La Risa o Significado de Lo Comico

http://www.latroupe.com.ar Hace algun tiempo os hice llegar lle gar algunas lineas que habia apuntado cuando lei ese libro, Gabriel leyo estas lineas en el apartado "La Risa" de Clownplanet y se orecio a en!iarme la traduccion completa y lo mas genial... lo hio### $si que aqui la teneis. Gracias Gabriel. H%&R' (%RG)*&

LA RISA +

SOBRE EL SIGNIFICADO DE LO CÓMICO -ublicado en la Re!ue de -ars, el /0 de ebrero de /1223  45u6 signiica la risa7 45u6 hay en el ondo de lo risible7 45u6 puede haber de com8n entre la mueca de un payaso, el retru6cano de un !ode!il y la primoroso escena de una comedia7 4C+mo destilaramos esa esencia 8nica que comunica a tan di!ersos productos su olor indiscreto unas !eces y otras su delicado perume7 Los m9s grandes pensadores, a partir de $rist+teles, han estudiado este sutil problema. odos lo han !isto sustraerse a su esuero. )e deslia y escapa a la in!estigaci+n ilos+ica, o se yergue y la desaa altaneramente. &uestra temeridad al abordarlo tambi6n tiene la e;cusa de que no aspiramos a encerrar el concepto de lo c+mico en los lmites de una deinici+n. $nte todo, como encontramos en 6l algo que !i!e, lo estudiaremos con la atenci+n que merece la !ida, por muy ligera que sea. )eguiremos su desarrollo, !eremos c+mo se abren sus lores, y as, orma tras orma, por insensibles gradaciones, se suceder9n ante nuestros o acaso tambi6n resultar9 al inal que habremos hecho, sin saberlo, un conocimiento 8til. La antasa c+mica, raonable a su modo, hasta en los mayores e;tra!os, met+dica en su misma locura, quim6rica, no lo niego, pero e!ocando en sus ensue=os !isiones que al punto acepta y comprende la sociedad entera, 4c+mo no habra de ilustrarnos sobre los procedimientos de la imaginaci+n humana, y m9s particularmente sobre la imaginaci+n social, s ocial, colecti!a y popular7 &acida de la !ida y emparentada con el arte, 4c+mo no habra de decirnos tambi6n algo sobre el arte y la l a !ida7 %mpearemos por e;poner tres obser!aciones que consideraremos undamentales y que se reieren, m9s que a lo c+mico mismo, al lugar en que hay que estudiarlo. '

He aqu el primer punto sobre el cual he de llamar la atenci+n. atenci+n . ?uera de lo que es propiamente humano, no hay nada c+mico. @n paisa
medio natural es la indierencia. &o hay mayor enemigo de la risa que la emoci+n. &o quiero decir que no podamos rernos de una persona que, por e he aqu el tercer hecho sobre el cual deseaba llamar la atenci+n. &o saborearamos lo c+mico si nos sinti6semos aislados. Birase que la risa necesita de un eco. %scuchadlo bien: no es un sonido articulado, neto, deinido es algo que querra prolongar y repercutir progresi!amente algo que rompe en un estallido y !a retumbando como el trueno en la monta=a. > sin embargo, esta repercusi+n no puede llegar a lo ininito. Camina dentro de un crculo, todo lo amplio que se quiera, pero no por ello menos cerrado. &uestra risa es siempre la risa de un grupo. 5ui9 os haya ocurrido en el coche de un tren o en una mesa de onda or a los !ia
@n hombre que !a corriendo por la calle, tropiea y cae los transe8ntes ren. &o se reiran de 6l, a mi
transe8ntes. ?i<6monos ahora en una persona que e es c+mica por la misma ra+n que lo es tambi6n la otra. Lo que hay en ambos casos de ridculo, es cierta rigide mec9nica que se obser!a all donde hubi6ramos querido !er la agilidad despierta y la le;ibilidad !i!a de un ser humano. )+lo hay una dierencia entre ambos casos, y es que el primero se ha producido por s mismo, mientras que el segundo ha sido ob es que la distracci+n, en eecto, si no nos lle!a a la uente misma de lo c+mico, nos pone en una cierta corriente de hechos y de ideas que !ienen en lnea recta de esa uente nos coloca sobre una de las grandes pendientes naturales de la risa. -ero el eecto de la distracci+n es susceptible de recibir a8n mayor uera. Hay una ley general, de la que acabamos de hacer una primera aplicaci+n y que puede ormularse diciendo: cuando de cierta causa se deri!a cierto eecto c+mico, 6ste nos parece tanto m9s c+mico cuanto m9s natural una estrella es lo que contemplaba Bon 5ui sin embargo, al restablecer la idea de distracci+n que debe ser!ir de intermediaria, !emos c+mo este car9cter c+mico proundsimo se enlaa con lo c+mico m9s supericial. ) estos espritus so=adores, estos e;altados, estos locos tan e;tra=amente raonables, nos hacen rer hiriendo en nosotros las mismas cuerdas, poniendo en
 $!ancemos ahora un paso m9s. Lo que la rigide de la idea i debe temer asimismo que los miembros sociales, en !es de tender a un equilibrio de !oluntades enlaadas en un engrana sin embargo, la sociedad no puede reprimirla

con una represi+n material, ya que no es ob este gesto responde con otro. La risa debe ser algo as como una especie de gesto social. %l temor que inspira reprime las e;centricidades, tiene en constante alerta y en contacto recproco ciertas acti!idades de orden accesorio que correran el riesgo de aislarse y adormirse, da le;ibilidad a cuanto pudiera quedar de rigide mec9nica en la supericie del cuerpo social. La risa no nace, por lo tanto, de la est6tica pura, toda !e que persigue de modo inconsciente y aun moral en muchos casos particulares3 un in 8til de pereccionamiento general. )in embargo, lo c+mico tiene algo de est6tico, pues aparece en el preciso instante =eque la sociedad y la persona, libres ya del cuidado de su conser!aci+n, empiean a tratarse a s mismas como obras de arte. %n una palabra, si traamos un crculo en derredor de las acciones y acuerdos que ata=en a la !ida indi!idual o social y que en s mismas lle!an el castigo encarn9ndolo en sus consecuencias naturales, !eremos c+mo uera de este terreno de lucha y de emoci+n, en una ona neutral en que el hombre se da simplemente en espect9culo a sus seme
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Comencemos por lo m9s sencillo. 45u6 es una isonoma c+mica7 4 Be d+nde deri!a la e;presi+n ridcula del semblante7 4%n qu6 consiste la dierencia entre lo c+mico y lo eo7 $s planteada la cuesti+n, por uera han de ser arbitrarias cuantas soluciones le han querido dar. -or sencilla que pareca es, sin embargo, demasiado sutil para que se le pueda acometer de rente. Habra que empear por deinir la ealdad y a!eriguar despu6s qu6 recibi+ de lo c+mico pero la ealdad no es m9s 9cil de analiar que la bellea.  $pelaremos, pues, a un artiicio que habr9 de sernos 8til en muchas ocasiones. Famos a condensar el problema, agrandando el eecto para hacer m9s !isible la causa. $gra!emos la ealdad, lle!6mosla hasta la deormidad y !eamos c+mo se pasa de lo deorme a lo ridculo. %s incontestable que ciertas deormidades tienen sobre las dem9s el triste pri!ilegio de inspirar risa a algunas personas. $s es como pueden mo!er a risa, por e
lo que !eremos. -odr9 ob he aqu por qu6 una cara es tanto m9s c+mica cuanto con mayor uera nos sugiere la idea de alguna acci+n sencilla, mec9nica, que hubiera absorbido para siempre la personalidad. Hay caras que parecen ocupadas en llorar sin descanso, otras en rer o silbar, otras tambi6n en soplar eternamente en una trompeta imaginaria. Dstos son los semblantes m9s c+micos. > tambi6n aqu se cumple la ley de que el eecto es m9s c+mico cuanto m9s naturalmente podamos e;plicarnos la causa. $utomatismo, rigide, arruga adquirida y conser!ada, he ah por d+nde nos hace rer una isonoma. -ero este eecto gana en intensidad cuanto m9s podamos atribuir estos caracteres a una causa prounda, a cierta distracci+n undamental de la persona, como si el alma se hubiera de entonces nos mue!e a risa una cara que parece lle!ar en s misma su propia caricatura. %n resumen: sea cualquiera la doctrina que preiera nuestro raciocinio, nuestra imaginaci+n tiene ya su ilosoa bien deinida. %n toda orma humana ad!ertir9 el esuero de un alma que modela la materia, alma ininitamente le;ible, de mo!ilidad constante, e;enta de pesade por no estar sometida a la atracci+n terrena. %sta alma comunica algo de su ligerea alada al cuerpo que anima, le inunde su inmaterialidad, que al pasar a la materia constituye lo que llamamos gracia. -ero la materia se resiste obstinadamente.  $trae a la acti!idad de ese principio superior, y le querra inundir su propia inercia y reducirlo a un puro automatismo. 5uerra i
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 Famos a pasar ahora de lo c+mico de las ormas a lo c+mico de los gestos y de los mo!imientos. %mpear6 a enunciar la ley que en mi concepto preside a todos estos en+menos y que puede deducirse sin traba podra deinirse la originalidad del dibu
dondequiera que hay seme la risa ser9 a8n mayor si nos presentan en escena, no ya dos persona si en este segundo caso la causa de la risa es, indudablemente, la !isi+n de un eecto mec9nico, tambi6n tena que serlo en el primero, aunque por modo m9s sutil. )iguiendo ahora este camino, ad!ertimos conusamente unas consecuencias cada !e m9s remotas, pero cada !e m9s importantes, de aquella ley que hemos enunciado. -resentimos aun m9s ugaces !isiones de eectos mec9nicos, !isiones sugeridas por las acciones de eectos mec9nicos, !isiones sugeridas por las acciones comple
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 $ntes de seguir m9s adelante descansemos un momento y !ol!amos la !ista a nuestro alrededor. >a lo insinu9bamos al comieno de este traba si no, imaginemos una inmensa a!enida como las que se encuentran en el bosque de ?ontainebleu, con encrucia estamos en una de esas encruci
moda ya anticuada: nuestra atenci+n recaer9 entonces sobre el traa hemos demostrado que tiene por delegaci+n la acultad de hacer rer. &o ser9 in8til que a!erigKemos c+mo usa de esta acultad. 4-or qu6 nos remos de una cabellera que pasado del negro al rubio7 4Be d+nde procede lo c+mico de una nari rubicunda7 4> por qu6 nos mue!e a risa un negro7 -reguntas todas ellas diciles a cual m9s, como lo prueba el que psic+logos de la altura de Hecer, Mraepelin y Lipps las hayan contestado de dierente modo. Budo si acaso no resol!i+ la cuesti+n cierto cochero que, delante de m, trat+ de mal la!ado a un cliente de color que lle!aba en su coche. 4Aal la!ado# @n rostro negro ser a, pues, para nuestra imaginaci+n un rostro embadurnado de tinta o de negro humo. > por consiguiente, una nari ro
retraso, le di a la consulta de los dos m6dicos de A. Be -ourceaugnac: "%l raonamiento que de esto hab6is hecho resulta tan docto y tan hermoso, que es imposible que el enermo no est6 hipocondraco, y si no lo estu!iese, sera menester que llegase a estarlo, en atenci+n a las cosas tan lindas que hab6is dicho y a la e;actitud del raonamiento que hab6is hecho." -odramos multiplicar los e
''.J Lo mec9nico insertado en lo !i!o ser9 tambi6n ahora nuestro punto de partida. 4de d+nde se deri!aba lo c+mico7 Be que el cuerpo !i!o tomaba la rigide de una m9quina. &os imagin9bamos al cuerpo !i!o como la le;ibilidad perecta, como la acti!idad siempre despierta de un principio en constante elaboraci+n. -ero esta acti!idad deba ser m9s propia al alma que al cuerpo. Beba ser la llama misma de la !ida, encendida en nosotros por un principio superior y !islumbrada a tra!6s del cuerpo por un eecto de transparencia. Cuando no !emos en el cuerpo !i!o m9s que gracia y le;ibilidad, es que ol!idamos cuanto hay en 6l de pesado, de resistente, de material en suma, prescindimos de su materialidad para pensar tan s+lo en su !italidad, que atribuye nuestra imaginaci+n al principio mismo de la !ida intelectual y moral. -ero supongamos que algo llama nuestra atenci+n sobre esta materialidad del cuerpo. )upongamos que en !es de participar de la ligerea del principio que lo anima, no sea ya el cuerpo a nuestros o en cuanto tengamos un claro sentido de esta superposici+n, no tardar9 en producirse la impresi+n de lo c+mico. *currir9 as en cuanto el alma se nos muestre perseguida por las necesidades del cuerpo a un lado de la personalidad moral con su inteligente !ariedad de energas, a otro el cuerpo con su monotona est8pida, interrumpi6ndolo todo a cada paso con la terquedad de m9quina. Cuanto m9s mequinas sean estas e;igencias corporales y se repitan con mayor uniormidad, tant o m9s saliente ser9 el eecto c+mico. -ero esto no supone m9s que una cuesti+n de gradaciones. La ley general de estos en+menos podramos ormularla en estos t6rminos: es c+mico todo incidente que atrae nuestra atenci+n sobre la parte sica de una persona cuando nos ocup9bamos de su aspecto moral.

4-or qu6 mue!e a risa un orador que estornuda en el momento m9s pat6tico de su discurso7 4Be d+nde pro!iene lo c+mico de esta rase de una oraci+n 8nebre que cita un il+soo alem9n: "%l inado era !irtuoso y rollio"7 Onicamente de un brusco tr9nsito de nuestra atenci+n del alma al cuerpo. %n la !ida diaria abundan los ea ser9 un orador cuyos m9s hermosos p9rraos !iene a cortar bruscamente un dolor de muelas ya un persona creo tambi6n que por la misma ra+n resulta a !eces algo ridcula la timide. %l tmido podra dar la impresi+n de una persona a la que le estorba el cuerpo y busca a su alrededor un sitio donde depositarlo. -or eso el poeta tr9gico procura e!itar cuanto pudiera atraer nuestra atenci+n sobre la materialidad de sus h6roes. an pronto como inter!iene la preocupaci+n del cuerpo, es de temer una iniltraci+n c+mica. He ah por qu6 los h6roes de tragedia no beben ni comen, ni se calientan a la lumbre. > hasta rehuyen sentarse. )entarse a la mitad de una tirada de !ersos equi!aldra a recordar que se tiene cuerpo. &apole+n, que era psic+logo a ratos, haba obser!ado que por el solo hecho de sentarse se pasa de la tragedia a la comedia. He aqu lo que dice a este prop+sito en el Biario 'n6dito del bar+n Gourgaud. )e trata de una entre!ista con la reina de -rusia, despu6s de Iena: "%lla, como Iimena, me acogi+ con tr9gicos acentos. P)e=or, continu+ as, en un tono que me desconcertaba. -or 8ltimo, para hacerle cambiar de estilo, le rogu6 que se sentase. &o hay cosa me (ahis, en el $mor A6dico: "A9s !ale morir seg8n las ormas que sal!arse con menoscabo de ellas". "Hay que guardar siempre las ormas, ocurra lo que ocurra", deca ya Besonandr6s en la misma comedia. > su colega om6s lo raonaba as: "@n hombre muerto, no es m9s que un hombre muerto, pero el ol!ido de una solo ormalidad acarrea notable da=o a toda la corporaci+n de m6dicos". La rase de (ridQoison, aunque de intenci+n algo distinta, no es menos signiicati!a que las anteriores: "La orma, !ea usted, la orma. H ay

quien rese de un aunque el autor no haya indicado un deecto de esta ndole, es muy raro que el actor no lo emplee instinti!amente para recargar la uera c+mica del persona
del p8blico: "&os !amos a transormar en maniques de madera macia."  > he aqu que un oscuro instinto permite presentir, aun a los espritus incultos, algunos de los resultados m9s sutiles de la ciencia psicol+gica. %s sabido que a un hipnotiado por simple sugesti+n se le pueden sugerir !isiones alucinatorias. Con s+lo decirle que un p9
 $lgo seme por 8ltimo, la admiraci+n de aquel alcalde hacia la m9quina administrati!a, podra lle!arnos hasta creer que nada ha cambiado en el preecto y que la unci+n se e
pierde en analogas ininitamente remotas7 4> cu9l es la uera que di!ide y subdi!ide las ramas y las races de esa 9rbol tan corpulento7 @na ley ineludible obliga a toda energa a que recorra el mayor espacio posible en la bre!e cantidad de tiempo que le est9 signada. $hora bien la antasa c+mica es una !erdadera energa !i!a, es una planta singular que ha brotado !igorosamente sobre las partes rocosas del suelo social, esperando que la cultura le permita ri!aliar con las obras m9s reinadas del arte.