Perú: problema y posibilidad
BASADRE SETENTA AÑOS DESPUÉS José Carlos Ballón Setenta y un años después de que Jorge Basadre escribiera Perú: problema y posibilidad , el título no sólo nos remite a uno de los pocos libros paradigmáticos escritos en el siglo XX sobre la evolución histórica del Perú como un todo* , sino que además por sí mismo ha pasado a constituir una frase autónoma y emblemática para cualquier esfuerzo intelectual por iniciar una nueva lectura crítica de las inmensas inconsistencias que caracterizan a nuestra comunidad nacional.
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ara decirlo en palabras del propio Basadre: “La síntesis social peruana… no se ha realizado aún… y el Perú sigue siendo una serie de compartimentos estancos, de estratos superpuestos o coincidentes, con solución de continuidad”. El atractivo simbólico
de la frase reside posiblemente en la fina distancia que toma respecto de otras igualmente emblemáticas, agudas y populares, utilizadas para referirse de manera sarcástica al incoherente y “radicalmente heterogéneo” conglomerado de formas de vida que muestra la sociedad peruana. Por ejem-
plo, aquellas adscritas a una tradición crítica nihilista o políticamentee radical, tales políticament como “El Perú es un burdel” (Macera), o “en el Perú es increíble lo que no sucede” (Casós), o “¿en qué momento se jodió el Perú?” (Zavalita en Conversación en La Catedral de Vargas Llosa), o aquella frase anó-
nima citada por el propio Basadre que dice “El Perú es un país imposible”. Pero la frase de Basadre parece también tomar distancia del otro extremo existente en nuestra tradición narrativa sobre el Perú, el de aquella narrativa complaciente, con “la mirada nostálgica hacia atrás”, que busca la “coherencia” del Perú a partir de la “superestimación” unilateral de algún componente geográfico, racial o histórico de la sociedad peruana. Tal es el caso de las narrativas adscritas a las tradiciones que Basadre llamó “incaistas”, “colonialistas” o “proceristas”, las cuales comparten “en el fondo, idéntico espíritu estático, nostálgico, retrógrado”; un fondo común de “provincianismo” que no es sino el mismo error inverso del “cosmopolitismo sin matices”.
La llamada generación del centenario —desde Belaunde hasta Mariátegui— si bien compartió el diagnóstico novecentista y combatió la “república aristocrática”, no participó de su “método de lectura” crítico sobre el país. Como insistirá una y otra vez Basadre, las radicales negaciones nihilistas o los sobredimensionamientos unilaterales con que confundían segmentos parciales del Perú con el todo, conducían a nuevas exclusiones autoritarias que terminaban por reforzar —o apenas remozar— el viejo régimen heredado de la época colonial compuesto de castas, jerarquías inamovibles y exclusiones desintegradoras que imposibilitaban todo progreso material y la unificación espiritual de la nación en un sentido moderno. COMPLEJIDAD
SÍNTESIS Basadre intentó uno de El afán de Basadre por los más extensos y eruditos encontrar una lectura más esfuerzos por lograr una integral y coherente del síntesis holística holística en la comPerú como una “síntesis vi- prensión del Perú, apoyado viente” (Belaunde) se pue- en una permanente rede decir que es, lato sensu, flexión epistemológica soun rasgo característico de bre los procedimientos la llamada “generación del historiográficos utilizados centenario”. Esta genera- en su investigación —sención realizó un gran esfuer- tido en el que continúa y zo intelectual durante la desborda el trabajo iniciado primera mitad del siglo XX por Riva Agüero en La hispor superar la amarga dis- toria en el Perú— y en una puta en la que se encontra- abrumadora información ba entrampada la compren- empírica que le servía para sión de nuestra identidad frenar los desvaríos unilatenacional, luego de un siglo rales de toda interpretació interpretaciónn de vida republicana que puramente especulativa y culminó en el desastre de apresurada. la guerra del Pacífico a fiSu obra se orienta a nes del siglo XIX. develar la inmensa complePara decirlo en pocas jidad o heterogeneidad de lo palabras: la “generación del real, inaccesible a los estenovecientos”, en sus diver- reotipos con los que se insas vertientes —González tentaba hasta entonces simPrada, Barreda y Laos, Ja- plificar la caracterización de vier Prado, Manuel Vicente los sujetos, las instituciones, Villarán y García Calde- las categorías conceptuales rón—, sembró una sensibi- y los sentidos comunes de lidad irritante en el “senti- la vida peruana, cuya escando común” de la elite inte- dalosa incoherencia gobierlectual y política peruana de na este incomprensible y inicios del siglo XX. Para ellos, la desintegración y la Basadre, Jorge; Perú: problema y heterogeneidad heterogeneid ad eran la cauposibilidad . (Ensayo de una síntesis sa fundamental del fracaso de la evolución histórica del Perú, de todos los proyectos por con algunas reconsiderac reconsideraciones, iones, cuatransformar al Perú en una rentisiete años después). Lima, FunManuel J. Bustamante De La república moderna desde su dación Fuente, 1994, Cuarta Edición, 386 independencia. pp. *
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frustrante conglomerado de formas de vida. En ello consistirá el plantearse el Perú como “problema”. Los infinitos detalles y “matices” de este irritante conglomerado incoherente que es el Perú, son recorridos, tratando de abarcar todos los puntos de vista. Basadre no se limita a lo meramente dado –como aconsejaba el positivismo–, es decir, no ve sólo el “pasado” sino también “el porvenir”; y “no sólo lo que hemos sido, sino lo que no hemos sido”. Con tal procedimiento comparativo y ucrónico-especulativo –pensaba Basadre– podríamos evitar ser dominados por las retóricas falsamente “modernizadoras” de un político radical como González Prada o falsamente “cosmopolitas” de un político conservador como García Calderón. Basadre se refería al origen paradójicamente aristocrático y no modernista de la tradición crítica nihilista del radicalismo político peruano: “La primera literatura de la desilusión sobre las cosas peruanas la hicieron hombres reaccionarios. Que las cosas marchan muy mal en el Perú, que todo está corrompido, que lo que no da risa da asco, dicen el mariscal Riva-Agüero (…) en 1857, José María de Pando (…) en 1835, el general Manuel I. de Vivanco (…) después de 1851, Felipe Pardo y Aliaga en múltiples composiciones poéticas (…), Bartolomé Herrera en sus prédicas de tribuno y maestro (…). Estas quejas y denuncias se refirieron sobre todo a la realidad política, ya que todos los representantes, directos o indirectos, de las tendencias regresivas de la aristocracia colonial cayeron en el fracaso, ante el predominio, no de los liberales sino del militarismo, de la politiquería y del desorden… no es arbitrario establecer alguna vinculación entre la obra de condena y de protesta de los últimos supérstites o defensores de las llamadas clases superiores, con la obra de condena y de protesta de don Manuel González Prada (…) Hay en él algo
de la antigua nobleza, sobre todo la de origen provinciano, que, descontenta con la nueva oligarquía, busca el apoyo popular”. No muy distinto fue para Basadre el caso de Francisco García Calderón, quien al mismo tiempo que mostraba una impecable retórica liberal y democrática moderno-europea, propugnaba -sin hacerse mayores problemas de consistencia intelectual- formar “una oligarquía ilustrada y benéfica para el Perú”. Basadre desentrañó con gran agudeza la contradictoria estructura discursiva que subyacía a su lectura “modernista” del Perú: “Algún día podrá estudiarse las características de esta mentalidad sudamericana… Algunas facetas típicas de aquella se muestran, a veces, en García Calderón: la agilidad mental, la rapidez en la asimilación, la amplitud cosmopolita en la curiosidad, el gusto por las ideas nuevas. Es difícil ser un sudamericano porque no hay, hasta hoy, código, gramática, decálogo, para orientarlo como tal (...). Cualquier corriente cultural que tenga vigencia puede ser sentida por nosotros (...) sabemos absorber con facilidad ideas ajenas, nos inspiramos en las fuentes más variadas, improvisamos admirablemente y a todo eso solemos darle un aire de elegancia y, en cierto sentido, hasta de originalidad por la mezcla de elementos tan contradictorios...”1. Basadre cuestionó también la supuesta “modernidad” que se pretendió atribuir a la narrativa indige-
nista o “incaista”, tras envolverla con una retórica socialista moderna que, en su opinión, se basaba en una “comparación engañosa” completamente unilateral y arbitraria. INDIGENISMO Basadre desentrañó las unilateralidades y las contradicciones históricas y textuales insalvables de dicho discurso metafórico: “La realidad peruana prehispánica esencialmente rural y las doctrinas socialistas nacidas del industrialismo, están separadas por poderosos factores de orden técnico y de civilización; el Incario era un gobierno de dominadores y el socialismo en sus más extremas formas quiere crear un gobierno de productores; el régimen incaico estaba basado en una diferenciación rígida y por ello en una desigualdad efectiva (…) resultando el trabajo y el bienestar del pueblo producto de conveniencias administrativas y políticas y no de una norma genérica de justicia como quiere el socialismo; la casta de los incas, de los orejones, de los curacas, de los sacerdotes, formaban una gran cantidad de zánganos incompatibles con los ideales del socialismo; la absorción absoluta del individuo llegaba hasta privarlo de su libertad para escoger su trabajo, libertad que es capital dentro del socialismo, cuyo afán es la igualdad en la iniciación (…) el socialismo es un producto esencialmente científico y técnico, la mentalidad indí-
gena estaba muy alejada de la mentalidad moderna” 2. En efecto, a primera vista el discurso indigenista de los años veinte aparecía como una reivindicación igualitarista moderna de tipo socialista contra la discriminación étnica o racial. No obstante, un estudio más detenido de la estructura e intencionalidad pragmática de dicho discurso mostraba un procedimiento anacrónico similar al de los Comentarios reales de Garcilaso, quien describió al imperio incaico prácticamente como un régimen análogo a las monarquías absolutistas ilustradas europeas del siglo XVII. No muy distinto fue el caso de Guamán Poma de Ayala, en su Nueva corónica y buen gobierno, quien reclamó al poder colonial la restitución de las jerarquías perdidas por la casta aristocrática indígena frente a la emergente presencia de los “mestizos” y “caciques improvisados”. MILITARISMO De igual factura fueron para Basadre las disputas por el poder político durante el primer militarismo (1827-1841). La guerra civil entre Santa Cruz y Gamarra tenía poco que ver con la constitución de un régimen republicano moderno y, menos aún, con la unificación de una nacionalidad andina en la llamada Confederación Perú-Boliviana. Un estudio más detenido y minucioso mostraba la presencia de viejas disputas hegemónicas entre poderes étnicos locales, en-
tre dos “viejos camaradas de colegio”, verdaderos caciques provincianos; “Rivalidad del aimara frente al quechua, del paceño y el cuzqueño (…). Rivalidad de dos ambiciosos, análogamente expertos en la intriga, en el disimulo y la violencia. Más grande, más clarividente, mejor administrador, Santa Cruz. Más político, más astuto, más militar Gamarra”. No muy distinta fue la lectura que Basadre realizó del principal caudillo “liberal” del “segundo militarismo”, don Ramón Castilla, cuyo desenvolvimiento político resultaba inexplicable –por incoherente- a partir de dichos patrones ideológicos discursivos: “… por ejemplo, la libertad de los esclavos y la supresión del tributo de los indios las encaró como simples situaciones, pues dejó de realizar tanto la emancipación de los esclavos como la abolición del tributo en todo el periodo de seis años que gobernó entre 1845 y 1851 y proclamó ambos principios cuando lo creyó conveniente; y más tarde quiso restablecer el tributo”. Basadre concluye citando al escritor chileno contemporáneo Lastarria: “En el Perú y en Bolivia no ha habido partido liberal ni conservador, no ha habido retrógrados ni reaccionarios, demócratas ni monarquistas, unitarios ni federales, sino por accidente”. LIBERALISMO Así, por ejemplo, más que por expandir los derechos ciudadanos y consolidar una sociedad civil, el Congreso Constituyente de 1822 —dominado por los liberales— se preocupó fundamentalmente por delimitar “… la iniciativa del Ejecutivo en lo que respecta a las leyes, su falta de poder para nombramientos, la elección del Presidente 1. Basadre, Jorge; Historia de la República del Perú 1822-1933, Lima, Editorial Universitaria, 1970 (sexta edición corregida y aumentada), tomo XVI, pp. 16-17. 2. Basadre, Jorge; La multitud, la ciudad y el campo en la Historia del Perú. Lima, UNMSM, 1929, p. 21.
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por el Congreso, la autonomía de las autoridades y corporaciones locales, el sufragio… indirecto… la intolerancia religiosa… y según la flamante Constitución que aprobó esta asamblea (‘liberal’), el que no fuera religioso debía perder la calidad de peruano”. De ahí que Basadre no deje de aconsejar que: “No nos hagamos muchas ilusiones (…) sobre el doctrinarismo de aquella época”. Ante la ausencia de una fuerte sociedad civil hegemónicamente compuesta por productores individuales independientes, la “democracia” no es la apertura de un espacio público para garantizar los derechos de los individuos, sino la impunidad de los grupos de poder local a la caza de las arcas fiscales, las interminables disputas entre los nuevos caciques locales y los antiguos, la anarquía generalizada, que recurrentemente origina en el Perú la conclusión de que sólo un Estado central autoritario puede traer la modernidad. Es curioso, pero Basadre se acercó con esta consideración a la radical caracterización gonzalezpradista de la lucha política
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peruana, cuando a inicios del siglo XX afirmaba que: “Casi toda revolución en el Perú ha sido una guerra civil entre dos reacciones…”. Es posiblemente ésta la razón de su evaluación final del liberalismo peruano: “Las innovaciones que los liberales quisieron implantar en el Perú se relacionaron con el Estado y no con la Nación, salvo el aislado caso del tributo, la esclavitud y algún otro. El Estado pudo variar más o menos las constituciones, las leyes y los proyectos de ellas; pero la nación siguió igual (…) hubo la misma arbitrariedad en el poder ejecutivo. Con una u otra orientación, en el parlamento hubo la misma corrupción e inmoralidad y la misma falta de genuinidad en las elecciones y en los diputados”. PLEBEYIZACIÓN La misma complejidad y heterogeneidad se muestra en el caso del autoritarismo. Una lectura sociológica coherentista ha llevado a interpretarlo como un fenómeno representativo de los estratos sociales altos que conformaban la oligarquía peruana, particularmente limeña.
Pero Basadre desmitificó también esta simplificación simbólica: “Desde el principio, el militarismo, a pesar de haber albergado en su seno a representantes de las clases altas –en mayor proporción de lo que ocurre en la época actual– cumplió aquí una misión democrática al encumbrar a indios y mestizos, dándoles la única válvula de ascensión social que podía existir en aquella sociedad”. Esta función se hace particularmente evidente cuando a partir de 1842 “empieza la lotería del guano”. La riqueza comienza a ser administrada directamente por el poder político y con éste el acceso directo a la riqueza, el ascenso social y la adquisición de privilegios clientelísticos a partir del Estado y no de la actividad productiva en la sociedad civil. No obstante, el fenómeno político de la plebeyización del Estado no parece respaldar la hipótesis del inicio de un proceso democratizador (en el sentido moderno del término) de la sociedad peruana. De hecho, el propio Basadre la rectificará cuarenta y siete años después, en sus “Reconsideraciones”, a propósito de los debates sobre
el llamado “modo de pro- guo del Estado en el Perú, ducción asiático”. por lo menos desde los leEn su ensayo de 1931, janos “enriquecidos del Basadre reparó en que “la guano”. prosperidad fiscal aparente Más aún, en el Perú, la marcada por el guano” sólo plebeyización del Estado “favoreció a la empleoma- acentuó hasta la locura la nía”, para luego añadir otra popularidad del mito de la aguda observación: “El ca- creación de una nación mopitalismo hizo su aparición derna a partir de éste, lo que tardíamente (…) con (…) ha terminado por devaluar empresas públicas más que completamente todo escrúcon las empresas privadas pulo ético respecto del ca(…) hizo su aparición con rácter de “servicio” que tielos empréstitos (…) fue fu- ne la función pública. Ninnesto en esta forma finan- gún político ni funcionario ciera por (…) las especula- público piensa que su labor ciones a que dio lugar”. es un “servicio público” sino, más bien, que es un ¿DEMOCRATIZACIÓN? ejercicio de “autoridad” para vigilar y castigar al Es por ello que el acce- adversario y de impunidad so directo de capas plebe- para disponer de un botín yas al poder político no ori- que hay que repartir entre ginó una democratización sus seguidores partidarios o capitalista en el sentido de familiares. una desoligarquización de Esto, a su vez, genera en la riqueza; sólo cambió o se las capas populares una lecsustituyó una oligarquía por tura oportunista de sus “deotra. En este sentido, la ca- rechos”, pues los ven desracterización de la lucha gajados de todo “deber”. En política peruana por otras palabras, los entienden González Prada se acercó como “privilegios clientemás a los hechos. lísticos”, “favores” o “regaLos cambios en la com- los” que otorga la cercanía posición individual o grupal al poder que no conllevan del Estado —al igual que ninguna obligación reprolos recurrentes cambios ductiva de la contraparte, constitucionales— no trans- como la tradicional plebe formaron el sentido común romana. de nuestra población hacia una “ética de la responsabi- ESTADO lidad individual” como la que moviliza a la sociedad Cuando escasean los civil moderna, es decir, la fondos públicos por el robo adquisición de riqueza ex- y el gasto improductivo (poclusivamente por el trabajo pulista o decoratista, depenindividual. La vinculación diendo de si la clientela guorgánica al poder político bernamental es plebeya o por relaciones de parentes- aristocrática), los políticos co o clientelaje siguió sien- apelan de manera recurrendo, desde los “enriquecidos te a gravar con nuevos imdel guano” hasta nuestros puestos a los que producen días, la fuente fundamental con su trabajo o a incremendel enriquecimiento mate- tar indefinidamente la deurial y espiritual. da pública, cuyo factura No es —como ocurre en caerá sobre los productores los países capitalistas mo- de riqueza en una incontedernos— la fortuna obteni- nible espiral que pareciera da mediante el trabajo pri- buscar la desmoralización vado la que da acceso al expresa de todos aquellos poder público, sino a la in- empeñados en aumentar la versa: el poder público, el riqueza social. origen de toda fortuna priEsto va acompañado de vada. Los llamados “vladi- una perversa campaña povideos”, que tanto han es- pulista de idealización candalizado en estos últi- evangélica de “los pobres” mos tiempos a toda suerte para poder castigar a todo de institutrices morales, son trabajador que ha alcanzaapenas una visualización do el éxito gracias a su efianecdótica reciente de este ciencia. Así, se desprestigia problema profundo y anti- la ética social productiva y
meritocrática mientras paralelamente se promueve una ética del privilegio, en un círculo infernal que sólo recrea la pobreza y el atraso. De esta manera, los políticos refuerzan ante el pueblo una imagen paternalista y sagrada del Estado –contraria a todo proceso moderno de desacralización del poder político– como si fuera el divino creador y no el profano dilapidador de la riqueza social. Es imposible que en tal contexto funcione la ley del valor, reconocida desde Adam Smith hasta Carlos Marx, cuya formulación popular reza: “a cada quién según su trabajo”. Aquí funciona exactamente la ley inversa, expresada en aquel viejo proverbio popular que dice: “el vivo vive del zonzo y el zonzo de su trabajo”. He ahí la fuente última de toda corrupción aristocrática o plebeya. Tal fue quizá el motivo que llevó a Basadre a subtitular los acápites finales del capítulo VI con las siguientes palabras extraídas del discurso de Piérola del 19 de junio de 1904: “Instituciones, hombres y cosas: todo ha sido falsificado, no son verdad aquí”; y luego del 14 de julio de 1912: “Se-
guimos al abismo con ceguedad inconcebible”. ¿MODERNIZACIÓN? El proceso de plebeyización del poder culminó con el ascenso de Leguía, cuando se desmoronó el régimen civilista que denominara “república aristocrática” y –parafraseando al propio Basadre– “el mayordomo se quedó con la casa”. “Sin trabas éticas ni de casta, una vez satisfecha su ambición, aceptaba a quien habiendo sido su enemigo de ayer, quisiera acomodarse bajo su égida”. “De ahí resultó el dominio de los caciques provinciales en el parlamento y un descenso en su nivel espiritual… intervenir en la vida administrativa no para fiscalizarla sino para obtener nombramientos y prebendas… todos los males se acentuaron con el gobierno de Leguía”. Pero fue sobre todo la ilusión de un desarrollo capitalista moderno a partir del Estado, sin productores individuales libres y sin sociedad civil, regida por una ética productivista, el más pernicioso legado con que dicho gobierno inauguró de manera paradigmática el Perú “moderno” del siglo
XX, el cual finalizará patéticamente con un régimen análogo al leguiísta: el de Alberto Fujimori. Tal como describe Basadre: “La penetración capitalista realizada en grande escala durante el gobierno de Leguía no tuvo primordialmente un carácter privado (industrias, empresas particulares, etc.) sino fue en gran parte de carácter financiero o con conexión presupuestal: empréstitos, concesiones, obras públicas, modernización de la capital, urbanizaciones, etc. En ella intervino (…) aparte de algunos contratistas privilegiados nacionales, parientes muy cercanos, relacionados o adeptos del señor Leguía. Aludiendo a la política de los empréstitos, base para esta exaltación del progreso material, de la ‘prosperidad’ nacional, el financista americano señor Dennis ha hecho su exégesis en un artículo lapidario: Si ser gran financista consiste en pedir prestado para gastar, el señor Leguía lo era (…)”. La consecuencia inevitable de tal “modernidad” plebeya fue, una vez más, la de siempre: “Se fue formando una nueva oligarquía”.
LOCALISMO
mera armonización, forman nuestra realidad sociológica. El país no marcha en una dirección ya fijada, sino oscila entre la dictadura y la anarquía, entre la atonía y el estallido”. Todo un conglomerado incoherente que, según Basadre, origina en la psicología nacional un “complejo de inferioridad”, un sentimiento de impotencia y una opción por el ausentismo, “mal endémico cuyo exponente es la frase:
Finalmente —como para completar la complejidad de “la cuestión social”—, la obra de Basadre concluyó de manera solitaria pero lapidaria con el análisis de dos aspectos centrales del discurso en torno del problema social peruano en las primeras décadas del siglo XX: el indigenismo y el agrarismo puro. Según Basadre, desde los “levantamientos indíge- Este es un país imposible”. nas” de Tupac Amaru y Pumacahua a fines del siglo CONCLUSIÓN XVIII y comienzos del XIX hasta los ocurridos en Son, qué duda cabe, “nuestra época en Huaraz, más numerosos que los Huancané, La Mar, Ayacu- aquí señalados los problecho, Parcona, Puno, etc. mas que Basadre logró in(…) todos estos movimien- dividualizar a lo largo de su tos no son sino rebeliones” extensa investigación his—que él diferenció de las tórica con su método de “revoluciones” sociales—; multiplicar los ángulos de es decir, meras “… vengan- visión, las circunstancias zas colectivas, producto de contingentes y los múltila desesperación, estallidos ples elementos que rodean locos, regionales o locales, cada uno de los eventos campesinos, antiurbanos, sociales. anticriollos; en el fondo, Apenas hemos rozado pese a la visión de dos o tres algunos problemas; abarhombres admirables, ‘rebel- carlos todos desbordaría días contra la civilización’. los límites de un ensayo Muy justicieros en su origen como el presente, cuyo oby muy elocuentes en su sig- jetivo es apenas examinar nificación; pero (…) con los alcances y límites de su una orientación regresiva”. paradigma de investigaPara Basadre, uno de ción. los factores fundamentales Lo mismo podríamos de nuestra desintegración decir de sus intentos de sunacional y de la inviabilidad gerir respuestas o soluciode la modernización social nes a los problemas analireside no sólo en esta abru- zados. Si examinamos su madora hegemonía econó- método, resulta evidente mica del mundo rural, sino que no existe algo así como en el sobredimensiona- una “solución general” a los miento cultural del problemas descritos —que aldeanismo que plantean el tanto gusta a los demagogos indigenismo y el agrarismo políticos— sino múltiples puro, de clara raigambre soluciones parciales, cuya feudal y firme soporte local suma no puede formularse del caudillismo militarista. en un algoritmo universal. “El separatismo, el Sólo los diecisiete tomos de indigenismo puro y antici- la última edición de su Hisvilizado, el antilimeñismo toria de la República del envidioso, el limeñismo Perú constituyen una muespedante y ensimismado, tra de la magnitud de la reatodo lo que hay de aldea- lización del paradigma de no y de lugareño aquí, en- investigación que formulavenenan más nuestra vida ra en 1931. estrecha”. Basadre propone abanEn pocas palabras, el lo- donar la pretensión de encalismo aldeano no sólo tender el Perú como una endesintegra sino que hace in- tidad metafísica ideal o a viable la vida nacional: partir de un modelo ideal“Elementos no ya fusiona- mente consistente (tal como dos —lo que sería imposi- aparece en las lecturas de ble y tal vez inconvenien- nuestros pensadores del note— sino carentes aún de la vecientos y, antes de ellos, LIBROS & ARTES Página 9
en nuestros “proyectistas” de fines del siglo XVIII), cuyo desacuerdo con la experiencia histórica peruana nos impide individualizar los problemas y resolverlos y nos conduce, más bien, a una condena moralista y total de nuestra comunidad, característica de la crítica nihilista radical. En la crítica nihilista el sujeto emisor del discurso aparece como una suerte de “profeta” ubicado —sin justificación alguna— en algún “lugar” epistemológicamente privilegiado que le permite enunciar un discurso pragmáticamente monológico, en la medida en que el lugar privilegiado que ocupa convierte en inferior a todo interlocutor. Moralmente, dicho discurso resulta tan autoritario como el sistema que dice criticar. Por el contrario, Basadre propuso entender el Perú como una totalidad incoherente de acontecimientos históricos, delimitando así empíricamente su universo discursivo, pero no como un conjunto de individuos físicos o instituciones genéricas sino como un conjunto de contradicciones (“problemas”) individuales y de opciones disponibles (“posibilidades”) o “distintos senderos abiertos a la acción, muchos de ellos complejos y difíciles”. Tal es, en mi modesta opinión, el sentido del título Perú: problema y posibilidad.
PROBLEMAS No obstante la riqueza y superioridad de la propuesta de Basadre respecto de todos los intentos que le precedieron para entender la racionalidad de la vida peruana, queda sin embargo al final de su lectura la sensación de que la heterogeneidad e incoherencia de la vida peruana que su paradigma de investigación ha recuperado y analizado, le produce un profundo malestar. En efecto, trata la heterogeneidad como si fuera un rasgo intrínsecamente perverso de nuestra idiosincrasia nacional o, en el mejor de los casos, como un supuesto metodológico transitorio, necesario para entenLIBROS & ARTES Página 10
der las carencias o ausencias de nuestra sociedad subdesarrollada, pero finalmente no deseable sino superable en alguna apetecible homogeneidad futura. Esta actitud parece marcar su propia apreciación sobre la importancia de la historia: “…en el Perú ella es lo único que poseemos en común; todo lo que no emana de lo histórico es, en el Perú, radicalmente heterogéneo”. Su caracterización del Perú como “una serie de compartimientos estancos, de estratos superpuestos o coincidentes, con solución de continuidad” es, para él, resultado de un pasado que “no es algo colmado ni admirable”. Y la meta —que Basadre comparte con su generación— de hacer una “síntesis social peruana”, es algo que “no se ha realizado aún”; es decir, un vacío que hay que llenar. En sus comentarios finales sobre García Calderón encontramos la misma insatisfacción coherentista: “no somos un
una especie de “hombre Podemos encontrar esta grande” a quien se le exige metáfora organicista en coherencia y finalidad in- Mariátegui y, por supuesto, tencional en sus actos. En en un pensador católico otras palabras, no vieron la como Víctor Andrés sociedad como un conglo- Belaunde, pero su presencia merado circunstancial y no resultaba evidente en la convencional en el que con- obra de Jorge Basadre y viven poblaciones muy di- merece una investigación ferentes y contradictorias más detenida que la presen(en la que por tanto no hay te. Él mismo reparó —cuaun problema único o funda- renta y siete años después— mental sino múltiples con- que la persistencia de esta tradicciones) y que la solu- concepción tomista de la ción de dichas contradiccio- sociedad en la cultura nanes tampoco es única ni es cional no es algo arbitrario, expresable en algún algorit- cuando incorporó en sus mo o receta universal, que “Reconsideraciones” las insólo nos lleva a discriminar vestigaciones de Richard o extirpar las diferencias de M. Morse sobre el pensauna manera coherentista y miento político colonial. Nietzsche (y en muchos ca- autoritaria, sino que consisEn el prólogo a la sesos de la fenomenología y te en coordinar su conviven- gunda edición de Perú: el pragmatismo) viraron al cia y tolerancia en infinidad problema y posibilidad, es“mundo de la vida” cam- de aspectos puntuales que la crito en 1978, es decir en biante e incoherente y des- entrampan. El todo no es un texto de madurez, estimaron el enfoque una entidad distinta a la Basadre deslizó esta metásistémico, coherentista y suma de sus partes. No hay fora organicista precisafisicalista de la sociología un problema sino múltiples mente para graficar su enpositivista decimonónica, problemas ni una posibili- foque problemático y el para terminar finalmente dad sino múltiples posibili- motivo de sus insatisfaadoptando un punto de vis- dades, ninguna de las cua- cciones frente a las incoheta coherentista y deva- les es total. rencias y heterogeneidades luando la heterogeneidad e En general, creo que los de la vida peruana: “Cada individuo está envuelto en problemas (…) cabe no la certeza, no la seguridad, ni siquiera la probabilidad, pero sí, al menos la posibi“Basadre mostró también un sinnúmero de elementos lidad de encontrar soluciodel discurso y la acción política del liberalismo nes a corto, mediano o larrepublicano que se aproximaban más a una defensa de go plazo. Trasladando esta los poderes despóticos del caciquismo local contra el secuela de pensamientos a un plan colectivo, resulta poder despótico central, que a una oposición aplicable a los pueblos en ‘democrática moderna’ al despotismo”. vía de desarrollo. No son una realidad definitivamente consumada, no han llegatodo sino un uno más uno, incoherencia de la vida pe- pensadores de la generación do a constituirse en todos ruana? más uno, más uno…”. de Basadre preservaron la orgánicos (…)”. No se trata, por supues- concepción clásica de la Esta es una insatisfacSe nos plantea en este ción que Basadre parece to, de exigirle al pensamien- sociedad —de origen contexto una pregunta: ¿No compartir con otros miem- to crítico que tenga algún aristotélico-tomista y es esta lectura organicista de bros de su generación inte- tipo de actitud complacien- neotomista—, en la cual la sociedad –tan profundalectual como Mariátegui y te con las inconsistencias ésta es una entidad de natu- mente enraizada en nuestro Víctor Andrés Belaunde. que se manifiestan en nues- raleza orgánica, idea que sentido común– una fuente Para el primero, “El pensa- tra vida nacional, sino de ser también encontramos en permanente de la lectura miento hispano-americano reflexivos sobre los límites nuestros pensadores colo- coherentista de nuestras no es generalmente sino una de validez de la misma no- niales (p.e., el padre elites culturales y de la adrapsodia compuesta con ción de “coherencia” para el Acosta), en nuestros pre- miración popular por las motivos y elementos (dis- ejercicio del pensamiento cursores de la independen- soluciones autoritarias y persos) del pensamiento eu- crítico. cia (p.e., Vizcardo) y en discriminatorias frente a las Quisiera sugerir una hi- nuestros pensadores posi- incoherencias y heterogeropeo”. Belaunde es todavía más radical: “Es la incohe- pótesis. Tengo la impresión tivistas decimonónicos neidades de la vida peruarencia la que nos explica la de que los pensadores de la (como González Prada y na? Tras la traumática exinferioridad de nuestra vida generación del centenario Javier Prado), a la que me- periencia fujimorista, me colectiva (…) considerada no abandonaron —a pesar tafóricamente denomina- parece que esta visión de sus grandes esfuerzos— ron “cuerpo de nación”, organicista existente en la en conjunto”. La pregunta es: ¿qué una visión coherentista de la proceso ideológico que ha cultura política peruana ocurrió con estos hombres sociedad peruana, porque sido minuciosamente estu- contemporánea debería ser de la generación del cente- tampoco abandonaron su diado por el historiador objeto de crítica, debate e nario que bajo el influjo fi- comprensión metafísica de sanmarquino Miguel investigación particularlosófico de Bergson o ésta como una “entidad”, Maticorena. mente urgente.