18. EL DESCENSO DE ISHTAR A LOS INFIERNOS
Como se le presenta con nombre de Ishtar, esta pieza, está en lengua acadia. Es uno de los más antiguos mitos identificados en la tradición cuneiforme: el texto habría sido revelado ya en 1.865 (F. Talbot, Transactions of the Society of Biblical Archaelogy , II, p. 179), retomado, después, reeditado e infinita infinitamente mente retraducido. N o se había conocido conocido en principio principio más más qu quee po porr un solo solo test testim imon onio io,, casi casi comp comple leto, to, sobr sobree 13 1388 vers versos os,, prove proveni nien ente te de la Biblioteca de Assurbanipal, en Nínive ( Cuneiform Texts … in the British Museum , XV, pl. Assur 45-48). 45-48). Pero, Pero, en 1.915, ha sido sido pub publi lica cado, do, por E. Ebel Ebelin ingg ( Ke il sc hr if t te xt e aus Assur religiösen Inhalts , I nº 1), otro ejemplar encontrado en Assur, incompleto en algunos versos del comienzo y en la porción central, y muy mal conservado en el final, del texto de Nínive, del cual presenta simple simpleme mente nte otra recensión recensión,, con un número número reducido reducido de variante variantes: s: de ortografía y de vocabulario, y por una puñado de versos, de colocación, de adiciones o de omisiones sin gran valor. Es posible que haya sido conocido igualmente en Assur, una versión As su r , 1.953, nº 62): no tenemos más extensa (E. Ebeling, Ebeling, Li te ra ri sc he Ke il sc hr i ft t ex te au s Assu más que los diez primeros versos, que se encuentran aquí debajo, duplicando las líneas 1-11. 53 .
Nuestros manuscritos de este mito no son anteriores o giran al II o I milenio a.C., pero tenemos algunas buenas razones para pensar que el texto mismo podría bien remontar hasta los tiempos paleobabilónicos, antes del 1.600. Esta no es manifiestamente una traducción del De scen sc en so de In an na , pero tan idéntica substancialmente con este poema salta a la vista, el De scen sc en so de Isht Is ht ar , y por lo que ella no suprime, y por lo que añade, cuida, en su tratamiento de la historia una originalidad fuerza significativa. Su rasgo más impactante, es en principio, y al menos por zonas, una extrema concisión, en evidente contraste con la locuacidad locuacidad del relato sumerio: 137 versos contra más de 400!. 54 .
Este Este lacon laconis ismo mo se revel revelaa de comi comien enzo zo en el relato relato.. Se encu encuent entra, ra, algun algunas as,, de estas estas fastidiosas repeticiones de fragmentos más o menos prolongados: el séptuple pasaje de las puer pu er ta s (4 0- 62 y 11911 9- 12 5); 5) ; el det de t alle al le de las la s enfe en ferm rmed edad ades es ( 6969 - 75 ); la desc de scri ripc pció iónn de los lo s amores contenidos aquí abajo (76-81 // 85-90); y en particular, cuando se trata de órdenes detallad detalladas as en princip principio io al imperat imperativo ivo y cuy cuyaa ejecuc ejecución ión es a continua continuació ciónn puntualm puntualmente ente descrita en los mismos términos: el comportamiento del portero del Infierno (37 s. y 39 s.); la misión de Namtar (110-114 // 115-118)… Él llego sin embargo, acá y acullá, sin razón aparente, que le pasa todo derecho a estas órdenes a lo que sigue su cumplimiento, sin que sea soplada palabra de esto último: es el caso de las sesenta enfermedades enfermedades infligi infligidas das a Ishtar (67-75) y de la misión del invertido (91-99). Mejor todavía: son a veces puramente y simple simpleme mente nte escamote escamoteadas adas las articulacio articulaciones nes por tanto indisp indispens ensabl ables es a la lógica lógica y a la inteligencia del relato. Así hace falta reflexionar un momento para percatarse que las órdenes relativas al «substituto» de Ishtar (126) y, también después, para la actitud para hacer tomar a Tammuz (127.130), han sido, como los tocantes a la convocatoria de los Anunnaki y la remisión en vida de Ishtar (109-114), dados por Ereshkigal a Namtar. Y, para volver al tribunal de estos Anunnaki, no es hecha la menor alusión a un acto que habría colocado, una sentencia, que habría llevado, a continuación a su reunión (111-113 // 115-117). Se lo verá igualm igualment ente, e, más adelante adelante (§ 56 ), que el final del poema (127-138) está en este punto acortado, incluso mutilado, como han abusado largo tiempo los exégetas. Con todo esto, hay alguna verosimilitud de que este relato en acadio ha debido, por derechos y por razones que se nos escapan, encontrarse aún más que innegablemente abreviado, sobre un texto anterior sin duda más completo y más largo, el cual sería sin embargo bien temerario afirmar que tenemos el comienzo en la variante impresa, aquí arriba, en las líneas 1-10. Ya que este contenido corto tiene el objeto de una tradición canónica, puesto que se lo ha conocido y recopiado tanto en Assur como en Nínive. Nínive.
Otro de los particulares, de que le más interesa el estilo que el fondo, la versión en acadio, como la poseemos, es, por informe a la sumeria del Descenso de Inanna, de una originalidad fuera de duda. En principio, suprime un cierto número de detalles cuyo relato en sumerio estaba hecho: así, todo lo que concierne a los preparativos del viaje el aseo de la diosa y sus instrucciones a su asistente (27-71) -los cuales nos son así mismo mencionados aquí-, con la repetición subsidiaria puesta en boca del portero (ibid: 100-111) y la ejecución de estas órdenes (ibid: 170-213); el pretexto invocado aquí por Inanna para hacerse introducir junto a la reina del Infierno (ibid: 79-88); todo el detalle del itinerario final en busca del substi tu to (i bid: 278- 333)- lo que, en cantidad de versos, hace ya más de la mitad del poema sumerio. 55 .
Pero la versión en acadio añade también los elementos que este último ignora: toda la siniestra descripción preliminar del Infierno (1-11); la suputación, por Ereshkigal, los móviles de Ishtar que han debido provocar su visita (31-36); la escenificación del mal de la diosa por las sesenta enfermedades (69 s.); la maldición del invertido, tras el éxito de la misión que Ea le había confiado (102-108); la convocación del tribunal por Namtar, personaje que permanece ignora do en el texto sumerio (1 19 -11 4 y // ), y so bre todo el pasaje cardinal del amor detenido en la tierra por el hecho de la ausencia de Ishtar (76-81 // 85-90), así como todo el final del poema (127-138; § 56 ). Cuando los datos del De scen so de In an na están conservados, aquí, está más de una vez, en una presentación o una colocación cualquiera. Por ejemplo, para salvar a la diosa, Ea, como había hecho Enki ( 14 : 219 s.), no crea dos invertidos, a los que él confía el remedio vivificador, sino uno sólo, aquel encontrará en el Infierno, bajo las especies de Odre -se trata, bien entendido, de la reserva de agua para beber para el uso de los dioses infernales, sólo propio, como todo lo que alimenta a los dioses, para mantener o volver a la vida-, de que vuelve a poner a Ishtar de pie (91-99). Contrariamente a la lógica del tema, esto no es del resto el enviado de Ea que administra este agua salvadora, sino Namtar, y él no le hará beber, sino la rociará solamente (114 y 118) . De otra parte , este mismo invert id o no tiene por misión halagar a Ereshkigal en parto o mal en punto, simulando sus dolores -lo que no es incluso referido aquí-, sino solamente alegrar, aparentemente por su solo aspecto de hombre afeminado (95 s.). Del resto mucho más francamente que en la versión sumeria, el mandatario de Ea tiene aquí el valor de prototipo (ver ya § 37 ): es en esta ocasión cuando Ea habría creado a los efeminados, en la persona de su primer representante, cuyo nombre es todo un pr og rama -un «destino»: Asu-shu-namir = « ¡ Su aparición es deslumbrante!», en otros términos, a él le bastó comparecer para suspender la mirada, sino seducir. Más allá de este individuo, la maldición de Ereshkigal (103-108) señala el destino de toda la corporación: el pasaje ente ro es et ioló gico. El final de la obra es, también, muy diferente y particular. Hasta el descubrimiento de la versión sumeria, parecía invitar a los exégetas a referirse para entenderla, a una aventura como la de Orfeo y Eurídice en la mitología griega, y todo el mundo pensaba que Ishtar había descendido al Reino de los Muertos para -------------- Tammuz. Entonces como en el De scen so de In an na / 14 era esencial que este fuera po r su fa lta a el la que él había sido precipitad o, se ha vist o en cuales circunsta ncias. De estos últimos, está la cuesti ón aq uí: es uno de los «huecos» de nuestro relato. Pero los versos 126-130 son elocuentes. Poniendo en la boca de Ereshkigal en persona las órdenes dadas a su lugarteniente, no solamente de reanimar a Ishtar (109-118) e, implícitamente, de hacerla salir del Infierno (119-125), después, en lugar y sitio de la tropa demoníaca, de vigilar para que ella provea un remplazante de su persona (126; la recensión de Assur y puede ser insertando esta línea entre 118 y 119), para así ponerse de acuerdo para que Tammuz ---------------------------------------------------- cuando Ishtar caiga sobre él (127-130)-, la 56 .
versión acadia suaviza en algún modo la responsabilidad de la diosa: irritándose al ver a su amante festejar, entonces como ella misma era detenido en el Infierno, y condenándole, precisamente po r esta inconsciencia y esta insolencia, para remplazarle, Ishtar ha caído pu es en una trampa que él tiene maquinada a la pérfida Ereshkigal, furiosa de que se le haya arrancado a su prisionero. Los versos 131-135 resumen abruptamente toda la historia, tan largamente y variablemente desarrollada en los relatos narrados aquí arriba ( 1 4 - 1 7 ) , de la per secución de Dumuzi/Tammuz ante su encarcelación en el Infierno, Belili, sinónimo conocido, designa aquí a Geshtinanna, la hermana del infortunado. Ella ---------- no sin dudar del peligro que amenaza a su hermano: tan preocupada en paz en su adorno. Sino, cuando ella comprende de pr onto, a su llamada en so corro, que se la va a ar ra ncarle, ella re chaza sus joyas, en signo de desesperación, y suplica que no se le tome a «su único hermano». Enteramente nuevo es tanto el contenido de 136-138. En eco muy ensordecido del reparto de la estancia en el Infierno de Dumuzi y Geshtinanna, hace alusión a la «remontada» semestral (§§ 39 y 57 ) de Tammuz.