lección 9
21 al 28 de mayo
Un tizón arrebatado
del fuego «Como puedes ver, ver, ya te he liberado de tu culpa, cul pa, y ahora voy a vestirte con ropas espléndidas». Zacarías 3: 4
sábado Colosenses 3: 12
Introducción
21 de mayo
Mostrando a Jesús
Desempeñarme como estudiante misionera me hizo cambiar de opinión respecto a algunas cosas. Una de ellas es la apariencia personal. Aquí en nuestras islas, las chicas acostumbran usar faldas y camisetas; aunque de vez en cuando encontramos a alguna en shorts, tratando de llamar la atención en un afán libertario.
Como cristianos, necesitamos representar a Cristo en todo lo que somos, hacemos y decimos. ¿Por qué piensas que la forma en que vestimos puede influir en nuestro comportamiento? Porque a menudo utilizamos nuestra vestimenta como un medio de expresión. Entonces, como cristianos, ¿cómo debemos vestir? El texto clave para esta semana dice: «Como puedes ver, ya te he liberado de tu culpa, y ahora voy a vestirte con ropas espléndidas» (Zac. 3: 4). Al aceptar el maravilloso don de la salvación, Dios nos viste con su justicia. Él nos quita la ropa vieja y raída del pecado, y nos coloca los vestidos esplendorosos, limpios, de su justicia, con el fin de que reflejemos su carácter ante los demás. Romanos 13: 14 nos dice: «Más bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa». ¿Cómo es realmente esta vestimenta? ¿Acaso es una tela literal que nos ponemos en el momento que decidimos seguir a Cristo? «Por lo tanto, como escogidos de Dios, santos y amados, revístanse de afecto entrañable y de bondad, humildad, amabilidad y paciencia». (Col. 3: 12). Como cristianos, necesitamos representar a Cristo en todo lo que somos, hacemos y decimos. Por tanto, cuando nos vestimos con sus preciosos atavíos, nos estamos revistiendo de sus virtudes. Al desarrollar dichas características aquí en la tierra, mediante la ayuda del Espíritu Santo, nos estamos preparando para la segunda venida de Cristo. «Se pone sobre los tentados y probados, pero fieles, hijos de Dios, el manto sin mancha de la justicia de Cristo. El remanente despreciado queda vestido de gloriosos atavíos, que nunca han de ser ya contaminados por las corrupciones del mundo».1 En la lección de esta semana, estudiaremos la forma en que la guerra en el cielo ha afectado nuestras vidas. Elena G. de White escribió: «Cuando Satanás trata de cubrir al pueblo de Dios con negrura y arruinarlo, Cristo se interpone». 2 Ahora, demos un vistazo a la lección, e investiguemos cómo la gran controversia nos afecta, y en qué consiste el manto de la justicia de Cristo. ______________ 1. Profetas y reyes, p. 395. 2. Palabras de vida del gran Maestro, p. 134.
Emily Lynes, Hendersonville, Carolina del Norte
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domingo 22 de mayo
Total perfección, aquí y ahora
Logos
Éxodo 3: 1-14; Zacarías 1: 1-4; Juan 14: 15; Efesios 2: 8-10; Apocalipsis 12: 10
Las ropas apropiadas para la ocasión (Éxo. 3: 1-14) Todos saben cómo ataviarse para ocasiones especiales. El objetivo es «verse en forma deslumbrante, preciosa». La gente ha sabido hacerlo desde los tiempos de Cinderela hasta la ceremonia de los premios Oscar. Cuando Moisés se encontró por primera vez con Dios, el Señor estaba vestido de fuego, y por alguna razón no se consumía el arbusto donde se ocultaba (Éxo. 3: 2, 3). Dios había seleccionado cuidadosamente su atavío, porque si utilizaba algo que no protegiera a Moisés este sería consumido. Moisés tenía puestas sus sandalias, y esto no era apropiado. Los serafines utilizan sus alas como velos, una actitud correcta en la presencia de Dios (Isa. 6: 2), pero Moisés no podía saber eso. Sí sabía que cuando Adán y Eva pecaron intentaron cu brirse con hojas (Gén. 3: 7). Ellos fueron expulsados del huerto, y para que no entraran Dios colocó «querubines y una espada de fuego» en la puerta (Gén. 3: 24). Dios descendió del cielo a una zarza, en aquel caso no era apropiado el uso de sandalias. Dios no se había aparecido en un carro de fuego. Había viajado desde el cielo para visitar a Moisés. Al hacerlo, tampoco obligó a Moisés a nada. Dios había seleccionado a un hombre para que lo ayudara a liberar a toda una nación de escla vos (Éxo 3: 3). En aquella escena se nos presenta por primera vez la expresión «Yo soy». Cuando Dios llamó a Moisés, este le respondió «aquí estoy»; pero notemos que eso es después que Dios lo llama dos veces por su nombre. Aquel fue un encuentro muy personal e íntimo entre Dios y un hombre. Cuando el hombre pide la contraseña para su parte en el plan de salvación, Dios le dice: «Yo soy» (vers. 6). Él es el único en todo el uni verso que se puede definir o presentar de esa forma: él es «desde los tiempos antiguos, hasta los tiempos postreros» (Sal. 90: 2). Él podía haber dicho: «Yo soy justo. Yo soy misericordioso. Yo soy amor». Pero lo que dijo fue: «YO SOY EL QUE SOY». Y este Dios eterno es quien viene a nuestro encuentro en la actualidad. Más ropas para la ocasión (Luc. 15: 17-19) Es importante que nos vistamos apropiadamente para encuentros como el mencionado anteriormente. Cuando el hijo pródigo volvió a su padre, pensaba mucho en sí mismo: «Yo pereceré aquí. Yo me levantaré. Yo he pecado. Yo no soy merecedor» (Luc. 15: 17-19). Después que se puso en camino: «Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó» (vers. 20). El padre lo besó, aun cuando el hijo vestía de harapos, lo único que poseía. Era suficiente. Pero no era lo adecuado. No para aquella ocasión. «Pero el padre ordenó a sus siervos: «¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies» (vers. 22). Luego vino la fiesta, más especial aún que las ceremonias para los premios Oscar. 88
¡Qué te parece! Una estrella de Hollywood supuestamente dijo: «El problema con la gratificación personal es que por lo general no se logra con la rapidez deseada». Dios nos ofrece algo mucho mejor que los placeres personales al momento. Dios ofrece una salvación instantánea. Jesús le dijo al ladrón en la cruz: «hoy» (aquí y ahora), eres salvo. En apariencia, ambos estaban desprovistos de esperanzas. Pero el ladrón se volvió a Jesús, y quien le contesta al ladrón, y de repente se lleva a cabo la salvación de aquel (Luc. 23: 39-43).
Las buenas obras no nos salvan aunque son parte del plan de salvación. ¿Y nuestras ropas? (Efe. 2: 8-10) Para quienes no somos ladrones que cuelgan de una la cruz, surge la interrogante respecto a lo que debemos hacer luego de ese momento de fe y gracia (Efe. 2: 8). ¿Con qué zapatos vamos a calzarnos de aquí en adelante? Ellos representan las «buenas obras que Dios nos ha ordenado realizar» (vers. 10). Las buenas obras no nos salvan aunque son parte del plan de salvación. Son la consecuencia de haber sido salvados. Al igual que Moisés, quien rescató a toda una nación, debemos realizar actos que encajen en el plan de salvación divino (Rom. 8: 28.) Esas buenas obras no constituyen tanto un deber, sino que son una esperanza. Nos dirigimos al Dios que descendió a nosotros. Después que nos encaminamos a él, nos calzamos para caminar por la senda de las buenas obras mediante el poder de su Santo Espíritu. A su vez, él nos concede a cada uno un manto de justicia que es absolutamente perfecto. Sin importar lo que lleves puesto en ese momento, el Dios que se hizo humano se encuentra contigo cara a cara. Él se acerca a pasos rápidos, con un manto lavado en su sangre, para así blanquearlo. Un manto especial para ti. Aquí y ahora. PARA COMENTAR
1. ¿Qué aspectos de tu vida interior deseas proteger, y por qué? Si fueras a entregárselos a Dios, ¿qué te daría él a cambio, y por qué? 2. Si le preguntaras a Dios qué parte debes desempeñar en el plan de salvación, ¿qué tu crees que te contestaría?
Phillip Whidden, Beijing, China
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lunes
23 de mayo
Testimonio
Nuestro gran mediador
Apocalipsis 12: 10
«En el Apocalipsis, se le declara [a Satanás] ser “el acusador de nuestros hermanos”, “el cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche” (Apoc. 12: 10). La controversia se repite acerca de cada alma rescatada del poder del mal, y cuyo nombre se registra en el libro de la vida del Cordero. Nunca se recibe a alguno de la familia de Satanás en la familia de Dios sin que ello excite la resuelta resistencia del maligno […] Induce a los hombres al escepticismo, haciéndoles perder la confianza en Dios y sepa-
«Cristo imparte a los hombres atributos de Dios». rarse de su amor; los induce a violar su ley, luego los reclama como cautivo suyos y disputa el derecho de Cristo a arrebatárselos. Sabe que aquellos que buscan a Dios fervientemente para alcanzar perdón y paz, los obtendrán; por lo tanto les recuerda sus pecados para desanimarlos […]». 1 «La ley requiere justicia, una vida justa, un carácter perfecto; y esto no lo tenía el hombre para darlo. No puede satisfacer los requerimientos de la santa ley de Dios. Pero Cristo, viniendo a la tierra como hombre, vivió una vida santa y desarrolló un carácter perfecto. Ofrece estos como don gratuito a todos los que quieran recibirlos. Su vida reemplaza la vida de los hombres. Así tienen remisión de los pecados pasados, por la paciencia de Dios. Más que esto, Cristo imparte a los hombres atributos de Dios. Edifica el carácter humano a la semejanza del carácter divino y produce una hermosa obra espiritualmente fuerte y bella. Así la misma justicia de la ley se cumple en el que cree en Cristo. Dios puede ser “justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús (Rom. 3: 26)».2 «Por su vida y su muerte, Cristo demostró que la justicia de Dios no destruye su misericordia, que el pecado podía ser perdonado, y que la ley es justa y puede ser obedecida perfectamente. Las acusaciones de Satanás fueron refutadas. Dios había dado al hombre evidencia inequívoca de su amor». 3 PARA COMENTAR
1. Si tus pecados pasados están afectando tu relación con Dios, medita en los textos anteriores pidiéndole a Cristo que te ayude a aceptar su perdón y su vida. 2. ¿Cómo puedes mostrar tu aprecio por lo que Cristo hace a favor tuyo? ______________ 1. La fe por la cual vivo, p. 326. 2. El Deseado de todas las gentes, p. 723. 3. Ibíd., p. 724.
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Michael Juan J. Díaz, Ebeye, Islas Marshall
martes Evidencia Éxodo 3: 2-14; Zacarías 1: 1-4
24 de mayo
El vestido como símbolo de pecado y de justicia
En Éxodo 3: 5 vemos a Dios reuniéndose con Moisés para darle instrucciones respecto a la salida de los israelitas de Egipto. Pero antes de que Moisés se acerque, Dios le dice que se quite sus sandalias. En el Medio Oriente, se considera irreverente que alguien entre a un lugar sagrado con los zapatos puestos. 1 Aquel mandato le hizo saber a Moisés que era Dios quien le hablaba. Las instrucciones de Dios «iban de acuerdo con las costumbres conocidas por Moisés, ya que los sacerdotes egipcios se quitaban los zapatos en sus templos así como lo hacen en los países
Dios está dispuesto a vestirnos con la justicia de Cristo si lo invitamos a que more en nuestros corazones. orientales. Esto equivale a nuestra costumbre de quitarnos el sombrero. Pero la idea oriental no es precisamente la misma que en el occidente. Para nosotros, quitarnos el sombrero, es una expresión de reverencia por el lugar adonde entramos, o más bien a quien se adora allí. Quitarse los zapatos es una declaración de indignidad personal, o de estar consciente de que no merecemos estar en la presencia de una santidad inmaculada».2 Zacarías 3: 1-4, nos presenta un cuadro muy realista, respecto a nuestro problema con el pecado y la forma en que la gracia de Dios, ofrecida a través de Jesucristo, borra nuestra iniquidad. Aquella visión le fue dada a Zacarías con el fin de mostrarle el poder que Cristo tiene sobre el diablo, nuestro acusador. Las ropas inmundas simbolizan «la mancha del pecado», mientras que quitarle a alguien las mismas significa la remisión del pecado y la restauración al favor divino. Los vestidos nuevos representan la justicia imputada de Cristo. El turbante limpio (vers. 4) colocado en la cabeza de Josué significa que sus transgresiones habían sido perdonadas y que estaba capacitado para desempeñar su sagrado oficio. 3 Al leer y estudiar estos versículos en los libros de Éxodo y Zacarías, podemos imaginarnos acudiendo ante Dios, mostrándole nuestro respeto reverente y deseando que él nos limpie de nuestro pecado. Podemos imaginarlo quitándonos las vestiduras sucias de pecado, y vistiéndonos con la justicia de Cristo. Luego, como Moisés estaremos capacitados para realizar la obra de Cristo. Él podrá enviarnos a contarle al mundo, mediante palabras y hechos, respecto a su gran amor redentor y gracia. Dios está dispuesto a vestirnos con la justicia de Cristo si lo invitamos a que more en nuestros corazones. ______________ 1. Ver comentario sobre Éxodo 3 en: Comentario bíblico adventista, t. 1. 2. Jamieson-Fausset-Brown, Comentario exegético y explicativo de la Biblia. 3. Ver comentario sobre Zacarías 3 en: Comentario bíblico adventista, t. 4.
Arvin Jumao-as, Ebeye, Islas Marshall
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miércoles 25 de mayo
Cómo actuar
Ropas nuevas; nueva vida
Juan 14: 15
Una vez que hemos aceptado el manto de justicia de Cristo, ¿en qué forma debemos vivir? Cuando Dios derrama su amor sobre nosotros, ya no estamos en libertad de hacer lo que nos venga en ganas. Más bien, al obedecerlo, debemos mostrar que nuestra nueva vestimenta proviene del mejor Diseñador. Lee 1 Juan 5: 3. Aprende mos a obedecer cuando hacemos lo siguiente: Actuando como niños (Mat. 18: 3). ¿Qué hay en eso de actuar como niños, que nos ayuda a obedecer a Dios? La verdad es la confianza y la obediencia de un niño son una muestra de los rasgos de carácter que son altamente apreciados en el reino
Creer en Dios no es un mero asentimiento intelectual. de los cielos. Notemos que Jesús habla de niños pequeños, que no conocen aun los pecados relacionados a dudar y desobedecer.* Esa es exactamente la forma en que como adultos debemos actuar en nuestra relación con Cristo. Creyendo (1 Juan 3: 23). Creer en Dios no es un mero asentimiento intelectual. Creer también implica que actuemos respecto a sus mandatos. Quienes no guardan sus mandamientos, con la ayuda del Espíritu Santo, no creen realmente en él. Haciendo un esfuerzo (Mat. 22: 37). Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, pareciera que pecamos sin hacer esfuerzo alguno. Por tanto, debemos hacer un esfuerzo adicional para obedecer sus mandamientos. En Mateo 22: 37 se nos explica que debemos amar a Dios con todo nuestro corazón, alma y mente. Aunque también debemos recordar que esto es únicamente posible si invitamos al Santo Espíritu de Dios a que more en nuestro corazón. Ceder (Mat. 16: 25). En Mateo 16: 25 Jesús se refiere a entregarnos, o rendirnos. Entregarle todo aspecto de nuestras vidas es lo que se nos pide, con el fin de que eliminemos cualquier rastro de dudas. El apóstol Pablo escribió: «Imítenme a mí, como yo imito a Cristo» (1 Cor. 11: 1). En vez de condenar la ley, Pablo nos dice que ««la ley es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno» (Rom. 7: 12). Él se gozaba en la ley de Dios (ver Romanos 7: 22), Diciendo que: «lo que importa es cumplir los mandatos de Dios» (1 Cor. 7: 19). PARA COMENTAR
1. Piensa en los casos en que creías que el amor de Dios no te alcanzaba. ¿Acaso era porque no hacías nada de lo anterior¿ 2. ¿Por qué los mandamientos de Dios no aparecen como un conjunto de reglas? ¿Qué es lo que son en realidad? ______________ *Ver comentario sobre Mateo 18, en: Comentario bíblico adventista, t. 5.
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Justice Love C. Francisco-Díaz, Ebeye, Islas Marshall
jueves Éxodo 3: 2-14; Zacarías 3: 1-4
Opinión
26 de mayo
El don de Dios
Mediante la lección de esta semana hemos aprendidos cómo y por qué Dios nos quita nuestras sucias vestiduras de pecado y las reemplaza con su blanco y puro manto de justicia. Los textos que hemos estudiado explican cómo es posible que podamos librarnos del vestido de pecado, aceptando el manto de justicia de Dios. Esos textos también nos han ayudado a entender cuán horrible es el pecado y nuestra culpa. Creo que Dios siempre ha deseado que este descarriado mundo nuestro lo conozca. Él desea desvanecer el temor, la desconfianza y la incomprensión que nos han separado de nuestro amante Padre. Él anhela ansiosamente que llegue el día cuando
En el juicio seremos justificados por nuestra fe en el don de Jesús. su familia se reúna con él de nuevo. Nuestro Dios siempre ha tenido un plan para darse a conocer a su pueblo. Él no se podía presentar personalmente, con toda su gloria divina, ante los ojos de gente pecadora. Por tanto, decidió darse a conocer a tra vés de su mensajero. Un día Dios formuló un gran plan. En lugar de hacerse representar mediante individuos, lo haría utilizando todo un grupo de personas; un pueblo o nación escogida. ¿Qué grandioso! Habría toda una nación viviendo en paz, y en el gozo y la salud que se recibe al seguir las instrucciones divinas. Sería una nación tan diferente, tan destacada y tan fuerte que el mundo entero se vería obligado a reconocerla. Dicha nación podría demostrarle al mundo lo maravilloso que es vivir siendo fieles al único y verdadero Dios. Sería un pueblo con una misión: dar a conocer a Dios. ¡Qué plan tan maravilloso!* Los que participen de la victoria serán aquellos que hayan aceptado la justicia de Cristo (Efe. 2: 8-10). Su blanco más elevado es conocerlo mediante una amistad profunda y personal, permeada por su amor, confianza, lealtad y obediencia (Juan 14: 15). Sus actos de bondad y amor contribuirán a dar a conocer el carácter amoroso de Dios. Creemos que ellos poseen una fe genuina. Por esa razón, en el juicio seremos justificados por nuestra fe en el don de Jesús, al mismo tiempo que se evalúan nuestras obras. PARA COMENTAR
1. ¿Qué actos de bondad menciona la Biblia específicamente? En el mundo actual, ¿se necesitan aun dichos actos? ¿Por qué?, o ¿por qué no? 2. ¿Qué otros actos de bondad, no mencionados en la Biblia, pudieran necesitarse en el mundo actual? ______________ *Ver: God Is the Victor, p. 71. Stewart Van Loriezo, Bacolod, Filipinas
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viernes 28 de mayo
Exploración
Un diseñador muy original
2 Corintios 5: 17
PARA CONCLUIR
En la visión de Zacarías 3, Dios no tan solo cubre las vestimentas inmundas de Josué. Satanás, listo para acusar a Josué por sus pecados, habría aprovechado indiscutiblemente esa oportunidad. Pero en lugar de ello, Dios despojó a Josué de sus vestimentas sucias y lo viste con un atuendo limpio. Limpio y también hermoso; algo único. ¡Imagínate, ser vestido por el mismo Dios! Dios reemplaza nuestra pobre vestimenta desprovista de calidad, por una legítima. No lo hace únicamente para cubrir nuestra naturaleza pecaminosa, sino que realiza un cambio completo gracias a una nueva creación. CONSIDERA
• Seleccionar y usar una prenda de vestir que de algún modo simbolice tu relación con Dios. • Reparar algún objeto dañado. ¿En qué sentido esto último refleja lo que Cristo hace por ti? • Investigar respecto a las vestimentas utilizadas en Israel durante el dominio de los babilonios. ¿Qué tipos de tejidos y técnicas de confección se utilizaban? Utiliza la siguiente página de Internet para tu investigación: www.keyway.ca o www.womeninthe bible.net. • Aplicarle un valor numérico a los símbolos mencionados en una de las visiones de Zacarías, con el fin de establecer una ecuación matemática que refleje el simbolismo encontrado en la presente lección. • Parafrasear una de las visiones de Zacarías 1-3, utilizando conceptos de la actualidad como iPods, Starbucks, celulares, y otros, para sustituir las imágenes simbólicas utilizadas en la Biblia. ¿Cómo pueden las frases cotidianas ser utilizadas para expresar conceptos más abarcantes? • Crear algo nuevo, utilizando materiales viejos o desechados. • Disfrutar de una fogata junto a un grupo de amigos. Cuando el fuego comience a extinguirse, hacer que cada uno retire un pedazo de madera ardiente, utilizando unas tenazas. Discute lo que significa ser un «tizón», sacado del fuego por Dios (Zac. 3: 2). PARA CONECTAR
Ethel Barrett, Chronicles of Mansoul: A John Bunyan Classic, cap. 15 (GL Regal Books); Max Lucado, Lo hizo por ti; cap. 8, (Caribe, 2003).
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Luan Miller, College Place, Washington