Gloria Alegría
EL PLANETA TIERRA NO UIERE JUGAR
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' o fue un día o una noche ni _ tampoco una tarde o una mañana IIlando el Sol se dio cuenta de que algo i'slaha sucediendo en su Sistema Solar. Todos los planetas estaban inquietos y, por qué no decirlo, la mayoría de las lunas también. El único que no participaba en aquel ir y venir, subir y l)ajar, era uno de sus planetas: > ; i-l planeta Tierra. El Sol decidió entonces comunicarse con Saturno, uno de los planetas cu quien más confiaba.
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C O L E G I O SAN
JOSE
BUJUOTECA SAN BERNARDO
—Dime, querido Saturno —le preguntó observando sus muchos anillos resplandecientes—, ¿qué es lo que pasa con ustedes? ¿Por qué andan tan alborotados? I —Mi estimado Sol, la verdad es que nosotros no queríamos preocuparte, pensábamos averiguar primero, pero si tú ya lo has nota... —¡Por supuesto que lo he notado! —lo interrumpió el Sol impaciente—. Deseo que me digas de inmediato qué sucede. Hace demasiado tiempo que los veo muy inquietos: se pasean de allá para acá, se envían mensajes, se reúnen... ¿Qué es lo que pasa? —Bueno, mi Sol, lo que sucede es que..., yo no sé si tú has reparado en ello, pero nuestro hermano, nuestro querido planeta Tierra, ya no es el de antes. Últimamente está diferente. Era alegre, vivaracho, entretenido. Pero
liace tiempo que ya no quiere con nosotros... —Ni siquiera ha asistido a las leMIni()nes obligatorias —intervino el Venus, que se había acercado
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Imllando más que nunca para hacerse iiol.ir. —¡Cómo! —exclamó el Sol, Hnrprcndido—. ¿Ni siquiera ha asistido il las reuniones del Comité de Orden espacial? —No, señor. Se ha excusado varias vt'ces diciendo que no tiene ánimo, que NI' siente mal —respondió el planeta Mercurio, asomando su nariz. —¡Y después nos pide que por favor le informemos de todo! —agregó i'l planeta Marte, quien también había llegado a la cola de los otros. — E n realidad, estamos muy preocupados. Urano quiso averiguar algo, pero el planeta Tierra no quiere
hablar —explicó Saturno, que también se había incorporado a la conversación. —¡Yo creo que tiene algún horrible problema! —exclamó Marte—. Y lo dig porque lo veo mal, muy mal. —¡No entiendo por qué no me lo habían dicho! —replicó el Sol molesto—. ¡Yo debo saber lo que está sucediendo, especialmente algo así, que me parece muy grave! Le preguntaremos a la Luna T del planeta Tierra; tal vez ella pueda decirnos qué es lo que sucede. Ustedes dos. Lunas MI y M2 de Marte, vayan a averiguar, , quizás ella sepa algo. , ; :
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l.as Lunas M I y M2 partieron «•iiseguida en su búsqueda. Cuando llegaron hasta ella, la Luna T i-ncrespaba tranquilamente sus pestañas. —¡Oh! —exclamó la Luna M I al xcria—. ¿Qué haces. Luna terrícola, i-wcicspináote las pestañas mientras . lodos estamos preocupados de T U planeta? 9
—¡Cómo! —exclamó la Luna T, i|iic le pasa a mi querido planeta colgando el espejo en una* de las punta llfii.i? de una pequeña estrella—. ¿Le pasa l'-so es lo que deseamos algo a MI planeta? HA\Ht TODOS —recalcó la Luna —Pero... ¿cómo te atreves a M^. y enseguida la Luna M I agregó preguntar si le pasa algo? ¡Tú eres la impaciente—: Nuestro Sol nos pidió que vive más cerca de él! ¡Cómo es |iir habláramos contigo para averiguar posible que no te hayas enterado! In i\\\c le sucedía, pero vemos que es —exclamó enojada la Luna M2. llllllil. . , , í Después, calmándose un poco, -No, no, no. No digan eso. Yo preguntó—: ¿No te has dado cuenta puedo ayudar. E l planeta Tierra y yo de que está diferente, de que no tiene •.Minos muy amigos, siempre andamos ánimo para jugar y ya no sonríe? |iIIlíos, bueno casi siempre. Él me —Bueno, lo que pasa es que , ' nenia todas sus cosas. Yo puedo yo he estado ocupada últimamente • ph-guntarle qué le pasa —se apresuró —respondió la Luna T batiendo sus en responder la Luna T, muy afligida. pestañas—. ¿Saben? Un grupo de sapos —Que sea lo antes posible —le de un gran charco están enamorados de ordenaron las Lunas M I y M2 mirándola mí y, desde hace decenas y decenas de i'on expresión severa—. Y en cuanto años, me cantan siempre... Y bueno, yo si'pas algo, comunícalo de inmediato al debo estar linda cuando me cantan... Comité de Orden Espacial. Te estaremos —^trató de excusarse—. Pero díganme, esperando. 10
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..iba. Aun así, la Luna T cobró valor y La Luna T quedó verdaderamente muy preocupada por lo que estaba :¡ I»' di|<) suavemente: sucediendo con su querido planeta I lola, mi querido planeta. Te veo Tierra. Sintiéndose un poco culpable • lllrrenle. ¿Te ocurre algo? por no haberlo notado antes, corrió I I planeta Tierra miró a su Luna con a ver a la Tierra, decidida a averiguar !• i',.m(). No tenía muchos deseos de qué le pasaba. Pero antes de partir, sí i luihl.ir. '' •• i' * que tuvo buen cuidado de arreglarse Solo estoy un poco cansado. la chasquilla para que ninguno de sus ISiicd' (jue he tenido mucho trabajo, sapos enamorados fuera a decir que pi'K) ya se me pasará, no te preocupes era una desordenada y que andaba le respondió con una débil sonrisa. chascona. (^reo que no estás bien Cautelosa se acercó poco a poco IX )iii(') la Luna T — . Debes ser sincero al planeta Tierra y se quedó largo rato • • II)migo, yo soy tu amiga, hemos observándolo. Mientras lo hacía, su I ido juntos cientos, miles y miles de corazón de luna se invadió de tristeza. mos... , El planeta Tierra no era ni la sombra —Lo sé —le respondió el planeta de lo que había sido. Una enorme Nuspirando—. Lo que pasa es que capa plomiza y opaca no dejaba ver su parece que estoy envejeciendo. Ya no color azul de antes, luminoso e intenso. siento las mismas ganas de jugar de Parecía triste, apesadumbrado. Era casi tonto acercarse y preguntarle qué le antes. Hay momentos en que me siento morir. 13 12
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—¡Morir! —exclamó alarmada la Luna T — . ¡Pero si tú eres un planeta joven, uno de los más jóvenes del universo! ¡No puedes morir! —Quizás —dijo con voz débil el planeta Tierra, pues ya se sentía cansado de conversar. —Mira —insistió la Luna T — , todos los otros planetas están muy preocupados por ti y el señor Sol también. He oído decir que la Vía
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—¿Qué le sucede? ¿Le pasa algo? unir muy, muy mal. Ni siquiera tiene ¿Por qué no quiere jugar? —comenzaroi ii,iii»;iN de conversar... a preguntar todos a coro. ^ ¡No tiene ganas de conversar! Entonces el Sol se acercó. • \ exclamaron todos. —¡Silencio! —ordenó—. Escuchemoí ¡Pero si a él siempre le ha lo que la Luna T nos va a explicar. ¡Ya, • I i.ulo parlotear! —exclamó una ya, ya! ¡Chitttsss! ¡Cállense todos! Í,I Hfiia. Antes de que la Luna T comenzara i r —¡Y tampoco tiene deseos de reír! a hablar, todos se quedaron en el más .igí'egó la Luna T, acongojada. absoluto silencio. Se detuvieron los 1^ -^¡Y tampoco de reír! —repitieron cientos de cometas que andaban de viaje, las estrellas dejaron de parpadear. Indos. Todos estaban atentos. Entonces la -¡I^ero si lo que más le gusta al Luna T carraspeó y dijo: |il.meia Tierra es contar chistes! —dijo —Bueno, lo que pasa es que... ' »lra estrella nueva de apenas dos mil IIK )S. es que, yo creo que nuestro querido —¡Dice que está envejeciendo! planeta Tierra está enfermo. musitó la Luna T aún más triste que —¿Tú crees? —exclamó el Sol, mies. poniendo tiesas sus cejas amarillas. —¡No! ¡Es que eso no puede ser! —Sí, sí —balbuceó tímida la -exclamó mirándolos a todos— Luna T — . Bueno, él no... no quiso ¡l'.so sí que el noSol puede ser posible! decirme nada, pero yo, de verdad, lo i —¡No! ¡No puede ser posible! 16
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—repitieron todos otra vez mirándose unos a otros. —Eso sí que no —siguió diciendo el Sol—, él, el planeta más activo, el más poblado, el más maravilloso de los planetas no puede pensar que 1 está viejo, no puede decir que está cansado. —¡Dice que ya tampoco tiene ganas de jugar! —suspiró la Luna T. —¡No tiene ganas de jugar! —repitieron todos nuevamente. 18
¡r',s por eso que yo pienso que .1.1 e n Termo! —terminó por fin la I u n a T, inclinando su cabeza plateada. -¡Tienes razón! —exclamó el Sol, I I I I I . i n d o al grupo—. ¡Claro que está e i i l e i n i o ! Pero, ¿de qué? —¿De qué? —preguntaron todos jisoinbrados. —Sí, pues, de qué —habló nuevamente el Sol—. ¡Qué es lo que le p.isa al planeta Tierra, quiero saber yo! ¡Qué enfermedad sufre! 19
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—^Yo creo que el planeta Tierra est enfermo de pena —dijo finalmente la Luna T — . Cuando uno está triste no siente ganas de conversar, ni de reír, n de jugar. — E s verdad. Tal vez sea eso, pero entonces, ¿por qué tiene tanta pena? i —No lo sé —dijo la Luna T — , perq ya luego volveré donde él y trataré de que me cuente. Quizás tenga una pena de amor. " | —¡Ah! Tú solo piensas en el amor ' —exclamó la Luna M I — ; lo que suced| es que eres una romántica que no se preocupa de otras cosas. —Bueno, es que a mí siempre me ha tocado acompañar a los enamorados, he estado en decenas de miles de billones de declaraciones de amor y . . . —^Ya, ya, ya, no discutan ^ —interrumpió el Sol—. Ahora lo 20
i.iiiir es saber qué le pasa al .1 Tierra. ¡Creo que la única y (iva solución es que mandemos I ,il doctor Inter Galact. Seguro I nos dirá de inmediato si nuestro jilo amigo está enfermo y qué es lo le pasa. Ve tú, cometa 1.227, ya que eres \('lo/ que cualquiera de nosotros. .1.1 buscar al doctor y dile lo que !(,le. [explícale que es urgente, que l a visitar al planeta Tierra. 21 cometa 1.227 viajó y viajó por ni verso hasta que encontró al
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doctor Inter Galact. Estaba atendiendo a unas lunas de la Vía 1846/D que se encontraban francamente constipadas. Como siempre, llevaba puestos sus anteojos para ver bien de cerca y de lejos y su delantal fosforescente verdeamarillonaranja para que todos lo pudieran ubicar. E n cuanto divisó al cometa 1.227, se acercó a él y le preguntó: 22
. ihora, ¿quién es el enfermo? IJ planeta Tierra, doctor poiullí) el cometa peinando su cola I liliIIMS,I (|ue se había chasconeado II ( I a|)Liro—. Y bueno, nadie sabe qiu'. ,(iomo es eso! —exclamó el i|i M h •! Inter Galact, sacándose los lentes y poniéndoselos de nuevo. l,o (}ue pasa es que ya no quiere li.m'i nada, ni conversar, ni reír, ni iiilai, y lo que es peor de todo, lo mas, más terrible, es que tampoco «imcre JLigar —respondió afligido f l cometa 1.227. -¡Oh! ¡Eso sí que es muy grave! exclamó el doctor Inter Galact, acomodándose los anteojos sobre su ^|•an nariz, y con cara de preocupación, agregí)—: Mira, primero tengo que li.icer algunas visitas. Debo ver a un sol (|ue tiene un dolor de muelas que ya 23
no soporta y a una estrellita que está 1 con peste. E n cuanto termine con ellos^ iré a ver qué le pasa al planeta Tierra. Debe estar muy grave para no querer jugar. ¡Muy grave, muy pero muy grave!| —se quedó repitiendo durante muchas horas.
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\.\s tranquilo, el cometa L227 '.ic.so a dar la respuesta al Sol. l i n o es de suponer, todos lo estaban IM lando. IJ doctor Inter Galact irá a visitar ,il |)Lmeta Tierra. En cuanto sepa algo n o s lo va a comunicar —les dijo con V o/ serena. Mientras tanto, el doctor Inter C i a l a c i , que había terminado con N i i s visitas, se dirigió a ver al planeta Tierra. Terrible fue su sorpresa y su |icsadumbre cuando estuvo frente a él y fomprobó su triste aspecto.
—¡oh, pobrecito mío! —exclamó— ¡Pero qué te ha sucedido! ¡Con razón no tienes ánimo de hablar, ni de reír, ni de cantar y menos de jugar! ¡Quié puede tener ganas de nada así como estás tú! Al escucharlo, el planeta Tierra ^ sonrió débilmente y le dijo: —No se preocupe, doctor Inter Galact, lo que sucede es que estoy | un poco cansado, pero ya se me va a pasar. Apuesto a que por ahí anduvo la copuchenta y exagerada de la Luna T. No se pudo quedar tranquila, luna inquieta y metete. Le dije que no anduviera por ahí armando bochinche. —No me vengas con cuentos —lo interrumpió el doctor Inter Galact—. No estudié trescientos años en las mejores universidades espaciales para no saber que estás muy enfermo. Mira tu atmósfera, está oscura y densa. 26
I il (|iie si ilubieras fumado mil años iidoN, ¡le estás 3hog3.náo\ I'.lleno, hace tiempo que no l<. Iespirar bien —exclamó sumiso pía líela Vicrrd, mientms el doctor lU'i (ialacl sacaba de su bolsillo su ^\t,i\n )iente estetoscopio galáctico para -itiiiiinarlo. A ver, a ver... déjame que |iie |)or aquí mi termómetro • 11,1 lomarte la temperatura —dijo M • i'.iiida el doctor, escarbando dentro !• .11 maletín fosforescente a prueba le loda |-)érdida—: ¡Qué horror! ¡Tu ' mpeiatura ha subido dem3.sÍ3.do\ I lenes fiebre! —exclamó asustado—. on ra/ón ya no tienes deseos de moverte, ni de hablar, ni de reír y menos de jugar! —Pues algo raro me ha estado hwccd'icndo desde hace años —replicó el planeta Tierra—. 27 E n verdad desde
hace mucho tiempo que me siento raro... ;-.'J¿-ÍÍIir;-,,5 1,, - : v . , —De eso estoy seguro —respondi( impaciente el doctor—. ¡Estás grave! —sentenció—, y por el momento solo puedo darte unos calmantes, algo que te haga sentir mejor. Deberé averiguar a qué se debe este deterioro tuyo. ¡Dal( gracias al Dios del Universo Completo que tienes amigos que se preocupan por ti! Quédate tranquilo, me llevaré unas muestras de tus ríos, de tus mares tus océanos, de tu atmósfera y algo de tus suelos. Con eso será suficiente. Pronto sabremos qué te pasa. ,*
Kapidamente el doctor se subió a il ambulancia súper veloz y viajó hasta M laboratorio. No era un laboratorio • •iiiim y corriente. Había en él miles de u h o s de ensayo, probetas, microscopios I' lodos los tamaños, juegos de rayos ,iM*i, ¡(.Mingas especializadas para cada 29
tipo de enfermos y remedios que nadi pensaría que eran rerríedios. O sea, que más parecían chocolates, gomitas^ galletas, dulces de menta, calugas, mai confitado y malvaviscos con forma de estrellas. Sin siquiera sacarse su delant: y menos sus anteojos tomó las muestra que llevaba en su maletín y durante muchas horas espaciales, que son más largas que las terrestres, se dedicó a observarlas. Cuando vio lo que había e I ellas no pudo cerrar los ojos ni la boca ' del asombro. Se encontró con que los océanos estaban llenos de sustancias desconocidas que mataban sin piedad a los animales que vivían en ellos. Vio cómo trataban de sobrevivir delfines, estrellas de mar, ballenas y millones y millones de peces de colores que ya no tenían color y que apenas podían respirar. 30
,<.>iic Ilisteza más grande! —se ii|M, alelándose por unos instantes del lopio. I iii momento después, con un I MI MIS piro, continuó con sus >\ > I\. Gruesas lágrimas oiilí'ion por sus mejillas cuando vio l TMn» • muchos peces morían de hambre MMM|iic ya casi no tenían con qué 'llmcnlarse. I I »!(Kíor Inter Galact estaba - . i'.liimbrado a las enfermedades, pero iiiiM a había visto algo así. La verdad ni (|iie ya no tenía deseos de seguir mliando, pero le había prometido a su aml^M) |)laneta que lo ayudaría. Tomó nioiKc's el frasco de atmósfera y lo hallo muy fuerte. Durante mucho rato e deciicc) a observarlo con uno de Nii.s insirumentos más especializados iMi ainuxsferas de planetas. Lo que vio lo (lejí) estupefacto: la atmósfera que 31
tiempo antes protegía al planeta y a sus habitantes ahora se había convertido en una masa tóxica y espesa y tenía grande heridas por donde entraban los rayos ultravioletas que lastimaban a muchos. —¡Oh! ¡Pobrecito mío, pobrecito mío! —exclamó buscando su súper extra excelente y poderoso telescopio, y lo dirigió hacia los distintos 32
del planeta. Se dio cuenta II» ú\y,i) muy terrible: ahora había u n i o s l a g o s , menos bosques, menos ' l i U ' l a r e s . . . Muchas selvas que antes o h l j a b a i i a cientos de miles de aves, liscM l o s y animales grandes, ¡ya no . l a b a n ! ; muchos ríos se habían secado g r a n d e s sectores de los océanos i p . i i c i í a n teñidos con una sustancia • miliienles
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negra y viscosa que impedía moverse a los animales. Y lo más terrible de todo, la especie más importante, el ser humano, corría un serio peligro de perecer junto a ellos. Y, algo más impactante aún, ¡ni siquiera se había dado cuenta! —¡Pero esto no puede ser posible! —exclamó, dejando a un lado sus instrumentos. Se levantó y se puso a caminar de un lado a otro, poniéndose y sacándose sus anteojos—. ¡Tengo q u J comunicarlo al Señor Dios del Universo! Completo. Algo así no puede estar sucediendo con nuestro querido planet Tierra! Sin pensarlo, una vez más el doctor Inter Galact abordó su nave espacial 1 para visitar al Padre Dios del Universo Completo y se dirigió en su busca. : Antes de encontrarlo tuvo que cruzar muchas galaxias, hacerles el quite a 34
y t U ' c e n a s de hoyos negros « H i e i i a n lomérselo. Pero nada le ii.iba l ' o r lin, ya al punto del ina\
< .1 M i i p l e t o — . Es la
ley. 35
—¡Pero...! —exclamó el doctor Inte Galact, desconcertado. —Los habitantes del planeta Tierra tendrán que remediarlo —dijo con mucha calma el Dios del Universo Completo. —¡Pero...! —intentó protestar el doctor Inter Galact. —¡Pero nada! —exclamó otra vez el Dios del Universo Completo—. Solo ellos pueden salvarlo. Yo les di una mente para pensar y un corazón para ^mar. De ellos depende que vuelvan a tener un lugar sano y bello donde vivir. —Pero... ellos... yo me di cuenta de... —¡Ya no te impacientes más! ¡Todo pasará! —le interrumpió el Dios del Universo Completo—. Sé que tú quieres solucionar todo. Pero esta vez dejaremos que los habitantes del planeta Tierra, los más inteligentes, se 36
„ , „ , l o ello. ¿Qué te parece? ,,,,,,:;,,,.Oas cosas no andan crees. Nuestro queriüo ' ¿ . u v i a r . y volver, a „, lodos ustedes.
•k.
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sabemos que el I H n s d e l l Iniverso Completo i l e i i i p u - l a razón, así es que solo I MiM', cspciai- (|ue nuestro amigo se I - I ' pKniio y (|ue nuevamente quiera 11 halaremos de estar más tranquilos ll|i) |n| )iier. Til iiiu-niaremos—intervino hiieiio.
Todos
Mimo,
Trio estaremos alertas T i m a r o n las Lunas M I y M2. Regresó el doctor donde sus amigos l,o s e —dijo el Sol, alumbrándolos con la respuesta del Dios del Universo ' -; s é cjue ustedes son grandes Completo y les contó lo que le había iMiiiH"''». l*<-'t<> por ahora debemos estar dicho. l M i i i | i i l l ( ) s . Ya es hora de volver a — e s o es todo —finalizó después i H U ' . l i a s tareas. de largo rato. N asi lo hicieron. Los cometas se Se quedaron mirándolo en silencio ^ j i i e i o n lie viaje, las estrellas buscaron hasta que, por fin, el Sol dijo tras un llimires (|ne visitar, las lunas alumbraron largo suspiro: ' iKn'hes oscuras, las estrellas fugaces 38
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cumplieron deseos. Todos obedecieron. Todos. Menos la Luna T. —¡Es que yo no me puedo quedar así de tranquila viendo cómo MI planeta Tierra está enfermo! ¡Tengo que hacer algo! —se dijo, mirándolo largamente. Entonces, de tanto mirarlo y mirarlo, 40
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algo: ¡les pediría a sus '|HiN enamorados que les contaran a >\nH los habitantes del planeta Tierra • |iie esl aba pasando! ¡Así, ellos III.111 la solución! ¡Estaba segura! •111 pensarlo más, arregló su li.i'.qililla y sus pestañas, se pintó los \v {Kwviió
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labios y partió a buscar a sus sapos enamorados para contarles lo que pasaba. Bueno, los sapos enamorados tien los ojos más saltones y más grandes q^ los otros sapos y, por supuesto, pone mucha atención a lo que su enamorac dice. Pero cuando la Luna T comenzó a decirles lo que sucedía con la Tierra, ellos casi, casi, casi no podían creerle. —¡Es que no puede ser! —exclama uno. —¡Esto es una broma tuya para... bueno, para hacerte notar! —dijo otro. —¡Es horrible! —murmuró uno totalmente convencido. Los sapos estaban muy asustados, sobre todo cuando se dieron cuenta del peligro que corrían ellos y todos lo; habitantes del planeta. —¡La única manera de solucionarlo es... es...! —comenzó a decir uno. 42
,1
hacer (|iie todos lo sepan, es
,(,)iic- lo sepan los hombres! otro. ,l,o llenen cjue saber todos! jAsi es! —respondió la Luna T, . ha (le haberlos hecho reaccionar. il'''.o es, debemos cantarlo a I iiio vientos para que muchos lien l.i noticia! Les extrañará que i|t(»'< de repente nos pongamos a II lanío y . . .
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n i e n poi"
.,lu los ha escuchado?
lecii ciue es una bonita uchan atentos, \\I ustedes esc III u
, M niiK ) e s l o :
nidal al planeta a jugar, ni 'Iva voltereta i|l roinience a saltar. reb( )la • m lina pelota. Itii'ii a i m resbalín —¡Y siempre liay alguien que iii» iii-ne fin. entiende los mensajes! Desde esa noche, todos los 11 I q u e cuidar al planeta sapos del planeta Tierra afinan sus II I q i i i - vuelva a reír, instrumentos musicales y comienzan I na q n c vuelva a jugar. a cantar para que todo el mundo sepa ^lle y corra en el gran espacio lo que está pasando. Y cuando ven a la i'ir c*s también su hermoso Luna T, cantan más fuerte aún para que^ ella se sienta segura de que no se les ha I' ilaeio. olvidado su mensaje. 44
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S O B R E LA AUTORA
I < )HiA ALEGRÍA RAMÍREZ nació en Santiago de Cliile • II l'»í)5. En enero de 1980 se titula de fonoaudióloga • M 1,1 Universidad de Chile. Años más tarde su interés por la escritura la lleva M inlograrse al taller literario de Ana María Güiraldes. I ese momento su trabajo no ha tenido pausa, hii participado y ganado numerosos premios en conI I I I ' . o s literarios, tanto de literatura infantil y juvenil ' o de adultos. Destacan entre ellos, el año 1995, su participa1 M in en el Concurso de Narrativa Infantil y Juvenil de I ililorial Don Bosco: primer lugar, categoría novela, Min Mundo de cartón, publicada en 1998, y primer y M •( ii indo lugar, categoría cuento, con "El niño que le I" I II. I dinero a la luna" (publicado el 2000) y "Jaulas I II II. i( las" (publicado por dicha Editorial en una pequeña lililí)logía de tres autores), respectivamente. En 1999, obtiene el tercer lugar en el Concurso N.icional de Literatura Infantil del Consejo Nacional del I il )ro y la Lectura, en la categoría obras inéditas, con lili conjunto de cuentos, entre los que se encontraban 47
Cuando el sol se aburrió de trabajar y Las noches del rey Edgardo, ambos publicados por Editorial Andrés Bello; "El espantapájaros con corazón", "Juan y el pequeño cofre", "Sacha" y "El plato fanfarrón", publicados por Editorial Don Bosco. En 1997, obtiene el primer y quinto lugar en el Tercer Concurso de Cuentos escritos por mujeres de habla hispana con "Son cosas de recién casada" y , "Ojos de perra triste", publicados en la antología de ; cuentos ganadores titulada Sosteniendo Santiago y ] otros cuentos. En 2003 y 2005 fue finalista en el Concurso de Cuentos de Revista Paula con "Muñeca de mamá", publicado en la antología de los diez cuentos ganadores: No te acerques al Menotti; y "Entresueños", publicado en la antología Mi nombre en el Google. Otros de sus títulos son: El hombre que vendía tiempo, novela juvenil; El viejo rescatador de árboles, novela infantil, y Réquiem para una primavera, novela , juvenil. Pipo, el oso de la vitrina, cuento para primeros lectores, es el penúltimo título publicado por Editorial Andrés Bello el año 2006. El planeta Tierra ya no quiere jugar de Editorial Andrés Bello es, por el momento, su última publicación.
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R E C R E A N D O LA L E C T U R A
I. RECUERDA ALGUNOS EPISODIOS DE ESTA HISTORIA
1.
¿Por qué estaban inquietos los planetas del Sistema Solar?
2.
Según informaron al Sol, ¿quién no asistía a las reuniones del Comité del Orden E s pacial?
3.
¿Qué te pareció la Luna del planeta Tierra? ¿Cómo la definirías? ¿Qué estaba haciendo cuando las Lunas de Marte llegaron para hablar con ella?
4.
¿Cómo era la personalidad del planeta Tierra antes de enfermarse? ¿Recuerdas qué decían de él los demás planetas?
5.
¿A quién decidió llamar el Sol cuando se enteró del estado en que se encontraba el planeta Tierra? 49
6. ¿A quién se dirigió el doctor cuando s e dio cuenta de la enfermedad que tenía el planeta Tierra?
6.
7. ¿Qué respuesta recibió el doctor? ¿Quién debía solucionar el problema? 8. ¿Se calmó la Luna T cuando le dijeron que debía estar tranquila y volver a su trabajo? ¿Qué pensó que podía hacer?
7.
las lunas que volvieran a sus trabajos pues no podían hacer nada. L a Luna T pidió a sus sapos enamorados que escaparan de la Tierra para que no se enfermaran ellos también. Todas las noches, todos los sapos del mundo afinan sus instrumentos y se ponen a cantar. III COMPLETA ESTAS ORACIONES CON LAS PALABRAS OUE APARECEN EN EL RECUADRO
II. VERDADERO O FALSO
Lee las siguientes oraciones y anota una V si es verdadera y una F si es falsa. 1. 2.
El planeta Tierra y a no era el de antes. L a Luna T estaba preocupada desde hacía tiempo de la tristeza de su planeta.
3.
El Sol no quería saber nada de lo que sucedía a sus planetas.
4.
L a Luna T quería verse linda para presentarse ante sus sapos enamorados.
5.
Después de saber lo que había dicho Dios, el Sol ordenó a los planetas y a 50
mal
enfermo plomiza
azul jugar nosotros
muelas sucedía peste
1. Todos los planetas veían muy
viejo veloz
a la
Tierra. 2. Una enorme capa y opaca no dejaba ver el color de la Tierra. 3. El planeta Tierra pensaba que estaba y que por eso no tenía ganas de 4. Ve tú, cometa 1.227, ya que eres más que cualquiera de Anda a buscar al doctor y dile lo que sucede. 51
Debo ver a un sol que tiene un dolor de que y a no soporta y a una estrellita que está con v La Luna T prometió ir de inmediato a ver al planeta Tierra para preguntarle qué le Lo que pasa e s que nuestro querido planeta Tierra está IV. ¿QUIÉN D I J O . . . ?
Sólo estoy un poco cansado. Parece que he tenido mucho trabajo, pero y a s e me pasará, no te preocupes. No estudié trescientos años en las mejores universidades espaciales para no saber que estás muy enfermo. En verdad, desde hace mucho tiempo que me siento mal. Los habitantes del planeta Tierra tendrán que remediarlo. Mira tu atmósfera, está oscura y densa. Igual que si hubieras fumado mil años seguidos. Todos sabemos que el Padre Dios del Universo Completo tiene siempre la razón.
.V V. DESPUÉS DE LEER ESTE LIBRO...
1. Seguro que nos puedes contar qué le pasaba al planeta Tierra y por qué no quería jugar. 2. ¿Crees tú que ahora el planeta Tierra y a no tiene los problemas que descubrió el doctor y que preocupaban tanto al Sol y a todos los demás planetas? v 3. ¿Cómo describirías los problemas de la Tierra? Nombra algunos de estos pro' blemas. • • ' : v - i , v . - : " - : f . ^ • ::v sr> 4. ¿Crees que con tus amigos y amigas podrías hacer algo para que el planeta Tierra no tenga tantos problemas? ¿Qué cosas? t VI. Y AHORA, PARA TERMINAR, REFLEXIONA Y
1. Vuelve a leer este párrafo que narra el momento en que el doctor con su súper extra excelente y poderoso telescopio, observa el planeta Tierra y se da cuenta de algo muy terrible: "ahora había menos lagos, menos bosques, menos glaciares... Muchas selvas que antes cobijaban a cientos de miles de aves, insectos y animales grandes, ¡ya no 53
RESPUESTAS:
/(
)
in secado y . ¡parecían : iK't)ra y visco• m imales. :;pecie más n ' , I >iria un serio i'^ii" / ('lins. Y, algo ¡na se íiabía
'/ III i'
l i i 111,1
inifh)/
l/iiih
pola ih' i l i ' , m¿¡:; iiiii' . . . dado ciionlnl
2. A contii I II. II
II w'i ni 11II11 . i| lili lio final para ,'<)ii. lili lo;;habitantes
KIII,
estalii;.hIII.I
de la Ticii, I ' los sapo . , ' nara? 3.
, i , m n no l.i canción de ñ\\\i) In uMtilnii.i que termi-
Haz un dibujo p.int lldhtntr el capitulo que agregaste. I
Verdadero o falso. 1.V
2.F 3.F
4.V
5.V
Completa estas oraciones 1. mal 2. plomiza 3. viejo 4. veloz 5. muelas 6. sucedía 7. enfermo ¿Quién dijo? ^.
i/paTeDios
azul jugar nosotros peste
? Doctor
3. Tierra
I Sector
6^ So,
55 54
6.F 7.V
Algo raro sucede en el espacio, todos están alborotados, ¿Qué les pasa o los planetas que no dejan d e comentar? Extrañamente el planeta Tierra no ha asistido a las reuniones del Comité d e Orden Espacial. Y el doctor Inter Galáctico ¿a d ó n d e se dirige c o n todos sus instrumentos? La luna T y los humanos son los únicos que al parecer no se han dado cuenta de que algo muy, pero muy grave está posando y que requiere d e una pronta intervención. La vida d e muchos corre peligro...
NIVEL 1 ISBN 978-956-13-1978-3
9 "78956
319783