sistema, su Inconsciente aceptó mi indicación y produjo el resultado anhelado. Otros, a su vez, susurrarán la palabra «telepatía», argumentando que yo proyecté, aunque tal vez no deliberadamente, ciertas ideas sobre sensaciones de mi mente a la del estudiante, que fue influenciado de este modo en contra de su propio criterio o de su escepticismo. Con ninguno estoy totalmente de acuerdo, aunque puede que en ambos casos haya algo de verdad. Ninguno de ellos responde a los hechos de la experiencia. Y yo únicamente puedo sugerir que estas personas harían mucho mejor en aplicarse celosamente a un poco de trabajo experimental antes que perder el tiempo en vanas explicaciones y teorías. Algunos notarán que este ejercicio se corresponde en algunos aspectos con el sistema de los chakras del Yoga. Sin duda existen correspondencias entre ambos pero hay varias diferencias muy importantes. La primera que no la más, importante es el número y la posición de los centros. Pero esto no requiere discusión. Lo fundamental es que el enfoque es totalmente diferente. La técnica del Yoga inicia su meditación desde el chakra inferior y trabaja hacia arriba hasta el Sahasrara situado por encima de la cabeza. Por el contrario, en el sistema Occidental del Pilar Medio se empieza desde lo más alto y se procede hacia abajo. En una palabra, el ideal Occidental no es escapar del cuerpo, sino implicarse cada vez más en la vida para experimentarla de forma más adecuada y llegar a dominarla. El ideal es hacer bajar a la divinidad para que, enriquecida la propia humanidad, ésta pueda ser asumida en la divinidad. Es decir, el sistema empieza siempre por el centro real de funcionamiento, el Genio superior que, por definición, está eternamente en contacto con cualquier deidad infinita que pudiera existir. Es decir, mediante la YEJIDÁ tenemos acceso inmediato a toda la inspiración dinámica y a toda la energía espiritual del Inconsciente Colectivo. La hipótesis mágica hace corresponder el Genio superior del hombre con la posible relación de Dios con el universo. Es decir, siendo el hombre el microcosmos del macrocosmos un reflejo del cosmos constituye un universo en sí mismo, un universo regido y gobernado por su propia divinidad. Así, cualquier trabajo mágico que se realice debe estar siempre de acuerdo con los dictados y bajo la vigilancia del Genio Superior. Y ya que, al principio, no hay un método inmediato de comprender si un esfuerzo mágico concreto tiene la aprobación por decirlo de un modo simple e infantil, del Yo Superior, la única línea de actuación del estudiante debe ser situarse a sí mismo en línea recta con el Genio. Esto se consigue invocándolo al principio de cualquier trabajo mágico y confiando en que uno mismo se convierta en un instrumento de su sabiduría y entendimiento. El primer movimiento del Pilar Medio así corno el de la Cruz Cabalística, que es un medio rápido de obtener el mismo resultado consigue precisamente eso. Dado que la fuente de la vida y el amor se ha concebido siempre en forma de luz, el paso preliminar es percibir esa luz sobre nosotros, la emanación del Genio Superior o el centro directo a través del cual se manifiesta este último. Los pasos restantes están pensados para abrimos al descenso de la divinidad, para que la luz descienda a la personalidad. Quiero resaltar que en esto radica la principal distinción entre el sistema de chakras del Yoga hindú y el ejercicio mágico del Pilar Medio. Al principio, este descenso de luz se caracteriza por una creciente sensación de poder y de vitalidad. Progresivamente se amplía hasta convertirse en serenidad y control emocional junto con un equilibrio mental, seguidos por una gradual expansión y aumento de todo el horizonte de la mente. 50