El verdadero nombre de Dios En las Biblias evangélicas encontramos que a Dios se lo nombra como a «Jehová» y en las Biblias católicas le nombran «Yahvé» ¿De dónde viene la palabra «Yahvé» o «Jehová»? Esta palabra es una palabra hebrea, el hebreo es el idioma de los israelitas o judíos del Antiguo Testamento. En este idioma no se escribían las vocales de una palabra sino únicamente las consonantes. Era bastante difícil leerlo correctamente, porque al leer un texto hebreo, uno mismo debía saber de memoria qué vocales tenía que pronunciar en medio de las consonantes. El nombre de Dios: «YO SOY» se escribía con cuatro consonantes: Y H V H que los judíos de aquellos tiempos, al conocer las vocales lo pronunciaban correctamente. «Yo soy el que soy». Los israelitas de aquella época tenían un profundo respeto por el nombre de Dios. Era el nombre más sagrado, porque Dios mismo se había dado este nombre. Con el tiempo, por respeto al nombre propio de Dios, dejaron de pronunciarlo, y cuando ellos leían en la Biblia el nombre de Dios, en su lugar decían otro nombre: «Edonai» (el Señor). Resultó que después de cien años, se olvidaron por completo de la pronunciación original (Y H V H) porque siempre decían «Adonay» (el Señor). En la Edad Media (1.000 a 1.500 años después de Cristo) los hebraístas (que estudiaban el idioma hebreo antiguo) empezaron a poner vocales entre las consonantes del idioma hebreo. Y cuando les tocó colocar vocales en la palabra hebrea Y H V H encontraron muchas dificultades. Por no conocer la pronunciación original de las cuatro consonantes que en las letras castellanas corresponden a YHVH y en letras latinas a JHVH, y para recordar al lector que por respeto debía decir: «Edonay» Los Evangelistas, pusieron las tres vocales (e, o, a) de la palabra Edonay; quedando Jehová. En los años 1600 comenzaron a traducir la Biblia a todas las lenguas, y colocando como nombre propio de Dios, este nombre «Jehová» literalmente en los distintos idiomas. Los católicos se basan en los hebraístas modernos (los que estudian el idioma hebreo) que están de acuerdo que la manera original y primitiva de pronunciar el nombre de Dios debía haber sido «Yahvé» y no «Jehová». «Yahvé» es una forma del verbo «havah» (ser, existir) y significa: «Yo soy el que es» y «Jehová» no es ninguna forma del verbo «ser». Pero no se enganchen en discusiones desagradables, no tiene mayor importancia cual es la verdadera pronunciación. De hecho a Dios se le conoce por muchos nombres. Y lo más importante, los nombres de Dios no son diferentes Personalidades de Dios. ¿Tú nombre cuál es? Roberto Zepeda Escalante por decir un nombre. No me sentiré seis personas distintas si me llaman "Beto", "Papá", "Compadre", "Hermano", "Papito" o "Cosita".El cuerpo, alma y espíritu del que estas formado, está más allá de cualquier mote o denominación.
Los nombres de Dios en el Antiguo Testamento Los israelitas del Antiguo Testamento empleaban muchos nombres para referirse a Dios. Los nombres más importantes, son: En Ex. 6, 7 «Elohim», que significa: «El Dios fuerte y Poderoso». En el Salmo 94 encontramos «Adonay» o «Edonay», que en castellano es «El Señor». En Gén. 17, 1 «Shadday» que quiere decir el Dios de la montaña. Isaías (7, 14) habla de «Emmanuel» que significa «Dios con nosotros». Y hay muchos nombres más en el Antiguo Testamento, como por ejemplo: Dios Poderoso, el Dios Vivo, el Santo de Israel, el Altísimo, Dios Eterno, El Dios de la Justicia, etc.
99 nombres de Dios En árabe, "los nombres más hermosos", también llamados los noventa y nueve nombres de Dios o noventa y nueve nombres de Alá, son las formas de referirse a Dios en el Islam. Los Ulemas musulmanes piensan, generalmente, que Dios tiene más nombres, aunque no son conocidos. En particular existe bastante literatura sobre un centésimo nombre, que ha sido objeto de especulaciones esotéricas y místicas piensan que este nombre número 100 sería el auténtico nombre de Dios, ya que todos los demás son adjetivos que lo describen. El Señor tiene noventa y nueve nombres accesibles al entendimiento humano; noventa y nueve atributos: es justo, misericordioso, todopoderoso, etcétera. Pero tiene un centésimo nombre que brilla en los cielos. El que llega a aprenderlo, se eleva por encima de la condición humana; en él residen el pensamiento y el poder infinitos; él es el Maestro del Nombre. Los Noventa y nueve nombres de Dios son: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. 27. 28. 29. 30. 31. 32. 33. 34. 35. 36. 37. 38. 39. 40. 41.
Al-Ahad El Único Ar-Rahman El Más Misericordioso Ar-Raheem El Más Compasivo Al-Malik El Supremo Soberano Al-Quddus El Más Santo As-Salam La Fuente de Paz Al-Mu'min El Dador de Fe, Protección y Seguridad Al-Muhaimin El Protector y Guardián Al-Azeez El Incomparable y sin paralelo Al-Yabbar El Comandante Al-Mutakabbir El Supremo en Orgullo y Grandeza Al-Khaliq El Creador Al-Bari El Administrador y Hacedor Al-Musawwir El Forjador Al-Ghaffar El Muy Perdonador Al-Qahhar El Dominador Al-Wahhab El Dador de Todo Ar-Razzaq El Proveedor y Sustentador Al-Fattah El Sustentador Al-Aleem El Omnisciente Al-Qabid El Despojador Al-Basit El Que Da Abundantemente Al-Khafid El Que Da Humildad Ar-Rafi' El Exaltado Al-Mu'izz El Dispensador de Honores Al-Mudhill El Que Humilla As-Sami' El Que Escucha todo,El Oyente Al-Baseer El Veedor de todo Al-Hakam El Juez Al-Adl El Justo Al-Lateef El Sutil Al-Khabeer El Todo Pendiente Al-Haleem El Paciente Al-Atheem El Magnífico Al-Ghafur El Perdonador y El que esconde las faltas Ash-Shakur El Que Recompensa el Agradecimiento Al-'Ali El Más Grande Al-Kabir El Verdadero Grandioso Al-Hafith El Preservador Al-Muqeeth El Mantenedor Al-Haseeb El Considerado
42. 43. 44. 45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62. 63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78. 79. 80. 81. 82. 83. 84. 85. 86. 87. 88. 89. 90. 91. 92. 93. 94. 95. 96. 97.
Al-Jaleel El Poderoso Al-Kareem El Generoso Ar-Raqeeb El Observador Al-Mujeeb El Respondedor Al-Wasi El todo Comprensivo Al-Hakeem El Sabio Al-Wadud El Digno de Ser Amado Al-Majeed El Majestuoso Al-Ba'ith El Resurrector Ash-Shahid El Testigo Al-Haqq El de la Última Verdad Al-Wakeel El Digno y Último de Confianza Al-Qawi El Poseedor de toda Fuerza Al-Matin El Firme Al-'Walee El Gobernador Al-Hameed El Que Vale la Pena Al-Muhsi El Calculador Al-Muhyi El Dador de Vida Al-Mubdi El Originador Al-Mueed El Restaurador Al-Mumeet El Tomador de Vida Al-Hayy El Por Siempre Viviente Al-Qaiium El Existente por Sí Mismo Al-Wahid El Que Es Único Al-Majid El Glorificado Al-Wajid El Fundador Sin Necesidades As-Samad El Satisfactor de toda Necesidad Al-Qadeer El Todo Poderoso Al-Muqtadir El Dador de Poder sobre las Cosas Al-Muqaddim El Que Causa Avance Al-Mu'akhir El Que Causa Retraso Al-Awwal El Primero Al-Akhir El Último Ad-Thahir El Manifestado Al-Batin El Oculto Al-Wali El Que Tiene Cargo sobre Todo Al-Muta'ali El Más Altamente Exaltado Al-Barr El Benéfico At-Tawwab El Que Acepta el Arrepentimiento Al-Muntaqim El Vengador Al-Afu El Perdonador Ar-Ra'uf El Más Compasivo Malik Al-Mulk El Poseedor de Todo Dhul-Jalal Wal-ikram El Señor De La Majestuosidad y la Generosidad Al-Muqsit El Proveedor de Equidad Al-Jami El Recogedor Al-Ghani El Independientemente Rico Al-Mughni El Enriquecedor Al-Mani' El Que Previene el Daño Ad-Darr El Creador De lo que hace Daño An-Nafi' El Creador de lo Bueno An-Nur La Luz Al-Hadi El Creador De La Guía Al-Badi El Originador de la Creación Al-Baqi El Siempre Eterno Al-Warith El Último Heredador
98. Ar-Rasheed El Maestro Correcto 99. As-Sabur El Paciente En Resumen este relato nos narra: un monasterio tibetano alquila una poderosa máquina de cálculo a un laboratorio neoyorquino; se pide que el ordenador sea programado para obtener todas las combinaciones posibles de palabras con nueve letras o menos; el objetivo: los lamas del monasterio llevan tres siglos redactando una lista de los posibles nombres de Dios; aseveran que sin la máquina, la tarea les llevará quince siglos más. Cuando el director del laboratorio les pregunta cuál es la finalidad de ese trabajo, uno de los lamas responde: "Puede llamarlo ritual, pero tiene gran importancia para nuestra fe. Los nombres del Ser Supremo –Dios, Júpiter, Jehová, Alá- no son más que rótulos escritos por los hombres. Tenemos la certidumbre de que, entre todas las combinaciones de letras, se encuentran los verdaderos nombres de Dios. Nuestro fin es hallarlos y redactarlos todos". Lamas y neoyorquinos se ponen de acuerdo; la máquina es programada con el alfabeto tibetano; la labor –que sin el artefacto tomaría mil quinientos años- se reducirá a escasas tres meses; dos ingenieros norteamericanos se trasladan al Tíbet y ponen en funcionamiento el súper-ordenador: día tras día, durante tres meses, sus computaciones son impresas en miles y miles de folios, llenos de inscripciones aparentemente absurdas, caóticas. Con paciencia, los lamas inspeccionan cada combinación; creen que cuando todos los nombres de Dios hayan sido articulados, el Ser Supremo intervendrá para acabar con la ilusión de este mundo material; así, la humanidad experimentará una suerte de Nirvana colectivo (Extinción alcanzando la felicidad eterna) que la llevará directamente al mismo centro de la Conciencia Universal. Al cumplirse el centésimo día, los ingenieros se marchan: piensan que la faena de la computadora y los lamas ha sido inútil; sin embargo, al asomarse por la ventanilla del avión que los lleva de regreso a Nueva York, se asombran al ver que los planetas y estrellas del cielo nocturno comienzan a desaparecer uno por uno…