Silvana A. Gómez. Centro de Estudios Sociales, Políticos y Jurídicos (CIEP). Facultad de Ciencias Humanas- Facultad de Derecho. Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNCPBA).
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Resumen
En este trabajo, se intenta dar cuenta del accionar de los electores a partir del análisis de las caricaturas que aparecieron en el semanario Caras y Caretas, en el período 1898-1916. El estudio de las manifestaciones iconográficas en las publicaciones de época puede constituir una forma de penetrar en ese accionar. En esta ponencia, privilegiamos una mirada política que reflexione sobre el impacto de la “maquinaria electoral” en los comicios. A partir de este análisis, surge la inquietud respecto de la capacidad de acción de los electores ante estructuras políticas tan consolidadas y su representación caricaturesca. caricaturesca. El sistema político se encontraba, según Caras y Caretas, corrompido y alimentado por los habitantes argentinos quienes al votar –o formar parte de la farsa electoral- sostenían una vida política venal. En este sentido, la revista cuestionó duramente la utilización de elementos electorales. A lo largo de la indagación propuesta una tensión se hace evidente: nos preguntamos si las proyecciones dadas por el semanario se presentan como el reflejo de una realidad o si, por el contrario, son una forma de construir realidad y contribuir a la formación de un determinado imaginario social en torno a la política. Introducción.
Cuando la revista Caras y Caretas hizo su aparición en 1898, la vida política argentina se encontraba signada por profundas transformaciones. El Orden
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Conservador ,1 establecido en 1880, atravesaba significativos cambios en la
primera década del siglo XX, que han sido recientemente analizados por Castro (2012). El examen de las formas de hacer política, sin embargo, permite reflexionar en torno a las continuidades. Desde hace dos décadas, los trabajos de Sábato (1998) –que desmitificó la ampliación gradual de la ciudadanía- y los de Devoto y Ferrari (1994), Melón y Pastoriza (1996), Karush (1999), Miguez (2003), Ferrari (2008), entre otros, apuntan a develar que el savoir faire político comprendía prácticas similares a las de la vieja política criolla. En este sentido, consideramos que el semanario Caras y Caretas se nos presenta como una fuente extraordinaria e ineludible en el estudio de la sociedad argentina que, entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, se encontraba en una profunda transformación aunque con significativas continuidades. Dado el gran corpus documental que la publicación representa, hemos privilegiado una mirada política que de cuenta del accionar de los electores frente al desafío propuesto desde la maquinaria electoral. La ponencia se estructura en tres partes: en primer lugar, hacemos referencia a algunas características de la publicación. Segundo, a la fuerza de la caricatura dentro de la constitución del imaginario social en torno a la política. Sin pretender constituir un acabado estado de la cuestión sobre Caras y Caretas y respecto a la caricatura como manifestación iconográfica con implicancias sociopolíticas profundas, profundas, exploramos algunas consideraciones teóricas t eóricas que nos permiten comenzar a adentrarnos en una tensión que se mantiene durante todo el trabajo: nos preguntamos si esas imágenes son una representación de la realidad o si por el contrario, son una forma de construirla. Luego, nos detenemos en el examen de algunas caricaturas. Intentamos poner de relieve el tratamiento que realizó la revista al analizar la cuestión electoral desde dos lógicas: la nacional y una regional, en la que reflexionamos acerca del interior bonaerense. Finalmente, más que respuestas definitivas, planteamos una
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Estamos haciendo referencia a la denominación de Natalio Botana (1977). La otra interpretación clásica del período abierto en 1880 en la de Oscar Oszlak (1982). Para un estado de la cuestión sobre la trayectoria de los estudios surgidos a partir de estos trabajos, véase el reciente trabajo de Miguez (2012) y la respuesta al mismo de Alonso (2012).
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nueva serie de interrogantes a partir de las aproximaciones parciales a las que hemos arribado. La revista Caras y Caretas .
La revista Caras y Caretas hizo su aparición en octubre de 1898. La circular de agosto que anunció su salida, daba cuenta de los responsables de la publicación. Se trataba de Eustaquio Pellicer (redactor), B. Mitre y Vedia (director) -quien fue reemplazado mientras el primer número estaba en prensa por José S. Álvarez- y Manuel Mayol (dibujante).2 El subtítulo de la publicación hacía referencia a su capacidad de interesar a un público amplio dada la variedad de temas abordados: Semanario festivo, literario, artístico y de intelectuales.
Desde sus inicios, la revista fue pensada como una empresa que podía autosustentarse por medio de la publicidad. Moraña (2008) expresa : “(…) había mucha propaganda que pagaba la publicación y facilitaba la supervivencia de dibujantes, escritores y periodistas en una modernidad que había dejado de producir mecenas y que exigía que el artista enfrentara un nuevo aspecto de su labor: la profesionalización” . 3
El éxito de Caras y Caretas fue contundente. Taub (2008) proporciona algunas cifras significativas del crecimiento de la publicación: la primera tirada del semanario contó con 7.000 ejemplares, llegando a tener su pico el 25 de mayo 2
En territorio uruguayo, el español Pellicer tuvo una serie de iniciativas previas a la conformación del semanario aquí analizado: fundó en Montevideo la humorística Pellicerina y un semanario llamado Caras y Caretas, en 1890, que aparecía los domingos. En Argentina, fue periodista en el diario La Nación e instaló la primera sala de cine porteña. Como el emprendimiento era difícil de sostener en términos económicos, refundó Caras y Caretas en Buenos Aires. Por su parte, Mitre y Vedia era el hijo mayor del fundador del diario La Nación y había sido director de ese periódico. Por circunstancias personales, quedó rápidamente desvinculado de Caras y Caretas. Álvarez había fundado con anterioridad otras publicaciones, como El Diablo y Fray Gerundio. Fue periodista parlamentario del periódico La Nación y redactor de la revista Don Quijote. Álvarez intentó por varios medios crear una empresa que le permitiera forjar cierta fortuna. Dado que frecuentaba los mismos espacios de sociabilidad que Enrique Payró, le propuso a este aprovechar de manera sistemática los desperdicios de la ciudad. Como expresa Rogers: “La insólita anécdota sería irrelevante si no fuera porque Payró señala que fue el fracaso de esa iniciativa la que dio lugar al nacimiento de Caras y Caretas. Al margen del carácter más o menos objetivo de esa declaración, lo que importa es la afinidad que sin querer nos revela con la lógica y el método del magazine que se concretará poco después con la creación de la revista: reciclar elementos usados y en cierta medida devaluados, concentrar en un solo lugar materiales dispersos y agruparlos de manera sistemática para destinarlos a nuevos consumos”. Rogers (2008) p. 29. 33
Moraña (2008) p. 249.
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de 1910, cuando se vendieron 201.150 revistas. Para 1916, llevaba impresas 78.865.085, con suscripciones en Suecia y Nueva Zelanda y su distribución había alcanzado a Estados Unidos, Francia, España e Italia. Aunque al momento de su lanzamiento esperaba contar con unas 20 páginas semanales, para 1902 tenía 68, en 1904, la cifra había crecido hasta 80 y el número almanaque 4 de 1912, por ejemplo, contó con 237 páginas.
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En 1916,
cada número de la revista poseía, en promedio, unas 105 páginas. De esas hojas, tal vez lo más conocido sea hasta nuestros días, las portadas – a color-. En ellas, una caricatura hacía referencia a un suceso de actualidad. Tal como afirma Rogers (2008), las palabras que daban sentido a esa imagen eran el título y una pequeña estrofa que constituía una sátira. La información necesaria para entender el mensaje se daba por supuesta, lo que revela una audiencia que estaba al tanto de los acontecimientos contemporáneos de relevancia a través de otros medios. La ilustración constituía una imitación burlesca que exacerbaba algunos rasgos del modelo original desacreditando y volviendo grotesco a un determinado personaje o situación aludida. En los primeros años, a la portada le seguían 20 páginas, dedicadas a las secciones de Sports, actualidad internacional y a la publicidad. A continuación, se encontraban 20 carillas centrales -sin anuncios comerciales- precedidas de una carátula interna y organizadas en secciones. Finalmente, aparecían 17 carillas divididas en secciones varias con propagandas y publicidades. Para 1916, la revista había diversificado los contenidos tratados e incluía apartados dedicados al teatro, el arte fotográfico, la moda y la realidad provincial. Más allá de la importancia que puede atribuirse al semanario para el estudio de la realidad de finales de siglo XIX y comienzos del siglo XX, no contamos con trabajos que hayan desarrollado minuciosamente las características de Caras y Caretas, aunque existen referencias en algunos estudios. En la primera mitad
del siglo XX, Rojas (1948) consideró al semanario como un cambio cualitativo en el periodismo. Su característica era la popularización de las funciones que 4
Se denominó Número Almanaque al primer número de cada año. Generalmente, contaba con más páginas que una revista promedio. 5 Véase Caras y Caretas (en adelante, CyC) nº 691, Número Almanaque de 1912. 30 de diciembre de 1911.
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hasta ese momento habían tenido las revistas, pero que habían sido relegadas a un público acotado. Posteriormente, Rivera (1985) exploró el semanario en varios trabajos. El autor destacó el “(…) envidiable y excepcional sentido de la oportunidad histórica (…)” 6 que dio origen a la revista. Sus creadores, aunque
inspirados en los magazines europeos, tuvieron una amplia percepción del mercado criollo. Durante la década de 1980, Sarlo (1985) manifestó la importancia de Caras y Caretas en la creación de nuevos hábitos de lectura. Prieto (1988) por su parte, ha destacado el contexto que hizo posible la aparición del semanario. La incorporación y reconocimiento de un nuevo tipo de lector produjo que el modelo tradicional de la cultura letrada, aunque con un papel predominante, no desarrollara un espacio exclusivo. Ludmer (1999) vio a Caras y Caretas como un producto argentino inspirado en la cultura periodística
norteamericana. Moraña (2008) ha estudiado el rol de la propaganda en la revista, haciendo hincapié en la imagen de la mujer, durante el cambio de siglo. Taub (2008) destacó el papel desempeñado por el semanario en la conformación de la otredad. Por otro lado, los trabajos de Ruffinelli (1968), Fraser (1987) y Fraixaner (1990) han aportado selecciones de textos, tapas y caricaturas. Quien tal vez mejor ha sistematizado las características de los primeros años de la revista, ha sido Rogers (2008). En este sentido, la autora argumenta que la nota característica de Caras y Caretas fue su carácter pionero. El semanario se transformó en el prototipo de una cultura emergente signada por la formación de un mercado de bienes culturales. Como ha sintetizado, la publicación “Perteneció al sistema misceláneo de magazines inspirados en publicaciones similares de Europa y Estados Unidos. Como empresa moderna, colaboró con el surgimiento de una nueva capa de productores y f avoreció la profesionalización literaria. Demandó de sus colaboradores materiales breves y novedosos, infundiendo en los textos el espíritu de la moderna escritura periodística”.7
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Rivera (1985) p. 363. Rogers (2008) p. 16.
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La autora afirma que el semanario puso a disposición de los lectores textos e imágenes variadas para que pudieran apreciarse sin distinciones sociales, propiciando el ensanchamiento de la esfera pública e incorporando al lector como figura activa y demandante. De esa forma, fue pionero en la prensa de bajo precio y amplia audiencia. En este sentido, representó “(…) una suerte de enciclopedia barata, entretenida, fácil de transportar y coleccionable para 8 quienes no solían frecuentar librerías ni bibliotecas” . Su bajo costo ($ 0,20
durante varios años) la convirtió en una publicación semanal accesible no sólo para los miembros de la clase media sino también para sectores con ingresos menores que compartían las novedades de la revista en conventillos y vecindarios. (Moraña, 2008). Caricaturas: el complejo entramado simbólico en la construcción de imaginarios. Una imagen vale más que mil palabras afirma un precepto que no puede
validarse cuando analizamos caricaturas. Los dos elementos que componen este tipo de manifestación iconográfica y que se presentan divisibles sólo a fines analíticos, la palabra y la imagen, están íntimamente relacionados y deben entenderse en su intertextualidad. En este sentido, la obra de René Magritte La traición de las imágenes (1928)
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instó en la idea de la imagen no
como realidad representada sino como constructora de la misma. El dibujo de una pipa, que como se versaba no lo era, supone un acercamiento a las cuestiones aquí analizadas. Partimos de considerar, entonces, una relación simétrica entre texto y dibujo donde uno no puede desprenderse del otro ni comprenderse de forma autónoma. Al pretender entender una caricatura, como mensaje visual, 10 debemos atender al todo.
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Ibid. p. 17. Al respecto, véase Foucault (1997). 10 Según Rojas Mix (2006) la significación global de los mensajes visuales se construye por la interacción de diferentes artilugios (útiles visuales), diferentes tipos de signos: plásticos, icónicos y lingüísticos; se configura en contextos de época y de fines coyunturales y descubre su polisemia por la forma de interrogarlo desde diferentes perspectivas. 9
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Si, como en este caso además, se analizan caricaturas políticas de publicaciones periódicas, pueden establecerse estrechas relaciones con el poder. Según Gantús (2009) estas caricaturas “(…) permiten seguir el curso de los acontecimientos, tomarle el pulso a las tensiones políticas, penetrar en las dinámicas de los equilibr ios de poder, describir los asuntos que estaban en el lugar central y los personajes que ocupaban papeles estelares en un lugar y momento determinados. El estudio de las caricaturas políticas posibilita descubrir los aspectos más relevantes que interesaban a un conjunto social específico y recuperar la historia desde una perspectiva alterna (…)” 11
Las caricaturas, en este sentido, pueden considerarse “(…) una estrategia fundamental en la construcción de imaginarios colectivos”, 12 ya que a partir de
su desarrollo se generan ciertas ideas y se difunden determinadas percepciones mediante las cuales se incidía sobre la opinión de los receptores. En este trabajo y siguiendo esta línea de argumentación, entendemos que el término imaginario hace referencia a “(…) un mundo, una cultura y una inteligencia visual que se presentan como un conjunto de íconos físicos o virtuales, se difunden a través de una diversidad de medios e interactúan con las representaciones mentales”.
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Tal como afirma T. Pérez Vejo deberíamos
interpretar a las imágenes: “no como reflejo de alguna realidad, sino como una sofisticada for ma de construcción de realidad, un poderoso instrumento de producción y control de imaginarios colectivos. La propuesta es que la imagen no informa, o informa de forma marginal, de la realidad, sino de una determinada interpretación de la misma y de la forma en que fue construida. La imagen como constructora de la realidad y no como su reflejo” 14.
En particular, dentro de Caras y Caretas, según Rogers: “La caricatura fue la forma más frecuente de manifestar preferencias, acreditar o censurar figuras y estilos, ejercitando lecturas atentas y, hasta cierto punto,
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Gantús (2009). p. 21. Gantús (2007) p.205. 13 Rojas Mix (2006) p. 18. 14 Pérez Vejo, T (2005). p.49 12
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cuestionadoras. Sus deformaciones, muchas veces burdas y aparentemente triviales, muestran el trato que en el circuito popular- comercial se daba a la tradición literaria, donde la irreverencia no siempre excluía la admiración. (…) Pero la sátira inclemente a que eran sometidos los colaboradores espontáneos y la crítica a los modelos tardorrománticos y modernistas a los q ue muchos de ellos eran aficionados relativiza la imagen unilateral de una p ublicación que sólo se esforzaba por sintonizar con las fantasías del público”.
En esta indagación hemos explorado, como adelantamos, el semanario entre octubre de 1898 y diciembre de 1916. Este recorte supone 952 ejemplares. En estos números, encontramos alrededor de 80 caricaturas que hacen referencia a una multiplicidad de aspectos relacionados a los comicios y la cuestión electoral; en particular, se destacó el fraude, la manipulación electoral a través de muñidores/brokers y los cambios en la legislación que regulaba las elecciones. La cuestión cuantitativa permite un primer acercamiento a la impronta que estas manifestaciones iconográficas adquirían dentro de Caras y Caretas. Puedo creerse que se trata de un número escaso, sólo 80 en 19 años de publicación semanal. Sin embargo, es necesario destacar que por ejemplar aparecían en promedio, dos caricaturas y que al tratarse de un semanario evocado a una multiplicidad de aspectos sociales, los temas retratadas, analizados y evocados eran verdaderamente variados. Además, una precisión parece adecuada en este punto: desde la propia revista se hacía eco del peso de la caricaturas, de los personajes reales que se convertían en los modelos a ser caricaturizados y de la actitud de diversos caricaturistas, sobre todo, de los extranjeros a través de notas y reflexiones en torno a la temática. 15 La caricatura en Caras y Caretas no era un rasgo más dentro de esta publicación miscelánea sino que tenía una preponderancia notoria. Incluso, las caricaturas
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Véase, entre otras, el nº 501 de 1908, donde apareció una nota sobre personajes presidenciables extranjeros y su representación caricaturesca. En 1909, en los números 555 y 569 se hizo hincapié en la importancia que la caricatura asumía en el arte y de qué forman se realizaban las mismas. En el nº 606 (1911) se versó sobre caricaturistas franceses contemporáneos; en ese mismo año, en el nº 644, se publicó una nota sobre como se caricaturizaban los descubrimientos.
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políticas fueron utilizadas conformando publicidades de la época. 16 Recordemos también que el primer contacto que el lector establecía con la revista era su portada, durante todos estos años, una caricatura. Entonces, ¿qué potencialidad tienen como fuente las caricaturas de Caras y Caretas cuando emprendemos un análisis acerca del accionar de los electores
entre finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX? ¿Sobre qué nos informan y cómo construyen una realidad ? En este trabajo consideramos que existen tres grandes cuestiones que fueron examinadas desde la revista en torno a la temática aquí trabajada: a) las maquinarias electorales y el fraude que instrumentaba su funcionamiento; b) las actitudes de los sectores dirigentes respecto a lo electoral y c) las estrategias implementadas por los electores. Mientras avanzamos en este análisis, intentamos poner en perspectiva, vincular y repensar las relaciones entre los niveles nacional y p rovincial (interior bonaerense). a) Entre 1898 y 1899, se fue delineando desde las caricaturas políticas, la idea de una gran maquinaria electoral que utilizaba electores. Al votar, los sufragantes sostenían una vida política venal, participando de la farsa electoral. El asunto -así entendido- se volvió una constante dentro de las páginas de la revista. Tal vez la más significativa de estas caricaturas sea Fabricación de votos
17
(Caricatura I) donde Julio A. Roca se encuentra
controlando el funcionamiento de una máquina que Caricatura I
Fabricación de votos
generaba, tal como se expresa: “que todo lo que en ella
se fabrica, viene a resultar siempre lo mismo”. 18
Pero, ¿quiénes eran los electores, no representados en la caricatura de la máquina electoral? Su ausencia nos interpela; permite preguntarnos acerca de las formas en que se desarrollaban los comicios, las motivaciones, prácticas y estrategias que guiaron la participación en las elecciones. Si indagamos en particular sobre lo que sucedía con estos electores en el interior provincial, 16
Véase por ejemplo el nº 544, 6 de marzo de 1909. “Fabricación de votos” CyC, nº 59, 18 de noviembre de 1899. 18 Ibid. 17
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encontramos una imagen bastante difundida desde la publicación: se hace referencia a personas dóciles que participan de las elecciones, cometiendo fraude, sin cuestionamientos ante esta situación. En Las elecciones en la provincia, 19 (Caricatura II) se describe una situación en la
que un muñidor de la campaña o espacio suburbano (la escena representada parece mostrar un escenario rural, con una única edificación) mantiene un diálogo con el elector. El muñidor pregunta al elector si votó por el candidato indicado; el hombre responde: “Si, señor, veintitrés veces”. Aquí, además de mostrarse el fraude
(bajo la forma de voto múltiple) se versa, en parte, sobre el Caricatura II
Las elecciones en la provincia
entramado que permitía la constitución de estas prácticas fraudulentas al adentrarnos en las redes clientelares establecidas entre mediadores y electores. Ese mismo año, y dando cuenta de las elecciones provinciales, se caricaturizó a Marcelino Ugarte y a su ministro Rivas con un grupo de manifestantes (personas y esqueletos) que apoyaban la candidatura del primero. Caras y Caretas criticaba otra de las formas de fraude
empleadas: el voto de los muertos. En Elecciones de Verdad, 20 (Caricatura III) Ugarte se jactaba de disponer
electores de carne y hueso “(…) sobre todo, los de Caricatura III
Elecciones de verdad
huesos” .21
Las variadas formas que el fraude asumió delinearon un rasgo característico de la publicación; por medio del fraude, podía explicarse el funcionamiento de la maquinaria electoral. Aún con las distintas modificaciones al sistema electoral desarrolladas en la época, el panorama presentado por la revista, no se transformaba. En el contexto de la reforma electoral de 1902 , Caras y Caretas publicó una caricatura donde se reflexionaba acerca del Nuevo modo de
19 20 21
“Las elecciones en la Provincia” CyC, 25 de abril de 1903. “Elecciones de verdad” CyC, 7 de noviembre de 1903.
Ibid.
10
elecciones según las circunscripciones
22
(Caricatura IV). En ella, aparecen
retratados dos políticos. Uno de ellos tiene la seguridad que saldrá electo diputado pues, aunque las elecciones no se han efectuado todavía, ya ha recolectado las libretas necesarias que asegurarán votos a su favor y las guarda, como un preciado botín, dentro de una caja fuerte. La venta de libretas/votos continuó siendo una constante. Luego de la aplicación de la Ley Sáenz Peña, todavía se manifestaba desde el semanario este tipo de prácticas. En efecto, en El voto del Presidente 23 (Caricatura V) dos electores se preguntan, mientras Sáenz Peña se retira Caricatura IV
Nuevo modo de elecciones según las circunscripciones
del recinto electoral:24 “¿Cuánto le habrán pagado a ése 25 por el voto?” La frase deja entrever, además, un rasgo
de las redes clientelares en torno a la constitución del fraude que no fue explorado con mucha mayor profundidad por Caras y Caretas en las caricaturas, aunque si hubo un mayor acercamiento a través de notas y relatos ficticios. No todas las personas podían hacer cotizar de la misma forma su voto en el mercado electoral, y las diferencias eran notorias, sobre todo, cuando más cercana estaba la hora de cierre de los Caricatura V
comicios. 26
El voto del presidente
22 23 24
“Nuevo modo de elecciones según las circunscripciones ” CyC, n º 278, 30 de enero de 1904. “El voto del Presidente” CyC, nº 706, 13 de abril de 1912.
La caricatura hace referencia a las elecciones practicadas el domingo 7 de abril de 1912, donde se eligieron diputados nacionales y electores de senador por la Capital (las primeras en las cuales se aplica la ley Sáenz Peña). 25 “El voto del Presidente”, nº 706, 13 de abril de 1912. 26 Al analizar las notas periodísticas y los relatos ficticios en estos años, encontramos que esta temática era una constante.
11
Estas continuidades en las prácticas, pese a los cambios introducidos en materia electoral, suponen que la maquinaria continuaba operando, incluso, volviéndose más grande, como en el caso de la provincia de Buenos Aires. Es que una vez dictada la ley 8.871, las provincias demoraron en adaptar su propia legislación a los preceptos nacionales. En Buenos Aires, tras varios proyectos se promulgó en 1913 la Ley Electoral nº 3489 que implantó el voto secreto y obligatorio para los mayores de 21 años, aunque sostuvo el municipio empadronador, instancia considerada por un contemporáneo, Enrique Rivarola, como el punto de partida del fraude. 27 En 1913, Caras y Caretas publicó la Caricatura VI
Aparato inservible
Aparato inservible28 (Caricatura VI) donde la máquina
desinfectadora electoral, patentada por Sáenz Peña (la
reforma electoral) no podía utilizarse, debido a que I. Gómez no sabía cómo. En la escena, Ugarte indicaba que él conocía de qué forma hacerla funcionar (se refería a estas modificaciones en la legislación bonaerense que permitían la concreción del fraude): mediante esa ley accedería a la gobernación provincial. Hacia 1916 apareció La falta de carbón
29
(Caricatura VII);
la estructura de la caricatura rompe el formato original de la portada de Caras y Caretas. El encabezado donde habitualmente se colocaba el nombre de la revista, el número, fecha y año de la edición, ha desaparecido para dar lugar a un gigantesco dibujo de una máquina, aún mayor, si la comparamos con la caricaturiza en 1899 Caricatura VII
La falta de carbón
(Caricatura I). M. Ugarte expresa su preocupación acerca del costo que traía aparejado la utilización del principal
27
El fraude comenzaba con el empadronamiento ya que “Como la ley deja á las comisiones empadronadoras la facultad de juzgar quienes reúnen ó no las condiciones requeridas para ser inscriptos, el fraude electoral empieza ordinariamente por la inscripción indebida y por la omisión maliciosa de nombres en el registro.” Véase Rivarola, Enrique. “Ley y práctica electorales en la provincia de Buenos Aires”. Revista Argentina de Ciencias Políticas, 12 de enero de 1911, nº 4, año I. 28 “Aparato inservible” CyC, n º 792, 6 de diciembre de 1913. 29 La falta de carbón. Revista Caras y Caretas, 11 de marzo de 1916, Año XVIII, nº 910
12
insumo que hace funcionar el mecanismo y que, por otra parte, aparece colocado en la caricatura dentro de un cajón: las libretas. El último recurso caricaturizado por la revista, que alteraba los resultados electorales, fue la utilización de violencia. Sobre todo, se llamó la atención desde la publicación en que este tipo de actos eran más comunes en el interior del país. Varias situaciones fueron retratadas, en particular, para la provincia de Buenos Aires. En El campeón electoral ,30 (Caricatura VIII) aparece un hombre –que podría ser cualquier caudillo electoral bonaerense- quien disparó a urnas y electores. La estrofa versa: “La elección con este hombre, no es dudosa:/ O se vota á los suyos, ó á la fosa” . Caricatura VIII
El cam eón electoral
Alrededor del personaje, varias urnas han volado por el
aire. Llevan los nombres de San Isidro, Arrecifes y 9 de julio, tres lugares en los que la violencia desatada en las elecciones de 1889 habían llevado a la muerte a varios hombres. 31 El reclutamiento de los electores, según Caras y Caretas, parece haber estado a cargo de caudillos, que
durante el siglo XX se iban desprendiendo de los rasgos decimonónicos (la caricatura VIII refleja uno de estos típicos liderazgos del último tercio del siglo XIX). Aunque con transformaciones, estos caudillos seguían operando un destacado rol en la escena política. En Caudillismo Caricatura IX
Caudillismo moderno
moderno32 (Caricatura IX) se caricaturizó a estos
mediadores. La estrofa que aparece junto a la imagen da
cuenta de la transformación que atravesaban estos actores: “Completa transformación/ Poncho, botas y facón/ y chiripá ¡todo afuera!/ puesto que de esta manera/se le da gusto al patrón”. 30 31
“El campeón electoral ” CyC, n º 62, 9 de diciembre de 1899.
En la nota titulada Elecciones sangrientas que salió en ese mismo número de la revista, se
decía: “Los hombres no se contentaban con votantes falsos y registros adulterados: necesitaban sangre para probar la firmeza de sus convicciones”. Véase CyC, nº 62, 9 de
diciembre de 1899. 32 “Caudillismo moderno”, CyC, n º 310, 10 de septiembre de 1904.
13
b) Durante el período abordado, la revista también llamó la atención acerca de la actitud de la clase dirigente en torno a la cuestión electoral. En este sentido, nos detenemos aquí en tres caricaturas que expusieron una determinada imagen acerca de las reformas emprendidas durante este
período. ¡Qué ambicioso! 33 (Caricatura X) fue publicada el 17 de mayo de 1902 y debe ser entendida en el contexto de la ley electoral que estableció el voto uninominal por circunscripciones. El sufragio se antropomorfiza y aparece encerrado en una celda, encadenado de pies y manos. Roca lo observa por una pequeña ventana y le da la Caricatura X
libertad en los
mensajes. El sufragio le pregunta si
¡Qué ambicioso”
realmente se la concederá en el atrio y Roca afirma que “Eso ya es pedir gollerías” .34
Aunque Roca fue el personaje/tema favorito a la hora de emprender críticas y caricaturizar aspectos del sistema político durante este período, la reforma electoral de 1912 fue objeto de cuestionamientos desde Caras y Caretas. Si bien en la caricatura Resurrexit 35(Caricatura XI) el espíritu de Leandro N. Alem era testigo de la resurrección del voto, Caricatura XI
Resurrexit
en El puritano36 (Caricatura XII) la mirada de la revista no era tan optimista. Sáenz Peña aparece con un pico que representa a la ley electoral, rompiendo un puente que lo ha llevado a ocupar la presidencia (en un segundo plano podemos ver la referencia al sillón y bastón de mando). Caras y Caretas hacía una reflexión al respecto: rompía con
un modo de hacer elecciones, con el antiguo sistema (tal es la inscripción que aparece en el puente) sólo después de Caricatura XII
¡El puritano
33 34 35
“Qué ambicioso!” CyC, nº 189, 17 de mayo de 1902.
Ibid.
“Resurrexit” en CyC, nº 707, 20 de abril de 1912. 36 “El puritano” en CyC, nº 710, 11 de mayo de 1912.
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haber conseguido ocupar el ejecutivo nacional utilizando esos resortes. c) Finalmente, cabe preguntarse acerca de las estrategias de los electores. Si las maquinarias electorales utilizaban elementos dóciles y las reformas electorales (la primera había sido fallida desde la óptica de la revista y la reforma Sáenz Peña permitía luego de su aplicación que la maquinaria en la provincia de Buenos Aires se volviera más importante), ¿podemos hablar de estrategias? El voto consciente
37
(Caricatura XIII) es una caricatura
compuesta por tres imágenes. En los tres dibujos, se muestra a un mismo grupo de personas ingiriendo bebidas alcohólicas; lo que cambia en cada cuadro, son las personas que proveen esas bebidas. Debajo de cada dibujo aparece un mismo diálogo: - Estos son los leales. Ha visto qué entusiasmo”… La elección es nuestra”. 38 Esta Caricatura XIII
El voto consciente
caricatura llama la atención acerca de un procedimiento habitual en los domingos de comicios. Los electores se
desplazaban por varios comités y
mantenían una misma práctica:
aprovechaban el momento y los recursos puestos a disposición. La costumbre se mantuvo. En 1912, la caricatura de portada Los profesionales del voto39 (Caricatura XIV) da cuenta de una similar situación. Un oficial de policía llega a detener a un grupo de personas que se encuentran jugando naipes y bebiendo alcohol. Estas personas se jactan de estar trabajando “por la pureza del sufragio”. 40 Chafalonía 41 (Caricatura XV) muestra a dos personas que
mantienen un diálogo: “-¿Vos no has votado?/-No…/ Pues te pisaste. Te has perd ido treinta pesos de puro sonso” 42
Caricatura XIV
Los profesionales del voto
37 38
“El voto consciente ” CyC, n º 375, 9 de diciembre de 1905.
Ibid. “Los profesionales del voto” CyC, nº 700, 2 de marzo de 1912. 40 Ibid. 41 “Chafalonía electoral”, CyC, nº 284, 12 de marzo de 1904. 42 Ibid. 39
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Estas caricaturas permiten acercarse a algunas acciones de los electores. En un contexto de ampliación del juego político, las personas que concurrían a las urnas generaban ciertas estrategias en los intersticios de un sistema normativo que se encontraba en formación. Conocían parte del juego político y sabían qué rol desempeñaban en la constitución de las maquinarias. La política, desde este lugar, podía volverse una actividad que permitiera a ciertos sectores rédito por determinados accionares. La caricatura en que Ugarte expresa que la utilización de libretas tiene un costo (Caricatura VII); la del presidente, donde dos personas se preguntan por el dinero que habrá recibido Sáenz Peña para ir a votar (Caricatura V); la que retrata a profesionales del voto (Caricatura XIV) lejos de ser los típicos profesionales (la clase dirigente)- se nos presentan como manifestaciones iconográficas que nos permiten entrever parte del entramado y las motivaciones que guiaban a los electores. Su utilización como elementos electorales, según Caras y Caretas, existió. Pero en paralelo a ello se fueron desarrollando algunas maniobras por parte de estas personas que conocían el juego político y esperaban con ellos recibir algún beneficio. Consideraciones finales.
Recorrer las páginas de Caras y Caretas permite adentrarse en el imaginario de la época, las preferencias de consumo de las personas, sus miedos, sus preocupaciones, los intereses que despertaba la moda, las preferencias artísticas y estéticas, la imagen de la mujer, la criminalidad y los estereotipos conformados en torno a ella. El semanario permite inmiscuirse en el clima de época respecto a cuales eran los países civilizados y cuales los otros, los exóticos. Pero estas posibles aristas de investigación, que ahora nombramos, conformaron un discurso particular, una forma de entender la realidad, una representación de la misma que no deberíamos interpretar como la realidad sino que tendríamos que analizar minuciosamente sus cometidos y finalidades en tanto los responsables de la revista como el público a la que iba dirigida,
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fueron actores cargados de subjetividades, opiniones, formas de entender el mundo y resignificarlo. Desde esta perspectiva, hemos intentando analizar la imagen que Caras y Caretas proyectó de los electores y sus posibles estrategias. La línea editorial
se mostró crítica ante la forma de practicar los comicios: más allá de las diversas modificaciones normativas, el fraude y las maquinarias –en particular para el caso de la provincia de Buenos Aires- se mantenían como premisas fundamentales en el savoir faire de la época. Tal vez esta sea la contribución más importante que realizó la publicación al imaginario social en torno a la política y por ello, en cierto sentido, a lo largo de este trabajo supusimos que la caricatura de Caras y Caretas era la síntesis gráfica del “humor social” de los contemporáneos, en continua construcción y reelaboración. Sin embargo, también podemos hacer algunas menciones a la utilización de estas manifestaciones iconográficas como fuentes. Ellas representan una posible manera de acercarse a los modos en que los electores entendieron, concibieron y practicaron la política, en especial, en lo referido a elecciones. Las caricaturas muestran una presencia significativa de estrategias donde, en un contexto de ampliación del juego político, distintas personas aprehendían algunas características constitutivas del sistema, del cual, podían obtener ciertos beneficios. Resta aún repensar y reflexionar en torno a los diversos caricaturistas que dejaron su impronta en la iconografía. Distinguir, por ejemplo, los trazos de Mayol y Cao, en tanto, no necesariamente compartirían una misma visión de las cuestiones políticas, aunque la línea editorial de la revista se mantuviera crítica del sistema político. Es necesario, además, emprender una indagación del período abierto en 1916 para analizar, en ese recorte temporal, los cambios y continuidades en las formas de hacer la política. Finalmente, queremos destacar lo que entendemos como la gran potencialidad de este tipo de fuentes: acercarnos a los actores, a sus subjetividades y sus formas de entender el mundo. El imaginario, entendido como proceso dinámico, representa una puerta de entrada a estas cuestiones, y el análisis de
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una publicación miscelánea como Caras y Caretas puede favorecer la reflexión y el replanteamiento de varios aspectos un tanto olvidados por l a historiografía. Bibliografía.
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