La doctrina del shock Naomi Klein Friedman y sus poderosos seguidores durante más de tres décadas, habían perfeccionado precisamente esta estrategia: esperar a que se pro dujera una crisis de primer orden o estado de shock y luego vender al mejor postor los pedazos de la red estatal a los agentes privados mientras los ciudadanos aún se recuperaban d el trauma, para rápidamente lograr que las reformas fueran permanentes. El complejo empresarial está en manos de multinacionales multinacionales estadounidenses, pero su naturaleza es global: las compañías británicas aportan su experiencia con una red de ubicuas cámaras de seguridad, las empresas israelíes su pericia en la construcción de vallas y muros de última tecnología la industria maderera canadiense, vende casas prefabricadas que son diez veces más caras cara s que las del mercado local y así podríamos seguir indefinidamente. La tortura, o por utilizar el lenguaje de la CIA, los interrogatorios coercitivos es un conjunto de técnicas diseñado para colocar al prisionero en un estado de profunda desorientación y shock, con el fin de obligarle a hacer concesiones contra su voluntad. Los creyentes de la doctrina del shock están convencidos de que solamente una gran ruptura puede generar el tipo de tapiz en blanco, limpio y amplio que ansían. En esos periodos maleables, cuando no t enemos un norte psicológico y estamos físicamente exiliados de nuestros hogares, los artistas de lo real sumergen sus mano s en la materia dócil y dan principio a su labor de remodelación del mundo. Hacia la década de 1950 195 0 los desarrollistas, igual que los keynesi ke ynesianos anos y los social soc ial demócratas de los países ricos, podían enorgu llecerse de una serie de impresionantes éxitos. El laboratorio más avanzado del desarrollismo desarrollismo fue el extremo sur de América Latina, conocido como el Cono Sur: Chile, Argentina, Uruguay y partes de Brasil. E l epicentro fue la Comisión Económica de Naciones Unidas p ara América Latina en Chile. En la Argentina de los años setenta, la sistemát[***]ica política de desapariciones que la Junta llevó a cabo, eliminando eliminando a más de treinta mil personas, la mayor parte de los cuales activistas de izquierda, fue parte esencial de la reforma de la economía que sufrió el país, con la imposición de las recetas de la escuela de Chicago; lo mismo mismo sucedió en e n Chile, donde el terror fue el có mplice del mismo mismo tipo t ipo de metamorfosis económica. En la China de 1989, la masacre de la plaza de Tiananmen fue el shock que desató las oleadas de detenciones, más de decenas de miles, miles, las cuales permitieron p ermitieron al Partido Comunista convertir al país en una zona de exportación al por mayor, bien surtida de trabajadores demasiado aterrorizados como para exigir ningún derecho laboral. En la Rusia de 1993, Boris Yeltsin decidió enviar los tanques al parlamento y maniobrar para impedir que los líderes de la oposición fueran un obstáculo para la privatización fulminante que dio lugar a la nueva clase dirigente del de l país: los famosos oligarcas.
La guerra de las Malvinas, en 1982, permitió a Margaret Thatcher superar las crisis de las huelgas de los mineros. Gracias a la exc itación patriótica que recorrió el país como un relámpago, pudo aplastar la revuelta de los mineros y lanzar la primera gran marea privatizadora de una democracia occidental. En 1999, e ataque de OTAN contra Belgrado permitió que más tarde la antigua Yugoslavia fuera pasto de nuevas privatizaciones, un objetivo anterior a la primera guerra. La economía no fue en absoluto la única motivación que desató estos conflictos, pero en todos y cada uno de los casos, un estado de shock colectivo de primer orden fue el marco, la antesala para la terapia del shock económico. Las tres grandes medidas habituales (privatización, desregulación gubernamental y reco rtes en el gasto social) Milton Friedman fue galardonado en 1976 con el premio Nobel de Economía por su original e influyente trabajo sobre la relación entre la inflación y el desempleo. Friedman utilizó su discurso de aceptación para defender que la economía era una disciplina científica tan rigurosa y objetiva como la física, la química o la medicina y que se basa en el examen imparcial de los hechos disponibles. Ignoró convenientemente el hecho de que las hipótesis fundamentales por las que estaba recibiendo el premio Nobel, se estaban demostrando falsas de manera muy gráfica en las colas para comprar pan, los brotes de tifus y los cierres de fábricas de Chile, el régimen que había sido lo bastante despiadado como para poner sus ideas en práctica. Un año más tarde sucedió algo más que definió los parámetros del debate sobre el cono sur. Amnistía Internacional ganó el premio Nobel de la Paz, en buena parte por su valerosa cruzada para poner al descubierto los abusos a los derechos humanos cometidos en Chile y Argentina: había que condenar el shock de las cámaras de tortura, pero el tratamiento de shock económico debía aplaudirse y las dos formas de shock no tenían como había escrito Letelier con punzante ironía, ninguna relación. Conclusiones Este libro está destinado a probar la ap licación consciente de la doctrina de shock, incluso en Estados Unidos. La autora señala que el Presidente George W. Bush aprovechó el shock sufrido por el país el 11 de sept iembre del 2001, luego de los ataques terroristas, para aplicar políticas extremas que en circunstancias normales no habrían sido aceptadas por la población. Señala cómo el Gobierno comenzó a subcontratar, sin debate público alguno, funciones delicadas que hasta entonces eran prerrogativas del Estado. A juicio de Klein, la doctrina del shock puede demostrarse con los programas de tortura o de interrogatorios coercitivos, como la CIA prefiere llamarlos aplicados por la central de inteligencia estadounidense. El conjunto de t écnicas para inferir dolor, privaciones e intimidación apuntan a causar un shock y una profunda desorientación del prisionero. La meta es llevarlo a ceder o a aceptar lo que los interrogadores desean. El libro abunda en ejemplos y fuentes respecto de cómo la confusión, más que el dolor, es lo que al final doblega a la víctima.
En conclusión el desastre original llámese golpe, a taque terrorista, colapso del mercado, guerra, tsunami o huracán lleva a la población de un país a un estado de shock colectivo. Y así como los prisioneros aterrorizados confiesan el nombre de sus co mpañeros las sociedades en estado de shock a menudo renuncian a valores que de otro modo defenderían con entereza.