“El llano en llamas” (Juan Rulfo) 2. Contexto histórico En las décadas de 1940 y 1950, México vivía una época de cambios, cuyo rasgo principal era el haber dejado atrás la Revolución mexicana. El país daba señales de desarrollo: su población y producción crecían. Sin embargo, el campo se despoblaba, porque la reforma agraria se había detenido y aumentaba la marginación de los desposeídos. Había concluido la época de las luchas encabezadas por caudillos, como Emiliano Zapata y Francisco Villa , y se sucedían presidentes que ya no eran militares revolucionarios, pero que pertenecían al único partido con poder real, el Partido Revolucionario Institucional (PRI). La sociedad estaba despolitizada. 3. Los intelectuales de esta época Los intelectuales mexicanos adoptaron dos posturas frente a esta situación. Los que adherían al oficialismo consideraban que la revolución había producido los cambios que se buscaban. Influidos por el Existencialismo, cuestionaban la existencia de un “ser mexicano” y proponían la necesidad de una expresión subjetiva y universal. Otros creían que la revolución no había dejado resultados positivos, pues sus metas no se habían alcanzado o, peor aún, habían sido traicionadas. Concebían el arte como un camino para manifestar una posición crítica. 5.1 La temática tratada en la obra I.)El tema más importante de la obra y lo que aparece en cada cuento es la miseria de la tierra: La miseria de la tierra es como un telón de fondo en donde se desarrolla la narración. El hombre aparece sin esperanzas, triste e incapaz de luchar por mejorar su situación. II.) La obra es además una crítica social: El desencanto ante la Revolución mexicana. No se solucionaron los problemas agrarios, p.ej. el reparto de las tierras. III.) La religión juega un papel muy importante en los cuentos: Muchas veces es mezclada con supersticiones o creencias populares. En los cuentos se nota que la religion no puede salvar al hombre. Rulfo muestra que los representantes cléricos niegan el apoyo a los más necesitados. IV.) Los cuentos muestran la soledad del pueblo mexicano y la incomunicacion: Todo parece estar detenido: el tiempo, las cosas, los hombres. Las ideas se repiten constantemente, igual que las frases. No hay posibilidad de comunicación. Eso se puede notar por la típica estrucutra narrativa: el monólogo, o el pseudo-diálogo. V.) Casi todos los cuentos giran en torno a un hecho sangriento. La muerte y la violencia son partes de la vida cotidiana. 5.2 Los personajes rulfianos Sus personajes son campesinos, gente simple, que hablan como el mexicano común con sus mexicanismos, vulgarismos y características propias de un registro coloquial; pero su sentir coincide con el del resto de los hombres de la época, que viven la angustia de ver destruido todo lo que creen verdadero. En esta síntesis entre lo local y lo universal, reside el valor de la obra de Rulfo. Los personajes rulfianos surgen de un anonimato, muchas veces sin nombre o sin descripción física casi todos son campesinos o sea víctimas de sus circunstancias. Predomina la perspectiva de ingenuidad infantil, del viejo simplón o hasta del loco. La actitud de los personajes-narradores respecto a los hechos referidos está distanciada casi sin intromisión personal alguna, les falta todo ímpetu vital reviven el pasado como algo obsesivo. 6. „El llano en llamas“ 6.1) Contenido del cuento El llano en llamas es el cuento que le da nombre al libro, aquí la lucha armada revolucionaria se hace presente entre los fed erales que son la gente de Petronilo Flores y el movimiento rebelde con Pedro Zamora a la cabeza. Esta historia es narrada por el Pichón, uno de
los hombres de Zamora que termina en la cárcel, pero no por haber participado con los rebeldes, ya que de eso las autoridades no se enteran, sino por su afición a robar mujeres. Sin embargo, en “El Llano en llamas”, la Revolución no es tema sino que está entretejida en la vida de los personajes, quienes son su resultado. 6.2) Interpretación del cuento El narrador protagonista, Pichón, es un revolucionario singular y, a la vez, el prototipo de los revolucionarios. Desde su recuerdo, se conoce su propia vida y la de los que lo rodean. Es el reflejo del mexicano: un ser perdido que transita su vida mecánicamente, impulsado por la fatalidad, ante la que se resigna. Es un títere manejado por otros. Representa a los insurrectos y a los mexicanos que buscan, como niños, un padre (en este caso: Pedro Zamora) que se haga cargo de ellos, que los guíe y que tome decisiones en su lugar. Pichón siente que todo da lo mismo, que la circunstancia en la que se encuentra le es ajena: ” El subjuntivo (“hubiéramos”) enfatiza la conciencia de que existe otra posibilidad no realizada, porque todo se reduce a acatar lo establecido sin cuestionarlo. De esta manera, Rulfo muestra al mexicano y, en él, al ser humano de su época, porque la revolución o las dos guerras mundiales son situaciones similares: el presente es incierto, no hay expectativas de futuro y la vida propia ajena no tiene valor. Aunque por momentos los personajes parecieran tener esperanzas, estas se pierden. La mujer de Pichón destaca que su hijo, que significativamente lleva el mismo nombre que su padre, „no es ningún bandido ni ningún asesino”. Sin embargo esta diferencia, que posibilitaría una vida mejor, es negada por una afirmación anterior del propio Pichón: “Era igualito a mí y con algo de maldad en la mirada. Algo de eso tenía que haber sacado de su padre”. En definitiva, los personajes repiten acciones sin sentido que los condenan, una y otra vez, al fracaso. Esta reiteración, esta sensación de estar en un círculo cerrado, se logra mediante el tratamiento del tiempo y del espacio. Pichón recuerda desde un presente que se confunde con el pasado: el uso del adverbio “ahora” remite tanto a uno como a otro. “Aquí” y “allá” se usan indistintamente para referirse a espacios y a tiempos cercanos o lejanos con respecto al presente del relato. Por otra parte, las secuencias que conforman el camino hacia el fracaso del grupo de Pedro Zamora están ubicadas en un momento preciso del día: mañana, mediodía, noche. Pero el tiempo global es impreciso. El uso indistinto de los adverbios y la imprecisión temporal convierten al pasado en un presente continuo, en el que Pichón intenta recuperar lo único que parece tener importancia en su vida: la Revolución. La repetición de frases y palabras acentúa la idea de aislamiento, de ida que se ha quedado en suspenso. El personaje, volcado hacia su interior, recuerda en un intento por volver a vivir. Las reiteraciones, a modo de leías, expresan el concepto de ausencia de evolución vital: (p.77) „Más atrás venían Pedro Zamora y mucha gente a caballo. Mucha gente más que nunca. Nos dio gusto. Daba gusto mirar aquella fila de hombres cruzando el Llano Grande otra vez, como en los buenos tiempos. Como al principio, cuando nos habíamos levantado de la tierra como huizapoles maduros aventados por el viento, para llenar de terror todos los rededores del Llano. Hubo un tiempo que así fue. Y ahora parecía volver”. 7. Crítica Algunos años después de salir „El llano en llamas“ varios críticos veían la obra de Juan Rulfo en la línea de la llamada novela tradicional (realista), lo que se debía al tratamiento de los temas clásicos: la hostilidad de la naturaleza, la miseria de la tierra, la injusticia social, la violencia etc. Otros críticos, en cambio, apreciaban sobre todo las innovaciones de las técnicas narrativas (por ejemplo la fragmentación de la historia, la dislocación de los niveles temporales, reducción del papel del narrador tradicional, multiperspectividad, la creación de una atmósfera ambigua etc.) que se solían adscribir a la influencia de los escritores norteamericanos y europeos (Joyce, Faulkner, V. Woolf etc.) Ahora bien, la clasificación de Juan Rulfo en los manuales actuales sigue siendo una cuestión controvertida. Mientras unos críticos afilian a Rulfo a los representantes de la novela de la Revolución Mexicana (Yáñez, Revueltas), otros lo incluyen entre los narradores mágicorrealistas o de “lo real maravilloso” (como García Márquez o Carpentier). Probablemente esta última clasificación se deba a la confusión que aparentemente sigue reinando en cuanto a la definición del “realismo mágico”. Sea cual sea la etiqueta que se le quiera adscribir a Juan Rulfo, todos coinciden con Carlos Fuentes en que pertenece a la primera nómina de los autores de la llamada nueva novela hispanoamericana. Fuentes explica que, en vez de representar cierta realidad de manera mimética, Rulfo procede por ejemplo en Pedro Páramo a la mitificación de las situaciones, los tipos y el lenguaje del campo mexicano, proyectando así la ambigüedad humana de un cacique y sus gentes a un contexto universal.