Pepe Carballude
La vida diaria de los romanos
Ilustraciones: Blanca Ortega
Ilustraciones: Blanca Ortega Colección dirigida por Paz Barroso
ediciones
I Joaquín Turina 39
L a fami li a y su entorno ........ .".*>..L>... Roma fue fundada por un niño - De las chabolas a las lujosas mansiones - La familia: el paterfamilias y la madre - Nacimiento de un niño - El nombre propio. 2.
Vacaciones en la Roma clásica 17
La educación
Los padres y la escuela - La clase: horario, aula, método, vacaciones... - La enseñanza secundaria Los estudios superiores - Las posibles salidas profesionales de un joven romano: el ejército, la vida pública, la jurisprudencia. 3.
Los pasatiempos .................................................. Los primeros juguetes - ¿Cómo se entretenían los niños en Roma? - Principales juegos - Las diversiones de la juventud - Sus juegos: la pelota y otros.
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4.
Un día cualquiera ................................................ Las primeras horas del día - ¿Qué ropa se ponían los niños? - El calzado - Ocupaciones de una mañana normal - La comida de mediodía - El baño de la tarde - La cena - ¿Cómo y qué comían los romanos? - La vida social: las fiestas.
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5.
La religión............................................................ Dioses protectores de la infancia y de la juventud - El culto doméstico - La religión oficial: los dioses nacionales - Lugares y tipos de culto.
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Palabras que debéis conocer
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Para conocer mejor las costumbres de los antiguos romanos .................................................................
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Muy distintos fueron los modos de vida del pueblo desde el nacimiento de la ciudad, Roma, hasta la decadencia del Imperio. En efecto, Roma pasó de ser un pequeño poblado de agricultores a convertirse en el centro de un gran imperio, aglutinador de muchas civilizaciones. Naturalmente, un romano del siglo ma.C. no vivía igual que otro del siglo m de nuestra era. El transcurso del tiempo impone cambios. Sin embargo, el carácter, la vitalidad, la propia personalidad de los romanos marcó una manera de entender la vida, un estilo propio para organizar el hogar, vivir en familia, acudir a los espectáculos..., que no variarían sustancialmente con el paso de los años. Imaginemos unas vacaciones en la Roma clásica. ¿Os gustaría asistir como espectadores del siglo xx al nacimiento de un niño romano, a su «bautismo», a su primer día de escuela, a sus juegos...? Viajemos, pues, a lo largo de las siguientes páginas para conocer la vida diaria de los romanos. ¿Queréis acompañarme? Pues vamos.
1. La familia y su entorno Roma fue fundada por un niño
Roma, al igual que todos los grandes imperios, tuvo un origen mítico que los abuelos explicaban a sus nietos con una leyenda tradicional cuyos protagonistas eran dos niños: Rómulo y Remo. Pero vayamos al principio: Proca, rey de los albanos*, tenía dos hijos, Numitor y Amulio. A su muerte le sucedió Numitor, que era el mayor. Sin embargo, Amulio, movido por la envidia, le arrebató el trono a su hermano e hizo vestal* a Rea Silvia, la hija de Numitor, su sobrina, para que de esa manera no pudiera tener descendencia. No obstante, el dios Marte * se enamoró de ella, y de este amor nacieron dos niños gemelos: Rómulo y Remo. Enterado de este suceso, Amulio encerró a Rea Silvia, y mandó que sus hijos fueran arrojados en un cesto al río Tíber que, por aquel entonces, corría desbordado. Pero cuando las aguas volvieron a su cauce, el cesto varó en una orilla. Fue entonces cuando una loba acudió, al oír el llanto de los niños, y los amamantó y cuidó como si fuesen sus propias crías. * Las palabras señaladas con asterisco aparecen explicadas en el vocabulario que hay al final del libro.
Pasado algún tiempo, Fáustulo, un pastor del rey que pastaba sus rebaños por aquellos lugares, se dio cuenta de que la loba iba y venía constantemente al mismo sitio y sintió curiosidad por descubrir a los lobeznos. Se acercó y quedó sorprendido al encontrar dos niños. Los recogió y entregó a su mujer para que los cuidara. Cuando los gemelos fueron mayores, recuperaron el trono y lo restituyeron a su abuelo, Numitor. Éste les mandó fundar una ciudad en el lugar donde habían sido abandonados de recién nacidos. Pero los dos hermanos acabaron enfrentándose por el mando del nuevo reino y, para resolver el conflicto, decidieron consultar el vuelo de las aves, como habitualmente se hacía entonces. Remo, en primer lugar, vio seis buitres; tras él, Rómulo observó doce, y se proclamó vencedor. Así fue como Rómulo fundó la nueva ciudad en el año 753 a.C. y la llamó Roma.
La familia y su entorno De las chabolas a las lujosas mansiones
Pero dejemos la mítica fundación de la ciudad y situémonos en la época clásica, durante los siglos ii y i a.C., la época de mayor esplendor de Roma. t \jjgual que hoy, los romanos vivían en casas más o menos cómodas en función de sus medios económicos. En la ciudad, las familias más acomodadas residían en la domus, mansión señorial unifamiliar de una sola planta, generalmente de forma rectangular. Se accedía a ella por un vestíbulo al fondo del cual estaban unas puertas que daban al atrium, patio interior abierto al sol y a la lluvia. Gracias a una abertura del techo del atrium, llamada compluvium, se recogía el agua de lluvia en un estanque situado en el centro del patio, llamado impluvium. Alrededor del atrio estaban las demás dependencias: los dormitorios, la biblioteca, la cocina, la despensa, el triclinium o comedor, el lararium o capilla para guardar las imágenes de los dioses de la familia llamados los Lares y Penates. Frente al vestíbulo, al fondo del atrio, estaba el peristylum, un jardín rodeado de un pórtico sostenido por columnas, y con bustos de antepasados. En este tipo de casa las habitaciones estaban orientadas hacia el interior, buscando la intimidad. Sin embargo, la inmensa mayoría de los romanos habitaban en viviendas menos confortables. La ínsula consistía en una o varias viviendas rodeadas por cuatro calles, de ahí su nombre, que
La familia y su entorno
significa isla. La ínsula tenía seis o siete pisos a los que se accedía por escaleras exteriores. Eran muy fríos en invierno y sofocantes en verano. No tenían agua en los pisos, ni chimeneas, ni servicios. Estaban llenas de humo y eran ruidosas e incómodas. Éste fue el modelo de casa de alquiler que acogió a la masiva emigración del campo a la ciudad a partir de las guerras púnicas*.
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La familia y su entorno
En el campo, además de la casa, que era una chabola o choza donde vivían las familias humildes de labradores y pastores, se erguía la villa. Había dos tipos de villa: la villa rustica, o casa de labranza donde vivían los criados, y la villa urbana, lugar de residencia de las familias ricas. Buena parte de estas viviendas romanas tenían las paredes de las habitaciones decoradas con frescos y mosaicos, y los suelos con mosaicos con representaciones que se referían a la caza, las competiciones deportivas, la mitología, o eran simples figuras geométricas.
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La familia y su entorno La familia: el paterfamilias y la madre
La institución por excelencia de los romanos era la familia. Se puede afirmar que la familia, junto al Derecho, fue el legado más importante de la sociedad romana. Tenía un carácter casi sagrado. A diferencia de las actuales, la familia romana constaba no sólo del padre, de la madre y de los hijos, sino también del conjunto de esclavos y sir- ¿ vientes. La propia palabra «familia» guardaba relación confamuli, que eran los criados domésticos. La máxima autoridad de la familia romana era _ el paterfamilias, quien era asimismo sacerdote de la religión familiar y juez en los conflictos internos, aunque para esto contase con el asesoramiento de los demás miembros. De él dependía la vida y la muerte de la mujer, de los hijos y de los esclavos, y su poder o patria potestas estaba por encima de la propia ley. Este poder continuaba incluso después de que se casaran sus hijos, e incluía a todos los miembros de la nueva familia con sus propios bienes hasta que no se les concediera el peculium o derecho de propiedad privada. Junto al paterfamilias estaba la esposa, mater o ¿ s P^ domina, respetada por el marido y obedecida por los hijos y siervos. Los trabajos domésticos los hacían los esclavos. La señora de la casa se ocupaba únicamente de hilar la lana, atender a sus hijos y acompañar a su marido a banquetes y recepciones. 11
IW TESTIMONIO DEL PODER DEL PATERFAMILIAS Tan grande era el poder del paterfamilias que, aunque un criminal quedara absuelto por la justicia, no lo estaba en realidad si no era perdonado por su padre. Se cuenta que en cierta ocasión un hijo del cónsul* Bruto fue acusado de conspirar contra la República*. Los jueces lo absolvieron. Sin embargo, no halló la misericordia de su propio padre, quien se atrevió a presenciar la muerte de su hijo, demostrando así una severidad mayor que los mismos tribunales. \
Nacimiento de un niño
En Roma todos los niños nacían en casa, ya que no había hospitales como ahora, y el hecho en sí suponía un acontecimiento importante en torno al cual se desenvolvían una serie de ritos y ceremonias. Pocas horas después de su nacimiento, el bebé se colocaba a los pies del padre, quien, en caso de aceptarlo, lo cogía en brazos y lo levantaba en alto. Así indicaba que lo reconocía como hijo y se comprometía a criarlo. Pero un padre podía legalmente no admitir un nuevo hijo. Entonces lo exponía o abandonaba, generalmente delante del templo de la Pietas*, donde estaba la columna lactaria, para que lo adoptasen otros. En el año 374 d.C. se prohibió esto, pero fue una práctica habitual en las familias, tanto en las ricas como en las pobres, durante varios siglos. A veces muchos se aprovecha12
ban de esta circunstancia y recogían a los bebés abandonados para convertirlos en esclavos, si eran niños, o en prostitutas, en caso de que fueran niñas. Los bebés deformes o inútiles difícilmente sobrevivían. Normalmente eran eliminados. £1 nombre propio
A los ocho días, si era niño, y a los nueve, si era niña, se celebraba la ceremonia de la lustratio o purificación de la criatura con agua. Se ofrecía un sacrificio a Hércules* para que protegiese la nueva 13
vida, se entregaban los primeros juguetes al pequeño, se le colgaba al cuello la bulla, una cajita redondeada de metal con los amuletos protectores que llevaría hasta los diecisiete años, y se le ponía el nombre propio. Los niños tenían tres nombres. El praenomen, o nombre individual, era equivalente a nuestro nombre propio. Habitualmente se escribía en abreviatura, así: Marcus (M.), Titus (T.), Servius (Sr.). El nomen, que coincidía con nuestro apellido, indicaba la gens o estirpe, y era común a todas las familias que estaban bajo la autoridad del mismo paterfamilias. Finalmente estaba el cognomen; es decir, el distintivo de la familia dentro de la estirpe. Antiguamente era un apodo, o aludía a un defecto, al lugar de procedencia, a una cualidad que identificaba al individuo. Así, de igual manera que hoy conocemos a mucha gente por una característica 14
física —el rubio, el gordo, el cojo, etc.—, entre los romanos este apodo formaba parte de su nombre propio. Por tanto, un delgado tendría el cognomen de Flaccus; un alto, el de Longus; un rubio, el de Flavus... Las niñas, en cambio, llevaban un único nombre, que normalmente era el de la familia. Cuando había más de una, se distinguían con algún calificativo: prima (primera), secunda (segunda), tertia (tercera)... Durante el Imperio* usaban también un cognomen del padre en femenino. Aquí tienes algunos ejemplos: Praenomen Caius (C.) Marcus (M.)
Nomen lulius Tulio
Cognomen Caesar Cicero
lulia Aemilia
Agrippina Lepida 15
La familia y su entorno
A partir del emperador Marco Aurelio los niños romanos tenían que inscribirse en el registro. El padre disponía de un plazo de treinta días para hacerlo. Si el niño era ilegítimo, podía inscribirlo la madre.
I 2. La educación
EL NOMBRE COMÚN, EN RELACIÓN A LA EDAD O A LA CONDICIÓN SOCIAL Los padres y la escuela
ínfans = el que no habla Mulier = mujer Fuella: niña Virgo: muchacha no casada Uxor: esposa Matrona: madre de familia Anus: mujer que ya no puede tener hijos Aetate provectas: más de 80 años
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Vir = hombre Puer: 7-17 años Adulescens: 7-30 años luvenis: 30-46 años Sénior: 46-60 años Senex: 60-80 años
En la Roma primitiva eran los padres quienes educaban a sus propios hijos. La madre les enseñaba a leer, escribir y hacer cuentas. El padre los instruía en la urbanidad y buenas costumbres de un ciudadano romano. Sin embargo, desde finales de la República, en el año 27 a.C, tras la conquista de Grecia, la enseñanza cambió sustancialmente. Los niños se confiaban a un maestro particular, que solía ser griego, o iban a la escuela pública acompañados por un esclavo de confianza o paedagogus, que estaba constantemente pendiente del muchacho. La formación de un niño romano constaba de tres etapas: enseñanza primaria, secundaria y superior. La primaria, que era mixta, abarcaba desde los siete hasta los once años. Durante este período de tiempo el niño aprendía a leer, escribir y hacer cuentas a base de jugar con letras y números de madera o marfil. Por eso se llamaba a esta escuela ludus, juego, y al maestro magister ludí, maestro del 17
La educación
juego. Pero la disciplina era muy dura y el maestro usaba con demasiada frecuencia la férula o vara para pegar, de ahí que el poeta Horacio recuerde a su maestro Orbilio como plagosus; es decir, «el que pega». Con todo, a partir del siglo n d.C. decae la severidad y se hace menos temerosa la asistencia a clase. !• 0*~
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La clase: horario, aula, método, vacaciones...
En un principio el curso empezaba en marzo, al igual que el primitivo calendario romano. Después adoptaron un calendario escolar semejante al nuestro. 18
Los niños madrugaban para ir a la escuela. En invierno se levantaban a las siete y media, aproximadamente, y en verano alrededor de las cinco de la mañana. A esa hora también los agricultores acudían al campo; los obreros, a su puesto de trabajo, y los comerciantes abrían las puertas al público. La jornada lectiva, que constaba de seis horas, se interrumpía a mediodía para tomar elprandium, ligero almuerzo, y continuaba por la tarde. Pero ¿dónde y cómo se daban las clases? De acuerdo con el tiempo que hiciese, la escuela se impartía al aire libre o en la taberna o pérgula, que eran locales pequeños e incómodos. Los niños se sentaban en bancos corridos sin respaldo, llamados sellae o subsellia, y apoyaban el' material escolar sobre las rodillas para trabajar. El maestro, en cambio, ocupaba la cathedra, silla con respaldo. Empieza la clase. Los alumnos, tras aprender la cnrv J* forma de las letras a base de dibujos, de ejercicios visuales y de juegos, comienzan a leer sílabas con la ayuda del maestro, que tiene que competir con el ruido y la distracción de la calle. Cada niño va a dar la lección por separado, repitiendo cuando se equivoca hasta que coge la suficiente soltura. Estos ejercicios se hacen sobre frases y sentencias de sabios, o dichos que el alumno después debe me-morizar.
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El aprendizaje de la escritura es paralelo al de la lectura. El muchacho va escribiendo en la tabula todo lo que lee. La tabula es un tablilla de madera recubierta de cera sobre la cual raya con el stilus, punzón con un extremo afilado, para escribir, y el otro plano, para poder borrar alisando la cera. Algunos escriben sobre pergamino o papiro con el calamus o pluma, y usan tinta, pero son muy pocos, dado el coste de los materiales. 20
Hay dos métodos de enseñar a escribir: en el más antiguo, el maestro lleva la mano al alumno hasta que éste aprende por sí mismo; en el más moderno, el niño debe pasar su estilete por los surcos de las letras, previamente dibujadas en la tablilla. Los estudiantes romanos también tenían sus vacaciones. No había clase los días festivos; los días de mercado, que se celebraba cada nueve días, y los meses de julio, agosto y septiembre. Las familias pudientes pasaban estos meses de verano en lugares de recreo como Túsculo, Herculano o Pompeya. 21
PARTICULARIDADES DEL CALENDARIO ROMANO En marzo, mes dedicado a Marte, dios de la guerra, era cuando se reclutaban las tropas. Por eso, en el primitivo calendario romano, dividido en 10 meses, el año empezaba en este mes. Luego el rey Numa Pompilio (715673 a.C.) añadió dos meses, enero y febrero, estableciendo así el año dividido en 12 meses. Los años se contaban a partir de la fundación de Roma. Así, el año 1 de nuestra era corresponde al 753 de los romanos. Por otra parte, los romanos no tenían nuestra división en semanas. Dividían el mes en tres partes iguales: las Calendas, que correspondían con la Luna nueva y eran el primer día de cada mes; las Nonas, que correspondían con el cuarto creciente y eran el 5, excepto en marzo, mayo, julio y octubre en que eran el 7; y los Idus, que correspondían con el plenilunio y eran el 13, menos en marzo, mayo, julio y octubre en que eran el 15.
La enseñanza secundaria
De los doce a los diecisiete años se impartía la etapa secundaria bajo la dirección del grammaticus. Este estudio podía llevarse a cabo en casa con un maestro particular o en la escuela. Se explicaba gramática y se comentaban autores griegos y romanos. Entre los autores latinos se estudiaba sobre todo a los poetas Virgilio, Horacio y Terencio; entre los griegos destacaba Hornero. También se aprendía historia, geografía, música, oratoria... El objetivo de esta segunda etapa era lograr un conocimiento perfecto del latín y del griego, las dos lenguas que necesariamente se debían hablar. 22
La educación
Los locales estaban situados normalmente en el foro o plaza del mercado, donde cada día se daban cita vendedores, comerciantes, paseantes, y donde, además, se celebraban las asambleas políticas y actuaciones judiciales. Un lugar, pues, poco apropiado para la concentración. Sin embargo, estas escuelas contaban con un equipamiento mayor que el de la primaria: había mapas, pequeñas placas de mármol con representaciones de los principales episodios de la guerra de Troya, etc. Se reducían considerablemente los castigos corporales, y el número de alumnos era mucho menor que en la etapa anterior. Pocas familias podían pagar los servicios de un gramático, aunque los profesores romanos cobraban normalmente tres o cuatro veces menos que un albañil o un carpintero. Por eso la profesión de maestro era propia de esclavos y libertos*.
La educación UN MODELO DE PROFESOR
Los estudios superiores
Finalizado el grado medio, y tras tomar la toga viril a los diecisiete años, los jóvenes pertenecientes a las clases económicamente más elevadas se preparaban para la actividad pública siguiendo la instrucción del rhethor, que generalmente era griego. En esta etapa se estudiaba profundamente a los prosistas griegos y latinos, las artes y las ciencias, el Derecho, la naturaleza humana..., pero, sobre todo, se trataba de lograr un dominio de la retórica o arte de hablar bien, elemento básico del futuro éxito. Era fundamental la declamación, ejercicio presenciado muchas veces por familiares y amigos del alumno, que consistía básicamente en discursos. Como regla general, los hijos de familias acomodadas iban a finalizar sus estudios a Grecia, sobre todo a las ciudades de Atenas y Rodas. Para Quinliliano, escritor del siglo i d.C., el buen pedagogo debe ser en primer lugar un padre para sus alumnos. No debe tener defectos ni tolerar los de otros. No conviene que sea demasiado severo pero tampoco demasiado afable, ya que lo primero engendra odio y lo segundo, desprecio. No está bien que se muestre iracundo, pero tampoco disimulará lo que debe corregir. Enseñará con agrado y naturalidad. Responderá gustosamente a cuanto se le pregunte, y preguntará, asimismo, a los alumnos que callan. No debe exagerar ni escatimar elogios a sus discípulos, y siempre debe corregir justamente. No ha de ser duro ni injurioso, pues esto quita las ganas de estudiar cuando uno se encuentra con un maestro que corrige como si odiase. 24
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La educación Las posibles salidas profesionales de un joven romano: el ejército, la vida pública, la jurisprudencia
¿Qué hacía un chico cuando salía de la escuela? ¿Cuál era su primer empleo? No es fácil abordar este tema con la mentalidad de una sociedad moderna como la nuestra, en la que existe un amplio abanico de profesiones a elegir. En Roma era todo muy distinto. La primera discriminación venía dada por la diferencia de sexos y la situación económica de la familia. Las muchachas de las familias más acomodadas, después de los estudios primarios, podían continuar instruyéndose en literatura latina y griega. Algunas aprendían simultáneamente a tocar la lira, a cantar, a danzar... Pero generalmente su carrera acababa con el matrimonio, que se permitía por ley a partir de los doce años.
La educación
Los jóvenes, por el contrario, después de cambiar la toga praetexta por la viril, a los diecisiete años, debían dedicar un año al aprendizaje de la vida pública. Habitualmente no era el padre el encargado de esta labor, sino un viejo amigo de la familia o un personaje de renombre. El fin último de la formación del joven romano era la carrera política o cursus honorum, que se iniciaba a los veintisiete años, edad mínima para desempeñar el cargo de quaestor, recaudador de impuestos y administrador del tesoro público. Cumplidos los treinta años, se podía aspirar a ser edil, lo que equivalía a nuestros actuales alcaldes. Era éste un puesto muy apetecible porque una de sus funciones principales consistía en organizar los juegos públicos, ganando de esta forma la confianza del pueblo y asegurando su reelección.
La educación
Cuando ya había desempeñado los cargos anteriores, a los treinta y cuatro años, el ciudadano romano tenía la posibilidad de presentarse a praetor que, como los jueces de hoy, administraban la justicia. Había dos tipos: el praetor urbanus, que juzgaba a los ciudadanos romanos, y el praetor peregrinus, encargado de los pleitos entre los extranjeros o entre un extranjero y un romano. Finalmente, el grado más alto de la carrera política, con el cual soñaban todos, era el de cónsul. Su misión consistía en hacer cumplir los decretos del Senado *, a quien convocaba y presidía, además de ser el jefe supremo de las legiones. Eran dos y se elegían cada año. Uno de ellos permanecía normalmente en Roma mientras el otro estaba con las tropas allí donde hubiera guerra. Para ser elegido cónsul, se requería una edad mínima de treinta y siete años. Por una parte gracias a la formación retórica, y por otra a la participación en la vida pública, nació también la abogacía, que lograba atraer a algunos jóvenes que hacían de ella su profesión. Pero esto sucedió sobre todo en la época imperial y, además, nunca tuvo tantos seguidores como el ejército.
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3. Los pasatiempos Los primeros juguetes
Los niños romanos estaban en contacto con los juguetes muy pronto. Tan sólo con nueve días el bebé recibía los primeros crepitacula o sonajeros, y era la madre la encargada de enseñarle a jugar con ellos. Más adelante, para aprender a andar, utilizaban un carrito cuadrado con ruedas parecido a nuestro tacata actual.
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Los pasatiempos
auriga*. También jugaban a caballeros montados en una vara, o unos a caballito de los otros. De cuando en cuando, jugaban a la guerra: organizaban batallas, entradas triunfales, desfiles militares, etcétera. El espíritu festivo de los romanos se mostraba también en algunos entretenimientos de la infancia. Así, una gracia muy del gusto de los niños traviesos era la de intentar burlarse de la gente mayor pegando una moneda en el suelo y escondiéndose para ver si picaba alguien que pasara por allí. ¿Cómo se entretenían los niños en Roma?
Teniendo en cuenta que el pueblo romano era fundamentalmente agrícola, es lógico pensar que los niños en su tiempo libre intentasen reproducir las ocupaciones de los mayores: hacían de pastores, edificaban casas, araban la tierra o modelaban figuras de barro. También se entretenían con animales más o menos domésticos, inventando con ellos mil diabluras: irritaban a los loros, encerraban grillos en jaulas, atrapaban escarabajos y, tras sujetarlos con un hilo, los obligaban a volar de nuevo... Otro juego que no desconocía ningún pequeño era el de uncir ratones a un carrito y organizar competiciones con ellos. Estaba tan enraizada esta diversión que, aun cuando pasaban de la edad de niños, seguían enganchando perros y ovejas, e incluso los mismos compañeros tiraban del carro en tanto que otro iba subido como si fuera un 30
Los pasatiempos
MÁSCARAS
Cuando éste se agachaba para coger la moneda, salían los picaros y se reían del transeúnte burlado. Los niños mayores encontraban divertido asustar a sus compañeros más pequeños y, cuando los veían entretenidos, aparecían de imprevisto con máscaras espantosas que provocaban gritos de histeria. Este juego se llamaba mormolycon, y tenía su origen en Grecia. El típico juguete de las niñas eran las muñecas. Algunas estaban tan perfeccionadas que tenían piernas y brazos articulados, y todo un ajuar completo de vestidos, capas, adornos y joyas. Era tan grande el aprecio, el cariño que sentían las niñas romanas por sus muñecas que, en la víspera de su boda, la futura esposa consagraba a los dioses familiares las muñecas con las que había jugado de pequeña. Son numerosas las tumbas en las que han aparecido restos de estos juguetes. Principales juegos
Una huella clara de la cultura latina pervive todavía en muchos juegos tradicionales actuales. Andar con un aro guiado por un bastoncito derecho o curvo era una de las aficiones de los niños. Los romanos lo llamaban orbis o trochus, y la máxima habilidad de este juego consistía en hacer círculos cada vez más complicados sin que cayera el aro. Otro juego muy común era el turbo o peonza, que se jugaba más o menos como hoy. 33
Cuando se juntaban dos niños, podían jugar a la morra, que ellos llamaban digitis micare, consistente en que dos jugadores, colocados uno frente al otro, a la orden de «ya», sacaban al mismo tiempo la mano derecha con algunos dedos estirados y decían un número no superior a diez. El que acertaba era el ganador. Muy parecido a éste era el juego de par, impar, similar a nuestro pares o nones, que normalmente se juega con piedrecitas en la mano de uno de ellos; el otro tenía que acertar si eran pares o impares. Otro juego era el de la raya, en el cual, al igual que ahora, el ganador debía colocar tres piedras en línea recta. Las pandillas de niños organizaban competiciones con nueces. Se conocían varias maneras de jugar: unas veces se colocaba un montoncito de nueces: tres abajo y una encima, y desde una distancia acordada por los participantes se tiraba una piedra hasta derribarlo. Otra variante consistía en depositar varias nueces sobre una superficie inclinada y 34
cada uno de los participantes, por turno, dejaba caer rodando una nuez suya. Quien le diera a alguna de las colocadas se la llevaba para él. Juego también muy difundido en Roma era el de las canicas, que se practicaba con bolas de barro cocido, cantos rodados e incluso perlas. En otras ocasiones jugaban a la gallina ciega, en el que, como hoy, un niño con los ojos vendados debía reconocer a otro. Las diversiones de la juventud
Evidentemente, a medida que el muchacho avanzaba en edad iba cambiando sus modos de diversión. La mayoría de los jóvenes romanos dedicaban la tarde a sus aficiones. Unos acudían al Campo de Marte * para practicar deporte. Otros, en cambio, buscaban en los ejercicios gimnásticos de las termas una manera de pasar el tiempo libre. Todos, en general, pretendían lograr una buena forma física. 35
Los pasatiempos
Otro pasatiempo que contaba con muchos adeptos era el de cuidar caballos de carreras o criar perros de caza. No obstante, era en el Campo de Marte donde cada tarde se daban cita el mayor número de jóvenes. Allí se entregaban a la lucha cuerpo a cuerpo, untando previamente sus cuerpos con aceite. Resultaba vencedor aquel que lograba que las espaldas de sus contrincantes tocaran el suelo. También se organizaban en el Campo de Marte carreras a pie, saltos de altura y longitud, lanzamiento de disco y jabalina... y, después de sudar bien, se dirigían al río Tíber para lavarse y ejercitarse en la natación, deporte muy practicado en Roma, donde era muy raro encontrar a alguien que no supiera nadar.
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Los pasatiempos Sus juegos: la pelota y otros
Quizá el juego por excelencia de la juventud romana fuera el de la pelota. En realidad también lo practicaban los mayores, siempre y cuando se lo permitiesen los años. Durante la República jugaban en los espacios libres que tenían las ciudades, pero después fue necesario habilitar lugares en los gimnasios y en las termas. Los ricos tenían en sus mansiones salones para jugar a la pelota.
Los pasatiempos
Se sabe que existían varios tipos de pelota según los materiales de que estaban hechas o la manera de jugar. La llamada pila paganica estaba rellena de plumas y recubierta por una tela de lana o por una piel muy suave. La utilizaban las mujeres y los niños en las termas antes de tomar el baño. Se golpeaba con una especie de raqueta y había varias reglas de juego. La más común consistía en impedir que la pelota tocara el suelo, de la misma forma que hacemos hoy en la playa. Con la pila trigonica, más pequeña que la anterior, jugaban tres mozos colocados en ángulo. La pasaban de uno a otro con la mayor rapidez posible para que el otro fallase. Otro tipo de pelota, el fallís, era de piel bien cosida que se hinchaba de aire. Se recomendaba para el ejercicio de la gente mayor y de las chicas, pero también la utilizaban los futuros púgiles, que la colgaban y se entretenían golpeándola con sus puños. Finalmente existía el harpastum, de tamaño intermedio entre la paganica y el fallís, utilizada para jugar con las manos o con los pies. Con esta pelota se organizaban partidos muy parecidos al rugby actual. Una diversión casi exclusiva de las muchachas era el petaurum o balanza, formado por una tabla larga con un punto de apoyo en el medio; y también el oscillum o columpio, un asiento suspendido por dos cuerdas a una barra transversal situada en lo alto. 38
LA MAGIA DE LA MÚSICA Y DEL BAILE Desde un principio la música tuvo en Roma un carácter religioso, y a través del baile se honraba a las divinidades. Son muy antiguas las procesiones en honor de Marte en las que los participantes, vestidos con pieles de animales, saltaban y tocaban el tambor.
4. Un día cualquiera Las primeras horas del día
La música estaba presente siempre en los actos importantes de la vida tanto privada como pública: estimulaba a las tribus primitivas para entrar en combate, acompañaba al vencedor en la celebración de su triunfo, alegraba el ambiente en los grandes banquetes, etc. La música y la danza constituían otra manera de diversión de la juventud. Muchos las elegían como profesión. 40
La jornada empezaba muy pronto para los romanos. Cuando apenas habían salido los primeros rayos de sol, ya debían levantarse. La verdad era que el lecho, duro e incómodo, tampoco invitaba a prolongar el descanso por más tiempo. No debemos olvidar que la sociedad romana se regía, fundamentalmente, por la luz solar. En seguida estaban listos para salir a la calle, ya que dormían con la ropa puesta a causa del frío y únicamente se quitaban el calzado. Nada más levantarse, se lavaban ligeramente la cara, pues el aseo personal tenía lugar en el baño de la tarde. A continuación los muchachos daban los buenos días a sus padres y tomaban el ientaculum o desayuno, que constaba de pan con miel, queso y fruta. Solían llevar, además, un bocadillo para la escuela. ¿Qué ropa se ponían los niños?
A diario los niños vestían la túnica, una pieza de tela de forma rectangular, cosida por los lados, con 41
Un día cualquiera ROMA IMPORTA LA MODA
una abertura para la cabeza y otras para los brazos; se ataba con un cinturón. No tenía mangas en un principio, aunque sí en la época imperial. Sin embargo, se podían llevar dos túnicas o tres, e incluso cuatro, como es el caso del emperador Augusto. Los niños llevaban la túnica por la rodilla. La de las niñas era más larga.
Tras la conquista de las Gaitas*, los romanos utilizaron vestidos más parecidos a los actuales, tales como las bracae, especie de pantalones, y las paenulae o capotes para protegerse del frío. La moda griega también dejó su huella en la civilización latina con el pallium, vestimenta para cubrir los hombros.
En los días de fiesta los muchachos lucían la toga, un manto de lana que se sujetaba en el hombro izquierdo. Los niños menores de dieciséis años llevaban toga praetexta, que tenía una banda de color púrpura. Después de esta edad vestían la toga viril, que era todo un símbolo de mayoría de edad.
Fue, con todo, la expansión hacia Oriente la que supuso un cambio definitivo en la confección de los paños. La entrada de las telas de lino y seda desplazó muy pronto el uso de la lana en aquellas familias con mayores posibilidades económicas. Fue sobre todo en los vestidos de las mujeres donde más se acusó la influencia extranjera. La toga, tan apreciada antes, se vio entonces sustituida por la stola. La stola era un vestido largo con muchos pliegues. Se ceñía con un ángulo o cordón, y por encima se ponía la palla, un mantón cuadrado bastante similar a nuestra capa. 42
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Un día cualquiera
Un día cualquiera
Para las grandes ocasiones se reservaba el calceus, el auténtico zapato de vestir, de cuero negro o de colores, con tacón o sin él. Se ataba con cordones y se adornaba con vistosas hebillas.
UN ZAPATO PARA CADA OCASIÓN Por lo general, como sucede hoy, cada actividad requería un calzado apropiado: los soldados andaban con la caliga o sandalia militar. Los campesinos y los esclavos, con la sculponea, sandalia con suela de madera. Los actores que representaban tragedias salían a escena con el cothurnus, especie de bota que llegaba a la mediapierna, con una suela de corcho muy elevada. Los comediantes utilizaban el soccus...
El calzado
Los chicos romanos no usaban calcetines ni medias como los de ahora. Sólo cuando les obligaba el duro invierno protegían sus pies con vendas de distinto grosor. Para ir a la escuela o andar por casa se ponían las soleae, que eran muy parecidas a nuestras sandalias. Las había de muchos tipos, y algunas incluso podían cubrir todo el pie. Pero cuando llovía y se formaba barro se calzaban el soccus, zuecos de madera. 44
El calzado también se podía convertir en un distintivo más del nivel social al que uno pertenecía. Así el calceus patricius, o zapatos de los patricios*, era de color y estaba sujeto por cuatro tiras de cuero y una lengüeta de piel provista de una hebilla de marfil. El calceus senatorius era el calzado del senador. Únicamente se diferenciaba del de los patricios por el color negro. 45
Un día cualquiera
Un día cualquiera hQ/*isin¿>«: Ho una mañai
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Las ocupaciones normales de un romano estaban en función de su clase social. Ya hemos dicho que se levantaban con el sol. Después de asearse y tomar el desayuno, los ricos recibían a sus clientes* y los obsequiaban con una cestilla de alimentos. Destinaban el resto de la mañana a despachar asuntos privados o públicos y a las visitas. Los hombres libres atendían sus profesiones: el comercio, la banca, la carpintería, la albañilería, la or-
febrería... Los esclavos realizaban las tareas que tenían asignadas, desde los trabajos manuales más duros hasta diversas ocupaciones intelectuales, tales como secretarios, maestros, médicos...
La actividad de los niños dependía igualmente de la familia a la que pertenecían. La inmensa mayoría no iba a la escuela y, por tanto, trabajaba al lado de sus padres en las labores del campo o de la casa. Los niños que habían nacido esclavos no eran dueños de su tiempo, al igual que sus padres. Hacían los recados del amo y estaban a su entera disposición.
La comida de mediodía
La segunda comida de los romanos, el prandium, que equivalía a nuestra comida de mediodía, en realidad no era más que un tentempié o un lunch inglés. Se tomaba alrededor de las once de la ma46
ñana. Ni se sentaban ni se lavaban las manos. Comían lo que les había sobrado del día anterior: legumbres verdes, pescado, huevos, fruta..., y a continuación volvían al trabajo. 47
Un día cualquiera
Un día cualquiera
El baño de la tarde
El baño tenía gran importancia en la vida privada de un niño y también de las personas mayores. Primitivamente acudían a los baños cada ocho días, como una necesidad de limpieza e higiene personal. Pero muy pronto se convirtió en un placer, un recreo de todos los días. Algunas casas tenían
baños particulares, aunque la mayoría de los niños se dirigía a los baños públicos o termas, pagando una cuota mensual. Había termas para todos los bolsillos y clases sociales. Incluso los esclavos tenían las suyas, pues no se privaba a nadie del placer de darse un baño. 48
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Un día cualquiera
Dentro del mayor o menor lujo, todas las termas presentaban la misma distribución: el apodyterium, o habitación destinada a desnudarse y guardar la ropa en unos huecos excavados en las paredes; el frigidarium, que era la sala donde se tomaba el baño frío; el tepidarium, sala intermedia con una temperatura ambiental templada; el caldarium, que era el lugar destinado al baño caliente. Esta última parte era la más espaciosa y a veces contaba con gimnasio, piscinas al aire libre y lugares apropiados para los masajes. También las chicas iban a las termas, pero en lugares diferentes a los hombres o bien a horas distintas. Había natatoriae o piscinas que eran comunes a ambos sexos. Con todo, no estaba bien visto que una mujer se bañase allí.
La cena
Finalizado el baño, sobre las cinco de la tarde, los niños volvían a casa. Poca gente paseaba por el foro, y las tiendas estaban vacías. Era la hora de la cena, comida principal de los romanos. A veces también se tomaba la merienda, pero esto solamente se hacía en verano y en zonas de mucho trabajo agrícola. La cena era un momento de descanso en el que se reunía toda la familia. Normalmente se utilizaba el triclinium o comedor, nombre que procede de los
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tres lechos colocados en torno a la mesa central. Estos lechos, de derecha a izquierda, se llamaban sumus, medius e imus, y cada uno, a su vez, constaba de tres sitios denominados por el mismo orden locus summus, locus medius y locus imus. El lecho de honor era el medius, lugar que habitualmente ocupaba el paterfamilias. Más adelante, la mesa del comedor se hizo redonda y los tres lechos se convirtieron en uno solo de forma circular. En una cena normal se tomaba huevos duros, lechuga, jamón y carne. De postre: uvas, peras, manzanas, etc. Eran imprescindibles los huevos de primero y las manzanas al final. De ahí nació la expresión «desde los huevos hasta las manzanas» que se usaba para indicar desde el comienzo al final de algo. 51
Un día cualquiera ¿Cómo y qué comían los romanos?
Los romanos no se sentaban a la mesa. Se recostaban sobre el brazo izquierdo y utilizaban la mano derecha para coger los alimentos. La comida ya venía trinchada y, como no se conocían los tenedores, se debía coger con las puntas de los dedos. Los desperdicios se tiraban al suelo. Para limpiarse las manos se usaba el mantel, aunque también existían servilletas. La variedad de menús estaba en función de la economía familiar. Con todo, existían platos típicos. Por ejemplo, uno de los manjares predilectos era el sumen, ubres de cerda preparadas al horno o rellenas. La salsa más conocida era el garum, elaborado mediante la maceración de pescados, normalmente arenques y caballas, en una mezcla de
Un día cualquiera
vinagre, agua, aceite, vino y sal. Después de fermentar, se colaba el garum o liquamen. En el siglo v a.C. era muy apreciado el garum de Cartagena, de color negruzco. La bebida propia de los niños y de las mujeres era el mulsum, algo parecido a nuestro mosto. Los hombres, en cambio, tomaban vino, pero mezclado con agua en la proporción que mandaba el anfitrión o cabeza de familia. La vida social: las fiestas
Todas las familias tenían sus fiestas privadas, que normalmente estaban relacionadas con hechos religiosos o sociales, tales como el vestir la toga viril, las bodas, los funerales, etc. Pero el estado también organizaba sus propias fiestas públicas. Las más conocidas eran las Saturnales, que equivalían a nuestras navidades. En ellas se invitaba a familiares y amigos, se intercambiaban regalos y los esclavos comían a la mesa del amo. Algo que no faltaba nunca en las solemnidades religiosas eran los espectáculos. A veces ocupaban un día entero y frecuentemente comenzaban muy temprano. Destacaban el teatro, cuyos actores solían ser esclavos, y el género que más atraía a la gente era la comedia. No obstante, sentían un gusto mayor por los espectáculos cruentos, como los combates de gladiadores, las luchas contra fieras o las carreras en el circo. 53
La religión
5. La religión Los romanos se consideraban el pueblo más religioso del mundo. El gran orador Cicerón escribe: «Si nos comparamos con el resto de las naciones, resultamos iguales o inferiores en diversos terrenos excepto en la religión, en el que somos superiores con mucho». Y ciertamente así era. La religión envolvía toda la vida de los romanos, tanto en su aspecto privado como en el público. Los griegos buscaban en la religión una explicación a los misterios de la naturaleza: truenos, relámpagos, terremotos, etc. En Roma, sin embargo, tenía básicamente un carácter utilitario: defenderse, protegerse de las fuerzas sobrenaturales, estar a bien con ellas. No obstante, fue tan grande la relación existente entre ambas culturas que la mayoría de los dioses públicos romanos fueron heredados de los griegos. Dioses protectores de la infancia y de la juventud
Aparte de los dioses que van a proteger la vida del niño después de nacer, los romanos creían que 54
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La religión EL MISTERIO DE LAS SUPERSTICIONES
ya el feto estaba bajo la propicia mirada de un ser superior. Los niños al nacer tienen un genius, algo así como nuestro ángel de la guarda, que los custodia a lo largo de toda la vida. En las esculturas aparece representado por una serpiente, excepto el del paterfamilias, que siempre tiene figura humana. Los romanos creían, además, en la existencia de muchas divinidades en cada etapa de la vida del niño. La diosa Levana presidía el instante en que un padre reconocía a su hijo, levantándolo del suelo; Rumina cuidaba de la leche de la madre o de la nodriza; Nundina presidía la ceremonia purificadera de la lustratio, a los nueve días; Ossipago lo amparaba cuando le salían los dientes; Patina y Educa cuidaban de las papillas y los biberones; Statina le enseñaba los primeros pasos; Fabulines y Locutius inspiraban las primeras palabras del niño.
En el mundo antiguo abundaban las creencias pavorosas y se inculcaban desde niños. Los griegos atemorizaban a los pequeños con la Mormó, una mujer espantosa con piel de asno. Los romanos con la Lamia, que se comía a los niños vivos y siempre llevaba uno en su estómago. Para los romanos las supersticiones eran algo obsesivo. Era muy famosa la leyenda del hombre lobo, un hombre que se transformaba en lobo para asaltar los rebaños de noche v después recuperaba su figura primitiva.
Llegado al uso de razón, la diosa Mens y toda una serie de divinidades distintas a las de la etapa anterior se encargaban de moldear la personalidad del muchacho: Catinus era el dios de la habilidad; Consus, el del buen consejo; Strenia le daba valor para superar los obstáculos. Finalmente, un nuevo grupo de dioses ayudaba a convertir al niño en joven: Numeria le enseñaba a contar; Camena, el canto; Minerva fortificaba la memoria; Inventas lo conducía hasta que se hacía un hombre. Había muchos dioses más. 56
Existían, por otra parte, fechas malditas y creencias populares absurdas, como las que desaconsejaban casarse en viernes o en el mes de mayo, cortarse las uñas en día de mercado o viajar por mar después de cortarse el pelo.
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La religión El culto doméstico
Los niños romanos, además de honrar a los grandes dioses de la patria, daban culto a las divinidades privadas familiares, que tenían dedicada una capilla o altar en el atrio de la casa. Era el paterfamilias quien actuaba como sacerdote, dirigiendo las ofrendas y oraciones apropiadas.
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Entre estas divinidades familiares, veneraban en primer lugar a los Manes, que eran los espíritus de los antepasados. Una vez al año organizaban fiestas funerarias parecidas a nuestro día de difuntos, y colocaban flores y coronas en las sepulturas. Otros dioses familiares eran los Lares, que representaban el fuego del hogar, y la llama siempre encendida junto al altar era símbolo de fuerza y unidad. Los Penates, en cambio, protegían la despensa, el aprovisionamiento, el pan de cada día. Los Lémures eran los espíritus de los muertos, que podían atormentar a los vivos. Para apaciguarlos era necesario echarles puñados de habas negras en un rito que se celebraba en el mes de mayo. Las Larvas eran los espíritus de los hombres que tuvieron una vida desgraciada, y que venían a perjudicar sobre todo a quienes les habían molestado en vida. 59
La religión La religión oficial: los dioses nacionales
El Estado, como una familia grande que era, también tenía su «fuego permanente», sus dioses Lares —Rómulo y Remo—, los Penates públicos, que cuidaban de que no escasease el alimento necesario. El centro del culto estaba en el templo de Júpiter, en la colina del Capitolio*. Era la propia familia la que instruía a los hijos en el culto público. Los dioses estatales se veneraban de acuerdo con un calendario anual de fiestas confeccionado por los sacerdotes. El Sumo Pontífice era el máximo responsable de la religión nacional. Los dioses públicos propiamente romanos eran: luppiter, dios del cielo y del trueno; Mars, de la vegetación y la guerra; Minerva, de la inteligencia; luno, del matrimonio y de la vida familiar; Vesta, del hogar, en donde era imprescindible el fuego sagrado del dios Vulcanus. Carmela, diosa de las fuentes, regaba la tierra favorecida por la diosa Tellus, protectora también de las buenas cosechas; lanus, el dios de la luz, hacía brotar los frutos del campo, que amparaba la diosa Ceres; Flora mimaba y defendía la belleza de las flores; el dios Líber cuidaba la viña, y Faunus, de los rebaños. Posteriormente la religión griega ejerció una influencia muy grande sobre la romana, cuyos dioses fueron asimilados a los griegos, dando lugar a una 60
Juno, hermana y esposa de Júpiter, diosa de la fecundidad
Júpiter,padrey rey delosdioses,y dios del cielo y la luz
Marte, dios de la guerra padre de Rómulo y Remo, protector de Roma
Neptuno, dios del mar. Protector de los caballos
Minerva, protectora de las artes manuales, la sabiduría y la técnica bélica
Vulcano, dios del fuego y de los herreros
Venus, diosa de la naturaleza y la primavera, de I a belleza y el amor
Mercurio, dios del comercio, mensajero de los dioses
Saturno, protector del campo; se le ofreci'an fiestas para favorecer las cosechas Vesta, diosa de la virginidad, presidía
Diana, diosa de la caza. Protectora de la naturaleza
Apolo, dios del sol, de la medicina, los oráculos y las artes en general
el culto de las vestales
La religión
La religión
especie de Olimpo* grecorromano con doce divinidades principales. Todas tenían una tarea y gozaban de unos atributos, tal como figura en el siguiente cuadro: DIOSES Griegos
Romanos
Función
padre de dioses y hombres dios del sol y de las artes del fuego de la guerra del mar
ZEUS
JÚPITER
APOLO
APOLO
HEFESTO ARES POSEIDÓN
VULCANO MARTE NEPTUNO
HERMES
MERCURIO
HERA ARTEMISA
JUNO DIANA
ATENEA
MINERVA
del comercio, de los viajes, de la elocuencia del matrimonio de la luna, la caza, la castidad de la inteligencia
HESTIA AFRODITA
VESTA VENUS
del hogar doméstico del amor, de la belleza
Atributos
cetro, águila, rayo arco, lira, laurel martillo, tenazas casco, armas tridente, carro de
caballos alas en los pies pavo real arco y flechas, cierva lechuza, lanza, casco antorcha, llama paloma
Lugares y tipos de culto
En un principio las ofrendas se celebraron en el lucus o bosque sagrado, al aire libre, al igual que otros pueblos primitivos, como los celtas, los germanos, etc. Sin embargo, los templos, redondos o 62
rectangulares, aparecieron muy pronto. Constaban de un pórtico abierto para poder observar el cielo y de la celia o lugar sagrado donde se guardaba la imagen del dios. Generalmente los templos eran recintos tan pequeños que no permitían la entrada de la gente.
También existían capillas dedicadas a una divinidad que tenía allí su estatua. Ningún romano se atrevía a realizar nada importante sin consultar antes la voluntad de los dioses. Para eso podía acudir a los augures, sacerdotes que anunciaban el futuro interpretando signos del cielo, tales como rayos, truenos, etc. Pero, sobre todo, examinando el vuelo de las aves. El auspicio era tanto más positivo cuanto más alto volasen o cuanto más apetito tuviesen los pollos sagrados que guardaban en una jaula. Los arúspices examinaban las visceras del animal sacrificado. Comprobaban el número, el tamaño y la disposición de las mismas. De apreciarse alguna 64
anomalía, el ciudadano romano tenía varias maneras de procurarse el favor de la divinidad. En unos casos recurría a la oración, para lo cual iba al santuario del dios que pretendía aplacar y, con la cabeza cubierta, mirando al este, de rodillas o con la mano puesta sobre el altar, hacía su súplica. Era el sacrificio, no obstante, lo que más satisfacía a los dioses airados. En los primeros tiempos se ofrecían víctimas humanas, pero pronto fueron sustituidas por el sacrificio de un animal. Cuando era grande, se le llamaba victima, y si era pequeño, hostia. Debía ser un animal sin mancha. Sus cuernos se adornaban con cintas y, antes del sacrificio, se colocaba sobre su cabeza un pastel hecho de miel y harina. 65
La religión LAS VESTALES, UNA VIDA DE ENTREGA
Llegados al lugar del sacrificio, el victimarius o matarife abatía al animal de un solo golpe. Después de que los arúspices emitiesen su vaticinio tras la observación de las entrañas, se procedía a un banquete, ya que una parte de la carne se asaba y se repartía entre los invitados, en tanto que la otra se quemaba en honor de la divinidad.
Eran las sacerdotisas encargadas de mantener encendida la lumbre de la diosa Vesta, protectora del fuego sagrado de la ciudad. Pasaban treinta años de su vida entregadas al culto de la diosa. Durante los diez primeros se instruían como novicias. En los diez siguientes ejercían el cargo, y en los diez últimos enseñaban a las nuevas vestales. Además, debían hacer voto de castidad. Si alguna no lo cumplía, era enterrada viva. Residían todas en el atrio de Vesta, una especie de casa común. Estas vírgenes eran elegidas por el Pontífice Máximo de entre las niñas de familias nobles que tuvieran seis años cumplidos y no pasaran de los diez. No podían tener defecto físico alguno y debían vivir sus padres.
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Palabras que debéis conocer
Palabras que debéis conocer Albano: Habitante de Alba Longa, la actual ciudad de Castelgandolfo. Fue la capital de un grupo de ciudades latinas que se unieron a Roma para impedir el avance de otros pueblos. Auriga: Aquel que dirige un carro tirado por caballos. Campo de Marte: Amplio espacio situado en Roma fuera del pomoerium o recinto sagrado, a la orilla del Tíber. Allí se celebraban actos y reuniones importantes. Capitolio: La más célebre de las siete colinas de Roma. En su cima estaban el Arx o fortaleza y el templo de Júpiter Optimus Máximus. En este templo se coronaba a los héroes vencedores. Cliente: Especie de vasallo que se unía a un patricio para que le protegiese y ayudase económicamente. Por su parte, el cliente se ofrecía para todo lo que el patrón necesitase en tiempo de paz y de guerra. Cónsul: Ver las salidas de un joven romano en el capítulo 2. Galia: Antigua región ocupada en la actualidad fundamentalmente por Francia, Bélgica y parte del norte de Italia. Guerras púnicas: Tres guerras que Roma sostuvo contra Cartago,, la actual Túnez, por el dominio del Mediterráneo. Hércules: El más célebre de los héroes griegos, famoso por sus combates contra terribles monstruos. Llegó, incluso, a vencer a la muerte. 68
Imperio: Último período de la historia de Roma. Abarca desde el 27 a.C. hasta el 476, en que Roma fue tomada por Odoacro, jefe de los germanos. Liberto: Esclavo al que se le ha concedido la libertad. Marte: Ver capítulo 5. Olimpo: Monte donde residían los dioses griegos. Patricio: Ciudadano romano que gozaba de los mayores privilegios. Su nombre proviene de los antiguos paires o padres de la patria, de los que descienden. El resto son los plebeyos o clase humilde. Pietas: Dios que personifica el respeto a los dioses y a los hombres. Su templo se levanta al pie del Capitolio, cerca del río Tíber. República: Período de la historia de Roma que abarca desde el año 509 a.C. hasta el 27 a.C. Senado: Asamblea de patricios. Aconsejaba al rey, a los cónsules o al emperador. Su nombre procede de la palabra senex, anciano, pues todos eran mayores. Senador: En un principio sólo eran senadores los descendientes de los fundadores de Roma, pero luego se añadieron los plebeyos ricos. Eran elegidos primero por los cónsules y luego por los censores. Su misión era la de dictar leyes, controlar la economía, declarar la guerra y pactar la paz. Vestal: Ver capítulo 5.
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Para conocer mejor las costumbres...
Para conocer mejor las costumbres de los antiguos romanos Si te ha interesado el tema de Roma, aquí tienes algunas indicaciones para ampliar. Libros
Excursiones
Roma está más cerca de lo que tú piensas. Su cultura, su forma de vida han quedado esparcidas por el mundo. Casi no hay región española que no tenga restos romanos. Si quieres ver una Roma en pequeño, no dejes de visitar Mérida (Badajoz). También te puede resultar interesante Itálica (cerca de Sevilla), Sagunto (próximo a Valencia), Segovia, Tarragona, Lugo...
Así vivían los romanos, J. Espinos - P. Mariá, D. Sánchez - M. Vilar, Editorial Anaya. Emperadores, dioses y héroes de la mitología romana, Kerry Usher, Editorial Anaya. Nacimiento de una ciudad romana, Macaulay, Editorial Timun-Mas. Una de mosqueo mitológico («cómic» de leyendas y fábulas de la antigüedad clásica), Antonio Postigo; adaptación de textos latinos: José Castañé y Carmelo Andrés, Zaragoza. La mitología en el Museo del Prado (dioses, héroes y hombres en los mitos clásicos a través de las pinturas del museo), Departamento Didáctico-Pedagógico del Museo del Prado. Vídeos
Roma, ayer, hoy y siempre, editado por el Instituto de Ciencias de la Educación, de Bilbao. Aproximación a la Roma clásica, guión: Pedro Luis Cano e Ignacio Ciruelo; realización: Pedro Valle; producción: CEMAV-UNED. 70
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DOCUMENTACIÓN EN COLOR
Fotos: Musco Británico: 1; J. Calvet, Y. Álvarez: 2, 4, 5, 6; Archivo SM: 3, 8;R.P.R.: 7.
© Pepe Carballudc, 1989 Ediciones SM Joaquín Turina, 39 - 28044 Madrid Distribuidor: CESMA, S.A. - Aguacate, 25 - 28044 Madrid ISBN: 84-348-2774-3 Depósito legal: M-34829-1989 Fotocomposición: Grafilia, S.L. Impreso en España / Printed in Spain Imprenta SM - Joaquín Turina, 39 - 28044 Madrid
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En las páginas siguientes encontrarás unas fotos en color. Puedes recortarlas con cuidado, sin estropear el libro. Así tendrás un material gráfico que te permitirá ilustrar un cuaderno, un ejercicio escrito, un mural para la clase o para tu habitación...
Si recortas estas fotos, empieza por anotar los números de las ilustraciones y copia en una hoja sus comentarios, Así sabrás luego cuál corresponde a cada foto. 1.
El interior de las habitaciones de las man siones romanas estaba decorado de acuerdo con su uso. Las paredes de los aposentos mejores estaban pintadas al fresco. Aquí po demos ver una escena que representa una lección de música. Este fresco está en la ciu dad de Herculano y es del siglo i a.C. 2. Los suelos de las lujosas mansiones estaban decorados con mosaicos representando es cenas que solían tener alguna relación con el uso que se daba a cada estancia. Así, en las termas se representaban peces, tritones, escenas fluviales; en el vestíbulo, el perro guardián; en el triclinio, naturaleza muerta o motivos relacionados con el banquete. Este mosaico, que podéis contemplar en el Museo Romano de Mérida, representa una escena de caza. Se encontraba en la villa de las «Tiendas» y es del siglo iva.C. 3. En esta foto de la villa de los Vettri, en Pompeya, podemos ver el peristilo, un jardín in terior rodeado de columnas y con bustos de los antepasados.
4. En el Museo Romano de Mérida se puede contemplar esta estatua del siglo u d.C. que representa a Ceres, la diosa romana de la agricultura. 5. En esta lápida funeraria, que está en el Mu seo Romano de Mérida, podemos ver a una tabernera llenando una jarra con el vino que saca de una cuba, para servirlo luego a los clientes. 6. Son muchos los pasatiempos y diversiones practicados por los romanos que han per vivido hasta nuestros tiempos. Entre ellos, el juego de los dados, llamado teserae. Este juego de azar se prestaba a ganar o perder rápidamente grandes sumas de dinero. En esta foto podemos ver un cubilete y varios dados de hueso que se conservan en el Mu seo Romano de Mérida. 7. Esta estatua de la loba capitolina amaman tando a Rómulo y Remo refleja la leyenda de la fundación de Roma. Se encuentra en el Museo del Palacio de los Conservadores, en Roma. Ver capítulo 1. 8. En esta foto podemos ver el templo de Vesta, en Roma. Vesta era la diosa romana del ho gar, cuyos símbolos eran la antorcha y la llama. Este templo circular es del siglo i a.C.
Títulos publicados: 1 Los primitivos actuales. La prehisto- 1? Los últimos dinosaurios, Francisco ría, hoy, André Fax Anguila 2 La deriva de tos continente, Didier ig La invención de la escritora, Béatrice Gle André 3Lariadadel«roenCaBtaniiahacia » a, gi «ais íe los incas, Remi Simón 1850, Patrick Resteilini , ^ g| f(|ture M ^ mM 4 Una andad en obras, Oeorges Ata Foreit 5 Pirámides y faraones, Viviane Koenig „2 1 6 Prnnpeya, la ciudad recuperada, Mo R
Pepe Carballude La vida diaria de los romanos Muy distintos fueron los modos de vida del pueblo romano desde el nacimiento de Roma hasta la decadencia del Imperio. Sin embargo, el carácter, la vitalidad, la propia personalidad de los romanos marcó una manera de entender la vida, un estilo propio para organizar el hogar, vivir en familia, acudir a los espectáculos... que no variarían sustancial-mente con el paso de los años. Viajemos hasta la Roma clásica para descubrir cómo vivían sus habitantes. Asistamos al nacimiento de un niño, a su «bautismo», a su primer día de escuela, a sus juegos. Averigüemos qué ropa usaban, qué comían, cómo era su religión... Conozcamos la vida diaria de los romanos. El autor, Pepe Carballude, es profesor de latín y a/terna sus clases en un instituto con el cultivo de la literatura infantil y juvenil en lengua gallega. Tiene publicados dos libros en la colección «O Barco de Vapor» y uno en «Gran Angular». «DE PAR EN PAR» es una colección clara, viva y muy ilustrada de libros de conocimientos. Cada libro incluye un material gráfico de trabajo en color. Sus centros de interés responden a las preocupaciones de chicos y chicas
a partir de 10 años.