TEMPESTAD TEMPESTA D EN LA CORDILLERA Wálter Guevara Arze
—¡Mamani Poma Juaan! —gritó el pagador con voz cansada. —¡Mamani Pomaaa! ¡Mamaniii!— repitieron varias voces ásperas entre el grupo de mineros que esperaban su pago quincenal, parados frente a las ventanillas de unas casucas acatadas, con paredes de barro teco de calamina. "ra la administración de la mina de #olfram $%ami$. "l eterno fr&o de la cordillera de los 'ndes, implacable enemigo de esta especie de gusanos envueltos en arapos cubiertos de tierra oscura, parec&a morder con más ferocidad que otras veces. —¡Mamaniiiii! —gritó de nuevo el pagador la (ltima s&laba se adelgazó como un ilo. )os obreros se rieron ante el tono de irritación ist*rica del grito. —+u* es de ese animal—agregó apresuradamente el ombre de la ventanilla con entonación compuesta casi varonil. Juan Mamani Poma, apoado contra un corte de la roca que ac&a de plazoleta frente a la administración, parec&a un sonámbulo. —+Mana uarinqui- +no oes-/ —0estan gritando tu nombre. +Jo1aracu 1an1i- +"res sordo-/ —e2clamó una $palliri$, apoada tambi*n contra la roca , acompa3ando la acción a las palabras, dio un empellón al ombre. —¡4ermee!! 5espondió al fin Mamani Poma, como gritaba en el cuartel al escucar su nombre en la lista. )os puntapi*s de su 0eniente no alcanzaron a corregir la pronunciación del mestizo quicua obligado a usar el castellano. —'p(rese animal. +6asta cuándo vo a estar aqu&- 7eguro que a estás borraco— mientras ablaba de t( 8d. al obrero, el pagador su audante tar9aban diligentemente el nombre de Mamani Poma en seis e9emplares de la planilla de pagos. :espu*s, el pagador tomó el sobre que estaba encima de una pila de otros absolutamente iguales, comprobó su contenido quizá por cent*sima vez con la proli9idad propia de todo pagador , a tiempo de dárselo a Mamani Poma, le di9o con tono más conciliador; —:oscientos treinta pesos con veinticinco centavos de saldo. 0e emos descontado la mitad. "sta quincena as faltado casi oco d&as as sacado una barbaridad de pulper&a.
o quieren darme más av&o en la pulper&a aora me descuentan... —=o —=o no s*. +Para qu* te emborracas como una bestia tiras tu plata4ri*gate pues... 'nte el insulto, Mamani Poma reaccionó reaccionó violentamente; —Mentira, no me emborraco... :espu*s agregó cori tono adolorido;
—"s que mi mu9er, la Mar&a se a muerto. Por eso e sacado de la pulper&a... para su entierro tambi*n e faltado por eso. —?ueno, o no s*. Pero tienes que pagar tu deuda a la pulper&a. @omo Mamani Poma permanec&a inmóvil, el pagador lo increpó; —u* esperas. Me estás aciendo perder mi tiempo. )os otros tambi*n quieren cobrar. )as gentes del grupo comenzaban a inquietarse. Pronto ser&a de noce. )as enormes sombras de las monta3as proectándose cada vez más largas, parec&an intensificar el fr&o. "l sol, al ponerse, iluminaba (nicamente el contrafuerte opuesto al de la mina. Mamani Poma se retiró de la ventanilla fue ale9ándose pesadamente del grupo de mineros palliris, mirando alternativamente las caras de las gentes el sobre que ten&a en la mano. 7intió vagamente que las casucas catas los obreros arapientos, envueltos en la sombra creciente, no eran sino e2crecencias de la roca gigante con la que parec&an formar un todo solitario e inmóvil. )evantó la vista del piso desigual vio el intenso brillo del sol en el cerro del frente. 8na manca verde, un peque3o sembrad&o de cebada, sin duda, pon&a la (nica nota viviente un m(sculo de su cara se alegró interiormente al notar —quizá por primera vez— el sembrad&o de cebada que se agitaba con el viento de la altura. 7e acordó del valle en el que ab&a crecido. Maizales enormes, con plantas más elevadas que las mismas gentes, casitas de barro con teco de te9a, sombreados por árboles de anco folla9eA el peque3o ferrocarril 9adeante siempre lleno, cruzando el valle a la distancia. :e alguna manera, todo esto le parec&a perdido para siempre.
una cálida sensación invadió su cuerpo. @on el i ntento de vencer su emoción, se afanó en su tarea. :espu*s de todo, era bien poco lo que quedaba por acer. :os gui9arros grandes caeron en el agua, cerca de ella le salpicaron la cara, los brazos desnudos la pollera ro9a. 7e dio la vuelta violentamente a tiempo que Juan sal&a del maizal. $)lo1alla$ bandido —e2clamó ella mientras recog&a rápidamente peque3os pedruscos se los arro9aba a *l, cuidando de no afinar muco la punter&a. Juan uó alegremente dentro del maizal Mar&a corrió en su persecución. 7e detuvo agitada ansiosa a la orilla de la cacra. >o se animaba a continuar quer&a volverse, como lo ab&a eco antes en ocasiones similares. >uevos pedruscos caeron a su alrededor por la dirección que tra&an ella pod&a calcular dónde estaba Juan. )a tentación era muca. 7e izo de cora9e como para emprender una aventura audaz, levantó algunos gui9arros cautelosamente avanzó dentro de la plantación, pero las piedrecillas de *l parec&an venir siempre de más le9os. uedo un poco desorientada cuando no sab&a si seguir o regresar a recoger la ropa, Juan la tomo repentinamente por el talle. 7e defendió a pellizcos, con la risa entrecortada, pero no en vano Juan era el $llo1alla$ más fuerte del ranco de campesinos quicuas donde viv&an los dos. @uando lo envolv&an estos recuerdos, un fondo de esperanza, lentamente devuelto a la realidad por un bullicioso grupo de obreros que se apro2imaban por la calle9uela incre&blemente estreca escarpada de la mina. 8na voz sonora bien timbrada sal&a del grupo! —'& está el Mamani Poma. "se toca bien la guitarra. )o llevaremos. 'l escucar su nombre, Juan se arrancó enteramente de su ensue3o. 7e esfumaron la Mar&a, la cacra de ma&z el riacuelo. uiso mirar de nuevo el sembrad&o de cebada para readquirir la noción cabal de la realidad circundante vio que estaba perdido entre las sombras del repentino anocecer de la cordillera. —Ja1u rina vamos/. )a Pu1a 7en1a la >ariz @olorada/ dice que tiene una buena cica. Juan reconoció al que le ablaba. Manuel @ondori era un barretero como *l. 6ab&a venido de 0apacar&, el pueblo más pró2imo a la mina, distante apenas seis leguas. "ra anco vigoroso Juan lo estimaba por su alegr&a tenaz, su incesante carla en quicua castellano su despreocupación. Mamani, el so3ador silencioso, se daba cuenta de la diferencia de caracteres quer&a a este ombre que lo ac&a re&r a(n en las pesadas oras que pasaban 9untos, pegados a la dura roca del socavón minero, sosteniendo el taladro de aire comprimido. 'l no recibir respuesta de Mamani, sumido en sus refle2iones, @ondori lo interpelo;
—Parece que te as ido a emborracar sólito— continuó sin esperar que Mamani pudiera decir; —"ste es el Bonzales, un arriero que a venido de mi pueblo. "s un p&caro. :ice que tiene mucas mulas, pero o no creo porque a llegado con un burrito flaco una mula $matada$ lastimada en el lomo/ ambrienta. 7e va a regresar ma3ana en la ma3anita.
—=o no me meto en eso —protestó rápidamente Bonzales, sabiendo que la "mpresa su Polic&a Minera persegu&an con sa3a a los ladrones de mineral. —0( eres mu ablador a me estás calentando. ue creerán *stos que no me conocen —a3adió entre que9oso ofendido. —>o te calientes compa3ero. 7i es una canza no más... ' ver do3a @armen, mande traer su guitarrita. =a 8d. sabe que este Mamani es un buen guitarrero. o a tiempo para eso. 8n nuevo ogar es una peque3a empresa económica que debe funcionar producir inmediatamente. )os padres los vecinos audan a los novios, casados o no, a levantar unas casucas que servirán de ogar. 8nas pocas ove9as, algunos aperos de labranza, más o menos primitivos, un perro , cuando se trata de gentes acomodadas, un caballo, un bue una o dos vacas, constituen el capital inicial de esta nueva empresa el fundamento de la felicidad o la desventura de los amantes. )as risas, las canciones los alagos no tienen sitio en este cuadro de parquedad pobreza colectivas. Pero la Mar&a cantaba a veces se re&a con una risa como el agua del arroo. Percib&a su felicidad la mostraba, lo que era inusitado. Juan ten&a que alzarse por encima de s& mismo para amarla. )e gustaba que su mu9er se riera al volver a su ranco, sol&a detenerse antes de entrar, para escucar su voz suave. "lla pagaba la comprensión el cari3o de Juan con efusiones propias que a su vez la sorprend&an... Juancito, el primer i9o, nació casi inmediatamente despu*s del matrimonio la Maruca llegó a los dos a3os 9ustos. @uando sus i9os comenzaron a ser algo más que peque3os animalitos, las emociones de la paternidad fueron evolucionando tomando forma en el alma de Juan. @onsideraba a Juancito como a su igual, como a su amigo, como a otro ombre. )a ternura para con el mucaco ten&a que ser era profundamente subterránea, imperceptible para
los demás, pero completamente clara para este i9o suo, tan igual a *l. "ra como si e2istiese entre los dos un secreto entendimiento. @on Maruca era otra cosa. "lla era como su madre, bulliciosa, atrevida, reidora. "n su cari3o por esta ciquilla, Juan reconoc&a el amor a su mu9er con un nuevo ingrediente que lo ac&a más profundo ten&a la virtud de darle a *l una efusividad de que carec&a abitualmente. 'lguna vez, incluso llegó a besar a esta su i9a, si bien procuró siempre que nadie lo viera aciendo seme9ante cosa. "ran 9óvenes, fuertes, traba9aban todos los d&as del a3o, pero no prosperaban. )a tierra era magra peque3a. )as lluvias irregulares. @uando contemplaban este panorama capaz de ensombrecer su alegr&a la vida de sus i9os, se abrió una perspectiva en el orizonte; irse a traba9ar a las minas. )legaron unos vecinos que ab&an estado ausentes por largo tiempo. 5ecobraron la cacra que ab&an vendido al partir compraron varias otras. 'dquirieron ganado, levantaron una nueva casa. "ra visible que se ab&an enriquecido, al menos en la módica escala que constitue la medida de la fortuna entre los campesinos. @ómo dónde, no era un secreto para nadie. 6ab&an estado en las minas en donde pagaban salarios asta de diez quince pesos por d&a, lo que era suma e2traordinaria, para gentes que a veces no ve&an tales cantidades en meses enteros. "s verdad que el ombre llegó enflaquecido, esquel*tico, tuberculoso, pero la mu9er los i9os parec&an lozanos llenos de vida. Juan Mamani Poma su mu9er la Mar&a, deliberaron brevemente. 0raba9ar&an en las minas por unos a3os, quizá cinco, quizá menos. ' su regreso, tratar&a de comprar la propiedad del patrón, en la que eran colonos. "ra peque3a, pero para ellos ser&a suficiente. = se fueron. @omo ellos con ellos, mucos otros se lanzaron a la aventura de las minas, como sus padres, una generación antes se ab&an de9ado vencer por la tentación de las salitreras en la costa de @ile. )as penurias del via9e fueron e2cesivas. @amiones cargados de gente asta lo inveros&mil, marcas a pie por d&as enteros, con los ni3os a la espalda. 'l abandonar el valle subir a la monta3a, el fr&o, este frio cruel que parece defender a zarpazos las cumbres de la cordillera contra la profanación codiciosa de los ombres, izo llorar a los ciquillos. )a Mar&a mostró el temple de su alma el vigor de su cuerpo de embra 9oven en estas andanzas. 'l principio todo fue bien. Juan se contrató Cnmediatamente. Musculoso, elástico con menos de treinta a3os, ser&a una barretero de primer orden. "l salario no resultó ser tanto como dec&an, pero a(n esos cinco o seis pesos diarios, ar&an una respetable cantidad mensual. )es dieron unos tugurios por casa, pero *l se dio modos de levantar tres abitaciones, casi decentes, apoando una de las paredes, la del fondo, contra la roca. )a Mar&a, tiritando de fr&o, traba9aba de la ma3ana a la noce aciendo primero comida despu*s cica para otros peones que ab&an venido de su mismo valle que eran solteros o ab&an de9ado a sus familias. )as caritas de Juancito la Maruca se
agrietaron al principio asta sangrar, pero despu*s se abituaron al fr&o. Jugueteaban sin descanso por las lomas casi verticales de esta cordillera con entra3as de #olfram. Juancito, aciendo de minero, oradaba las partes blandas que pod&an encontrar en la roca, utilizando el cucillo de cocina de su madre. )as delgadas trenzas de cabello que le colgaban a l a espalda más de una vez fueron ob9eto de las iras del ermano que alegaba que la comida no ab&a estado a tiempo. )os ni3os, con tez oscura agrietada la Mar&a con las manos ra9adas, eran el encanto la razón de ser de Juan. 7u pena era que los ve&a poco. 7al&a de la casa a las cuatro de la ma3ana con frecuencia doblaba su 9ornada para ganar más. @uando volv&a la noce, estaba rendido, sin fuerzas ni para ablar. :espu*s de sostener por oco oras el taladro contra l a roca, los o&dos el cuerpo entero continuaban vibrándole con el implacable ritmo de la máquina. 'l d&a siguiente a comenzar de nuevo. Etras veces entraba al turno de la noce, pero esto sólo ten&a significación en lo que se refer&a a su mu9er sus i9os, porque para *l, dentro la mina, a cientos de metros de profundidad, era siempre de noce. "l aire encarecido el calor subterráneo, daban a los obreros una semilucidez suficiente para sostener el taladro en las direcciones indicadas por el Cngeniero, para empu9ar las carretillas de mineral palear la tierra, pero para nada más. )os traba9adores semidesnudos empu9aban o cargaban las carretillas o barrenaban las paredes, iluminados por lamparillas de acetileno cua peque3a llama se e2tend&a en la oscuridad en b(squeda desesperada de o2&geno. )a sensación de ser un gusano atrapado perdido en un laberinto subterráneo, torturaba a veces la mente de Juan. "ntonces el pesado aire del socavón le parec&a la continuación de la roca oscura, con alucinantes puntos luminosos que eran las lamparillas le9anas de los otros traba9adores. Para romper esta fascinación, abandonaba repentinamente el taladro ecaba a correr dando gritos, golpeándose contra los salientes del socavón, asta recobrar, por la violencia del esfuerzo los golpes la noción de tiempo lugar. :urante una de estas embestidas contra la oscuridad fue que conoció a @ondori que se ecó a re&r a carca9adas al ver por primera vez a Juan, corriendo enceguecido dentro del socavón. 'ora, en la cicer&a, era precisamente @ondori quien estaba divirtiendo a los circunstantes con el relato de esta e2tra3a costumbre de su amigo. —7&, do3a >a, do3a @armen. )e 9uro por lo más sagrado. 's& como esto diciendo, como un loco siempre, se eca a correr *ste a veces da unos fritos de fuertes que a que o&r... —>o diga... += por qu* ace eso- —preguntó sin disimular su inter*s por el guitarrero la bailadora fea. —:ice que es para sentirse vivo, para no quedarse pegado a la pared del socavón... para no volverse piedra —intentó e2plicar @ondori despu*s agregó volvi*ndose a Juan; —' ver ce, e2plica pues ce, porque aces esas oper&as... Juan quedó sorprendido al comprobar que desde ac&a rato *l era el tema de la conversación que su amigo @ondori, estaba aciendo re&r a los parroquianos
medio borracos a las i9as de la Pu1a 7en1a, con el relato de sus e2tra3as actitudes dentro de la mina. )a ruidosa ilaridad de @ondori le obligó a responder; —Mentiras está diciendo *ste... as& ablador siempre es — Juan buscó salir del paso con algunas frases vagas. 7e levantó del banquillo de adobes en que estaba sentado, apoó la guitarra que ab&a de9ado de tocar ac&a rato se fue al patiecillo interior. 'll& encontró a Bonzales, el arriero de 0apacar&, la conversación se anudo espontáneamente entre los dos. =o me quiero ir ese ablador del @ondori está abla que te abla. 0engo que madrugar antes del amanecer. @apaz que nieve, el cielo está mu cargado... — despu*s de un segundo silencio Bonzales preguntó; —+0( vas a entrar a traba9ar ma3ana—>o. >o puedo. >o s* qu* acer. Mi mu9er se a muerto la otra semana... 'qu& pareció ac*rsele un nudo en la garganta. 0ragó aire saliva continuó; —Pulmon&a le a dado saliendo de la cocina caliente este viento elado que no pasa nunca... —'... —"n menos de una semana se a muerto... —u* cara... —'ora mis i9os, el Juancito la Maruca, no tienen con qui*n quedarse. 8nos paisanos que com&an tambi*n en mi casa porque la Mar&a les daba pensión, an tenido que mudarse porque a no a quien les prepare la comida. =o no s* qu* acer... —+=a son grandes tus i9os- "sa que dices la Maruca a podr&a cocinar... —¡7i es ciquita! 0endrá como cuatro a3os el otro es como dos a3os más grande. Más bien querr&a irme de aqu&... —"so ser&a lo bueno. "sta vida en la mina es mu fregada. —Pero es que debo a la @ompa3&a tengo que traba9ar siquiera como seis meses para pagar. 0oda nuestra platita la e gastado en remedios para nada... —+Por qu* no te escapas—0( no sabes lo que son esos fora9idos de la Polic&a Minera... = como tienes buenas mulas... 'demás con las uauas ni3os/ no se puede... 7e interrumpió la frase porque una s(bita idea le iluminó la mente. —0( te estás endo a 0apacar&, +no—7&, ese es mi pueblo, pero aora pocos d&as no más vo a quedar all&. —+0u mula tu burro están endo vac&os-... —>o... 7i... sin carga, claro. Mamani se acercó en la oscuridad un poco más a Bonzales. "n voz más ba9a, con entonación de pregunta s(plica al mismo tiempo di9o; D)l*vamelos a mis i9os asta 0apacar&. 0us animales están endo sin carga no te cuesta nada... o te dar* alcance en el pueblo. Ma3ana en la ma3ana entrar* a traba9ar. 's& no notarán nada. Mientras tanto, t( te llevas a mis i9os. "n todo el d&a tienes tiempo de sobra para llegar. Me an dico que no son más que seis leguas... —+= la Polic&a Minera- —@omenzó a ob9etar Bonzales. —>o los conocen a mis i9os. "sos sólo buscan a los obreros que se escapan debiendo a la @ompa3&a o a los que roban mineral. Bonzales sufrió un sobresalto ante esta (ltima frase quiso saber asta dónde los cistes de @ondori ab&an sido cre&dos por Mamani.
—7&, dicen que persiguen muco a los que roban mineral, pero a m& eso no me importa, aunque able zonceras ese borraco del @ondori... )a respuesta llegó sincera franca; —@laro. 0( no le agas caso no más. 's& siempre es. =o le conozco. +)os llevas a mis i9os—Mi mula está matada el burrito no a descansado bien... Mientras dec&a esto (ltimo, Bonzales estaba aciendo mentalmente la cuenta de cuánto podr&a obtener de Mamani en la desesperada situación de *ste, a cambio de llevar a sus i9os sanos salvos, con un d&a entero de anticipación a su uida, que sin duda se producir&a la noce siguiente. "l estado de ánimo de Mamani no le permit&a medir la magnitud del p&caro que ten&a al frente, como le parec&a lógico pagar el flete de las ac*milas, se adelantó a ofrecerlo; —Mis uauas no pesan nada. 7on bien uauitas todav&a. 0u burrito puede llevar a los dos. 'demás, el flete, claro que te e de pagar... Bonzales siguió ponderando silenciosamente el problema como si fuese algo más grave o más dif&cil de acer de lo que en realidad parec&a. Mamani Cnterrumpió su refle2ión. —)legando a 0apacar& me los tienes en tu casa no más. Ma3ana en la noce o al amanecer o tambi*n a e de llegar... —>o a caso. =a te e dico que mi burrito está cansado la mula no puede llevar ni caronas porque tiene una mata as& de grande... "l ademán e2agerado que izo con los brazos abiertos, se perdió en la oscuridad. —'demás no quiero meterme en l&os con la Polic&a Minera. —Pero ellos no tienen nada que ver... —7&, pero cuando t( te vaas, seguro que an de saber que o e llevado a tus i9os no podr* traer carga a la mina. —+@ómo an de saber- @uando o me vaa todos an de decir que me e llevado al Juancito la Maruca. >o los vo a de9ar, tambi*n, en esta mina de... —= por el flete no más, zonceras seria... Mamani comenzó a ver claro el asunto. "ra simplemente cuestión de cuanto pudiera ofrecer. "staba dispuesto a pagar bien no tuvo inconveniente en decirlo. —0e vo a pagar el flete del burro además de la mula que va a ir sin carga... —', no. "so no es nada... veinte pesos... para qu* siquiera ablar... —+@uánto quieres entonces—>i por doscientos pesos querr&a verme las caras con los de la Polic&a Minera. 'nte esta reiterada alusión a las autoridades, Mamani comenzó a sospecar si las bromas de @ondori ser&an algo más que bromasA si en efecto este arriero ser&a más bien un ladrón de minerales que encubr&a sus actividades con el peque3o comercio que pod&a trasladar de mina en mina, a lomo de sus flacas maltrecas ac*milas. uiso tantear cómo reaccionar&a el ombre di9o como para s&; —u* siempre te an eco los de la Polic&a a ti, pues. >i que fueras uno que rescata minerales para venderlos afuera... )a reacción no se de9ó esperar. —"so es mentira —interrumpió Bonzales al darse cuenta inmediatamente de que ab&a ido mu le9os en sus e2igencias que, de tanto referirse a la Polic&a Minera, dando e2presión sin duda a su miedo subconsciente, ab&a resultado
cogido aora en su misma trampa. ?uscó corregir su error moderando sus pretensiones. —>o es solo por ellos. "s tambi*n por los animales que están mu mal. @omo eres amigo del @ondori que es mi paisano, te cobrar* ciento cincuenta pesos te entrego a las uauas en 0apacar& cuando llegues... "ra un robo, pero Mamani estaba dispuesto a de9arse robar. :esde que vio la posibilidad de uir de la mina, de volver a su valle, a la vera de su peque3o r&o, entre las cacras de ma&z, a la sombra de los árboles, le pareció que ab&a de nuevo esperanzas, si no para *l, erido interiormente por la muerte de la Mar&a e2tenuado f&sicamente por el brutal traba9o de barretero, al menos para sus i9os. "ra a ellos a quienes quer&a salvar aora. "ra por ellos con ellos que deseaba uir. )a perspectiva para Juancito la Maruca de una vida sin esperanza ni alegr&a en este desierto fr&gido de sinuosidades gigantes, a cuatro mil metros de altura, sin vegetación alguna, le pareció de pronto una pesadilla. +u* ser&a de ellos- 6abitualmente e2tra3o a la ternura por la erencia de parquedad emocional que corr&a por sus venas de mestizo 9untamente con la sangre ind&gena, esta vez la pena presentida le estru9ó el peco ante la visión de lo que pod&a esperar a sus i9os. "staba dispuesto a dar todo lo que tuviese. —0e pagar* cien pesos eso porque no tengo más. =a te e dico que se a muerto mi mu9er lo emos gastado, gastado todo. 0e 9uro por :ios que no tengo más... —?ueno, está bien. =o vo a salir antes que amanezca, a eso de las tres. 0engo que apurarme porque va a caer una nevada en la cumbre es capaz de elar asta a las llamas. 0( no eres de por aqu& no sabes lo que es eso... ui*n sabe si podrás bien pasar la cuesta ma3ana por la noce... —=o e de poder no más, pero ten cuidado con mis uauas. 7i algo les pasara a ellos, o no se... —@laro. )os vamos a envolver bien, pues. 7iempre tendrás unas frazadas. Me9or saldremos 9untos de aqu&, dentro de un rato as& nos vamos a tu casa sacamos a tus i9os. =o vo a ensillar los animales en la casa del @ondori. "s me9or salir de a&. o. 0enemos que irnos. )evántate vest& a la Maruca. 'p(rate... 'p(rate... Mamani encendió una vela de sebo, a medias consumida. ' su luz temblorosa desigual pudieron verse los o9os de Juanito, enormemente abiertos. "l ni3o pugnaba por despertar del todo. @uando se incorporó al fin empezó a ponerse el pantalón de baeta, Bonzales que estaba parado 9unto a Mamani
Poma, pudo apreciar que se trataba de un ni3o mestizo como su padre como *l mismo de unos seis a3os de edad, con e2presión inteligente. Juanito miró a Bonzales primero despu*s a su padre como preguntándole qui*n era el visitante. Mamani Poma e2plicó; —@on este amigo se van a ir antes de que amanezca. )a sorpresa del ni3o encontró su curso en una pregunta ansiosa, eca en quicua como para asegurar maor intimidad; —+%anri- += t(-/ 0endr&a que e2plicar sin duda. "l ni3o era demasiado perspicaz para ser enga3ado simplemente. —=o vo a ir detrás de ustedes en la noce. >os vamos a escapar porque si no, los carabineros de la Polic&a nos agarrar&an. 0( a eres un ombre le vas a audar a la Maruca que es ciquita. >os vamos a volver al valle, pero primero vamos a ir a la casa de este amigo en 0apacar&. '& me van a esperar. —+7olitos vamos a ir-... —>o. @on este amigo que los va a llevar asta su casa. —+= mi mamita por qu* no viene-... )o inesperado de la pregunta de9ó atontado a Mamani. 0ragó un bocado imaginario contestó; —7&. "lla tambi*n va a venir. Pero ap(rate. Ponte tu poncito tus medias de 1aito. "stá aciendo muco fr&o afuera... :espu*s se arrodilló en el piso de tierra para despertar a la Maruca que dorm&a sobre unos cueros de ove9a tendidos en el suelo. —Maruca... Marucita... 5itcari :espierta.../ )evantó a la ciquilla en sus brazos ella abrió los o9os, vio a Bonzales se ecó a llorar. —:e qu* estás llorando, a ver, +de qu*-... 'l o&r la voz de su padre caer en cuenta que estaba en sus brazos, la peque3a Maruca se tranquilizó quiso volver a dormirse para lo que estaba acomodándose me9or cuando Mamani la izo parar en el suelo. 's& la despertó del todo. )e acarició los cabellos la cara. Cntervino Juancito; —¡>os estamos endo Maruca.
0apacar&. "l grupo compuesto de Bonzales, Mamani Poma, Juancito la Maruca, con el agregado de una mula el asno en el que cabalgaban los ni3os, se detuvo al llegar al e2tremo del campamento. )as (ltimas casucas ab&an quedado a alguna distancia. "l grupo estaba en el fondo de una quebrada desde la cual part&a la cuesta de salida al camino de 0apacar&. —?ueno... —di9o Bonzales volvi*ndose a Mamani— de aqu& te volverás... —7i —respondió Mamani—. 'ora me regreso entro a la mina en el turno de las cuatro para salir a las doce del d&a. :espu*s de dormir un poco, me escapo en la nocecita ma3ana a esta ora a vo a estar en 0apacar&. —7eguro. 7on seis leguas no más no te puedes perder. "l camino es claro, pero la nieve te a de embromar. 4i9o que o en la tarde va a nevar... —+@ómo sabes-... —Mira el cielo como está de cargado con este fr&o más nevada va a ser. )os animales tambi*n están apurados ellos saben bien. "fectivamente, la mula el asno se mov&an inquietos. "n la oscuridad se oó la voz de Mamani Poma; —Juanito, vas a cuidar bien a la Maruca. >o la vas a acer llorar. "n la alfor9a a 1o1aui provisión alimenticia para via9es/ para cuando tengan ambre. —7i tata... —=o vo a ir detrás de ustedes... —+@on mi mamita vas a venir, no-... —7&... Bonzales intervino; —?ueno... >os tenemos que apurar... Mamani Poma se de9ó vencer por sus sentimientos una vez más abrazó besó a la Maruca que, semidormida, cabalgaba el asno delante de su ermano que le ten&a su9eta la espalda la cabeza. )a ciquilla despertó un poco sonrió a su padre. :espu*s, Mamani Poma, abrazó besó a Juanito. —>o te vas a tardar tata... —>o. "n un ratito o vo a venir detrás de ustedes... Bonzales arreó las bestias que comenzaron a trepar la cuesta. "l amanecer apenas era perceptible a causa de las densas nubes que cubr&an el cielo. 4altaba todav&a bastante para llegar a la cumbre. Maruca estaba dormida Juanito cabeceaba por momentos, para despertar sobresaltado con el temor de caer del asno arrastrando a su ermanita, cua peque3a cabeza ten&a apoada en uno de sus ombros. Bonzales ven&a detrás, a pie, sin apurar a las bestias cua prisa parec&a ser a(n maor que la de *l. 'garra bien a la Maruca Juanito.
frente, a(n más alto que el otro, para precipitarse de nuevo al fondo. = as&, sin cesar, una ora despu*s de otra, un d&a despu*s de otro... —?ueno.
una vida, le ab&a ense3ado a temer las tempestades de nieve en la cordillera. "l sab&a bien que en estas monta3as de aire seco elado, nieva rara vez. "l viento constante arrastra las nubes acia los valles. )a nieve perpetua se mantiene en los picos, quien sabe desde cuando, por el terrible fr&o que ace all&. Pero cuando cae una tempestad de nieve, es sencillamente terror&fica. >o es comparable a una tempestad de granizo, en la que las peque3as bolas de ielo que caen del cielo danzan sacudidas por ráfagas de viento que se llevan la tempestad entera de cumbre en cumbre acaban por disolverla. )o (nico de temer entonces son los raos que iluminan las crestas elevadas, como latigazos a la soberbia de las alturas. 7i no se tiene encima un ponco de vicu3a, que atrae los raos, todo se reduce a esperar, protegido por cualquier roca, durante unas oras, despu*s brilla de nuevo el sol. @on las tempestades de nieve es otra cosa. "ntonces se pierde el viento, como si ubiese ido a descansar de su fatiga entera. "l aire, vibrante casi, a fuerza de enrarecido, que envuelve abitualmente la cordillera, se vuelve denso pesado. = la nieve cae. @ae sin cesar, d&a tras d&a, ocultando todas las sendas, aciendo imposible el paso por las obras, poni*ndole una interminable camisa blanca a la desnudez de los flancos soberbios de la monta3a. >o es posible orientarse porque no se ve. )os finos vellones que caen, dan vueltas al cuerpo danzan con movimientos fantásticos frente a la cara, se le introducen a los o9os, a la boca, a cuanta abertura pueden encontrar en la ropa. 7u contacto suave produce escalofr&os. 'demás de la orientación, se pierde el control, la sensibilidad, la producción de las cosas. )a obsesión de ecarse a descansar luca sin tregua en la mente con la convicción instintiva vital de que no a que ceder. "s necesario continuar caminando, incluso a riesgo de precipitarse en un abismo. "l que cede, el que se sienta al menos, está perdido. )a conciencia lo abandona progresivamente, un estado de calma lo invade mientras la nieve cae bailando ante sus o9os, sobre la cara, sobre el cuerpo, sobre los pies elados... Bonzales llegó al punto del camino en el que ten&a que tomar una decisión. )levar consigo a los ni3os a la casa del indio Pedro le parec&a cada vez más un absurdo. 0endr&an que ba9ar por una senda imposible, casi dos leguas. )as bestias no podr&an resistir, teniendo en cuenta sobre todo la doble carga del mineral los ni3os, con la cual deb&an regresar. @omo ab&a pensado antes, quer&a de9arlos en esta parte del camino donde el desv&o a la casa de Pedro comenzaba. Pero el problema estaba en que no volv&a a salir al mismo sitio sino dos leguas más adelante. "n realidad, ten&a que recorrer dos lados de un triángulo, en uno de cuos v*rtices estaba aora mientras que la casa del indio estaba en el otro el punto donde pensaba retomar el camino ven&a a ser el tercero. +Pero qu* acer con los ni3os- 7i ellos pudieran caminar las dos leguas que los separaban del sitio donde *l retomar&a el camino, no abr&a problemas. Pero, +podr&an ellos acerlo- = la tempestad que sin duda iba a desencadenarse antes de lo que el mismo ab&a cre&do...
Por una vez en su vida mezquina oscura, un pensamiento generoso cruzó por su mente; abandonar el mineral, no ir a lo de Pedro continuar con los ni3ostoda prisa para llegar cuanto antes a 0apacar&A pero podr&a recoger alguna vez ese mineral- >unca sab&a uno si el mismo Pedro no ab&a sido sorprendido por la Polic&a Minera. 7i en su via9e siguiente, que tendr&a que ser despu*s de meses el mismo no ser&a descubierto. 7i el indio, al encontrarse falto de provisiones no ar&a alguna otra transacción. = eran cientos de pesos, quizá más de mil... >o. >o ar&a seme9ante estupidez. :eseco definitivamente la idea. 4inalmente, a encontrar&a una solución despu*s de tener el mineral seguro, regresando por el camino a buscar a los ni3os si ellos no ab&an alcanzado todav&a su punto de salida. :espu*s de todo, era mu temprano sólo tendr&an que acer de cuatro a cinco leguas en el resto del d&a. Miró el cielo cuas nubes, de tan ba9as que estaban, pod&an tocarse con la mano. )a tempestad se estaba convirtiendo en amenaza inminente. —'qu& se van a ba9ar Juanito. )a voz de Bonzales, que le sonó e2tra3a a *l mismo, asustó al ni3o semidormido. Juanito no ten&a conciencia de la tempestad natural que amenazaba a todos ni de la tempestad de conciencia que estaba torturando a Bonzales. :espertó con la impresión de estar ca*ndose su9etó a su ermanita nerviosamente contra s&. "l asno la mula detuvieron su marca porque Bonzales estaba parado en medio del caminillo. —+'qu& es 0apacari- —preguntó el ni3o. — >o todav&a. )e9os todav&a es, pero o tengo que recoger una carguita de allá aba9o — se3aló con el brazo e2tendido la le9ana profundidad de la quebrada,en cua ce9a se encontraban. )a Maruca, que ven&a adormecida con la marca r&tmica del asno, se despertó tambi*n. —0ata... mamita... — al no recibir respuesta ver a un e2tra3o delante, se puso a llorar. —'ma ua1aicu >o llores/. "l papá está viniendo con la mamita— di9o Juanito para consolarla. Maruca siguió llorando. Bonzales aflo9ó las ataduras que su9etaban a los ni3os Juanito se deslizó suavemente al suelo. "l arriero tomó en brazos a la ni3a la izo parar al lado de su ermanito. 7acó de la alfor9a un poco de mote ma&z cocido/ envuelto en un pa3uelo mugriento se lo e2tendió a los ni3os. )a Maruca e2tendió sus manecitas se calló. "ra indudable que no pod&a llorar comer al mismo tiempo. —'ora tienen que caminar un poco —comenzó a e2plicar suavemente Bonzales. Por este mismo caminito van a ir. >o se pueden perder. =o vo a ba9ar a&, a la quebrada para recoger unas carguitas les vo a dar alcance en un ratito... —>o te vas a tardar, pues... —insinuó Juanito.
—7i es un rato. 8stedes caminen no más siempre, por este camino. )l*vala a la Maruca de la mano. "l mote tambi*n les vo a de9ar para que no llore... Mientras dec&a esto, arreglaba las caracas de los animales para evitar que se caigan en la violenta ba9ada que ten&an por delante. :irigió las ac*milas acia un sendero casi invisible, prorrumpió en un silbido corto agudo la mula se adelantó a ba9ar. —?ueno... @aminen nomás siempre... apuraditos... =o les vo a alcanzar en un ratito... = se fue tras sus animales. )os ni3os de aquella cordillera, que se aterrorizar&an ante una bicicleta saldr&an uendo enloquecidos ante el ruido de un tranv&a urbano, no le asustan de la soledad de las monta3as. "stán abituados a que el más pró2imo vecino tenga su casa a dos o tres leguas de distancia. 'demás, los ni3os creen en las promesas con toda la fuerza de su inocencia. Juanito la Maruca iniciaron despacio su marca a lo largo del caminillo que ten&an ante s&. )os menudos pasos de la ciquilla, atareada comiendo el mote, apenas si le permit&an avanzar. ' este paso, no ir&an las dos leguas que pod&an ser su salvación ni en una semana. —'p(rate Marucita... —=o quiero esperar a mi mamita... Juanito la tomó por la mano comenzó a estirarla levemente. )os peque3os pedruscos de la senda labrada en la roca, constitu&an serios obstáculos para su marca. Bonzales caminaba a toda prisa arreando sus ac*milas. :espu*s de todo, quer&a tener tiempo, antes que comience a nevar, para regresar en busca de los ni3os. 6asta se prometió salir a este mismo punto del camino en vez de dos leguas más adelante porque sab&a mu bien que una ciquilla de cuatro a3os un mucaco de seis no ir&an mu le9os. @uando al t*rmino de una marca precipitada de una ora o poco más, llegó a la coza del indio Pedro, este no estaba, pero ab&a fuego encendido en un peque3o ogar de una esquina. "ra indudable que el indio ab&a regresado de la mina por la noce. Probablemente abr&a ido por agua al fondo de l a quebrada. Bonzales se metió en la coza se quedó a descansar 9unto al fuego. 0ranscurrido un largo rato. Cnquieto al fin salió a la puerta le llamó la atención el que la luz del d&a en vez de aumentar, estuviese disminuendo. >uevamente tuvo la impresión de que podr&a tocar el cielo con la mano. o te puedes ir aora. "n un rato más va a comenzar la nevada t( sabes lo que es eso.
—'ora me tengo que ir. 0engo que apurarme porque o siempre tengo que llegar a 0apacar&... >i siquiera al indio Pedro quer&a e2plicar la verdadera causa de su apuro. 7ab&a que este vie9o de alma recta, lo 9uzgar&a como un malecor. @onoc&a lo suficiente a este ombre como para saber que *l no cambiar&a la vida de una peque3a llama por cien toneladas de #olfram. —Pero no te puedes ir. >o vas a llegar. 0e vas a elar en la cumbre sin encontrar la senda. —=o conozco bien el camino. :esde cico esto lindando por aqu&. —=o e nacido aqu& las llamas tambi*n ni siquiera las llamas que están afuera podrán salvarse. —>o ables más—. )a actitud imperante del mestizo ante el indio, tan abitual en las relaciones mutuas de estos dos grupos umanos, apareció en la voz el ademán de Bonzales. —'ora me tengo que ir, pase lo que pase. "l indio tuvo para s& que el arriero tem&a ser alcanzado por la Polic&a Minera se calló. "ntregó audó a cargar las saquillas de mineral, Bonzales partió cuando empezaba a nevar. Por un momento dudo cual senda seguir; si la que sal&a al camino dos leguas adelante o aquella por la que ab&a venido. Por poco que aan andado —se di9o a s& mismo— los ni3os abrán avanzado algo en estas tres o cuatro oras. 7erá me9or salir adelante regresar en busca de ellos, que darles alcance por detrás. = tomó la senda que le ar&a avanzar dos leguas. 4ue una luca cubrir esa distancia. )a densidad de la nevada iba en aumento. @on toda su e2periencia de la cordillera, por momentos le costaba encontrar el caminillo que deb&a seguir. )as bestias no estaban menos inquietas que el. ' cada momento pretend&an regresar a la coza del indio Pedro donde ab&a un corral para protegerse contra las inclemencias del tiempo. Bonzales iba con la obsesión de trasponer el abra, una legua más allá de la reunión de ambas. 'quella por la que los ni3os deb&an estar viniendo, era algo me9or, más anca, más visible. 0ardar&an más en desaparecer deba9o de la nieve. "l fr&o inmediato no era mu intenso, pero resultaba dif&cil ver por la densidad de la precipitación atmosf*rica. @uando finalmente salió al camino en el que ab&a de9ado oras antes a los ni3os, varios 1ilómetros atrás, el conflicto que estaba torturando su esp&ritu izo crisis. +u* acer- )a tempestad estaba en toda su fuerza aterradora. Para imponer me9or su presencia, los raos iluminaban el d&a gris repentinas ráfagas de viento parec&an uir a ocultarse en las quebradas. "n unas oras más, la senda estar&a perdida del lodo, todos los pasos ser&an impracticables su esperanza de trasponer el abra se abr&a desvanecido. 7i al menos los ni3os ubieran avanzado una legua, si estuvieran siquiera a mitad del camino que debiera desandar...
Pero *l sab&a bien que no pod&a ser. )a tempestad ab&a comenzado demasiado temprano era imposible que Juanito la Maruca que apenas pod&a caminar con seguridad, ubiesen podido avanzar lucando contra los elementos desencadenados. +u* ser&a de ellos- o llores. =a va a venir el arriero... —7u voz no era mu convincente. —=o quiero a mi mamita... +dónde está mi mamita-... —"stá viniendo con el papá... a van a llegar... >o ab&an avanzado quinientos metros. )a Maruca caminaba con dificultad se ab&a cansado pronto. @on los primeros raos el silbido del viento, el terror se apoderó de ambos. "ntonces Juanito tomó una decisión. —'qu& vamos a esperar... "l estaba llorando tambi*n. 6izo sentar a su ermanita en pleno camino se sentó a su lado. 'mbos estaban tiritando de fr&o terror. )os raos cesaron el viento se fue. >o ab&a campo en el espacio sino para la nieve que ca&a siempre a s& misma, pesada, tenazmente. )os (ltimos restos del viento rezagado, ac&an remolinos con los copos flotantes se precipitaban a las quebradas profundas. :espu*s, otra vez el silencio de la nieve que cae... Maruca fue perdiendo la conciencia más rápidamente. :e9ó de llorar se recostó en el suelo. Juanito, que a(n lloraba, acomodó uno de sus brazos como almoada para ella la abrazó con el otro. 7e apretó contra el cuerpecillo de Maruca tanto como pudo en el vano intento de protegerla protegerse. )a sensación de cansancio invadió su mente su llanto entrecortado se apagó. 7iguió nevando tenaz, silenciosamente. )a nevada caó por dos d&as una noce como si el cielo entero ubiese querido volcarse sobre la cordillera. :espu*s la atmósfera quedó l&mpida brillante. "l fr&o se izo intolerable. 0odas las monta3as que pod&an verse estaban cubiertas de nieve que, con la salida del sol, se solidificó asta adquirir la transparencia del vidrio la dureza de la roca. "l desielo durar&a más de un mes.
unca más se supo de *l. 8n d&a, el @orregidor fue llamado con gran urgencia de la cicer&a donde estaba bebiendo. 8nos indios, al venir de 0apacar& ab&an visto dos delgadas trenzas de cabellos, de9adas al aire por el desielo. 7e organizó una partida de carabineros mineros. 6ubo que volar con dinamita el ielo de los alrededores. )a maestr&a de los mineros en el mane9o del e2plosivo, permitió descubrir intactos los dos peque3os cuerpecillos. Juanito ten&a todav&a nerviosamente su9eta en sus brazos a la Maruca. 6elados como estaban, era dif&cil separarlos se resolvió de9arlos 9untos. @uando la partida volvió al campamento, las mu9eres de los mineros, que no lloran nunca, apretaron a sus i9os, temerosas, contra su seno rompieron en llanto. 'l entierro fue incluso el administrador de la mina. 0ambi*n fue mi padre. Mi madre no quiso que fu*ramos nosotros que ten&amos cuatro seis a3os quedamos en casa, pegados a ella, sin comprender por qu* l loraba.