HISTORIA DEL RITO ESCOCÉS ANTIGUO Y ACEPTADO MIGUEL GARCIA MEJIA ON
De todas las polémicas y controversias que se hayan suscitado en el seno de la Masonería, ninguna tan tenaz y empeñada como la que viene manteniéndose desde su aparición, con respecto al titulo y origen verdadero de este Rito, y muy en especial, de su pretendida antigüedad, que algunos hacen remontar hasta los primeros siglos del cristianismo dándole al gran Manes[1] por institutor. Según nuestros estudios e investigaciones, no puede probarse que semejante Rito sea Escocés, ni que su antigüedad sea tal, que le autorice en lo mas mínimo para sostener la menor pretensión, ni fundar en ella la menor prioridad o preeminencia. Un solo dato basta para que cualquiera pueda adquirir por sí solo un pleno convencimiento de lo primero, y es, que rechazado constantemente por los masones del país que se le asigna por cuna, este Rito no consiguió penetrar en Escocia hasta el año de 1846; y con respecto a lo segundo, la misma fecha de sus Constituciones, que se dan como fundamentales, nos dicen claramente que esta cacareada antigüedad data en todo caso tan solo del año 1786, o cuando más del año 1762, a poder admitir como autenticas y valederas las Grandes Constituciones llamadas de Federico II. La adición de las palabras antiguo y aceptado, es evidente que se adoptó en Francia, parodiando[2] lo acaecido en Inglaterra en 1739. Es sabido que cuando la escisión promovida en aquel año en el seno de la Gran Logia de Londres, se dividieron sus miembros en dos grupos rivales; los separatistas, para distinguirse, se apropiaron del título distintivo de anciend and aceptet massons (masones antiguos y aceptados) como queriendo indicar, que se declaraban continuadores y mantenedores de las antiguas y caducas tradiciones y ceremonias masónicas de los constructores, que acusaba a los miembros del otro partido de haber desconocido y alterado, por lo que les señaló de aquel día con el dictado de masones modernos. Igual sucedió en Francia en 1786, cuando el Gran Oriente procedió a una severa revisión de los altos grados reduciéndolos al numero de cuatro. Acusado por los mismos factores del Rito Escocés, que en aquel entonces precisamente, a ser cierto lo que sostienen, se ocupaban de elevar a treinta y tres el número de los que constituían su escala jerárquica, de haber querido desnaturalizar los misterios y antiguas ceremonias para sustituirlos por otros nuevos, señaláronlos también, a su vez, con el titulo de modernos, mientras que
ellos se abrogaban el de antiguos. Tal es el Génesis del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Los documentos que se reconocen y admiten como más autorizados por los masones que siguen este Rito, establecen: que la creación de los sublimes e inefables grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tuvo lugar poco después de la terminación de la primera cruzada[3], estableciéndose estableciéndose simultáneamente en Escocia, en Francia y en Prusia; pero por circunstancias que no son conocidas de nadie, éstos cayeron muy pronto en desuso y permanecieron olvidados durante muchos años, o sea desde 1648 hasta 1744. Pero semejante aserción no ha podido ser nunca demostrada ni apoyada por ningún documento auténtico y fehaciente que merezca el menor crédito. En lo que estamos de acuerdo, es reconocer que la introducción de la Masonería templaria, tuvo lugar en Francia en 1727, por su mismo autor y recopilador el noble Escocés, barón de Ramsay, que en 1744 instituyo en Burdeos una Logia de Perfección, y que en Prusia fue deudora de tal beneficio al marqués de Bernez que lo verificó en 1757, y a los oficiales del ejército de brogolie. El conjunto del sistema y de sus treinta y tres grados, según puede verse en la Recopilación de las Actas del Consejo Supremo de Francia (por Setier, París de 1832) y en otra acta del mismo Supremo Consejo de 5 de Marzo de 1813, que publicó con el título de Notice sur la Francmaconnerie ot sur I‟erection du supréme Conseil de tente trois grades, así como en muchos otros documentos, descansa sobre los estatutos y Reglamentos redactados en Burdeos[4] en 1762 por los diputados delegados por el Soberano Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente y el de los Príncipes del Real Secreto de aquella ciudad, que había sido instituido por el primero en 1759, cuyo texto oficial se halla en la citada recopilación y en la Constitución, Estatutos y Reglamentos para el Gobierno del Supremo Consejo, atribuidos como ya hemos dicho al rey Federico II. Según se dice en estos documentos documentos oficiales, “Carlos Eduardo Estuardo[5], último retoño de la rama de este nombre y jefe de toda la Masonería antigua y moderna, confirió al rey Federico II la suprema dignidad de Gran Maestro, designándole para su sucesor; y en tal concepto, en 1761 fue reconocido como jefe de los sublimes e inefables grados de la Masonería sobre ambos hemisferios. Este nombró al Príncipe Carlos, heredero de la corona de Suecia, Gran Comendador y Protector de los masones suecos, invistiendo con igual dignidad al duque de Chartres y al
ellos se abrogaban el de antiguos. Tal es el Génesis del Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Los documentos que se reconocen y admiten como más autorizados por los masones que siguen este Rito, establecen: que la creación de los sublimes e inefables grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tuvo lugar poco después de la terminación de la primera cruzada[3], estableciéndose estableciéndose simultáneamente en Escocia, en Francia y en Prusia; pero por circunstancias que no son conocidas de nadie, éstos cayeron muy pronto en desuso y permanecieron olvidados durante muchos años, o sea desde 1648 hasta 1744. Pero semejante aserción no ha podido ser nunca demostrada ni apoyada por ningún documento auténtico y fehaciente que merezca el menor crédito. En lo que estamos de acuerdo, es reconocer que la introducción de la Masonería templaria, tuvo lugar en Francia en 1727, por su mismo autor y recopilador el noble Escocés, barón de Ramsay, que en 1744 instituyo en Burdeos una Logia de Perfección, y que en Prusia fue deudora de tal beneficio al marqués de Bernez que lo verificó en 1757, y a los oficiales del ejército de brogolie. El conjunto del sistema y de sus treinta y tres grados, según puede verse en la Recopilación de las Actas del Consejo Supremo de Francia (por Setier, París de 1832) y en otra acta del mismo Supremo Consejo de 5 de Marzo de 1813, que publicó con el título de Notice sur la Francmaconnerie ot sur I‟erection du supréme Conseil de tente trois grades, así como en muchos otros documentos, descansa sobre los estatutos y Reglamentos redactados en Burdeos[4] en 1762 por los diputados delegados por el Soberano Consejo de los Emperadores de Oriente y Occidente y el de los Príncipes del Real Secreto de aquella ciudad, que había sido instituido por el primero en 1759, cuyo texto oficial se halla en la citada recopilación y en la Constitución, Estatutos y Reglamentos para el Gobierno del Supremo Consejo, atribuidos como ya hemos dicho al rey Federico II. Según se dice en estos documentos documentos oficiales, “Carlos Eduardo Estuardo[5], último retoño de la rama de este nombre y jefe de toda la Masonería antigua y moderna, confirió al rey Federico II la suprema dignidad de Gran Maestro, designándole para su sucesor; y en tal concepto, en 1761 fue reconocido como jefe de los sublimes e inefables grados de la Masonería sobre ambos hemisferios. Este nombró al Príncipe Carlos, heredero de la corona de Suecia, Gran Comendador y Protector de los masones suecos, invistiendo con igual dignidad al duque de Chartres y al
Cardenal Rohan, para los masones de Francia. Distribuidos así los poderes, en 25 de octubre del año 1782, fueron confirmadas las grandes constituciones de Burdeos”. En aquella época el Rito Escocés Antiguo y Aceptado no constaba más que de 25 grados, de los que el Príncipe del Real Secreto era el más elevado, pero en vista de las invasiones de los innovadores y de las discordias que a consecuencia de ello se promovieron en Alemania, recelando aquel monarca que la Masonería pudiera llegar a ser presa de la anarquía y víctima de aquellos que bajo el nombre de masones podían intentar anonadarla y viendo que su existencia se encaminaba al ocaso, se decidió al fin a transmitir todos los Soberanos poderes y prerrogativas de que se hallaba investido, a un Consejo de Soberanos Grandes Inspectores Generales, Generales, para que después de su muerte tomara la suprema dirección alta y sublime Masonería, con sujeción a la Constitución y Reglamentos. Con este objeto en 1786 amplió la escala jerárquica de los grados elevando el numero hasta treinta y tres, y otorgando este último el título de Poderoso y Soberano Gran Inspector General. Los altos poderes que se conferían a los hermanos condecorados con este grado, que debían ser en lo sucesivo los encargados del gobierno y dirección del Rito, fueron concentrados en un Soberano Capítulo al que dio el título de Supremo Consejo del grado 33o. Por último, en 1o. De Mayo de aquel mismo año pocos meses antes de acaecer su muerte (17 de Agosto), publicó la Constitución y Reglamentos de los Grandes Inspectores Generales, en cuyo Art. 8o. Los instituye por sus sucesores; consignando, que después de su fallecimiento, los Supremos Consejos serán los Soberanos de la Francmasonería. Pero semejante relato, a pesar de los sellos y timbres oficiales que lo adornan, no solo merece el menor crédito sino que muchos lo desmienten de la manera mas categórica y terminante, como son de ello buen ejemplo Ragón, Clavel, Findel y otros muchos.
El erudito H Reboul, después de haber compulsado todos los autores alemanes que se ocupan de este particular, dice en su Historia de la Francmasonería, lo siguiente: “El rey Federico de Prusia fue iniciado en la Masonería el 15 de agosto de 1738 en Brunswich, siendo en aquel entonces príncipe real. En 1744 la Logia de los Tres Globos, de Berlín, fundada por artistas franceses, que habían sido llamados a Prusia, fue elevada por él a la categoría de Gran Logia, siendo aclamado Gran Maestro de la misma, cuya
dignidad ejerció sólo hasta 1747, aunque la Gran Logia continuó inscribiéndole como tal en el cuadro de sus grandes dignatarios, hasta el año de 1755. Desde aquella época, ya no se volvió a ocupar de la Masonería activa para nada. En sus conversaciones con algunos de los hermanos que dirigían la Logia de los Tres Globos, y que le solían poner al corriente de cuanto en ello ocurría, continuó demostrando siempre el mayor afecto por la Institución; pero tan luego como los nuevos sistemas introducidos por el marqués de Bernez y por los oficiales del ejército de Broglie, fueron tomando incremento e infiltrándose en las Logias alemanas declarándose enemigo de semejantes innovaciones y manifestó a su manera el mayor desdén, expresándose en términos muy duros contra los altos grados, augurando que en su día vendría a ser perenne manantial de discordia entre las logias y los distintos sistemas. Después de esto ya no se le volvió a oír hablar más de Masonería durante los últimos treinta años de su reinado”. Este es el un hecho notorio y comprobado por las mismas actas de las Grandes Logias de Berlín. El hermano Marconay, autor de varios escritos sobre la Masonería de los altos grados, deseoso de ilustrar y de poner en claro cuanto hubiere de verdad acerca del origen prusiano del Rito Escocés Antiguo y Aceptado en 33 grados, dirigiéndose a la Gran Logia de los Tres Globos en Berlín, para que sirviera darle los esclarecimientos necesarios; el 17 de agosto de 1733 recibió la contestación oficial, en la cual se encuentran, entre otros, los siguientes párrafos: “En cuanto a las opiniones opiniones entre nosotros, debemos participaros que Federico el Grande es en parte el creador del sistema que nuestra Logia adoptó, pero nunca se inmiscuyó en sus asuntos, ni se ocupó de dictar leyes a los masones, a los que siempre concedió la mayor protección en sus Estados. La Gran Logia no reconoce ni practica más que los grados azules de San Juan. Un comité particular compuesto de miembros elegidos por los hermanos, llamado Supremo Oriente Interior, dirige los trabajos de los grados superiores que no pasan en numero de 7. La Logia Escocesa de este Senado Superior presidida por un Escocés Superior, ejerce jurisdicción sobre las Logias Escocesas unidas a las de San Juan. Tal es el estado de las cosas entre nosotros; todo lo que se refiere a las prescripciones de Federico el Grande y del Senado Superior que debe existir, carece de fundamento”. En la crítica razonada de varios autores prestigiosos, debemos buscar el camino que nos conduzca al descubrimiento
del verdadero origen de este rito. Del examen de la mayoría de los que niegan un origen prusiano, templario o anterior, se reduce en conclusión, que la base fundamental del mismo estriba en el Rito de Perfección en 25 grados, creado en París en 1756 en el Capítulo de los Emperadores de Oriente. Importado este Rito a América por el Judío Esteban Morín, allí, donde por mas que algunos traten de sostener otra cosa, no se conocían mas que los tres grados de la Masonería primitiva de San Juan, fructificó de una manera tan rápida el sistema de los Soberanos Príncipes de la Masonería, fue tal el afán y la locura que se despertó en aquél fértil y privilegiado país, virgen aún de toda innovación, por la adquisición de altos, que agotado muy en breve el rico cargamento de joyas, bandas y condecoraciones de que fue provisto aquel mercader, Morín concibió la idea de ampliar la escala de los primitivos grados, elevando su numero hasta 33. Y a sí lo verificó, efectivamente, en unión de otros hermanos, con los que se puso previamente de acuerdo. Reunidos en Charleston (Carolina del Sur), después de distribuirse los cargos y concentrar y concentrar en sus manos toda la administración, fundóse ahí en 31 de Mayo de 1801, el primer Supremo Consejo de la nueva Masonería, cuya existencia se dio a conocer por primera vez, en una circular expedida por ese alto cuerpo con fecha de 4 de diciembre de 1802, siendo muy de notar que a pesar de la supuesta antigüedad y aceptación que hace presumir su título, no se halle en la misma la menor indicación que revele su origen, ni su anterioridad, limitándose únicamente a preconizar la excelencia de sus 33 grados, cuya organización atribuye al rey de Prusia, en mayo de 1786. Tampoco se dice nada en este documento, de cómo ni por quién había sido importado este Rito a América, ni con que corporaciones análogas se hallaba en correspondencia. El año siguiente es cuando, por primera vez se ve figurar en su Anuario el nombre de una potencia de este Rito, como corresponsal: el Supremo consejo de Santo Domingo que acababa de ser creado bajo sus auspicios por el conde de Gras Tily, uno de sus delegados. Era el conde un militar francés agregado al servicio de las colonias, al que, a imitación de Esteban Morín, el Supremo Consejo de Charleston, después de haberlo creado el Gran Inspector General, en 1799, le confirió una patente para la creación del mencionado Supremo Consejo a su regreso a la isla.
La pérdida definitiva de aquella colonia le obligó en 1804 a volver a Francia. Tan pronto como se encontró en París, se ocupó activamente en dar a conocer los 33 grados del nuevo Rito, introduciéndolos en la Logia Escocesa de San Alejandro, que quedó convertida en centro general de sus operaciones. Por toda justificación de sus derechos, tan sólo pudo presentar un titulado Libro de Oro, que únicamente contenía una copia de la patente de los poderes otorgados en 1761 a Morín, por el Consejo de Emperadores de Oriente y Occidente, de París; su propia patente expedida en 1802 por el Supremo Consejo de Charleston; una copia de la Constitución en 35 artículos redactada en Burdeos, en 1762, por los Príncipes del Real Secreto, y por último, otra copia de la que había sido forjada recientemente en América, en 18 artículos, poniéndole la fecha de 1786, que es la que se atribuyó a Federico el Grande. Las explicaciones de Grasse causaron no poca admiración en Francia. Mientras los unos se pronunciaban a favor del astro naciente, otros menos crédulos, se creyeron el deber de sondear la cosa antes de aceptarla. En efecto: examinando atentamente estos documentos, se descubrió que la patente de Grasse no llevaban firma de persona conocida alguna, si se exceptúa la de Hogue, su suegro. Observóse igualmente, no sin sorpresa que la del H Isaac Long, uno de los que debían haber asistido y autorizado la recepción del mandatario en 1797, no figuraba en aquel documento. Preguntábase también como podía explicarse, que hallándose el H Grasse, expuesto a ser llamado a Europa en el momento menos pensado, por su calidad de militar, no se hubiese hecho librar inmediatamente después de su de su recepción un certificado, y que no se hubiera acordado de ello hasta cinco años después (1802). Y por último reparóse asimismo que el Supremo Consejo que había expedido la patente, no se atribuía la denominación del tal Rito Antiguo y Aceptado, y que tampoco hacía la menor mención en la misma que le autorizara para la fundación de ningún Supremo Consejo en Europa. A pesar del testimonio de las Grandes Constituciones que dan al Rito Escocés Antiguo y Aceptado como definitivamente organizado en 1786, se han demostrado también plenamente, que esto no tuvo lugar sino largo tiempo después de esta fecha. Vasal, Ragón y Orfdox, afirman sin la menor reticencia, que los rituales de los nuevos grados fueron amasados en París por el mismo de Grasse, en cuya tarea le
ayudó eficazmente un hermano y literato francés llamado Bialhache. Para ello pusieron a contribución todos los Ritos conocidos y muy especialmente los grados del sistema templario, o sea el Rito de Perfección, al que aumentaron con nueve grados. Y tampoco en esto anduvieron bastante precavidos los innovadores, puesto que entre la nomenclatura inserta en las Grandes Constituciones, que a pesar de su antigüedad no vieron la luz pública hasta el año de 1802, y la contenida en la circular del Supremo Consejo de Charleston, de 31 de mayo del mismo año, se notan diferencias bastante sensibles, que ponen claramente de relieve la ligereza y falta de estudio con que se procedió a la redacción de estos documentos. Del examen se desprende que el numero de grados iguales, es el de 22, tomados del Rito de Perfección; los ocho grados que median hasta el 30, fueron tomados de otros sistemas. Además de la denominación de algunos grados, se observará también que la circular de 1802 no incluye el Gran Escocés ni el Gran Inspector, o sea el 29 y el 31, de la escala actual, y que ocupan el mismo lugar en las Grandes Constituciones; que el Kadosch grado 30, se le asignan el número 29; que al grado 25 y último de la séptima clase de la antigua nomenclatura, se formo el 31 y el 32; y así podríamos seguir aumentando el catálogo de las contradicciones. A pesar d estas y otras muchas anomalías que no se escaparon a la observación de la generalidad de los masones, en breve tiempo el conde elevó al grado 33 a gran numero de hermanos, formando seguidamente con ellos un Supremo Consejo provisional. Convocados los grandes oficiales del Rito el 12 de octubre de 1804, se constituyeron en Gran Consistorio y convocaron para el 22 la asamblea general de todos los miembros con objetivo de proceder a la formación de una Gran Logia. Esto tuvo lugar efectivamente el día fijado, constituyéndose aquella bajo la denominación de Gran Logia General Escocesa de Francia del Rito Antiguo y Aceptado, decidiéndose en ella, que su principal asiento residiría en París. Eligiéronse 49 dignatarios, proclamándose Gran Maestro al príncipe Luis Napoleón y al conde Grasse como representante del mismo. Seguidamente se ocuparon de la redacción de un nuevo Código, y el 1o. De noviembre se anunció su constitución por una circular muy pretenciosa, de la que extractamos los siguientes párrafos:
“Una nueva era brilla en Francia para la Masonería Escocesa demasiado tiempo perseguida. Sus desgracias han llamado la atención de los masones más ilustres y más profundamente iniciados, que han vuelto a levantar la bandera escocesa bajo la cual se han colocado las personas mas ilustres de la Francmasonería. Estos, por su posición civil y militar, están llamados a rodear y defender el trono del imperio francés. Reunidos en Asamblea General en el templo de la Madre Logia Escocesa de San Alejandro de Escocia, que reemplaza a la Logia del Contrato Social, y provistos de los poderes de la Gran Logia Metropolitana de Heredom, han fundado en París la Gran Logia Escocesa de Francia y la han proclamado. Como prueba de adhesión a la dinastía imperial, la Gran Logia Escocesa ha nombrado Serenísimo Gran Maestro a su Alteza imperial el príncipe Luis, Gran Condestable del Impero. Bajo tan favorables auspicios, trabajaremos celosamente ocupándonos en el noble arte de la Masonería, no pudiendo menos de realizar los mas grandes y brillantes progresos. Lejos de lanzar el anatema contra los masones que permanecen extraños al Rito Escocés, la Gran Logia se mostrará siempre gustosísima de recibirlos en su seno, y se esforzará en establecer correspondencia con todas las Logias y Capítulos regulares de Francia y con todos los Grandes Orientes Extranjeros”. A pesar de su procedencia americana, este fue el principal foco del que emanaron, a partir de aquella fecha, los diversos Supremos Consejos que se fueron estableciendo en todos los países de ambos hemisferios que quisieron aceptarlo. Tales son, extractados a grandes rasgos, los puntos mas culminantes que ofrece la historia y formación del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, objeto de las más apasionadas y constantes controversias. El Principio del Rito Escocés en México. En 1812 se adoptó en España una Constitución, flamante de nueva, obra de aquél famoso incubador de leyes, el Primer Napoleón, cuyo brazo fuerte sostenía a su hermano José sobre el trono de los Borbones entre las llamas de la guerra civil y los horrores de la invasión inglesa. Mientras tanto, el avance alarmante de la revolución en México, había motivado la expedición a la colonia de un ejército español fuerte y aguerrido. Los oficiales y soldados que pasaron el Atlántico para sofocar las libertades de Nueva España, habían visto
trastornos y disturbios en la península ibérica, tales que no se habían conocido desde la época de los Godos. Vieron perecer la Inquisición[6], Santa de fuego y sangre, vieron desaparecer los últimos vestigios del antiguo gobierno aristócrata y ellos mismos embolsaron, por vía de pagos, las onzas nuevamente acuñadas de los ornamentos de oro de las iglesias católicas. La Francmasonería francesa, donde dominaba el Rito Escocés, todavía no corrompido por los cambios posteriores, tuvo muchos adeptos entre los oficiales del ejército expedicionario a México, y en 1813, las primeras Logias del Rito Escocés, se fundaron sobre el suelo mexicano, autorizadas como podemos presumir, por la gran logia de España.
Los beneficios de estas Logias se reservaron exclusivamente a los españoles peninsulares. Todavía se despreciaba a los criollos y no se admitía en la Masonería sino a unos cuantos mexicanos de la alcurnia noble, distinguidos por su devoción a la causa de España y a la permanencia de la dominación española en México. Los objetos de estas Logias fueron enteramente liberales en cuanto a la política española, y su influjo se dirigía a la fundación de un sistema de gobierno representativo en la Madre Patria y a la reforma de clero católico. Hubo un periodo de reacción en España después de la expulsión de los franceses y esta ese extendió a México. Las sociedades masónicas no pudieron celebrar sus tenidas sino con la mayor precaución y secreto, no obstante que el Virrey de la época, Don Juan Ruiz de Apodaca, toleraba hasta donde podía, puesto que el mismo era Maestro masón. La independencia de México quedó asegurada en 1821, y después los trabajos de la Fraternidad Masónica pudieron efectuarse con mas libertad. Aun antes de la independencia se había ya organizado la Gran Logia de México, y su primer Gran Maestro fue D. Felipe Martínez Aragón, un español y a la vez Oidor de la Primera Sala de la Audiencia de México, con su residencia en Minería. Muchas Logias habían sido ya establecidas, cuyo número no sabemos. Muchos mexicanos habían pasado por las puertas de la Masonería, pero la mayoría se componía de españoles de nacimiento o de convicciones, muy contrarios a la independencia entonces recién conquistada, y éstos
convirtieron las Logias en centros de intrigas políticas de oposición al nuevo orden de cosas. Poco a poco los mexicanos se retiraron de las logias donde predominaba el elemento español, y formaron sus Logias a parte dirigidas por el General Nicolás Bravo. De esta manera se propagó el Rito Escocés en toda la República, pero sin una separación ostensible de las Logias según la nacionalidad de sus miembros. Dentro de pocos años, diremos por el año de 1824, la Independencia de México se había arraigado tanto, que las logias exclusivamente españolas cambiaron sus ideas reaccionarias. Poco a poco empezaron a dejarse dominar por el elemento mexicano y por fin quedaron iguales a las demás. De los trabajos esotéricos de las logias de esa época casi no nos queda vestigio alguno. Se supone que generalmente se conferían los tres grados simbólicos según los Rituales traducidos literalmente de los franceses. Sin embargo de esta opinión, yo supongo que los rituales que se usaban en las primeras logias mexicanas eran substancialmente del rito de York. He formado esta opinión puesto que tengo en mi biblioteca masónica un libro antiguo impreso en la imprenta de Repullés, en Madrid, con fecha de 1821. Este libro se llama “Catecismo Masónico para la Instrucción de los Masones Españoles de ambos hemisferios”, y según dice fue “dado a luz” por el H I G V R A R C cuyas iniciales no reconozco.
Esta obrita, de unas 69 paginas, se dedica a los grados simbólicos de Aprendiz, Compañero y Maestro Masón. Los detalles son perfectamente bien explicados y se refieren las preguntas a todas las ceremonias del Rito de York. Los grabados, sobre acero, son casi idénticos con algunos que todavía se publican en algunos libros de referencia para los trabajos masónicos, en los Estados Unidos. Es probable, ya que este libro se dirige a españoles masones de ambos hemisferios, que contiene los Rituales usados en las Logias de México en esa época. No tengo informes fidedignos de que se hayan trabajado en los grados altos del Rito Escocés durante el periodo de 1813 a 1815. Hay, sin embargo, probabilidades que se
confirieron algunos de estos grados informalmente y sin tener Cuerpos organizados para este objeto. La introducción del Rito de York Un tal T. S. Parvin, escritor, eplenético, vanidoso e ignorante, al discurrir según su modo sobre la Masonería Mexicana, dice, en alguna parte, que en 1816 la Gran Logia de Luisiana y en 1824 la Gran Logia de Pennsylvania, concedieron sus cartas de patente para establecer, cada una de ellas, una Logia del Rito de York en la Ciudad de México. Los hecho son que en 1816 la Gran Logia de Luisiana concedió su carta patente a favor de la Logia “Amigos Reunidos” número 8, que debería trabajar en la ciudad de Veracruz, así como la misma Gran Logia concedió en el año de 1817, una carta patente de la Logia “Reunión a la Virtud” numero 9, que debería trabajar en la ciudad de Campeche. En el año de 1824 la Logia “Hermanos Legítimos de la Luz de Papaloapan” número 191, fue constituido por la Gran Logia de Pennsylvania para trabajare en Alvarado, Estado de Veracruz. Los hermanos nombrados en la carta patente de esta Logia, fueron Eugenio Cortés, José María Allen, H. Fournier, Ángel Iruarte, Peter E. Frewall, Francisco de P. López (venerable), José María Guisáosla (primer vigilante) y José Lucas de Aguilera (segundo vigilante). Esta Logia fue declarada en sueños en 1837. No tengo datos respecto de las Logias fundadas por la gran Logia de Luisiana. Sin embargo, supongo que, con motivo de los disturbios políticos de aquella época, estas Logias deberían haber durado muy poco tiempo. Por las grandes distancias de mas de 400 kilómetros, entre los Valles de las Logias, referidas y la ciudad de México, estas no pudieron haber influido sino muy remotamente sobre el desarrollo de la masonería en esta capital debido a la dificultad de las comunicaciones que existía en el periodo referido entre aquellos puntos, todos los de la costa del Golfo de México, la capital de México. En efecto, la introducción definitiva del Rito de York en esta capital, se hizo de un modo enteramente diferente. La entrada del Rito Escocés a la política se hizo poco a poco; pero no sin causar gran descontento entre los hermanos mejor informados, cuyas creencias les representaban la francmasonería como una institución
benévola, filosófica y organización política.
de
enseñanza,
mas
bien
que
una
Con el objeto de reformar la institución masónica unos 36 maestros del Rito Escocés verificaron una junta en el año de 1825, para promover la introducción del Rito de York en México, puesto que creían que este Rito se conservaría mas fácilmente fuera de la arena política. El jefe del movimiento fue D. José María Alpuche e Infante, un cura párroco del Estado de Tabasco, representante en aquel momento de su estado en el senado mexicano. Sus ideas encontraron el apoyo de D. Ignacio Esteva, entonces secretario de Hacienda, de D. Miguel Ramos Arizpe, canónigo de la Catedral de Puebla y entonces subsecretario del ministerio de justicia y de muchas otras personas distinguidas, entre ellas el General D. Guadalupe Victoria, entonces presidente de la Republica Mexicana. Una comisión de estos caballeros se acercó al Sr. Joel R. Pointsett, Ministro de los Estados Unidos de América en México y aquel hermano obtuvo de la Gran Logia de Nueva York, sus cartas patentes para tres Logias simbólicas. Según afirma el Gran Maestro Pasado, Jesse B. Anthony, de Nueva York, estas tres Logias se llamaban “La libertad” numero 1, “La Federación” numero 2, y “La Independencia“ numero 3. Según el historiador Mateos, estas tres Logias se llamaban: “Tolerancia Religiosa”, “Rosa Mexicana” e “Independencia Mexicana”. Sea esto como fuera, las tres Logias recibieron sus cartas patentes; fueron debidamente instituidas e instaladas por el H Joel R. Poinsett y después procedieron a organizar un Gran Cuerpo llamado la “Gran Logia Nacional Mexicana”, en la cual se eligió al Sr. D. Ignacio Esteva, para el puesto de Gran Maestro. La primera cosa que hizo la Gran Logia fue conceder cartas patentes a otras dos logias masónicas; de modo que el gran cuerpo comprendía 5 Logias subordinadas. Estas contaban entre sus filas a muchos generales, coroneles y demás oficiales del ejército, mientras que el elemento civil se componía de senadores, diputados, clérigos, empleados del gobierno, comerciantes y artesanos. En cuanto a política todos los Yorkinos eran del partido Liberal. Al principio se limitaban las Logias de York a la práctica de las ceremonias del rito y a obras de caridad u beneficencia; pero la nueva organización inmediatamente se
hizo blanco de una oposición feroz e intransigente por parte de los Yorkinos, una actitud de resistencia que en muy poco tiempo se resolvió en un participio activo y muy practico en la política del país. No obstante la oposición de los escoceses, el Rito de York prosperó tanto, que en el año 1828 el informe rendido por el Gran Secretario, D. Agustín Viezca a la Gran Logia Nacional Mexicana, menciona 112 Logias de las cuales unas 90 estaban en plena actividad. Las demás habían quedado en sueños por uno que otro motivo. Suponiendo que hubiera 25 masones por término medio, en cada Logia, tendríamos como 2,500 masones aislados bajo las banderas de York. De estas Logias, unas 12 o 14 fueron ambulantes, perteneciente a diversos regimientos del ejército. Diez Logias había en la capital de México y las demás desparramadas en todas las ciudades y villas principales de la Republica, desde el Istmo de Tehuantepec hasta el Río Bravo. La mayor parte de estas logias habían sido formadas con más atención a la fuerza numérica que a la calidades sociales de sus miembros y por lo tanto, contenían una mezcla de personas de todas clases u condiciones de vida, muchas de ellas, sin principios morales que deberían distinguir a los buenos masones. Los masones del Rito Escocés también desplegaban una actividad notable para aumentar su numero y fueron apoyados por miembros del partido conservador y clerical que temían los principios reformadores de los jefes liberales de los partidos del Rito de York. Sin embargo, los liberales no se apresuraron a declarar abiertamente sus intenciones y por lo tanto, los dos bandos se llamaban mutuamente herejes y enemigos de la iglesia. Los dos partidos eligieron los santos de su particular devoción y protectorado y se vieron algunos espectáculos singulares. Los masones del Rito Escocés organizaban fiestas religiosas para honrar a la Virgen del Pilar y a Santiago de Galicia, mientras los masones de York se manifestaban con igual fervor y sinceridad, como partidarios de la Virgen de Guadalupe. Los clérigos de uno y otro bando anatemizaban a sus contrarios desde el púlpito y se hicieron notables en la capital las procesiones masónicas religiosas donde los emblemas de la masonería alternaban con velas encendidas, albas, estolas y todo lo demás del ostentoso aparato de la Iglesia Romana.
En 1827 esta rivalidad estallo en una guerra abierta. El General Nicolás Bravo, Gran Maestro del Rito Escocés se pronunció en contra del Gobierno y del ministro Ponitsett y fue sitiado en la ciudad de Tulancingo por el General Vicente Guerrero, Gran Maestro del Rito de York, derrotando éste las fuerzas rebeldes. Incidentalmente esto causo la extinción del Rito Escocés como organización exclusivamente masónica. Sin embargo la mayoría de ambas cámaras, compuesta como fue, de Escoceses, hizo un decreto (Octubre 25 de 1828), prohibiendo bajo severas penas todas las sociedades secretas de la Republica. Con señalada obediencia a la ley la Gran Logia de York, circuló una proclama declarando todas sus logias en sueños hasta mejores tiempos. No obstante las prohibiciones, tanto Escocesas como Yorkinas, continuaran sus trabajos; pero tuvieron que cesar definitivamente por la intervención de la policía. La dispersión de las dos organizaciones fue completa y los hermanos mas entusiastas se afiliaron al Rito Nacional Mexicano, que había sido organizado desde 1825. Este rito, según parece no fue molestado tanto como los otros ritos o sea que desafiaba a la policía con mas entereza y con mejor éxito. Sería inútil señalar la historia de los ritos de York y de Escocia, durante los quince o veinte años siguientes. Los dos ya habían perdido su identidad como organizaciones masónicas y los nombres de los Ritos sirvieron solo como consignas del conflicto de cabecillas perversos cuyo único objeto verdadero fue posesionarse de fondos públicos y particulares, disputando entre ellos el botín anhelado.
Una modificación del Rito de York llamada “Yorkinos federalistas”, se estableció en 1834 con cuatro grados llamados: “Aprendiz”, “Constante”, “Firme”, y “Venerable” o “Anfitrión”. Este rito se hizo un club político aun mas notable que los Ritos anteriores y probablemente señala el ultimo vestigio del ritualismo dentro de los partidos combatientes. El Rito Nacional Mexicano Los regocijos de los masones por el establecimiento del Rito de York, en 1825, apenas habían cesado y el Gran Maestro ni bien se había acostumbrado a su nueva dignidad,
cuando se hizo patente que el Rito de York seguía rápidamente el mismo cambio que su antecesor de Escocia. En las logias de York, casi a tambor batiente se recogieron una multitud de personas cuyas deficiencias de las calidades masónicas no se hizo aprecio con tal que tuvieran el don esencial de ser contrarios al Rito Escocés y a los principios de éste. Después de haber protestado inútilmente en contra de estos devíos, nueve masones entusiastas se juntaron para encontrar algún medio para evitar el abuso sistemático de la Francmasonería. Cinco de estos hermanos fueron masones del Rito Escocés y cuatro del Rito de York. Dos de estos últimos fueron de los treinta y seis hermanos que habían sido los inductores del Rito de York en esta Republica. El propósito original de la junta fue el establecimiento de una nueva Logia que debería adherirse estrictamente en sus trabajos y en la admisión de nuevos miembros, a los sanos principios masónicos. Sin embargo, hubo ciertas dificultades naturales que impidieron la solicitud de una carta patente de uno u otro de los Ritos existentes, ya en conflicto. Después de prolongados debates resolvieron fundar otro Rito que no seria ni Yorkino ni Escocés sino que tendría las buenas de ambos Ritos, y que debería trabajar para establecer una armonía mas perfecta en la sociedad y para combatir las preocupaciones religiosas, aun aquellas que habían sido aceptadas en la masonería. Estas preocupaciones comprendían el patronato de los santos en las Logias y la obligación que se imponía a los masones de pertenecer a la religión del estado. Al objetarse que el nuevo Rito seria irregular, se contesto que según la historia masónica, todos los Ritos tuvieron su origen de la misma manera; que los grados altos de los dos Ritos, tanto de York como Escocés, fueron originalmente invocaciones injertadas aun sobre las bases de la masonería y que aun la gran Logia de Inglaterra había aumentado la masonería desde un grado, de la cual consistía primitivamente hasta tres grados, etc., etc. Cediendo a la influencia de estos argumentos, los que fueron materialmente fortalecidos por la lógica de las circunstancias como existían en aquel momento, la junta de nueve, aumentada después de la primera reunión por algunos hermanos mas, se resolvió una especie de Convención
Constituyente Masónica, la que refiere su origen al 22 de Agosto de 1825.
En aquella fecha la Convención adoptó para las bases del nuevo Rito Mexicano, cinco proposiciones que son esencialmente las siguientes: 1. La Independencia del nuevo Rito 2. Su gobierno debería constituir de un Gran Oriente y de una Gran Logia Nacional Mexicana. 3. Los grados simbólicos serían los mismos de la Masonería Universal, es decir, Aprendiz, Compañero y Maestro Masón, y los grados altos seis más, de nombre: “Maestro Aprobado”, “Caballero del Águila Mexicana”, “Artífice Perfecto”, “Gran Juez” y “Gran Inspector de la Orden”. 4. Cinco Logias regulares podrían establecer una Gran Logia en cualquier Estado donde no existiera alguna. 5. “Los objetos de la Masonería Mexicana, serian trabajar para el adelanto de la virtud y la elevación de la humanidad, para la armonía y la verdadera fraternidad” Cinco Logias fueron establecidas por la Convención Constituyente y estas cinco organizaron la primera Gran Logia Nacional Mexicana del nuevo Rito, la que se instalo el 26 de Marzo de 1826, bajo el nombre distintivo de “La Luz”. El primer Gran Maestro fue Guillermo Gardett. Antes del año de 1830 el Rito Nacional Mexicano había alcanzado una aceptación general entre los mexicanos siempre patriotas; se hallaba establecido con todos sus grados en pleno trabajo y se había extendido por toda la Republica. En el año de 1830, como indiqué en el capítulo anterior, las Logias del Rito de York entre manos de los políticos que hicieron de su estandarte el emblema de un partido. La segunda Gran Logia del Rito Nacional Mexicano se estableció en Guadalajara, con siete logias subordinadas y la tercera en Toluca con seis logias subordinadas, las dos en el año de 1831. En 1833 se verificó una Asamblea General del Rito Nacional Mexicano, la que publicó un programa político a favor de la libertad de opiniones y de la prensa; de la abolición de los fueros clericales y militares; de la clausura de los conventos y del establecimiento del casamiento civil; de la
educación del pueblo; de la abolición de la pena capital y de la conservación intacta del territorio nacional. También se resolvió a solicitar el reconocimiento de los francmasones extranjeros y a establecer un Rito de adopción para las mujeres. Desde luego salta a la vista la imposibilidad aparente de este programa formulado en aquella época de la dominación clerical; sin embargo, todas estas reformas se han llevado a efecto aunque a costa de ríos de sangre, vertidos en las guerras intestinas de la Republica. En el año de 1833, los reformadores fueron considerados como locos y realmente no se pudo alcanzar en esa época ni la sombra de lo que pedían.
La promulgación pública de estos principios de reforma trajo como consecuencia inevitable la entrada de la masonería nacional en la arena política y el abandono del carácter primitivo que le habían dados sus fundadores. También tuvo el efecto de atraer la atención publica sobre el Rito Nacional que desde luego se reconoció como el enemigo mejor organizado y mas fuerte del partido clerical y de las ideas retrogradas. La Iglesia Mexicana era, en esa época, como lo es todavía, casi enteramente independiente de Roma y de la dominación extranjera. La Independencia de la Republica Mexicana, consumada en 1821, libro a la Iglesia Mexicana de la tutela eclesiástica de España aunque esta había sido de poca importancia durante los últimos años del régimen colonial. Para Roma, México era un país tan ignorado como la Gran China y a igual distancia de la influencia de la Santa Sede la que durante muchos años solamente se ocupaba en salvar su propia existencia amenazada por todos lados por las complicaciones de la política europea y por los tremendos cambios causados por las guerras de Napoleón. Los jefes de la Iglesia Mexicana, arzobispos, obispos y cabildos prestaban poca obediencia y reconocían poca responsabilidad a persona alguna. Cuando por algún motivo, se necesitara la complacencia de Roma esta se compraba a buen precio y asunto concluido. En el año de 1833 los bienes de la Iglesia todavía no se habían tocado en las revoluciones y nada había sufrido ésta sino por el estado revoltoso del país, que naturalmente
suspendía en mas o menos grado, las ocupaciones lucrativas de todo el mundo. El capital de la Iglesia importaba cerca de $180,000,000.00 de la cual los ingresos anuales deberían de haber sido mas o menos $10,000,000.00 Con este enorme capital y el apoyo de millares de fanáticos ciegos, dispuestos a sacrificar sus bienes, su honor y hasta su vida por la “Santa Madre Iglesia”, parece casi increíble que el Rito Nacional Mexicano o cualquiera otra asociación de particulares tuviera la audacia de hacerle frente al partido clerical. Mas que esto deberíamos recordad que los adversarios mas fuertes de la Iglesia fueron educados bajos la influencia de la fe y rodeados desde la edad mas temprana con todos los artificios que la tiranía eclesiástica ha podido inventar durante muchos siglos, para paralizar el pensamiento y ahogar las opiniones independientes. Desde el momento de la publicación del programa de 1833, el Rito Nacional Mexicano se hizo abiertamente un cuerpo político. Tuvo que seguir este camino o dejar de existir. Es a este ramo que la Francmasonería o, mas bien dicho, a sus adeptos que organizaron, bajo su sombra, aquella resistencia al a tiranía que es la mejor obediencia a Dios, a que debemos la existencia actual de la Republica Mexicana, entre la gran familia de las naciones. El enemigo mas conspicuo del progreso, durante los años de 1830 a 1845, fue el notorio Santa Anna, que se proclamaba un masón del Rito Escocés, aunque en realidad no fue mas que “Un Escocés” del partido político de aquel nombre, que desde muchos años había sido nada más que una fracción clerical.
En 1845 el Rito Nacional Mexicano había alcanzado alto grado de prosperidad. El Supremo Gran Oriente tenia bajo sus auspicios tres Grandes Logias, las de México. Toluca y Guadalajara. La Gran Logia de la ciudad de México tenia 36 Logias subordinadas; La Gran Logia de Guadalajara. Ocho logias subordinadas y La Gran Logia de Toluca, cinco Logias subordinadas. Los Grandes Maestros fueron José María Mateos, en México; Juan N. Cumplido en Guadalajara e Isidoro Olvera, en Toluca. Además había diputados del Gran Maestro en Durango, Querétaro, Puebla, Veracruz y Oaxaca, con el encargo de inspeccionar algunas logias aisladas, y había cuerpos de los grados altos del Rito establecido en Guadalajara, Toluca y San Luis Potosí.
En el año de 1845, ocho masones franceses formaron una Logia según el Rito de San Juan, en la ciudad de México, bajo la jurisdicción del Gran Oriente de Francia. Este Gran Cuerpo les concedió su carta patente para trabajar bajo el nombre de “Hospitaliers des deux Mondes”, pero la Logia duro pocos años. La invasión americana de 1847 paralizo los trabajos de la Logia francesa y causó la disolución temporal de todo el Rito Nacional Mexicano. Como buenos patriotas que fueron, los francmasones mexicanos se levantaron en armas para la defensa de la patria y solamente dos Logias quedaron en trabajos, una en la ciudad de México y la otra en Toluca. Durante la guerra americana hubo varias ocasiones en las que se cambiaron algunas cortesías fraternales entre los masones mexicanos y los hermanos del ejercito invasor. Mas de un prisionero, de uno y otro bando, se salvo de la muerte por el uso oportuno de algún signo conocido y los horrores de la guerra fueron un tanto mitigados. Debe notarse, sin embargo, que por unanimidad los masones, diputados al congreso votaron en contra del tratado de paz con los Estados Unidos y pidieron la continuación de la guerra hasta quemar el ultimo cartucho de los pocos que quedaban. La invasión americana acabó enteramente con los últimos vestigios del Rito Escocés, introducido en 1813 y del Rito de York fundado aquí en 1825. He hecho algunas investigaciones para descubrir el paradero de las tres cartas patentes concedidas por la Gran Logia de Nueva York, en el año de 1825; no he podido descubrir la menor noticia de ninguna de ellas y a nadie a quien pude consultar parece tener una idea de donde pudieran estar. Las tropas americanas evacuaron la capital de México en Mayo de 1848 y por el mes de Julio del mismo año, el Supremo Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano, se había vuelto a establecer en la capital y dentro de pocos meses se reorganizo todo el Rito aunque tal vez nunca tuvo el mismo vigor y fuerza que antes de la invasión americana. En 1850, los trabajos masónicos se interrumpieron por una epidemia de cólera que hizo estragos en toda la republica y concluyó la existencia de muchas Logias.
La gran tempestad de la revolución, nunca calmada en México desde el grito de Dolores, rugió con mas fuerza que nunca en los años de 1855 a 1867. El año de 1855 vio la caída de Santa Anna y su retirada del país, que tantos años tuvo en disturbios por su ambición desenfrenada. En el año de 1856 se hizo notable por un decreto de expulsión en contra de los Jesuitas y en 25 de Junio del mismo año se promulgó la famosa ley de Lerdo de Tejada, la que prohibió a las corporaciones civiles y eclesiásticas de poseer bienes raíces y enajeno una gran cantidad de bienes de la Iglesia. En 1857 se adopto una nueva Constitución que decreto la separación entre la religión y el Estado, garantizo la libertad de la palabra y de la prensa, abolió los fueros eclesiásticos, el derecho de poseer bienes raíces para el uso de la Iglesia y estableció la supremacía del Gobierno Nacional sobre todos los Inhabitantes de la Republica. La Francmasonería debería mantenerse apartada de la política hasta donde fuera posible; pero nunca podrá ser indiferente a los acontecimientos políticos que afectan los principios fundamentales de la Orden. No es, por lo tanto, ningún reproche que hacemos a los hermanos mexicanos al afirmar que la nueva Constitución de 1857, todavía vigente en la Republica, con pocas modificaciones, fue obra de la Orden Masónica y especialmente del Rito Nacional Mexicano, el que de esta manera coronó su obra, comenzada en 1833 y llevada en 1857 a una conclusión triunfante. La Masonería Mexicana como institución humana, tiene su debilidad y sus errores; pero la buena obra que llevo a cabo en México, es una compensación magnifica por algunos equívocos y extravíos. Sin embargo, podemos afirmar, según atestigua uno de los enemigos del Rito Nacional Mexicano, que sus Logias simbólicas nunca fueron entregadas a la política. A los grados simbólicos no se admitieron personas de ideas liberales y avanzadas. Una vez conocidos los hermanos de los grados simbólicos por su talento, valor y sentido común solamente estos se ocupaban de la política. Estoy informado de que el Ritual del Rito Nacional Mexicano, usado en las logias simbólicas, fue muy parecido al Rito de York. Los juramentos se tomaban en nombre de Dios; la Biblia estuvo colocada en todas las aras sino en
los últimos años del Rito, cuando las llamadas “reformas de la masonería” introducidas por la masonería pagana de Francia vinieron a destruir sin piedad todo el Ritualismo simbólico que perpetuaba la Tradición Masónica y que nos ligaba directamente con los fundadores de la Institución. Para que la masonería sea verdaderamente internacional y de utilidad para los hermanos que viajen de uno a otro país, es preciso que el ceremonial sea exactamente igual en todas partes y esto únicamente se puede conseguir por una adhesión estricta a las formulas antiguas, observadas por nueve décimas partes de todos los masones del mundo. El renacimiento del Rito Escocés
Durante muchos años el Rito Nacional Mexicano fue organización masónica en México, puesto que Escocés, fundado en 1813 y el Rito de York de 1825 desaparecido, y el Rito de San Juan, introducido franceses en 1845, también había concluido.
la única el Rito ya había por los
De los masones afiliados con los Ritos desaparecidos muchos habían ascendido al Oriente Eterno por los poderes de la muerte; la mayor parte de los restantes estaban en el Rito Nacional Mexicano y otros pocos se habían retirado enteramente de la Francmasonería. Cerca del año de 1859, vino a la capital de México el Sr. Abad del Oro. Este hermano fue un miembro distinguido en el Gran Oriente de Nueva Granada, que trabajaba en el Valle de Cartagena, y un masón de corazón. El se asocio con algunos miembros de la logia francesa de 1845 y con algunos otros masones para establecer la Logia “Unión Fraternal” numero 20, bajo la obediencia y con carta patente del Gran Oriente Nuevo-Granadense. El Venerable de esta Logia fue el hermano James (Santiago) C. Lohse, un comerciante de la capital. El hermano Lohse nació en la ciudad de Nueva York y emigro a México en 1853; recibió los tres grados simbólicos de la Logia “Friendship” (Amistad) numero 247, en la municipalidad de Covington, Condado de Tioga, Estado de Pennsylvania, mientras estuvo domiciliado en Blossburg, Pennsylvania, algunos años antes de venir a México. El Gran Oriente de Nueva Granada fue un cuerpo debidamente reconocido ante todos los masones del Rito Escocés del mundo, inclusive del Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos. La Logia “Unión Fraternal” que el
referido Gran Oriente fundo en México en 1859, fue tan legitima como pudiera ser cualquiera Logia Simbólica creada por un cuerpo del Rito Escocés y esta Logia fue el núcleo donde procedió toda la masonería del Rito Escocés que existe en México actualmente en todas sus ramificaciones, regulares, irregulares y rebeldes. Por supuesto que el establecimiento de esta Logia, en tiempo de plena reacción, como había pasado en el año de 1859 y sucesivos, según las vicisitudes de los partidos políticos, no dejo de llamar la atención de los clericales. Los hermanos sufrieron varias veces las mortificaciones consiguientes a la interrupción de sus trabajos por la fuerza armada, al arresto de algunos miembros y del Venerable de la Logia, Etc. Etc. Los clericales se desbordaron en sus periódicos de Insultos en contra de la Logia y de sus miembros. Las excomuniones eran el pan diario y las caricaturas profusamente esparcidas en las hojas sueltas pintaban a los masones asaltando a la Santa Madre Iglesia, siempre capitaneados por la figura bien delineada del hermano Lohse, con cañones dirigidos contra las puertas de la catedral de México y de otras maneras de las mas obscenas y ridículas. Nada lograron los contrarios de la masonería sino unir con mas firmeza a aquellos hombres indomitables que osaran levantar de nuevo la bandera del Rito Escocés en esta capital; la Logia “Unión Fraternal” se mostró mas fuerte que la persecución y se hizo loa madre de otras Logias innumerables.
La formación de esta Logia en 1859 (año también de las leyes de reforma), preparaba el terreno para otros acontecimientos masónicos que en lejanas tierras se iniciaban en el mismo año, y que deberían tener su verificación en el suelo mexicano. El hermano Andrés Cassard, de Nueva York, miembro honorario de dos los supremos consejos de las jurisdicciones Norte y Sur de los Estados Unidos, había adquirido cierta fama en los círculos masónicos de los países Hispano-Americanos por sus obras escritas en español sobre la Francmasonería, algunas de las cuales han pasado por muchas ediciones y se consideran hasta la fecha autoridades en el asunto. En el año de 1859 el hermano Cassard fue comisionado por el Supremo Consejo de Charleston para fundar en Santiago de Cuba un Supremo Consejo para Cuba y las demás antillas, así
como para fundar otro Supremo Consejo en la ciudad de México para la Republica Mexicana y la América Central. Por afortunado que haya sido este nombramiento respecto a las calidades y conocimientos masónicos del hermano Cassard, no lo fue tanto respecto de sus antecedentes políticos en la Isla de Cuba. En el año de 1852, Cassard había sido un partidario distinguido entre los que se agrupaban alrededor de la bandera de Cuba Libre y uno de los redactores de un pequeño periódico llamado “La Voz del Pueblo”. El gobierno español, después de los acostumbrados trámites, sentencio a la pena de muerte a todos los demás redactores de ese periódico y la ejecuto en persona de D. Eduardo Facciolo, pudiendo escaparse el hermano Cassard y los demás redactores por una retirada oportuna a los Estados Unidos. Bajo estas circunstancias y a pesar de los años que mediaban de 1852 a 1859, fue una notable imprudencia el viaje de Cassard a la isla de Cuba no pudiendo fiarse de la buena voluntad de las autoridades españolas. Sin embargo, el Sr. Cassard procedió, en una goleta americana, al puerto de Santiago de Cuba, disfrazado y con cambio de nombre, y pudo comunicarse con los hermanos residentes de aquel puerto. En la cámara de la goleta el hermano Cassard confirmó el grado 33 al hermano Juan Rafecas y delegó a éste sus poderes recibidos del Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos, en cuanto se referían al establecimiento de un Supremo Consejo en la Isla de Cuba. El hermano Rafecas se volvió a tierra y organizó inmediatamente el Supremo Consejo con el nombre de “Supremo Consejo de Colón”, todo según las instrucciones de Cassard que ya se hallaba en alta mar, en camino a las playas mas hospitalarias de Nueva York. Dados a conocer el método y el resultado de estos trabajos al Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur (Charleston), aquel Cuerpo se mostró algo descontento del modo de llevar a cabo sus instrucciones y sin retirar los poderes de Cassard, nombró a otro comisionado para México. El hermano Charles Laffon de Ladebat, 33o., de Nueva Orleáns, miembro activo y Gran Maestro de Ceremonias del Supremo Consejo de Charleston, fue el escogido para esta misión. El hermano Ladebat, criollo de la Luisiana, conocía íntimamente los idiomas español, francés e inglés, lo que fue una gran
ventaja para el efecto, y de buena voluntad, como masón entusiasta que era, se desempeño en su encargo. Antes de que partiera para cumplir su misión sus planos se hicieron conocidos, y un Jacques Foulhouze, masón de Francia y fundador del celebre, aunque espurio “Supremo Consejo de Luisiana”, se apresuró a anticipar a Ladebat en la obra de la introducción del Rito Escocés en México. Foulhouze se presentó en Veracruz a fines de 1859 y organizó lo que el llamaba “el Supremo Consejo del Valle de Anahuac”. El mal éxito de este se garantizo de antemano por los antecedentes y conducta de Foulhouze, que fue reconocido como un mero especulador y su Supremo Consejo terminó en muy poco tiempo.
Al llegar a Veracruz en 1859 el hermano Laffon de Ladebat halló aquel puerto ocupado por las fuerzas del Gobierno federal y legítimo de México, presidido por el insigne Benito Juárez, una de las figuras mas grandes del siglo diecinueve. Este había sido expulsado de la capital hacía algunos meses por el partido clerical, capitaneado por Zuloaga y Miramón, y mantenían en el puerto de Veracruz la sagrada causa de la libertad en contra de los asaltos continuos de los reaccionarios.
En vista de estas circunstancias, el hermano Laffon de Ladebat reconoció que era inútil internarse en la capital, entonces posesionada por los enemigos mas acérrimos de la Francmasonería, donde en este mismo tiempo se perseguía ferozmente a los pocos hermanos de la Logia Unión Fraternal.
Al derredor de Benito Juárez se agrupaban, en aquel momento, todas las personas mas caracterizadas del partido liberal, y el hermano Ladebat resolvió aprovechar la presencia de estas para sembrar en aquel punto la semilla masónica, confiado de que el porvenir produciría una cosecha amplia y extendida.
El Rito Nacional Mexicano había establecido en Veracruz con algunos meses de anterioridad en el día de San Juan de 1859, una Logia Simbólica llamada “La Fraternidad” con la cual el hermano Laffon de Ladebat entró inmediatamente en
relaciones y se hizo conocer de muchos hermanos entusiastas que hacia mucho tiempo se habían afiliado con el Rito Nacional.
Quedaron entre estos algunos hermanos que habían pertenecido a la Logia establecida en 1816 por la Gran Logia de Luisiana y a la otra Logia establecida en Alvarado, a poca distancia de Veracruz, en 1824, por la Gran Logia de Pennsylvania.
Entre los Caudillos liberales había muchos masones entusiastas que se interesaban por el buen éxito de la misión de Laffon de Ladebat y le ayudaron a este con sus consejos y trabajos.
Después de varias conferencias, los hermanos escogidos para componer el nuevo Supremo Consejo para México y América Central, fueron los siguientes:
El General Ignacio Comonfort, masón del Rito Nacional Mexicano, antes presidente de la republica; Nicolás Pizarro Suárez, abogado y literato, que había sido durante algunos años Gran Inspector General del Rito Nacional; General José García Conde, que fue Gran Maestro de la Logia Nacional Mexicana en Toluca durante la época de la invasión americana y por muchos años antes y después; Esteban Zenteno, Francisco Zerega, Ignacio Muñoz Campuzano, Esteban Morales, y Vicente L. De Castro, todos masones del Rito Nacional Mexicano, aunque de menor renombre que los tres primeros.
El General Francisco Zerega había recibido con anterioridad el grado 32 del Rito Escocés en Boston, Estados Unidos, bajo la jurisdicción del Supremo Consejo de la Jurisdicción Norte de los Estados Unidos.
El hermano Vicente L. De Castro un fue aquel Dr. Vicente A. De Castro que después publico unos Rituales irregulares y estableció un Supremo Consejo espurio en la Isla de Cuba, sino un hijo de este. Todavía el padre no había emprendido sus gestiones irregulares, de modo que se debe creer que el
hijo era conocido como masón regular y legitimo, pues de otra manera no hubiera sido admitido entre el grupo honorable de fundadores del primer Supremo Consejo de México. Es fuera de duda que todos los hermanos hechos grados 33 por Laffon de Ladebat fueron, cuando menos, Maestros masones y habían recibido sus grados simbólicos de la manera mas reconocida como legal en toda la Masonería Mexicana.
No hay otro motivo para creer que los distinguidos hermanos mencionados se hubieran aliado con profanos masones irregulares de cualquier modo, como ellos lo entendieron, para un acto tan importante como lo fue la fundación del nuevo Supremo Consejo por autorización directa del Supremo Consejo de Charleston, conocido y honrado por todos los masones de todos los Ritos regulares en todo el mundo y mucho menos cuando se sabe que los hermanos Zenteno, Zerega y Pizarro fueron instalados por Laffon de Ladebat, y estos escogieron e instalaron a los demás hermanos para completar el Supremo Consejo.
Los trabajos materiales de la instalación se llevaron a efecto en una pieza del Hospital Civil de Veracruz, donde se hallaba enfermo en aquellos días el hermano Nicolás Pizarro Suárez.
Los dignatarios elegidos fueron los siguientes: Soberano Gran Comendador, Maestro de la Orden, General Ignacio Comonfort; Teniente Gran Comendador, hermano Esteban Zenteno; Secretario del Santo Imperio, hermano Nicolás Pizarro Suárez.
El establecimiento oficial del nuevo Supremo Consejo tuvo lugar el 21 de Diciembre de 1860. Este mismo día el Supremo Consejo recibió bajo su protección la Logia “La Fraternidad”, la regularizó debidamente y confirmó la carta patente que anteriormente le había sido concedida por el Gran Oriente del Rito Nacional Mexicano.
casi a la misma hora en que se constituyó el Supremo Consejo el Gobierno Liberal recibió la grata noticia de la batalla de Calpulapan, librada el 19 de diciembre de 1860,
en la cual las fuerzas clericales quedaron completamente derrotadas.
En Enero de 1861, el Gobierno y el ejército Liberal emprendió su marcha para el interior en camino para la capital de la Republica. El Supremo Consejo no volvió a reunirse en Veracruz y los acontecimientos de 1861 que culminaron con la invasión de México por las fuerzas de España, Inglaterra y Francia, impidieron que se organizara en la capital.
En el archivo del Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos hay una constancia de que en Octubre 21 de 1821, algún “Supremo Consejo de México” radicado en Veracruz, extendió su carta patente a favor de una Logia Simbólica llamada “Tamaulipas Núm. 2” que debería trabajar en el Valle de Matamoros.
La carta patente referida se hallaba cubierta por la firma de “Viriato A. De Covadonga” que fue la mística de Vicente A. De Castro. Esta circunstancia notada por el hermano Alberto Pike, que no sabia que el verdadero Supremo Consejo se había marchado de Veracruz para el interior del país en Enero de 1861, le hizo creer que el verdadero Supremo Consejo hubiera caído en manos del cismático hermano Dr. Castro y por lo tanto se retiro el reconocimiento otorgado por el Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos (Charleston) a favor del Supremo Consejo de México.
No he podido encontrar nota autentica de los trabajos del supremo consejo de México en los años entre 1861 y 1867, y, en efecto, es casi cierto que no se verificó otra reunión del Supremo Consejo después de su instalación hasta el año de 1867.
Los pocos archivos que existían se supone que fueron llevados a la Habana por el hermano Esteban Zenteno, y que estos nunca volvieron a México.
Otros documentos del primer Supremo Consejo, su sello, etc., se supone que fueron mandados por el hermano General Comonfort, a Nueva Orleáns, y depositados entre manos de algunos masones de aquella ciudad. Tampoco han vuelto a aparecer estos papeles y por lo tanto ignoramos muchos datos respecto a este suceso tan interesante para la Historia Masónica de México.
El renacimiento del Rito Escocés (segunda parte)
El hilo de nuestra historia nos conduce ahora a la capital de México, algunos años después de los acontecimientos que acabo de referir.
Abandonada la ciudad de México por las fuerzas liberales y sin otro gobierno durante algunos días, que el que organizaron los buenos vecinos, se oyeron una media noche del mes de Junio de 1863, las trompetas francesas que a larga distancia sonaban a asamblea y al día siguiente el ejercito expedicionario francés ocupó esta capital y se preparaba la instalación del Imperio efímero de Maximiliano.
Los masones más caracterizados del Rito Nacional Mexicano, se habían retirado de la capital y con abnegación noble y desinteresada daban batalla al invasor extranjero. Todas las Logias del Rito Nacional en la capital, suspendieron sus trabajos hasta mejores tiempos.
La Logia Unión Fraternal, la que hemos visto que se fundo en 1859, había sobrevivido las persecuciones clericales y los trastornos políticos dirigida, como siempre por el hermano Santiago C. Lohse. Aquella Logia siempre había mantenido la mayor armonía con el Rito Nacional; pero no se consideraba tan ligada al destino del gobierno republicano como las Logias de aquel Rito. Por consiguiente, la Logia continuó sus trabajos y fue durante mucho tiempo la única Logia Masónica que se reunía con regularidad en la capital y tal vez en toda la Republica.
A fines del año 1863 la Logia Unión Fraternal contaba con cerca de 200 maestros masones, la mayoría de ellos de nacionalidad mexicana, con muchos españoles, americanos, ingleses, franceses y alemanes. Muchos soldados y oficiales del ejército francés, masones entusiastas, se afiliaron con la Unión Fraternal y bajo el amparo de la Francmasonería reinaba la mayor cordialidad entre tan heterogéneos elementos.
El hermano Lohse era muy a propósito para el Venerable de una Logia de nacionalidades mixtas, puesto que posee los idiomas español, francés, inglés y alemán, conversando bien en cualquiera de estos, según las oportunidades que se le presenten.
El instalador de la Logia, D. Pedro Abad del Oro, ya hacia algún tiempo que se había retirado a su ciudad natal de Cartagena y hubo algunas dificultades en el cambio de comunicaciones con el Gran Oriente Neo Granadino a que debía su obediencia la Logia Unión Fraternal.
Vistas las circunstancias del tiempo, preponderaba como era natural, el influjo francés en el seno de la Logia y de allí surgió la idea, bien acogida por muchos de los hermanos, de devolver la carta patente del Gran Oriente de Nueva Granada, substituyendo esta con igual documento del Gran Oriente de Francia. Esto proyectos encontraron mas apoyo de la circunstancia de que uno de los ayudantes del Estado Mayor del Mariscal Bazaine era el capitán Magnan, hijo del Mariscal Magnan, en esa época Gran Maestro del Gran Oriente de Francia. El Capitán Magnan visitó la Logia Unión Fraternal repetidas veces ya en vísperas para una visita corta a la Francia, ofreció sus servicios personales para llevar los documentos necesarios y su influjo para conseguir el éxito favorable de la solicitud que se prensaba presentar. Todo esto paso en los meses de Enero y Febrero de 1864
En ese tiempo apareció sobre la escena con carácter de visitador de la Logia Unión Fraternal un hermano que hacia poco había llegado de Nueva York y Cuba de nacionalidad
portuguesa; pero con algunos años de residencia en Brasil y en otros países de las Américas. Se llamaba Manuel Basilio da Cunha Reis, y vino acompañado por otro hermano de la misma nacionalidad, llamado Francisco Pire de Almeida. A este que era una persona de bajo origen y poca instrucción; pero de algún capital muy ostentoso e igualmente estúpido; algunos mexicanos guasones le pusieron el apodo de “El burro de oro”.
Según los mejores datos que he podido recoger, el hermano Reis había sido iniciado en la Francmasonería por grado 18. En 1856 se cambió a Nueva York donde fue comisionista de café; pero con mal éxito. También se dio a conocer a los hermanos masones competentes y se afilió como maestro masón, en la Logia Fraternidad, numero 387 que trabajaba con carta patente de la Logia de Nueva York.
La logia Fraternidad fue fundada por el hermano Andrés Cassard, quien era en esa época el venerable de la misma, en cuyo encargo duro algunos años.
Cassard debe haber encontrado a Reis frecuentemente durante la presencia de este en Nueva York y formó una opinión buena de el como hombre y como masón.
Recomendado por Cassard, Reis recibió en 1857 el grado 32 en el Gran Consistorio de Nueva York
En el año de 1858 Reis se fue a la Habana con buenas recomendaciones con el capitán general de Cuba D. Sereno Domínguez, quien era el mismo un hermano masón.
El hermano Reis tuvo la reputación según atestigua el hermano Alberto Pike (quien sin duda tuvo sus informes del hermano Cassard), de ser masón digno de toda estimación y muy entusiasta. Según los informes comunicados al hermano Pike por el mismo Reis, este entro con empeño a la tarea de propagar la masonería en la Isla de Cuba y luego estableció las Logias de “Amor Fraternal” “San Andrés” y “La Cosmopolita“.
Sus negocios particulares durante el mismo periodo se susurra haber sido el trafico de esclavos, pero esto pueden ser falsedades.
Mientras tanto y estando el hermano Reis ocupado en organizar sus Logias y en atender debidamente sus demás negocios de cualquiera naturaleza que fueran en la Isla de Cuba, ya el hermano Cassard habían organizado el Supremo Consejo de Colón por su intermediario, el hermano Rafecas, quedando aquel Consejo debidamente constituido en Santiago de Cuba en 27 de Diciembre de 1859.
Dentro de poco el hermano Rafecas se encontró en la Habana y conoció al hermano Reis a quien comunicó las primeras noticias que este había recibido acerca del Supremo Consejo de Colón.
Después de quedar convencido de la autenticidad del nuevo Supremo Consejo, el hermano Reis aconsejó a sus nuevas Logias que deberían ponerse bajo la jurisdicción de aquel. Las logias se ablandaron como cera entre las manos de su fundador, presentaron sus solicitudes de legalización al Supremo Consejo de Colón y a su debido tiempo recibieron sus cartas patentes de aquel cuerpo.
En seguida el hermano Rafecas, a poco nombrado grado 33 e instalador del Supremo Consejo de Colón, coronado con sus honores y lleno de ínfulas, reconociendo los servicios del hermano Reis, comunico a este el grado 33 y prometió que se le remitiría la patente del grado luego que el hermano Rafecas pudiera volver a Santiago de Cuba y hacerla expedir.
Sin embargo, el Hermano Reis nunca recibió la patente referida por el motivo de la llegada a Cuba en esa época del Dr. Vicente A. De Castro, un impostor masónico de primera fuerza que abusó de sus poderes de visitador, conferidos por el Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de Los Estados Unidos y trastornó la paz masónica de cuba,
inventando un Supremo Consejo espurio, correspondientes logias y consistorio.
con
sus
Estos son los asertos de da Cunha Reis, comunicados al hermano Alberto Pike y publicados en sustancia en las transacciones del Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur por 1869-1870, página 184.
La verdad desnuda parece ser que una gran parte de esto fue una novela que invento el hermano Reis para disculpar sus gestiones en México.
Según el ilustre historiador masónico cubano, Manuel Ruiz Inza, la Logia Amor Fraternal se organizó provisionalmente en la Habana, en Enero de 1861, bajo la presidencia de Manuel B. Da Cunha Reis. Esto fue mas de un año después de la fundación del Supremo Consejo de Colón y apenas podemos suponer que un acontecimiento tan importante estaría todavía ignorado en la Habana.
La organización definitiva de la Logia Amor Fraternal se verifico en 1861 por un delegado de la gran Logia Simbólica de Colon, que residía en el valle de Santiago de Cuba.
El delegado referido, hermano Agustín Loth, se denomina en el acta de aquella tenida, “Teniente Soberano Gran Comendador del Gran Oriente de Colon” y se acompañaba por un masón grado 32, del gran consistorio de Colón.
Aquellos hermanos procedieron a instalar los dignatarios de la Logia (con el hermano da Cunha Reis en el puesto de primer vigilante) por virtud de la carta patente de la Gran Logia de Colón, fechada en Santiago de Cuba en 18 de Agosto de 1861.
Sin embargo, parece que la Logia Amor Fraternal nada había sabido de la existencia del Gran Oriente de Colón hasta el 23 de Junio de 1861; pero esta noticia se la comunico en una tenida preparatoria familiar, por un hermano Francisco M. De Ugalde y no por el hermano M. B. da Cunha Reis.
La Logia de San Andrés, otra que dijo Reis a Pike que él había fundado. Se organizó hasta Enero de 1864 bajo la carta patente de la Gran Logia de Colón. El hermano M. B. da Cunha Reis, estuvo en Cuba en la fecha; pero no hay constancia de archivo de que este tuvo intervención en la fundación de aquella Logia.
La Logia Cosmopolita, la tercera que reclamó Reis como de su hechura, se organizó bajo la carta patente de la misma Gran Logia de Colón, en Abril de 1866, algunos meses después de la fecha en que el hermano Reis ya había fundado su Supremo Consejo de México.
En 1862 da Cunha Reis, se fue a Europa pero la noticia de la intervención francesa en México, le llamó con insistencia otra vez al Occidente y en 1863 llegó a Nueva York donde tuvo varias entrevistas con el hermano Andrés Cassard y pudo convencerle a este de la verdad de su historia de haber obtenido el grado 33.
No considero fuera de toda probabilidad que Reis haya recibido el grado 33 del modo que dijo. El hermano Reis era conocido como un masón entusiasta y ya tenia el grado 32 conferido en Nueva York. Nada mas que este hermano, astuto e insinuante, hubiera obtenido del otro grado que codiciaba, y nada mas natural que el otro por alguna circunstancia se haya arrepentido por cuyo motivo no hizo extender la patente a favor de Reis.
Sin embargo, todo esto no tiene mas apoyo que la mera palabra de Reis y este, debemos concederlo, se produjo con notoria falsedad al hacer meritos ante el hermano Pike, de la fundación de las tres Logias que mencionó y que según hemos visto se fundaron en otras circunstancias que las que Reis afirmó.
Aunque concediendo toda fe y crédito a las afirmaciones de Reis parece que el recibió su grado 33 de un solo miembro del Supremo Consejo de Colón, que tuviera o no poder para conferir el grado. De todos modos, la acción del hermano
Rafecas no se confirmó por el Supremo Consejo de Colón, y el grado 33 comunicado y recibido de la manera que él mismo afirma, no le hizo a Reis miembro activo del Supremo Consejo de Colón y mucho menos le confirió el poder de hacer otros grados 33 o de establecer cuerpos masónicos de ningún grado.
El hermano Reis volvió a Cuba en Julio de 1863 y en Febrero de 1864, llego a esta capital de México, uno de la gran compañía de aventureros que descendieron sobre esta ciudad y sobre la Republica, listos para aprovecharse de la debilidad y de las necesidades del nuevo Imperio de Maximiliano.
La misión especial que llevaba el hermano Reis a México era la obtención de concesiones ferrocarrileras y el hermano Almeida, era el gran capitalista con cuyo dinero e influencia debería construirse el ferrocarril proyectado.
Al llegar el hermano Reis a México tenía de 44 a 45 años de edad. Era una persona agradable y simpática, hablaba bien el francés y el español con el acento portugués y poseía algo de inglés. Conocía el ritual y ceremonias masónicas perfectamente y estuvo bien preparado para el papel que luego empezó a representar en esta capital.
El renacimiento del Rito Escocés en México (tercera parte)
Al discutirse en el seno de la Logia Unión Fraternal el proyecto de obtener una carta patente del Gran Oriente de Francia. El hermano Reis estando presente el visitador pidió la palabra y habló en contra de la idea de cambiar una jurisdicción extranjera por otra igualmente extranjera y a favor de la independencia masónica de México.
Además afirmó que esta independencia se podía obtener fácilmente, aprovechándose del derecho que le competía a el mismo como grado 33 según la famosa constitución de
Federico el Grande, puesto que el entendía que el territorio mexicano no estaba ocupado por ninguna potencia masónica.
Evidentemente el hermano Reis nada supo del Supremo Consejo, fundado en Veracruz en 1860 y con toda probabilidad el y todos los demás concurrentes, aunque conocían este Rito la existencia del Rito Nacional Mexicano, supusieron que este Rito se había aniquilado enteramente por los acontecimientos de los últimos años o que no tuviera derecho alguno que debiera respetarse.
Las opiniones que expuso el hermano Reis se oyeron con bastante agrado por el hermano Santiago C. Lohse, el Venerable de la Logia, que siempre se había opuesto a la proposición de solicitar una carta patente del Gran Oriente de Francia y por muchos otros hermanos que se adhirieron a las opiniones del Venerable.
Por este motivo el hermano Lohse tuvo varias conferencias privadas con el hermano Reis y escribió al hermano Cassard, en Nueva York, para ver si se confirmaba lo dicho por el hermano Reis, respecto de su grado 33 y sus poderes para organizar un Supremo Consejo.
La contestación del hermano Cassard, con fecha 7 de Junio de 1865, afirma que el hermano Manuel Basilio da Cunha Reis era un Soberano Gran Inspector General del grado 33 y poseía en aquella fecha, todos los derechos, facultades y prerrogativas inherentes al grado, que ya podía crear en México un Supremo Consejo del grado 33, etc., etc. (Boletín oficial, Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos, Junio 1882, Pág. 609).
El nombre y el carácter del hermano Andrés Cassard, como grado 33, fueron bien conocidos en los países de la América española. El había sido plenamente autorizado, con anterioridad, por el Supremo Consejo de la Jurisdicción Sur de los Estados Unidos (Charleston), para establecer un Supremo Consejo en Cuba y en México. Que el había establecido el Supremo Consejo de Colón en Santiago de Cuba en 1859, era un hecho indisputable que debe haber sido bien
conocido por los masones de la capital de México. Sus facultades para establecer un Supremo Consejo en México habían sido conferidas a otro; pero según parece nunca fueron retirados al hermano Cassard.
En consecuencia y habiendo recibido la noticia, aunque errónea, de que el Supremo Consejo establecido en Veracruz, por Laffon de Ladebat, había caído en poder del masón irregular Dr. Vicente A. De Castro, sabiendo también que el reconocimiento que el del Supremo Consejo de Charleston había sido retirado del Supremo Consejo de Veracruz y suponiendo que este se había disuelto absolutamente, Cassard muy bien podría entender que tuviera plena facultad para delegar sus poderes al hermano Reis y esto fue lo que hizo indudablemente y en toda forma.
Sean cuales hayan sido sus intenciones, el extendió al hermano Reis un documento que enteramente concluyó con todas las dudas acerca de la autenticidad de Reis como grado 33 y que terminantemente afirmó las facultades de este para organizar un Supremo Consejo en México.
La idea de la nueva organización inmediatamente se hizo muy popular entre el círculo masónico de esta capital, y al momento se dieron los pasos necesarios para llevarlos a una pronta realización.
Al efecto el hermano Reis confirió el grado 33 a once hermanos, y estos se reunieron en forma de un “Gran Consejo del Gran Oriente de México”, o sea, una especie de convención masónica que debía de organizar todo el Rito.
Con este objeto la Logia “Unión Fraternal” se dividió en tres Logias. El numero 1 siguió con el nombre de “Unión Fraternal” y continuó con sus trabajos en idioma español; la Logia numero 2 se llamaba “Emules de Hiram” y trabajó en francés, y la Logia numero 3 se llamaba “Eintrach” y debería trabajar en alemán.
Estas tres Logias, por sus delegados, formaron una Gran Logia, la cual se instaló bajo el nombre de la “Gran Logia del Valle de México”.
Un Gran Consistorio, grado 32, con sus Cuerpos dependientes, que fueron una Logia de Perfección, grado 14; Un Capítulo Rosa Cruz, grado 18, y un Consejo de Kadosh, grado 30, se formaron y empezaron a trabajar.
El día 27 de diciembre de 1865 se formó el Supremo Consejo del Gran Oriente de México, del cual el Supremo Consejo debería tener el gobierno y dirección superior.
Los nombres siguientes:
firmados
al
primer
Balaustre[7]
Manuel B. da Cunha Reis, 33 Instalador.
Juan Martínez y Baca, 33.
Enrique de Sauvage, 33.
James C. Lohse, 33.
H. L. Lestrange, 33.
Luis G. Gonril, 33.
Enrique Probst, 33.
Víctor M. Leyoden, 33.
Francisco Pérez Almeida, 33.
Amadeo Beaume, 33.
Martín Levy, 33.
J. E. Graft, 33.
fueron
los
Todavía no se había hecho la elección de dignatarios puesto que era la intención de Reis y de algunos otros ofrecer el
cargo de Soberano Gran Comendador al llamado Emperador Maximiliano, de quien Reis afirma que era masón del grado 18.
El Emperador Maximiliano rehusó este honor, si es que se llegó a ofrecérsele: pero, según parece, se interesó algo en el Rito puesto que, por su orden, el Dr. Federico Semeleder, el médico particular de Maximiliano, y Rudolfo Gunner, el gran chambelán se incorporaron al Supremo Consejo, y se supone que representaban al emperador en ese Cuerpo.
En 24 de Junio de 1866 se publicó la Constitución del Gran Oriente de México y también de la lista de Dignatarios del Supremo Consejo elegidos el mismo día. Estos fueron:
James C. Lohse, Gran Comendador.
Juan Martínez y Baca, Teniente Gran Comendador.
Enrique de Sauvage, Gran Secretario del Santo Imperio, y los demás dignatarios acostumbrados.
Poco después de la elección e instalación del hermano Lohse se le llamó a Palacio para hablar con Maximiliano.
El emperador interrogó a Lohse para saber hasta que punto pudiera contar con las influencias masónicas para apoyar al imperio, suponiendo el monarca aventurero que Lohse fuese un alemán.
El hermano Lohse, que era un republicano intransigente, luego descubrió al emperador sus verdaderos principios, y se rumora que el dijo algunas verdades muy claras a Su Majestad Imperial.
Maximiliano era hombre de buenos sentimientos a pesar de la debilidad de su carácter y no se disgustó por la franqueza de Lohse. Al día siguiente el mandó al Soberano Gran Comendador mil pesos para las obras benévolas de la Orden Masónica y poco tiempo después otra cantidad considerable para el mismo objeto.
Al hermano Lohse se le nombró Caballero de la Orden de Guadalupe y se le invitaba frecuentemente a las ceremonias de la Corte Imperial.
Parece un poco extraño, que a un americano, protestante y Soberano Gran Comendador de los Masones por añadidura, se le nombrara Caballero de una de las Ordenes mas católicas que jamás hayan existido. Estas anomalías eran verdaderas “cosas de Maximiliano” y fue esta misma singularidad de su carácter, o sea el deseo de agradar a todo el mundo y de reconciliar lo irreconciliable, que hizo el segundo imperio de México todo un fiasco tan atroz y tan irremediable.
En Enero de 1864, la Constitución del Gran Oriente de México se adoptó definitivamente por la autoridad del Supremo Consejo, pero aquella Constitución se derogó, unos cuantos meses después, a consecuencia de la nueva orden de cosas que siguieron a la rehabilitación de la República.
En Junio de 1867 el malogrado Impero concluyó en el Cerro de las Campanas y las fuerzas republicanas volvieron a ocupar esta capital a unos cuantos días después.
Tal Como ACTUALMENTE Existen Reconocido
Grados Simbólicos Primera Clase 1.
Aprendiz.
2.
Compañero.
3.
Maestro.
Segunda Clase 4.
Maestro Secreto.
5.
Maestro Perfecto.
6.
Secretario Intimo.
7.
Preboste y Juez o Maestro Irlandés.
8.
Intendente de los Edificios o Maestro de Israel.
Tercera Clase 9.
Maestro Elegido de los Nueve,
10.
Maestro Elegido de los Quince.
11.
Sublime Caballero Elegido.
Cuarta Clase 12.
Gran Maestro Arquitecto.
13.
Real Arco.
14. Gran Escocés de la Bóveda Sagrada de Jacobo VI .(Gran Elegido y Perfecto Mason) Quinta Clase 15.
Caballero de Oriente o de la Espada.
16. Logias.
Príncipe de Jerusalén Gran Consejo, Jefe de todas las
17.
Caballero de Oriente y Occidente.
18. Cruz)
Soberano Caballero Rosa Cruz. (Soberano Príncipe Rosa
Sexta Clase 19. Gran Jerusalén Celeste
Pontífice
o
Sublime
Escocés,
llamado
de
la
20. Venerable Gran Maestro de todas las Logias. Soberano Príncipe de la Masonería, o MaestroAd Vitam .
21.
Noaquita o Caballero Prusiano.
22.
Caballero Real Hacha o Príncipe del Líbano.
23.
Jefe del Tabernáculo.
24.
Príncipe del Tabernáculo.
25.
Caballero de la Serpiente de Bronce.
26.
Escocés Trinitario o Príncipe de la merced.
27. Gran Comendador del Templo, o Soberano Comendador del Templo de Jerusalén Séptima Clase 28.
Caballero del Sol o Príncipe Adepto.
29. Gran Escocés de San Andrés de Escocia o Patriarca de las Cruzadas, Caballero del Sol, Gran Maestro de la Luz. 30.
Caballero Kadosh
Grados Administrativos 31.
Gran Inspector, Inquisidor[8], Comendador.
32.
Sublime Príncipe del Real Secreto.
33.
Soberano Gran Inspector General
Jorge Figueroa García
Enrique Chapa Mejorada
[1] Manes, en la mitología romana, espíritus de los muertos, aparentemente hostiles y, sin embargo, llamados
eufemísticamente di manes, „amables‟. A veces los manes se identificaban con di parentes „antepasados muertos‟, que viven en el submundo y aparecen sólo ciertos días, en los cuales se les hacen ofrendas propiciatorias.[1]
[2] parodia (lat.-gr., der. del gr. paraeido, cantar según algo) f. Imitación burlesca de una obra literaria seria, del estilo de un escritor, de un género de poemas, etc. 2 Imitación burlesca, remedo de una persona o cosa. [2]
[3] Cruzadas, expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental, normalmente a petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban bajo control de los musulmanes. [3]
[4] Burdeos (en francés Bordeaux), ciudad del suroeste de Francia, capital del departamento de Gironde, ubicada a orillas del Garona. Puerto de primer orden, incluso para barcos oceánicos gracias al estuario de Gironda, que vierte sus aguas en el golfo de Vizcaya. [4]
[5] Carlos Estuardo, también Carlos Eduardo, conocido como el Joven Pretendiente (1720-1788), intentó recuperar el trono británico para la familia Estuardo.[5]
[6] Inquisición, institución judicial creada por el pontificado en la edad media, con la misión de localizar, procesar y sentenciar a las personas culpables de herejía. En la Iglesia primitiva la pena habitual por herejía era la excomunión.[6]