religioso franciscano, natural de Lalin (Pontevedra), es profe sor universitario e historia dor. Especializado en la historia castellana y gallega de los siglos xv y xvi, ha editado sobre el tema una docena de monografías. Li bros br os m ás con co n o c ido id o s de su pro p rodd u cció cc iónn : Cisneros y la José García Oro,
reforma del clero español en tiempo de los Reyes Católi cos (Madrid 1971); La L a re form fo rmaa de los religios reli giosos os espa es pa ñoles en tiempo de los Reyes Católicos. Estudio y colec ción documental (Valladolid L a noble no bleza za galleg ga llegaa 1969); La en la baja Edad Media (San tiago 1981); Galicia en los siglos XIV y XV (La Coruña 1987); Francisco de Asís en la España Medieval (Ma
drid 1988).
San Francisco Solano, santo español y cordobés de Montilla, como el Maestro Avila, pertenece a la segunda genera ción espiritual de la España del Siglo de Oro, caracterizada por po r un ascetismo menos men os claus cla ustra trall y más má s apos ap ostó tólic lico, o, u n a sen sibilidad a los estilos y a los estímulos religiosos populares y especialmente atraído por la vocación misional. Su biografía y su radiografía espiritual se reparte en tres momentos sucesi vos: eremitismo y evangelización rural en la sierra cordobesa; aventura misional en las nuevas tierras tucumanas en trance de hispanización; práctica recolecta en la periferia de la Lima virreinal. Más que el talento realizador y la estrategia misionera, brillan en Franc Fr ancisc iscoo Solan So lanoo el estilo carism car ismátic ático, o, los gestos gestos religiosos desconcertantes y la intuición evangélica. La nueva sociedad colonial y criolla necesitaba y clamaba por un tau maturgo y creyó haberlo encontrado en Solano. Fue así como este humilde Santo hispano penetró profundamente en el corazón de las tierras andinas. Este libro recuerda y esclarece la figura de Francisco So lano y el milagro popular del solanismo americano.
SAN FRANCISCO SOLANO Un nombre nom bre para las las Américas Am éricas POR POR
JOSE GARCIA ORO
MADRID 1988
I N D I C E
Pdgs. P r e s e n t a c i ó n ............................................................................ ...... 13
Pa triaa y solar: la España Españ a religiosa y la Córdo I n t r o d u c c i ó n . Patri ba francis fr anciscana cana del siglo s iglo x v i .................................. ............. ..................................... ................ C.I.
P r i ma v e r a
An d a l
u c ía ía : Caminos
y rincones del Espíritu....................................................................... 1. Los Solanos de M o n t ill il l a .................. ........................... ................ ....... Papá Pa pá Mateo y mamá A n a .................... ............................. ............. .... Gramá Gr amática tica “con risa” ris a” .................. ........................... .................. ............ ... 2. Los “frailes del Santo Evang Ev angelio elio"............... ".................... ..... 3. Los “sant “sa ntos os”” de la Señora C ond on d esa............... es a................. .. 4. San Laurencio Laur encio de Montilla: primera cita franciscana .................... ............................. .................... ...................... ................... ............ .... 5. El Loreto, Lore to, a las puer pu ertas tas de Sevilla Sev illa.............. .................... ...... Improvisando...: choz chozas as,, música y orac or ació ión n ..... en
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La primera meta: presbítero de la Iglesia de ............................... ................. ................... ................... ................. ......... Dios ...................... 6. En Arrizaf Arrizafa, a, em emul ulan ando do a San Diego.... ............ 7. Ent Entre re los apestados apes tados de de Montoro: “a cenar con Cristo”............................................................. 8. Partos intramu intra muros: ros: nace la Provincia Provin cia Francis cana de Granad Gra nadaa............................................... 9. San Francisco del Monte, ¿nueva ¿nueva Porciú Po rciúncu ncula la cordobesa?......................................................... Un colmenar colmen ar franci fra ncisca scano no..... ......... ......... .......... ......... ........ ........ ........ Un estilo estilo de vida con con sus alternanc altern ancias ias ............ 10. En la Zubia gran gr anad adin ina, a, con aires de despedida. del legendario Tu p e r i p l o a m e r i c a n o : En busca del C.II. El pe cumán........................................................................ 11. El Nuevo Mu Mund ndoo o las “Indias “In dias del cielo” cielo ” ....... Paraísos y utopí uto pías as de frail fr ailes es.......... .................... ................... ......... Tesoros Tesoro s incaic inc aicos os......... ................... ................... ................... ................... ......... Caminos Cam inos y antítesis: Misioneros Misioneros e instalados... El Tucumán: las Indias de las Indias .............. 12. C andi an dida datu tura ra misionera: misio nera: ¿vocación ¿vocación o suerte sue rte?... ?..... Solano, misionero: un suplente ...................... Licencias y equipos......................................... . 13. En el el m ar de Cádiz Cádiz:: por po r fin era verdad verd ad............ Todo To do era cielo y m a r ................... ............................. ................... ............. Hormiguer Horm igueros os en el Carib Ca ribe.......... e................... ................... ............. ... 14. Terrores Terro res en el P acíf ac ífic icoo .................. ............................ ................... ......... Recomponiendo el “arca de Noé” ..................
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En Buenaventura... para ironía ....................... Caminos y nombres de tierra adentro .......... 15. En las rutas rut as peruan per uanas: as: prisas y salu sa ludo doss........ 16. En las Charcas: Charcas: al conj co njur uroo de las cumb cu mbres res..... 17. Huma Hu mahu huaca aca o la recta recta f i n a l ........ ................ ........ ........ ....... ...... ..... 18. El Tu cu m á n de la fama: “dice “dicenn que qu e es muy muy poblad pob ladaa y rica ri ca”” .... ...... .... .... ...............................i.;!.... C.III. El m i s io i o n e r o : El estilo más que las obras ............. 19. El nuevo T u cum cu m án hispa his pano no:: espadas y bácu l o s ........................................... ...... |................... 20. Lo Loss pioneros: pioneros: hombres que qu e p lan la n taro ta ronn ............ 21. La primi pri mitiv tivaa épica épic a tucum tuc umana ana:: frailes frailes y piratas. piratas. 22. 1590, Sola Solano no se hace hace tu cu m an o....................... La sorpresa: lenguas y milagros ...................... Los encantamientos: fuentes en los caminos y música en la selva............................................. Los peligros: toros, serpientes... e hijas de Eva. 23. Oro y plegarias para pa ra la “ Invencible” Invenc ible” .............. 24. ¿Serv ¿Servir ir al Rey Rey o esclavizarse al Fara Fa raón ón??........... 25. “ Padre Custodio Custo dio”” : u n títu tí tulo lo de vértigo vértig o........... 26. Parajes Parajes y duendes solanistas en T u c u m á n ...... 27. Viaj Viajes es y confidentes: las huel hu ella lass de u na tradi tra di ción........ ................. .....'.i.'. ...... .......................... 28. Almeyda, Almeyda, u n testigo testi go sentim sen timen ental tal:: secret secretos os bajo la luna............................................................... 29. Las Las palomas de Francisco S o lan la n o................... 30. Ante los indios: “sargent “sa rgentoo del d é l o ” .............. 31. Desde esde Córdoba Córd oba al Plata Pla ta:: los viajes de la imag imagi i n ació ac ión.............. n..................... .............. .............. .............. ............... ............... .............. ....... 32. La despedida: despedida: sorpresas y tris tr iste teza zass.................. 33. Cierre y balance: balance: ¿conq ¿conquis uista tass o caris ca risma mas? s?....... C.IV. El “REC “RECOLEC OLECTO” TO” DE DE Ll LlMA MA YSU YSUSS “TERREM “TERREMOTOS” OTOS”........ 34. Lima, 1595: “ Recolecció Recole cción” n” para pa ra u n a urbe urb e co lonial .................................... ........ Las enfermedades de Lima y los remedios de fray ray Gab G abriel riel ............................. g........................ Como en Montilla: austeridad con música ..... 35. La hora ho ra de la prueba: prueba: entre papeles pape les y negoci negocios. os. 36. T rujil ru jillo lo,, 16 1602: u n refugio en la h u id a ............ 37. Vuelta Vuelta a la metrópoli: metróp oli: anun an unci cian ando do la “venida del Señor” sobre Lima ..................................... Los vendavales de un predicador..................... Las cuentas de un “terrorista” ......................... 38. Nueva Nueva desilusión: u n a alameda alame da del del m undo un do a
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Págs. Pá gs.
.................................. ....... Los “suyos” y los “otros” ........................... 40. O ctub ct ubre re de 1609: en L ima im a ronca ron ca el infier inf ierno no .... .... 41. 41. Adiós, Adi ós, M o n t i lla ll a ......... .............. .......... ......... ......... .......... .......... ......... ......... .......... ..... ................................... ......... 42. “ Perdón, herm ano asno” asno ” .......................... 43. El úl últim tim o grito: ¡Ma r í a ! .................................... 44. 44. “ M uere ue re com co m o s a n to to”” .......... .............. ......... .......... .......... ......... ......... .......... ..... C.V. L a s c a m p a n a s d e l a m u e r t e : Muere santo ............... 45. C apilla ap illa ardiente: ¿velatori ¿velatorioo o latrocinio? latroc inio? ......... 46. El duelo du elo de L ima im a p o r “su santo sa nto”” .... ........................................ ......... ...................... .................... ........ 47. La aurora auro ra de una un a fam a ................... 48.
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Entre En tre médicos y pintore pin tores: s: dictámenes dictáme nes y estam pas pa s ................................... ................................................. ...................... .......................
133 H acia la m edalla p o p ul ular ar del del “Santo “San to Solano” Solan o”-- 135 Prim Pr imera era batalla: Solano, “santo “sa nto prohib pro hibido ido”” .,.. 136 Informaciones y procesos limeños: el galope de la fama....v .......... ............... ..... ....... ................. 137 Solano, camino de Roma: laberintos y miste 139 rios ........................................................................ La “causa limeñ lim eña” a” y sus sus hombres hom bres .................... 140 Bajo la lu lupp a romana: roma na: sólo “ milagros eminen em inen tes” ............................. ........................................... ................... ..... ....................... 141 La m áquin áq uinaa bibliográfica: bibliográfica: “relaciones”, “relaciones”, “vi ............. ..................................... das” y “milagros” ......... 142 Silencio... por po r cincu cin cuen enta ta a ñ o s ..... ........ .......... ...... ...... ...... .......... ... 144 C uando el papa pa pa dijo: dijo: “No quiero” qu iero” .................. 145 Los extremos se tocan: fiestas en Lima, prohi bicio bic ione ness en e n R om a... a. ..... .......... .......... ... .............^............... Í47 .... ....... ... 150 Renace la esperanza de de un “final feli feliz” z” ........
U n NOMBRE PARA LAS AmÉRICAS.................................
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Por Po r fin, toda tod a la verdad verdad:: Francisco Francisco Solano en los alta al tare res.................... s.................................. ............................. .......................... ........... 1675, la bula que proclama a Solano “bienaventurado”........................................................ Fiesta para pa ra to d o s ......... .............. ......... ......... .......... ......... ......... ......... ......... ....... Apun Ap unta tand ndo o a una un a nueva meta: meta: el “catálogo de los santos” ......................................................... Andalu An dalucía cía se a d e lan la n ta..... ta .......... ......... ........ ......... ......... ......... .......... ....... .. De nuevo la criba criba rom ro m ana an a ................................ Cuando Cuan do entra la diplomacia ............................ .
58. Navid Na vidad ad de 17 1726 o la la apoteosis apote osis de Francisco Solano................................................................ Una bula que define la figura eclesial de So lan la n o ............................. ........................................... ............................ ......................... ........... Los polos del solanismo: Montilla, el hogar; Lima, el el panteón pante ón .............................................. 59. La devoción devoc ión solan so lanista ista y sus t í tu tull o s .................. .................. Taum Ta umatur aturgo go de las las Américas...........................
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Las Las reliquias reliquias solan s olanistas istas.................................... Patr Patrona onatos tos mun m unicipa icipales les................................... ..... jg jgg Las Las fie fiest staas sola so lann istas ist as ........................................ ..... jg jg* C.VII. La m e d a l l a d e l r e c u e r d o : Historiografía solanista ....................................... .. . . ...... ........................... ..... 170 170 60. Franc Francisc iscoo Solano en la hi hist stoo rio ri o g rafí ra fíaa............. ..... 170 170 ¿Textos solanistas?............................................ ..... 170 Las primeras prim eras “relacio “rela cione nes" s" y su afán pregonero. prego nero. 17i Mirando a Roma: “vidas" teológicas.................... 173 Buscando perfiles hagiográficos: de los “com pend pe ndio ios” s” a los “pa “p a n e g íric ír icoo s "........................... ..... 173 173 Una realidad cruda: Francisco Solano reclama un biógrafo......................................................... ..... 176 61. Lugares y tradicion tradi ciones es sola so lann ista is tass....................... ..... 177 Casas y celdas del “Santo Solano"................... ..... 177 Tucumán recuerda al “sargento del cielo" ..... ..... 178 62. Delineando la medalla medal la conmem conm emorativ orativaa de Fran cisco So S o lan la n o ................... ............................. .................... ................... .................. ......... ..... 180 ........ ... ..... ..... 181 Un santo: un creyente entre los hombres ..... El santo tiene biografía..................................... ..... 182 Francisco Solano lleva el sello franciscano e hispano ................................................................ ..... 183 Santo de contrastes: hombre del yermo y de la c a l l e ................... ............................. ................... ................... ................... ................... ............. ... .....18 .....185 ¿Rasgos apocalípticos?.................. ..................... .... 186 Francisco Solano, forjador de las “Indias del cielo" ................................................ .................... .... 187
El dibujo que ilustra la cubierta cubierta ha sido realizado realizado por Juan Ju an Antonio Avila. Con licencia licencia del Arzobispado A rzobispado de Madrid-Alcalá (5-X-1988 (5-X-1988))
PRESENTACION
A M IG O lector: Este Es te libro lib ro quie qu iere re decirte decir te q u ién ié n era era / I Francisc Fra nciscoo So S o lan la n o , esp es p a ñ o l de los sig s iglo loss XV X V I y XVI I , indiano de audacia y aventuras, como los aventureros hispanos de sus días, y santo de la Iglesia, que ha valo valora rado do su testim tes timon onio io cristiano y ha ha definido teológi camente su rica personalidad. Es un libro biográfico que busca en todo momento identificar identificar a su person p ersonaje aje en su marco natural na tural y captar captar la vena de su iniciativa, y en particular el acento vivo de su creatividad. Es una pretensión arriesgada que sabrás comprender. Porque no es fácil reconstruir ve razmente escenarios escenarios com co m o los cordobeses cordobeses del siglo XVI XV I , ni parajes como los del Tucumán hispánico del si glo XVI XV I I , o bullicios callejeros de urbes coloniales como los de la Lima virreinal de los siglos X V I y XVI I , en los que gustaba de comparecer nuestro personaje. Men M enos os segu se guro ro es toda to davía vía adela ad elant ntar ar h ipó ip ó tesi te siss sobre sobr e el dramatismo en que discurrieron sus vivencias refor mistas y proféticas. Y Francisco Francisco Solano, Solan o, por po r otra otra parte, parte, carece de una biografía docum do cumenta entada da que qu e facilite tale taless exploraciones. Es un libro hagiográfico. Fray Francisco Solano es un santo canonizado por la Iglesia y por ella estimado como una personalidad eclesial relevante en el campo de la santidad, con un testimonio profético y tauma túrgico un tanto singular dentro del mundo hispano moderno en que vivió. Por ello su biografía ha de ser vista con prisma teológico. Es un enfoque que puede enrique enriquecer cer e ilum inar ina r m ucho uc hoss aspect aspectos os de de su vida. vida. No No tiene por qué ser nunca una forzada esquematización ni una tesis anticipadora. Francisco Solano, como tantos otros hombres hispa nos, pertenece por igual a España y a América. Son hombres y estil estilos os de vida que q ue nunca nun ca disocian, disocian, sino que
acercan y concuerdan las líneas de conducta, las experiencias y tradiciones de un pasado común y, sobre todo, las creencias cristianas que dieron temple y sentido al mundo hispánico. Por todo ello, Francisco Solano está en los relatos históricos y merece volver hoy a nuestra memoria. Todavía davía puede pued e hablar ha blar y ser compren com prendido. dido. El a u t o r
INTRODUCCION
UNA UNA PA TR IA Y UN SO LA R: LA ESPAÑA RELIGIOSA RELIGIOSA Y LA CORDOBA FRANCISCANA DEL SIGLO XVI
Francisco Solano es un típico fraile español del siglo xvi. Español de cultura y andaluz de patria y estilo. Lo español de su conciencia política, lo cordobés de su camino espiritual y lo americano de su vocación misionera son matices de su per p erso sonn alid al idad ad , a la vez here he reda dado doss y actu ac tual aliza izado doss en su bio b iogr gra a fía. Por ello se hace preciso delinear brevemente el marco, triple y armónico, que define su vida. Como fraile franciscano español, Francisco Solano perte nece a una nueva generación religiosa que ha pasado a la historia con el nombre de Regular Observancia franciscana. Se trata de una nueva manera de vivir la vida franciscana que se caracterizó caracterizó por un tipo de vida vida com unitaria simplifi cada y fraternal, un a práctica económ ica de de mayor auster austeridad idad en trabajo personal, mendicación y servicio; un programa de vida espiritual dominado por la soledad y la contemplación afectiva, y sometido a un modesto esfuerzo de metodización. Tres momentos bien definidos habían escalonado la anda dura de esta esta nuev a generación franciscan franciscana. a. U n primer pe río do, que corresponde aproximadamente a los años 1350-1450, en que se manifiesta la crisis de conciencia en las institucio nes religiosas. Nacen en todos los rincones brotes eremíticos y movimientos religiosos regionales que preconizan el ideal de una vida comunitaria en pobreza total y en soledad ascé tica tica.. Un segu ndo estadio, de organización institucional de la la vida regular, a base de criterios prevalentemente disciplina res, que cristalizan en la Regular Observancia, a nivel de toda la Europa cristiana, desde mediados del siglo xv. Un tercer momento, en el que nace dentro de los cuadros juris diccionales de la Observancia el estilo de los “frailes del Santo Evangelio”, que a finales del siglo XVI tienen, a su vez, una gama de variedades, de las cuales adquieren renom bre br e los g r u p o s de desc de scalz alzos os y de d e recole rec oletos tos.. Francisco Solano pertenecía al último de estos momentos espiritu ales de la O bservan cia franciscana. franciscana. Los antigu os ereere-
m itorios franciscanos franciscanos,, después de una forzada forzada integración en los cuadros institucionales de la Observancia ultramontana, se organizan ahora como minúsculas "casillas” u oratorios, o en recoletos “desiertos”, salpicados por pequeñas ermitas, en los que gustaban de practicar una soledad de meditación afectiva y un trato espiritual con las gentes que accedían a visitarlos en sus agrestes moradas. Abrían, por tanto, las pue p uert rtas as de sus tug tu g urio ur ioss esp es p irit ir ituu ale al e s a los veci ve cino nos, s, e inc in c lus lu s o nutrían aspiraciones misioneras que les permitiesen tras pla p la n tar ta r sus s us vivenc viv encias ias reli re ligi gios osas as a las Indi In dias as.. El c ard ar d e nal na l f r a n ciscano Francisco de los Angeles Quiñones había sabido for mular con gran gran originalidad este este programa, que a rmon izaba sin dificultad las vocaciones del ermitaño y del misionero. Francisco Solano era andaluz y cordobés. En su tierra co noció las vivencias religiosas más apasionadas y también los pro p rogr gram am as de refo re form rmas as m oral or ales es m ás enar en arde deci cidd os. os . Desde Des de Cisneros a Santa Teresa, todos los reformadores españoles ha bían bí an p asad as adoo en A n dalu da lucí cíaa la j o r n a d a m ás b orra or rasc scos osaa de su campaña. Porque en Andalucía cabía todo: todo: los relajamientos de clérigos, frailes y monjas, hasta extremos impensables; el bri b rilllloo de los conv co nv ento en toss ricos ric os e infl in fluu y en tes te s de sus urbe ur bes, s, sobre sob re todo de la metrópoli sevillana; los escondidos cenobios que se ocultaba ocu ltaba n en sus reman sos serranos. Los clérigos necesita ba n de d isc is c ip lin li n a m otiv ot ivad ada, a, co m o se la in c u lc a b a n en sus sermones el Maestro Avila y en sus colegios los jesuítas. Los frailes necesitaban de oración y retiro, y a este esfuerzo les convidaban sus herman os eremitas. eremitas. La Orden Franciscana tenía desde 1500 su Provincia héti ca. Una circunscripción singular en la que se daban todos los estilos de vida. Los grandes conventos de las capitales seguían siendo focos irradiadores de su distrito. Los cenobios cenobios de sus villas y pueblos, por lo general, acomodados al estilo de vida señorial que privaba en Andalucía, eran cotizados como fuerzas fuerzas estabilizado estabilizado ras en estas po blacione blac ione s de señorí señorío. o. Los antiguo s y nuevos nuevos eremitorios con tinu aba n siendo siendo atra atrac c tivos por su ascetismo llamativo. No faltaban los conventos y casas misioneras, con su singularidad y su misterio, sitos en las islas Canarias y en Orán. Si esta variedad de sedes y estilos de vida era ya de po r sí sugestiv a par p araa el fraile andaluz andaluz,, tenía todavía abiertos otros espacios a su sed de aventura. A las Indias se salía por Sevilla, y los comisarios franciscanos que reclutaban, eq uip aba n y condu cían las expedic expedicione ioness mimi-
sioneras remataban su oficio en Sevilla, y casi siempre com plet pl etab aban an con frailes frail es anda an dalu luce cess sus cupo cu poss de mision mis ioneros eros.. Francisco Solano fue, por nacimiento y por estilo francis cano, un cordobés. En la sierra cordobesa estaba aclimatada, desde el último decenio del siglo XIV, una colonia francisca na que daba el colorido espiritual a la zona. Se había inau gurado allá por 1394, con la fundación del eremitorio de San Francisco del Monte, un vivero de ascetas que gustaban, a la vez, de la soledad contemplativa en los parajes de Sierra Morena y de las aventuras misioneras en el cercano reino moro de Granada. Tal parece ser el sello inicial, de doble impronta, que consagró con su martirio el más renombrado de sus primeros moradores, fray Juan de Cetina. En todo caso, la fundación serrana se definía claramente en 1415 como un típico eremitorio autónomo que practicaba la ma yor nivelación comunitaria posible, una pobreza de suprema austeridad y un reclutamiento vocacional propio, de forma que pretendía constituirse en foco irradiador de espirituali dad franciscana en la zona. En estos decenios iniciales del siglo XV, la tierra cordobesa y sus rincones siguen llamando a los hombres tocados de vocación contemplativa. De una de estas llamadas nació el segundo eremitorio franciscano de la zona. Fue en Arrizafa, en una finca cercana al antiguo palacio de Abderrahmán I, convertida por su propietario, Fernando de Rueda, con la aproba apr obación ción del papa pap a L una, una , en casa casa franci franciscana scana.. Por él él mirará la histórica ciudad califal la faz macilenta de los ascetas franciscanos que recorrían periódicamente sus calles en ro mería me ría limo snera. Uno Un o de estos estos caravaneros fue San Diego de Alcalá. En su fisonomía espiritual se expresó y se selló defi nitivamente el nuevo estilo, a la vez contemplativo y misio nal, que encamaban los conventos serranos cordobeses. Die go fue fraile de silencio y ascesis en los primeros años de Arrizafa. Arrizafa. De este este entrenam entre nam iento espiritual espiritua l salió a realiza realizarr un nuevo eremidsmo misionero en las islas Canarias, que tuvo po p o r cent ce ntro ro la casa m isio is ione nera ra de Fuer Fu ertev teven entur tura, a, en la que qu e el mismo santo fue superior, no obstante su condición de her mano lego. Alejado por las iniciativas y por los destinos de los superiores del originario rincón cordobés, en Arrizafa quedará definitivamente grabada la memoria de sus hazañas espirituales, y Córdoba se sentirá obligada en el siglo XVI a pro p rom m over ov er su c u lto lt o hasta ha sta cons co nseg egui uirr la cano ca noni niza zació ciónn con el apoyo de Felipe II.
Pasaron los decenios, y el original franciscanismo coran* bés a p o rtó rt ó nuev nu evos os brot br otes es o rig ri g inal in alee s. En 1530 1530 su s u rge rg e el nuev nu evoo ejemp lar. Es en M ontilla, la villa villa en que va a nacer nacer Francisco Solano. Han pasado muchos decenios y acontecido muchas cosas en la vida de la nueva generación franciscana que se llama de la la R egular Observancia Observancia.. Pero en en la serranía cordo besa apen ap en as se ente en tera rann los erem er emita itass allí al lí acog ac ogid idos os.. Se m a n tie ti e n e el mismo talante de vida espontánea, campesina y popular que qu e siglo y medio antes se había hab ía inau in au gu rad o en El M onte. El nuevo cenobi cenobioo de Montilla Montilla acentuará con g ran o rigina lidad este este estilo estilo y le dará un gran colorido. Un pro gram a e ideario de vida comunitaria fraternal, que hoy conocemos por un relato del mismo fundador, nos introduce en esta arcadia francis franciscana, cana, llamada a acoger muy p ron to al joven Fancisco Solano. Subrayamos sus rasgos. Se buscaba una comunidad reducida y creativa, capaz de iniciativas espirituales, principalmente en los ejercicios y modalidades modalidades de de la oración y de de la liturgia, de tal m an era q ue “las cosas de comunidad fueran fáciles y que se dejase algo a la voluntad de cada uno”. Existía un verdadero gimnasio para las mortificaciones individuales y comunitarias, para las que se dejaba pleno cauce a la inventiva personal, dentro del cuadro tradicional de la ascesis franciscana. Se prop iciaba la creatividad tam bién en el acom odo p erso nal dentro del convento, sobre todo en el aderezo de la propia celda y en las labores domésticas. Se fomentaba deliberadamente un clima de jovialidad y compañerismo. En el comedor conventual se alternaba lec tura, conversación conversación y coplas. E n el trab ajo dom éstico se entre veraba el humor y la lectura. En los recorridos ministeriales y limosneros circulaban en grupo y hacían sus anuncios y exhortacione exhortacioness a coro, coro, entend iendo qu e la estam pa compañeril que esmeradamente presentaban era la más edificante. Se estudiaba y discutía siem pre en asam blea. Los po los de de este esfuerzo intelectual eran la espiritualidad franciscana y la moral, o, como se decía en el siglo xvi, “ejercicio de lec ción de regla regla y caso casoss de conc ienc ia” . Existía dentro de esta quinta franciscana un rincón de confort. Era una enfermería en la que nada faltaba: camas bla b land nd as, as , rop ro p as tersas, ters as, b o tic ti c a v aria ar iadd a, m éd icos ic os y barb ba rber eros os dies-
iros y, sobre* todo, improvisados enfermeros haciendo gala de buen bu en hum hu m o r. Cuando F rancisco Solano, desde su experiencia cordobesa, quiera elegir su camino franciscano, tendrá ante sus ojos un peq p eq u eñ o m ap a de fran fr ancis cisca cani nism smoo cordobés cord obés con sus varia v ariantes ntes ciertamente llamativas, a veces desconcertantes. En la ciudad de Córdoba, que conoció por los años de mil 1560, como estudiante en el colegio de los jesuítas, lucían su monumentalidad en edificio e iglesia San Francisco de Córdoba y los monasterios clarisanos de Santa Clara y Santa Isabel, que le hablaban de historia y grandeza. En los rincones más típicos de la tierra cordobesa, como en su pueblo de Montilla, los antiguos eremitorios serranos, con sus arquitecturas aldea nas, sus dim inutas inu tas iglesias iglesias y sus escondidas escondidas capillas, capillas, brinda br inda ban ba n el inte in terr rroo g an te del miste mi sterio rio y de la avent av entura ura.. El joven jove n montillano sabrá discernir y decidir. Preferirá el francisca nismo de la sierra, con el que conectan directamente su ori gen y sus gustos personales. El repaso de su biografía nos hará ver hasta qué punto el patrimonio espiritual cordobés perv pe rviv ivió ió y se hizo hiz o auté au tént ntic ico, o, e inclu in cluso so carism ca rismátic ático, o, en su pers pe rson ona. a.
C a p í tu l o
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P R I M A V E R A E N A N D A L U C I A CAMINOS Y RINCO NES DEL ESPIRITU
1. LOS SOLANOS SOLAN OS DE MONT MO NTILL ILLA A Los Solanos llamaban las gentes a cierta estirpe de rondeños que por los años de 1500 se afincaban fuertemente en Montilla. La Solana se decía su abuela materna, Catalina Gómez, que se preparaba con testamento a morir el 12 de enero de 1544, sin sospechar que estaba para venir a su casa el retoño que la engrandecería: Solanito, un niño cantor de Montilla que la historia dirá Francisco Solano. Con él, una peq p eq u eñ a villa vil la cordob cor dobesa, esa, M ontil on tilla la,, y un u n a m inú in ú scul sc ulaa fami fa milia lia apodada Solano, consagraban su fama estelar en la historia. Era como si el sol se hubiera embelesado en una de las posa das que qu e jalo nan na n el camino de Córdoba a Málaga y se se hubiese hubiese derretido en un lago de blancura. Francisco Solano So lano fue hijo de esta esta Montilla M ontilla cordobes cordobesa. a. Na cido del matrimonio constituido por Mateo Sánchez Solano y Ana Jiménez Gómez en 1549, fue bautizado en la iglesia pa p a rro rr o q u ial ia l de San S antia tiago go el 10 de de marzo ma rzo del d el m ismo ism o año. a ño. C u an do sus ojos pudieron ver el horizonte de su tierra cordobesa y su mente empezó a comprender la hazaña de la vida, le brotó b rotó la sorpresa. Vio a su padre decidido a ser rico, y sintió a su madre hidalga y sufrida en su exigua salud. Supo que Diego Jim énez e Inés Inés Gómez eran sus hermanos herma nos mayores y se sentían Solanos. Entre todos ellos, él era, desde 1549, el pe queño de la familia, el Solanito. Nos acerc ac ercam amos os al p rim er paisa pa isaje je físico y hum hu m an o de Fra F rann cisco Solano. Nos deslumbra por su brillo, pero sobre todo por po r su s u cam c ambio bio.. M ontill on tillaa es físicam fí sicamente ente una un a atalay ata layaa alme al mena nada da con vista clara al rosario ro sario de sierras y valles valles que preside Sierra Sierra Morena. Un juego ju ego de titanes que remite tan sólo oteando oteando las campiñas del oeste, en que se asientan en lejanía Osuna,
Fuentes, Ecija y Carmona. De este singular perímetro, Mon tilla era el hormiguero. Todo está haciéndose en este rincón señorial cordobés, una de las villas de los omnipotentes Fer nández de Córdoba, los marqueses de Priego. Acaban de pas p asar ar m ucha uc hass cosas sonadas: sona das: las hazañas h azañas y tristezas tristezas del Gran G ran Capitán. Han muerto también don Alonso Fernández de Córdoba, señor de Aguilar y arriesgado capitán en la guerra de Granada, y su hijo Pedro Fernández de Córdoba, desafor tunado en sus valentías de guerra contra los moros y de paz contra los inquisidores cordobeses. Queda su recuerdo so lemne, monumental, en su grandiosa fortaleza montillana, derruida, por orden del rey don Fernando el Católico, en 1508, y en su comentado destierro de Andalucía, por reitera dos desacatos a la autoridad real. Se respiran también en Montilla aires y proyectos nuevos. Hay nuevos hombres y nuevo estilo de vida. Los señores son, desde 1519, doña Catalina Fernández de Córdoba, heredera desde la muerte de su padre, el 29 de enero de 1517, y don Lorenzo Suárez de Figueroa, conde de Feria, su marido desde 1519. Sus ideales y proyectos miran a construir un nuevo orden señorial en sus tierras, un verdadero “estado” en el que villas y ciudades hagan de cabeceras y capitales del ma yorazgo. Un nuevo programa de repoblación urbana está a la vista. En él cuentan mucho las fuerzas vivas del momento: conventos masculinos y femeninos, escuelas y modestas bi bliotecas, hospitales hosp itales y ermitas erm itas con c on devoción devo ción p o p u lar, la r, clérigo clér igoss bien adiestrados adies trados en el culto cu lto y, sobre sob re todo, todo , buen bu enos os pred pr edic icad ado o res res y confeso confesore res. s. Haciendo H aciendo coro a esta presen cia e insta in stalaci lación ón definitoria de la nueva realidad urbana, crecen los nuevos ricos de Montilla, antiguos labradores o aparceros que hacen fortuna en el el trabajo huertano huerta no y saben incluso inclus o com ercializar su vino y su aceite. Mateo Sánchez Solano, papá de Francis co, es uno de estos hombres despiertos y trabajadores con vocación de rico y caballero villano. Papá Mateo y mamá Ana
Francisco Solano estrenaba, por tanto, esta Montilla nueva de la segunda mitad del siglo xvi. Sus padres, Mateo y Ana, habían comenzado por la estrechez. Una casita de planta baja, blanca bla nca y soleada, solead a, en la que qu e se destac des tacan an u n arca, una un a mesa donde acomodar la familia, asientos rústicos de todas las medidas y los imprescindibles aperos de la huerta. No
faltafel ajuar de cocina, e incluso existen algunas vestimentas de distinción: calzas negras y gorra de terciopelo, de Mateo; saya de paño morado con tiras de raso, de Ana. Como siem pre pr e en la h ida id a lgu lg u ía hisp hi span ana: a: dent de ntro ro se vive, fuera fuer a se luce. Pero los Solano quieren ser ellos de verdad. Rico busca ser Mateo, y lo logra. Es decidido y acierta. Ante todo, una casa de prohomb proho mbre. re. La conseguirá conseg uirá en el el nuevo barrio de de Sotollón. Una mansión andaluza que honre la villa: amplia en sus estancias interiores; capaz en sus bodegas, lagares y corrales; lucida en su patio soleado. Luego, buenos rincones de agro y huerta: una huerta en Huelma; viñedos y olivares en las laderas de la sierra. Finalmente, servidumbre que trabaje y acredite el bienestar. Es el camino del respeto y, sobre todo, la base para un puesto en el regimiento. Desde ella se asienta mejor la fortuna familiar y se entra sin mediaciones en el trato con el señor conde de Priego. Solanito nació en esta euforia eufo ria de la fortuna fo rtuna.. Sólo conoció los otoños otoño s de las las cosech cosechas; as; nunca las apreturas de las primaveras. Y con los Solano Solan o también camina cam ina Mo Montilla ntilla hacia su gra n deza. Doña Catalina Fernández de Córdoba, titular del mar quesado y esposa del enfermizo Lorenzo Suárez de Figueroa, se convertía en señora y mecenas de Montilla. Llamaba a su lado a los frailes y monja mo njass enfervorecidos: agustino agu stinoss en 1520; clarisas en 1525; franciscanos en 1530; jesuitas en 1553. Con trataba y avecindaba a los grandes predicadores y ascetas de la época: frailes franciscanos de la recolección; jesuitas de prim p rim era er a h o ra y, sobre sob re todo, tod o, aque aq uell m o n tilla ti lla n o de fuego fueg o que qu e es tro Av ila. il a. Juan de Avila y los jesui las las gentes gentes llam aban Ma estro tas ponían incandescente a la misma Andalucía. Predicaban a las las mu ltitudes ltitud es sermones de horas y hacían citas encendidas de conversión. Recogían a los niños y les imbuían de doctri na catequética. Enfervorizaban a la clerecía. Conmovían las conciencias de los potentados. Escolarizaban a la hidalguía local y creaban semilleros vocacionales. Es ésta una historia bien bie n cono co noci cida da y docu do cum m enta en tadd a, prot pr otag agon oniz izad adaa por po r Ju a n de Avila desde la cuaresma de 1537 hasta aquel 10 de mayo de 1569, en que este astro de la clerecía en reforma se apagaba en el horizonte de una España religiosa inquieta. Francisco Solano era ya para entonces un mozo de veinte años. ¿Qué había acontecido entre tanto en su vida? Nadie lo ha dejado escrito. Cabe imaginarlo juguetón en su patio fami liar o corriendo por las decenas de calles y las tres plazas con que ya entonces contaba Montilla. Es fácil suponerlo en la
misa mayor de Santiago, con porte de distinción, admirativo ante el buen hacer litúrgico de sus seis curas y otros tantos monaguillos, y un tanto embelesado con las melodías del órgano de su coro; o también sorprenderlo en el mismo pa lacio de la marquesa, con porte comedido, bajo la mirada discreta de su madre Ana, que era aya del futuro marqués. Montilla se poblaba de iglesias y ermitas en aquellos años, y seguramente en el recuerdo y sensibilidad de Solanito que daron grabados muchos de estos rincones santos y sobrecogedores en donde Nuestra Señora y los santos tenían secretos para pa ra sus devotos. La tradición trad ición ha recogido recogi do la memo me moria ria de uno de estos rincones solanistas: la ermita de San José, adon de Francisco y los de su casa acudían a oír misa cuando no se lo impedían con orquesta barullera los incontables pájaros de un huerto cercano. Gramática “con risa”
Llegamos a los años sesenta, cuando Solanito estrena el segundo decenio de su vida. Es un momento en que ya cabe identificarlo identificarlo e incluso caricatur caricaturizarl izarlo. o. Son sus antig uos uo s com c om pañero pañ eross de infa i nfanci nciaa y de aulas a ulas quien qu ienes es lo evocan evoc an en la leja le ja nía, con simpatía cercana cercana a la la veneración afectiva. afectiva. Francisco Franc isco cuenta los trece abriles. No sigue pautas de clase ni de esta mento. Se siente muchacho labrador y sabe escardar legum bres y podar po dar frutales. Maneja Mane ja con facilid fac ilidad ad la p lum lu m a y la escardilla, pero siempre con música. Sabe que los niños de su barrio hambrean todos los días y se cuida de llevar pan para par a ellos. No olvida olvid a que qu e tambié tam biénn los paja pa jaril rillo loss lo pasa pa sann mal, y los hace amigos con migajas. Sin embargo, no se sentía sentía protect protector, or, sino compañero y amigo. Era com ponedor pon edor eficaz de peleones, incluso a costa de sus propios mofletes, que probaron en casos golpes destinados a caras ajenas. Y sorprendía con este tacto pacificador a los mismos vecinos cuando sus disputas se dirimían con palos. Muchachos y mayores recordarán siempre aquella “risa amorosa, que con ella ella agradaba agradaba a cuantos le tratab an” . Si estos rasgos de su estilo sobrevivieron fue gracias a los testigos de sus jornadas montillanas. Otro pequeño grupo de amigos los completará desde una vivencia más concreta: las aulas y los pasillos del colegio jesuítico de Córdoba. Francisco era seguramente un espigado adolescente que pa-
1sa ba de los ^ f f ic e a los los dieci dieciséi séiss años. años. La fortuna familiar o ^W B H H en to de la la marquesa de de Priego Priego le le abrieron abrieron las las puer tas del colegio, privilegio irrealizable para los jóvenes de sus días. “Entró a aprender a escribir en las escuelas de la Com pa p a ñ ía, ía , en la sección secc ión de gram gr am átic át icaa y esc e scri ritu tura ra”” . Cam Ca m biab bi abaa el signo de su vida. Debía hacerse al desafío y a la competición, po p o rq u e se bus b usca caba ba p u lir li r los inge in geni nios os y pre p rem m iar ia r los aciertos. acier tos. Pero sobre sobre todo h abía discip lina, co mpostura mp ostura externa y reco reco gimiento. Francisco Solano lo tomará en serio. Le mandaban silencio, y lo cumplía a la perfección, ya que era poco habla dor. Le exigían compostura y manos cruzadas, y Francisco no desataba su porte ni siquiera en la calle, hasta su misma casa. Le predicaban las ventajas de la frecuencia de sacra mentos, y Solano daba a todos ejemplo y persuasión por este camino de cristiano practicante. Abrían concursos, y el montillano llegaba a ganar primeros premios. premios. Era, Era, pues, un buen alumno jesuíta, talentudo y cumplidor. Pero, por suerte, el aire académico del estudiante no había bo b o rrad rr ad o la esp es p o n tan ta n e idad id ad del h idal id algg o cam ca m pesi pe sino no de M o nti nt i lla. Francisco Solano, recuerdan todos sus compañeros de las aulas, seguía siendo “mozo compuesto”, “compañero amo roso” y sobre todo cantor incansable. Hablaba poco, pero cantaba mucho. Cantaba en solitario, mientras desherbaba las frondosas huertas de su casa: Fue m i m al a tan tan fuerte , y tan ta n g ra n d e m i p e r d ic ió n , que ofendí sin razón al Señor de vida y muerte.
Cantaba con gusto, coreado, en los patios de su colegio, cantares cantares que luego m urm uraba en sile silenci ncio: o: A ti, S e ñ o r , te ala al a b am o s los pobres hijos de Adán , y m u c h a s grac gr acia iass te d a m o s , que nos diste agua y pan .
Cantaba en el colegio y en su casa, ayudado de su hermano Diego, aquellos motetes eucarísticos que solemnizaban las proce pro cesio sione ness del C orpu or pus: s: M ila il a g r o , m ila il a g ro cier ci er to , soberano y muy divino , que en forma de pan y vino nuestro Dios viene encubierto. encubierto.
misa mayor de Santiago, con porte de distinción, admirativo ante el buen hacer litúrgico de sus seis curas y otros tantos monaguillos, y un tanto embelesado con las melodías del órgano de su coro; o también sorprenderlo en el mismo pa lacio de la marquesa, con porte comedido, bajo la mirada discreta de su madre Ana, que era aya del futuro marqués. M ontilla on tilla se poblaba pob laba de iglesias iglesias y ermitas en en aquellos años, y seguramente en el recuerdo y sensibilidad de Solanito que daron grabados muchos de estos rincones santos y sobrecogedores en donde Nuestra Señora y los santos tenían secretos para pa ra sus devotos. La tradició trad iciónn ha recogido recog ido la m emor em oria ia de uno un o de estos estos rincones solanistas: solanistas: la ermita de San José, ad o n de Francisco y los de su casa acudían a oír misa cuando no se lo impedían con orquesta barullera los incontables pájaros de un huerto cercano. Gramática “con risa”
Llegamos a los años sesenta, cuando Solanito estrena el segundo decenio de su vida. Es un momento en que ya cabe identificarlo e incluso caricaturizarlo. Son sus antiguos com pañe pa ñeros ros de infan inf ancia cia y de aulas aul as quien qu ienes es lo evocan evo can en la leja le ja nía, con simpatía cercana a la veneración afectiva. Francisco cuenta los trece abriles. No sigue pautas de clase ni de esta mento. Se siente muchacho labrador y sabe escardar legum bres y podar po dar frutales. frutales . Maneja Mane ja con facili fac ilida dadd la p lum lu m a y la escardilla, pero siempre con música. Sabe que los niños de su barrio hambrean todos los días y se cuida de llevar pan para par a ellos. No olvida olv ida q ue tam ta m bién bi én los p ajar aj arilillo loss lo pasa pa sann mal, y los hace amigos con migajas. Sin embargo, no se sentía protector, sino compañero y amigo. Era componedor eficaz de peleones, incluso a costa de sus propios mofletes, que probaron en casos golpes destinados a caras ajenas. Y sorprendía con este tacto pacificador a los mismos vecinos cuando sus disputas se dirimían con palos. Muchachos y mayores recordarán siempre aquella “risa amorosa, que con ella agradaba a cuantos le trataban”. Si estos rasgos de su estilo sobrevivieron fue gracias a los testigos de sus jornadas montillanas. Otro pequeño grupo de amigos los completará desde una vivencia más concreta: las aulas y los pasillos del colegio jesuítico de Córdoba. Francisco era seguramente un espigado adolescente que pa
saba de los quince a los dieciséis años. La fortuna familiar o el valimiento de la marquesa de Priego le abrieron las puer tas del colegio, privilegio irrealizable para los jóvenes de sus días. “Entró a aprender a escribir en las escuelas de la Com pañ p añ ía, ía , en la sección secc ión de gram gr am átic át icaa y esc e scri ritu tura ra”” . Cam C ambia biaba ba el signo de su vida. Debía hacerse al desafío y a la competición, po p o rq u e se bus b usca caba ba p u lir li r los inge in geni nios os y pre p rem m iar ia r los aciertos. acierto s. Pero sobre todo había disciplina, compostura externa y reco gimiento. gimien to. Francisco Solano lo tomará tomará en serio serio.. Le mandaban manda ban silencio, y lo cumplía a la perfección, ya que era poco habla dor. Le exigían compostura y manos cruzadas, y Francisco no desataba su porte ni siquiera en la calle, hasta su misma casa. Le predicaban las ventajas de la frecuencia de sacra mentos, y Solano daba a todos ejemplo y persuasión por este cam ino de cristiano cristian o practicante. Abrían concursos, y el montillano llegaba a ganar primeros premios. Era, pues, un buen alumno jesuita, talentudo y cumplidor. Pero, por suerte, el aire académico del estudiante no había bo rrad rr adoo la espo es po n tan ta n eida ei dadd del hida hi dalg lgoo cam ca m pesin pe sinoo de M onti on ti lla. lla. Francisco Solano, Solan o, recuerdan recu erdan todos sus sus compañeros com pañeros de las las aulas, seguía siendo “mozo compuesto”, “compañero amo roso” y sobre todo cantor incansable. Hablaba poco, pero cantaba mucho. Cantaba en solitario, mientras desherbaba las frondosas huertas de su casa: Fue mi mal a tan fuerte, y tan ta n g ran ra n de m i p e rd ic ió n , que ofendí sin razón al Seño r de vida y mu erte.
Cantaba con gusto, coreado, en los patios de su colegio, cantares que luego murmuraba en silencio: A ti, Se ñor, ño r, te alab al ab am os los pobres hijos de Adán, y m u c h a s grac gr acias ias te dam da m os, os , que nos diste agua y pan.
Cantaba Can taba en el colegio y en su casa, casa, ayudado de su su herm ano Diego, aquellos motetes eucarísticos que solemnizaban las proce pro cesio sione ness del Corp Co rpus us:: Mila M ila g ro, ro , m ila il a g ro cier ci erto to , soberano y muy divino, que en forma de pan y vino vino nuestro Dios viene encubierto. encubierto.
Llegamos así a los años 1569. Francisco Sánchez Solano suma veinte primaveras y cierra definitivamente su adoles cencia de much m uch ach o elegante y componedor de ánimos, ánimos, fibra de herencia materna; soñador de grandezas, como su padre; per p eroo grac gr acio ioso so y artis ar tista ta del canto can to y la música, como com o frut fr utoo indígena de una Andalucía en fiesta. Es la vuelta a casa. Es el interrogante del futuro. Llega la hora del silencio. ¿Quién decidirá: la elección o el destino? 2. LOS “FRAILES DEL SANTO EVANGELIO” EVAN GELIO” Llegó la hora del compromiso. Francisco Solano hizo po da de sus hazañ ha zañas as y anécdotas, anécd otas, y se sintió sin tió fuerte fuer te p ara ar a decir de cir total al Evangelio. Lo abandonará todo para ser libre u n Sí total desde la la soledad y la pobrez pobrezaa en un directo directo acom aco m pañ am iento de Jesucristo. Miró entonces para algunos puntos de su tierra que nunca le habían sorprendido: unos minúsculos oratorios de frailes franciscanos instalados en rincones de las serranías cordobesas y, sobre todo, en los anchurosos yermos extreme ños. Se llamaban a sí mismos los “frailes del Santo Evange lio”. lio ”. Apetecían combinar soledad soledades es de oración en parajes p arajes de naturaleza generosa y nomadismo de pastores serranos. Les basta ba staba bann chozas. Les gusta gu staba bann más las erm itas ita s q u e las igle ig le sias sias.. Eran inquietos inq uietos e inquietaban. Habían Hab ían comenzado com enzado pocos decenios antes en refugios de señores de las extremaduras leonesas y portuguesas, rechazados y señalados por las jerar quías como desviados. Desde los años veinte estaban en las Indias y se habían ganado la voluntad de los capitanes y de los caciques de Nueva España con su nuevo estilo de comu nidades evangélicas itinerantes. Un hombre excepcional, Francisco de Quiñones, ministro general de la Orden Fran ciscana y luego cardenal de Santa Cruz, los había avalado con su autoridad moral y jerárquica. En su estilo y a su manera se podía seguir toda la trayectoria ascética y entrar plena ple nam m ente en te en la ond o ndaa misio mis ione nera. ra. Pedr Pe droo de A lcán lc ánta tara ra h ab ía canonizado la primera faceta. Los “Doce Apóstoles de Méji co” habían había n hecho h echo verdad verdad la segunda. 3. LOS “SANTOS” “SA NTOS” DE LA SEÑORA CONDESA Los condes de Priego por sus dos raíces, los Fernández de Córdoba y los Suárez de Figueroa, habían conectado desde
prin pr inci cipp ios io s del siglo sig lo xvi xv i con este mode mo delo lo de franci fra ncisca scanis nismo mo.. Cuando pensaron en instalar en sus estados conventos de frailes y monasterios de monjas, apuntaban a este tipo de iniciativas. Sus consejeros eran los frailes “recolectos”, que sabían bien la lección. Era el nuevo nombre con que se designaba a mediados de siglo a los sedicentes “frailes del Santo Evangelio”, a los que se había intentado domesticar jerá je rárq rquu icam ic am ente en te asig as igná nánd ndol oles es unas un as “casas “ca sas de recol rec olec ecció ción” n”.. Los antiguos oratorios o casas de retiro, que ahora debían hacer juego dentro de la uniform idad n ormativa de las las pro vincias. Los condes de Priego, al igual que los proceres de Extre madura ma dura y Andalucía, And alucía, adm iraban a est estos os atletas atletas de sus sus tierr tierras as y los tenían por confidentes. Fray Pedro Montesdeoca era su lumbrera en el segundo decenio del siglo. Llamado a sus señoríos por el inquieto don Pedro Fernández de Córdoba y cotizado cotizado especialmente por su mu jer Elvira Enríquez, Enríquez, pondrá pond rá las bases de la presencia franciscana en las tierras de los condes de Priego. Priego. Una prime p rimera ra fundación, fundación , puesta en marcha desde 1512, cuaja definitivamente como monasterio de clari sas de Montilla en 1525. Una segunda casa franciscana, defi nitivamente ubicada en la exuberante Huerta del Adaliz, se desenvuelve desde 1530. Se convierte a mediados de siglo en un o de los más deslum d eslumbrantes brantes oasis franciscanos franciscanos de la la serra serra nía cordobesa. Son las mujeres de la Casa de Priego quienes alientan esta presencia. Primero la viuda doña Elvira. Luego, con más denuedo, su hija la marquesa doña Catalina. Es la manera de asegurar a su lado consejeros como fray Pedro Montesdeoca, fray Gonzalo Coutiño, fray Juan de La Lapa o fray Pedro de Casagrande. Es también el camino para que las damas de la familia encuentren un cobijo religioso que apetecen en la vida clarisana. Habrá Ha brá incluso más: más: la apertura de una cofradía y hermandad del Nombre de Jesús para los vasallos vasallos devotos que gusten de la espiritualidad espiritualida d franciscana franciscana.. Bajo la inspiración de doña Catalina alentaba en Montilla una forja de franciscanismo a mediados del siglo xvi. Un franciscanismo marcadamente cordobés, inspirado en el an tiguo modelo del eremitorio de San Francisco del Monte, actualizado con la nueva inspiración carismática y misionera que supo atribuirle el cardenal Quiñones. En él daban el tono la libre iniciativa y la creatividad ascética y apostólica. La vida discurría discu rría regida por po r un u n calendario de austeridade austeridadess y vigilias de oración, entreverados por las noticias misioneras
que llegaban de Canarias o de Nueva España, y animadas po p o r u n canc ca ncio ione nero ro relig re ligios iosoo que qu e se desgranaba con igual igu al frescura en la capilla o en el comedor. Iniciar y mantener este estilo de vida comunitaria fue una aventura difícil. La marquesa Catalina era exigente y voluntariosa. Reclamaba par p araa d irig ir igir ir su com co m un idad id ad hombres hom bres bien conocidos y leales a su línea. Y se disgustaba en serio si no era complacida. En 1566 apuntó con firmeza un nombre: fray Pedro de Casagrande, por entonces guardián del venerado santuario de San Francisco del Monte. Era más, mucho más de lo que la Provincia bética podía ofrecer, porque El Monte era su faro más conocido y fray Pedro su taumaturgo. Tras ciertos malabarismos capitulares, ca pitulares, se arbitró una ofert ofertaa a la mag nánima nán ima señora de Priego. Discurría por las Andalucías un fraile ca talán, culto en teología académica y buscador de aventuras misionales que había parado en Osuna para ejercer ejercer de maes tro de frailes estudiantes. Era de Barcelona y lo llamaban en Andalucía fray Diego de San Buenaventura. Iría a Montilla con un equipo de frailes afines: Bartolomé de Guadalupe, un solitario vegetariano vegetariano que consumía sus sus horas en las erm i tas de El Monte; Francisco de Angulo, joven teólogo y amigo de libros y bibliotecas, que terminará siendo el historiador de la nueva experiencia montillana; Pedro de los Angeles, degustador de textos agustinianos; Juan de los Reyes, poeta de buen numen nu men y amigo de la liturgia. liturgia. Con estos socios har ía su vanguardia de animador animador religi religioso oso en una tierra que estaba caldeando el Maestro Avila. Pero se dotó también de una retaguardia con que activar la nueva colmena conventual. Eran seis hermanos legos aficionados a este tipo de francis canismo cordobés y serrano, dispuestos a fungir de “madres” franciscanas en Montilla. El historiador fray Francisco de Angulo nos ha conservado su efigie. Un hortelano duro y correoso, fray Juan Navarro, que tenía su filosofía: “el fraile ha de tener la boca cerrada, las manos en la azada y el corazón en los cielos”, y lo confirmaba con cada nuevo surco. Un limosnero y refitol refitolero ero que conju raba con su faz faz macilenta ma cilenta a los bienhechores, que se decía popularmente fray Antonio de la Cruz. Un cocinero que poseía buen humor con que diluir los sinsabores de la penuria y nunca le faltaban miga jas: fray Pedro Ped ro de San Ildefons Ilde fonso. o. No falta fa ltaba ba el enferm enf ermero ero,, siempre despierto y de paso ingrávido, que era fray Andrés Navarro. Nava rro. En los extrem ext remos os del pénd pé ndul ulo, o, dos fraile fra ileci cillo lloss esta es ta ban ba n en los ojos de todos: fray Pedro Ped ro de San Sa n Esteb Es teban an,, p or su
agilidad y omnipresencia en todos los rincones y quehaceres, y fray Diego de San Esteban, el pobre llagado en pies y manos, al que acudían todos con vendas, sonrisas y bendi ciones. Tales fueron los rincones y los frailes que llegó a conocer en su Montilla natal Francisco Solano. Un paraje cordobés, similar al que su padre había conseguido de patrimonio, que se transformaba en pequeña Tebaida. Frailes muy dis pare pa ress en fiso fi sonn o m ía y esti e stilo, lo, un ido id o s tan sólo sól o en un proyec pro yecto to de vida vida qu e am algam aba e incluso incluso sazonaba sazonaba una un a asces ascesis is con templativa con la ilusión misional de unas Indias lejanas o cercanas. Algo inicialmente muy desconcertante para el an tiguo colegial jesuíta, pero seguramente estimulante para el campesino de Montilla y el músico disimulado, distraído en rítmicos sonsonetes y tarareos. Acaso comenzó a ver entonces que Montilla tenía misterios por descubrir. Desde sus solea das atalayas se podía conocer mucho más que las sierras cordobesas. Se podía imaginar y cantar el mundo. 4. SAN SAN LAU REN CIO DE MON TILLA: PRIMERA CITA FRANCISCANA Andalucía, abril de 1569. El reino de Granada arde con la revuelta morisca. Es el detonante de una terrible tensión y antítesis, cuyo estallido conmueve la España del Rey Pru dente, Felipe II. Es un sacrilegio político, se dice en los con sejos de la Corona. Habrá de purificarse con la llama, la espada y el destierro. Mientras el castigo no llega, en Monti lla hay temo r e incertidum bre. Sólo en la antigu a H uerta del del Adaliz hay fiesta. Allí, una comunidad de treinta frailes, de pro p roce cede denc ncia ia y extra ex tracc cció iónn m uy varia va ria,, hace hac e su vida con músic mú sicaa y celebración. Todos hacen todo, pero en turnos. Trabajan en la finca, cantan y rezan en coro, organizan tandas de oración, duermen y vigilan. Pero con medida y sin cansar. Y es que lo mejor en Montilla se queda para la inventiva par ticular: la descalcez sin trivialidad; los cilicios sin ostenta ción; los ayunos y penitencias sin resonancia. Porque tiene que haber humor y todos deben cantar. Francisco Solano llamaba a las puertas del improvisado cortijo franciscano un día de abril de 1569, como si fuera para pa ra e n trar tr ar en el cam ca m ino in o arrie ar riesg sgad adoo de su mocedad moc edad.. Se en e n contró con un amigo entrañable. Se llamaba Antonio de