El hombre light. Una vida sin valores.
Debo decir que no fue sencillo elaborar el presente ensayo ya que se presento como una experiencia nueva (puesto que nunca antes había realizado uno), que me lleno de dudas dudas con respecto a lo que debía hacer una vez vez que termine de leer el libro y debí comenzar comenzar a escribir o mas bien bien comenzar a pensar pensar que era lo que quería escribir y de que manera lo iba a plantear. Además, a pesar de que los temas tratados en el libro no son ajenos a mis propias vivencias, lo que me facilito la comprensión del mismo y formarme una opinión basada no solo en lo que leí sino también también en lo que puedo contrastar contrastar con mi propia propia visión de la realidad, realidad, fue muy difícil llegar a plasmar esto en el papel de manera que resultara al menos algo mas comprensible y ordenado, espero, para aquellos que lo lean. Cada día muchos de nosotros, sobre todo a medida que pasa el tiempo, podemos decir, sin temor a equivocarnos y no sin cierta vergüenza (la verdad es que algunos no sentirán vergüenza sino que se jactaran de ello) que nos encaminamos directa e irremediablemente a lo que Enrique Rojas denomina “Hombre light”. Este ser “sin sustancia, sin contenido, entregado al dinero, al poder, al éxito y al gozo ilimitado y sin restricciones”¹, según lo que relata el autor, además de una larga lista de características que el mismo nos entrega, es todo lo que seremos a menos que cambiemos el rumbo de nuestras vidas. Me incluyo en esto por que a pesar de ser el “Hombre light” un sujeto perteneciente principalmente a los estratos sociales sociales adinerados y al no pertenecer pertenecer yo a uno, aun así comparto o identifico identifico en mi gran parte de sus características. El homb hombre re light light se guía guía fund fundam amen enta talme lment nte e por por el hedo hedoni nismo smo,, consu consumis mismo mo,, permisividad, relativismo, los cuales han sustituido en el los valores. Me interesa de las características características dadas, el hedonismo, ya que en esta búsqueda del placer a costa de todo, lo único que importa es el placer personal, hay cierta semejanza con el narcisismo que se experimenta experimenta en la infancia, infancia, en donde la otra persona es vist vista a solo solo como como un obje objeto to dest destin inad ado o a proc procur urar ar plac placer er y no como como “otr “otro” o”..
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Supuestamente, al crecer y madurar esto queda atrás pero cada vez con mayor frecuencia vemos como el placer (placer inmediato) deja atrás los ideales románticos. La otra persona es solo un objeto erotizado, el autor habla sobre como son presentadas las mujeres en Europa, al respecto dice “que la mujer es humillada y presentada como objeto de placer, de usar y tirar, de subordinación y sumisión servil”², pero nosotros no debemos ir tan lejos para ver esto, vasta con ver las propagandas de ciertos desodorantes en los cuales se alimentan fantasías egoístas en las que las mujeres son simple objeto de los caprichos de otro. Por otra parte, la permisividad, que según el autor “arrasa los mejores propósitos e ideales” ³, que no reconoce limitaciones, valida que hagamos cualquier cosa para alcanzar el placer y bienestar personal, instantáneo y en consecuencia poco duradero. Enrique Rojas también señala sobre la permisividad que “propugna la llegada a una etapa clave de la historia, sin prohibiciones ni territorios vedados, sin limitaciones. Hay que atreverse a todo, llegar cada día mas lejos” 4, sin motivo alguno, solo por que se puede. Ya no buscamos la felicidad sino que nos interesa el placer, que dura poco, pero que pide poco esfuerzo a cambio, lo que es muy valorado en una sociedad en donde se nos enseña que todo es instantáneo, las distancias se acortan y no hay razón para esperar, vamos con prisa hacia ningún destino y, si algo es fácil de conseguir, no hay necesidad de comprometerse con nada y con nadie. Además, bajo el influjo del hedonismo, hemos aprendido a evitar a cualquier costo el sufrimiento real, para que dedicar tiempo y esfuerzo a otra persona o a cualquier proyecto, para que involucrase o mantener ilusiones, si no hay garantía de una recompensa, de que no saldremos lastimados. No damos nada a cambio de nada y por esto vamos quedando cada vez mas solos, aun cuando para el engaño del resto y de nosotros mismos nos rodeamos de decenas de personas y valores como la amistad se reducen al numero de personas que tengas catalogadas como “amigos” en Facebook. Ya no buscamos la felicidad, basta con poseer símbolos de ella, lo que se relaciona directamente con el materialismo y el consumismo, el primero referido a la importancia de obtener estatus y aceptación social, ser valorados, solo por el dinero que podamos conseguir u ostentar, y el segundo, a la necesidad impulsiva de adquirir bienes
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materiales. Enrique Rojas dice al respecto “el ideal de consumo de la sociedad capitalista no tiene otro horizonte que la multiplicación a la continua sustitución de objetos por otros cada vez mejores” 5. Si queremos demostrar que valemos algo, que somos exitosos, y que por lo tanto somos “felices” debemos necesariamente dar pruebas convincentes al mundo que nos rodea, ganar dinero nos otorga estatus social, pero gastar compulsivamente este en diferentes objetos que debemos agitar frente a los demás convence al resto de nuestra posición y si tenemos suerte podremos generar envidia o incluso menoscabar a otras personas. No importa lo que lleguemos o no a sentir, lo que pensemos o realmente queramos, la felicidad no sirve de nada si no se puede exhibir. Todo lo anterior provoca un gran vacio en la persona, pero la publicidad nos engaña, si tenemos algún deseo, alguna necesidad, del tipo que sea, incluso espiritual, esta se puede conseguir a través de un producto que esta ofrezca.
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Si no tienes ninguna necesidad no hay que temer, la publicidad te proporciona alguna. Pero hay una trampa en el creer que comprando lograremos algo ya que los objetos están en constante cambio y lo que al comprar hoy puede ser objeto de orgullo y autocomplacencia seguir teniéndolo un par de meses más tarde puede convertirse en burla, en el símbolo que alerta al resto de que no sigues religiosamente la moda. Buscamos supuestamente diferenciarnos a través de lo que compremos, a través de la fachada, la personalidad no importa ( no se ve), es importante que nuestro exterior este adecuadamente arreglado para dar la correcta impresión, los distintos medios de comunicación nos proporcionan la información suficiente para que nos consideremos educados y calificados para opinar sobre cualquier tema ( por supuesto las opiniones de moda, aquellas que son aceptadas masivamente), que importa si no tenemos personalidad, si al fin y al cabo gran parte de las relaciones 35
Enrique Rojas, El hombre light. Una vida sin valores, Grupo Editorial Planeta, Buenos Aires, 2007, Pág.23.
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que establezcamos serán superficiales y muchas de ellas poco duraderas, basta con que podamos aparentar el tiempo suficiente y nada más. Estamos condenados a buscar el éxito, el dinero, el placer que si no se obtienen nos harán caer en el fracaso y como no toleramos sufrir, fracasar no esta permitido. Tal como dice el autor ya no aprendemos de los errores, no se puede errar. El relativismo nos da una excusa para no pensar y no comprometerse con ningún valor. Si todo es relativo, depende del punto de vista, de la situación, si todo es gris, no necesitamos valores que nos reafirmen como seres humanos, estamos libres de tener convicciones, de opinar y exponernos así a la crítica social, no tenemos que tomar riesgos. Por otra parte excusamos así nuestra conducta, acallamos la conciencia y prácticamente no somos responsables de nada, ya que si actuamos de una u otra forma nos justifica cualquier cosa menos nuestra propia convicción. Finalmente, como conclusión, creo que es muy difícil solucionar el problema (tal vez soy demasiado negativa), ya que el querer cambiar debe nacer desde cada persona para que sea un proceso efectivo y duradero. Primeramente, el hombre light debe tomar conciencia de que no es feliz y que necesita llenar el vacío que es su vida, para esto debe ser capaz de reconocer lo que probablemente calificara de fracaso y el fracaso no esta permitido para este tipo de hombre, tampoco el no ser feliz y mucho menos pensar en lo que diría la sociedad de él al revelarse esto…,el hombre light vive para si mismo y no le importa nada de los demás excepto lo que opinen de él (bueno, además de los beneficios que puede sacar de ellos), y por lo tanto debe tener cierto valor al hacerlo y cambiar así su estilo de vida. Además, es un proceso largo que toma tiempo, y esperar es algo que no sabe hacer. Sin contar con lo anterior, si este ser logra vencer la tentación de dejar las cosas como están y olvida la comodidad de esta situación, si realmente quiere ser feliz, tal vez encuentre nuevamente el camino hacía esta al retomar los valores que darán sentido a su vida.
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Bibliografía Enrique Rojas, El hombre light. Una vida sin valores, Grupo Editorial Planeta, Buenos Aires, 2007.
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