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Imago Agenda N° N° 122 Agosto de 2008. 2008. Segund Segunda a época. época. Año Año XXVII. XXVII. Periódico gratuito orientado a la difusión y el desarroll desarrollo o del psicoaná psicoanálisis. lisis. Tirada: 12.000 ejemplares. Imago Agenda es una publicación de
Letra Viva, librería-editorial especializada en psicoanálisis desde 1967 Av.. Coronel Av Coronel Díaz 1837 1837 (1425) Buenos Aires, Argentina. Tel/Fax: (54-11) 4825-9034. 4825-903 4. E-mail:
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Familia y repetición
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ttore Scola –cineasta italiano nacido al sur de la Italia “bota”– ha sabido refle jar fílmicamente fílmicamente las décadas décadas del andar famiglia desde los 80 años de “Carlo” de La famiglia –protagonista caracterizado por Gassman quien retrata en el nuevo eterno retorno, el devenir incesante y vertiginoso de generaciones–. Toda Toda una vida entre sentimientos y prejuicios, entre lo auténtico y lo impuesto. Paso del tiempo. Pertenencia. Identificaciones. Convicciones que caen... Un laberinto borgeano que rige épocas en las que lo actual se asemeja a lo pretérito (siempre imperfecto...). Lo que crece inmerso en ciclos presentifica la falta, anuncia ausencias. petere es prima ¿Qué es repetir? Del latín petere hermana de “pedir” aunque aluda básicamente (diccionario de la RAE) a “Volver a hacer lo que se había hecho, o decir lo que se había dicho. Cuando adquieren dramatismo los desbordes familiares, ¿existe un Otro que vuelve a pedir más de lo mismo? ¿Qué Otro ha escrito la trama? ¿La iteración es lineal? ¿Por qué ante análogas circunstancias y condiciones el posicionamiento subjetivo varía tanto? Heráclito de Efeso alguna vez dijo que “nadie “nadie se baña dos veces en un
mismo río”, mas el mundo pulsional suele arremeter para desmentirlo, montado en la atemporalidad inconsciente que puede hacer coexistir al antes y al después como en los sueños... o en las películas. Escribió Pessoa –“En la noche terrible...” (1928)–: “Todos “Todos los muertos puede ser que estén vivos en otra parte. Todos Todos mis propios momentos pasados puede ser que existan en alguna parte, en la ilusión del espacio y el tiempo...”. Especie de Eternauta, desolado navegante sin estaciones. El tránsito de la subjetividad “embotada” desde huellas inmemoriales –y donde no hay memoria suelen reiterarse historias– se nutre de lo traumático, de lo mítico, insitiendo tras generaciones. Desplazando a la descendencia el pago por un crímen –Totem y tabú–. pathos pega el grito hoy por el silenEl pathos cio del ayer, y “los patitos salen de fila” en el conjunto familiar y social. Generaciones contiguas suelen cautivarse por similares abismos. Y sin embargo cada pie puede diferir de la huella. Ahí, la escucha, supo abrir nuestra scola. A LBERTO LBERTO S ANTIERE ANTIERE
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Las reseñas que acompañan las publicaciones aquí destacadas fueron extractadas de las mismas con el fin de brindar un mejor conocimiento del material propuesto y facilitar su difusión. Declinamos, en consecuencia, toda responsabilidad sobre las opiniones vertidas. De la misma manera, el contenido de artículos, dossiers y publicidades es responsabilidad exclusiva de los respectivos autores, compiladores y/o anunciantes.
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l complejo de la familia conyugal crea los logros supeEscribe riores del carácter, de la feStella Maris Rivadero licidad y de la creación para realizar
[email protected] en la forma más humana el conflicto del hombre con su angustia más arcaica, para ofrecerle el recinto más leal en el que le sea posible confrontarse con los rigores más profundos de su destino para poner al alcance de su existencia individual el triunfo más completo contra su servidumbre original”.1 La familia era mucho más estable en otros tiempos, el Pater romano y el griego eran los dueños absolutos de sus familias. El origen de la palabra familia está ligado a los romanos, que llamaban así a la unidad socioeconómica que estaba integrada por aquellos que vivían en la misma casa: suegros, hermanos, primos, tíos, quienes sostenían esa convivencia eran un grupo de esclavos que aportaban su fuerza de trabajo. Se reprimió el sentido primero de la palabra y se “olvidó” su origen. El único que tenía carácter de sujeto dueño de la palabra, era el padre. En tanto el padre de la época cristiana era heredero de Dios Padre. La concepción freudiana de la familia como paradigma del surgimiento de la familia afectiva, se apoya en una organización de las leyes de la alianza y la filiación que, a la vez que postula el principio de la prohibición del incesto y la confusión de las generaciones, lleva a cada hombre a descubrirse poseedor de su inconsciente y, por lo tanto, distinto de lo que creía ser. Se descentra de aquello que lo constituía como entero y se ve confrontado a su efectuación de sujeto como producto de las determinaciones inconscientes. En lo l o sucesivo, ni la sangre, ni la raza, ni la herencia pueden impedirle acceder a la singularidad de su destino. Las huellas de una historia dejarán marcas, que al ser leídas por el psicoanálisis, permitirán al sujeto la reescritura de otra historia.
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Cada hombre, culpable de desear a su madre y querer asesinar a su padre, se define más allá y más acá del complejo de Edipo, como el actor de un descentramiento de su subjeti vidad. Sólo se es culpable de renunciar al propio deseo. A la vez que confiere un nuevo status al deseo, Freud hace de la familia una necesidad de la civilización, basada, por un lado en la coacción al trabajo y por otro en el poder del amor. En estas condiciones el padre es una función simbólica. Dicha función es un importante operador fundante y estructurante de la subjetividad pues ofrece puntos de anclaje al su jeto para que no se extravíe en una errancia sin fin. Pero más allá de los cambios que necesariamente ocurrieron en el seno de la familia, hoy nos encontramos con diversas formas de agrupamientos llamados familias: monoparentales, ensambladas, etc. Si pensamos la repetición de generación en generación podemos definir lo transgeneracional como el lazo psíquico entre los miembros de la familia y sus antepasados de ramas directas o colaterales, donde lo traumático fue silenciado pero que están en el inconsciente de uno /u otro de los progenitores. Producen efectos de vacío o anonadamiento en sus descendientes. Es frecuente que aquellos que estén al corriente de estos traumatismos se prohíban mencionarlos por vergüenza, y que prohíban a los demás hacer preguntas. Incluso no deben querer saber nada. Ello obstaculiza la curiosidad de los niños, el amor a la verdad, su capacidad de aprendizaje. El propio superyó de los padres es un modelo de identificación para el niño sus principios éticos, las tradiciones a la vez familiares y sociales, el valor que dan al respeto al pró jimo, al sentido de la responsabilidad. Estos principios subsisten a través de las generaciones. Seguir los preceptos de los padres se inscribe en el surco de la identificación con ellos, en particular de la identificación con la función del genitor que aparece en familia como el portavoz de la ley. Otra forma de identificación se produce incluso antes del Edipo, que implica al grupo familiar y al menos a tres de sus miembros. Es cuando el padre identifica a este niño, como suyo, lo reconoce y lo inscribe en su linaje. La madre se dirigirá al padre: “Es el niño que concebimos juntos”. Por este nombramiento insiste Lacan2, el que nombra cambia tanto como el que es nombrado. Sin este acto de reconocimiento simbólico, el Edipo no puede desarrollarse. Así se inaugura el vínculo filial y luego los otros lazos de parentesco. Al nombrarlo se asocia al heredero con los ancestros que llevaron ese apellido, éste no tiene una significación, sólo sirve para designar. Es un significante puro, como aquellos que funcionan y estructuran lo inconsciente. Es por lo cual liga el apellido con la base misma de lo simbólico. En tanto la interrogación fundante del sujeto en tanto deseante (campo de la neurosis) consiste en preguntarle al Otro por su falta. Frente a la opacidad de no saber qué quiere el Otro, el sujeto se va a proponer como objeto amable en el fantasma, intentando suturar la falta en el Otro –en el mejor de los casos– ya que no siempre es posible localizar que al Otro le haga falta. El trabajo analítico con la familia apuntará a recrear los vínculos sin anular las diferencias, esclareciendo los pactos inconscientes que llevan a lo peor, descoagulando respuestas estereotipadas y pobres, posibilitando que el peso de lo grave y oscuro no recaiga sobre alguno de los miembros intentando situar la particularidad y eficacia de la ley paterna que recae y marca a cada uno de los integrantes de la familia para relanzar el deseo que vivifica y liga la vida a la vida. Todas y cada una de las historias que hacen a nuestra vida están cruzadas por la razón y la sinrazón, la riqueza o la pobreza de un encuentro. El enamoramiento y el amor se van gestando en relación al objeto a que el propio sujeto fue, poco, mucho o peor para el Otro como causa. El amor aspira al Uno de la fusión, incluso se atreve a soñar con la santidad y la completud. Al formar una familia se suele imaginar que se van a subsanar las heridas sufridas en la infancia, a causa del malestar entre los padres y a la falla de la función paterna y materna sobre el sujeto, subrayando que la función siempre es fallida por estructura. En el fondo de su desamparo, para el sujeto la familia aparece en condiciones de convertirse en lugar de amparo, hecho que no siempre ocurre. Una familia solicita unas entrevistas porque frente a la muerte anunciada de la madre pero renegada por todos, aún cuando varios de ellos poseen el “saber médico”, los familiares no saben qué hacer con una hija y hermana adoptiva, púber ella. Concurren un padre y sus tres hijos varones, entre 35 y 40 años y las esposas de éstos. La madre siempre se arregló sola y ahora ya no puede. Entre las preguntas que traen, insisten éstas: “¿Qué se le puede transmitir a un niña que pronto entrará en la adolescencia?, ¿quién se hace cargo, cuando la madre muera’?, ¿los hermanos adoptivos?, ¿el pa- (Cont. en pág. 16) 4
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Clínica psicoanalítica
Arrebatos femeninos, obsesiones masculinas Clínica psicoanalítica hoy
Elina Wechsler, Letra Viva, 2008, 137 pág. / $32.“Las mismas estructuras clínicas, cambios en la presentación de las patologías y de los síntomas, diversidad de las demandas, pero hoy, igual que ayer, la vía analítica sigue siendo el camino de la subjetividad que otorga a la escucha del sufrimiento humano su dignidad ética”. Luego de recorrer los casos freudianos de Juanito, Dora y el Hombre de las Ratas, y los problemas emergentes de la lógica de la perversión en la obra de Freud, la autora establece las puntuaciones que iluminan las particularidades de las preguntas que organizan cada estructura. Estas se actualizarán mediante el relato de recortes clínicos que
ponen en escena la obsesión sos artículos en revistas espey la perversión masculina, en cializadas de España y Latinocontraste con los arrebatos fe- américa y es autora y co-automeninos (por donde desfilan ra de los siguientes libros: La el estrago, la histeria y hasta metáfora milenaria (Paidós), la bulimia). Cierra el libro un Psicoanálisis en la tragedia. esclarecedor ensayo acerca de De las tragedias neuróticas al los modelos femeninos de Lili- drama universal, (Biblioteca th y Eva, proponiendo la exis- Nueva), Hamlet. Ensayos psitencia de dos posiciones feme- coanalíticos (Síntesis). ninas “bíblicas” aún para los tiempos que corren. Elina Wechsler es miembro titular con función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Madrid, sociedad componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional y profesora invitada del Master de Psicoterapia Psicoanalítica de la Universidad Complutense. Ha publicado diver-
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Teoría psicoanalítica
Filosofía
Finales de análisis
El nacimiento de la clínica
Zulema Lagrotta, Edgardo Feinsilber,
Edición revisada y corregida
Letra Viva, 2008, 215 pág. / $ 38.-
Michel Foucault, Siglo XXI 2008, 271 pág. / $ 50.-
A partir de “Análisis termina- laborar para ir más allá de esa En una edición revisada y coble e interminable” de Freud, barrera, de esa isla rocosa don- rregida, la editorial publica El ofrecemos nuestra lectura de de podría encallar nuestro na- nacimiento de la clínica, un ensalas cuestiones cruciales delinea- vío. Es que el final del análisis yo revelador acerca de la obserdas por la letra freudiana. Com- supone el más allá del atravesa- vación y los métodos de la mepromiso a proseguir abordando miento del fantasma, que lo es dicina y el quiebre que se prosus obstáculos y límites, sus bor- también el de lo inconsciente, y dujo hacia fines del siglo XVIII des y sinuosidades. Interpretar- entonces un tercer más allá con cuando, en la práctica clínica, los criticamente para franquear- lo que el sujeto afronta lo Real la mirada médica se tornó crilos, analizando en ellos las inci- de la castración. Otra concep- terio de verdad y racionalidad. dencias de lo Real, e intentan- ción sobre finales del análisis Esta vigilancia empírica, surgido novar con los recursos de la se plasma con la invención y/o da con la Ilustración, se convirenseñanza de Lacan que nutren producción sinthomal, posibles tió según señaló Foucault, en el nuestra praxis. Nos desafía a desde dichas incidencias. nuevo principio que rige la rebuscar vías para salir de los atolación con el paciente y que se lladeros ínsitos en esa suerte de presenta como garantía de exsentencias planteadas por Freud haustividad y precisión. Hasya sobre su conclusión. Límites ta entonces, el saber médico impuestos al final del análisis hablaba un lenguaje sin apopor el obstáculo, en apariencia yo perceptivo y sus métodos y insalvable, del complejo de casdiscurso se relacionaban mutración ¿Borde de lo Real incho con el mito, las creencias franqueable ante el cual detener y la imaginación. El libro abornuestro empeño? No, debemos da además dos temas centrales
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en la conformación de la clínica como ciencia: la reorganización del ámbito hospitalario y la adquisición, por parte del enfermo, de un estatuto propio en la sociedad. Así, esta obra escrita en Francia en 1963, constituye un valioso esfuerzo por dilucidar no sólo el surgimiento de la medicina como ciencia, sino también el de una nueva experiencia de la enfermedad.
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Política del psicoanálisis
El libro blanco del psicoanálisis. Clínica y política Jacques-Alain Miller, Eric Laurent, Jean-Claude Milner y otros , ELP 2008, 222 pág. / $ 156.-
Este Libro blanco del psicoanálisis recoge una serie de documentos relacionados con el reciente debate sobre la regulación del mundo “psi”. La chispa que lo inició vino de Francia, con la aprobación por parte de la Asamblea Asamblea –en octubre octubre de 20032003de una enmienda conocida hoy como la Enmienda Acooyer, que se demostró como el cabo de un hilo que lle vó a una una madeja madeja de nudos nada simples
de desanudar. Detrás de esa enmienda se perfilaba una estrategia de evaluación de las prácticas psicoterapéuticas a nivel europeo, pero importadas en realidad de una ideología higienista transatlántica (del Québec para ser más precisos), con una apariencia de cientificidad que se postula de forma tan evidente y transparente en su forma como opaca y anónima en su finalidad.
Teoría psicoanalítica
Escribir el masoquismo Sara Vassallo, Paidós 2008, 271 pág. / $ 49. – En este libro Sara Vassallo intenta pensar, sar, a partir de la lectura de Lacan, La can, un entrecruzamiento en el masoquismo primordial y el masoquismo perverso en función de una teoría del significante que se distancia del planteo freudiano, Surge así, una elaboración de un masoquismo que, en tanto “goce de lo Real”, termina siendo una metáfora de la sugestión del sujeto significante. Desde esta perspectiva, la autora realiza un análisis riguroso y enriquecedor del existente en Kierkegaard, del dialogismo bajtiano en Dostoievski, y de la analogía señalada por Lacan en Pascal entre el goce masoquista y el plus de go-
zar. zar. A partir de las l as conclusiones obtenidas en el desarrollo de la obra, la autora aborda la oposición Cristo-Dionisos en diferentes momentos de la producción nietzscheana.
Psicoanálisis con niños y adolescentes
Futuro porvenir Ensayo sobre la actitud psicoanalítica en la clínica de la niñez y adolescencia
Ricardo Rodolfo, Novedades Educativas, 2008, 255 pág. / $ 42. –
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El deseo de este libro es el llos de la segunda mitad del siporvenir del psicoanálisis. Un glo pasado no alcanzan a libeporvenir abierto –no un futurarse del todo de esa artefacro previsible y rutinario– detualidad anacrónica. pende de que el psicoanálisis El “edificio teórico” debe ser sea otro, del advenimiento de sometido a una paciente y cuiotro psicoanálisis. En este texdadosa reconstrucción. Se proto se podrán atisbar figuras de pone una demarcación atenta ese otro. Lo cual exige y presuy permanente del motivo de la pone una relación diferente con la tra- teoría como edificio para dejar al psidición, especialmente la tradición teó- coanálisis “sin base”, no por descartar rica del psicoanálisis. apresuradamente una serie de concepEl psicoanálisis está seriamente blo- tos, sino por dialogar con ellos sin sequeado por llegar al siglo XXI con arte- guirlos considerando como “base”; prifactos del siglo XIX que ya empezaban var, var, vale vale decir decir librar librar,, al psicoanális psicoanálisis is de de su vetustez en los primeros años del si- la referencia a una base inamovible y glo XX. Prácticamente todos los desarro- ahistórica que tendría que tener.
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Filosofía
El pacto de lucidez o la inteligencia del Mal Jean Baudrillard, Amorrortu, 2008, 211 pág. / $ 56. – La desaparición de Dios nos puede sentir en el corazón ha dejado frente a la realidad mismo de esa realización inte¿Qué ocurrirá con la desapa- gral, en el corazón del poder, rición de la realidad? en esa convulsión interna que Cabe preguntarse si es este sigue su lógica y precipita sus un destino negativo o simple- efectos, en ese vuelco maléfimente una ausencia de desti- co de la estructura que transno, es decir, el surgimiento de forma una destinación positiuna banalidad implacable li- va en una finalidad asesina: gada al cálculo integral de la aquí se encuentra el principio realidad. El destino no ha di- del Mal y aquí debe intervenir cho su última palabra. Se lo la inteligencia del Mal.
Teoría psicoalítica
La fuga del sentido y la práctica analítica Mauricio Tarrab, Grama, 2008, 167 pág. / $ 37. – Lo que hacemos alrededor del sentido, con el sentido, contra el sentido, es una buena medida en lo que fundamentamos nuestra diferencia en la práctica actual de psicoanálisis. El sentido se desliza incontrolable sobre los conceptos que usamos, y en la práctica su trampa está tendida a cada momento. Pero es una enseñanza de J. Lacan que para
salir de la trampa del sentido, hay que dejarse atrapar. Y dejarse atrapar por el inconsciente es lo que caracteriza la adquisición de saber en el psicoanálisis. Lacan ha hecho palidecer el lugar del sentido en beneficio de lo real, del goce, un campo fuera de sentido, y esa es una incidencia esencial en la práctica actual del psicoanálisis.
Ensayo
Mirar con nuevos ojos. Nuevos paradigmas en la ciencia y pensamiento complejo Dense Najmanovich , Biblos, 2008, 200 pág. / $ 38. – A través de un recorrido recorrido am A diferencia diferencia de las concepplio y diverso este libro abor- ciones epistemológicas tradida las transformaciones con- cionales, la ciencia y su filosotemporáneas de la ciencia y fía son consideradas modos code la epistemología. Presenta lectivos de producción y valiuna vista panorámica de cues- dación del conocimiento, y no tiones cruciales en debate: el actividades puramente cognitisignificado de los nuevos para- vas. Mirar con nuevos nuevos ojos es digmas y la metamorfosis de la un intento de ampliar y diversiciencia, los aportes del pensa- ficar nuestra percepción y commiento no lineal, la teoría del prensión del mundo y de nosocaos, las perspectivas no posi- tros mismos en él, gracias a la tivistas de la ciencia y los en- multiplicidad y movilidad de foques de la complejidad. Des- los puntos de vista que simulpliega las nuevas cartografías táneamente aumentan la podel saber contemporáneo y al tencia del saber y la concienmismo tiempo explora las im- cia de sus límites. plicancias de los otros modos El libro termina con una secde cartografiar. ción de entrevistas. En ellas
Heinz von Foerster reflexiona sobre la cibernética y la teoría de los sistemas autoorganizados, Ilya Prigogine trata la temática del tiempo y de la complejidad poniendo en cuestión nuestra visión de la realidad y Humberto Maturana destaca la dimensión ética y política del saber.
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Ensayo
Dios, el sexo y la verdad François Balmès, Nueva Visión, 2008, 158 pág. / $ 32. La muerte de François BalDe la verdad freudiana, mès nos ha privado prematu- nos dice Balmès, nadie es ni ramente de una lectura de La- el seguidor incondicional ni can que será irremplazable, el dueño; no lo es más el psicomo lo atestiguan los textos coanalista que el filósofo. Son recogidos en esta obra. Con necesarios su rigor y su corauna determinación singular, je para enfrentarse con la rael autor confronta entre sí los dical inadecuación del pendiferentes períodos de la ela- samiento con la realidad del boración lacaniana, ligados sexo que lleva el nombre de a las antinomias propias del castración; y para construir goce, de la verdad, de la reli- “nombres divinos” (Dios, el gión, del amor. Otro, el Padre, el Goce) que
le permitan, al borde de lo imposible, formalizar el “ateísmo psicoanalítico”.
Referencia
Diccionario freudiano. Edición corregida y aumentada José Luis Valls, Gaby Ediciones, 2008, 693 pág. / $ 250. – “Los conceptos que José Luis Valls organiza en este Diccionario freudiano se extienden como una cartografía dinámica sobre la obra y el pensamiento del fundador del psicoanálisis. Con rigurosa exhaustividad recogen la complejización permanente, las luchas interiores, los momentos de vacilación, los diversos tiempos teóricos, incluso sus posibles contradicciones, para dar cuenta de los procesos de su formación crítica. Para José Luis Valls, el pensamiento de Freud posee una coherencia teórica que por su radio de alcance, su capacidad de inclusión y de expansión, permiten el abordaje coherente y pre-
ciso de su diversidad. En cierto modo, el Diccionario freudiano de José Luis Valls es un libro estructural. Se lo puede leer como un dispositivo programático en el que los conceptos se aprehenden tanto en la combinación que los articulan con otros componentes del sistema, como en las conmutaciones infinitas que despiertan en el lector las inquietudes de la búsqueda. Los dos gestos estructurales, recorte y ordenamiento, son la materia misma del libro. Muchas veces he pensado que me ha sido vedado el arte de la confesión, a pesar de ello me animo a comentar que soy lector de la primera edición este Diccionario freudiano, lo he recorrido en innumerables ocasiones como un viajero que desanda un rumbo incierto, por donde retorna no precisamente con interrogantes, sino con ideas difusas. Las lecturas salteadas del libro de Valls me han permitido ingresos trans versales, que me acercaron a las bifurcaciones, a los entrecruzamientos, a los puntos de fuga, a las errancias, que lo atraviesan, y arrastran al lector a una comprensión dinámica del sentido interpelado. El autor de este Diccionario freudiano propone, junto con el ordenamiento de los conceptos teóricos de Sigmund Freud, una concepción de su funcionamiento configurada por una serie de criterios y formas de organización que definen ciertas maneras de leer este libro-biblioteca. Un libro que reproduce en un formato portátil, la consistencia intelectual y científica propia del pensamiento del creador del psicoanálisis a lo largo de toda su obra”.
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Hemeroteca
PENSAMIENTO DE LOS CONFINES | Nº 22
PSICOANÁLISIS Y EL HOSPITAL | Nº 33
Fondo de Cultura Económica, Junio de 2008
Pero no se trata de oponer al Los números de este año de Psicoanálisis y el Hospital, el aclibro negro del psicoanálisis el tual dedicado a las neurociencias libro rojo del lacanismo, de responder a la difamación con la y el próximo al DSM IV, tocan temas que hacen a las condiciones enumeración de consignas consagradas, sino de intentar estaen que se desenvuelve nuestra práctica. Las investigaciones en blecer los términos y condiciones de un debate, en vistas a la neurociencia avanzan en la elucidación de procesos metabóliarticulación de lo que en el momento presente del psicoanálicos de neurotransmisión, cuya traducción más notoria se efectiviza en el sis se percibe como la oportunidad de una terreno de la psicofarmacología; las estra- política común. tificaciones diagnósticas del DSM IV son Es notable que la totalidad de los 31 arempleadas en la mayor parte de los servi- tículos reunidos hayan elegido argumencios de Salud Mental para justificar un tra- tativamente la vía de reivindicar la espetamiento, evaluar su desarrollo o su pro- cificidad de nuestra clínica. Escriben: C. Antón, J. Armando, S. longación, y asegurar los reintegros de la Deus, S. Castellanos, C. Castelluccio, D. medicina prepaga. Vemos también proliferar una diversi- Demirdyian, C. Faig, S. Gamsie, H. Gigedad de tratamientos por aprendizaje, ex- na, A. Imbriano, G. Insua, G. Lerner, N. posición preventiva o condicionamiento, Lloves, H. López, H. Martínez, M. Menasagrupados bajo el nombre genérico de tera- sé, J. Moscón, P. Muñoz, G. Musachi, M. pias cognitivo-conductuales (TCC). Es des- Navarro, R. Neuburger, M. Pujó, S. Rebade allí que han recrudecido lo que, dada su sa, S. Rosenfeld, G. Sobral, M. Souza Lei virulencia, sería ligero calificar como sim- te, N. Touloupas, I. Vegh, A. Viganó, H. ples “resistencias al psicoanálisis”. Yankelevich, D. Zerba, A. Zurita.
Literatura y mercado. Artículos de Marcelo G. Burello y Paula Croci.
Este número de la revista Pen samiento de los Confines inclu-
ye los siguientes temas y autores:
Época, sociedades y progresismos. Artículos de Nicolás Casullo, Ricardo Forster, Alejandro Kaufman, Matías Bruera, Marcelo Percia y Eduardo Jozami. Música y filosofía. Artículos de Eugenio Trías, Alberto Sucasas y Fernando Pérez-Borbujo Álvarez.
De saberes, pasiones y memorias. Artículos de Chiara Zamboni y Paul Colilli. Sobre poesía argentina. Territorios de la poesía argentina actual. Artículos de José Fraguas y Juan Lázaro Rearte.
Documento de cultura crítica. Los niveles sucesiRegreso y crítica a los años vos de individuación: 80. Artículos de Luis Ig- vital, psíquico, transinnacio García y Gabriel dividual, de Gilbert Simondon. D. Lerman.
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Entrevista a Mario Buchbinder , por Emilia Cueto
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dre?, ¿revivirá el desamparo originario de ser abandonada por sus padres biológicos?” Ellos se presentan como una familia “disfuncional” dado que los padres están separados luego que X fue adoptada, existiendo de por medio medidas cautelares que impidieron al padre ver y estar con su hija por largo tiempo. Lo que se expulsa de lo simbólico retorna en lo real, al expulsarse la eficacia de la función y recurrir a una justicia injusta, que hace lugar a la demanda de la madre que este hombre se aleje del hogar familiar y que no vea a su hija, este hombre resta melancolizado. Silencio acerca de la conducta de la madre, aunque alguien dice tímidamente que expulsó al marido por capricho y mediante algunos ardides legales logró esa medida cautelar. Se recurre a la ley social cuando la ley simbólica no es suficiente para acotar el goce, una hija es adoptada bajo esta premisa “será aquella que cuidará de la madre en su vejez”, adopción utilitaria, este interjuego entre lo ominoso y lo oculto en la saga familiar. Pacto de silencio acerca de lo ocurrido, ante las preguntas del analista se comienzan a entretejer algunos delgados hilos de una historia plagada de actuaciones, pasajes al acto y de ocultamientos y silencios renegatorios, desde lo importante hasta lo superfluo. ¿Cómo se ejerce la función Nombre del Padre? Dando argumento a esa función, la ejercerá cualquiera que pueda dar argumento al enunciado de la Ley. Luego de algunas entrevistas el padre puede apelar la decisión judicial, que atiende su pedido y anula la medida anterior, estableciendo un régimen de visitas. De ambas ramas de la familia se repiten escenas donde los hombres en tanto padres desaparecen de la escena, ya sea por muertes tempranas, desapariciones y/o separaciones. Fue necesario despejar el sentido coagulado y la fijeza de las posiciones, donde cada miembro de la familia jugaba un papel que sostenía cierta homeostasis familiar con el silencio y la distancia, frente a un real que ya era imposible de renegar, en algunos persisten las renegaciones, en otros aparece el síntoma,
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en otros la inhibición y en algunos de ellos la angustia. Se producen movimientos y reacomodamientos de los tres registros –Real, Simbólico e Imaginario–, frente a ese agujero que anticipa y presentifica esa muerte anunciada y cuando en este caso la ley social reitera lo que una mujer quiere, que es desautorizar la presencia de aquel que podría encarnar la función paterna, apropiándose ella ilegítimamente de su hija. En tanto un analista no intervenga, lo que estaba escrito obliga imperiosamente a la nue va familia a caer en lo que Freud llamaba la cara demoníaca de la repetición. El sujeto repite, una familia repite por no recordar en lugar de elaborar lo traumático. Se puede repetir algo del orden del significante o del orden de la actuación para evitar enfrentarse con la angustia, bisagra entre goce y deseo, con la posibilidad que da su atravesamiento para dar lugar al sostén del deseo de sus miembros. Hay dos modos de repetición: una vía es la dimensión de la repetición significante; la otra, –que se puede tomar como del ámbito de la letra– se corresponde con un punto donde la estructura no alcanza la dimensión del significante, un modo de escritura de lo real por medio de la acción sin que esto signifique un acto. Nos encotramos con algunas modalidades de la repetición: cuando implica la diferencia; cuando en su versión más ena jenante se sitúa en el plano de lo idéntico; o cuando se instala la virulencia de la Wiederholungszwang que deja a los sujetos por fuera del juego amoroso y de la circulación de los dones, recayendo el peso oscuro del mandato superyoico sobre uno o algunos de los miembros de la familia. En este sentido las intervenciones apuntarán a la caída de aquellos goces que acercan a los sujetos a la pulsión de muerte y lo alejan de la pulsión de vida. _______________ 1. Lacan, Jacques: La familia, Rosario, Homo Sapiens, 1977. 2. Lacan, Jacques: Seminario 9 “La identificación”, versión inédita para circulación interna de la Escuela Freudiana de Buenos Aires.
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Familia y repetición
Repetición de familia Escribe
Guillermo Vilela guillermovilela@fibertel.com.ar
“Entreténganse abriendo el libro (sobre astronomía china) de Leopoldo de Saussure; hay así, de vez en cuando, gente genial en esa familia. En él verán que la astronomía china está basada en el juego de los significantes que re-percuten de arriba abajo en la política, la estructura social, la ética, la regulación de los actos más mínimos...”. Palabras de J. Lacan, caídas al margen, en su seminario1
o es difícil pensar que existe una asociación entre la repetición y la familia, clichés familiares, la identificación con el padre, con la madre, con lo que la madre nunca amó en el padre y el sujeto se empeña en ese rasgo rechazado, lo reivindica, busca un reconocimiento. Resistente es, en cambio, aceptar la latencia de otra repetición, ya no de argumentos ni de formas de ser. Otra repetición que, siendo significante, no ancla en argumentos sino en un vacío que resiste la explicación. La frase citada más arriba fue tomada no tanto como indicación teórica de Lacan sino por las resonancias que se abren a partir de ella y que fueron ocasión de un contrapunto clínico. Un rasgo, el rasgo unario llamado aquí Saussure, se repite en forma intermitente bajo el apelativo genial. No hay continuo: esa gente genial, de vez en cuando, vuelve sobre el apellido y justifica que la misma oración se pueda referir a la palabra familia. Sin esa intermitencia no habría familia más que en la fugacidad perdida en el polvo de los astros. La intermitencia hace significado, puntúa, con la introducción del eje paradigmático, de los antepasados, una historia que no llevaría su apellido de no ser así. Para la metonimia infinita, la metáfora es un instante de detención, de sustitución de lo horizontal por lo vertical que repercute de arriba abajo. El tiempo, un tiempo, tiempos de la ley que pautan el ritmo en que la aparición intermitente del rasgo reclama el protagonismo al ruido desordenado de las generaciones, ya que “la realidad más seria, y aún para el hombre… si se considera su papel en el sostenimiento de la metonimia de su deseo, solo puede ser retenida en la metáfora”.2 ¿La repetición es entonces el silencio que ordena en un discurso aquello que se designa como familia? Remontar desde el libro de Leopold de Saussure hacia el antepasado del significante ilumina otro pasaje de otra ¿familia?: otro apellido, omitido más que sustituido que arrastra en su caída el rasgo familiar. En una época en que el ruido de la guerra justificaba la con veniencia de dejar atrás la historia judía, esconderla, un hombre cambia de apellido, pero lo hace obedeciendo a una concepción menos dramática que responde graciosamente al intento de acrecentar sus bienes, hacer carrera sin las trabas de ser judío. Los millones que el gesto le depara no son gratuitos ni siquiera para él, que, pobre, tiene que cuidarse de los viejos amigos, de los que podrían evidenciar que antes no llevaba un apellido aristocrático. Dos generaciones después, un adolescente decide cortarse el
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pene porque Dios le dijo que había dañado a su chica por el tamaño de su órgano. Al grito de “Quiero ser judío”, se practica un corte que encierra la promesa divina de darle otra chica, la misma. La mutilación tiene la forma borrosa y torpe de una circuncisión. Solo (Me) responde, el muchacho, a una pregunta pensada durante los meses que preceden a la entrevista: —Si querías circuncidarte, ¿por qué lo hiciste solo?... ¿Solo? ¿De vez en cuando aparece alguien genial en esa familia? Entre el alemán y el inglés, entre el inglés y el castellano el muchacho no deja de estar sujeto al goce del importante, del abuelo que cambió su apellido por la carrera de los millones. Escucho los ruidos que produce y también la modulación de un argumento que se trama en discurso a partir de la lectura de su corte: —“la chica que desfloré (y que sangró por el tamaño de su pene) era virgen”. Frase rara, palabra no usual, desflorar, para un joven. Pero no tanto para este joven que nunca pudo portar el apellido omitido, a la sazón “Flor Negra”, una especie de Blumenschwartz que retorna traducido. Una Flor Negra brota en el encuentro con el Otro sexo. Una flor (¿extraña?) que florece en la oscuridad de la forclusión, retorna desde lo Real en un deambular alucinado que llega a relatar mucho después de responder a la pregunta. —“Esa chica es real, informa”. El retorno de lo Real aquí no tiene el Saussure de la repetición significante, de nuestro de vez en cuando porque no aparece otro sujeto, no se aloja en él, no hace familia. Una “Flor Negra”, no un sujeto, aparece de vez en cuando para decir que no hay genio, ni gente genial que pueda anudar en un discurso la circuncisión con el apellido cambiado. Tampoco un sujeto que haga de la pasión amorosa una forma de morir que le deba todo al símbolo, que calce lo imposible de la relación sexual con la verdad de lo Real. A falta de poder hablar como un Dios, queda pensar en el muchacho, en un diálogo interior en el que la división subjetiva del analista pueda ser un testigo, un escriba y un otro que sufre por él y que no puede explicitarle lo que sigue: —Me conduelo del desamparo de Dionisos, de su explosión en fragmentos inescrutables para la cámara. —¿Por qué te circuncidaste solo? ¿Por qué no produjiste un texto sobre la astronomía china? —Tenemos aquí tu circuncisión, y falta que te acepte la comunidad. La comunidad que la guerra masacró no está. —El dolor lo siento hoy como repetición del tuyo. —¿Una familia comprada será la solución para hacer honor al Importante de apellido cambiado? Aunque sí puede decirle: —¿La buscamos? Buscamos, con el muchacho cambiado, medicado, golpeado en comisarías, con su mutilación tornada circuncisión. En librerías, en plazas, en la calle del sueño el rasgo genial se nos escapa. Buscamos una transmutación de los valores psíquicos, un silencio que haga de su acto loco, de su corte, un significado de familia. Los no incautos yerran, los no incautos (del inconsciente) yerran, erran, van de aquí para allá sin la esperanza de encontrar. ¿Habrá sido por incauto querer convencerlo de que podemos hallar… esa familia que si no tiene el rasgo genial tiene otro,
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uno, cualquiera pero cualquiera que calme ese dolor? Esa chica Real, tiene algo… —la traigo para que la conozcas—. Tiene algo que hace que alucine una turgencia fálica desmesurada, gigante, que traduce la imposibilidad de hacer cópula entre sujeto y predicado, entre ella y él. El significante fálico, no abre aquí la dimensión del que tiene o no tiene. La teoría psicoanalítica supone en el significante fálico un vacío que condiciona los efectos de significado, siendo él mismo un significante no verbal. El falo como significante, resiste por eso el cambio de lenguas y se propone, en la teoría, como aquel significante que es signo de la latencia de lo reprimido. Un significante éxtimo al discurso del amo que ordena la castración: —¡Cástrence! ¡Castraos! ¡Como yo!... (?). No hay goce todo, solo es posible un humilde objeto. Fuera de discurso, una castración Real, como obediencia automática, rechaza el núcleo de ese pedido porque Dios garantiza una chica, toda una chica. El analista no puede enunciar: Aquí, entre los mortales, tu castración Real, es un desafío. Entendámoslo, me conduelo de lo que sufre Dionisos… pero te pido que vos también. Aunque puede decirle: —Te pido que no te cortes vos solo, te pido que no te cortes solo. —¿Qué ritmo es ese que hacés sobre el sillón? Y escuchar: —cuando estuve internado en... (Otro país) Uno me dijo que no hiciera más ruido. Yo seguí y me pegó una trompada en la cabeza. Entonces, ¿en qué lengua el vacío del significante fálico subsiste, si es que éste en tanto vacío resiste el cambio de lenguas? Un viaje entre lenguas supuso, con él, la posibilidad de leer
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de otra manera la reaparición del apellido y hacer del cambio sustitución. Esa lectura sigue reclamando y acercándose a una escritura que, sin metáfora, sin nueva significación, sería el ruido continuo, sin interrupción, de las voces sin ritmo. Una nueva significación es/fue aquí, recuperar la significación común ante el retorno, de vez en cuando, en cada generación, de la “Flor Negra”. Bibliografía
Davoine, Francoise, La Locura Wittgenstein. Edelp, Buenos Aires, 1992 Didier Weill, Alain, Los tres tiempos de la ley . Homo Sapiens, Rosario, 1997. Pavlovsky, Eduardo, Psicoterapia de grupo en niños y adolescentes. Centro Editor de America Latina, Buenos Aires, 1974. Agamben, Giorgio, Infancia e Historia. Trosman, Nora, Dioniso y Ariadna, el “Devenir de los Hilos” en El Brillo de lo inútil, Letra Viva, Buenos Aires, 2007 Rabinovich, Diana, Sexualidad y Significante, Manantial, Buenos Aires, 1986 Lacan, Jacques, “Los no Incautos Yerran” seminario Inédito.
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1. Los Cuatro Conceptos Fundamentales del Psicoanálisis Clase 12, del 29/4/1964, Pág. 157, Barral Editores, España, 1974. 2. Lacan, J., Suplemento de Escritos, La metáfora del Sujeto, Argot, Barcelona, 1984. ,
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Familia y repetición
La familia. Contraejemplos Escribe
Déborah Fleischer deborahfl
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n el capítulo II de Clínica de las transformaciones familiares1, hablo de contraejemplos. Llamo contraejemplos, a la constitución de familias que no tienen nada que ver, por lo menos manifiestamente, con el modelo que supuestamente han recibido sus integrantes. Los casos que utilizo ponen en juego un problema real ligado a romper ciertos prejuicios y preconceptos, y demostrar su falacia. Es una serie que a mi entender hace vacilar ciertas convicciones. En los casos presentados se observa que no se puede plantear una relación causa-efecto porque, entre causa y efecto están la represión, las resistencias, la responsabilidad del sujeto. Esta afirmación es paralela a la postulada por Freud ya en 1899 cuando decía que entre percepción y conciencia ubicamos el inconsciente, si bien Lacan le dará una vuelta, que expondré al final de este recorrido. Para poner en crisis las soluciones de los críticos de las familias tradicionales, presenté algunos casos en los que parece evidente que hijos del “todo vale” resuelven, llegado el momento, la conveniencia de constituir núcleos familiares formales, pese a las dificultades que esto puede acarrearles. Los su jetos en cuestión intentan posicionarse como padres diferentes al suyo. A la inversa, otros procesos demuestran a los cultores del “todo vale” las dificultades de esta posición, habiendo algún miembro de la familia –en alguno la madre, en otro un hermano– que intenta reordenar las cosas constituyendo una familia formal, así como también se ve al Estado tomando el relevo ahí donde la familia falla. Tenemos una serie donde el “todo vale” no es producto de una asunción libertina, sino de la “fatalidad”. El consultorio del analista es el lugar donde se muestra dónde está la falla, podemos decir de una manera parcial, porque es posible suponer que el “todo vale” como posición decidida podría ser no detectado por los analistas, porque en esos casos no habría consulta. Distintos casos muestran en su diversidad a hijos de familias de las llamadas vulgarmente “no bien constituidas”, que de una manera precaria intentan una posición distinta al modelo identificatorio ofertado por sus padres, que ellos no repiten. Avanzaremos un paso más. En un caso vemos cómo de una familia disuelta surge alguien que intenta conformar una familia distinta. Encontrado el equilibrio que esta familia le da, abandona el análisis. En otro, verificamos cómo en una familia disuelta hay alguien que puede constituir un hogar “tradicional” y el que consulta es el que queda como testigo de esta situación. El tercer caso describe algo que ocurre en los casos en que el Estado toma el relevo de la familia. A continuación constatamos, siguiendo las tramas presentadas, que quien queda de testigo en una situación de estabilización se estabiliza a su vez cuando se aproxima al ideal de un equilibrio posible y se desmorona cuando este ideal no se cumple. En el último caso de esta serie, confirmamos que no se trata únicamente de equilibrios y de desequilibrios, sino que se
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necesita también algo que implique ser aceptado. No se trata sólo de cumplir con ideales sino de entrar en alianzas. El paciente intenta constituir un “hogar normal” pero no puede constituir un grupo de pertenencia. Hiperactúa rasgos de familia “ideal”, copiando los de su hermano, pero es siempre el extranjero. El desequilibrio se produce por no ser aceptado en el grupo al que intenta pertenecer y del que intenta un reconocimiento. En los contraejemplos expuestos hay obsesiones, fobias, histerias. Si tomamos como referencia las enseñanzas de Winnicott, a quien ubico entre los defensores de la familia, diría que en varios de estos casos pudo haber deprivación, llamando deprivación a la idea de que en algún momento la función materna se cumplió y luego el niño se vio privado de ella. Señalará así que un niño deviene normal, si tiene confianza en la madre y el padre actúa sin ningún freno. Si la aportación ambiental es condición necesaria para el advenimiento de un sujeto, en los cuadros de deprivación hubo esa aportación y luego se perdió. El robo es una conducta típica de los niños antisociales al igual que la destructividad y la mentira. Pero si bien en algunos de los casos presentados, desde el punto de la pérdida, esto ocurrió, ninguno de estos pacientes aportó en su análisis datos que permitieran ubicarlos en la infancia como “deprivados”. El consumo de drogas que podría ubicarse como falla en la constitución del objeto transicional acompañaba los síntomas de varios de estos pacientes. En uno de los analizantes, además, el padre era alcohólico y en otro caso la madre lo era, no así el paciente. Otro relato demostró que se trataba de un llamado a la madre. En los pacientes presentados, entonces, no se detectaron indicadores centrales de deprivación, aún en los casos donde hubo separación y ruptura del marco que, como sostén, el hogar aporta. En la posguerra, Bowlby hizo aceptar por la Organización Mundial de la Salud el hecho de que una de las causas esenciales de las enfermedades mentales estaba ligada a una falla de los cuidados maternos hacia el niño. Actualmente la OMS promulga una carta internacional de los Derechos del Niño. Ya no es la madre la que cuida al niño, ahora es la Justicia. De la falta de cuidados maternos se pasa a hablar del abuso y maltrato infantil. En relación con el padre, surge en los comités de ética la defensa de esta especie en extinción, al decir de Eric Laurent (1998). Ninguno de los pacientes presentados tuvo un diagnóstico de psicosis, si bien en una discusión clínica al paciente con antecedentes penales se lo calificó como “inclasificable” (psicosis no desencadenada) (Miller y otros, 1999). Hubo discusiones en relación con el diagnóstico. Siguiendo la enseñanza de Lacan, salvo ese caso, que pongo entre paréntesis, del resto afirmo que no son psicóticos, y por ende operó la función del padre. Como se ve hay una diferencia, como indica,2J. A. Miller, entre lo que ocurre y lo que ya había ocurrido anteriormente, que podemos leer en la perspectiva de un desanudamiento, puesto que ningún marco discursivo preestablecido proporciona al su jeto un apoyo para la distribución de lugares y funciones. Sin duda, lo social produce nuevos discursos que suponen cierto modo de guía, pero la reconstitución del nudo corresponde en gran medida al trabajo del sujeto, con los dispositi vos de que dispone, o sea, principalmente los que correspon-
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den a su elaboración. Al final, lo que Lacan coloca en el lugar mismo donde más tarde reconocerá la ausencia de relación sexual como principio de la contingencia analítica, de la contingencia del inconsciente, lo que coloca en ese lugar es al sujeto como indeterminado. Se puede decir que, a partir del Seminario 11 es la indeterminación –aquí la negación queda afirmada– la que le resultará indispensable para fundamentar el sujeto del inconsciente. Es preciso decir que partió de un sujeto de la determinación sintáctica y que tuvo que sustituirlo por el sujeto como indeterminado para cernir los datos elementales de la experiencia. Entonces, como lo expresa Lacan, este sujeto es un sujeto que, a la vez, se incluye en la combinatoria y al mismo tiempo se sustrae a ella porque sólo hace la función de falta. El punto de partida de Lacan era ir hacia el significado determinado por el significante –esta es la demostración de la “Instancia de la letra”–. Por el contrario, en su última enseñanza, lo que cuenta en la experiencia analítica no es que el significado está determinado, es que el sentido se fuga. Kierkegaard usó Gjientagelse en lugar del término repetición , porque le pareció que no se trataba de una mera repetición, del hábito que se repite día a día igual, o mucho peor todavía, de lo que se va desgastando día a día. Se trata más bien de la reintegración, de la recuperación.3 Lacan en el capítulo I del seminario 11, anteriormente citado, intenta presentar una doble postulación que, por un lado, mantiene la exigencia de la determinación, de la necesidad, de la repetición, pero que, por otro lado, subraya la orientación hacia lo evasivo y, digamos, hacia la contingencia aunque esta palabra no aparezca como tal.
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Entonces, los contraejemplos permiten, en esta época, donde se pone en cuestión la totalidad, hacer un listado extenso y variado de estilos de vida. Entre la postura conservadora de que la solución de los problemas familiares es un retorno a la lealtad y la autoridad, y la creencia progresista en el cambio de las costumbres como ampliación de la felicidad, existe la realidad de las disonancias efectivas. Estos estilos rompen con la idea de esencia. Hay, entonces, familias esencialmente diversas. Esta diversidad permite al psicoanálisis interpretar los distintos discursos sobre la familia, y romper al mismo tiempo con el anhelo academicista de las clasificaciones, clasificaciones en las que el términotransformaciones corre el riesgo de perder su valor y quedar subsumido en una clasificación ampliada, que agregaría simplemente esa tercera variante, tema que los contraejemplos intentan cuestionar. Las transformaciones le ponen un nombre a la diversidad e intentan, en última instancia, romper con el ideal cientificista de la relación unívoca causa-efecto. El determinismo conduce a pensar en términos de relaciones causales clasificables. Las premisas universalizantes dejan de lado acontecimientos en la vida de cada sujeto, la responsabilidad, la elección, que, de ser tenidas en cuenta, permiten tomar desde el psicoanálisis una perspectiva ética, que pone en juego el deseo. ____________ 1. Deborah Fleischer. Clínica de las transformaciones familiares. Grama 2003, reedición 2004, Buenos Aires 2. J. A. Miller. La orientación lacaniana.13 de febrero 2008. Blog de la AMP 3. A. Cuervo: “La repetición en Kierkegaard” en Alcances y actualidad del concepto de compulsión. Su relación con las adicciones. Deborah Fleischer compiladora. Grama 2007
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Familia y repetición
La familia y las repeticiones Escribe
Alba Flesler albafl
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mada y odiada pero nunca indiferente, la estructura familiar ha pasado por diversas épocas históricas con diferente prensa. Los creyentes la enaltecieron como sagrada, los revolucionarios la devaluaron como burguesa, pero ella subsiste como proyecto y anhelo. Hasta comunidades que antes la rechazaban reclaman actualmente legitimidad para fundarla según una tradición prescribe: matrimonio legal e hijos. ¿Por qué la familia, disímil pero idéntica, se resiste a desaparecer? ¿Cuál es su eficacia? La familia parece montar su prestigiosa persistencia sobre un dato de estructura. Ofrece al su jeto, más allá de variantes y estilo, la consolidación de un elemento tan humano como necesario: lo heim, casa y morada de lo familiar. Dotada de ese beneficio, la pertenencia a la familia otorga al viviente capacidad para reconocerse y de ese modo resguardase del siniestro exilio que lo acecha desde el nacimiento. Tal vez porque la existencia humana se engendra al descubrir que somos los únicos seres vivos testigos de nuestra propia condición mortal. La vida, al hacerse humana, ha invertido sus términos, ha-
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ciendo de la segunda muerte la primera. Hecho constatable desde el origen, pues el cachorro humano sucumbiría sin un intérprete de sus necesidades primordiales. Para el caso vale recordar a Spitz y sus amplias observaciones sobre el marasmo que acontece ante la falta del amor y el deseo del Otro. El sujeto que se constituye en el campo del Otro, no existe sólo por el hecho de nacer, en todo caso, nace realmente cuando existe para un Otro. Seguramente, esa virtud propia de “lo familiar” es la que da cabida y pregnancia a la función de la familia y torna tan difícil y doloroso, como refiere Freud, el trámite de desasimiento de la autoridad de los padres. Sobre todo, en casos extremos, cuando no se ofrecen ciertas condiciones de reno vación y las funciones familiares mantienen una vigencia estanca de una generación a otra, cerrando en un círculo atemporal toda epokhé o discontinuidad. En las redes de la repetición se teje una trama sin intervalo que le niega al sujeto el acceso a la historia. Quienes atendemos niños y los recibimos en nuestros consultorios como psicoanalistas, reconocemos la dificultad que ocasiona ubicar en su justo término la función de la familia. Plagada de sentido, su concepción en psicoanálisis ha enhebrado expresiones confusas hasta engendrar un verdadero malentendido en la telaraña de las especialidades. Posiciones ad versas se dirimen en discusiones respecto del lugar de los padres en el análisis de un niño, entre recibir o no a los padres, atender sólo al niño o no hacerlo. En torno a la familia el debate se ha extendido hasta nuestros días. Es cierto que, creado para adultos neuróticos, el psicoanálisis se vio enfrentado, al recibir al niño, con una problemática real. El niño no habla de sexo y muerte como lo hace un adulto. Pero, entre el rechazo por lo que no se ajusta al marco ya consabido, y los esfuerzos de asimilación, el acto analítico osciló en el sube-y-baja de la impotencia y la omnipotencia. O el niño es responsable de sus actos y se lo debe atender como a un adulto, o los padres han de serlo y se ha procedido a psicoanalizarlos. A mi entender, el debate gira sobre sí mismo a falta de un concepto clave para la práctica. Me refiero al concepto de los tiempos del sujeto1. Al dirigirse al sujeto como su verdadero ob jeto, el psicoanálisis ha realizado una delimitación de su campo de pertinencia, produciendo una divisoria de aguas entre su práctica y la de las psicoterapias. No es lo mismo atender al niño y a sus padres apuntando al sujeto, que hacer del niño un objeto de la especialidad en la teoría psicoanalítica. Pero ese sujeto, sujeto de la estructura, se engendra en tiempos que de ningún modo son reductibles a los tiempos cronológicos. De un modo harto sintético, diré que ellos han de considerarse como tiempos topológicos, tiempos de discontinuidades de lo Real, de lo Simbólico y de lo Imaginario, que abrevan en tres dimensiones del tiempo. Serán los tiempos de las sucesiones simbólicas, de las reversibilidades imaginarias y los tiempos de irrupción o persistencia de lo real, los que determinen los tiempos del sujeto de la estructura. Asimismo, es menester recordar que cada uno de estos tiempos, lejos de ser espontáneos, realizan su curso en operaciones dependientes de una dialéctica inicialmente jugada entre el sujeto y el Otro real que ha de recrearse para cada tiempo de la infancia. La eficacia de la realización o no de esas operaciones, se podrá
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leer más allá de la infancia, como tiempos incumplidos de la estructura permitiéndonos entender por qué muchos adultos no establecen neurosis de transferencia ni ofrecen producciones del inconsciente, revelando que los tiempos del sujeto siguen un orden necesario pero contingente. Alejados a su vez de un progreso evolutivo, los tiempos del sujeto conllevan, no obstante, un sentido progresivo, guardando estrecha relación con los enlaces y redistribuciones del goce, del amor y del deseo de los padres para cada uno de ellos. A mi entender, dirigirse al sujeto considerando sus tiempos, releva a la práctica del psicoanálisis, de un recurso simplificador e ineficaz basado en variaciones técnicas. Los analistas podemos atender al niño, a los padres, o a las familias, siempre y cuando apuntemos al sujeto. Desde esa perspectiva, de la mano de una temporalidad topológica, ¿cómo enlazar el concepto de repetición en psicoanálisis a la dimensión familiar?
Del mismo modo, en lo Imaginario, es constatable la presencia obturante del objeto cuando el narcisismo muestra su rostro persistente e inmóvil. En ese caso, la mirada no hace juego. En su obra teatral “El despertar de la primavera” , Frank Wedekind relata poéticamente el desenlace trágico anticipado por una madre que miraba a su hija sólo como niña sin admitirla como señorita. Es notable cómo la fijeza del objeto imprime su sello a la imagen del cuerpo. No menos estragos derivan de la presencia del goce sin chance de renovarse en lo Real. El pasaje del objeto del cuerpo del Otro al cuerpo del partenaire, ganancia de ese tiempo conclusivo que es la pubertad, depende de un hecho insoslayable y necesario: que el objeto recree su alternancia en la repetición sucesiva de una diferencia. Freud llamó, a esta operación, lo “insustituible eficaz”, abrevando otra distinción: la repetición de lo no idéntico, repetición de lo Simbólico, y la repetición de lo mismo, repetición de lo Real2. La repetición de lo Simbólico responde a la insistencia significante, el significante que se va sustituyendo por otros significantes. Su ejemplo más cabal es el síntoma, repetición que cesa, de escribirse. Debe diferenciarse de la repetición de lo mismo. Vigencia, goce actual, que no se sustituye. Según mi experiencia, esta distinción entre repeticiones, arroja claridad a esa expresión de Lacan: “el síntoma del niño se trouve en place de répondre, se halla en el lugar de responder a lo que hay de sintomático en la estructura familiar”, 3 Cita que puebla con frecuencia los textos sobre psicoanálisis de niños. Sin otorgar mayores detalles sobre qué entender por pareja familiar, Lacan no deja de mencionar a la madre y su fantasma y al padre en su función legisladora, distinguiendo luego entre un niño que responde con su síntoma y otro que realiza la presencia del objeto en el fantasma materno. Dicho en otros términos, Lacan diferencia la capacidad del síntoma del niño como respuesta del sujeto, de la incapacidad para responder. A su vez, subraya en cambio, la consecuencia de ese impedimento para el niño: realizar la presencia del objeto en el fantasma materno. En definitiva, según esa distinción, a veces hay realización y otras veces respuesta. El síntoma como respuesta es una repetición de lo simbólico que incluye la diferencia, cifra y porta el trazo como respuesta del sujeto. Por el contrario, cuando el síntoma está ausente, estamos ante la realización de la presencia del ob jeto. Repetición sin diferencia, lo mismo vuelve al mismo lugar, repetición de lo real. Lo heim puede devenir destino trágico cuando la continuidad de un goce familiar impide recrear en cada generación la experiencia como propia. En los tiempos de Freud, las impotencias del pater familia, retornaban en presentaciones clásicas muy diferentes a las de nuestra época. El discurso de la represión victoriana ofrecía sus variantes del retorno de lo reprimido como síntomas histéricos, producto del inconsciente. Nuestros días, herederos de la imagen desfalleciente y humillada del padre de la era industrial, tan bien retratado por Claudel en su Trilogía, enfrenta los efectos, más que del padre de la ley, del padre impotente del goce y sus versiones en nuestra clínica actual. ¿Será por eso que a nuestros jóvenes les cuesta tanto armar una familia propia? ______________
En 1920, en “Más allá del principio del placer”, Freud reinterrogó su teoría abordando desde una nueva perspectiva el concepto de repetición, colocándolo bajo un doble sesgo. Uno de ellos abrevó el costado demoníaco, como compulsión a la repetición. Para describirlo, Freud apela al Triebhaf, término de vieja raigambre en la literatura del siglo XVIII para expresar la cualidad irreflexiva y persistente de lo compulsivo. Por otra parte, en ese mismo texto propone considerar la repetición como operación de sustitución, ligada a la transferencia. Lacan, a su vez, con dos términos, tomados de Aristóteles: automaton y tyche, hace distinciones entre una repetición ligada a lo serial, lógica de los significantes, y otra referida al encuentro con lo real. Encuentro con lo real que resulta siempre fallido, dystychia, desencuentro. Estamos en 1964, años antes de la escritura nodal. Pero ¿qué pasó luego con el concepto de repetición? Parece interesante su consideración a la luz de los últimos seminarios, cuando el sujeto no es sólo lo que un significante representa para otro significante, sujeto de lo simbólico, sino sujeto de la estructura. El sujeto de la estructura no es sólo su jeto del significante, es Real, Simbólico e Imaginario anudados. Esto equivale a decir que el sujeto está constituido por lo Real de los goces, por lo Simbólico dependiente del significante y por lo Imaginario del cuerpo. También, que el anudamiento de los tres permite colocar en el entrecruzamiento, con eficacia en cada uno de los tres, al objeto a, que es el objeto causa de deseo, pero también, presencia de goce que Lacan llama plus de gozar. Lacan escribe el objeto a en el entrecruzamiento de los tres registros sin aclarar si es el objeto causa de deseo o si es el objeto plus de gozar. Sin embargo, la distinción tiene eficacia y consecuencias sobre cada uno de los registros. Específicamente y respecto del tema que nos interesa, cuando el objeto perdura, como plus de gozar, ofrece variantes de las repeticiones en cada uno de los registros. La clave del tiempo se asienta en una discontinuidad o recreación de una alternancia del objeto, eficaz como falta de goce que causa el deseo y brinda oportunidad para alcanzar un nuevo goce. En el intervalo se abre la dimensión temporal en cada uno de los tres registros. Por ejemplo, en lo Simbólico: el significante con que un niño fue nombrado puede funcionar como significante pero también puede coagular semánticamente. ¿De qué depende? De la alternancia del objeto. Cuando la voz, como objeto, tapona 1. Flesler, Alba: El niño en análisis y el lugar de los padres , Buenos Aires, Paidós, 2007. el agujero de lo Simbólico, el significante pierde su capacidad 2. Vegh, Isidoro: Hacia una clínica de lo real, Buenos Aires, Paidós, 1998. de sustitución y se coagula el juego significante. En su lugar, 3. Lacan, Jacques: “Deux notes pour l’enfant”, in Ornicar ? Revue du Champ reina el superyó, simbólico sin agujerear. Freudien n° 37 - avril-juin 1986 - P. 13-14 Las repeticiones en la familia.
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Familia y repetición
La pieza de la cadena. Familia y transmisión Escribe
Eva Rotenberg
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G
raciela adoptó un niño al casarse. Sentía tanto rencor hacia sus padres que no quiso tener un hijo biológico para no transmitirle la patología mental a través de los genes. Esto lo pudo relatar años después, en la consulta por su hijo, con diagnóstico de “esquizofrenia”.
Si bien no se puede no transmitir ya que somos un eslabón en la cadena de las generaciones, somos parte de un árbol genealógico, entonces una perspectiva es pensar la transmisión transgeneracional como un proceso inevitable en la familia, construido entre generaciones, esta sería la transmisión trófica. Pero hay que diferenciarla de la transmisión de la patología, de lo traumático, a esto me referiré en este trabajo. Nos preguntamos, ¿Cómo comprender la patología de ciertos sujetos si su propia vida no estuvo marcada mayormente, por ningún trauma grave? ¿No sería necesario especialmente en estos casos, tener en cuenta cómo han afectado los traumas de las generaciones anteriores? Pero entonces habría que pensar ¿a tra vés de qué mecanismos se efectúa la transmisión? Ante todo creo que debemos diferenciar la transmisión transgeneracional de la repetición, aclarando que la repetición nunca es “de lo mismo”. La transmisión es un complejo mecanismo psíquico (que incluye más de un psiquismo), construido “entre” las generaciones. La repetición es uno de los modos de la transmisión, otros que podemos nombrar, son la identificación, identificación con el ideal del Yo de los padres, introyección, incorporación, la resistencia al cambio versus la posibilidad de la aceptación de lo nuevo, sublimación, sometimiento del Yo a los mandatos familiares y otros que no son excluyentes entre sí, es más, todos ellos podrían funcionar en una misma temporalidad. Habría otro modo de transmisión de “lo mudo” , que desarrollo en este trabajo, y tiene que ver con los efectos del trauma. Freud, si bien parte del trauma y lo retoma al final de su obra en “Análisis terminable e interminable”, se vuelca a la creación psíquica, orientando su búsqueda hacia la sexualidad, el conflicto psíquico y a las representaciones sustitutivas que ha producido. Freud teoriza fundamentalmente acerca de los mecanismos psíquicos de las neurosis. Para él, son las representaciones rechazadas las que dan cuenta de los síntomas. En “Recuerdo, repetición y elaboración” (1914), menciona por primera vez en “La compulsión a la repetición”, un aspecto especial de la resistencia, es decir, la tendencia del paciente a repetir una experiencia pasada con un acto, en vez de recordarla. Los terapeutas familiares sabemos que la repetición puede darse también en la generación siguiente, es decir en los hijos o en los nietos. Siempre hay una “necesidad no pensada” de transmitir o depositar en otro lo que el aparato psíquico no puede contener ni transformar. Entonces, los hijos incorporan no sólo los ideales y valores de los padres, sino también ese quantum de afecto no procesado que debe ser ligado de alguna manera. Abraham, Torok, Kaës desarrollaron los conceptos de fantasma y cripta, Faimberg desarrolló el concepto de telescopaje para dar cuenta de este mecanismo de transmisión. En Argentina, Jorge García Badaracco desarrolló una teoría para trabajar los efectos de las interdependencias patógenas en la familia y especialmente en el llamado “el enfermo”; Isidoro Berenstein escribió sobre
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la ¨transmisión de los significados¨. En los casos de traumas, donde ya no estamos en el conflicto neurótico, puede suceder que haya ausencia de representación cuando el trauma ha sido muy violento. En estos casos, el afecto, la angustia, la mayor parte de las veces, no está desplazado sobre una representación sustitutiva sino que está enlazada al trauma que la engendró. La representación no está rechazada, como en la neurosis, sino que la pérdida de sentido del sujeto provocada por el trauma ha impedido que se construyera la representación sustitutiva. De este modo, el trauma afecta al Yo que queda escindido y así, también puede afectar directamente la posibilidad de representación. Cuando se escinde el Yo, la parte que quedó muda, insiste. Considero entonces, que podemos pensar a la escisión del Yo como uno de los mecanismos de defensa que darían cuenta del fenómeno de la “transmisión de las dimensiones de lo negativo”, por la ausencia emocional reiterada de los objetos primarios afectados por el trauma, que se producen como efecto de lo no elaborado. Estas ausencias en “personas presentes”, se explicarían por la escisión del Yo que dejan aspectos de la persona enlazados a lo traumático, el niño no puede dar cuenta ni puede poner en palabras, la presencia-ausencia, la sensación de vacío afectivo. Por lo tanto, no lo puede pensar. Los traumas de las generaciones anteriores también pueden afectar la capacidad de representación de los hijos, produciendo efectos sobre el pensamiento, la concentración y generar núcleos autistas de diferente intensidad, teniendo por consecuencia una dificultad o una ausencia de metaforización y simbolización que tiene efectos sobre toda la vida libidinal de sus niños. La mente es organizadora de lo percibido y también organizada por las percepciones. Sabemos que el yo puede “defensivamente” alterar la percepciones de la realidad, desmentirlas, depositar en otro o bien puede entrar en un estado confusional cuando no encuentra solución a un estado de angustia extrema. Estas teorías acerca de la transmisión intentan dar cuenta de cómo hijos de padres neuróticos podían enfermar sin haber vi vido ellos mismos experiencias que justificaran la patología que manifestaban. Explicando así que no solo se despliegan hechos traumáticos infantiles sino que también se puede ser portador de fantasmas parentales que generan climas emocionales y vivenciales durante todo el crecimiento de los hijos, que acuerdan con lo mudo que insiste y no tiene representación palabra, por el sujeto. Hay que aclarar que cada vida es singular y en las repeticiones o afectaciones siempre está lo diferente. En la insistencia de la repetición siempre está la posibilidad del quiebre de esta repetición que permite que surja lo nuevo y lo creativo. En la patología mental llamada “grave”, vemos que las interdependencias padres-hijos son patógenas y una de las variables a pensar sería la manifestación de la transmisión transgeneracional de lo no elaborado de los padres, vehiculizando lo traumático, que muchas veces impide el devenir pulsional normal del hijo, que no puede desarrollar sus recursos internos sanos por efecto de ser el portador del fantasma parental. Lo interesante es que el proceso de transmisión no se funda únicamente en quién transmite y qué se transmite, sino que se encuentra sustentado en los modos en que el receptor recibe el legado de la transmisión, si podrá metabolizarla y hacerla suya o no, como también ver qué novedad puede introducir en ella, cuánto toma y cuánto desecha. La transmisión resulta así un proceso construido entre las generaciones. La experiencia clínica demuestra que hechos ocurridos en un tiempo anterior al nacimiento de un sujeto, con historias que apa-
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rentemente no le pertenecen, se revelan con frecuencia constitutivas de su psiquismo. Es decir, aquello que en los padres no ha podido encontrar su inscripción psíquica, su figuración imaginaria, corre el riesgo de hacer retorno sobre otro, reproduciendo sin comprender. Cuanto más intensas y duras son las resistencias, más severas son las carencias de recursos yoicos verdaderos para enfrentar tanto el mundo externo como el mundo interno, probablemente por ser el portador de fantasmas mudos. Comprendiendo que gran parte de la conflictiva del paciente le son inabordables por la palabra, precisamente, debido a esa carencia de recursos yoicos para enfrentar y elaborar una historia no vivida. La carencia de recursos yoicos se debe en parte a que ha sido afectado su aparato de pensamiento y esto continúa en forma de agente patógeno hasta que puede ser pensado con otros. Concordando con las ideas de J. García Badaracco, vemos que el estudio de las defensas narcisistas nos ha llevado a descubrir cada vez más claramente que este tipo de componente narcisista como resistencia al proceso psicoanalítico es más bien una forma patológica portadora de la carga de la relación primitiva con los objetos primarios y una forma de identificación primaria con aspectos patológicos de los padres. Siendo los propios estados emocionales y mentales de los padres los que condicionan su disponibilidad, su capacidad de transformar las ansiedades del hijo, cuando se transmite un fantasma, esto producirá en gran parte, una influencia patógena, según el grado de desarrollo y la madurez psicológica y emocional alcanzados por ellos. A su vez, los padres estarán condicionados, en cierto modo, a la posibilidad de haber metabolizado traumas heredados o propios y sublimarlos en un desarrollo saludable. Pero, la persistencia de estos factores de repetición conducirá a la acumulación de carencias de desarrollo yoico que a su vez generarán más frustración y sadismo, empobreciendo nuevamente al Yo. El sujeto se constituye con otros. Por ejemplo, el niño no solo puede ser depositario sino que generalmente, a través del pensamiento omnipotente infantil, vive haciéndose cargo de modo patológico, viviendo como propios, los efectos de los objetos parentales y las formas de manejo yoicos por los conflictos de los padres, incorporando o identificándose entonces con los aspectos patológicos de los progenitores. Creemos, como dice G. Badaracco, que se hace más comprensible que al concepto de resistencia desarrollado originalmente por Freud haya que agregar el de dificultades por carencias de recursos yoicos; y yo agrego, por haber sido afectado “el aparato de representación” por interdependencias patógenas portadoras de una carga afectiva sin representación y mientras más potentes sean estas cargas, más se transforman en resistencias aparentemente insuperables. Consideramos que las deficiencias o alteraciones del Yo, a las que aludió Freud en “Análisis terminable e interminable”, pueden relacionarse con el concepto de “carencia de desarrollo de recursos yoicos” del Dr. Badaracco y con un resto relativo al efecto de la transmisión de lo no elaborado en las familias, que se juega siempre en tiempo presente.
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Bibliografía Aulagnier, P.: “Construirse un pasado”. Psicoanálisis APdeBA. XIII. 3. 1991 La violencia de la interpretación. Del pictograma al enunciado. Amorrortu Ed., 1975. Deleuze y otros Ensayos sobre biopolítica, Paidos. Faimberg, H.: “El telescopage de las generaciones”. Transmisión de la vida psíquica entre generaciones. A. E., 1985. Freud,S.: (1983): Sobre el mecanismo psíquico de los fenómenos histéricos. Comunicación preliminar. A. E., III. (1913): Tótem y tabú. A. E., XIII. (1914): Introducción al narcisismo. A. E., XIV. (1920): Más allá del principio de placer. A. E., XVIII. (1923): El yo y el ello. A. E., XIX. (1926): Inhibición síntoma y angustia. A. E., XX (1937): Construcciones en psicoanálisis. A. E., XXIII. (1939): Moisés y la religión monoteísta. A. E., XXIII. García Badaracco, Jorge. Psicoanálisis multifamiliar: los otros en nosotros y el descubrimiento del si mismo. Buenos Aires: Paidós, 2000. 332 p. ISBN: 950-12-4228-5. (Psicología Profunda) García Badaracco, Jorge. “Duelo y melancolía” 80 años después, Revista de Psicoanálisis. -- Vol:53, N°:1 (1996). -- Buenos Aires: Asociación Psicoanalítica Argentina, 1996 ISBN: 0034-8740. -p. 39-52. Tema del número:
García Badaracco, Jorge. La identificación y sus vicisitudes en la psicosis. La importancia del concepto “objeto enloquecedor” Gomel, S. Las tres generaciones en la constitución subjetiva, ficha Kaes, R y otros.: “Transmisión de la vida psíquica entre generaciones”. A.E. 1985 Marucco, N. (1980). “Introducción de lo siniestro en el yo”. Revista de Psicoanálisis. Asociación Psicoanalítica Argentina. Tomo XXXVII, 2. Cura analítica y transferencia . Amorrortu editores, (1999). Rotenberg Eva. Representar lo heredado, ficha Presentada en el Congreso de San Francisco Rotenberg, Eva Hijos difíciles-Padres desorientados, Padres difíciles-Hijos Desorientados, Lugar ed.
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Familia y repetición
Cifra familiar y traza propia Escribe
Miriam Mazover [email protected]
a familia posee una función civilizadora, en tanto introduce al cachorro humano en el orden de la cultura, esa en particular, donde le tocará constituirse como sujeto. Se hace entonces –por suerte, en la mayoría de los casos– transmisora de la lengua, también del lenguaje; dos de los grandes hitos constitutivos y estructurantes de la condición humana de los que el niño gradualmente se apropiará. Este universo simbólico encuentra su marco en una adquisición fundante: la ley, “esa invariable a la que están sujetas las cosas, reguladora de los derechos y los deberes mutuos” tal como la define el diccionario. Ella se erigirá entonces como el artificio princeps necesario e irremplazable para garantizar la pertenencia a la civilización, y como decíamos al comienzo la familia, como primera institución del sujeto, es su principal transmisora*. Los psicoanalistas sabemos, en principio y privilegiadamente por nuestros propios análisis, y también por todos aquellos que conducimos en nuestra práctica, la valía que poseen estas “grandes trazas fundantes”. Sin embargo, saber de su alcance no nos hace olvidar, ni mucho menos dejar de escuchar, sus límites. Ni de percibir sus riesgos ¿Qué queremos decir con esto? Que tal como ocurre con las grandes potencias, la familia contiene lo mejor, y por esto mismo, la plena capacidad de hacer surgir lo peor. ¡Cuánta ambivalencia notamos en las naciones: se ansía depender de las grandes potencias por los beneficios que aportan y a la vez quedar al margen de sus peligros, o viceversa! Ocurre que las verdades de estructura son altamente sensibles de ser captadas. Cada familia posee, y esto ocurre con alta frecuencia (sin que por ello se deje de cumplir con las funciones antedichas), la capacidad de tejer en el entramado generacional que le compete una “pieza de caracteres” (sic) cuya hechura es contraria a la de la palabra: es fija (porque no desliza), es silenciosa (porque no se la escucha), es silenciada (porque muchas veces ni
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siquiera se sabe que se la sabe, o porque, como muchas otras, se la eleva a la categoría del secreto, que no es lo mismo que secretear). Una obra teatral que los actores ignoran estar representando, con papeles, rasgos, o destinos fijos, como asignados de antemano, que se transmiten y repiten a lo largo de la cadena filiatoria. En lo real esta pieza, al decir de Freud, le es a la familia a la vez lo más familiar y lo más extraño. Rueda sigilosa desafiando al tiempo y a la distancia, por eso puede pasar de generación en generación, también de un territorio a otro, y entonces ocurre aquello que tantas veces solemos escuchar de quien observa de afuera el “fenómeno”: “es increíble como se repite la historia en esta familia”. Decimos los psicoanalistas: la historia no deja de repetirse. En ciertas oportunidades, por una contingencia y/o por varias determinaciones de otra índole, esta pieza indescifrada se desplomará sobre un miembro particular de la familia, sin que esto le haga obstáculo para seguir su giro. De hecho se comprueba la mayoría de las veces que sigue en carrera, si bien con una intensidad menor a la que poseía antes de haberse abatido sobre el individuo en cuestión. Ese que a partir de allí será “el loco de la familia”, “la desgracia de la familia”, “el suicida de la familia”, “el psicópata de la familia”, “el estafador de la familia”, “el que nunca puede levantar cabeza dentro de la familia”, etc. Y es de gran importancia señalar que con estos sismos los otros miembros no se salvan de la encriptada cifra del destino familiar, de su papel asignado, de la repetición familiar; sólo existe, y no en todos los casos, un aminoramiento –si es que ocurre– de la fuerza con la que dicha cifra impacta sobre los otros integrantes del linaje. No vale lo de chivo expiatorio: ninguno queda expiado, libre, de la historia familiar, que retorna siempre al mismo lugar. Mientras esto es lo que va ocurriendo en lo cotidiano familiar, las palabras no dejan de discurrir normalmente entre los miembros de la familia, sólo que a decir verdad, están muertas, porque “esa intacta mismidad” que rueda y rueda aborta aquello que la palabra plena posibilita: instaurar esa pequeña diferencia que nos categorizará como sujetos, nada más ni nada menos. La palabra plena es aquella que descompleta el Sentido del Otro. Aquí equiparamos sentido del Otro con “esa mismidad” que caracteriza la cifra del destino. Descompletarla implica la posibilidad de producir allí un equívoco, ese que representará al sujeto. Lo que caracteriza a un sujeto es no ser igual a sí mismo, porque las significaciones deslizan. Descompletar el sentido del Otro nos ubica en el orden de la traza, que siempre será re-escritura. Recordemos aquello que destacábamos al comienzo, acerca del valor fundante y estructurante que como función le cabe a la familia; estamos aquí deteniéndonos sobre esta otra potencia que también le corresponde, sin categorizarla de ningún modo en el terreno de las intencionalidades concientes ni perversas. Existen familias perversas, pero no nos referimos a ellas en este artículo. Muy por el contrario, hablamos de las familias en general, las “mejores familias”, como tantas veces escuchamos decir. Y contra un escaso número de casos relativamente felices, la enorme mayoría de las familias, tal como las conocemos, posee estos puntos oscuros. Como sea, sorprende siempre la increíble potestad de la familia de regimentar estas tramas tan limitantes o bien directamente mortíferas para el su jeto –a la par de sus muchas bendiciones–. Los psicoanalistas tenemos la convicción, fuerte y genuina
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por haber surgido de la experiencia clínica del análisis, de que un sujeto se constituye como tal cuando ejerce no sólo el derecho, sino a su vez la obligación que lo asiste, en el sentido ético del término, de firmar su obra de puño y letra. Es decir, encontrar, y vivir de acuerdo con su propia, única e irrepetible traza personal, aún dentro de una subjetividad limitada por las determinaciones de su familia de origen y otras pertenencias a su cultura. Sin que por esto –todo lo contrario– deje de adeudar a sus Otros familiares el inmenso hecho de haberle posibilitado ingresar como un miembro más de la civilización. A los psicoanalistas nos toca entonces, también lo sabemos, una responsabilidad enorme: ayudar desde nuestra posición de analista, en nuestros consultorios y por qué no, fuera de ellos, en ámbitos comunitarios donde nuestra labor resulte pertinente, a quienes a través de su psicopatología –de muy diverso grado y también de muy diversa índole– están dando señales del atolladero en el que se encuentran. Inhibidos de marcar en la vida un surco con traza propia, contornean otro, el de la psicopatología que portan, esa misma que no hace otra cosa que hacer pervivir la cifra del “destino familiar”. Si nos referimos recién a la responsabilidad que como psicoanalistas nos cabe, recordemos en este punto la estricta advertencia que nos legara Freud: hasta que esta traza se configure, no olvidemos que la persona no cuenta más que con este cifrado, que si bien es indigno porque le acarrea un sufrimiento de más, lo hace ser parte de la cadena. Hasta que no pueda o no termine de decidirse a escriturar su traza “no nos apuremos a curar”. Es fundamental hacer una diferenciación entre “el desplome” que muchas veces acaece sobre un solo miembro de la familia que quedará, entonces, aplastado por el Sentido del Otro, con
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aquellas personas que pueden dibujarle una muesca a este sentido del Otro haciendo una psicopatología. Si bien rápidamente advertimos que el precio que pagan es caro (más caro cuanto más grave sea la psicopatología de que se trate) no podemos dejar de señalar a esta última como una creación del sujeto, aunque ella siga representando la dramática miseria familiar; sólo que,tal como ocurre con todas las creaciones, éstas recién se convalidan como tales cuando hay otro (en este caso el analista) que se dispone a leerlas. La lectura que un analista oferta, –no sin su presencia– apuntará al desciframiento de la “pieza”, a su análisis renglón por renglón. Es una lectura que va produciendo sujeto en el mismo acto que se realiza, porque siempre el lector se convierte en autor de aquello que lee, aunque en un principio la obra la escribieran Otros. El analista mantendrá su apuesta sostenido desde su deseo de analista. Advino tal, reiterémoslo, porque hizo su propia experiencia de vaciar un cifrado y contornearlo con su traza, obteniendo para sí una ganancia inconmensurable, que termina de serlo, en el sentido más propio del término, por su alcance benefactor hacia sus propios hijos. También resulta indudable que en la puesta en marcha de su deseo de analista pone a jugar de una manera privilegiada su propia deuda con el psicoanálisis, ámbito que le posibilitó re-escribir su propia dramática. Nacer de la cifra familiar con traza propia. _____________ *
Estas transmisiones implican operatorias que no desarrollaremos en el presente trabajo y que son las que no logran efectivizarse en alguna s patologías mentales graves, como lo es por ejemplo el autismo.
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Familia y repetición
La búsqueda “cientíca” de la familia Escribe
Clelia Conde [email protected]
on variados los lugares en las doctrinas freudiana y lacaniana donde se hace referencia a la importancia, para la constitución del trauma, del malentendido entre los padres. El malentendido, el no ver en lo que se escucha, es aquello que no permite que haya equívoco. El malentendido es la forma en que el neurótico rechaza la alteridad radical del otro, para permanecer en la ignorancia. Sabemos que para que haya repetición es necesario que haya represión, y la represión primordial es lo que constituye un no sabido, que impide que el saber sea totalizable. Hay una necesidad en el sujeto de poder escuchar en ese malentendido, el equívoco para que se constituyan dos versiones de lo dicho. De esta manera el análisis hará surgir los significantes coagulados de la novela familiar. La separación del sujeto, su aparición, será el efecto de la caída de ese saber constituido. La existencia de esas dos versiones en la vida de cada sujeto es vital, en el fuerte sentido de lo que permite vivir y también ha sido fundamental, en el sentido del empuje a la complejización de la vida psíquica, en el desarrollo y la posibilidad de la civilización. Siguiendo la historia de la civilización J. J. Bachofen nos dice que, sea de manera real o constituido retroactivamente como mito, existe una primera fase preparatoria de la entrada de la ley en la sociedad, un momento cero de la organización constituido por el matriarcado, que solo más tarde es reemplazada y sustituida, a la manera de lo reprimido, por el patriarcado. En esta organización la sucesión esta dada por la línea de las mujeres. A la manera de las muñecas rusas, toda la sucesión es reductible a cero, ya que no entra la diferencia y la organización se caracteriza justamente por una falta en relación a la historia. Es sobre la base de la existencia de ese poder femenino primordial que el mito de Tótem y Tabú toma su fuerza, ya que la creación de un padre, un tercero a la serie de las mujeres, es necesario para tomar sobre sí el goce de todas las madres. La serie de las mujeres representaban el peligro de lo que se reproduce y se metonimiza al infinito. Es a partir de esta operación de asesinato del padre que habrá entonces mujeres prohibidas y mujeres permitidas con las que se armará la organización social, llamada patriarcado, en la cual lo fundamental son las leyes de intercambio, es decir la salida de la endogamia. También, si partimos de la historia grecorromana hallaremos que los lugares para el padre y la madre son radicalmente diferenciados, aunque la búsqueda de la diferencia sea aún imaginaria. Los romanos, por ejemplo, tenían una concepción bien diferenciada de los aspectos maternos y paternos. Así, si un niño había sido engendrado pero su padre moría en la guerra, el estado mismo se ocupaba de cumplir los requisitos de su presencia en relación a la alimentación, no solo cubría el porcentaje que correspondía a la alimentación del niño aún en el vientre de la madre (Yan Thomas), sino que representaba al padre en el acto de nacimiento cumpliendo con el rito de colocarlo sobre las rodillas como aceptación de su entrada en el mundo social. Había una puntillosa legislación acerca de los casos en que el “in venter”, era considerado sujeto de derecho y atado a la lógica sucesoria aunque su padre estuviese efectivamente muerto al momento de su nacimiento. Si bien hoy estamos lejos de las diatribas de Cooper en cuan-
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to a la necesidad de la muerte de la familia, para librar al niño de los roles preestablecidos, y retornarle a la manera rousseaniana todas las posibilidades de su ser en potencia, tampoco estamos en los albores del patriarcado, con la creencia en un padre que oficia de garante y a la manera del amo nos libra del goce y sus tentaciones. Lacan anuncia la declinación del nombre del padre y nos permite preguntarnos cuáles son hoy las presentaciones de lo familiar. Sabemos que el psicoanálisis, como de diversas maneras lo ha sugerido Freud y lo ha sostenido Lacan, no está para decir como deben ser las cosas sino para la lectura de la presentación del su jeto en cada época. Esta lectura es necesaria como contrapartida de la moralización del sujeto con la que se rechazan los diversos saberes a favor de una Verdad. El ideal de la ciencia busca la unificación de los diversos discursos tanto a nivel interno como en sus efectos sobre la sociedad. Es así que propugna la búsqueda de una complementariedad imposible a nivel de los sexos. El psicoanálisis sostiene su real ahí: no hay complementariedad posible entre el hombre y la mujer. No hay relación sexual significa que padre y madre son significantes y por lo tanto no hay proporción posible. Actualmente la ciencia ha tomado un rol pedagógico y totalizante. No se limitan los descubrimientos a su área de aplicación específica sino que rápidamente son trasvasados, antes aún de su completa comprobación, a producir mayor eficiencia en el comportamiento. Esta cuestión de la rapidez es fundamental ya que no da tiempo a la retroacción ni a la elaboración, si se descubre el gen de la timidez, cinco segundos más tarde se aplicará para la mejora de las conductas de relación, por ejemplo en el ámbito la empresa. La homogeneización es un concepto fundamental del post capitalismo reconocible bajo su forma política: la globalización. Este ideal de homogeneidad, al barrer las diferencias, se extiende a la noción de familia y a sus formas de relación, sobre todo en lo que concierne a la educación. Se escuchará desde la psicología hacer permanente referencia a la necesidad de que los padres no presenten fisuras ante los hijos y a que los chicos no escuchen ni peleas ni desacuerdos. De tal forma, el síntoma producido en los niños será un síntoma no enraizado en la historia familiar. Se tratará más de fenómenos que rompan la homogeneidad de una armonía fijada por los ideales científicos del momento. Son síntomas de un orden regresivo, como la inhibición, la disociación o el insomnio, que crean un vacío en lo que se pretende una completud. Este ideal estará entonces más cercano del mimetismo, operación fallida de la identificación, que de ese malentendido traumático, que hace posible la represión y el retorno de lo reprimido. Sabemos que pese a los intentos moralizantes, los padres presentarán fallas en cuanto a este mandato de mantener un discurso único, pero sin embargo, actuarán culposamente en cuanto la diferencia entre ambos se manifieste, ignorando que es justamente esa distancia la que posibilita la salida de la enajenación para el niño. Hoy día los padres se presentan con la demanda de “¿qué le vamos a decir?” en lugar de un “qué le voy a decir”, por ejemplo respecto de la separación, respecto de la adopción, respecto de la ovodonación, respecto de su cambio de sexo. Y ese “qué le vamos a decir”, supone un horizonte de una verdad única, porque esa pregunta solo puede contestarse con “Le vamos a decir la verdad”, ignorando que la verdad, en todo caso, será lo que ese sujeto construya, con las vueltas de su repetición, a lo largo de su propio camino.
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Por Emilia Cueto
ENTREVISTA A NORBERTO
RABINOVICH
De Masotta a Letrafonía Siendo muy joven y a través de Héctor Yankelevich conoció a Oscar Masotta, ¿qué signó para usted ese encuentro?
En una mirada retrospectiva, puedo decir que ese encuentro fue decisivo para mí. El interés previo que tenía por el psicoanálisis, a partir de conocer a Oscar, tomó una dimensión nue va que sostuve a lo largo de mi vida. Es muy difícil explicar la calidad y el estilo que tenía Oscar para trasmitir su amor por el psicoanálisis y la profundidad de su pensamiento. Sin lugar a dudas, su enseñanza marcó a fuego a sucesivas generaciones de psicoanalistas, aunque no lo hayan conocido personalmente ni leído sus textos. Habiendo participado del acta fundacional de la Escuela Freudiana de Buenos Aires, en 1994 decide alejarse de la institución, ¿qué lo llevó a tomar esa resolución?
El disparador de mi renuncia tuvo que ver con el problema de la nominación de analistas. Había llegado a la conclusión que las nominaciones efectuadas dentro de la institución, cuidaban, en primer lugar, los intereses institucionales y corporativos de sus socios, y eso iba a contramano de los intereses del desarrollo de la práctica analítica. Propuse entonces un dispositivo de nominación “extra-institucional” que no tomara en consideración las necesidades de cada grupo y las vicisitudes de la inserción institucional del postulante y se concentrara en evaluar exclusivamente el testimonio de su análisis personal. Pero esta propuesta no era conveniente a los intereses políticos de la Escuela, particularmente de las jerarquías establecidas. Darme cuenta de eso, fue la gota que rebalsó el vaso. Y renuncié. De todas maneras, hay que reconocer que ninguna institución, por lo menos de las que conocemos hasta ahora, está en condiciones de producir nominaciones que no recorran los circuitos jerárquicos tradicionales. La propuesta del pase de Lacan, a mi juicio, no es compatible con la naturaleza de las instituciones que pretenden implementarla. En fin, es un tema complejo y aún no resuelto. ¿Este distanciamiento tuvo incidencia en su forma de pensar la teoría y la clínica lacaniana o fue a la inversa?
Las dos cosas. Cierta manera de comprender el psicoanálisis me condujo a interrogar el tema de la formación del analista, lo cual desencadenó mi alejamiento de la Escuela. Pero a su vez, el camino más solitario que emprendí me ayudó mucho a profundizar en la línea que ya estaba recorriendo desde antes. A partir de los estudios que usted formuló en torno al Nombre del Padre, ¿qué diferencias introduce respecto de las lecturas más habituales que se realizan de este concepto?
Su pregunta está bien formulada y prefiero recalcar la sutileza que contiene. Efectivamente yo introduzco marcadas diferencias con las lecturas más habituales o consagradas de otros lacanianos, pero no creo que me aleje en nada sustancial de lo que propone Lacan. Muchos colegas me dijeron que lo que yo proponía, era diferente de lo que había elaborado Lacan, y yo les respondía siempre, que me sentiría muy satisfecho de ha42
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ber inventado una teoría tan… como decir, tan profunda y rigurosa de la función paterna, como esa. Lamentablemente, en ese caso, mi tarea sólo consistió en rescatar de la maleza con que habían sido recubiertos por sus discípulos, los principios directrices de la perspectiva de Lacan respecto a la problemática del padre. Pero no me resulta fácil resumir en pocas líneas en qué reside la diferencia entre las lecturas más habituales y la de Lacan. De todas maneras, puedo subrayar algunas cuestiones. En primer lugar, ellas reproducen en la terminología de Lacan las mismas articulaciones que hizo Freud. ¿Cómo entendió Freud la cuestión del padre? Que la ley paterna era necesaria para poner freno a la demanda pulsional. Freud ubicaba de un lado al Ello y del otro lado al superyó. La función de la ley se soporta en el superyó. En cuanto al yo, se encuentra sometido a dos exigencias opuestas: la del goce pulsional y la del padre prohibidor. Este modelo teórico dice que el superyó es la encarnación de la ley, el yo pretende cumplir con la ley y el Ello está fuera de la ley. ¿Qué partido toma el análisis en este conflicto del sujeto con la ley? La respuesta de Freud fue clara: se trata de liberar al yo de su sometimiento al despotismo del superyó, en consecuencia, ampliar la capacidad de goce pulsional, incluyendo particularmente su satisfacción sublimada. La sentencia freudiana dice: “Allí donde estaba el Ello, el sujeto debe advenir”. Pero entonces uno puede preguntarle: Profesor ¿qué sucedería, en el límite de la experiencia analítica, respecto a la relación del sujeto a la ley? ¿El sujeto quedaría exclusi vamente a merced de las pulsiones, liberado de toda ley? No –respondería Freud apesadumbrado– el análisis no puede llegar nunca hasta el final y lo más que podemos hacer es que el superyó sea más tolerante. Lacan introduce una modificación en este esquema, pues afirma que el pivote de la función de la ley, no está en el superyó, sino en el inconsciente. Ese pivote es lo que denomina, entre otras formas, el significante del Nombre del Padre. He aquí la novedad que pasó desapercibida a la mayoría de sus discípulos: que la incorporación de la ley del padre a nivel del sujeto se inscribe en el corazón del inconsciente, en el campo de lo reprimido que es el campo de la Verdad, donde, para colmo, confraterniza con las pulsiones. Esto permite comprender las cosas de modo diferente. Avanzar en el análisis en dirección al inconsciente, implica un desujetamiento de la ley moral pero no un desujetamiento de la ley en general, porque el inconsciente responde a otra ley, la ley del significante, la ley del equívoco. La sentencia lacaniana, sería algo así como: allí donde estaba la Verdad, el sujeto debe advenir. El esfuerzo que hice en mi libro El Nombre del Padre, fue el de demostrar que para hablar de la ley en Lacan, es preciso distinguir esas dos funciones: la ley del mandamiento de la palabra y la ley del equívoco del significante. Sin esta distinción el análisis tiende a caer por la pendiente moral del acotamiento del goce que pulsa desde el inconsciente. En El Nombre del Padre toma una cita del seminario 17 ( De un discurso que no fuese semblante) –cuya traducción le pertenece–, en la cual Lacan refiere que el lugar que Freud le otorga al padre en
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HOSPITAL J. T. BORDA SERVICIO EMERGENCIAS III – DR. ALFREDO OSUNA
CURSOS 2º CUATRIMESTRE 2008
“Escucha e intervenciones en la práctica hospitalaria” Directores: Lic. Diego Luparello, Lic. Lionel Klimkiewicz Fecha de inicio: 09/09/08 - Fecha de finalización: 25/11/08 Días y horarios: Martes de 11 a 13 hs.
“Una introducción a Lacan” Director: Lic. Lionel Klimkiewicz Fecha de inicio: 11/09/08 - Fecha de finalización: 21/11/08 Días y horarios: Jueves de 10.30 a 12.30 hs. Lugar de actividades: Aula del Servicio Emergencias III Informes e inscripción: Servicio de docencia e investigación del hospital
CURSO NO ARANCELADO SE ENTREGAN CERTIFICADOS DEL DTO. DE CAPACITACION DEL G.C.B.A.
su teorización, –más específicamente el párrafo alude a Tótem y Tabú–, es un producto de la neurosis freudiana. ¿Se podría rastrear algo de la neurosis de Lacan en sus desarrollos sobre el Nombre del Padre?
Ese párrafo que menciona, si mal no recuerdo, dice que Freud, como buen neurótico, “salva al padre”. El padre que salva es el superyó, el que nos protege de la castración. La misma cosa que venia diciendo. Lo más neurótico que encuentro en Lacan, relativo a su teoría de la función paterna, es su confesado temor a decirlo, su decisión de haber renunciado a desarrollar el seminario de Los Nombres del Padre, su necesidad de disfrazar sus ideas, incluso ante sus seguidores. Es algo que aún no termino de entender bien, aunque tengo algunas conjeturas al respecto. Biógrafos y estudiosos de la obra lacaniana –por ejemplo E. Roudinesco– refieren que la importancia conferida por Lacan al concepto Nombre del Padre estaría dada –entre otros factores– por el nacimiento de su hija Judith, producto de su relación con Sylvia Maklès-Bataille, quien portaría ese apellido hasta 1964. Según sus consideraciones ¿qué de esta situación puede haber incidido en los desarrollos de Lacan?
Yo no creo que una circunstancia como esa, pueda explicar demasiado acerca de la génesis del concepto lacaniano del Nombre del Padre. En el mejor de los casos pudo haber funcionado como la manzana que Newton vio caer del árbol. Son eventos de todos los días pero que en cierto momento se les revelaron como constatación de algo que venía elucubrando durante años con fórmulas, experimentos, etc. A mi juicio, el asunto de Judith tiene que ver con un capítulo de la vida de Lacan que sería de mucho interés investigar, y es el de su transferencia con George Bataille. En “La interpretación analítica”, publicado en Letrafonía marca la diferencia entre interpretación por el significado e interpretación a la letra, situando que en definitiva será esta la que irá horadando la transferencia. ¿Qué sucede en aquellos casos donde la dificultad se presenta en la instalación de un Otro del saber?
El caso princeps donde no se instala esa transferencia es la psicosis, pero también en otras muchas circunstancias. Por regla general, diría que salvo en los casos de psicosis, el primer paso es favorecer el desarrollo de la transferencia, pero hay muchas formas de hacerlo cuando el consultante se defiende de la transferencia, como decía Safouan. Es importante que el analista, cuando se ofrece como garante del Sujeto Supuesto Saber, dé claras señales de que lo que ofrece como saber es saber leer en el texto del sujeto y no que es adivino o dueño de la verdad. Esto permite atemperar el temor a la transferencia y facilita la depositación de la confianza en el analista. La versión completa de esta entrevista en www.elsigma.com
Norberto G. Rabinovich es Lic. en Psicología (UBA). Miembro Fundador de la Escuela Freudiana de Buenos Aires e integrante de la misma hasta 1994. Desde el año 1996 dicta anualmente un seminario en Buenos Aires y desde 2002 enseña y transmite el psicoanálisis en Santiago de Chile. Desde el año 2004 es miembro de Letrafonía. Autor de: El Nombre del Padre. Articulación entre la letra la ley y el goce. Editorial Homo Sapiens, Rosario, Argentina1998 y 2005; El inconsciente lacaniano. Editorial Archivo, Bs. As 2004 (próxima reedición en Letra Viva); Lagrimas de lo real . Editorial Homo Sapiens, Rosario, Arg. 2007.
Librería psicoanalítica desde 1967 Av. Coronel Díaz 1837, Buenos Aires. Tel. 4825-9034 [email protected] / www.letraviva.elsigma.com
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EL PSICOANALISTA LECTOR
Pablo Peusner [http://elpsicoanalistalector.blogspot.com]
Autorreferencias Acerca de Clínica y lógica de la autorreferencia. Cantor, Gödel, Turing , de Gabriel Lombardi, Letra Viva, Buenos Aires, 2008 n ocasiones, mi trabajo de editor me coloca en una situación privilegiada: la de ser el primer lector de un libro que aún no existe pero que, tarde o temprano, existirá. Se trata de aquellos casos en que los proyectos editoriales surgen de tesis universitarias, las que presentan un formato demasiado “duro” como para ser publicadas sin modificaciones, exigiendo un trabajo conjunto del autor y el editor para con vertirla en un libro. Este fue el caso del libro de Gabriel Lombardi que lleva por título Clínica y lógica de la autorre ferencia - Cantor, Gödel, Turing, que Letra Viva publicara en mayo de este año y que, según considero, está destinado a convertirse en un clásico para estudiar el problema que él mismo inaugura: la autorreferencia en sus dos niveles, el de la aplicación del significante al sujeto ( A1) y el de las auto-aplicaciones del significante sobre sí mismo ( A2). En principio, este libro no se contenta con un reordenamiento de citas más o menos conocidas y de problemas más o menos abordados. Al contrario: su enfoque parte de la noción de autorreferencia, la que se convertirá en el eje de todo el recorrido. La confesión de Schreber (“todo lo que sucede está referido a mí”), la de Freud (“una continua corriente de autorreferencia recorre mi pensar”), el carácter “egoísta” del sueño, la autorreferencia como el síntoma principal de la paranoia en la psiquiatría del siglo XIX, servirán para caracterizar el primer modo de la autorreferencia, a la que Lombardi caracteriza como “de sentido impropio”. Ante estos fenómenos, frecuentemente confundidos con manifestaciones de tipo narcisistas, el autor nos advierte de una precisión en su diagnóstico, puesto que se trata de “la referencia del signo al sujeto, lo que resulta diferente de la idea de que el sujeto refiere concientemente las cosas a sí mismo”. Quizás el presidente Schreber sea aquí la me jor y más precisa fuente para ubicar este tipo de fenómenos, en los que “por alguna razón es el lenguaje mismo quien parece referir todo al sujeto”. Aquí, entonces, el lenguaje habla del sujeto –más allá de la posición de este último, quien incluso puede llegar a no advertirlo– favoreciendo el desarrollo de una clínica de la certeza subjetiva que Lombardi no duda en calificar de “precaria”. Y así es como toda la apuesta de la obra se dirige a mostrar “la prodigiosa fecundidad lógica y clínica de la distinción entre diferentes formas de autorreferencia en sentido propio: cuando el signo se aplica a sí mismo”. Aquí el autor aclara que esta forma de la referencia es menos explícita y que en psicoanálisis sólo ha sido estudiada por Jacques Lacan (está incluida en la definición lacaniana del acto, o en la definición circular del significante, entre otras). No obstante, existe una abundante bibliografía sobre el tema en otros campos teóricos, como la lógica matemática o la lingüística. Hay sin embargo un punto en común: la autorreferencia es ineliminable, aún de la matemática y de la lógica. Este punto es el que justifica el extenso recorrido que Lombardi realiza por la obra de Cantor, Gödel y Turing, autores notables que estudiaron las autoaplica-
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ciones paradójicas del lenguaje y pagaron con grandes crisis subjetivas el precio de la producción de una nueva ciencia. El recorrido es riguroso pero está planteado de modo tal que el lector no padece las páginas sino que, por el contrario, al recorrerlas podrá sentirse partícipe de una aventura (“tragicómica”, por ejemplo, en el caso de Turing) cuyo final coincide con el fundamento lógico de toda la informática actual: la creación de un lenguaje automatizado, libre de autorreferencias negativas y sin capacidad de elección. A lo largo de esta obra, Lombardi traza una ruta: Jacques Lacan llegó al campo de la autorreferencia en sentido impropio por considerarla el síntoma central de la psicosis, pero no fue sino hasta realizar una lectura profunda de los resultados de la lógica matemática que llegó al problema de las autoaplicaciones del lenguaje sobre sí mismo. Hay un párrafo que condensa los valores de este hallazgo, párrafo que prefiero citar y no parafrasear, ya que presenta explícitamente las propuestas de articulación que sostienen al libro todo: “el sujeto emerge de una definición circular, el inconsciente es saber fuera del Otro, la transferencia materializa el muro del lenguaje en el encuentro con el analista, la repetición deja de ser automática cuando el ser hablante elige, la pulsión resulta de la inconsistencia del Otro, el acto es empleo autoaplicativo no paradójico del lenguaje, el síntoma es saber sobre sí mismo, la intervención analítica diagonaliza el sistema del significante”. La experiencia de lectura del texto es muy beneficiosa ya que, además del acceso a la tesis presentada, podríamos decir que produce “efectos secundarios” sobre el lector: lo ilumina en una vuelta a la reflexión acerca del porqué no hay metalenguaje, lo acompaña en una revisión de la noción de significante que se torna circular, lo asiste a despejar de todo imaginario a la noción lacaniana de acto, le renueva los ejes para la lectura y el diagnóstico de los fenómenos de la psicosis, le permite actualizar la noción de repetición y resituar el valor de la autorreferencia en la interpretación psicoanalítica, entre tantas otras cosas... El libro cierra algunos problemas que surgen de la exposición de la tesis y que, esperamos, motiven al autor a proseguir con sus reflexiones sobre un tema tan rico en psicoanálisis. Finalmente, una profusa bibliografía que incluye referencias al psicoanálisis, a la filosofía, a la literatura, a la lógica y a la matemática, orientan al lector interesado para embarcarse en la aventura de seguir leyendo, ya que como acostumbramos a escribir en estas páginas, liber enim, librum aperit... [email protected]
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Problemas y cotroversias en el psicoanálisis
La clase media: política y saber Escribe
Juan Bautista Ritvo juanritvo@fibertel.com.ar
s curioso comprobar cómo acabamos naturalizando todos los hechos. ¿Quién podría imaginarse tiempo atrás que la Sociedad Rural, emblema tradicional de la ganadería terrateniente que fue el soporte de la llamada oligarquía, presidiría un acto con banderas rojas y espectadores que llegaban al cuarto de millón, mientras un acto oficial, con CGT, Partido Justicialista, intendentes del Gran Buenos Aires, organizaciones piqueteras y la Juventud Peronista, todo incluido, no llegaría ni a la tercera parte de esa cifra? La derecha periodística, imbuida hasta la náusea de su exaltación de los valores social-liberales: comprensión, respeto al prójimo, buenas maneras, gusto por la sensatez y el sentido del equilibrio en la negociación, los que sólo imperan, como es sabido, a la sombra del poder firmemente establecido, encontró muy “natural” el hecho, a pesar de que ha comprobado mil y una vez las bruscas oscilaciones propias de los sectores medios (“¿habrá madurado el pueblo?”) –a pesar también de que el odio y la irritación se parecían caricaturescamente (¿sólo caricaturescamente?) a los preliminares de lo que en lenguaje antiguo llamaríamos una “desobediencia civil” que, finalmente, se disipó de repente, como tormenta de verano–. El progresismo también sacó de la gaveta el utilaje conceptual cuya eficacia genérica permite explicar rápidamente cualquier cosa, tenga el aspecto y la fuerza que sea. “Fractura del campo popular” (pero, ¿qué campo, si las clases medias están identificadas con los emblemas de los grandes propietarios y la clase obrera, cuando no es movilizada orgánicamente queda tomada cada vez más entre la aquiescencia pasiva y la indiferencia?), “una maniobra destinada a paralizar la lucha incipiente por la redistribución del excedente” (pero, por favor, esa épica está muy gastada y levantar sus depresiones y sus momentos de clímax, el circuito regresivo al cual sucede o sucederá el temple de la trompeta de la victoria, nos sigue hablando en términos de una emancipación cada vez más lejana, sigue ignorando que las masas buscan –contradictoriamente es cierto, pero buscan– a la postre un Buen Amo, lo que hace, en definitiva, que la emancipación abstracta sea cada vez más irrealizable y precisamente por sus defectos internos: intelectuales impotentes que imaginan conducir un sujeto colectivo que no es otra cosa que el reverso del Espíritu Absoluto). Quiero ser claro: siempre defenderé el derecho del Gobierno a reclamar las rentas extraordinarias para sostener el Estado frente a la voracidad de los poderosos, aunque el modo, la oportunidad, y sobre todo la pobre capacidad para captar sus propios límites que muestra este gobierno, haya llevado las cosas a un callejón sin salida. Y también es cierto que las posibilidades de resistencia deben ser potenciadas, pero no a costa del encierro en consignas pobres que sólo confortan las ilusiones. ¿Es posible un análisis más matizado, más dispuesto a calibrar la heterogénea complejidad de la realidad, más advertido de las cuestiones que no sólo no tienen todavía respuestas adecuadas sino que no alcanzan a ser expresadas en interrogaciones claras?
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Digamos: si uno analiza cualitativamente el mapa de las últimas elecciones presidenciales, encuentra las razones para que un conflicto entre intereses agrarios y el Gobierno lleve a las clases medias a la prescindencia crítica; pero para nada a semejante movilización, con cacerolas, gritos, proclamas, con un odio y una irritación constantes. Como siempre, hay un hiato en la explicación; y acudir a las clásicas descripciones peyorativas de la “pequeña burguesía” y sus consabidas “vacilaciones”, en el mejor de los casos se limita a verificar un resultado, no a localizar una causa. ¿Y el odio? Ese odio tan palpable en rumores, chistes, cadenas de bromas y de sarcasmos por mail. Un odio muy peculiar porque se manifestó como odio al odio: como odio contra los que no estaban dispuestos a expresarse en voz baja y con buenos y cordiales modos; odio a los gritos y con maneras poco cordiales. Un odio que, por lo demás, y luego de la derrota del Gobierno en la comedia del Senado (un vicepresidente que dice “Uy, uy, uy…” antes de timoratamente desempatar) ahora vuelve a sobreactuar el reclamo de una paz mezquina: el humor de los que quieren jubilarse de la vida; como si todo se redujera a vivir aspirando los aires de lo que suponemos es Suiza, Heidi y los Alpes incluidos. Si las clases medias no se hubieran movilizado, el episodio quizá no habría pasado a mayores. Es así, pese a los sabihondos, pese a los paranoicos que reducen la historia a un juego de conspiraciones. Esa diferencia entre la situación esperada y la ocurrida, merece que se le busque una explicación que no sea manotazo al manual de turno. Del mismo modo, merece una explicación la gran ausente: la clase obrera. Sin duda algo tiene que ver la decadencia mundial del trabajo asalariado tradicional, en beneficio del que se ha llegado a nombrar como “modo de producción informático”. Pero es una explicación demasiado genérica. Hay factores específicos, de largo y mediano plazo, que convendría tematizar, estableciendo de continuo conexiones con los factores que pesan en las capas medias. Desde luego: el análisis tiene puntos privilegiados, la transformación del peronismo en lopezreguismo en el mandato póstumo de Perón y la catástrofe del Proceso. Pero, ¿podemos evitar lanzarnos sobre las explicaciones genéricas que todos tenemos a mano, esas explicaciones que yo también debo resistirme a exhibir, como cualquier intelectual que se precie de tal en este país de tanta inteligencia “genérica”? Siempre recuerdo una nota periodística rara por su sinceridad, de alguien que evaluó el sorpresivo triunfo de Fujimori en Perú cuando éste le arrebató el triunfo a Vargas Llosa. El autor, tras mostrar los elementos y modos y aspectos de última hora que inclinaron la votación a favor de Fujimori, dijo más o menos lo siguiente: “He explicado lo que ocurrió. Sin embargo, si hubiera ocurrido lo contrario también podría haberlo explicado”. Cuando acontece lo nuevo e imprevisible, nadie está dispuesto a reconocerlo. (Y esta novedad puede ser bien poco salutífera: no convengo en llamar “acontecimiento” a lo que gratifique a la épica progresista, o a la crítica progresista al progresismo.) Lo cierto es que desde los años noventa muchas cosas han cambiado radicalmente en la sociedad global, cambios que no se limitan a la desindustrialización, a la desertificación del trabajo y al avance vertiginoso de las tendencias neoliberales. Para selec-
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Presentaciones de libros FINALES DE ANÁLISIS de Edgardo Feinsilber y Zulema Lagrotta Miércoles 13 de agosto, 21 hs. El panel estará integrado por Alberto Franco; Marta Nardi; Daniel Paola y Diana Voronovsky Presentación y coordinación de la actividad: Blanca Lorenzo en Mayéutica - Pasaje del Carmen 729, Ciudad de Buenos Aires
ESTRUCTURA Y TRANSFERENCIA EN LA SERIE DE LAS NEUROSIS de Isidoro Vegh Jueves 21 de agosto, 20.15 hs, El panel estará integrado por Clara Cruglak, Analía Stepak y Luis Vera. en la Sociedad Argentina de Escritores, Uruguay 1371, Buenos Aires, Argentina
DUELOS EN JUEGO
La función del juego y el trabajo del duelo en la clínica psicoanalítica con bebés y niños con problemas en el desarrollo de
Norma Bruner
Viernes 12 de Septiembre, 20,30 hs El panel de presentadores estará integrado por Silvia Amigo, Elsa Coriat, Alfredo Jerusalinsky, David Laznik y Héctor Yankelevich y coordinado por Pablo Muñoz. en el Museo Roca, Vicente López 2220, Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
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cionar un índice que es a la vez síntoma y causa, advertimos que en esa década terminó el proceso de deslegitimación de la violencia política, que fue acompañado por una transformación inquietante: la naturalización de las formas no políticas de la violencia: violencia corporativa, mafiosa, delictiva.
Si la exclusión social –todo grupo, lo sabemos desde Freud, constituye su “nosotros” mediante la expulsión de “los otros”–, que la Europa democrática exhibe con tanta obscenidad (es oportuno recordar esa postal napolitana de bañistas que toman sol mientras a su lado yacen tapados por toallas los cadáveres de dos niñas gitanas; emblema feroz que nos remite al espantoso sino de los gitanos, que compartieron las cámaras de gas con el pueblo judío), si esta exclusión, digo, no es un triste pri vilegio del Primer Mundo, es porque estamos concernidos por ella y de un modo cada vez más notorio y quizá irreversible: ¿qué decimos cuando decimos “bolita”, “villero”, “tomador de tetra-brik” y otras lindezas? ¿Cómo esta fractura, en algunos aspectos decisivos nueva, incide en los comportamientos políticos que se están gestando en este momento? Conviene recordar aquí lo que dijo Roger Caillois en su prólogo a Instintos y Sociedad, un libro alertado por las con vulsiones europeas de la fatídica década del ‘30 y en el cual muestra esa dualidad propia del orden social que está sometido, de un lado, a “leyes y gravitaciones específicas, y por otro a estremecimientos, a remolinos, a vértigos,...”. Estos últimas son las emociones, las pasiones colectivas que provocan convulsiones, intoxicaciones, residuos que las instituciones y las estructuras precisan elaborar o contrariar para que se pueda construir un orden estable. Queda dicho.
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Los miércoles por la noche, alrededor de Freud La construcción del discurso psicoanalítico a la luz de las actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena de Mauro Vallejo, Letra Viva Editorial, 2008
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artin, el primogénito de Freud, escribió en sus memorias: divertidamente que, en tal o cual aserción, Rosemary Balsam “care“Sabíamos de las reuniones de los miércoles a la noche en la ce de imaginación”, Roudinesco es “pretenciosa” y “[piensa] con un sala del departamento de Berggasse. Oíamos cuando llega- estilo que esconde poco la nostalgia que le embarga”, Gay sostiene ban, pero raras veces los veíamos. La inevitable curiosidad de mu- lo que sostiene “sin demasiadas explicaciones” o la minuciosa Gruchacho me llevó a inspeccionar la disposición de la sala antes que brich–Simitis ignora “la psicología académica de ese entonces”… llegasen los invitados. Junto a cada silla alrededor de la mesa ha- Desde luego, en otros párrafos concuerda entusiasmado con las misbía siempre un cenicero de la colección de papá, algunos de jade mas firmas: es el libro de un intelectual, no de un militante. chino. Comprendí la necesidad de esta multiplicidad de ceniceros ¿Acabaré concluyendo que los analistas debemos delegar comuna noche cuando al volver de un baile miré a la sala de la que aca- pletamente a los buenos historiadores del psicoanálisis, como Maubaban de salir los visitantes. El ambiente estaba todavía cargado de ro Vallejo, la escritura de nuestra historia, la visión de conjunto de humo y me pareció maravilloso que seres humanos pudiesen haber nuestros lazos? No. Los miércoles por la noche... también enseña, vivido allí unas horas y que se pudiese hablar sin inconvenientes quizá sin saberlo, los límites del celo académico de no asomarse en esa humareda. No pude comprender nunca cómo lo soportaba más allá de un corpus y el precio de procurarse emplazamientos papá y menos que le agradase, y sin embargo así era.” Aunque ve- neutros. Es lo que aprendí de las páginas en que Vallejo descalifica raz y conmovedora, a esta descripción le falta lo que nos incumbe: el siguiente juicio de Abraham: “No estoy muy impresionado con el cuaderno de Actas que acompañaba ineludiblemente el cenice- los adeptos vieneses. Él [Freud] está mucho más adelante que los ro de Otto Rank. Lo alarmante es que sus páginas siguen todavía otros. Sadger es un talmudista, interpreta y observa cada regla del desatendidas, disimuladas bajo otros humos que el libro de Mauro Maestro con un rigor de judío ortodoxo. Entre los médicos, el Doc Vallejo intenta explicar y aventar: “¿Por qué fueron olvidadas las tor Federn es quien me dejó la mejor impresión. Stekel es superfiminutas [de los miércoles]? ¿Por qué el discurso psicoanalítico les cial; Adler, unilateral; Wittels, trafica excesivamente con la fraseoha destinado la suerte que nuestra porfía parece objetar?” logía; los otros son insignificantes”. Su respuesta es un hojaldre de muchas capas, amasado con suDistinguiéndose de sus predecesores, Vallejo toma en consideracesivos pliegues y reacio al aplastamiento de una reseña bibliográ- ción que, a la fecha de escribir el veredicto, Abraham había manfica. Como sea, adelantaré que una de las capas más sabrosas es tenido un único contacto con los vieneses, el de la reunión del 18 la de los lazos entre analistas. Lazos que registran, en las Actas, su de diciembre de 1907 (“de ella extrajo Abraham la impresión que partida de nacimiento y la evidencia cómica de sus primeras regu- nos ha llegado a través de la carta a Eitingon, siendo que no pudo laridades. Con éste, como con otros temas igualmente peliagudos, haber arribado a un parecer tal a través de otras fuentes”). Enton Vallejo avanza sin concesiones, jurando por el mandato spinozia- ces, revisando fríamente esas minutas (“los registros conservados no de “no detestar las afecciones y acciones humanas, sino prefe- de dicha reunión abren la posibilidad de someter a cierto cuestiorir conocerlas”, por el llamado foucaultiano de estudiar “prácticas namiento el diagnóstico de Abraham”), Vallejo juzga que el desemreales”, por la voluntad de “dar con rastros fácticos irrecusables” peño de los pobres vieneses no justificaba semejante agravio: luey por la divisa de Ponge de “situarse del lado de las cosas”. Enten- go, esa crítica a los vieneses (que salpica a las Actas) es un mito. diendo que la cosa, el rastro, la práctica y la afección remiten casi ¿En serio? Un analista no estaría tan convencido... excluyentemente a las páginas de las Actas: he ahí su corpus. Y para Menos ceñido a un corpus, no lo desalienta la posibilidad de que conseguirlo, toma impulso desde una situación propicia: al no ser otras fuentes se hayan abierto al visitante de Berlín. Sabiendo que un analista sino un historiador, goza de un emplazamiento extra- permaneció en Viena al menos seis días, ¿vamos a concluir, porque territorial que le deja ver y pronunciar asuntos que los analistas te- no hubo registro documental de esa palabra, que sólo el miércoles nemos restringidos, sea por la venda de ideales profesionales o la por la noche escuchó a los vieneses?, ¿o que cenó solitario incluso mordaza de lealtades institucionales. Esa facilidad, claro está, sue- la noche del 18 de diciembre? Las impurezas de la conjetura y la le provocar cotocircuitos... novela infectan la historia documental. Además, Abraham no concuUn mérito mayor de Los miércoles por la noche... es, justamente, rrió a una reunión cualquiera, entrando inadvertido como observael de evitar la tentación que desacreditó buena parte de la historio- dor extraterritorial. No, el tema de dicha reunión fue elegido expregrafía psicoanalítica: la de jugar impunemente a analizar-a-los-ana- samente para recibirlo en su condición de autor de “La experimenlistas. El último capítulo es, al respecto, ejemplar. La detección de tación de traumas sexuales como una forma de actividad sexual”, que entre las Actas vienesas y lo peor del higienismo y el naciona- artículo de lectura recomendada por Freud el 27 de noviembre. El lismo de su época hubo coincidencias terminológicas e insistencias martes 26, había escrito a Berlín: “De su visita a Viena quiero sacar temáticas, no empuja a Vallejo a denuncias estruendosas (¡Freud es el máximo provecho posible”. Acostumbrado a ser observador parHitler!); sino que lo alienta a un atesoramiento laborioso de con- ticipante en las casas del psicoanálisis, a un analista le cuesta metrastes que lo llevan a la siguiente hipótesis biopolítica: “El racismo nos que al historiador situarse en Abraham y reconocer el desemde Estado edificó un aparato ya conocido, uno de cuyos fines fue peño de la fraternidad vienesa como un desplante. Las Actas mueslidiar con la sexualidad, la salud de su población, la normalización tran únicamente a Federn balbuceando un acuerdo con el artículo de los individuos y la transmisión generacional El saber psicoana- del visitante; el resto no parece haberlo leído y Wittels quiere imlítico, quizá sin saberlo, se disponía desde antes a demostrar que pugnarlo con una frase, desdeñando las siete viñetas clínicas. Es el esos mismos problemas podían ser resueltos prescindiendo de los ninguneo entre analistas en su estado naciente. estrepitosos horrores de la depuración”. Aún así, y por eso mismo, este libro ineludible de Vallejo es un Será por eso que los peores epítetos de este libro de estilo sober- acontecimiento, sus iluminaciones traerán mucha más luz que bio y alzado (nos mantiene despiertos en medio de la densidad in- humo. JORGE B AÑOS ORELLANA formativa) apuntan a otros historiadores, subrayando persuasiva y
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Publicaciones
Mal Estar: Psicoanalisis / Cultura
a política (una palabra que hay que recuperar en lo que habla de los asuntos de la polis, del lazo social) de nuestra revista libro Mal Estar, ha sido y es la de propiciar otras voces, otros ámbitos en el que se den a conocer las articulaciones entre la cultura y el psicoanálisis. No creemos ser como Pierre Menard, ese personaje de Borges que volvía a escribir el Quijote o, mejor aun, reinventar la pólvora. Pero sí suponemos que es posible sostener cierta posibilidad de exploración y producción que pre-
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cisamente –ya que hablamos de Una producción que se planPero esta generalidad lleva a la pólvora– es la chispa que sur- tease alguna aspereza, algún un detalle singular, casi un rege cuando ponemos en marcha hallazgo, alguna chispa. cuerdo infantil: en una colecesa articulación. Si ésta fue la decisión, procu- ción de tapa dura, un cuento Nada de esto se parece a una ramos que el nombre del Pre- de Edgar Allan Poe describía el epopeya ni tampoco tiene que mio, lo que se cifra en el nom- hallazgo, el encuentro del mapa ver con el psicoanálisis aplica- bre, no fuera tan solo una alu- de un tesoro que, como había do y más que aplicado, adosa- sión a un pintor de obra tras- sido escrito con tinta de limón, do, achatado. Allí en donde, por cendente ni tampoco la inclu- solo se podía leer al trasluz, hael contrario, Freud sabría decir sión elíptica del nombre de su ciendo evidente una línea. que su producción dependía del abuelo, Sigmund Freud. Creo que ésta es también la material en cuestión. Nos propusimos que nuestra línea de la revista libro Mal EsEl Maestro plantea así una política se hiciera presente a tra- tar y de la Fundación Proyecto apertura, un movimiento que vés de una condensación. Eso al Sur: colocarse al trasluz como supone entreabrir, llamar la que fue un hallazgo para Freud para hacer aparecer la evidencia atención, trazar una flecha que cuando prestó atención al ma- de un trabajo sostenido. indique una dirección. terial en cuestión, a la materia Y de eso se trata, de la inter Algo de esto decíamos en un onírica y prefirió mal estar: no vención que le toca al psicoanumero especial de nuestra pu- ubicarse en el lugar meramen- nálisis, sin preocuparse por ser blicación dedicado al texto dis- te correcto que hasta podría ser bendecido alternativamente por tinguido con el Premio Lucien más oportunista que inocuo. la academia,la inspiración o –el Freud. Y también planteábamos En un relato así, que habla de peor de los pecados– la autoque propiciar un encuentro no nuestra publicación, no quedan complacencia. implica impulsar el voluntaris- afuera los numerosos encuenBienvenida entonces, la apermo ni las contraseñas de algu- tros que con diferentes temas tura del texto, la lectura de esna parroquia, sino dejar las re- se desarrollaron en lugares cer- tas evidencias. des desplegadas para la oportu- canos y lejanos y que luego fueCarlos Brück- DIRECTOR nidad de una producción. ron editados.
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Textos filosóficos
Dossier Martin Heidegger 3ra época - 51ra parte 1997 - 2008 Compilador: Rogelio Fernández Couto
Lo puramente-brotado como conicto en el centro del Ser Por Martin Heidegger IV Estrofa: el enigma de lo puramente brotado y el origen de la poesía
IV. Un enigma es lo puramente brotado. Incluso al canto apenas le es permitido develarlo. Pues, como te inicies, así permanecerás, por mucho que obren la necesidad y la crianza, lo más, en efecto puede el nacimiento, y el rayo de luz que viene al encuentro del recién nacido. Pero ¿dónde hay alguien que, para permanecer libre toda su vida, sólo el deseo del corazón satisface, así, desde propicia altura, como el Rin? Y, ¿de qué sagrado vientre ha nacido feliz, como aquel? Nuestra interpretación se detuvo al comienzo de la IV estrofa. “Un enigma es lo puramente brotado. Incluso / al canto apenas le es permitido develarlo”. Ya la sonoridad de estos dos versos es algo inhabitual en la conformación lingüística. “Un enigma” –¡cómo se alza esta palabra después de lo anterior!– “es lo puramente brotado” –cómo todo lo anterior, en esta palabra, es desbaratado. “Incluso” –cómo sobresale desnuda al final del verso, en lo abierto. “Al canto apenas” –¡cómo se hermana y asciende!; “le es permitido develarlo”– cómo cae y se extingue en la calma de la discreción. Pero es así cada verso de Hölderlin, cuando lo que buscamos no es una sonoridad onomatopéyica, sino que lo escuchamos desde la plenitud de su verdad; entonces sonido y sentido no están separados. Así como el comienzo de la décima estrofa, “Semidioses pienso yo ahora”, en el centro del decir cuyo plan y aspiración empu jan hacia la claridad, así, el comienzo de la cuarta estrofa expresa todo el espacio de esta poesía. Por consiguiente, todo el esfuerzo desplegado en pos de esta poesía es superfluo, si no nos arries-
gamos al máximo por asegurar –desde la posición ahora alcanzada mediante una interpretación anticipadora– la visión del todo. A modo de ayuda externa, propuse una articulación interna de algunas frases (en §18); ésta ha de conducir la siguiente interpretación, en ella se ha de buscar su plenitud. “Un enigma es lo puramente brotado. Incluso / al canto apenas le es permitido develarlo.” (v.46 s.) Aquí es nombrado algo cuádruple, que se articula en una relación interna: 1° Lo puramente brotado; 2° esto como misterio; 3° el canto, es decir la poesía; 4° ésta como lo apenas-permitido-develar el misterio de lo puramente brotado. Es una indicación de que se trata, en esta poesía, de la “corriente”, a la vez que el decir es entrelazado por la poesía misma. Desarrollamos la verdad poética de ambos versos, en tanto llevamos a cabo nuestra interpretación de los cuatro puntos mencionados. a) Los poderes determinantes del origen y del haber brotado y su enemistad en la esencia de lo puramente-brotado
Es importante que nos aferremos desde el inicio al concepto completo de lo puramente brotado. Este concibe conjuntamente en uno solo: 1° al origen como tal, es decir, aquello desde donde ha brotado lo brotado; 2° lo brotado mismo como lo que ha brotado. En lo puramente brotado, tanto el origen como el haber-brotado deben desplegarse en la limpidez de sus poderes determinantes. Pero, en la medida en que éstos –según su esencia– entran en conflicto consigo mismos, este conflicto debe desplegarse como más puramente hacia la suprema enemistad. Pero, debido a que la enemistad como bienaventuranza1 constituye la unidad de un Ser, esta unidad debe también lograr la suprema pureza, mejor aún: conservarla. Que el origen como tal y el haber-brotado pertenezcan a lo puramente brotado, se pone en evidencia fácilmente desde nuestra poesía, así como desde el pasaje ahora tratado y desde lo que le sigue. Externamente, la I estrofa introductoria antecede a la segunda y a la tercera estrofa. La segunda trata del origen como tal; allí son nombrados los “padres” (v.27), y ciertamente la madre Tierra y el Tronador (Zeus). En la tercera estrofa continúa el decir del río en cuanto lo ya brotado; cuyo Ser es determinado por el ser-roturado
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Y en la profundidad empuña de la orientación inicial. Debido a que, en la inflexión de orientapara vivificarlo ción se opone e impera una contravoluntad respecto a lo brotado, El que todo esparce, ellos creen lo brotado se muestra como no sabiendo adónde ir, y esto no por que desciende el Celestial una mera impotencia, sino gracias al sobrepoder del origen. hacia los muertos y violentamente amanece Esta misma duplicación en origen como tal y lo que-ha-brotado en el desvinculado abismo nombra también el siguiente decir en nuestro pasaje de la IV estroen el que todo es notado. fa. Pero aquí el origen no sólo es en sí, sino que es visto más esencialmente en relación a lo brotado. “Como te inicies, así permaneLos poderes del origen, Tierra-Tronador (nacimiento-rayo de cerás” (v.48). El origen puro no es aquel que simplemente despide [entläßt] de sí otra cosa y la abandona [ überläßt] a sí misma, luz), son los del origen puro y, precisamente por eso son los mesino aquel inicio cuyo poder constantemente salta por encima de nos aislados, si se pudiera creer que se piensa la Tierra aparte de [überspringt] lo brotado, adelantándose [ vor- springend] le sobre- los dioses. Pero la verdad está en la dirección contraria: mientras vive y, así, está presente en la fundación de lo permanente; mas más puros estos poderes, son más esenciales, y esto significa: es no presente como lo que desde antes sólo repercute, sino como lo más necesaria su reciprocidad. Este origen puro es ciertamente el que previamente salta [das Vorausspringende] que es a la vez ini- origen de los semidioses, en cuyo Ser la tensión del arco de su pro venir y su porvenir no lo parten a la mitad, permanecen entremezcio y el fin determinante, es decir una auténtica meta. clados. Efectivamente, también vemos en la humanidad en gene) Conflicto de los poderes del origen puro: nacimiento y rayo ral, un débil destello de la necesaria reciprocidad de nacimiento y rayo de luz. Aunque allí aún queda un mero nacimiento sordo y de luz rígido, un hervidero sin el momento lúcido ni la legislación de lo Por tanto, tal origen, en tanto que abarca previamente todo lo conforme a esencia y lo contrario a esencia. Asimismo el rayo de luz, sin la fuerza apremiante y nuevamente clausurante del nacibrotado, “puede” lo más (v.50 ss.) miento, queda débil y vacío, volátil y fútil. Mientras más puro el origen, es más puro e incondicionado el conflicto de los poderes ... lo más, en efecto, del origen. La originariedad del conflicto es más genuina, mienpuede el nacimiento, tras más se oculta de éste. y el rayo de luz que viene al encuentro del recién nacido. ) Tendencia contraria de necesidad y crianza en el haber–brotado. Esquema de la construcción esencial de lo puramente–brotado Al origen como tal pertenecen: nacimiento y rayo de luz. Nacimiento nombra aquí la proveniencia desde la cerrada oscuridad Pero lo puramente-brotado no se determina solamente desde el del seno, a la “madre Tierra” (II Estrofa, v.25). Recordemos aquí el pasaje de la poesía, en “Germania”, del que salimos y al cual que- origen en sí doblemente orientado, sino también desde el modo remos ir. “La madre… de todo” (v.76) – “la oculta, así llamada por del haber-brotado que permanence. Ciertamente el origen es lo los hombres” (v.77). Ella es la oculta en sentido originario, porque primero en cuanto, sin él, no habría algo brotado ni otra cosa que es el ocultamiento mismo, el ensimismado encierro del seno. Por –en el origen puro– abarque el inicio anticipador, lo venidero. Naeso, esta terrible palabra de Hölderlin acerca de ella, dicha poéti- cimiento y rayo de luz son capaces de “lo más” (v.50), pero “mucamente: ella es la que “porta el abismo” (v.76) (en la edición Re- cho” (v. 49) obran también la necesidad y la crianza . A ellas corresclam, como en Zinkernagel, edición Insel, falta esa palabra que v. ponde todo lo que, en la III estrofa, es pensado con la desviación de la orientación originaria. Hellingrath toma prestada, con razón, de la versión a). En la necesidad hay, cada vez, una presión, una barrera, una inNacimiento significa: el origen en cuanto fundante abismo, pero no es el origen sin más, sino sólo uno de los poderes del origen; el viabilidad y una estrechez, de modo que éstas hacen necesaria una otro es el “rayo de luz” (v. 52). En él impera la contrapuesta orien- decisión o, si no, fuerzan la omisión y, con ella, la evasión hacia tación de la que proviene, en tanto va hacia el recién nacido. El nuevos caminos apremiantes. Lo brotado, en el sentido de haberrayo de luz no quiere decir aquí sólo una luz y claridad cualquie- brotado, dice que tal necesidad existe. La necesidad, vista desde el ra, en oposición a la oscuridad, sino que, como “nacimiento” de la origen, es una casualidad –pero no casual– pues la necesidad, en “madre tierra” en la II estrofa, “rayo de luz” corresponde al “Tro- cuanto urge siempre a lo brotado, crea cada vez un viraje y, con nador”. El rayo de luz es el relámpago. Trueno, relámpago, tor- ello, la determinabilidad para lo que busca sólo-desbordar. La nementa, son para Hölderlin no solo aquello en lo que se anuncia lo cesidad es el fundamento de lo necesario, en la medida en que gedivino, sino en donde se manifiesta la esencia del dios. Cf. carta a neralmente, la entendemos en su esencial copertenencia a lo puramente-brotado. Pero la necesidad no sólo se dirige contra cada Böhlendorff del 4 de Diciembre de 1801 (V, 321). “¡Oh amigo! El mundo está ante mí más luminoso y más serio uno de los poderes del origen, sino siempre contra el origen misque nunca. Me agrada cómo sucede todo, me agrada, como cuan- mo, contra ambos poderes, en la unidad de su propio conflicto. En el haber-brotado obra también la crianza a la vez que la nedo en verano ‘el antiguo y sagrado padre con serena mano, esparcesidad. La crianza se diferencia de la necesidad en cuanto prece desde nubes rojizas, rayos de bendición’. Pues entre todo lo que sión y barrera, en que da forma –efectiva y creadoramente– a una puedo contemplar de Dios, este signo es para mí el preferido.” En el rayo de luz, lo brotado recibe la posibilidad de la mirada domesticación y vinculación internas. La crianza, como también lúcida, es decir, aquella mirada esencial en que la exuberancia de la necesidad, se dirige hacia el origen, pero no urgiendo, como la un gran querer apresura la formación de la figura. Pero una figu- necesidad, sino que precisamente liberando a la sobrevoluntad del ra es tanto una delimitación interna que se sostiene erguida, como origen, insertándola en la ley, y ésta se le hace propiamente famitambién un ingreso en lo oscuro, en donde ella se encierra como la liar como lo suyo propio. La crianza también va en contra de todo el origen. Pero, así como sobrepasante pesantez, mientras que lo oscuro mismo –en la articulación luminosa de la delimitación– no pierde su desvinculación, los poderes del origen son tendencialmente contrarios entre sí, así también lo son necesidad y crianza, en tanto que entendemos la pero la hace notar. (cf. “Los Titanes” IV, 210, v. 68 ss.):
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necesidad como una crianza externa y la crianza, como una necesidad interna; en donde Externo significa lo carente de libertad, lo desvinculado, y lo Interno, lo libre, lo que trae su vinculación. Pero, nacimiento y rayo de luz, necesidad y crianza, siendo en sí tendencialmente opuestos en todo el ser de lo puramente–brotado, confluyen en el conflicto. En esta contratendencia que se entrecruza impera la enemistad originaria, la que, sin embargo, debido a que no hay un mutuo romperse de los antagonismos sino más bien una unicidad originaria, esta enemistad tiene el carácter de una bienaventuranza –‘bienaventuranza del enemigo’ – [> Feind seligkeit<], si nos es permitido asignar a esta palabra este esclerótico sentido de Contra y Mutuo. Encaminados en tal análisis, podemos procurarnos un bosquejo de la construcción esencial de aquello a lo que Hölderlin llama lo puramente-brotado y, en donde el Ser de los semidioses se halla comprendido. El poema “El Rin” piensa poéticamente este Ser: Nacimiento (Geburt)
Rayo de luz ( Lichtstrahl)
Necesidad ( Not)
Crianza ( Zucht)
Pero un “enigma” es lo puramente-brotado. Así llegamos a lo puramente-brotado como misterio. Sin embargo, en el fondo, el carácter de misterio de lo puramente-brotado no es una segunda cosa, sino que lo enigmático pertenece a la esencia interna de lo puramentebrotado. Por tanto, con el esquema (nacimiento-rayo de luz-necesidad-crianza) no podemos adivinar ni explicar, ni queremos explicarlo de antemano, precisamente si queremos comprender este Ser. En el modo corriente de concebir, se confunde como lo mismo conocer y saber, y explicar y comprender. Lo que es explicado vale como algo que se ha hecho comprensible y, por tanto, comprendido. Ocasionalmente se establece una diferencia de grado entre explicar y comprender, y se toma el explicar como el comprender cósicamente lo corpóreo; en cambio, el comprender sería un explicar psicológica y espiritualmente orientado. Por el contrario, yo tomo el comprender como una oposición esencial al explicar, y éste como la necesaria contra-esencia del comprender. Explicar algo quiere decir: devolverlo, restituirlo a lo que nos es claro, es decir, aquí, a lo que nos es asible y manejable. Todo explicar es siempre este recurso del que acostumbramos a depender, con el que contamos directamente y de inmediato, lo que ya conocemos. Por eso, el encontrar una explicación siempre tiene algo de gratificante, en el sentido de apaciguamiento e imperturbabilidad del poseer sin esfuerzo y con buena conducta. Por eso, explicar siempre tiene aquel carácter ofensivo, porque lo explicado devuelve al nivel de lo que es arbitrariamente acostumbrado. (Cf. también la posición de Hegel, Fenomenología del espíritu, p. 1282). Donde algo está explicado, ahí ya no hay nada que entender, es decir, estrictamente hablando, ahí el comprender no tiene sitio ni ciudadanía. El comprender –tomado en su esencia originaria– es propiamente el saber lo inexplicable, no como lo que explicaría esto y, así, lo explicado es descartado, sino que el comprender deja precisamente a lo inexplicable estarse como tal. Por tanto, comprender un enigma no significa adivinarlo 3, sino a la inversa: soltar el enigma como tal para que y a cambio del cual, nosotros no sepamos nada, en el sentido de la cotidiana y calculada disposición. Mientras más originariamente comprendemos, más vasto y desoculto deviene lo inexplicable como tal.
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Recapitulación:
intentamos la interpretación de los dos versos con que comienza la IV estrofa. Su translucimiento crea una vía de luz a través de todo el poema, vía que hemos llamado cuádruple: 1° lo puramente-brotado; 2° esto como misterio; 3° el canto, es decir, la poesía; 4° ésta como lo apenas-permitido-develar el misterio de lo puramente-brotado. En la medida en que ahí lo dicho de la poesía misma se entrelaza en la poesía que habla del “río”, es la poesía del poetizar. 1° Acerca de lo puramente-brotado: es esencial, antes que nada, asir el concepto completo. A él pertenecen: primero, el origen como tal, de donde brota lo brotado; segundo, lo brotado mismo en su haber-brotado. Esta dualidad se impone desde las dos estrofas inmediatamente precedentes. La II estrofa trata del origen como tal, al ser nombrados los padres: madre Tierra y el Tronador (Zeus). La III estrofa dice el río como lo ya brotado, su ser-roturado por la orientación inicial. Esto doble es recogido y reunido nuevamente en la IV estrofa. Origen: “como te inicies, así permanecerás” (v. 48). El inicio salta por encima de lo brotado y, adelantándose, dura más que lo que permanece, lo circunda desde su final y deviene para él, simultáneamente, una meta. Tal origen puede lo más. A él pertenecen nacimiento y rayo de luz. Nacimiento significa: proveniencia de la clausura del seno. Pero éste es sólo uno de los poderes del origen; el otro es el rayo de luz, que no es una claridad cualquiera, sino el relámpago –el dios, la mirada esencial del gran querer devenir-figura. Ambos son recíprocamente necesarios. Pero esto recién es sólo lo Uno de lo puramente-brotado, que puede lo más. Mucho obran también la necesidad y la crianza. Necesidad-presión-inviabilidad, obligan a una decisión o una omisión o una evasión. Actúan contra ambos poderes del origen. La crianza –a diferencia de la presión restrictiva– es la domesticación y vinculación que arranca desde el interior, la familiarización con la ley. Ella también se dirige contra todo el origen. Así como nacimiento y rayo de luz son en sí tendencialmente contrarios, así también necesidad y crianza. De tal modo, impera en lo puramente-brotado una tendencia contraria que se entrecruza, una enemistad originaria que –de acuerdo a una unidad originaria– tiene el carácter de la en-emistad [ Feind-seligkeit]. 2° Acerca del enigma: éste no es explicado en el esquema dibujado del Ser de los semidioses, sino que lo comprenderemos en cuanto soltemos el misterio. Tomamos explicar y comprender como una oposición esencial. Explicar alude a reducir lo corriente a lo que nos es conocido, y allí reordenarlo. Donde algo es explicado, ahí ya no hay nada que comprender, todo parece ya comprendido. Explicar es la contraesencia del comprender. Por lo tanto, comprender el enigma no significa tanto descifrarlo, sino tener firme lo inexplicable y, así, lograr un modo del auténtico saber. *
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El presente texto es un extracto del libro “Los himnos de Hölderlin. «Germania» y «El Rhin»”. Obras completas, tomo 39, que publicará la editorial Biblioteca Internacional Martin Heidegger. Traducción al castellano: Dra. Carolina Merino R.
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1. Feindseligkeit als Seligkeit, un juego de palabras en que Feindseligkeit literalmente sería: la bienaventuranza del enemigo. Nos podríamos remitir al fragmento 53 de Heráclito, que dice la guerra como origen de todas las cosas. N.T. 2. Cuarta edición, p. 136, Hegel, Edición H. Glockner, tomo 2, Stuttgart 1964. 3. Enträtseln, literalmente: des-enigmatizar. N. T.
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