LA PLAZA PÚBLICA: EL CRONOTOPO COMO ARENA DE LUCHA IDEOLÓGICA EN REDOBLE POR RANCAS
Dávila Raffo Universidad Nacional Mayor de San Marcos
RESUMEN: En los últimos 50 años, la narrativa de Manuel Scorza se erige como una de las más importantes en el ámbito peruano. Redoble por Rancas (1970) es la primera novela de una pentalogía denominada “La guerra silenciosa” donde Scorza narra de manera poética y d e
manera fusionada el mito y la historia oficial, la lucha inadvertida de los campesinos por recuperar sus tierras frente a la llegada de las mineras al Ande peruano. En Redoble por Rancas se nos presenta un espacio-tiempo determinado, característico del género de la crónica, crónica, donde el escritor, mediante mediante una narración narración novelar, no solo hace converger las voces del otro, sino también reactiva la tradición mítica que el espacio contiene. Este contrapunto de varias épocas, nos hace pensar en la categoría de cronotopo cro notopo para explicar cómo es que se confrontan las ideologías latentes en el texto. Como Rancas podría instaurarse como un cronotopo, nos parece parece pertinente estudiar el cronotopo de la plaza plaza como espaciotiempo donde se marcan hitos narrativos y se observa la dialogía de las ideas en combate. El ensayo se centrará en hacer un análisis del texto desde la perspectiva bajtiniana. Es necesario, previamente al análisis, realizar una contextualización de la obra de Scorza, así como delimitar la problemática del género al que pertenece y su instauración como texto frontera. Esto nos permitirá valorar en nuestro análisis la textura poética del universo creado por Scorza.
PALABRAS CLAVE: Scorza, neoindigenismo, cronotopo, Bajtín, cronivela.
En los últimos 50 años, la narrativa de Manuel Scorza se erige como una de las más importantes en el ámbito peruano. Este narrador, perteneciente al neoindigenismo, utilizó elementos del realismo mágico, característico de la nueva narrativa hispanoamericana, para tratar de reivindicar las luchas campesinas en la sierra central del Perú. En este sentido es importante para la literatura peruana porque amalgama elementos de diferentes tradiciones, saltando a la vista la profunda heterogeneidad de nuestra literatura, en los términos de Cornejo Polar. Redoble por Rancas (1970) es la primera novela de una pentalogía denominada “La guerra silenciosa” donde Scorza narra de manera poética y de manera fusionada el
mito y la historia oficial, la lucha inadvertida de los campesinos por recuperar sus tierras frente a la llegada de las mineras al Ande peruano. Conforman esta serie también Historia de Garabombo el Invisible (1972), El jinete insomne (1977), Cantar de Agapito Robles (1977) y La tumba del relámpago (1979), todas ellas manteniendo la
fusión de lo fantástico con el realismo social. A nuestro parecer, el proyecto que Scorza trabajaba en esta pentalogía guarda relación con los postulados de Mijail Bajtin entorno al carácter profundamente dialógico de la literatura, como una superestructura que refracta los horizontes ideológicos en los que surge. En Redoble por Rancas se nos presenta un espaciotiempo determinado, donde el punto de vista y quien detenta el control de dicho tiempo permiten configurar las voces del otro, así como la cosmovisión del indígena y su carácter profundamente mítico. Además de existir un choque entre el tiempo cíclico de la sierra y el tiempo histórico del estado, el espacio crea un contrapunto de varias épocas, nos hace pensar en la categoría de cronotopo para explicar cómo es que se confrontan las ideologías latentes en el texto, a través de la interrelación del espacio-tiempo. Así, en Redoble por
Rancas existen tantos cronotopos como nudos argumentales, sin embargo nos parece
pertinente estudiar el cronotopo de la plaza como espacio-tiempo donde se observa la dialogía de las ideas en combate. Este ensayo se centrará en hacer un análisis del texto desde la perspectiva bajtiniana. Para ello utilizaremos las aproximaciones de Bajtin respecto al cronotopo, presentes tanto en Teoría y estética de la novela , así como en Estética de la creación verbal . Es necesario, previamente al análisis, realizar una contextualización de la obra
de Scorza, así como delimitar la problemática del género al que pertenece y su instauración como texto frontera. Esto nos permitirá valorar en nuestro análisis la textura poética del universo creado por Scorza. Scorza, neoindigenismo y heterogeneidad doblemente conflictiva Cornejo Polar completa la definición de Tomás Escajadillo sobre el neoindigenismo1, agregando su categoría de heterogeneidad para que no solo se centre en el referente (el mundo indígena) y su intencionalidad (denunciar y reivindicar) sino además se observe el proceso de producción. Así se puede ver lo esencial del indigenismo: su heterogeneidad conflictiva, que surge de la relación asimétrica entre dos universos socioculturales distintos y opuestos, el indígena (lo representado, el referente) y el moderno (representado por las instancias productivas y de recepción).2 El caso de las novelas de Scorza surge en un espacio dual: existen influencias de la nueva narrativa, tanto en el nivel discursivo como en la idea de internacionalización de la obra del escritor; y de otro, refiere a una tradición anterior que es discutida y 1
Escajadillo propone la siguiente caracterización: a) El empleo de la perspectiva del realismo mágico, que permite revelar las dimensiones míticas del universo indígena sin aislarlas de la realidad, con lo que se obtiene imágenes más profundas y certeras de ese universo; b) La intensificación del lirismo como categoría integrada al relato; c) La ampliación, complejización y perfeccionamiento del arsenal técnico de la narrativa mediante un proceso de experimentación que supera los logros alcanzados por el indigenismo ortodoxo; y d) El crecimiento del espacio de la representación narrativa en consonancia con las transformaciones reales de la problemática indígena, cada vez menos independiente de lo que sucede a la sociedad nacional como conjunto. 2 CORNEJO POLAR, Antonio. Sobre el neoindigenismo y la s novelas de Manuel Scorza. En: Revista Iberoamericana. Vol 50, N° 127, Abril- Junio de 1984.
negada por el boom (caso de las primeras novelas de Vargas Llosa, por ejemplo), que es la novela indigenista y su indiscutible motivación social. Este conflicto, para Cornejo Polar añade una nueva tensión porque utiliza recursos del realismo mágico y esto moderniza el relato, alejándolo una vez más de su referente. Redoble por Rancas como texto frontera
Se considera la pentalogía de Scorza como un conjunto único de textos que, bajo la firme intencionalidad de su autor, se instauran en el límite de historia real con el de la ficción. Así, podemos ver que en cada nueva novela, existe un aparto con una “Noticia” que busca en el lector lograr un pacto: aquello que se lee es una crónica, algo
de lo que el narrador fue testigo, la existencia de los personajes es real, y en todo momento, cualquier exageración es un «desvaído reflejo» de la historia silenciada de los andes. Bajo esta perspectiva existen dos estudios, tanto del profesor Mauro Mamani cómo el de Dorian Espezúa, que buscan explicar este género híbrido creado por Scorza bajo la categoría de cronivela. Mauro Mamani sostiene que es un género híbrido en tanto formas y contenidos del discurso periodístico y del discurso literario. Además dice que los sucesos narrados en la cronivela provienen de un referente externo verificable y comprobable que ha provocado una escritura modelada por las técnicas, formas y recursos de la novela. En tal sentido la cronivela- dice Mamani- se caracteriza por la representación de hechos concretos, reales e históricos, mediante las técnicas de la novela.3 El discurso periodístico es latente en la pentalogía, debido a la presencia de noticias, tanto redactas por el escritor, como recortes de periódicos reales (ejemplo: Expreso). Además, el anclaje a un espacio definido con nombres y señas y la implicación del conocimiento del lector entorno a la historia del Perú, configuran la
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ESPEZÚA, Dorian. ¿Qué es la cronivela? En: MAMANI Macedo, Mauro [y] GONZÁLES SOTO, Juan. MANUEL SCORZA, Homenaje y recuerdos. Lima: Andesbooks, 2008. pp 62-63.
lectura de esta obra como un documento histórico, desde el punto de vista de lo narrado, o de una novela, desde la perspectiva del discurso. Para Dorian la cronivela es útil para reconstruir de manera hipotética acontecimientos no aclarados por las ciencias sociales, así como también hechos tergiversados por la historiografía oficial. En el caso específico de Scorza, afirma: Las cronivelas de Scorza son también real maravillosas por la serie de acontecimientos reales pero inverosímiles que se relatan. En efecto, en la cronivela se conjugan elementos reales hasta el punto de ser documentados o testificados y elementos fantásticos propios de la estrategia narrativa del novelista-cronista-testigo que tienen su base en lo real. 4
Así es como, la inverosimilitud de algunos hechos provoca la instauración de estos de una manera más real. De otro lado, este “real maravilloso” es parte de la estrategia narrativa de Scorza, en su relación con la Nueva Narrativa Hispanoamericana, que explicábamos líneas arriba. Las perspectivas antes explicadas, sitúan al texto de Redoble por Rancas, como un texto frontera, en términos bajtinianos ya que hay un carácter bicondicional en el texto: elementos reales que se ficcionalizan y elementos ficcionales que de alguna manera pasan a formar parte del discurso real. Así se genera una tensión porque además del carácter no armónico de un texto que refracta el conflicto socio-cultural, está también esa digresión entre los géneros narrativos. Bajo estos lineamientos encontramos un espacio más definido para entender la categoría de cronotopo en la novela. El cronotopo bajtiniano Bajtín, en Teoría y estética de la novela define al cronotopo como « […] la conexión esencial de relaciones temporales y espaciales asimiladas artísticamente en la literatura»5, que expresa la indisolubilidad de la relación espacio-tiempo y que en los estudios literarios sería aplicable como una categoría de forma y contenido.
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Ibíd., p. 60. BAJTIN (1975), ___________. España: Taurus, 1989. p. 237
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Los cronotopos son configuradores de los acontecimientos novelescos, marcan los ejes organizadores, es ahí donde se enlazan y desligan los nudos argumentales. Además tienen un carácter figurativo porque permiten la materialización sensitiva del tiempo, haciéndose más concreto. Existen así espacios definidos donde las señas del tiempo se concretan. Para nuestro autor es importante destacar que el cronotopo tiene una importancia primordial en los géneros ya que es lo que permite determinarlos, con sus diversas variantes. Además « el cronotopo […] determina también (en una medida
considerable) la imagen del hombre en la literatura»6. Este es uno de los motivos por los que el cronotopo determina la unidad artística en sus relaciones con la realidad. Sin olvidar el carácter refractario de la obra artística respecto a la realidad, el cronotopo siempre marca un momento emotivo-valorativo, por lo que su análisis independiente a estos factores (el tiempo en la obra separado de su espacio y ambos distanciados del punto de vista valorativo), solo se puede dar en un nivel abstracto. Es pertinente para nuestra argumentación destacar la relación que ejerce el cronotopo dentro de la obra artística como eje y su capacidad refractaria sobre la realidad. Esta es una cualidad más del carácter figurativo del cronotopo, que Bajtín expresa de la siguiente manera: El cronotopo, como materialización principal del tiempo en el espacio, constituye para la novela el centro de concreción plástica, de encarnación. Todos los elementos abstractos de la novela- generalizaciones filosóficas y sociales, ideas, análisis de causas y efectos, etc.- tienden hacia el cronotopo y adquieren cuerpo y vida por mediación del mismo, se implican en la expresividad artística.7
Considero que bajo esta perspectiva podemos adentrarnos en la cronivela Scorziana, ya que al ser un texto híbrido entre crónica y novela, no deja de lado el carácter épico de este género y es en este tipo de genero que sus cronotopos, según el autor, «sirven para la asimilación de la verdadera realidad temporal (histórica, hasta
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Ibíd., p. 238. Ibíd., p. 401
7
cierto punto), que permiten reflejar e introducir en el plano artístico de la novela momentos esenciales de esa realidad»8 No se debe olvidar que dentro de un cronotopo pueden incluirse otros pequeños cronotopos, puesto que cada motivo argumental puede tener uno. A su vez, las relaciones que existen entre ellos pueden determinar las características de un autor específico, dependiendo también de la intención que busque. En el caso de nuestro autor, existen estudios previos que analizan el manejo del espacio y tiempo en sus novelas. Es el caso de Dunia Grass, quien plantea que en La guerra silenciosa la construcción del universo ficcional se basa de manera primordial
en la interrelación de los ejes de espacio y tiempo, lo cual se identifica también con el papel que cumplen los personajes. La crítica plantea que «el tratamiento del espacio […] sigue una polarización
que enfrenta el ámbito de la ciudad con el del campo, en eterna lucha, tal y como suele aparecer en la novela indigenista»9. Así también, este tratamiento «parece establecerse a partir de la mirada indígena- en el sentido de familiaridad o extrañamiento, lejanía o cercanía […]»10.
Bajo estos parámetros, el espacio de la urbe es visto de manera distante, siendo la ciudad de Lima casi una utopía, en relación con ciudades como Cerro de Pasco, Yanahuanca y Yanacocha, donde se desarrolla parte de la acción en las novelas. De otra parte, el espacio rural se representa en tres planos distintos. Según Grass, están las comunidades y pueblos- como Rancas-, las haciendas- Huaratambo o El Estribodonde «el orden y la autoridad de los hacendados configura también ese espacio interior, tal y como es vivido por los propios indígenas» 11, y, finalmente, los grandes espacios abiertos de la región (la pampa, los cerros, etc.) que se configuran de manera simbólica «como un espacio de libertad y riqueza […] disponible para los indígenas, y 8
Ibíd., p. 402 GRASS MIRAVET, Dunia. Manuel Scorza: la construcción de un mundo posible . Murcia: Asociación española de Estudios Literarios Hispanoamericanos, 2003; p. 208. 10 Ibíd., p. 209. 11 Ibíd., p. 209. 9
es precisamente su control[…] lo que a la vez articula el gran conflicto social que narra
el ciclo narrativo»12. Es evidente entonces cómo la obra de Scorza recoge, aún con una ausencia detallada de descripciones, la potencia del pensamiento indígena a través de su mirada y sus valores en los espacios presentados. El apunte de Grass sobre los espacios abiertos es vital, porque nos permite ver el horizonte mítico que subyace en el pensamiento indígena. Al realizarse el cerco, la potencia de los espacios abiertos desaparece, provocando que este espacio de “libertad”- de la relación del hombre y la
naturaleza, recordemos cómo en la novela, se van contando los cerros con nombre propio, y cómo el cerco limita su poder mítico, llámese “protección”, sobre el pueblo -
desaparezca de manera tan abrupta, logrando que la misma necesidad de hacerlos suyos nuevamente- para recuperar la relación armónica con la naturaleza- configure la lucha social. Aquí entra a tallar también el choque de la modernidad (representado por la compañía y su cerco) con la cosmovisión andina y su relación cíclica con la naturaleza. Este choque, como lo explica Grass, puede ser entendido como una perspectiva temporal, pues se trata del choque de lo móvil (la modernidad) con lo inmóvil (la relación cíclica del indígena y la naturaleza). Aquí es donde podemos apreciar la interrelación del espacio-tiempo en la novela. Esta no es la única representación del tiempo que la crítica realiza en su estudio. En primera instancia, rescata un manejo del tiempo inmediato, caracterizado por las noticias periodísticas, donde a Scorza le interesa insistir en esos datos concretos para crear el efecto global de realidad de manera que instruye al lector a que siga la historia de la opresión y la revuelta.13 Finalmente, el tiempo histórico en la narración está en un progresivo estancamiento, ya que desde la mirada indígena, no ha vuelto a activarse desde la
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Ibíd., p. 209. Ibíd., p. 214.
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conquista, y esto termina constituyendo un no tiempo14 , donde no se produce ningún cambio. En la pentalogía, este estancamiento del tiempo produce además un espacio detenido, imposible de disociar. Es aquí donde, para Grass, se configura un verdadero cronotopo. La idea del tiempo detenido, bien puede aplicarse al cronotopo del universo andino, donde es el choque con la modernidad lo que provoca quiebres de la realidad. Como se ha visto, el estudio de Grass realiza una revisión amplia sobre los manejos cronotópicos de Scorza, lo cual nos resulta bastante útil para enmarcar nuestro análisis. En nuestro caso, los nudos narrativos que hemos escogido, responden directamente a esta lucha del hombre andino y la autoridad, donde el tiempo y el espacio son controlados por la última, y donde se inicia la ruptura que lleva al conflicto. Nos centraremos ahora en las plazas. La plaza pública es considerada como el salón urbano de una ciudad o pueblo, puesto que es alrededor de ella donde se erigen, comúnmente, los edificios principales y representativos del lugar. A su vez es centro de expresiones y actividades populares, se configura como un lugar de encuentro y de dualidad; por un lado está la vida social y comercial puesto que suele ser el lugar donde se establecen fiestas, eventos, mercadillos, etc.; como también encontramos el centro político y cultural, desde donde se distribuye el poder. Las plazas además, tienen la función de guardar una memoria histórica, puesto que suelen erigirse en ellas monumentos históricos. Así es un campo lúdico y abierto a todos los ciudadanos y guarda también un signo político, puesto que es donde se dan manifestaciones de reclamo, poder y religiosidad, conteniendo en su eje las esferas que conforman la estructura y superestructura de una sociedad. Las características mencionadas no son ajenas a la realidad que se refracta en Redoble por Rancas (RxR). En nuestro análisis debemos destacar la presencia de dos
plazas dentro de la trama: la plaza de la provincia de Yanahuanca y la plaza de la comunidad de Rancas. Ambas tienen una memoria histórica importante, así como son 14
Ibíd., p. 214.
el espacio donde se enfrentan las ideologías en lucha dentro de la novela. Es necesario entonces entrar a un análisis detallado de estos espacios, en su relación con el tiempo en la obra. La plaza de Yanahuanca: la ruptura de un espacio privado Como lo ha explicado Dunia Grass en su estudio sobre Scorza, los espacios en la novela carecen de una descripción amplia. No es caso aparte el de la plaza, cuyas características están supeditadas al eje distribuidor del poder, en este caso el Juez Montenegro, pues su residencia se encuentra en uno de los laterales de esta y es también el lugar donde realiza su paseo diario. La plaza de Yanahuanca es un cuadrilátero irregular. El lado norte tiene cincuenta y dos pasos, el lado sur cincuenta y cinco, el lado este setenta y cinco y el lado oeste setenta y cuatro: doscientos cincuenta y seis pasos que el doctor repetía todas las seis de la tarde veinte veces. 15
La plaza sin embargo, no pierde su carácter plural y de salón urbano. Es aquí donde se realizan, por ejemplo, la Kermés del colegio, donde los curiosos observan el gesto de asco de los carneros australianos, ante “el humilde pasto de la Plaza de Armas”16. Además, es aquí donde se fundaría, “andando los tiempos”, el segundo
cementerio de Chinche17. En el relato podemos percibir que la función del tiempo es la más predominante en torno a este espacio. Como aseveramos líneas arriba, es el Juez quien le impone el control del tiempo que existe sobre este espacio. Así, toda la caracterización que se dé tiene siempre un carácter temporal: Todos los crepúsculos cumplía veinte vueltas exactas. Todas las tardes repetía los doscientos cincuenta y seis pasos que constituyen la vuelta del polvoriento rectángulo. A las cuatro, la plaza hierve; a las cinco todavía es un lugar público, pero a las seis es un desier to. […] Cincuenta y nueve minutos después de iniciada su entrevista solar, el Magistrado […] baja la escalera, cruza el portón azul y gravemente enfila
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SCORZA, Manuel. Redoble por Rancas. p. 51 Ibíd., p.69. 17 Ibíd., p. 9 16
hacia la plaza. Ya está deshabitada. Hasta los perros saben que de seis a siete no se ladra allí.18
Se aprehende en la cita, que el control del tiempo está dado por el temor «hasta los perros saben que […] no se ladra allí» hacia el Juez. Se entiende también que la
plaza es un espacio público a excepción de la hora que transcurre entre las seis y las siete « […] a las cuatro la plaza hierve […] a las seis la plaza se deshabita»19. Este control del tiempo inmoviliza, y esto se extiende a la vida cotidiana de los pobladores, a la provincia entera. El poder del Juez es tan amplio que logra detener el tiempo en sus pasos. Esta característica llega a tener un carácter fantástico, si se piensa en una confrontación con la realidad. Sin embargo permite al narrador remarcar esta reverencia y temor del otro respecto a las instituciones de poder. Así el espacio público se vuelve un espacio privado y propio solo con su presencia en un tiempo determinado. No puede dejar de notarse que tanto el espacio y el tiempo se configuran bajo una mirada, que es justamente la del indígena. La plaza es espacio público, de todos hasta las seis en punto, el repliegue de actividades también lo cumple el narrador, así como la vista de la plaza como un lugar lleno de autoridades: está la casa del Juez, el Puesto de policías, etc. Pero más importante que estos, es el carácter cíclico que usa para la descripción del tiempo. El recorrido del Juez sucede hace ya más de treinta años, y sin embargo sigue siendo el mismo, sin variación. El modo en que el conteo de pasos se repite tarde tras tarde indican que, más que exista un cambio o no, la mente de quien observa la acción, busca homologar o dar orden a lo que sucede según su perspectiva. Esto es importante, porque la caminata del Doctor Montenegro constituye casi un mito vivo. Incluso el hecho de deshumanizar a la figura, hasta convertirla en un saco negro, lleva a pensar, que más allá del nombre, las relaciones se configuran de manera mítica: un Dios, un espacio, un tiempo repetitivo, un suceso que marca y establece maneras y valores en la comunidad. Esto formaría parte de la presencia del mito en la cosmovisión del hombre andino.
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Ibíd., p 10-11. Ibíd., p. 10.
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Bajo las circunstancias antes mencionadas, la plaza como espacio privado en un tiempo determinado y la perspectiva mítica de la caminata del Juez, es donde se puede afirmar que el carácter revolucionario del Nictálope se instaura: desde que ingresa a la plaza vacía, como un extraño, fuma y se ríe. El hombre […] ingresó en la Plaza de Armas lentamente. En una de las
esquinas depositó una maleta de cartón verde, se agachó y sacó una cajetilla. Por la otra esquina ingresó el doctor Montenegro. Era la hora de su paseo. […]El Forastero comenzó a fumar. El doctor Montenegro, miope para los peones prosiguió. Héctor Chacón, el Nictálope, comenzó a reírse: su carcajada construyó una especie de grito, una contraseña de animales conjurados, un secreto aprendido de búhos, espuma atropellada por los estampidos de una risotada seca como los disparos de los guardias civiles y que cayó flagelada por los espasmos de una pavorosa alegría. La gente salió a las puertas. En el Puesto, los guardias civiles rastrillaron sus fusiles. Niños y perros cesaron de perseguirse. Las viejas se santiguaron. 20
La risa es el elemento fracturador del tiempo, hace que se cree la movilidad que antes no sucedía en esa hora determinada. La presencia inadvertida por el Doctor, es un reto y su risa ya es una subversión, que hace temblar a la provincia, y que trae una fuerza distinta a la impuesta por el doctor, la fuerza natural del pensamiento mítico. Chacón se ríe del espacio vacío, del poder del Juez que lo llevo a la cárcel. Su regreso y su inmediato enfrentamiento es un mensaje, si bien inadvertido por el doctor, si lo es para la provincia, un mensaje de no rendición, de ataque. El ataque es más profundo aún pues ha irrumpido en el espacio privado del doctor, lo cual es más poderoso, que reírse de este en un espacio público: se violenta la intimidad de la autoridad. Solo en este apartado, ya se puede vislumbrar el cronotopo de la plaza como un configurador de la revolución, en este caso personal, de Héctor Chacón. En la plaza de Rancas sucederá de manera similar, pero a un nivel colectivo. Pero, es necesario detenernos un poco más en Yanahuanca, puesto que dentro de la plaza, hay un acontecimiento que a nivel microscópico revela el poder de la autoridad sobre la provincia: el caso de la celebérrima moneda. La aparición de la celebérrima moneda, o la instauración de un microcronotopo 20
Ibíd., p. 51
A nuestro parecer, la moneda, como entidad en la que se extiende el poder del Juez, adquiere también una configuración cronotópica. Durante un año la provincia de Yanahuanca centró su atención en protegerla, luego de su repentina aparición: Mientras el pie izquierdo se demoraba en el aire y el derecho oprimía el segundo de los tres escalones que unen la plaza al sardinel, una moneda de bronce se deslizó del bolsillo izquierdo del pantalón, rodó tintineando y se detuvo en la primera grada. […] « ¡Don Paco, se le ha caído un sol!»
El traje no se volvió. 21
La moneda configura un espacio fijo cuyo equilibrio nadie puede perpetrar. A pesar de que la presencia de la moneda en la plaza es un hecho desconocido para el Juez, así como el reordenamiento que la provincia vive tras su aparición, la fuerza del espacio y tiempo detenido de la plaza privada pervive en ella. Tocarla es un crimen, y no necesita de un policía para recordárselo a los hombres en general: « [ …] apoderarse de esa moneda, teóricamente equivalente a cinco galletas de soda o un puñado de duraznos, significaría algo peor que un carcelazo» 22. Sólo aquellos que no tienen una conciencia clara del temor que inspira son los que intentan perpetrarla, primero el niño, que a pesar de ser advertido por el director de la escuela, intenta arañarla con un palito. Después están los borrachos, cuyas acciones son desposeídas, puesto que su conciencia no está al mando de su cuerpo. Y también están los forasteros, aquellos que se burlan de la protección, ya que no viven en la provincia y no saben cómo funcionan las cosas. Sin embargo, el poder de lo que configura este cronotopo supera aquella inconciencia: a pesar de que el rapaz la toca, lo hace mediante un palito, y no intenta más, es como si tocara un ente desconocido que causa curiosidad y miedo a la vez. Encarnación López retorna sonámbulo a dejar la moneda en su sitio, su bellaquería solo es momentánea y su terror de haber quebrantado el equilibro de la moneda le 21
Ibíd., p. 9. Ibíd., p. 10.
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quita la borrachera. Los forasteros son enfrentados por Consagración, un cobarde se vuelve valiente para salvar a la población. La fuerza de su acción repercute tanto en los forasteros, cuya bellaquería es apaleada, y en el mismo Consagración, quien es premiado por la provincia con un trabajo remunerado y un orgullo hacia su persona. La moneda entonces, instaura una serie de transformaciones de orden ético y social: más allá de las que hemos señalado, la moneda transforma de manera ética a los pobladores, escondiendo su temor bajo un valor: «y se dio el caso de que una provincia cuya desaforada profesión era el abigeato, se laqueó de una imprevista honradez»23. Este hecho sorprende a viejos y niños, sin embargo pasa desapercibido por el sujeto principal sobre el que orbita la causa: El Juez. El temor es disfrazado con la honradez, la moneda adquiere un carácter de atracción turística, los pobladores la visitan, la cuidan, la admiran y le temen. Se crea así un tiempo distinto, un tiempo ajeno al marco de lo real y sin embargo poderoso para resaltar el poder del Juez en la provincia. Un sol como cualquier otra moneda y sin embargo, configura un cronotopo donde la insignificancia económica de la moneda es irrelevante y solo cuenta su proveniencia. Es así como, después de un año, aquel quien la perdió la recupera, sin inmutarse del cambio que aquel insignificante solaunque su encuentro causa una alegría, más por la suerte que por el valor significativo que tenga – y vuelve la paz para Yanahuanca: «El traje se detuvo delante del celebérrimo escalón. Un murmullo escalofrió la plaza. El traje negro recogió el sol y se alejó. […] La provincia suspiró.»24
La moneda opera como una rama del espacio privado del Juez que no se acaba en un horario fijo. La comunidad podría haber esperado de manera eterna que la mirada del Juez cayera sobre la moneda y la hubiera seguido cuidando, puesto que el temor de su desaparición era similar al de una catástrofe. El escalón de la plaza se vuelve lugar de atracción, el tiempo privado en ese singular espacio dura ya no una
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Ibíd., p. 11. Ibíd., p. 13.
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hora, sino un año. El poder de transformación que ejerce sobre la comunidad, y como nudo argumental, nos permiten aseverar su función cronotópica. Rancas, libertad y represión colectiva. A diferencia de la plaza de Yanahuanca, un espacio urbano, donde se desarrolla el conflicto, en primera instancia, individual del Nictálope y el Juez Montenegro, la plaza de Rancas refleja un conflicto colectivo: la comunidad de Rancas frente a la Cerro de Pasco Corporation. Este conflicto, a su vez, en virtud del espacio en que se realiza y el tiempo que habita – un tiempo detenido- no solo subyace a la comunidad, sino a esta como pueblo peruano. En un nivel espacial, la plaza de Rancas es igual de insignificante que la misma comunidad «un cuadrado de tierra salpicada de icchu [donde] se aburren los dos únicos edificios públicos»25. Igual que en el resto de la narración, la descripción del espacio es mínima en comparación con sus cualidades temporales: la plaza de Rancas fue el lugar histórico donde el General Bolívar dio el discurso libertador, que llevó a más de seis mil soldados a la Batalla de Junín y se logró la independencia del Perú en 1824. En el tiempo de la narración Rancas es imperturbable salvo una vez al año, cuando las excursiones estudiantiles llegan al pueblo a revivir la arenga de Bolívar. «Bandadas de estudiantes ensucian la ciudad, orinan en la plaza y agotan las existencias de galletas de soda y Kola Ambina, […] jóvenes pálidos y mal vestidos escuchan la proclama, aburridos, y luego se marchan. Rancas se acurruca en su soledad hasta el próximo año»26. El suceso histórico se reactualiza, pero los sujetos inmersos en dicho ritual no responden ante este, la historia queda relegada, la plaza como monumento es mancillado, el interés, tanto del pueblo como de los alumnos, no está en revelar el poder de la historia, sino en vender y comprar alimentos. En sí, el tiempo histórico está presente como un ornamento para los personajes del relato. Sin embargo, el lector puede percibir el carácter y la importancia que aquella dejadez 25
Ibíd., p. 21. Ibíd., p. 23.
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refleja: en Rancas, donde nunca sucedió nada «hasta que llegó un tren», la arenga libertadora fue irrelevante para su pervivencia, no cambió en nada su situación. Si bien se convirtió en espacio histórico, esto no representa materialmente nada para los habitantes del lugar. Solo hasta que llega el tren. Rancas se perfila como un espacio de gran potencial histórico, que sirve como anclaje del narrador, para fijar los hechos dentro del marco de la historia real. Sin embargo, más de 100 años después, no existe reflejo de tal libertad, por el contrario, ahora no es el pueblo peruano que lucha por su libertad, es el pueblo nominado peruano que ejerce su poder modernizador y reprime a todo aquello que se interponga. Es lo moderno irrumpiendo donde lo cíclico y mítico pervive, eliminando aquello que oponga resistencia. ¿Cómo se configura el cronotopo de la plaza en Rancas? Ya hemos visto que el narrador plantea un reconocimiento de tal espacio como histórico bajo una perspectiva donde el acto histórico es una conmemoración cíclica (y Rancas se acurruca y duerme hasta el próximo año) que solo deviene en un comercio y un revuelo superficial. La llegada del Cerco provoca el cambio en Rancas y coloca la a Plaza como espacio de donde se piensa, se hace y se libra la lucha contra este. Fortunato y el Personero Rivera son quienes encabezan la lucha de Rancas frente a «la Cerro de Pasco». En el punto más álgido de la situación, con el Cerco ya limitando todas sus posibilidades de acercarse a la naturaleza, es que se propone el uso de los cerdos para hacer un llamado de atención a las autoridades y enfrentar a la Pasco. Así, durante 7 días encierran a los cerdos en la plaza, sin más alimento que agua. El bramido de hambre es insoportable, sin embargo, las autoridades las ignoran. De alguna manera la queja del campesino se homologa con aquel bramido animal, que por más alto que se dé, cae en oídos sordos. Finalmente, en el siguiente cabildo, se ordena liberar a los cerdos en los campos cercados por la compañía: no hay un afán de recuperación de tierras, puesto que el campo es contaminado por la colonia de gérmenes que representa el cerdo; es el enfrentamiento, el poder del conocimiento natural atacando a la modernidad, lo que se percibe.
Es aquí donde verdaderamente se hacen presentes y nominados para la compañía: cuando se atenta contra su avance modernizador (recordemos que la acción de los cerdos obliga a la compañía a retroceder, debido a la contaminación de pastos). Esto provoca la represión: es ahora el estado peruano, el que protege los intereses extranjeros de su propio pueblo, que vive otro tiempo, un tiempo inmóvil respecto a la historia oficial. Es por eso que la represión se enfrenta en Rancas, al grito libertador de Bolívar: antes de la masacre podemos ver a Fortunato comparado con el general, pasando por los mismos lugares, pero ya no con un mensaje positivo, sino con el temor que le causa la llegada de tantos militares. Ya no vienen a celebrar, vienen a desalojar. En la plaza, lugar donde días antes se contaban los títulos de propiedad de Rancas, ahora se les dice que ellos están ocupando tierras ajenas, ellos no existen de manera nominal para el estado, cuyo afán modernizador desestructura aquél espacio antes inmóvil, perennizado por el tiempo. El cronotopo de la plaza de Rancas, situado como lugar de encuentro histórico del libertador, con el paso del tiempo se transforma en espacio de lucha y muerte represora. Los militares no vienen a enfrentarse contra los intereses foráneos que acaban con el pueblo peruano, ahora vienen a defenderlos del mismo pueblo. El tiempo estancado de Rancas, se quiebra con la llegada del cerco, pues rompe el equilibro natural de su relación con la naturaleza, el intento de retomar las tierras, el uso de los cerdos como arma, solo provoca que finalmente, sean exterminados. CODA En este pequeño ensayo hemos intentado dar cuenta de cómo los cronotopos son vitales en el desarrollo de la historia contada. Coincidimos con la crítica al afirmar que el juego del tiempo y el espacio utilizado por el autor en diferentes niveles, le permite desarrollar un realismo aún en las escenas más inverosímiles. Este realismo se da en un nivel ideológico, puesto que refleja en este avanzar y detenerse del tiempo, el inmenso poderío de las autoridades sobre las provincias retratadas en la novela. Es evidente en nuestro análisis, que el juego del tiempo y el espacio también se determina por el punto de vista del narrador, que viene a ser un habitante del
universo indígena, de esta manera el temor es un temor palpable, así como la configuración de todos los tiempos como cíclicos, ya habla de una cosmovisión establecida y busca prevalecer, sin mucho éxito frente al poder de choque de la modernidad. El cronotopo principal que se ha analizado en este ensayo es el de la plaza: En el caso de Yanahuanca descubrimos que la autoridad puede recrear un espacio privado dentro de un lugar público, lo que descubre el temor y respeto que se siente ante quien detenta el máximo poder en la provincia. Así, la plaza se convierte en espacio de batalla cuando la risa del Nictálope violenta el espacio del Juez: reactiva así el tiempo de la provincia, se anuncia como una profecía del fin, revelándose como otro no lo hubiese hecho antes. Para corroborar esto no está demás nombrar a la moneda, como un microcronotopo de la plaza, ya que detenta el mismo poder de quien es su dueño. A pesar de su insignificancia nadie se permite moverla, en un año el pueblo se viste de honestidad, conteniendo una respiración que solo se libera cuando es recuperada por el Juez. Si a este nivel se refleja el temor del pueblo, la risa de Chacón es proporcionalmente subversiva a dicho miedo. Caso diferente es la plaza de Rancas, donde el tiempo histórico subyace con fuerza, pero le es ajeno al tiempo cíclico en que la comunidad vive. Con el pasar de 100 años, la arenga de Bolívar solo convierte la plaza en un espacio de recuerdo emblemático una vez al año, y aún con eso, la preocupación del pueblo se relaciona con el dinero que pueden obtener vendiéndoles galletas y gaseosa a los estudiantes. Es la llegada del cerco y la ruptura que provoca en la relación de los comuneros con un espacio que consideran propio (la pampa y los cerros aledaños), aquello que logra que “suceda algo” en Rancas. Así, luego del ataque de los cerdos, la represión no tarda en
llegar, en mano de los mismos soldados que más de cien años atrás liberaron al pueblo peruano del yugo español. El poder del tiempo histórico resalta el nivel de injusticia y desigualdad de la masacre, además hace más violento el acto, ya que la represión se explica cómo aquello que destruye todo lo que se interponga al avance modernizador, así implique defender lo extranjero a costa de la comunidad andina.
Sin duda existen otros nudos argumentales en Redoble por Rancas cuyo carácter cronotópico refuerzan la intención de nuestro autor. En este ensayo nos limitamos sólo a la plaza, lugar de fractura, de “inicio” y “fin” de la rebelión ranqueña.
Esto es expresión mínima del poder narrativo de Scorza, cuyo manejo de la historia, oficial y no oficial, para revelar una vez más aquello que se mantiene en silencio, le otorga un lugar importante en la literatura peruana.
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SECUNDARIA: CORNEJO POLAR, Antonio. Sobre el neoindigenismo y las novelas de Manuel Scorza. En: Revista Iberoamericana. Vol 50, N° 127, Abril- Junio de 1984.
FORGUES, Roland. La estrategia mítica de Manuel Scorza. Lima: Cedep, 1991. 174pp. GONZALEZ SOTO, Juan. Poesía, crónica y parodia en el ciclo novelesco de Manuel Scorza. En: Fornix , N° 2, Ene-Jun del 2000. p. 225-234. GRASS MIRAVET, Dunia. Manuel Scorza: la construcción de un mundo posible . Murcia: Asociación española de Estudios Literarios Hispanoamericanos, 2003 MAMANI Macedo, Mauro [y] GONZÁLES SOTO, Juan. MANUEL SCORZA, Homenaje y recuerdos. Lima: Andesbooks, 2008. 276 pp.