones de orden político o social, la presión por autoridades, instituciones o personas, la usurpación de pruebas o cualquier acto delictuoso para reconocer previamente el cuestionario, etc.
Art. 103.- Son condiciones imperativas de todos los miembros del Jurado: la observancia de estricta imparcialidad, el cumplimiento fiel del Reglamento y la adopción de todas precauciones necesarias para garantizar igualdad en el trato a todos los concursantes. Art. 104.- Si algún concursante considera vulnerados sus derechos por vicios procesales u otras causas que impliquen nulidad, puede solicitar en el término de los próximos ocho días útiles la revisión comparada de su documento con la de sus competidores. Sin embargo, el abuso de este derecho constituye un atentado contra la ética y podrá ser causal de sanción. TITULO XIV Honorarios. Art. 105.- En el ejercicio profesional libre, el psicólogo fijara el monto de sus honorarios, teniendo en cuenta su derecho a recibir una compensación que contribuya equitativamente a su mantenimiento decoroso, a su permanente y progresiva capacitación científica y al sostenimiento de su hogar. Art. 106- Los honorarios ostensiblemente exagerados con fines de lucro, asi como los indiscriminadamente reducidos, con propósitos de captación de clientela o de competencia de tipo comercial, son antagónicos con la honestidad, el sentido humano de la profesión y la eficiencia del trabajo psicológico. Art. 107.- Al fijar honorarios profesionales, el psicólogo considera cuidadosamente tanto la capacidad del cliente para afrontar el gravamen financiero como los honorarios fijados por otros profesionales que realizan trabajos comparables. El psicólogo está dispuesto a destinar una parte de sus servicios a trabajos por los cuales reciba escasa o ninguna retribución financiera. Art. 108.- El psicólogo no da ni recibe ninguna comisión o descuento, ni otra forma de remuneración, por la remisión de clientes necesitados de servicios profesionales. Art. 109.- El psicólogo no utiliza su relación con sus clientes para promover en su beneficio personal o en el de una institución, acciones comerciales de ningún tipo. TITULO XV Horarios. Art. 110.- El psicólogo de libre ejercicio debe fijar a su voluntad el horario de atención a sus clientes, respetándolo en consideración a ellos.
TITULO XVI Elecciones. Art. 111.- Formula normal, dentro de la naturaleza del Colegio, es la de que los electores buscan y presentan un candidato y que este acepta el compromiso de honor y responsabilidad que se le ofrece. La formula contraria, esto es, que el candidato se ofrezca y busque el compromiso de los electores, es contraria a las normas éticas. Art. 112.- Consecuentemente, todo tipo de propaganda o publicidad dirigida por los propios candidatos para exhibir sus meritos, en la forma que es usual en las organizaciones políticas, no está de acuerdo con las normas eticas del gremio. TITULO XVII Obligaciones pecuniarias.
Art. 113.- El pago de las obligaciones pecuniarias que el Colegio establezca constituye obligación legal y moral para los colegiados. El incumplimiento de esto será motivo de proceso disciplinario a nivel del Consejo Directivo Regional respectivo. Al efecto, se tendrán en cuenta las circunstancias especiales de cada caso. Las resoluciones serán comunicadas al Consejo Directivo Nacional para efecto de la anotación en los antecedentes. TITULO XVIII Ausentismo. Art. 114.- a) El ausentismo injustificado a las sesiones de los organismos del Colegio de Psicólogos del Perú, así como el incumplimiento de las comisiones o encargos dados por acuerdo de los organismos directivos del Colegio, son calificables de negligencia. b) La ausencia injustificada a cuatro sesiones o reuniones será considerada como abandono de cargo y el causante quedara separado de dicho cargo. Art. 115.- En caso de existir un impedimento justificado para asistir a las sesiones o cumplir una comisión o encargo del Colegio, el designado deberá excusarse oportunamente por escrito.
TITULO XIX Ejercicio profesional.
Art. 116.- Además de las condiciones generales que establecen las leyes para el ejercicio de la profesión de Psicólogo, existe el mandato expreso del Decreto Ley núm. 23019 coordinado con el Decreto Supremo núm. 018-80-PM que exige el requisito de la colegiación para desarrollar cualquier actividad profesional en el campo clínico, educativo, social, laboral, docente, de investigación y toda otra que requiera la posesión del título de psicólogo. Art. 117.- La presentación de documentación incompleta o adulterada, así como el empleo de recursos irregulares para obtener el título profesional o la revalidación de un titulo extranjero, constituye grave falta contra la ética profesional, sin perjuicio a la investigación y sanciones penales que correspondan por ejercicio ilegal de la profesión. Art. 118.- Además del comportamiento ético dentro de la actividad profesional, el psicólogo tiene el deber de conducirse en igual forma en todos los actos de su vida. Art. 119.- Los organismos del Colegio no aceptaran ni tramitaran acción por hechos que se refieran exclusivamente a la vida privada del psicólogo, salvo en los casos en que, por circunstancias extraordinarias, estos hechos hayan interesado a la opinión publica, causando agravio a la sociedad y, en consecuencia, lesionado el honor y prestigio de la profesión. Art. 120.- Constituye grave infracción del Código de Ética Profesional y será sancionado conforme a las correspondientes disposiciones del Reglamento interno y el Estatuto del Colegio de Psicólogos del Perú, sin perjuicio de las sanciones penales por ejercicio ilegal de la profesión: a) Quienes ostenten un titulo de psicólogo expedido por una universidad extranjera, toda vez que no esté revalidado por una universidad peruana que tenga Facultad o Escuela de Psicología o no se haya registrado en la forma establecida para los títulos provenientes de países con quienes existen tratados específicos de intercambio profesional; b) Todo psicólogo con titulo legal, no matriculado en el Colegio de Psicólogos del Perú; c) Toda persona que ejerza funciones o actividades de psicólogo sin tener el titulo correspondiente, aunque posea títulos o grados de otra profesión; d) Toda persona que, sin tener título alguno, ejerza funciones o actividades de psicólogo.
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