ENSAYO 1 DDO1010 - CINE Y VIDEO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS Profesor: Jaime Alejandro García Henríquez Profesor: Jaime Profesor: Nabil Profesor: Nabil Marcelo Rodríguez Miguieles
Carmen Aravena González Ingeniería Civil Ambiental Universidad Católica de Temuco
Wichan. El Juicio, primera película vista y por la cual comenzare, se filmó en los alrededores del Lago Budi, en la Araucanía. La principal ciudad del sector es Puerto Saavedra conocido originalmente como Konün Traytrayko leufu, que significa “el río que corre cantando” o “la
melodía que hace el río cuando suena” , cuya toponimia está dada
por el río Imperial, Traytrayko leufu. He estado por ahí y la verdad no es que el río suene mucho, la verdad, es un río viejo y como tal, calmado y a punto de morir (desembocar), yo diría que, el que suena es el mar, pero si te detienes en las sensaciones que el lugar te entrega, si solo contemplas, si solo escuchas … Probablemente el nombre original te daría sentido. Esto último lo menciono porque actualmente el lugar se llama, como dije -Puerto Saavedra- en “honor” a Cornelio Saavedra y ahí comienza la primera diferencia entre esta cultura y nosotros, los huincas, mejor ni entro en detalles de porque tiene el nombre actual, Ud. ya lo sabe. Lo último que supe, es que quieren cambiar el nombre, ojala así sea. Dejando la introducción y pasando al cortometraje, este describe la celebración de un juicio de acuerdo con las costumbres de la tradición mapuche (continúan las diferencias), el robo de un animal desencadena la historia, de pocos minutos, pero que entrega más de lo que algunos pueden entender, algo así como lo que explique del nombre, a simple vista un hecho, pero si te detienes a poner atención … Todo cambia. Somos diferentes -los huincas- contemplamos, en general, someramente algunas cosas que el mapuche comprende y se esfuerza por mantener, o se esforzó… como el equilibrio entre hermanos - Peñis-. La historia de Pascual Coña: Testimonio de un cacique mapuche, muestra las antiguas formas de impartir la justicia entre mapuches, el eje central es restituir el equilibrio, mantener la paz, la vida comunitaria o vida en comunidad, el esfuerzo es por mantener un vínculo que hace compartir estrechamente la vida, o trabajo, además de otras cuestiones vitales, espirituales o intelectuales… como se ve, mucho más profundo y complejo que, devolver el animal o el dinero que se perdió por el robo. No es que los huincas no tengamos estos intereses (vínculo con la vida en comunidad, o trabajo, dimensiones espirituales o intelectuales...etc.-) Pero se ve una diferencia (continuando con las diferencias), actualmente muchos mapuches se han entregado a la “Chilenización” de la justicia (no sé si esa palabra existe), pero intento decir que han aceptado nuestra forma de hacer justicia, nuestros procesos legales y judiciales, han tenido que aprender nuestro idioma, aprender el significado de nuestras palabras e intenciones, aprender que
es importante ser “alguien en la vida”, aprender que los campos son para “trabajarlos” no para dejarlos “botados” sin producir, “si no para que quieren tierras ”…
Después de tomar un respiro, sí… así somos los huincas… Menos mal, también han tenido que aprender a enseñar lo que significa ser mapuche. Recuerdo “Buscando el Azul” la historia de
Víctor Churay, el Bora, dedicado a
pintar la historia y cosmovisión de su pueblo empleando tintes naturales y lienzos extraídos del bosque, que le preparaba su padre como un ceremonial realizado sagradamente, yo creo que era la forma de Víctor de incorporarlo a su arte, como una forma de hacerlo sentir necesario. Durante esta búsqueda se despierta el deseo no solo de preservar la cultura de su pueblo, también de mejorar sus actuales condiciones de vida. Para ello viaja a Lima, se prepara, estudia, pero en esta búsqueda, se murió. Sí… así fue la historia, un final inesperado, pero Víctor Churay fue más que ese
final tan malo, leí por ahí que los Bora son conocidos, entre otras cosas, por el uso de un sistema de comunicación que servía para transmi tir mensajes a larga distancia… Víctor fue un Bora que transmitió su mensaje a todo el mundo, cuyo sistema de comunicación fueron sus pinturas, el hecho que dejara a su padre preparar los lienzos creo que inconscientemente era su forma de aferrarse a su cultura, a su familia, a su gente. Él perfectamente podía hacerlo, ¡pero no! le dejaba la tarea a su padre, sus pinturas tienen ese valor; su generosidad, sus ganas de mejorar la calidad de vida de los suyos. Finalmente nunca se alejó de su pueblo, solo hizo lo necesario para transmitir su mensaje. “El grito del Fuyu Ujmu”
la verdad, es que tengo mis críticas a este trabajo
audiovisual, obviamente no soy experta en el tema ni mucho menos, me imagino que los autores son grandes profesionales y con talento, yo poco conozco de ésta especialidad, no sé nada en cuanto a la teoría audiovisual ni nada. Solo es mi opinión desde lo visto. En el conversatorio hecho en clases todos se centraron en que, el espíritu del Fuyu Ujmu puede ser representado por españoles o forast eros que vienen con “maldades” entre
otras cosas. Sin embargo, yo me centro en el poco respeto en mostrar algo tan importantes para ellos, que tiene que ver con su espiritualidad, sus creencias. Lo sentí como improvisado, oportunista, de pronto las grabaciones mostraban (no en el plano principal) a los Chachis retirados, escépticos y observando a este turista representando el espíritu, no convencidos de lo que se estaba haciendo, me imagino que para ellos esto no es juego. Y la bebida “Fanta” para rematar, me
terminó de golpe la historia. Entiendo lo que
quisieron representar, una leyenda, la leyenda de un pueblo desconocido pero con una folklorización estilo “gringo” de los pueblos or iginarios. Trate de buscar información de este trabajo audiovisual y encontré una entrevista de Mary Carmen Molina a Rainer Simon (Director), comparto un estracto: -MCM: ¿Qué significa para ti, como europeo, hacer cine en Latinoamérica? -RS: Cada película es para mí un viaje, una aventura. Nunca sé a dónde vamos: me interesa el camino… la
última película que hicimos en Ecuador se llama El grito del
Fayu Ujmu, sobre una leyenda de los indígenas Chachi. Llegamos con un camarógrafo casi sin dinero, sólo con una beca. Quisimos hacer una película de principio a fin con los indígenas. Hablamos con los viejitos de los Chachi y les preguntamos sobre las leyendas de su cultura. Buscamos los actores, las locaciones, hicimos la historia. No teníamos dinero… El
Fayu Ujmu es un mal espíritu tiene cuerpo de hombre y pico de
tucán, con el que pica en la nuca de la gente que camina sola en selva. E sto me parecía un símbolo, una metáfora de lo que paso en América Latina: siempre llegaron espíritus malos de afuera, para manipular el cerebro. Teníamos la historia pero no sabíamos
cómo resolverla. Nos dijeron que el único que podía darnos una respuesta era el chaman. Él nos dijo que podía decirnos cómo hacer la película si hacía un ritual con ayahuasca. Pero a él le parecía un chiste lo que le pedíamos. Hicimos el ritual y así se resolvió la historia de la película. Solo veo oportunismo y poca calidad, lo siento. Querían una historia, necesitaban una historia, no es que hubiera interés en ello, en su cultura. Esto es algo que respeto del pueblo mapuche, se niega a la folklorización de sus tradiciones, de sus bailes, de su vestimenta. Pero los chilenos, como veo que pasa en todos lados, nos esmeramos por hacerlos sentir mejor y “apoyados”, representando sus bailes en escuelas, incluso en el Bafochi… Dudo que sientan orgullo por eso, ni
siquiera saben
colocar las joyas mapuches en el lugar correcto, en fin… Como la paradoja de que uno
de los caciques más poderosos del sur, Inacayal murió en un museo. Espero que este trabajo no haya sido premiado en algún lado, de hecho no me extrañaría que así fuera … y si así fuera quisiera volver imaginariamente al lago Budi y contemplar “la melodía que hace el río cuando suena ” respirar profundo y continuar.
Tengo que terminar con el pueblo Rapa Nui, “Mata o te maea ” de Marcelo Ferrari, un documental que expone los esfuerzos de los isleños por la defensa de sus tierras, su libertad, su cultura y costumbres. En contraposición nosotros, (ya no somos huincas, somos los “del conti”)
que nos esforzamos por ir allá, conocer, quizás comprar una casita,
hacer una casa de veraneo y encontrar una isleña morena, con las curvas de Alejandra Fosalba o mejor dicho Vaitea Ahoa, o un isleño salvaje como Iriti, o aún más salvaje como Yorgo Ismael (Francisco Melo), el misterioso, místico y peludo ermitaño que enamoraba chilenas en Isla de Pascua, las subía al caballo y se las llevaba a la cueva. Yo creo que eso tenemos todos en nuestros más oscuros deseos y pensamientos, pero basta con ir una vez y puff resulta que aquello no es, resulta que ellos no se alegran con nuestra visita, resulta que todo es mentira, que no es la gran cosa, la isla es chica, las cosas caras, y los isleños son feos(as), hediondos (as) y mañosos… ¿Quién no ha escuchado esto? ¡Que levante la mano como dice américo!... Yo más de una vez, el pololo de una amiga, me dijo no vayas. Te vas a decepcionar me dijo. No sé qué esperaba él, no es que haya sido ignorante, pero pensé que mi amiga tenía un pololo con mucha imaginación y poca cultura. Al tiempo terminaron. Como lo que he dicho anteriormente, somos tan someros. Repetimos lo que escuchamos, no respetamos y lo peor ni cuenta nos damos de nuestros desastrosos comentarios. El pueblo Rapa Nui tiene razón en no querernos en su isla, como el mapuche no nos quiere en la Araucanía, comentarios como los que hice aquí se escuchan a diario en nuestras casas, como no odiarnos. Lo que para nosotros es “un palo parao” para otros es un lugar sagrado un -rehue- así de diferentes somos pero la constitución dice que somos todos Chilenos. Fin.