Alain Finkielkraut
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La La humanidad pe perdida En Ensayosobre el siglo XX
T* ANAGR AN AGRAM AMA A Colección Argumentos
Este libro está recorrido de principio a fin por la memoria de los acontecimientos que convierten el siglo XX en el más terrible período de la historia de los hombres. No pretende ser perspectiva ni balance, sino meditación obstinada y narración inédita de lo que, desde 1914, ha acontecido a la humanidad y más precisamente a esta idea de humanidad tan dificultosamente conquistada por los Tiempos Modernos. Trata de comprender por qué la afirmación más radical de la unidad del género humano ha podido, como su negación más fanática, producir un universo concentracionario. Mortal y mortífera a la vez, la idea de humanidad ya no puede seguir manipulándose ni pensándose inocentemente. Tenemos que defenderla y concebirla de otro modo, tenemos que cuidar de que viva y hacer lo necesario para que no vuelva a empezar a matar. Esta carga de nuestro tiempo, nuestro tiempo la asume pretendiéndose cada vez más cosmopolita y cada vez más humanitario. Pero la compasión, cuando carece de pensamiento y de decisión política, el cosmopolitismo, cuando carece de contenido, y la comunicación, cuando se vuelve abstracción planetaria, no afrontan en modo alguno los males que los hombres y la ¡dea de humanidad han padecido. Si la relación turística con el mundo tuviera que ser el único aval de la liberación y de la realización del hombre y si, ella sola, tuviera que constituir la respuesta al espanto, entonces, tal vez no sería infundado concluir que «este siglo déspota», como dice el poeta Mandelstam, ha sido, además, un siglo para nada. Alain Finkielkraut Finkielkraut es uno de los más más prestigiosos ensayistas franceses contemporáneos. A fines de los 70 escribió un libro justamente célebre, El nuevo desorden amoroso, en colaboración con Pascal Bruckner, al igual que La aventura a la vuelta de la esquina. También es autor, en solitario, de El judio Imaginario, La nueva derecha americana. La memoria vana y La derrota del pensamiento. Todos estos libros han sido publicados por Anagrama.
Alain Finkielk Finkielkraut raut
La humanidad perdida Ensayo sobre el siglo
XX
Traducción de Thomas Kauf
EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA
Titulo de la edición original: L’Hu L’Hu m anitó anit ó perdue. Essa Essaii sur le le XX' sítele © Éditions du Seuíl Seuíl París, 1996
Publicado Public ado con con la ayud ay uda a del Mini M iniste sterio rio franc fra ncés és de Cultura
Portada: Julio Juli o Vivas Vivas:: Ilustraci Ilustración: ón: «Territ «Territory», ory», H rein n Fridjinnsson , 1982, Collecti Collection on the City o f Amsterdam Amsterdam
© EDITORIAL ANAGR ANAGRAMA, AMA, SA . 19 1998 98 Pedró de la Creu, Cre u, 58 08034 080 34 Barcel Barcelona ona ISBN: ISBN: 84-339 -0553-8 Depósito Legal: B. 3992-1998 Printed in Spain Liberduplex, Liberduplex, S.L., S.L., Constitució, Cons titució, 19 ,08 01 4 Barce Barcelona lona
EL ÚLTIMO JUSTO
K omm m ando an do 98 de Auschwitz, Para formar parte del Kom llamado Kom Química, que era un unaa sección sección de K omm m ando an do de Química, especialistas, el químico Primo Levi tuvo que pasar un examen ante an te el Doktor Ingenieur Ingenieu r Pannwitz. Pannwitz. «Pannwitz es alto, delgado, rubio; tiene los ojos, el pelo y la nar n ariz iz com c omoo todo to doss los alem ale m an anes es deb d eben en tene te nerl rlos os,, y está sentado, ofreciendo un aspecto terrible, tras un es critorio muy trabajado. Yo, Hüftling 174.517, estoy de pie en su de desp spac acho ho,, qu quee pa parec recee u n ve verd rdad ader eroo de desp spac acho ho,, brilla br illa de limpio limp io y ord o rden enad ado, o, y me m e par p arec ecee que q ue voy a dej d ejar ar unaa manch un m anchaa allí allí donde toque. »Cuando »Cuando hubo hu bo term te rmina inado do de escribir, levantó los los ojos ojos y me miró. «Desde aquel día he pensado en el Doktor Pannwitz muchas veces y de muchas maneras. Me he preguntado cómo sería su vida interior; interior; cómo llenaría su tiempo tiemp o fue ra de la polimerización y de la conciencia indogermá nica; sobre todo, cuando he vuelto a ser hombre libre, he deseado encontrarlo otra vez, y no ya por vengan-
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za, za, sino sólo sólo por po r mi curiosidad frente al alma hu m ana. «Porque aquella mirada no se cruzó entre dos hom bres; bre s; y si yo supie su piese se expl ex plica icarr a fond fo ndo o la n a tura tu rale leza za de aquell aquellaa mirada, intercambiada como a través de la pared de vidrio vidrio de de un acuario acua rio entre e ntre dos d os seres que viv viven en en me dios diferentes, diferentes, habría ha bría explicad explicado o tam bién la esencia de la gran locura lo cura del tercer terc er Reich. Reich. »Lo que que todos nosotros pensábam pensáb amos os y decíamos de los alemanes alemanes se percibi percibió ó en aquel mom ento de m anera inme diata. El cerebro que controlaba aquellos ojos azules y aquellas manos cuidadas decía: "Esto que hay ante mí pert pe rten enec ecee a un u n gén g éner ero o que qu e es obvi ob viam am ente en te indi in dica cad d o sup su p ri ri mir. En este caso particular, par ticular, conviene conviene prim ero cerciorar cercio rar se de que no contiene ningún nin gún elem e lemento ento utilizable.”»* utilizable.”»* El preso que está delante delan te de la mesa del Doktor Pannwitz no es, para éste, un hombre asustado y miserable. Tampoco es un hombre peligroso, un hombre inferior, un hombre infame. Ni es un hombre al que hay que re formar, ni un hombre al que hay que encerrar, ni un hombre al que que hay que tortu torturar, rar, ni un h ombre om bre al al que hay que castigar. Ni siquiera es un hombre al que hay que aniquilar. Es un no hombre. Pertenecen al pasado aquellos tiempos en que un usurero abrumado por todos los pecados de Israel aún podí po díaa excla ex clama mar: r: «¿Es que un u n jud ju d ío no tie t ien n e ojos? ¿Es ¿ Es que qu e un judío no tiene manos, órganos, proporciones, senti dos, afectos, pasiones? ¿Es que no está nutrido por los mismos alimentos, herido por las mismas armas, sujeto a las mismas enfermedades, curado por los mismos me dios, dios, calentado y enfriado por po r el mismo verano y po r el el mismo invierno que un cristiano? Si nos pincháis, ¿no 8
sangramos? Si nos hacéis cosquillas, ¿no nos reímos? Si nos envenenáis, ¿no nos morimos?»2 m orimos?»2 En la m irada del del Doktor Pannwitz, Primo Le Le vi descu descu bre br e el an a n iqu iq u ila il a m ien ie n to def d efin initi itivo vo de la l a co c o m u n ida id a d de d e des de s tino y de la solidaridad de especie que, de buen o mal grado, vinculaban al innoble Shylock y a los hombres magnánimos. Aquel cuyo nombre es «Haftling 174.517» ya puede sollozar, sollozar, sangrar, sonreír, sonreír, sufrir, sufrir, apro a pro bar ba r o sus pe p e n d e r su exam ex amen en d e quí q uím m ica, ic a, u n a p a red re d invisib inv isible le y ta t an estanca como el vidrio de un acuario lo separa para siempre siem pre de la hum h umanid anidad. ad. La exclusión exclusión,, la difamación, el sarcasmo, sarcasm o, la persecución y la aniquilación existen desde hace miles de años, pero esta imposibili impo sibilidad dad total de apelar a algo y algo y esta precipitación al m undo un do del silencio silencio de de los monólogos, monólogos, de las súplicas o de las quejas proferidos p or todos los Shyloc Shylocks ks de la tierra constituyen c onstituyen la gran locura del Tercer Terc er Reich. Reich. Locura tanto más loca y tanto más enloquecedora cuanto que, de ningún modo, es ajena al mundo de la razón. Pannwitz no ha perdido el contacto con la reali dad. No ha largado las las amarras. ama rras. Su cerebro cereb ro de funciona miento impecable sabrá sab rá detectar, detec tar, en el ser noci nocivo vo que la ciencia indogermánica ha concebido, al ser capaz, ins truid tru ido o y eficaz. eficaz. Pero, lejos lejos de ab a b rir al núm nú m ero 174. 174.51 517 7 las las pu p u e rta rt a s de la sem s emej ejan anza za,, este es te te t e s t de d e a p titu ti tud d agra ag rava va más má s aún su objetivaci objetivación. ón. A su calidad de detrito de trito se añade pro visionalmente la de material, de medio eventualmente explotable. Antes de proceder a su eliminación, se trata de insertarlo en el proceso de trabajo. Rentabilización, liquidació liquidación: n: el mismo trato tr ato industrial indus trial se aplica aplica en ambos am bos casos. La productividad del preso no contradice su con9
dición de nocivo. En ningún caso puede valerse de su competencia para reincorporarse a la especie especie hum ana o siquiera para salvar la piel. La inteligencia del hombre que tiene enfrente supone una mera y temible acta de ejecución. Indiferente al por qué, de forma metódica y estrictamente mecánica, da respuesta con el mismo acierto a todas tod as las preguntas pregun tas que empiezan p or «cóm «cómo» o»:: ¿Cómo sacar rendimiento? ¿Cómo dar muerte? ¿Cómo utilizar? utilizar? ¿Cómo eliminar? Contra Co ntra esta funcionalidad ab soluta, ni siquiera el argumento de utilidad sirve para nada. En suma, suma , en el alma del del Doktor Pannwitz, la la razón instrum instru m ental enta l se ha impuesto impu esto a las exigenci exigencias as del sentido moral mo ral y a las evidencias evidencias del sentido com c omún ún.. Y esta victo ria es su propia pro pia locura. locura.
K omm m ando an do forestal para Preso en Alemania en un Kom pri p risi sio o n ero er o s de g u e rra rr a jud ju d íos, ío s, a E m m anu an u el Lévinas Lév inas el uniform e le protegía con tra el desenfreno de la violen violenci ciaa nazi. No había comparación entre sus condiciones de existencia y las que Primo Levi padecía en Auschwitz. Pero pasó, él también, por la experiencia del acuario: «Los otros hom ho m bres llamados llamad os libres con los que nos cru cr u zábamos y que nos daban trabajo u órdenes o incluso nos sonreían -y los niños y las mujeres que pasaban y que, que, a veces veces,, levantaban levantaba n la vista vista hacia ha cia noso no sotro tross- nos des po p o jab ja b an de n u e stra st ra piel pie l hu h u m a n a [...] La fuer fu erza za y la m ise ise ria de los perseguidos, un pobre murmullo interior nos recordaba nuestra esencia racional. Pero ya no estába mos en el mundo.»3 Pero, un día, un perro vagabundo apareció por el
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campo de concentración. Los prisioneros, que soñaban con Norteamérica Norteam érica y con los norteamericanos, llamaron al perro Bobby Bobby y éste éste se acostum bró a saludarlos con ale gres ladridos cuando formaban por la mañana o a la vuelta vuelta del trabajo. trabajo. «Para «Para él él -er a incuestionableincue stionable- fuimos hombres.» Pero este frágil consuelo no podía durar: al cabo de un as semanas, los centinelas centinelas echaron al inopor ino por tun o animal anim al y el «último kantian o de la Alemania Alemania nazi» nazi» reanud rean udó ó su vagabundeo. vagabundeo. La idea idea de hum hu m anidad olvidada olvidada por el animal anim al racio nal y que se manifiesta sólo sólo en las torpes y embarulladas efusiones de un animal amistoso carente «del cerebro necesario para unlversalizar la mayor cantidad posible de sus su s pulsiones»4, pulsiones»4, en eso consiste, e n lo referido a histo hi sto ria de lo inhumano, la escalofriante originalidad del si glo xx.
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I. ¿QUIÉN ES MI SEMEJANTE?
La idea idea de que todos los pueblos pueblos del mundo mund o forman una humanidad única no es, ciertamente, consustan cial al género género humano. huma no. Es más, lo que ha distinguido du du rante ran te mucho m ucho tiempo a los los hombres homb res de las demás especies especies animales es precisamente que no se reconocían unos a otros. Un gato, para un gato, siempre ha sido un gato. Por el contrario, un hombre hom bre tenía que cumplir cum plir unas con diciones diciones draconianas dracon ianas para pa ra no ser borrado, sin apelación apelación posible, pos ible, del m un undo do de los hu hum m an anos os.. Lo prop pr opio io del h om om bre br e era, era , en los inicios inic ios,, rese re serv rvar ar celo ce losa sam m en ente te el títul tít uloo de hombre exclusiva exclusivamente mente para su comunidad. ¿Serán los Pannwitz la regla y no la excepción? En una conferencia pronunciada en la UNESCO menos de seis años después de la capitulación incondicional del régimen del cual uno un o de d e los florones florones era el Doktor Pann witz, Claude Lévi-Strauss recuerda que «la noción de humanidad que engloba, sin distinción de raza o de ci vilización, todas las formas de la especie humana, es de aparición muy tardía y de expansión limitada. Al Allí don 13
de parece haber alcanzado su más elevado desarrollo, no existe ninguna seguridad -así lo demuestra la histo ria reciente- de que esté a salvo de los equívocos y de las regresiones regresiones.. Pero P ero para par a amplias am plias fracciones de la espe ciee hum ana, y dura ci d urante nte decenas de mileni milenios, os, esta noción pare pa rece ce e s ta tarr tota to talm lmee nte nt e ause au sent nte. e. La h u m a n ida id a d se a ca ca ba b a en las fro fr o n te tera rass d e la trib tr ibu u , del de l g r upo up o lingü lin güís ístic tico, o, a veces incluso del poblado: hasta tal punto que muchas pobl po blac acio ione ness lla llam m adas ad as prim pr imiti itiva vass se desi de sig g nan na n a s í m is is mas con co n un u n nom n ombre bre que q ue signific significaa “los “los hombres” homb res” (o (o a ve ve ces -¿qu -¿ quizá izá eufemísticam eufem ísticamente?ente?- los "buenos", "buenos", los "exc "exce e lentes”, los "completos”), lo que implica que las demás tribus, grupos o poblados no participan de las virtudes o incluso incluso de la naturaleza hum anas, sino que a lo sumo sum o están compuestas de “malos", de “malvados", de “mo nos" o de "huevos de piojo”. A menudo se llega incluso a desposeer al forastero de este último grado de reali dad, convirtiéndolo en un "fantasma" o en una "apari ción”. De esta manera llegan a producirse unas extrañas situaciones en las que dos interlocutores se oponen agresivamente».* Indudablemente, quienes se designan a sí mismos como «hombres» no son ciegos a las semejanzas corpo rales entre en tre los de aquí aqu í y los de allá. allá. Si, pese a esta eviden e viden cia, ci a, dan a los extranjeros extranjero s nombres nom bres de insectos o nombres de pájaros pájaros es porque en su opinión no basta b asta tener ten er rostro humano human o para pertenecer de pleno pleno derecho derecho a la humani hum ani dad. Ha Hay y que vivi vivirr además ademá s conforme a u na tradición de cidida y dictada por los dioses. En estas sociedades go bern be rnad adas as p o r la trad tr adic ició ión, n, el conc co ncep epto to de trad tr adic ició ión n no tiene cabida. La costumbre es soberana porque no se 14
vive vive como com o costumb costu mbre. re. Por Po r lo tanto, el monólogo de Shy Shy-lock lock sólo puede pued e caer ca er en el vacío. vacío. Su patética paté tica invocación a unaa confraternidad elemental un elemental,, su referencia referencia desesperada desesperada a una u na base común com ún de reacciones y de de impulsos carecen carecen po p o r com co m plet pl etoo del p o d er de d e conm co nmov over. er. Una Unass man m anos os,, un unoo s órganos, un cuerpo, unos sentidos, unos afectos, unas pasio pa sione nes; s; sa s a n g r a r c u an andd o te hie h iere ren, n, r e í r cua cu a n d o te ha h a cen ce n cosquillas cosquillas y vengarte cuando cua ndo te ofenden, puede que qu e estos rasgos sean universalmente humanos, pero no por ello constituyen un salvoconducto universal. No crean nin gún tipo de identidad identidad de pertenencia pertenen cia entre grupos dife dife rentes. Lo que cuenta cue nta es la la m an anera era de d e viv vivir ir,, lo cual, en la m asa indistinta ind istinta de los volubles volubles bípedos, separa sepa ra sin discu sión lo lo humano hum ano de lo no humano. Nu N u estr es traa civili c ivilizac zación ión de debe be a la Bibl B iblia ia y a la l a filo f ilosof sofía ía el el rechazo de esta evidencia y el cuestionamiento de esta división. división. Al Al pueblo con el que qu e Él se alía y al que Él abru ab ru ma con sus invectivas como ninguna otra divinidad, a su nación querida, querida , el Dio Dioss de la Biblia proclama: «R «Reg egla la absoluta para vuestras generaciones: vosotros y el Ex tranjero tran jero seréis iguales iguales ante el Ser Eterno.» El Dios Dios único descubre a los hombres la unidad del género humano. Un mensaje mensaje increíbl increíble, e, una u na revelación revelación extraordinaria extrao rdinaria que hace decir, con mucho mu cho acierto, ac ierto, a Emma Em manue nuell Lévin Lévinas: as: «El m ono onoteísm teísmoo no es una u na aritm a ritmética ética de lo Divi Divino no,, es el don, tal vez sobrenatural, de considerar al hombre semejante al hombre en la diversidad de las tradiciones históricas que cada cual continúa.»2 continú a.»2 Surgida de esta pregunta sencilla, grandiosa y sacri lega: «¿Qué es?», la filosofía conduce a la misma revela ción, ción, pero por p or la vía vía absolutamente absolutam ente distinta d istinta del asombro 15
pu p u ram ra m e n te h u m ano. an o. E star st ar,, e n p a lab la b ras ra s d e Goeth Go ethe, e, «so brec br ecog ogido ido a n te la rea r eali lida dad d prod p rodigi igiosa osa» » d e qu q u e na n a d a de lo ya dicho dicho podrá pod rá ser se r útil útil de ahora ah ora en adelante; adelante; rechazar rech azar las respuestas transmitidas por los antepasados para plan tearse, con u n aplom ap lomo o inaugural: inaug ural: «¿Qu «¿Quéé es lo lo Verdadero? ¿Qué es lo Justo? Jus to? ¿Qué es lo Bell Bello? o?»; »; dejar deja r de decir: d ecir: «Esto está bien porque así lo hacemos nosotros», sino: «¿Dón de está el Bien par a que podam pod amos os practicarlo?», practicarlo?», signif significa ica da r cabida cabida den tro del del propio ser a u na m irada exterior exterior a uno mismo. Las costumbres que regían desde la noche de los tiempos tiempos de repen te comparecen para ser juzgadas. juzgadas. Por Po r primera vez vez, se abre la posibilidad posibilidad de distinguir d istinguir en ellas lo esencial de lo contingente y lo que es tributario de la naturaleza natura leza de lo que procede p rocede de la convención. convención. En vez de ser sentida como verdad, la tradición se concibe como tal, y la extraordinaria noción que emerge o que empieza a adivinarse bajo los efectos de esta distanciación es la de humanidad, una. Que mis costumbres sean en parte tributarias de la convención significa que podr po dría ía h a b e r seg s eguid uido o o tra tr a s sin deja de jarr po p o r ello el lo de d e pe p e rten rt enee cer al género humano. hum ano. Mi hum anidad, anida d, en otras otra s palabras, ha dejado de ir vinculada a mis costumbres: ¿qué razón iba a tener yo entonces para negar el nombre de «hom bres» a aque aq uello lloss cuyos cuy os h ábit áb itos os c a sual su alm m ente en te diverg div ergen en de los míos? Con la aparició ap arición n de la filosofí filosofía, a, la verdad ya no tiene tie ne que estar forzosamente ligada a la tradición: posee un valor idéntico idéntico para pa ra todos los que ya no están cegados por po r la tradición. Y la verdad solicita, en todas toda s parte p artess y hemis ferios, el acuerdo de las almas razonables. Así como los mitos mitos contaban contab an las las historias historias que antaño habían sucedido sucedido 16
a los dioses, el gran asunto de la filosofía naciente con siste en descubrir la naturaleza. Pero la naturaleza que divulga y que explora esta nueva pasión por conocer es una naturaleza naturaleza ordenada. Las antiguas cosmogonías dan paso pa so a u n a m ajes aj estu tuo o sa cosmo cos molog logía. ía. Un univ un ivers erso o jer je r a r quizado se abre ante la mirada firme que ha abolido el reino de los grandes relatos del origen; hay un arriba y un abajo en el mun do para el espectador pío pío y libera liberado do de los datos da tos tradicionales: tra dicionales: «Aba «Abajo jo se sitúa sitú a el escenario escen ario de la generación y de la corrupción corrup ción de d e las cosas cosas que proce proce den de d e los cuatr cu atro o elementos elem entos y que vuelven vuelven a ell ellos. os. Arriba reina un quinto elemento, incorruptible, que se mueve circularmente, por su propia naturaleza. Abajo, los ele mentos no pueden repetirse de forma idéntica. A lo sumo forman un ciclo, como las aguas, las estaciones, las especies animales. Pero ningún individuo subsiste eternam ente. Arriba, Arriba, los astros son eterno s como los in dividuos. Abajo, todo se va a pique; arriba “todo es allá orden ord en y belleza”.» belleza”.»3 De este este modo, m odo, la esfera celeste no es sólo un espacio espac io sino un modelo. El resplandor de lo intangible es tanto un ejemplo sobre el el que hay que que m editar edita r como un cono c ono cimiento que hay que adquirir. adqu irir. Indisolublem ente físico físico y ético, el orden estelar conmina al hombre, la más noble de las criatur criat uras as de abajo, a bajo, a levan le vantar tar la vista vista y a fijarse en los astros para regir su vida. Lo que descubre el filósofo cuando contempla el universo es la imagen visible de la perfe pe rfecci cción ón.. E n lo que se lla l lam m a ento en tonc nces es filosofía, f ilosofía, la l a ontoon tología logía no se se diferencia diferen cia de la axiolog axiología, ía, no puede pu ede separa se pararse rse el procedimiento teórico de la aspiración a la grandeza de alma: alma: la ciencia antigua antig ua no nace de la la curiosidad curiosida d sino 17
de la ascesi ascesis. s. Jam ás este pensamiento pen samiento disocia disocia la labor intelectual del afán de elevación. Comprender el mundo según la verdad signi significa fica simultáneame simultáne amente nte comprendercom prenderlo según según el bien; bien; conocer co nocer la naturaleza natu raleza signifi significa ca querer quer er imitarla: imitarla: y esta imitación sólo es posible posible para quien ha hecho el esfuerzo de conocer. Como escribió Platón en un texto texto condenado a levan tar una polvare polvareda da consideraconsidera ble bl e y a te ten n e r u n a la larg rgaa post po ster erid idad ad:: «Sólo c u a n d o haya ha ya-mos estudiad es tudiado o a fondo los movimientos celestes, celestes, cuand cua ndo o hayamos adquirido adqu irido el el poder pod er de calcularlos calcularlos correctam ente de conformidad con lo que sucede en la naturaleza naturalez a y cuando hayamos imitado los movimientos del dios, movimientos que no son errantes, sólo entonces podremos estabilizar los los movimient m ovimientos os que, dentro de ntro de nosotros, vagan sin cesar.»4 Los «movimientos que, dentro de nosotros, vagan sin cesar» son los arrebatos o los impulsos del cuerpo. Por lo tanto, para ponerse en arm onía con el admirable reino de la calma astronómica, hay que subordinar el cuerpo a la autoridad del alma y la parte afectiva o sensible de nuestro ser a su parte racional. De acuerdo con sus partes terrestre y celeste, los hombres están más o menos alejados del modelo natural. De ahí la famosa conclusión de Aristóteles: «aquellos que se diferencian entre sí tanto como el alma del cuerpo y como el hom bre br e del anim an imal al [...], son, so n, p o r n a tura tu rale lezz a , esclavo esc lavos, s, p a r a los que es mejor estar sometidos al poder de otro. Así que es escla esclavo vo po r naturaleza naturalez a el que puede dep ender ende r de otro (por eso precisamente es de otro) y el que participa de la razón en tal grado como para reconocerl reconocerlaa pero no pa p a r a pose po seer erla» la».5 .5 18
Al despreciar, en aras del ideal de una verdad incon dicionada, la multiplicidad de las tradiciones particula res, res, la filos filosofí ofíaa hace surgir surg ir un m undo und o común com ún a toda la es pecie pec ie hum hu m ana, an a, pero pe ro se tra tr a ta de un m u n d o vertical. verti cal. Y de una naturaleza en sí misma jerarquizada se deduce deduce natu na tu ralmente la jerarquía jerarq uía natural natu ral de los los hombres. La preemi preem i nencia del cielo cielo sobre la tierr ti erraa se refleja refleja en la relación te te rrestre del superio r y del inferio inferior. r. Implicada Im plicada p or el logos, la idea idea de hum hu m anidad anid ad universal es sometida, o po r lo lo me nos manten m antenida ida a raya, raya, po r la la cosmol cosmologí ogía. a. Y los hombres hom bres de la Edad E dad Media Media se siguen moviendo po p o r el mism m ismo o cosm c osmos. os. M ientra ien trass radi ra dica cali liza za el men m ensa saje je bí b í blico -« n o hay ha y judí ju díos os,, ni griego g riegos, s, ni esclavos, escla vos, ni hom h ombr bres es libres, libres, ni hom bres, ni mujeres: sois sólo uno en e n el Cristo Cristo Jesús» Jesús»,, dice san s an P abloablo - y opone a la tozudez de los judíos aferrados a su particularismo el amor sin exclusiones po p o r el géner gén ero o h um ano, an o, la teol te olog ogía ía medi m edieva evall divide div ide la l a hu h u manidad ma nidad con mayor rigor rig or todavía que la filoso filosofí fíaa de los antiguos: «Aunque por la gracia del bautismo los fieles obtengan la remisión del pecado original», escribe san Isidoro de d e Sevill Sevilla, a, «Dio «Dioss el el just ju sto o establece u na discrim d iscrimi i nación en la existencia de los hombres, haciendo escla vos vos a unos uno s y amos am os a otros, con co n el fin fin de que la la libertad libe rtad de obrar mal se vea limitada por el poder del dominante. Pues si todos fueran ajenos al temor, ¿cómo podría pro p rohi hibi birs rsee el mal?»6 m al?»6 La hum anidad corrom co rrompida pida en su totalidad po r la Caí Caí da y consagrada con sagrada en su totalidad tota lidad a la Salvaci Salvación: ón: esta reve reve lación evangélic evangélicaa acepta acep ta sin p estañe esta ñear ar la visión visión divina divina de un a escala de los seres seres que asciende asc iende hasta h asta el cielo. cielo. El pe cado es universal, por supuesto, así como la Redención, 19
per p ero o e sta st a dobl do blee univ un iver ersa salid lidad ad no p e r tur tu r b a el o rde rd e n del mundo, se somete a ella ella con tam aña docilidad docilidad que toda la jerarqu jerarqu ía se fundam fun damenta enta en el rep arto desigual desigual,, entre las criatur cria turas, as, del bien y el mal, del espíritu espír itu y la carne, car ne, del cielo y la tierra. Porque están más cerca de lo divino, unos se consagran cons agran al m ando o a la vida espiritual; y por que su naturaleza es vil y casi íntegramente terrestre, otros están co ndenados a obedecer y a ejecutar ejec utar las las tareas imprescindibles para la satisfacción de las necesidades corporales. En suma, por mucho que la unidad del género hu mano haya sido solemnemente proclamada por los apóstoles y por los primeros filósofos, en una sociedad que se rige rige por p or el principio jerárquico jerárq uico a los los hom bres les cuesta cuesta creer cree r que que forman pa rte de la m isma humanidad. Para expresarlo con los mismos términos -tan acerta dos- de Tocqueville, allí donde las diferencias se basan en un fundamento natural o divino, sólo só lo los miemb mie mbros ros de la propia casta se consideran semejantes. Tanto para el mundo de la antigüedad como para aquellos mismos que hacían profesión de universalidad: «En su momen to de máximo esplendor, los romanos degollaban a los generales enemigos después de haberlos arrastrado triunfalmente triunfalmente d etrás de u n carro, y echaban a los prisio prisio neros ner os a las fieras p ara diversión del pueblo.»7 Y tam bién bi én p a r a el m u ndo nd o medieval: mediev al: «Cuand «Cu ando o los cro cr o nist ni stas as de la Edad Media que pertenecían todos, por la cuna o los hábitos, a la aristocracia relatan el final trágico de un noble, todo son dolores y lamentos sin fin; en cambio, cuentan sin pestañear pes tañear las m atanzas en tre las gentes gentes del del puebl pu eblo.» o.»8 8 Y lo m ism is m o suc s uced ede, e, u n a vez v ez m ás, ás , con co n la argu ar gu-20
mentación que despliega Ginés de Sepúlveda, canónigo y filósofo español, durante la Gran Polémica de Valladolid. Estamos en 1550. Hace más de medio siglo que los españoles españoles han ha n desem barcado en e n América América y que sus gran gran des descubri descubridores dores se han d ado de bruces con uno s pue blos bl os desc de scon onoc ocid idos os y ex e x trañ tr año o s p a r a los q u e n o los lo s p rep re p a rab an ni el relato rela to bíblico de la Creación, Creación, ni la lectura lectu ra de los textos de la Antigüedad, ni las diversas experiencias de la alteridad que Europa Euro pa ya hubiera podido pod ido proporcio proporcio nar. ¿Quiénes son esas criaturas emplumadas? ¿Mere cen el el nombre nom bre de hombres? ho mbres? ¿Tienen alma alm a siquiera? siquiera? ¿Son accesibles accesibles a la razón? ¿Cabe ¿Cabe,, a pes p esar ar de su exotismo, exotismo, ca lificarlos de prójimos? ¿Cómo tratarlos? ¿Acaso hay que darles una u na instrucción cristiana, y según qué m odalidad? odalidad? ¿Tenemos el derecho de apropiárnoslos, puesto que los evangelizamos? Obsesionado Obsesionado po r estas estas preguntas pregu ntas (que desde luego luego no impidieron a España Españ a som so m eter a sangre y a fuego fuego el Nue Nue vo Continente), Carlos V orde or dena na,, el 16 de abril a bril de d e 1550, 50, que se suspendan su spendan todas las exploracion exploraciones es y convoca convoca una ju n ta ta,, es d e c ir u n a g ran ra n cont co ntro rov v ersi er siaa teológ teo lógica ica,, p a r a «adoptar las medid m edidas as propias para satisfacer satisfacer la la razón raz ón y la justicia en las conquistas futuras». futuras». A mediados med iados del mes de agosto a gosto del mismo mism o año, Ginés de Sepúlveda y Bartolomé B artolomé de Las Casas Casas,, «el gran colec colec tor to r de las lágrimas de los iindio ndios», s», se enfrentan enfren tan en la capi lla del convento de San S an Gregorio de Vallado Valladolid lid ante an te una u na comisión real compuesta com puesta p or juristas y teólog teólogos. os. Prime ro uno y lueg luego o otro, otro, ambos am bos adversa adversarios rios han de responder a esta e sta pregunta: pregun ta: «¿Es «¿Es lícito lícito que Su Majestad haga la gue21
rra a los indios antes de predicarles la fe?» Cuatro razones, según Sepúlveda, que abre el debate, justifican la guerra gue rra y la la hacen hac en no n o sólo lícita lícita sino aconsejable: «La gragr avedad vedad de los los delitos de de los indios, indios, en partic pa rticula ularr su idolatría y sus pecados contra la naturaleza; su tosca inteligencia, que los convierte en una nación servil, bárbara, condenada a someterse a la obedienci obedienciaa de unos hombres más adelantados como son los españoles; las necesidades de la la fe, fe, pues su som etimiento etimie nto hará ha rá que sea más fáci fácill y rápida la predicación que se les haga; los males que se infl inflig igen en unos a otros, otros, matan m atando do a hombres inocentes para ofrecerlos en sacrificio.»9 Po Notab No table le hel h elen enist ista, a, Sepú S epúlved lvedaa aca a caba ba de tr t r a d u c ir la Política de Aristóteles. Aristóteles. Y con toda tod a lógica, lógica, invocan inv ocando do la a utout oridad suprema del Filósofo, presenta la relación de los conquistadores y de de los indígenas como la justa ju sta «domi«dominación de la perfección sobre sobr e la imperfección, imperfección, de la fuerza sobre la debilidad, de la eminente virtud sobre el vicio».10 Los indios, viene a decir, d ecir, se entre en trega gan n a todo tipo de pasiones pasione s abominables: antes an tes de la llegada llegada de los los españole ñoles, s, se se hacían la guerra mutuamen mu tuamente te de forma tan encarnizada carn izada que para p ara ellos ellos la la victoria victoria resultaba inútil e insípida si si no les les permitía sa ciar su apetito con la carne de sus enemigos. Los Los escitas, recuerd recu erdaa el sabio doctor, docto r, tam bién bi én e ran ra n caní ca níba bale les, s, p e ro e r a n fiero fie ross guer gu erre rero ros: s: los inin dios, dios, en cambio, c ambio, son ta n cobardes co bardes que, las má s de las veveces, ces, bastan b astan unos u nos pocos conquistadores para que salgan salgan huyendo a miles «como mujeres». En suma, mientras que los españoles son prudentes, inteligentes, magnánimos, templados, humanos y píos, a duras penas se encuentran entre esos «subhombres» (homúnculos illas) 22
rastros rastr os de hum anidad: anidad : «No sólo no tienen ningún ning ún saber, sino que tam tampoc poco o tienen uso ni cono cimiento de la la escritura, ni conservan conservan ningún m onume onu mento nto de historia sal salvo vo un difuso y oscuro recuerd rec uerdo o de las cosas consignadas en unas un as pinturas, pintura s, ningun nin gunaa ley ley escrita sino sólo algunas ley leyes y costumb costumbres res bárbaras. E ignoran el derecho a la la propied a d .»1 .» 11 Los Los indios tienen tiene n la inferioridad de los niños respecto a los adultos y de las mujeres respecto a los los hombres. ho mbres. Incluso, añade añad e Sepúlve Sepúlveda, da, son ta n diferentes de los españoles como lo es un pueblo cruel de un pueblo pacífico y como los simios simios lo son de los seres hum anos: ¿cómo du da r que unos pueblos pueblos mancillados mancillados por tantas impurezas e impiedades hayan sido justamente conquistados por una un a nación que, po r su su parte, ha sido colmada con todas las virtudes? Por lo tanto, se justifica plenamente la inclusión de los los habitan ha bitan tes de las Indias Occidentales en la categoría aristotélica a ristotélica del esclavo esclavo p o r naturaleza. natu raleza. Y si rechazan chaz an la férula férula de sus su s señores señore s legít legítimos, imos, el el derecho oro rdena que q ue se los los reduzca a la obediencia obediencia mediante m ediante la fuerfuerza de las armas. Las Las Casas Casas,, en su réplica, se sitúa apare ap arentem ntem ente en e n el mismo terreno terre no filosó filosófi fico co que Sepúlveda Sepúlveda.. A la idea de que es legítimo y necesario someter a esos pueblos sin fe ni ley ley, el el obispo de Chiapas opone opo ne las costum bres bien b ien esta blec bl ecid idas as d e los indi in dios os y s u vida vi da civiliz civ ilizad ada. a. Pues Pu esto to q ue la referencia es Aristóteles, vuelve a Aristóteles en contra de su adversario y demuestra, con abundantes descripciones, que las gentes del Nuevo Nuevo Mundo Mund o dan da n m uestras ues tras de pru p rud d e n c ia, ia , es e s de d e c ir de d e ap a p titu ti tud d p a r a gob go b ern er n ar, ar , en s u conco nducta individual, en su organización familiar e incluso 23
en sus poblados, poblados, ciudades o reinos. reinos. «Prudencia monásti mon ásti ca, prudencia prude ncia económica, pru dencia den cia polít política ica»: »: en cuanto que seres eminen em inentem temente ente racionales, ra cionales, civilizados civilizados y evolu evolu cionados, los llamados «nati «nativo vos» s» cumplen cum plen todas las con diciones diciones establecidas po r Aristó Aristótel teles es para pa ra acceder acced er a una vida buena. Pero este alarde de ortodoxia aristotélica es un rec ur so retórico y no un a verdadera ver dadera declaración de fidelida fidelidad. d. De hecho, Las Casas y Sepúlveda no hablan la misma lengua. Uno todavía vive en el cosmos, cuando para el otro en el universo ha dejado de habe h aberr elementos antolóantológicamente diferenciados. diferenciados. La naturaleza, n aturaleza, según el apolo gista de la conquista, se fundamenta en el principio de desigualdad y reconoce rangos, grados, niveles niveles jerárqu jerá rqui i cos y órdenes distintos. La misma ley, para el defensor de los indios, rige un espacio unificado y una realidad homogénea. En otras palabras, lo que parece inacepta ble en la m ane an e ra de ver y de pe p e n s a r el mu m u n d o que q ue es e s y a la de Las Casas Casas es el el concepto m ismo de esclavo natural: natura l: la naturale natu raleza za es lo que une a los hombres, homb res, no lo que qu e los se para pa ra.. Shylock Shy lock pued pu edee e m p e z ar a asom as omar arse se:: e n n ing in g ú n lu l u gar de la tierra existen seres hum anos ano s de los que que se tenga tenga derecho a afirm ar que no son hom bres o que requieren, requieren, po p o r su m ism is m a na n a tura tu rale leza za o en e n su pro p ropi pio o inte in teré rés, s, se s e r pues pu es tos bajo tutela. Pues «todos se alegran con c on el bien y expe rimentan rim entan placer plac er con lo lo que es agradable y todos rehúyen rehúye n y aborrecen el mal y se se sienten disgustados con lo que es desag de sagrad radabl ablee y nocivo».1 nociv o».12 Las Casas, por descontado, nada tiene de pensador naturalista. naturalista. No se limita a opo ner unas aspiraciones aspiraciones sen cillas, modestas, fundamentales y universales a la arro24
gancia de la clasificación aristotélica. Nunca reduce la diversidad de costumbres a la similitud de las necesida des, pues, aunque presentes en todos los hombres, la bú b ú sque sq ueda da d e lo que qu e p rodu ro duce ce b ien ie n e sta st a r y la u rgen rg enci ciaa de rehuir reh uir el el mal o de liberarse liberarse de la incomo didad están, en su opinión, lejo lejoss de agotar ag otar la hum anidad anid ad de d e los los pueblos y ios ios individuos. individuos. Ni Ni el el sometimien some timiento to de las criatu cri aturas ras hu manas man as a las las mismas mism as leye leyess ni su inserción en el gran me canismo universal anulan, en ellas, la presencia de lo ideal ideal.. Pero el el gran desbar de sbarajuste ajuste del mund mu ndo o físico físico afecta también tamb ién al m und o espiritual. espiritual. Si todo lo que es es puede me terse en el mismo m ismo saco, si la distinción e ntre lo que está arriba y lo que está a bajo ya no es pertinente, eso signif signifi i ca que a p a rtir rti r de ahora aho ra nadie puede invo car su posició posición. n. Si no hay lugar lug ar para par a Dios, Dios, todos los lugares están igual igual mente situados en relación con Dios. Cada pueblo está igual de cerca e igual de lejos del origen celestial, y una misma nostalg nostalgia ia,, un u n mismo deseo de colm ar esta distan cia insuperable insuperable traslucen pues todas las formas de hon ra r al Eterno o de deletrear deletrea r el nombre divin divino. o. En todas las ceremonias obra la misma devoción. La comunica ción con lo invisible no es un coto privado, ninguna creencia creen cia tiene tien e el el monopolio mono polio de la verdadera verdad era fe. fe. La verdad es una, como está mandad m andado, o, pero pe ro ha dejado de ser loc local aliizable, zable, debido a lo cual se instaura insta ura entre e ntre la unidad unida d y la di versidad versidad una u na relación sin precedentes: ya no es el el error err or lo que es múltiple, múltiple, sino que, por po r eell contrario, la multiplici multiplici dad y la heterogeneidad misma de las formas religiosas son lo que expresa la universa un iversalidad lidad de la religión. La tole rancia ran cia como co mo valor surge así a sí de la deslocalización deslocalización del Altí Altí simo. 25
Antes de recibir, con Galileo, la consagración de la cienci ciencia, a, esta cosmología igualitaria había ha bía sido elaborada elab orada y llevada hasta sus últimas consecuencias teológicas y morales por po r Nicolá Nicoláss de Cusa en La en La docta doc ta ignorancia ignora ncia y y en La paz pa z de la fe .li .l i Implícita Im plícita en Las Casas, Casas, le lle lleva va a éste a redefinir el sentido m ismo de la evangelizaci evangelización ón y a sostener con valentía que los paganos no sólo tienen el derecho sino tam bién el deber debe r de defender defend er sus ídolo ídolos: s: «Pue «Puessto que los idólatras consideran conside ran que su s ídolos son el Dio Dioss verdadero, sus creencias de hecho he cho están dirigidas y se dirigen al Dios verdad verd adero ero.»1 .»14 Dos Dos lenguas pues, y dos m undos und os entre e ntre los que qu e los jueju eces de Valladolid Valladolid se negaro neg aron n a elegir. Al Al final del inter in term m inable debate, no se llegó a tomar ninguna decisión. El conflicto doctrinal que enfrentó al campeón de los conquistadores con su adversario declarado quedó sin conclusión. Sepúlveda escribió a un amigo que, salvo un único teólogo, los jueces habían considerado legítima la dominación de los bárbaros del Nuevo Mundo por los cristianos. Las Casas, por su parte, pretendió que el tri buna bu nall habí ha bíaa fallado fal lado en su favor fav or per p ero o que, que , «por «po r desg de sgra racia cia para pa ra los indios» in dios»,, sus su s «decisi «de cisione oness no h a bía bí a n sido sid o ejec ej ecut utaadas corre c orrectam ctam ente».1 ente ».15 ¿A quién creer? Se sabe que la Corona jamás otorgó su imprimatur a a los escritos esc ritos belicistas b elicistas de Sepúlveda, pero pe ro se sabe también que el consejo municipal de México lo obsequió, po r votación votación,, en testimonio testim onio de considera cons ideración ción y gratitud, gra titud, con ropajes y joya joyas. s. Tampoco Tam poco se puede ignorar, además, que la suerte de los indios no mejoró en nada con la sustitución del término de «conquista» por el de «pacificación» en el reglamento que Felipe II promulgó 26
unos años después de la controversia y que tenía que re gir todos los descubrimientos recientes y futuros, futuros, tanto tan to en la tierra com o en el mar. Lo que no n o quita qu ita que Las Casas camb iara el sentido de la palabra «barbari «barbarie» e» e iniciara, p or debajo de su defini ción ofici oficial, al, una un a subversión que está e stá muy m uy lej lejos os de habe h aberr concluido. En la clasificación clasificación del del defens de fensor or de los indios, indios, en efecto, efecto, el pie pie de la escalera lo ocupa ocu pan n aquellos a quellos que tie nen una un a visi visión ón obstinadamen te jerárquica de la hum ani dad. Cuando, engañado por las costumbres y las apa riencias, riencias, uno u no reconoce al m onje por el el hábito, se se muestra mu estra tan inculto como insensible y brutal. Cuando uno toma la jerarquía como un hecho indiscutible, pone de mani fiesto la propia estrechez de miras e incluso el propio prim pr imitiv itivism ismo. o. De la con co n fro fr o n taci ta ció ó n con co n el Nuevo M undo un do nace el gran tema tem a europeo de la Eur la Europa opa bárbara, de bárbara, de la ci vilización obtusa y del «¡quien lo dice lo es!». Las Casas escribe en su Apologética su Apologética historia: historia : «Consider «Consideramos amos bárba bárb a ros a aquellos que no tienen escritura o lengua culta. Pero Pero la la gente de las Indias Indias podría pod ría trata m os de barbarísi barb arísi mos puesto pu esto que q ue no com prend pre ndem em os su s u lengua.»1 lengu a.»16Y Mon Mon taigne, taigne, en la m isma época, dice en sus Ens sus Ensayos: ayos: «No «No hay nada bárb aro ni salvaj salvajee en esa nación, a juzga juz garr por lo que me han contado, sino que cada uno llama barbarie a lo que no es háb ito suyo suyo;; en realidad, me parece parec e que no te nemos otro punto de referencia respecto de la verdad y de la razón que el ejemplo y el modelo de las opiniones del del país donde don de nos encontram enco ntramos. os. Ahí Ahí está siempre la reli gión perfecta, el gobierno gob ierno perfecto, el uso perfecto pe rfecto y aca bado ba do de toda to dass las cosa co sas. s.»1 »17 7 La m isma ism a idea, ide a, dos do s siglos después, después, inspira a Montesquieu su irónico alegato en fafa27
vor vo r de la esclavitud escla vitud de d e los negros: «Aquel «Aquello loss a los que nos n os referimos son negros de los pies a la cabeza; y tienen la nariz tan aplasta a plastada da que resulta resu lta casi casi imposible imposible compade com pade cerlos. cerlos. No cabe en la cabeza cabez a que Dios, Dios, que es un ser se r muy sabio, haya puesto un alma, sobre todo un alma buena, en un cuerpo cuer po completam com pletam ente negro.»1 negr o.»18 Lévi-Straus Lévi-Strauss, s, úl timo gran heredero de esta hermosa tradición, es tam bié b ién n quie qu ien n le da d a su form fo rmul ulac ació ión n m ás taja ta jant nte: e: «El bá b á rba rb a ro», leemos en su conferencia de la UNESCO, «es en pr p r im e r lug lu g ar el hom ho m bre br e que q ue cre c reee en la ba b a rbar rb arie ie.» .»1 19
¿Y el hombre que cree en la superioridad intrínseca de las clases superiores? ¿El hombre que toma el orden convencional convencional po r un o rden divino? ¿El ¿El que confunde confund e al pers pe rson onaj ajee con co n la p e rso rs o na y que q ue,, viend vie ndo o el m ás allá al lá en el boato bo ato,, expe ex peri rim m enta en ta u n sen se n tim ti m ien ie n to de resp re spet eto o religi rel igioso oso ante la ostentación de los nobles, la magnificencia de la Iglesia y la pompa del Poder? Este hombre es sin duda menos antipático an tipático que el bárbar bár baro o civil civiliza izado do descrito y ri diculizado por Las Casas, Montaigne, Montesquieu y Lévi-Strauss, pues, en vez de excluir al Otro de lo huma no, se exclu excluye ye a sí mismo de la hum h um anida an idad d cabal: cabal: jamás, jam ás, como diría Groucho Marx, Marx, aceptaría form ar parte de un club que que le le admitiera como com o miembro. miem bro. Pero al margen de que estas dos actitudes pueden cohabitar perfectamente en el el mismo individuo individuo,, un mecanismo mecanism o idéntico opera en la hum ildad ilda d de los «inferiores» y en la altivez de los los con con quistadores. El primero en demostrarlo dem ostrarlo es Pascal Pascal:: en una un a tierra abandon aban donada ada por la voz voz div divin ina, a, donde sólo sólo resuena un «silencio eterno», sólo mediante la virtud de la imagi28
nación, ese «maestro de erro e rro r y de falsedad», falsedad», las diferendiferen cias de rango entre los hombres adquieren una dimensión metafísica. «¿Quién otorga la fama? ¿Quién confiere el respeto y la veneración veneración a las personas, a las obras, a las leyes, a los grandes, si no es esta facultad imaginativa? va? ¡Cuán ¡Cuán insuficientes son to das las riquezas rique zas de la tierra tie rra sin su concur con curso! so! »2 »2o Inscrito en el orden de las cosas cosas cuando cuand o el mundo mund o era u n cosmos, el principio jerárqu ico se vincula al sortileg sortilegio io y a la hipnosis a p artir ar tir del mome mo mento nto en que qu e el ciel cielo o deja de ser un techo protector. La presencia de lo lo sobrenatusobrena tural ha dejado de ser un dato de la experiencia, compete ahora en exclusiva al ámbito de la ilusión. La evidencia se transform a en trampa: tram pa: la manifestación manifestación terrestre te rrestre de lo divino se convierte en una ficción grandiosa repleta de efectos especiales. especiales. Lo que sostiene sostien e el edificio edificio social ya no no es la fe, sino la credulidad. El artificio reina donde el Eterno imprimía imprim ía su sello sello.. En suma, suma , un a vez vez el el TodopoTodopoderoso ha aban a ban donado don ado el escenario, escenario, el el espejis espejismo mo sustituye al milagro, el el imperio impe rio de la ilusión óptica óp tica reemplaza reemp laza el Esplendor de la Verdad y la Divina Comedia se esfuma en beneficio beneficio de la gran comedia hum ana: «Nuestr «Nuestros os magistrados conocen perfectamente este misterio. Sus togas rojas, los m antos ant os de arm iño en los que se envue envuelve lven, n, los palacios donde do nde juzgan, juzga n, las flores flores de lis, lis, todo este a ugusto gus to boa b oato to era muy mu y necesario.»21 necesario.»21 De este este modo, Pasca Pascall se empeña en no dejar de jar que sub sista nada, en la religión que profesa, de la fe fe en la esencia divina del orden social: «El título mediante el cual pose po seéis éis vues vu estr tro o b ien ie n no es u n títu tí tulo lo de n a tura tu rale leza za,, sino si no de creación humana», escribe sin rebozo, pensando en 29
los Grandes que podrían sentirse tentados de caer en la superstición de la que son objeto y de creerse realmente re almente superiores al común de los hombres. Hay por supuesto diversas condiciones sociales pero una única condición hum ana, ana , dice Pascal Pascal,, que prosigue en estos despiadados términos la cura de desintoxicación de la aristocracia: «vuest «vuestra ra alma y vuestro cuerpo son en sí mismos indife indife rentes al estado estado de barquero ba rquero o al estado estado de duque; no hay ningún lazo lazo natural natur al que los los vinc vincule ule más a una un a condición que qu e a otra».2 otra» .22 2 Tras mostrar el reverso del decorado, Pascal, sin em bargo bar go,, hace ha ce el elogio de la mist m istifi ifica cació ción. n. E l pueb pu eblo lo cree c ree a pies pi es jun ju n till ti llaa s en to t o d a esa bruj br ujer ería ía polí p olític ticaa y social, soc ial, se s e deja engañar por el despliegue fastuoso de la Autoridad, del Privil Privilegi egio o o del Poder, pero per o advierte que qu e sería una un a grave equivocaci equivocación ón sacarlo del del error. error . Tiene Tiene razón al estar^ es tar^ quiqu ivocado y su locura o su ingenuidad son mucho más sa bias bi as que qu e la pers pe rspi pica caci ciaa de los medio me dio letr le trad ados os que qu e «tras «tr as tornan el mundo y todo lo juzgan mal» proclamando la verdad a los cuatro cuatr o vientos. vientos. Como cada Yo es el enemigo enemigo y quiere quiere ser se r el el tiran o de todos los los demás, la única ún ica alter nativa a la la jerarq jer arquía uía y a sus simulacros simu lacros es el el horro ho rrorr de la la guerra civil. La imaginación no sólo adormece la inteli gencia. Actúa también como un tranquilizante sobre el afán de gloria, sobre los torm entos en tos de la envidia, sobre la pasi pa sión ón de do d o m inar in ar,, es dec d ecir ir sobr so bree la pri p rim m e ra y la peo pe o r de todas las concupiscencias: el amor propio. No hay que despertara un Yo que duerme. Esta certidumb certidu mbre re negati negativa va impone a aquellos que no se dejan en gañar gañ ar la obligaci obligación ón de fingir, de representar la comedia y de inclinarse, como la muchedumb muche dumbre, re, ante a nte las las grandezas de la conv conven en-30
ción sin revelar, bajo ningún pretexto, el secreto de la igualdad de los hombres. El hábil Pascal hace de este modo a los crédulos crédulos la contribución imprevista imprevista de la do blez. Pero, a pesar de toda su firmeza, esta ayuda es ya una un a defecci defección. ón. Por P or mucho mu cho que Pascal Pascal trate de recomporecom poner ne r la la másca m áscara ra de la prelación prelación en los los rostros que despiadadam ente ha puesto al al descubiert descubierto, o, por po r mucho que trate de justifica justif icarr la gran m entira política política y social mediante la imperfección de nuestra naturaleza o la maldición que, desde la Caída, oprime a la humanidad, el mal está hecho: hecho: cunde cu nde el desencanto. desencan to. Su obra, mal que qu e le pese, pese, se inscribe en el movimiento de desmistificación que conducirá a los hombres a vivir la desigualdad de otra manera. La transformación democrática de la relación Pe nsamien ientos tos y la hidesigualitaria ya se esboza en los Pensam pocr po cres esía ía que q ue Pasca Pas call pre p reco con n iza iz a an a n u n c ia el uni u nive vers rso o inf i nfor or-m ado en el que «en «en vano», vano», como co mo escribe Tocquevil Tocqueville le lulu minosamente, «la riqueza y la pobreza, el mando y la obediencia establecen accidentalmente grandes distancias entre dos hombres [...] la opinión pública, que se fundamenta fundam enta en el orden ordinario ord inario de las cosa cosas, s, los acerca al nive nivell común com ún y crea entre en tre ellos ellos una un a especi e speciee de igualdad imaginaria, a pesar de la desigualdad real de sus condiciones».23 Al cabo del desencanto, la igualdad imaginaria ha abolido la fantasía de la desigualdad en tre los hombres, y la «idea oculta», introducida como un gusano en la fruta de la sociedad de órdenes, se ha convertido, en el seno de la sociedad de los individuos, en la evidencia evidencia intelectual y en la «idea «idea evi evident dente» e» de todos y de cualquiera. 31
Y esto no n o sólo es una un a idea. Un siglo siglo después desp ués de Pascal, los filósofos del siglo de las Luces ven con satisfacción que el secreto de los los sabios aband aba ndon onaa el terreno terren o del inte lecto y que se pone inmediatamente a disposición del sentido común. Confirmación inesperada de la perspica perspica cia del del espíritu a través de las lágrimas del cuerp o que los los filós filósofos ofos celebran cele bran con co n el nom no m bre de se de sent ntim imie ient nto o de h u m a nidad: «Este noble y sublime sublim e entusiasm en tusiasmo», o», escribe Dide Dide-rot en la Enciclop la Enciclopedia, edia, «se atorm ato rm enta en ta con las penas de los los demás y con su necesidad de alivi aliviarl arlas as;; desearía recorrer reco rrer el universo universo para p ara abolir aboli r la esclavitud, esclavitud, la superstición, el vi vi cio y la desdicha.»2 desdich a.»24 4 De este modo, modo , mien m ien tras tra s van progre p rogre sando cada vez más p or la vía vía abierta abie rta por p or Pascal Pascal,, los enci enci clopedistas, con Voltaire, pueden abogar contra ese «misántropo «misántropo sublime» sublime» p or la causa del género hum ano: e t Yo, dicen en sustancia, no es o ha h a dejado de jado de se r aborre abo rre cible puesto que qu e se compadece. comp adece. La revolución política ve ve nidera no n o es más que una de las repercusiones repercu siones del del nuevo para pa radi dig g m a de la rel r elac ació ión n h u m a n a que q ue surg su rgee con c on e sta st a de d e finición: «el reconocimiento sensible del hombre por el hombre» hom bre».2 .25 5 La idea ide a de la similitud similit ud ent e ntre re los hombre hom bress se atestigua atestigua a partir p artir de ahora bajo la la forma de una condolencia cia ilimitada, es decir de una participación afectiva en todos los males que aquejan a la especie humana. El hombre democrático que emerge entonces no sólo está informado, tamb ién es emotivo. emotivo. Su capacidad capacida d de hacerse cargo cargo aum enta a medida que m engua su respeto por la la je rarquía. Cuanto menos se deja deslumbrar, más se deja enternecer. Cuanto C uanto menos deferente es, es, más imp impresion resiona a ble se vuelve. C uant ua nto o m enos en os obse ob sequ quios ioso, o, m ás m iser is eric ico o r dioso. dioso. Precisamente porque ríe con tan ta insolencia, insolencia, este este 32
Fígaro Fígaro travieso travieso y refractario refrac tario a cualquier cualq uier forma form a de idola tría es ta n pródigo con sus lágrimas. lágrimas. La conmiseración, conmiseración, dentro de ntro de este ser, se se desarrolla des arrolla al ritmo ritm o del igualitarismo igualitarismo y su corazón cora zón tiene tien e razones que qu e la razón corrobora corro bora.. «¿Te nemos más sensibilida sensibilidad d que nuestros nu estros padres?», padres?», pregunta Tocq Tocquev uevil ille, le, el el gran gra n antropólogo antrop ólogo de esta m utación utació n histó h istó rica que experim enta el el impulso natural. natu ral. No sabría decir de cir lo, lo, pero es indud indudable able que nu estra sensibilidad sensibilidad se se encauza hacia un m ayor núme nú mero ro de cosa cosas. s. «Cuando los los rangos son casi iguales en un pueblo, y todos los hombres tienen más o menos la misma forma de pensa p ensarr y de sentir, cada uno un o de ello elloss puede evaluar en un momento las sensaciones de todos los demás; echa una rápida ojeada sobre sí mismo; eso le basta. No hay pue pu e s desd de sdic ich h a que qu e no conc co ncib ibaa sin si n difi di ficu cult ltad ad y cuya cu ya ex tensión no le rev revel elee un instinto instin to secreto. E n vano se trata tra ta rá de d e extranjeros extranjero s o de enemigos: enemigos: la imaginación imag inación lo coloca en el acto en s u lugar. Mezcla Mezcla algo algo personal a su piedad, p iedad, y le hace hace sufrir su frir mientras desgarran el cuerpo cuerp o de su seme jan ja n te.» te .»2 26 utiliza da p o r Tocqu Tocquevi evill llee a propósito prop ósito de En E n va vano no : ya utilizada la divisió división n de la socieda d en clases, clases, esta locución m arca, otra vez, la derrota de la Diferencia ante la Semejanza. La imaginación, que antaño veía al hombre diferente como un hombre de mayor o menor rango, atraviesa ahora aho ra todas las barre ras simbólicas o geográ geográfic ficas as que di viden a la humanidad. Bajo los efectos de esta forma nueva de coexistencia -la igualdad creciente de las con diciones-, dicione s-, el semejante es todo el mun do y es también tamb ién el pri p rim m e ro q u e h a a pare pa reci cido do.. Inc In c luso lu so si es u n extr ex tran anje jero ro,, incluso si es un enemigo. enemigo. 33
De esta incapacidad de la noción de enemigo para ocultar ocu ltar la de semejante tuvo una experiencia intempestiintemp estiva y desconc desc oncertan ertante te el oficial oficial italiano Emilio E milio Lussu en la meseta de Asiago una noche clara y tranquila de septiembre de 1916. Se había aventurado con otro soldado fuera de la trinchera para tratar de localizar el invisible cañón de 37 mm que llevaba días machacando sus líneas. Tras haber caminado unos metros a gatas, había llegado llegado casualmente casualm ente a un sitio desde el cual podía e spiar la trinchera enemiga en enfilada. Entonces se ofreció a su mirada un espectáculo extrañamente familiar : «¡Así que esos esos austríacos estaban e staban ahí, tan cerca que casi se se los los pod po d ía toca to car, r, tran tr anqu quil ilo o s, com co m o si p a sea se a ran ra n p o r las la s acer ac eras as de una ciudad! [... [...]] Una vida desconocida apar ecía brus b rus-camente ante nue stra mirada. Esas trincheras trincheras,, que tan a menudo men udo habíamos ha bíamos atacado absolutam ente en vano vano,, pues habían ofrecido una resistencia feroz, habían acabado po p o r p a rec re c e m o s luga lu gare ress inan in anim imaa dos, do s, lúgu lú gubr bres es,, a b a n d o nados por los vivos, refugio de fantasmas misteriosos y terribles. Ahora se nos mostraban tal como eran de verdad. ¡El enemigo, el enemigo, los austríac au stríacos, os, los austría aus tría cos! [...] Era el enemigo, y eran los austríacos. Hombres y soldados como nosotros, hechos como nosotros, uniformados como nosotros, que ahora se movían, habla ba b a n y tom to m a b a n café, e xact xa ctam amen ente te igual que qu e h a c ían ía n d etrás de nosotros, a la misma hora, nuestros camaradas. Qué cosa más extraña. extraña. Jam ás una un a idea semejante me ha bía b ía venid ve nido o a las la s m iente ie ntes. s. Ahora Aho ra e sta st a b a n tom to m a n d o café. ¿Por qué me m e parecía extraordinario que tom aran café café?? Y 34
hacia las 10 o las 11, les darían el rancho, exactamente igual que a nosotros. ¿Acaso podía el enemigo vivir sin be b e b e r y sin si n com c omer er?? Seg S egur uro o que q ue no. E n ton to n ces ce s ¿cuál ¿cu ál e ra la razón raz ón de d e mi asombro?»2 aso mbro?»27 7 Emilio Emilio Lussu ha h a salido a localizar una posición po sición enemiga miga y de repente se da de bruces co n unos uno s soldados que se le le parecen. parecen. Por supuesto, supuesto, no a prende n ada que q ue no su pier pi era. a. No n e cesi ce sita tab b a co c o m p ro b a r qu q u e los a u strí st ríaa c o s tam ta m bié b ién n e ra n hom ho m b res. re s. P a rtid rt idaa rio ri o d e la g u e rra rr a que qu e e sta st a b a haciendo y deseoso deseoso de co ntrib uir a impedir, con la victovictoria de las Potencias centrales, el triunfo de la Reacción en su país y en Europa, nun ca hab ía creído creído que luchaba contra m iembros de otra espec especie ie.. La propaganda era una enfermedad enfermeda d de la retagu ardia que no le afectaba. Pero de repente ve de cerca a aquellos a los que com c ombatía batía de lele jos. jos . Y, pa r a su s u aso a som m b ro, ro , est e stee p r im e r plan pl ano o res r esu u cita ci ta en e n tre tr e él y éstos el sentimiento d e comunidad comu nidad que hasta h asta enton en ton-ces había ocultado la guerra. Su coraza tiene un defecto po p o r el e l que qu e la p rote ro test staa de Shyl Sh yloc ock k pu p u ede ed e e m p e z a r a insi in si-nuarse. Pero Lussu no está es tá al cabo de la calle calle de sus sor pres pr esas as.. Llega, en efecto, un oficial. Inmediatamente los soldados austríacos enmudecen y se apartan. Lussu, que llev llevaa tiempo haciendo hacien do la gu erra y que incluso ha adquiriadq uirido una mentalidad de guerra, empuña el fusil del cabo que le le acompaña. acomp aña. Se dice que después de spués de tantas tant as horas hora s de de espera, espera, de tantas patrullas, de tanto sueño perdido, perdido, sería una locura dejar escapar esa pieza de caza mayor que pasa pa sa a su alcan alc ance ce.. Pero Per o u n gesto ge sto d a r á al tra tr a ste st e con co n esta es ta determinación determin ación belico belicosa. sa. «El «El oficial oficial austríac o encend e ncendió ió un cigarrill cigarrillo. o. Fumaba. Fu maba. 35
Ese cigarrill cigarrillo o creó una relación imprevista im prevista entre él y yo. yo. En cuanto cua nto vi vi el el humo, sentí se ntí dentro den tro de mí m í las ganas de fumar. ma r. Este deseo me hizo pensar pens ar que yo yo también tenía cicigarrill garrillos. os. Todo esto esto duró du ró un instante. Mi acción de apun ap un-tar, de mecánica pasó a razonada. Tuve que pensar que estaba estaba apu ntando el arma y que estaba estaba apun tando contra alguien. alguien. El índice, ín dice, apoyado apoy ado en el gatillo, gatillo, aflojó aflojó la prepre sión. Estaba pensando. Estaba obligado a pensar [...]. Puede que esa calma completa alejara mi espíritu de la guerra. Tenía frente fren te a m í a un u n ofici oficial, al, joven, ajeno ajen o al pelipeligro que lo amenazaba. No podía marrar el tiro. Podría haber disparado mil veces a esa distancia sin fallar ni una sola vez. No tenía más que apretar el gatillo: el oficial cial se habría hab ría desplomado. La certeza de que su v ida de pen p end d ía de mi volu vo lunt ntad ad m e h acía ac ía vacilar vac ilar.. ¡Tenía fren fr ente te a mí a un hombre, ho mbre, a un hombre! hombre! »¡Un hombre! «Distinguía sus ojos y los rasgos de su cara. cara . La luz luz del amanecer empezaba a clarear, el sol despuntaba detrás de la cumbre de las montañas. Disparar así, a unos pasos, a un hom h ombre... bre... ¡como ¡como si si fuera fu era un u n jabalí!»28 jabalí!»28 En el momento mismo de disponerse a hacer lo que exige su interés, lo que le manda la conciencia, y lo que también le dicta su ya dilatado hábito de la guerra, a fu lmin ina a la evidencia. evidenci a. Una silueta que se aparta, Lussu le fulm el gesto gesto anodin ano dino o de encend ence nder er un cigarrillo: cigarrillo: estos detalles detalles aparentem apare ntem ente insignific insignificantes antes despojan al ofici oficial al enemigo de sus dos atributos de oficial y de enemigo. Lo que de repente pone al descubierto no son ya las determinaciones visibl visibles es de su ser, sino esa forma form a abstracta, abs tracta, inde pen p end d ien ie n te del esta es tatu tuto to,, de la func fu nció ión, n, del de l ran ra n g o y d e la 36
nacionalida nacionalidad: d: su hum hu m anidad anida d misma. «¡Te «¡Tení níaa frente frente a mí mí a u n hombre!» hombre!» El descubrimiento descubrim iento desconcertante que se pro p rod d uce uc e ent e nto o n ce cess n o es e s u n a obse ob serv rvac ació ión n de d e la l a intel in telige igenndelirio de la imaginació imag inación n. Bajo los efectos del cia, sino un delirio reconocimiento, Lussu se pone po ne en el lugar del desconocido que tiene en e n su poder. Sin previo avi aviso, so, la compasión comp asión se adueña de él. La compasión, es decir, en el caso que nos ocupa, ocupa, no sólo sólo la repugnancia de ver sufrir a un se se-mejante (según la famosa definición de Rousseau) sino la identifi identificación cación con el sufrimien sufrimiento to mortal que se dispone a infligirle. Lussu era uno; helo ahora aquí, involuntirad or de élite le duele el tariamente, siendo dos. Al tirador blanco; el cazador cazado r sufre por po r su presa. Esta E sta empatia empa tia irresistib sistible le metamorfosea me tamorfosea en asesino potencial al m ilitar esescrupuloso que todavía era unos momentos antes. Esta «fusión «fusión y debacle deb acle rep r epen entin tinaa de la disposición dispo sición autis a utista» ta»2 29 le vuel vuelve ve pasajeram pasa jeramente ente no apto a pto par p araa su oficio de soldado. Incapaz de controlarse, de detener esta efusión del Yo, Lussu, vencido, alarga el fusil al cabo que le acom paña pa ña.. Pe Pero ro és éste, te, víct ví ctim imaa de la m ism is m a h em o rra rr a g ia imag im agiinaria y como pasmado pa smado por po r la m isma eviden evidenci cia, a, rechaza el ofrecimiento. A gatas, regresan reg resan a su trinchera. trinch era. Con el m orral orra l vacío vacío..
Este minúsculo episodio no quita ni un ápice al horro r de de la Primera Guerra G uerra Mundial. Mundial. Sólo Sólo nos enseña que esa inmensa matanza no rompió del todo el vínculo de humanidad entre los hombres. Este hecho, en cambio, Do ktor r Pannwitz. no podía ocurrirle al Dokto Pannwitz. En ningún caso corría éste el riesgo de ponerse p onerse en e n el lugar luga r del preso que 37
temblaba de miedo delante de su mesa inmaculada. Por mucho mu cho que lo viera de cere cereaal no había ha bía envilecimiento e nvilecimiento de la imaginación, ni desdoblamiento de la personalidad que pusiera pu siera en peligro su integridad inte gridad física física y mental. Esta coraza sin defecto seguramente no es patrimo nio exclusivo de Pannwitz y de sus iguales. Lejos de ser natural natu ral a todos to dos los seres seres hum h umanos, anos, el reconocimiento del del hombre por el hombre es fruto de la historia, como de muestran tanto Lévi-Strauss como Tocqueville. Pero re cordarlo no despeja el misterio del siglo XX, sino que agrava más aún su opacidad. ¿Cómo es posible, en efec después del reconocimiento sensible del hombre to, que después del po p o r el hom ho m b re tan ta n tos to s h om b res re s haya ha yan n podi po dido do,, en virt vi rtud ud de un decreto promulgado por otros hombres, situarse del otro lado del cristal y y verse verse aquejados aquejados por p or un a impla im pla cable ferocidad, ferocidad, sin parangó n con c on la situación de la que habla Lévi-Strauss, en la que dos interlocutores, seguros los dos de tener el monopolio de la humanidad, se opo nen agresivamente? ¿Qué ha sucedido pues para que la noción de h umanidad um anidad universal universal haya caído en un olvi olvido do tan general y tan radical en el corazó n mismo m ismo de la civ civil ili i zación donde había alcanzado su desarrollo más espec tacular? ¿Está la palabra regresión, regresión, que emplea LéviStrauss, a la altu ra del enigma?
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II. LOS OROPELES OROPE LES DEL NOMBRE COMÚ COMÚN N
En Le Spectateur engagé, Raymond Aron evoca la conversación que mantuv m antuvoo con Sartr S artree en 1945 45,, a propósito de cómo cóm o recibió Francia Fra ncia a los los escasos escasos judíos judío s que volvolvían de la deportación: «Nos planteamos por qué no hubo ni un solo artículo, ni uno un o solo, solo, que dijera: “Bien “Bienvevenidos sean los judíos de regreso a la comunidad francesa." ¿Estriba la razón profunda de ese silencio en que, po p o r de decir cirlo lo de algú al gúnn modo mo do,, se ha habí bíaa b o rra rr a d o lo suce su cedi di-do?»1Volcada por entero en su deseo de reconstituir su imagen imagen y de de celebra cel ebrarr a través de los resistentes un pueb pu eblo lo en resistencia, Francia tenía entonces entonces otras preocupaciones antes ante s que el Exterminio. Al publicar en el mes de noviembre de 1946 Réfle Réfle- xio x ion n s s u r la ques qu estio tion n juiv ju ive, e, Sartre rompe este silencio y hace por p or los demás franceses el el gesto gesto de bienvenida que éstos éstos no consideraron necesario efectuar. efectuar. Sin mencionar men cionar directamente el genocidio, cuya amplitud para el propio Sartre sigue todavía enmascarada por la guerra, este li bro br o breve bre ve y de dens nsoo remue rem ueve ve las tra tr a n qu quil ilaa s agu a guas as del «aquí 39
no ha pasado nada». Justo en el momento en que la co lectivid lectividad ad trata tra ta de saltarse el el capítulo del antisemitismo antisemitism o pa p a ra a h o rra rr a rse rs e el esfu es fuerz erzo o o la carg ca rgaa de u n a reco re cons nsid idee ración de la cuestión, el el antisemita antisem ita es objeto de un r etra et ra to m agistral agistra l y devastador: «La frase "odio a los judíos" es de las las que se se pron uncian un cian en grupo; grupo; pronunciá pron unciándola ndola,, uno se adhiere a una tradición y a una comunidad: la de los mediocres. Con lo que tal vez no esté de más recordar que uno no es necesariamente necesariamente humilde ni modesto m odesto por que acepte la mediocridad. Más bien todo lo contrario: hay un orgullo apasionado en los mediocres y el antise mitismo es un intento de da r un valor a la la m ediocridad ediocridad como tal para crear la élite de los mediocres.» Un poco más adelante, S artre precisa: precisa: «Cuando «Cuando trato a los los judío s como a seres inferiores inferiores y perniciosos, perniciosos, estoy afirm ando and o al mismo tiempo que pertenezco a una élite. Y ésta, radi calmente distinta en esto de las élites modernas que se fundamentan en el mérito y en el trabajo, no difiere en nada de una aristocracia de cuna. No tengo que hacer nada para merecer mi superior superioridad, idad, como tampoco pue do perderla. Me viene viene dada de u na vez y pa ra siempre: siempre: es una cosa.»2 Por decirlo decirlo de otro o tro modo, el antisemita, para par a Sartre, tiene la nostalgia del orden vertical. vertical. Lamenta, Lame nta, con su de sencanto del mund o, la desaparición de u na época é poca en la que la sociedad sociedad era ostensi ostensiblemente blemente jerárquica y esa je rarquía natural. Asustado por el abismo de incertidum bre b re en e n el que qu e la id i d ea del de l sem se m e jant ja ntee pre pr e cip ci p ita it a a la h u m a n i dad, desearía que ya estuviera todo decidido antes de que se levantara el telón telón y que la esencia, esencia, como antaño, antaño , pre p rece ced d iera ie ra a l a exist ex isten enci cia. a. N eces ec esit itaa a los lo s ju d íos ío s p a ra po40
der meterse en la piel del heredero y para no tener que afrontar así los tormentos de una existencia puramente individual. Que los hombres sean primero hombres y sólo des pués pu és m iem ie m bros br os de u n a cast ca staa o titu ti tula lare ress de u n a gene ge neal aloogía significa que ya no pertenecen a s u pertenencia pertene ncia.. Esta irreductibilidad del individuo individuo a su rango, a su estatuto, es tatuto, a su comunidad, a su nación, a su extracción o a su linaje es su su libertad. El antisem itismo lo prueba: hay algo indeseable en la libertad. Esta E sta conquista conqu ista es un quebra que brader dero o de cabeza, este privilegio privilegio es es coercitivo y doloroso. doloroso . Es un u n rer egalo que no hace regalos: ya no hay nada que venga dado, desde este momento cada cual es responsable de su destino. El antisemita es en primer lugar aquel que trata de sacarse de encima esta penosa obligación. «Es un hom h ombre bre que qu e tiene miedo», dice Sartre. Sartre . «No «No de los juju díos, por supuesto, sino de sí mismo, de su conciencia, de su libertad, de sus instintos, de sus su s responsabilidades, de su soledad, del camb io en la sociedad y en el mundo. De todo salvo de los judíos. judío s. [...] [...] Con su adhes ad hesión ión al a ntint isemitismo semitismo no se limita a adoptar ado ptar un a opinión, opinión, eli elige para sí una un a opción como persona. Opta po r la la permanencia perm anencia y po p o r la im i m p e netr ne trab abil ilid idad ad de d e la pied pi edra ra,, po p o r la irre irr e spo sp o nsa ns a b ilidad total del guerre gu errero ro que obedece obedec e a sus su s jefes, jefes, y no tiene jefe jefe.. Opta O pta por po r no adquirir ad quirir nada, por po r no merecer nada, sino por po r que todo todo le venga venga dado p or la cuna, y no es no ble. O pta, pt a, final fin alm m ente en te,, p o r qu q u e el Bi Bien en s ea algo al go acab ac abad ado, o, incontest incontestable, able, inalcanzable, inalcanzable, no osa considerarlo con siderarlo po r tem or a te ner ne r que cuestionarlo y verse verse obligado obligado a buscarse otro. otro. Los Los judíos son s on sólo un pretexto pretexto;; en otras latitudes se recurrirá rec urrirá a los negros negros o a los amaril amarillos los.»3 .»3 41
Así como suele hablarse del antisemitismo como de un racismo entre muchos otros, Sartre, a la inversa, de duce el odio racial rac ial de la judeofobia. judeofob ia. Los Los judíos, jud íos, los negros y los amarillos son, en su opinión, las víctimas de una misma mism a sublevación sublevación contra co ntra el auge de la idea idea del semejan te y su irresistible universalización u niversalización.. Se trata , en todos to dos los los casos, de volver a los tiempos felices, cuando el origen tenía fuerza fuer za de ley. ley. Pero como la teología medieval y la cos mología de la Antigüedad están c ientíficam ientífic amente ente descalifi cadas, cada s, la ciencia, a través de la biología, asum a sum e el relevo relevo y, a su vez vez, garantiz gara ntizaa tanto tan to la satisfacción del deseo deseo de pree pree minencia como del deseo de inmunidad. Puesto que ya no hay hay un m undo sup undo superio eriorr o de orden so brenatural brenatura l al que que vincular las disparidades disparidade s entre en tre los hombres, hom bres, volvemo volvemoss la mirada hacia lo anterior y y hacia ha cia el cará cter cte r físico físico heredi hered i tario de los diferentes grupos h umanos. uma nos. El más acá ac á de la conciencia y de la persona sustituye el más allá metafísico, y puesto que el Altísimo ha desaparecido sin dejar sus señas, el determinismo genético es el encargado de garantiz ga rantiz ar el el reparto desigual desigual entre en tre las razas de la carne y el espíritu o de d e la mater m ateria ia y el el ideal. ideal.
«Humanismo bland blando»: o»: un a fórmula fórmu la redundante, redunda nte, de cía antaño anta ño Michel Foucault. «El humanism o», afirmaba, «implica «implica siempre siemp re blandura.» bland ura.» Y añadía, aña día, pa ra explicar ex plicar las razones que le habían llevado llevado a in troducir trod ucir este tema tan prov pr ovoc ocad ador or,, ta n sing si ngul ular ar,, ta n m iste is teri rio o so p a r a el sent se ntid ido o común comú n de la mu erte del hombre: «No os podéis ima imaginar ginar en qué charca moralizadora de sermones humanistas estábamos sumergidos en la posguerra. posguerra. Todo el el mundo m undo 42
era humanista. Camus, Sartre, Garaudy eran humanistas. Stalin era humanista.»4 Además Además de mordaz, mord az, este e ste ataqu ata quee es injusto. injusto. Y es abusiabus ivo no sólo porque recurre a la confusión o a meter me ter en el el mismo saco a un sátrapa, a un estúpido y a dos escritoescritores, res, sino también tam bién porque po rque presenta p resenta u na visión visión de la la posguerra como período edificante y sermoneador cuando fue, antes que nada, una época traumatizada. La ironía de Foucault parece olvidar a qué guerra sucede esta posguerra. guerra. El estado de ánimo dom do m inante entonces no está pa p a ra serm se rmon ones es,, sino si no lleno lle no de e span sp anto to.. Lo q u e incl in clin inaa el pen p ensa sam m ient ie nto o h a c ia el hu h u m a n ism is m o no n o es e s la co c o m p lace la cenc ncia ia po p o r los gra g ran n d e s logr lo gros os h u m a n o s o p o r los p rod ro d igio ig ioss de d e la técnica, técnica, sino el estup or y el el pánico pán ico ante an te la tentación de lo inhumano. No se trata en absoluto de cantar loas al homo ho mo sapiens, sapiens, al homo ho mo faber faber,, al hom o loquax, loquax, o al o al animal racional; tampoco se trata de oponer la excelencia de nuestro ser o la la inocencia inocencia de nuestra nu estra naturaleza natura leza a las didiversas variantes del ideal ascético. El humanismo atormentado po r la guerra no se pregun ta cómo reconcil reconciliar iar consigo mismo a un hombre envilecido y calumniado durante dura nte demasiado dem asiado tiempo p or la la m oral reli religio giosa. sa. Cabría Cabría formular la pregunta que se plantea de un modo totalmente distinto: d istinto: ¿De ¿De dónde procede p rocede en el hom ho m bre el deseo de deshacerse de su su huma hu manidad? nidad? ¿Qué ¿Qué hay hay pues en la humanidad manida d del del hom bre tan insoportable insop ortable y, al mismo mism o tiem po, ta n frágil? frági l? Es ilustrativa ilustrativa al respecto la conferencia conferencia que pronu pro nunncia Sartre, el 29 29 de octubre octu bre de 1945, en París, ante an te un u n púp ú blico blic o excit exc itad adís ísim imo o que qu e ab a b a r rota ro ta la sala, sa la, y que qu e lleva po p o r título El tulo El exis e xisten tencia cialis lismo mo es u n h u m a n ism is m o . Preocupado a 43
la vez vez po r responder respo nder a las críticas qu e su o bra ya provoca provoca y po r aclarar todos los los malentendidos que suscita, Sartre pre p rete ten n d e s e r didá di dáct ctic ico. o. P a rte rt e p u e s de la real re alid idad ad m ás pro p rosa saic icaa y más m ás cot c otid idia iana na:: «Cua «C uand ndo o con co n sid si d e ram ra m o s un u n ob ob jeto je to fabr fa bric icad ado, o, com co m o p o r eje e jem m plo pl o un u n libr li bro o o u n a b rec re c a r tas, este este objeto objeto ha sido fabricado fabricado por u n artesano que se ha inspirado en un concepto; concepto; ha recurrido al concepto de abrecartas, y también a un a técnica de producción producción pre via que forma parte del concepto, y que en el fondo es un a receta. Así Así, el el abre cartas ca rtas es a la vez un objeto que qu e se pro pr o d u ce de d e un u n a for f orm m a dete de term rm ina in a d a y que, qu e, p o r o t r a part pa rte, e, tiene tiene una utilidad utilidad definid definida, a, y no cabe sup oner u n hom bre br e q u e fab fa b ric ri c a ra u n a b rec re c a rta rt a s sin si n sa b e r q u é utili ut ilida dad d pued pu edee tene te ner. r. Direm Di remos os pues pu es que, qu e, p a r a el a b rec re c a rta rt a s, la esencia, esencia, es decir el conjunto conju nto de técnicas técn icas y de capacidades capa cidades que permiten fabricarlo y definirlo, definirlo, precede a la existen existen cia.»® Y, prosigue Sartre, la diferencia entre el hombre y el abrecartas e striba en que no hay un concepto de hom bre br e del de l cual cu al cad c adaa indi in divi vidu duo o serí se ríaa un ejem ej empl plar ar.. El hom h om b re no se fabrica, nace. No es la la ejecución de una u na idea previa sino el milagro cotidiano de un puro inicio. En suma, el hom ho m bre es el ser se r en el cual la existencia precede a la esen cia. «¿Qué significa en este contexto que la existencia prec pr eced edee a la esen es encia cia?? Signif Sig nifica ica que qu e el ho h o m b re existe exis te p r i mero, que q ue surge en e n el el mun m undo do y que se define después. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible definible es porque primero prim ero es nada. nada . Sólo Sólo será después d espués y será como se haya hecho. As Así pues, no hay un a natura na turale le za hum hu m ana, an a, puesto pue sto que no hay Dios para pa ra conc conceb ebir irla la.» .»® ® Exist Ex isten enci cial alis ismo mo : el término es nuevo, pero no la defi nición que se da. Como sólo imagina a Dios con los ras44
gos de un creado cre adorr todopoder todopoderoso, oso, Sartre libera libera al hombre del dominio divin divino. o. En el discurso funda fu ndador dor del huma hum a dig nitate ate h o m inis in is redac nismo -el famoso famoso De dignit red actad tadoo en 1486 po p o r J u a n Pico Pic o de della lla M irán ir ándo dola la-, -, el p rop ro p io Dios de deja ja e n suspenso suspe nso para par a el hombre hom bre la regla universal universal de la creación. Lo que explica Pico della Mirándola en e n el mito m ito que abre ab re su discurso es que el hombre es la consecuencia de un de miurgo poco previsor previsor y distraído. Despué Despuéss de hab haber er crea do el mundo, siguiendo los los caminos cam inos de su sabiduría im pene pe netr trab able le,, el S umo um o A rqui rq uitec tecto to no qu quis isoo qu quee da dars rsee solo frente a su magnífica magnífica construcción. construcción. Necesi N ecesitaba taba a un ad mirador. Necesitaba Necesitaba absolutamente absolutam ente a un u n ser s er que estuvi estuvie e ra en estado de reconocer la razón de su obra y de amarla ama rla po p o r su belleza. belle za. Se le o c u rrió rr ió e nton nt once cess c r e a r al ho hom m bre. br e. Pero Pero el universo universo ya estaba atestado a testado y ya no quedaban queda ban ar ar quetipos en el almacén. Todas las recetas hab habían ían sido uti lizadas. lizadas. El artesan arte sanoo perfecto había agotado los conceptos y los model modelos os.. Renuncia Ren unciarr no iba con su temperamento, así as í que Dios «decidi «decidióó finalmente finalm ente que q ue en aquel aque l a quien Él no podía dar da r nada propio, propio, sería común todo lo que había sido propio de cada criatura. Cogió pues al hombre, esa obra ob ra de imagen indistinta, in distinta, y, y, tras tra s colocarlo colocarlo en medio m edio del del mundo, mu ndo, le habló de la la siguiente manera: "N "Noo te he dado dad o un lugar determinado, ni una cara ca ra propia, ni un don par ticular, oh, Adán, con el el fin de que tu lugar, l ugar, tu t u car c araa y tus dones, los desees, los conquistes y los poseas por ti mis mo. La naturaleza encierra otras especies en unas leyes establecidas por po r mí. mí. Pero tú, que q ue no tienes límite que te acote, acote, por po r tu propio arbitri a rbitrio, o, entre e ntre cuyas manos mano s te he co locado, te defines a ti mismo m ismo [...] [...].. No te he hecho he cho celestial celestial,, ni terrenal, ni mortal, m ortal, ni inmortal, inm ortal, con c on el fin de que, sobe sobe-45
rano ran o de ti mismo, concluya concluyass tu propia forma libremente, libremente, como un pintor o un escult escultor. or. Podrás dege nerar en for for mas inferiores, como las de los animales, o, regenerado, alcanzar alcan zar las formas superiores, que q ue son divin divinas" as"». ».7 7 No hay pues pu es nin ni n guna gu na p a rad ra d o ja en la prop pr opos osic ició ión n «el existenci existenciali alismo smo es un humanismo». En la medida medid a en que no descubre el concepto de hombre, sino que libera al hombre hom bre de la dom inación conceptual conceptual,, el humanismo huma nismo ori ginario es en sí mismo mism o un u n existenciali existencialismo. smo. Lo que dife rencia a Sartre de Pico della Mirándola no es tanto el contenido contenid o del pensam pens amiento iento como la disposición disposición anímica. El discurso discurso sobre la dignidad dignidad del hom bre es portad p ortador or de una buena noticia: «todo es posible», revela Pico della Mirándola Mirándola a aquel que la Tradición Tradición había hab ía tratado trata do de con tener -en tre ángel ángel y fiera- en u na exis existe tenci nciaa determina determina da. Cada ser, ser, dice, dice, es lo que es p or su propia prop ia naturaleza, natura leza, salvo el hombre. El hombre es una excepción en el ser; no hay un límite límite infranqueable in franqueable a su acción; en vez vez de re cibir su vida lista y determinada por el orden de las co sas, tiene el poder de darle forma: ésa es su grandeza y ésa es su dignidad. Con Con Sartre, el cambio cam bio es radical radical:: su discurso discu rso no con tiene ninguna promesa de ampliación, sino la evidencia de una condición ineludible. El hombre, dice, está con denado a la libertad. ¡Lo que no siempre es divertido! Prueba Prueb a de ello ello:: sueña su eña con c on que q ueda darr eximido eximido de este privile privile gio, trata por todos los medios de sacarse de encima el incómodo regalo que le ha hecho el dios despistado de Pico della Mirándola. El ser y la nada porm p orm enoriza eno riza las modalidades y las as tucias de este sueño con un virtuosismo tan minucioso 46
como incansable. Pascal remitía a los mortales y su jerarquía útil pero engañosa al orden de una naturaleza corrompida corromp ida y de un último último acto necesariamente nec esariamente sanguinario, «por muy herm osa que sea la comedia en todo lo demás». Sartre cuestiona la solidez misma de esta naturaleza y recurre a toda su sagacidad para describir la comedia del ser. ¿A ser. ¿A qué juega ese camarero «cuando se acerca a la la mesa con un a nd ar un poco demasiado rápido», cuando «se inclina de una manera un poco demasiado atenta» y cuando manifiesta «un interés un poco demasiado solícito por lo que pide el cliente»? Sencillamente: «juega a ser camarero». Y «esta obligación no difiere de la que les viene impuesta a todos los comerciantes ciantes:: toda su forma fo rma de com portarse rem ite a la cereceremonia, el público reclama que actúen actúe n ceremoniosamente: está la representación del tendero, del sastre, del subastador, mediante las cuales cuales tratan trata n de persuadir persua dir a su client clientel elaa de que no son más q ue un u n tendero, un subastador, un u n sastre». sastre».8 8 Y la lista lista no está cerrada: toda función social social es tam bié b ién n un u n a ficc fi cció ión n socia so cial. l. Todo To do pe p e rso rs o n aje aj e lleva imp im p líci lí cita ta su pa p a rte rt e de m ala al a fe. No se p u e d e s e r m édic éd ico o o prof pr ofes esor or,, marginal o respetable, abogado famoso o gran escritor, arrebatado arreba tado o desengañado, sin representar su «Aquel el representar su se n «Aqu que dice "no soy un tipo acomodaticio" está comprometiéndose libremente con la ira y, con ello, interpretando libremente determinados detalles ambiguos de su pasado.»9 El imperio de la representación no tiene límites: hasta el homo psychologicus psychologicus sigue siendo un cómico. Bajo las máscaras y los disfraces que todo el mundo se pon po n e n o se esc e sco o nde nd e n ing in g ú n r o s tro tr o v erda er dade dero ro.. H u rga rg a r en en 47
los los bajos fondos, fondos, husm hus m ear ea r los los secretos que reba jan o des cubrir los móviles mediocres en la raíz de todas las ac ciones hermosas, no es un acto de clarividencia. Uno cree conocer conoce r al hom bre cuando cua ndo lo rebaja. rebaja. De hecho, esta ilusión ilusión es en sí mism a engañosa engaño sa pues pue s no n o ve, ve, detrás de trás de la sólida apariencia aparien cia de la naturaleza, naturale za, los juegos y las argu argu cias de la libertad. «Ser hombre», dice Gombrowicz con Sartre, Sa rtre, «es sim ular ul ar el el hom bre.»1 bre .»10 0 Los comp co mporta ortamie miento ntoss menos envarados siguen siendo todavía afectados, histriónicos. La gente a la que se califica califica de na tural tura l adopta a dopta la pose para m erecer erec er este cali califica ficati tivo. vo. E n cuan cu anto to la exis exis tencia empieza a vira r hacia la esencia, esencia, miente. En c uan to el hombre es, ñnge. Lo que no sólo significa que la vida es un teatro, incluso si, «en todas partes, hay un pape pa pell esp es p e ran ra n d o a su h o m b re» re » ,11 sin si n o que, qu e, com co m o es conciencia de ser, el hom bre sólo puede s er lo que es. es. De ahí proced e la nostalgia de la coincidencia, la as pir p iraa ció ci ó n a la ple p leni nitu tud d , la ten te n tac ta c ión ió n c o n stan st ante te d e rell re llee nar na r la fisura fisu ra y de conc c onceder eder el asueto definitivo que, m ás allá de las imposturas obligadas de la comedia humana, al gunos hombres dan a su humanidad. La descripción fenomenológica fenomenológica alimenta alim enta así el juicio moral y lleva lleva a Sar S ar tre a utilizar, en su conferencia so bre el existenciali existencialismo, smo, unas categorías desacostumbradas en el discurso civili zado zad o de la filos filosofí ofía: a: «A esos que, a legando legan do seried ser iedad ad de d e es pír p írit itu u o excu ex cusas sas dete de term rmin inis ista tas, s, se o c u lta lt a rán rá n su lib li b e rtad rt ad total, los llamaré cobardes; a los otros, que tratarán de demostrar que su existencia era necesaria, cuando la aparición del hombre sobre la tierra es mera contingen cia, los llam aré los cabron ca brones.»1 es.»12 2 Y ahora, aho ra, volvien volviendo do al antisem ita cuyo retra ret rato to esboza 48
Sartre el el mismo año, constatamos que acumula las cua lidades, que mata, si decirse puede, dos pájaros de un tiro. Cobarde y cabrón a la vez, confiere, mediante la idea de raza, la densidad de la na turaleza a su insustan cial cial hum anidad y se persuade de «que «que su lug ar siempr siempree ha estado señalado en el mundo, que le estaba estaba esperan do, y que, p o r tradición, tradición , tiene derech d erecho o a ocuparlo» ocu parlo».1 .13 Nad N adaa e n él e s c o ntin nt inge gent nte, e, n a d a tam ta m p o c o e s vol v olun unta tari rio: o: se apoya en los brazos del ser.
Filó Filóso sofo fo de un a men or repercusión pública que Sar tre -no figura en la lista establecida por Michel Foucault- pero más afectado aún que Sartre por el siglo, Emmanuel Lévinas también intenta, en el mismo mo mento, mento, pensar la huma nidad del hombre a p artir de su desaparición. «¿Qu «¿Quéé es lo humano?» Esta pregu p regunta nta es la incansable investigación de una vida y de una obra do minadas por entero «por la premonición y el recuerdo del h o rr rro o r nazi».1 naz i».14 La respuesta respues ta que propone ad opta la forma forma de un rela to. Transgrediendo el mandato platónico de no contar intrigas intrigas p ara hacer ha cer filos filosof ofía ía,, Lévinas Lévinas descubre una intri ga en el el origen de lo hum ano. ano . «Intri «Intriga» ga» es po r lo lo demás una de las palabras maestras de este pensamiento que sólo sólo habla ha bla de moral, sin ha cer jam ás la moral. La ética ética,, según Lévin Lévinas as,, no es un bien sobe rano ni un dato inme diato de la conciencia, ni la ley impuesta por Dios a los hombres, ni la manifestación en cada hombre de su au tonomía: la ética ética es, es, en p rim er lugar, lugar, un acontecimiento. Es necesario que algo ocurra al Yo para que deje de ser 49
una «fuerza que discurre» y que descubra el escrúpulo. Este golpe golpe de efecto efecto es el encuentro encu entro con co n otro o tro hombre hom bre o, más exactamente, la revelación revelación del rostro. Encuentro En cuentro y no n o conocimiento: conocimiento: revelaci revelación ón y no descu brim br imie ient ntoo . Ind In d ud udab able lem m en ente te,, cabe ca be leer le er m u ch chas as co cosa sass en un rostro humano. Este pedazo de piel es una mina de informaciones, pues siempre siemp re dice más cosas que las que desearía desearía confesar su portador. Co Conn un poco de entrena entre na miento, de la observación de un rostro puede deducirse toda un unaa biografía biografía.. Pero el el rostro también tam bién tiene el insóli insóli to poder de desdecirse de sus propias confesiones y de descifrar los atributos que, en él, se ofrecen al conoci miento del psicólogo, del sociólogo, del novelista o de Sherlock Holmes. Holmes. Éste es precisamente el poder con el que se dio de bruc br uces es Emili Em ilioo Lussu Lu ssu d u r a n te su m isió is iónn d e reco re cono noci ci miento. Había partido para averiguar algo más ¿y con qué se topó a la postre? «¡Un hombre, un hombre, un hombre!» Esta triple exclamación rubrica la debacle de Sherlock Holmes. H olmes. Los indicios, en vez de acumula acum ularse, rse, se han volatilizado. La interpretación ha quedado desesti mada, el pensamiento desnortado. desno rtado. Del Del personaje situado en un contexto, al final, sólo queda una pura abstrac ción. Pero Pero no se trata tra ta de una un a abstracción seca seca y descarna descarna da, teórica, intelectual o cerebral. El rostro que se abs trae de su propia prop ia imagen es es un rostro al desnudo, es de cir desarmado, vulnerable, indefenso. Irreductible a su apariencia como a la verdad verdad que aquella disimula, libre libre incluso del uniforme que permite identificarlo, despoja do de sus su s propiedades empíricas, desarraigado y apátri50
da, sólo le queda su precariedad para ofrecer. «Rostro como co mo m ortalidad» ortalid ad»,, dice Lévinas. Lévinas. «Más allá de la visibil visibili i dad del fenómeno, fenómeno, abandon o de víctima.»'5 víctima.»'5 Abandono y llamada: llamada: en el propio desamp de samparo aro del ros tro hay un m andato anda to superior. Vamo Vamoss más m ás allá allá de las las indicaciones a caciones a él asignadas y entram os dentro d entro del campo cam po del imperativo. Solo y expuesto, expuesto, ya no n o confiesa nada, nad a, ordena; orde na; ya no es un espectáculo que se ofrece ofrece,, ni siquiera un enig enig ma que exige exige ser elucidado, sino sin o un u n a voz de fino silencio silencio que prohíbe m atan ata n «La «La m irada m oral calibra, calibra, en el ros tro, el infinito infinito infranqueable do nde se aven tura y se abis abis ma el prop pr opós ósito ito asesino ase sino»,1 »,16 6 escribe esc ribe Lévinas. Y Lussu: «¡Un ¡Un hombre! Distinguía sus su s ojos y los rasgos de su s u cara. cara . La luz del del am anecer ane cer empezaba a clarear, el sol sol despunta despu nta ba b a d e trá tr á s de la c u m b re de d e las mont mo ntañ añas as... ...» » Porq Po rqu u e m ira ir a el rostro, el rostro ros tro lo mira, lo afecta y se vue vuelv lvee asunto asu nto suyo. suyo. El hombre que hay allá ya no es un objeto a su alcance sino que q ue es ya, de repente, rep ente, el prójimo. Ya no lo vigila, vigila, cui da de él sin ni siquiera haberlo decidido conscientemen conscientemen te. te. Este episodio, episodio, en suma, sum a, es la historia del cazado caza dorr caza caza do: Lussu acaba acab a obligado po r aquel al que espiaba y que tenía a su merced. Hacía la guerra guerra en paz pa z y de pronto -«desfallecimiento del ser que se deshace en humani d a d » -,1 -, 17la inquie inq uietud tud de d e la paz ha caído sobre so bre él y ha roto el hechizo. El soldado Lussu no tiene pues p ues la iniciativa iniciativa del del cam cam bio bi o que qu e le afec af ecta ta.. El inte in teré réss que qu e sien si ente te p o r el ofic o ficial ial a u s tríaco no nace de una buena intención. Es al revés, su bu b u e n a con c onci cien enci ciaa es e s la l a que q ue a c a b a tra t rast sto o c a d a p o r un u n ulti ul ti mátum desconcertante, por una exhortación que no do mina. 51
Donde Donde Rousseau Rousseau hablaría habla ría de una dulzura dulz ura natu ral en el hombre, y Tocqueville de una suavización debida a la igualdad de condiciones, Lévinas describe un aconteci miento turbador y doloroso. ¿De dónde proceden esta exacerbación y este ensombrecim ensom brecimiento iento de la intriga? «Los Los acontecimientos dram áticos de d e este siglo siglo xx y el nacional socialis socialismo mo que han trastocado el mund o liberal sobre el que, que, mal que bien, bien, descansaba descansaba -y se había aban don adoado la existencia judía, han arrancado al antisemitismo su secreto apocalíptico apocalíptico y han permitido perm itido adivin ar el el desafo rado, ingrato y peligr peligroso oso destino de lo hum ano que, que, po r antífra ant ífrasis, sis, den d enot ota» a»,1 ,16respo res pond ndee Lévinas. Retorcer el pescuezo al escrúpulo de ser; liberar la vida de toda intrusión extranjera; desplegarla sin corta pisas; pisas ; devolverle devolv erle su c ruel ru eld d ad n a tura tu ral, l, su vita vi talid lidad ad salva sal va je, su s u esp es p o n tan ta n e ida id a d y su sob s ober erbi bia; a; hacer callar los rostros reduciéndolos a muestras m uestras o a ejemplares de u na especie especie;; reemplazar, a modo de socialidad, la proximidad del otro hombre h ombre p or la fraternidad racial: racial: el el gran programa nazi revel revela, a, en su decisión misma mism a de aca a caba barr con él, él, el po der de r que pose poseee el otro de hacer profunda mella en la la tran quilidad quilida d de ser. ser. Si la la catástrofe de lo lo hum hu m ano se ha produc ido en la era del reconocimiento sensibl sensiblee del hombre por po r el el hom bre br e es, segú se gún n Lévin L évinas, as, p o rque rq ue e ste rec re c o noci no cim m ient ie nto o no n o es es una emanación n atural sino una fractura, y porque no se se origina en el Yo sino que altera sus planes, trastoca su funcionamiento y le agobia brutalmente con una carga onerosa. Semejante traumatismo de la sensibilidad sus cita, de rebote, la nostalgia sentimental de la integridad pe p e rdid rd idaa y del idilio id ilio.. «No hay ha y nad na d a , en e n cie ci e rto rt o sent se ntid ido, o, m ás 52
molesto molesto que el prójimo. ¿Ese ser deseado no es acaso aca so lo indeseable indese able person p ersonificad ificado?» o?»119 Ésta És ta es la enseñ en señan anza za que, po p o r a ntíf nt ífra rasi sis, s, a p a r t i r de dell he hech choo é tico tic o orig or igin inaa l y d e lo acontecido a Emilio Lussu, Lussu, se deriva de esa guerra total total pa p a r a esta es tarr p o r fin en paz pa z que qu e fue el a po poca cali lips psis is hitle hi tleri rian ano. o. Cierto es, como pone po ne de manifiesto la opinión de Foucault, que duran du rante te el período que siguió siguió a la posguerra posgue rra el el humanismo, hum anismo, sometido som etido a los ataques ataqu es del estructuralismo, estructuralismo, envejeció terriblemente. «Movimiento complejo en sus motivaciones, motivaciones, pero pe ro muy m uy solidario solida rio en su polémica visió visión» n»,, en palabras de Paul Ricoeur,2®el estructuralismo se ha dedicado a desposeer de sposeer al sujeto pensante, hablante habla nte y ac ac tuante tua nte de todas sus prerrogativas prerrogativas:: los movimientos movimientos más íntimos y las disposiciones más imprevisibles del alma han sido atribuidos a dispositivos inexorables. Se ha mostrado mo strado que la experiencia vivi vivida da resulta re sultaba ba de procesos inconscient inconscientes es o de sistemas neutros neutro s y anónimos. Hasta se ha sustraído a la intención o al genio de su creador las obras originales de la mente que han sido analizadas como un juego desarrollado a p artir ar tir de de unas una s reglas reglas deter minadas. Visibles mucho más acá del autor, decía por ejemplo Roland Barthes, «estas reglas proceden de una lógica milenaria del relato, de una forma simbólica que nos constituye antes incluso de nuestro nacimiento, en suma, de ese inmenso espacio cultural del que nuestra pe p e rso rs o n a [...] no es e s más má s que qu e un u n ava a vata tar» r».2 .211 La mutación, en efecto, es espectacular. ¿Pero por qué este ensañamiento contra el sujeto? ¿Por qué esta alegría en destronarlo? ¿Cuál es el propósito de esta in53
vestigación de las estructuras impersonales que actúan incluso en la intim idad del Yo Yo, si si no es el el de desenc dese ncan antar tar al Yo de sí mismo, de llamarle a la humildad -es sólo un avatar- y enseñarle que hay otros Yo posibles, surgidos de otra historia, sometidos a otros códigos fundamenta les les? Como el el sentimiento sentimien to de h orro or rorr ante el racismo racism o nazi se prolonga entonces en rechazo del colonialismo -«el muy hum hu m anista, anis ta, muy cristiano cristia no burgu b urgués és del siglo siglo xx llev llevaa dentr de ntro o de sí un Hitler Hit ler que ignora», escribe en 1950 Aimé Aimé Césaire-,2 Cés aire-,22 2 el cabrón cabr ón sartria sar tria no se convierte en la figura del europeo suficiente. suficiente. Esta suficiencia es el blanco co mún mú n de todos los los pensamientos pensam ientos reunidos reun idos bajo el sell sello o esestructuralista. tructura lista. La gran labor lab or teórica teóric a que se lleva lleva a cabo ca bo en esta época es también un gran combate contra la infa tuación. Del humanismo de posguerra al antihumanis mo poscolonial, el paradigma filosófico ha cambiado pues pu es de a rrib rr ibaa abaj ab ajo, o, p e ro la insp in spir irac ació ión n m oral or al sigue sig ue siendo la misma: como siempre, se trata de someter a una conmoción saludable al ser que se siente seguro den tro de él y de desasosegar al hombre para humanizarlo mejor. Y si Stalin pudo pud o revestirse revestirse del título de h um anista an ista es porq po rqu u e est e stee desa de saso sosi sieg ego o y e sta st a insp in spir irac ació ión n p a rec re c ían ía n a n i dar en el comunismo, como observa sarcásticamente, pe p e ro sin si n p rofu ro fun n d izar iz ar,, Michel Mic hel Fouc Fo ucau ault. lt. En n o m b re de la hum anidad, anid ad, la URSS URSS y las grandes democracias demo cracias occiden tales combatieron com batieron y vencieron junt ju ntas as el hitlerismo, es de cir el el intento inten to de bor b orra rarr de de la tierra la idea idea del del semejante y de reemplazarla por una implacable jerarquía natural. Pero para el humanista horrorizado que emerge de la guerra, como para la crítica del humanismo que acom54
pa p a ñ a el m ovim ov imie ient nto o de la desc de scol olon oniz izac ació ión, n, el p a ís d e la Revolución tiene esta superioridad filosófica filos ófica sobre las democracias que consiste en no hacer ninguna concesión a la idea de la naturaleza, en rechazar las medias tintas y en no p od er aplacar aplac ar sus exige exigenci ncias as con piadosas declaraciones. Para Marx, en efecto, no existe la naturaleza en el hombre ni en la naturaleza. El mal o el sufrimiento no son componentes de la condición humana, las cosas no son cosas, el mal, el sufrimiento y las cosas son hechos sociales. socia les. No No hay lugar lug ar en el que los hombres pu edan eda n descan sar de la humanidad. human idad. El ámbito aparentem ente inal inal-terado de lo no humano sigue siendo lo humano que oculta su juego. No hay paisaje, por bucólico que sea, que, que, para ser comprendido, no tenga que ser resituado resituado en su contexto histórico y social. «Es sabido», escribe Marx en un u n pasaje p asaje célebre célebre de La de La ideología ideología alem al eman ana, a, «que, «que, como todos los árboles frutales, el cerezo ha sido tras pla p lan n tad ta d o en nu n u e stro st ross país pa íses es de d e re r e sult su ltas as del d el com co m e rcio rc io y de eso hace apenas unos siglos; de modo que si Feuerbach ha podido tomar conocimiento sensible de ello, es gracias a esta acción de una sociedad determinada en una époc ép ocaa determ de termina inada da.»2 .»23 3 Debajo de la playa, los adoquines; adoqu ines; baj b ajo o la a p a rie ri e n c ia de lo dado da do,, la real re alid idad ad de lo con co n cep ce p tual tu al y de lo construido con struido.. Y, Y, añaden añad en los los marxistas, todo lo que está fabricado históricamente ha de ser superado polí po líti tica cam m ente en te o d e stru st ruid ido o p a ra d a r paso pa so al a l adv ad v enim en imie ient nto o de la la igualdad entre en tre los los hombres. homb res. La fuerza del marxismo, recién finalizada la guerra, estriba pues en su radicalidad y en su perfeccionismo. Las buenas palabras liberales ni sirven para adormecer 55
su clarivi clarividenci denciaa ni para p ara desarm de sarm ar su voluntad. voluntad. Frente al pelig pe ligro ro ah a h o ra palp pa lpab able le de d e la nat n atu u rali ra lizz ació ac ión n de d e las la s iden id entitidades colect colectiva ivass y de su elevaci elevación ón a lo absoluto, n o basta b asta con que q ue lo universal sea concebido conceb ido y reivindica reivindicado: do: mienm ientras el Hombre tenga su sede en el cielo cielo de las Ideas y la la jera je rarq rqu u ía preva pre valez lezca ca e n la tier ti erra ra,, m ien ie n tras tr as la igua ig uald ldad ad nominal o formal se sume a la desigualdad real de las condici condiciones ones,, el Hombre Hom bre es una un a impostura, imp ostura, y una impostura temible puesto que su papel consiste en perpetuar las relaciones de subordinación proclamando urbi et orbi que éstas han sido abolidas. ¿Nuestro humanismo? «Helo aquí al desnudo, nada bonito», dice Sartre en su Dam néss de ¡a ¡a ierre ierre de famoso y furibundo furibu ndo prefacio de Les Damné Frantz Fannon. «Sólo era una ideología falaz, la sofisticada justificación justificación del pillaj pillaje. e. Su manierismo man ierismo y sus am orosas palabras pa labras avalaban nuestra n uestra agresión. [.. [...] .] EncontráEnco ntrá bam ba m os en el géne gé nero ro h u m a n o u n a a b stra st racc ta p ostu os tula lació ción n de universali universalidad dad que servía servía para pa ra ocultar ocu ltar unas prácticas más realist realistas. as.»2 »24 4 Para impedir imp edir que la denuncia denu ncia hum hu m anista de la raza de los Señores siga disimu lando la divisió división n social social entre inferiores inferiores y superiores sup eriores o el sometimiento some timiento de de los los pueblos colonizados, es necesario ne cesario que, con la máxima urgencia, u rgencia, lo abstracto abstrac to se vuelva vuelva concreto conc reto y la hum anidad real. La realización de esta tarea incumbe a los proletarios. rios. En efecto, efecto, a diferencia de los demás hombres hom bres actu ales o pretéritos, el proletario no puede, en ningún caso, identificarse con las determinaciones que la época ha impreso en él, con el estatuto estatu to social o con la pertenencia nacional. La época es burguesa, burgu esa, su patria, la comunida com unidad d artificial a la que le exigen que sacrifique sus propios 56
intereses para perpetuar el orden establecido; por últi mo, hace mucho que su trabajo ya no es un oficio, sino una potencia extranjera. Desterrado de todas las condi ciones incluso de la suya, excluido de todos los privile gios, el proletario, a cambio, tiene el privilegio ontológico de ser un hombre tan sólo humano. Alienado del mundo, con ello, está libre de todas las alienaciones en que caen los los hombres hom bres cuand cu and o se se tom an p or lo lo que son. son. Si Si definimos, con Sartre, al cabrón como el hombre que, po p o rqu rq u e tien ti enee su s u lu g a r reser res erva vado do,, pien pi ensa sa q u e tod to d o es e s tá en su lugar en el ser, el proletario es, por antonomasia, el v ariante im anticabrón. A diferencia del burgués o de su variante peri pe rial alis ista ta,, el eu e u rop ro p e o suf s ufic icie ient nte, e, n o nece ne cesi sita ta,, p a r a p rote ro te ger sus interes intereses, es, detene r la historia o petrificar al hom bre br e en u n a e sen se n cia ci a inm in m u tab ta b le. le . E n él, se m a teri te riaa liz li z a la esperanza de un mundo libre no sólo de los cabrones sino del del cabrón com o posibilidad posibilidad hum ana. Prueba de ello, el nombre de pila de su primera pa tria. Como dice muy bien Jacques Derrida: «El nombre mismo de URSS es el único nombre de Estado en el m undo und o que no contiene ninguna ningun a referencia a una un a locali locali dad o a una nacionalidad. nacionalidad. El único nomb re propio de Es Es tado que, en suma, no contiene ningún nombre propio, en el sentido ordinario del término; la URSS es el nom bre br e de u n indi in divi vidu duo o está es táti tico co,, de u n E stad st ado o indiv ind ivid idua uall y singular que se ha dado o ha pretendido darse su propio propio nombre sin referenci referenciaa a ningún luga r singular ni a nin gún pasado nacional. Un Estado que se ha otorgado en su fundación un nombre puramente artificial, técnico, conceptual, general, convencional y constitucional, un nom bre «común «común» » en suma, un nom n ombre bre comunista: resuresu57
miendo, u n nom bre pura p uram m ente en te polític político.» o.»2 25 Frente a las las pa p a tria tr iass exclus exc lusivis ivistas tas,, la URSS e n c a m a e sta st a apote ap oteos osis: is: la pa p a tria tr ia de la hum hu m a n ida id a d . P atri at riaa pues pu esto to que qu e se t r a t a a ú n de un espacio indudablemente extenso -una sexta parte de la superficie superficie del globo globo y la décima p arte de su pobla p obla ción, como repiten complacidos sus partidarios- pero circunscrito. Patria sin raíces sin embargo, nación sin naturaleza, territorio cuyos autóctonos no son indígenas ya que, en este bastión de la nueva era, la institución se ha impuesto al origen, el espíritu humano ha derrotado al espíritu del del lugar. Esta victoria v ictoria vue vuelv lvee cadu ca la esci sión de la huma nidad en com patriotas y extranjer extranjeros. os. Na die es extranj extranjero, ero, ningún rostro es recu sado o desahucia do en un paisaje que ya no se expresa en términos geográficos sino técnicos. Se acabaron las exclusivas: hay sitio sitio para todo el el mun do en una u na tierra tier ra que tiene un nombre común. común. La fraternidad del nombre común por oposición al carácter carác ter hereditario he reditario del nom bre propio propio:: en e n eso consist consiste, e, en 1945, el hechizo humanista de Stalin. Si entonces, como ha demostrado Fran^ois Furet, el antifascismo se vuelc vuelcaa con toda naturalidad natu ralidad en la idea idea comunista com unista y en su representan te supremo, no sólo sólo se debe a la terrible terrible b ata lla de Stalingrado, sino al hecho de un nombre donde pue p uede de leerse lee rse el fin de u n a exist ex isten enci ciaa lim l imit itaa d a p o r el pr p ro pio pi o h o g ar y el rec re c h a z o de d e cu c u a lqu lq u ier ie r com co m p onen on enda da con co n las l as determinaciones locales o históricas que encierran a los hombres homb res y fragmen tan la humanidad. human idad. El hechizo de Stalin se atenuará bastante deprisa, pe p e ro el h u m a n ism is m o pres pr esen ente te en el n o m b re d e la URSS seguirá inspirando durante mucho tiempo el combate 58
polít po lítico ico y el tra tr a bajo ba jo intel int elec ectu tual al.. Lo mis m ism m o suce su cede derá rá con el pensamiento en general y con el teatro de Brecht, tal como lo definía Barthes en 1957, en un artículo titulado «Brecht, Marx y la Historia»: «fundar su teatro sobre la Historia [para Brecht es] negar al hombre toda esencia, negar a la naturaleza humana cualquier realidad que no sea histórica, creer que no hay un mal eterno sino sólo males remediables; resumiendo, es dejar el destino del hombre homb re entre e ntre sus su s propias manos».2 mano s».26 6 Por lo tanto, el enemigo íntimo del pensamiento pensamie nto será la ideología ideología definida después d espués de Marx como «el conjunto conjun to de las representaciones que forma la clase dominante pa p a r a ha h a c e r cre cr e e r en la leg l egit itim imid idad ad y en la nec n eces esid idad ad de su su dominación y ocultarse a sí misma los fundamentos de esta dominació dom inación».2 n».27 7 En otra o trass palabras pala bras,, con el nombre nom bre de ideolog ideología ía se se combate com bate la om nipresente niprese nte ilusión que disfra za de verdad verdad universal universal un punto pun to de vista particula par ticularr que que oculta la dimensión evoluti evolutiva va del del mundo, m undo, que q ue petrifica la historia para distraer a los esclavos de su condición y pa p a r a im p e d ir q u e nazc na zcaa y se desa de sarr rrol olle le en ellos ell os la peligr pel igro o sa idea de sacudirse sacu dirse el yugo yugo.. Este mismo encarnizamiento antihumanista contra las pretensiones del sujeto sólo habrá representado un momento en este proyecto que se propone entregar al hom bre las llaves llaves de su destino, de stino, como com o atestiguan atestigua n la evo evo lución de Michel Foucault y la fórmula que utiliza en 1983 para pa ra recap re capitular itular su trabajo y resum res um ir su propósit propósito: o: «Una «Una labor labo r paciente paciente que da forma form a a la impaciencia de la la libertad.»2 libertad. »2* *El traba tra bajo jo genealógico aún aú n a la meticulosida metic ulosidad d y la subversión pues revela, pruebas en mano, la estre chez de nuestro nue stro universo afectivo afectivo o mental. m ental. «Lo que exisexis59
te está e stá lejos lejos de lle l lena narr todos todo s los espacios espac ios posibles»,2 posibles»,29 9 ésta es la la enseñanza principal de una disciplina disciplina irrespetuosa que desarraiga las costumbres más venerables o las creencias más sagradas exhumando su origen a ras de suelo. «Histórico», en esta perspectiva, ya no significa respetable sino respetable sino revocable y revocable y el filósofo arqueólogo lleva a cabo la ejecución de los códigos que saca sac a a la luz. «Mi «Mi pa pel», dice di ce Fouc Fo ucau ault, lt, «consis «co nsiste te e n e n señ se ñ a r a la gent ge ntee que qu e es mucho más libre libre de lo lo que piensa, piensa, que tom to m a por p or ververdaderos y evident evidentes es unos temas que ha n sido fabricados fabricados en un momento particular de la la historia historia y que esta su pues pu esta ta evide ev idenc ncia ia pued pu edee ser se r c riti ri ticc a d a y d e stru st ruid ida. a.»3 »30 0 La investigaci investigación ón histórica histó rica libera así a los hom bres de la idea de naturaleza para posteriormente liberarlos mejor de su historia. Esta erudición, tan maliciosa como minuciosa, descubre la «inmensa y proliferante criticabilidad critica bilidad de las cosas»31 y constata cons tata gustosa no n o nuestra nue stra depende dep endencia ncia res pect pe cto o a u n orig or igen en que qu e nos no s tras tr ascc ien ie n d e sino si no,, tod to d o lo conco ntrario tra rio,, la «fragilidad de d e los suelos»32 suelos»32 más má s sólidos sólido s y famifam iliares. El análisis de los límites que nos han puesto es simultáneam ente, dice dice también tamb ién Foucault, prueba pru eba de que su superació supe ración n es posib posible. le. Este positivista positivista paradójico p retende dest d estru ruir ir el el poder po der de las positivi positividades. dades. «Extraer de de la contingencia qu e nos hace h ace ser lo que somos la posibili posibili-dad de no ser, hace r o pensa r lo lo que somos, somos, pensamos pensam os o hacemos.»33 Asignando esta tarea a la crítica filosófica del presente, presente, Foucault Fouc ault se se rebela, rebela, de un modo totalm ente distinto de Sa rtre por p or supuesto, supuesto, pero, como Sartre, contra «todo «todo lo lo que diga del ser humano: hum ano: es esto».3* Cuando esto».3* Cuando denuncia los pensamientos humanistas que prescriben al hom bre un modelo, modelo, que le atribuyen un a esencia o que 60
lo lastran con u na definic definición, ión, combate, con el nom bre de humanismo, al mismo adversario que su adversario. Finalmente, cuando dice que no se trata, para el hombre, de partir a descubrir su propio ser, y de inventarse, de elaborarse o de fabricarse él mismo, enlaza, más acá de Sartre, con la inspiración del prime r humanismo: human ismo: aquel que, recién acabada la Edad Media, daba la bienvenida en el hombre a un a «obra «obra de tipo indefini indefinido» do» a la que correspondía la tarea y el peligroso honor de moldear su ser, de conformarlo, de darle un a forma fo rma mediante m ediante la vir vir-tud y el el arte. Reinvestido fervorosamente después de una guerra en la que el fin declarado de uno de los protagonistas consistía en sumir a la humanidad en la naturaleza, el humanismo de Pico della Mirándola sigue siendo, más allá allá de las las ruptu ru ptu ras y de los los anatemas, el horizon te no su pe p e rad ra d o del de l p e n sam sa m ien ie n to y de la m o ral ra l p o sm o d em o s. Esta moral no es moralizadora y este humanismo no es bland bla ndo. o. ¿Per ¿P ero o p u e d e u n o q u eda ed a rse rs e en e sta st a m oral or al,, sati sa tissfacers facersee con este hu manismo ma nismo si pretende e xtraer las leclecciones del siglo y comprender por qué la voluntad más radical radical de liberar liberar a la hum anidad de sus cadenas ha podido, como como su sometimiento so metimiento al determinism o m ás infleinflexible, producir el universo de los campos de concentración?
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III. II I. EL TRIUNFO TRIU NFO DE LA LA VOLU VOLUNT NTAD AD
En 1927, es decir algo más de treinta años después del inicio del caso Drey Dreyfi fiis is,, del que fue uno de d e los prota pr ota gonistas más fervorosos y acerca de cuyo significado nunca dejará de meditar, Julien Julien Benda publica La TrahiTrahi son so n des oler oleres es.. Los cleros son los intelectuales, y su trai ción estriba, opina Benda, en el abandono de los valores ideales, universales y desinteresados que deberían hon rar, en aras a ras de la exaltación desenfrenada desenfren ada de los los particu pa rticu larismos. Los Los sacer sacerdotes dotes del espíritu faltan al deber deb er de de su cargo cuando invocan los valores nacionales para aver gonzar a los hombres «de toda aspiración a sentirse en cuanto que hombres portadores de lo que esta cualidad tiene de general y de trascen trascenden dente te de las modalidades moda lidades ét nica icas»,* y cuando cu ando,, en e n nom no m bre de la lucha lu cha de clases, inci tan a los obreros a despreocuparse de la «justicia en sí», de la «huma «hu manida nidad d en sí»2 y de los demá de máss oropeles del idealismo. Raza o clase, todo es lo mismo, dice e ntonces ntonce s Benda. Benda. Por Po r much o que el entusiasmo reacciona rio y el de la re62
volución volución hagan gala gala de su antagonismo, de hecho se pa recen y, y, aun a un enfrentándose, se coaligan coaligan para par a dejar d ejar que la moral y la verdad universales sean pasto pas to del del desprecio de los hombres. Tanto uno como otro sólo abandonan el culto del Yo para dedicarse con el mayor descaro a la idolatría del grupo. Según el autor de La Trahison des clercs, un mismo egoísmo sagrado impulsa a los doctri narios que exhortan a su nación a embriagarse em briagarse de sí mis ma hasta la barba b arbarie rie y a los los que, que, en la orilla orilla opuesta, de muestran al proletario que «necesita sumirse en la conciencia de sus intereses especiales, hacerse una moral especial, una inteligencia especial, d esterrar de su cora cora zón toda idea de una comunidad esencial entre él y los hombres hom bres de la otra cl clas ase». e».)) Por este análisis análisis ha pasado p asado Benda a la posteridad. De toda su obra, lo único que sigue siendo famoso es La Trahison des clercs. ¡Pero menuda celebridad ha alcan zado! Desde 1927, no hay año, ni semestre, ni siquiera semana, en que no se fustigue en algún editorial lleno de convicción esa forma clásica o inédita de abjuración intelectual. Benda, sin embargo em bargo,, se equivocó equivocó.. Tuvo Tuvo la in tuición tuición de una semejanza, semejanza, pero no supo fundam entarla. Su comparación comp aración era justa, pero p ero su crítica crítica se se basaba en un un contrasentid con trasentido. o. Ajeno Ajeno al pensamie pensa miento nto dialéctico, dialéctico, no captó la articulación articu lación de d e lo partic pa rticula ularr y de lo lo universal en el co co munismo. munismo . Si efectivamente se se incita al proletario prole tario a deso lidarizarse, como dice Benda, de los hombres de la otra clase, es para levantar sobre el cadáver de la sociedad bur b urg g u es esaa una un a soc s ocie ieda dad d po p o r fin solid so lidar aria ia.. Si su egoí eg oísm smo o es sagrado, es porque, a diferencia de sus enemigos, intro duce en la historia una promesa de em ancipación gene gene-63
ral. Y si el partid pa rtido o de los trabaja trab ajado dores res se llama el Partido Par tido a secas y con mayúscula, es porque porq ue no es una parte parte sino la totalidad: la idea de los trabajadores es suficientemente amplia para pa ra a barc ar a la especie especie hum ana. ¿Por qué Louis Louis Althuss Althusser, er, en una u na ponencia que pronunc pron unció ió el 2 de febrero de 1968 en la Sociedad Francesa Fran cesa de Filosofí Filosofía, a, pudo pud o poner po ner en el ha ber be r de Lenin esa «risa «risa abierta y franca franc a gracias a la cual los pescadores de Capri reconocían que era de su raza y de su bando»?4 Porque esa raz a es la de la hum ani an i dad lesionada lesiona da y ese bando band o es el el de la reparac rep aración ión p or los los daños dañ os sufridos. sufridos. Pero Benda no iba a morir ignorante: veinte años más má s tarde, tuvo la revelaci revelación ón del universalismo universalismo comunis com unis ta. Cuando en 1949 se inició en Budapest el juicio de Rajk, ministro húngaro acusado de haber fomentado ju n to con co n la Yugoslavia Yugoslavi a titis tit ista ta u n com co m plot pl ot antis an tisov oviét iético ico,, Benda escribió: «Durante el caso Dreyfus, los defensores del orden con sideraban que la confesión confesión de Esterhazy no era una prueba. Los enemigos húngaros de la justicia y sus compinches internacionales todavía lo han hecho mejor. Sostienen Sostien en que la confesión de Rajk y de sus cóm có m plices plic es p rue ru e ba que qu e no h a n com co m etid et ido o los acto ac toss de los que se les les acusa.»5 acusa.» 5 Benda no reniega de su dreyfusismo dreyfusismo original original cuando cu ando cae en la trampa de un proceso trucado. Lo que sucede es que, entre tanto, tanto , ha habido la guerra. La guerra, guer ra, es de cir, en opinión de este metafísico irreductible, la lucha a muerte entre los dos adversarios identificados en La La Trahison des oleres. oleres. Ilustración contra Romanticismo; defensa de lo universal con tra la glorificación glorificación de lo parti pa rti cular; afirmación de la libertad de espíritu contra arrai64
gamiento gam iento del del homb ho mbre re en el suelo suelo patrio, del espíritu en la tradición, de la acción en las costumbres, y del pensamiento e n la lengua: lengua: Benda se halla o cree hallarse en territorio conocido, con una salvedad, no obstante, y es que los nazis h an convertido el bolchevismo bolchevismo en el enemigo absoluto. absoluto. Por Po r lo tanto, no n o puede en modo alguno concebir la Revolución como un romanticismo de izquierdas o como una variante obrerista del pensamiento reaccionario. H itler acaba de devolve devolverr al comunismo comun ismo su dimensión de universalidad y de situarlo de nuevo en la la vanguard vang uardia ia de la Ilustración. De ah í que el el último defensor so r de Dreyf Dreyfus us avale el juicio y conden co ndenee a Rajk Rajk.. De ahí tamb ién la prolongada resistencia de la intelli gentzia gentzi a europea al libro que Hannah Arendt publica en 1951, Los 1951, Los orígenes del totalit tota litar arism ismo. o. Un mismo concepto no puede d ar cobijo cobijo a dos sistemas cuyo cuyo antagonismo antagonismo ha quedado sellado por la sangre de millones de hombres. La única cosa que cabe calificar de total, en todo este asunto, es precisamente la guerra que acaba de enfrentarlos. Seis años después de la capitulación del Reich, esta evidenci e videnciaa salta a la vista. Si Hannah Arendt se metió en esta posición delicada, incluso escabrosa, no es, por supuesto, porque se lo propusiera. Nada más lejos de su ánimo, aunque la hayan acusado de ello, que un espíritu de guerra fría y un propó sito de querer quere r demonizar demo nizar a toda costa al nuevo nuevo enemigo de su nueva patria. Cuando inicia su investigación, ción, no tiene ninguna cuenta cuen ta pendiente con el comuniscomu nismo. «¿Qué «¿Qué pasó? ¿Por ¿Por qué qu é pasó lo que pasó? ¿Cómo fue fu e posible? »* Estas pregunta preg untass le fueron dictad d ictadas as p or el apoap ocalipsis hitleria no y la idea'del libro nació na ció en 1943 como 65
«un proyect «un proyectoo para trata tra tarr de pensar la inutilidad de de la matanza de los judíos».7 La analogía sacrilega se irá imponiendo gradualmente en 1947 con el descubrimiento de los campos soviéticos, y se hará filosófica con la com pre p renn sió si ó n fun fu n da dam m en enta tall del h o rro rr o r nazi. naz i. Que la la doctrina doctrin a nacionalsocialista aplasta la libertad humana bajo el peso de las determinaciones étnicas es algo algo en lo que Hanna Ha nnahh Arendt por supuesto coincide con con todos sus contemporáneos. contemp oráneos. Pero el prejuici prejuicioo natura na turalista lista y la divi división sión de la la especie especie hum ana en humanid hum anidade adess distintas no bastan, bastan , en su opinión, para par a identif id entificar icar el mal. El rechazo de la moral universal se combina, en el racismo nazi, con el el fantástico rigor rig or de un sistema siste ma explicativo explicativo un uniiversal. versal. Para los nacionalsocialistas, nacionalsocialistas , todos to dos los camino cam inoss remiten a los los judíos. Éstos É stos no sólo son diferentes, son malém aléficos, invisibles y omnipotentes. Su dispersión misma pone po ne de man m anif ifie iest stoo su volu vo lunt ntad ad de som so m e ter te r a los lo s pu pueb eblo loss y de apode apo derarse rarse del universo. Al Al de descu scubri brirr en 19 1920 20 Los protocolos de los sabios de Sión, Hider reconoce su deuda pa p a ra co conn este es te doc do c u m en ento to po p o r habe ha berl rlee revela rev elado do «de form fo rmaa irrefutable la naturaleza y las actividades del pueblo judío» exponiendo «su lógica interna y sus objetivos finales» les».8 .8 El vehemente vehem ente odio expresad e xpresadoo en estas e stas líneas lín eas se caracteriza no obstante obstan te menos m enos por su virulenc virulencia ia que por po r su pre p rete tenn sió si ó n de expl ex plic icar ar la his h isto tori ria. a. Est E stee odio od io no n o se lim li m ita it a a odiar, ve. ve. Lo determ dete rminan inante te aquí aqu í no es su intensidad, sino su pod p oder er de divul divulgaci gación. ón. No hay manera m anera de coger este este anan tisemitismo tisemitismo en falta pues sustituye sustituye la anarquía anarqu ía del mundo mund o visible por la transparente opacidad del complot. Loco, pero pe ro en el sent se ntid idoo de d e Che C hest ster erto ton, n, el nazi na zi no es el hom h ombr bree que ha perdido la razón. Es el hombre que, habiéndolo 66
per p erd d ido id o to t o d o salvo salv o la raz r azón ón,, re r e c u s a lo dado da do,, siem si empr pree des de s concertante, conce rtante, en ara s de una un a imposible coherencia. ¿Resul ¿Resul ta que se publica que Los que Los protoco prot ocolos los de los sabio sa bioss de S ión ió n es un texto texto urdido por po r la policía policía del zar za r con fines fines propagan dísticos? «Por algo será», respo re spond ndee Hitler, «si el Frankf el Frankfururter Zeitung Zeitun g proclama proclama sin cesar que Lo que Loss protocol proto colos os están están ba sados en un u n a falsificac falsificación, ión, eso constituye precisam pre cisamente ente la mejor prueb pru ebaa de su s u autenticidad.» Los Los judíos conspiran. Pero Pero resulta que su c onspiración ha sido descubierta. Por lo tanto, obligatoriamente ha n de h acer creer que se trata de una fábula y de nu nc iarla iar la mistifi mistificac cación. ión. Llevan Llevando do a cabo no n o la destrucción de la razón, com o diagnosticaba Lukács, sino la destrucción del sentido co mún mú n a través través de una lógi lógica ca absolutamente absolutamente entregada a sí misma, este racismo ergotista e inexorable marca una ruptura decisiva con el pensamiento reaccionario y con la herencia de la contra-Revolución. La contra-Revolución considera conside ra que la secuencia histórica que va de 1789 a 1793, 93, es decir, desde de sde la Declaración De claración de d e los Derechos del Hombre a la dictadu ra jacobina, jacobina, constituye constituye una prueba deslum brante «de «del hecho de que q ue el hom bre p or sí solo solo y priv pr ivad ado o del auxil au xilio io de la religi rel igión ón es inca in cap paz de ro m p er ninguna de las cadenas que lo oprimen sin sumirse en una un a esclavitud esclavitud más envilecedora aún».9 El trasto cam ien to de la la liberación radical ra dical en T error erro r ilimitado ilimitado es el casti go que sufre el hombre hom bre p or este alzam iento sacril sacrilego: ego: ha ha be b e r tra tr a tad ta d o de con c onve verti rtirs rse, e, o c u p a n d o el lu g ar de Dios, no no sólo en actor, sino en el autor de su propia historia. El hombre ha olvidado la Caída, repiten todos los grandes reaccionarios machaconamente, por eso ha caído tan bajo, bajo , y se ha h a he h e cho ch o ta t a n to daño da ño.. 67
Pero el antisemitismo nazi no dice nada semejante, no hace pública la la corrupción de la naturaleza humana, human a, sino que denuncia sin desmayo la conspiración de los malvados. malvados. El solemne cuestionam cuestion amiento iento del prometeísmo promete ísmo da paso al combate comb ate sin piedad c ontra ont ra el enemigo enemigo del gé gé nero humano. Ya no se invoca el pecado original para am ansar an sar la voluntad voluntad del del hombre, para pa ra convencerlo convencerlo de la inanidad inanid ad del cambio y devol devolve verlo rlo a la razón, es d ecir a la obediencia, es la razón razó n la que, sin trab as de ningun nin gunaa cla se, demuestra demu estra al hom bre que un a fuerza clandestina es el el origen de sus desventuras o de sus problemas. E sta lógi lógi ca que no conoce barreras es gratificante porque elimi na, m atando atan do dos pájaros de u n tiro, el hecho azaroso aza roso y la responsabilidad responsa bilidad personal, lo fortuito y la culpa. E n la vi vi sión nazi del mundo no hay lugar para los caprichos de la fortuna fortu na ni pa ra la venganza de los cielo cielos. s. La desgracia que me agobia nunc a es fruto del del azar az ar o de mis propias carencias, sino del malvado invisible y tentacular cuya perv pe rver ersi sida dad d pade pa dezc zco o a diar di ario io.. El peca pe cado do ya no e stá st á d e n tro de mí -temible transferencia- sino dentro de él. No soy falibl falible, e, soy objeto de d e una un a consp c onspiración iración.. A las objecio nes elevadas elevadas contra con tra la justicia divina divina,, Joseph Josep h de Maistre respondía: «Ningún hombre es castigado como justo sino siempre como hombre, homb re, de modo mo do que es falso falso que la virtud sufra en este mundo: la naturaleza humana es la que sufre y siempre merecidamente.»*» En el mundo desdivinizado en el que viven los nazis, el mal ya no es «una cuestión trascendente que resulta, por así decirlo, de la política política exterior de la hum anidad», sino «una cues tión inma in manente nente que resulta de su política interior» .11 El sufrimiento, que se vivía vivía como una un a expiación, expiación, se siente 68
como una agresión. La paranoia ocupa el lugar de la neurosis. El austero aus tero y penitencial penitenc ial «vícti «víctima ma porque culpa c ulpa ble» ble» de la contr co ntra-R a-Rev evolu olució ción n qued qu edaa sust su stit itu u ido id o p o r un «víctima porque hay judíos» subversivo y terrorífico. «¿No ¿No le le parece que concede usted dem asiada im portan porta n cia a los judíos?», preguntaba tímidamente Rauschning al canciller del Reich un día en que éste estaba de un hu hu mor comunicativo. La vehemente respuesta que obtuvo fue: «¡No! ¡No! ¡No! Es imposible exagerar la talla de los jud ju d íos ío s com c omo o ene e nem m igos ig os.» .»1 12 Lo mism mis m o dirá di rá el g ran ra n Céline a su mane m anera, ra, inimitabl inimitable: e: «Los arios son siempre los cornu co rnu dos.» Estamos, Estam os, pues, a mil leguas de la exclamación de Edmund Burke: «Masacres, torturas, cadalsos, aquí tenéis vuestros vues tros Derechos D erechos del Hom H ombre bre.»1 .»13 3 La puesta pue sta en guardia gua rdia contra las consecuencia consecuenciass de la desmesura han dado paso a esa idea idea desmesurada de que, como el el mundo hum ano es un enfrentamiento de poderes, todo es posible. Una vez vez probad pro badas as la fuerza, la sutileza y la ubicuidad del Ene migo, migo, Hitler concluye concluye lógicamente lógicamente que, sin más demora, demo ra, tiene que p asa r a los los actos actos:: «Con Con los los judíos jud íos no n o hay h ay nada nad a que pactar, sólo hay que decidir: ¡todo o nada! Por mi pa p a rte, rte , dec d ecid idíí hac ha c e r políti pol ítica ca.» .»1 14 Todo o nada: Hitler introduce en la política ese prin cipio radical porque, en su universo, no hay recoveco que quede al margen de la lógica del combate, nada, ni siquiera la naturaleza, tiene la tranquilizadora estabili dad de la naturaleza: «Subyacente a la creencia de los nazis en un as leyes leyes de la raza que s erían la expresión en el hombre de la ley natural», escribe Hannah Arendt, «está «está la idea de Darwin según la cual el hombre hom bre sería el 69
pro pr o d u cto ct o de d e un u n a evolu ev oluci ción ón n a tura tu ra l que q ue n o se det d etie ien n e forzosamente en el aspecto presente de la especie especie hum ana. [...] La introducción por Darwin del concepto de evolución en la naturaleza, su insistencia insistencia en el hecho de que, po p o r lo m enos en os e n el á m b ito it o biológ bio lógico ico,, el m ovim ov imie ient nto o natural no es e s circular circula r sino unilineal, unilineal, progresand o hasta ha sta el infinito, significan, de hecho, que la Naturaleza está sumergida en la Historia, que la vida natural se considera esencialm esenc ialmente ente histórica. histó rica.»1 »15 Nietzs Nie tzsch che, e, dich di cho o de o tro tr o modo mo do,, hab ha b ía a cert ce rtad ado: o: el sis iglo xx ha sido escenario de una guerra por la dominación del mundo en nombre de unos principios filosóficos. Pero, contrariamente a lo que suele afirmarse, esta guerra no ha enfrentado una visión histórica con una concepción naturalista de la humanidad. Bien es verdad que el nazismo define al hombre como un ser natural y que subordin sub ordinaa sin miram ientos iento s el el espíritu a la vida vida,, pero la vida que exalta no es una vida sin historia. Valora el acero y el hacer, no la piedra y la inmovilidad. Así como el pensamiento reaccionario identifica el Mal con el cambio, la naturaleza según Hitler se mueve, avanza y no deja de desarrollarse. Inte rpre rp retar tar las ley leyes es de este movimiento y ejecutar ejec utar sus sentencias: en eso consiste la mim isión del Fiihrer. Fiihrer. Si se ensaña contra la democracia es porq po rqu u e é sta st a c ontr on trav avie iene ne la evolu evo lució ción, n, es d e c ir el prog pr ogre re-so de la especie, protegiendo a los débiles. Si desea la muerte de los judíos es para liberar a la humanidad y conducirla con ducirla a su realización final. final. Pese Pese a estar es tar convencido de la desigualdad de las razas humanas, Hitler no es pues pu es el here he rede dero ro de Gobi Go bine neau au,, com co m o tam ta m p oco oc o lo es de Joseph de Maistre, Maistre, de Edm E dm und Burke o de Adam Adam Mülle Müller. r. 70
Gobineau era un pensador nostálgico. «Vuestra idea m adre es la fatalidad de la la constitución cons titución aplicada ap licada no sólo a un individuo sino a una colección de individuos a la que llam lla m amos am os razas raz as siempre siem pre vivas»,1 vivas»,16 le escribió su s u queq uerido amigo y gran adversario, Tocqueville, tras la publi En sayo o sobre la desigua de sigualdad ldad de las las razas h u m a cación del Ensay nas. El siglo había cumplido cincuenta y tres años y el libro, libro, según Tocq Tocquev uevil ille, le, en una un a Europa Eu ropa cansa ca nsada da del vovoluntarism o, llegaba llegaba en el el mome mo mento nto m ás oportuno: «El «El siglo glo pasado tenía una confianza exagerada exagerada y un poco puepue ril ril en el pode po derr que el el hombre ejerce sobre sí mismo m ismo y en el de los pueblos sobre sus destinos. Era el error de la época. [...] Vivimos ahora en el extremo opuesto: habíamos creído que lo podíamos todo, hoy en día creemos que no podemos nada y nos gusta creer que a partir de ahora aho ra la lucha y el esfuerzo resultan inútiles y que nuestra sangre, nuestros músculos y nuestros nervios siem pre pr e será se rán n más m ás fuer fu erte tess que qu e nu n u e stra st ra vo v o lun lu n tad ta d y que qu e nu n u e stra st ra virtud. virtud. Es la gran enferm edad de la la época, una un a enfermeenferm edad totalm t otalmente ente opuesta op uesta a la de nuestros nue stros padres.»1 p adres.»17 7 Por el el contrario, no hay ni el el meno m enorr síntoma síntom a de esta nostalgia en el racismo hitleriano. Lejo Lejoss de oponerse, opone rse, en nombre de la permanencia perman encia de d e los caracteres raciales o de su degradación fatal, fatal, a la posibilida posibilidad d de una u na mejora sustancial de la hum anidad, anid ad, Hitler excluy excluyee la categoría catego ría misma de lo imposible. imposible. De la idea de raza, raz a, no deduce dedu ce la fuerza del del determinismo, sino la determinación del Enemigo y la dimensión cósmica del combate que le enfrenta a éste. éste. La lucha luch a por p or la vida vida hace hac e de la política el lugar donde se decide el porvenir porv enir de la especie especie hum ana. ana . Las frustraciones traciones que sufre la acción y las las cortapisas con las que 71
se topa quedan barridas de un plumazo. No hay límites ob jetivo jetivoss a lo factible, sólo resistenc resi stencias ias subjetivas, p o r lo lo tanto eliminables. No hay obstáculo que no oculte una maniobra, no hay separación en tre el obje objeti tivo vo pretendi do y la ejecución ejecución que no se deba a un saboteador. La no no conform idad de lo que adviene con los los fines perseguidos o con los planes trazados trazad os no n o se debe a la existencia existencia de los los otros sino a la malevolencia malevolencia del del Otro. La adversidad pro cede siempre del Adversario. El espacio público es un campo de batalla. Y, para ganar la batalla, hay que pon po n erse er se en sin si n ton to n ía con co n el Adversa Adv ersario, rio, volverse volv erse tan ta n u n i versal como él. «La idea de nación se ha vaciado de su sustancia», confesaba Hitler a Rauschning. «Tuve que utilizarla utilizarla al principi principio, o, por razones de op ortunidad ortunida d histó h istó rica. Pero ya entonces sabía perfectamente que sólo po día tene te nerr un valor valo r provisional. provisional. ¡Dej ¡Dejad ad la Nación a los de m ócratas y a los los libe liberal rales es!! Es una un a noción noció n que tendrem os que abandonar. La sustituir sustituiremos emos p or un principio principio más nuevo, el de raza. Lo que servirá de materiales para la construcción del orden futuro no serán u nos pueblos de limitados por la historia. Pretender reformar o corregir las fronteras de los asentamientos de los pueblos sería una empresa fútil. Ya no se tratará de la competencia entre las naciones sino de la lucha entre las razas. [...] ¿Comprende usted lo que quiero decir? Tengo que libe rar al mundo de su pasado histórico. Las naciones son los materiales visibles de nuestra historia. Por lo tanto, tengo que am algam alga m ar esas esas naciones, fundirlas en el el m ol de de un orden superior, su perior, si preten do pon p oner er fin fin al caos de un pasado pasad o histórico h istórico que se ha vuelto absurdo. absurd o. [... [...]] Con la noción de raza, el nacionalsocialismo llevará su revolu72
ción hasta el establecimiento de un orden nuevo en el m undo un do.» .»1 18 La política según la nación pa nación participab rticipaba a en la historia hum ana. La política política según la la raza construye la construye la historia de la humanidad. La historia ya no es el escenario de unas aventuras múltiples múltiples y entrecruzadas, entrecruzad as, sino un único pro ceso ceso de fabricación. La acción se concibe concibe como arqu a rquitec itec tura: ya no se trata de hacer hacer con, con , sino de obrar, y esta radicalización del poder de hacer implica todo un idealismo de la crueldad, crueldad, todo un u n puritan p uritan ismo ism o del mal. La La violenci violenciaa nazi ha de llevar llevarse se a cabo no por po r afición afición sino po r deber, no por sadismo sino por virtud, no por placer sino por método, no en un desenfreno de las pulsiones salvajes y en el el abandono aband ono de los los escrúpulos sino en n om bre de unos escrúpulos superiores, superiores, con u na competenc co mpetencia ia de profesio profesio nal y con la preocupación constante de la obra que hay que ejecutar. ejecuta r. «En los países civil civilizad izados» os»,, escribe H anna an nah h Arendt Arendt,, «la «la ley ley supone sup one que la conciencia de cada ca da cual c ual le dice dice:: "No m atarás” atará s”,, aunqu au nquee todo tod o el m undo un do tenga, tenga, de vez vez en cuando, cu ando, inclinaciones inclinaciones o deseos deseos asesinos. asesinos. Por P or el contra rio, la ley del país de Hitler exigía que la conciencia de cada cual c ual le dijera: dijera: “M “M atarás”, atarás”, a pe sar de que los organi organ i zadores zadores sabían perfectamente perfectamente que el asesinato asesinato es con tra rio a las inclinaciones y a los deseos de la mayoría de la gente. gente. En el Tercer Reich, Reich, el el mal hab ía perdido ese a tri bu b u to m edia ed ian n te el cual cu al se lo reco re cono noce ce g ener en eral alm m ente en te:: el de la tentac ten tación ión.»1 .»19 9 Dicho en otras ot ras palab pa labras ras,, el pode po derr hitle riano no instauró el reino del crimen sobre las ruinas de la moral, sino que confirió al crimen crime n toda tod a la apariencia apa riencia -y todo todo el ap ara to- de un a m oral con obligaci obligaciones ones y sancio nes. «Porque «Porqu e las leyes leyes suelen suele n ser se r duras», duras» , decía dec ía Péguy, Péguy, «se 73
cree que q ue lo que es d uro ur o es forzosam fo rzosam ente una un a ley.» ley.»2 20 Porque la virtud es difícil difícil,, se cree que qu e lo que qu e es riguroso es virtuoso: el Estado nazi llevó el malentendido hasta el pu p u n to de d e inic in icia iarr la luch lu chaa co c o n tra tr a la l a com co m pasi pa sión ón en nom no m bre br e de la la resistencia a la tentación, tentació n, y hasta el punto de pre sentarse como una falta al ideal cualquier desfallecimiento ante el insensible insensible dolor dolo r de un rostro ro stro human hu mano. o. Combatió Comb atió el Dec Decál álogo ogo mediante med iante su imitación fraudulenta fraudulen ta y no mediante la corrupción; corrupción; asignó asignó a unos un os hombres h ombres sumam ente concienzudos la tarea heroica de aniquila an iquilarr la la conciencia; conciencia; optó por p or la escarpada vía de la ascesis ascesis para pa ra acab ac abar ar con el escrúpulo de ser y para liberar al hom bre del hombre hom bre vievie jo: «Las inm in m oral or ales es rígid ríg idas, as, p uest ue stas as a ello, son so n infi in fini nita ta-mente más peligrosas que las inmorales flexibles. Pues como son s on rígidas, se las tom t om a por p or leyes.»2 leyes.»21 Abordando ante un círculo muy restringido de res pon po n sabl sa bles es de las la s SS «la cues cu esti tión ón m ás difícil», la del destino de los judíos, Heinrich Himmler exhortó a sus hombres a m ostrarse fuertes fuertes,, es decir sordos a las innu merables merable s solicitudes solicitudes,, «dicien «diciendo do que, por p or supuesto, todos los judíos son so n unos un os cerdos, salv salvo o fulano y mengano men gano que son unos judíos correctos a los que no hay que hacer Reichs nada».22 nada».22 La piedad pieda d era er a peligrosa, e n opinió o pinió n del Reichs führe füh rerr S S , porque hacía excepciones. Pero hacer excepciones ya no es hacer, sino otra o tra vez obrar, hacer con; es co n el Enemigo cuando ha sonado la hora de su pa p a c t a r con co n la realidad del aniquilamiento; aniquilamiento; es transigir con del mun do en vez vez de moldear mo ldear con firmeza sus rasgos; es salirse de lo absoluto para p ara abismarse abism arse de nuevo en lo relati relativo; vo; es traiciona r las exigenc exigencias ias radicales de la historia en beneficio de una política política tradicional de com ponendas y compromisos. compromisos. 74
Hitler además ponía la venalidad en el mismo saco que el enternecimiento. La codicia o la caridad, dejarse corrom per o dejarse apiadar: dos tentaciones culpable culpables; s; dos infidelidades a la historia; dos desvarios de la sensi bilida bil idad; d; d os d esca es carr rrío íoss igua ig ualm lmen ente te repr re pren ensib sible les. s. Así, Así, en el mismo discurso, precisaba: «No tenemos derecho a qued qu edam am os con co n un solo pfennig de los los bienes confiscados confiscados a los judíos. He estipulado desde el principio que el SS que se quede aunque sólo sea con un único marco, sea condenado a muerte. Estos últimos días, puedo decirlo con franqueza, he firmado por este motivo una decena de senten s entencias cias de d e muerte.»2 mu erte.»23 3 La gloria del deber, como com o de cía aquél, nada n ada tiene que qu e ver con los goces goces de la vida vida.. La reflexión reflexión de H annah ann ah Arendt sobre el totalitarism totalitarism o surge, no lo hemos hem os olvidad olvidado, o, de su estu p or ante an te la inutili dad del Exterminio. ¿Cómo pudieron los nazis, se pre guntaba Hannah Arendt, y nos seguimos preguntando nosotros, tomar una decisión tan contraria a sus nece sidades sidades y aniquilar metódicamente a una u na mano man o de obra gratuita, abundante, cualificada e indefinidamente su jeta je ta a u n a pres pr esta taci ción ón perso pe rsona nal? l? Porque Por que,, resp re spo o nde nd e p o r adelanta ade lantado do el máximo jefe jefe de la Gestapo, Gestapo, ningun nin gunaa consi cons i deración utilitaria, ninguna consideración material, nin gún cálculo cálculo económico económico o estratégico estratégico tenían que retra sar el plazo ni manc m ancillar illar la purez pu rezaa de esa operació ope ración n llevada llevada a cabo para la salvación de Alemania y del género huma no. «Si Alemania Alemania se libera de d e la opresión opr esión judía», escribió en Mein K a m p f aquel que por el momento no era más que un agitador agitad or de cerv cervecer ecería, ía, «se podrá d ecir que la ma ma yor amenaza que pesaba sobre los pueblos ha sido des ba b a rata ra tad d a p a ra todo to do el univ u nivers erso. o.»2 »24 4 Y c u a n d o llega lleg a el mom o75
mentó me ntó de d e llevar llevar a cabo este colosal colosal proyecto, proyecto, hay que sa be b e r dom do m inar in arse se.. «Creo que qu e me cono co noce cen n uste us ted d es lo sufi su fi ciente, caballeros», declara Himmler a sus generales el 24 de mayo de 1944, «para saber que no estoy sediento de sangre y que no me produce ningún placer llevar a cabo una tarea penosa. Pero tengo un sistema nervioso suficientemente sólid sólido o y una conciencia de mi deber de ber su ficien ficientemen temente te desarrollada desarrollada -tengo esa p retensión - para ejecutar ejecu tar sin sin componenda compo nendass algo algo cuya necesidad necesidad he reco nocido.»2 nocido.»25 5 Esa necesidad necesida d a la que qu e Him mler mle r sacrifica sus intereses y sus inclinaciones es la evolución, que no se detiene en el aspecto actual de la especie humana y que trata tra ta de conducirse con ducirse sin desmayo hasta su fin fin. A diferencia del antisemita, según Sartre, el criminal nazi no necesita al Enemigo para sentirse naturalmente superior o para realizarse, sin hacer nada, como miem bro b ro de d e un u n a élit é litee y com co m o suje su jeto to de d e dere de rech cho. o. No N o huye huy e de su incómoda libertad refugiándose refugiándose en el odio de un ser per nicioso nicioso e inferior a la vez, vez, proyecta en ese ser su ser su propia negación de todas toda s las fronteras. A fronteras. All decre dec retar tar un «ell «ellos os o no n o sotros sotros» » planetario, no m anifiesta anifiesta su rechazo rech azo de la condi ción de hombre libre, sino de los límites inherentes a la condición humana. Este racismo es, por descontado, como todos los demás, aceptación e incluso reivindica ción de un de terminismo. Se denuncian las pretensiones pretensiones de la conciencia individual en nom bre de las coerciones coerciones de la herenc ia y de las leye leyess promulgada prom ulgadass po r el el incons incon s ciente cien te colecti colectivo. vo. Al Al privil privilegio egio paradójic parad ójico o que el hum hu m anis an is mo, desde Pico della Mirándola a Sartre, confiere ai hombre: no ser, originalmente, absolutamente nada, la doctrina doctrin a hitlerian a opone o pone el encierro definit definitivo ivo de los sese76
res den tro de su ser. ser. Pero en vez vez de llevar llevar a la humilla ción de la voluntad, voluntad, como com o en el pensam iento reacciona rio o en el racismo clásico, este fanatismo de la asigna ción se conjuga con el fanatismo de la acción y proclama el triunfo de la voluntad sobre todas las modalidades de la finitud.
El triunfo triunfo de la voluntad voluntad sobre todas tod as las modalidades de la finitud: ésa es también la fórmula del comunismo estalinista. Hay, por supuesto, entre el Estado nazi y el régimen sovi soviéti ético co numerosas num erosas diferenci d iferencias as debidas a la na turaleza turalez a de la la autoridad, autorid ad, a las condiciones económicas, a la composición social del partido, a los valores invoca dos, a los objetivos objetivos perseguidos, persegu idos, a la escala y a la función funció n del del terror. «Aun admitiend o que el terro ter ro r estalinista estalinista era po p o p u lar la r e n n u m e rosa ro sass cap ca p a s d e la pobl po blac ació ión, n, su a m p li li tud deja sup oner que el régime régimen n no podía basarse en un consenso ni siquiera com parable al del régimen hitleria no»,26 no»,26 escribe escrib e acert ac ertad adam am ente en te el histo riado ria do r Ian KerKershaw. Queda sin emb argo este núcleo ontológico ontológico funda mental: en ambos sistemas, se perciben los fenómenos sociales sociales como com o procesos y las las formas de d e ser se r como fuerzas en movimien movimiento; to; tanto p ara uno u no como pa ra otro, cabe de cir, recurriendo a la sentencia de Chesterton sobre la evolución, evolución, que qu e «no existe una un a cosa que q ue sea se a una un a cosa. A lo sumo existe una cosa única: un flujo de todo y de cual quier qu ier cosa»;2 cosa»;27 tan to aqu í como co mo allá se expresa la certi c erti dum bre de n ad ar a favor favor de la corriente. corriente. Guerra de cla cla ses o guerra de razas, asistimos al despliegue, más allá del antagonismo de los valores, de un mismo «todo es 77
posible», posib le», de u n a m ism is m a conc co ncep epció ción n de lo políti pol ítico co como co mo campo de la omnipotencia, de una misma y vertiginosa ausencia de escrúpulos hacia lo dado, basada en el mis mo voluntarismo, vo luntarismo, es decir de cir en la misma mism a convicción convicción filo filosó só fica fica y paranoica paran oica de que nada n ada existe existe independientemen independien temente te del conflicto de las voluntades. En ambos casos, final mente, lo que empuja al crimen es menos el salvajismo que la radicalidad, es decir de cir la obligación de lleva llevar, r, sin va cilaciones cilaciones ni evasi evasiva vas, s, su pensam pen samiento iento hasta sus últimas última s consecuencias. Leamos El Arth ur Koestler. Koestler. El hé E l cero cero y el e l infin in finito ito de Arthur roe, Rubachov, es miem bro de la vieja vieja guard gu ardia ia bolchevi que, la que hizo la revolución de Octubre. Encarcelado po p o r Sta S talin lin (llam (ll amad ado o en e n la novela nov ela con co n est e stee n om bre br e que q ue ya no es un nombre: «el N.° N.° 1» 1»), se rebela prim p rimero ero con c ontra tra su suerte, medita en su celda sobre el fracaso o el empantanamiento de la revolución, y luego acaba hastiado, o mejor me jor dicho ya no tiene la fuerza físi física, ca, moral m oral ni intelec tual de sustraerse a la lógic lógicaa de la que es víctima víctima tras ha berl be rlaa apli ap lica cado do él m ismo ism o impl im plac acab able lem m ente en te,, Ruba Ru bach chov ov firma la confesión que le piden y acepta declararse cul pable pa ble e n su s u proces pro ceso. o. ¿Culp ¿C ulpable able de qué? qu é? «Culpable «Culp able de de h a be b e r se segu guid ido o uno un o s impu im puls lsos os se sen n tim ti m e n ta tale less y p o r lo ta tan n to de haber acabado encontrándome en contradicci contradicción ón con la necesidad histórica.» histórica.» Y Rubachov precisa ante a nte su s u juez jue z de instrucción: «He atendido las lamentaciones de los sacrificados, y por ello me he vuelto sordo a los argu mentos que demostraban la necesidad de sacrificarlos. Me declaro culpable de haber ha ber colocado la cuestión cue stión de la culpabilidad y la inocencia por delante de la utilidad y la nocividad. Finalmente, Finalm ente, me m e declaro declaro culpable culpab le de haber hab er co78
locado la idea del hombre por encima de la idea de la hu.»28 manidad .»28
Con retraso, Rubachov capitula de este modo ante los argumentos del juez anterior, miembro, como él, de la generación de los padres fundadores y caído en des gracia duran du rante te la instrucción. Venderse Venderse a su conciencia, conciencia, le había dicho el cam arada arad a Ivanov, Ivanov, es faltar al deber debe r para con la humanidad. huma nidad. Y había hab ía proseguido proseguido su dem ostración ostración en estos término términos: s: «Sól «Sólo o hay dos concepciones de la mo m o ral humana, y se sitúan en polos opuestos. Una de ellas es cristiana y hum h umanitaria, anitaria, proclam a que el indivi individuo duo es sagrado, y afirma que las reglas de la aritmética no de ben be n aplic ap licar arse se a las unid un idaa d es h u m a n a s [...]. La o tra tr a con co n cepción parte del principio fundamental de que un fin colectivo justifica todos los medios, y no sólo permite sino que exig exigee que se subordine sub ordine y sacrifique sacrifique al individuo individuo de todas las maneras a la comunidad, la cual puede dis po p o n e r de él o ra com co m o coba co baya ya que qu e sirve p a r a u n expe ex peri ri mento, ora como el cordero que se ofrece en sacrificio. La primera concepción podría llamarse moral antiviviseccionista; la segunda, moral viviseccionista. [...] ¿Has visto alguna vez los folletos de una sociedad antiviviseccionista? cionista? Su contenido es muy convincente convincente y parte el co razón; cuando lees cómo un pobre chucho al que le han extirpado extirpa do el hígado gime y lame la m ano de d e su verdugo, te entran ent ran ganas gana s de vomitar, vom itar, como a ti esta noche. Pero si si esa gente tuviera voz y voto, voto, no tendría ten dríam m os suero s uero con c ontra tra el cólera, cóle ra, el tifus o la difteria dift eria.»2 .»29 9 Esta analogía entre la experimentación animal y los sacrifici sacrificios os hum anos ano s no resulta re sulta tan ta n evidente, evidente, es lo lo menos que puede decirse. decirse. Tratemos sin embargo de m editar edita r soso79
bre br e s u sign si gnifi ifica cado do a n tes te s de d e d e n u n c iar ia r el sofis so fism m a o la in in m oralidad. Lo que Ivanov Ivanov trata de hace ha cerr ver es la la polémi ca intestina entre la piedad piedad y la razón. La razón afirm a e ilustra la existencia de un reino humano separado. La pied pi edad ad desa de sau u tori to rizz a es e s ta pre pr e tens te nsió ión n e n la l a m edid ed idaa en e n que q ue,, como bien vio Rousseau, no se define sólo sólo por p or la repug nancia nanc ia ante an te el espectáculo del sufrimiento sufrim iento del semejante sino por po r la tendencia tendencia a descu brir al semejante semejante en todos todos los los seres que sufren. En nom bre de la razón el hom bre se arroga el derecho derecho de disociar la la hum h umanidad anidad de la anim a lidad lidad;; la piedad que hay en él cruza la frontera y se iden tifica con el pobre pob re chuch ch ucho o gimiente, o basta b asta con que qu e se le muestren, con esas máquinas de producir, con esos mi serables laboratorios vivos en que se han convertido, en la ganadería gana dería intensiva, intensiva, los los animales anim ales de consumo. consum o. Con lo que el mismo término de humanidad designa a la vez una dignidad y su cuestionamiento, u na especie especie distinta y una sensibilidad sin límite. límite. ¿Qué ¿Qué ocurre, cuando, c uando, con la igualdad creciente de las condiciones, van cayendo las identificaciones identificacion es obligadas, «tanto la de un a cultura cu ltura con esta cultura, cu ltura, o la de un indi viduo, miembro de una cultura, con un personaje o con una función social social que esa misma cu ltura tra ta de impo nerle»?30 nerle»?30 La ident id entific ificac ación ión se vuelve vuelve libre. libre . Lo que signifi si gnifi ca, como demuestra Lévi-Strauss comentando a Rous seau, que se realiza «m ás allá del c on todo lo que d el hombre hombre-, -, con vive, y que por lo tanto sufre; y también más acá de la función o del del personaje: personaje: con un ser no ya m oldeado, oldeado, sino dado».3 dado ».31 1 El hombre hom bre,, dich di cho o de otro modo, modo , se extralimita: extralim ita: ya no se contiene, en su corazón cabrá todo. En vano se trata tra tará rá de extranjeros, de enemigos o de animales: la vulvul80
nerabilidad y el espanto espan to confieren un rostro ros tro a las bestias priv pr ivad adas as de len l engu guaj ajee y de razó ra zón. n. En esta em e m patia no hay ni el más leve leve asomo de vitalis vitalis mo. El hom bre arrastrad arra strado o por p or la piedad fuera de los los cami nos trillados n o descubre descu bre su anim alidad al cabo del via viaje je.. Jamás se le ocurriría pon er en entredicho entredicho,, en nombre de las exigencia exigenciass del instinto, el reino in hibido hib idorr y mortíf mo rtífero ero de la ment m ente, e, o convertir la lucha p or la vida en la ún ica ley ley del ser. ser. Su emoción no surge su rge del espectáculo de la vida vida sino de la amena am enaza za de la muerte; m uerte; no es la fiera, fiera, es la presa; presa; no es la la voluptuosa voluptuosa aniquilación aniquilación del del hom bre en la n atura leza, es la extensión de la comunidad de los mortales a todas las criaturas y no sólo a los miemb ros del del género género humano. La piedad piedad po r lo lo tanto tan to no n o es fascista, fascista, pero, diría IvaIvanov, nov, es doblemente doblem ente estúpida: estúpida estúp ida porqu p orquee olvida olvida,, en benefi ben eficio cio de los pob po b res re s anim an imal ales es,, las la s nece ne cesi sida dade dess del hombre; y estúpida también, en general, general, porque no sabe eleva elevarse rse de la miseria particu pa rticular lar que tiene tiene ante an te la mirada mira da hacia la perspectiva de lo universal. Para Ivanov, los de fensores de los animales son la prueba de que el hombre se extravía en el sentimiento de humanidad. La razón lo oblig obligaa a dominarse, dom inarse, pero tam bién la justicia, esa justicia superior supe rior a la piedad, en la la medida en que está demasiado dem asiado pre p reo o cup cu p ada ad a p o r la su s u erte er te de la co c o m u n idad id ad h u m a n a p a ra caer en la la tram pa de un rostro ro stro anegado en llanto o del del su frimiento frimiento singular sing ular de un indivi individuo. duo. Por supuesto que no puede aceptarse sin sin reaccionar reaccion ar esta legitimación del aplastamiento totalitario de los hombres mediante el tratamiento que nuestra moderni dad infli inflige ge a los los animales para par a alim a limen entar tar a los los hombres, hom bres, 81
pa p a ra vesti ve stirlo rloss y pa p a ra cura cu rarl rlo o s mejo m ejor. r. Pe Pero ro tal vez tam ta m p o co sea del del todo ilegítimo ilegítimo iniciar, con y con tra Ivanov Ivanov,, una u na nueva polémic polé micaa de Valladolid. Puede que, en este vínculo engañosamente urdido para servir las necesidades de una mala causa, haya una verdad oculta que podría enuncia enu nciarse rse de la forma siguiente: siguiente: «La «La verdadera verd adera bondad del del hombre hom bre sólo puede manifestarse en toda to da su pureza pu reza y en toda su libertad respecto a aquellos aquellos que no tienen nin guna fuerza. La verdadera prueba moral de la humani dad (la más radical, que se sitúa sitú a en un nivel nivel tan profun p rofundo do que queda fuera del alcance de nuestras miradas) son sus relaciones con aquellos que están a su merced: los animales. Y en esto es donde se ha producido la mayor derrota derro ta del del hombre, debacle fundam fund amental ental de la que deri van todas tod as las demás.»3 dem ás.»32 2 Lo que no quita q uita que el juez ju ez lógico lógico puesto en escena po p o r Koes K oestle tlerr com co m prom pr omet ete, e, a su vez, la idea id ea mis m ism m a de hu h u manidad en su el elogi ogio o y en su práctica de lo inhum inhum ano. Contrariamente a los doctrinarios nazis, le obsesiona la equidad, no el poder. No milita en favor de la instaura ción ción de una un a jerarq jerarquía uía de d e las razas, razas, sino en favor favor de la rea lización de una sociedad auténticamente igualitaria y homogéne homogénea; a; no pretende lib erar a los fuertes fuertes y liquid liquidar ar la moral; moral; preten p retende de vengar a los débiles, débiles, pues se tom a la mo m o ral en serio. Lo que le acerca al Doktor Pannwitz, pese a estas diferencias colosales, es el secuestro, en él, de la compasión comp asión por p or la Historia H istoria y el sacrificio sacrificio a la hum anidad anid ad en march m archaa de los vínculos humanos hum anos evidentes o elemen tales. Más que hablar, como Lévi-Strauss, de regresión, te nemos nemo s que adm a dm itir pues que el sigl siglo o xx ha sido el escena82
río de un enfrentamiento entre las dos componentes de la idea moderna mode rna de huma hu manida nidad, d, la dignidad y la Historia, Historia, y que esta batalla ba talla se se ha decantado deca ntado hacia el lado lado del del triun fo sangriento de la Historia sobre la dignidad. Así como el concepto de dignidad atribuye a cada persona, en virtud misma de su hum anidad, anidad , un valor valor intrínseco intrínseco y ab soluto, el concepto de Historia o de desarrollo de la hu m anidad sólo otorga a los los seres humanos hum anos un valor valor relati relati vo: «La dignidad del hom h ombre bre exig exigee que cada c ada ser s er singular singu lar sea considerado en su p articularidad articularida d y sea percibido, percibido, en cuanto cua nto que tal, como el el espejo del género hum h um ano an o en ge neral»;33 la idea de progreso, por el contrarío, proclama la suprem acía ontológi ontológica ca de la vida vida de la hum anidad anida d por p or encima encim a de la vida de los hombres. «El «El principio: principio: sólo hay individ individuos, uos, es verdad com o hecho físico físico y no como com o pro pro posi po sici ción ón teleológ tele ológica» ica»,, escr es crib ibee R enán en án en El E l porv po rven enir ir de la es a biblia del progreso. «En el plano pla no de las cosas, ciencia, esa el individuo individuo desaparece; la gran forma form a esbozada esbozad a por p or los individuos individu os es la únic ún icaa que qu e ha de consi co nsider derars arse.» e.»3 34 Y surge surg e la exclamación: «¿Qué me está haciendo este hombre, que se está colocando entre la humanidad y yo? [...] La verdadera nobleza no consiste en tener un nombre pro pio, u n geni ge nio o pro p ropi pio, o, sino si no en p a rtic rt icip ipaa r en e n la nobl no blee raz ra z a de los hijos de Dios, en ser un soldado perdido en el in menso ejército ejército que avanza hacia la conquista de lo per fecto.»35 Coronando el siglo y el pensamiento de la Ilustra ción, Kant Kan t afirma afirm a a la vez vez la la dignidad igual igual de todos los los hombres y el progreso de la humanidad. Instruidos por un siglo que ha tomado al pie de la letra las imágenes E l porv po rven enir ir de la cienc cie ncia, ia, lo único que pograndiosas de El 83
demos hacer hace r es rebajar reba jar el list listón ón y afirmar afirma r con Han Hannah nah Aren Arendt dt:: «Es «Es contrario a la dignidad hum h um ana creer cree r en el prog pr ogre reso so.»3 .»366 T a n to m ás c o n tra tr a rio ri o , c ab abee añ añad adir ir,, c u a n to mayor es la esperanza. Si el progreso se define como la conquista conq uista y la realización de lo perfecto, perfecto, es decir como la ascensión del Hombre a una soberanía absoluta; si, en otras palabras, la misión de la Historia consiste en libe rar ra r a la hum anidad de la finitud finitud transfiriéndole transfiriéndole los los atri buto bu toss divin di vinos os de la omni om nisc scie ienc ncia ia y de la omni om nipo pote tenc ncia ia,, entonces los servidores de la Historia han de dar razón de su estancam iento, de sus retrasos, de sus reves reveses, es, in cluso de sus retrocesos. Como la desgracia ya no puede ser referida a la justicia del Altísimo o a los engaños del diablo, diablo, y como com o los los únicos que proclam proc laman an finita fin ita la con condi di ción ción hum h umana ana son los los interesados interesados en m an anten tener er las las cosas como están, están , ha h a llegado llegado la hora hor a de la prueb pru ebaa por p or el el Adv Adver er sario. Dios Dios ha muerto: m uerto: todo to do es enemigo. Nuestros Nue stros fraca sos revelan revelan su malignidad, no nuest nu estra ra finitud. Ésta, en sí misma, es culpa suya, suya, no nuestro nu estro sino. Por Po r lo lo tanto, hay que destruirlo para llevar a cabo la gran promesa de la historia. Finalmente, el camarada Rubachov sólo será ejecutado convicto y confeso de actos de sabotaje por motivos motivos contrarrevolucionarios contrarrevolucionarios y por cuenta cu enta de una u na po tencia extranjera. Por lo tanto, tanto , valiéndose valiéndose de la prue p rueba ba po porr el el Adver Adversa sa rio, rio, el pensamiento pensam iento totalitario tiende la rea tiende a no percibir la lidad tal como com o se da y el acontecimiento acontecim iento tal como com o se pre senta. senta. Apoyándo Apoyándose se en la certidum bre inquebrantable inquebrantab le de una lucha a m uerte entre e ntre el hombre y el el enemigo enemigo del gé gé nero humano, se emancipa de la realidad que aprehen demos dem os con nue nuestros stros cinco sentidos y afirma afirm a «la existenexisten84
cia de un a realidad "más verdade verdadera" ra",, disimulada de trás de las cosas sensibles sensibles,, gob ernándolas desde este retiro y requiriendo, requiriendo, pa ra que podam po damos os percatarnos p ercatarnos de ellas ellas,, la pos p oses esió ión n de d e un u n sexto se xto sen s enti tido do». ».3 37 A este sexto sentido y a este pensamien pensa miento to liberado de toda experiencia por su poder de explicarlo todo, Hannah na h Arendt da el nom n om bre de d e ideología. ideología. Con la ideología, ideología, sea ésta rac ista o com unista, «el concepto de ho stilidad stilidad es reemplazado p or el de conspiración, conspiración, y eso eso crea un u n es tado de ánimo en el que la realidad -la hostilidad real o la amistad am istad re alal - ya no se vi vive ni se se comprende en sus tér minos minos propios sino que se supone que rem ite autom áti camente a una significación muy otra».38 De este modo Arendt se desmarca de Marx y de todos aquellos que, después de la guerra y a caus a de la guerra, h an reivindi cado el el concepto m arxista de ideologí ideologíaa para par a aprehe apre hend nder er la idea de naturaleza. La ideología, según Arendt, no es la m entira de las apariencias, sino más b ien la sospecha que se proyecta sobre las apariencias y la presentación sistemática de la realidad que tenemos ante los ojos como una pantalla superficial y engañosa. No es la fe perc pe rcep eptiv tiva, a, sin si n o la incr in cred edul ulid idad ad.. No es la a cep ce p tac ta c ión ió n in in genua gen ua de lo vis visib ible le,, sino su recha re chazo zo inteligente. No N o es, es, en una palabra, la desaparición desaparición fraudulenta de lo históri histórico co bajo ba jo la a tem te m p o rali ra lid d a d d e la esen es enci cia, a, sin si n o m ás b ien ie n la reabsorción de la realidad incon trolable, trolable, de la indetermi nación nación del m undo und o y de la perturb ado ra diversid diversidad ad de los los acontecimientos en un dram dra m a histórico histórico de dos persona jes je s q u e a la vez ve z se o c u lta lt a a las m ira ir a d a s y se o frec fr ecee al c o nocimiento. «Tod «Todo o está de scrito scrito eficazmente cu and o los hechos 4
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han dejado de form ar parte del orden orden de u na falsa Natu Na tu raleza para reintegrar el orden verdadero de la Histo ria», afirmaba Roland Barthes en 1951 -año de publi cación de Orígenes del totalitarismo- totalitarismo- en un artículo titulado «Humanismo sin palabras». Y añadía: «Porque nada nad a en el el pasado existe al m argen de d e la la razón raz ón histórica, histórica , el porvenir puede convertirse convertirse en la entera propied ad de los los hom h ombre bress que qu e lo hará h arán.» n.»3 39 Desde esta perspectiva, perspectiva , cabe calificar de ideológicos o de mistificadores el reco nocimiento de un exceso irreductible del ser sobre el pens pe nsam amie ient nto, o, la afir af irm m ació ac ión n de la no coin co inci cid d enci en ciaa de lo real y lo racional y la renuncia de la humanidad al do minio total to tal de su destino. Lo que, a la la inversa, resulta resu lta de la ideología, para Arendt, es la negación de lo aleatorio, es el rechazo a hacer ha cer justicia -e n los los asuntos asun tos hu m anos-, ano s-, a la imprevisibilidad y a esas formas de desasimiento que son el acontecimiento acontecimien to o el el encuentro, es, es, en un a p a labra, la desaparición de todo límite y la supresión de la idea misma de av entura, a través través del concepto concep to de His toria. Ideología: Ideología: una palabra, dos acepciones. acepciones. No se se trata tra ta de una homonimia desafortunada, sino de una discrepan cia capital: capital: decretando dec retando que sólo sólo existen existen b arreras ideoló ideoló gica gicass para el advenimiento advenimiento de un a hum anidad soberana, se reconduce el mal del sigl siglo. o. Lo único q ue perm ite pen pe n sa r este este mal es pon er en evidencia evidencia la denegación mortífe ra de la finit finitud, ud, denegaci denegación ón que m ora en lo m ás profun do de la idea de que el homb re lo puede todo.
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IV. IV. LA IRONÍA IRONÍA DE LA LA HISTO HISTORIA RIA
Surgida en el amanece ama necerr de los tiempos tiempos modernos m odernos con el tema de la perfectibilidad del hombre, basada en las conquistas y en los avances de la ciencia, la idea de propr ogreso florece en el siglo siglo xix con la filosofía filosofía de la Historia, His toria, y esta filosofía introduce en la tradición filosófica una transforma transfor mación ción colosa colosal: l: por p or medio m edio de ella, ella, el desafío inmemorial al logos que repre re presenta senta la violen violencia cia cambia de signo y se convierte en agente de lo negat negativo, ivo, es decir dec ir en p o sitiv si tivo o de desarrollo. Astucia hegeliana de la Rafactor po zón, lucha marxista m arxista de clases, clases, ley ley darw dar w iniana inian a de la evol evoluución: en todos los casos, el mal es bueno y la violencia útil pues sirven a los fines fines superiore supe rioress y acercan acerca n la hum anidad a su destino. destino. «En «En el sigl sigloo xix xix es cuan cu ando do la Historia sustituye su stituye a Dios Dios en la omnipotencia sobre el destino de los hombres, pero», per o», co com m o e scri sc ribe be a c e rta rt a d a m e n te Fran Fr an?o ?ois is F uret ur et,, «en el sigl sigloo xx es cuando cuan do se manifiestan ma nifiestan los los desvarios desvarios políticos ñuto de esta sustitución.»1Lo que el siglo anterior pens pe nsó, ó, n u e stro st ro siglo lo h a llevado llev ado a cabo ca bo.. No ob obst stan ante te,, 87
pre pr e sen se n tar ta r éste é ste como co mo res re s ulta ul tad d o de d e aqué aq uéll sig s ignif nifica icaría ría asig as ig nar a las ideas la condición de agente de la realidad y pe p e rpe rp e tua tu a r así as í el dom do m inio in io de d e la His H istor toria. ia. Signific Sign ificarí aría, a, a de de más, no percatarse de la gran ironía de nuestro tiempo, obviar su insoportable paradoja. p aradoja. Si tantos hombres hom bres en el sigl siglo o xx han creído en la Historia, Historia, es decir dec ir en la impara imp ara ble real re aliz izac ació ión n cabal ca bal de la h u m anid an idad ad,, y si, p a r a colmo, colm o, las versiones versiones más radicalmente rad icalmente antagónicas de esta His toria han podido desembocar en regímenes similares, ello es consecuencia de un acontecimiento inaugural al que nos es y siempre nos será imposible imposible atrib uir un u n sig nificado aceptable: la Primera Guerra Mundial. En ningún caso puede decirse decirse de esa guerra gue rra que care care ciera de porqués. No estalló estalló como una torm enta en ta imprevi imprevi sible sible en el el ciel cielo o sin nubes de una Europa Euro pa apaciblemente regida por el equilibrio entre las potencias. No cogió a nadie nadie por p or sorpresa pues todos todos llevab llevaban an años prep arando su armamento. «Hay una raza guerrera en la que todo tiende a la bellez bellezaa del del combate y hay otra ot ra raza ra za guerrer gu erreraa en la que todo tiende a la proclamación de la victoria», escribía Péguy en vísperas del gran acontecimiento. «Hay una que tiende a la caballería y una que tiende al imperio.» Hay, dicho de otro modo, un sistema del ho nor no r y un sistem sis temaa de la dominación dom inación.. Lo épico y lo lo político. político. Está Aquiles, el hombre que se expone y el hombre que lucha, y está Ulises, «el hombre que calla y el hombre que gana » . 2 Para Péguy, por supuesto, Aquiles era francés y Uli ses alemán. Pero seamos seam os justos: justos : desde desd e 1911 y la crisis de Agad Agadir ir,, todas las potencias europeas e staban stab an dispuestas dispu estas a recurrir recur rir a las armas arm as para p ara con c ontrarre trarrestar star el expans expansio ioni niss88
mo de los estados que fueron beligerantes, y sus héroes en ciernes que, como r ecuerda ecue rda Stefan Zwe Zweig ig en E en Ell mu m undo de ayer, ayer, soñab soñ aban an con expediciones salvaje salvajess y viriles viriles a rom ánticas regiones, regiones, con evadirs evadirse e del universo burgués de las leyes leyes y de los artículos o del trabajo, trab ajo, que q ue ya era me cánico, maquinal. Suficientes sueños, temores y razo nes, en cualquier caso, atormentaban Europa para que nadie pensara seriamente en detener el mecanismo que se puso e n march ma rchaa en Sarajevo Sarajevo el 28 de juni ju nio o de 1914 914. A diferencia de las de Bismarck, Bismarck, esta extrañ e xtrañaa guerra no se inició inició p o r voluntad voluntad de uno de d e los bandos, pero si el en granaje de las alianzas funcionó con ta nta nt a perfección perfección fue fue po p o rqu rq u e tod to d o el m u n d o e spe sp e rab ra b a u n c onfl on flic icto to a rm a d o y estaba convencido convencido de su inminencia. Pero Pero apenas iniciado, iniciado, el proceso tomó u n rumb ru mb o so bre br e el que q ue ni las la s raz ra z o n e s ni n i los su s u eño eñ o s ejer ej erci cier eron on inf i nflu luen en cia alguna. Entre la previsión y el acontecimiento inter vino lo que muy acertadamente Raymond Aron ha llamado la sorpresa la sorpresa técnica. técnica . Los ministros y sus conseje ros estaban convenci convencidos dos de iniciar una guerra como las demás y de cosech ar en pocas sema nas unos un os éxitos éxitos deci deci sivo sivos. s. Pero todas tod as las ofensiva ofensivass relámpago relám pago desemb de sembocaron ocaron en un fracaso: la de Austria contra Serbia; la de Rusia contra Austria en Galitzia y contra Alemania en Prusia Oriental; la de Francia contra Alemania en Lorena y en las Ardenas; y, finalmente, la ofensiva alemana contra Bélgic Bélgicaa y Francia. Fran cia. Como Como la potenc pote ncia ia de fuego de los dife rentes ejércitos superó todas las previsiones, se impuso la necesidad de la economía de guerra, de la estrategia del desgaste y del enterramiento en las trincheras: «De este modo la Primera G uerra M undial adquirió adq uirió la angusangus89
tiosa condición de de una guerra de agotamiento, agotamiento, una u na ma sacre perm anente anen te sin s in grandes grand es resultados resu ltados estratégicos. estratégicos.»3 »3 Y cuanto cuan to más aum a um entaba enta ba el núm ero de vícti víctimas, mas, más se alejaba la posibilidad de una paz negociada. La práctica tradicional del compromiso no cuadraba con las violen cias y los los sacrificios sacrificios que se perm itieron. itieron . La guerra gu erra deja ba de ser, ser , com co m o pret pr eten endí díaa Clausew Clau sewitz, itz, «un medio me dio serio se rio pa p a ra unos un os fines fine s serios». se rios». E n e sta st a c o yun yu n tura tu ra inédit iné dita, a, el fin se radicalizaba radicalizaba cada vez vez más para p ara no quedarse atrás res pecto pe cto de los lo s medio me dioss que qu e él mis m ism m o ha h a bía bí a de d e sata sa tado do de for fo r ma plenamente inconsciente: «¿Ha sido la pasión lo que ha suscitado la desmesura técnica o ha sido la desmesu desm esu ra técnica lo que ha suscitado susc itado la pasión?», pasión?», pregunta pre gunta RayRaymond Aron. «No sin reserva ni atenuantes, aun xeconociendo la interacción de ambos fenómenos», responde este autor, «el m otor de la evoluci evolución ón en ese m omento om ento fue la técnica. Ella fue la que impuso el encauzamienlo de los entusiasmos, la que condenó al fracaso los intentos de conciliación, la que excluyó la vieja sabiduría diplo m ática y contribuyó a difund difu ndir ir el espíritu de cruzada, cru zada, la que lle llevó a una un a paz p az que creó la situación de partida pa rtida de la Segunda Guerra Mundial.»4 Así pues, la guerra se ha emancipado simultáneamente del modelo épico y del modelo polít político ico que hasta h asta entonces hab ían pugnado po r definirla. Se ha despedido de Ulises y de Clausewitz al mismo tiempo que lo hacía de Aquiles y de Péguy. En 1914, se zafó de la jurisdicción jurisdicc ión de la astucia astu cia y de la de la hazaña. No hay lugar consagrado consag rado al recuerd o que ofrez ca u n testimonio testimonio m ás doloroso de esta radical novedad novedad que la tum ba del soldado desconoci desconocido. do. Entre la guerra y la la adquisición adquisición de u n nom n ombre bre exist existee 90
un vínculo secular. secular. El combate com bate es ese ese mome mo mento nto de la verdad en que uno da prueba de su nombre. El hombre se distingue distingue,, se hace merecedor de un n ombre om bre o se muestra digno del que tiene tien e exponiéndose exponiénd ose al peligro peligro suprem sup remo. o. La gallardía y el desprecio desprecio a la m uerte son lo que asegura al héroe un fulgor imperecedero. Aquiles prefiere deliberadamente dam ente una un a vida vida corta y glorio gloriosa sa a la prolongación de una vida cómoda que la posteridad ignorará. «Y ahora resulta que estoy en manos del destino», exclama Héctor. «¡Pues no! No pienso morir sin luchar ni sin gloria ni sin algún hecho destacado cuyo cuyo relato se se transm trans m ita a los hombres homb res del futuro.»5 Tanto Ta nto si combaten comb aten en e n uno un o u otro bando, como si son griegos o troyanos, los mejores, aquellos cuyos nombres merecen la inmortalidad, son los hombres valientes. Y todas las proezas que aplaudimos hoy hoy en día deben, p or pacíficas pacíficas que sean, un a parte de su halo a este origen guerrero. Existen muchos más hechos destacables que los que se deben a las armas, per p ero o todo to do em pezó pe zó p o r ahí: la pri p rim m e ra acci ac ción ón que qu e dest de stac acó ó al individuo individuo de la masa, que sacó un a vida vida del anonim ano nim ato y que hizo que la m uerte se hiciera inolvidab inolvidable le es la la proepro eza guerrera. En 1918, la la necesidad de h on rar ra r a los caídos en comcom ba b a te impu im puso so eri e rig g ir mo m o n u m e n tos to s po p o r doq do q uier ui er.. Pero Per o com co m o la muerte ha cambiado cam biado de grado y de naturaleza, n aturaleza, la piepiedra ya no puede, como tam poco la lira lira,, garan ga rantiza tizarr la susu perviv per viven encia cia del d el nom no m bre br e en e n la fama; fam a; sólo pu p u ede ed e rat r atif ific icaa r y reificar la desaparición del nombre en el número. Fruto de esta guerra gu erra sin precedente, el culto al soldado soldado desconocido aún a pues dos modos de ser antinóm icos y que se alimentab alim entaban an de su oposición desde que las guerras y los 91
hombres hom bres existe existen: n: la impersonalidad imp ersonalidad y el el heroísmo, la os curidad cur idad y la gloria gloria.. «La virtud del soldado so ldado desconocido», escribe escribe E m st Jünger, «estriba «estriba en el el hecho de que puede ser sustituido y que detrás del muerto, el relevo está ya en reserva.»6 reserva.»6 El descubrim iento y la la celebración de esta virtud neu n eu tralizan la experiencia experiencia de hum anidad anida d por la que pasó en el frente Lussu, y también, tamb ién, p or cierto, Jünger. Jün ger. La revelación revelación del otro hombre en el enemigo podía producirse en el cam po de batalla, pero pe ro hubo, hu bo, a fin de cuentas, cuen tas, 8.700 8.700.00 .000 0 muertos. Ante esta «presión de lo desmesurado»7 y por efecto del reemplazo inmediato de los desaparecidos, la humanidad hum anidad de cada hombre -amig o o enemigo-, al al per der su carácter único, sufre una devaluación sin prece dente y, tal vez, sin remedio. «Antaño, antes de la gran guerra, cuando cuan do se produjeron los acontecimientos acon tecimientos relata dos en estas páginas, páginas, la vida vida o la la muerte m uerte de un hombre hom bre no era todavía un a cosa indiferente», escribe Joseph Josep h Roth al iniciar inicia r el el capítulo octavo de su gran g ran novela novela nostálgica, La nostálgica, La marcha marcha Radetzky R adetzky.. «Cuando «Cuando desaparec desapa recía ía alguien alguien del mun do de los vivo vivos, s, otro no ocupa oc upaba ba inmediatame inme diatamente nte su lugar lu gar pa p a ra h ace ac e r olvi ol vida darr al muer mu erto to,, ha h a b ía un u n vacío vací o donde don de él fal taba, y los los testigos testigos próximos o lejanos de su desaparició des aparición n se quedaban desconcertados cada vez que su mirada se topaba topa ba con ese vacío vacío.» .»8 8 La Gran Guerra Gu erra llenó llenó el vacío y tomó tom ó a Renán al pie de la letra. letra. La imagen imagen del «soldado perdido per dido en e n el inmen inm en so ejército que avanza hacia la conquista de la perfec ción» se ha materializado: la metáfora exaltada se ha convertido en destino común, en condición terrible y casi universal. Los individuos no cuentan para nada. Ya 92
no es la Cienci Cienciaa sino la Guerra G uerra la que ha hablado hablad o y dich dicho: o: «¿Qué me está haciendo este hombre que se está colocando entre la humanidad y yo? ¿Qué me importan las insignificantes sílabas de su nombre? Ese nombre es en sí mismo una mentira [...]. Lo anónimo es aquí mucho más expresivo y más verdadero.»9 Al afirmar la preeminencia de la la hum anidad anida d en marcha m archa sobre los los hombres de carne y hueso, la idea de progreso había ha bía reconciliado en el seno de la Historia y en la cotidianidad humana la gran división metafísica del ser entre una realidad meno r y una realidad verdadera. verdadera. Y de repente se ha produpro ducido el acontecimiento que ha llevado esta división a la prá p ráct ctic icaa y la ha h a pu p u esto es to cru c ruee lme lm e n te de d e man m anifi ifies esto to.. De ahí el repudio existencial que opone el artillero Franz Fran z Rosenzweig Rosenzweig al dualism o de la filosofí filosofía, a, bajo todas tod as las formas que éste haya podido adoptar. Ya en las primeras líneas de L'Étoile L'É toile de la Réd R édem emption ption,, una obra que redacta en tarjetas postales desde las trincheras de los Balcanes, Rosenzweig escribe: «Que «Que el hom bre se esconesco nda como un gusano en los los pliegu pliegues es de de la tierra desnuda d esnuda ante los tentáculos sibilantes de la muerte ciega y des piad pi adad ada, a, que qu e pu p u e d a se s e n tir ti r ahí, ah í, con co n to t o d a su s u viole vi olenc ncia ia ine i ne-xorable, lo que no suele sentir jamás: que su Yo se convertiría en una cosa si muriera, y que cada uno de los gritos gritos contenidos en su garganta garga nta pueda p roclam ar su Yo en contra con tra de lo Despiadado Despiadado que le le amenaza amen aza con este aniquilamiento inimaginable [...] ante toda esta miseria, la filosofí filosofíaa sonríe son ríe con su vana va na sonrisa so nrisa.»1 .»10 0 Sonrisa Son risa de la cosmología antigua. So nrisa de la teología mediev medieval. al. Sonrisa de Renán. Sonrisa So nrisa de Hegel que ve ve cómo la Razón «planta «planta en todas las cimas cimas y en todos los 93
abismos ia bandera de su soberanía». Sonrisa de Marx cuando compara el Dios de la historia con el «horrible Dios Dios pagano que sólo quería beber el néctar né ctar en el cráneo de sus vícti víctimas». mas». Sonrisa So nrisa metafísica de la la guerra gue rra que im preg pr egna na de inan in anid idad ad las vidas vid as indi in divid vidua uales les y rese re serv rvaa la realidad a los conjuntos anónimos. Rosenzweig denun cia esta sonrisa indiferente y reductora en nombre de la criatura que tiembla tiembla ante la muerte y su su dardo da rdo em ponzo ñado. La reducción ya no funciona, precisamente por que se actualiza. La guerra disuelve el hechizo filosófico de lo Uno y del Todo precisamente en la medida en que establece su reino. «Después «Después de que la Razón lo haya ab a b sorbido todo y de que haya proclamado que a partir de ahora sólo ella existe», escribe también Rosenzweig, «el hombre descubre de repente que aunque hace mucho que ha sido s ido asimilado asim ilado p o r la filosofí filosofíaa todavía todav ía sigue all allí.. í.... "Yo, que no soy más que ceniza cen iza y polvo” polvo”,, yo, mero m ero sujeto su jeto priva pr ivado do,, u n pro p ron n o m b re y un u n n o m b re [...], [ ...], sigo sig o aqu aq u í tod to d a vía y filos f ilosofo ofo.»1 .»1* * Cuando Cu ando la gu erra err a lo ocupa ocu pa todo, la filosofía filosofía se vue vuelv lvee con tra la totalidad, totalidad, contra co ntra el orden om nienglobador que ella misma ha instaurado, contra su propia victoria so bre br e lo irred irr edu u ctib ct ible le.. A la abne ab neg g ació ac ión, n, incl in clus uso o a la d iso is o lu lu ción del Yo Yo en la gran m áquina que q ue celebra celebra Jünger, Ro Ro senzweig opone la encarnación y la individualización a través del temor, tem or, el «yo, «yo, yo, yo* yo* no n o ya épico, sino temblo temb lo roso de angustia por su mundo mu ndo de aqu í abajo, abajo, del hom hom bre b re a c u rru rr u c a d o en las la s e n tra tr a ñ a s o e n las cavid cav idad ades es de la tierra. El artillero artillero filós filósofo ofo e n tra así a sí en disidencia con la Historia concebida como aven tura de la Razón, Razón, realiza realiza ción de lo universal universal,, advenimiento de la p ropia h umanium ani94
dad. La idea de Razón histórica term ina para él en el el lu gar ga r donde se produce produc e la hecatombe. Esta E sta idea muere de bido bi do a la gue g uerra rra.. O, mej m ejor or dicho di cho,, mue m uere re p o r h a b e r enco en con n trado trad o en esta guerra gue rra hiperbólica su apoteosis grotesca. grotesca. «Nosotras, las civilizaciones, sabemos ahora que so mos mortales», escribió Paul Valéry en 1919. Con estas pala pa labr bras as solem so lemne nes, s, m arca ar ca la c esu es u ra y levan lev anta ta acta ac ta,, él también, de la separación separación entre la época inaugurada por la catástrofe catástr ofe sangrie san grienta nta y el siglo siglo de la Historia. Tras el fi fi nal de la Gran Guerra ya no puede seguirse afirmando tranquilamente: Lo real sigue siendo racional pues lo irracional es necesario para la realización de la Razón. La dialéctica dialéctica se bloquea o incluso desvaría. desvaría. No sólo sólo nin guna razón visible visible u oculta interviene interviene en el arreba to de las las pasiones nacionales, nacionales, sino que la Razón parece haber hab er perd pe rdid ido o la raz ra z ón, ón , la civili civ iliza zació ción n y la c u ltu lt u ra se enc en c u en en tran tra n comprom co mprom etidas en la ferocidad ferocidad abstracta ab stracta de las ba tallas de m aterial y de sus tempestades temp estades d e acero. Al Al grito del del corazón coraz ón de Renán R enán -«Yo, -«Yo, que soy culto, no encuen en cuentro tro mal dent de ntro ro de d e m í»-, í» -,1 12 Valéry, Valéry, en el mism m ismo o texto, opone opo ne este diagnóstico desesperado: «Tantos horrores no ha brí b ríaa n sido si do posi po sibl bles es sin si n o tra tr a s tan ta n tas ta s virtu vi rtude des. s. Ha hech he cho o falt falta, a, sin sin duda, m ucha ciencia ciencia para m atar ata r a tantos tanto s hom bres, bre s, p a ra diso di solv lver er tan ta n tos to s bien bi enes es,, p a r a a n iqu iq u ila il a r tan ta n tas ta s ciudades en tan poco tiempo, pero también han hecho falta no menos cualidades morales. ¿Saber y Deber, sois, pues pu es,, sosp so spec echo hoso sos? s?»1 »13 Incl In clus uso o pro pr o b lem le m a tizad tiz ado o y luego lueg o ordenado orden ado por p or Hegel Hegel,, el optimismo optim ismo de la Ilustración ya no es aceptabl aceptable. e. El acontecimiento que acaba de ten er lugar pro pr o híb hí b e c o n sid si d e rar ra r com c omo o u n prog pr ogre reso so d e la h u m a n ida id a d el extraordin extra ordinario ario crecimiento crec imiento de las capacidades capacidad es y de los los 95
conocimientos humanos. En vez de ser el horror el ins trumento de la virtud, es la virtud la que se ha puesto al servi servicio cio del del horror; en vez vez de gobe g obernar rnar la Razón el mu n do mediante median te la sinrazón, es la la barbarie bar barie la que ha movili movili zado los recursos de la Razón y las invenciones de la ciencia. ciencia. Y la Euro E uropa pa civilizada, civilizada, a modo m odo de realización rea lización de su misión histórica, h a arrasad arra sado o la civiliz civilizaci ación ón europea. Sin embargo, la idea de Razón histórica no muere pa p a ra todo to do el m undo un do.. Aunque Aun que Valéry y Rosen Ro senzwe zweig ig p r o clamen, uno con cierto énfasis, el otro enfervorizado, que la guerra mundial ha anuinado la pretensión de la Historia de dar sentido a la experiencia humana, predi can en e n el desierto. Y ello ello no porque po rque los europeos, europeo s, insensi in sensi bles o impe im pert rtu u rba rb a bles bl es,, vean vea n esa g ran ra n m a t a n z a sólo só lo en términos de pérdidas y ganancias. Pero la Historia, por desgracia pa ra el sigl siglo, o, finalmente va a sa lir reforzada reforzad a e incluso incluso magnificada de la rebelión con tra la guerra. «Los días que precedieron a la Primera Prim era Gu erra Mun dial y los los que vinieron v inieron después», escribe H anna an nah h Arendt, Arendt, «está «están n separados no como el final final de una época antigu a y el el inicio inicio de u na nueva, nueva, sino como lo estarían la vísper vísperaa y el el día p osterior a una un a explosi explosión. ón. Esta figura figura retórica es sin embargo ta n inexacta inexacta como todas las demás, pues la desolación que se instala después de una catástrofe se pro p rod d u jo aquí aq uí.. La pri p rim m e r a exp e xplo losió sión n pa p a rece re ce h a b e r acti ac tiva va do una reacción en cadena en la que estamos cogidos desde entonces ento nces y que nadie parece pode po derr detener.»1 deten er.»14 Pri mera reacción de esta cadena interminable: la Revolu ción Rusa. La guerra pe rmite al Partido P artido Bolchevique Bolchevique to to m ar el poder pod er en 1917 y el el grito de la revolución revolución con tra la guerra confiere a la toma del Palacio de Invierno su ca96
rácter universal. Como denuncian desde el inicio de las hostilidades hostilida des el «socialnacionalismo» «socialnacionalismo» de los miemb mie mbros ros de la Segunda Internacio Inte rnacional, nal, los los hombres hombre s de Octubre «sim«sim boli bo liza zan n a posteriori las verdades y las obligaciones que fueron fue ron traici tra icion onad adas as en e n agosto ago sto de 1914».>5 Para Pa ra todos los socialistas que han sacrificado sus ideas en la defensa de su patria, encaman el desquite objetivo de las ideas sacrificadas en el altar del ídolo del patriotismo. A todos aquellos aquellos que, que, más ampliamente am pliamente y al al cabo de cuatro cu atro años añ os de carnicería, carnicería, tienen la sensación de haberse dejado engañar gaña r por el el sueño de aventura aventura o p or la propaganda n acional, este lejano golpe de Estado ofrece la ocasión de redimirse redimirse o de encon trar una salida salida positi positiva va para su náunáu sea o su remordimiento. La luz que despu nta en el Este tiene el fulgor inesperado del Sentido. La guerra engendra un a revolución revolución que, a cambio, pres ta a este aconteciacontecimiento insensato la doble utilidad utilidad de castigo merecido y de naufragio precursor. La buena nueva que le sucede reintegra el cataclismo cataclismo a la historia h istoria de la Razón. El gran día de Octubre libera de la la noche la prolongada m atanza que lo hizo posible. ¡No llores, Valéry!, dice Lenin. «La sociedad capitalista siempre ha sido y sigue siendo un ho rror rro r sin fin. Y si la guerra actual, la más reaccionaria de todas las guerras, prepara p repara para pa ra esta sociedad u n final lleno lleno de horrores, no hay razón alguna p ara que nos hun dam da m os en e n el deses de sespe pero.»1 ro.»16 Nosotras, Nosotras , civilizaciones b árár bar b aras as,, sabe sa bem m o s a h o r a q u e ten te n e m o s q u e m o rir ri r p a r a d a r pa p a so a la ve v e rdad rd ader eraa civili c ivilizac zación ión.. Todo el mu ndo no n o es tan b rutal. Lo que no q uita que las predicciones de Rosenzweig hayan sido desmentidas: en vez de ser una época poshegeliana, el siglo xx se ha 97
pu p u esto es to ba bajo jo la féru fé rula la de dell he hege gelia liani nism smo, o, y d e u n heg hegeliaelianismo no ya crepuscular crepus cular y contempla contemplati tivo, vo, sino tempratem prano, activista e incluso radical. La histor his toria ia sólo se ha desd esmoronado mo ronado en 1914 para d a r en 1917 al historici historicismo smo un un po p o d e r de seduc sed ucció ción, n, de d e ilusi ilu sión ón y de d ev evas asta taci ción ón jam ja m á s alcanzado hasta entonces. La imagen del parto doloroso del Bien Bien ha ocultad o cultadoo el sentimiento sentim iento del desastre. La sonrisa de d e la filosofí filosofíaa no se ha h a deshecho desh echo bajo los efectos efectos de las protesta pro testass del individuo, o, como dice Rosenzweig, Rosenzweig, del del «suje «sujeto to privado, privado, un u n apellido apellido y un nombre»; se ha h a petri p etrifificado en un rictus en los innumerables rostros de aquellos que han hecho el sacrificio de sus escrúpulos al Ángell de la Razón y que han ge ha n extraído su inagotable energía de la certidumbre de acelerar el sentido de la historia. Quebrantada por la guerra, la idea de un universo razonable se consolida con la Revolución. Y si podemos calificar de finita la filosofí filosofía, a, no es en el sentido de d e que el ser po p o d ría rí a q u e d a r fuer fu eraa de su alcan alc ance, ce, sino sin o tod to d o lo c o n tra tr a rio, rio, en la medida en que aho ra parece confundirse con fundirse con la realidad. realidad. Lo real y lo lo racional, que pod podían ían dar d ar la impresión de estar en situación delicada, se reconcilian en el espectáculo grandioso de una epopeya redentora. En suma, la catástrofe de la Historia H istoria devuelve devuelve la la vida vida al con con-cepto de Historia H istoria y la la fe en la Historia agrava la catástro catá stro-fe ocultándola. ocultándo la. Ésta es la la ironía iro nía funda fun dado dora ra del siglo siglo.. A lo que hay que añadir aña dir otra o tra paradoja, otra dolorosa d olorosa ironía. El prestigio y el ascend asc endente ente de Lenin en 19 1918 18 propr oceden en gran gra n pparte arte de su pacifismo pacifismo radical. radical. Pero, en el prec pr ecis isoo m o m en ento to e n q ue vuelve la l a Revolu Rev olució ciónn c o n tra tr a la guerra, el el hombre hom bre cuya risa risa tanto tan to gustaba gu staba a los pescadopescadores de Capri pone su idea y su práctica de la revoluci revolución ón 98
conforme conforme al model m odeloo de la la guerra -y, para ser s er más preci sos, de esa g uerrarra-.. Admira a Clau Clausewi sewitz, tz, pero porque da esa gue la vuelta a sus enseñanzas: «La «La gu guerra erra no n o es sólo sólo un acto político pol ítico», », dice d ice en e n su s u fam f amos osaa se s e n ten te n cia ci a el gra gr a n oficial ofic ial pru p ru siano, siano, «es un vverdadero erdadero instrum instru m ento polític político, o, una un a mane m ane ra de proseguir las relaciones políticas y de llevarlas a cabo ca bo po p o r otros otro s medios m edios.»1 .»177 Lo qu quee significa que qu e el acto de belig be liger eran anci ciaa no n o es e s un u n a cto ct o ais a isla lado do.. El com c omer erci cioo en e n tre tr e las la s naciones no cesa cuando hablan los cañones. Al inscri birs bi rsee en e n u n a co conn tin ti n u ida id a d , la fase fa se vio v iole lent ntaa de las la s rela re laci cio o nes entre Estados sigue sometida a unas intenciones y a uno u noss intereses externos a la lógica militar. militar. Por Po r eso, en general, las leyes leyes que impulsan imp ulsan a los extremos no gobier nan los conflictos armados. Pero aunque ésta es una apreciación apreciación que se cumple cumple po porr lo lo común no ocurrió o currió así en el caso partic pa rticula ularr de la gu guerra erra de d e 1914. Ésta engaña eng aña a sus protagonistas. p rotagonistas. Salieron «alegre «alegress y lozanos» lozanos» de excur sión, sión, y acabaron acab aron atrapados atrapado s en un u n confli conflicto cto interminable que requ r equería ería la movilización total de las poblaciones y de las industrias. A guerra total, victoria absoluta: «El de sarme del enemigo y la paz impuesta y no negociada se convirtieron conv irtieron en el objeti objetivo vo suprem sup remoo de la la guerr gu erra.» a.»118 Se pro pr o d u jo en ento tonn ces ce s lo qu quee o c u rrir rr iría ía,, no noss dice dic e Clausewitz Cla usewitz,, si el combate com bate ya no estuviera dirigido por p or la «voluntad de unaa inteligencia un inteligencia conductora»: la guerra ha ocupado o cupado el lu lu garr de la ga la política. «C «Cos osaa que se ha vuelto independiente», independ iente», «act «a ctoo completo que qu e nad n adaa obstaculiza», obstaculiza», y ésta ha seguido sus propias p ropias leyes leyes «como «como un obús, que qu e una un a vez vez lanzado ya nada puede desviar hacia otra trayectoria que no sea la quee se le imprim qu im primió» ió».1 .199 Precisamente cuando reivindica a Clausewitz y de99
nuncia nunc ia sin desmayo es ta guerra imperialista, Lenin lle lleva va hasta el extremo la inversión del dogma clausewitziano. La guerra emancipada de la política es para él esencia misma de la política. La lucha de clases rompe de este modo los los últimos lazos lazos que, en Marx, Marx, la vinculaban tod avía a las formas clásicas de la hostilidad o de la discordia, pa p a ra conv co nver erti tirs rsee en e n m anif an ifes esta taci ción ón de vio v iole lenc ncia ia abs a bsol olut uta, a, en estrategia de aniquilamiento, en escalada hacia las po p o s tura tu rass extre ex trem m as. as . El ene e nem m igo ig o m ilit il itaa r pos p oseí eíaa a n tes te s u n a realidad política: el enemigo enemig o político de Lenin Le nin ya sólo es ahora aho ra el objeto de una voluntad voluntad m ilitar de destrucci destrucción: ón: «Los Los popes sociales sociales y los opo rtunistas rtun istas siempre están dis pue p uest stos os a s o ñ a r con co n el socia so cialis lism m o paci pa cifis fista ta del futu fu turo ro,, per p ero o lo que qu e los difere dife renc ncia ia de los soc s ocia iald ldem emóc ócra rata tass revolu rev olu-cionarios es que no q uieren pensa pe nsarr y reflexionar reflexionar en la lulucha de clases encarnizada encarnizad a y en las guerras guerra s de clases que son necesarias nec esarias para pa ra alca a lcanz nzar ar este magnífico porvenir.»2 porvenir.»20 0 Se inicia un período en el que comprometerse ya no es sólo intervenir en el espacio público, sino tomar las armas: la divisió división n del del m undo en e n dos bandos ban dos rige rige la la plup luralidad hum ana, ana , el militante se concibe concibe como m ilitar, ilitar, el el intelectual hace todo lo posible para resolver el déficit del discurso como potencia de fuego, las palabras son proyec pro yectile tiless y la lu l u cha ch a a m u e rte rt e se vuelve el mode mo delo lo úni ú nico co de la palabra pala bra y de la acción. acción. Aclamado por po r su pacifismo, Lenin introduce introdu ce en la conflictividad del tiempo de paz pa z la brut br utal alid idad ad,, la rad ra d ical ic alid idad ad y la desm de smes esur uraa cons co nsu u sta st a n cia ci a les a la guerra total. La Revolución resulta de la misma guerra que denuncia. Su ambición es el aniquilamiento del enemigo enemigo y su ideal la unid ad de un ejército e jército en orden ord en de batalla. 100 100
«Tomemos «Tomemos el el ejército ejército moderno», m oderno», escribe Lenin en un texto dedicado al «socialnac «socialnacional ionalismo» ismo» y titulado El E l fracaso de la Segunda Internacional, Internacional, «constituye un buen ejemplo de organización. Y esta organización sólo es bu b u e n a po p o rqu rq u e es flexible y sab sa b e do d o tar ta r al m ism is m o tie t iem m po a millone milloness de hombres homb res de una un a única ú nica voluntad. voluntad. Hoy estos estos millones de hombres están en sus casas en los cuatro confínes del país. M añana llega llega la la orden ord en de movilizaci movilización ón y se agrupan agru pan en los puntos pun tos de reunión. reunión . Hoy, Hoy, están en las trincheras, a veces durante meses. Mañana, agrupados de forma form a diferente, irán al asalto. Hoy Hoy,, se se com portan po rtan ad mirablemente mirablem ente y se protegen de las balas y de la metralla de los los obuses. obuses. Mañana, M añana, se com portarán po rtarán adm irablemente irablemente combatiendo al descubierto. Hoy, un destacamento siembra de minas la vanguardia bajo tierra; mañana, se desplazará a decenas decen as de kilómetros siguiendo siguiendo las indica ciones de los aviadores que sobrevuelan sobrevu elan la tierra. Sí, Sí, eso es lo lo que se llama llama organización, organización, cuando, cuan do, en nom bre de una misma voluntad, millones de hombres cambian la form a de sus relaciones relaciones y de sus acciones, acciones, cam bian el lu gar ga r donde se aplica y la la forma form a según la cual se ejerce ejerce su actividad, cambian sus instrumentos siguiendo las cir cunstan cu nstancias cias y las necesidades de la lucha.»2' lucha.»2' No ya u n d esor es orde den n inde in desc scrip riptib tible, le, sino si no u n bata ba talló llón n gigantesco; no ya una multitud estridente, sino una es tructura homogénea y temiblemente armoniosa; no ya una muchedumbre incontrolable, sino un ser multifor me, manejabl m anejablee y discipli disciplinado: nado: así se se presenta pres enta la hu m ani an i dad en la guerra total, es decir en la situación en la que toda existencia existencia se convierte convierte en energía e nergía y todo individuo individuo -desde la fábrica al frente- se ve reducido a no ser más 101
que una un a pieza del disposit dispositivo, ivo, una un a parcela parce la de la voluntad, un engranaje de la turbina. Cabe Cabe llamar totalitarios a los movimientos movimientos políticos políticos que han erigido erigido en valor supremo esta man m aner eraa de presentarse. presentars e. Éste es el caso del leninismo y de su «¡Abajo la guerra! ¡Viva el ejército!». También lo es el del nacionalsocialismo: la crítica nostálgica de la sociedad liberal no resiste más esta prueba de fuego que su crítica utópica e igualitaria. Ha sido necesario el traumatismo de la derrota para que,, en la extrema derecha alemana, que aleman a, la imágen moderna mod erna del Enemigo suplantara definitivamente el tradicional tema de la decadencia de la humanidad. Propagados en 1920 en la Alemania humillada por el Tratado de Versasabio s de Sión Si ón son recibidos lles, Los protocolos de tos sabios como una u na revelación. revelación. «H «Hee asistido en Berlín a varias reu reu niones enteramente dedicadas a Los protocolos», proto colos», escribe un observador judío. «El conferenciante solía ser se r un pro pro fesor, fesor, un maestro, un u n editor, un u n abogado o alguien por po r el estil estilo. o. El auditorio audito rio se componía comp onía de miemb m iembros ros de las cla ses cultas, funcionarios, comerciantes, antiguos oficia les, les, damas dam as de la alta sociedad, sociedad, pero sobre todo estudian e studian tes de todas las facultades, de todos los niveles... Las pasi pa sion ones es a lcan lc anzz a ba bann ráp rá p ida id a m e n te su p u n to d e eb ebul ulli li ción. Tangible y presente, pres ente, la causa de d e todos los males es taba clara para p ara todos: los los judíos eran e ran quienes habían h abían de sencadenado sencade nado la guerra, provocado la derrota der rota,, fomentado la revolución, los que habían urdido todos nuestros su frimientos. frimientos. Este E ste enemigo estaba a nuestro nu estro alcance, lo po díamos coger con nuestras n uestras propias manos, m anos, y sin embar go era el enemigo que reptaba en la penumbra; uno se echaba a tem blar con sólo pensar pen sar en los negros desig designi nios os 102
que pod p odía ía esta es tarr tramand trama ndo.» o.»2 22 Como el el alto man m ando do no co municaba mun icaba jam ás ninguna derrota, d errota, los alemanes alemanes se ente raron de que habían perdido la guerra «en plena victo ria» y mientras sus tropas todavía formaban un frente continuo tanto en Bélgica como en Francia. Así pues, vienen enen como anillo al dedo pa ra alim entar enta r Los protocolos protoc olos vi la tesis de la «puñ « puñalad aladaa en la espalda». Gracias a ellos se sabe quién ha asestado la puñalada; se sabe quién es el culpable del armisticio firmado el 9 de noviembre de 1918 por una Alemania «invicta sobre el terreno». «En tonces», tonces», confiesa Hitler H itler en Mein en Mein Kampf, Kam pf, «nació «nació den tro de mí el odio, el odio hacia los autores de estos aconteci mientos.» Y el «Soldado Desconocido de la Gran Gue rra», como le gustaba designarse, elige, una vez se ha convertido en el Führer el Führer de de su pueblo, la fecha del del 9 de no viembre viembre de 1938 para pa ra pone p onerr en marcha, m archa, como respuesta al asesinato de un consejero de la embajada de París, el incendio de las sinagogas y de los comercios judíos, la conocida con ocida «noche de los cristales rotos». La afrenta de 1918 ha borrado pues las «ideas de 1914 914». Ya no es el el recha re chazo zo del prin p rincip cipio io de la Revolución francesa francesa po r la la trinidad trinida d del Orden, del Deber y de la Jus ticia lo que motiva la lucha de Alemania, sino, frente a un Enemigo planetario, la exaltación de la fuerza y la ideología ideología de la voluntad. Pero la guerra tam bién ha tenido otro efect efecto o antirreaccionario sobre el pensamiento antidemocrático: templa da en el acero de los combates, la nostalgia sale de ellos absolutamente irreconocible. La experiencia del frente constituye, para quienes la han vivido, un nuevo tesoro perd pe rdid ido o y u n nuev nu evo o hori ho rizz o n te político pol ítico:: la fra fr a tern te rnid idaa d de 103
las trincheras ocupa en el corazón el lugar del antiguo mundo aldeano y agrario. Sometidos a los efectos disol ventes de la vida civi civil, l, estos soldados se alzan, alza n, ellos tam bién, bié n, co c o n tra tr a el info in fort rtun unio io de d e la sep s epar arac ació ión, n, y prec pr econ oniz izan an,, pa p a r a po p o n er rem re m edio ed io a la l a relaj rel ajac ació ión n de los lo s vínculo vínc uloss com co m u nitarios, una vuelta al origen. A la Gemeinschaft -la -la co munidad concreta, orgánica y auténtica, sustancial y viva- siguen siguen oponiendo la Gesellschaft -la -la sociedad sociedad bur guesa, fría, mecánica y abstracta, basada en el contrato, que se remite exclusivamente al método, que excluye todo lo que no es cálculo y no deja subsistir, a modo de relación humana, más que el egoísmo del interés-. Pero el origen invocado está muy cercano, la referencia de la es a partir de ahora el campo de batalla y Gemeinschaft es no el paisaje preindustrial. Incluso la propia imagen de los los campos de trigo queda m odernizada por po r el el recuerdo de los campos de batalla: ya no hay nada bucólico en su evocación, evocación, nada nad a virgiliano virgiliano en el himno him no del que son so n obje to, ningún culto al pasado en el entusiasmo que qu e los cele cele bra. br a. E n El trabajador, trabajador, Emst Jünger escribe: «El campo cultivado cultivado y abonado abo nado con el nitrógeno in dustrial de las fá bric br icas as ya no es el m ismo ism o cam c ampo po.. Por Po r lo ta t a n to, to , no es ver ver dad que la existencia sea intemporal y que las grandes transformaciones pasen por encima de los surcos como el viento y las nubes. La profundidad de la revolución que nos lleva se manifiesta precisamente en que altera incluso inclu so los antig an tiguo uoss "estados".»2 "estados" .»23 3 La idea de la revolución revolución se apoder apo deraa de la contrarrev contra rrevo o lución lución cuando cuan do el culto de la técnica técnica ocupa el luga lu ga r-in r- incl clu u so en el cam ca m popo - del culto al campo. Como escribe George George Orwell en 1941, se podía, legítimamente, hasta 1914, ce1914, ce104
lebrar con el nombre de progreso histórico «la serie de victorias que había conseguido el hombre científico im poni po nién éndo dose se al ho h o m b re rom r om ánti án tico co». ».2 24 A lo largo lar go de todo to do el siglo xix, xix, en efecto, e incluso a principio prin cipioss del siglo xx, xx, «la sociedad sociedad estaba dirigida dirigida por p or personas de m ente estrecha y carentes de curiosidad, hombres de negocios codicio sos, sos, grandes hacendado hace ndadoss obtusos, obispos, políticos políticos que pod po d ían ía n c ita it a r a H orac or acio io p ero er o q u e ja j a m á s h a b ían ía n oído oí do h a bla b larr del álgeb álg ebra. ra. La cien ci enci ciaa se c o n sid si d era er a u n a activ ac tivid idad ad apenas apen as honorab h onorable le y la creencia religiosa religiosa era obligatoria. obligatoria. El tradicionalismo, la estupidez, estupidez, el esnobismo, el patrio tismo, tismo, la superstición superstición y el amo r por po r la guerra pa recían si tuar tu arse se en el mism m ismo o bando» ban do».2 .25 5 El a ño 1914 1914 cam ca m bió la mano, mano , pero siguiendo s iguiendo los pasos del intelectual inglés inglés más famoso famo so de la época, H. G. We Well lls, s, los los progresistas progre sistas no pasa p asa ron de «la supuesta supu esta antítesis antítesis entre el hombre de ciencia ciencia cuyo quehacer queh acer pretende planificar un Estado m undial y el reaccionario que trata de restablecer un pasado irra cional. De un lado, la ciencia, el orden, orde n, el progreso, el in ternacionalismo, los aeroplanos, lo concreto, la higiene; del del otro, la gue rra, el nacionalismo, nacionalismo, la reli religión, gión, la la m onar on ar quía, los campesinos, camp esinos, los profesores profes ores de griego, griego, los los poetas, los caballos».26 caballos».26 Resultado: Resulta do: H itler itle r fue percib pe rcibido ido com co m o «un absurdo, un fantasma fantasma del pasado, pasado, una criatu ra condena da a desapa desa parece recerr casi casi inmediatam ente»27 ente»27 p o r este fírme adversario adversario de lo trasnochado que era el autor au tor de La mám áquina del tiempo. tiempo. Aferrado, con un optimismo inque bra b ran n tab ta b le, le , al sign sig n o de igua ig uald ldad ad que q ue la époc ép ocaa de an a n tes te s de la Gran Gra n Guerra Gue rra había ha bía colocado entre la ciencia ciencia y el el sentido común, com ún, Wells Wells no quiso ver que la Alemani Alemaniaa nazi era «mu cho más científica que Inglaterra y mucho más bárba105
ra».28 Científica y bárbara: ésa es en efecto la definición del Estado que, tanto en tiempo de paz como en tiempo de guerra, convierte a cada persona en una pieza de la m áqu áquina ina y erige erige en vocación universal unive rsal el destino des tino del soldado desconocido. desconocido. Aunn enfrentándose, la Nostalgia Au Nostalgia y la Esperanza Es peranza aca ban ba n un unié iénd ndos osee de d e este es te mod m odoo en el impu im puls lsoo to t o tali ta lita tari rioo ha h acia cia un régimen en en el que todos todos los hombres no form arían más que uno solo. solo. Eso es lo que lle lleva va a Hann H annah ah Arendl a decir, al final de su gran reflexión: «Los hombres, en la medida en que son más que reacción animal y realización de unas funciones, son absolutamente superfluos pa p a r a los regí re gím m en enes es tota to talit litar ario ios. s. El tota to tali lita tari riss m o no tie ti e n hacia un reino despótico sobre sobre los los hombres, sino sin o hacia de hacia un sistema en el que los hombres están de má s .»29 Para un u n sistema semejante, semejante, los campos de d e concentraconcen tración pueden no serle económicam econó micamente ente útiles, útiles, pero le son ontológicamente ontológicame nte necesarios. necesarios. Pues, pa para ra garan ga rantiza tizarr el reino de la voluntad única, hay que liquidar liqu idar a la vez vez al Enemigo migo del hombre hom bre y liquidar en el hombre hom bre la espontaneidad, la singularidad, la imprevisibilidad, resumiendo, todo lo que constituye constituye el carácter único ún ico de la persona hu hu-mana. Las fábricas de la muerte también son laborato Tribu tarias tanto de la rios rios de la huttw hu ttwnid nidad ad sin hombres. hom bres. Tributarias utopía radical como de la política extrema, pretenden, físic a del Adversario, la desaademás de la aniquilación física par p aric ició iónn metafísica de d e lo Múltiple en lo Único. «La «La sociedad se cree sola, pero hay alguien», escribía magníficam ente Artaud. Artaud. «Mient «M ientras ras haya alguien, alguien, la hum anidad anid ad es imperfecta», imperfecta», proclama proc lama a la inversa, inversa, y al margen marg en de su color, el socialismo del gulag. Así pues, produce dos tipos 1066 10
de cadáveres: los cadáveres muertos y los cadáveres vi vos, esas «marionetas con rostro humano»,30 esa masa anónima y continuamente renovada, esas personas im per p erso sona nale less e n las la s que qu e la chis ch isp p a divi di vina na se h a apag ap agad ado oy respecto respec to a las cuales Primo Lev Levi nos dice, en S i esto es un hombre, que pueblan su memoria con su presencia sin rostro: «Si pudiese encerrar ence rrar todo el mal de nuestro tiem po p o en e n un u n a ima i mage gen, n, esc e scog oger ería ía est e staa imag im agen en,, que q ue me m e res re s u lta lt a familia familiar: r: un hom bre demacrado, dema crado, con la cabeza inclinada y la espalda encorvada, en cuya cara y en cuyos ojos no pu p u e d e lee l eerse rse ni n i un u n a huel hu ella la de d e pen p ensa sam m ient ie nto. o.»3 »31 Un cansancio cansan cio tan ta n pesado pe sado de llevar llevar que el in stinto stinto de conservación sucu mbe mb e en la tarea , y que incluso in cluso falta el el hálito hálito de fuerza necesario todavía todavía para pa ra proclam proc lamar ar el pro pio pi o «Yo» co c o n tra tr a la m u erte er te d e spia sp iada dada da:: est e stee mal m al d e nu n u e s tro tiempo aparece en Les Récits de la Kolvma de Varlam Varlam Chalamov Chalamov,, el gran n arrad ar rad or de la otra experiencia ex periencia de los campos. Ejemplo: la historia del joven Dugaiev, que ha de excavar la roca con un pico pero que, pese a sus es fuerzos, no consigue realizar el trabajo estipulado. Al térm ino de la jom jo m ad a de trabajo, los soldados se lo lo llev llevan an pa p a ra ejec ej ecut utarl arlo: o: «Cuan «C uando do com co m p ren re n dió di ó d e q u é se s e tra tr a tab ta b a , Duga Dugaie iev v lamentó h aber ab er trabajado, habe ha berr sufrido sufrido en vano ese día, ese últi ú ltim m o día.»32 día.»32
Por culpa de u na desafortunada desafo rtunada frase frase de Adorno Adorno,, que po p o r ciert cie rto o corr co rrig igió ió des d espu pués és,, siem si em p re ap a p are ar e ce algu al guie ien n dis d is pu p u e sto st o a p reg re g u n tars ta rsee , con co n a ire ir e tene te nebr bros oso, o, si toda to daví víaa es posi po sibl ble, e, des d espu pués és de d e Auschw Aus chwitz, itz, esc e scri rib b ir poem poe m as. as . La L a frase fra se inspirada originalmen te por po r la desesperación desesperación se ha con107 107
verti vertido, do, andand o el tiempo, tiempo, en u n autom atismo m unda unda no, al que debemos hoy interminables interminables chác haras sobre el desplome de la cultura c ultura e n Auschwitz Auschwitz o el mutismo mu tismo de los supervivientes. Pero si había algo efectivamente im posibl pos iblee p a r a los lo s sup s uper erviv vivien ientes tes d otad ot ado o s de tale ta len n to lite li tera ra rio era no escribir relatos. relatos. Tenían que contar, no tanto po p o r urge ur genc ncia ia auto au tobi biog ográ ráfi fica ca de test te stim im o n iar ia r lo q ue ha ha bía b ían n pade pa deci cido do c omo om o p o r nec n eces esid idad ad e n c iert ie rto o m odo od o heterobiográfica robiográfica de dar testimonio de los desaparecidos y sustraerlos a su anónimo destino. Y por muy hostil que resulte a toda creación estética, esta imperiosa necesi dad de prestar presta r a los muertos la asistencia asistencia narrativa que reclaman rem ite una un a vez más a la poesía poesía.. Como escribe escribe admirablemente Solzhenitsyn, el único sustituto de la experiencia que nos ha h a sido dado da do vivir vivir es el el arte, la litera tura: «El arte transm ite de un hombre a otro, dura nte su breve esta es tanc ncia ia sobr so bree la Tier T ierra ra,, todo to do el peso p eso de u n a expe exp e riencia muy prolongada e inhabitual, con sus pesares, sus colores, colores, la savia savia de de su vida vida:: la recrea en e n nues nu estra tra carne car ne y nos permite tom ar posesión posesión de ella ella como si fuera nues tra. tra . »33 Por Po r lo tan ta n to hay que q ue dar d arle le la vuelta a la fras f rasee de Adorno: Adorno: sin el el arte, art e, es decir de cir sin la poesía, la com prensió pre nsión n íntima de lo que estaba en juego en Auschwitz o en la Kolyma Kolyma nos estaría esta ría vedada para pa ra siempre. Resulta ejemplar al respecto la historia del pequeño Hurbinek relatada en La tregua tregua por por Primo Levi: «Hurbinek no era nada, era una cria tura de la la muerte, una un a criatu criatu ra de Auschwit Auschwitz. z. No parecía que tuviera más de tres años, nadie sabía nada n ada de él, él, no sabía h ablar ab lar y no tenía nombre: ese curioso nom bre de Hurbin H urbinek ek le venía venía de nosotros, tal tal vez vez de una de las mujeres que ha bía imitado de este modo 108
el sonido inarticul in articulado ado que el niño e mitía a vece veces. s. Estaba Estab a pa p a rali ra liza zado do de c intu in tu ra p a ra abaj ab ajo o y ten te n ía las la s pie pi e rna rn a s atr a tro ofiadas, fiadas, flacas flacas como flautas; flautas; pero sus ojos, ojos, perdidos perdido s en una u na cara triangular triangu lar y demacrada, brillaban terriblemente terriblemente vivivos, suplicantes, afirmativos, rebosantes de la voluntad de rom per sus cadenas, de rom per pe r las las barreras mortales mortales de su mutismo. m utismo. La palabra palabr a que le faltaba, que nadie se se haha bía b ía p reo re o c u p ado ad o d e ens e nseñ eñar arle le,, la nece ne cesi sida dad d de d e la p alab al abra ra surgía de su ro stro con u na fuerza exp explo losi siva va;; una un a mirada salvaj salvajee y hum hu m ana a la vez, vez, una un a m irada adulta a dulta que juzgaba, una un a m irada que ninguno de nosotros consegu conseguía ía sopo rtar po p o r la eno en o rm e carg ca rgaa d e fuerz fue rzaa y d e dolo do lorr q ue cont co nten enía ía.» .»3 34 En la enfermería enferm ería donde hab ía coincidido coincidido con Primo Levi evi y con un a m ultitud de o tros enfermos después de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo, Hurbinek consigue proferir una palabra: algo como «Maseklo» o «Matisklo». ¿Era su nombre? ¿Qué decía? Aunque hu bier bi eraa a lred lr eded edo o r de d e H urb ur b inek in ek r epre ep rese sen n tan ta n tes te s de toda to dass las naciones de Europ E uropaa central, la palabra no desvel desveló ó su sesecreto y «Hurbinek, que tenía tres años, que tal vez había nacido en Auschwitz y que jamás había visto un árbol, Hurbinek, que había luchado como un hombre hasta el último suspiro para reintegrarse en el mundo de los hombres del que una fuerza bestial le había excluido; Hurbinek, el sin nombre cuyo minúsculo antebrazo llevaba el tatuaje tatu aje de Ausch Auschwi witz, tz, Hurbinek m urió los primeprime ros días de marzo m arzo de 1945, libre pero p ero no redimido; redimid o; él da su testimo test imonio nio a través de mis palabras» pala bras».3 .33 Hurbinek, el niño sin origen y sin lenguaje, estaba condenado a m orir una muerte indiferente indiferente en sí misma y sin frase frases. s. Ningún rastro ras tro dé su paso po r la la tierra ten dría 109
tregua desbarata que haberse ha berse conservado. El relato de La tregua este este programa: nada, ciertamente, ciertamen te, queda del niño que que no era nada, pero p ero mediante las palabras con las que articula su minúscu min úscula la historia, historia , Primo Pr imo Levi evi devuel devuelve ve a ese peque ño m uerto indistinto su fisonomía f isonomía singular. singular. Y al esbozo esbozo de vida vida que fue la suya, suya, su hum anidad, es decir su carác ter insustituible. Hurbinek no tuvo tiempo de ser un hombre, ni siquiera de acceder a una existencia verbal, pe p e ro e ra ya «un indiv in dividu iduo o especi esp ecial, al, u n a pers pe rson ona, a, un s e r único, irreparable, que nada reemplazará». El epitafio de Michele Michelett para pa ra el duque de Orleans asesinado p or los borg bo rgoñ oñon ones es tam t am bié bi é n vale par pa r a este es te sin nom n om bre, br e, m u erto er to a los tres años de edad en el campo de Auschwitz: «Nada igual antes, nada igual después; Dios no volverá a empe zar. Otros vendrán, sin duda; el mundo, que nunca se cansa, dará d ará a luz a otras personas, pe rsonas, mejores m ejores tal tal vez vez,, pero iguales, iguales, jamás, jam ás, jamás.» jam ás.»3 36 Todos iguales, es decir humanos, y todos diferentes, es decir ell ellos os mismos, mismos, los hombre s form an en el mun do una un a comunidad com unidad de las excepc excepcion iones. es. Eso es lo que se ex ex peri pe rim m enta en ta,, p o r negac ne gación ión,, e n los cam ca m pos po s d e con co n c entr en tra a ción, la fusión de los individuos en una totalidad com pac p acta ta y anó a nóni nim m a: n a d a de d e lo qu q u e d e sm arca ar ca a u n hom ho m bre br e de otro tiene tiene derecho de ciudadanía. ciudadanía. El amontonam ien to en los vagones vagones de ganado, los golpe golpes, s, el hambre ham bre,, la pri vación vación de la la palabra, la cabeza afeitada, el núm nú m ero tatua ta tua do, todo se hace para aniquilar la identidad única de cada individuo individuo y para que q ue del hom bre sólo quede un ór gano de un único género género humano. En la inversión inversión de este este proceso emplean su memoria mem oria de supervivientes supervivientes Varlam Chalamov y Primo Levi. Levi. NarraNa rra-
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dores dore s minuciosos m inuciosos y guías infatigables, infatigables, vuelven vuelven a tra tr a er al m undo und o o iluminan a los hombres que conocieron en los los campos de concentración. Restituyen Restituyen lo que que en cada cad a uno de ellos excede la mera muestra del género o de la es pecie, pec ie, incl in clus uso o si, com co m o en e n el cas c aso o de d e Hur H urbi bine nek, k, e sta st a tra tr a scendencia se reduce a un combate desesperado para reincorp rein corporarse orarse al círculo círculo hum hu m ano de la conversaci conversación. ón.
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V. LA REPARACI REPARACIÓN ÓN HUMANITARIA
Nad N adaa pu pued edee c o m p rend re nder erse se del mal ma l de dell siglo xx si se considera a priori escandalosa toda com paración entre el hitlerismo y el comunismo estalinista. Pero tampoco se comprende nada a partir del momento en que este pa rentesco totalitario, to talitario, en ve vezz de escandalizar, se cree a pies pies junt ju ntill illas as.. Alexan Alexander der Wat nació en Polonia el 1 de mayo de 1900. Al Al acab ac abar ar la Gran Gue Guerra, rra, los sueños sueño s de libertad libe rtad ar a r tística y ddee justicia social social inducen induc en a este poeta futurista futuris ta admirado adm irado por Maia Maiakov kovsk skii a afiliarse afiliarse al Partido Comunis ta. «Nueva, nueva, nueva es la estrella del comunismo», habría hab ría podido decir con el novelist novelistaa checo de vanguardia Vladisla Vladislavv Vancura. «Fuera de ella ella», », tambié tam biénn habr ha bría ía podi po di do añadir, «no hay modernidad.»* De ah ahíí el el asombro, asom bro, el dolor y la perplejidad del poeta cuando, a principios de los los años treinta, descubre d escubre el pa pare re cido entre el sistema siste ma que se presen pres enta ta como com o la la antítesis antítes is del del humanismo hum anismo europeo y aquel aquel que que pretende ser su realiza siécle, monum ción. En Mon siécle, mo numental ental y magnífico magnífico libro de enen112
trevistas trevis tas con Czeslaw Czeslaw Milosz Milosz,, Alexander Wat se interrog interr ogaa sin descanso sobre el abominable abominab le misteri m isterio o de esta afini dad. En el principio hay un proverbio: proverbio: «Quien «Quien viniera al comunismo tenía que estar de acuerdo con el principio leninista de que no pueden hacerse tortillas sin romper huevos.»2 huevos.»2 Esta Est a metáfo m etáfora ra culinar cu linaria ia ilustra, en e n apariencia, m ás re re pagar, no queda más la dura du ra ley ley del del precio que hay que pagar, medio que emplear la violencia, y resignarse incluso a unos cuantos estropici estropicios, os, si se se pretende hacer hace r lo lo necesa necesa rio para pa ra que qu e advenga la sociedad sin s in ciases. ciases. Pero, al pie de la letra, el proverbio leninista es más feroz aún: los hue vos vos rotos no son la contrapar contra partida tida de la tortilla final final,, cons tituyen su sustancia. A diferencia de los platos rotos, no son daños inevitables, sino elementos indispensables. Cuantos Cu antos más m ás huevos hay, hay, más bon ita es es la la tortilla. tortilla. Ocurre lo mismo, dice Wat, Wat, con «toda esta crueldad, crue ldad, esta sangre sang re derram ada por po r la revo revoluc lución ión [... [...]] Esta E sta barbarie que aso m a a la superfici superficie, e, todo tod o eso hablaba habla ba en favor del comu nismo [... [...]. ]. ¡Qué ¡Qué pura y grande ha de se r la causa cau sa por p or la que se derram a tan ta sangre, y tanta tan ta sangre inocen inocente! te! Eso atraía de una u na forma forma inaudita».3 inaudita».3 En 1935, Wat ha roto el hechizo. El vértigo constructivista se ha disipado. Ya no se representa la historia como la confección confección de un plato, ni n i la sangre sangre de los los hom hom bres br es com co m o u n mat m ater eria iall o como com o un ing i ngre redi dien ente te.. La imagen ima gen leninista de la tortilla es ya incapaz de embellecer o de santificar los innumerables horrores de la Revolución. Inquieto, ávido por saber a qué atenerse, atormentado po p o r la d u d a y el rem re m o rdim rd imie ient nto o , Wat Wa t corre co rre a casa ca sa del poe po e ta com c omunista unista Wlatzio Wlatzio Broniewski Broniewski,, que acaba ac aba de regresar regre sar de la Unión Soviéti Soviética, ca, y le le ácosa a pregunta preg untass a propósito 113
de la ham brun br unaa en Ucrania y la colec colectivi tivizació zación: n: «La pren pre n sa había ha bía traído la noticia noticia de que cinco cinco millone milloness de cam cam pesin pe sinos os hab ha b ían ía n m uert ue rto. o. Y Wlatzio Wla tzio me m e resp re spon ondi dió: ó: "Sí, po r supuesto, se hablaba m ucho de eso... eso..."" Treti Tretiako akov, v, el auto r del drama ¡Ruge, China!, China!, le había confirmado que, en efect efecto, o, por p or ahí a ndaba ndab a la cosa: cosa: entre cuatro cu atro y cinco millo millo nes de campesinos habían sido aniquilados, extermi nados... Le dije entonces -lo recuerdo todavía, son mo m entos que no se olvidan-: "Pero entonces, si es verdad, ¿cómo?" Y él hizo un gesto de despreocupación con la mano... Dios, qué le importaban a él cinco millones de mujiks... muji ks... ¡No ¡No lo hab ha b ía dich di cho o así, pero pe ro aque aq uell ge gesto sto!»'» !»'» Cada cosa a su tiempo: la agonía agon ía de las clases agoni zantes entra en tra dentr d entro o del orden, la revoluci revolución ón acaba con c on lo trasnochado, la humanidad realizada no necesita sus tinglados... tinglados... Eso E so es lo que significan, en sustancia susta ncia,, el silbi silbi do despreciativo d espreciativo y el gesto negligente con el que qu e todo to do mi m i litante revolucionario se ha topado, un día u otro, en el camino, suponiend sup oniendo o que él él mismo no n o haya recibido con ese laconismo viril las noticias del frente para desmar carse de los pacatos y para dejar bien claro que no retro cedía ante an te nada. Los Doktor Doktor Pannwitz no son los únicos que se aparta ap arta n del víncul vínculo o de de humanidad: hum anidad: otros lo hacen hacen y no pretenden asegurar la preeminencia de la raza de los Señores sino, sino, al contrarío, contrarío , realizar, realizar, de verdad, la u ni dad del género humano. Cualquiera que sea el fin que uno un o se asigna, asigna, la disponibilidad disponibilidad absoluta abs oluta de la Historia y su inclusión en el ám bito de lo factible y de lo fabrícable fabrícable exponen a los hom bres a una un a violenci violenciaa ilimitada pues les les priv pr ivan an de tod to d a dig d igni nid d ad ontol on tológ ógica ica.. Son So n sólo só lo las l as p iedr ie dras as de u n edificio gigantesco, gigantesco, los medios, los obstáculos obstác ulos o los 114 114
boce bo ceto toss de un u n a ob o b ra qu quee tie t iene ne u n no nom m bre, br e, en u n caso, cas o, je je rarquía, y en el otro igualdad. Entre el ingeniero Pannwitz y el poeta Broniewski, la idea de humanidad se ha revelado revelado frágil frágil y funesta a la vez vez,, mortal, m ortal, mortífera. m ortífera. Esta E starr atento a que esta idea viva; estar atento también, para impedirle matar, mat ar, a que qu e ya no sea concebida, según según el mo mo delo de la tortilla, como el complemento de objeto del verbo hacer: nuestro tiempo tiempo asum e mediante m ediante el desarro llo de la acción y de la sensibilidad humanitarias estas dos exigencias exigencias reparad repa radora orass que el siglo siglo de Alexander Wat le ha legado. Todo empezó en 1968, lejos de las pintadas y de las ba b a rric rr icaa d as, as , en u n a regi re gión ón sólo só lo c on onoc ocid idaa h a sta st a en ento tonn ces ce s po p o r los espe es peci cial alis ista tass del con co n tin ti n e n te neg n egro ro:: Biafra Bia fra.. Un añ año antes, los ibos, mayoritarios en esta provincia meridio nal de Niger Nigeria ia,, se habían ha bían secesionado declarado su inde pen pe n de denc ncia ia.. El g ob obie iern rnoo cen ce n tra tr a l, a n te este es te de desa safío fío,, ha habb ía reaccionado con la guerra y, tras la toma de Port Harcourt, con el bloqueo total de los territorios controlados po p o r los rebe re beld ldes es.. Pese Pes e a la e spa sp a n tosa to sa h a m b run ru n a q u e pa pa decía la población encerrada en el «reducto» biafreño -un millón de personas murieron en treinta meses-, la mayoría de los países etiquetados como progresistas -Argelia, el Egipto de Nasser, Guinea, la URSS- apoya ba b a n sin s in en e n tus tu s iasm ia smoo a Nige Ni geria ria.. Biafr Bi afra, a, p o r su pa p a rte rt e , se be b e neficiaba de la ayuda, muy incómoda incómo da entonces, entonce s, de Áfric Áfricaa del Sur Su r y de Portugal. Francia Franc ia dudaba: dudab a: gran defensor defens or del derecho de los pueblos a determ d eterminarse inarse p or sí mismos, el general De Gaulle Gaulle era, adem ade m ás, sensible a la ocasión que 1155 11
se le presentaba de debilitar al gigante del África anglófona. Pero el principio princip io de la intangibilid inta ngibilidad ad de las fronte ras le impedía impedía dejarse dejarse dom inar por po r esta esta tentación y por su simpatía por el «valiente pueblo biafrefto». Se negó pues pu es al ge gesto sto de decis cisivo ivo del reco re cono noci cim m ient ie ntoo dipl di plom omát átic ico, o, pe p e ro invitó inv itó a la Cruz Cr uz Roja fran fr ance cesa sa a inte in terv rven enir. ir. Impo Im po tentes, a pesar de la amplitud de los medios de ayuda, pa p a ra im p e d ir la ren re n dici di ción ón e n 19 1970 70 de u n ter te r rito ri tori rioo es es trangulado y hambriento, los médicos reclutados para esta primera gran operación humanitaria dirigida a un país pa ís del T erce er cerr M un undo do viviero viv ieronn sin si n e m ba barg rgoo Biafr Bi afraa segu ndo Solferino. Solfe rino. como un segundo Es conocido: ante el insoportable espectáculo que ofrecía tras el combate com bate el campo cam po de batalla ba talla de Solferino, Solferino, el hombre de negocios suizo Henri Dunant concibió la idea de la Cruz Roja y decidió dedicarse a ella el resto de su vida. Había viajado a Lombardía para obtener de Napo Na poleó leónn III u n a co conc nces esió iónn de tie ti e r ra en Argelia pe pero ro,, en lugar lu gar de ver al al emperado em perador, r, con co n el que se cruzó, vio vio en Solferino, el 25 de junio de 1859, a 40.000 desgraciados pudr pu drié iénn do dose se al sol: «Unos, y m uy p a rtic rt icuu larm la rmee n te los que han sido profundamente mutilados, tienen la mira da turbia tur bia y parecen no com c ompre prende nderr lo que se les les dice dice;; le le siguen siguen a uno un o con m irada extravia extraviada da pero esta postración aparente no les impide sentir su dolor. Los otros están intranquilos y agitados por un trastorno nervioso y un temblor convulsivo; aquéllos, con unas heridas abiertas donde la inflamación ya ha empezado a desarrollarse, están como enloquecidos de dolor; piden que los rema ten, se retuercen, con el rostro ros tro contraído, contraído , en los últimos últimos estertores estertore s de la agonía. agonía. Más Más lejo lejos, s, hay unos desdichados desdichado s 116
que no sólo han sido alcanzados por las balas o por la metralla de los obuses que los han derribado, sino que además ademá s tienen los los brazos o las piernas pierna s rotos po r las las ruedas de las piezas de artillería que les les han pasado p or encima.»* En Solferino, Henri Dunant descubre que la misma guerra que enfrenta a los combatientes une en el sufrim iento a las víctimas víctimas de los combates. «Tutti di Tu tti fratelli», dicen las mujeres m ujeres de Castiglione que, siguiendo siguien do su ejemplo, no hacen h acen ninguna distinción de nacionalidad nacionalidad y trata n de pre p ress tar ta r asis as iste tenc ncia ia tan ta n to a los heri he rido doss ital it alia iano noss com co m o a los heridos enemigos. enemigos. Lo que constituye esta fra ternidad horizontal no es el conjunto de las cualidades distintivas que tradicionalmente se llaman naturaleza humana, tampoco es el alejamiento alejamiento propiam ente hum ano de la naturaleza, la capacidad de actu ac tuar ar libremente o la dignidad común a todos los seres de razón, sino la debilidad y el dolor. «Lo «Los hombres hombre s no son natura na turalm lment entee reyes reyes,, ni gran Em ilio el ciudad des, ni ricos», ricos», escrib es cribía ía en el Emilio ciud adano ano de GineGine bra. br a. «Todos han ha n naci na cido do des d esnu nudo doss y pobres, pobr es, sujet su jetos os tod t odos os a las miserias miser ias de la vida, al al sufrimiento sufrim iento,, a las necesidades, necesidad es, a los los dolores de todo tipo; tipo; ñnalm ñn almente ente,, todos están condecond enados a la muerte. Eso es es lo lo que constituye lo propio prop io del del hombre. hom bre. De eso no está exento nin gún gú n mortal.» m ortal.»6 6 El hom ho m bre br e en e n el hom ho m bre, br e, dich di cho o de o tro tr o modo, mod o, no se reco re cono noce ce en en sus propiedades, en sus facultades o en sus prerrogativas, sino en los tormentos que le agobian. Ecce h o m o , dice Rousseau a modo m odo de definición definición del ser hum ano. Influido Influido po p o r esta es ta opo o posic sición ión,, el gineb gin ebri rino no H enri en ri D unan un antt proc pr ocla lam m a, un sigl siglo o más tarde, la necesidad de garantizar, en el lugar mism o de la viole violenci nciaa absoluta, el espacio espacio de hu m anidad anid ad 117
donde caen, cuando están heridos, todos los soldados: «En la hora hor a solemne en que unos hombres, uno s conciudadanos, unos cristianos, armados unos contra otros, acaban de derra m ar su sangre de soldados soldados sobre esta tietierra rr a que sólo debería rega r egarr el el sudo su dorr de los los labradores, deseo que la la caridad, bajo la la forma fo rma de un a sociedad de ayuda, pueda disputar a la guerra todas las víctimas que el hierro ha alcanzado alcanzad o pero que la la muerte todavía no ha cosechado.»7 Este deseo se convierte en realid r ealidad ad con c on la firma, el 22 22 de agosto de 1864, de la primera Convención de Ginebra para pa ra m ejo ej o rar ra r la suer su erte te de los m ilita ili tare ress en cam ca m p aña. añ a. El movimiento internacional de la Cruz Roja que nace entonces se basa en el principio de un a doble neutralidad: neutralida d: a la protección no disc riminatoria rimin atoria de las víctimas víctimas po r una instancia que no es parte integrante de las hostilidades, se añade la necesidad, necesidad, para esta instancia, instancia, de ren unciar un ciar a cualquier tom a de posición pública. pública. Indiferente a la procedencia de los cuerpos dolientes y al uniform e que los los cubre cub re y a la band era que qu e los distingue, distingue, el nuevo nuevo organisorgan ismo caritativo se pretende p retende también tamb ién ajeno a las controvercontroversias políticas, filosófica filosóficas, s, raciales ra ciales o religiosas que qu e provocan los conflictos. La negativa a escoger entre los desdichados va p areja con la negativa a escoger entre en tre los actores y a juz juzgar gar la conducta c onducta de d e los gobernantes. gobernantes. Beneficencia ficencia y silenc silencio io:: pese a impon imp oner er una un a derogación derog ación de la lógica lógica hasta ha sta entonces intocable de la soberanía, el derecho humanitario fundado por Henri Dunant depende enteram ente para s u funcionamiento de la buena volunvoluntad de los Estados soberanos. Temible Temible ambigüedad: informado, informad o, a pa rtir de 1942, de 118
la suerte su erte de d e los judíos judío s y de la existencia existencia de los campos cam pos de exterminio, exterminio, el Comité Comité Internacion Intern acional al de la Cruz Roja Roja opta po p o r el silenc sile ncio io p a r a no c o m p rom ro m e ter te r su s u acci ac ción ón en favor favo r de los prisioneros de guerra. Para conseguir, cuarenta años más tarde, la colaboración de Nigeria, la misma instancia muda tiene que aportar una ayuda cuatro veces mayor en las zonas ocupadas por el gobierno federal que en el reducto biafreño donde la hambruna hace estragos.® Los médicos franceses que viajan en 1968 a Biafra rompen con esta circunspección ya secular: entran ilegalmente en territorio extranjero y, al volver de su misión, dan su testimonio. Esta doble ruptura inspira la carta de las organizaciones humanitarias que nacen al rebufo de este segundo Solferino: «La ayuda humanitaria está en manos de grandes organizaciones llenas de buró bu rócc rata ra tas; s; hay ha y que q ue d a r a los hom h om b res re s que qu e est e stán án sob so b re el terreno, y en particular a los médicos, la posibilidad de intervenir directamente. La ayuda humanitaria está sometida al respeto de las reglas de derecho y a la arbitrariedad de quienes las violan; hay que trabajar únicamente en el respeto a las víctimas, y transgrediendo voluntariamente todas las regla reglass cuand o éstas se utilizan contra con tra el el hombre. La ayuda hum h um anitaria an itaria es dependiente de los Estados; hay que hacerla autónoma y, para ello, apoyarse en una fuerza nueva, los medios de comunicación y la opinión pública.»9 pública.»9 Pero estos adeptos a la imprudencia, a la inconveniencia y a la injerencia no renuncian a la neutralidad. Su estruendo es lo contrario de una traición: reanudan con Dunant D unant en el momento mome nto mismo m ismo en que renuncian renu ncian a la 119 119
discreción y a los buenos modales en vigor en la institu ción que éste creó. Frente al desprecio de los grandes prin pr inci cip p ios io s inm in m utab ut able less del que qu e hace ha cen n gala g ala los co c o m b atie at ien n tes -reales o imaginarios- de la Revolución, reivindican a bombo y platillo el universalismo ingenuo de la moral de la Cruz Roja. Contra aquellos que, convencidos de sa ber be r a qué a tene te ners rsee res r espe pect cto o del fun f unci cion onam am ient ie nto o del m u n do, reciben con la sonrisa del iniciado el aniquilamiento de los mujiks o las imágenes de los niños biafreños de vientres hinchados, esta nueva generación humanitaria proc pr ocla lam m a el dere de rech cho o y el deb de b e r de soco so corr rrer er a toda to dass las víctimas, víctimas, sea cual sea el bando ban do dond d ondee los haya situad situ ado o la historia y sea cual cua l sea el signo signo ideológico de su opresor. Los caminos del Señor son impracticables: a partir de ahora se cuestiona menos a Dios que a la Providencia, tanto tan to en su versión religiosa religiosa como en e n la versión seculari secu lari zada que qu e los modernos han ha n dado da do de ella. ella. La gente se nie nie ga a integra inte grarr la violencia violencia en un u n plan general y a reconci liarse liarse con el Mal en nom n ombre bre de unos un os intereses in tereses superiores de la hum anidad. anida d. Ya no se dice, dice, con Trotski, Trotski, que son loa loa bles ble s los acto ac tos, s, incl in clus uso o los l os m ás feroces, feroc es, que qu e ac a c tú a n e n fa vor del advenimiento advenim iento de la igualdad, y detestables los ac tos, tos, incluso incluso los m ás misericordiosos, que retrasan retra san o que dificultan dificul tan esta moralización mo ralización definitiva y universal;1'* se afirma, afirm a, con Lévina Lévinas, s, «que la justificació justific ación n del dolor dolo r de mi pró pr ó jim ji m o es la fuente fue nte de to t o da inm in m oral or alid idad ad» » .11No .11No tene te nem m os miedo de ensuciamos las manos; las hundimos, sobre pon po n iénd ié ndon onos os a la rep re p ugna ug nanc ncia ia,, en las la s heces he ces y en la san sa n gre, pero pata reparar las vidas aplastadas por la His toria, no para contribuir a su aplastamiento. Ya no hay heridos de derechas o de izquierdas: al revés que el mi120 120
litante intemacionalista que puede haber sido (y cuyo idealismo cínico expía), el salvador sin fronteras no so mete la llamada silenciosa de la necesidad a ningún ning ún inte rrogatorio previ previo. o. En E n vez de desconfiar desco nfiar de su prim p rimer er mo vimiento, lo sigue precisamente porque ése es el bueno; en vez vez de aguan agu antar tar por po r la la Causa, Causa, acepta desfallecer desfallecer y dar rienda riend a suelta a su sensibili sensibilidad. dad. En E n el pasado la razón razón his tórica había h abía asfixiado a sfixiado en él él las las razones razone s del del corazón, aho ah o ra el corazón se impone impon e a la Historia H istoria y la la emoción recu pe p e ra sus su s der d erec echo hos. s. Una épo é poca ca se aca a caba ba:: la del adió a dióss a las lágrimas. Tras un largo viaje por Marx, por Hegel y por su tortilla humana, la idea de humanidad se rebela con tra ese destino culinario cu linario y, despidiend desp idiendo o el el siglo siglo XIX en las post po stri rim m ería er íass del siglo s iglo xx, regr re gres esaa a Rouss Ro usseau eau.. Cuando degüellan al prójimo bajo la ventana ventan a de uno -e s decir d ecir en todos los los puntos de la Tierra desde ese ese acon tecimiento de consecuencias co nsecuencias aú n difícil difíciles es de evaluar que es la conquista de la ubicuidad ubicuid ad gracias a la televisión-, televisión-, el hombre hom bre hum h umanitario anitario se somete a la piedad: piedad: se ha libera do de la dom inación inac ión del filósofo filósofo respecto del del cual Rous seau, sarcástico y premonitorio, nos dice en el Discurso sobre el origen origen de la desigualdad que que «para «para conseguir sa carlo de la cama ya sólo quedan los peligros de la socie dad entera» y que, respecto a lo demás, «le basta con taparse los los oídos oídos con las las manos y darse razones razone s para im ped p edir ir que qu e la natu na tura rale leza za que qu e se rebela reb ela en su inte in teri rio o r se identifiqu iden tifiquee con aquel a quel al que están está n asesina ase sinand ndo» o».1 .12 2T anto an to si es médico, farmacéutico, enfermero, ingeniero, acompa ñante o mero m ero espectador, espectador, el el hombre hum anitario ha de jad ja d o de d e dars da rsee raz r azon ones es,, se aba a ban n dona do na.. De Dese seng ngañ añad ado o del al a l truismo truism o select selectiv ivo o y abstracto que imponía im ponía el movimiento movimiento 121
de la Historia, puede «entregarse precipitadamente al pri p rim m e r se s e n tim ti m ien ie n to de la h u m a n ida id a d » .13 ¿Quién, ¿Qu ién, hoy ho y en día, se atrevería a reprocha repro charle rle esta precipitación? ¿Quién ¿Quién tendría el valor de discutir esta afirmación rousseauista del propio propi o Michel Foucault: Foucau lt: «La «La desgracia desgra cia de los hom ho m bres br es n o h a de ser se r n u n c a u n resi re sidu duo o m u d o de la polít po líti i c a » ,14el ofuscador virtuosismo virtuosismo dialéctico que convierte al Mal en un instru m ento en to del Bien o al al Bien Bien apare ap arente nte en una un a fuerza objetivam ente nociva? nociva? No ha lugar, lug ar, pues pu es,, a lam la m enta en tars rsee de que el á n im o del mundo, en las postrimerías del siglo, tienda más bien a la precipitación y resulte algo menos ofuscador, ofuscador, ni de que un hum anitarismo intrusiv intrusivo o y ruidoso ruidoso haya haya simu simultá ltá neame nea mente nte destrona de stronado do el protocolo suizo de la la piedad y la despia de spiadad dadaa filosofí filosofíaa de la Historia. Historia. Tampoco ha lugar, lugar, sin embargo, a m ostrarse triun triunfa fa listas listas.. La mirada m irada del médico, en efecto, efecto, no es menos m enos reductora que la del militante. El militante sólo se fijaba, po p o r lo l o q ue hace ha ce a los lo s hom ho m b res, re s, en s u pape pa pell e n el d ram ra m a de la Razón. El médico del m undo und o sólo ve ve en ellos ellos la mi m i seria y la enfermedad. enfermedad. Para el militante era crucial sabe r a qué qu é band o y a qué tiempos pe rtenecían los heridos, heridos, si si eran progresistas o reaccionarios, si sufrían en el buen sentido o a contracorriente, pues para él sólo existía la realidad histórica, histórica, y no estaba dispu esto en modo alguno a que qu e su solidaridad tom ara atajos a tajos y se se saliera saliera de la auto pis p ista ta de d e la Hist Hi stor oria ia.. Con C onm m ocio oc iona nado do po p o r el sufr su frim im ien ie n to en su contingencia inmediata, el el agente humanita hum anitario rio ya no tiene prejuicios prejuicios,, pero no po r ello ello le le preocup a quién e quién ess el individuo que sufre, cuál es su ser o su razón de ser, el m undo que desea contribu con tribuir ir a construir, co nstruir, los moti motivos vos de 122
su persecución o de su agonía, el sentido que pretende d ar a su historia histor ia y tal vez vez a su muerte. mue rte. Salvar S alvar vidas vidas:: ésa es la mundial misión del médico del mundo; está demasiado ocupado llenando de arroz la boca que tiene ham bre pa p a r a e scu sc u c h a r la boc b ocaa que qu e habl ha bla. a. Las p a lab la b ras ra s no tien ti enen en cabida en el ámbito de su solicitud. Lo que requiere su intervención son las poblaciones dolientes, no los pue blos blo s volubles, volub les, el esp es p e ran ra n to de la queja qu eja,, no las la s leng le ngua uass opacas opac as y particulares particular es de las naciones. Los Los cuerpos de los que se ocupa son, si decirse puede, cuerpos desencamados. «¡Ag ¡Agua! ¡Ag ¡Agua!» a!», es la súplic sú plicaa bárb bá rb ara ar a que q ue emiten em iten,, a modo de logos, esos esos especímenes indistintos de la la humahum anidad. «En la enfermería», escribe acertadamente Michel Serres, «nadie sufre ni gime de forma muy diferente de los demás. Universal Universal como com o la violencia violencia y la la muer m uerte, te, el dolor nos iguala. La misma amargura sala el sudor, las lágrimas grim as y la sangre.»>5Pero a esta voluntad expresad e xpresadaa por p or el au tor de La de La Légende Légende des Anges de Anges de basar ba sar la moral en esta igualización, Goethe Goeth e respon resp ondía día ya en 1787: 87: «También yo, yo, tengo que decirlo, pienso que la humanidad acabará triunfando. Pero me temo que el mundo m undo se convertirá convertirá en un inmenso hospital, hospital, en el el que cada cad a cual será para pa ra el otro un enferm en fermero ero compa c ompasivo.»1 sivo.»16 6 Y dice Bera B eraano anos: s: «Por más vueltas vueltas que se le le quiera d ar a la historia del del m undo, está claro que a los menesterosos menesterosos nunca nun ca los han am ado po p o r sí mismos. Los mejores mejores sólo los los soportan o los toleran toleran po r pied pi edad ad.. Po P o r la pied pi edaa d , los exclu ex cluyen yen del de l a m o r, pu p u e s la recirec i pro p rocc ida id a d es la ley del de l a m o r, y n o hay h ay recip rec ipro rocc idad id ad pos p osibl iblee a la piedad. La piedad es un am or de segunda categoría, categoría, envileci envilecido, do, un u n fino hilill hilillo o del agua divina que se pierde en 123 123
la arena.» >7A pesar pe sar de las aparien ap ariencias, cias, la miseric m isericord ordia ia no es exclus exclusiva iva de la misan m isantrop tropía, ía, y lo que manifiesta man ifiesta hoy en día la reabsorción de todos los vínculos humanos en el único sentimiento de hum anidad es menos la la preocupa preocupa ción ción por p or los demás que una un a desconfianza invenci invencibl blee ha h a cia su libertad. Entendám Enten dám onos ono s bien: bien: el el médico faltaría faltaría a la ética ética mé dica si si no curar cu raraa al pr al prime imerr llega llegado do sin sin preocuparse preo cuparse de sus opiniones, de sus proyectos o de su origen. origen. Proclamando Proclam ando con bello énfasis: énfasis: «Me comprom com prometo, eto, en e n la medida me dida de mis posib po sibilid ilidad ades es,, a ofre of rece cerr mis mi s cuid cu idad ados os a aque aq uello lloss que, que , en el mundo, sufren de cuerpo o de espíritu», el terapeuta sin fronteras fron teras pone pon e el el juram jura m ento en to de Hipócrates al servi servicio cio de la imagen inmediata y de la aldea global. Uno sólo pued pu edee aleg al egra rars rsee de esta es ta fideli fid elidad dad y de e s ta m o dern de rniz iza a ción. Pero el zapato duele cuando nuestra época hace suya la la mirada mirad a del médico, médico, cuando nuestro nues tro interés in terés p o r el mundo se reduce a su interés por la vida y cuando los cuerpos tumbados que se ofrecen a nuestra solicitud no son más que, como escribe Régis Debray, «el blanco de donde don de sea y de lo que sea».1 sea» .18 El zapa z apato to duele due le cuand cu ando o nuestros nue stros ojos, ojos, sin embargo bien abiertos, ya ya no saben sa ben ver la diferencia entre el accidente y la agresión y no distin guen en la heterogeneidad de las catástrofes m ás que si niestrados monótonos, víctimas intercambiables, «mar cianos que no pertenecen a nada, varados sin razón a nuestros nues tros pies, pies, al al buen tun tún tú n que m arca la desgracia».1’ Es indudable que hay tantas luchas que han acabado mal, mal, tantas causas que han sido sido traicionadas, traicionadas, tantos crí menes que se han cometido en nombre de los valores más elevados -sobre todo en nombre de la humanidad124
que resulta legíti legítimo mo querer qu erer bajar b ajar de las alturas pa ra solucionar lo más urgente. ¿No consistirá la lección de este sigl siglo o infernal en despedirse del paraíso terrenal terren al y en luchar ch ar por p or doquier doq uier contra la evidenci evidenciaa del del Mal Mal más que en entrar, con vistas a un hipotético Bien, en la dialéctica m ortífera de los los fines fines y de los medios? Pero la actitud h u manista no es sólo fruto del desinterés por las grandes prom pr omes esas as.. Debe su éxito éx ito pla p lan n et etaa rio ri o a su s u red r educ ucci cion onis ism mo y a su propuesta de un compromiso en el que siempre se gana. Boat-people, Boat-people, excluidos, muertos de hambre y agonizantes, sus destinatarios destinatario s no engañan. Son seres dependientes, imágenes de la aflicción, sujetos enteramente pen pe n e trad tr ado o s p o r el sufr su frim imie ien n to y la nece ne cesid sidad ad,, n o indiviind ividuos actuantes, es decir incontrolables. La generación hum hu m anitaria an itaria desea acab a cabar ar con el el periodo ideológ ideológico ico que sometía some tía la historia de los los hombres hom bres a la lógica. lógica.de de una úniún ica idea. Pero, lo mismo que qu e la ideología, ideología, no acepta acep ta exponerse a lo «infinitamente improbable» improbable» que, recuperando recuperan do una un a expresión de Han H anna nah h Arendt, Arendt, constituye la «textura «textura misma mism a de lo rea real» l».. La generación hum anitaria no quiere a los los hombres hom bres (por demasiado desconcertantes), desconcertantes), quiere ocuparse ocup arse de ellos ellos.. Libre Libres, s, le le dan miedo; para d ar rienda suelta a toda su tern ura y para ocuparse de ello elloss sin que pu p u e d a n esc e scap apar arse se,, los lo s quie qu iere re tul t ullid lidos os.. Extra Ex travi viad adaa an a n ta tañ ño po p o r la fáb fá b ula ul a d e la h u m a n ida id a d e n m arch ar cha, a, se repliega repli ega,, pa p a r a evit ev itar ar cua cu a lqu lq u ie ierr tip t ipo o d e sorp so rpre resa sa d es esag agra rada dabl ble, e, soso bre br e la ver v erda dad d indi in disc scut utib ible le de la h u m a n ida id a d dol d olie ient nte. e. De De-sencantad senc antadaa de la gran gra n Historia, ya sólo le le interesa la desgracia de la espec especie: ie: su solidaridad adquiere adqu iere la form a de una inmensa actuación maternal. Su predilección por los los menesterosos menesterosos anónimos es más ñ u to del principio de de 125 125
prec pr ecaa ució uc ión n que del a rre rr e b a to frate fra tern rnal al.. En el plan pl ano o inte in te lectual al menos, esta moral de la urgencia extrema es una moral del confort extremo. La generación humani taria sólo renuncia a sobrevolar la Historia a cambio de una nueva posición de infalibilidad. Y si corta la banda sonora del del mundo, no es tanto tanto para p ara oír la la llamada inso nora e imperativa de la miseria como porque el mundo hum ano es incierto y complicado, cuand cu ando o el quere qu ererr vivir vivir es sencillo sencillo y los los cuerpo cu erposs no quita q uitan n el sueño. sueñ o. Y la víctima es real.
«El horror es indisoluble de unos acontecimientos que es necesa n ecesario rio no olvidar jamás», jam ás», escribe esc ribe Paul Ric icoe oeur ur.. «Const «Constitu ituye ye la motivación m otivación última de la historia de la víc víc timas tima s (prefiero (prefiero decir de cir la historia de las víctimas y no la de los los vencid vencidos: os: pues los vencidos vencidos son a spirante spira ntess a la dom do m i nación que no han alcanzado). Las víctimas de Auschwitz witz son, son, por po r antonomasia, antonoma sia, los representantes representan tes en nuestra nu estra m emoria em oria de todas to das las víctimas de la historia. La victimivictimización es ese reverso de la historia que ninguna astucia de la Razón consigue legitimar y que, más m ás bien, pone pon e de manifiesto man ifiesto el escándalo de cualqu cu alquier ier teodicea teodicea de la histo ria.»20 Pode Podemos mos tener confianza confianza en la m irada hum hu m anitaria po p o r h a b e r d enu en u n c ia iad d o el es escá cánd ndal alo o y h a b e r reh re h a b ilit il itaa d o a la víctima. «Terremotos geológicos o sociales, toda vícti m a se percib pe rcibee como co mo alguien algu ien que q ue "ha de salvarse sa lvarse”» ”»,,21 afir m a André André Glucksmann. ¿Pero qué es precisamente precisam ente la víc víc tima? Nada precis preciso: o: un hombre hom bre separado de su en torno y de sus raíces, desarraigado desa rraigado de su suelo y de la situación, 126 126
vaciado de sí mismo y privado de sus posibilidades posibilidades p or la sola sola causa de un a desgracia sin nombre. Quien nombre. Quien vive en la tierra no es el hombre en singular, solía decir Hannah Arendt Arendt,, sino los los hombres homb res en su pluralidad p luralidad infinita. Ha n nah Arendt Arendt sentía sentía la extraña necesidad necesidad de rem re m achar acha r esta esta evidencia evidencia porque la reducción de los los hombres hom bres al Hombre es la tentación tentació n perm pe rmane anente nte del pensam pens amiento. iento. Y esta tenta ten ta ción, que ayer tenía el rostro ros tro de la ideolog ideología, ía, triunfa triunf a aho ra en la solicitud. Con la ideología ideología,, era el Hom bre en progre pr ogre so el el que se imponía impon ía a la pluralidad pluralida d hum h umana; ana; con co n la sol solici ici tud, es el el Hombre Hom bre como com o especie especie y las tribulacio tribulaciones nes im per sonales de sus representantes. En la era de la ideología, creíamos saberlo todo; en la era de la beneficencia, no queremos sabe s aberr nada. Este cambio es cualquier cosa me nos una u na revolución. De Del proyecto proy ecto de establecer estable cer definitiva definitiva mente me nte la felici felicidad dad en la tierra a la lucha lucha con c ontra tra todas las formas de lo lo inhum ano, de la primacía de la Razón a la del Sentimiento, Sentimiento , la la misma m isma intolerancia, intoleran cia, el m ism o resent resentiimiento se perpetúan perp etúan en con c ontra tra de la fragilida fragilidad d y de la im prev pr evisi isibi bilid lidad ad d e lo qu q u e los l os grieg gr iegos os lla l lam m a b an los a sun su n tos to s humanos. hum anos. La conjura con jura de d e lo polític político o no interviene interviene menos en la asimilación asimilación de los confl conflict ictos os entre en tre los hombres hom bres a un cataclismo cataclismo natural na tural que qu e en su integración en una u na totalidad en movimiento ha cia la libertad universal. El reverso reverso de la compasión com pasión generalizada es la sublevación sublevación con tra el peli peli gro al que la pluralidad hu m ana an a expone cualqu ier juicio y co ntra ntr a el rompeca rom pecabeza bezass perm anen an ente te que infli inflige. ge. Volv Volvié ién n dose hum anitario, anitario, el hom bre no ha renunciado al seguro seguro a todo riesgo riesgo que le prom etía la ideol ideologí ogía; a; actúa actú a de form a diferente para librarse de los problemas de la sabiduría prá p rácc tica ti ca y c o n serv se rvaa r el d o m inio in io del jueg ju ego. o. 127 127
En las postrimerías de «un siglo que, en sesenta años, ha conocido dos guerras mundiales, los totalita rismos de derecha derec ha y de izquierda, hitlerismo hitlerismo y estali estalinis nis-mo, Hiroshima, el gulag, los genocidios de Auschwitz y de Camboya»,2 Cam boya»,22 2 ya no n o se puede, pued e, como co mo des d estac tacan an con c on in sistencia Lévinas y Ricoeur, explicar ni aplacar el Mal incorporándolo a un plan general. Nuestro siglo es, por antonoma antono masia, sia, el el del su del sufr frim imie ient nto o inút in útil, il, y éste exige exige no ser s er motivado por una dialéctica sino ser aliviado, cuando ello ello es posible, posible, a través de un a intervención inm ediata y libre de cualquier cualq uier a priori. Si, Si, no obstante, obsta nte, esta es ta nueva fi fi lantropía sin ojeras resulta problemática es porqu e tiene que ver con el horror. Escaldada, se niega a dejarse arrastrar fuera del espacio humanitario de la catástrofe. Lo que significa que necesita sangre, y más bien en abundancia, para abandonar su reserva y ponerse en mai'cha. mai'cha. Sólo la conmueven conm ueven las grandes gran des calam idades, las matanzas incontrovertibles y los sufrimientos pasivos. Hasta que la terrible claridad del Mal no haya disipado las confusiones, las complejidades y las sombras, se mantiene al margen. Después, tiene otras cosas que ha cer. Implacable dulzura. Hay, a fin de cuentas, tanta crueldad en esta alienación sentimental en la miseria como en el viril recurso a la astucia de la Razón para desactivar desac tivar la miseria del mundo. Y tampoco es seguro que haya menos ceguera. Dios ve claro, pero, según la hermo her mosa sa sent s entenc encia ia de Milán Kundera, de ra, «el hom bre br e es aquel aque l que avan a vanza za en la niebla» nie bla».2 .23 3 La niebla es su sino, incluso c uando uan do cree vivir vivir bajo el sol sol de 128
la razón o bajo la la luz no m anipulada anipulad a del del sentimiento, sentimiento, in cluso cluso cuand o el se r se ofre ofrece ce a él como com o panoram pano ram a o cuan c uan do toma, sin exclus exclusiva iva,, el partido par tido de todos los desdicha dos. Apostar Apostar po r lo lo hum anitario y optar, de un a vez vez por po r todas, todas, po r el bando d e las víctimas víctimas no es, a pesar pes ar de las apariencias, ganar siempre. Por mucho que hagamos, forzosamente hay algo arriesgado y aleatorio en el ejer cicio cicio de la solidaridad; el el compromiso comp romiso pertenece p ertenece siempre siem pre al orden de la apuesta, cualesquiera que sean las las precau ciones. La omnipresencia de la imagen y la emergencia correlati correlativa va de la existenc existencia ia de habitantes h abitantes en el mundo mu ndo in dudablemente han obligado a la Asamblea General de las las Naciones N aciones Unidas a incluir en el derecho derec ho positivo positivo in ternacional el derecho de asistencia hum anitaria. El 8 de de diciembre de 1988 fue testigo del triunfo de d e D unant con la afirmación, afirmación, en e n el el santua san tuario rio mismo m ismo de la soberanía, del libre libre acceso a las vícti víctimas. mas. Pero como demuestra, dem uestra, entre e ntre otros, el acompañamiento humanitario del último con flicto desarrollado, en este siglo, en suelo europeo; la guerra para la Gran Serbia -iniciada en 1989 en Kosovo y concluida con cluida a finales del año 1995 mediante med iante una u na paz pa z muy prec pr ecar aria ia e n B osni os nia-H a-Herz erzeg egov ovina ina-, -, la razó ra zón n de E stad st ado o ha sabido sabido sacar partido muy pronto de esta esta intromisión introm isión de la sensibilidad sensibilidad comú co mún n en el espacio espacio hasta h asta entonces aris tocrático y almohadillado almoh adillado de la diplomacia. No le le ha cos tado adap tarse al nuevo orden mediático mediático-afe -afectiv ctivo o y disi m ular tras el espectáculo edificante edificante de la buena voluntad los más fríos cálculos del interés o de la voluntad de la impotencia. impoten cia. De la ayuda como co mo conveniencia: Rony Braum an recu r ecuerda erda con razón raz ón el papel del celo celo compasivo y de la acción caritativa en la estrategia de comunicación de 129
quien, en Francia, ejercía la magistratura suprema du rante ran te la m ayor parte pa rte de la catástrofe yugosla yugoslava, va, Fran^ois Mitterrand. El antiguo presidente de la República República Fran Fran cesa «fue, mucho más allá de lo razonable, favorable al mantenimiento de Yugoslavia dentro de sus fronteras y un convenci convencido do de que únicamente un poder serbio fuerte fuerte estaba en disposici disposición ón de garantizar gara ntizar u na estabilidad estabilidad rela rela tiva en esa explosiva región».24 Pero la telepresencia del acontecimiento acabó p or convertir en inaceptable inaceptable esta po p o s tur tu r a p a r a los franc fra nces eses. es. H acía ací a impe im peri rios osam am ente en te falta fal ta un gesto: «El ajetreo y el discurso humanitarios le han perm pe rm itid it ido o r e a f irm ir m a r el apeg ap ego o indefe ind efecti ctible ble de F ran ra n c ia a los derechos del hombre, simular una oposición al fas cismo de la Gran S erbia y al mismo mism o tiempo tiemp o dejarle la vía libre.»25 El sentim sen timien iento to fue, en este caso, el aliado alia do provi pro vi dencial del cinismo y no, como pod ría creerse, su enem en emi i go más má s declarado. En el momento mismo en que cree estar colocando al agente político bajo la suprema vigilancia de la ima gen, gen, el el hom bre hum hu m anitario anitar io le ofrece ofrece la inesperada inespera da posi bilid bi lidad ad de desh de shac acer erse se de la terr te rrib ible le carg ca rgaa de la m oral or al políti po lítica ca y de d e jar ja r a p a r c a d a a u n lado, lad o, p o r u n a ayud ay udaa narcisista, la difícil cuestión de saber cómo contribuir, desde donde estamos y en la medida de nuestras posibi lidades, a hacer del mundo un lugar habitable para esos seres todos iguales iguales y todos diferentes que form an la hu manidad. En nombre nom bre de la ideolo ideología gía nos negábamos negábamo s ayer a de jam ja m o s e n g a ñ a r p o r el sufr su frim imie ient nto. o. E n fren fr enta tad d o s al sufr su fri i miento, y con toda la miseria del mundo al alcance de la vist vista, a, nos negamos aho ra a dejam os engañ en gañar ar por la ideoideo130
logia. Así funciona la credulidad de los incrédulos. Los hombres avanzan en la niebla, pero, como decía Péguy en los albores de un sigl siglo o que se sitúa sitú a enteramen en teramente te bajo el signo de la desmistificación, desmistificación , son los imbéciles imbéciles los los que se las dan da n de d e listos listos..
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VI. DE ÁNGELES ÁNGELE S Y DE HOMBRES HOMBRE S
«Los oumenés de Bonnada tienen como desagrada bles ble s vecin v ecinos os a los n ipp ip p o s de Pomm Po mmed edé. é. Los n ibb ib b on onis is de Bonnaris se entienden ora con los nippos de Pommedé, ora con los rijabones de Carabule para amenazar a los oumenés de Bonnada, naturalmente naturalm ente después después de haberse aliado con los bitulos de Rotrarque, o después de haber momentáneamente, mediante compromisos secretos, neutralizado a los rijobettes de Biliguette que están si tuados en la ladera de los Kolvites de Beulet que cubren el país de los oumenés de Bonnada y la parte noroeste del turitario de los nippos de Pommedé, más allá de los Prochus Proch us de Osteboule Osteboule.. »La situación naturalmente no siempre se presenta de una forma tan sencilla: pues entre los propios oume nés de Bonnada coexisten cuatro corrientes, la de los dohommedés de Bonnada, la de los odobommedés de Bonnada, la de los orodomedés orodom edés de Bonnada y, por últi mo, la de los dovoboddemonedés dovoboddemonedés de Bonnada.»1 B onnada.»1 Así empieza emp ieza el poema poem a satírico de Hen Henri ri Michaux titu132
lado «El secreto de la situación política». «Seamos por fin claros», claros», dice la frase que figura en el epígrafe que q ue Michaux atribuye a Arouet, es decir a Voltaire. Todo el sa bo b o r v olte ol teria rian n o del epig ep igra ram m a resi re side de pre pr e ci cisa sam m e nte nt e en el contraste entre la conminación y la descripción. La cla ridad, en efecto, no resiste los nombres propios. Acaba fulminada por su acumulación sin fin, por su creciente exotismo, por sus ramificaciones cada vez más intrinca das, por p or la inextric inextricable able coreografí coreografíaa de sus enfrentam ien tos y de sus alianzas, p o r la la combinación, com binación, finalmente, del del tam tan en la selva selva (los (los ouménés ouméné s de Bonnada) B onnada) y de vagas vagas reminiscencias bretonas (los rijobettes de Biliguette). Las Luces se apagan apaga n en el gran festiva festivall de inanidades inanid ades so so noras nora s que los nombres nom bres de gentilicios gentilicios despliegan inagota inagota blem ble m ente. en te. El secreto de nuestra situación política, según Michaux, es que no es política, sino onomástica. Obtusas identidades, en efecto, ocupan el escenario, y no doctri nas, principios o programas. program as. Lo universal desaparece en bene be nefic ficio io de lo sing si ngul ular ar,, lo conc co ncep eptu tual al en bene be nefic ficio io de d e lo contingente continge nte y la la hermosa herm osa inteligibili inteligibilidad dad del del sentido aca a ca ba b a d e stro st ron n a d a p o r u n gali ga lim m at atía íass tota to talm lmen ente te al alea eato tori rio. o. En la guerra que se nos cuenta, ya no hay envites sino etiquetas; las diferencias de denominación reemplazan las divergencias de opinió op inión n o los conflictos conflictos de valor; valor; im im pe p e ra la l a ecolal eco lalia ia y no la ideologí ideo logía. a. Donde Do nde otr o tro o s zan z anja jan n con co n gravedad, entre significados antagonistas, el humor de Michaux descubre un batiburrillo de significantes heteróclitos o indiscernibles. No hay ha y filosof filosofía ía que esté en e n dis posi po sici ción ón d e co c o n v erti er tirr en ra r a z ó n lo arb a rbit itra rari rio o de esos eso s sere se ress de hecho h echo o de ofrecer la redención metafísica metafísica de la idea a 133
la leonera de la la Historia. H istoria. Los pueblos que se pelean y que que se pasan la vida vida buscándose buscándo se las pulgas son entidades entidade s sin objetivo, realidades encerradas en su idiotez, absurdos colect colectivo ivos, s, en una u na palabra, palab ra, sólo existen porqu po rquee existen, existen, al margen de cualquier vocación o de cualquier razón de ser. En 1991, la opinión pública occidental -dividida en tre la decepci decepción, ón, la risa y el mied o- tuvo tuvo la la impresió im presión n de que de de los los escombros del del comunismo comu nismo surgía un mundo a mund o enfrascado en la estupi lo Michaux, es decir un mundo dez de las las peleas peleas de lindes y abando aba ndonad nado o por p or el espíritu. En las postrimerías de un siglo agotado por las batallas sin cuartel que tantas ideas con pretensiones universales universales habían librado en todos los sentidos, nos disponíamos a celebrar, como es debido, debido, el triunfo de la democracia demo cracia li bera be rall sobr so bree su ú ltim lt imo o com co m peti pe tido dor. r. Pero Pe ro c u an d o a p enas en as habíamos descorchado las primeras botellas de cham pán, pá n, el esce es cena nari rio o d e la H isto is tori riaa d e rep re p ente en te fue fu e inva in vadi dido do po p o r vocin vo cingle glera rass naci na cion ones es d e n o m b res re s imp im p ron ro n u ncia nc iab b les le s que que surgieron con su m emoria singu lar a cuestas, cuestas, sus es trambóticos escudos de armas, su vieja bandera recién estrenada y su opaca artifíci artifíciosidad osidad.. Tribalismo: ésta es la categoría en que se clasifícació espontáneamente este frenesí frenesí de denominaciones, este brote bro te heráldico no pre visto en el programa. Eslovenia, Eslavonia, Eslovaquia, Croacia, Krajina, Izetbegovic, Milosevic, Karadzic, Sialidzic, Granic, Ganic: todavía se nos traba la lengua con este trabalenguas que ha ocupado sin previo aviso el lugar de de esa zona desdichada, homogénea y tan maneja ble que qu e a n tes te s llam lla m ábam áb amos os E u r o p a del de l Este E ste.. «Has «H asta ta h ace ac e muy poco, a la gente, el nombre de Bosnia-Herzegovina 134
le sonab so nabaa a chiste», chiste», escribía esc ribía en 1993 1993,, y sin el meno me norr aso mo de rubor o de remordimiento, una famosa editorialista lista de la revista revista norteam ericana Newswe New sweek ek Ya lo hemos visto antes: nuestro tiempo teme sobre todo que el futuro le defraude y se ha jurado jura do no dejarse en gañar m ás. Pero el el tem or a se r timad timado o no es la única razón po p o r la qu q u e pre p refi fier eree los lo s cuer cu erp p o s a las l as caus ca usas as.. Suce Su cede de tam ta m bié b ién n que qu e n ing in g u n a c a u sa ac a c tua tu a l le pare pa recc e univ un iver ersa saliz lizab able le y que, que, después de la enfermedad de la H istoria, istoria, otro furor, m ás cómico, cómico, pero pe ro no m enos nocivo nocivo,, afecta a los hombres y amenaza, en su opinión, con volve volverr al mundo, m undo, u n lugar caótico aquejado aqu ejado de la enfermedad enferm edad de la geografía geografía.. Con el final de la guerra fría, todo ocurre como si la gran con frontación de los sistemas sistemas hubiera hu biera dado paso p aso a amargas a margas guerras de lindes, a los litigios fronterizos, al ridículo y sangriento fragor de disputas dispu tas territoriales y de las tauto logías logías identitarias. Pero, salvo salvo el de transform transf ormarse arse de mi m i litante en «fanát «fanático ico», », ¿qué sentido tiene optar, op tar, en contra co ntra de otro, otro, por p or el bando de una u na determinada determ inada identidad? identidad? Así se explica explica la prolongada prolong ada postración postra ción de la opinión europea europ ea ante a nte la última guer g uerra ra de este sigl siglo o en Europa. E uropa. Al rechazo hum anitario y cauteloso cauteloso de aventurar av enturarse se más allá allá de la defensa de la vida, vida, se suman sum an estas determinaciones determinac iones positiva pos itivas: s: la elecci ele cción ón met m etaf afís ísic icaa de d e la idea id ea co c o n tra tr a la id i d en en tidad y la elección -ética- del cosmopolitismo contra el par p arti ticc u lari la rism sm o y de la mezcl me zclaa o del de l m estiz es tizaje aje con co n tra tr a el absolutismo absolutism o de la pureza. Si ha hecho h echo falta esperar esp erar el bom b om b a rdeo rd eo inten int ensiv sivo o de d e Sara S arajev jevo o y el ases as esin inat ato o sis s iste tem m á tico de los civil civiles es escogidos al aza a zarr en los gestos gestos más m ás ele mentales de la vida cotidiana para que los herederos de Michaux dejaran de reír y manifestaran su indignación, 135
es sin duda porque el sentimiento de humanidad ya no dudaba de la pureza como víctimas de los habitantes de la ciudad, pero sobre todo porque, mucho mejor que en la ciudad croa c roata ta de Vukova Vukovar, r, la la idea cosmopolita co smopolita parecía cumplirse en la capital m ulticultural de Bosnia. Bosnia. En su intervención en el marco de un gran coloquio de escritores, científicos e intelectua intelectuales les que se celebró en Estrasburgo del 8 al 11 de noviembre de 1991 -es decir dos meses después del inicio del asedio de Vukovar y exactamente diez días antes de la entrada del ejércit ejército o yu goslavo en la ciudad aniquilada por los bombardeos-, el sociólogo Pierre Bourdieu hizo, bajo el titulo «La Inter nacional científica y artística», un comunicado breve pero pe ro cruc cr ucia iall en el que q ue proc pr ocla lam m aba ab a sobre so bre todo to do lo sigu si guie ien n te: «Puede «Puede que sea prem aturo, aturo , puede pue de que me exceda, exceda, que no tenga ning n ingún ún derech d erecho o a decir de cir aquí lo que voy voy a decir: decir: me gustaría que fuéramos una especie de Parlamento Europeo de la Cultura. Cultura. Europeo en el sentido de que p ara mí es una etapa, un grado de universalización superior, en el sentido de que es ya mejor que ser francés.»3 Este «es ya mejor» mejor» inscribe a Bourdieu, Bo urdieu, tal ta l vez vez en contra con tra de su voluntad, en la filia filiación ción directa de Julien Benda, y parti parti Disco urs á la nation nat ion européenne européen ne que éste cularmente del Discours redactó red actó en e n 1932: «Ilustrados de todos los países, países, vosotros tenéis que ser los que clamen a vuestras naciones p orque están perpetua p erpetuam m ente en el mal, por el el mero hecho de ser naciones. [...] Plotino se avergonzaba de tener un cuer po. Voso Vo sotro tross tené te néis is que qu e s e r los que qu e se aver av ergü güen ence cen n de tener una nación.»4 Indudablemente, Europa, realidad geográfica y material, no está libre de la maldición del cuerpo; por po r lo lo tanto tan to hay que conc ebir «la «la frontera euro136
pea pe a sólo como co mo un u n a inmo in movi vilid lidad ad ilu i luso soria ria en e n un u n a evoluci evo lución ón imposible de interr int errum um pir» pi r».5 .5 Pero, Pero, precisab prec isabaa Benda al final de su discurso, este este cueipo cu eipo ya no es del todo todo tan ta n carc arnal como las antiguas patrias. pa trias. Con Con Europa, Europa , el hom ho m bre todavía prisionero de lo sensible habrá dado un gran paso hacia su destino verdadero: verdadero: «Porque «Porque incluso una Europa Eu ropa impía será necesariamente menos impía que la nación. Porque será la devoción del hombre a un grupo menos precis pre ciso, o, m enos en os indivi ind ividu duali aliza zado do,, y p o r cons co nsig igui uien ente te m enos humanamente amado, menos camalmente com pren pr endi did d o. El euro eu rope peo o esta es tará rá fata fa talm lmen ente te m enos en os ape a pega gado do a Europa Euro pa que q ue el francés francés a Francia, que el alemán a AlemaAlemania. Se sentirá vinculado de una manera más laxa en la determ de terminac inación ión por p or el el suelo, suelo, en la la fidelidad a la tierra. HaH aced Europa, Europa , incluso soberana, soberan a, y el el dios de lo lo Inmaterial Inmateria l os sonreirá.»6 El deseo de Benda, cuando Bourdieu habla, está en vías de realización. Europa sigue siendo la determinación ción particular pa rticular que separa sepa ra al al hombre hom bre de su su hum anidad. De ahí la reticencia de Bourdieu a proclam proc lamar ar esta identidad. Pero, al volverse europeo, el francés trasciende su pequ pe queñ eñez ez nat n atal al,, en e n san sa n c h a su ped p edaz azo o de tie t ierr r a y o c u p a un un espacio más amplio, más abstracto, más racional, más civili civilizado zado que la nación. De ahí, a pesar pe sar de todo, la ad hesión de Bourdieu al ideal europeo. Y tan sólo dos años después del del encuentro de E strasburgo ha nacido el el Parlamento intelectual con el que soñaba: asqueados en 1991 y en 1992 por los combates en los que se enfrasca ban, ba n, en el co c o razó ra zón n de d e E u rop ro p a, los lo s oum o um enés en és de d e Bon B onna nada da,, los nippos de Pommedé Pomm edé y los nibbonis nibbon is de Bonnaris, sus miembros, nada más asumir su función, se declararon 137
pa p a rtid rt idaa rio ri o s de la caus ca usaa de Bosnia. Bos nia. El dios di os de lo Inm In m a tete rial, en efecto, sonreía son reía a ese país. A las naciones nacion es pecadopeca doras p or el hecho mismo de se r naciones, naciones, Bosnia Bosnia oponía su pureza pu reza ontológica ontológica y su inocencia m ultinacional. ultinacional. LibeLiberados rado s de todo to do linaje, ajenos a las division divisiones, es, a las discordias y a la servidumbre camales, sus ciudadanos no tenían que sonrojarse o que disculparse disculparse por po r su pertenencia: su nombre, más que un nombre, era el emblema del cosmopoli cosmopolitis tismo; mo; su territorio, más que un lugar particupartic ular, era una maqueta de lo universal. Ser bosnio era me jo j o r que ser se r esloveno, croa cr oata ta,, alban alb anés és,, m aced ac edon onio io o serse r bio.
En 1942, es decir dos años después de haberse marchado de la Francia ocupada para emigrar a Estados Unidos y nueve años después de haber huido de la Alemania hitleriana a Francia, Hannah Arendt evoca, en pri p rim m era er a per p erso sona na del d el plu p lura ral, l, la expe ex perie rienc ncia ia terr te rrib ible le y c ada ad a vez vez más banal ban al de los refugiad refugiados: os: «Hemos perdido nuesnu estro hogar, es decir la familiaridad de nuestra vida cotidiana. Hemos perdido nuestra profesión, es decir la seguridad de ser de alguna utilidad utilidad en este mundo. mund o. Hemos perd pe rdid ido o n u e stra st ra leng le ngua ua m ater at erna na,, es deci de cirr nu n u e s tra tr a s reac re ac-ciones naturales, natu rales, la sencill sencillez ez de los gestos y la expresión espontánea de nuestros sentimientos. Hemos dejado a nuestros padres en los guetos guetos de Polonia Polonia y nuestros nuestro s mem e jore jo ress amig am igos os han ha n sido si do ases as esin inad ados os en los cam ca m pos po s de c o n centración, lo que significa que nuestras vidas privadas han sido quebradas.»7 Tres décadas más tarde, otro exiliado, Jean Améry, 138
pros pr osig igue ue la desc de scri ripc pció ión n a ren re n d tia ti a n a de la c o m u n ida id a d de los que no tenían comunidad en una meditación meditación admira adm ira ble y a som so m b rosa ro sa titu ti tula lad d a «¿En «¿E n q ué m edid ed idaa se nece ne cesi sita ta un a tierra tie rra natal?». natal?». En E n 1939, 39, Jean Jea n Amér Améry, y, que se llamaba entonces enton ces Hans Ha ns Mayer M ayer y viv vivía ía en Viena, Viena, tuvo, tuvo, porque porq ue e ra jud ju d ío, ío , q u e seg se g u ir la r u ta de los lo s c o n tra tr a b a n d ista is tass que, qu e, en un largo viaje a través de la noche, le llevó hasta Amberes. En la misma situación que Hannah Arendt, titular del mismo «nosotros» privativo y desconcertado, ha bién bi éndo dose se u n ido id o com co m o ella y d e form fo rmaa más m ás trá tr á g ica ic a toda to daví víaa -pue -p ue s él no consiguió consiguió esquivar esquivar la deportac dep ortaciónión- a la fan fan tasmagó tasm agórica rica cohorte co horte de los «caballer «caballeros os de Sin País de la triste figura y anatemizados»,8 anatemizad os»,8 Améry Améry hace una u na larga re re flexión sobre el sentido de la nostalgia: «¿Qué era esa nostalgia nostalgia del terru ño para aquellos aquellos que el Tercer Reich Reich había expulsado expulsado por p or sus opiniones polít política icass o po r su á r bol genealó gen ealógico gico?»9 ?»9 A lo que qu e resp re spon ond d e sin si n amba am bage ges: s: «Mi «Mi nostalgia nostalgia del del terruño, terruño , nuestra nue stra nostalgia nostalgia del del terruñ terr uñ o era e ra la aliena alie nació ción n del propio pro pio yo.»10 Dicho Dicho en otras o tras palabras, pa labras, lo que echa de menos quien tiene nostalgia no es sólo sólo el terru terruño ño,, sino la propia iden id en tidad. La pérdida del propio prop io hogar llena de sentido los dos términos térm inos del sintagma: sintagma: «Yo era un u n homb ho mbre re que ya no po p o d ía d e cir ci r "nos "n osot otro ros" s" y que, que , p o r e sta st a razó ra zón, n, decí de cíaa "yo" "yo" po p o r c o stu st u m b re y sin si n que qu e me a n im a r a ya el sen se n tim ti m ien ie n to de la plena posesión del propio pr opio yo.» yo.»'* '* Reducido Red ucido a sí mis mo, el expatria exp atriado do ya no es él él mismo. Huérfan Hu érfano o de la evi evi dencia, comprende por defecto que los objetos, incluso los más prosaicos o los más funcionales, no se definen sólo sólo por p or su calidad de uten silio y que, pese al al triunfo mo mo derno dern o de la inteligenci inteligenciaa racional, «todaví «todavíaa estamos estamo s redu139
cidos», para vivir humanamente, «a vivir entre objetos que nos cuen cu entan tan historias» histo rias».1 .12 Un mundo mu ndo totalmente totalm ente ca c a rente de fetiches fetiches y enteramen te sometido al pensamiento utilitario ya no es un m undo und o de verdad. verdad. Bajo Bajo la misma y dolorosa luz de la carencia, la lengua materna se revela al refugiado refugiado no como la lengua que domina, que moldea y que manipula mejor, sino como la única lengua que le habla cuando cuan do la habla y habla y que, precisam p recisamente ente por p or ello ello,, no es manipulable: «La mesa nunca mesa nunca será der Tisch, a Tisch, a lo sumo sirve sirve para pa ra senta se ntarse rse a com c om er.»13 Esta diferencia diferencia intangible pero abisal entre entr e dos pala bra b rass que qu e quie qu iere ren n deci de cirr lo mis m ism m o afect afe ctaa inclu inc luso so los exilios que culminan con éxito, como prueba la historia de los dos emigrantes oriund os de Alemani Alemaniaa que se se encue enc uentra ntran n tras varios años de estancia en Nueva York. «"¿Eres fe liz?", pregunta uno. "Soy feliz”, responde el otro, "aber glücklich glück lich bin b in ich nich ni cht.. t...” .”»1 »1* Soy feliz, feliz, per p ero o feliz no soy: lo que revela este chiste intraducibie es la parte intraduci bie de la vida, vida , y, se pre p reg g u n ta Améry, ¿qué ¿ qué es u n a vida vi da pri p ri vada sin sin su impenetrabilidad imp enetrabilidad original? original? La persona desplazada, ha dicho Hannah Arendt, es la categoría más representativa del siglo xx. Pero la lec ción ción que esta persona p ersona a su p esar se ve ve obligada obligada a extraer de su experiencia es que el hombre no conquista su hu manidad mediante la liquidación del pasado que le pre cede, el repudio de sus orígenes o el desasimiento de la conciencia sensible en beneficio de una razón omni pot p oten ente te y que qu e d om ina in a la situ si tuac ació ión n desd de sdee a rrib rr ibaa . Si se hace abstracción de su pertenen cia y de su arraigo en un medio particular, p articular, el hombre ya sólo sólo es un hombre. Y, al al ser sól sólo o un hombre -u n a pura concien concienci ciaa sin ataduras y 140
sin domicilio-, ya no es un hombre. No es la extraterri torialidad lo que lo humaniza, sino, por el contrario, el lugar al que se le adscribe y la inherencia a un mun do ya dotad do tado o de significación. significación. La «fuerza «fuerza pragmática» pragm ática» de este argumento que el pensamiento romántico opone a la filosofí filosofíaa de la Ilustración ha adquirido, ad quirido, como c omo escribe Arendt, Arendt, un «carác «ca rácter ter irrefutable» irrefuta ble»1 15 en los tiempos tiempo s tene ten e bro b roso soss de la pers pe rsec ecuc ució ión n y el exilio. Si es verd ve rdad ad q ue su tierra natal nata l se había ha bía convertido convertido en la pesadill pesadillaa de los ju díos alemanes (o de los judíos polacos) y que esta fatal coyuntura hacía que se volv volvier ieran an extranjer extranjeros os a su propia nostalgia, nostalgia, este segundo exili exilio o no anulab an ulabaa en modo algu no el primero, lo agravaba añadiendo añadiend o una un a tortur to rturaa suple m entaria al negarle negarle el derecho al enternecimiento y a su llanto consolador. Porque su patria le andaba pisando los talones, Améry Améry se esforzaba en recha rec hazar zar los los arrebatos arreb atos de la melancolía y en extirp e xtirpar ar de su ser se r el el pedazo de su vida que estaba ligado al país perdido y predador, pero «el dolor alcanzaba su paroxismo hasta convertirse en intolerable cuando, en medio de la aplicada y ardua tarea de la autodestrucción, autod estrucción, la nostalgia nostalgia tradicional vol vol vía vía a aflorar, a florar, empezaba empe zaba a bullir y reclamab reclamabaa su sitio. sitio. Lo que nuestro ferviente anhelo y nuestro deber social nos exigía exigían n que odiáram os surgía de repente repen te ante nosotros y pedía pe día se serr amad am ado: o: e stad st ado o n e urót ur ótic ico o tota to talm lmen ente te impo im posi si ble, que q ue ning ni ngún ún hech he chiz izo o psi p sico coan anal alíti ítico co es c apaz ap az d e com c om ba b a tir» ti r».1 .16 6 Pero Pero para p ara Jean Amér Améry y no se han ha n acabado acaba do las dificul dificul tades pues, m ucho más tarde, vuel vuelve ve a ocuparse de esta nostalgia nostalgia insoportable: insoportable: aún aú n tiene que mos m ostrar trar que es tri go limpio limpio y justificarse justific arse ante a nte la memo me moria ria intranqu intra nquila, ila, vig vigi141
lante y suspicaz suspicaz de d e sus lectores. No es, es, precisa, «un reza gado del d el ejército del Blu del Blut-un t-und-B d-Bod oden en »;1 »;17cuan cu and d o habla ha bla de Heima He imat, t, no tiene la mirada «vuelta hacia los antiguos echados ech ados sobre sob re sus s us pieles de oso»;18 oso»;18 pero pe ro «asociar de in mediato las palabras terruño, país o patria a un a espec especie ie de inferior in ferioridad idad espir e spiritua itual»1 l»19 9 significaría sa ca r una con con clusión sim plista y capciosa capc iosa del siglo. siglo. Améry conoce, po por haberlo experimentado en car ne propia, el pelig peligro ro mor mo r tal que el culto de la pertenencia, la segmentación de la humanidad y el confinamiento de los individuos en su raza o en su cultura representan para el mundo. Noso tros, que lo leemos hoy, hemos visto actualizarse esta amenaza, muy recientemente, en la violencia que han ejercido los nacionalistas serbios en Kosovo, en Croacia y en Bosnia-Her Bosnia-Herzegov zegovina, ina, así como en el comportam comp ortamien ien to aterra ate rrado dorr de los los croatas croa tas en Mostar. Mostar. Y todo parece indi car que este fanatismo de structor structo r de de puentes pu entes todavía todavía no ha dicho, allá, su última palabra. Pero, siendo él mismo uno de los los innum erables parias pa rias que la locura del arraigo ha desarraigado d esarraigado en este sigl siglo, o, Amér Améry y ha pasado pasad o también tam bién po p o r la expe ex perie rienc ncia ia radi ra dica call y dese de sesp sper erad adaa de la absoluta no pert pertenenci enencia a al mun m undo do.. Por lo lo tanto, tanto, no puede dec larar se satisfecho dándole dándo le la vuelta al desarra des arraigo igo y convirtién convi rtién dolo en valor posi positiv tivo o u oponiendo oponiend o la gran corriente corrien te del cosmopolitismo cosm opolitismo a los efluvios efluvios reaccionarios reacciona rios de la nostal gia. gia. Lo que ha aprend ap rendido ido de su prop ia desolación desolación es que ningún particularismo estaba legitimado para reivindi car la totalidad de su ser, pero también, e indisoluble mente, que había que «tener un terruño propio para no tener ten er que necesitarlo».20 necesitarlo».20 Dicho Dicho de otro otr o modo, inhum inh um ana an a es la la determinación determ inación del del homb ho mbre re por p or el el suelo y po r la san142
gre, gre, y no menos m enos inhum in hum ana es la la vida vida titubean te del del homhom bre br e al que q ue se s e le priva priv a de las bas b ases es terr te rree stre st ress de su s u exis e xisten ten-cia. «Tengo ahora veintisiete años de exilio a mis espaldas», constata Améry, «mis compatriotas espirituales son Proust, Sartre, Beckett. Sin embargo, sigo convencido de la necesidad de encontrarme entre los propios compatriotas por las calles de la aldea o de la ciudad pa p a ra va v a lora lo rarr mejo me jorr a los co c o n c iud iu d adan ad anos os esp e spir irit itua uale les, s, y de que el internacionalismo cultural sólo puede prosperar dentr de ntro o del ám bito de una u na segur se guridad idad nacional.»21 En el mom ento mismo de rom per con su pasado y de forj forjars arsee una identidad nueva permutando las letras de su nom bre, bre , el anti an tig g uo H ans an s Maye M ayerr hace, ha ce, p o r defec de fecto, to, est e stee descu des cu- brim br im ien ie n to filosófico filosó fico con c onsi side dera rabl ble: e: tod to d o lo l o que qu e es e s da d a d o al hom bre y no construido, construido , escogido, escogido, deseado po r él no es, es, ipso facto, opresivo opresivo o alienante. Todo lo que condiciona su ser no pertenece al orden del condicionamiento: hay unos límites al al poder pod er de cada cual c ual sobre su vida, vida, que poseen la paradójica virtud virtud de hacer ha cer que la libertad sea sea posible. sible. Como Arendt, Arendt, Améry Améry es una u na perso pe rsona na desplaz de splazada ada y, como com o ella, ella, está desplazado desplaz ado en todas partes. pa rtes. No cabe en el marco de las antinom ias que, que, para pa ra las las mentes ilustradas, resumen sin embargo la época: o bien la esencia del se hom bre se defíne defíne a través de una especie de atadura, según la definición proporciona propo rcionada da po r Emma Em manue nuell Lévi Lévina nas, s, ya en 1934 1934,, de la filosofía hitleri hit lerian ana;2 a;22 2 o bien bie n el desar des arra raiigo es lo propio del hombre. O bien lo natal, lo nativo, la nación, la naturaleza, o bien la libertad. O bien la pre po p o n d e ran ra n cia ci a del Otro, Otr o, o bien bi en la au a u ton to n o m ía del de l Yo. Yo. O bien bi en la gratitud hacia lo dado, o bien la capacidad de pensar, de sen tir y de actu ar po r uno mismo. O bien el el peso del 143
ser, o bien la liviandad del sujeto. 0 bien la adscripción adscripc ión genealógica, o bien la afirmación individual. O bien la identidad, o bien la humanidad: bajo todas sus formas, este este dualismo dualism o se establece establece en lo más profundo profun do de la con dición humana. Y Hannah Arendt y Jean Améry han dedicado lo esencial de su actividad intelectual a recom pone po nerr los pedaz p edazos os porque, en cierto sentido, han experi m entado su insuficiencia. insuficiencia.
Imposible en la posguerra, esta ruptura que el paria inflige en el pensamiento no siempre se ha producido, a pe p e sar sa r del desp de splo lom m e del ú ltim lt imo o de los dos do s siste si stem m as, as , que, que , en palabras de Vassili Grossman en Vie et Destín, no re trocedían ante nada porque el mundo, tanto para uno como para otro, era voluntad. La ilusión revolucionaria ha muerto, pero p ero no la aproximación aproximación disyuntiva disyuntiva de la rea lidad sobre la que es ta ilusión se asentaba. asen taba. La victoria de la democracia dem ocracia no n o ha h a significado significado el el fin del gran dualismo d ualismo del cual la idea comunista supo sacar partido durante tanto tiempo y con tanta habilidad. Es exactamente lo contrario, como dem uestra Pierre Pierre Bourdieu al asum ir el relevo relevo de Julien Benda y como com o proclam p roclamaa explícit ex plícitamente amente el gran gr an novelista nov elista Mario M ario Vargas Llosa: Llosa: «Uno de los ideales de nuestra nu estra juventud - la desaparición de las fronteras, la la integración integración de los países países del del m undo en e n u n sistema de in tercambio benefici beneficioso oso para todos, sobre todo para aque llos que tienen una necesidad urgente de salir del sub desarrollodes arrollo- tiende a con cretarse en la actualidad. Pero Pero,, contrariamen con trariamente te a lo que pensábamos, no h a sido la la revo revo lución lución socialist socialistaa la que ha suscitado esta intemacionali144
zación, sino sus bestias b estias negras: el capitalismo cap italismo y el m erca erca do. Sin embargo, éste es el más bello progreso de la his toria moderna porque establece las bases de una nueva civil ci viliza izaci ción ón a escala planeta plan etaria ria que se organiza organ iza alrededo alred edorr de la democrac dem ocracia ia política, política, del predom pred ominio inio de la sociedad civi ci vil, l, de la libertad económ econ ómica ica y de los los derechos derecho s del hom ho m bre.»2 bre .»23 3 No ca cabe be may m ayo o r cl clar arid idad ad:: con, con , com co m o viáticos, viático s, la e con co n o mía de mercado, m ercado, el poder pod er elect electiv ivo o y -gara -g arantiz ntizad adaa por po r los los derechos del hombre- la independencia de la sociedad respecto al poder, la democracia demo cracia liberal sucede a su sucesuc e sor: sor: el hombre al fin humano porque es al fin universal. Pero, Pero, para pa ra que qu e el el inventario de este apoteosis sea sea comple comp le to, habría hab ría que aña d ir a las cuatro cua tro componentes compo nentes de la la nue nue va civil civilizaci ización ón mund m undial ial destacad de stacadas as y celebradas celebra das p or Var Var gas Llosa la técnica o, con mayor precisión, la técnica informática. informá tica. Como dice el el d irector irec tor del laboratorio labo ratorio de los medios de comunicación del famoso Massachusetts Institute titu te of o f Technol Technology, ogy, Nicholas Negroponte: «La «La inform a ción ci ón ya no es un asun to de ordenadores, es un modo de vida.»24 Como cada objeto, producto, libro, cuadro, mu seo o monum m onum ento tiene a p artir de ah ora su doble digi digita tal, l, como cada hom bre disp dispone one de un m onitor (o está a pun to de disponer dispo ner de uno), como todos los monitores mon itores tienden a estar esta r conectados a u na gigantesca gigantesca tel telaa de arañ a m un dial dial -la -l a world wide wide w eb y como lo digital digital,, para pa ra colmo, colmo, ha conquistado conqu istado el universo universo sonoro, ya no hay distancia o ex terioridad que valga valga,, ningún ningú n objeto, objeto, ningún ningú n ser, ninguna voz voz -se -s e a cual sea el el lugar de la la tierra, del aire o del del m arar está fuera del alcance del más pequeño de los ordena dores portátiles. De inmediato, podemos comunicarnos 145
con cualquier persona y puede encargarse cualquier cosa: basta bas ta con un u n simple clic. clic. Nue N uest stro ro final fin al d e siglo n o h a b ría rí a vu vuelt eltoo a en entr tron oniz izar ar,, aplicado a esta técnica, el término majestuoso de Revo lución, lución, si si se tratara trata ra sólo sólo de una nuev nuevaa prótesis prótesis o de una un a maquinaria con mayores prestaciones. Los servicios inauditos que presta el monitor total cambian radical mente la relación con la realidad. A partir de ahora, el hombre tiene tiene lugar sin que el lugar pueda preten p retender der ejer ejer cer sobre él él la más m ínima influenci influencia. a. Su presencia en la Tierra ya no es un domicilio fijo. Se creía condenado, pa p a ra siem sie m pre, pr e, al hic et nun c : con el reino rein o del tiempo tiem po real y de la imagen instantánea, todo es ahora, la palabra aquí ya prácticamente prácticame nte no quiere decir nada. En la era del del correo electrónico, electrónico, las las señas, que eran era n antes a ntes la humilde y obligatoria respuesta de cada cual a la pregunta «¿dón de?», de ?», se se han vuelto v uelto a su vez móvile móviles. s. «La «La mayor ma yor parte pa rte de los niños norteamericanos no establece diferencia entre los bálticos y los balcánicos, no saben quiénes eran los visigodos e ignoran dónde vivía Luis XIV», recuerda Nicholas Negroponte. «¡Y qué! ¿Por qué habría de ser tan importante? impo rtante? ¿Y usted, acaso sabe s abe que Reno está al oeste de Los Ángeles?»25 ¿Por qué rasgarse las vestiduras, en efecto? Gracias al arrinconam arrinco namiento iento de la topolog topología ía a través de la tecnolo tecnolo gía, la experiencia humana, demasiado humana, de la vecindad vecindad da paso a la embriaguez olímpica de una un a equi distancia universal. El hombre ya no es vernáculo, es plan pl anet etar ario io.. S u e n tor to r n o inm in m e d iato ia to ya y a no n o es e s local, lo cal, sin si n o di d i git gital. al. Estaba vinculado vinculado a un u n territorio, territorio, ahora ah ora está enchu fado a la red y lo autóctono se le da un ardite. La inhe146
rencia al mundo era su destino, el espectáculo y la con vocación del mundo señalan su acceso a la libertad. Ci be b e m a u ta, ta , y org o rgul ullos loso o de d e serlo, ser lo, desp de spre reci ciaa la obsc ob scen enaa m a terialidad terialida d de d e las cosas y se inclina p or los deleites sin fin de un espacio inmaterial. Era geográfico e histórico, ahora es angélico, ajeno angélico, ajeno como los ángeles a las penalida des de la vida en la Tierra y al orden de la encamación, dotado dotad o como com o ellos ellos del del don de la ubicuidad ubicuid ad y del de la in gravi gravidez dez.. Tenía que sop ortar or tar una un a m emoria em oria más m ás vie vieja ja que él que le obligaba mientras m ientras le particularizaba; aho a ho ra está liberado del peso del pasado, de esa in trusión trusió n del aquí aqu í y ahora, de esta alteridad íntima, de esta grave herida infli infli gida al al sueño de a utarquía utarq uía y de esta presencia dentro de sí de los muertos a los que llaman, por antífrasis sin duda, la identidad. Fin de la existencia enclaustrada: como la comunicación y la conexión generalizadas han bo b o rrad rr ado o -m - m ila il a g roso ro so lifting- las lifting- las arrugas arruga s que las fronteras habían esculpido esculpido en el el rostro de la hum anidad, la perte perte nencia padecida desaparece en beneficio de la relación elegi elegida: da: todos los m uertos están disponibles disponibles a p artir ar tir de ahora; «la «la feli felicidad cidad si me apetece», cada cual cu al puede bau bau tizar a su hijo con cualquier nomb re de la Tierr Tierra, a, ench u farse, farse, sin salir de la habitación , a cualqu cu alquier ier diversión, diversión, ac ceder a las catástrofes catástrofes en directo, explorar tumb ado en el sofá las las culturas más lejanas lejanas,, irru m pir sin avisar en to dos los lugares memorables, ir, sin moverse de casa, a mirar escaparates a las antípodas y navegar a voluntad po p o r los ban ba n c o s de da d a tos to s de la gra g ran n am a m alg al g am a mun m und d ial ia l en en que se han convertido las tradiciones. Antes uno estaba en un u n sitio o en otro, d entro o fuera, fuera, en su casa o en el ex ex tranjero, era bohemio o burgués, casero casero o nómada. nóma da. Este 147
«o» ha h a pasad p asado o a m ejor vida vida:: lo que significa que la cuali dad de turista, en el hombre, poco a poco reemplaza la de habitante y que está empezando una era en la que, con la abolición co njunta de las distancias y de los los desti nos, cada cual podrá p odrá s er en igualdad de condiciones el el vi vi sitante de cualquier cualq uier cos cosa. a. «¿Cómo sería», se preguntaba Chateaubriand, «una sociedad universal que no tuviera países particulares? ¿Una sociedad que no fuera francesa, ni inglesa, ni ale mana, ni española, ni portuguesa, ni rusa, ni tártara, ni turca, ni persa, ni italiana, italiana, ni china, ni nortea mericana me ricana o que mejor dicho fuera todas estas sociedades a la vez? ¿Qué ocurriría con su inteligencia, sus costumbres, sus cienc ciencias ias,, su arte, su poesía? poesía? Podría usted a lmorzar lmo rzar en Pa rís rís y cenar en Pequín gracias a la rapidez de las com uni caciones; qué maravilla; ¿y luego qué? ¿Cómo se expre sarían las pasiones experimentadas a la vez al estilo de los diferentes pueblos en los diferentes climas? ¿Cómo entraría en el lenguaje esta confusión de necesidades y de imágenes, imágenes, producida s p or soles soles divers diversos os que hab h abrían rían iluminado una un a juventud, juventud, una un a virilidad virilidad y un a vejez vejez comu com u nes? ¿Y cómo có mo sería ser ía ese lenguaje?»2 lenguaje? »2* * Iluminad a por p or el sol sol único y eterno de lo m ultimedia, ultimedia, esta sociedad existe. La técnica de nuestro tiempo ha dado cuerpo a lo que pa ra Chateaubriand todavía todavía no era más que una preocupante hipótesis. Y nuestra ética ha acogido esta nueva realidad como la realización de lo Ideal. Para el hombre planetario, en efecto, la violencia nace de la pertenencia, la purificación purificación étnica procede di recta y naturalmente del enviscami enviscamient ento o impuro e n u na realidad particular. Para este enamorado de lo Inmate148
nal, la gravidez es el origen de todos los horrores. Para este viajero viajero inmóvi inmóvil, l, la guerra guer ra es un u n arcaísm arc aísm o y resulta de la oposición oposición preangélica preangélica entre el aquí y el en otra parte. El Mal, Mal, dicho de otro o tro modo, nace p or las patrias y po r los los patr pa tron oním ímic icos os.. El Mal es el m u e rto rt o q u e se a p o d e ra del de l vivo vivo y es la dicta di ctadu du ra ejercida p o r los los apellidos sobre los nom bres bre s de pila. El Mal es el espíritu que, en vez de em pr p r e n d e r el vuelo, vue lo, cae ca e a p last la staa d o p o r su p rop ro p io peso pe so y se hace carne. El Mal es la encarnación. ¡Menuda estupidez, la tierra! ¡Pero qué alivio, también, ver una nueva generación refractaria a las colinas originarias emerger del angelical monitor y del paisaje virtual! ¡Qué alivio, este universo fluido fluido y lig ligero ero,, etéreo y cam biante, dan d anzan zan te y dúctil, en el que nad n adaa acontece ni se pierde de forma definitiva, donde todo se visita, se intercambia, se mezcla y se se combina com bina a voluntad, voluntad, donde, en una un a palabra, cada cual puede por p or fin fin afirmar: afirmar: «Soy un m apam undi y todo el mund mu ndo o al mismo mism o tiempo»!27 tiempo»!27
«El hombre hom bre moderno mo derno cam bia su tierra p or el el mundo. ¡Menudo negocio!»2 negocio!»2*, exclam excla m aba ab a Jean Je an Améry, Améry, al a l que qu e poco po co falt fa ltab abaa p a r a p e n s a r com co m o Che C hest stee rto rt o n que q ue «el «el tro tr o ta mundos vive en un mundo más restringido que el cam pesin pe sino» o».2 .29 9 P ero er o igno ig nora rab b a que qu e este es te neg n egoc ocio io iba, p o r a sí dede cirlo, a cerrarse a expensas suyas o en su nombre. En efecto, el hombre moderno, apoyándose en la experiencia de las las personas person as desplazadas, desplazadas, hace del arraigamiento arraigam iento el moderno pecado de la carne y resume la lección del sigl siglo o transc urrid o a esta intimida nte alternativa: alternativa: turismo o barbarie. Veamos, por ejemplo, lo que escribe Pierre 149
Nora, No ra, m aest ae stro ro d e ob o b ras ra s d e Lieux Lie ux de m émoir ém oire, e, ese monumental inventario de los lugares y símbolos donde ha cristalizado la identidad identid ad francesa: «Medido «Medido con sus criterios tradicional tradicionales, es, el sentimiento nacional pued e parecer parec er en regresión. Pero ha cambiado sin duda menos de intensidad que de escala, y de modo de expresión [...]. Ha pas p asad ado o de d e agre a gresiv sivo o y m ilit il itaa r a com c ompe petiti titivo, vo, volcad vol cado o en el culto de los rendimientos industriales y de los récords deportivos. deportivos. Ha pasado pasad o de sacrifícador, funes fu nesto to y defensivo a gratificador, a curioso y, diríase, a turístico. De pedagógico, dagógico, ha pasado pasa do a mediático; mediático ; y de colecti colectivo, vo, a individual e incluso a individualista. Una Francia a la carta, m enú en ú y map m apaa Michelin. M ichelin...»3 ..»30 0 Destitución de Michelet po r Micheli Michelin; n; sustitu su stitució ción n del modelo modelo sacrifícador sacrifícador por el pa radigm a estético o gastronómico; nómico; anulación, a nulación, en beneficio beneficio de la disponibilidad del pasa pa sado do,, de la deu de u d a con co n los mue m uert rto o s; inv i nver ersi sión ón de d e la obliobl igación patriótica en goce patrimonial; metamorfosis de la implicación en degustación; transformación del ciudadano dadan o en observador observador;; disolución disolución del tiempo en el espacio, de lo normativo norm ativo en lo recreativo recreativo y de lo político político en lo cultural; cultural; sustitución p or un gran circuito suntuosam ente baliz ba lizad ado o de d e las la s afilia afi liaci cion ones es d e a n tañ ta ñ o y d e tod to d as las vie jas ja s disco dis cord rdia ias: s: el co c o n sum su m o pon po n e el belic be licis ism m o na n a cion ci onal alis is-ta fuera de combate, la propia nación en tra en la era del autoservicio. Resumiendo, el hombre moderno puede estar es tar orgulloso orgulloso del progreso realizado realizado:: turista turi sta de sí mismo y turista turista del otro, otro, deambula, deam bula, a modo de mundo, por un inmenso parque de atracciones, por un museo interminable donde don de la identidad identida d y la la diferencia se ofrecen por po r un igual igual a su m irada discrecional. discrecional. 150
El turismo, en otras palabras, no es meramente la manera man era itinerante itinerante que tienen los sedentarios sedentarios contempocontemporáneos de ocupar su tiempo libre, es el estado hacia el que se dirige la huma hu manidad nidad,, y ese estado, estado, a la hora de los bala ba lanc nces es,, se s e erig er igee en e n val v alo o r sup su p rem re m o . Ese Es e tu t u ris ri s m o de d e desde stino accede, adem ás, al rang o de Bien Soberano. Sob erano. «¡To «¡Todo doss turistas, turis tas, tu ristas rista s p ara siempre!» siempre!» As Así reza la fórm ula final de la emancipación eman cipación y de la fraternidad. Lo que reivindica reivindica hoy en día el herm oso térm ino de cosmopolitismo cosmopolitismo ya no es, es, pa ra citar c itar un a vez vez más a H annah ann ah Arendt, Arendt, «la disposidisposición a c om partir pa rtir el el mun m undo do con co n otros otro s hom hombres bres», »,^ ^» sino la mundialización del Yo; ya no es esta mentalidad ensandefinida p or Kant K ant como la ap tichada , adm irablemente definida tud para transportarse con el pensamiento hacia otros pu p u n tos to s d e vista vi sta,, s ino in o u n a d ilat il atac ació ión n de la subj su bjet etiv ivid idad ad y la cualidad inherente al hombre planetario que por fin ha salido del limbo. limbo. Niet N ietzs zsch chee decía: decía : «El d e sie si e rto rt o crece cre ce.. ¡Que caig ca igaa la desde sgracia sobre so bre quien qu ien proteja p roteja el desier desierto! to!» » Que caiga la la desgracia sobre nosotros pues, ya que, que, conforme a la inquietud de Chateaubriand y a la profecía nietzscheana, la pla p lan n e tari ta rizz ació ac ión n se e stá st á impo im pon n ien ie n do, do , el d esie es iert rto o crec cr ecee y, pese pe se a la en señ se ñ a n z a de Améry, es la m e m o ria ri a del de d e sast sa stre re lo que protege el desierto, desierto, como com o si este sigl siglo o sólo hubiera hu biera tenido lugar par a pro hibir hib ir la nostalgia nostalgia de la tierra y para velar sobre la buena bue na m arch a de las operacione operaciones. s.
1 51
EPÍLOGO
En las páginas finales de la primera edición de su li bro b ro sob s obre re los orígen oríg enes es del tota to talit litar aris ism m o, p ub ublic licad adoo en I n The Burden Burden o f Our Time («la carga glaterra con el título The de nuestro tiempo») tiempo»),, Hannah Hann ah Arendt designa con la la pa labra resentimiento la disposición afectiva característica del hombre hom bre moderno. mode rno. Resentimien R esentimiento to contra «todo «todo lo que viene viene dado, incluida inclu ida su propia prop ia existenc existencia»; ia»; resentimiento resentim iento contra «el hecho de que no es el creador del universo, ni de sí mismo». Impulsado por este resentimiento funda mental a «no encontrarle pies ni cabeza al mundo tal como viene viene dado», el el hombre homb re modern mo dernoo «proclama abier tamente que todo está permitido, y cree secretamente que todo es posible».1 Todo Todo es posible posib le : este axioma axioma ha demostrado dem ostrado su poder devastador en los los crímenes peipetra pe ipetrados dos en nombre nomb re de la humanida hum anidadd universal así como en aquellos aquellos que la idea de de humanidad superior ha servido para justificar. Extra yendo las enseñanzas de la catástrofe, Hannah Arendt afirma, en el m ismo texto texto,, que la gratitud es la única alal153
temativa al nihilismo del resentimiento, «una gratitud fundamental por las escasas cosas elementales que nos vienen invariablemente dadas, como la vida misma, la existencia del hom bre y el mundo. mund o. [...] [...] En el ámbito ám bito de d e la políti po lítica, ca, la gra g rati titu tud d pon po n e el acen ac ento to en el hec h echo ho de que q ue no estamos solos en el mundo. Sólo podemos reconciliar nos con la variedad del género hum ano y con las diferen cias entre en tre los hombres hom bres [...] [...] tom ando an do conciencia, como com o de de una un a gracia extraordinaria, del hecho de que son los los hom hom bres br es y no el hom ho m bre br e quien qui enes es ha h a b itan it an la Tie T ierr rraa ¿Se ha producido esta reconciliación? A modo de plur pl ural alid idad ad,, las redes red es y los flujos está es tán n edi e dific fican ando do u n a so s o ciedad planetaria. Angélicos, atareados y vigilantes, sus apóstoles están convencidos de encamar la resistencia contra lo inhumano. Pero esta alternativa entre la eufo ria comunicacion com unicacional al y los los viej viejos os demonios es una u na falacia. falacia. Disimula, bajo la edificante apariencia de un combate prim pr imor ordi dial al,, la desa de sapa pari rici ción ón de d e la amis am ista tad d en la l a sentim sen timen en-talidad, el desvanecimiento debido al turismo generali zado de la tradicion al distinción entre lo próximo próximo y lo le le jan ja n o , y p o r ú ltim lt imo, o, la vict vi ctor oria ia del coloq co loqui uio o m undi un dial al del mismo con el mismo sobre el mundo m undo comú c omún n y sobre sobre la idea de humanidad hum anidad que la gratitud presupone. presupone. El proceso sigue su curso. Los acontecimientos no han ha n llegado llegado a significar un acontecimiento acontecim iento que sacuda sacud a al hombre moderno. El reino del sentimiento y la derrota, que sólo puede ser s er de la ideolog ideología, ía, no han h an puesto fin al imperio imp erio del resentimie resen timiento. nto. ¿Inutilida ¿ Inutilidad d del siglo xx? xx? » .2
154
NOTAS
E
l
ú l t i m o j u s t o
1. Prim Pr imo o Levi, Si esto es un hombre, Muchnik Editores, Barcelona, 1987. mercade derr de Venec enecia ia,, en Obras com2. Shakespeare, El merca pletas, pletas, Aguilar, Madrid, 1951. 3. Emma Em manue nuell Lévinas Lévinas,, «Nom d 'un 'u n Chien ou le Droit Droit na Difftcil cilee Libe Liberté rté,, Albín turel», en Difft Albín Michel, París, París , 1976 1976.. Ibid.. 4. Ibid
I. ¿Q u
ié n
es m i s emej a n t e
?
Antropol pologí ogía a estructural, estructural, Paidós, 1. Claude Lévi-Strauss, Antro Barcelona, 1992. Difftcil cilee Liber iberté té,, op. op. cit. cit. 2. Lévinas, Difft 3. Rémi Brague, «Cosmos «Cosmos e t éthique. La fin d'un d' un modé modé Acta Instituti Instit ution onis is Philosop Philosophia hiaee et Aesthet Aestheticae icae,, vol. 12 le», en Acta (1994).
155
4. Platón, D Platón, Diá iálo log gos, os, Timeo, Timeo, Gredos, Gredos, Madrid, 1992. 5. Aristóteles, Po Aristóteles, Polít lític ica, a, Alianza, Alianza, Madrid, 1986. 6. Citado Cita do p o r Georges Duby, Duby, Tres órdenes o Lo imaginario del feudali feudalismo, smo, Taurus, Taurus, Madrid, 1992. 7. Alexis de Tocqueville, La demo democra cracia cia en Amér América ica,, Alianza, Madrid, 1985. 8. Ibid Ibid.. 9. Citado p or Mariane Mahn-Lot, Mahn-Lot, Bartolomé Bartolomé de Las Ca Ca sas et et le le Droit roit des des Indiens, Payot, Indiens, Payot, París, 1995. 10. Citado por po r Tzvetan Todorov, L Todorov, La a Conqué Conquéte te de l ’Améri Améri que, Seuil, que, Seuil, 1982. 11. Citado Cita do p o r Lewis Lewis Hanke, Hanke , Colonisation et Conscience chrétienne au XVIéme siécle, siécle, Pión, Pión, 1957. 12. Las Casas, Casas, citado cit ado po p o r Alain Alain Milhou, prefacio prefa cio a La La Destruc Destruction tion des des Indes de Bartolomé Bartolomé de Las Casa Casas, s, Chandeigne, París, 1995. 13. Ver E m st Cassirer, Indiv Cassirer, Individu idu et Cosmos dans la philo sophie de la Renaissanc Renaissance, e, Minuit, Minuit, París 1983. 14. Citado por po r Mariane Mar iane Mahn-Lot, Bartolom Mahn-Lot, Bartoloméé de Las Ca Ca sas et le Droit Droit des Indiens, Indiens, op. op. cit. cit. 15. Citado po p o r Lewis Hanke, Colonisation et Conscience chrétienne au XVIéme XVI éme siécle siécle,, op. cit. 16. Citado por po r Mariane Maria ne Mahn-Lot, «Las «Las Casas et les Cul ture tu ress paY paYenne ennes» s»,, en e n Le Supplément, revue revue d'éthique, d'éthique, junio junio de 1995. 17. Montaigne, Ensayos, Montaigne, Ensayos, Tusquets, Tusquets, Barcelona, 1993. 18. Montesquieu, D Montesquieu, Del el espíritu de de las las leye leyess, XV, 5, Tecnos, Madrid, 1985. 19. Claude Lévi-Strauss, Antro Antropo polo logía gía estruc estructur tural, al, op. cit. 20. Pascal, Pensam Pascal, Pensamientos, ientos, Alianza, Alianza, Madrid, 1986. 21. Ibid Ibid.. 156
22. 22. Pascal, «Trois «Trois discour disc ourss sur la conditio con dition n des Grands», Pensé séees sur la la politique, politique, Rivages-Poche, 1992. en Pen La demo democra cracia cia en en Amér Améric ica, a, op. 23. 23. Alexis lexis de Tocquevi Tocqu eville, lle, La
cit. 24. Citado por po r Paul Vemiére, Lumiéres Lumiéres ou Clair lair-o -obs bscu cur, r, PUF, 1987. 25. Tomo esta expresión de Robert R obert Legras, «La reconnaissance sensible de l'homme p a r lliomme», EPOKH EPOKHE E 2, 2, Jéróme Millón, 1991. Ver también, de Robert Legras,
L'id L'idée ée d ’humanité. huma nité. Introduction Intr oduction á la phénoménologie phénoménologie,, Grasset, 1990, magnífico libro al que este capítulo debe mucho. 26. Alexis lexis de Tocqueville, La dem democr ocraci aciaa en Amér Améric ica, a, op. op.
cit. Les Hom Hommes mes cont contre, re, Austral, 1995. 27. 27. Emilio Lussu, Les Ibid.. 28. Ibid 29. 29. Vladimir Vladi mir Jankélévitch, Traité des Vertus. Les vertus et l'amour 2, Bordas, 1970. n . Los Los OROPELES DEL NOMBRE COMÚN 1. Raymon Ray mond d Aran, Le Spectateur Spectateur engagé. Entret Entretien ien av avec ec J.J. L. L. Missika Missika et D. Folto Folton, n, Presses-Pocket, 1983. Réflexion onss sur s ur la question question juive, Ga2. Jean-Paul Sartre, Réflexi llimar llim ard, d, col. «Folio Essais», 1985 1985.. Ibid.. 3. Ibid Dits et Écrits, Écrits, Gallimard, col. «Bi4. Michel Foucault, Dits bliothéque blioth éque des d es Scien Sciences ces humaines hum aines», », 1994, vol. vol. IV IV. existencialismo es un hum human anism ismo, o, Edhasa, 5. Sartre, El existencialismo Barcelona, 1991. 6. Ibid Ibid.. 157
7. Pico della Mirándola, Mirándola , Oeuvres philosophiques, PUF, 1993. 8. Sartre, El ser y la nada, Alianza, Madrid, 1984. Ibid.. 9. Ibid 10. Witold Gombrowicz, Gombrow icz, Dia Diari rio, o, 19571 1957196 961, 1, Alianza, Madrid, 1989. raitre re de André Gorz, Seuil, 11. Sartre, prefacio a Le Trait 1958. 12. Sartre, El existencia exis tencialismo lismo es un huma hu mani nism smo, o, op. op. cit.
13. Sartre, Réflexions Réflexions sur su r la question juive, juive, op. cit. cit. Difficil cilee Liber iberté té,, op. op. cit. cit. 14. Lévinas, Diffi 15. Lévinas, Alté Altéri rité té et Tran Transc scen enda danc nce, e, Fata Morgana, 1995. 16. Lévinas, Diffi Difficil cilee Liber iberté té,, op. op. cit. cit. 17. Lévinas, Human Hum anismo ismo del otro hombre, Caparrós Editores, Madrid, 1993. 18. Lévinas, L'Au L'Aud delá elá du verset, verset, Minuit, París, 1982. De otro otro modo que ser o más allá allá de la esenc esencia, ia, 19. Lévinas, De Sígueme, Salamanca, 1987. Réflexion n faite. faite. Autobiog Autobiograph raphie ie inte intelle llec c 20. Paul Ricoeur, Réflexio tuelle, Esprit, 1995. 21.. Roland Barthes, 21 Barthes , El susurro del leng lengua uaje je:: más allá allá de la Ibéric a, Barcelona, Barcelona , 1987. pala palabr bra a y la escritur escritura, a, Paidós Ibérica, 22. Aimé Césaire, Discours Discours sur le colonialisme, colonialisme, Présence africaine, 1989. ideolo logí gía a alemana, Universidad de Valencia, 23. Marx, La ideo 1992. 24.. Sartre, prefacio a Frantz Fanón, 24 Fanón, Les Les Damnés de la ieierre, Gallimard, col. «Folio Actuel», París, 1991. 25. Jacques Derrida, Moscou Moscou alle aller rre reto tour ur,, Éd. de l’Aube, 1995. 158
26. 26. Roland Barthes, Bart hes, Oeuvres complétes, 1.1, Seuil, París, 1993. 27. Claude Lefort, Les Les Form Formes es de l ’Histoi istoire re.. Essais d'a d'an n thropolog thropologie ie politique, poli tique, Gallimard, París, 1978. 28. 28. Foucault, Fouc ault, «Qu'est-ce «Qu'est-ce que les Lumiéres?», en Dits Dits et Écrit Écrits, s, op op. cit., cit., vol. IV. Ibid. 29. Ibid. 30. Ibid Ibid.. Dits et Écri Écrits, ts, op. op. cit., vol. III. 31. Foucault, Dits 32. Ibid Ibid.. 33. 33. Foucault, Fouc ault, «Qu'est-ce «Qu'est-ce que les Lumiéres?», art. ar t. cit. cit. 34. Sartre, El ser y la la na nada da,, op. op. cit. cit.
III. E l
t r iu n f o
d e l a v o l u n t a d
1. Julien Benda, La La Trahiso Trahisonn des cler clercs cs,, Jean-Jacques Pauvert, París 1965. 2. Ibid Ibid.. 3. Benda, La Fin Fin de Vét Vétem emel el,, Gallimard, París, 1977. Lénine et la Philos Philosoph ophie, ie, Maspero, 4. Louis Althusser, Lénine París, 1972. 5. Benda, citad cit ado o por po r Louis-Albert Louis-Albert Revah, Julien Benda, Benda, Pión, París, 1991. 6. Hanna Ha nnah h Arendt, Arendt, Los oríg orígen enes es del totalitari totalitarismo. smo. Vol. 3. 3. El totalitari totalitarismo, smo, Alianza, Madrid, 1987. 7. Frangois Furet, Le Le Pas Passé sé d'un illusion illusion.. Essai sur su r l'id l'idéée communiste au XXéme siécle, Robert Laffont/CalmannLévy, París, 1995. 8. Hitler, citado cita do en Norman Nor man Cohn, Cohn, El mito de la conspiración judía mundial, Alianza, Madrid, 1983. 9. Adam Adam Müller, Müller, citado por po r Albert O. Hirschm Hirsc hman an,, Deux Deux 159
Siécles de rhétorique réactionnaire, Fayard, París, 1991. 10. Joseph de Maistre, Las vela velada dass de San Peter etersb sbur urgo go,,
Espasa-Calpe, Madrid. La 11. Odo Marquard, «La philosophie de l’histoire», La Pen Pensé séee politique, politique, 1, Hautes Études/Gallimard/Le Seuil, Pa rís, 1993. Hitlerr me dijo, Atlas, Madrid, 12. Hermann Rauschning, Hitle 1946. Reflexiones nes sobre sobre la Revolución Fra Frann13. Edmu Ed mund nd Bu Burke rke,, Reflexio cesa, Rialp, Madrid, 1989. 14. Hitler, M p or Philippe Philippe Burrin, Hit Mein ein Kampf, citado por ler et les Juifs. Juif s. Genése Genése d'u d' un génocide, Seuil, París, 1989. 15. Ha Hanna nnahh Arendt, Los oríge orígene ness del del totalit totalitaris arismo. mo. Vol.3 l.3. El totalit totalitari arism smo, o, op. op. cit. cit. 16. Tocqueville, Correspondance TocquevilleGobineau, Oeuvres Oeuvres complétes, complét es, vol. IX, Gallimard, París, 1960. 17. Ibid Ibid.. 18. Hitler, citado por Hermann Rauschning, Hitler Hitler me dijo, op. cit. 19. Hannah Arendt, Eichman Eich mann n á Jérusalem, Jérusalem, Gallimard,
col. «Folio Histoire», Histoi re», París, Par ís, 19 1991 91.. 20. Charles Péguy, Note conjointe sur su r Monsieur Des Desca carr vol. III, Galli G allimard mard,, «Bites... , en Oeuvres en prose complétes, complé tes, vol. bliothéque blioth éque de la Pléiade», Pléiade», París, 1992. 21. Ibid Ibid.. Discourss secre secrets, ts, Gallimard, 1978. 22. Himmler, Discour 23. Ibid Ibid.. 24. Hitler, Mein Kampf, citado por Eberhard Jáckel, Hitle Hitlerr idéo idéolog logue ue,, Gallimard, París, 1995. 25. Himmler, Discou Discours rs secr secret ets, s, op op. cit. cit. 26. Ian Kershaw, «Retour sous sou s le totalitarism tota litarisme», e», Esprit, Esprit, enero-febrero, 1996. 160
27. G. K. Chesterton, Ortodoxia, Ortodoxia, Alta Fulla, Barcelona, 1988. 28. 28. Arthur Arth ur Koestler, El Koestler, El cero cero y el infinito, infinit o, Destino, Destino, Barce lona, 1986. 29. Ibid Ibid.. 30. 30. Claude Lévi-Strauss, Lévi-Straus s, An Antro tropol pología ogía estructu estructural, ral, op. op. cit cit.. 31. Ibid Ibid.. 32. 32. Milán Milán Kunder Kun dera, a, L La a insopor insoportab table le leved levedad ad del ser ser,, Tusquets, Barcelona, 1987. 33. 33. Hannah Han nah Arendt, Ju Arendt, Juge ger. r. Sur Su r la philosophie politique de Kant, Seuil, Kant, Seuil, París, 1991. 34. Renán, El porvenir de la ciencia, ciencia, Doncel, Madrid, 1976. 35. Ibid Ibid.. 36. 36. Hanna Ha nnah h Arendt, Ju Arendt, Juge ger, r, op. op. cit. cit. 37. 37. Hanna Ha nnah h Arendt, El Arendt, El totalitari totalitarismo, smo, op. op. cit. cit. 38. Ibid Ibid.. 39. Barthes, Oeuvres complétes, vol. vol. I, op. cit.
TV. L a
i r o n ía
d e l a
H i s t o r i a
1. Franso Fra nsois is Furet, Fur et, Le Le Passé Passé d ’u n illusion, illusion, op. op. cit. cit. 2. Péguy, Not Péguy, Notee conjointe conjointe sur su r Monsieur Desca escart rtes es... ...,, op. op. cit. cit. 3. Sebastian Haffner, D Haffner, Dee Bismarck á Hitle itler, r, une histoire histoire du Reich allemand, allemand, La La Découverte, París, 1991. 4. Raymond Raymo nd Aron, L Aron, Les es Gue Guerr rres es en en chai chai'n 'ne, e, Gallimard, Gallimard, Pa rís, 1951. 5. Homero, Ilí Homero, Ilíad ada, a, Planeta, Planeta, Barcelona, 1996. 6. Emst Em st Jíinger, El Jíinger, El trab trabaj ajad ador or,, Tusquets, Tus quets, Barcelon Barc elona, a, 1990 990. 7. Dominique Janicau Jan icaud, d, L La a Puissan Puissance ce du rationnel, rationnel, Galli Galli mard, 1985. 161
8. Joseph Jos eph Roth, La E dhasa, Barcelo La marcha marcha de Radetzky, Radetzky, Edhasa, na, 1989. 9. Renán, El porvenir de la cienc ciencia ia,, op. op. cit. cit. 10. Franz Rosenzweig, L’ L ’Étoile Étoile de la Rédemption, Seuil, París, 1982. 11. Franz Rosenzweig, citado por Stéphane Mosés,
Systéme et Révélation. La philosophie de Franz Rosenzweig, Seuil, París, 1982. 12. Renán, El porvenir de la cienc ciencia, ia, op op.. cit. cit. 13. Paul Valéiy, La Crise rise de l ’esprit, esprit, en Variété 1 et 2, 2, Gallimard, col. «Idées», París, 1978. 14. Hann Ha nnah ah Arendt, L'Impérialisme, L'Impérialisme, Fayard, París, 1982. 15. Frangois Frang ois Furet, Fur et, Le Le Passé Passé d'un illusion illusion,, op. op. cit. cit. 16. Lenin, citado por Dominique Colas, Le Léninisme, PUF, París, 1982 17. Clausewitz, De De la gue uerr rra, a, Labor, Barcelona, 1984. 18. Raymon Ray mond d Aron, Pa Paz y gu guerra erra en entre tre las las naciones, naciones, Alian za, Madrid, 1985. 19. Clausewitz, De De la guerra erra,, op. op. cit. cit. 20. Lenin, citado por Dominique Coléis, Le Le Léninis Léninisme, me,
op. cit. 21. Ibid Ibid.. Cohn, El mito 22. Citado en Norman Cohn, mi to de la la conspirac conspiración ión judía mundial, op. op. cit. cit. 23. Jünger, El trab trabaajad jador, op op.. cit. cit. Ver también Jeffrey Herí, Reaction Reactionary ary Modemism, Techn echnol olog ogy, y, Cu Cultu lture, re, and PoPolitics in Weimar an andd the Third Third Reich, Reich, Cambridge University Press, Cambridge Cam bridge,, 1984. 84. 24. George Orwell, The Colle Collecte ctedd Essay Essays, s, Jou J ouma malis lism m an and d Lette Letters rs,, vol. 2, Penguin Books, Harmondsworth, 1968. 25. Ibid Ibid.. 162
Ibid.. 26. Ibid Ibid.. 27. Ibid Ibid.. 28. Ibid totalitari itarismo smo,, op. op. cit. cit. (El subraya29. Ha Hanna nnah h Arendt, Arendt, El total do es mío.) Ibid.. ' 30. Ibid 31. 31. Prim Pr imo o Levi, evi, Si esto es un hombre, op. cit. Kolyma. a. Récits Récits de la vie des des camps, camps, 32. Varlam Varl am Chalamov, Kolym I, Maspero, París, 1980. Discourss de Stockholm, Stockholm , en 33. Alexander Solzhenitsin, Discour Les Droit Droitss de l'écr l'écriva ivain, in, Seuil, París, 1972. La Tré Trévve, Grasset, París, 1988 34. 34. Prim Pr imo o Levi, Levi, La Ibid.. 35. Ibid Histoiree de Frun runce. Le Moyen Moyen Age, Age, Robert 36. Michelet, Histoir Laffont, col. «Bouquins», París, 1981.
V. L a r
e p a r a c ió n h u m a n it a r ia
arte de la novela novela,, Tusquets, Barce1. Milán Kund Ku nder era, a, El arte lona, 1987. siécle. le. Confe Confessi ssion on d ’un inte intell llec ec-2. Aleksander Aleks ander Wat, Mon sié tuel européen, européen, Fallois/L'Age d’Homme, 1989. Ibid.. 3. Ibid Ibid.. 4. Ibid 5. Henri Dunant, Un souvenir de Solferino, L’Age d’Homme, 1986. educación, Fontanella, Barce6. Rousseau, Emilio o la educación, lona, 1973. sou venir ir de Solferino, Solferino, op. cit. 7. Dunant, Un souven impossible ou 8. Ver Alain Destexhe, L'Humanitaire impossible Deux siéc siécle less d ’ambiguité, ambiguité, Armand Colín, París, 1993. 163
9. Jean-Christop Jean-C hristophe he Rufin, Le Piég iége hum humartit artitaire, aire, Hachette, col. «Pluriel», París, 1993. 10. Ver Trotski, Trotski, Leur Leur moral oralee et la nótre, nótre, Ed. Ed. de la Passion, 1994. 11. Lévinas, Lévinas, «La «La souffra souf france nce inutile», en Entre en Entre nous. Essai sur su r le Pens Penser er-á -á-l -l'a 'aut utre re,, Grasset, París, 1991. 12. Rousseau, Di Rousseau, Discur scurso so sobre sobre el ori orige genn de la desigual desigualdad dad entre los hombres, hombres, Tecnos, Tecnos, Madrid, 1987. 13. Ibid Ibid.. 14. Foucault, Dits Foucault, Dits et Écrit Écrits, s, op. op. cit., Vol cit., Vol IV. 15. Michel Serres, La La Lég égen ende de des Ang nges es,, Flammarion, París. 1993. 16. Goethe, cart ca rtaa a Mme. Mme. Von Stein Ste in (1787), (1787), citad cit adoo por po r Clifford Orwin, «Rousseau et la découverte de la com Laa Pen ensé séee politique, politique, 2, Hautes Étu passion politiquea, politique a, en en L des/Gallimard/Le Seuil, París, 1994. 17. Georges Bemanos, Nous Bemanos, Nous autres Franjáis, Franjáis, Seuil, col. «Points Essais», París, 1984. 18. Régis Debray, Debr ay, L L'O 'Oei eill naif, Seuil, naif, Seuil, París, Par ís, 19 1995 95.. 19. Ibid Ibid.. 20. Ricceur, Tiempo Tiempo y narrac narración ión III, II I, Cristiandad, Cristiandad, Madrid, Madrid, 1987. 21. André Glucksmann, «La considération de l’inhumain», Mario Bettati et Bemard Kouchner, en Le en Le Devoir Devoir d’ingérence, Denoel, d’ingérence, Denoel, París, 1987. 22. Lévinas, L Lévinas, Laa Souffrance inutile, inutile, op. op. cit. cit. 23. Kundera, Los testamentos traiciona traicionados, dos, Tusquets, Barcelona, 1994. 24. Rony Brauman, Humani Brauman, Humanitaire: taire: le dilemme. dilemme. Entretient Entretient avec Philippe Philippe Pefit, Textuel, Pefit, Textuel, 1996. 25. Ibid Ibid..
164
VI. D e An g e l e s
y d e h o m br e s
1. Henri Michaux, Fac Facee aux au x verroux verroux,, Gallimard, col. «Poésie», París, 1992. 2. Meg Greenfíeld, Greenfíeld, citada cita da por po r Edward Behr, Une Une AmériAmériqueq qu equifait uifait peur, peur, Pión, Pión, París, 1995. 3. Pierre Bourdieu, Le Désir Désir d'Europe, d'Europe, La Différence, 1992. 4. Julien Julie n Benda, Discou Benda, Discours rs á la la nation européen européenne, ne, Galli Galli mard, col. «Folio Essais», París, 1992. 5. Ibid Ibid.. 6. Ibid Ibid.. 7. Hanna Ha nnah h Arendt, Arendt, «Nous «Nous autres, autr es, réfugiés» réfugiés»,, en L en La a Tra Tradi di-tion cochée, cochée, Ch Christ ristian ian Bourgois, París, 1987. 8. Jean Améry, Pa Par-d r-delá le crime et le chátitnent. chátitnent. Essai pour po ur surmonter surm onter l'insurmontable, Actes Sud, Sud , Aries, 1995 1995.. 9. Ibid Ibid.. 10. Ibid. Ibid. 11. Ibid Ibid.. 12. Ibid. Ibid. 13. Ibid. Ibid. 14. Albert O. Hirsc Hir schm hman an,, Défec Défection tion et Pri Prise se de parole parole,, Fayard, París, 1995. 15. Hann Ha nnah ah Arendt, L Arendt, L’’Impérialisme, op. op. cit. cit. 16. Jean Améry, Par Par-d -del elá á le crime et le chátimen cháti ment, t, op. cit. 17. Ibid Ibid.. 18. Ibid Ibid.. 19. Ibid Ibid.. 20. Ibid. 21. Ibid Ibid.. 22. 22. Lévinas, Lévinas, «Quelques «Quelques réflexions s u r la philosop philo sophie hie de 165
l'hitlérisme», en Cahier Cahier de VHe VHem me, Emma Em manu nuel el Lévinas, Lévin as, Le Livre de Poche, Poc he, col. «Biblio Essais», París, 1991 1991.. 23. Mario Vargas Llosa, Llosa, «Cher Régis, Régis, tu sais aussi au ssi bien bi en que moi...», Libé moi...», Libérati ration, on, 2 2 de diciembre de 1993. 24. Nicholas Negroponte, L’ L ’Homme numérique, numérique, Robert Laffont, París, 1995. 25. Ibid Ibid.. 26. Chateaubriand, Mem Chateaubriand, Memori orias as de ultratumba, Orbis, ultratumba, Orbis, Barcelona, 1983. 27. 27. Michel Serres, L Serres, Lee Tiers-lnst Tiers-lnstruit, ruit, Frangois Frangois Bourin, París, 1991. 28. 28. Jean Je an Améry, Améry, P Pa ar-delá le crime et le chdtiment, op. op. cit. cit. 29. 29. Chesterton, Héré Hérétiq tique ues, s, Gallimard, col. «Idées», París. 1979. 30. Pierre Nora, «Comment écrire écr ire l'his l'histoire toire de France?», en Le en Less Lieux de mémoire, mémoire, III, III, 1, Gallimard, París, 1992. 31. Hannah Arendt, «De l’humanité dans de sombres temps», en Vies Vies politiqu politiques, es, Gallimard, Gallimard, París, 1986.
E pi p i l o g o
1. Hann Ha nnah ah Arendt, The Burden Burden o f Our Our Time, Secker Time, Secker and Warburg, Londres, 1951. 2. Ibid Ibid..
166
ÍNDICE
El E l ú ltim lt imo o ju j u s t o ..........................................................
7
I. ¿Quién ¿Quién es mi sem se m ejan ej ante te?? ........................ ................................... ...........
13
II.
Los orop oropel eles es de dell nombre c o m ú n ..........*.........
39
III.
El triunfo triunfo de la v o lu n tad ta d ......................... .........
62
IV .
La iron ir onía ía de la H i s t o r i a ...... ......... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... ...... .....
87
.............................
112
VI. De áng ángeles eles y de h o m b r e s ......... .............. .......... ........ ........ .......... .........
132
.......................................... ............................... ............................ ............ Epílogo ...........................
153
N o t a s ..........................................................................
155
V.
La reparación humanitaria hum anitaria