Ambos lados de la moneda
Cuando se habla del papel que tuvo el personaje histórico Adolf Hitler en la segunda guerra mundial, usualmente se habla únicamente de todo el daño que hizo a la humanidad; pero rara vez se piensa detenidamente en que sus acciones, desencadenaron también una serie de cosas buenas, que llevan al mundo a ser como lo es hoy en día. Analizando bien la situación, ¿qué cosas buenas, y qué cosas malas hizo realmente Hitler? No hay duda en que este personaje tenía una capacidad de liderazgo y palabra enormes, porque pudo mover e inspirar a todo el pueblo alemán nazi a seguir e incluso compartir sus ideales hasta el punto de llegar a armar una guerra de carácter mundial y dominarlos por 12 años, sin que se dieran cuenta; incluso Hitler logró manipular los medios de tal forma que parecía que todo era para el bien de la raza aria y que todo era por patriotismo cuando en realidad lo que él quería era conseguir su Alemania “perfecta” sin judíos, homosexuales, discapacitados, negros o enfermos. En sus primeros discursos, hablaba principalmente a los jóvenes alemanes, alentándolos a defender su patria, siendo un pueblo valiente que se sacrifica por su libertad; a ser un pueblo “amante de la paz”; pero luego va, y comienza una guerra mundial cuándo invade Polonia. Pero sin embargo con estos discursos, logró convencer a un gran porcentaje del pueblo alemán, que llegó a idolatrar al führer al grado de no darse cuenta de cómo los estaba embaucando con mentiras y los estaba manejando a su antojo, viendo ellos solamente la parte de que ya no había necesidad de robar para comer, porque se había acabado el desempleo y que los comunistas desaparecen. Efectivamente, si volteamos a ver ambos lados de la historia, Hitler realizó cosas buenas para el país, de eso no hay duda; logró sacarlos de la crisis económica y laboral, y restaurar el pueblo de las ruinas en las que se encontraban por la Primera Guerra mundial en 1934, que fue principalmente lo que hizo que tanta gente lo siguiera, lo veían como un salvador de su pobreza insoportable, ya que
les aseguraba que las cosas iban a cambiar y hace surgir optimismo por parte del pueblo alemán. Construye puentes, vías férreas, el Volkswagen (vocho) que era accesible para los alemanes; logra ser sede de los juegos olímpicos, en Berlín y logra que Alemania sea considerada una potencia mundial, pero estas cosas no compensan todo el daño que hizo a la humanidad. Logra lavarle el cerebro a toda la juventud alemana principalmente induciendo el odio a los judíos, argumentando que, según la Biblia, Dios vomita a los tibios, y que los judíos eran el claro ejemplo de ésta tibieza, que tenían que acabar con tal mediocridad. Empieza a haber una enseñanza racial y homofóbica hacia niños de educación preescolar y básica; diciéndoles que los judíos no eran de fiar y que podían diferenciarlos por sus características físicas y su olor; y les enseñaban una canción donde hacían ver a Hitler como un “dios” de alguna manera de Alemania y a los que no eran de raza aria como cosas desagradables que debían ser erradicados del país para poder vivir en paz. Pintaban las tiendas judías para que la gente dejara de comprar en ellas, y a toda persona que se pusiera en su camino, la mataban, torturaban o la llevaban a los campos de concentración. En sí, los niños alemanes nacen y crecen odiando a los judíos principalmente y a todo aquel que no fuera ario, gracias a las ideologías de Hitler. “El destino del Reich, depende de mí, mientras viva pensare solo en la victoria aniquilare a todos aquellos que se opongan a mi voluntad.” Dijo Hitler en uno de sus discursos; y cumpliendo con lo que dijo, los nazis asesinaron a 6 millones de judíos, y aproximadamente otro millón más de “raros”, deformes, homosexuales o gente que no seguía su voluntad. Dos millones de mujeres alemanas fueron violadas, se crean armas biológicas, asesina niños y ancianos, hicieron experimentos biológicos con ellos, llegó incluso a confeccionar guantes de piel de judíos para las mujeres alemanas.
En los campos de concentración los judíos eran obligados a realizar trabajos forzados en condiciones de miseria, tratándolos como animales y matándolos en cámaras de gas después de un tiempo. En fin, Adolf Hitler fue un maestro de la manipulación, manipulando, valga la redundancia, desde el pueblo en general, hasta líderes políticos y militares a su disposición; y cuando llegó el momento de su derrota, no fue lo suficientemente valiente para aceptarla, y en vez de eso, según la historia, se suicida junto con su amante en su búnker; o también se cree que pudo haber escapado en submarino hacia Argentina; pero cualquiera que fuere su final, fue algo cobarde haber terminado de esa manera, y es increíble realmente, cómo después de matar tanta gente y causar tanto daño y sufrimiento a la humanidad, sobre todo a los judíos, y después de todas las cosas inhumanas que hizo para conseguir sus ideales, sus últimas palabras escritas fueran: “Los únicos culpables son los judíos, muero feliz consciente de nuestros infinitos logros y de mi extraordinaria aportación a la historia de la humanidad.” Sí, es necesario observar ambos lados de la situación, pero en lo que respecta a este personaje histórico, todo el daño que hizo viene ganando y no se compara ni en una pequeña porción al poco bien que produjo en Alemania. Hasta el día de hoy, es algo de lo que la mayoría de la población alemana se siente avergonzada, y no hay argumento válido para que Hitler pudiera privar de la vida a alguien, solamente porque lo consideraba menor que él; y no importa que tenga una gran capacidad de palabra y de liderazgo cuando se usa solamente para dañar y no para beneficiar de algún modo a los demás, incluso cuando él les planteara las cosas de ésta manera. Se tiene que estar realmente enfermo para cargar en la conciencia con la muerte de más de 50 millones de personas y aun así morir de manera tranquila por la aportación que hizo a la historia. Y es más increíble aun que a pesar de todo el tiempo que ha pasado desde éste suceso, todavía haya homofobia, luchas raciales, y complejos de superioridad que llevan a dañar de algún modo a los demás; tal vez no de tal magnitud como una guerra, pero, en sí, vienen siendo ideas que Hitler logró inculcar al pueblo alemán desde
1939, que todavía comparten muchas personas de nuestros tiempos. Al final de cuentas, con esto, Hitler logra lo que mencionó como su propósito en sus primeros discursos: “Todo aquello que forjemos hoy, no importa lo que hagamos, pasará al olvido, pero en nosotros Alemania perdurará”.
