ÍNDICE No. de página Introducción 3 Leyenda de la xtabay 4 El puente de los perros 7 El callejón del diablo 8 No solo los perros lamen 9 La esquina del perro 10 La cueva del toro 11 La abuela Mariana 12 La cruz del cabrero 15 El pirata barbillas 17 Leonardo el judío 18 El candelabro 23 La tia Mariana 28 El negro Juan 29 El espadachín de la 30 explanada de san Juan La iglesia de la Ermita 31 La eminencia 32 1
El hermano Sebastian El caballero águila El tesoro del pirata El indio Mexicat Lo que sucedió en la explanada de san Juan El espectro de la puerta de tierra Los brujos de san Miguel
2
33 34 35 36 37 38 39
El hermano Sebastian El caballero águila El tesoro del pirata El indio Mexicat Lo que sucedió en la explanada de san Juan El espectro de la puerta de tierra Los brujos de san Miguel
2
33 34 35 36 37 38 39
Campeche, una Ciudad Colonial, no podía estar sin historias llenas de leyendas, de esas que escuchamos cuando niños, que nos contaban nuestros padres y que ahora son del dominio popular, el sabor de estas leyendas está precisamente en su hechizo hacia un pasado que nos trae recuerdos y costumbres que han desaparecido y que solamente resurgen siempre que alguien curioso vuelve a caminar por los senderos y callejuelas de la encantadora magia de nuestra ciudad amurallada y misteriosa que es Campeche.
3
Vivían en un pueblo dos mujeres; a una la apodaban los vecinos la Xkeban, que es como decir la pecadora, y a la otra la llamaba la Utz-colel, que es como decir mujer buena. La Xkeban era muy bella, pero se daba continuamente al pecado de amor. Por esto, las gentes honradas del lugar la despreciaban y huían de ella como la de cosa hedionda. En más de una ocasión se había pretendido lanzarla del pueblo, aunque al fin de cuentas prefirieron tenerla a mano para despreciarla. La Utz-Colel, era virtuosa, recta y austera además de bella. Jamás había cometido un desliz de amor y gozaba del aprecio de todo el vecindario. No obstante sus pecados, la Xkeban era muy compasiva y socorría a los mendigos que llegaban a ella en demanda de auxilio, curaba a los enfermos abandonados, amparaba a los animales; era humilde de corazón y sufría resignadamente las injurias de la gente. Aunque virtuosa de cuerpo, la Utz-Colel era rígida y dura de carácter: Desdeñaba a los humildes por considerarlos inferiores a ella y no curaba a los enfermos por repugnancia. Recta era su vida como un palo enhiesto, pero sufrió su corazón como la piel de la serpiente. Un día ocurrió que los vecinos no vieron salir de su casa a la Xkeban, pasó otro día, 4
y lo mismo; y otro, y otro. Pensaron que la Xkeban había muerto, abandonada; solamente sus animales cuidaban su cadáver, lamiéndole las manos y ahuyentándole las moscas. El perfume que aromaba a todo el pueblo se desprendía de su cuerpo. Cuando la noticia llegó a oídos de la Utz-Colel, ésta rió despectivamente. Es imposible que el cadáver de una gran pecadora pueda desprender perfume alguno exclamó. Más bien debe oler a carne podrida. Pero era mujer curiosa y quiso convencerse por sí misma. Fué al lugar, y al sentir el perfumado aroma dijo, con disimulo: Cosa del demonio debe ser, para embaucar a los hombres, y añadió: Si el cadáver de esta mujer mala huele tan aromáticamente, mi cadáver olerá mejor. Al entierro de la Xkeban solo fueron los humildes a quienes había socorrido, los enfermos a los que había curado; pero por donde cruzó el cortejo se fue dilatando el perfume, y al día siguiente la tumba amaneció cubierta de flores silvestres. Poco tiempo después falleció la Utz-Colel, había muerto virgen y seguramente el cielo se abriría inmediatamente para su alma. Pero ¡Oh Sorpresa! contra lo que ella misma y todos habían esperado, su cadáver empezó a desprender un hedor insoportable, como de carne podrida. El vecindario lo atribuyó a malas artes del demonio y acudió en gran número a su entierro llevando ramos de flores para adornar su tumba: Flores que al amanecer desaparecieron por "malas artes del demonio", volvieron a decir. Siguió pasando el tiempo, y es sabido que después de muerta la Xkeban se convirtió en una florecilla dulce, sencilla y olorosa llamada Xtabentun. El jugo de esa florecilla embriaga 5
dulcemente tal como embriagó en vida el amor de la Xkeban. En cambio, la Utz-Colel se convirtió después de muerta en la flor de Tzacam, que es un cactus erizado de espinas del que brota una flor, hermosa pero sin perfume alguno, antes bien, huele en forma desagradable y al tocarla es fácil punzarse. Convertida la falsa mujer en la flor del Tzacam se dió a reflexionar, envidiosa, en el extremo caso de la Xkeban, hasta llegar a la conclusión de que seguramente porque sus pecados habían sido de amor, le ocurrió todo lo bueno que le ocurrió después de muerta. Y entonces pensó en imitarla entregándose también al amor. Sin caer en la cuenta de que si las cosas habían sucedido así, fue por la bondad del corazón de la Xkeban, quien se entregaba al amor por un impulso generoso y natural. Llamando en su ayuda a los malos espíritus, la UtzColel consiguió la gracia de regresar al mundo cada vez que lo quisiera, convertida nuevamente en mujer, para enamorar a los hombres, pero con amor nefasto porque la dureza de su corazón no le permitía otro. Pues bien, sepan los que quieran saberlo que ella es la mujer Xtabay la que surge del Tzacam, la flor del cactus punzador y rígido, que cuando ve pasar a un hombre vuelve a la vida y lo aguarda bajo las ceibas peinando su larga cabellera con un trozo de Tzacam erizado de púas. Sigue a los hombres hasta que consigue atraerlos, los seduce luego y al fin los asesina en el frenesí de un amor infernal.
6
Cuenta esta historia que en los tiempos en que el comandante militar de la plaza era Francisco de Paula Toro, mandó a construir un puente por donde su mujer, , solía pasear, situado este puente sobre el canal de desagüe del suburbio de Santa Ana. Un día en que Doña Mechita pasó a inspeccionar la obra de su marido, le dijeron que en los remates del puente iban a poner unos pebeteros, a lo que ella no le pareció y dijo a su esposo que mejor pusieran las esculturas de sus perros Anibal y Alejandro, ya que esos perros se los había regalado su hermano Antonio. De esa forma y por partida doble los perros quedaron inmortalizados en piedra. Siendo inaugurado con el nombre de Puente de la Merced.
7
Esta leyenda surge de una callejuela que empezaba en San Martín y desembocaba en la Zanja, consistía en un pasadizo sombrío bordeado de arboles donde vivía un hombre con malformaciones. Este hombre aprovechándose que la gente tenía miedo de pasar por ahí de noche, asustaba a los que se atrevían a cruzar haciéndose pasar por el diablo encendiendo cartuchos de azufre. La gente muy creyente para evitar que el “Diablo”
entrara a la ciudad le empezó a poner monedas de oro y joyas, hasta que dos pescadores lo descubrieron una noche y lo espantaron cuando le quemaron las posaderas con un carbón al rojo vivo. Lo que después hizo que el hombre enfermara y para mitigar sus culpas tuvo que donar una buena cantidad de las joyas a una institución para pobres.
8
Ésta era una niña, la hija de los presidentes del poblado de Hool. Era una niña que no tenía hermanos, sus padres al ser los presidentes salían muy seguido a los eventos del pueblo. La niña se sentía muy sola, ella se los hizo saber a sus padres quienes la comprendieron muy bien y decidieron comprarle un perro. El perro y la niña se hicieron muy buenos amigos, el la cuidaba todo el tiempo de cualquier peligro, la niña lo quería tanto que hasta lo dejaba dormir en su cuarto con ella. Todas las noches el perro le lamía una mano como señal de que el estaba ahí con ella…
Una noche, los padres de la pequeña tuvieron que salir a un evento en la noche relacionado con las costumbres del pueblo; a lo que la pequeña ya se había acostumbrado, esa noche era especialmente oscura y fría, como las demás noches ella sintió la lengua de su cachorro pasar por su mano, cosa que la hizo tranquilizarse. Al despertarse, aterrada vio a su lado el cuerpo de su perro sin vida, cubierto de sangre y en su espejo había un escrito con la misma sangre que decía: “no sólo los perros lamen”…Actualmente
aquella niña vive en un manicomio, con su rostro pálido recordando todas las noches, aquella en la que su fiel amigo murió. 9
LA ESQUINA PERRO
DEL
Cuentan que esta leyenda surgió en una quinta extramuros en cruce de calles 14 y 43, cuando un perro llamado Marqués sostuvo una feroz batalla con el demonio, defendiendo a su ama llamada Ofelia, hija de Don Tristán que era un hereje, el amo del perro al ver la hazaña que realizo Marqués, mandó construir una escultura del fiel perro sobre la azotea de su casa en actitud vigilante .
10
LA CUEVA DEL TORO En el barrio de San Román se forja esta leyenda donde se encuentra aun en nuestros días este lugar conocido como la cueva del toro, donde se cuenta que se escuchaban ruidos feroces de un animal, pero se decía que el animal en forma de toro se transformaba en forma humana y un galante caballero enamoraba a las jóvenes bellas que invitaba a verlo a las 12 de la noche en la entrada de la cueva para no regresar jamás con ellas. Los habitantes pelearon una noche con este ser y le sacaron el corazón que estaba en una fruta del árbol de mamey que ahí se encontraba, un torrencial aguacero inundó el lugar donde aún se escuchan esos temerosos ruidos y que a la gente le da miedo recordar.
11
En el pueblo de San Francisco, Campeche se suscitaron innumerables historias que sorprendieron a la población, sobre todo en aquel periodo posterior a la Conquista donde empezaron a producirse muchos episodios inéditos en la región. Los nativos tenían la firme creencia que todo lo malo que les sucedía, derivaba de la mezcla de razas; y aún décadas después de la llegada de los españoles, y con nuevas estirpes, se hablaba sobre diversas maldiciones de las que eran objeto. Doña Mariana era una anciana que habitaba en este pueblo, todos sus hijos habían muerto luego de una terrible epidemia que azotó la ciudad. Por si fuera poco, el mal tiempo predominaba en la región, por lo que se sufría de escases de alimentos. Afortunadamente, la abuela Mariana no se encontraba completamente sola, a la enfermedad había sobrevivido su nieto, un joven de piel morena que por necesidady debido a la precaria situación por la que atravesaban, tuvo que dedicarse a la pesca. A la anciana no le agradaba mucho la idea, sin embargo no había 12
manera de proveerse de alimentos, pues el comercio había quedado muy dañado y las autoridades no permitían todavía la salida o entrada de personas al pueblo. Los hombres se lanzaron a la mar con la intención de conseguir un poco de alimento y pese al mal tiempo salieron victoriosos. El nieto de la abuela Mariana se distinguió como el mejor pescador y en poco tiempo ya era conocido entre la población de San Francisco. Todos los días, antes de partir, doña Marianaacompañaba a su amado nieto al muelle, antes de que el barco zarpara, ella lo encomendaba a la Virgen de Guadalupe, pues el tiempo en altamar era un suplicio para ella. La mayor parte del día se le veía en el templo, arrodillada pidiendo por su pariente y por todos los hombres pescadores. El mal tiempo no cedía y una tarde, una fuerte tormenta azotó la región, las mujeres atemorizadas se postraron en el muelle, en espera de sus pescadores. Ningún barco se avizoraba y la desesperación invadia a las personas. Doña Mariana fue la última en llegar, pues a su edad, el caminar se le dificultaba un poco; no terminó bien sus oraciones en la iglesia, cuando se dirigió hacía el embarcadero. Para cuando ella llegó al lugar, algunos hombres habían arribado también, sin embargo, la tristeza se reflejaba en sus rostros. Doña Mariana pensaba que debido al temporal no habían obtenido ningún pescado, pero lo cierto fue que los varones traían consigo el cuerpo de un joven muchacho que había perecido ahogado, al caer del barco durante la tormenta. La abuela Mariana tenía un mal presentimiento, y eso empezaba a angustiarla, para cuando llegó hasta donde estaban los pescadores con el cuerpo, su presagío se volvía realidad: el joven muerto era su nieto. La anciana lo miró con ternura, sus ojos se llenaron de 13
lágrimas; grande fue su esfuerzo, pues trasladó el cuerpo hast ala iglesia. Lo colocó bajo la imagen de la virgen y ahí lloró inconsolablemente. Algunos conocidos quisieron ayudarla a cargar el cadáver del joven, pero ella se opuso y gritó que la dejaran sola. Una y otra vez, maldijo la hora en que su nieto se volvió pescador y sobre todo maldijo a las aguas del mar, las culpaba de arrancarle sin piedad, la vida a su nieto. En la iglesia rezórevientemente durante más de dos horas, pedía a todos los santos llevarla con su nieto y reunirla también con sus hijos. En sus plegarias mencionaba que ya no tenía motivo para seguir viviendo, pues se había quedado sola en el pueblo. A la mañana siguiente, el párroco encontró a la abuela Mariana recostada sobre el cuerpo inerte de su nieto; el sacerdote intentó por todos los medios despertaría, sin conseguirlo; para sorpresa de los presentes, la anciana también había muerto. Sus súplicas fueron escuchadas. Por esta razón, en los días que predomina el mal tiempo, en la iglesia ubicada en el pueblo de San Francisco, se ve a una viejecilla, ataviada de negro, arrodillarse ante la imagen de la Virgen de Guadalupe para orar. Cuenta la leyenda que esta mujer es la abuela Mariana, quien eleva sus oraciones por todos los pescadores que se encuentran en altamar y reza a su vez, porque finalice la tempestad.
14
"La leyenda, se puede saborear en todo su espacio con esta esquina, resultado del carácter impetuoso, pero a la vez noble de los campechanos, que a través del tiempo han sabido definir su identidad. En torno a este sitio pintoresco, conjuntando la leyenda con la tradición popular de los vecinos del lugar, se cuenta en Campeche lo siguiente: ........ en la noche del 8 de octubre de 1821, Juan Gómez, el cabrero, salió de su casa en busca de una cabra extraviada a quien llamaba la Xculxikín, por tener una oreja menos. Había inútilmente recorrido los barrios de Santa Lucía, La Casa mata, La Eminencia y nada, la xculxikín no aparecía. Juan Gómez no cejaba en su tarea de recorrer barrios, plazas, cerros y montes hasta dar con su preciosa cabra. La noche del 8 de octubre de 1821, la tempestad azotaba, repetidos chubascos caían sobre la ciudad; un viento frío del Norte soplaba con intensidad, y continuos relámpagos rasgaban por instantes la densa oscuridad de aquella noche. Juan apareció por una callejuela desierta al nuevo cementerio de San Lázaro, puesto en servicio algunas semanas antes y frente al tortuoso y estrecho camino que conducía a Lerma. Aspirando el viento del mar, cargado de salobres emanaciones, se detuvo indeciso y cansado en aquel lugar. Reinaba el silencio profundo y natural de aquel sitio y de aquella hora, las doce de la noche poco más o menos. Juan el cabrero escudriñaba aquellos contornos, acechaba sobre las 15
albarradas de patios y solares desiertos y próximos al cementerio de San Lázaro. Al darle la vuelta a una esquina un embozado surgió entre las sombras de aquella noche tempestuosa y cayendo sobre el indefenso cabrero le hundió un filoso cuchillo diciéndole: Al fin caíste, hace diez noches que en este lugar te espiaba, a ver si te quedan ganas de ir a verte con Rosa. Dejándolo tendido en tierra echose a correr, rumbo a la Palestina, perdiéndose en las lobregueses de aquella noche, cómplice del horrible crimen. Ocho días después de estos sucesos, Fidencio Pérez ocurrió al Excelentísimo Teniente de Rey, Don Hilario Artacho, solicitando permiso para construir, en el sitio en que cayó herido de muerte el cabrero, una urna, y dentro de ésta, una cruz, en memoria del citado cabrero, íntimo y querido amigo del solicitante. Fué concedido el permiso. En el primer aniversario de la trágica muerte del cabrero, Luisa, la viuda y Elena, la huérfana, colocaban sobre la tumba de aquel ser querido una corona humilde de flores naturales. Ese mismo día y a esa misma hora, un hombre pálido y macilento, llevando impresas en le rostro las huellas del dolor también se arrodillaba ante Don Miguel José de León, primer Alcalde de la ciudad exclamando: No puedo ya sufrir, el arrepentimiento y mi conciencia me matan. Hace un año, que noche y día me persigue, sin darme tregua ni reposo, el negro fantasma de mi crimen. Mándeme a presidio o aplíqueme la pena de muerte... Ya no debo vivir más ! Yo soy el vil asesino de Juan Gómez el cabrero. Lo maté por equivocación. La negra y vil pasión de los celos me cegó, y en noche tempestuosa y horrible herí de muerte a un inocente. No era a quien esperaba, no era a quien acechaba. No era el mancillador de mi honra. Y aquel hombre fue sometido a juicio y sentenciado a veinte años de presión, muriendo de inanición antes del año, era Fidencio Pérez, el que hizo colocar aquella cruz que dio nombre a esa esquina que se conoce como La Esquina de la Cruz del Cabrero. ! 16
El pirata barbilla. Durante la época colonial en México, vivía un hombre muy rico, dueño de muchas tierras en la región de Campeche junto con su hermosa hija, a la cual cuidaba demasiado porque con su gran belleza enamoraba a cualquiera que la miraba pasar. El padre tenía un rencor profundo hacia los piratas, los mismos que una vez le habían arrebatado a su esposa cuando ambos viajaban en barco. Un día la hija le confesó a su padre que estaba enamorada de un hombre el cual decía ser parte de una familia rica en Cuba, claro que el padre rápidamente se interpuso ante alguna relación que pudiera tener su hija y prohibió que lo volviera a ver, sin embargo un día el padre encontró aquel hombre en la recamara de su hija junto a ella, el padre enfurecido saco su espada y atacó al hombre, quien respondió rápidamente desenvainando su espada y defendiéndose del padre, después de una larga batalla el padre de la joven cayó, pero sin antes descubrir que aquel hombre no era parte de una familia rica, sino que era un pirata conocido como barbilla. Al ver la muerte de su padre la joven levantó la espada de su padre y atravesó al pirata con ella, después de esto la joven decidió donar su fortuna y convertirse en monja.
17
Barrio de Tierra Mala, así se llamaba en tiempos de la colonia, el Actual Barrio de Santa Ana y este nombre en aquel entonces era justificado porque sus tierras eran sumamente pantanosas, de manera que como no tomaban precauciones, los fríos y las calenturas (paludismo) abundaban y las gentes eran reumáticas y delgaduchas. Por esta razón y por encontrarse lejana al centro de la ciudad de este lugar, los Tenientes del Rey que eran designados para este puesto, pronto pedían su cambio, quedando abandonada la residencia oficial, que eran hermosas casas con dilatadas extensiones de tierra y con las comodidades de aquella época, lucían gallardas sus jarrones pebeteros en el remate de sus cornisas. Pues bien, dicen que en uno de los soleados días, llegaron a las playas campechanas un grupo de judíos, que en el acto comenzaron sus investigaciones, para establecer sus negocios de lucro en esta población. 18
Uno de ellos a quien llamaban Leonardo, supo que en el Barrio de Santa Ana había abandonada una de las casas que sirviera de regia morada a uno de los tenientes del Rey y dándose una vuelta por el barrio, pudo comprobar lo bonita que era la construcción y acto continuo, entró en tratos con el Gobierno adquiriéndola por una suma reducida. Temeroso de la gente que habitaba en el barrio, el judío mandó levantar un alto muro, con el que rodeó una buena parte del patio de la casa y concluido el trabajo, comenzó la vida misteriosa de este personaje. Las puertas de esa casa se cerraron para todas las gentes. El judío no tenía tratos con nadie, pero a las cuatro de la tarde, todos los días Leonardo sacaba un sillón a la puerta de la calle se sentaba en él y parecía meditar. Cuando la oración de la tarde se oía de las campanas de la Iglesia próxima, el judío entraba a su casa, para volver a salir al otro día a la misma hora. Esta vida tan rara, hizo que la curiosidad inquietara a los vecinos, que comenzaron a espiar durante la noche y cuál no sería su espanto y sorpresa, al darse cuenta de que al parecer en la casa había gran cantidad de personas. Se oían voces, pasos, golpes, sonar de monedas y chocar de botellas. Esto se difundió por el barrio... No había duda Leonardo el judío, tenía pacto con el diablo. Esto hizo que las gentes se alejaran de la casa, teniendo gran miedo durante las noches. Así transcurrió el tiempo, pero una buena noche, cuando la oscuridad reinaba y la lluvia caía, los vecinos despertaron sobresaltados. Se oían fuertes golpes dados en el zaguán de la casa del judío. La puerta pronto se abrió y los vecinos muertos de miedo, pero miraron por sus postigos, pudieron ver que una legión de espectros vestidos con túnicas pardas, capuchón en la cabeza y una linterna en 19
la mano que desprendía una luz tétrica de color verde, sacaba al judío de la casa y cargándolos de cadenas, se lo llevaban. Las gentes al otro día, casi no se atrevieron a comentar lo que habían visto por temor, pero por las noche las casas de los vecinos se atrancaban fuertemente y con agua bendita regaban los pisos y puertas de sus chozas y se escuchaban oraciones. Para las sencillas gentes, los demonios se habían llevado al judío. La casa fue abandonada, nadie se atrevía a entrar en ella. Pasado el tiempo los valientes que lo intentaron, salían a la media noche llenos de espanto. Los ruidos que se escuchaban en la casa eran terribles. Nadie la podía habitar. Las gentes sencillas creían que la casa estaba ocupada por los demonios. Esta conseja paso de los padres a hijos y todos miraban hacia la casa con respetuoso miedo. Cierta vez llegaron a Campeche, cuatro muchachos, jóvenes estudiantes al parecer, muy dedicados al estudio, pero sin recursos. Estos cuatro mozalbetes eran extranjeros. Por aquellos tiempos, todos los extranjeros que pisaban el país tenían que informar a las autoridades de sus propósitos. Así lo hicieron los muchachos. Pidieron una entrevista con el Sr. Gobernador, exponiéndole el objeto de su visita y estancia en la ciudad. Ellos llevarían a efecto estudios de investigación médica, para encontrar el medicamento que combatiera varias enfermedades. El trabajo que desarrollarían sería laboriosos y tardío y que requería tranquilidad, que como ellos no poseían nada más que lo necesario para su alimentación, solicitaron al gobierno un alojamiento. El gobernador les sonrió, y les preguntó que si no temían a los genios maléficos y a las apariciones. Los muchachos tomaron aquello como buen humor del gobernador, el que, amable les indicó que el gobierno tenía una casa magnífica desocupada, pero no los engañó sino que les expuso todo lo que el pueblo contaba. 20
Aseguraron los muchachos al Gobernador que ellos desembrujarían la casa y que tuviera la seguridad de que no se saldrían a la media noche, como lo había hecho las gentes supersticiosas, sino que permanecerían hasta terminar sus trabajos. Los jóvenes ocuparon la casa. A los vecinos no se les permitía entrar a ella. El trabajo de los jóvenes era muy delicado. Y así fueron transcurriendo los días, semanas y meses... Una buena noche, el Sr. Gobernador cenaba en compañía de sus familiares, cuando vieron que por la ventana que daba a la calle, entraba una piedra. Al caer en el piso del comedor se observó que a ella iba atada una carta y una llave. Un criado la entregó al Sr. Gobernador. Al abrir la carta el Gobernador leyó lo siguiente: Sr. Gobernador: Nosotros, los cuatro estudiantes, somos descendientes de Leonardo el Judío, que por denuncia, como usted sabe, fue ajusticiado por la Santa inquisición. Temeroso de que algún día le sucediera algo malo, nos envió su testamento, adjuntándonos el plano, en él señalaba los lugares donde tenía escondida sus riquezas. Es sabido de ese gobierno que nuestro tío se dedicaba al contrabando a gran escala y por esto pagó su falta con su propia vida. Estamos altamente agradecidos de sus finezas. La casa se la legamos al gobierno. Ya está desembrujada. Cuando usted reciba esta carta, nosotros ya estaremos muy lejos de este lugar. La casa tiene un pasillo subterráneo, que lleva hasta el mar, este pasaje subterráneo nos permitió llevarnos todo. Esta carta la firmaban los cuatro sobrinos de Leonardo el Judío. Al otro día en medio del mayor misterio el Gobernador con algunos de sus colaboradores, muy de mañana visitaron la casa. En efecto
21
allá se encontraron todas las paredes rotas que dejaban ver alacenas, con maderos deteriorados, jarros despedazados, etc. En el cuarto contiguo al corredor, que da al patio, en el rincón de la izquierda se encontró abierta una trampa que dejaba ver un camino subterráneo. Caminando por él llegaron a la orilla del mar y allá por los restos de cajas, fierros, etc., se dieron cuenta del gran contrabando que llegaba y que se llevaba a espaldas del gobierno. Desembrujada la casa, se transformó en una gran residencia, que se puede admirar en el barrio de Tierra Mala. Mal empleado ese nombre hoy, pues el Barrio de Santa Ana es uno de los más florecientes en la ciudad de Campeche. Barrio lleno de huertas y hermosas casas, que mantienes su color colonial. Se encuentra a extramuros del Centro de la Ciudad y cuenta con la Alameda Toro paseo romántico, el Puente de los Perros, el Puente de los Degollados. Desde la Alameda puede admirarse grandes lienzos de murallas, castillos. Almenas, torreones y la hermosa y gallarda Puerta de Tierra, joyas coloniales y defensa de la ciudad en tiempo de la piratería.
22
Una de las magníficas casas de Teniente del Rey se encuentra en la calle 59 de la Ciudad de Campeche. Zaguán espacioso, columnas a la entrada, dos pisos y remate con pebeteros y en la puerta principal la urna de la lámpara del caminante. Saliendo a la puerta de esta casa, puede admirarse la inigualable Puerta de Tierra a la que los siglos no han podido destruir y hacia la izquierda la reconstruida Puerta de Mar. Portalones que se cerraban a las ocho de la noche. Estas eran las entradas de las gigantes murallas inexpugnables para los guerreros de aquel tiempo. Pues bien, al caer el dominio de los españoles y ser expulsados del territorio patrio, las Casas de Teniente de Rey quedaron bajo el patrocinio del Gobierno, que las daba rentadas a cualquier persona que se las solicitara. Pero como el rencor hacia los españoles era un hecho, casi nadie o que diga nadie quería habitarlas y entonces estas construcciones quedaron cerradas por largo tiempo, formándose alrededor de ellas, leyendas, consejas, sucedidos, etc. Así quedó esta casa que acabo de mencionar. Narraré a ustedes la leyenda que se le atribuye a esta mansión de hidalgos. Por coincidencia o por fortuna hicieron rico a quien toco en suerte y pudo desafiar o deshacer el hechizo que rodeaba a esta casona abandonada. Y así como se alejaban de la casa de Rosendo el Judío por temor a los aparecidos, así se alejaban de la casa de la Puerta de Tierra. Las apariciones y ruidos abundaban y las voces de ultratumba eran escuchadas, por esto las gentes que se atrevían solicitar la casa para vivirla, salían de ella al otro día o la misma noche y lanzaban al aire cuentos de espantos y aparecidos. Pasado el tiempo arribo a Campeche un matrimonio español que venía a América a hacer fortuna y pidiendo la casa rentada se instaló en ella. 23
Los ruidos se escuchaban todas las noches, pero el matrimonio pensaba que eran las ratas o los murciélagos que andaban en ese lugar abandonado. Por lo que de ellos hicieron poco caso. En las noches que siguieron, los ruidos aumentaron y los pasos se escucharon muy próximos a las camas donde descansaban. Entonces sí se sobresaltaron, había algo sobrenatural. El español que era terco y nada de miedoso, soportó esto durante muchas noches. No podía retroceder, ni era cobarde. Recorrió la casa pieza por pieza, deseando encontrar algo que explicara los ruidos. Pero nada... Dicen que los espantos no se llevan con la luz y apoyado en esto instaló un gran farol con su lámpara de petróleo en medio del zaguán de la casa (costumbre que hasta hoy subsiste en Campeche). Llegada la noche y a la medianía de ésta, -- los ruidos fueron más fuertes y de los murmullos casi se podían traducir palabras. No había remedio, tendrían que dejar la casa. Pero él terco, trató de investigar la causa de lo que pasaba y diciendo a su esposa que se encerrara bien en un cuarto que estaba en el piso superior, que él se iba a instalar solo en una de las habitaciones bajas. Las horas que siguieron fueron largas, la luz del farol era brillante, pero de pronto, ésta comenzó a languidecer, a palpitar hasta que por fin se apagó. El español sintió que por el cuerpo le corría un escalofrío y que las piernas se negaban a sostenerlo. De pronto y mirando hacia la escalera, con deseos de reunirse con su esposa, vio que ésta se iluminaba y pensó que su mujer muerta de miedo venía a encontrarse con él. No fue así. Bajando con el respeto de un esclavo venía una elegante negra que llevaba en alto un CANDELABRO DE ORO Y PIEDRAS PRECIOSAS, detrás de ella, venía una señora que bien se le hubiera podido confundir con una diosa, si no hubiera sido por el traje riquísimo en seda y pedrería que la adornaban, con escote que dejaba ver sus redondeados y blanquísimos hombros. En el cuello lucía un collar de esmeraldas hermosísimo. Peldaño a peldaño fueron bajando la escalera y al llegar al último, la negra tomó la dirección que la situó debajo de la escalera. Su dueña se detuvo y la
24
negra escudriñó el pie del candelabro. Claramente el español que se apellidaba Oñate, pudo oír estas palabras que musitó la criada. Es el siete... La negra tocó algo de debajo del séptimo barrote de la escalera y entonces sucedió lo inesperado, debajo de la escalera se abrió una puerta que dejaba una habitación al frente. La dama penetró detrás de su negra y la puerta volvió a cerrarse. Oñate pensó que todo era una ilusión, resultado de su gran miedo. No pudo moverse. La obscuridad era completa. Así pensando, oyó dar las tres de la madrugada, cuando…
La estancia se iluminó y de la puerta secreta salió la negra con el bellísimo candelabro en alto. La dama le seguía, pero llevaba en la mano un gran collar de perlas y Oñate oyó claramente que decía: Mañana me pondré este juego de perlas. Y comenzó a subir las escaleras. Oñate tuvo valor para salir de su escondite y a gatas iba siguiendo a buena distancia de los fantasmas. Así pudo enterarse de que las visiones entraban en el cuarto cabecero del corredor. Como una catapulta se introdujo en la pieza en que dormía su señora y temblando se acurrucó como para quitarse el frío que sentía. No refirió nada a su compañera, por que dicen y se sostiene la creencia de que si se refiere la persona que ha tenido la suerte de mirar cosas sobrenaturales, lo que ha oído o visto no se le concede el favor de describir, así que calladito esperó la aurora. Mando por el mandado a la esposa y en el acto rompió la cerradura del aposento en que habían desaparecido la dama y la esclava, pues éste estaba clausurado. Nada... un cuarto vacío lleno de polvo y telas de araña... Pero terco, comenzó la limpieza tocando punto por punto todo lo de la estancia, cuando de pronto, detrás de una de las hojas de madera de una ventana, sus dedos tropezaron una especie de cabeza de clavo, Oñate lo oprimió fuertemente y... El susto le paralizó, la pared se abrió y apareció una especie de alacena. “El Candelabro” fue el grito que se escapó de sus labios, y junto a éste había un aderezo de perlas.
25
No se atrevía a tocarlo, pero pensando que su esposa llegaría de un momento a otro, trató de terminar su investigación. Con temblorosas manos tomó el candelabro y observó el pie de éste y pronto descubrió que tenía grabado un numero 7. El español sonrió y bajando a toda carrera contó siete barrotes de la escalera, en el séptimo barrote estaba la cabeza de un clavo, igual que el de arriba, lo oprimió y la puerta que secretamente estaba debajo de la escalera se abrió. No era un sueño lo que había visto la noche anterior, era una realidad, él no estaba loco. Reuniendo todo su valor, se introdujo en la habitación y pudo observar, que era una pieza pequeña, en ella habían tres cofres, los que fue abriendo uno a uno, éstos estaban llenos de joyas y oro. En el acto salió y cerrando la puerta, dejó oculto el tesoro. Dos golpes dados con el aldabón del zaguán, indicaban que su esposa llegaba. Pensó y pensó durante el día, por la noche le dijo a su esposa: -María: hoy dormiremos al pie de la escalera, si alguien trata de matarnos, tendremos tiempo de llegar a la calle. Oñate esperaba ver aparecer a los fantasmas, pero éstos no se aparecieron. Los ruidos de la casa terminaron, pero desde ese día Oñate sentía que le trasmitían una orden y en su pensamiento, cuando estaba solo se concentraba y oía lo siguiente: “el candelabro no te lo lego, entrégalo Como regalo al sacerdote
de la catedral. Mandarás a decir siete misas por el alma de Evangelina y su Negra. Entonces podrás marcharte con todo lo Que hay en esta casa. A ti te tocó en suerte y al llevar a efecto lo que te pido lograremos nosotras el descanso eterno”.
Y pensando que estaban presentes Evangelina y su Negra, Oñate se hincó y juró… y juró cumplir con el mandato. El audaz español, pronto se hizo herrero, y comenzó a fabricar objetos de este metal, para despistar, invitaba a los guardias y muchas veces a las Autoridades a comer a su casa, mostrándoles los objetos de fierro que fabricaba y que en presencia de las personas reunidas iba depositando en grandes cajas de madera y fierro. Estos artefactos decía, llamaran la atención en España, aunque pesen mucho yo me los llevaré y sacaré un buen partido de ellos en mi tierra. 26
Apenas se retiraban, cambiaba los objetos de hierro por oro y joyas, y enterraba los de fierro en el patio segundo de la casa. Un buen día cuando el sacerdote levantaba la hostia, se vio entrar a Oñate con el Candelabro encendido, y aproximándose al Cura, se lo entregó como un regalo. El Sacerdote sorprendido miró al español y éste acordándose de lo prometido, así musitó: En nombre de ¡Evangelina Y Su Criada Negra! Nadie supo quien fue Evangelina y su criada, pero el Sacerdote comprendió que se trataba de almas de personas muertas. Las siete misas se oficiaron con la mayor solemnidad, y terminadas éstas, en el horizonte marino de Campeche se dibujó un barco español. Oñate y su esposa tomaron pasaje en él llevándose su cargamento de objetos de hierro labrado, pero que en realidad, era la fortuna que Evangelina les legó. Y en la calle 59 de la ciudad de Campeche, calle cerrada por la Puerta de Mar y la Puerta de Tierra, se levanta imponente la casa de Teniente del Rey, con su portalón, sus columnas y su leyenda, que guardó para Oñate la fortuna de Evangelina y su Negra.
27
Había una Sra. de nombre Mariana y su sobrina Doña Rita quienes eran muy devotas a la religión, y un día de misas apareció en la puerta un hombre que quiso robarse a Doña Rita, este hombre que llevaba pistolas y era fuerte no era nada menos que Lorencillo el pirata, gracias a la ayuda del pueblo no pudo completar su fechoría. Pasados 2 años de aquel suceso, las devotas mujeres acuden al llamado de la misa y cual fue su sorpresa cuando vieron que el sacerdote era aquel pirata que las atacó, del susto la Tía Mariana cayó muerta y en su sepultura le pusieron una cruz que es la más antigua y que se ve en el atrio de la iglesia.
28
En la casa que se conoce como edificio , vivía un comerciante que era ayudado por su esclavo Juan para el comercio del cacao, pero que en realidad lo que hacía era contrabando de oro, descubriéndolo el esclavo, este es encerrado y encadenado en uno de los sotanos de la casona, la servidumbre escuchaban gritos y ruidos de cadenas los cuales les atemorizaba, muriendo el comerciante, el esclavo fallece por falta de comida y cuenta la leyenda que aun se escuchan esos gemidos y ruidos extraños.
29
Cuenta la leyenda que era un timador que se hacía pasar por espadachín para enamorar a las bellas mujeres de la ciudad, y una vez que empieza a molestar a Irene, una bella jamaiquina desposada, esta lo acusa al marido, que hecho una furia reta al farsante espadachín para casi matarlo a garrotazos ayudado por los celosos vecinos. Los padres de este joven lo regresan a España en castigo de sus fechorías.
30
Esta iglesia se encuentra ubicada en el barrio de San Francisco, fue construida bajo la advocación de la Virgen María con el nombre de Ermita de Nuestra Señora del Buen Viaje, nombre que surgió cuando un hombre llamado Don Gaspar González de Ledesma, un hombre muy soberbio y tacaño, al realizar un viaje en barco, este naufragó salvando su vida gracias a un hombre llamado Fray Rodrigo que le dijo que le rezara a la virgen María y tuviera fe, dándole un relicario con esa imagen antes que este muriera. Don Gaspar al llegar a tierra firme cambio por completo su forma de vida regalando su dinero entre los pobres y mandó edificar la capilla que a ruego de él se consagró bajo la advocación de Nuestra Señora, consagrándose en el altar la imagen del relicario de Fray Rodrigo.
31
La historia cuenta que en la ciudad antes vivía un hombre llamado Martín Van Heldt, que se dedicaba al comercio, el cual tenía amistad con el capitán Ñuño de Alcantara que tenía bajo su cargo la guarnición de la casamata ubicado en el cerro de la Eminencia, nombre que también se aplicaba al polvorín. Van Heldt, al que algunos vecinos consideraban era un pirata retirado, un dia se encontró con otro hombre que le pidió su ayuda y despues de hablar con él fraguaron un plan para saquear el puerto, lo que fue descubierto por el Capitán Ñuño de Alcántara, que mato a Van Heldt después de confesar su plan El capitán, herido de gravedad mando sacar toda la pólvora al patio del reducto y espero que los piratas entraran para hacer volar toda la fortaleza de la cual solo quedaron vestigios de los cimientos.
32
Es la historia de un monje llamado Sebastián, el cual vivía dentro del convento anexo al Colegio de San José, edificio que hoy ocupa el Instituto Campechano. Este monje era una persona que se dedicaba a leer manuscritos redactados en lenguas extrañas y realizaba sus indagaciones hasta el resplandor del siguiente día. Un noche después que su superior lo visitara debido al descontento de los otros monjes, se escucharon gritos en su celda y los demás monjes al verlo creyeron que estaba loco, lo ataron a su cama y al día siguiente cuando lo fueron a ver lo encontraron muerto en su celda lleno arañazos, con los ojos desorbitados y la ropa hecha jirones. Los frailes lo enterraron en una cripta apartada y nunca divulgaron el extraño evento, pero cuando los franciscanos ocuparon el convento decian que escuchaban gritos y maldiciones horribles.
33
Trata de la historia de un hombre misterioso que vivía en laa afueras de la ciudad en una casaquinta que en la fachada tenía esculpida la imagen de un águila que posiblemente fue el blasón familiar del huésped y por lo que la gente del lugar llamó el Caballero del águila. Este caballero tenía una hija con una rara enfermedad, por lo cual él Señor llamado Don Pedro, recurrió a una curandera que vivía en un cerro, está señora le dio a la niña un brebaje desconocido que la sano, obligando a Don Pedro a visitarla constantemente para que le surtiera la “medicina” para su hija. Hasta que un día al no tener con que
pagar a la curandera esta le echó encima a su perro, pero el Señor se defendió y mato al animal, pero cuando la bruja quiso arrojar al suelo la pócima, también la mato, obligándolo a huir de la ciudad con su hija en brazos, desapareciendo en una noche de tormenta, quedando la casa deshabitada.
34
Es la historia de unos piratas que después de cometer sus fechorías traían su cargamento a Campeche, matando a los hombres que los ayudaban a cargar su botín, hasta que un día con el transcurso de los años, decidieron cometer su ultima fechoría y retirarse, una vez que el jefe de los piratas y su hombre de confianza estuvieron dentro de la cueva y mataron a los hombres, uno el segundo hombre mató al jefe, quedándose así con todo el dinero para siempre, con lo que vivió en la ciudad como un hombre de elevada riqueza.
35
Trata de la historia de un indio llamado Mexicat que llegó al puerto acompañado de su esposa soledad. Mexicat entró a trabajar a casa de un señor llamado Don Alonso que era un encomendero español, famoso por su mal trato a los nativos. Este al ver a la esposa del indio quedo enamorado de su belleza por lo que un día aprovechándose de la ausencia del esposo de esta, abuso de ella, cuando Mexicat llegó y vio a su esposa en mal estado, fue en busca de Don Alfonso y lo mato, abandonando después la villa con su esposa sin que nunca se supiera que dirección tomaron.
36
Este era Cosme de Santaclara, hijo de una familia pudiente de la villa, que después de regresar de Europa portando una espada, engaño a todos haciedoles creer que era un gran espadachín. Con el tiempo se convirtió en un Casanova entre las mujeres del pueblo, hasta que un día al descubrir a Irene, la muchacha más bonita del pueblo, este la intenta conquistar, pero ella no se lo permite y le cuenta todo a su novio José, el cual se batió a un duelo con Cosme, dándole de garrotazos hasta dejarlo mal herido. Por lo que los maridos de las demás mujeres, viendo el engaño en que los tuvo a todos diario le ponían una tunda, hasta que los padres de Cosme lo enviaron de regreso a Europa para evitar que lo mataran.
37
Es la historia de dos amigos que al estar tomándose un atole en un puesto cerca de la puerta de tierra, se contaban cosas extrañas que les había pasado a ambos, cuando se dieron cuenta vieron que ya era la medianoche y que no había nadie en la calle, en eso estaban ciando escucharon unos pasos y vieron una figura cadavérica que venia arrastrando un féretro, pasó junto a ellos hasta llegar a la puerta de tierra, donde se encontraba el velador, los hombres muertos del miedo arrancaron a correr, sin darse cuenta que se trataba de un hombre llamado chang, que era carpintero y que le llevó a su compadre, el velador, ese macabro obsequio.
38