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El príncipe Nicolás Maquiavelo
RESUMEN EJECUTIVO El príncipe fue escrito en 1513 por Nicolás Maquiavelo, un funcionario de gobierno de la república Florentina, y desde su publicación ha avivado una y otra vez el debate de si debemos apegarnos a los ideales o a la realidad. Para Maquiavelo está claro que los líderes deben dejar de lado los ideales. Lo importante es alcanzar el objetivo a como dé lugar: el fin justifica los medios. Guerras, traiciones, apariencias; son algunos de los recursos de los que pueden disponer los líderes. Este es un texto de lectura obligada para cualquier líder que esté buscando un enfoque más efectivo y práctico en lo que a liderar una organización se refiere.
Formas de gobierno Las personas puede estar sujetas a dos tipos de gobierno: o son ciudadanos de un estado libre (como una república) o son súbditos de un principado (como una autocracia). El líder puede hacerse con el poder por herencia o conquistando nuevos territorios. El líder puede ser el fundador de nuevas entidades (como Milán) o puede conquistar pueblos y regiones ya existentes. El líder que hereda su reino se encontrará con menos problemas tanto para gobernar como para mantener el poder. Primero, la gente aceptar y respeta su poder porque proviene de una larga línea de liderazgo. Y, segundo, cualquier oponente estará en desventaja, pues tendría que recurrir a la crueldad para ganar respeto; y esto lo hará perder el apoyo de la gente.
La forma correcta de conquistar El idioma juega un papel muy importante a la hora de anexar estados. Cuando en los nuevos territorios anexados se habla el mismo idioma del territorio original, el gobernante puede derrocar a la familia reinante y mantener las leyes existentes. En la mayoría de estos casos, los súbditos no se opondrán. Sin embargo, para imponer su autoridad, el jefe de estado siempre debe establecer una residencia oficial. Una manera económica de incrementar el poder es crear colonias. Además, es más fácil que conquistar otros países. Cuando se trata de colonias, el gobernante debe decomisarles los bienes a unos pocos habitantes poderosos y volverlos tan
pobres que ya no signifiquen una amenaza. Luego, basta con desplazarlos y establecer a los colonos. En términos generales, el objetivo es quitarles poder a los poderosos y volver menos poderosos a los aliados.
Conservar el poder Algunos reinos, como el de Turquía, son más difíciles de conquistar, pues tiene líderes supremos que son más difíciles de derrocar o eliminar. Si logramos derrocar el rey de uno de estos reinos, luego gobernar será más sencillo, pues el territorio sólo tenía un gobernante; así que no tendremos que deshacernos de otros señores. En algunos estados como Francia es muy fácil hacerse con el poder, pero es muy difícil conservarlo; pues hay un conjunto de príncipes y barones ávidos de poder que rodean al rey y que pueden formar alianzas con facilidad. En caso de que derrotemos al rey pero no logremos derrocar a los barones, será muy difícil que conservemos el poder. Una vez que hayamos conquistado un territorio, debemos seguir los siguientes tres pasos para aferrarnos al poder: 1. Destruir la ciudad capital. Esto es lo más seguro que se puede hacer. 2. Establecer nuestra residencia en la región. 3. Crear un gobierno con gente de la localidad que nos sea leal. De este modo, el estado mantendrá sus leyes, pero acatará nuestra autoridad.
Conquistar mediante la habilidad y la suerte Un gobernante que conquista y asume el control de un imperio debe aplicar sus fuerzas para conservar el poder. Sin embargo, un individuo común que pasa a ser el gobernante no cuenta por lo general con un ejército y, por tanto, debe proceder con cuidado. Si se hace con el poder gracias a la ayuda de otra persona, debe actuar astutamente para no perder el poder prematuramente. Por ejemplo, cuando se hizo con el poder, César Borgia dependió demasiado de su padre, Rodrigo Borgia, elegido en 1492 como el papa Alejandro VI. César Borgia vio la oportunidad de conquistar la Romaña, en Italia, cuando el papa le permitió anular su matrimonio al rey francés y este le envió tropas al papa en agradecimiento. Gracias a este poder, Borgia se nombró duque. El nuevo gobernante aprovechó todos los medios
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El príncipe 2 disponibles para consolidar su poder. Asesinó a sus oponentes políticos y nombró un nuevo gobernador, Remirro Del Orco, un español conocido por su crueldad. En la Romaña reinaba la anarquía y el libertinaje en aquella época y Del Orco impuso el orden con mano dura. Sin embargo, sus métodos minaron la popularidad del nuevo gobernador. Para deslindarse de las acciones de Del Orco y ganarse de nuevo el respeto de la gente, Borgia ejecutó al gobernador y expuso sus restos ante las masas. Para eliminar la amenaza de un nuevo papa (que sería peligroso tanto para él como para su padre), Borgia destituyó a toda la familia gobernante y se ganó la simpatía de los nobles de Roma y de la mayoría del Colegio de Cardenales. Además, tomó una última medida que consistió en aumentar su poder por medio de otras conquistas. Sin embargo, poco después su padre murió y él mismo cayó letalmente enfermo. Al final, no fue capaz de hacerles frente a los ejércitos de España y Francia.
Otras maneras de hacerse con el poder Cualquier ciudadano común puede hacerse con el poder de dos maneras. Primero, puede jugar sucio para ganar el poder. La suerte no juega mayor papel en esta opción. El individuo controla el poder independiente e implacablemente, y no depende de nadie. Agatocles de Siracusa se valió de toda clases de ardides para hacerse con el poder en 300 a.C. Agatocles era el hijo de un alfarero, pero logró hacerse de una buena posición entre las filas del ejército. Más adelante trató de ganarse el título de príncipe. Un día, organizó una reunión de los senadores y ciudadanos más ricos del estado. Una vez que los habitantes más poderosos de la ciudad estaban reunidos, los guardias sellaron las puertas de la sala de reuniones y cada asistente encontró la muerte de una manera horrible. Después de esto, nadie se atrevió a disputarle el poder a Agatocles. Sin embargo, este método para hacerse con el poder es propio de cobardes. Esta es la razón por la que Agatocles nunca estuvo entre los más grandes. En caso de que sea necesario cometer atrocidades para hacerse con el poder, el aspirante a gobernante debe realizarlas rápidamente y en combate. Una vez que haya obtenido los resultados deseados, debe refrenar sus acciones. Bajo ninguna circunstancia debe seguir usando la fuerza. Quienes exponen sus súbditos a crecientes niveles de violencia, terminan perdiendo su dominio. Segundo, los ciudadanos pueden hacerse con el poder o bien con la ayuda del pueblo o bien con la ayuda de los poderosos. Este último caso es difícil porque cada uno de estos "hombres poderosos" considera que debe gobernar. Además, estos hombres en conjunto tratar de oprimir al pueblo. Sin embargo, los líderes que realmente provienen del pueblo refuerzan su poder gracias al apoyo de sus súbditos. Si los súbditos prevén que el gobernante será cruel, basta con que este realice algunas acciones buenas para ganarse la lealtad de aquellos.
Estado de sitio Por lo general, el gobernante poderoso necesita de un ejército privado. Sin embargo, si un gobernante que carece de ejército es sitiado, su única salida es retirarse a una fortaleza. Para que este plan funcione, la ciudad debe estar preparada de antemano. Las áreas urbanas imperiales de Alemania son prototipos de estas ciudades "libres". Están tan bien protegidas y cuentan con tantos suministros que pueden fácilmente soportar un estado de sitio durante un año. Este largo período debilita a los atacantes y, en la mayoría de los casos, se ven forzados a retirarse. Otra arma del arsenal de los gobernantes es la popularidad. Si el pueblo aprecia al gobernante, será más difícil que un atacante extranjero logre penetrar las defensas de la región. Finalmente, el liderazgo espiritual es un instrumento muy útil. Si el gobernante promueve la religión, la tradición y un Dios, los ciudadanos no se atreverán a rebelarse antes estos poderes.
Fuerzas mercenarias Quien quiera consolidar su poder necesita buenas leyes y buenos ejércitos. Quienes dependen de soldados mercenarios terminan siendo traicionados. Esto soldados no actúan por honor o deber sino por codicia. Por lo general, son deshonestos y le roban al público en tiempos de paz. En tiempos de guerra, los mercenarios suelen ser cobardes y hasta puede cambiar de lado. Los líderes mercenarios son particularmente peligrosos. Si son experimentados, tratarán de hacerse con el poder. Si son novatos, le harán daño al país. Las tropas auxiliares, que se pueden obtener gracias a un aliado poderoso, suelen hacer más daño que bien. Sólo aquellos estados que poseen fuerzas reclutadas en las localidades (como Suiza) pueden llamarse libres. Por tal motivo, deben permanecer muy bien fortificadas.
El arte de la guerra El gobernante nunca debe descuidar el arte de la guerra, pues se espera que sea versado en estos menesteres. Algunos ciudadanos llegan al poder porque perfeccionan sus habilidades guerreras y técnicas de combate. Pero lo contrario también es cierto. Algunos gobernantes ha perdido su poder porque han evitado al guerra. Incluso durantes los tiempos de paz, los líderes deben mantener sus ejércitos listos para la batalla. Estar preparados es la clave de la victoria. El príncipe debe conocer además sus territorios de cabo a rabo, pues esto evitará que sea tomado por sorpresa. El gobernante sabio debe aprender las lecciones de otros que hayan tenido éxito en la batalla.
El mejor comportamiento Ningún líder puede sacar provecho de apegarse a los ideales.
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El príncipe 3 Al estar rodeada de personas inescrupulosas, cualquier persona buena será derrotada. Si el gobernante posee ciertas virtudes, tanto mejor. Si posee malas cualidades, las debe ocultar. La gente cree en lo que ve sin investigar mucho más.
palabra. Después de todo, esto es algo que todo el mundo hace. Sin embargo, se debe tener una razón válida para romper una promesa. Quien logre proyectar una apariencia de virtuosidad, logrará aferrarse al poder. El pueblo cree en lo que ve.
Por ejemplo, la generosidad es una característica inútil en un jefe de estado. Tarde o temprano tendrá que aumentar los impuestos y la gente lo odiará. Quien tenga reputación de tacaño no debe cambiarla, pues esto le permitirá economizar en beneficio del bien común cuando el país esté bajo ataque.
Es importante nombrar ministros capaces, que estén comprometidos con los intereses del estado. Si son astutos, debemos permitirles que nos digan la verdad en vez de enmascarar los hechos. La opinión de estos funcionarios será más útil que sus halagos.
El príncipe debe ser amado y temido por igual. Si debe escoger uno de los dos, debe optar por el temor de su gente, pero no tanto como para que empiece a ser odiado. Si es caritativo, azuzará la anarquía; si es cruel, mantendrá la paz. Los príncipes amables casi nunca reciben la gratitud de sus súbditos. Estos son poco constantes y nunca devuelven la amabilidad.
Tomemos en cuenta estos últimos puntos:
Si es necesario, el jefe de estado puede dejar de cumplir con su
- Nunca intrometerse con las posesiones o las mujeres de los ciudadanos. - Proteger sus medios de vida y animarlos a trabajar. - Promover festivales y celebraciones. Esto aumenta la felicidad del pueblo.
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Título original: The Prince Editorial: Oxford University Press Publicado en: Mayo de 2008
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