I"ndice
Prólogo
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l. Fundamentos
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de la fe trinitaria
Documentación bíblica . . . . . El acontecimiento de la revelación y el Dios uno y trino Una «revolución en la comprensión del ser» Dios es comunidad . . . . . . Las distintas personas en Dios 2.
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Ser hombre a imagen del Dios trinitario Prueba en contrario: el hombre como «sujeto aislado» . . Una creación que proviene del amor «Trinitarización»: la meta de la creación . La humanación del Dios trinitario . . . .
Título del original alemán:
An den drei-einen Gott glauben. Ein Schlüssel zum Schlüssel zum Verstehen © 20003 by Herder Freiburg im Breisgau
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Traducción: José Pedro Tosaus Abadía Abadía
© 2002 by 2002 by Editorial Sal Terrae Polígono de Raos, Parcela 14-1 39600 Maliaño (Cantabria) Fax: 942 369 201 E-mail:
[email protected] www.salterrae.es
Consecuencias
3.
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Redimidos por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Iglesia como «icono» de la Trinidad El olvidado Espíritu Santo .
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La fe en el Dios uno y trino en diálogo
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Las religiones del mundo y el « princip io trinit ario del d iálog o» . La crítica de la religión, el diagnóstico histórico y la fe en la Trinidad . . . . . . . . . . . .
Con las debidas licencias
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Impreso en España. España . Printed in Spain ISBN: 84-293-1469-5 Depósito Legal: BI-2212-02 Fotocomposición: Sal Terrae - Santander Impresión y encuadernación: Grafo.S.A. - Bilbao
4.
Imagen y desierto . Retrospectiva . . . Imágenes trinitarias « El grano de mostaza » , un mandato de guardar silencio
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Índice onomástico ............................................................... 135
Prólogo «Dios es uno en tres personas»: ¿es obligatorio creer tal cosa? ¿Es preciso creerlo? ¿Se puede creer siquiera? Pero, ante todo: ¿y qué? ¿Para qué sirve una imagen tan incom prensible de Dios, esa fe llamada «trinitaria»? ¿Acaso no cabe darle la razón a Goethe, quien en referencia a su educación religiosa comentaba en una ocasión, en su diálogo con Eckermann (1824): «Yo creía en Dios y en la Naturaleza y en la victoria de lo noble sobre lo malo; pero eso no era suficiente para las almas pías: debía creer también que tres es uno y que uno es tres; esto, sin embargo, repugnaba al sentimiento de verdad de mi alma; tampoco veía que con ello se me ayudara en lo más mínimo»? Aun cuando estas palabras del poeta no corresponden ya al sentir actual del pensamiento y el lenguaje, sí expresan, no obstante, lo que muchos de nuestros contemporáneos quieren decir hoy en día cuando, por ejemplo, piensan o afirman: yo creo en Dios, me complazco en el mund o y espero que un día todo salga bien; ¿a qué viene, entonces, esa absurda e inútil fe en un Dios trino? De hecho, la observación de Goethe encierra dos críticas que hasta hoy se siguen haciendo a la fe trinitaria cristiana. En primer lugar, es contradictoria e incomprensible, una trama ilógica de ideas. En segundo lugar, dicha fe es irrelevante, está alejada de la vida y no tiene consecuencia
Prólogo «Dios es uno en tres personas»: ¿es obligatorio creer tal cosa? ¿Es preciso creerlo? ¿Se puede creer siquiera? Pero, ante todo: ¿y qué? ¿Para qué sirve una imagen tan incom prensible de Dios, esa fe llamada «trinitaria»? ¿Acaso no cabe darle la razón a Goethe, quien en referencia a su educación religiosa comentaba en una ocasión, en su diálogo con Eckermann (1824): «Yo creía en Dios y en la Naturaleza y en la victoria de lo noble sobre lo malo; pero eso no era suficiente para las almas pías: debía creer también que tres es uno y que uno es tres; esto, sin embargo, repugnaba al sentimiento de verdad de mi alma; tampoco veía que con ello se me ayudara en lo más mínimo»? Aun cuando estas palabras del poeta no corresponden ya al sentir actual del pensamiento y el lenguaje, sí expresan, no obstante, lo que muchos de nuestros contemporáneos quieren decir hoy en día cuando, por ejemplo, piensan o afirman: yo creo en Dios, me complazco en el mund o y espero que un día todo salga bien; ¿a qué viene, entonces, esa absurda e inútil fe en un Dios trino? De hecho, la observación de Goethe encierra dos críticas que hasta hoy se siguen haciendo a la fe trinitaria cristiana. En primer lugar, es contradictoria e incomprensible, una trama ilógica de ideas. En segundo lugar, dicha fe es irrelevante, está alejada de la vida y no tiene consecuencia
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alguna. ¿En qué modifica, en realidad, mi vida práctica el que Dios sea simple, triple o céntuple? Totalmente en esta misma línea, Kant había dicho en 1798: «A «A partir partir de la doctrina de la Trinidad no se se puede puede hacer absolutam absolutamente ente nada en el ámbito de lo práctico» Estas dos objeciones críticas han mantenido su vigencia hasta el día de hoy. El pedagogo de la religión Georg Baudler cuenta reacciones de los alumnos ante las clases de Religión en que se aborda este tema; en ellas queda perfectamente clara la completa incomprensión de los jóvenes: «La Trinidad» -escribe Baudler- «aparece «aparece... ... en la mayoría de las anotaciones de los alumnos como una especie de crucigrama teológico sin significado alguno para la vida» 2 • Este punto de vista -como hemos visto en los ejemplos de Kant y de Goethe- tiene ya una larga historia. Desde principios de la Edad Moderna se cree -¡a lo sumo!- en un Dios representado «unipersonalmente», en el «Padre celestial», en un «Ser supremo», en una «Mónada» divina «sus pendida y tejida» sobre todas las cosas (es decir, en un ' «solitario» Ser supremo último, simple, cerrado en sí mismo y autosuficiente). Los cristianos comprometidos no son una excepción. De ellos llegaba a decir Karl Rahner: 1
2.
IX,, Darmstadt Der Streit der Fakultiiten = WW (Weischedel) IX 1971, p. 303. Las citas que en este libro no se documentan de manera expresa se pueden verificar fácilmente buscando en el índice de mi «gran «gra n » teología trinitaria Der dreieine Gott, Freiburg i. Br. 19983 (trad. cast.: El El Dios Dios uno y uno y trino. Una teología de la Trinidad, Barcelona 2001). G. BAUDL BAUDLER, ER, <
l. KANT,
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rablemente "presente" en su vida religiosa ... Cabe [por el contrario] la sospecha de que, si no hubiera Trinidad, en el catecismo de la cabeza y del corazón (a diferencia del catecismo impreso) la idea que tienen los cristianos de la encamación encamaci ón no necesitaría cambiar en absoluto. absolu to. En ese caso, Dios como (la única) persona se habría hecho hombre» 3•
•
«Podemos ... aventurar la conjetura de que, si tuviéramos que eliminar un día la doctrina de la Trinidad por haber descubierto que era falsa, la mayor parte de la literatura religiosa quedaría casi inalterada. Tampoco nos satisface la respuesta de que la doctrina de la encamación es tan central para el cristiano desde el punto de vista teológico teológico y religioso que, gracias a · ello, la Trinidad se encuentra siempre y en todas partes insepal.
PRÓLOGO
CREER EN EL DIOS UNO Y TRINO
En total analogía con esta observación del teólogo dogmático Rahner, me encontré hace unos años con el comentario de un moralista (por desgracia, no sé ya quién era), según el cual, en casi todos los libros actuales de teología moral, el nombre «Dios» se podría sustituir tranquilamente por el nombre «Alá» sin que nada en absoluto cambiara en las normas de actuación y líneas de argumentación desarrolladas en dichos libros. ¿Es, por tanto, la fe trinitaria una «fórmula teológica vacía», una «ideología abstracta» que nada tiene que ver con la vida concreta? No obstante, ¡todo cristiano fue bautizado en el nombre del Dios trino, confiesa esta fe en innumerables textos litúrgicos litúrgicos,, y el católico creyente incluso incluso graba literalmente en su cuerpo la confesión trinitaria con la señal de la cruz, hecha tan a menudo! Evidentemente, ni la proclamación eclesiástica de la fe ni la teología han conseguido poner en claro el significado universal y revolucionario de la fe trinitaria para la vida pro pia y para las relaciones con el mundo. De la confesión del Dios trino surgió una declaración teológica interna, ajena a la vida, sobre la esencia más íntima de Dios, que en última instancia deja a los hombres fríos e indiferentes. Pues ¿por qué habría de tener importancia existencial para mí el saber cómo son las cosas en el ser y la vida intradivinos? 3.
K.
R AHNER, AHNER, «Der «Der Dreifaltige Gott als transzendenter Urgrund des Heilsgeschichte», en Mysterium Salutis II II,, pp. 319s (trad. cast.: «E «Ell Dios trino como principio y fundamento trascendente de la histo hi storia ria de la salvación», en Mysterium Salutis 11 11,, Madrid 1977', 1977', p. p. 362).
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CREER EN EL DIOS UNO Y TRINO
PRÓLOGO
Pero así se pasa completa y radicalmente por alto lo mucho que supone la fe en el Dios trino. Ésta no es una declaración aislada y abstracta sobre un ser divino lejano, excelso, fuera de nuestro alcance. Antes bien, si Dios es aquel «en quien vivimos, nos movemos y existimos», como se dice en los Hechos de los Apóstoles ( 17,28), y ese Dios se nos presenta en su autorrevelación como comunidad, como intercambio de vida de tres personas, todo queda bañado por una luz nueva, yo mismo aparezco con una perspectiva completamente nueva, y también la creación entera se presenta de un modo nuevo y diferente. Todo lo que hay en el mundo, todo sin excepción, se ve afectado por ello. A esto se refería atinadamente el difunto obispo de Aquisgrán, Klaus Hemmerle, cuando escribía: «Difícilmente puede captarse el alcance de la "revolución" de la imagen de Dios que se inició en la historia de la humanidad a través de la fe en... el Dios trino. Dicha revolución ni siquiera ha llegado a penetrar aún hasta lo más profundo de nuestra propia conciencia cristiana. Que Dios sea totalmente comunicación, vida que se derrama ... no sólo invierte la imagen humana de Dios, sino que afecta también a la com prensión que tenemos de nosotros mismos y del mundo» 4 • De esta cuestión especialmente se va a tratar en el presente libro: ¿qué significado vital, qué consecuencias concretas tiene para nosotros la fe en el Dios trino? Pero, naturalmente, también de esta otra: ¿qué función principal tiene dicha fe para el conjunto de la fe cristiana, para su com prensión y su puesta en práctica? Dicho brevemente, se trata de poner de relieve la función «clave» que la fe trinitaria tiene para todo entender. En este contexto, entender significa no sólo «pensamiento correcto» y «comprensión racional» , sino también práctica correcta y con buenos resultados, lo mismo que cuando se dice de alguien que «entiende» su oficio, o sea , que puede ejercerlo bien y correctamente, puede hacerle frente, lo domina «prácticamente».
Así, las explicaciones que siguen pretenden mostrar, por tanto, cómo la fe en el Dios trino lleva a una comprensión nueva e integral de la realidad: no sólo a un entendimiento más profundo, sino también a un modo convincente de actuar en la vida. Este libro, por tanto, quisiera ser incluso una «clave» para estudiar a fondo la posición «clave» de la fe en el Dios trino. Un «programa» así puede ser mal interpretado y conducir a extravíos peligrosos; tal sería el caso si se produjera la impresión de que la fe (trinitaria) se debe medir por su utilidad funcional y aplicabilidad instrumental para el hombre. Naturalmente, no es esto lo que aquí se pretende. La fe se rige en conjunto por una regla fijada de antemano al hom bre, a saber, por la palabra de Dios que se dirige a él y lo reclama, a la cual ha de dar una respuesta en la obediencia. En lo tocante a esto, la fe no se ha de medir por su utilidad para nosotros, sino que ella misma es la medida que mide todo lo demás. Sin embargo, precisamente al comunicarse Dios en su palabra y revelar con ello su esencia más pro funda, su «corazón», se abre para nosotros una perspectiva nueva de comprensión y de acción, como dice muy bellamente la constitución pastoral del concilio Vaticano u (n. 22): al comunicarse Dios en Cristo (y por el Espíritu Santo) al hombre, al mismo tiempo «manifiesta plenamente el hombre al propio hombre». De esta luz nueva que aporta la autorrevelación del Dios trino y la fe en él se va a tratar a continuación de manera prioritaria.
4. K . HEMMERLE, Glauben - wie geht das?, Freiburg i. Br. 1978, p. 147.
Esto mismo se puede aclarar también desde otro punto de vista. Como dice la sagrada Escritura, el hombre ha sido creado «a imagen y semejanza de Dios». Ahora bien, si este Dios no es simplemente un Ser supremo «compacto», sino una comunidad de vida y amor, esto «debe» tener, por decirlo así, consecuencias para el hombre: sólo desde la mirada al Dios trino se hace reconocible con máxima profundidad de campo qué es lo que reproduce exactamente la criatura dotada de espíritu y a qué remite con precisión su con-
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CREER EN EL DIOS UNO Y TRINO
dición de imagen de Dios. De esta «nueva mirada» hemos de ocuparnos, por tanto, en las explicaciones que siguen. En enero de 1997 publiqué en la editorial Herder una obra sobre este tema, titulada Der dreieine Gott (trad. cast.: El Dios uno y trino, Barcelona 2001) -que a estas alturas
(1998) va por su tercera edición-, pero está dirigida más bien a los teólogos especializados. Las hermanas de la comunidad «Caritas Socialis» de Viena, a las que he estado vinculado durante mucho tiempo y que siguieron con mucho interés mi trabajo de años en esta obra, me sugirieron la idea de publicar en forma más sencilla y para un público amplio los resultados, ideas y conexiones más importantes; la idea de poner, por tanto, junto a la «gran» teología trinitaria, otra «pequeña». Así me puse a reducir a lo esencial -sin debates sobre cuestiones de especialistas ni complementos eruditos- aquel voluminoso estudio y a cambiar la expresión y la forma de argumentación, aun cuando en esta obra también recojo continuamente pasajes enteros de la otra obra ya mencionada, así como su último capítulo (en forma abreviada). Al corresponder con este libro al ruego de las hermanas de la «Caritas Socialis», quisiera dedicárselo a ellas con cordial afecto y agradecimiento. Pero también quisiera mencionar agradecido la actividad de doña Annernarie Ramson en la elaboración del ma nuscrito, así corno la colaboración de la doctora Eva-Maria Faber, el diplomado en Teología Joachirn Kittel y el licenciado en Teología Toni Leichtfried en la formulación de un texto legible también para quienes no son teólogos. ÜISBERT ÜRESHAKE
Freiburg, Pentecostés de 1998
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Los fundamentos de la fe trinitaria Documentación bíblica
Antes de alcanzar la cresta y la cima de una montaña, tenemos por delante un camino más largo que puede descubrirnos vistas impresionantes. Los guías de montaña piden a veces aguante y respiración honda, cuando el sendero se alarga casi sin fin hacia un llano apenas divisable y los caminantes preguntan impacientes por la verdadera meta, la cima. También para el camino de las explicaciones que siguen se requiere un poco de paciencia y la disposición a lanzarse, precisamente con estas primeras secciones, a un camino mental más largo. Dejérnoslo claro desde el principio: la fe en el Dios trino no es un producto de la fantasía ni una especulación; no es nada que el hombre haya imaginado o podido imaginar por sí mismo. La fe trinitaria descansa sólo en el hecho de que el Dios excelso, infinitamente superior a todo pensamiento e imaginación humanos, se nos ha revelado y comunicado en libertad. Sólo desde sí puede Dios revelarse; sólo él mismo puede decir quién es. Y lo ha hecho. Ya la creación es un modo de esa autorrevelación de Dios. Así se dice en Rm 1,20: «Lo invisible de Dios, desde la creación del mundo , se deja ver a la inteligencia a través de sus 0 ?ras: su poder eterno y su divinidad». Con respecto a esto dtce el gran filósofo y teólogo Nicolás de Cusa que ya
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desde la creación resuena la «gran voz de Dios». Es una voz que luego se «ha intensificado a lo largo de los siglos», más exactamente en los fundadores de religiones, sabios y profetas de la historia de la humanidad , ante todo en los de la Antigua Alianza («Muchas veces y de muchas maneras habló Dios en el pasado ... por medio de los pr ofetas»: Hb 1,1); pero, «al fmal de una larga serie de modulaciones », esa única gran voz «tomó finalmente figura humana» en Jesucristo 1 • Así, sólo desde él se revela también definitivamente quién es Dios, esto es, que él es el Dios trino . Por eso recalca con razón Hans Urs von Balthasar: « No existe otro acceso al misterio trinitario que el de su revelación en Jesucristo y en el Espíritu Santo» 2 • Somos remitidos , por tanto, al testimonio de la Sagrada Eseritura, que propiamente deberíamos ahora examinar, por medio de una serie de afirmaciones y textos concretos, y analizar en detalle. Esto nos llevaría demasiado lejos, y por eso hemos de escoger en este caso otro acceso más básico, mirando a la experiencia primitiva y fundamental de la fe neotestamentaria testimoniada en la Sagrada Escritura. Esto signifi. ca que tomamos como punto de partida la siguiente pregunta: ¿qué se encuentra realmente en el centro de la experiencia cristiana de fe? Sin duda, el hecho de que los hom bres han experimentado , de una manera que los «trastorna», que en Jesús de Nazaret y en la fuerza de su Espíritu viene Dios mismo a nuestro encuentro .y, de este modo, nos comunica, no sólo algo, sino literalmente a sí mismo. En el acontecimiento Cristo, Dios nos manifiesta su realidad más íntima, su corazón; en él funda para siempre la comunidad con el hombre; en él comparte con nosotros su propia vida. En Jesucristo (y -de otro modo- en el Espíritu enviado por él) no se encuentra, por tanto, una figura mediadora que se l.
2.
LOS FUNDAMENTOS DE LA FE TRlNITARlA
CREER EN EL DIOS UNO Y TRINO
xc itationes 3, Ba sel1565 , pp. 4ll s, cit. según H. DE NICOLÁS DE CU SA, E LU BAC, Glauben au s d er Li ebe , Ein sied eln 1970, p. 405 (tr ad . cast. del original fran cés: Catolicismo , Bar celona 1963). BALTHASAR , Theo / og ik , vol. ll, Ein siedeln l 985, p . 117 (tr a d . cast. : T eo / 6gica , vol. ll, Madrid 1997).
H.U. VON
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limita a señalar a Dios, pero tras de la cual lo divino queda sustraído para siempre al hombre en una trascendencia escondida e infinitamente excelsa. No; en el acontecimiento Cristo, Dios se descubre a sí mismo. Quien entra en relación con Jesús, su palabra, su hacer y padecer, entra en relación personal con Dios. Si fuera de otro modo, Jesús, que se presenta como palabra última y definitiva de Dios y como personificación insuperable del amor divino, estaría en contradicción consigo mismo; no sería esa mediación d efinitiva entre Dios y el hombre que, sin embargo, él afirma ser . Sí; como dice Joseph Ratzinger, «Si fuese distinto d e Dios, si fuese una esencia intermedia, desaparecería r adicalmente su mediación, que se convertiría en separación. Entonces no nos llevaría a Dios, sino que nos alejaría d e él»3 • Y también el Espíritu Santo, que llenó a Jesús y que tras el regreso de éste al Padre nos introduce en la realidad d e Cristo y nos abre un acceso directo al Padre, nos dejaría en el ámbito de lo puramente creatural, sin relación directa con Dios, si él mismo no fuera Dios. Pero si la pretensión esencialmente propia del acontecimiento Cristo es que a quien encontramos en Cristo y en el Espíritu regalado por él es a Dios mismo, dicho Dios debe caracterizarse por diferenciaciones internas. ¿Cómo? Jesús, la comunicación d el Padre a nosotros, tanto en su palabra como en su hacer se distingue -como muestra de múltiples maneras la Sagrada Escritura- tanto del Padre como del Espíritu Santo. Por consiguiente, también debe pertenecer a la esencia de Dios, que aparece en Jesucristo, la distinción de Padre, Hijo y Es píritu Santo. De este modo, pues, los hombres de aquel entonces comprendieron a partir de la experiencia absolutamente concreta con Jesús (y también nosotros podemos comprend erlo hoy) que él es el diferenciado don divino que nos hace el dad or (Dios Padre) y a cuya recepr,ión quedamos abiertos por la fuer z a y la actividad del Espíritu Santo . 3 ·
J. R ATZING ER, E inführung in das Christ entum , München 1968', p. 126 (trad. ca st.: lnt roducci6 n al cristianismo, Salamanca 1969).