MATERIA MATERIA (049): (049): Psicoanáli sis Freud - Cátedra: I TEÓRICO: 4 FECHA: 26 de abril de 2006 PROFES PROFESOR: OR: Osvald o Delgado La próxima semana vamos a trabajar los textos correspondientes al Teórico 5 que abordan el primer ordenamiento metapsicológico freudiano. Me han llegado consultas respecto de lo “independiente” de la hipótesis auxiliar de Freud. La primera cuestión que tienen que hacer es un trabajo sistemático sobre el texto. En principio tener en cuenta que es una hipótesis. Freud se encuentra con un problema que denomina fuerza constante, fuente independiente de desprendimiento de displacer. Encuentra que hay un elemento que perturba el equilibrio psíquico, un exceso en el aparato. Recuerden que en ese momento de su obra, piensa que el aparato psíquico está regulado por el principio que tiende al equilibrio. Sin embargo, encuentra como fenómeno clínico una cantidad que quiebra el equilibrio del aparato y la respuesta del aparato a eso perturbante es lo que formula a partir del concepto de defensa. Aquí Freud lo llama fuerza constante, fuente independiente de desprendimiento de displacer. Aún no tiene formulado el concepto de pulsión porque todavía tiene el estatuto de una noción. Cuando lo formule en tanto concepto fundamental del psicoanálisis, va a resumir y subsumir en sí lo que viene trabajando con esto nombres: monto de afecto, fuerza constante, fuente independiente, etcétera. Como decíamos la clase anterior, todo el aparato es una respuesta a esa cantidad perturbante que queda articulada, en principio, en la época que estamos trabajando, a la sexualidad infantil, con los acontecimientos traumáticos. Ahora no es sólo que el aparato psíquico responde al ingreso de la cantidad, a lo perturbante de esa cantidad, hay que decir ya que se trata de la constitución misma del sujeto para el psicoanálisis, que en verdad el aparato psíquico es un efecto para dar respuesta de esa cantidad. No es que hay una defensa primaria anterior a esa fuerza perturbante, a esa fuerza constante: es esa fuerza constante lo que da razón de ser y de existir a la defensa como tal. Hay que esperar textos más avanzados, incluso se va a introducir algo de esto en el próximo teórico respecto al ordenamiento metapsicológico. metapsicológico. Estamos afirmando una cuestión muy importante: el inconsciente mismo es un efecto, una respuesta a lo perturbante. Hay una representación que es intolerable para el yo, que entra en contradicción con el yo. Es una representación que entra en conexión asociativa con la marca que dejó el suceso traumático –ahora lo vamos a ver en “Sobre la psicoterapia de la histeria”. En el punto en que es inconciliable para los intereses del yo, la defensa realiza la operación de separar el representante psíquico del monto de afecto con el que está cargada esa representación. Ese monto de afecto toma el cuerpo en la histeria – 1
conversión histérica–, carga otros representantes psíquicos en la neurosis obsesiva, o queda puesto fuera de la cadena atribuyéndole el reproche a otro en el campo de la paranoia. El punto es que la operación de la defensa respecto a una representación que es intolerable crea, produce lo que Freud llama “grupo psíquico separado” que es el anticipo del concepto de inconsciente. Son representaciones debilitadas en su significatividad porque al operar la defensa y separar quedan debilitadas. Con esto vamos a ir a un texto central. Lo que haré hoy es explicarles con la mayor claridad posible las cuestiones que están en este texto respecto de la fuente independiente de desprendimiento de displacer. Hay un texto mío que figura como bibliografía optativa: La subversión freudiana y sus consecuencias en el que está trabajada la hipótesis auxiliar que hoy voy a citar. Trataré de trasmitirles cómo leer “Sobre la psicoterapia de la histeria”, porque si no se genera un salto entre lo que se está desarrollando y el encuentro de ustedes con el texto como tal. Es un texto que anticipa una cuestión fundamental para toda la obra freudiana: el concepto de represión y de resistencia. Es el obstáculo de esta época nombrado como resistencia, como represión. Tendrá también un futuro central en la conceptualización freudiana, tan central como el concepto de pulsión. Estoy tomando la referencia de Amorrortu e iremos situando qué concepto se prepara, qué impasse hay, qué contradicción teórica y todo lo que Freud va anticipando y desplegando a partir de este texto. La primera cuestión. Al comienzo de “Sobre la psicoterapia de la histeria” Freud se refiere a lo que trabajó en “Las neuropsicosis...” y específicamente en el “Manuscrito K” como la fórmula canónica para la producción de las neuropsicosis de defensa. Entonces dice: “Descubrimos, en efecto, al comienzo para nuestra máxima sorpresa, que los síntomas histéricos singulares desaparecían enseguida y sin retornar cuando se conseguía despertar con plena luminosidad el recuerdo del proceso ocasionador, convocando al mismo tiempo el afecto acompañante, y cuando luego el enfermo describía ese proceso de la manera más detallada posible y expresaba en palabras el afecto”. (p.263)
En ese párrafo tenemos dos cosas. Una, es cómo se produce la curación: es por el recuerdo del suceso y en la medida que se recuerda el suceso la puesta en palabras tramita, elabora ese exceso que quedo en el aparato. O sea que ese exceso, esa cantidad que había quedado estrangulada en su decurso en la medida en que el sujeto recuerda el suceso traumático pierde intensidad y se recupera el equilibrio del aparato. Esta es la fórmula. Con todos los impasses, la fórmula que tiene hasta el momento es esa.
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Puesta en palabras de un recuerdo que podemos sostener hoy. Cuando un sujeto llega a consulta en un estado de desborde de angustia o de terror, la puesta en palabras de su padecimiento produce un efecto terapéutico. Muchas veces alguien viene muy mal y al mes piensa que ese analista es maravilloso porque ahora está fantástico. Es extraordinario y en realidad lo que es extraordinario es el dispositivo que permite que esa puesta en palabras de lo perturbante produzca un efecto de alivio del padecimiento. Vamos a ver el salto que se produce en el texto que estamos trabajando. Segunda cuestión. Dice Freud: “Cancela la acción eficiente de la representación originariamente no abreaccionada, –permite la descarga, la elaboración psíquica– porque permite a su afecto estrangulado –interrumpido– el decurso a través del decir, y la lleva hasta su rectificación asociativa al introducirla en la conciencia normal –aquello separado, el grupo psíquico separado para entrar en contradicción con los intereses del yo, el trabajo mediante el recuerdo y la puesta por el decir. La palabra va a permitir reintroducirla en la conciencia normal– (en estado de hipnosis ligera) o al cancelarla por sugestión médica, como ocurre en el sonambulismo con amnesia”. (p.263)
Hasta acá la fórmula y el método terapéutico es así de sencillo. El problema con el que se encuentra –que es el núcleo del texto– es que ese recordar primero no esta facilitado. Incluso Freud cambia aquí el método sugestivo de la presión en la frente porque encuentra que hay una resistencia en recordar. Algo se resiste a la labor terapéutica. Freud formulará que esa resistencia a la labor terapéutica a recordar el suceso traumático que se presenta en el dispositivo, es la misma fuerza que produjo la dimensión traumática. Eso con lo que se encuentra en el dispositivo, algo que frena, que le dice que no al intento de recuerdo, dirá que esa resistencia que encontramos en la labor terapéutica para que el sujeto recuerde, esta fuerza contraria, es la misma fuerza que produjo el síntoma. Esa misma represión que produjo el síntoma –recuerden que en la medida que hay represión hay retorno de lo reprimido–, esa fuerza represiva se presenta como resistencia al trabajo terapéutico, se trata de la misma cuestión. Este es el núcleo del texto. Pero hay otras cuestiones problemáticas. Una, es que muchas veces por el trabajo se da a conocer al sujeto la conexión que había quedado cortada entre dos representaciones, restableciendo el ordenamiento de la cadena asociativa y ese recuerdo no produce ninguna modificación. Ahí aparece otro problema. Ya no es tan sencillo que recuerde o se establezcan los nexos y eso enseguida produce el efecto terapéutico. Puede no ocurrir nada. Ese ensanchamiento de saber puede no tener ningún efecto y ahí tenemos varios problemas y cuestiones centrales. Hay anticipaciones en este texto de problemas clínicos como la reacción terapéutica negativa, problemas respecto al valor de la interpretación y anticipo de un texto de los finales de la vida de Freud “Construcciones en el análisis”. Pero ya aquí están anticipadas cuestiones fundamentales. 3
Volvamos al texto. En la página 265 se encuentran con que la etiología de las neurosis tiene que ver con factores sexuales de la infancia. Esto se mantenerdrá a lo largo de la obra de Freud e implica el desplazamiento de sexualidad igual a genitalidad, fundamentalmente, con el trabajo que realizará Freud en un texto “Tres ensayos de teoría sexual” (1905), en el que la sexualidad no coincide con genitalidad. Podemos decir, la sexualidad tiene que ver con la genitalidad pero no toda la sexualidad es genitalidad, es más, es mucho más basta la cuestión de la sexualidad que la cuestión de la genitalidad. Pero tenemos aquí una afirmación importante que también se sostendrá en toda la obra: que la dimensión etiológica está en la infancia y tiene que ver con la sexualidad. La infancia, para Freud no es ningún lugar de inocencia ni beatitud, ni seres angelicales. Así como es el período de constitución del sujeto también es el periodo de las experimentaciones sexuales más variadas por parte del sujeto. Freud separa nuevamente las neuropsicosis de defensa de la neurastenia y de la neurosis de angustia. Algo que ya hemos trabajado: la ubicación de la neurosis de angustia como modo de padecimiento por ausencia de mecanismo psíquico. O sea no hay operación de la defensa, no hay represión, no hay retorno de lo reprimido. Recuerden que Freud lo llamaba una energía sexual orgánica que no se articula a la cadena de los representantes psíquicos. La neurosis de angustia no se produce por efecto de la defensa respecto a un representante psíquico sino por ausencia, por la no articulación de esa cantidad con los representantes psíquicos; por eso neurosis de angustia. Ahí tenemos otra cuestión fundamental que ubica en la página 267: en las neurosis de defensa encontramos lo que se llama fórmula mixta. Tanto en la neurosis obsesiva como en la histeria, encontramos también junto a ellas neurosis de angustia. Se refiere a que en las neurosis tenemos todas las perturbaciones inherentes a la problemática de los representantes psíquicos pero siempre algo de esa fuerza constante no pasa a los representantes psíquicos, no todo se articula con los representantes psíquicos. Esta cuestión que aquí ubica como neurosis de angustia, como algo que sucede a algunos, que se presenta en fórmula mixta, es un intento de ir ordenando algo que también trabajará después: es propio del aparato psíquico que no toda la cantidad pase a los representantes psíquicos y esto será algo propio de la constitución del sujeto mismo para el psicoanálisis. Por un lado, está el sujeto dividido entre inconsciente y conciente pero, además, está dividido, afectado por una cantidad que no ingresa al representante psíquico, no se articula. Es un tema fundamental que por el momento dejamos así. Hay que esperar hasta “Pulsiones y destinos de pulsión” (1915), los diferentes destinos de la pulsión, el último ordenamiento metapsicológico, la resistencia del ello. Hay que esperar otras referencias conceptuales para situar qué quiere decir que el sujeto en psicoanálisis se constituye no sólo por esa división inconsciente-consciente sino, además, porque hay algo que nunca 4
pasa ni pasará al representante psíquico. Qué hacer con esa cantidad es un problema para el psicoanálisis no sólo en la época freudiana sino también en la actualidad.
Alumna: ¿Por qué en la neurosis de angustia no hay ese mecanismo? Profesor: Por el momento es algo que se encuentra en la clínica, que no se trata de que esa energía sexual aparezca como monto de afecto ligado al representante psíquico y por lo tanto es una representación intolerable sino que no se anuda, no se engancha con representantes psíquicos, es una energía sexual proveniente del organismo, podemos decir, proveniente del cuerpo pero que no es exactamente el cuerpo orgánico. Una cantidad que no se articula, no se anuda con la cadena de representantes psíquicos. Está la posibilidad de que se articule y allí tenemos o neurosis obsesiva, o histeria o paranoia, etcétera. Y está la problemática de cuando esa cantidad no se articula, no aparece enganchada a ningún representante psíquico, el sujeto no puede historizar nada de eso porque no hay representante psíquico que nombre un recuerdo. Hablábamos de suceso traumático, del núcleo patógeno. Freud produce un movimiento dice que hay que situar que se conoce...: “(...) este carácter rector en la etiología de las neurosis: que su génesis –de las neurosis– las más de las veces está sobredeterminada ”. (p.270)
¿Qué quiere decir? Que no proviene de un sólo lugar, de un sólo núcleo patógeno, no hay una determinación directa. Comienza a complejizarse la cuestión. El síntoma es el resultado de una sobredeterminación de varios núcleos patógenos. No hay un núcleo patógeno y en forma directa un síntoma, como una determinación uno a uno. Hay sobredeterminación. Esto es importante porque se anticipa lo que se llamará la arborización del síntoma. Hay un elemento importante en la misma página que se refiere a lo que llama psicosis histérica. Les quiero decir –para que no se confundan– que no hay psicosis histérica. Hay histeria o psicosis. La histeria en una neurosis pero Freud en este momento está construyendo sus conceptos. Sí podemos decir como él lo hace: hay en la histeria una forma particular diferente a la psicosis, pero hay en la histeria un avasallamiento del yo. El yo queda avasallado por el núcleo patógeno y esto dará cuenta de particularidades de la histeria muy importantes. Hay histeria o psicosis y en el medio de ambas hay algo que también es una neurosis que se llamará luego locura histérica. La locura histérica no es una psicosis es una neurosis histérica pero con algo “en más” que simplemente la producción de síntoma. Hay algo en la histeria que se presenta como locura histérica. Algo que excede la formación de síntomas. Es neurosis pero veremos más adelante la importancia de lo que sitúa aquí acerca del avasallamiento del yo también en la histeria, aunque no sea el mismo que en la psicosis.
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En la página 271 ubica, en principio, la sede de la Defensa. De dónde parte la defensa: en el yo pero ¿qué es el yo en esta época? En el mismo texto hacia el final hay una gran contradicción porque el yo sede de la defensa, la defensa parte del yo, dice: “sin embargo debe tomarse muy en cuenta que quizás en una histeria aguda la eliminación de los productos de la enfermedad uno por uno ejerza un influjo curativo el prestar apoyo al yo normal empeñado en la defensa, y precaverlo del avasallamiento de la caída en la psicosis, acaso en la confusión definitiva, etcétera”. El punto es que, por el momento, es la sede de la defensa. Veremos al final que no es tan así porque el núcleo patógeno infiltra el yo y el yo deja de ser una sede al servicio del equilibrio que cuando aparece una representación intolerable produce la defensa para reprimir, sino que el yo mismo –este supuesto garante del equilibrio–, esta totalmente infiltrado por el núcleo patógeno. En el yo mismo hay algo patógeno entonces ¿cómo podría ser el garante de la defensa? Ya no es un lugar desprovisto de todo elemento patológico, guardián del equilibrio del aparato psíquico, él mismo esta infiltrado por el núcleo patógeno, y partes de ese yo tan honorable han sido creadas por efectos del núcleo patógeno. Volvamos al texto, Freud dice: “Como se desprende del mecanismo de la histeria monosintomática, un nuevo síntoma histérico se forma con la máxima facilidad por efecto de arrastre y por analogía con uno preexistente; el lugar ya abatido una vez –es decir ya resuelto el problema terapéutico– constituye un punto débil que lo será también la vez siguiente; –y ahí dice lo fundamental– el grupo psíquico antaño escindido –ese antecedente del concepto de inconsciente ya que los representantes psíquicos no están disponibles al yo, no son conscientes– desempeña el papel del cristal provocador del cual surge con la mayor facilidad una cristalización que de otro modo no sobrevendría.” (p.271)
Ese grupo psíquico separado, ese inconsciente ya constituido va a funcionar como un lugar cristalizador. Es muy importante porque anticipa lo que vamos a trabajar a partir del próximo teórico: la diferencia entre represión primaria y represión secundaria. Hay algo inconsciente que funciona como lugar de atracción, es decir que algo se produce como reprimido por una doble tensón de fuerzas. Algo que entra en contradicción con los intereses y los ideales del yo le dice no pasarás. Desde el inconsciente constituido mismo hay una fuerza que atrae a ese representante o sea, algo se va a constituir como inconsciente secundariamente por esa doble fuerza, desde el yo que le dice no, no pasarás de este modo y una fuerza que tiende a atraerlo desde el inconsciente. ¿Qué quiere decir? Que si pasa desfiguradamente siempre que hay represión hay retorno de lo reprimido. Quiere decir que algo, un deseo, un recuerdo que insiste ligado a un núcleo patógeno etcétera aparecerá en la conciencia desfiguradamente. Se expresará pero disfrazadamente, como si dijera: sin disfraz no podés pasar, sólo podés pasar disfrazado, desfigurado. Entonces se va a expresar, se va a realizar pero desfiguradamente, lo que hay en juego como deseo y como modo de satisfacción se expresará desfiguradamente. 6
En la página 273 está el esbozo de algo que también ocupará un lugar central en la etapa media del desarrollo de la obra freudiana, respecto al problema de la transferencia. Dice: “(...) en estos, digo, difícilmente se pueda evitar que la relación personal con el médico se adelante hasta el primer plano de manera abusiva, al menos durante algún tiempo; y aun parece que esa injerencia del médico fuera la condición bajo la cual, únicamente, se puede solucionar el problema.” (p.273)
En el mismo trabajo terapéutico lo que llama relación personal con el médico y al final de este mismo texto lo trabaja diciendo que el analista es un representante psíquico para un falso enlace. Cuando algo displacentero va a emerger para el sujeto, se presentifica que el sujeto piensa en el analista. Hay un ejemplo allí de una mujer que algo que le ocurría era que cuando estaba hablando con un hombre le surgía el deseo de que ese hombre en medio de la conversación tenga una actitud atrevida y la bese; tenia ese deseo reprimido. Antes de que surja como recuerdo lo que le ocurre a la paciente es que hablando con Freud tiene ese deseo: que Freud interrumpa lo que ahí está ocurriendo en el trabajo terapéutico y la bese osadamente. Freud dice claramente que nunca se trata de nosotros. En realidad nunca se trata de nosotros no sólo en el consultorio afuera también. Siempre somos un representante psíquico cualquiera para un falso enlace, lamento comunicarlo. Pero es bueno que lo sepan, es el modo en que aparece el recuerdo, jugándose de plano en el dispositivo analítico mismo, la persona del analista, ese recuerdo aparece así. Freud utiliza un término importantísimo que va a aparecer en “Recordar, repetir y reelaborar” (1914) y en “Más allá del principio de placer” (1920) que es compulsión. El ya lo había mencionado, dice que por una compulsión a asociar en vez de que aparezca el relato como recuerdo surge jugándose en el vinculo con el médico. Es el modo en que esto se presenta, anticipa un término muy importante: “agieren”, actuar. Es muy importante este anticipo en el que ubica no asociar sino compulsión a asociar, o sea que hay una diferencia entre el asociar y el recordar, el traer algo como recuerdo y actuarlo. Eso se juega en el terreno del vinculo terapéutico y lo llamará compulsión a asociar. Lo marco porque ya verán de qué se trata la compulsión, pero es importante que vean que hay una diferencia: no lo llama asociar, lo llama compulsión asociativa. Esa compulsión asociativa implica que no aparezca el recuerdo primero sino que aparezca jugándose en el terreno del dispositivo. Pasando por el terreno del dispositivo aparecerá el recuerdo. Primero tiene que pasar por esa vía y no es porque esté mal conducido el tratamiento, al revés porque esta bien conducido. Ya veremos respecto de la transferencia, fundamentalmente la transferencia negativa. Tanto la transferencia hostil como la transferencia amorosa o erótica son transferencia negativa, ahí hay un anticipo. Más adelante dice: 7
“Tales experiencias –experiencias del recordar, experiencia clínica– me dejaron la impresión de que un mero esforzar {Drängen} podía hacer salir a la luz las serie de representaciones patógenas cuya presencia era indudable, y como ese esforzar costaba empeños y me sugería la interpretación de tener que yo superar una resistencia, traspuse sin más ese estado de cosas a la teoría según la cuál –y escribe con letra cursiva– mediante mi trabajo psíquico yo tenia que superar en el paciente una fuerza que contrariaba el devenir-consciente (recordar) las representaciones patógenas . Una inteligencia nueva pareció abrírseme cuando se me ocurrió que esa podría ser la misma fuerza psíquica que cooperó en la génesis del síntoma histérico y en aquel momento impidió el devenir-conciente de la representación patógena”. (p.275)
O sea que se encuentra con que es la misma fuerza resistencial y se le formula que es esa misma fuerza la causante del problema y ahí una vez ubicado que el núcleo del texto, aparece una gran contradicción, una gran pregunta. Dice: “Y averigüé un carácter general de tales representaciones –estas inconciliables ¿cuál era el problema?– todas ellas eran de naturaleza penosa, aptas para provocar los afectos de la vergüenza, el reproche, el dolor psíquico, la sensación de un menoscabo: eran todas ellas de tal índole que a uno le gustaría no haberlas vivenciado, preferiría olvidarlas.” (p.275-6)
Entonces, se reprimen porque tienen ese valor o significado que generaría vergüenza, reproche, dolor psíquico, menoscabo, sentirme mala persona, sentirme devaluado, etcétera; seria por el significado que pueden tener estas represtaciones que me harían avergonzarme. Es decir por estos significados que al reprimirlas se vuelven patógenas por estos significados. Pero Freud avanza un paso más y hace correr la cuestión de que sea exactamente por el significado y dice: “Cuando yo me empeñaba en dirigir la atención hacia ella, sentía como resistencia a la misma fuerza que en la génesis del síntoma se había mostrado como repulsión.” (p.276)
Ya esta la idea del inconsciente como una cadena. Una articulación otra razón, una articulación de representantes psíquicos, el inconsciente como una cadena. Lo va a contradecir en el mismo texto, pero vamos despacio. Continúa: “Y la cadena parecía cerrada siempre que yo pudiera tornar verosímil que la representación se había vuelto patógena justamente a consecuencia de la expulsión {Ausstossung} y represión {Verdrängung, esfuerzo de desalojo}.” (p.276)
O sea que un recuerdo, un significado, no es patógeno en sí; algo se vuelve patógeno. ¿Qué quiere decir patógeno? Capacidad eficiente de generar síntoma sólo porque es reprimido, o sea, no es por el significado, es eficiente para causar un síntoma sólo porque está reprimido; al dejar de estar reprimido pierde la capacidad eficiente para generar síntoma. 8
Entonces, un síntoma se produce no por el significado como tal de la representación sino porque esa representación ha sido reprimida, la fuerza eficiente para generar el síntoma es porque fue reprimida al entrar en contradicción con los ideales del yo; y una vez que deja de estar reprimido pierde su capacidad formadora de síntoma. Y esto es importante, nunca hasta ese momento se había sido dicho de manera tan rigurosidad a lo largo de toda la obra freudiana ni en el psicoanálisis, dice: “Por lo tanto, el no saber de los histéricos –histéricos, obsesivos, fobias; las neurosis ya no para la psicosis–, era en verdad un... no querer saber, más o menos consciente, y la tarea del terapeuta consistía en superar esa resistencia de asociación mediante el trabajo psíquico.” (p.276)
Ese no saber por qué era el síntoma, recuerdo, asociación, en verdad es un no querer saber. Las neurosis son eso: un no querer saber. Ya veremos hacia donde irá apuntando esto. Pero es absolutamente central la cuestión del no querer saber. En el mismo texto, más adelante, Freud dirá que ganamos mucho cuando logramos que el paciente tome una actitud activa frente a su tratamiento y él mismo pase a estar interesado en querer descubrir aquellas cosas de su historia que han generado los síntomas; que el sujeto tome una actitud activa del querer saber. Fíjense que decir que las neurosis son un no querer saber, es un giro absoluto; porque adquiere importancia el poner al trabajo por parte del sujeto –gracias al dispositivo analítico– el querer saber. Ese que enfermó por no querer saber se ponga a trabajar queriendo saber. Es un giro absoluto en la posición del sujeto y es una resolución de la neurosis en tanto que la neurosis es no querer saber. Querer saber no sólo es una cuestión de pasar de una posición pasiva a una activa. Si la neurosis misma es no querer saber que alguien se ponga a querer saber ya implica una posición, un giro en 180 grados en la posición de ese sujeto. Pero en algunos casos el síntoma no desaparece. No se trata por lo tanto de un ensanchamiento de la conciencia, porque que se recuerde, que se reestablezcan las conexiones sería una ganancia en el campo del saber: algo que estaba inconsciente pasa a ser consciente; y esto que en algunos casos produce un efecto terapéutico, en otros casos ese saber adquirido no produce ningún cambio. Quiere decir que el saber que está en juego, es un saber distinto al que se puede obtener leyendo un texto, no es un saber igual conocimiento; se trata de otra categoría del saber, es de otra índole ese saber. Justamente un deseo universal de los obsesivos en el análisis es querer reducir el inconsciente a la conciencia. Vienen para que no haya nada inconsciente, ensanchar la conciencia así pueden tener un control absoluto sobre el inconsciente y jamás pueda acontecerles nada que los sorprenda, los descoloque y tener lapsus, acto fallido. Es una pretensión de tener un control sobre el inconsciente, esto es una aspiración obsesiva. El psicoanálisis no está en la línea de esa aspiración obsesiva, no es un ensanchamiento del 9
saber como conocimiento ni para el control ni para el dominio. El psicoanálisis no le da a alguien un saber para vivir prevenido y tener un control anticipado de los sucesos contingentes de la existencia humana, como si se pudiera hacer una especie de psicoanálisis preventivo. Entonces: “ya sé, ya tengo un control y dominio anticipado de todo lo que me ocurra”; eso no tiene nada que ver con el psicoanálisis. Es la dimensión de la contingencia, del encuentro inesperado, es la vida misma. Un psicoanálisis lo que tiene que lograr es que alguien registre que está vivo y que pueda ser feliz por estar vivo, no sólo vivo orgánicamente. La neurosis también es no tener registro de que se está vivo, eso es la neurosis. Continuamos con el texto: “En otros casos, aún, mediante la presión de la mano se evoca un recuerdo que es consabido en sí mismo para el enfermo, pero cuya aparición le causa asombro porque ha olvidado su vínculo con la representación de partida.” (p.278)
Y al final de la página siguiente está el gran párrafo, un anticipo del texto “Construcciones en el análisis” (1937) texto muy posterior. El sujeto no recuerda pero la construcción que realiza con el analista de los sucesos lo llevan a poder aceptar que eso ocurrió aunque no tenga el recuerdo. Hay algo que no retorna como recuerdo, entonces es un problema, y ahí lo que se realiza es lo que Freud llamará construcción. Construcción es tomar una serie de articulaciones de representantes psíquicos y, aunque algo no aparezca como recuerdo, la lógica de ese encadenamiento da cuenta de que eso aconteció de tal o cual modo. En la página 293 aparecerá el desarrollo de lo que llamará la triple estratificación de los ordenamientos de la resistencia. Ubica tres estratificaciones, ya que se pregunta la diferencia entre la labor del paciente y la del analista, respecto de ir hacia los núcleos patógenos y hacia los recuerdos de estos núcleos patógenos. Dirá que el paciente se encarga de la resistencia longitudinal, vía la asociación libre y el analista se encarga de lo que llamar resistencia radial, o sea hacia el núcleo patógeno. En el núcleo patógeno estaría la cadena de representantes psíquicos asociados por contigüidad, por una relación temporal, por contemporaneidad temporal por significaciones etcétera, en resonancia unas con otras. El paciente en la asociación libre se ocupa de eso. El analista se ocupa de lo que llama la resistencia radial que es una intervención hacia el núcleo; como si ubicamos un carozo y hacemos varias circunferencias alrededor. El paciente se ocupa de las circunferencias y el analista opera desde la última circunferencia hacia el núcleo. Es un movimiento y allí nos encontramos con un problema: en la medida en que nos acercamos a uno de los núcleos patógenos, cuanto más cerca estamos mayor resistencia hay. Cuando nos vamos acercando a “descubrir” por el mismo texto –y valen las comillas–, a descubrir y recordar el núcleo patógeno hay un acrecentamiento del sufrimiento, del padecimiento del sujeto. O sea que la labor analítica amenaza con “descubrir” el elemento 10
reprimido, cuanto más se acerca por esa amenaza. El tratamiento analítico es una amenaza respecto al no querer saber, amenaza la posición del no querer saber, el analista hace un forzamiento, ya que el neurótico no quiere saber y su enfermedad es no quiero saber. El trabajo del analista es un forzamiento de esa naturalidad del no querer saber y en la medida en que se acerca al núcleo patógeno más resistencia e incremento del padecimiento. Esto dará lugar a una cuestión clínica importantísima que se llamará reacción terapéutica negativa. Es justamente cuando nos acercamos al núcleo mismo del trabajo para liberar al sujeto de ese padecimiento que lo trajo al análisis, el sujeto en lugar de querer quitarse ese padecimiento lo más rápido posible, lo defiende y lo cuida como su tesoro mas valioso; aquello que es su padecimiento y por lo cual vino, cuando está a punto de perderlo por la labor analítica lo defiende para asegurárselo como su joya más preciosa. Esta es la gran paradoja que necesitará de otro concepto para poder explicarse. ¿Por qué entre comillas “descubrir”? Porque Freud se pregunta –esto anticipa el ordenamiento metapsicológico que veremos la próxima–, en el último párrafo de la página 304: “(...) acepta él mismo –el paciente– que tuvo que haber pensado esto y aquello, , suele agregar: ‘Pero no puedo recordar que lo haya pensado’. En tal caso es fácil entenderse con él: eran pensamientos inconscientes”. Ahora bien, ¿cómo debe uno registrar ese estado de cosas en sus intuiciones psicológicas? ¿Hay que pasar por alto ese discernimiento rehusado del enfermo, que no tiene motivo alguno puesto que el trabajo ya acabó? ¿Se debe suponer que se trata realmente de pensamientos nunca producidos, y para los cuáles existía una mera posibilidad de existencia, de suerte que la terapia consistiría en la consumación de un acto psíquico interceptado entonces? Es evidentemente imposible enunciar algo sobre esto, o sea, sobre el estado del material patógeno antes del análisis.” (p.304-5)
Acá les digo a ustedes, les digo también a los docentes presentes, que anoten este párrafo. Si no terminan de entenderlo que se lo lleven a los docentes de Seminarios y de Prácticos para que les expliquen bien esto. Porque el inconsciente ¿es algo que esta ahí y que hay que ir a “descubrir”, vestido como un detective? La huella que ya está ahí ¿es un ya está ahí que voy a “descubrir”? ¿O es algo que se produce en el dispositivo? ¿Cuál es el estado de los representantes psíquicos llamados inconscientes antes de la labor analítica? Hay un problema metapsicológico central: ¿es algo que está y me dedico a “descubrir”? ¿O el inconsciente psicoanalítico mismo, el inconsciente freudiano se produce en el dispositivo? Freud siempre bascula entre estas dos cuestiones: algo que está ahí a “descubrir” y a llenar las lagunas del recuerdo, y algo que no esta ahí como algo que está sino que es un efecto del dispositivo analítico mismo. Quiere decir como dice en esa línea: “(...) de suerte que la terapia consistiría en la consumación de un acto psíquico interceptado entonces? Es evidentemente (...).”
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Es algo que se produce gracias al dispositivo. Entonces, hay todo un problema ¿cuál es el estado de esos representantes psíquicos antes del dispositivo analítico? Esto aparecerá ligado al tema de la transferencia: el analista como obstáculo externo, la compulsión a asociar y el falso enlace. Quiero que quede claro, cuando se refiere al analista como obstáculo externo, que dice el analista es un representante psíquico como cualquier otro que sirve al falso enlace, al desplazamiento; hay ahí dos cuestiones. El analista en una línea es un representante psíquico cualquiera al servicio del falso enlace, al desplazamiento en la línea de la transferencia respecto de cómo se transfiere la carga de un representante psíquico a otro. Es un representante psíquico. Pero no sólo eso, el lugar del analista también entra en juego como aquello en el aparato psíquico que no es representante psíquico. ¿Recuerdan que decía que estamos divididos entre conciente-inconsciente, pero que el aparato psíquico es más que la diferencia conciente inconsciente? Hay algo más que es llamado de varias maneras, y que aparece muy temprano en la obra de Freud con la compulsión a asociar y en el hacer pasar ciertos núcleos patógenos no como un recuerdo que aparece en la asociación sino jugado en el dispositivo analítico con la persona del analista. Entonces, son dos caras: una el analista es un representante psíquico que permite desplazamiento y monto de afecto y de un representante psíquico a otro, entonces es las ganas de que Freud la bese a la muchacha osadamente; Freud es uno más de la serie de los hombres que quería que la avancen. El analista también viene al lugar de aquello que no es representante psíquico en el aparato, eso da cuenta de eso otro en el aparato psíquico. Y termina este texto con una frase maravillosa: “Repetidas veces he tenido que escuchar de mis enfermos, tras prometerles yo curación o alivio mediante una cura catártica, esta objeción: ‘Usted mismo lo dice; es probable que mi sufrimiento se entrame con las condiciones y peripecias de mi vida; usted nada puede cambiar en ellas, y entonces, ¿de qué modo pretende socorrerme?’. A ello he podido responder: ‘No dudo de que al destino le resultaría por fuerza más fácil que a mi librarlo de su padecer. Pero usted se convencerá de que es grande la ganancia si conseguimos mudar su miseria histérica en infortunio ordinario. Con una vida anímica restablecida usted podrá defenderse mejor de este último.”
Efectivamente, el análisis puede curar esa miseria neurótica pero no las vicisitudes de la vida diaria: que se muera un ser querido, que tenga un accidente, etcétera. El análisis no garantiza absolutamente si permite la resolución de esta llamada miseria neurótica para que el sujeto pueda situarse ante las contingencias de la vida en una posición distinta. Hasta el miércoles que viene.
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Bibliografía citada Delgado, O., La subversión freudiana y sus consecuencias, Buenos Aires: JVE ediciones, 2005. Freud, S. (1893-95), “Sobre la psicoterapia de la histeria” (Freud), en: “Estudios sobre la histeria” (Breuer y Freud) (1893-95), apartado IV, en: Obras completas, tomo II, Buenos Aires: Amorrortu editores -------------- (1894), “Las neuropsicosis de defensa (Ensayo de una teoría psicológica de la histeria adquirida, de muchas fobias y representaciones obsesivas, y de ciertas psicosis alucinatorias)”, en: Obras completas, tomo III, Buenos Aires: Amorrortu editores. -------------- (1896), “Manuscrito K. Las neurosis de defensa. (Un cuento de Navidad)”, en: Obras completas, tomo I, Buenos Aires: Amorrortu editores. -------------- (1905), “Tres ensayos de teoría sexual”, en: Obras completas, tomo VII, Buenos Aires: Amorrortu editores. -------------- (1914), “Recordar, repetir y reelaborar”, en: Obras completas, tomo XII, Buenos Aires: Amorrortu editores. -------------- (1915), “Pulsiones y destinos de pulsión”, en: Obras completas, tomo XIV, Buenos Aires: Amorrortu editores. -------------- (1920), “Más allá del principio de placer”, en: Obras completas, tomo XVIII, Buenos Aires: Amorrortu editores. -------------- (1937), “Construcciones en el análisis”, en: Obras completas, tomo XXIII, Buenos Aires: Amorrortu editores.
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