EL ACTO CREADOR MARCEL DUCHAMP CONFERENCIA DEL AÑO 1957
Consideramos dos factores importantes, que son los dos polos de la creación de arte: Por un lado el artista y, por otro el espectador, que luego se convierte en posteridad. Al parecer, el artista actúa como una especie de médium espiritista que, desde el laberinto más allá del tiempo y del espacio, intenta encontrar su salida hacia un claro. Si reconocemos al artista los atributos de un médium, entonces debemos negarle el estado de conciencia en el plano estético con respecto a lo que hace o a por qué lo hace. Todas sus decisiones en la realización artística de la obra dependerán de la pura intuición, y no podrán traducirse en un autoanálisis (sea éste oral o escrito) ni siquiera elaborarse mentalmente. T.S. Eliot, en su ensayo "Tradition and Individual Talent", escribe: "Cuanto más perfecto el artista, más completamente separados dentro de él estarán el hombre que padece y la mente que crea; y más perfectamente, así mismo, esa gente digerirá y transmutará las pasiones que constituyen su material". Hay millones de artistas que crean, sólo unos cuantos miles son aceptados, o si quiera discutidos, por el espectador, y de ellos muchos menos todavía llegan a ser consagrados por la posteridad. En el último análisis, el artista ya puede ir declarando a todo el mundo, y a voz en cuello, que es un genio; tendrá que aguardar el fallo del espectador para que sus declaraciones asuman un valor social y, finalmente se vea incluido por la posteridad en los manuales de historia del arte. Ya sé que esta aseveración no va a tener la aprobación de los muchos artistas que rechazan este papel de médium e insisten en la validez de su conciencia durante el acto creador - y sin embargo, a lo largo de la historia del arte las virtudes de una obra se han determinado de modo constante apelando a consideraciones completamente distintas de las explicaciones racionalizadas del artista. Si el artista, como ser humano cargado de las mejores intenciones para consigo mismo y para con el mundo entero, no cuenta para nada en el enjuiciamiento de su propia obra, ¿cómo podemos describir el fenómeno que impulsa al espectador a reaccionar con sentido crítico ante una obra de arte? Dicho de otra forma, ¿cómo se produce esta reacción? Este fenómeno puede ser comparado con una transferencia desde el artista al espectador, en forma de una ósmosis estética que tiene lugar a través de la materia inerte, como pigmento, piano o mármol. Antes de proseguir, sin embargo, quisiera aclarar lo que entendemos por la palabra "Arte" - aunque sin intentar, por supuesto llegar a una definición. Lo que estoy pensando es que el arte puede ser malo, bueno o regular, pero, sea cual fuera el adjetivo que se emplee debemos llamarlo arte; y el arte malo no deja de ser arte, del mismo modo que una emoción nefanda es siempre una emoción. Así pues cuando me refiera al "coeficiente artístico", deberá entenderse que no estoy hablando solamente del gran arte, si no que estoy intentando describir el mecanismo subjetivo que produce arte en el estado crudo -à l'état brut- , sea este arte malo, bueno o regular. En el acto creador, el artista va desde la intención hasta la realización a través de una cadena de reacciones totalmente subjetivas. Su lucha para conseguir la realización es una sucesión de esfuerzos, penas, satisfacciones, rechazos, decisiones -las cuales tampoco pueden ni deben ser totalmente conscientes, al menos en el plano estético.
El resultado de esta lucha es una diferencia entre la intención y la realización. Pero de esta diferencia el artista no está consciente. Falta un eslabón, por tanto en la cadena de reacciones que acompañan el acto creador. Y este vacío, que representa la incapacidad del artista para expresar plenamente su intención, esta diferencia entre lo que pensaba realizar y lo que efectivamente ha realizado es el "coeficiente artístico" personal contenido en la obra. Dicho de otra forma, el "coeficiente artístico" personal es como una relación aritmética entre lo pensado pero no expresado y lo expresado involuntariamente. A fin de evitar malentendidos, debemos tener presente que este "coeficiente artístico" es una expresión personal del arte à l'état brut es decir, todavía en estado crudo - y que debe ser "refinado", como en el caso del azúcar y la melaza, por el espectador; el dígito de este coeficiente no tiene absolutamente nada que ver con el fallo de éste. El acto creador asume otro aspecto cuando el espectador experimenta el fenómeno de la transmutación: a través del cambio que va desde la materia inerte hasta la obra de arte ha tenido lugar una verdadera transsubtanciación, y lo que incumbe al espectador es determinar el peso de la obra en la escala estética. En resumen, el acto creador no se efectúa por el artista sólo; el espectador pone la obra en contacto con el mundo exterior descifrando e interpretando sus características internas, y así añade su aportación al acto creador. Esto se vuelve aún más evidente cuando la posteridad emite su fallo final y, a veces, rehabilita a artistas olvidados.