Neoliberalismo y Globalización Introducción a la Sociedad y el Estado Integrantes: Garcés Elías María Claudia García Dueñas Juan Luis García Uchuya Emily Geldres Flores Renzo Gonzales Alvarado Sophia Universidad Nacional San Luis Gonzaga Facultad de Odontología Ciclo I Ra. Betzabeth Zuloeta
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26 de septiembre de 2011
Índice Caratula Índice Introducción Cuerpo I. Neoliberalismo - Antecedentes -Políticas principales del nneoliberali eoliberalismo smo a) En lo económico b) en lo ideológico -Actos y efectos del neolibera n eoliberalismo lismo sobre las sociedades soci edades II. Globaliza Gl obalización ción -Antecedentes - Principales características de la Globalización III. Globalización y neoliberalismo neoliberalismo IV. Desigualdad y polarización V. Modalidad de globalización globalización VI. Desplazamiento del estado
VII. Las verdades del pensamiento único VIII. La vix IX. La victoria v ictoria cultural neoliberal neoliberal X. Los nuevos significados XI. Destrucción del estado nacional XII. Estado nacional y megacorporaciones megacorporaciones
Conclusiones Bibliografía
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Índice Caratula Índice Introducción Cuerpo I. Neoliberalismo - Antecedentes -Políticas principales del nneoliberali eoliberalismo smo a) En lo económico b) en lo ideológico -Actos y efectos del neolibera n eoliberalismo lismo sobre las sociedades soci edades II. Globaliza Gl obalización ción -Antecedentes - Principales características de la Globalización III. Globalización y neoliberalismo neoliberalismo IV. Desigualdad y polarización V. Modalidad de globalización globalización VI. Desplazamiento del estado
VII. Las verdades del pensamiento único VIII. La vix IX. La victoria v ictoria cultural neoliberal neoliberal X. Los nuevos significados XI. Destrucción del estado nacional XII. Estado nacional y megacorporaciones megacorporaciones
Conclusiones Bibliografía
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Introducción La globalización y el neoliberalismo parecen ser lo mismo. Sin embargo, un análisis más cuidadoso permite reconocerlos como fenómenos esencialmente distintos: en su caso, la globalización resulta ser un fenómeno histórico consustancial al capitalismo; mientras que, el neoliberal, es un proyecto político impulsado por agentes sociales, ideólogos, intelectuales y dirigentes políticos con identidad precisa, pertenecientes, o al servicio, de las clases sociales propietarias del capital en sus diversas formas. La convergencia de ambos procesos, forma la modalidad bajo la que se desarrolla el capitalismo en la época actual. A partir de esta propuesta teórica, las siguientes líneas tienen varios objetivos: uno que no el primero, es ofrecer algunas reflexiones sobre los aspectos que permiten diferenciar a la globalización del neoliberalismo; otro, es realizar el análisis de los rasgos que caracterizan la convergencia de ambos procesos, que actualmente forman una modalidad histórica concreta del capitalismo; y, finalmente, se pone de manifiesto la desigualdad mediante la que transcurre el proceso de imposición del neoliberalismo a la globalización.
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Cuerpo I.
El neoliberalismo
Antecedentes
El cuerpo doctrinario conocido como liberalismo surge en el siglo XVIII, de la mano de su teórico más importante, Adam Smith (The Wealth of Nations). Surge como un cuestionamiento de las restricciones feudales al comercio y la producción, crítica económica al patrimonialismo y a las barreras para la libertad de intercambio de trabajo por salarios, impulsó la transformación de la producción simple en acumulación simple y ampliada de capital. En el combate de las limitaciones que el feudalismo imponía al desarrollo de las fuerzas productivas, el liberalismo cumplió funciones revolucionarias en un sentido amplio, si bien con consecuencias nefastas para las explotaciones agrícolas de auto-consumo, a las que expulsó de los campos para convertirlas en proletarios y de las masas de las colonias y semicolonias que contribuyeron con su sudor y sangre a la acumulación originaria o primitiva del capital. El liberalismo fue la ideología dominante en los países de desarrollo industrial temprano, con Inglaterra como ejemplo clásico de Imperio dominante liberal; sin embargo, fue resistido por las naciones de despegue industrial tardío, como EE.UU., Alemania, Japón, que impulsaron políticas proteccionistas y de impulso al consumo y mercados internos, desarrollando y ampliando la industrialización y la masificación del mercado interno por medio del trabajo asalariado. Más adelante, en la década de los 60's y 70's los países de Asia seguirían el mismo camino. El neoliberalismo surge en la posguerra. En la Primavera Suiza de 1947, el 1º de abril, W. E. Rappard preside la primera sesión de la conferencia de la Internacional Neoliberal, la Mont-Pelerin Society, con financiamiento de industriales y financieros suizos y con la referencia de intelectuales como L. Von Mises, F. Von Hayek, M. Fridman, K. Popper, W. Eukpen, W. Lippman y otros, quienes se lanzan a dar "una batalla de ideas en un círculo restringido"(Anderson, 1988). La resistencia al auge del Keynesianismo se organiza en torno a las instituciones educativas como: la Universidad de Chicago, el London School of Economics y 4
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el Instituto Universitario de Altos Estudios Internacionales de Ginebra. Dada la entrada del capitalismo en su "edad de oro" los argumentos por la implantación de un capitalismo duro y libre de reglas, no encuentran un eco muy amplio, sus argumentos acerca de los valores positivos de la desigualdad social y el desempleo estructural, sonaban solamente en círculos reaccionarios muy limitados. Otras influencias derivan de la admiración por el Maltusianismo y el social darwinismo, ambos del Siglo XIX. En un clásico del pensamiento neoliberal "El camino de la servidumbre" Von Hayek define "es la sumisión del hombre a las fuerzas impersonales del mercado la que, en el pasado, hizo posible el desarrollo de una civilización que sin ello no habría podido desarrollarse; es mediante esta sumisión como participamos cotidianamente en la construcción de algo más grande de lo que todos nosotros podemos comprender plenamente" (Von Hayek, 1984). Los ejes del pensamiento neoliberal, como vemos se expresan en la sumisión " a las fuerzas impersonales del mercado" considerando toda lucha como una rebelión contra "un sistema de coordinación neutro, impersonal, benéfico universalmente y que traduce un conjunto de mecanismos que funcionan espontáneamenteµ (Audry, 1998). No existe racionalidad posible frente a " algo más grande de lo que todos podemos comprender plenamente", o más bien, permite cualquier irracionalidad e inhumanidad como producto.
Políticas
principales del neoliberalismo
a. En lo económico
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Libertad absoluta de mercados: limitando la reglamentación e intervención estatal al mínimo, desregulando los mercados en especial el financiero, e impulsando el abandono de criterios de sustentabilidad ecológica a favor de criterios de rentabilidad. Privatización y/o liquidación de los servicios y/o monopolios estatales. Intervención sobre las variables macroeconómicas para evitar déficits presupuestarios y comerciales; reducción de inversiones sociales (salud, educación). Contención de los salarios en busca de una competitividad internacional y aumentar la tasa de ganancia del capital. 5
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Contrarreforma fiscal, aumentando los impuestos indirectos, principalmente sobre el consumo (IVA) y disminuyendo los directos sobre los ingresos altos; promoción de políticas fiscales atractivas para el capital financiero internacional especulativo. Promoción del comercio orientado hacia las exportaciones. b. En lo ideológico Mercantilización de derechos y conquistas de los trabajadores; conversión de los mismos en bienes y servicios a ser adquiridos en el mercado. La salud, la educación y el seguro social, dejan de ser derechos indiscutibles de la dimensión humana de los ciudadanos y se convierten en mercancías, al margen de las funciones estatales.
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Identificación de lo estatal con todo lo malo, corrupto e ineficiente y al mercado con lo eficiente y bueno. Imposición de un sentido común neoliberal, con gran penetración en las masas, apuntalada por la liquidación de todo pensamiento alternativo en los grandes medios de comunicación y por una declinación paralela de la contracultura revolucionaria. Como diría Noam Chomsky "se manufacturó un consenso" para " mantener la chusma a raya". Potenció en el seno de las organizaciones populares y de izquierda a la corriente posibilista, que no encuentra alternativa alguna y se convierte en portavoz del pragmatismo derrotista que no vislumbra nada fuera de la atenuación de los rasgos extremos de la política neoliberal. Desarrolla una esfera del consumo virtual, a través de la televisión fundamentalmente, donde su carácter simbólico no disminuye su capacidad de legitimar al neoliberalismo como sistema de vida y reproducción de las relaciones sociales. Apropiación del vocabulario de las fuerzas progresistas, donde ayer "reforma", "cambio estructural" tenían connotaciones positivas y en la tradición revolucionaria remitían a una opción social avanzada; hoy aluden a retrocesos y contrarreformas, hacia una formación social donde la hiperexplotación del trabajo asalariado es vista como "el orden natural de las cosas" y no como producto de la contraofensiva económica y política del capital. Esta perversión lingüística se traslada al terreno de los mensajes electorales, donde los recortes en salud, educación y seguridad social son presentados como "reformas económicas estructurales" para 6
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ocultar su carácter socialmente regresivo. Existe una alienación absoluta entre forma y contenido, tanto en lo económico como en lo político. Caracterización como ilusoria, fantasiosa y utópica, a toda opción de organización social diferente y alternativa. Actos y efectos del neoliberalismo sobre las sociedades
Como se apuntó anteriormente, existe una deformación conceptual en el neoliberalismo, por lo cual conviene limpiar el trigo de la paja para conocer el verdadero carácter de éste. Así: a.
La abstracción que domina el discurso neoliberal se basa en la tesis anteriormente citada de Hayek, que implica que el sistema capitalista se mantiene equilibrado por una "mano invisible" que actúa con neutralidad, natural y espontáneamente, donde los individuos, y subrayo individuos, se manejan competitivamente en la búsqueda de maximizar su producto. Sin embargo, la realidad social, económica y política muestra que los que confluyen en el mercado, se agrupan en torno a intereses de clase (capitalistas y trabajadores) y que la opción por las políticas refleja correlaciones de fuerza entre las clases y fracciones de éstas. Son los capitalistas organizados en corporaciones (FEPRINCO, ARP, etc.) e instituciones internacionales (BM, FMI) los que demandan en nombre del "mercado"
b.
La intervención estatal ha cambiado de signo, no ha desaparecido; los estados intervienen para privatizar, antes que para nacionalizar, intervienen para socializar las deudas de los banqueros (caso quiebres bancarios del 95 y 97) repartiendo sobre toda la población el rescate de los ahorristas defraudados. Sin ningún pudor, intervienen para entregar los fondos del IPS a la patronal industrial o agroexportadora, a tasas por debajo de la media del mercado y sin garantías reales que garanticen su devolución. Actúan contra las huelgas y tomas de tierra, interviniendo a favor de la patronal o los latifundistas, consintiendo la actuación de grupos parapoliciales y paramilitares contra los luchadores populares y sus organizaciones. Definitivamente, no interviene donde debe hacer 7
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cumplir la legislación laboral (8hs. de trabajo diario, IPS, salario mínimo, etc.) ni tampoco para atacar la evasión fiscal y el contrabando.
c.
La desregulación se trasladó de protagonistas. De regular para la sociedad, se regula para los sectores afines empresariales y contra los trabajadores y campesinos. Se limita el consumo local para priorizar el despegue de los sectores agroexportadores. La regulación del FMI, el BM y otras dependencias del imperialismo acrecientan su control sobre el espacio local.
d.
La privatización no liquida los monopolios, solo los cambió de signo; de público a privado, frecuentemente, en procesos viciados con características de corrupción y arreglos para privatizar a favor de los amigos.
e.
Las consecuencias sociales del neoliberalismo son extremadamente graves. Los procesos de fragmentación social avanzan y se consolida el desempleo estructural, que convierte a los proletarios en informales, auto-empleados y lumpen. Las ciudades y los campos se pueblan de villas de emergencia, y las sociedades se polarizan entre muy ricos y muy pobres, liquidando paulatinamente a la clase media. Los efectos del neoliberalismo son similares a los vividos por los agricultores y la pequeña manufactura domiciliaria en los albores del capitalismo temprano, que vieron cómo el emergente mercado capitalista, exigía la intervención del estado victoriano, para convertir a los campesinos desplazados de sus tierras y a los trabajadores desplazados, en criminales gracias a la "ley de vagancia" que los enviaba a las ´WorkHouseµ a producir gratuitamente el fondo de reproducción para el naciente capital. El Estado y el individuo excluidos de la producción (y por consiguiente del consumo) se relacionan en un ámbito político restringido, el cuarto oscuro del voto, donde la representación que se genera cumple un rol legitimador formal. El lumpem no delega representatividad en el sentido activo y participativo que las democracias liberales propugnan, a lo sumo se encuentra pagando las dádivas que el mismo no tuvo más alternativas que aceptar, es lo que algunos denominan ´clientelismo de sobrevivenciaµ (Weffort, 1995). 8
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Esta virtual pérdida de la calidad de ciudadano, por la apatía política y la forma perversa de apropiarse de su representación, genera los procesos de pérdida de referencias en la llamada democracia representativa, llevando a las masas a la violencia y la marginalidad, por la falta de respuestas a sus demandas, que objetivamente convierte a la democracia en su enemigo de clase. El proceso de concentración de la renta avanza con la velocidad de la fibra óptica, las tecnologías del siglo XXI actúan en una formación social que se asemeja cada vez más a las de los siglos XVIII y XIX. f.
Cambios violentos en la estructuración de la clase trabajadora, dislocando a la misma en fracciones y segmentos polarizados. Así vemos que surgen cuatro sectores: i. un sector con capacidad técnica y educación superior a la media, que se vincula al extremo superior de las empresas de punta, ii. los trabajadores con empleos estables y protegidos por las conquistas sociales, en pugna permanente por mantener sus conquistas muy atacadas por la patronal y el estado, iii. los informales y auto-empleados, trabajadores a domicilio y temporales; sin ningún beneficio social y con tendencia al aumento permanente en su número, iv. los miserables y lumpen, que mendigan o se vinculan al crimen organizado y a las mafias políticas y económicas que controlan el vertiginoso aumento de la criminalidad en nuestras sociedades.
g.
Merecen una mención especial los jóvenes y las mujeres, que constituyen los sectores más golpeados por el martillo neoliberal, y con índices de desempleo o condiciones de informalidad más duras.
II.
Globalización
Antecedentes 9
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El proceso de globalización no es nuevo en los análisis marxistas. Ya en los principios de su actividad, Karl Marx y Friedrich Engels señalaban el carácter eminentemente internacional del proceso de formación y reproducción del capital. En las palabras del Manifiesto Comunista:" Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partesµ (Marx y Engels, 1975). "Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materia prima indígena, sino materia prima venida de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no solo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo." (Ibídem) "...se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la intelectual.... En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanzaµ (Ibídem). Las consecuencias de la globalización, entendida como un proceso que profundiza las fases anteriores del desarrollo capitalista y que, adicionalmente, deslocaliza y simplifica los procesos productivos, no son otras que aquellas que ya Marx veía como consecuencia de la ley general de acumulación capitalista. Por una parte, la concentración y centralización del capital y, por la otra, la proliferación de quienes viven en la más abyecta miseria material y espiritual, lo único que a nivel planetario y con un descomunal deterioro del ecosistema, algo que Marx no podía siquiera imaginar. Al revisar la historia de la humanidad, se ve que la ampliación de los mercados, ya sea por el pillaje abierto o disfrazado de apertura mercantil, se inicia vigorosamente con el desembarco de las potencias europeas en América. Se toma un gran empuje con la revolución industrial y los avances tecnológicos debidos a la invención del motor de vapor, que impulsaría el auge de los ferrocarriles y los grandes cargueros movidos por éste. Asociado al fenomenal 10
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impulso de los medios de transporte, se produce un auge sin precedentes del comercio entre las nacientes naciones imperialistas. La siguiente fase fue impulsada por el motor de combustión interna, que provocó el auge del automóvil y la definitiva globalización de la revolución de los transportes de masas. Este proceso acelerado de internacionalización sufrió un estancamiento prolongado con la crisis de los 30's y fue retomada con menos bríos en la II postguerra mundial. Ahora bien, para captar mejor el fenómeno, es preciso profundizar un poco más en las fases de desarrollo del capital. Como ya se señaló, en la segunda fase se internacionalizó el capital comercial. En la tercera, a la que Lenin llamó imperialismo o fase superior -o a juicio de otros, la fase suprema del imperialismo- a la internacionalización del capital comercial se sumó la del capital financiero, comprendido por Lenin como la fusión de los capitales bancario e industrial. (Lenin, 1976). Esta fusión se manifestó en la inversión directa e indirecta, en distintos países del mundo. La fase actual se caracteriza por la profundización de las fases anteriores y la deslocalización de los procesos productivos industriales ya fragmentados, para disminuir los costos de las materias primas y auxiliares y la mano de obra, sacrificando a su vez la menor ganancia posible vía impuestos. Todo ello, acompañado por un proceso revolucionario colosal y veloz en la composición orgánica del capital y los medios de comunicación. Es evidente que el proceso se acelera bruscamente a partir de los 80's, y que la caída del bloque apuntalado en la burocracia soviética, los avances hacia la liberalización de China, Vietnam y otros estados anteriormente no vinculados profunda y abiertamente al mercado capitalista global, ha dado un impulso fundamental a esta tendencia. Pero en lo fundamental, el discurso de los "globalitarios" apunta a construir una suerte de realidad virtual: la absoluta inviabilidad de cualquier opción por fuera de las leyes neoliberales de la globalización en marcha. Es lo que los franceses denominan "pensamiento único" y que algunos sectores de la izquierda reformista están adoptando en forma absolutamente acrítica con respecto al proceso histórico-social real del capitalismo contemporáneo. El mito neoliberal de la globalización apunta hacia el carácter supuestamente inexorable e inescrutable de la globalización, esconde las responsabilidades concretas de los 11
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gobiernos y las clases dominantes, en los desastres sociales que sus políticas producen y se convierte en medio de justificación ante las masas
Principales
características de la Globalización
Los elementos fundamentales que caracterizan y diferencian a esta situación, de la mera aceleración de la internacionalización y marcan el surgimiento de un nuevo modo de estructuración de la economía mundial son los siguientes. -
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Expansión capitalista a escala realmente planetaria, cubriendo efectivamente, de una manera u otra, todas las formaciones sociales. Globalización tanto de la esfera de la producción como de la comercialización, yendo más allá "de la simple yuxtaposición de mercados nacionales, a la unificación efectiva del mercado mundial, y éste como horizonte natural de las grandes transnacionales" (Husson, 1994). Constitución de bloques regionales supranacionales (NAFTA, U.E., MERCOSUR, etc.) en niveles desconocidos hasta ahora, donde veremos que el movimiento transversal de mundialización de los capitales es acompañado, de reestructuraciones verticales de las economías regionales en torno a 3 polos: EE.UU., Europa y Japón. Surgimiento de compañías totalmente mundializadas, que ´actúan a partir de una base planetaria de desarrollo, producción y distribución de sus productos y serviciosµ (Petrella, 1989). Crecimiento de los procesos de mundialización sin una simultánea aparición de organismos supranacionales de regulación. El refuerzo de instituciones supranacionales se ve rebasado por los hechos. El FMI, el BM, la OMC y estructuras menos formalizadas( G7, Grupo de Río, Foro de Davos, etc.) cumplen funciones crecientes de ordenamiento de los procesos globales, como demuestran sus actuaciones frente a la crisis de la bolsa octubre del 87, la guerra del golfo, las crisis mexicanas del 82 y especialmente la del 95, etc. Esta coordinación de esfuerzos del 12
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imperialismo, no elimina las contradicciones internas, por lo que es difícil coincidir con las tesis del Ultraimperialismo, que pretende que las potencias imperialistas estén regidas prácticamente por un solo centro decisorio. En ese marco se inscriben las tensiones entre Mercosur y Nafta. -
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Los flujos financieros se desplazan con absoluta libertad y facilidad. Este mercado mundial de capital-dinero se ha constituido a través del proceso de internacionalización progresiva del capital, y ha tenido un salto cualitativo excepcional con el proceso de Globalización. Su característica principal se da en el hecho de que 'una masa creciente de rentas fructifica, independientemente de la utilización de un factor productivo directo, sea en forma de capital productivo, trabajo o tierraµ (Husson, 1996). Espoleada por la política neoliberal y la globalización se produce una verdadera revolución tecnológica alrededor de la informática y las telecomunicaciones, que facilitan los flujos de información, los movimientos y las transferencias de capital, las relocalizaciones de la producción y el intercambio. El carácter predominante de la cultura de la imagen por encima de la palabra escrita, que marca una revolución en sí misma, controlada por un sector monopolístico muy concentrado (CNN, CBS, HBO, etc.), es impulsado a su vez, por el carácter inmaterial que va adquiriendo la producción de mercancías, donde los costos de investigación de mercados, diseño, desarrollo de producto y marketing son una parte cada vez más dominante de los costos de las mercancías.
Estas son algunas de las características de esta nueva fase del capitalismo, contrario sensu de las opiniones de sus apologistas. La misma no implica el fin de la historia, ni mucho menos de la lucha de clases; marca una inflexión en el desarrollo del capital, que se debe encarar con herramientas apropiadas para darle una respuesta con contenido transformador, que aprovechando el desarrollo de las fuerzas productivas que la misma libera, ponga límites a su carácter de clase. La globalización se interrelaciona con el neoliberalismo y ambas forman parte de una contraofensiva del capital a nivel global, que partiendo de un 13
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cambio en la correlación de fuerzas con el movimiento liberador, intenta construir una nueva relación entre el capital y el trabajo en todos los terrenos, social, político y económico.
III. Globalización y neoliberalismo La globalización, concepto que hace referencia a un proceso económico, social, político y cultural, como concepto abstracto expresa la nueva modalidad de la expansión del capitalismo a partir del último cuarto del siglo XX. De acuerdo con Elmar Alvater (2000: 1): La globalización es el concepto que define las transformaciones económicas, políticas y sociales ocurridas en todo el mundo a partir el éxito de la desregulación a mitad de los años setenta, que posteriormente se intensificaron después del colapso del socialismo real a finales de los años ochenta. Por supuesto, la globalización es un proceso histórico incompleto, permanente y totalizador, aunque geográfica, económica y socialmente desigual como lo es el propio desarrollo del capitalismo, de otra manera dicha, la globalización no opera de la misma manera en todos los ámbitos de la sociedad ni en todos los países del mundo. La globalización, sin duda, es resultado de un proceso determinado por la concurrencia de diversos factores vinculados entre sí por una relación múltiple, compleja y contradictoria, donde alguno, o algunos de ellos, en distintos y determinados momentos pueden tener un mayor significado que los demás pero sin llegar a ser ninguno el determinante de las características del proceso, en tanto el todo no puede ser definido por las partes, ni éstas por aquel. Entre otros, los factores que caracterizan a la globalización, son: la expansión del sistema económico capitalista; la nueva forma de organización territorial y política del sistema mundial como proceso permanente (donde el Estado²nación es desplazado de las tareas que, 14
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tradicionalmente, venía desempeñando); el proceso de expansión de las empresas multinacionales y su peso específico en la producción mundial; el desarrollo de las comunicaciones y la rapidez con que transcurre la innovación tecnológica. Ahora bien, tal como advierte Eric Hobsbawm: ´ Si bien el proceso de globalización es irreversible y, en algunos aspectos, independiente de lo que hagan los gobiernos, otra cosa es la ideología basada en la globalización, la ideología delfree market, el neoliberalismo, eso que se ha llamado también ¶fundamentalismo del libre mercado.· El carácter neoliberal de la globalización, es decir, el sometimiento del proceso de producción, distribución circulación y consumo al ´fundamentalismo del libre mercadoµ, así como de la vida social a los valores del individualismo, se impone mediante un proceso político dirigido por la clase dominante, o su fracción hegemónica.
IV.
Desigualdad y polarización
Una de los aspectos que los abogados de la globalización utilizan con mayor frecuencia, de manera apologética y sin ofrecer confirmación alguna de sus dichos, es que la globalización en su modalidad neoliberal trae consigo una serie de oportunidades igualitarias. Los hechos, sin embargo, indican todo lo contrario pues, hasta el momento, el proceso globalizador neoliberal en ninguna parte ha acarreado beneficios compartidos, en todo caso ha mantenido y reforzado los aspectos esenciales del capitalismo ²la relación de producción, por ejemplo, basada en la explotación del trabajo por el capital ², cuyo desarrollo desigual significa mantener y profundizar las diferencias sociales y regionales que él mismo crea. En este sentido, el economista egipcio Samir Amin (1999: 30), advierte que: ´La expansión capitalista no implica ningún resultado que pueda identificarse en términos de desarrollo. Por ejemplo, en modo alguno implica pleno empleo, o un grado predeterminado de igualdad en la distribución de la renta.µ
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El propio Amin, encuentra la razón de la desigualdad en el hecho de que la expansión del capitalismo se guía por la búsqueda de la máxima ganancia para las empresas, esto es, sin mayor preocupación por las cuestiones relacionadas con la distribución de la riqueza, o la de ofrecer empleo en mayor cantidad y calidad. Por su parte, el sociólogo francés Alain Touraine (1994: 10), apelando a la historia del desarrollo capitalista es, aún, más contundente cuando escribe: La afirmación de que el progreso es la marcha hacia la abundancia, la libertad y la felicidad, y de que estos tres objetivos están fuertemente ligados entre sí no es más que una ideología constantemente desmentida por la historia [¬] Más aún, lo que se llama el reinado de la razón, ¿no es acaso la creciente dominación del sistema sobre los actores, no son la normalización y la estandarización las que, después de haber destruido al economía de los trabajadores, se extiende al mundo del consumo y la comunicación [¬] Y no es acaso en nombre de la razón y de su universalismo como se extendió la dominación del hombre occidental, varón, adulto y educado sobre el mundo entero. De esta manera, se puede afirmar que la expansión capitalista en su etapa de globalización neoliberal puede ser cualquier cosa menos un proceso capaz de permitir mejores niveles de bienestar para la mayor parte de la población. Los siguientes datos permiten aproximarse a las condiciones de desigualdad en el ingreso y la pobreza existentes en el mundo capitalista: [Al finalizar el siglo XX] De acuerdo con el Banco Mundial, una sexta parte de la población mundial (16.6 por ciento) percibe cerca del 80 por ciento del ingreso mundial, lo que implica un promedio de 70 dólares diarios. Al mismo tiempo, el 57 por ciento de los 6 mil millones de habitantes del planeta que viven en los 63 países más pobres recibe sólo 6 por ciento del ingreso mundial, es decir, sobrevive con menos de dos dólares por día. En América Latina, el número de pobres se mantuvo arriba de los 200 millones de personas. [¬] En México, los ingresos anuales de los trabajadores cayeron durante 1999 a casi la mitad del nivel alcanzado en la primera mitad de los años ochenta. Entre 1995 y 1999, el ingreso mínimo obtenido por un trabajador mexicano fue de 768 dólares anuales, cantidad inferior en 42 por ciento a los 1,343 dólares anuales registrados entre 1980 y 1984. (Saldivar, 2000: 42) 16
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Actualmente, reconoce el Banco Mundial (BM), existen mil millones de personas en el mundo que luchan por sobrevivir con menos de un dólar diario ( La Jornada , 27 de mayo de 2004: 25). A su vez, en la Tercera Reunión Cumbre entre los jefes de Estado de América Latina y el Caribe con los de la Unión Europea, celebrada en mayo de 2004 en la ciudad de Guadalajara, Enrique Iglesias, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), advirtió que en 1981, después de la crisis de la deuda y al inicio de las reformas estructurales de orientación al mercado, en América Latina existían 35.8 millones de personas en extrema pobreza, cifra que aumento a 50 millones en 2001. ( La Jornada, 28 de mayo de 2004: 11) Esta situación de empobrecimiento de millones de personas y de regiones en todo el mundo, agudizadas por las políticas de ajuste estructural diseñadas e impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM) a los países dependientes, con el apoyo entusiasta de beuna parte de sus gobiernos, ha logrado, sin embargo, despertar una creciente inquietud entre cada vez más amplios sectores sociales que empiezan a considerar que su condición puede cambiar a condición de establecer los mecanismos necesarios para regular socialmente el proceso de expansión capitalista con el propósito de contrarrestar sus perversos efectos sobre la mayor parte de la población. Lo cual implica, y exige, un proyecto político alternativo.
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V.
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Otra Modalidad de Globalizaciòn
Sí bien la globalización se considera como un proceso histórico concreto del capitalismo, crece la duda entre intelectuales, académicos y diversos grupo s sociales, respecto de que ese proceso pueda transcurrir por una vía única ²la del libre mercado² y empiezan a demandar a los gobiernos nacionales medidas para su control y dirección para revertir sus resultados, entre otros: la falta de crecimiento, el desempleo, el aumento social y regional de la pobreza, la exclusión, la intolerancia y el aniquilamiento de las diferencias culturales. Expresando esa preocupación, José Fernández (1999: 13), escribe: ´Es evidente que dejada a sus anchas la globalización no produce equilibrios y justicia sino exactamente lo opuesto. Por eso hay necesidad de ponerse al frente de ella para conducirla adecuadamente.µ Este tipo de propuestas que abiertamente plantea la posibilidad de conducir el proceso de globalización hacia objetivos socialmente predeterminados, por supuesto, abre la necesidad de los análisis críticos para encontrar posibles vías alternas para afrontarla, construyendo un Estado capaz de asumir sus responsabilidades como garante del interés colectivo y de satisfacer los derechos sociales, muchos de ellos anulados hoy por la política neoliberal.
VI.
Desplazamiento del Estado
Cuando el Estado perdió eficacia para cumplir con los fines de acumulación del capital, el libre mercado se convirtió en la propuesta política del capital financiero transnacional con miras a sostener y, sobre todo, apresurar el proceso de globalización y mejorar las condiciones de la reproducción del capital. En otras palabras, la globalización es un fenómeno histórico, marcado por la desaparición del llamado socialismo real, vinculado a un proyecto político diseñado e impulsado por u na clase social hegemónica propietaria del capital y que, entre otras cosas, implica el desplazamiento del Estado de la actividad económica. En consecuencia, se impone una modalidad capitalista sustentada en el libre mercado, lo que, simultáneamente, implica cambios culturales y políticos que responden a la imposición y desarrollo del proyecto en su conjunto. 18
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Ese proyecto político, sin embargo, pasa por alto la historia del capitalismo cuya constante ha sido el intervensionismo estatal, en ocasiones para asegurar el funcionamiento del mercado, otras veces con el fin de ´impedirle (al capitalismo) frustrar de manera demasiado severa necesidades humanas esenciales de estabilidad y seguridadµ y, en otros momentos, para cumplir ambos objetivos. (Gray, 1999: 37) El desplazamiento del Estado y la imposición del mercado en la actividad económica, tal y como previeron correctamente distintos sectores sociales opuestos a la privatización de las empresas públicas y de los recursos naturales, trajo consigo formas crecientes de exclusión social, elevó los niveles de desempleo y pobreza, además de agudizar la polarización en sociedades ya de por sí proclives a la polarización. Al mismo tiempo, los servicios públicos como la salud, la educación, la vivienda, la energía eléctrica, el agua potable y, en general, todos los referidos a la seguridad social, al dejar de ser bienes y servicios proporcionados por el Estado han empezado a perderse como parte de los componentes inalienables de los derechos ciudadanos y se han convertido en meras mercancías intercambiadas entre proveedores privados y clientes que actúan en el mercado al margen de cualquier consideración social y, mucho menos, de la responsabilidad
gubernamental de atender las necesidades de la población, con el fin expreso de disminuir las desigualdades sociales y regionales.
VII.
De cómo se impuso el neoliberalismo
El neoliberalismo comenzó a imponerse en el mundo a partir de una avasalladora crítica a la intervención del Estado en la economía, que en los hechos pasaba por anular y mercantilizar los derechos conquistados por las clases trabajadoras a lo largo de muchos años de l ucha. El brutal ataque contra el Estado de Bienestar, emprendido por los ideólogos neoliberales en las décadas de los setenta y ochenta, tuvo que ver con la conversión de los derechos sociales en servicio s mercantiles que sólo pueden ser adquiridos en el mercado a los precios fijados por la oferta y la demanda. Al afecto, se fortaleció la idea de que el Estado resulta ineficiente para producir bienes y servicios; por tanto, se defendió la idea de que únicamente los dueños del capital son capaces de reconocer correctamente las señales que envía el mercado y responder a ellas de manera eficiente, lo que garantiza no sólo el uso más productivo de los factores de la producción, sino también producir los bienes y servicios socialmente necesarios en la cantidad y calidad con que los consumidores los demandan. De esta manera, se concluía: si el mercado todo lo resuelve y, además, lo hace de manera eficiente, el Estado nada tiene que hacer en la actividad económica, 19
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cuya forma natural de desarrollo se encuentra en el mercado, donde el equilibrio económico se alcanza sin necesidad de la intervención estatal. El desplazamiento del equilibrio entre Estado y mercado en favor de este último, se ha reforzado con una pertinaz ofensiva en el terreno ideológico que, por un lado, ´satanizaµ al Estado y, por el otro, exalta las supuestas virtudes del mercado y su libre funcionamiento. Incluso, el sentido común neoliberal sostiene que siempre será preferible sacrificar la democracia al bienestar de la población (´el pueblo quiere comer y luego ser libreµ), haciéndolas excluyentes y negando la posibilidad de alcanzar ambas, aunque nunca se expongan las razones de tal negación. Declarado el Estado ineficiente, se agregaron otros agravios. A las víctimas de l a iniquidad inherente al capitalismo, se les acusó de incompetentes e incapaces de aprovechar lasoportunidad es que brinda el mercado a quienes se muestren atentos a sus señales y sepan comprenderlas y atenderlas en beneficio propio y de los demás. Ahora bien, para actuar en el mercado es preciso conocer sus reglas y adquirir las habilidades y competencias que permitan su adecuado diagnóstico y manejo, como la única posibilidad de alcanzar el éxito en una sociedad donde se agudiza la competencia con (tra) los demás. En consecuencia, se exige al gobierno dejar de asumir actitudes intervencionistas, ´paternalistas y populistasµ que pervierten el funcionamiento de la economía y terminan inhibiendo la iniciativa individual. Finalmente, la imposición del neoliberalismo como la modalidad actual de la expansión del capitalismo requiere, también, la homogeneización cultural, es decir, para que la modalidad neoliberal avance es necesario eliminar las diferencias culturales y reconocerla como la única opción. En otras palabras, las costumbres, los hábitos y, aun, las representaciones simbólicas de cada cultura nacional deben desaparecer para asumir las únicas posibles, aquellas que nos permiten una actitud de pasiva (´positivaµ, diría algún engallado neoliberal) aceptación de la globalización neoliberal: si la economía es global lo debe ser también la cultura. ¿Cuál es el sustento de la nueva cultura única, globalizad? Para empezar, el concepto de ciudadanía con el que la propia burguesía había igualado a todos los mayores de edad (un ciudadano un voto), ha perdido importancia frente a la noción de consumidor universal: aquel que en Asía o América, África, Oceanía o Europa consume los mismos bienes y servicios proveídos por empresas transnacionales. En otras palabras, se propone la una nueva categoría cultural ² económica, la de consumidor global, cuyo estatus lo determina su capacidad de adquirir bienes y servicios en el mercado. Al mismo tiempo, de grado o por fuerza los países empiezan a formar regiones donde se diluye la identidad nacional, lo que provoca el júbilo de quienes 20
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sostienen que la cultura ha de ser cosmopolita y universal, o sólo será una mera expresión limitada y provinciana. De esta manera, no se reconoce a las otras culturas y se les niega toda validez pues se las considera como expresiones atrasadas y marginales de la cultura ´globalµ
VIII.
El sentido común neoliberal
Dudar o intentar discutir los principios que sustentan el proyecto neoliberal, enfrenta prejuicios e intereses culturales y políticos fuertemente arraigados entre los sectores hegemónicos de la sociedad, los cuales, una vez adquirida la convicción de que su camino es el único posible, difundieron entre el resto de la sociedad mediante el siguiente y dogmático apotegma: todo lo relacionado con lo estatal es ´malo e ineficienteµ, mientras que el mercado concentra todo lo ´bueno y eficienteµ. Simultáneamente, desde el poder se forjaron y desarrollaron otras ´verdades incuestionablesµ, cuya creencia ha empezado a integrar lo que podemos llamar el ´sentido común neoliberalµ, cercano a la fe, que ha enraizado profundamente en el suelo de las creencias populares y el conocimiento convencional a partir de una poderosa ingeniería de consensos que tiende y fortalece al pensamiento único. Surgido de los prejuicios y los valores de la clase hegemónica e impulsado socialmente por los sectores medios, el sentido común neoliberal ´es infalibleµ, no se equivoca cuando enjuicia y termina enseñando al conjunto de los miembros de la sociedad como deben conducirse racional y moralmente; lo que deben pensar y hasta los límites en que deben pensarlo. El sentido común neoliberal parte de varios axiomas fundamentales, como el siguiente: ´Lo que es bueno para mí es bueno para todosµ, por eso sus juicios finales siempre son ´acertadosµ y ´sensatosµ pues derivan de valores ´universales y eternosµ, es decir, válidos ayer, hoy y mañana. El sentido común, o la ´sensatez socialmente aceptadaµ, considera al modelo neoliberal como el único racional, fuera de él no hay nada, o muy poco y de
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escasa importancia, a lo más sujeto de redención por el capital o los ejércitos imperiales. Este racionalismo, asumido por el neoliberalismo como aquello que lo legitima, supone: Primero. Una visión del mundo que afirma el acuerdo perfecto entre lo racional (coherencia) y la realidad del universo; excluye, pues, de lo real lo irracional y lo arracional. Segundo. Una ética que afirma que las acciones humanas pueden y deben ser racionales en su principio, su conducta y su finalidad. (Morín, 1984: 293) En esta concepción se excluye todo aquello que se presenta como opuesto a la racionalidad a la modalidad neoliberal del capitalismo, así como aquello que le es ajeno (lo irracional) y que escapa a su lógica. Por ejemplo, lo racional en la modalidad neoliberal es orientar al mercado toda acción humana con el fin de obtener el máximo beneficio; por tanto, es irracional la conducta que no persiga ese fin; y será arracional todo aquel que tienda a negar ese principio y esa conducta social. Por eso, quien se oponga al neoliberalismo, sencillamente está fuera del sistema racional e, en el extremo, carece de cualquier racionalidad y los locos no hacen Historia. Los principios detrás del sentido común neoliberal, son la creencia en ´verdades absolutasµ y, sobre todo, la validez del ´pensamiento únicoµ. Ambos forman también parte del sustento ideológico neoliberal, que dispone de un catálogo muy amplio de ´certezasµ a partir de un principio básico, por supuesto incuestionable, que el sentido común acepta en nombre del realismo y el pragmatismo: lo económico debe predominar sobre lo político, pues lo determina y preside. De esta manera, la razón económica termina sustituyendo a la razón social, la ganancia se convierte en el emblema social por excelencia y nada que se le oponga es admisible.
IX.
Las verdades del pensamiento único
Los avances ideológicos del neoliberalismo, además de tender a provocar el conformismo social, se expresan en el terreno más elaborado de las teorías económicas y sociales, ahora influidas por el ´pensamiento únicoµ
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que excluye toda teoría o interpretación si no se sostiene en los valores del mercado, la competencia, la ganancia y el capital. Esta limitación excluyente e intolerante, se traduce en la ausencia de cualquier debate político, social o económico, que ahora es sustituido por apologías orientadas a exaltar el rostro humano del capitalismo, fortalecer ideológicamente a ese sistema basado en la explotación del trabajo y en la máxima ganancia como fin supremo de la acción económica personal y social. Una de las ´verdadesµ que con mayor fuerza se ha impuesto y se difunde, al grado que entre amplios sectores de la izquierda ´políticamente correctaµ se parte de ella para diseñar su estrategia política, consiste en difundir y hacer creer que la sociedad será siempre capitalista y la democracia liberal. El promotor inicial de esta propuesta, Francis Fukuyama (1994: 83), escribe al respecto de manera enfática y dogmática: En tiempos de nuestros abuelos, muchas personas razonables podían prever un futuro socialista radiante, en el cual habían de ser abolidos la propiedad privada y el capitalista, y en el que se habría sobrepasado, en cierto modo la política. Hoy, en cambio, nos cuesta imaginar un mundo que sea radicalmente mejor que el nuestro, o un futuro que no sea esencialmente democrático y capitalista. La construcción de este imaginario burgués, particularmente correspondiente a las clases medias con pretensiones económicas e intelectuales pero incapaces de rebasar los límites del consumidor acrítico, de ninguna manera ha sido obra del azar sino resultado de un proyecto tendiente a ´manufacturar el consensoµ, al cual se le han destinado multimillonarios recursos encaminados a manipular los medios masivos de comunicación con el fin de producir un duradero lavado de cerebro que permita la imposición, sin oposición consistente, de políticas promovidas para alentar los valores mercantiles y en beneficio sólo de la hegemonía del capital, aunque parezcan preocupadas y orientadas por 23
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el bien común, del que por cierto dice William Blake: ´Es la aspiración del hipócrita y del bribón.µ (Glockner, 2002: 28.) Además, el pensamiento único peculiar del neoliberalismo, dice Stefanía (2002: 49), se sostiene en otras ´verdadesµ como las siguientes: ´El liberalismo económico lleva inexcusablemente a la democracia; [O bien] ¡Hay que adoptar el modelo neoliberal, que se impone en todo el mundo!µ; también: ´La intervención del Estado en el mercado, pertenece al pasado sus defensores son dinosaurios ideológicosµ. Al mismo tiempo, forman parte del credo neoliberal algunos postulados como los siguientes: El mercado lo resuelve todo del mejor modo posible [...] Siempre hubo y habrá corrupción, pero en el liberalismo es marginal y en el estatismo estructural [...] La desigualdad social no es consustancial al capitalismo, sino parte de la naturaleza humana, por eso no se puede acabar con ella [...] El nacionalismo y la soberanía económica son expresiones retrogradas que deben desaparecer en aras de la eficiencia y la inserción a la globalización [...] Primero hay que hacer crecer la riqueza y, después, distribuirla [...] Las privatizaciones son la panacea para la economía nacional. (Stefanía, 2000: 52 y ss.) Una ´verdadµ más, ésta impuesta tanto por el BM como por el FMI, es aquella que proclama la entrega de los recursos naturales al capital extranjero como la única solución posible al atraso de las economías emergentes. La aceptación absoluta de estos postulados, es decir sin la menor reflexión, hace que lo necio, inútil y premoderno sea investigar y discutir acerca de las contradicciones del capitalismo y, peor aún, intentar reflexionar sobre la posibilidad de que estas contradicciones pudieran llegar a ser de tal magnitud que significaran la posibilidad de su transformación total. En el mismo sentido, bajo el neoliberalismo se prohíbe dudar sobre la validez de su propuesta civilizatoria sustentada en valores económicos y 24
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de mercado, donde lo social resulta ser ´una especie de resabio patético, cuyo peso sería causa de regresión y crisisµ. (Stefanía, 2000: 50.)
X.
La victoria cultural neoliberal
El neoliberalismo cosechó una importantísima victoria en el terreno de la cultura y la ideología cuando sus teóricos fueron capaces de penetrar los organismos internacionales y convencer, inicialmente, a la casi totalidad de las elites políticas e intelectuales de los países capitalistas, incluso a las del socialismo real y, más tarde, a muy amplios sectores de la sociedad respecto de la inexistencia de alternativas políticas, económicas y culturales, al capitalismo en general y, en particular, a su modalidad neoliberal. Creer que la modalidad neoliberal es el único camino se ha convertido en parte esencial del monólogo que desde el poder impide la reflexión sobre otras posibilidades. Una idea muy extendida y recientemente difundida por los medios masivos que apelan a la creencia más que a la reflexión, es que el poderío militar estadunidense es la punta del icebergque prolonga la superioridad de ese país en todos los dominios, incluido el económico, pero también el político y cultural. Debido a ello, el sentido común n eoliberal explica que la sumisión a la hegemonía norteamericana sobre el mundo es inevitable y que, además, toda resistencia a la expansión económica, política y cultural estadunidense es tarea inútil; en consecuencia, ese mismo sentido común propone que más vale asimilarse rápidamente a la hegemonía norteamericana y recibir así los beneficios de la modernidad capitalista. De esta manera, en los hechos, el sentido común neoliberal es uno de los aspectos ideológicos más importantes para reforzar la sumisión y la dependencia.
XI.
Los nuevos significados
En apenas dos décadas, el consenso neoliberal ha impuesto su programa político y cultural (´la democracia representativa liberal es el peor sistema político excepto todos los demásµ y en lo cultural se h an impuesto valores como el lucro y el apoliticismo), pero además el neoliberalismo cambió, en su provecho, el sentido de las palabras. 25
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El vocablo ´reformaµ, que antes de la era neoliberal tenía una connotación positiva y progresista que remitía a transformaciones sociales y económicas orientadas a la consecución de una sociedad igualitaria, democrática y donde lo humano fuera el centro de todas las actividades públicas y privadas, incluida la económica, fue apropiado por los ideólogos neoliberales y convertido en un significante que alude a procesos y transformaciones sociales de claro signo mercantil, involutivo y, muchas veces, antidemocrático. Es el caso de América Latina, las r ef orma s estructurales de orientación al mercado puestas en marcha durante la década de los ochenta, terminaron aumentando la desigualdad económica y social, vaciando de todo contenido político a las instituciones democráticas y al gobierno mismo, convertido ahora con descaro en un mero ´administrador de los negocios colectivos de los empresariosµ. Por otra parte, para los dueños del capital y los abogados del neoliberalismo, los países y los estados son simplemente mercados, los ciudadanos consumidores y la globalización neoliberal la única vía posible de modernización en tanto tiene la virtud de eliminar las barreras nacionalidades que impiden el libre flujo de mercancías y capitales. Así, ha dejado de existir, por ejemplo, la inversión extranjera para ser sólo inversión productiva; de la misma manera la diferenciación entre mercado interno y externo ha desaparecido y hoy se habla sólo de mercado. XII.
Destrucción del Estado Nacional
La extinción práctica de la idea de nación, supuestamente subsumida bajo la corriente ´civilizatoriaµ de la globalización, así como la imposición de políticas ´orientadas hacia el mercadoµ, dieron lugar al debilitamiento de los estados nacionales. De esta manera, la expansión de la esfera de actividades económicas más allá de las fronteras nacionales, comienza por degradar el concepto de nación para reducirlo al de mercado. Así, los estados nacionales, especialmente los ubicados en la periferia capitalista, han sido consciente y pertinazmente debilitados cuando no salvajemente desangrados por las políticas neoliberales con el fin de favorecer el predominio, sin contrapesos, de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales. 26
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Aquel Estado que actuaba para corregir las disfunciones del mercado y alcanzar la estabilidad económica, particularmente en la época de crisis, parece no existir más. La separación de la política de lo económico ha dejado sin responsabilidades al Estado en aspectos tales como la producción y distribución de bienes y servicios. Incluso, la producción y suministro de aquellos servicios, antes considerados públicos, como la salud, empleo, vivienda, agua potable, la energía eléctrica y muchos más, son ahora privatizados y puestos al servicio de la ganancia del capital privado. La reducción de la pobreza y la superación de la marginación, la protección de las personas frente a las incertidumbres económico ²sociales y la garantía de derechos básicos de los ciudadanos, que en algún momento fueron los pilares fundamentales del Estado de Bienestar, han sido desplazados por un Estado mínimo, de oportunidades individuales y donde los servicios antes públicos son producidos y vendidos como mercancías, es decir, son apropiados sólo por quienes tienen capacidad para adquirirlos en el mercado, lo que necesariamente provoca crecientes desigualdades en su satisfacción social. Actualmente, en la mayor parte de los países han desaparecido, o tienden a desaparecer, las que se consideraban responsabilidades estatales para cumplir con el derecho de la sociedad a la educación, la salud, vivienda digna, alimentación, el empleo dignamente remunerado, el respeto a las diferencias, o la seguridad de un ingreso, aún sin empleo, capaz de garantizar la satisfacción de las necesidades elementales del trabajador y su familia; al mismo tiempo se ha relajado la responsabilidad del Estado en la protección social universal contra los riesgos de la vida, sin discriminaciones o exclusiones, así como en el diseño y puesta en marcha de políticas de distribución del ingreso, o encaminadas a construir un sistema económico democrático que evite la dictadura del mercado y fortalezca la actividad pública de producción y distribución de bienes y servicios públicos básicos. Todo esto ha vulnerado la validez y vigencia del Estado Nacional, al que se le cantan ya los responsos como entidad soberana y se saluda su creciente participación como gestor de los intereses del capital privado y, particularmente, de las corporaciones trasnacionales mediante la creación de ventajas competitivas. 27
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XIII.
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Estado Nacional y Megacorporaciones
En estos momentos se generaliza la idea de que los gobiernos nacionales tienen alguna oportunidad de sobrevivir, sólo si son capaces de producir las condiciones generales de la producción indispensables a la expansión del capital y generar las v entajas competitivas necesarias para atraer a la inversión privada. En esta perspectiva, afirma Michael Porter (1990: 18): ´El papel correcto del gobierno es el de catalizador y estimulador. Es el de alentar ²o incluso empujar² a las empresas a que eleven sus aspiraciones y pasen a niveles más altos de actuación competitivaµ. En la globalización neoliberal, donde el Estado es sometido a los intereses del capital, las empresas transnacionales acentúan su posición como la fuerza motriz de la economía mundial, son las principales inversionistas de capital productivo en todo el mundo, así como de las inversiones financieras y comerciales. En particular, dice Petras (2003): Las megacorporaciones de origen estadunidense tienen una gran relevancia pues de las 500 mayores empresas en el mundo: ´El valor de las compañías estadunidense excede el valor combinado de todas las demás regiones. La valuación de las trasnacionales estadunidense es de 7 billones 445 mil millones de dólares, contra 5 billones 141 mil millones de dólaresµ [de las restantes de todas las demás nacionalidades] Las trasnacionales estadunidenses dominan la lista de las 500 principales empresas del mundo [...] Casi la mitad de las mayores trasnacionales (48 por ciento) son de propiedad y dirección estadunidense, casi el doble del competidor regional más próximo, Europa, con 28 por ciento [...] La concentración del poderío económico es aún mayor si nos fijamos en las principales 50 trasnacionales, de las cuales 60 por ciento son de propiedad estadunidense, y es todavía más evidente al examinar las 20 mejor situadas, de las cuales más de 70 por ciento son de ese país. De las primeras 10, Estados Unidos controla 80 por ciento. Ante este enorme poder, el sentido común neoliberal recomienda a los gobiernos de las naciones dependientes, específicamente de América Latina, no pretender regular el comportamiento de las megacorporaciones, por el contrario se sugiere permitirles la propiedad absoluta de los recursos naturales a cambio de la creación de empleos, no siempre bien remunerados y sin prestación social alguna pero, se dice, empleos al fin. De esta manera, se vulnera 28
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y limita la voluntad de los gobiernos nacionales para control las actividades de las megacorporaciones y se entrega la plaza sin condición alguna. La insistencia del sentido común, abruma a nuestras naciones y se us a la razón y la evidencia, diciendo y reafirmando en todo momento que para los gobiernos nacionales resulta muy limitada la posibilidad de ejercer un control efectivo ² pero además innecesario ² sobre las megacorporaciones. En este caso, los intelectuales y políticos ´realistasµ, pragmáticos y neoliberales, no ponen en duda lo anterior y se preguntan terminantes: ¿Cuáles podrían ser los instrumentos con que puede contar un gobierno democrático, por ejemplo en Guatemala, para negociar con una corporación como la General Motor s, cuya cifra de ventas anuales es veintiséis veces superior a la del producto interno guatemalteco? ¿Cómo podrían someter a las grandes empresas los países del África Subsahariana, si su producto interno sumado es apenas similar a las ventas anuales de la General Motor s y la Exx on? Para el sentido común neoliberal, la respuesta y conclusión es sencilla por obvia: no existe otra opción más que rendirse e integrarse de manera individual y subordinada a los países hegemónicos, como éstos quieran y su bondad acepte. Y si es preciso ceder la soberanía o parte de ella, no importa si se cumple el fin último de la integración económica subordinada al gran capital. En este sentido, la búsqueda de opciones distintas ²como la integración de naciones en el libre ejercicio de su soberanía e independencia y, sobre todo, al margen de las grandes economías y megacorporaciones ², resulta trabajo inútil. En todo caso, para el neoliberalismo el capitalismo no tiene vías alternas y, mucho menos, propuestas transformadoras y además ¿para qué, si la historia llegó a su fin? Incluso, para muchos intelectuales modernos y modernizantes, la desproporción existente entre las economías de los países dependientes respecto de los metropolitanos no es amenaza, sino reto, que se resuelve en la medida que los países periféricos acepten su condición dependiente y aprovechen la oportunidad de integrarse a la globalización mediante la entrega de su economía y sus riquezas naturales al capital transnacional. Sobre todo ahora, después de Afganistán e Irak, es decir, conociendo las decisiones unilaterales para emprender ´guerras preventivasµ, la existencia de 29
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las naciones emergentes ²incluido su régimen político², sólo es tolerada por el poder imperial si se ajusta a los cánones establecidos por los centros financieros metropolitanos y si sus gobiernos son capaces de servir dócilmente a los intereses del gran capital. De otra forma, si esos países no se someten pacíficamente, o sus gobiernos no aceptan rendirse incondicionalmente ²y lo mismo da si aceptan, según se pudo constatar con la agresión a Irak ², pueden pasar a engrosar la lista del ´Eje del malµ ²cuyos requisitos de ingreso nadie conoce, aunque la prioridad la tienen los países que disponen de petróleo en su territorio ² y colocarse en situación de ser invadidos militarmente para establecer en ellos la ´democraciaµ liberal sostenida por ejércitos de ocupación. Aún más, la realidad es que, hoy, nuestros países son mucho más dependientes que antes, debido en mucho a los agobios provocados tanto por una deuda externa que no cesa de crecer como por una ´comunidad financiera internacionalµ, que pretende convertir la soberanía en parte de los desechos provenientes del atraso político ²social y del desvarío nacionalista. Pero mientras en los países dependientes el Estado se achica y debilita al ritmo impuesto por los ajustes neoliberales de los finales del siglo XX, el rango y el volumen de operaciones de las grandes compañías transnacionales y su valor se acrecienta de manera extraordinaria y sin límite alguno a costa de una creciente pobreza social y regional en los países dependientes. Todavía más, ahora se proclama que al primer mundo sólo puede llegarse en la medida que se acepte llevar adelante, diseñadas por los organismos financieros internacionales como el FMI y el BM, políticas económicas cuyos resultados finalmente han provocado una mayor polarización y dependencia hacia la economía norteamericana. En efecto, a los países dependientes se les sugier e (tal y como se dice en el críptico lenguaje del BM y el FMI), reforzar la estrategia de cambio estructural de orientación al mercado que ha mostrado ser causante de, por lo menos, tres graves cuestiones para nuestros pueblos: 1] Inestabilidad económica, acompañada de bajas tasas de crecimiento; 2] Aumento social y regional de la pobreza; y 3] Mayor dependencia y creciente pérdida de soberanía nacional. 30
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A lo anterior, debe agregarse que la dependencia intelectual (incluida la científica y tecnológica), también se acentúa y a pesar de reconocerse que nuestros países son ahora más dependientes de lo que lo eran en los años sesenta, por una de esas paradojas del sentido común neoliberal las teorizaciones sobre el significado de la dependencia, o acerca del imperialismo, son hoy desestimadas por buena parte de los intelectuales orgánicos del capital, pero también incluso por académicos que las consideran anacronismos teóricos, precisamente en estos momentos cuando ambas categorías adquieren una vigencia e importancia que, a pesar de todo, no han perdido desde el tiempo de su creación. Por eso, ahora es preciso reivindicar el estudio de la globalización neoliberal como la expresión actual del Imperialismo en lo económico, lo político y cultural.
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Conclusiones Parece que el siglo XXI es una incógnita porque el siglo XX nos dejó bastantes incógnitas. Ninguno de los dos grandes modelos sistémicos ha logrado dar una respuesta satisfactoria a los grandes problemas económicos, políticos, sociales y culturales, incluido el deterioro ecológico, con que cerramos el presente siglo. Sin embargo, estos fallos de los dos grandes sistemas son portadores de un gran alivio: nos liberan de los dogmas y paradigmas económicos que nos enseñaban e imponían en los respectivos paralelos geográficos. Nos liberan de los dogmas porque ahora podemos, con toda libertad, hacer análisis de sistemas económicos comparados en vertical y no en horizontal. Es decir, enfrentar cada sistema, no contra el otro, sino contra sí mismo. Enfrentar, a final de siglo, un sistema contra el otro es una pérdida de tiempo, porque ya conocemos la conclusión: los dos han fallado y han entrado en grave crisis. Enfrentar cada sistema consigo mismo, sus ideales y sus objetivos con sus resultados reales, nos puede llevar a un proceso de autocrítica constructiva. La misma confrontación conviene que la hagan los defensores de "la economía social de mercado", a la alemana, y también quienes en nuestros tiempos de estudiantes (1950-1960), y todavía ahora, poníamos nuestra esperanza en el Estado social de bienestar, que entró en crisis luego de 1970... Es un gran alivio académico el que la historia del siglo XX nos haya liberado de tantos dogmas económicos, porque ahora quedamos libres para la creatividad. El siglo XXI tiene que ser el siglo de la creatividad, porque para que las empresas sobrevivan es menester que la humanidad viva. Ojalá que todos los "neo-modelos" engendren hombres de búsqueda, desprendidos de su pasado árbol-ideológico. Un hombre de búsqueda, Ota Sik, inspirador de la Primavera de Praga (1968) escribió un libro con un título que le ganó la animadversión de las "derechas" de ambos sistemas: La t ercera vía (1972). Hoy día, la historia le ha dado la razón. Con todo el respeto que se merece Ota Sik, se podría reeditar el mismo título en plural: Las t erceras vías. Somos mundos y países tan diferentes y tan distanciados, cultural y económicamente, que sólo una vía no nos podría congregar a todos. Lo importante es que haya creatividad, sin imperios ideológicos.
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