en la escuela de las
e s cr i t v ra s NUMERO 2 - ABRIL de 2011
POR SUS HERIDAS FUIMOS SANADOS EL SERVIDOR DE YHWH
En la escuela de las Escrituras
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SUMARIO
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La ira de YHWH contra su pueblo Los textos bíblicos interpretan la toma de Jerusalén en el año 587 y la deportación de su población como un castigo divino por haber abandonado a YHWH, que lo había sacado de Egipto. ¿Acabaría de este modo la historia de Israel?
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¡Cómo yace solitaria la Ciudad populosa! El libro de las Lamentaciones
ECCE HOMO. Obra de Caravaggio.
en la e s cuela de las
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¡Consuelen a mi pueblo! En la adversidad Dios seguiría mostrando su poder y fidelidad a su pueblo. Durante el Exilio así respondió un profeta al pueblo que se lamentaba del olvido de Dios.
escritvras Redacción y diseño: fray Domingo Cosenza OP Esta publicación electrónica ha sido realizada para ser compartida en las redes sociales. Por eso está totalmente permitida su reproducción total o parcial por cualquier medio. Está disponible para ser descargada en el sitio: www.scribd.com/domingocosenza 2
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La voluntad del Señor se cumplirá. Los sufrimientos de un misterioso Servidor de YHWH serán causa de salvación para sus hermanos.
¿DE QUIÉN DICE ESTO EL PROFETA? Según el libro de los Hechos un eunuco funcionario de la reina de Etiopía, que regresaba de su peregrinación a Jerusalén, viajaba en su carruaje leyendo el libro del profeta Isaías. El pasaje que estaba leyendo era el siguiente: «Como oveja fue llevado al matadero; y como cordero que no se queja ante el que lo esquila, así él no abrió la boca. En su humillación, le fue negada la justicia. ¿Quién podrá hablar de su descendencia, ya que su vida es arrancada de la tierra?» (Is 53,7-8). Felipe, que por inspiración divina se encontraba en aquel camino, comenzó un diálogo con el viajero. Queriendo comprender lo que venía leyendo, el etíope le preguntó: «Dime, por favor, ¿de quién dice esto el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?». Enton-
ces Felipe tomó la palabra y, comenzando por este texto de la Escritura, le anunció la Buena Noticia de Jesús (Hech 8,34-35). La respuesta de Felipe muestra una interpretación del texto a partir de la experiencia pascual vivida y predicada por los primeros discípulos de Jesús. Sin embargo el etíope no fue el primero en formular la pregunta, ni Felipe será el último que intente responderla. Desde el momento en el que el texto fue redactado cada generación de oyentes ha buscado desentrañar su significado. Pero, para poder comprender su mensaje de redención, siempre será necesario seguir preguntando quién fue el profeta que proclamó aquellas palabras y en qué circunstancias lo hizo. Este es el tema que les les propongo estudiar en las siguientes páginas. Fray Domingo Cosenza OP En la escuela de las Escrituras
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EL FINAL DEL REINO DE JUDÁ
LA IRA DE YHWH CONTRA SU PUEBLO 2 Crónicas 36,14-21 interpreta como un castigo divino la toma de Jerusalén en el año 587 y la deportación de muchos de sus habitantes, porque el pueblo había abandonado a YHWH, que lo había sacado de Egipto. Dios mismo habría provocado el desastre, advirtiéndolo previamente por medio de sus profetas. ¿Acabaría de este modo la historia de Israel?
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a unificación de todos los clanes hebreos había sido posible por el genio militar de David. Por entonces la Alianza de las tribus israelitas constituyó un Estado centralizado con la capital en Jerusalén y organizado monarquicamente. Pero el reino davídico no pudo afrontar el brusco cambio cultural desarrollado bajo Salomón. Al final de su gobierno estalló una revuelta en Siquem a causa de los impuestos elevados con los que las tribus del Norte debían contribuir a los grandes emprendimientos reales. El resultado de esta rebelión fue la división del Estado hebreo en dos reinos autónomos y rivales (1 Re 12,16). En el Sur del país, la dinastía davídica conservó únicamente la tribu de Judá, mientras que las tribus del Norte conformaron el Reino de Israel. En contraste con la fertilidad del territorio de Israel, el pequeño reino de Judá estaba surcado de montañas y limitado por un pedregoso desierto. Además de algunos cereales, su suelo sólo permitía el cultivo de la vid y del olivo, así como la cría de ovejas. Por otro lado estaba privado de la salida al mar, porque la rica llanura costera estaba en manos de los filisteos. Sin embargo contaba con la ventaja de una estabilidad dinástica a través de la sucesión davídica y de la atracción religiosa que ejercía la presencia del Arca de la Alianza en Jerusalén. Israel, en cambio, contaba con prosperidad económica, pero también con la inestabilidad política al momento de decidir a qué tribu pertenecería el rey que los presidiera. En el plano de la política exterior, Israel se asoció a los fenicios y estableció con ellos una alianza. Los matrimonios de la nobleza israelita con la En la escuela de las Escrituras
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TIGLATPILESER III y sus tropas atacan una ciudad. Página anterior: Los asirios conquistan la ciudad de Lakish, en Judá (Relieve del Palacio de Nínive).
nobleza fenicia consagró una nueva orientación política. Los israelitas se beneficiaban mediante la salida de sus productos a través de los puertos fenicios, y las ciudades fenicias contaban así con la tierra productora, que ellas no tenían, para sostener su industria mercante. Sin embargo muy pronto, tanto Israel como los demás reinos de la región, tuvieron que enfrentar una difícil situación: el despertar de Asiria, después de muchos años de letargo, desde el siglo IX a EC.
A LA SOMBRA DE ASIRIA En 745 aEC llegó al trono Tiglatpileser III, un conquistador que llevaría a su mayor esplendor al Imperio Asirio. Apoyado en su bien organizado ejército, su plan fue conquistar definitivamente el Medio Oriente y por eso, una vez consolidados sus dominios en el norte, se volvió hacia el oeste a partir de 738. Aquel año Menajem, rey de Israel, figuró en los anales asirios entre los tributarios del Imperio. Mientras crecía el poder de Asiria, el reino de Israel se iba consumiendo en disputas tribales por el poder. Al morir Menajem en 738, en muy pocos años se sucedieron tres reyes en el trono de Samaría: Pecajías, hijo de Menajem, asesinado en 737, Pecaj (737-732) y Oseas (732724). Por su parte Egipto, protegido por la dis6
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tancia respecto de Asiria, no dejaba de alentar a los pequeños reinos de la región para que se aliaran para enfrentar al poderoso Imperio. Pécaj de Israel organizó una coalición, consiguiendo como aliado a Rasón de Damasco. Intentaba arrastrar también al rey Ajaz de Judá. Al no lograrlo, los israelitas y arameos sitiaron Jerusalén para deponer a su rey y coronar a otro a su antojo. En esa situación desesperada Ajaz buscó la protección del más poderoso: «Ajaz envió mensajeros a Tiglatpileser, rey de Asiria, diciendo: «Soy tu siervo y tu hijo. Sube, pues, y sálvame de manos del rey de Aram y de manos del rey de Israel que se han levantado contra mí». Y tomó Ajaz la plata y el oro que había en la Casa de YHWH y en los tesoros de la casa del rey y lo envió al rey de Asiria como presente» (2 Re 16,7-8). Respondiendo al llamado de Ajaz, el rey de Asiria puso sitio a Damasco en 733 y se apoderó de la ciudad (cf. 2 Re 16,9). El territorio de Israel quedó considerablemente reducido y se llevó a cabo una primera deportación: «En tiempo de Pecaj, rey de Israel, vino Tiglatpileser, rey de Asiria, y tomó Iyyón, Abel Bet Maacá, Yanóaj, Cadés, Jasor, Galaad, Galilea, todo el país de Neftalí, y los deportó a Asiria» (2 Re 15,29).
ASIRIA Nínive
N
ELAM
SIRIA ISRAEL
Damasco Samaría Jerusalén JUDÁ
EGIPTO
LA CAÍDA DE SAMARÍA La conquista de Samaría fue iniciada por el rey Salmanasar V y concluida por su sucesor, Sargón II. Además de deportar a la población israelita de Samaría, procedió a repoblar el territorio con las tribus árabes por él conquistadas. Según la política asiria se recurría a estas prácticas de desarraigo para impedir las sublevaciones de los naturales en los territorios sometidos. La llegada de pueblos muy distintos a Samaría trajo como consecuencia un sincretismo religioso y el rechazo de éstos por parte de la población de Judá (2 Re 17,32-34).
«Desde el comienzo de mi reinado hasta el decimoquinto año del mismo, derroté a Humbanigash, el elamita, en los alrededores de Der. Sitié y conquisté la ciudad de Samaría; me llevé como botín 27.290 habitantes de ella. Reuní 50 carros de entre ellos, e hice trabajar al resto en su oficio. Puse al frente de ellos un alto funcionario mío y les impuse el mismo tributo que el rey anterior». Anales de Sargón II (Inscripción de Fastos) «Restauré la ciudad de Samaría y la hice mayor de lo que era antes. Hice venir gente de los países, conquista de mis manos». Anales de Sargón II (Prisma de Nimrud )
SARGÓN II y un funcionario real. Los textos de la izquierda relatan la conquista de Samaría en 721 aEC. En la escuela de las Escrituras
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JERUSALEN SITIADA POR LOS ASIRIOS «A Ezequías de Judá, que no se había sometido a mi yugo, asedié y conquisté 46 de sus ciudades fuertes amuralladas e innumerables ciudades pequeñas de sus alrededores, por medio de apisonamiento de terraplenes y acercamiento de máquinas de asedio, ataques de infantería, minas, brechas, escalas de asedio. Hice salir de su interior y conté como botín 200.150 personas pequeñas y mayores, hombres y mujeres, caballos, mulos, asnos, camellos, bueyes y ovejas sin número. A Ezequías lo derribó el terrible resplandor de mi soberanía. Hizo llevar tras de mí al interior de Nínive, mi ciudad real, a los Urbi y a sus soldados elegidos que había introducido para la defensa de Jerusalén, su ciudad real, pero que habían rehusado el servicio, con 30 talentos de oro, 800 talentos de plata, selección de antimonio, grandes bloques de cornalina, lechos de marfil, sillones de marfil, piel de elefante, marfil, ébano, boj, toda clase de cosas, un gran tesoro y a sus hijas, sus mujeres de palacio, cantores, cantoras. Envió su mensajero para pagar tributo y prestar vasallaje».
Anales de Senaquerib. El texto citado se conservó escrito en el Prisma de la derecha. Si bien no menciona aquí cuáles fueron las ciudades conquistadas, el relieve de la toma de Lakish ilustra muy gráficamente la toma de una de ellas (página siguiente).
En un nuevo intento de rebelión, confiando contar con la ayuda del faraón Tefnakht, el rey Oseas de Israel cayó prisionero y la capital fue sitiada. Samaría cayó finalmente en 721 después de un largo asedio, en el comienzo del reinado de Sargón II de Asiria: «El rey de Asiria descubrió que Oseas conspiraba, pues había enviado mensajeros a So, rey de Egipto, y no pagó tributo al rey de Asiria, como lo venía haciendo cada año; el rey de Asiria lo detuvo y lo encadenó en la cárcel. El rey de Asiria subió por toda la tierra, llegó a Samaría y la asedió durante tres años. El año noveno de Oseas, el rey de Asiria tomó Samaría y deportó a los israelitas a Asiria; los estableció en Jalaj, en el Jabor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos» (2 Re 17,4-6). El territorio de Israel pasó a ser una provincia asiria y el rey Ajaz de Judá, convertido en vasallo suyo, fue fiel a los asirios hasta su muerte. 8
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No sucedió lo mismo con Ezequías, el sucesor del trono de Jerusalén. El rey de Asiria emprendió una campaña contra Judá en el año 701, por haberse negado su rey a pagar el tributo con que se había comprometido su padre. Las ciudades de Judá debieron soportar los terribles golpes de Senaquerib. Finalmente, arrinconado en la sitiada Jerusalén, Ezequías envió mensajeros para transmitir su decisión de pagar el tributo como precio para terminar con el asedio (cf. 2 Re 18,13-16). Jerusalén se había escapado de la destrucción, pero el país había quedado arruinado y Ezequías tuvo que seguir sujeto al vasallaje del que había querido librarse.
ESPERANZA Y DECEPCION Desde 687 reinó en Jerusalén Manasés, un monarca violento e impío que gobernó 45 años, sometiéndose servilmente a los reyes de Asiria.
TOMA DE LAKISH (Palacio de Nínive). El relieve, conservado actualmente en el Museo Británico, representa el asedio de la ciudad por las tropas de Senaquerib de Asiria, y la captura de sus habitantes. Los detalles permiten conocer las técnicas militares asirias, como así también el trato cruel dispensado a los vencidos.
Manasés dejará un recuerdo muy negativo a causa del fomento de los cultos extranjeros, de sacrificios humanos y de prácticas mágicas como ningún otro rey de Judá lo había hecho antes: «Edificó altares a todo el ejército de los cielos en los dos patios de la Casa de YHWH. Hizo pasar a su hijo por el fuego; practicó los presagios y los augurios, hizo traer adivinos y nigromantes, haciendo mucho mal a los ojos de YHWH y provocando su cólera» (2 Re 21,5-6).
Voy a hacer venir sobre Jerusalén y Judá un mal tan grande que a quienes lo oyeren les zumbarán los oídos. Extenderé sobre Jerusalén la cuerda de Samaría y el nivel de la casa de Ajab, y fregaré a Jerusalén como se friega un plato, que se le vuelve del revés después de fregado. Arrojaré el resto de mi heredad y los entregaré en manos de sus enemigos; serán presa y botín de todos sus enemigos, porque hicieron lo que es malo a mis ojos y me han irritado desde el día en que sus padres salieron de Egipto hasta este día» (2 Re 21,11-15).
Por entonces la predicación de los profetas asume un tono amenazador que vincula la ruina de la nación con la desviación religiosa que sus reyes incentivaron:
Igualmente negativo es reseñado el reinado de Amón, hijo de Manasés (642-640 aEC):
«Porque Manasés, rey de Judá, ha hecho estas abominaciones, haciendo el mal más que cuanto hicieron los amorreos antes de él, haciendo que también Judá pecase con sus ídolos, por eso, así habla YHWH, Dios de Israel:
«Caminó enteramente por el camino que siguió su padre, sirvió a los ídolos a los que sirvió su padre y se postró ante ellos. Abandonó a YHWH, Dios de sus padres, y no anduvo por el camino de YHWH» (2 Re 21,21-22). En la escuela de las Escrituras
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«En sus días subió el Faraón Nekao, rey de Egipto, hacia el rey de Asiria, junto al río Eufrates. Fue el rey Josías a su encuentro, pero Nekao lo mató en Meguiddo en cuanto le vio. Sus servidores trasladaron en carro el cadáver desde Meguiddo, llegaron a Jerusalén y lo sepultaron en su sepulcro» (2 Re 23,29-30). «Los reyes de todo el mundo fueron convocados a la gran batalla del Gran Día del Dios Todopoderoso. Los convocaron en el lugar llamado en hebreo Har Maguedón» (Ap 16,14.16).
El recuerdo de la funesta batalla en la que murió el justo rey Josías quedó grabada en la memoria del pueblo y reclamaba una venganza. Casi 500 años más tarde el autor del libro del Apocalipsis menciona ese sitio como el lugar donde se librará el combate final entre las fuerzas del bien y del mal. Por contraste, una inscripción actual levantada en el sitio arqueológico (izquierda) expresa el anhelo de que algún día, en lugar de la guerra, pueda prevalecer la paz sobre la tierra. 10 En la escuela de las Escrituras
MEGUIDDO Y EL CAMINO DEL MAR VISTA DE MEGUIDDO (izquierda). Este lugar estratégico fue escenario de combates desde la época de Tutmosis III hasta la Primera Guerra Mundial. Salomón volvió a fortificar la antigua ciudad cananea (1) que permitía vigilar el paso (1 Re 9,15). Las tropas egipcias de Nekao II se habrían desplazado por el Camino del Mar, que conducía hacia Asiria. La moderna ruta (2) sigue el trazado de la antigua. Después de un sinuoso recorrido por los montes de Samaría desemboca en la llanura de Yizreel (3).
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El Camino del Mar (Via Maris) era una antigua calzada que unía Egipto y Mesopotamia. Las caravanas comerciales y los ejércitos de las grandes potencias de la antigüedad que recorrían esta ruta debían atravesar la angosta franja de la tierra de Israel, ya que por un lado se encontraba el Gran Mar (Mediterráneo) y por otro el desierto. Este condicionamiento geográfico hacía tan importante el dominio del paso de Meguiddo y fue la causa de las continuas invasiones sufridas por Israel y Judá.
De esta manera breve y terminante se transmitió a las generaciones siguientes el recuerdo de este rey impío que reinó sólo dos años, ya que pereció en una conjuración. Después de matar a los conjurados, «el pueblo proclamó rey en su lugar a su hijo Josías» (2 Re 21,24) en el año 640. Un destello de esperanza surge, sin embargo, con el nuevo ocupante del trono de David. Al comenzar su reinado Josías contaba con apenas ocho años de edad, por lo cual el gobierno de Judá quedó en manos de los funcionarios reales. Pero a partir de su mayoría de edad Josías se hizo cargo de la reconstrucción de su reino. Logró recuperar parte de los territorios del reino del Norte (2 Cro 34,6) aprovechando que Asiria había comenzado debilitarse ante el crecimiento sus vecinos del golfo pérsico. Además emprendió una profunda reforma religiosa (cf. 2 Re 22-23) y una vuelta al culto estricto a YHWH: Hizo desaparecer todo culto extranjero, destruyendo sus respectivos altares. Desautorizó todos los santuarios fuera de Je-
Meguiddo
Jerusalén
rusalén (en especial el de Betel, símbolo del cisma religioso), centralizando así el culto. Renovó la alianza de Siquem, invitando a observar la Alianza de YHWH y a celebrar de nuevo la pascua en Jerusalén. Los levitas venidos del norte debieron someterse a los sacerdotes de Jerusalén como simples servidores en el culto del Templo. Por todo eso, después del reinado de reyes tan impíos, el pueblo se podía alegrar con la llegada de Josías ¿Sería Josías el nuevo David anunciado por los profetas de la época? La creciente debilidad de Asiria permitía pensar que se podría cumplir en los días de Josías la profecía proclamada hacía poco tiempo por Miqueas: «El nos librará de Asur, si invade nuestra tierra, y huella nuestro término» (Miq 5,5). Por eso, cuando los babilonios y los medos, aliándose entre sí, tomaron Assur en el 614, el hecho originó la esperanza de todos los que hasta entonces estaban sometidos a su cruel dominio. En la escuela de las Escrituras
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LAS CAMPAÑAS DE NABUCODONOSOR «El cuarto año Nabû-kudurri-usur, rey de Akkad, recorrió victoriosamente el país de Hatti hasta el mes de kislimu. Todos los reyes de Hatti vinieron a su presencia y recibió un importante tributo. El rey de Egipto lo oyó y puso en movimiento sus tropas. En batalla a campo abierto lucharon cuerpo a cuerpo uno contra otro y se infligieron mutuamente una gran derrota. El rey de Akkad y sus tropas dieron la vuelta y regresaron a Babilonia. El séptimo año acampó contra la ciudad de Judá, conquistó la ciudad el mes de addar el día segundo e hizo prisionero a su rey. Puso en ella un rey de su gusto; tomó y se llevó a Babilonia su importante tributo».
Crónica Babilónica «El día siete del quinto mes -era el decimonoveno año de Nabucodonosor, rey de Babilonia- Nebuzaradán, comandante de la guardia, que prestaba servicio ante el rey de Babilonia, entró en Jerusalén. Incendió la Casa del Señor, la casa del rey y todas las casas de Jerusalén, y prendió fuego a todas las casa de los nobles. Después, el ejército de los caldeos que estaba con el comandante de la guardia derribo las murallas que rodeaban a Jerusalén». 2 Re 25,8-10
Pero Egipto, antiguo rival de Asiria, cambió su política, convencido de que la ayuda prestada a los asirios impediría el peligroso crecimiento medo-babilónico y mantendría el equilibrio de fuerzas en la región. Por eso, el Faraón Nekao II se dirigió a socorrer a sus antiguos adversarios, mientras que Josías intentó cerrarle el camino en el paso de Meguiddo, en la llanura de Yizreel, para impedir la supervivencia asiria. Allí el piadoso rey de Judá fue derrotado y herido de muerte. De todos modos Asiria sucumbió. El pueblo de Judá pasó así, en poco tiempo, del entusiasmo a la desilusión. El fervor religioso de Josías no prosperó bajo su hijo Joacaz y la libertad disfrutada durante ocaso de Asiria se esfumó bajo el dominio egipcio de Nekao quien, al regreso de su campaña, destituyó y arrestó al rey de Jerusalén, imponiendo un pesadísimo tributo en oro y plata. El Faraón colocó en el trono a Yoyaquim, el otro hijo de Josías (2 Re 23,31-35).
DESTRUCCION DE JERUSALEN Crónica Babilónica correspondiente a los años 605594 aEC. Describe las campañas de Nabucodonosor, entre ellas la la toma de Jerusalén..
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Después del triunfo sobre Asiria de Nabopolasar, rey de Babilonia, su hijo Nabucodonosor emprendió una campaña contra los egipcios, a
EGIPTO
N
«Nebuzaradán, el comandante de la guardia, deportó a toda la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de los artesanos. Pero dejó una parte de la gente pobre del país como viñadores y cultivadores» (2 Re 25,11-12)
Jerusalén
JUDÁ
Babilonia
AKKAD
ÉRSICO GOLFO P
quienes venció en el 605 en Karkemish, quedando expuesto todo el occidente. Yoyaquim de Judá también se sometió por un tiempo (2 Re 24,1), pero después se rebeló por instigación de Egipto. En 597 Nabucodonosor pudo hacerse cargo nuevamente de la rebelión que Yoyaquim había iniciado alentado por Egipto. El trono de Judá había sido recientemente ocupado por su hijo Joaquim, que logró reinar sólo tres meses, ya que Jerusalén fue tomada el 16 de marzo de ese año, según la crónica caldea (texto pág. 12). Por su parte así lo describe el relato bíblico: «Deportó a Babilonia a Joaquín, a la madre del rey y a las mujeres del rey, a sus eunucos y a los notables del país; los hizo partir al destierro, de Jerusalén a Babilonia. Todos los hombres de valor, en núnero de 7000, los herreros y cerrajeros, un millar, todos los hombres aptos para la guerra, el rey de Babilonia los llevó deportados a Babilonia. El rey de Babilonia puso por rey, en lugar de Joaquim, a su tío Mattanías, cambiando su nombre en Sedecías» (2 Re 24,15-17). Judá estaba pagando el precio de su servilismo con Babilonia en el plano político y reli-
gioso, cuando el rey Merodak Baladam buscaba en Ezequías un aliado para independizarse de Asiria (2 Re 20,12ss) y cuando en Jerusalén el impío Manasés adoraba a los dioses caldeos (2 Re 21,3). Habiéndolos usado para adquirir poder contra Asiria, ellos se habían convertido entonces en sus nuevos opresores. Sedecías se embarcó en otra alianza con Egipto contra Babilonia. Pero, diez años más tarde, los ojos de Sedecías tuvieron que contemplar un horrible espectáculo antes de ver por última vez la luz: «Capturaron al rey y lo subieron a Riblá donde el rey de Babilonia, que lo sometió a juicio. Los hijos de Sedecías fueron degollados a su vista, y a Sedecías le sacó los ojos, lo encadenó y lo llevó a Babilonia» (2 Re 25,6-7). Jerusalén fue tomada y destruida después de un año de asedio en julio del 587.
DESTIERRO EN BABILONIA Cuatrocientos años de historia de Judá concluyeron a sangre y fuego. El Reino de Judá quedó En la escuela de las Escrituras
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BAB-ILANU, LA PUERTA DE LOS DIOSES 4 5 2
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1 RECONSTRUCCION de BABILONIA en el siglo VI aEC, realizada por Gudrun Stenzel. 1931.
completamente devastado, con su economía arruinada y su sociedad desmembrada. Muchos miembros de la élite judaíta sufrieron el destierro. La situación había tocado fondo y parecía como si la historia del pueblo de Israel hubiera llegado a un final amargo e irreversible. Pero no era así. El capítulo final del Segundo libro de los Reyes y el libro de Jeremías nos informan de que una parte de la población de Judá sobrevivió y no fue deportada. Las autoridades babilonias les permitieron, incluso, cierta autonomía y nombraron a un funcionario llamado Godolías, hijo de Ajicán, como gobernador de quienes habían quedado en Judá: «Sólo a los más pobres entre el pueblo, a los que no poseían nada, Nebuzaradán, comandante de la guardia, los dejó en el país de Judá, asignándoles en aquel día viñas y terrenos» (Jer 39,10). Mispá, una localidad modesta situada al norte de Jerusalén, se convirtió en centro de la administración de Godolías y refugio para otros judaítas, como el profeta Jeremías. Godolías intentó persuadir a las gentes de Judá para que cooperasen con los babilonios y reconstruyeran 14 En la escuela de las Escrituras
En los siglos VII y VI aEC Babilonia era la ciudad más poblada de Mesopotamia. Saqueada en los siglos siguientes, quedó finalmente abandonada, y se consumió de a poco entre el polvo y las filtraciones del Éufrates. En el siglo XIII el viajero judío Benjamín de Tudela llegó a ver el palacio derruido de Nabucodonosor. Pero después desaparecería debajo de los sedimentos amontonados. De 1898 a 1917, el arqueólogo alemán Robert Koldewey excavó las ruinas de Babilonia, revelando al mundo el esplendor de su pasado. Los restos se encontraban a una profundidad promedio de 12 metros (a veces alcanzó los 24). En la remoción de la tierra y los escombros trabajaron 200 obreros. Lo primero que se encontró fueron los restos de dos grandes muros que corrían paralelos (1). Era la avenida procesional de Babilonia. Luego descubrió el templo de Ninmah (2), la Puerta de Ishtar (3), el Zigurat (4) y el palacio de Nabucodonosor. En el ángulo noroeste del mismo creyó identificar los famosos jardines colgantes de Babilonia (5), aunque hoy se cree que se trataba de un sector administrativo.
sus vidas y su futuro, a pesar de la destrucción del Templo y de la ciudad de Jerusalén. Pero no tardó en ser asesinado junto con otros funcionarios judaítas y representantes del imperio babilonio. Los supervivientes de la población local decidieron huir para salvar la vida y dejaron Judá prácticamente deshabitado: «Iojanán, hijo de Caréaj, y todos los jefes de las tropas tomaron a todo el resto de Judá, a los que habían vuelvo a residir en el país de Judá, después de haber sido dispersados entre las naciones vecinas: a los hombres, las mujeres, los niños y las hijas del rey, a todas las personas que Nebuzaradán, comandante de la guardia, había dejado con Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safán, y también al profeta Jeremías» (Jer 43,5-6). La Biblia nos da pocos detalles acerca de la vida de los desterrados durante los cincuenta años siguientes. Nuestras únicas fuentes son las alusiones indirectas, y a veces oscuras, presentes en varias obras proféticas. No podían hacerse la ilusión de un pronto regreso. De modo que para muchos el único consuelo era esperar que algún día Babilonia experimentara lo mismo que
PUERTA de ISHTAR, una de las ocho puertas monumentales de la ciudad. Fue erigida por Nabucodonosor II en 575 aEC. Museo de Pérgamo. Berlín.
había hecho padecer a otros. Encontramos algunas expresiones de odio acumulado entre las palabras de los profetas y de los Salmos: «¡Me ha devorado, me ha consumido Nabucodonosor, rey de Babilonia! ¡Me ha dejado como un plato vacío! ¡Me ha tragado como el Dragón, ha llenado su vientre con mis delicias y me ha expulsado! ¡Que la violencia hecha a mi carne caiga sobre Babel!, dice la que habita en Sión. ¡Caiga mi sangre sobre los habitantes de Caldea!, dice Jerusalén.» (Jer 51,34-35). «¡Ciudad de Babilonia, la devastadora, feliz el que te devuelva el mal que nos hiciste! ¡Feliz el que tome a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!» (Sal 137,8-9). Otros, en cambio, intentaron emprender una nueva vida. Joaquim, el rey davídico en el exilio —y no Sedecías, caído en desgracia y cegado— mantenía, probablemente, algún tipo de autoridad sobre la comunidad, como muestra el final del libro de los Reyes: «El trigésimo séptimo año de la deportación
de Joaquim, rey de Judá, el día veintisiete del duodécimo mes, Evil Merodac, rey de Babilonia, en el año de su entronización, indultó a Joaquim, rey de Judá, y lo hizo salir de la prisión. Le habló amigablemente y le asignó un sitial más elevado que el de los reyes que estaban con él en Babilonia. Le hizo cambiar su ropa de prisionero, y Joaquim comió siempre en su presencia, durante toda su vida. Su mantenimiento fue asegurado por el rey con una asignación regular para cada día, durante toda su vida» (2 Re 25,27-30). Por lo que se deduce de algunas referencias dispersas en el libro de Ezequiel, los asentamientos judaítas se hallaban, al parecer, en zonas subdesarrolladas del reino de Babilonia, cerca de canales recién excavados. El propio Ezequiel y algunos sacerdotes desterrados de Jerusalén vivieron durante un tiempo en un asentamiento situado sobre un antiguo montículo llamado Tel Aviv (Ez 3,15). A falta de Templo, juntos se reunirían en las casas para mantener su práctica religiosa (Ez 8,1). Los textos bíblicos nos dicen poco sobre el tipo de vida que llevaban, excepto para señalar que los desterrados se instalaron para una larga En la escuela de las Escrituras
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La desgracia de la hija de Sión 700 aEC El rey Senaquerib de Asiria saquea las ciudades de Judá, sitia Jerusalén e impone tributo a su rey Ezequías.
609 El rey Josías recupera antiguos territorios de Israel, pero muere combatiendo al Faraón Nekao II en Meguiddo.
«Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos a llorar, acordándonos de Sión. En los sauces de las orillas teníamos colgadas nuestras cítaras. Allí nuestros carceleros nos pedían cantos, y nuestros opresores, alegría: «¡Canten para nosotros un canto de Sión!». ¿Cómo podíamos cantar un canto de YHWH en tierra extranjera?» (Sal 137,1-4). EL RIO EUFRATES al atardecer.
597 El rey Nabucodonosor II de Babilonia sitia Jerusalén y deporta al rey Joaquim y a parte de la población de Judá.
587 Jerusalén escapturada por el ejército de Babilonia y el Templo es destruido.
561 El rey Avil-Marduk de Babilonia indulta al exiliado Joaquim de Judá.
539 Babilonia cae en poder de los persas.
estancia siguiendo el consejo de Jeremías, que ya no sonaba tan escandaloso: «Construyan casas y habítenlas; planten huertas y coman sus frutos; cásense y tengan hijos e hijas; casen a sus hijos y den a sus hijas como esposas, para que tengan hijos e hijas: multiplíquense allí y no disminuyan. Busquen la prosperidad del país adonde yo los he deportado, y rueguen al Señor en favor de él, porque de su prosperidad depende la prosperidad de ustedes» (Jer 29,5-7).
AUN QUEDA UNA ESPERANZA
Músicos de Judá capturados en Lakish. Palacio de Nínive. 16 En la escuela de las Escrituras
Según la difundida lógica de las religiones de la antigüedad, la derrota de un pueblo significaba también el sometimiento de su dios nacional al dios de los vencedores, ya que los dioses nacionales eran los que daban el triunfo a sus pueblos. Así YHWH había vencido en el pasado a los dioses de Egipto al liberar a los esclavos hebreos. Pero ahora el Templo de Jerusalén había sido totalmente
destruido y la ciudad incendiada. Los objetos del culto habían sido llevados a Babilonia por los vencedores, junto con gran parte de la población que no había muerto en el asedio. Todo parecía mostrar que YHWH había sido vencido por Marduk, el dios de los caldeos, y que Israel había terminado de perder todo lo que constituía su identidad como su pueblo de YHWH: la Tierra prometida a los antepasados, el Rey que representaba al pueblo ante Dios y el Templo en que residía la presencia divina. Si no era así, ¿cómo debían interpretarse, entonces, estos sucesos? Algunos se animaron a recordar las palabras amenazantes de los profetas, que antes habían desatendido: «YHWH envió contra Joaquim bandas de caldeos, de arameos, de moabitas y de amonitas; las envió contra Judá para aniquilarla, conforme a la palabra que el Señor había pronunciado por medio de sus servidores los profetas. Fue únicamente por orden del Señor que sucedió esto en Judá, para apartarla de su presencia, a causa de los pecados de Manasés, por todo lo que él hizo, y también por la sangre inocente que derramó, has-
ta inundar con ella a Jerusalén: el Señor no quiso perdonar» (2 Re 24,2-4). Pero si era necesario una toma de conciencia sobre la infidelidad de pueblo, aún más necesario era renovar la confianza en la fidelidad de Dios. Y así, en medio de la desgracia, algunos profetas que amenazaron con el castigo también anunciaron una Nueva Alianza de Dios con Israel: «Ahora, pues, en verdad así dice YHWH, el Dios de Israel, acerca de esta ciudad que - al decir de vosotros - está ya a merced del rey de Babilonia por la espada, por el hambre y por la peste. He aquí que yo los reúno de todos los países a donde los empujé en mi ira y mi furor y enojo grande, y les haré volver a este lugar, y les haré vivir en seguridad, serán mi pueblo, y yo seré su Dios; y les daré otro corazón y otro camino, de suerte que me teman todos los días para bien de ellos y de sus hijos después de ellos. Les pactaré Alianza eterna - que no revocaré después de ellos - de hacerles bien, y pondré mi temor en sus corazones, de modo que no se aparten de junto a mí» (Jer 32,36-40). En la escuela de las Escrituras
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¡AY, CÓMO YACE SOLITARIA LA CIUDAD POPULOSA! Entre la destrucción de Jerusalén (587) y el Edicto de reconstrucción del Templo (538) se habrían compuesto la serie de poemas que conocemos con el nombre de Lamentaciones. Usados en ceremonias penitenciales durante y después del Exilio Babilónico, hoy forman parte de la liturgia judía de la conmemoración de la destrucción del Segundo Templo (Ti’sha be-Av) y de la celebración cristiana del Viernes Santo.
18 En la escuela de las Escrituras
JEREMÍAS se lamenta por la caída de Jersusalén. Obra de Rembrandt.
«Jeremías compuso una elegía sobre Josías, y todos los cantores y cantoras hablan todavía hoy de Josías en sus elegías; lo cual se ha hecho costumbre en Israel. Están escritas entre las Lamentaciones» (2 Cro 35,25).
Página anterior: Folio 42 del CÓDICE SINAÍTICO (siglo IV EC), con el final del libro de Jeremías y el principio de las Lamentaciones.
En la escuela de las Escrituras
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Escenas de la toma de Lakish, donde se exhibe la crueldad del conquistador a través de las ejecuciones y la partida dolorosa de los desterrados.
L
a conmoción por la caída de Jerusalén y la pérdida del Templo había adquirido tales dimensiones que a través de estos cantos se quiso ayudar al pueblo a expresar su dolor. Pero también se fomentó una toma de conciencia de su culpabilidad y la confesión de su esperanza. Sin embargo, sus autores eran conscientes de que a la gente se le hacía difícil apelar a Dios con confianza. El libro de las Lamentaciones hace una importante distinción entre la lamentación y la plegaria. La celebración lamentatoria cede amplio lugar para los actos penitenciales. En ellos la llamada al arrepentimiento y a la paciencia tienen primacía. Se prepara de este modo el camino al mensaje de salvación del Segundo Isaías (pág. 22) como respuesta a la lamentación y a la súplica del pueblo. La historia de YHWH con su pueblo está escrita desde la cólera y la misericordia. En los textos siguientes vemos expresados el dolor por la desgracia, la toma de conciencia y la esperanza de un nuevo comienzo por la misericordia de Dios. 20 En la escuela de las Escrituras
«Nuestra piel quema como un horno, por los ardores del hambre. Han violado a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá. Los príncipes fueron colgados de las manos, no se respetó la dignidad de los ancianos. Los jóvenes arrastraron la piedra de moler, los niños se doblaron bajo el peso de la leña. Los ancianos ya no acuden a la puerta de la ciudad, los jóvenes ya no tocan sus cítaras. Cesó la alegría de nuestro corazón, nuestra danza se ha cambiado en luto. Se ha caído la corona de nuestras cabezas: ¡ay de nosotros, porque hemos pecado! Por esto nuestro corazón está dolorido, por esto se nublan nuestros ojos: porque el monte Sión está desolado y los zorros se pasean por él. Pero tú, Señor, reinas para siempre, tu trono permanece eternamente». Lamentaciones 5,10-19
«La culpa de la hija de mi pueblo supera al pecado de Sodoma, que fue aniquilada en un instante sin que manos en ello se cansaran. YHWH ha apurado su furor, ha derramado el ardor de su cólera; encendió fuego en Sión que ha devorado sus cimientos. Nunca creyeron los reyes de la tierra ni cuantos moran en el mundo, que el adversario y el enemigo entrarían por las puertas de Jerusalén. ¡Fue por los pecados de sus profetas, por las culpas de sus sacerdotes, que en medio de ella derramaron sangre de justos! Y aún se consumían nuestros ojos, esperando un socorro: ¡ilusión! Desde nuestros oteros oteábamos a una nación incapaz de salvar. Se acechaban nuestros pasos, para que no anduviéramos por nuestras plazas. Cerca estaba nuestro fin, cumplidos nuestros días,sí, llegaba nuestro fin».
«Esto revolveré en mi corazón, por ello esperaré: Que el amor de YHWH no se ha acabado, ni se ha agotado su ternura; cada mañana se renuevan: ¡grande es tu lealtad! ¡Mi porción es YHWH, dice mi alma, por eso en él espero! Bueno es YHWH para el que en él espera, para el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación de YHWH. Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. Que se siente solitario y silencioso, cuando el Señor se lo impone; que ponga su boca en el polvo: quizá haya esperanza; que tienda la mejilla a quien lo hiere, que se harte de oprobios. Porque no desecha para siempre a los humanos el Señor: si llega a afligir, se apiada luego según su inmenso amor; pues no de corazón humilla él ni aflige a los hijos de hombre».
Lamentaciones 4,6.10-13.17-18
Lamentaciones 3,21-33 En la escuela de las Escrituras
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Inscripción en la Puerta de Ishtar en Babilonia.
ISAÍAS 40 - 55
¡CONSUELEN A MI PUEBLO, DICE SU DIOS! Aunque el pueblo se había mostrado infiel en la prosperidad, Dios volvería a manifestar en la adversidad su poder y su fidelidad. Por eso podía esperarse la llegada de una nueva intervención salvadora de YHWH. Con este pensamiento durante el exilio un profeta respondió al pueblo que reprochaba el olvido de Dios.
E
l libro de Isaías comienza con unas precisiones cronológicas, que ubican el ministerio de este profeta en tiempo de Ozías, Jotam, Ajaz y de Ezequías, reyes de Judá (Is 1,1). Se trata de los 780-687 aEC, aunque, según el relato de su vocación, no habría comenzado a predicar hasta el año de la muerte de Ozías en 740 (Is 6,1). Sin embargo, en la sección comprendida entre los capítulos 40 y 55, se hace mención a la reconstrucción de Jerusalén que será ordenada inminentemente por Ciro, el rey de Persia (Is 44,28). Esto sitúa esos oráculos en torno al año 540 aEC, es decir, 200 años después del llamado de Isaías. Por tanto, el contexto original de la profecía del retorno es el destierro en Babilonia. 22 En la escuela de las Escrituras
El profeta ISAÍAS. Obra de Rafael. En la escuela de las Escrituras
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Ciro de Persia conquista Babilonia «El mes de tishrí, el decimosexto día, Ugbaru, gobernador del país de Gutium y las tropas de Kurash [Ciro] entraron en Babilonia sin combate. Más tarde Nabonid, cuando regresó, fue capturado en Babilonia. Hasta el final del mes, los soldados con escudo de los Gutium rodearon las puertas del templo Esagil; no se ocasionó ninguna interrupción en el culto del Esagil y de los otros templos, y no pasó fecha alguna sin sus ritos. El mes de marheshván, el día tercero, Kurash entró en Babilonia... quedó establecida la paz para Babilonia... Desde el mes de kisleu al mes de addar volvieron a su santuario los dioses del país de Akkad, que Nabonid había bajado a Babilonia» Crónica de Nabonid Después de unificar en un solo reino a los medos y los persas en 549 aEC, Ciro cruzó el Tigris y comenzó su marcha conquistadora sobre el imperio caldeo, dirigiéndose hacia Babilonia. La ciudad misteriosamente cayó el 29 de octubre del 539 sin que tuviera lugar ningún combate. Los caldeos, como cualquiera de los pueblos vencidos por ellos, podrían haber temido la destrucción, crueles represalias e imposición de los dioses de los vencedores. Nada de eso sucedió, sino que el rey persa procedió con un respeto inusual entre los anteriores conquistadores de Oriente. El registro de los acontecimientos fue consignado en la Crónica de Nabonid de los años 556-530 aEC (arriba). En la página siguiente: Guardias persas del cuerpo de Los Inmortales.Relieve del Palacio de Susa.
Durante el destierro Israel sufrió mucho, fue humillado, despreciado, enviado a la muerte. La nación parecía desaparecer de la historia exiliada en un país extranjero, como a tantos otros pueblos les sucedió. ¿Quedaría después de todo esto alguna esperanza para Israel? Para muchos no tenía ya sentido esperar: «¿Por qué dices Jacob, y lo repites tú, Israel: «A YHWH se le oculta mi camino y mi derecho pasa desapercibido a mi Dios?» (Is 40,27).
rramó contra él el ardor de su ira y el estallido de la guerra; lo envolvió en llamas, pero él no comprendió; lo quemó, pero él no hizo caso» (Is 42,24-25). Si Dios parecía haber abandonado a su pueblo, éste debía darse cuenta de que él antes había abandonado a su Dios. Dios no era impotente frente al poderoso Imperio que los había sometido. Todo lo contrario. Era el Señor Universal. Los soldados caldeos no habían sido más que instrumentos de su ira.
«Sión decía: « YHWH me abandonó, mi Señor se ha olvidado de mí» (Is 49,14).
YHWH, EL ÚNICO SEÑOR Otros, en cambio, hicieron suyo el pensamiento de los profetas que, antes del destierro, cuestionaban el triunfalismo que adormecía las conciencias de tantos en Jerusalén: «¿Quién entregó a Jacob al despojo, y a Israel a los expoliadores? ¿No es YHWH, contra quien hemos pecado por no querer seguir sus caminos y haber desoído su Ley? YHWH de24 En la escuela de las Escrituras
Pero, precisamente a partir de este despertar de la conciencia, un profeta se dedicó a consolar y exhortar a la esperanza. Si el pueblo se había mostrado infiel y débil, su Dios manifestaría en esas circunstancias su poder y su fidelidad. Por eso podía esperarse la llegada de una decisiva intervención salvadora de YHWH. Y así respondió al pueblo que reprochaba el olvido de Dios:
«Levanten los ojos a lo alto y miren: ¿quién creó todos estos seres? El que hace salir a su ejército uno por uno y los llama a todos por su nombre: ¡su vigor es tan grande, tan firme su fuerza, que no falta ni uno solo!... ¿No lo sabes acaso? ¿Nunca lo has escuchado? El Señor es un Dios eterno, él crea los confines de la tierra: no se fatiga ni se agota, su inteligencia es inescrutable. El fortalece al que está fatigado y acrecienta la fuerza del que no tiene vigor. Los jóvenes se fatigan y se agotan, los muchachos tropiezan y caen. Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, despliegan alas como las águilas; corren y no se agotan, avanzan y no se fatigan» (Is 40,28-31). De esta manera el profeta recordaba quién era el que decidía la historia del mundo. La fe en YHWH como guía e impulsor de la historia fue, entonces, el principal presupuesto teológico que permitió superar la gravísima crisis. Pero un segundo presupuesto fue la fe en Dios como Creador del cielo y de la tierra, que está presente también en un país extranjero y que puede
suscitar la salvación tanto allí como en la patria. Este Dios creador daba a los exiliados la esperanza de retornar a la tierra. Si los ejércitos de Babilonia habían sido los instrumentos de su ira ante el pecado del pueblo, ahora debían mirar con atención el desarrollo de la historia y comprender también que los ejércitos persas eran los instrumentos que usaría Dios para redimirlos. De una manera que resulta sorprendente, el profeta señala a un rey extranjero como el Ungido (Mesías) para desempeñar esta misión: «Así habla el Señor a su ungido, a Ciro, a quien tomé de la mano derecha, para someter ante él a las naciones y desarmar a los reyes para abrir ante él las puertas de las ciudades, de manera que no puedan cerrarse. Yo iré delante de ti y allanaré los cerros; romperé las puertas de bronce y haré saltar los cerrojos de hierro. Te daré tesoros secretos y riquezas escondidas, para que sepas que yo soy el Señor, el que te llama por tu nombre, el Dios de Israel. En la escuela de las Escrituras
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CIRO, EL LIBERTADOR DE LOS DESTERRADOS
En el 538 aEC el rey Ciro de Persia autorizó a los deportados de Judá a regresar a la tierra de la cual habían sido arrancados (Esd 1,24). Si bien el registro bíblico es el único testimonio sobre el texto de este edicto, su contenido concuerda sustancialmente con el conservado en un conocido cilindro de arcilla (imagen arriba; texto a la derecha). Los repatriados judíos formarían parte de la provincia de Transeufratina. Algunos podrían formar parte de la delegación retratada en el Palacio de Persépolis, en Irán (pág. siguiente).
«Desde las ciudades de Nínive, Assur y Susa, Akkad, el país de Eshnunna, las ciudades de Zamban, Meturnu, Dêr, hasta la región del país de Gutium, ciudades sagradas al otro lado del Tigris, cuyo asentamiento había sido establecido desde antiguo, volví a su lugar a los dioses que habitaban en ellas y establecí una morada eterna; reuní a todas su gentes y las volví a sus lugares de origen».
Por amor a Jacob, mi servidor, y a Israel, mi elegido, yo te llamé por tu nombre, te di un título insigne, sin que tú me conocieras. Yo soy el Señor, y no hay otro, no hay ningún Dios fuera de mí, Yo hice empuñar las armas, sin que tú me conocieras, para que se conozca, desde el Oriente y el Occidente, que no hay nada fuera de mí. Yo soy el Señor, y no hay otro» (Is 45,1-6).
del pasado, cuando Dios rescató a los antepasados de la esclavitud egipcia y creó el pueblo de la Alianza. De nuevo, como a orillas del Mar, YHWH se mostraría como implacable guerrero (Ex 15,3), y nuevamente dará de beber a su pueblo como cuando hizo brotar el agua de la roca (Ex 17,6):
EL NUEVO EXODO
«YHWH irrumpe como un héroe, se enardece como un guerrero; lanza un grito de guerra, un alarido estridente, se arroja como un héroe contra sus enemigos» (Is 42,13).
Pero ese acontecimiento político, más allá de las consecuencias liberadoras para Israel, era apenas un preliminar de lo que Dios iba a realizar con su pueblo. Dios iniciaría con él una nueva relación de amistad. Para describir este acontecimiento salvador el profeta del exilio alentó a los desterrados con la esperanza de una renovación de los hechos
«¡Salgan de Babilonia, huyan de los caldeos! ¡Con gritos de alegría anuncien, hagan oír estas cosas! ¡Divúlguenlas hasta los extremos de la tierra! Digan: «El Señor ha redimido a su servidor Jacob». Ellos no sufrieron sed, cuando los llevaba por los desiertos: él hizo brotar parea ellos agua de la roca, partió la roca y fluyeron las aguas» (Is 48,20-21).
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Pero el nuevo acontecimiento superaría al anterior. Por eso, si el pueblo conmemoraba la salvación del pasado, ahora debía mirar al futuro para celebrar lo que Dios estaba por realizar: «Así habla el Señor, el que abrió un camino a través del mar y un sendero entre las aguas impetuosas; el que hizo salir carros de guerra y caballos, todo un ejército de hombres aguerridos; ellos quedaron tendidos, no se levantarán, se extinguieron, se consumieron como una mecha. No se acuerden de las cosas pasadas, no piensen en las cosas antiguas; yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta?» (Is 43,16-19). Así como en el pasado hubo un guía para llevar al pueblo a la libertad, también ahora habría un nuevo enviado de Dios que se pondría al frente de Israel. No se trataba simplemente del rey extranjero que terminaría con el yugo babiló-
nico. Si el acontecimiento salvífico de Dios era un nuevo Éxodo, el que guiaría al pueblo en esta empresa debía reproducir entonces los rasgos de Moisés, el «servidor de YHWH» (Ex 14,31). La tradición que fue leyendo críticamente la historia de Israel a la luz de la Alianza consideró la figura de Moisés como prototipo de todo profeta. Así expresó la convicción de que, después de la desaparición del héroe del Éxodo, Dios suscitaría un profeta semejante a él y pondría sus palabras en su boca, de modo que él dijera todo lo que le ordenara (cf Dt 18,18). Del mismo modo el nuevo Servidor recibe la misión que antes había recibido Moisés: «Yo te formé y te destiné a ser la alianza del pueblo, para restaurar el país, para repartir las herencias devastadas, para decir a los cautivos: «¡Salgan!» (Is 49,8-9). Pero no hay que olvidar que Moisés sufrió mucho. En la escuela de las Escrituras
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La siguiente secuencia fotográfica se ubica a lo largo de la ruta que une Irak y Jordania. El mismo terreno fue el que debieron atravesar los exiliados en Babilonia para regresar a su tierra.
«Ya llega YHWH con poder y su brazo le asegura el dominio: el premio de su victoria lo acompaña y su recompensa lo precede. Como un pastor, él apacienta su rebaño, lo reúne con su brazo; lleva sobre su pecho a los corderos y guía con cuidado a las que han dado a luz» (Is 40,10-11)
28 En la escuela de las Escrituras
«Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino de YHWH, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies! Entonces se revelará la gloria de YHWH y todos los hombres la verán juntamente, porque ha hablado la boca de YHWH» (Is 40,3-5)
Arriba: La ruta Bagdad-Amman, cerca de Ramadi (Irak). Abajo a la izquierda: Un rebaño pasta en Deir ez-Zor (Siria). Abajo a la derecha: Comienza a llover en el desierto, cerca de Palmyra (Siria).
«Los pobres y los indigentes buscan agua en vano, su lengua está reseca por la sed. Pero yo, YHWH, les responderé, yo, el Dios de Israel, no los abandonaré. Haré brotar ríos en las cumbres desiertas y manantiales en medio de los valles; convertiré el desierto en estanques, la tierra árida en vertientes de agua» (IsEn41,17-18). la escuela de las Escrituras
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En el centro del barrio judío de Praga, casi escondido detrás de la Sinagoga, en medio de un jardín, se encuentra este MOISÉS realizado por el escultor checo Frantisec Bilek en 1905. A raíz de la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, la estatua fue destruida. Pero fue reemplazada por una réplica en 1948. Este Moisés, «el héroe más solitario y poderoso de la historia bíblica», según Elie Wiesel, es muy diferente 30 En la escuela de las Escrituras
al Moisés de Miguel Angel en Roma, una figura cuyo rasgo dominante parece ser el poder. En el Moisés de Praga puede contemplarse a una persona con todo el aspecto de estar angustada después del descenso del Monte Sinaí. Y muestra a un hombre de espalda poderosa, replegado sobre sí mismo en una postura dramática, cuyo rasgo dominante parece ser el sentido de responsabilidad.
LA FIGURA DEL SERVIDOR SUFRIENTE
LA VOLUNTAD DEL SEÑOR SE CUMPLIRÁ POR MEDIO DE ÉL A medida que se anuncia el mensaje de esperanza en el destierro va surgiendo, misteriosa, la imagen de un Servidor de YHWH, cuyos sufrimientos serán causa de salvación para sus hermanos. A lo largo de la historia se ha repetido la pregunta por la identidad de este Servidor. ¿De quién habla el Profeta? ¿De sí mismo o de algún otro?
E
l modo en que es utilizado el título de Siervo en el Segundo Isaías hace difícil la tarea de identificar a quién se está refiriendo, ya que 14 veces se aplica a Israel, mientras que las otras 7 veces parecen aludir a un individuo. Pero también hay que tener en cuenta que la manera de describir a ambos Siervos es es bien diferente. Al pueblo se lo describe como una nación indócil y pecadora, ciega y sorda, cuestionada por los profetas, cuyos pecados le han merecido el exilio: «Ya ha satisfecho por su culpa, pues ha recibido de mano de YHWH castigo doble por todos sus pecados» (Is 40,2). «Era yo [YHWH], yo mismo el que tenía que limpiar tus rebeldías por amor de mí y no recordar tus pecados. Házmelo recordar y vayamos a juicio juntos, haz tú mismo el recuento para justificarte. Pecó tu primer padre y tus intérpretes se rebelaron contra mí. Destituía los príncipes de mi santuario; por eso entregué a Jacob al anatema y a Israel a los ultrajes» (Is 43,25-28). Por el contrario, el otro Siervo, el individuo anónimo, es inocente y heroicamente dócil a Dios: «El Señor YHWH me ha dado lengua de discípulo, para que haga saber al cansado una palabra alentadora. Mañana tras mañana despierta mi oído, para escuchar como los discípulos; el Señor YHWH me ha abierto el oído. Y yo no me resistí, ni me hice atrás» (Is 50,4-5). En la escuela de las Escrituras
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Israel, el Siervo de YHWH El Siervo Israel es testigo pasivo ante los gentiles del poder de YHWH que lo ha liberado.
«Y tú, Israel, siervo mío, Jacob, a quien elegí, simiente de mi amigo Abraham; que te así desde los cabos de la tierra, y desde lo más remoto te llamé y te dije: «Siervo mío eres tú, te he escogido y no te he rechazado» (41,8-9).
«¿Quién está ciego, sino mi siervo? ¿y quién tan sordo como el mensajero a quien envío? Por más que has visto, no has hecho caso; mucho abrir las orejas, pero no has oído. YHWH se interesa, por causa de su justicia, en engrandecer y dar lustre a la Ley. Pero es un pueblo saqueado y despojado» (42,19-22).
«Vosotros sois mis testigos - oráculo de YHWH - y mi siervo a quien elegí, para que me conozcáis y me creáis a mí mismo, y entendáis que yo soy: Antes de mí no fue formado otro dios, ni después de mí lo habrá» (43,10).
«Ahora, pues, escucha, Jacob, siervo mío, Israel, a quien yo elegí. Así dice YHWH que te creó, te plasmó ya en el seno y te da ayuda: «No temas, siervo mío, Jacob, Yesurún a quien yo elegí» (44,1-2).
«Recuerda esto, Jacob, y que eres mi siervo, Israel. ¡Yo te he formado, tú eres mi siervo, Israel, yo no te olvido!» (44,21).
«A causa de mi siervo Jacob y de Israel, mi elegido, te he llamado por tu nombre y te he ennoblecido, sin que tú me conozcas» (45,4).
«¡Salid de Babilonia! ¡Huid de los caldeos! ¡Anunciad con voz de júbilo, hacedlo saber, proclamad hasta el extremo de la tierra, decid: YHWH ha rescatado a su siervo Jacob!» (48,20).
«Me dijo: «Tú eres mi siervo (Israel), en quien me gloriaré». Pues yo decía: «Por poco me he fatigado, en vano e inútilmente mi vigor he gastado. ¿De veras que YHWH se ocupa de mi causa, y mi Dios de mi trabajo?» (49,3-4). 32 En la escuela de las Escrituras
A SEMEJANZA DE MOISÉS La expectativa de un nuevo Éxodo salvador en Is 40-55 invita a reconocer en el Justo obediente la figura de Moisés, llamado en la Biblia 39 veces «Siervo de Dios (YHWH)». En efecto, por su obediencia a la misión encomendada por Dios, Moisés padeció burlas y desprecio, no sólo de parte del rey de Egipto, sino también de su propio pueblo. Su aspecto no despertaba respeto y no se dio crédito a sus palabras. Tuvo que interceder por los pecados del pueblo y, finalmente, caerá sobre sí el castigo por esa rebeldía. No podría esperarse, pues, algo diferente para la misión tan alta que se le encomendaba al nuevo Servidor de YHWH. Esta dimensión de sufrimiento y debilidad marcan la diferencia entre el Servidor de YHWH y su otro elegido, el rey Ciro. Permiten ver así la trascendencia del acontecimiento salvífico que supera la sola liberación de la cautividad babilónica. Mientras que Ciro adquiere admiración y gloria, el Servidor de YHWH arrastra el desprecio de todos. El rey persa conquista el mundo por el poder de las armas, pero el Siervo cuenta sólo con su sufrimiento. Pero el dolor y la muerte le dan una victoria definitiva, más duradera que la de Ciro. Con el Cuarto Canto del Siervo de YHWH se alcanza una de las cumbres teológicas de la literatura bíblica. Hasta entonces nunca se había hablado del valor redentor del sufrimiento. Hasta el momento se veía en las dificultades de la vida una oportunidad que Dios daba para aprender el camino de una vida virtuosa. «No desdeñes, hijo mío, la instrucción de YHWH, no te dé fastidio su reprensión, porque YHWH reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido» (Prov 3,11-12). Pero prevalecía la idea de una correspondencia entre sufrimiento y culpa: «¿No sabes tú que desde siempre, desde que el hombre en la tierra fue puesto, es breve la alegría del malvado, y de un instante el gozo del impío? Un fuego que nadie atiza lo devora, y consume lo que en su tienda aún queda, Los cielos ponen su culpa al descubierto, y la tierra se alza contra él. La hacienda de su casa se derrama, como torrentes, en el día de la cólera. Tal es la suerte que al malvado Dios reserva, la herencia de Dios para el maldito» (Job 20,4-5.26-29).
Pero este profeta en el exilio se atrevió a cuestionar este principio. Si bien los profetas hasta el momento habían insistido en que la desgracia de Jerusalén estaba ligada a sus terribles pecados, no se podía dejar de admitir que la tragedia cayó sobre muchos inocentes y que en Judá había muchos justos que fueron llevados a Babilonia, como Ezequiel, o tuvieron que huir a Egipto, como Jeremías. ¿Cuál era su culpa? ¿Qué sentido tenían sus padecimientos? El profeta responde que no había sido en vano la muerte y los sufrimientos de tantos que no llegarían a alegrarse de nuevo con la visión de la tierra de sus padres. Lo mismo le había sucedido a Moisés: «Despreciable y desecho de hombres, varón de dolores y sabedor de dolencias, como uno ante quien se oculta el rostro, despreciable, y no le tuvimos en cuenta. ¡Y con todo eran nuestras dolencias las que él llevaba y nuestros dolores los que soportaba! Nosotros le tuvimos por azotado, herido de Dios y humillado. El ha sido herido por nuestras rebeldías, molido por nuestras culpas. El soportó el castigo que nos trae la paz, y con sus cardenales hemos sido curados. Todos nosotros como ovejas erramos, cada uno marchó por su camino, y Yahveh descargó sobre él la culpa de todos nosotros. Fue oprimido, y él se humilló y no abrió la boca. Como un cordero al degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan está muda, tampoco él abrió la boca» (Is 53,3-7). Los sufrimientos del justo habían tenido una eficacia que a otros les permitiría luego emprender una nueva vida. YHWH había recibido la muerte y los sufrimientos de los justos y la había transformado en una ofrenda expiatoria de las culpas de los pecadores. El padecimiento del inocente conseguiría, además, la conversión de sus hermanos después de tantos siglos de rebeldía: «YHWH quiso aplastarlo con el sufrimiento. Si ofrece su vida en sacrificio de reparación, verá su descendencia, prolongará sus días, y la voluntad de YHWH se cumplirá por medio de él» (53,10).
LOS SEGUIDORES DEL SIERVO En el Canto habla un grupo («NOSOTROS...»), que relata la historia del Siervo y que lo reconocen como representante de Dios. Éstos serían los
el Siervo sufriente de YHWH Este Siervo tiene una misión activa de enseñanza y deberá sufrir mucho para realizarla.
«He aquí mi Siervo a quien yo sostengo, mi elegido en quien se complace mi alma. He puesto mi Espíritu sobre él: dictará ley a las naciones» (Is 42,1).
«Yo confirmo la palabra de mi Siervo y hago que triunfe el proyecto de mis mensajeros. Yo digo a Jerusalén: «Serás habitada», y a las ciudades de Judá: «Seréis reconstruidas». ¡Yo levantaré sus ruinas!» (44,26).
«Ahora, pues, dice YHWH, el que me plasmó desde el seno materno para Siervo suyo, para hacer que Jacob vuelva a él, y que Israel se le una. Mas yo era glorificado a los ojos de YHWH, mi Dios era mi fuerza: «Poco es que seas mi Siervo, en orden a levantar las tribus de Jacob, y de hacer volver los preservados de Israel. Te voy a poner por luz de las gentes, para que mi salvación alcance hasta los confines de la tierra» (49,5-6).
«El que de entre vosotros tema a YHWH oiga la voz de su Siervo. El que anda a oscuras y carece de claridad confíe en el nombre de YHWH y apóyese en su Dios» (50,10).
«He aquí que prosperará mi Siervo, será enaltecido, levantado y ensalzado sobremanera. Así como se asombraron de él muchos - pues tan desfigurado tenía el aspecto que no parecía hombre, ni su apariencia era humana - otro tanto se admirarán muchas naciones; ante él cerrarán los reyes la boca, pues lo que nunca se les contó verán, y lo que nunca oyeron reconocerán» (52,13-15).
«Por las fatigas de su alma, verá luz, se saciará. Por su conocimiento justificará mi Siervo a muchos y las culpas de ellos él soportará. Por eso le daré su parte entre los grandes y con poderosos repartirá despojos, ya que indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes» (53,11-12). En la escuela de las Escrituras
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El Mesías de Qumrán Rollo de Isaías encontrado en la comunidad esenia del Mar Muerto. En los textos del grupo se evoca claramente las palabras de Is 61,1-2.
«Atrajiste hacia la fuente de verdad a la criatura que tú has cosechado con tu poder para que ella misma sea mensajera de tu paz, anunciando la buena nueva a los pobres, según tus misericordias, [llevándolos a beber] a la fuente de [santidad], consolando a los de espíritu contrito o a los afligidos, con gloria eterna». Himnos XVIII,14-15
«Porque los cielos y la tierra escucharán a su Mesías [...] Porque el Señor observará a los piadosos y llamará por su nombre a los justos y posará su Espíritu sobre los humildes, y con su fuerza renovará a los fieles, porque honrará a los piadosos sobre un trono de realeza perpetua, liberando a los prisioneros, dando la vista a los ciegos, enderezando a los que se doblan [...] y el Señor hará acciones gloriosas que jamás se han hecho, como ha dicho, porque curará a los heridos y hará revivir a los muertos y dará el anuncio a los humildes, colmará a los pobres, guiará a los expulsados y enriquecerá a los hambrientos». Sobre la Resurrección II,1-13
protagonistas de una nueva sección del libro profético (Isaías 56-66), cuyo contexto evoca la situación de los que regresaron del exilio. Pese a las grandes esperanzas de los exiliados que habían regresado, muy pocas cosas cambiaron. La comunidad restaurada estaba desgarrada por diversas divisiones e injusticias. Los opresores ya no eran los extranjeros, sino los mismos compatriotas: «Un gran clamor se suscitó entre la gente del pueblo y sus mujeres contra sus hermanos judíos. Había quienes decían: «Nosotros tenemos que dar en prenda nuestros hijos y nuestras hijas para obtener grano con que comer y vivir». Había otros que decían: «Nosotros tenemos que empeñar nuestros campos, nuestras viñas y nuestras casas para conseguir grano en esta penuria». Y otros decían: «Tenemos que pedir prestado dinero a cuenta de nuestros campos y de nuestras viñas para el impuesto del rey; y siendo así que tenemos la misma carne que nuestros hermanos, y que nuestros hijos son como sus hijos, sin embar34 En la escuela de las Escrituras
go tenemos que entregar como esclavos a nuestros hijos y a nuestras hijas» (Neh 5,1-5). Como misionero de YHWH y como persona rechazada, pero acreditada por Dios, el Siervo sufriente se transformó en modelo para otros que se reconocieron como seguidores de sus pasos. De modo especial resonó durante aquellos difíciles años de la restauración la voz de un profeta, que se reconocía elegido por Dios y dotado para anunciar una Buena Noticia para quienes estaban sufriendo: «El Espíritu del Señor YHWH está sobre mí, por cuanto que me ha ungido YHWH. A anunciar la buena nueva a los pobres me ha enviado, a vendar los corazones rotos; a pregonar a los cautivos la liberación, y a los reclusos la libertad; a pregonar año de gracia de YHWH, día de venganza de nuestro Dios; para consolar a todos los que lloran» (Is 61,1-2). En él y en otros tantos «siervos suyos, todo aquel que guarda el sábado sin profanarle y los que se
mantienen firmes en la alianza» (Is 56,6), seguiría resonando la voz del Siervo que los precedió. Merece especial atención la experiencia de sufrimiento que tuvo lugar en Judea durante la persecución de Antíoco IV de Siria (167-165 aEC). En ella tuvieron un protagonismo heroico no sólo los luchadores Macabeos; también los mártires que renunciaron a su vida antes que quebrantar los mandamientos de la Alianza. La figura del Siervo sufriente ejerció una fuerte influencia a la hora de interpretar la misión de estos valientes observantes de la Ley. Del Siervo se decía que «será inteligente» (Is 52,13), que llevó el pecado de «muchos» y que «la voluntad de YHWH se cumplirá por medio de él» (Is 53,10.12). También ése será el destino de los que murieron a causa de su fidelidad a la Ley: «Los doctos del pueblo instruirán a la multitud; mas sucumbirán bajo la espada y la llama, la cautividad y la expoliación, durante algún tiempo. [Finalmente] muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para la vida eterna, otros para el
oprobio, para el horror eterno. Los doctos brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a la multitud la justicia, como las estrellas, por toda la eternidad» (Dn 11,35; 12,2-3).
LA VOZ DEL SIERVO NO SE CALLA La voz profética del Siervo se siguió escuchando entre los esenios de Qumrán. Los miembros de la comunidad se sabían seguidores de un «Maestro de Justicia suscitado por Dios para que los condujese por el camino recto, según su corazón» (Documento de Damasco I,11). En algunos textos del grupo (1QH XVIII,14; 4Q Sobre la Resurrección II,1-13) la designación del Mesías como «mensajero de la buena noticia» recuerda claramente a Is 61,1-2. También el mensaje de Jesús quedó vinculado al anuncio del profeta Ungido: «Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él. Comenzó, pues, a decirles: Sigue en la pág. 38 En la escuela de las Escrituras 35
Cuatro relatos. Una historia. Cada año en el Domingo de Ramos se lee una versión de la Pasión de Jesús, según un determinado Evangelio: un año el relato de Mateo, al siguiente el de Marcos, finalmente el de Lucas. La pasión según el Evangelio de Juan se lee, en cambio, todos los años el Viernes Santo. Se alterna la lectura para reflexionar en el significado que cada Evangelio ha querido destacar de la muerte de Jesús. Comparando los relatos se advierte que en la temprana tradición cristiana no hubo un único modo de comprender la misión y el destino de Jesús. Derecha: Sarcófago «de la Pasión» (s.IV EC). Roma.
Mateo Interpreta la muerte de Jesús, en cada uno de sus detalles, como la realización de alguna profecía del pasado: «... y esto sucedió para que se cumpliera lo que está escrito». Jesús es reconocido por quienes lo aclaman como «el profeta de Nazaret en Galilea» (Mt 21,11). Padece como los profetas anteriores, de quienes se burlaban, como ahora se hace con él (Mt 26,68). En el comienzo del Evangelio Jesús exhorta a tener una justicia mayor, no fundada en la ostentación de las prácticas religiosas, sino en una vivencia de los mandamientos, vivificada por la rectitud de la intención (Mt 5,20-6,18). Hacia el final pronuncia durísimos reproches contra quienes, en el cumplimiento meticuloso de aquellas prácticas, terminan descuidando lo esencial de la Ley: la justicia, la misericordia y la fidelidad (Mt 23,23). No sirve decir: «si hubiéramos vivido en el tiempo de nuestros padres, no nos hubiéramos unido a ellos para derramar la sangre de los profetas» (Mt 23,30). Porque la historia muestra que después de Jesús siguió habiendo profetas, sabios y escribas; que igualmente se los ha matado y crucificado, azotado y perseguido de ciudad en ciudad (23,34). 36 En la escuela de las Escrituras
Marcos Entiende la muerte de Jesús como un rescate de la esclavitud. La Buena Noticia de Jesús invita desde el comienzo a realizar ese gran cambio de perspectiva que es la conversión (cf. Mc 1,15). La cercanía del Reino de Dios hace contrastar continuamente «los pensamientos que son de Dios y los que son de los hombres» (Mc 8,33), como los de Pedro, que no quiere aceptar la Pasión de Jesús. Y son estos pensamientos humanos los que esclavizan a la persona. Jesús denuncia esta cadena de esclavitud, que sólo se rompe cuando se renuncia a querer ser el primero; cuando se supera el temor a perder la vida; cuando se deja de obrar en función del honor que los demás pueden tributar: «Sabéis que los que son tenidos como jefes de las naciones, las dominan como señores absolutos y sus grandes las oprimen con su poder. Pero no ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos, el Hijo del hombre noha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,42-45).
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Comprende la muerte de Jesús como la de un Justo asesinado, pero que Dios declara inocente: «Renegaron del Santo y del Justo, y pidiendo como una gracia la liberación de un homicida, mataron al autor de la vida. Pero Dios lo resucitó de entre los muertos, de lo cual nosotros somos testigos» (Hech 3,14-15). Los hombres alcanzan la salvación cuando se convierten y reciben el bautismo para el perdón de sus pecados y para recibir por el Espíritu Santo una vida nueva (Hech 2,38). Así, para Lucas la resurrección de Jesús tiene un significado teológico. Pero su muerte tiene un significado ejemplar. El ladrón crucificado, conmovido por la inocencia de Jesús, se arrepiente y alcanza en ese mismo momento la salvación (Lc 23,43). También los evangelizadores como Esteban y Pablo recorrerán el mismo camino de sufrimiento de Jesús por anunciar la Buena Noticia. Como Jesús, Esteban encomienda su espíritu y muere perdonando a sus verdugos (Hech 7,60). Pablo tendrá una larga Pasión hasta llegar a Roma (Hech 23,11). Como Jesús acepta la Pasión con los mismos sentimientos: «Hágase la voluntad del Señor» (Hch 21,11-14; Lc 22,42).
Comprende la muerte de Jesús como un paso de este mundo al Padre (Jn 13,1). Habiendo dado a conocer al Padre que lo envió, retorna hacia Él para preparar una morada a todos los que han creído (Jn 14,2). Así, ellos podrán algún día estar donde está Jesús y hacer suyo su gozo perfecto. Desde este punto de vista, el relato ofrecido por Juan no es en sentido propio una Pasión, sino la narración de una EXALTACIÓN. En efecto, mientras que otros Evangelios presentan un triple anuncio de la Pasión, Juan anuncia tres veces la Elevación de Jesús: «Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea tenga por él Vida eterna» (Jn 3,14-15; cf. 8,28; 12,32). Las últimas palabras de Jesús son una llamada a la esperanza: «Todo se ha cumplido» (Jn 19,30). Significa que Jesús no dejó sin realizar nada de lo que Dios ofrece al hombre como camino de plenitud y felicidad. Significa, como explica el Evangelista en el relato de la Última Cena, que Jesús «amó hasta el fin» (Jn 13,1). En la escuela de las Escrituras
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SEPULCRO del siglo I EC. Israel.
«Fue arrancado de la tierra de los vivientes y golpeado por las rebeldías de mi pueblo. Se le dio un sepulcro con los malhechores y una tumba con los impíos, aunque no había cometido violencia ni había engaño en su boca» (Is 53,8-9).
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«Esta Escritura [Is 61,1-2], que acabáis de oír, se ha cumplido hoy». Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca» (Lc 4,20-21). En la Galilea del siglo I EC, oprimida bajo el régimen herodiano, súbdito del poder romano, Jesús predica como Buena Noticia una serie de bienaventuranzas. En ellas se sigue advertiendo el eco de los seguidores del Siervo de YHWH: «Sacaré de Jacob simiente y de Judá heredero de mis montes; los heredarán mis elegidos y mis siervos morarán allí. Sarón será majada de ovejas y el valle de Akor corral de vacas para mi pueblo, los que me buscaron. Mas vosotros, los que abandonáis a YHWH, los que olvidáis mi monte santo, los que ponéis una mesa a Gad y llenáis una copa a Mení, Yo os destino a la espada y todos vosotros caeréis degollados, porque os llamé y no respondisteis, hablé y no oísteis, sino que hicisteis lo que me desagrada, y lo que no me gusta elegisteis. Por tanto, así dice el Señor YHWH: Mirad que mis siervos comerán, mas vosotros tendréis hambre; mirad que mis siervos beberán, mas vosotros tendréis sed; mirad que mis siervos se alegrarán, mas vosotros padeceréis vergüenza; mirad que mis siervos cantarán con corazón dichoso, mas vosotros gritaréis con corazón triste, y con espíritu quebrantado gemiréis» (Is 65,9-14). El mismo contraste encontramos en la proclama 38 En la escuela de las Escrituras
de Jesús (Lc 6,20-26). Por otra parte Jesús utilizó en sus parábolas la imagen del destino final de los justos [Dn 12,3]: «De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre» (Mt 13,40-43). Cuando Jesús murió crucificado junto a dos «malhechores» (Lc 23,33), sus discípulos vieron cómo el destino del Siervo finalmente se cumplió en su maestro, según la profecía: «Indefenso se entregó a la muerte y con los rebeldes fue contado, cuando él llevó el pecado de muchos, e intercedió por los rebeldes» (Is 53,12; cf. Lc 22,37). En quien había curado enfermos (Mt 8,16) reconocieron al Siervo que «cargaba con nuestras dolencias» (Is 53,4). Ante el anuncio del Reino de Dios que no fue acogido (Jn 12,37) recordaron al mensajero de YHWH, que se preguntaba: «¿Quién dio crédito a nuestra noticia?» (Is 53,1). Y así se animaron a seguir su ejemplo: «Sobre el madero llevó nuestros pecados en su cuerpo, a fin de que, muertos a nuestros pecados, viviéramos para la justicia» (1 Pe 2,24).
FLAGELACIÓN. Obra de Caravaggio.
«El no cometió pecado y nadie pudo encontrar una mentira en su boca. Cuando era insultado, no devolvía el insulto, y mientras padecía no profería amenazas; al contrario, confiaba su causa al que juzga rectamente» (1 Pe 2,22-23).
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