TRADICIÓN ORAL Y SINCRETISMO RELIGIOSO EN GUACAMAYAL
Autoría de Andrés Felipe Bolaño González. Jackeline Janeth García Peñaranda.
Directora Alba Lucía Bustamante Hernández.
Universidad Sergio Arboleda Escuela de Comunicación Social y Periodismo Mayo 13 del 2010 Santa Marta
Introducción El presente trabajo de grado, denominado Estudio de la Tradición Oral y Recolección de los Principales Mitos y Leyendas en el corregimiento de Guacamayal del municipio de la Zona Bananera en el Departamento del Magdalena intenta ser una compilación escrita de los diferentes mitos y leyendas que se han conservado de generación en generación a través de la historia de los habitantes de éste corregimiento. Para este fin se estudió la forma cómo la oralidad ha tenido una gran importancia en el desarrollo cultural de los pueblos, gracias a la influencia del lenguaje en el comportamiento de los individuos. Se debe a que este ha sido esencial para la transmisión de los legados culturales, por lo que si sus distintas manifestaciones no se registran, pueden llegar a perder reconocimiento en la sociedad. Así, es de gran valor la transcripción de los mitos y las leyendas de Guacamayal, para que sus habitantes y la sociedad en general los conozcan y las identifiquen como manifestaciones propias de la región. Este aspecto se indagó en torno a la obra Cultura Escrita y Oralidad de los compiladores David R. Olson y Nancy Torrance, para entender cómo se puede lograr el proceso de lo oral a lo escrito; es decir, cómo la oralidad puede llegar a ser escrita para la conservación y transmisión de los legados. La obra ayudó a entender el proceso de la escritura como un mecanismo para su conservación. Esta investigación tuvo como principal fin el recolectar los mitos y leyendas que se han dado en Guacamayal (Magdalena) y que perduran desde la época de los ancestros. Para tal fin, se buscó que los habitantes relataran los mitos de acuerdo con las diferentes versiones que existen. Por lo cual, la investigación también señala la diferencia entre el mito y la leyenda. Una de las intenciones de los investigadores fue conocer el proceso de transmisión oral entre los habitantes del corregimiento. Ésta se pudo establecer mediante la interacción con la población en estudio, la cual manifestó sus mitos, leyendas, tabúes y creencias. 1
Introducción El presente trabajo de grado, denominado Estudio de la Tradición Oral y Recolección de los Principales Mitos y Leyendas en el corregimiento de Guacamayal del municipio de la Zona Bananera en el Departamento del Magdalena intenta ser una compilación escrita de los diferentes mitos y leyendas que se han conservado de generación en generación a través de la historia de los habitantes de éste corregimiento. Para este fin se estudió la forma cómo la oralidad ha tenido una gran importancia en el desarrollo cultural de los pueblos, gracias a la influencia del lenguaje en el comportamiento de los individuos. Se debe a que este ha sido esencial para la transmisión de los legados culturales, por lo que si sus distintas manifestaciones no se registran, pueden llegar a perder reconocimiento en la sociedad. Así, es de gran valor la transcripción de los mitos y las leyendas de Guacamayal, para que sus habitantes y la sociedad en general los conozcan y las identifiquen como manifestaciones propias de la región. Este aspecto se indagó en torno a la obra Cultura Escrita y Oralidad de los compiladores David R. Olson y Nancy Torrance, para entender cómo se puede lograr el proceso de lo oral a lo escrito; es decir, cómo la oralidad puede llegar a ser escrita para la conservación y transmisión de los legados. La obra ayudó a entender el proceso de la escritura como un mecanismo para su conservación. Esta investigación tuvo como principal fin el recolectar los mitos y leyendas que se han dado en Guacamayal (Magdalena) y que perduran desde la época de los ancestros. Para tal fin, se buscó que los habitantes relataran los mitos de acuerdo con las diferentes versiones que existen. Por lo cual, la investigación también señala la diferencia entre el mito y la leyenda. Una de las intenciones de los investigadores fue conocer el proceso de transmisión oral entre los habitantes del corregimiento. Ésta se pudo establecer mediante la interacción con la población en estudio, la cual manifestó sus mitos, leyendas, tabúes y creencias. 1
Jostein Gaarden (1992), en su libro El Mundo de Sofía habla de la importancia que tiene para la sociedad el reconocer los mitos y leyendas, pues en ellos se explica de forma fantasiosa el origen cultural de los pueblos afirmando que “Por todo el mundo ha surgido, en el transcurso de los milenios, una enorme flora de explicaciones míticas a las cuestiones filosóficas” (p. 26) Es así como a lo largo de la historia de la humanidad el mito ha tratado de explicar el origen de los rasgos culturales de los pueblos. En esto radica su importancia y funcionalidad, lo cual motiva a conocerlos y recopilarlos para descubrir e identificar lo rico de las leyendas fantásticas de la región Caribe colombiana. Ante esto, identificando a Guacamayal como un corregimiento del municipio de La Zona Bananera en el departamento del Magdalena, ubicado en la costa norte colombiana, es importante reafianzar su cultura, reconociendo su historia mitológica y las leyendas que se han venido dando a lo largo de su desarrollo histórico bajo el concepto de sus creencias populares. Pese a la existencia de las historias fantasiosas en el Corregimiento, de estas tradiciones es poco lo que se conoce en la región Caribe y por ende en el departamento del Magdalena, lo cual ha llevado a una pérdida de la identidad y de las tradiciones culturales y ancestrales entre los habitantes del Municipio. Debido a esto el lector encontrará a continuación una recopilación de las tradiciones orales, que permitirá reconocer e identificar los rasgos y las manifestaciones del pueblo. De esta forma destacamos cómo ha sido la tradición oral que entre los habitantes de Guacamayal se ha dado y cuya evolución ha venido extinguiéndose. Ante esta problemática fue fundamental preguntarse ¿Cuáles son las principales creencias entre mitos y leyendas que identifican los habitantes del corregimiento de Guacamayal (Magdalena) como propios? La recolección de las narraciones populares sobre mitos, leyendas y creencias que han permanecido a través de los años o que han aparecido en los últimos tiempos en Guacamayal, son el elemento fundamental en el presente trabajo y se han registrado teniendo en cuenta las manifestaciones de la religiosidad popular. 2
Como frutos de la recolección se lograron identificar los mitos y leyendas propias y/o copiadas de las manifestaciones de otros pueblos de la región, factor que nos llevó a describir el proceso de transmisión de los mitos y leyendas del corregimiento relatando el impacto social de éstos en los habitantes de Guacamayal (Magdalena). Para la contextualización de esta investigación se realizó un estudio sistemático de bibliografía relacionada con los procesos de tradición oral, que se han venido desarrollando en el mundo, como es el caso del Oriente con Sister Nivedita y Ananda Coomaraswamy(2004) y su obra Mitos y leyendas hindúes y budistas; en Occidente traemos a colación a Fernando Savater (2004) y la décima edición de su obra Las preguntas de la vida. Carlos Millares (1983) con Los historiadores antiguos del compendio de la Historia Universal de la Literatura; con los cuales se pretende fortalecer la metodología en cuanto a la recolección y redacción aplicada en esta indagación. En el proceso de relacionar las mitologías y leyendas, se tomaron compendios con historias del Lejano Oriente como El Ramayana, El Mahabharata y Buda, pasando por Europa citando a Felicidad Martínez Pais (2006) con su publicación Mitología de hoy: los medios de comunicación, un reto para los docentes como nuestro punto de referencia en cuanto a la transmisión de procesos orales; llegando a Latinoamérica referenciando a Jostein Gaarder (1992) con El mundo de Sofía, e incursionando en Colombia y la región Caribe. Otros de los compiladores fueron: Javier Ocampo López (1998) (2004), con sus obras Leyendas populares colombianas y Tesoros legendarios y del mundo; María del Carmen Rodríguez Matos (2001) con La religión como elemento de identidad latinoamericana ; Carlos Fernández Collado (2001) con La comunicación humana en el mundo contemporáneo, entre otros. En el primer capítulo se encuentra un breve resumen de lo que se podría denominar “el paso del mito a la razón”, apoyado en los pensamientos de los autores Jostein Gaarder y Fernando Savater; en donde si bien se deja entrever que la mitología está presente desde el inicio de los pueblos, ésta es reemplazada en el momento en que el
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hombre busca una explicación racional de los hechos, en otras palabras, cuando aparece la filosofía en el desarrollo del hombre. En este sentido, tomando la investigación de Martínez Pais, podemos afirmar que la mitología del mundo contemporáneo es utilizada para beneficio de las diferentes corrientes políticas e ideológicas; lo que ha llevado a una pérdida global de la intención primitiva del mito y la fábula. En el primer capítulo se retoman cuentos tales como El Ramayana, El Mahabharata de Nivedita & Coomaraswamy (2004), que son mitos y leyendas pertenecientes al Asia Mayor y Menor; por otro lado, Javier Ocampo (2004), narra historias fabulosas de América Hispana con la Leyenda del Dorado, la del Venado de Oro, la de Xeque Popón y la Leyenda de Taykú. Por su parte, Rodríguez Matos (2001), expone que la naturaleza del hombre hispano siempre ha sido y será la de buscar respuestas a sus múltiples interrogantes en un Dios, tal como lo ha hecho desde sus orígenes primitivos, aferrado a un sincretismo religioso que le hará buscar en un ser supremo su razón natural. Es de suma importancia recalcar el valor que tiene para la sociedad dejar escrita su historia, por eso se realizó un segundo capítulo en el cual se señalan los datos singulares de la historia de Guacamayal, Magdalena, como un corregimiento lleno de tradición y manifestaciones culturales míticas, donde aún hoy, a pesar de los avances de la tecnología, se sigue dando espacio a las manifestaciones culturales a través de la tradición oral. En este sentido se presenta la compilación de David Olson y Nancy Torrance (1991) Cultura escrita y oralidad , para estudiar la forma en la que una cultura de lo oral pueda ser pasada a lo escrito. Esto gracias al apoyo de autores como Clemencia Angel, Claire BlancheBenveniste, Teun Van Dijk, Carlos Fernández, Alexander Halliday, José Luis Martínez y Fernando Savater, como soporte teórico que logra materializar el propósito de escribir las principales manifestaciones orales de los habitantes. En el segundo capítulo el lector logrará contextualizarse en torno al desarrollo histórico del corregimiento de Guacamayal, su geografía y 4
cultura, comprendiendo las definiciones de leguaje propio y la oralidad, expuestas en este proyecto y definidas gracias al aporte de la bibliografía consultada. Para recopilación de los mitos y leyendas de Guacamayal se llevó a cabo un proceso sistemático y dedicado en el cual la metodología inductiva que se aplicó fue la base para lograr establecer el proceso de escritura de las narraciones de los pobladores. Esto se realizó gracias a la incursión de los autores en la población, en donde además se logró conocer parte de la problemática social por la que atraviesa la región. Este adentramiento fue fundamental dentro de la metodología de la investigación, pues en ella se logró caracterizar a la población y establecer los lazos afines de las distintas expresiones culturales, es decir, la penetración en la comunidad permitió, en el proceso de la investigación, establecer el punto de unión de las diferentes versiones de los mitos y leyendas para así poderlos escribir en sus rasgos más comunes. Esto trajo consigo el descubrir un punto que, dentro del proyecto previo, no era del interés de los investigadores, pero que resultó ser un punto de ebullición entre las creencias y las manifestaciones religiosas de los habitantes: La Santería. Ésta penetró con tanta fuerza en la cultura de los habitantes de Guacamayal y sus alrededores, que desplazó los viejos mitos y leyendas, perdiendo su importancia y convirtiéndose en chistes y juegos por parte de las nuevas generaciones, para posesionar la magia negra como el nuevo tabú dentro de la población, dando respuesta a ciertos hechos sobrenaturales ocurridos en la comunidad. Otros de los hallazgos fueron la pérdida de identidad, lo cual se evidencia en la creencia de las nuevas generaciones que han dejado atrás la mística de la oscuridad de los caminos de tierra, el temor por los duendes y demás apariciones que cuidan la orilla del río Sevilla y la línea del tren, reemplazándola por temas de brujería, espíritus malignos y una actitud retadora frente al misterio, olvidando el respeto por las historias y perdiendo la credibilidad de los cuentos de los ancestros. De igual forma, otro de los hallazgos fue la unión de las diferentes manifestaciones culturales y religiosas, lo que se conoce como 5
sincretismo religioso, debido a la incursión de la Santería, haciendo que los pobladores manifiesten duda o respeto frente al poder de los espíritus malignos, llegando al punto que localidades del corregimiento le celebran fiestas patronales a una de las tres potencias: el Negro Felipe, considerado como un elemento de la fusión entre las prácticas religiosas africanas y venezolanas. Esto se afianzó por la carencia de fe en un Dios todopoderoso y al transcurrir del tiempo que, debido a las precarias condiciones tecnológicas, se encontró que la representación o materialización de los mitos era llevada a cabo por un grupo de jóvenes que aprovechaban las oscuras y tenebrosas noches para asustar a la gente del pueblo que estuviera fuera de casa luego de la puesta del sol. En el último capítulo se describen algunos puntos generales que llevó consigo el proceso de oralidad en cuanto al desarrollo de las historias y el impacto en la sociedad. Se espera que el lector disfrute de este documento, que intenta reflejar los rasgos más comunes de la cultura oral del corregimiento de Guacamayal del municipio de La Zona Bananera (Magdalena, Colombia).
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1. Capítulo I PASAJES A HISTORIAS DE MITOS Y LA LEYENDAS El poder no estaba fuera de los mitos clásicos. Se encuentra en todas las mitologías, sean de la cultura que sean. Porque los mitos, al elaborar las explicaciones de una realidad no comprendida, ya fuese de la naturaleza o del ser humano y sus grupos, han hecho siempre referencia a unos poderes superiores. (Martínez-Pais, 2006, p. 4)
Investigar los mitos y leyendas de un pueblo es darle mérito a la imaginación que tiene por naturaleza el ser humano, siendo ésta la que ha llevado a la humanidad a la invención de las diferentes historias que le han dado vida y origen a la cultura, tanto en el oriente como en el occidente. Los mitos y leyendas se apoderan de la humanidad cuando, por medio de la fábula, se pretende explicar el origen del hombre y la creación del mundo de la mano de una fuerza o espíritu omnipotente. Cuento que se cree por la fe que se profesa de acuerdo con la religión que se practique, pero que a la larga es un mito que pretende responder lo inexplicable del origen de la humanidad y del mundo. Ya lo decía Gaarder (1995) en su libro El Mundo de Sofía: Las ideas mitológicas de este tipo florecían por el mundo entero antes de que los filósofos comenzaran a hurgar en ellas. También los griegos tenían su visión mítica del mundo cuando surgió la primera filosofía. Durante siglos, habían hablado de los dioses de generación en generación (p. 31) Siguiendo la idea de Gaarder, en la cultura occidental encontramos mitos como el de La caja de Pandora, que trata sobre la primera mujer creada por los dioses del Olimpo. En este mito se cuenta cómo debido a la curiosidad de Pandora por abrir una caja que le fue dada por los dioses a su esposo Epimeteo como su regalo de bodas, salieron de allí cantidades de sentimientos negativos que atormentarían a la humanidad por la eternidad, tales como la ira, la locura, la venganza del alma y miles de males más que aún no se han 7
podido destruir, dejando encerrada la esperanza en el interior de la caja; lo que simboliza que los hombres aún guardan la esperanza en el interior de su ser, pese a los múltiples males que los acechen. Esto deja entrever el mundo de la cultura helenística. Con la aparición de la filosofía, el mito deja de tener importancia y ante este fenómeno Gaarder afirma que: Alrededor del año 700 a. de C., gran parte de los mitos griegos fueron plasmados […] por Homero y Hesiodo. Con esto se creó una nueva situación. Al tener escritos los mitos se hizo posible discutirlos. Los primeros filósofos griegos criticaron la mitología de Homero sólo porque los dioses se parecían mucho a los seres humanos y porque eran igual de egoístas y de poco fiar que nosotros. Por primera vez se dijo que quizás los mitos no fueran más que imaginaciones humanas. (p. 31) De lo dicho por Gaarder hay que resaltar su afirmación referente a que el registrar los mitos da la posibilidad de darlos a conocer y que éstos sean discutidos por el hombre, generando una posición entre los habitantes respecto a sus creencias. Frente a esta realidad, la investigación en torno a mitos y leyendas se ha abarcado desde diferentes perspectivas, una de ellas es la planteada por Martínez-Pais (2006) en Mitología de hoy: los medios de comunicación, un reto para los docentes. En su investigación, Martínez-Pais dice que las leyendas hacen referencia a un conjunto de mitos que tienen como intención explicar algo. Según la autora, lo que se explicaba de forma fantasiosa en las primeras sociedades, eran las cosas que no se podían entender en el devenir constante de su desarrollo individual y colectivo: “Los cambios climáticos, los fenómenos naturales y hasta las variantes en las personalidades de los sujetos, eran fenómenos que se pretendían explicar en las comunidades primitivas, y es lo que hoy conocemos como fábula”. (p. 3). De acuerdo con los prototipos sociales que se iban creando, Martínez-Pais afirma que así iniciaba la existencia de las conductas morales y de la ética referente a la sociedad, es decir, que así se crean mitos que regulen el comportamiento de los individuos en sociedad, subyugándolos con el temor. Y es por eso que el mito es una manifestación artístico-cultural en donde se juntan las 8
expresiones de los diferentes conglomerados sociales para hacer una sola leyenda urbana que los identifique como población. Ante esto sostiene que: En resumen, los mitos son plasmación, más o menos artística o formalmente elaborada, de los arquetipos, que son así puestos a disposición de los miembros de una sociedad, siendo los mitos uno de los instrumentos de socialización más efectivos en sus distintas manifestaciones: leyendas, cuentos infantiles, romances, obras dramáticas, representaciones plásticas. (p. 4). De igual forma hace un análisis sobre lo que significó el mito para las primeras comunidades aborígenes y lo que para la sociedad actual simboliza la existencia de los mitos y leyendas en el contexto cultural, esto le da una importancia trascendental al papel que juegan los medios de comunicación en la tradición oral. Es por eso que hoy día para el proceso de transmisión, ya sea de valores, ideologías, creencias, comportamientos y demás, sigue siendo la comunicación oral el canal de transmisión más efectivo. Actualmente este proceso, que se ha dado mediante la tradición oral y la palabra escrita, se realiza a través de los llamados medios de comunicación, lo cual incluyen la prensa, la radio, la televisión, el cine, la internet y la publicidad. Martínez-Pais (2006) también señala el papel importante que juegan, en la época contemporánea, los medios masivos de comunicación, pues estos son los que en la actualidad toman el rol educativo de la familia y la sociedad, por lo tanto desplazan en muchas ocasiones a los padres, logrando así convertirse en los generadores de identidad y otorgándose un papel que antes nacían de las entrañas de los pueblos, al decir que: Además de transmitir los arquetipos de siempre […] los medios de comunicación de masas son capaces de «generar nuevos mitos». Esto no es nuevo si consideramos que muchos de los mitos de la antigüedad esconden en su origen sucesos reales que al ser transmitidos oralmente, a lo largo de generaciones, terminaron por convertirse en leyendas pobladas de sucesos maravillosos e intervenciones divinas. (p. 4).
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Ante esta realidad, la autora dice que los medios de comunicación, debido al poder que tienen de manipular las masas, los mitos y leyendas que transmiten tienen una intencionalidad y es esparcir algunas ideas políticas o sociales, antes que el propósito de mantener la cultura y los estereotipos sociales; sosteniendo que: muchas veces los mitos que son puestos en circulación a través de los medios de comunicación de masas no tienen detrás elementos arquetípicos válidos sino otro tipo de motivaciones: ideologías partidistas, políticas o económicas. Detrás de esta creación de mitos, que ya no es espontánea, la motivación que los guía, la función que se les asigna, ya no es la de transmitir valores que contribuyan al mantenimiento de una determinada sociedad, sino casi siempre una «motivación de poder». (p. 4). Este enfoque dado a la investigación relacionada con los mitos y leyendas, nos deja claro que en la actualidad los medios de comunicación y los servicios públicos han colonizado a las civilizaciones y le han enseñado a las nuevas generaciones una forma diferente de ver la vida. Muy probablemente, a consecuencia de esto, muchos pueblos han transformado el origen de su identidad socio-cultural y las raíces ancestrales.
1.1 Punto de partida del mito: Cara a cara con El Ramayana y El Buda Ante lo expuesto por Martínez-Pais, se contrapone el resultado de la investigación: Mitos y Leyendas Hindúes y Budistas de la autoría de Sister Nivedita y Ananda K. Coomaraswamy (2004), quienes hacen una recopilación de la mitología más sobresaliente de la cultura asiática como lo son las historias de El Ramayana, El Mahabharata, Krishna, El Buda y Shiva, que son algunos de los textos más importantes de la compilación realizada por estos autores. En esta recopilación de leyendas asiáticas se hace una explicación del motivo de la religión hinduista, la cual consiste en una síntesis que contiene ciertos atributos que para los occidentales son considerados míticos. Dicha religión tiene diversos fines, pero entre los principales está la adoración a la Tierra, al Sol, a la naturaleza, al 10
cielo, a la madre y al padre, como también la honra a héroes y antepasados, las oraciones para los muertos y la asociación mística de ciertas plantas y animales. En este sentido, es importante rescatar del hinduismo los poemas épicos, que así como en Grecia tuvieron su trascendental importancia con Homero y sus historias La Ilíada y La Odisea; en el lejano oriente sobresalen las historia de El Ramayana, y, el que según los autores, es el más perfecto de todas las historia, El Mahabharata. En esta recopilación de leyendas hindúes, Nivedita y Coomaraswamy hacen un paralelo afirmando que la leyenda de El Mahabharata, para los orientales, es de más o igual importancia, como para los occidentales lo es la Sagrada Biblia. El Mahabharata es un poema épico que relata principalmente el conflicto entre los hijos de dos familias, mostrando que la imaginación está llena de una fabulosa creatividad en la antigüedad. Según estos autores la historia de El Mahabharata es una representación nacional de la vida de los individuos que se convierte en la fábula más importante de esta sociedad. En este sentido afirman que: El hecho sobresaliente que debe observarse acerca del poema épico, sin embargo, es que del principio al fin su interés principal está sujeto y centrado en el carácter […] Toda la filosofía de la India está implícita en este romance, exactamente como está en la vida cotidiana. El Mahabharata constituye, y se propone constituir, una suprema apelación a la conciencia de cada generación. Mucho más que la tradición nacional, encarna la moralidad nacional. (p. 198) También hacen un paralelo entre las mitologías orientales y occidentales (los poemas épicos griegos y los poemas épicos orientales), afirmando que la gran diferencia entre éstas radica en la enseñanza que las leyendas dan sobre la moralidad y el romance de generación en generación. En este sentido, la intención predominante en las historias orientales es la búsqueda constante de la belleza ideal.
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A su vez, el libro Mitos y Leyendas Hindúes y Budistas relata los cuentos de El Buda, donde los autores intentan convencer a los lectores que la historia no es un mito, sino que, así como los hechos que en occidente se conocen de Jesucristo, El Buda está lleno de hechos históricos reales, dándole un carácter de originalidad a su relato, aunque en algunos lugares esta figura sea vista como una simple fábula. El relato de El Buda parte de la descripción de sus tentaciones y de cómo éste llego a expandir la fe, al dirigirse a Benarés para poner en marcha la rueda de la ley; lo que quiere decir, que su predicación exhortaba a poner en práctica un imperio universal de verdad y rectitud. Buda se estableció en el Parque del Ciervo cerca de Benarés y su doctrina, aunque con dificultades, llegó a ser acogida por sus discípulos. Esto deja entrever que las creencias cristianas tienen un matiz parecido a la cultura épica oriental, pues Jesucristo también fue tentado (tres veces) con el hambre, con el poderío y señorío de toda la Tierra y con creerse superior al Creador; venciendo estas tentaciones salió a anunciar el reino de Dios, en donde tuvo muchos obstáculos, que al final logró superar y fue aceptado por sus seguidores. El Ramayana, otra historia épica sobresaliente en la cultura oriental, es también relatado por Nivedita y Coomaraswamy, contando el origen histórico de esta legendaria cultura y su importancia para los orientales; relata que la historia se desarrolla con el rescate de una novia gracias a la intervención divina de los dioses, después de ser raptada y encarcelada en una isla lejana. Ésta es muy parecida a la historia contada por Homero en la Ilíada, lo que da la impresión que una pudo haber sido copia de la otra, o que a su vez, ambas fueron copiadas de alguna historia mucho más antigua que éstas, aproximadamente 1.000 años a.C. En su versión original el relato de El Ramayana quiere dar una enseñanza frente a la ética y el modo de vida de los individuos en la sociedad. Sobrepone a la familia y el respeto por la palabra dada. Con leerlo se puede entender perfectamente los principios básicos de la sociedad hindú. La existencia de los mitos y leyendas no son únicos de una cultura, sino una manifestación, ya sea artística o cultural que se da 12
en todas las sociedades y que dan origen a los legados culturales. Por otro lado, también es importante reconocer que los tesoros ocultos de los pueblos se encuentran en la riqueza que encierra la tradición oral. Esta tradición se halla gracias a la magia que tienen los mitos y leyendas transmitidos por generaciones, de ahí la importancia de recopilarlos, pues en ellos están las raíces natas de cada una de las culturas. De esta forma encontramos a Javier Ocampo López (2004), quien sorprendió con su publicación sobre los Tesoros legendarios de Colombia y el mundo. Ocampo dice que “algunos tesoros fueron escondidos en las altas montañas, otros en las colinas, los altiplanos, […] en las costas o en mar adentro, ya sea con los galeones o demás barcos hundidos” (p. 12); los cuales se han preservado a través de la historia como leyendas debido al misterio que encierran los supuestos hallazgos en cálices, custodias, vasos de oro, ciriales y ornamentos. De igual forma hace referencia a los grandes tesoros legendarios de la historia del mundo con la llegada de los conquistadores españoles a las tierras americanas, encontrando “adornos de oro, alhajas, collares, brazaletes, narigueras, utensilios domésticos e inclusive armas de los indígenas o aborígenes del nuevo mundo […] especialmente de los tesoros Incas, Aztecas, Mayas, Quimbayas y demás pueblos aborígenes” (p. 18). Ante esto se puede destacar la importancia de los tesoros a través de la historia de la humanidad, permitiendo la invención de leyendas alrededor de las riquezas escondidas para resguardarlo de la mano del hombre. Unos ejemplos de ello, citado por Ocampo son: el tesoro del rey Salomón, Creso, el rey de Libia y las primeras monedas de oro; el vellocino de oro de Jasón, el jardín de los Hespérides, donde Hércules se apoderó de las manzanas de oro; las islas de Crisé y Argino, que, según los griegos, estaban hechas unas de oro y otras de plata; el Ofris, de donde partían las flotas de Salomón con cargamento de metales preciosos; el Xipagu, donde los techos de las casas estaban cubiertos de oro y que Marco Polo buscó en el interior de la China. […] En las tradiciones se conocen las maravillas del tesoro del rey Miras; el tesoro del faraón Ramsés II, relatado por el historiador Herodoto; el tesoro de Tutankamon, y otros. 13
En Hispanoamérica, los famosos tesoros de El Dorado, la ciudad legendaria de Manoa, el tesoro del Inca, el tesoro de las Amazonas, el país de la canela y otros. (p. 26). A su vez, el autor nos narra muchas leyendas sobre los pueblos, en donde, sin proponérselo, hace un análisis sobre la variedad de la cultura universal abarcando leyendas de todos los pueblos, especialmente del Asia menor, Europa e Hispanoamérica. Toma a la Sagrada Biblia como punto de partida para señalar el interés de todos los pueblos por las riquezas, con la historia del Rey Salomón. Sigue con la historia del rey Midas y sus orejas de burro, quien todo lo que tocaba lo convertía en oro, terminando en Grecia con la leyenda de Ramsés II y la del santo Grial.
1.2 Viaje con los dioses de occidente: Grecia y Roma La literatura universal también nos presenta grandes historias legendarias del Cercano Oriente y Europa. Así aparece la compilación de Carlos Miralles (1983), catedrático de filología griega de la Universidad de Barcelona quien cita a Herodoto como el primer autor de obras literarias relacionadas con la mitología griega indicando que Herodoto narra hechos debido a la intervención humana, pero las vicisitudes del hombre le llevan a afirmaciones generales sobre las conductas de los dioses que envidian a los hombres cuando son demasiados felices y acaban confundiéndolos. […] En Herodoto es todavía la omnipresencia de lo divino: no hay, en la feliz narración herodotea –que convierte a Herodoto en más ameno, en más interesante literariamente– conflicto entre ganas de contar e interés por explicar. (p. 76) La mitología antigua no sólo se desarrolló en Grecia; Roma también presenta grandes manifestaciones culturales gracias a la tradición oral, en donde la literatura se presenta como un fuerte potencial para el desarrollo de la cultura romana. Según Miralles los romanos para preservar su historia:
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habían conservado el recuerdo de su pasado. En primer lugar, desde luego, por tradición oral, una tradición que debía recoger anécdotas de tipo moral y que podía transigir con la intención de quien narraba, además de recordar los hechos. Los hechos, por otro lado, se conservaron por escrito aunque no podamos precisar desde cuándo: los magistrados, los colegios sacerdotales y las familias nobles contaban con unos archivos, unas tablas donde se registraban los sucesos importantes año por año y de ahí el hábito de cierta historiografía romana. (p. 82) Según el mismo autor, los griegos y romanos que se dedicaban a contar las historias, de una u otra forma lo habían vivido, lo que representaba un riesgo para su credibilidad. Con esto aparece la historia de Julio César (100-44 a.C.), el gran vencedor en la guerra civil, quien narraba en tercera persona pero contado la historia de sí mismo, enseñando los hechos desde su propia óptica y dando a entender que dichos suceso sólo podrían ser como él los explicó. Lo cual demuestra que se llega a la pérdida del mito en el momento mismo en que la historia es contada por el más fuerte. Suceso que no sólo aparece en la cultura helena y romana sino que a lo largo de nuestra historia el vencedor tiene la potestad de registrar los hechos como en el caso ocurrido en la colonización de Hispano América en donde con la llegada de los españoles, las culturas aborígenes perdieron su historia, ideología y religiosidad, sometiéndose a una culturización impuesta por los colonos.
1.3 América: de los dioses a la magia negra En cuanto a Latinoamérica y Colombia, entre las investigaciones realizadas respecto a la mitología, María del Carmen Rodríguez Matos (2004) en La religión como elemento de identidad latinoamericana señala que la religión no puede ser vista únicamente desde el campo del cristianismo, en el caso de América, ya que cada cultura tiene una manifestación diferente de sus creencias hacia el ser o seres supremos. Esta autora señala que en el quehacer religioso el individuo busca identificarse con su entorno, por lo tanto: 15
produce un tipo de representación en la que el sujeto religioso recurre a lo mágico-mítico para explicar su propia existencia y la de los objetos naturales que lo rodean, llevándolos en muchos casos a convertir sus imágenes en ídolos, que luego actúan como fetiches que median todos sus actos. Este fenómeno ha sido tomado en consideración por la intelectualidad del continente, encontrando una referencia importante en la obra de poetas, ensayistas, novelistas y artistas plásticos que asumen la religión como sincretismo cultural en el que se fusionan etnias diversas y expresiones humanistas de distinta clase. (p. 12). En América Latina es muy fácil discernir esto pues los ancestros de la población americana son una mezcla entre aborígenes, africanos y occidentales, lo que lleva a unas raíces con historias mágicas. De esta forma los individuos siempre intentan volver a sus raíces para dar respuesta a el por qué o cómo de su origen. Esto ya lo decía Rodríguez (2004), cuando afirma que: la identidad religiosa latinoamericana puede asumirse como un proceso que sintetiza las diferencias existentes entre los modos y formas de producción de sentimientos y creencias religiosas, estableciendo las coordenadas que unifican esta diversidad en una estructura éticorevolucionaria que se ha dinamizado en cada etapa de la historia de la religión en el continente. En este proceso también se encuentra la lógica relación que se produce entre lo autóctono y lo foráneo, o sea, entre lo particular y lo universal, como herederos de una tradición cultural que fusiona lo propio con los valores universales, pero que también aporta a la cultura humana, a través de las tradiciones y costumbres, leyendas y mitos que han enriquecido el acervo espiritual de la humanidad. (p. 19). Así nos damos cuenta que en el proceso de identidad de los latinoamericanos siempre van a estar presentes los rasgos que sintetizan las creencias religiosas, mitológicas y fantasiosas. Esto mismo lo afirma Rodríguez, cuando plantea que:
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la cultura latinoamericana y su proceso de formación es la condicionante para que nos adentremos en el estudio de uno de sus rasgos esenciales, la religión. En el proyecto de los pueblos del hemisferio es significativo, para su realización, incorporar la religiosidad al sistema de la utopía posible, atendiendo a su contenido liberador y humanista y tomando como base la «Iglesia popular», la «Iglesia de los pobres», tal y como la definió José Martí hace más de un siglo: «¡Y son, como siempre, los humildes, los descalzos, los desamparados, los pescadores, los que se juntan frente a la inquietud hombro a hombro, y echan a volar, con sus alas de plata encendida, el Evangelio! La verdad se revela mejor a los pobres y a los que padecen. (p. 19). Estos rasgos religiosos y míticos en los americanos no se pueden dejar de lado, pues son los que marcan la cultura e identifican a los habitantes de este hemisferio; por lo tanto esto nos demuestra que las investigaciones en torno a la tradición oral de los pueblos, en lo que se refiere a los mitos y leyendas, no es nuevo, y además nos deja entre ver que son rasgos característicos esenciales en la formación y crecimiento de los pueblos latinoamericanos. Al indagar leyendas de México encontramos que en la ciudad de Guanajuato sus habitantes plasmaron sus vivencias, creencias y leyendas para que quedara registrada su cultura primitiva. Esto lo afirma Gabriel Medrano de Luna (2009) en su publicación Contemos historias de nuestros antepasados: estudio sobre leyendas de Guanajuato quien nos muestra una serie de leyendas de la mitología mexicana. Medrano (2009) da una explicación de lo que significa la leyenda en los habitantes de Guanajuato cuando cita a Gennep (1982) diciendo que: lo característico de la transmisión de las leyendas es que tanto el narrador como su audiencia creen en ellas, los temas de las leyendas son muy variados, por ejemplo, en Guanajuato son muy comunes los temas de las calles y los callejones, religiosas, fantasmas, aparecidos, tesoros y un sin fin de leyendas debido a la riqueza que posee el Estado. La leyenda se sitúa en un lugar y en una época 17
específica y los personajes por lo general son individuos determinados. (p. 4) Medrano (2009) hace una caracterización de las leyendas en la que nos resalta las particularidades tomadas por la población para la creación de sus historias fantasiosas que aún permanecen vigentes, él afirma que: Brujas y espantos: Refieren a mujeres que tienen cierto poder maligno, otras muestran a personajes que se aparecen para espantar a la gente. Apariciones: Relatan apariciones de personajes que en vida dejaron algo sin concluir y regresan como espantos para finiquitar lo que en vida dejaron pendiente, otras leyendas exponen algún personaje que se viste como fantasma para salir por las noches y asustar a la gente hasta que se descubre su verdadera persona y deja de espantar. Una de las leyendas más divulgadas sobre apariciones es la de “La llorona”, en Guanajuato también aparece este personaje manteniendo ciertos rasgos característicos: una mujer que arroja a sus hijos al agua y después se aparece por las noches cerca de los ríos en busca de sus hijos ahogados por ella misma y gritando ¡Aaaaay mis hijosss¡ ¡Dónde estarán mis hijos! (p. 4). En Veracruz (México) encontramos además entre sus rituales significativos el culto a La Santísima Muerte. Es una figura antropomorfa de un esqueleto femenino cubierto con velo de colores vivos, sombrilla y un tabaco. Su origen pagano inicia con las peticiones de sus fieles para conseguir amor, dinero, salud, bienestar o peticiones para conseguir daños a terceros. Este tipo de religiosidad popular está inclinada hacia personas de escasos recursos económicos y vinculadas con antecedentes penales. Con este tipo de manifestaciones religiosas se podría afirmar que en Latinoamérica el proceso de tradición oral de mitos y leyendas ha tomado una desviación del sincretismo hacia un proceso de santería en las distintas regiones del continente. Gracias a nuestros antepasados nuestro continente se nutre de muchas historias mitológicas que han traspasado la barrera del tiempo, llegando a convertirse en leyenda. Una muestra de esto se encuentra recopilada por María Acosta y Sergio Álvarez (2002) en 18
Cuentos y leyendas de América Latina con la leyenda azteca denominada La casa de los muertos, la cual narra que la tierra y el cielo después de ser puestos a cada uno en su lugar, los dioses aztecas se preguntaron ¿quiénes poblarían el mundo? Y fue cuando el dios del viento Quetzalcóatl fue en busca de huesos, insectos y gusanos a la casa de los muertos para crear al género humano. Allí Querzalcóatl pidió prestado unos cuantos huesos a Mictlantecuhtli, el señor de los infiernos y rey de los muertos, los cuales fueron entregados con la condición que fueran devueltos con prontitud. Pero el dios del viento planeaba llevárselos para nunca más regresarlos, pero Mictlantecuhtli al enterarse de esto mandó a cavar un hoyo en el camino para que al pasar por allí los huesos cayeran en las profundidades del infierno. Cuando esto ocurrió Querzalcóatl se sintió un perdedor y a su regreso a la tierra recogió la maleza y los desechos, con lo que creó al hombre. Descendiendo por el estrecho de Centro América, Acosta y Álvarez (2005) traen a colisión una leyenda puertorriqueña: La garita del diablo. Cuenta que para vencer el sueño los soldados cada hora gritan ¡Centinela, alerta! En una noche, el soldado de la Garita más lejana vio una indígena desafiando el equilibrio en el borde de una roca. Él pensó en gritarle que tuviera cuidado, pero antes de hacerlo la indígena lo miró fijamente a los ojos y le impactó con su belleza. La indígena galantea al soldado comparando su belleza con la flor del azahar porque su piel brilla con la luz de la luna, igual que sus flores blancas. Así pasaban días enamorando al solado hasta que un día no respondió el grito de alerta de los centinelas. Sin tener una explicación los demás soldados aseguraron que fue el diablo quien se lo llevó y desde entonces llaman a esa caseta La garita del diablo. Los anteriores autores nos presentan una versión de la leyenda de La Llorona la cual dice que: en una noche estrellada, a orillas del lago Texcoco, los sacerdotes reunidos calculaban la posición de los astros en el cielo para determinar la medida del tiempo. De repente un alarido lastimero se extendió sobre las aguas y quedó suspendido en el aire: era Cihuacoatl, la diosa madre, la protectora de la raza, que había bajado de la montaña y saliendo de las profundidades del lago venía a prevenir a su pueblo. Por el este se acercaba su figura 19
blanca y difusa, su cuerpo de mujer envuelto en un largo vestido que revoloteaba en el viento. Cihuacoatl habló: -Hijos míos, amados hijos de Anahuac, vuestra destrucción está próxima. Dentro de muy poco estaréis perdidos para siempre. ¿A dónde iréis? ¿Dónde podré llevaros para que podáis escapar del terrible destino que os espera?– Los sacerdotes consultaron sus libros sagrados y allí estaba escrito: Era el sexto presagio cumplido de los ocho augurios de los dioses, anunciando la destrucción de los aztecas. Estaba anunciada la llegada de extranjeros que vendrían por el este, trayendo penas y dolor, augurando la muerte y la desaparición de la raza. Los dioses aztecas serían humillados y sustituidos por otros dioses nuevos, más fuertes y más poderosos. […] Fue la conquista, el final del imperio azteca. Cuenta que, mucho tiempo después de la conquista, una mujer vestida de blanco, una figura como la de Cihuacoatl bajando de los montes, apareció en el silencio de la noche por el lado occidental de la plaza de la capital de Nueva España. Cruzaba calles oscuras y andenes y plazuelas con rumbo al este, repitiendo siempre el mismo desconsolado lamento: ¡Aaaaaay mis hijos aaaay aaaay mis hijos! (p. 213) Esta llorona hace referencia a los primeros habitantes de América que fueron exterminados por la colonización española; por lo cual viaja por todo el continente llorando la raza aborigen que le dio vida a las primeras civilizaciones de América. Retomando a Ocampo (2004) con su obra, notamos que “tiene como objeto estudiar sobre las leyendas de los tesoros escondidos en Colombia y su comparación con algunos tesoros legendarios de América y el mundo” (p. 13), esto mostrando varios de los erarios escondidos en todas las regiones del país. Ocampo nos enseña el tesoro de los zinúes, el de las montañas de Murucucú, el del Cerro de oro de los Tayronas, el tesoro de Morgan, el de Francis Drake y los galeones y los barcos hundidos que hacen parte de la historia del Caribe colombiano. Una leyenda muy colombiana es la de El Dorado, la cual según Ocampo (2004), impresionó mucho a los europeos al escucharla de los conquistadores en el viejo mundo, puesto que cuenta la leyenda 20
que el Cacique Guatavita, cubierto totalmente de polvo de oro, hacía los rituales religiosos desde una valsa en el centro de la laguna que lleva su mismo nombre, y que desde ahí el cacique sumergía las joyas y utensilios ofrecidos a los dioses, y después él se sumergía mientras que el resto de la comunidad indígenas hacía su oración desde la orilla. Así este autor nos concluye que: entiéndase como mito aquellas historias fabulosas, fantasiosas y mágicas que nacen con el propósito de dar respuesta a hechos captados por los sentidos que no tienen alguna explicación científica; y entiéndase como leyenda a aquellas historias que se dan en las raíces de los pueblos y que en algún punto de la narración pueden ser reales; pues la leyenda está llena de superlativos imaginarios de narración que tienen como fin último dar un mensaje ya sea de tipo social, moral, religioso, político, entre otros.
1.4 Un fetiche coronado en oro La mitología y leyendas colombianas también se hacen presentes cuando encontramos autores como Fabio Silva (2005) con la adaptación de la obra Mitos y leyendas colombianos. Él nos comenta que es normal que en medio de los campos de Colombia se cuenten historias fantasiosas, que llenan de miedo y terror a sus habitantes. Según Silva (2005) citando a Roland Barthes afirma que “las narraciones populares son tan antiguas como la humanidad y no hay pueblo que no haya inventado un sistema de narraciones que de una u otra manera expliquen y den sentido a su idiosincrasia” (p. 11), lo que demuestra que en Colombia es normal el desarrollo de los mitos en cualquiera de sus regiones, lo cual influye de manera directa en el comportamiento de los individuos. En Mitos y leyendas colombianos encontramos historias como el Patetarro, un leyenda de las zonas minera de Antioquia y Cundinamarca, aunque algunas veces se afirma haberlo visto por los lados del Chocó, cuentan los testigos que es un cuerpo descomunalmente grande y peludo que en una de sus piernas
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termina en un balde de guadua 1 el cual arrastra fuertemente al mismo tiempo que se ríe a carcajadas como sinónimo de desgracia. Cuenta el mito que en su balde el espíritu almacena una sustancia pestilente y los pobladores afirman que son sus propios excrementos, los cuales son arrojados al sembrado generando plaga en el cultivo. También encontramos la leyenda de La Llorona contada al estilo de los habitantes del altiplano cundiboyacense, una historia totalmente diferente al enfoque que se le da en la costa Caribe colombiana que se hizo música gracias a la composición de José Benito Barrios: La llorona loca que con tabaco en boca sale por aquí y por allá en una de las calles de Tamalameque (Cesar). La versión de Silva (2005) cuenta que: Sobre La Llorona hay varias versiones. Aparece en diferentes zonas del país y es el terror de muchas regiones de Tolima, Huila, Antioquia y Cundinamarca. Aunque no hace daño, sus alaridos y gemidos son escalofriantes; su cuerpo es esquelético, al igual que su cara. El porqué se la pasa llorando, se explica de muchas maneras. Unos dicen que era una joven de muy buena familia, pero que se enamoró de uno de los trabajadores de la finca de su padre; como la familia rechazaba esta relación, ellos decidieron fugarse, pero fueron descubiertos por los hombres de su padre, que mataron a su joven amante; para ese entonces la muchacha ya estaba esperando un hijo; por esa razón fue llevada de vuelta a la casa paterna, donde la encerraron. Poco después, dio a luz un niño y, para que nadie se lo quitara, la joven escapó con él en sus brazos, pero no se percató de que el niño había nacido muerto. Por eso, la mujer llora su desgracia. Los campesinos dicen que La Llorona se les aparece a los infieles y a los borrachos. Cuando un hombre sale a visitar a la mujer que no sea su esposa o su novia o cuando ha tomado mucho, se le aparece dando fuertes alaridos y lo espanta, mientras lleva en sus brazos a su hijo muerto (p. 36). En Colombia la magia de las historias no solo se observa en la fantasía de las apariciones, sino también en la maravilla del metal representativo de la riqueza. El oro para los ancestros colombianos
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simbolizaba el poder y la riqueza; razón por la cual los primeros pobladores de Colombia también le explican su origen y lo ensalzan como un dios. Según Silva (2005) el mito del origen del oro se explica contando que: Al principio, los habitantes del Pacífico vivían aburridos porque el Sol cubría casi todo su territorio. El calor era insoportable y todo era un gran desierto. –Voy a acabar con este sufrimiento– dijo un día Oro, un joven valiente, mientras preparaba su honda y embolsaba una gran cantidad de piedras. Marchó en busca de la loma más alta y cuando la encontró, se acomodó y comenzó a lanzarle piedras al Sol. Por cada piedra que lanzaba caía un pedacito de Sol, que se hundía en los ríos o en la tierra. Así permaneció durante muchos días, hasta que fue reduciendo la gran bola de fuego. Detrás de ella iban apareciendo la noche, la luna, las nubes y las estrellas. Cuando ya la gran bola quedó bastante reducida, bajó hasta su pueblo. Los habitantes agradecidos, le pusieron una corona con las piedras que habían caído del Sol. Todos decían que esas piedras eran de Oro, nombre del joven que había traído la noche y las lluvias (p. 102). Colombia es una nación con diversidad de razas, encontramos los negros, blancos, indígenas, mestizos y demás mezclas posibles entre los diferentes grupos étnicos. Silva (2005) nos trae un poco de la mitología sobre el origen de la raza narrando que: Hace mucho tiempo, los hombres no tenían colores y se confundían entre sí, pero una mujer llamada Ewandama llegó y formó una gran laguna de leche; en ella todos los hombres debían bañarse. Pero no todos quisieron hacerlo al tiempo. Los primeros que se metieron encontraron la leche muy blanca y al salir de ahí surgieron los hombres de color blanco. El segundo grupo esperó un poco, pero como la leche ya estaba un poco sucia y negruzca, los hombres que salieron de ella quedaron amarillentos, dando origen a los indios. Por último, quedó un grupo que fueron los más perezosos y no quisieron meterse rápido; como la leche ya estaba sucia por el baño de los blancos y más oscura aún por el baño de los amarillos, cuando se metieron, la leche no alcanzó sino para que se les blanquearan las palmas de las manos y de los pies, 23
quedándoles el resto del cuerpo negro gracias a todo el sol que recibieron mientras esperaban. (p. 106). En cuanto a la literatura colombiana, Ocampo López (2004) presenta las leyendas de los tesoros del Amazonas y los del Metha, o lugar donde se obtenía el oro en grandes cantidades. Fue la obsesión por llegar al Metha y a El Dorado lo que motivó al Licenciado Gonzalo Jiménez de Quesada a abrirse en expedición para conocer y descubrir las riquezas de estos lugares. Es por eso que se puede discernir que fueron las leyendas alrededor de los ornamentos de oros y demás riquezas las que motivaron los procesos de conquista de España. De esta forma podemos inferir que las leyendas convierten a América en una tentación para el viejo mundo. De igual forma encontramos leyendas que hablan del tesoro de Xeque Popón que “se convirtieron en los profetas que pronosticarían el futuro de las tierras y pueblos que entrarían en la dominación colonial europea entre los siglos XVI, XVII y XVIII” (Ocampo, 2004, p. 173), la leyenda indígena del Zipa de Bacatá la cual “fue la quimera y la utopía de los descubridores y conquistadores españoles, quienes en busca de los tesoros de los grandes caciques, atravesaban las selvas y llanuras del área septentrional de las américas”. (p. 178). A su vez da vida a las leyendas del Venado de Oro que aún muchos santafereños buscan desde los finales del siglo XVII en una cueva del cerro de Guadalupe. La leyenda del oro de Pamplona, la del Pipintá, la leyenda de María Centeno y el tesoro de Abriaquí, quien guardó en un lugar secreto de este pueblo del Urabá antioqueño el tesoro más rico que se ha podido esconder.
1.5 El mágico mundo de la cultura y la literatura Caribe Con Ocampo López (2004) distinguimos las leyendas que hacen parte del Caribe colombiano, tales como La montaña legendaria de Murucucú en donde:
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el cacique Zinuano tenía un oratorio en la gran cueva de la cúspide, que era el depósito para sus inmensos tesoros. […] Se hacían sacrificios humanos en honor a la divinidad que adoraban los sinúes. Este lugar sagrado era defendido con ímpetu y fortaleza por los indígenas sinúes, quienes no permitían la entrada a sus enemigos de las tribus circunvecinas. […] un día el cacique Misigua y cuatro amigos decidieron llegar a la cueva de la cumbre misteriosa, por un camino diferente al que siempre utilizaba el cacique Murucucú. […] cuando después de vencer toda clase de obstáculos, llegaron por fin al lugar anhelado, la montaña se estremeció, produciendo un deslizamiento que impulsó para siempre hacia la entrañas de la tierra a tan atrevidos aventureros. Desde entonces la gente se refería a esta montaña con cierto temor, aire misterioso y terrorífico (p. 273-274) De igual forma dice que los cordobeses, a través de la historia, han buscado incesablemente el tesoro del cacique Murucucú. Es por eso que el río más importante de la región lo llamaron Sinú. Dice la leyenda que cuando las personas suben a la montaña del Sinú encuentran tesoros como bolsas y hojas de oro; pero que cuando regresan, el cacique Murucucú no los dejas bajar hasta que no dejen su tesoro en el cerro; lo cual Ocampo califica como la venganza del cacique (p. 275). Es necesario reconocer en el contexto colombiano la importancia que encierra el Carnaval de Barranquilla dentro de un análisis de procesos de transmisión oral fundamentado en danzas que describen cierto tipo de leyendas y manifestaciones mitológicas en el desarrollo cultural de los pueblos de las riveras del río Magdalena. En otras de las obras de Ocampo López (1998) encontramos su publicación Leyendas populares colombianas en donde afirma que la leyenda es un género literario cultivado por notables escritores, historiadores y antropólogos que le dan sentido a esa historia mágica propia de los pueblos y las culturas primitivas. San Andrés, Providencia y Santa Catalina, más que atraer a los turistas por sus hermosas playas, encanta a aquellos aventureros que llegan hasta sus majestuosas construcciones naturales en busca de 25
misterios como en el caso del tesoro del pirata Morgan, que más que un atractivo turístico, es una cueva que encierra entre sus rocas, al estilo de lágrimas caídas, historias de piratas que dejaron sus tesoros custodiados por fantasmas bajo una maldición. Ocampo (1998) no podía dejar de lado la leyenda de la Cueva de Morgan en la que isleños, colombianos y extranjeros buscan aún con verdadera pasión un tesoro de los siglos XVI y XVII, época en la que se registran los primeros ataque de piratas y corsarios en el mar Caribe. Sir Henry Morgan, un corsario 2 que a sus 31 años se refugió en la Isla de San Andrés, logró la más grande hazaña del Caribe colombiano al entrar a Panamá y recoger el mayor tesoro en oro, plata y piedras preciosas que luego enterró en un lugar embrujado del archipiélago, junto a sus esclavos favoritos los cuales fueron decapitados por él mismo. Se dice que quién lo encuentre debe cumplir determinados pactos a media noche para no caer en la maldición de pasar el resto de la vida en una silla de ruedas con parálisis. Por otro lado el mismo autor nos presenta la historia de Francisco el Hombre, legendario de La Guajira quien según fue el primero en tocar el acordeón en la Costa norte de Colombia. Se considera el inventor del vallenato, aire musical adoptado por la región, especialmente en Valledupar (Cesar). Los más viejos afirman que Francisco el Hombre era alto, misterioso y solitario, con una irresistible atracción por las mujeres. Su acordeón lo consiguió en uno de los cajones que lanzaban los marineros a la mar. Para los caribeños cada vez que Francisco el Hombre interpretaba el acordeón salían encantos de sus notas que parecía un embrujo que transmitía un hechizo casi satánico. Debido a eso la historia comenta los duelos musicales o conocidos actualmente como “mano a mano” entre Satanás y Francisco el Hombre. Señala Ocampo López (1998) que en una noche Satanás retó en lo alto de las montañas a Francisco el Hombre a un duelo de acordeón, en el cual empezó cantándole: –“Yo vengo de tierra leja, yo soy un diablo desatao, prepárate Francisco El Hombre,
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que te tengo acorralao” (p. 331). A lo cual Francisco le responde con su acordeón: –“Muy diablo puede sé, no me tiene acorralao, por ser diablo desatao, te rezo el credo al revé” (p. 331). Seguido a estos versos el acordeonero le interpretó el Padrenuestro y el Avemaría, con lo cual se dice que Satanás desapareció de la región pero por poco tiempo. Cuenta la leyenda que una noche oscura… Satanás se presentó al acordeonista envuelto en azufre y trató de llevarlo a los infiernos. Francisco el Hombre le ofreció una botella de ron para que hiciera duelo con el acordeón. El diablo bebió con gusto hasta que se emborrachó, y no pudo contestarle el duelo con su acordeón satánico, por lo cual tomo su camino a los infiernos y nunca más regresó. Entre las leyendas del Caribe colombiano, según Silva (2005), la más conocida es la leyenda de La Patasola, él asevera que todos los contadores de leyendas afirman que el origen de esta historia tuvo que ver con una traición amorosa, pues cuentan que: una bella mujer estaba casada con un campesino muy trabajador, que se la pasaba vendiendo las cosechas de su patrón en otros pueblos. El patrón, aprovechando la ausencia del marido, le coqueteaba, y ella no era indiferente a sus piropos y regalos. Los vecinos se dieron cuenta y un buen día contaron todo al campesino. A la mañana siguiente, el labrador hizo como si saliera a vender la cosecha fuera del pueblo y esperó escondido cerca de la casa. Al anochecer, entró súbitamente y encontró a los amantes abrazados en la cama. Lleno de ira, el campesino desenvainó su machete y se arrojó sobre ellos; fue poco lo que pudo hacer el patrón, porque ahí mismo quedó tendido; en cambio, la mujer perdió una pierna de un solo machetazo y quedó allí abandonada. Desde ese día La Patasola ronda por los pueblos del Caribe vengándose de los hombres. (p. 38).
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1.6 Taykú y el caimán, las leyendas de los pueblos ribereños del Magdalena Retomando a Silva (2005) llegamos a la Leyenda del Hombre Caimán, propia de los pueblos ribereños del Magdalena como lo son Plato y Ciénaga. Registró Silva en su obra que: esta famosa historia tiene sus orígenes en Plato, pueblo del Departamento del Magdalena. Saúl Montenegro, un hombre muy enamoradizo, buscaba siempre la oportunidad de ver a las mujeres cuando se bañaban en el río Magdalena. Llegó a tanto, que un día marchó a La Guajira en busca de un brujo que finalmente le entregó dos pócimas mágicas. De regreso a Plato Saúl invitó a uno de sus amigos para probar las pócimas. Una era un líquido que lo convertía en Caimán y la otra, lo volvería a la normalidad. Saúl se metió al agua y su amigo le roció el líquido de la primera botella; Saúl se sumergió y al poco rato salió convertido en Caimán; su amigo, espantado dejó caer la segunda botella, con tan mala suerte, que el líquido se derramó y sólo unas pocas gotas cayeron en la cabeza del caimán y el resto se perdió en el agua. Desde ese día, Saúl tiene la cabeza de hombre y el cuerpo de Caimán. (p. 48). Por su parte, la versión cienaguera del Hombre Caimán relata que el 20 de enero, día de San Sebastián y cumpleaños de una niña llamada Tomasita, ella se fue a bañar al río con su hermana mayor, sin pensar que se encontraría con un caimán que se paseaba por el lugar y el día terminara en desgracia al comérsela el caimán se la comiera. De ahí en adelante Ciénaga (Magdalena) todos los años recuerda a Tomasita, al ritmo del son de tambores, a quien un caimán se la llevó el día de su cumpleaños. Acosta y Álvarez (2002) nos trasladan hasta la Sierra Nevada de Santa Marta con la leyenda Kogui llamada Las hojas de coca. Ésta habla que en lo alto de una montaña vivía Teyuna, un sacerdote de la tribu que buscaba el camino verde de la coca para llevársela a su gente. Los autores con esta leyenda nos hacen entender la importancia de la hoja de la coca como fuente de energía para las tribus indígenas que habitan en la Sierra Nevada, a la cual le hacen
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un ritual y la mambean 3 como un preparado para poder soportar las largas caminatas por el extenso sistema montañoso. Siguiendo con las historias de mitos y leyendas de la región, en Santa Marta encontramos a Taykú, el señor del oro para los Tayronas, cuando Ocampo (1998) nos dice que el hermano menor Taykú se fue al río Lagarto a elaborar canutillos, pectorales, aretes, y demás adornos para los brazos y las piernas en oro que debían ser guardados en casas ceremoniales. Según la mitología Tayrona, el hermano menor Taykú confeccionó todos los utensilios en oro que representan a las familias originales de los Kágaba. Dichos ornamentos eran utilizados para conseguir la intervención divina que proveyera de lluvia, frutos y sequía a las familias Koguis. Con todo lo anterior podemos denotar que los mitos y leyendas son inherentes en el desarrollo cultural de la humanidad. Descubrir la oralidad en una población es adentrarse en ella y construir una historia con base en las raíces de una región determinada. Por lo tanto, el estudio de mitos y leyendas lleva consigo un análisis de la oralidad con la cual podamos inferir cómo ésta puede llegar a ser escrita para permanecer en el tiempo y plasmar los rasgos característicos de la cultura. Notas 1
Especie de bambú muy grueso y alto con púas que se cultiva en América y se utiliza para la construcción en algunas regiones del continente. 2 Los corsarios, al igual que los piratas, son bandidos del mar, sólo que estos contaron con el respaldo de la Corona británica; tenían como principal objetivo el debilitamiento económico del imperio español. 3 Es la acción de machacar las hojas de coca dentro del Poporo al mismo tiempo que se mezcla con la cal.
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2. Capítulo II REFERENCIAS TEÓRICAS PARA PLASMAR LA ORALIDAD Todos los estudios muestran que cuando se trata de nuestra propia lengua, más que escuchar, reconstruimos los enunciados; los reconstruimos en función de las previsiones que acostumbramos hacer sobre nuestra lengua, y según el grado de probabilidad de tal o cual elemento. […] Así, al escuchar una producción oral se disciernen sintagmas y no palabras aisladas; en lo escrito identificamos las unidades mediante palabras gráficas (Blanche-Benveniste, C., 2005, p. 24)
Durante el desarrollo histórico del hombre, la oralidad ha estado presente en los procesos sociales, económicos, políticos, humanísticos, filosóficos y demás. La oralidad es una característica de todas las comunidades humanas, pues aunque existan culturas en donde no se haya desarrollado la escritura, de una u otra forma ha implementado procesos de oralidad. Hasta el momento podemos destacar que la oralidad existe antes que la escritura, puesto que la encontramos desde la antigua Grecia, en el Lejano Oriente y en los pueblos precolombinos del nuevo continente. De esta forma se puede considerar cada una de las diferentes manifestaciones de los procesos orales como un legado lleno de riqueza y simbolismo para la sociedad. En este sentido Olson, D. & Torrance, N. (1991) comentan de la oralidad que: caracteriza a sociedades enteras que se han basado en la comunicación oral sin utilizar la escritura. También son empleadas para identificar un determinado tipo de lenguaje usado en la comunicación oral. Y por último, se utiliza para identificar un determinado tipo de conciencia, que se supone es creado por la oralidad o es expresable en la oralidad. (p. 25). Para definir oralidad es necesario remontarse mucho más allá de la época helena; a su vez, también es importante relacionarla con oralismo. Es por ello que los anteriores autores hacen un paralelo 30
entre la oralidad y el oralismo, diciendo que aunque son diferentes, van de la mano, están en diferentes situación y simbolizan concepciones que se han extendido mucho más allá de Homero y los griegos […] estas concepciones toman forma en tanto se las contrasta con la cultura escrita, también considerada a la vez una condición social y un estado mental, con sus propios niveles de lenguaje y cognición expresable por escrito (p. 25). La oralidad no es lejana a las circunstancias sociales del hombre, más aún, es inherente a ella. Así vemos cómo los hechos históricos están íntimamente relacionados con los procesos de oralidad que se dan en cada uno de los diferentes pueblos, siendo el lenguaje el mecanismo para el fortalecimiento de los rasgos culturales esenciales. Ante esto Halliday (1982) también afirma qué: la lengua desempeña la función más importante. La lengua es el canal principal por el que se transmiten los modelos de vida, por el que (se) aprende a actuar como miembro de una sociedad […] y a adoptar su cultura, sus modos de pensar y de actuar, sus creencias y sus valores. […] Nadie enseña los principios de acuerdo con los cuales están organizados los grupos sociales, ni sus sistemas de creencias, como tampoco (se) comprenderían si se intentara; sucede indirectamente, mediante la experiencia acumulada de numerosos hechos pequeños, insignificantes en sí, en los que su conducta es guiada y regulada, y en el curso de los cuales (se) contrae y desarrolla relaciones personales de todo tipo. Todo eso tiene lugar por medio del lenguaje (p. 18). Por ello cada individuo tiende a agruparse en un circuito social, con el cual se identifica y al que respeta; esto permite la sana interacción e identificación entre cada uno de los miembros del grupo. La interacción se mantiene gracias al lenguaje y a la oralidad, lo que ayuda a la formación de comunidades con unos rasgos específicos que los diferencia de otros grupos sociales. Esto no limita la interacción entre los miembros de diferentes culturas, puesto que el lenguaje y la comunicación ayudan a fortalecer los lazos de unión entre ellos. Así, el lenguaje, es de suma importancia para la 31
formación de la identidad y la cultura en los grupos sociales. Sobre esto Van Dijk (2008) señala que: la diversidad étnica y cultural de las sociedades humanas se refleja en el lenguaje, en el discurso y en la comunicación. Normalmente, los miembros de un grupo étnico hablan con, o sobre, miembros de otros grupos. Esta clase de discurso intercultural es una forma consabida y cotidiana de interacción y cooperación. Cada grupo puede tener sus propias normas, valores, lengua y modos de hablar, pero para entenderse, en mayor o menor grado a los demás. A menudo aprenden la lengua y las costumbres de los otros, y aceptan y respetan, hasta cierto punto, sus respectivas identidades culturales. (p. 213). El lenguaje ayuda a la comunicación entre los miembros de diferentes culturas y así a la expansión de los legados culturales. En muchos casos una cultura más fuerte termina imponiéndose sobre una menos arraigada; como en el caso ocurrido entre los griegos y los romanos: pese a que estos últimos invadieron militarmente al antiguo pueblo griego, la cultura y los legados humanísticos de Grecia eran más fuertes que la de los romanos, terminaron siendo invadido intelectualmente por el pueblo irrumpido. Una prueba de esto lo señala la religión, por ejemplo, los dioses mitológicos griegos como Zeus, Afrodita y Atenea, en Roma tomaron el nombre de Júpiter, Venus y Marte. Consecuente con ello Van Dijk afirma que: esto sucede, en especial, cuando un grupo tiene más poder, más privilegio o más recursos, y utiliza la “diferencia” (de color, de lengua o de religión, por ejemplo) como una justificación para dominar o relegar a otros. Así ocurre en Europa Occidental, en América del Norte, y en Australia, donde las personas de origen europeo (“los blancos”) suelen tener más poder que las minorías étnicas o los inmigrantes que proviene de África, América Latina, Asia o los que habitaban allí (por ejemplo, en América del Norte o Australia) antes de la llegada de los europeos. (p. 214). Así mismo, dicho poderío o diferencias fueron utilizadas por los españoles que llegaron a América Latina imponiendo su ideología, creencias, cultura, costumbres y lengua como en el caso del Caribe 32
colombiano, donde los grupos indígenas, fueron sometidos ante la presencia del hombre blanco y su estilo de vida, castigando sus prácticas religiosas, rituales diarios y creencias en los diferentes dioses, influenciándolos con lo novedoso de la cultura europea. Hoy día, a pesar de que los indígenas se resguardaron en lo más alto de las montañas, se percibe la influencia del modo de vida del citadino, puesto que muchos de los representantes o delegados de la etnia ante el gobierno o en la sociedad, son personas instruidas, profesionales en algunos casos, con estatus social, aunque aún guarden su esencia Tairona, Koguis, Kankuamos, Wiwas o Arhuacos y sigan compartiendo sus costumbres. De lo anterior podemos señalar las consecuencias de la existencia de una cultura predominante con otra un poco más débil cuando se fusionan; ya que la cultura más enraizada absorbe la menos consolidada, haciendo que muchos de los legados culturales, que fueron ricos en identidad y tradición desaparezcan; y más aún cuando no existen evidencias de tales legados. Es por eso la importancia de llegar a un proceso de escritura y/o registro luego de identificado el proceso de oralidad. Con base en esto, podemos remitirnos a la antigua Grecia, una cultura rica en simbolismo y humanismo, en letras y en el arte; pero que sólo pudo llegar a ese estado después de una larga historia llena de fantasías y fábulas contadas a través del habla. Sólo con Homero y Hesíodo se pudo llegar a conocer la magnitud de la cultura griega y el sincretismo de su religiosidad unido a sus rasgos culturales. Pero antes, esto sólo era historia, fabula y mito, tanto, que en el desarrollo histórico de la filosofía se habla de un paso del mito a la razón, que es cuando los filósofos griegos dejan a un lado las creencias míticas que explicaban cada uno de los hechos naturales (y algunas veces sobrenaturales) para pasar a la búsqueda de una explicación racional. Es por eso que el lenguaje es de suma importancia para la formación y consolidación de una cultura en cualquiera de sus manifestaciones; en este caso se exalta la parte oral, que será lo que fortalecerá la interacción de una sociedad. La oralidad debe entenderse como la base para la creación de experiencias sociales
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que determinarán la conformación de un ambiente común entre los miembros de un conglomerado. Así vemos como lo oral se mezcla y construye perennemente con los hechos y las circunstancias contextuales de un conglomerado social, puesto que la oralidad es la que va creando en el individuo una disposición para la compenetración con su entorno particular. Acerca de esto Halliday (1982) menciona que: observando el modo en que la gente utiliza realmente el lenguaje en la vida cotidiana, encontramos que el número al parecer infinito de situaciones distintas posibles representa en realidad un número mucho más pequeño de tipos generales de situación. […] No todos esos tipos de situación son igualmente interesante, además de que algunos son obviamente muy triviales; pero, en último caso, la importancia de cualquier categoría abstracta de ese tipo depende de lo que vayamos a hacer con ella, y, en el análisis que nos ocupa, el significado del concepto de “contexto de situación” es que algunos tipos de situación desempeñan un papel determinante en el paso del niño al lenguaje adulto. (p. 43). De esta forma vemos un paso de la oralidad muy importante, que es cuando se va adquiriendo una transformación singular en su desarrollo como individuo colectivo; es decir, la oralidad se va mezclando con las diferentes etapas de la vida para contar la misma historia pero a personas de edades diferentes, y quizá con versiones un poco adaptadas. Es por eso que al recolectar los mitos y leyendas en un corregimiento como Guacamayal (Magdalena) se está reconociendo la riqueza oral de un pueblo cuyas raíces se encuentran cimentadas en las expresiones orales de sus habitantes; y en esto radica la importancia de escribir tales legados. Es a eso a lo que se refieren los compiladores Olson y Torrance (1991) cuando dicen que: muchos análisis de formas orales han mostrado que la originalidad reside en la recombinación sorpresiva de materiales familiares, mientras que la idea de originalidad propia de la cultura escrita implica una información nueva. En lo que respecta a las secuencias (se) dice que las “largas secuencias que producen (los pensadores orales) 34
no son descontextualizadas sino contextualizadas”. (p. 111). En este orden de ideas, la lengua puede considerarse como un comportamiento y como un conocimiento. De esta forma vemos como el lenguaje, gracias a los procesos de oralidad, se implica en la vida social de los individuos. Así la lengua es la función principal de todo ser humano para participar en un proceso de comunicación. Es por eso que se debe entender al lenguaje como un proceso interno en el comportamiento de todos los seres humanos para que de esta forma se puedan entender la función cultural de la oralidad porque: la existencia del lenguaje implica la existencia del hombre social, (aunque) eso no determine la participación ventajosa desde la cual se puede abordar el lenguaje; […] la capacidad de hablar y entender sigue, y tiene sentido, sólo porque hay otros organismos semejantes alrededor, por lo que es natural pensar en ello como un fenómeno inter–organismos que debe estudiarse desde un punto de vista equivalente. (Halliday, 1982, p. 19). La lengua es el elemento mediante el cual el hombre se hace persona y se vincula a una sociedad. Ya lo afirma Halliday: “La lengua hace al individuo persona porque le permite desarrollar unos papeles dentro de la sociedad” (p. 26), por su parte, refiriéndose al lenguaje, Fernández (2001) referenciando a O`keefe y Delia (1990) señala que “…el lenguaje es una característica omnipresente de la existencia humana. En este sentido cualquier análisis de la comunicación debe conceder un lugar central a los procesos a través de los cuales los significados personales se vuelven comunes”. (p. 263) Es por eso que en virtud de su función social, la lengua desempeña un oficio clave en los sujetos mientras que el lenguaje determina los procesos comunicativos y un sincretismo cultural. La lengua se aprende gracias a la interacción con otros y a su vez se va reforzado a medida que se va adquiriendo cierto tipo de desarrollo dentro de la sociedad. Es por eso que en los procesos de oralidad y comunicación la transmisión del lenguaje desempeña un proceso singular en el desarrollo del individuo; así como lo plantea Ángel de Weiss (1981) afirmando que:
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la función del leguaje no es solamente la de poder expresar sentimientos y pensamientos, sino también la de poder comunicar a los demás. Todo esto implica tener en cuenta la percepción, las actitudes y la habilidad verbal, las cuales están determinadas por las experiencias colectivas de cada individuo […] se podría suponer naturalmente que toda una vida de práctica en la comunicación oral debería desarrollar las habilidades en la utilización eficiente del lenguaje. El problema de comunicación en la conversación promedio es tan simple que un nivel muy bajo en la utilización eficiente del lenguaje es generalmente suficiente para el logro de una comunicación social educativa. (p. 13 – 14). Todos los seres humanos aprendemos la lengua que escuchamos, es por eso que en nuestra interacción social, desde la edad temprana, se deben legitimizar las actitudes verbales de los individuos, para el buen desarrollo sociocultural. Esto quiere decir que en término de su experiencia personal la calidad única del individuo debe calificarse como un aspecto a la cultura. Nuestro medio es conformado por la cultura y las condiciones en que aprendemos la lengua en gran medida están determinadas culturalmente […] a saber que la cultura forma nuestros patrones de comportamiento y que gran parte de nuestra conducta se ve medida por la legua; el niño aprende su lengua materna en el contexto de un marco de conducta en que las normas de la cultura se representan y se enuncian para él. (Halliday 1982 p. 35). En esta forma entramos a analizar cuál es el papel de la oralidad en la conservación de los legados culturales de los pueblos. Y es que la oralidad está presente en cada una de las acciones de los individuos como seres colectivos, puesto que como ya se dijo, la interacción social se da gracias a las expresiones verbales. Éstas se fortalecen más cuando se establece entre individuos con unos rasgos comunes entre sí. Es acá donde la oralidad se presenta como el canal que ayudará a fortalecer tales rasgos.
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2.1 ¡La fábula contada como una verdad! Ya se ha venido haciendo referencia a que gracias a la oralidad se logra fortalecer los rasgos comunes entre los habitantes de una región determinada. Pero, ¿cómo se realiza un proceso de transmisión oral? Sobre esto Olson & Torrance (1991) aseveran que: en nuestro medio, una parte fundamental de la vida legal consiste en argumentos orales. En otros lugares, todo el procedimiento es enteramente oral. Así, por ejemplo, cuando una cultura carece de un género escrito de informes legales, uno suele encontrarse con que hay un género oral que cumple la misma función. […] De manera similar, en algunas culturas los cuentos son narraciones estrictamente objetivas de acontecimientos reales, mientras que en otras son fantásticos e imaginativos. Lo que más aun, cuando las formas sean las mismas, el significado que tienen los cuentos para los miembros de diferentes culturas pueden ser distintos. […] Lo que sostengo, por consiguiente, no es que existan formas universales, y ni siquiera significados universales para las formas comunes, sino que hay muchos acontecimientos importantes en la vida social humana que ocurren, casi universalmente. Y estos acontecimientos, no sólo tienen lugar en sus formas de hablar características, sino que son creados por esas formas de habla, ya que las mismas son muy similares a esas otras formas de lenguaje creadoras de formas de vida. (p. 74). En cuanto a esto se hace referencia a la idea que entre los mundos, oriental y occidental, se tiene del concepto de mito y/o leyenda los cuales varían de acuerdo a las creencias religiosas de sus habitantes. Lo que para los occidentales puede parecer un mundo mágico, irreal y fantasioso; para los orientales es totalmente real y es donde radica su razón de ser como sociedad. 1 Pese a que hay muchos autores que afirman que el lenguaje oral esta únicamente limitado a su forma de conversación cotidiana, detrás de esto podemos hallar un sin número de formas que dan vida al lenguaje y a las expresiones comunicativas de los individuos, tal como lo afirman Olson y Torrance (1991): “detrás de la conversación podría encontrarse una suposición más profunda: que la producción 37
oral asume la misma forma en nuestra cultura que en otras, o tal vez, incluso que la producción oral simple tiene la forma de la conversación de la vida cotidiana” (p. 73). Para Acosta y Álvarez (2002) en un intento de compenetración con el mundo, los aborígenes de América crearon mitos y leyendas que se convirtieron en su tradición oral, para poder tener tranquilidad y fe ante las complejas manifestaciones de la naturaleza. Es por ello que se puede deducir que la existencia de dioses es una respuesta a lo que no tenía respuesta para ello y optaron por la fe. Esto, porque la naturaleza del hombre es buscar una respuesta divina a los sin razones de su contexto. Es por ello que: en los mitos de los pueblos americanos es abundante la presencia de elementos naturales: la tierra es una madre de mil bocas, las plantas dan savia para que el hombre viva y los pájaros y las serpientes se unen en una cópula ritual que da origen a dioses fantásticos […] al igual que en otros pueblos, encontramos seres sabios surgidos de las aguas; habitantes del cielo que para combatir su aburrimiento bajaron a la tierra y decidieron crear a los hombres; seres fabulosos provenientes de otros mundos; colonizadores perdidos por el amor de una mujer nativa; o mujeres nativas que siguen llorando a los hijos muertos durante las batallas. (p. 11) Sobre esa base podemos entender cómo la tradición oral en el Caribe colombiano es repetitiva en sus diferentes municipios, debido a que los procesos de transmisión son los mismos y se dan bajo las mismas condiciones socioculturales y antropológicas. Esto hace que las historias sean las mismas e incluso lleven el mismo nombre, pero adecuadas a las circunstancias sociales de cada población. Esto se sustenta en las diferentes versiones sobre la leyenda de la Llorona, en la que dentro de un mismo municipio se encuentran dos o tres historias diferentes como en el caso de Santa Marta, la capital del Magdalena, en donde una población ubicada al sur de la ciudad, Gaira, han nombrado uno de los cerros de su calle principal como ‘La Llorona’ debido a que dicen que desde allí sale levitando una mujer con cara alargada y arrugada lamentando la muerte de sus hijos, especialmente en épocas de carnaval, cuando los habitantes se encuentran varios días de seguido tomando licor y untándose polvo o maizena por todo el cuerpo. Se dice que aunque la música esté a 38
muy alto volumen su lamento es escuchado por todos al tiempo que se les eriza la piel –la llamada piel de gallina-. Cuando su lloriqueo se escucha a lo lejos es porque su alma está sentada junto a quienes la oyen, y cuando los alaridos son fuertes es porque su alma está vagando a lo lejos. Mientras que en otras poblaciones se dice que sale de la orilla del río y recorre las calles en busca de sus hijos. En este sentido la transmisión de la oralidad consiste en una forma constante de conversación entre los individuos, sean o no, de la misma cultura. Es por eso que es fundamental en los procesos de transmisión una identificación mutua entre el lenguaje hablado, pues este es un rasgo esencial para que se pueda transmitir los legados culturales. Pese a que la oralidad se ha dado mucho antes de nuestra era, ésta llega hasta donde rebasan los individuos que se identifican con una misma lengua; después de ahí, cualquier rastro de oralidad de una cultura determinada, está expuesta a perderse por muy importante y legitima que sea; a menos que se llegue a un proceso de escritura y con éste a una interpretación y traducción del proceso oral, tal como ocurrió en Grecia, el Lejano Oriente y Egipto. Ante esto se puede atribuir que, de alguna manera, el lenguaje ha sido un limitante para que los procesos de oralidad se conozcan en todo el mundo; tanto, que hasta en el nuevo continente la tradición oral de los pueblos pre-colombinos se pierden por falta de conocimiento de la lengua aborigen. Es por eso que después de identificado un proceso de oralidad, en una cultura determinada, se hace importante pasar de lo oral a lo escrito; en donde por medio de la escritura se logre conocer e interpretar cada una de los rasgos ancestrales. Sobre esto, Olson y Torrance (1991) señalan que: el principal medio para fijar textos es un sistema de escritura, pero […] los textos también pueden fijarse por medios orales. En la tradición védica los textos se fijan por medio de complejos sistemas nemónicos 2 que los mantienen tan invariables como lo hace la escritura. En la tradición de los poetas orales […] la forma preservada no era al pie de la letra, sino que se apoyaba en el ritmo, la métrica y expresiones formulares. […] Así, el poema quedaba fijo mientras que las palabras eran un tanto variables. Pero ambos tipos de tradición oral fijan el texto 39
y lo convierten en un objeto de repetición y reflexión (p. 335). Siendo el texto el fin último de toda tradición oral; puesto que la interpretación de éste es la que logrará preservar una tradición en una cultura determinada; ya que esta interpretación es la parte racional de cualquier oralidad que esté llena de fábula y misticismo.
2.2 ¿Cómo iniciar el registro de la historia? Ocampo (1998) nos comenta de los distintos procesos de registro que existieron y aún se mantienen en los pueblos europeos, ya que varios de ellos han iniciado su historia con las narraciones legendarias. Una muestra de ello son las Sagas, que él narra como historias épico-legendarias; las Eddas, que dice ser mitos nórdicos y leyendas heroicas con poesías gnómicas, narrativa, burlesca y trágicas y las Kalevalas, las cuales según Ocampo son narraciones legendarias y mitológicas de la cosmogonía popular finlandesa, donde los héroes son seres humanos dotados de poderes extraordinarios. Lo que demuestra que en las obras narrativas vetustas ha quedado plasmado el desarrollo oral y cultural de Europa gracias al proceso de tradición registrado por los sabios o victoriosos de la guerra; permitiendo así el escribir la historia, ya sea en las cuevas, paredes, piedras, pergamino, papel, hasta llegar a la tecnología y digitalizar los textos. El mito se creó cuando las sociedades humanas intentaban emplear un medio para interpretar las fuerzas creativas, los fenómenos naturales y acontecimientos que escapaban a su control, Procuran explicar, por ejemplo, cómo llegaron al mundo la maldad y la muerte, o la relación entre tiempo y eternidad; también describen sucesos tales como el comienzo y el fin del mundo o las hazañas de los héroes culturales y fundacionales. Los mitos ofrecen una visión de la condición humana y constituyen una fuente de inspiración y consuelo. (Crofton, 1995, p. 612). En esto radica la importancia del quehacer diario y de ahí la necesidad de darle nombre a los hechos que constantemente ocurrían sin ninguna explicación, convirtiéndose así en un modo de vida que direccionaba el comportamiento de los individuos en la sociedad determinada. 40
Los avances científicos pueden dejar atrás la validez de los mitos haciéndolos ver como algo falso, sin credibilidad, pero aún así hay disciplinas que necesitan de la esencia del origen mismo del mito para poder determinar la historia, la religión, el comportamiento primitivo, su política, las migraciones y fusiones raciales. La muestra representativa del registro de información histórico se ve desarrollada en los libros sagrados de cada religión, puesto que en ellos se relata los hitos “sagrados” que de una u otra forman establecen las directrices de un comportamiento moral y ético guiados por la fe y las divinidades, así como lo es El Rigveda, uno de los primeros textos sagrados de los hindúes; El Tanaj, para el judaísmo; El Corán, libro sagrado del Islamismo; El Tao Te King, para los taoístas y Las Sagradas Escrituras, para los cristianos. Es necesario registrar la oralidad porque con ella se brinda a las comunidades la oportunidad de conocer el papel social desempeñado por sus ancestros y así contribuir a la formación de una identidad. Esto lo afirma María Jesús Rubiera, quien en 1980 fuera profesora de la Universidad de Alicante en el área de Historia de las literaturas en lenguas no castellanas, al referenciar que la literatura árabe con sus Casida, las cuales muestran una visión un tanto sofisticada de la vida de la sociedad árabe, se transmitían de forma oral pero se vio la necesidad de recoger por escrito estas llamadas “poesías del camello” a finales del siglo VIII dándose así un importante papel social, comercial, religioso y cultural al servicio del prestigio de las tribus que fueron también conocidas por tradición oral y conservadas por relatos en prosa, las cuales hicieron parte de una colección. Según Rubiera (1983): la difusión por escrito de la literatura oral de origen popular es una de las aportaciones más importantes del «período de estancamiento» a la literatura árabe; a veces las narraciones populares se reunían en antologías y colecciones (p. 122) Esto demuestra que gracias al registro de los datos importantes que se han dado en las distintas religiones del mundo, logrando un posicionamiento en el desarrollo histórico del hombre y del individuo en su sociedad. Con base en lo anterior se puede concluir que para la conservación de la identidad cultural es indispensable provocar una 41
transformación de las historias contadas en los pueblos por sus viejos habitantes a documentos escritos que permitan registrar los estilos de vida, el comportamiento, las costumbres, las creencias, su identidad, su idiosincrasia, y así, con una posterior indagación, recuperar las raíces de los pueblos para poder comprender y estudiar la cultural de una región determinada. Con ello no solamente se sabrá de lo anteriormente mencionado, sino de todos los procesos políticos, económicos, sociales, que haya enfrentado la población a lo largo de su desarrollo histórico. Pero sobre esto, no es que existan formas universales en el contar de las historias, y ni siquiera significados universales para las formas comunes de relatar la tradición; sino que hay muchos acontecimientos importantes en la vida social humana que ocurren, casi universalmente los cuales permiten el desplazamiento de las historias y la similitud en la narración de los mitos representativos que hablan del origen del mundo y de la sociedad en su diario vivir, aunque estos se presenten en tiempos y espacios diferentes. Este es el interés que se pretende rescatar en un estudio complejo de tradición oral y por el cual vale la pena la incursión en la sociedad para conocer sus tradiciones. Pues aunque “han pasado siglos desde el origen de estas leyendas. Y que unas cuantas se hayan perdido por algún descuido de la memoria. Muchas otras siguen vivas. Y, si escuchamos atentamente, en el silencio de los bosques podemos seguir escuchando […] el llanto desconsolado de La Llorona”, (Acosta & Álvarez, 2002, p. 12), el sonar del acordeón de Francisco El Hombre, el estruendoso sonido del Patetarro en medio de la oscuridad; o ver reflejos de espantos que se esconden entre los árboles o el de los muertos en las pantallas de los televisores. Con el desarrollo de la sociedad y por la carencia de registro histórico-cultural se ha venido dejando atrás por parte de los pobladores de América Latina las verdaderas creencias de los ancestros, sus miedos, tabúes, recelos, cohibiciones y respeto por lo que en algún tiempo se pudo haber considerado como ley de vida debido a lo místico del proceder de lo sobrenatural. Es por ello que se ha pasado del mito y la leyenda a creencias oscuras donde la fe genera miedo y terror pero ya no atribuido a hechos sobrenaturales sino a la mano del hombre que es propiciador de desgracias a otros
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individuos a través de la magia negra. Esto es lo que en la actualidad se conoce como La Santería y/o ritos de brujería.
2.3 ‘El nuevo tabú de los latinoamericanos’ Para poder entender la Magia es necesario comprender el significado de la religiosidad, la cual nació con la intención de encontrar un sentido y fin último a la existencia que gira en torno a la creencia de un ser supremo o seres sobrenaturales, en la cual los creyentes honran mediante la adoración, la oración, el sacrificio y el respeto a ciertos comportamientos. Esa creencia se entrega con una intención para lograr un fin de la divinidad a la que se suplica. Aún así, en cuanto a la magia: Hay una creencia muy arraigada en la magia, definida como la capacidad de modificar el mundo físico a través de actos de carácter ritual (por ejemplo, haciendo enfermar a alguien mediante un conjuro apropiado). […] Si bien la magia comparte con la religión algunas características se diferencian al menos en un rasgo principal. En la mayoría de la religiones se cree […] en la soberanía de un Dios o unos dioses; es decir, que no podemos dar instrucciones a un ser divino. Sólo podemos intentar influir en ella para que obre a nuestro favor. En la magia, por el contrario, el mundo es comprendido de manera que ciertos actos rituales traen consigo automáticamente los cambios físicos deseados (Crofton, 1995, p. 458). Esta magia se desarrolla en los seres humanos gracias a sus creencias innatas en su comportamiento, al igual que las creencias son la base sobre la que se sustenta el origen del mito según Savater (2004). Estos rituales mágicos en la actualidad han tomando el sincretismo de la mitología y la leyenda junto a la tradición para formar sus cultos, en los cuales se pretende resaltar la divinidad de una deidad que, según los adoradores, toma fuerza gracias a los rituales y sacrificios expresados por los fieles. Estas deidades son elevadas a los altares gracias a la religiosidad popular de los pueblos, quienes consideran a los actores de la santería como un ser poderoso, milagroso y efectivo. 43
Para algunas poblaciones, lo efectivo en un dios se refiere al resultado negativo de las peticiones dirigidas al “Todopoderoso” por parte de los “fieles”, quienes al no obtener el milagro pedido a “El Creador”, optan por ofrecerle una recompensa a espíritus malignos si estos logran la petición adyacente. Cabe resaltar que este tipo de santería en América Latina se ha desarrollado en regiones de condiciones económicas bajas, poblaciones descendientes de los africanos e indígenas. Se le podría atribuir también a algunas personas que infringen la ley como sicarios, ladrones, narcotraficantes y que mantienen viva la fe. La santería es el nuevo tabú en algunas regiones latinoamericanas, lo que ha desplazado a los procesos de oralidad inicial y ha posesionado a la magia negra en un contexto de brujería y satanismo mezclado con corrientes del catolicismo, que de una u otra forma invita a los fieles cristianos a venerar a los santos por su modo de vida en pro del bien y de Cristo. La gran diferencia de la dulía católica y la santería es que la primera es la veneración aceptada por la iglesia hacia las persona con una vida digna y que murieron dando tributo a Dios y siguiendo a Cristo, quizá hasta en condiciones de martirio. La santería, por su parte, es una desviación del culto de veneración católico hacia los santos, que ya no va dirigido hacia la horna de estas personas por la iglesia, sino hacia una invocación del espíritu maligno, que por medio de la oración y ofrendas alcohólicas, se busca pactar un hechizo para hacerle daño a terceros o para un fin banal. Para hablar de santería en el contexto americano es necesario remitirse a la mezcla cultural de los esclavos africanos, los nativos americanos y los blancos, puesto que con esta fusión se unieron las creencias, generando una correlación de los cultos y el estilo de practicar la religión. Los primeros en asumir una mezcla religiosa similar a los africanos fueron los habitantes de la actual isla cubana, en donde se implantaron dioses como el de Santa Bárbara, El Changó, El Olofi y El Obatalá. Todo este sincretismo religioso cubano se refiere a un estilo filosófico-religioso proveniente de El Congo, en donde se muestra a unos dioses Orishas 3 pertenecientes al Panteón de Yoruba. 44
Según Bueno (2002) esta tradición de Santería proviene de las tribus africanas en las que los brujos tienen la facultad de comunicarse con los dioses y pedirle conjuros para cambiar el mundo físico transformando seres humanos en animales, y adaptando las realidades vividas. Al igual que los nombrados seres de la religiosidad popular arraigan su historia al sonido de los tambores, el licor, el fuego y los hechizos. Por lo anteriormente escrito, podemos afirmar que la tradición no siempre revela el nombre de los personajes ya que sus dramas popularizados fueron en un porcentaje orales y con el tiempo no sólo se ignoran sino que, hasta el mismo suceso, dejaba de ser referido de padres a hijos; sólo se sacaba a colisión siempre que fuese caso, pero contándolo algunas veces como un hecho verídico o fabuloso. Es decir, la tradición sin registrar va perdiendo su originalidad y poco se difunde a través del tiempo, pero cuando se hace se adapta a las circunstancias contextuales tal como lo menciona Salvador Bueno (2002). Esto es lo que en la actualidad encontramos en los pueblos aborígenes y en las regiones subnormales del continente; por lo cual se puede considerar una desviación de la tradición oral primitiva a un sincretismo religioso arraigado gracias a la fe religiosa natural. En la región de estudio esto no es diferente; en Guacamayal, un corregimiento de la subregión norte del departamento del Magdalena (Colombia), las leyendas y los mitos primitivos fueron desplazados por la Santería Popular proveniente de Venezuela.
2.4 La historia de un pueblo de tradición oral Guacamayal actualmente es un corregimiento del municipio de la Zona Bananera en el departamento del Magdalena al norte de Colombia, lugar en donde los estadounidenses, como indemnización por haber apoyado la separación de Panamá en 1903, iniciaron el proceso para el cultivo y exportación del banano de esta región, montando la compañía conocida como The United Fruit Company, quienes en 1928 protagonizaron ‘La masacre de las bananeras’ en un intento por callar la revolución de los trabajadores que pedían ajustes salariales y mejoras de las condiciones laborales. Esto es afirmado 45
por Mauricio Archila, en su publicación “Masacre de las bananeras, diciembre 6 de 1928” . La cual aparece publicada en la cuarta edición de la revista Credencial Historia del año 2004, producto de la casa editorial El Tiempo. Guacamayal hasta antes de empezar esta última década, hacía parte del municipio de Ciénaga (Magdalena) junto a los corregimientos de La Gran Vía, Orihueca, Sevilla, Santa Rosalía, Tucurinca, Río Frío, Soplador, Palomar, Guamachito y Valera. Pero hasta el 10 de octubre de 1999 pasaron a conformar la jurisdicción del municipio de La Zona Bananera. Esto con el fin de fortalecer el desarrollo social y económico de la región y garantizándole seguridad a la población con el cese de hostilidades por parte de los grupos al margen de la ley; pues el antiguo municipio de Ciénaga, debido a su extensión político-administrativa le era complejo cubrir las necesidades básicas de la población, dejando marginal el sector que hoy se llama La Zona Bananera por el posicionamiento de los grupos delincuenciales y guerrilleros. Guacamayal no sólo ha sido epicentro de La masacre de las bananeras. En su territorio también se presenciaron crueles asesinatos debido a la época de la violencia; esto se presentó gracias a los enfrentamientos que se generaron por Las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) conocidas también como ‘paramilitares’ y los grupos guerrilleros que buscaban el control del territorio. Este enfrentamiento iba acompañado del desplazamiento de muchos de los habitantes de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, pues sólo hasta el año 2000 se constituyó la municipalización de la Zona Bananera, con alcaldía en Prado Sevilla, pero hasta ese entonces, ya habían sido mucho los pobladores que murieron en medio del monte, en las orillas del río Sevilla, la plaza del pueblo y la línea del tren, por no acatar las nuevas leyes impuestas por la violencia, en la que no se podía transitar por las trochas desde la puesta del sol hasta el amanecer. Es por ello, que hasta esa época aún los mitos y las leyendas hacían parte del diario vivir, puesto que a los pequeños les contaban historias asombrosas para que así ellos sintieran temor de asomarse a la ventana cuando escucharan el cabalgar de los caballos o impedirles mirar al cielo para no ver a la lechuza, pues verla indicaría 46
que algún familiar o vecino de sus afectos moriría al día siguiente, sin dejar de lado que los ruidos en los techos (tales como pasos, machetazos o algo similar) eran provocado por las brujas o las almas en pena y para ello, debían arropar a los niños con sábanas blancas para garantizar que al día siguiente amanecieran vivos; sin contarles que eran hombres de carne y hueso, que con fusil en mano caminaban sobre las casas vigilando sus propios intereses para garantizar su posicionamiento en el sector en mención. Aunque la violencia acometió a Guacamayal por más de 50 años, éste también fue testigo del desarrollo industrial y la tecnificación del Estado colombiano con la aparición del tren que, como lo menciona Escalona en ‘El Testamento’, una de sus canciones, el tren salía de madrugada, pasaba por Valencia y cogía por Caracolito y entraba a Fundación. Al tren, según Escalona le llamaban ‘El Diablo’; y pasaba por toda la Zona, haciendo referencia a la zona bananera, para llegar en la tarde a Santa Marta. Carlos Vives también nos canta el recorrido del tren diciendo que: La historia de un inglés que a la región embrujaba porque al balón de fútbol que pa’esos año llegaba. Sale el tren de Santa Marta Ciénaga se ve dormida de Río Frío hasta Aracataca donde mi abuelo cultiva Fundación ya está de fiesta viene el tren pidiendo vía las canciones vallenatas se oyen en la lejanía. Pa’mi abuelo fue el progreso que la carga le aliviaba y esa mula de hierro con otros tiempos soñaba Pa´mi abuelo fue el progreso y eso lo tenía contento viviendo las malas horas lo llamó los buenos tiempos 47
Sale el tren de madrugada y todo el pueblo está despierto y el pitirre canta al viento anunciando la mañana Se despeja la Nevada y eso me da sentimiento Se llevó las malas horas el tren de los buenos tiempos… En la actualidad está misma ruta del tren del que rememora Carlos Vives en su canción ‘Los buenos tiempos’ y que Escalona nos dejó en su composición ‘El Testamento’, es utilizado para el transporte del carbón. Guacamayal ha representando a Colombia a nivel internacional en el encuentro de gaitas, con su grupo Los Gaiteros de Guacamayal, lo que demuestra el acervo cultural de sus habitantes, interesados en sacar adelante la región y posesionarla a nivel artístico como uno de los principales exportadores de cultura e identidad. Su acceso es propio de las historias macondianas del Caribe, parece ser como un cuento relatado por Gabriel García Márquez. Para llegar a la cabecera del Corregimiento el viajero necesita tomar de dos a tres transportes, lo que es conocido como “transbordo”. Primero viajar hasta Ciénaga, y allí, en la plaza del mercado, tomar un bus intermunicipal, de esos que ya no se ven en la ciudad y en los que se montan predicadores anunciando que “el reino de Dios está cerca ¡conviértete!”. El destino de esos buses es La troncal del Caribe, es por eso que el visitante recorre casi todos los corregimientos que conforman La Zona Bananera y los campos de cultivo del banano, hasta llegar a la plaza de Guacamayal como último destino. La ruta después de Río Frío es totalmente una trocha en la que se pasa por calles muy angostas, arroyuelos y tan cerca de las casas que al pasar se puede ver a las familias departiendo hasta la cocina y a una madre encarnizada 4 dándole una “limpia” 5 a su hijo. No es extraño que por el lugar se pueda presenciar el paso del tren, puesto que cada media hora transitan cientos de vagones repletos de carbón y con su característico “pitirre” 6 es natural el asombro de los visitantes al sentir la presencia de tan majestuosa locomotora pasar frente a ellos. 48
La Zona Bananera es bañada por diferentes ríos, entre esos destacamos al río Sevilla que bordea a Guacamayal limitándolo con el corregimiento de Sevilla; el río cuenta con un gran caudal, lo cual lo hace agradable para propios y visitantes que a su vez lo ven como atractivo turístico y una buena opción para los conocidos “paseos de olla” 7. Así mismo el visitante también se encuentra con un pueblo lleno de historia en sus construcciones de tablas, las cuales encierran una armonía cultural del pueblo y arraiga la fenomenología propia de la región. Notas 1
Remítase al Estado del Arte en donde citando a Sister Nivedita y Ananda K. Coomaraswamy señalamos las diferencias de pensamientos de la cultura occidental y oriental en lo que respecta a las creencias religiosa o ideológicas. 2 Tipo de lenguaje simbólico o codificable muy sencillo que se utiliza para facilitar la recordación en los comandos, especialmente especialmente numéricos en su su sistema binario, octal o hexadecimal. 3 Son dioses omnipotentes que gobiernan la fuerza de la naturaleza y a la humanidad, se reconocen gracias a la gran variedad de dioses y a los colores que los identifican. Como intercambio de favores ellos esperan recibir de ofrendas sus comidas favoritas, sus bebidas preferidas y las cosas que le gustan por parte de sus seguidores. 4 Se puede definir como la acción desmedida de realizar una actividad dejándose llevar por los impulsos emocionales que le propicie el entorno. 5 Dígase de la acción de golpear ferozmente a otro sujeto con la intención de corregir con algún objeto de cuero, hierro, caucho o una delgada rama de árbol. 6 El pito del tren como lo canta Carlos Vives en Los buenos tiempos. 7 En la jerga costeña, se le llama así al llevar comida para preparar sancochos típicos de la región, arroces y/o guisados en una fogata o en anafres a las orillas de un río o del mar.
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Capítulo III GUACAMAYAL: DE LO ORAL A LO ESCRITO Enunciar un problema requiere precisar la naturaleza y las dimensiones del mismo, a detalle y con precisión. Asimismo, se deben ambientar todas las características que enmarcan el problema; también hay que comenzar por narrar los antecedentes de la situación de estudio, así como incluir y mostrar los hechos, las relaciones y las explicaciones que sean importantes en las caracterización caracterización del problema. Igualmente, hay que contemplar tanto el problema como los elementos conectados a él. (Bernal, 2006, p. 85)
Para saber cómo empezó todo y cómo se logró, es necesario saber que esta investigación inició como un trabajo de aula, que tenía como intención reconocer cuáles eran los mitos y leyendas que los habitantes del corregimiento de Guacamayal aceptaban como propios y cuáles habrían sido copiados de otras manifestaciones culturales. Esto llevaría a registrar la realidad de sus habitantes en cuanto a cómo se han arraigado las creencias populares en este sector rural de la Zona Bananera. Durante el contacto con la población se logró conocer algunas de las manifestaciones artísticas y sociales que se presentaron en antaño y cómo éstas significaron el tabú de los pobladores debido a las diversas creencias que se generaban en torno a los mitos y leyendas. En la recolección de la información fue necesaria la interacción con los protagonistas de las historias en cada una de sus casas, los cuales, mediante entrevistas abiertas, enriquecieron la investigación con sus testimonios. En este proceso se recogieron los datos más próximos que se daban en la población referente a las fábulas. Así se logró descubrir que en sociedad actual se ha desplazado las historias fantasiosas que daban posibles respuestas a los hechos 50
“sobrenaturales” del corregimiento bananero; posesionándose la magia y el hechizo como el nuevo tabú de los habitantes de Guacamayal. La santería se abrió espacio, pese a que ha sido un fenómeno que se ha presentado en diferentes regiones de Hispanoamérica, gracias a la influencia afrodescendiente en la época colonial. El carácter inductivo de la investigación y la intención de reconocer las historias del corregimiento, fue lo que le dio a la investigación una representación cualitativa. Esto permitió la narración de cada uno de los relatos de las personas que hacen parte del mito o historias fantásticas y también de quienes aseguraron haberlo captado por alguno de sus sentidos, con el fin de brindar un estudio explicativo de los hallazgos conseguidos en este proceso. 3.1 Los Dueños del legado cultural del pueblo El lugar mágico que aún guarda entre sus calles las miles de historias de violencia, fantasmas y representaciones sobrenaturales, es consecuencia de la creatividad de sus habitantes y la manifestación de su idiosincrasia. Por ello, recurrimos a esos viejos pobladores que caminaban entre la Sierra Nevada y Guacamayal, atravesando el pánico colectivo que generaban las historias que nacían del monte y se transportaba por toda la población, para que nos contaran su historia, al igual que jóvenes que padecieron los pactos entre un brujo, un espíritu o legiones de ellos y un ser humano que buscaba hacerle daño a terceros. Se requirió únicamente la sectorización de la población, clasificándolos en “contadores de historias”: son ellos los que narran los cuentos de brujas, animales inexplicables, fantasmas y matorrales poseídos. Cuentos que se han perdido en el tiempo; y por otro lado están los “victimarios del mundo oculto” quienes fueron parte de los hechizos, apariciones de espíritus y luchas contra cuerpos poseídos. Los grupos están conformados por personas que tuvieron un contacto directo con los fenómenos, representaciones mitológicas o legendarias y quisieron contar sus experiencias; reforzándose así los legados mediante el enfrentamiento de las diferentes versiones; lo que permitió determinar del impacto social. 51
En todo el proceso investigativo se logró reunir en cada visita grupos de 18 a 22 personas que opinaban, argumentaban lo dicho y hasta lo daban por hecho, siendo un grupo de 15 personas las que autorizaron su participación en nuestra investigación de manera directa. La población consultada, que posteriormente dio sus testimonios, son personas con un grado de escolaridad primario y secundario en su mayoría, teniendo en cuenta que también participaron algunos profesionales y personas sin escolaridad. La gradación social y económica no es superior al estrato tres en todo el corregimiento. La economía se fundamenta en el sector primario, mediante el cultivo y la producción de banano, palma africana y el café que se da en las fincas aledañas y en la Sierra Nevada. 3.2 ¿Cómo saber sobre el pasado?... Contando historias Trasladarnos hasta los corregimientos de La Zona Bananera es llegar a un mundo donde el tiempo parece haberse detenido a mediados del siglo XX, donde el atraso se revela en sus calles, su infraestructura, sus medios de transporte y el vestir de su gente. La salida de campo, uno de los procedimientos de la investigación, inició al llegar a Guacamayal y notar que sus calles se dirigen hacia la plaza central, el sentir el calor de su gente amable y del ambiente sofocante. En esta incursión en la población se fue identificando a las personas más representativas del pueblo; quienes al saber el tema a tratar con ellos, ubicaron enérgicamente a las personas que en algún tiempo dieron testimonio de hechos ocurridos en los callejones de su corregimiento. Cada uno de los personajes participantes fue llamado con gritos de alegría por aquellas personas que se sintieron atraídas por el tema, y sabían que un paisano había tenido alguna experiencia similar. Inmediatamente todos comentaban a la vez las historias ocurridas como a “la señora de la esquina” quien había escuchado la Llorona cuando era pequeña o también los hechos ocurridos a una mujer que es la dueña de los cuentos en su bajar de la Sierra y sus enfrentamientos con duendes y almas en pena. 52
Este recorrido por el corregimiento nos permitió direccionar la búsqueda de las historias, pues nos hizo comprender que en Guacamayal la gente tenía afán afán por contar sus vivencias, ellos ellos han querido ser parte de la historia del pueblo y sus primeros adelantos sirvieron para enfocar la entrevista a profundidad de acuerdo a un cuestionario de preguntas basado en las creencias, en las vivencias, las condiciones de vida, las costumbres, sus ritos y su historia misma. Iniciar una conversación entre amigos no es nada difícil debido al espíritu caribeño, alegre y espontáneo. Fueron diálogos en los que todos aportaban a la historia del otro, ya sea porque fue testigo, porque vivió algo similar o porque le habían contado. La autorización para publicar sus vivencias contó con la magia que envuelve a los pobladores de Guacamayal, pues pues se valió de un compromiso verbal, que para ellos es más importante que cualquier papel, pues hombre que se respete mantiene su palabra; en él los participantes aceptaron de manera solidaria colaborar con la recolección de datos, permitiendo así que sus historias fueran plasmadas en este proceso investigativo, manejando total reserva de sus identidades en el caso de historias de la época de la violencia, teniendo en cuenta que este trabajo de grado puede salir publicado. p ublicado. Como instrumento de apoyo se utilizó un diario de campo que a la final orientó el orden de actividades realizadas durante la recolección de información, así como organizar las ideas y encaminarlo en función de ellas a la hora de escribir el texto; ya que en diario de campo quedó registrado paso a paso los temas tratados, las personas que hicieron parte de cada proceso y sobre qué tema se hizo mayor énfasis, determinando así la importancia de los mitos y leyendas como motor cultural entre los pobladores. Seguido a esto, procedemos a una amplia descripción de la información, que consiste en la transcripción de los mitos y leyendas relatadas por los habitantes, dejando que sean ellos quienes plasmen su propia historia, y contrarrestándola con las versiones de las historias que se repiten en otra parte del país e incluso fuera de él, y que han sido citadas en este texto investigativo.
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3.3 Trascendencia del leguaje en Guacamayal Sin duda alguna, el lenguaje es un factor fundamental para que se desarrolle un proceso de oralidad; este influye de manera directa en el comportamiento de los individuos y en el desarrollo cultural de una población. Es por eso que, entendiendo como lenguaje las formas como se estructura o condiciona un habla determinada, podemos afirmar que los coloquialismos de Guacamayal conllevaron a la creación y consolidación, en tiempos pasados, de los mitos y leyendas, que a su vez han ido desapareciendo. El lenguaje hizo parte del posicionamiento de las historias legendarias en la población, integrando a los habitantes en torno a los cuentos que cobraban vida en la oscuridad de los campos de cultivo bananero y trochas del pueblo. Logrando así posicionar historias como La Llorona, La Patasola o La Novia sin pie, entre otras, gracias su transmisión oral. De esa forma se permitió el posicionamiento de la tradición oral, la cual se fundamentó en la búsqueda de respuestas a los hechos inexplicables que vivía la población en medio de un entorno de violencia, de carencias tecnológicas y falta de educación, es decir, sus manifestaciones culturales dependían de la realidad que estuvieran viviendo, mas no existía un estilo de vida característico de la población que los definiera más que el temor por la violencia, que era lo que condicionaba el comportamiento de los guacamaleros, lo cual reflejaba la debilidad cultural que permitió a sus habitantes adoptar nuevas tendencias religiosas, cambiando poco a poco sus tabúes de mitos y leyendas por la magia negra o la religiosidad popular. Además influyó la llegada de los medios de comunicación que dieron a conocer la diversidad de estilos de vida fuera del pueblo, desplazando las historias primitivas. Por ello es evidente que en Guacamayal se llegó a un cambio cultural y se le dio paso a nuevos sincretismos religiosos. Este proceso es parecido al ocurrido entre Roma y Grecia, en donde la cultura Helena fue más fuerte que la de los invasores romanos, posesionándose culturalmente sobre el pueblo colonizador, en cuanto a la llegada de la magia negra, que absorbió las creencias y se fundamentó como principal eje religioso de una parte de la población guacamalera. 54
Esto se dio gracias a los hechos de violencia por los cuales atravesó Colombia, que generó un desplazamiento forzado en distintas poblaciones, produciendo el exilio de los nativos de Guacamayal, y a su vez, el asentamiento de desplazados por la violencia en las zonas rurales del corregimiento. Como consecuencia a esto, incursionaron en la población manifestaciones culturales y religiosas de otras regiones, que hasta el momento no eran practicadas por los habitantes de Guacamayal, sin embargo, se impusieron por la carencia unos rasgos culturales fuertemente posicionados. De igual forma, se refleja en los mitos y leyendas de Guacamayal la influencia extranjera en la narración de los hechos en el momento que contextualizan cada historia con la situación inmediata que padece la comunidad. Lo cual también podría atribuirse a los desplazamientos, ya sean emigratorios e inmigratorios, ocurridos a raíz de la época de violencia de partidos políticos, guerrillas, paramilitarismo, narcotráfico y delincuencia común, en la que cada nuevo habitante contaba una versión distinta sobre un mismo mito o leyenda. Ejemplo de ello es la apropiación de las historias en donde sus protagonistas son personas que en algún momento habitaron el Corregimiento, como en el caso de La Llorana, la Novia sin pies, las brujas; así como también, la adopción de diversas tendencias religiosa debido al desplazamiento y futuro retorno de los oriundos de la zona. Cabe denotar que el habla, como expresión oral, es la base fundamental de las diferentes manifestaciones comunicativas, de la cual hace parte el lenguaje (refiriéndose al idioma). Con Co n base a él que se puede desarrollar un proceso de transmisión oral y así fortalecer los rasgos culturales determinantes de una región específica. El leguaje es la herramienta que permite la unión de un conglomerado social en torno a sus procesos. Sin embargo, el carácter particular de cada una de las distintas formas del habla está representado en la legua debido al carácter universal de ella. Mientras que el leguaje es más especifico, la lengua es más universal, pues es por medio de ella que se comunican los seres humanos. La legua está ligada a los simbolismos universales de
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comunicación, mientras que el leguaje hace referencia a las manifestaciones propias de un idioma determinado. Por ello podemos señalar que la lengua no representa idiomas, representa a un medio de comunicación propio del género humano; mientras que el lenguaje va implícitamente relacionado con las costumbres y manifestaciones artísticas, sociales, culturales e ideológicas de las regiones. En un mismo lenguaje encontramos diferentes coloquialismos, los cuales son formas de habla propias de una región determinada, estos van creando cultura y permitiendo su transmisión oral. De acuerdo a lo anterior se infiere que los procesos de transmisión oral hacen referencia a un leguaje; y este ha sido el proceso que se dio en Guacayamal y con el cual se fortalecieron los mitos y leyendas de este corregimiento de La Zona Bananera. Sin embargo estos procesos no tuvieron unas raíces fuertes, por lo cual se encuentran perdidos en la actualidad y de las historias legendarias de mitos y leyendas, sólo quedan chistes, bromas y juegos de cómo vivían los infantes y jóvenes de inicios y mediados del siglo XX. Recordando también que en esta misma época se dio el auge y posicionamiento de La Zona Bananera, antigua jurisdicción del municipio de Ciénaga, como un sector importante de la economía agrícola, gracias al banano, el cual aún sigue siendo su principal producto de exportación. La oralidad en Guacamayal ha restado importancia debido a la desaparición de longevos que cuenten el origen de la formación del Corregimiento, y consigo las tantas historias que se generaron en medio de La Zona Bananera, lugar donde se sitúa Guacamayal, producto del desplazamiento y/o defunción de veteranos, quienes iniciaron la historia; sin dejar de incluir los homicidios llevados a cabo por los grupos alzados en arma, en distintas masacres, que llenaron de luto, desolación y marginalidad al pueblo. Dicha tradición oral era transmitida en las acostumbradas reuniones familiares en las que los abuelos contaban a sus nietos sus historias cuando niños, en las colinas, en el río Sevilla, en los patios de las casas y hasta en sus juegos por la línea del tres. Pero hoy, con el auge de los medios masivos de comunicación, encontramos que 56
dicha costumbre se ha perdido y ha sido remplazada por reuniones alrededor de televisor. 3.4 ¿En qué cree el pueblo? La historia de los mitos y las leyendas en Guacamayal (Magdalena) se desarrolló como una fantasía que buscaba encubrir la realidad a los niños del Corregimiento, por lo tanto, para ellos los hechos atroces cometidos en medio de la violencia tenían un significado diferente a raíz de lo relatado por sus padres, quienes los intimidaban y hacían sentir temor de desobedecer la autoridad de los mayores, de salir por las noches y espantarse por los fuertes sonidos en los techos de sus hogares y hasta evitar la curiosidad por saber qué pasaba por los callejones de la plaza. Sin embargo, hoy, muchos años después de ocurridos tales fenómenos, los habitantes de la región afirman que tales experiencias, si no eran ocasionadas por rebeldes armados, eran propiciadas por los mismos habitantes, que corrían por las calles del pueblo en medio de la oscuridad gritando, aullando, riéndose lúgubremente semejando las famosas apariciones de La Llorona y demás protagonistas de las historias fantasiosas que recorrían el pueblo. De esta forma los mitos y leyendas de Guacamayal se convirtieron en una herramienta intimidante en la crianza de las nuevas generaciones. Pese a esto, los mitos y leyendas se convierten en un dechado moralizante para la población, pues quieren convertir a los pobladores en una sociedad digna que viva en torno a los principios éticos esenciales. Por ello es importante recordar que los zoneros son personas arraigadas a los principios y la moralidad, la cual viene siendo un categórico en la conducta de los habitantes, que determina lo que es bueno y malo en el acontecer diario. Esto se ve reflejado en el mensaje de fondo que cada uno de los mitos y leyendas deja entrever. Por ejemplo, la leyenda de La Llorona es asociada con las madres desesperadas que perdieron sus hijos en la época de la violencia. Lo que deja ver el valor de la unidad familiar de la región, en la que se acostumbra a tener familias de gran número de integrantes. 57
Los mitos y leyendas también tienen una razón política en la que los habitantes critican las condiciones sociales de la región, haciendo una comparación entre las constantes apariciones del Diablo en el pueblo y las promesas de quienes se aprovechaban de la marginalidad de los zoneros e incumplían lo prometido en épocas electorales. Debido a que la política es el medio por el cual los ciudadanos pueden satisfacer las necesidades básicas, los mitos y leyendas explican las condiciones de precariedad y vulnerabilidad de los habitantes de Guacamayal. Por ello, estos relatos materializan las necesidades de la población y han servido de medio informativo, permitiendo conocer el estilo de vida. Sin duda alguna, la influencia del ser humano en el desarrollo de los mitos y leyendas manifiesta el imaginativo natural de los habitantes del Caribe colombiano, quienes son capaces de crear una fábula dentro de los hechos ocurridos en el diario vivir. Este es el dominio que los caribeños tienen sobre su medio. Cada una de las historias enmarca ese mundo mágico dentro de la realidad. Sin embargo, muchos de los aspectos mitológicos y sub-reales son un reflejo de la influencia occidental en el nuevo continente, esto se percibe en las historias de brujas que aún divagan por las callejuelas de Guacamayal. Allí los habitantes aún creen en las brujas que vuelan en escobas paseándose sobre los techos de las casas vecinas y propias, asedian a los hombres y trabajan con hechicería. Es importante recordar que el oficio clandestino y su categorización de brujas las considera, desde la edad media y la aparición de la iglesia cristiana, como maléficas, mujeres que condenan el primer mandamiento: ‘amar a Dios sobre todas las cosas’.
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Capítulo IV LAS BRUJAS: “YO NO CREO EN ELLAS, PERO DE QUE LAS HAY, LAS HAY” Decir «Dios creó el mundo de la nada» es tan explicativo como afirmar «no sabemos quién hizo el mundo, ni sabemos cómo pudo hacerlo». Pero cuando se refieren al tema del origen, los científicos suelen incurrir en paradojas no muy distintas de las teológicas. (Savater, 2004, p. 135)
Las fabulas que fueron tomadas de la tradición oral de Guacamayal expresan la forma de vida y los estereotipos con los cuales se creaba un fetiche, ya sea en un lugar especifico o personas concretas. Por ello, de una u otra forma, tales leyendas urbanas sincretizan un acervo cultural que representa a una población que vivió en la época de las crudas guerras y de las tomas guerrilleras. Las historias tomadas para enriquecer esta investigación van más allá de repetir los cuentos que la tradición oral va legando de generación en generación. Se seleccionaron historias que han sido contextualizadas, puesto que los habitantes de este corregimiento han adaptado las leyendas como la Llorona, la Novia sin pies, la Lechuza, el Diablo y las Brujas a hechos ocurridos dentro de la misma población con personas que han habitado en Guacamayal. Ante esto, en Guacamayal puede notarse una pérdida del mito, prevaleciendo la leyenda, pues estas historias, más que hechos sobrenaturales o historias inexplicables, son sucesos enmarcados en el contexto social que vivía la localidad, tales como la violencia, pobreza, falta de educación y carencia de servicios públicos. Cabe denotar que una de estas leyendas fue personificada, en algunas ocasiones, por jóvenes inquietos, habitantes del corregimiento, que hoy siendo adultos se burlan de la situación y se muestran escépticos ante la realidad de estas historias poniendo en duda la credibilidad de los hechos por parte de sus allegados. 59
Sin embargo, cada historia hizo parte de la crianza de las generaciones del siglo XX, fueron determinantes en la educación cultural y sirvió también para adaptarse a nuevas costumbres, puesto que el generar miedo lograba diseñar un estilo de vida de la mano con la oscuridad por la falta de servicio de energía. Por ello, la leyenda guarda un acervo cultural que sin duda enmarca a la población dentro de un contexto determinado, familiarizándose los habitantes de Guacamayal con las historias. Actualmente, recordar estos hechos es lograr que las personas mayores rememoren lo que vivieron en su infancia y juventud, convirtiéndose esto en un motivo para unir a las familias y contar historias, removiendo sentimientos por lo que ya pasó y no volverá. 4.1 El caballo sin cabeza Para los jóvenes de antaño recorrer las calles del pueblo por su plaza, callejones y el parque del cementerio significaba una gran travesía, porque en cualquier momento podría salir un espanto o algún espíritu que los aterrorizara en las noches de luna llena. Uno de esos espantos a los que le temían era, sin duda: el caballo sin cabeza. Cuenta María Teresa Espíndola, una matrona de Guacamayal, que una noche de esas cuando ella tenía como 15 años y eran ya las 8 de la noche, le tocó salir de su casa, junto a su mamá, porque les habían llegado los rumores de que su hermana Julia había recibido una golpiza del esposo. Julia vivía cerca a la orilla del río Sevilla junto a la línea (vía del tren, que para esa época aún era utilizada como transporte de pasajeros), y María vivía con sus padres y hermanos cerca a la plaza principal. En el momento en que les tocó pasar por la plaza, cerca al mercado viejo, María Teresa y su madre escucharon el sonido de unos pasos ágiles y fuertes como el de un equino. En ese mismo momento sintieron como “el ambiente se puso pesado” con un ligero silencio y una brisa fría que invadía la calle por la que ellas pasaban, pero por la prisa que les acarreaba, siguieron el camino para llegar a consolar a su hermana.
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De un momento a otro escucharon el relinchar de un caballo, sus galopes se sintieron lejos, como si estuviera saliendo del pueblo por los lados de la línea; y de repente, tan impactante fue el terror de ellas, cuando vieron que enfrente suyo venía el cuerpo de un caballo grande, de patas largas y gruesas que se iluminaba tan solo con la luz de la luna llena. Fuerte y penetrante ante la oscuridad que reinaba. La luna permitía ver el reflejo de la inmensidad del caballo, desde sus cascos hasta su alargado cuello, pero sin dejar notar sus ojos o cabeza, lo cual hizo espantoso y escalofriante aquél momento. El pánico se apoderó de María Teresa y de su madre, y como “alma que lleva el diablo” llegaron hasta la casa de su hermana. El dolor las invadía más cuando encontraron el cuerpo ensangrentado y sin vida de Julia; del esposo no se supo nada en mucho tiempo. Ésta, al igual que muchas en el pueblo, es una de las historias que gira alrededor del mito del caballo sin cabeza. Según los habitantes de la región cada vez que el caballo aparece es una señal de que alguien morirá o alguna desgracia llegará al pueblo. Braulio Cáceres Losada, de 69 años, afirma con ímpetu que, aunque no vio al caballo sin cabeza, si lo ha sentido. Recuerda que quedó perplejo cuando una noche sintió la bestia y al día siguiente el pueblo tuvo que enfrentar una de las tomas más sangrientas efectuadas por los guerrilleros en la región. La toma generó un gran número de desplazamiento en el corregimiento, que en esa época aún pertenecía a Ciénaga (Magdalena). Cuentan los lugareños que al día siguiente de una desgracia, ya sea familiar o por agentes externos como la guerra, los vecinos llegaban a la plaza y comentaban lo sucedido. Conmovidos por las atrocidades, sumergidos en un pánico colectivo, todos aseguraban haber escuchado los pasos fuertes del caballo, como el de ningún otro animal, y desde entonces se le atribuye al galopar por las noches un augurio de malas noticias, de desgracia. Cuando pasó la época de extrema violencia en Guacamayal, cuenta Blanca Abuchaibe, quien nació en una finca ubicada en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, y actualmente vive en el pueblo, que una noche sintió el espanto pasar por su casa y con la curiosidad que le invadió se asomó a la ventana y vio como la luna 61
se reflejaba en el agua del río, siguiendo su cauce, al caballo, el cual se iba agrandado a medida que se alejaba, hasta que lo perdió de vista en la curva del río hacia Prado Sevilla. Desde ese entonces no se ha vuelto a saber nada del caballo sin cabeza en el pueblo. Todo al parecer por las constantes oraciones que la señora Blanca elevaba al Todopoderoso. Podemos interpretar con este mito que fue creado con la intención de buscarle una explicación a las desgracias que se estaban viviendo en el pueblo durante la época de la violencia. Gracias al realismo mágico nato de los habitantes de la región, quienes asociaban la realidad con figuras imaginarias para crear pánico en la población. Para los nativos de la región, el galopar, en muchas ocasiones, no sería otro sino el de los caballos de guerrilleros o paramilitares que paseaban por toda la zona resguardando su territorio y vías de acceso para el flujo de narcotráfico. También se destaca una razón educativa como método disciplinario por el que optaban los padres, por ejemplo, cuando a los niños se les atemorizaba con la figura del caballo sin cabeza para que ellos temieran estar fuera de sus casas al caer la noche y que no tuvieran la curiosidad de asomarse a las ventanas cuando escucharan el galopar de uno o más caballos. 4.2 La lechuza Como toda historia fantasiosa, ésta está llena de fábula y magia, pero también de terror. Terror que genera en los habitantes de Guacamayal el canto de La Lechuza. En muchos pueblos de las riveras del río Magdalena el cantar de la lechuza es un llamado trágico. Augura una catástrofe o desgracia en las familias. La Pavita, como se conoce en otros contextos a la Lechuza, llama la mala hora. Su aparición supone un pronóstico y verla denota que sobre ese lugar va a ver muerte o ruina. Su presencia es rechazada por los pobladores. Magdalena Socarrás, o doña Magda, como le dicen sus vecinos de cariño; dice: 62
“Lechuza maldita, vete de acá hiju’eputa” cada vez que las ve; pues como ella afirma “a esa desgraciada hay que tratarla mal para que se vaya y deje de andar por acá, que se lleve la desgracia pa’ otro la’o”. Atestigua doña Magda, con un rostro despavorido por hablar sobre el tema: “los muertos quedan debajo del lugar donde la lechuza dio las vueltas; a la pavita hay que echarla antes de que de tres vueltas, porque como las dé, ahí sí es verdad que se lleva a alguno, por eso hay que decirle groserías para que se vaya de ahí y no se lleve a nadie”. Han sido muchas las experiencias que han tenido los habitantes de la región con el canto de la lechuza. Edelma Ruiz dice que siempre que la escucha sale corriendo a orar para pedirle a Dios que aleje la mala hora de su casa y del pueblo, pues ella ha comprobado que cuando la lechuza canta hay muerte segura. Como un enero del año 2000, señala Ruíz, que escuchó en la madrugada el canto de una pavita, y a la mañana siguiente se enteró de que 20 campesinos habían sido asesinados en la plaza del pueblo después de salir de una caseta popular. Ruiz agrega que otra noche, antes de saber que una hermana había muerto, ella escuchó cantar la pavita tres veces muy cerca de su casa. También le pasó cuando murió un sobrino en julio del 2009, la lechuza cantó tres noches de seguido en el patio de su casa, sobre un árbol de torombolo, y en la última noche fue cuando ocurrió un accidente de tránsito vía a Cartagena en el que perdió la vida su sobrino. El desarrollo de la historia de la Lechuza ha sido la misma en todo el mundo ya que ésta era considerada el ave de la muerte en el antiguo Egipto, asociada a las fuerzas ocultas. Pero en los pueblos caribeños se mantiene, ya que el colectivo sigue asociando la aparición de esta ave de rapiña nocturna con la muerte. Por cultura, la contra para alejar el mal es dirigirse a ella con palabras prosaicas, provocadas por el temor a la muerte, la cual ha generado la invención de muchos mitos. Por ende, La Lechuza es un mito que refleja el rechazo que sienten algunos habitantes del Caribe colombiano hacia todo lo que se refiere a la muerte. Esto se percibe también con hechos reales en 63
los que se le propicia un combate, como en el caso de la tradicional danza carnestolenda de El Congo, en donde la muerte es simbolizada en un chacal y el hombre se enfrentan en una significativa batalla, resultando victoriosa la fuerza de la alegría. Del mismo modo, la muerte es despreciada por el hombre Caribe debido al significado social y al duelo que lleva consigo. El caribeño, y por ende el guacamalero, es alegre, entusiasta y divertido; la muerte es todo lo contrario, es temor, es fúnebre y lúgubre; convirtiéndose en una de las razones sociales por la que se da el rechazo a la muerte y por la que se combate a la Lechuza. El combate del hombre con la muerte es algo que no llegará a consumarse; pues por más que luche el ser humano por vencer a la muerte, ésta llegará para apartarnos del mundo terrenal. Se creé que nos conduce a un mundo del que aún hoy nadie ha podido dar razón. En el contexto religioso la muerte también es rechazada por el hombre en el sentido del pecado que ésta tiene; cuando el hombre cae en el pecado, cae en la muerte espiritual, en el olvido de su Dios y de la fe. Por eso, la muerte física es rechazada. Al conocer el estado de muerte espiritual que nos aleja de la felicidad eterna, el hombre siente miedo de llegar a la muerte corporal, pues cree que caerá en el sufrimiento eterno. 4.3 La Novia sin pies A las orillas del río el tiempo parece haberse detenido. Entrando al pueblo por el lado de Prado Sevilla está la línea del tren, epicentro de la historia de la Novia sin pies o sin ‘patas’ como dice la gente. Si se habla de fantasmas es normal que vayan por el mundo levitando. Se dice que si frente a uno aparece alguien a quien no se le vean los pies, sin duda es un alma en pena o un espíritu perdido, pero esta característica fue determinante a la hora de nombrar a aquella ilusión que aparece desesperada merodeando entre el río y el tren. Cada día es costumbre que las madres y sus hijos lleguen al río para lavar la ropa en lavaderos improvisados de piedra y a bañarse 64
con el agua turbia que recorre el corregimiento. También es muy común hablar de aquella historia que quedó instalada, en la que una mujer vestida de novia levita por la línea del tren en búsqueda de su amor perdido. Cuentan las lavanderas que antes de salir el sol han visto un fantasma con figura de mujer, vestido de blanco, con velo azul y sin pies. Eunice Peinado, quien desde niña ha escuchado esta historia, manifiesta haber tenido a su lado a esa triste mujer: “al principio, cuando tenía 10 años, me asustaba mucho, sentía que me perseguía, porque siempre que llegaba a bañarme se me aparecía bajando de la línea del tren hacia el río; yo le he visto la cara, la he visto sentada en las piedras, y cuando escucha venir el tren, ella sube a la línea y allí desaparece”. Se decía que sólo se le aparecía a los maquinistas que pasaban por el puente, montándoseles en los vagones y luego de sentarse al lado de ellos, desaparecía; pero en el pueblo son muchos los que han tenido al lado a dicha mujer. Ella no aparece en otro lado del pueblo que no sea ese y, en las noches, si un hombre recorre ese sector puede exponerse, muy seguramente, a verla. Ella nunca les habla, ni los mira, simplemente pasa por su lado con la cabeza inclinada reflejando una profunda tristeza. Permanece con la mirada perdida; algunos se atreven a decir que como una loca. El motivo de sus apariciones en ese lugar se le atribuye a la pérdida de su prometido, quien fue arrollado por el tren, hace más de 40 años, luego de tirársele en un profundo estado de embriaguez. Desde ese entonces, ella sale cada día. Quienes viven frente a la línea o el río también afirman verla. No se conoce tragedia alguna ocasionada por sus apariciones, pero dicen las mujeres del pueblo que le temen a que se lleve a sus parejas, puesto que si ella busca a su amor perdido, les da miedo que esa novia sin pies les quite su gran amor. 4.4 El diablo El diablo, ente que simboliza el mal, en Guacamayal podría aparecer en forma de animal, tomar el aspecto de una persona conocida, inclusive como una sombra oscura a plena luz del día o 65
brillante en medio de la noche. Desde que sus actuales pobladores tienen memoria, a los niños se les ha asustado con el sólo hecho de mencionar su nombre, ya fuera como el cuco, el coco, Satán, Lucifer, el diablo o Luzbel, y ellos, por miedo, temían desobedecer, puesto que los padres amenazaban que el desacato conllevaba a la aparición del mismo, y que por las noches, las fuerzas oscuras llegaban a los hogares para halarle los pies a todos los que en el día se habían portado mal. Lo que resalta esta leyenda en Guacamayal es el lugar donde se aparecía a grandes y chicos: bajo cualquier árbol tropical de tamarindo, una de las especies que predominaban en la región; razón por lo cual fue denominado por el pueblo como el árbol del diablo. Por esta razón, las familias empezaron a arrancar el árbol de los patios de sus casas, con ello esperaban alejar la maldición de la visita indeseada del maligno; hoy día, los guacamaleros, al toparse con un tamarindo se hacen la señal de la cruz y piden protección al Santísimo, pues aún por sus calles permanece el rumor de ser este árbol el refugio y su fruto su alimento. En una de las casas de tablas a orillas del río Sevilla vive Josefina López, una señora de armas tomar, fuerte, decidida y sin miedos. Ella recuerda que cuando era una adolescente, un domingo cualquiera su madre fue a lavar la ropa a orillas del río, mientras que su padre y sus hermanos podaban con machetes el gran tamarindo que tenían en su patio, sus hermanos decían que de noche sentían algo o alguien en el árbol, por su parte, Josefina retaba al ente a revelarse ante ella. Ese mismo día los vecinos temerosos acabaron con las especies plantadas en la orilla del río, al tiempo que relataban las condiciones en las que se aparecía el diablo; dice Josefina que ahí: “yo escuché al difunto Ramón contando que un día él había madrugado para ir al mercado y salió de su casa en una bicicleta como alma que llevaba el diablo después de haber peleado con su esposa, disque porque no quería verla más, y que en el camino, iba recordando la pelea, cuando de repente vio la imagen de su esposa sentada en una de las ramas de un tamarindo; fue tanto el susto después de mirarle la cara y verle los ojos rojos, como encandela’os; y sin tropezarse con nada se le salió la llanta a su bicicleta. Al levantarse dice que ya no volvió a 66
ver nada, y que desde ese día no se le había borrado esa imagen de su mente. Pero a mí, dice Josefina, no se me ha revela’o na’a”. Entre la gente se dice que el demonio muchas veces tomaba la figura de alguien del pueblo, sobre todo cuando había riñas entre los pobladores, otros tantos dicen que se aparecía porque no aguantaba el calor del infierno y llegaba a tomarse el agua turbia del río Sevilla. Por otro lado, Pedro Rodríguez, un hombre que se dedicó al agro, cuenta que le guarda respeto al maligno, pues asegura que: “él viene al pueblo buscando la gente mala, la gente retorcida, esa gente que le gusta robar, pelear, emborracharse y ser infieles. Por eso, como a alma que se respete, yo le dejo un vaso de agua en la puerta de mi casa cada noche, pa’ que a mí no me lleve”, pues en su juventud se le aparecía en época de recolección de cosecha, le pedía alimentos y luego se evaporaba, unas veces era como una mujer vieja, de manos arrugada, piel gruesa y áspera, vestida con harapos, otras veces era un joven que se acercaba a mirarle su trabajo y de repente desaparecía, “yo sabía que era el diablo por el olor a azufre, fuerte, entonces yo no le miraba la cara, porque la gente dice que si le miraba los ojos iba a ver pura candela y me podía llevar pal mismito infierno”. Al pasar el tiempo, de esta historia queda el árbol de tamarindo como un referente del mal y ver alguno inmediatamente conlleva a contarles la historia a niños y visitantes. Este hecho, posteriormente, fue relacionado con la municipalización de la Zona Bananera –en el año 2000- en el momento que sus habitantes asociaron las repentinas apariciones del diablo con las esporádicas visitas de los políticos que llegaban en épocas de campañas electorales a prometer el desarrollo de la Zona. Ellos formaban conmoción entre los habitantes y luego de las elecciones no volvía a saberse nada. Por lo tanto, los pobladores mancomunaron un contexto político con la tradición oral de este corregimiento, al momento que tomaron una historia fantasiosa y la adaptaron a la realidad que se vivía en la localidad de forma simbólica. Hoy, en Guacamayal, se le apoda ‘diablo’ a todos aquellos que llegan, ilusionan a la comunidad, se aprovechan de ellos y luego la olvidan.
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4.5 La Llorona Un repentino viento frío, la piel se eriza como la de una gallina, los oídos se alertan y perciben un alarido escalofriante y el pánico se apodera de todos. Al escucharla a lo lejos indica que está pasando muy cerca, y si se oye a nuestro lado, es porque ya se ha llevado la tranquilidad del vecindario. Más que la común historia de aquella alma de una madre que pena por la desaparición de sus hijos por las calles y veredas de nuestros pueblos colombianos, este corregimiento tiene su propia llorona. Cuenta la leyenda que una señora se encontraba cocinando en un fogón de leña el almuerzo. Era un jueves de principios de diciembre, fecha en la que actualmente se celebran las fiestas patronales de Guacamayal. De repente escuchó una ráfaga de disparos a lo lejos, y despavorida al recordar que sus cinco hijos se encontraban jugando por la línea férrea, agarró un tizón y salió gritando sus nombres. Dicen que a sus hijos no los volvió a ver, pero que los protagonistas de los disparos la tomaron, la amarraron y se la llevaron. Pasado un tiempo, la señora volvió al pueblo en busca de sus hijos, llorando, lamentando su pérdida como alma en pena. Magali Payares, una mujer soltera, como pocas en el pueblo, asegura que luego de la muerte de esa mujer, a la que le decían la loca, aparecía por las calles llorando por sus hijos. Su alma penaba por los corregimientos de Prado Sevilla y Guacamayal como un fantasma. “Hay mujeres que se van a parrande’a las fiestas patronales y dejan a sus hijos dormidos con pastillitas (sedantes), a esas mujeres se les aparece, a to’itas se les aparece, y les quita la pea (borrachera) de una, pero se les aparece po’que son malas con sus hijos, prefieren andá sinvergüenciando que cuidando a sus hijos”, comenta Magali. Bajo esta condición, muchas madres se vieron reflejadas en esta leyenda, pues la violencia cobró la vida de centenares de niños, jóvenes y adultos. Si bien es cierto, la historia de la llorona ya era
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conocida por los habitantes de la Zona Bananera, a raíz de este suceso, se volvió una leyenda propia de Guacamayal. De igual forma, La Llorona tiene otro punto de vista ante la comunidad, puesto que la carencia de servicios públicos, en especial el de energía, hacían de Guacamayal un mundo diferente al que percibimos hoy. Está lleno de temores por lo sobrenatural, miedo a la oscuridad y respeto total a la hora en punto en que caía el sol. Cuenta Gala Mojica que al entrar la noche, los jóvenes maldadosos, entre ellos sus hermanos, salían envueltos en sábanas blancas por las calles, dando alaridos similares a los de La Llorona, seguido de aullidos, maullidos, rebuznados; ya que su hermano Pablo tenía la habilidad de imitar cualquier cantidad de sonidos que semejaban animales. Al día siguiente, los habitantes despertaban comentando el haber visto y escuchado el alma en pena de La Llorona. Con este último testimonio, queda en entredicho la realidad de esta leyenda, se entra a juzgar si los habitantes de Guacamayal vieron con temor un disfraz de jóvenes traviesos o fue cierto que percibieron el espectro triste y despavorido de un alma en pena: el de la Llorona. 4.6 Las Brujas Estas hechiceras hacen parte de la gran herencia afrodescendiente que trajeron consigo los miles de esclavos desde la época de la colonia. Son mujeres que trabajan con la magia negra, que se atribuyen poderes sobrenaturales, que les permiten manifestarse de diferentes formas. Enilda Cotes, dueña del restaurante donde llegan los transportadores de los buses municipales, habla de las brujas en tono burlesco pero temeroso, dice que: “ver una gallina con sus pollitos caminando por las calles del pueblo persiguiéndose en círculos o haciendo espirales es una señal de la presencia de una bruja que llega para hacer algún mal por ahí cerca”.
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En Guacamayal, la mayoría cree en las brujas, sus habitantes se atreven a afirmar la existencia de éstas. Dicen que algunas utilizan unos ropajes que les permite volar, algunas en sus escobas y otras se transforman en aves. Relatan también historias de mujeres brujas que han salido lastimadas luego de luchar contra su posible víctima. Un ejemplo es el caso de una bruja que se convirtió en mata de patilla, planta asociada a la brujería, y no dejaba pasar a los trabajadores que bajaban desde el monte para regresar a sus casas. Ellos optaban por un camino más largo, pero, Luís Ramón Castro, un hombre osado, que ha manifestado no tenerles miedo, una vez se enfrentó a una de ellas con su machete. “Yo venía bajando de la Sierra y vi moverse unas enredaderas. Pensaba que era una culebra y saqué el machete. Cuando ya estaba en medio de una mata de patilla vi que se me iba enredando en los pies. Ahí fue cuando supe que eso tenía que ser una bruja. Inmediatamente le lanzaba los machetazos, pero la mata se movía esquivándolos, hasta que vi dos patillonas grandotas y le empecé da’ plana limpia a las patillas mientras rezaba un Padrenuestro y listo, eso fue bendito para que la bruja me dejara en paz”, dijo Luís Ramón al contar una de sus experiencias con brujas. Al día siguiente, todos comentaban lo ocurrido y las señoras del pueblo esperaban ver cuál sería la mujer que tuviera heridas en su cuerpo. De hecho así fue, una mujer que vivía en la parte alta del cerro tenía heridas en sus senos y brazos. Las piernas de Luis Ramón aún mantienen cicatrices de aquel encuentro y desde entonces mantiene una tasa con sal en una mesa al lado derecho de la puerta de su casa, ya que se cree que si una bruja entra en su morada se llevaría la tasa de sal sin hacerle daño a nadie. Otras veces, las brujas transformadas en grandes aves se posan sobre los árboles donde cerca hubiera una reunión de hombres jugando y tomando licor para acosarlos. Les hacen moretones en el cuerpo o lo rasguñan y los persiguen hasta sus hogares, donde ellas, desde los techos, hacen sus rituales para seducir al hombre sin dejar dormir a sus familiares.
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Actualmente, este sigue siendo un tema de misterio para la comunidad que considera que las hechiceras tienen una comunicación directa con el diablo y son fuentes del poder maligno. Son mujeres que van por el mundo haciendo maleficios, hechizando y trabajando con conjuros para hacerles mal a algunas personas. Todas esas manifestaciones sobrenaturales al ser contadas a los demás pobladores ocasionaron un gran temor durante aproximadamente ocho años. Cuando aún se lograba que toda la comunidad le tuviera respeto a los temas paranormales y los niños, con su inocencia, aún eran temerosos de la oscuridad. Pero desde el 2002 Guacamayal experimentó un nuevo fenómeno. Tal vez se venía practicando desde hace mucho tiempo, pero jamás se había vivido tan de cerca como hasta ese año. Desde entonces, se habla de las alianzas malignas. Se comenta por las calles que las brujas van al cementerio de noche para comunicarse con las almas oscuras representadas en animales de color negro, o con espíritus de antepasados e invocar al maligno y su legión de espíritus para hacer daño. Muchas veces son las esposas engañadas quienes solicitan los servicios de dichas hechiceras para cobrar venganza por la traición de su esposo. Otras, son las mujeres desesperadas por obtener a un hombre y pagan para que se lo recen y lo aten con magia negra. También, las vecinas envidiosas recurren a este método para llevar a la miseria a esa persona que tanto le molesta, o con quien tiene una guerra constante. Se dice que cada familia ha vivido directamente, al menos un caso de brujería, ya sea porque la practican, la solicitan o han sido víctimas. De una u otra forma la brujería es el método más utilizado para alejar a los enemigos. Por otro lado, están las personas creyentes en un solo Dios todopoderoso. Gente que se persigna al escuchar sobre el tema de las ciencias ocultas, aquellos que rechazan el mal pero no niegan su existencia. Dicen no creer en brujas, tal vez porque jamás han relacionado sus desgracias con maleficios y aseguran que quien no crea en ellas 71
ni en el poder de su maldad, jamás serán víctimas de sus conjuros, ya que solo el que cree se condena a vivir con miedos. Sin embargo, todo el mundo, afirma en el pueblo, que: ¡Yo no creo en ellas, pero las brujas, de que las hay, las hay!
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Capítulo V EL HOMBRE SE OLVIDÓ DE DIOS Y EL DIABLO LO ENVOLVIÓ Quizá sospeches que estoy tratando de comerte el coco y en cierto sentido no vas desencaminado. Verás, muchos pueblos antropófagos abren –o abrían– el cráneo de sus enemigos para comer parte de su cerebro, en un intento de apropiarse así de su sabiduría, de sus mitos y de su coraje. (Savater, 2000, p. 15)
En Guacamayal el proceso de oralidad se vio estancado debido a la aparición de la magia negra. La Santería se ha arraigado en los habitantes del Corregimiento, desplazando a las creencias asidas desde antaño. El fenómeno de la Santería es singularmente nuevo en la historia de Guacamayal; sin embargo la población en general tiene un significativo aprecio y devoción por estos dioses. Muestra de esto es la creencia en un espíritu al que le piden con ahínco intenciones banales, por lo general buscando hacer daño a terceras personas. La Santería aparece como una forma en la que el hombre intenta buscar o encontrar un refugio espiritual debido a la carencia de un Dios. Ante ello, podríamos deducir que si la religión no existiera, el hombre crearía cualquier tipo de Dios y erigiría altares a figuras inexplicables, con tal de tener alguien superior en quién confiar, a quién pedirle favores, a quién encomendarle protección y a quien atribuirle las cosas inexplicables, intangibles y el origen del mundo. Sin embargo, la gran diferencia entre religión y santería es que en la religión, por ejemplo en el Cristianismo, Dios no busca al hombre ni necesita del hombre para ser Dios. Él lo es por su naturaleza y su propia divinidad. Dios no necesita del culto de los humanos para ser divino. En la santería, la divinidad necesita del culto humano para ser una deidad, necesita de las ofrendas para poder hacer favores y sólo se los da a sus fieles, convirtiéndose esta forma de religión en un trueque, en un intercambio que en muchas 73
ocasiones podría ser económico y que en últimas termina favoreciendo a unos pocos y haciéndole daño a otros. Si bien las religiones monoteístas pregonan la existencia de una Divinidad, esta relación entre Dios y el hombre no es comercial, ni un trueque. El hombre sabe que tiene a su Dios, pero Dios no está esperando (ni necesita) de los hombres para que le den ofrendas, sacrificios ni oblaciones. El Rey David en el Salmo 40 (39) lo explica cuando afirma que Dios “Sacrificio y ofrendas no te agradan; has abierto mis oídos; holocaustos y expiación no has demandado”. (Sal 40 (39), 6.). En el Cristianismo la relación de Dios con el hombre es una relación de amor, y en el Judaísmo e Islamismo la relación de Dios con su pueblo es de un Dios salvador, que los sacará de la opresión, pues Él es el Dios de los ejércitos 1. Sin ser este estudio de Escatología, es necesario explicar que la santería existe debido al deslindamiento de las religiones tradicionales en poblaciones apartadas. Lo que permite que nuevas corrientes religiosas se posesionen sobre los sistemas tradiciones de creencias, desplazándolos y arraigándose aquellos dentro de una población que en muchas ocasiones carece de educación y están en condiciones de vida muy vulnerable. La Santería es natural de África y con ello de las poblaciones afro-descendiente que se enraizaron en América Latina. Para el caso de Guacamayal, la santería ha llegado gracias a la influencia del vudú, debido a que los desplazamientos que se generaron desde la década de los 80’ en esta zona rural, permitió que muchos zoneros se trasladaran a La Guajira y países fronterizos huyendo de la violencia. Según el artículo ‘La mitad de los católicos se concentran en países americanos, la mayoría en Brasil’ publicado en el portal de terra.com, en la sección actualidad en mayo del 2007, Venezuela es un país en donde el 80 por ciento de la población practica la religión católica, según el censo de 1999 que cifra una población de 23,7 millones de habitantes, según la Conferencia Episcopal de Venezuela; sin embargo el culto a María Lionza es considerado como la religión autóctona de la Republica Bolivariana. A su vez la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano y del Caribe reunido en Aparecida (Brasil) en mayo del 2007 señaló que el 74
75 por ciento de los habitantes de América son cristianos y el 69 por ciento practica la religión católica. Sin embargo, la santería se ha posesionado en los diferentes pueblos de América por la carencia de fe de los latinos en el Dios que pregonan los cristianos; lo que ha permitido que los cultos extranjeros recluten a más personas en las prácticas de santería por la necesidad espiritual y con carencia de conocimientos; sin afirmar que si no se practica la religión cristiana, necesariamente se practicaría la santería. En la actualidad, en América Latina no existe ninguna práctica religiosa que su culto sea totalmente nativa de África, todos han recibido influencia del devocionario católico, lo que se conoce como una religión con ‘elementos africanos sincretizados con conceptos cristianos’. Ante esto, es necesario explicar la diferencia entre el culto a los santos en la iglesia católica y el culto de santería en las culturas aborígenes.
5.1 Las prácticas religiosas en las creencias El devocionario católico que se divide en la adoración a Dios, el cual lleva el nombre de Latría; el culto de veneración, exaltación y honra a la virgen María, el cual se le da el nombre de Hiperdulía; y el culto de exaltación a la figura de los santos, a quienes se les rinde un culto de Dulía. La Latría es exclusivo a Dios, pues es al único que se adora en la trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo; tres personas distintas pero un solo Dios verdadero. San Agustín de Hipona, obispo, confesor y doctor de la iglesia, en sus confesiones señala que el misterio de la trinidad encierra el misterio de la fe cristiana, pues muestra la divinidad de Dios, el amor de Dios y a un Dios que se da a los hombres para su salvación. La Latría es la adoración de los cristianos a su único Dios. Por su parte, la Dulía es el culto de exaltación que la iglesia da a aquellas personas cristianas por sus obras a favor de la sociedad, y del anuncio del evangelio de Cristo y la salvación. Estas personas son elevadas a los altares bajo el estereotipo de “Santos”. Sólo la iglesia cristiana católica eleva a los altares y da el título de santos a personas mortales. Por su lado, a la virgen María, por ser la madre de 75
Jesús, que para los cristianos es el hijo de Dios, se le rinde un culto de exaltación, veneración y honra, a lo que la iglesia llama como la Hiperdulía. La Hiperdulía y la Dulía no son adoración, son un culto de exaltación a personas mortales. Por otro lado, la Santería es una exaltación de personas mortales o míticas en una adoración intrépida que busca mostrarles a los fieles las bondades de esta deidad, aludiendo beneficios y favores si se le rinde un culto especial. Para el caso de América, la santería tomó elementos del culto de dulía de la iglesia católica como propios, generando confusión en los católicos sobre el culto de veneración a los santos y la santería. La santería toma elementos enmarcados en un politeísmo que logra expandirse rápidamente entre las poblaciones, gracias al proceso de oralidad natural en los conglomerados culturales. Para el caso en estudio, la santería llegó a Guacamayal (Magdalena) bajo la figura de ‘El Negro Felipe’. Este individuo hace parte de una divinidad conformada por tres potencias: María Lionza, el cacique Guaicapuro y El Negro Felipe. Sin embargo, el culto a María Lionza es la principal devoción de estas tres potencias; la raíz de este devocionario está en Venezuela. Marco Pérez Jiménez, presidente de Venezuela durante 1952 y 1958 levantó la estatua con la imagen de María Lionza sobre una danta de Caracas, ubicada en la autopista Este, justo al lado de la Universidad Central de Venezuela. Estas tres figuras representan la raza blanca, negra e indígena en el espiritismo venezolano. El Negro Felipe, que según la historia es el único negro oficial en el ejército patriota, para los guacamaleros es una entidad maligna, a la cual recurren para pedirles favores económicos, ataduras sentimentales e invocan su espíritu para que posea el cuerpo de algún enemigo y hacerle daño físico y mental; a cambio, le hacen ofrendas que constan de licor y tabaco, hacerle fiestas o reuniones en la casa de quien pide por tres días seguidos en donde, por cada ronda de alcohol, deben echar un trago al suelo en nombre del espíritu. A su vez, quienes hayan pedido al alma del Negro Felipe, deben pagar penitencias impuestas por los brujos que les sirven de médium, más cumplir la promesa de llevar una botella de ron cada día de las 76
fiestas paganas celebrada en las cacetas que se le rinde homenaje la última semana del mes de enero de cada año; de no cumplirse, todo el mal deseado a la otra persona se devolverá a quien lo deseó como forma de castigo por faltar al pacto. También, para mantener la protección, los habitantes siguen las prácticas mediante riegos que se componen de varias esencias y hierva de albahaca envasadas en la primera botella de ron que se tomaron en su nombre después de la petición, y dicho riego se echa de afuera hacia adentro de las casas o negocios. A esto, se le colocan 12 flores rojas y una amarilla en un florero transparente con un vaso de agua y una copita de ron. Para su efecto, le encienden una vela blanca cada lunes y reza la oración del Negro Felipe. Yaneth Vargas Acosta dice haber realizado ese ritual por siete meses, tiempo que tardó en cumplirse su petición, “las vecinas sentían envidia de mi y me estaban haciendo un maleficio, a mi me lo habían dicho, que ellas habían ido donde una bruja, por eso recurrí al Negro Felipe, que es más fuerte en poder y le pedí que le devolviera todo el mal y cada lunes encendía una vela, al momento que elevaba la siguiente oración”: Oh, gran hermano y omnipotente Negro Felipe, alma ejemplar en vida, bondadoso y de gran coraje, que en batalla tras batalla venciste con valor y decisión a nuestros enemigos, y que de tu gran corazón no salía sino bondad para tus enemigos y la dádiva oportuna para los enfermos y caídos (hacer la petición) te pido en esta hora de angustia y pesares, me prestes de tan poderosa alma que te permitió en vida terrenal ser dueño para desviar la maldad de mis enemigos. Quiero que me concedas Negro Felipe el poder de devolver a mis enemigos todo el mal que ellos a mi desean. Amén. Es de reconocer que la carencia de fe en un único Dios todopoderoso recluta en rituales y prácticas oscuras a todos aquellos que necesitan sentir protección, por ello se observa con esta creencia el sincretismo de rituales africanos con la devoción cristiana. Para algunos teólogos la santería y la magia negra tiene como efecto el hecho de que en la actualidad el mundo tiene a Dios como una ‘causa sui’ (causa en sí misma) que no tiene ninguna influencia ni ningún poder sobrehumano. Se puede entender como una “causa que se 77
acusa a sí misma, lo cual contraviene los dos rangos definitorios de lo que entendemos normalmente por causa: no es distinta sino idéntica a su efecto y no es anterior sino simultánea con él” (Savater 2004 p. 134). La sed de venganza de una esposa desesperada llevó a la primera manifestación del Negro Felipe. Una tarde de octubre del año 2002 estuvo acompañada de una fuerte lluvia que dejó al corregimiento sin el servicio de electricidad, un rayo había quemado el transformador de la plaza del pueblo y como acostumbraban los abuelos, encendieron las velas para iluminar la oscuridad de las pequeñas casas que albergaban no solo a las familias, sino al miedo que sentían por tan tenebroso aguacero. Ese día había llegado a casa por primera vez la segunda hija de Rosiris Ibeth Ortiz Mojica, fruto de su unión con Carlos Alberto Díaz, un guajiro que vivía en la Zona desde el año 2000 y con quien tenía una relación. En la mañana había hecho un día soleado, nadie se imaginó que el estado del clima cambiaría, pero repentinamente, en el momento que entró Rosiris con su hija empezó un fuerte aguacero. Al entrar sintió una extraña sensación, dentro de la casa hacía demasiado frío, algo ilógico para estas poblaciones tan calientes; la tarde se oscureció y en medio del reflejo de las velas veían una sombra negra pasar por las habitaciones, ella, su madre y su hija mayor sintieron un escalofrío que recorrió todo sus cuerpos. En esos momentos Rosiris se sintió agotada y llena de odio, inmediatamente dejó caer a su bebé, la cual había nacido sietemesina hacía dos meses, y al recogerla del suelo su abuela notó unas marcas a lo largo de su espalda por las cuales estaba sangrando. Rosiris por su parte cayó al suelo tendida en forma de equis, totalmente inconsciente y a su alrededor, como en una película de terror, las velas flotaron hasta colocarse en frente a sus pies. Despavoridos quedaron sus familiares ante tal hecho, “era algo increíble, nunca antes vivido, ver que las velas volaron por toda la casa y se pusieron en los pies de mi hija, fue espantoso, yo sabía que eso tenía algo que ver con el diablo” testifica Gala Mojica, madre de Rosiris.
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Luego, como si nada hubiera pasado, Rosiris se levanta preguntando qué había sucedido y nadie quiso contarle, pues en el momento que todo pasaba su hija mayor salió corriendo donde la vecina a contarle que algo extraño pasaba en su casa y que ahí no quería volver. Cuando el reloj marcó las seis en punto las velas se apagaron repentinamente y en total oscuridad los platos y las ollas salieron volando por toda la casa y se reventaban contra las paredes. El miedo cada vez era mayor, pues sin explicación alguna, Rosiris se lanzaba sobre su pequeña hija para ahorcarla. Fue en ese momento cuando Carlos Alberto agarró fuertemente a su mujer para alejarla de su hija y aún su fuerza de hombre fue insuficiente para controlar la potencia de los brazos de Rosiris. Gala asegura que “Carlos comentaba que al agarrarla sentía que algo lo alejaba fuertemente, sentía mucho calor, él sudaba extrañamente a pesar que dentro de la casa se sentía un frío extraño”. Ese día fue imposible conciliar el sueño, Rosiris seguía actuando de una forma muy extraña cada vez que le acercaban a la bebé, era como un impulso que la llevaba a agredir a su propia hija. Durmiendo en habitaciones separadas, Rosiris nunca fue consciente de lo que pasaba y la solución fue llevar a la pequeña al hospital para que explicaran el porqué de su sangrado. Por meses la estadía de la niña en la casa le generaba fiebres altas, marcas de números en su espalda y rayones en los brazos y piernas, más un constante llanto y sin apetito, al salir de la casa todo cambiaba, el sangrado paraba y sólo quedaban las cicatrices. El pueblo empezó a dudar, culpaban a la propia madre de hacerle daño a su hija, pero de forma insólita frente a muchos de sus vecinos, en medio de una reunión en la puerta de la casa, veían como a Rosiris se le iban formando rasguños en sus piernas, cara, brazos y pecho, con figuras que muchas veces decía muerte y otras tantas aparecían números. Sin saber lo que pasaba cada día las luchas eran más dicientes. Ella se enfrentaba a un gran espectro de dos metros de alto, vestido de negro y sus manos y rostro eran semitransparentes. Un día los vecinos se alertaron porque escuchaban un rugido de león dentro de la casa de los Ortiz Mojica, eran las cinco de la tarde y 79
se sentía como una gran pelea en la que no se entendía nada de lo que gritaban pero los golpes retumbaban las paredes. Ana Milena Carmona, vecina y amiga de Rosiris desde niñas, cuenta que:”todos teníamos mucho susto, pues ya sabíamos que Rosiris tenía algo raro, todos pensábamos que era un espíritu pero no sabíamos aún qué le pasaba y ese día nos asomamos a la ventana de su casa y vimos velas encendidas que volaban por toda la sala, los platos caían sobre Rosiris y ella luchaba contra alguien o algo que nosotros no veíamos. Las cortinas de su casa se encendían, se les prendió candela solitas y en las paredes estaban escritas las palabras sufre, púdrete y muérete, como con sangre. A todos les daba miedo intentar entrar y ese día llegaron hasta la Policía y el Ejército que prestaban guardia en el sector alarmados porque todo el pueblo ya sabía que Rosiris estaba poseída; ese día hasta los que no creían pudieron ver que era verdad”. Al enterarse de esto, los feligreses de una iglesia cristiana ubicada en el pueblo llegaron a la casa de Rosiris para sacar el maleficio que había en ella, aunque no fuera creyente. Esta mujer poseída sintió la necesidad de creer en el pastor y fue cuando, por primera vez, supo lo que tenía. “Tuve un sueño profundo, recuerdo, como si fuera ayer, que cuando el pastor me colocó la mano en la frente sentí que me caía y vi mi cuerpo salir de la casa, soñé que viajaba hacia Fonseca en la Guajira, llegué a una ranchería y allí vi pobreza, vi a dos mujeres que tenían un altar con muñecos, muchas velas, fotografías con la cabeza hacia abajo, esqueletos, y una olla con huesos, cabello, un papel con mi nombre y junto a las mujeres había un cacique Wayuú. Cuando volví en mí, el pastor me dijo que viajara a Fonseca y enfrentara el mal”. Comentó Rosiris. Luego de esto, Rosiris le contó a su marido lo que había visto en ese sueño y le describió a las dos mujeres, fue allí cuando él le confesó que esas características retrataban a su esposa y a su suegra, dos guajiras que acostumbraban a trabajar con brujería y pactos con el diablo. Enterada de esto, Rosiris buscó en el pueblo a una señora que vivía en Cerro Azul, le contó su sueño y ella dijo conocer el cacique y 80
supo que ese trabajo lo hacían a través del Negro Felipe, la mayor potencia en trabajos de santería y que no era fácil contrarrestarlo, pues el final de todo sería matar a su propia hija por ser el fruto de la unión entre un hombre casado y ella. Siguiendo consejos de sus vecinos, Gala llevó a Rosiris a Ciénaga (Magdalena) donde los sábados en la mañana llegaba un reconocido sacerdote para hacer exorcismos, y se necesitó viajar a verlo durante dos años para sanar toda maldad. En las sesiones de exorcismos el padre rociaba agua bendita sobre Rosiris que se evaporaba al tocar su cuerpo; Gala, su madre, fue testigo de cada encuentro y veía a su hija dar gritos escalofriantes, vomitar bolas de pelo y escupirle la cara al sacerdote, quien en una conversación directa con el espíritu, a través de Rosiris, supo que todo era obra de una esposa que quería vengar el engaño de su marido. Esta ha sido la posesión más significativa para el pueblo, no solo por los años que duró afectada la familia y sus consecuencias, sino por las manifestaciones ante toda la comunidad guacamalera que por primera vez presenciaron un acto como éste. Sin embargo, no ha sido la única que ha azotado a los habitantes del corregimiento. Al Negro Felipe, los habitantes que le tienen fe, le rinden un culto significativo cada año para finales del mes de enero en sectores que empezaron como invasiones. En los rituales de esta fiesta los fieles pagan, a través del médium, todas las promesas hechas a esta deidad pagana con ofrendas de licor, mujeres vírgenes, quemas de tabaco, dinero y sacrificios de animales y humanos. Estas manifestaciones politeístas son reflejo de la falta de conocimientos escatológicos de los acontecimientos de la vida humana. Expertos en teología afirman que la fe es algo con lo que muchos se atreven a sacar provecho, porque saben que es la mejor opción para mover las masas y conseguir dinero fácil en nombre de las creencias. En todo este proceso de la santería y de la magia negra también vemos implícito un proceso de oralidad en cuanto a que estas creencias han sido transmitidas de una región a otra gracias a la transmisión verbal de los habitantes. Lo que sin duda alguna
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representa la importancia que tiene la comunicación en el hacer cultura de una región. La comunicación es la forma mediante la cual podremos establecer lazos de unión con diferentes manifestaciones culturales y a su vez podrían enraizarse legados culturales de otros pueblos en un contexto determinado. Esto se logra afirmar puesto que en Guacamayal (Magdalena) no se conocían procesos de Santería ni magia negra; estas llegaron gracias a la oralidad que se dio con los emigrantes que posteriormente llegaron hasta esta región. En un proceso cultural no se puede deslindar la comunicación como el proceso transmisor que fortalece las relaciones humanas y sociales. Ante esto, la comunicación representa hoy día la forma de incentivar el hacer comunidad y el hacer región. Por medio de la comunicación, los procesos de oralidad podrán seguir haciendo idiosincrasia, lo que permitirá que la existencia de leyendas como la de El hombre caimán, El cacique Guataipuro, El dios Taykú, La novia sin pies, El caballo sin cabeza y La Llorona puedan seguir existiendo dentro de los coloquialismos magdalenenses y costeños. Notas 1
Este nombre se le da a Dios desde el Éxodo cuando Dios liberó al pueblo de Israel de la opresión en Egipto
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6. Conclusiones La investigación inició como un proceso de recolección de los mitos y leyendas en la población de Guacamayal, ubicada en el municipio de La Zona Banana, en la subregión norte del departamento del Magdalena (Colombia). En este trabajo de grado logramos compilar historias autóctonas de la región. La metodología de inmersión en la población en estudio sirvió para conocer a profundidad su historia y sus rasgos ancestrales. Los mitos como tal se han desplazado gracias a la fusión de sus ritos con otras corrientes religiosas que hacen parte de la cotidianidad del guacamalero. Esto se puede percibir en los altares de las casas, en donde las imágenes de los santos van acompañadas, no solo de velas, sino de vasos con agua, aceites, algodones, frutas y granos, según la especialidad del santo. Otra de las representaciones de este sincretismo es la aseguranza de niños, adultos, casas y negocios. En el caso de los niños, se cruza, a través de su torso, un retazo de tela de color rojo que ata una pequeña bolsa con semillas, hierbas conjuradas con una oración que pide protección para el mal de ojo. En los adultos, la contra para el mal es tatuar una cruz que no supera el centímetro en las planta de los pies y de las manos, tobillos, pulsos, nuca y espalda. Por otro lado, para las casas y los negocios se reza una mano de sábila (compuesta por cinco pencas) atadas a un lazo rojo. Se dice que el lugar hacia donde apunte una de las pencas es de donde proviene el maleficio. Lo anterior ha sido enriquecido por la adopción de leyendas conocidas en Latinoamérica como la llorona, el caballo sin cabeza, las brujas y la lechuza. Igualmente están las creadas por los propios habitantes como la novia sin pies y el diablo del tamarindo, que marcan significativamente el estilo de vida, las costumbres arraigadas en sus creencias y crean un sincretismo entre la fe cristiana y los rituales mitológicos foráneos.
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Dichas leyendas, a diferencia de lo que se esperaba, son historias que por el nombre podrían suponerse que se dan en otras regiones; sin embargo en Guacamayal cada una de estas leyendas tiene su propio contexto, personajes, origen y se basan en hechos, para ellos, reales. Ante esto, lo que aún está vigente son leyendas adaptadas a hechos reales sucedidos. Es decir, habitantes de la población personificaron las historias dándole vida propia. A cada leyenda se le ha atribuido un protagonista de la cotidianidad de Guacamayal, por medio de relaciones de sus historias de vida, con las leyendas, de las cuales ya se tenía conocimiento. Los sucesos quedaron detenidos en un lugar geográfico específico, lo que muestra que cada leyenda se desarrolla en un espacio físico dentro del pueblo. Esto atestigua la veracidad del suceso para ellos. Por lo tanto, las leyendas vigentes para los habitantes de Guacamayal, tienen más realidad que ficción. Así se puede afirmar que las leyendas permanecen en el tiempo debido a que se han personificado en los habitantes, dentro de un marco social, cultural y religioso, determinando un sincretismo cultural propio; es decir, se adaptaron las leyendas a la realidad del Corregimiento. Ante ello, también es importante señalar el papel fundamental de la comunicación en el quehacer cultural de los pueblos. Siendo ésta la que determina los grados de cultura de los habitantes. Es importante resaltar que una característica de la oralidad es apropiarse de las historias y ser parte de ella. En este estudio de la oralidad se pudo mostrar que la comunicación es la herramienta fundamental que permite la creación de cultura y el sostenimiento de sociedades enteras. En este sentido, la transmisión de la información, por medio de la oralidad, desempeña un puesto fundamental en el proceso regional, cultural y popular. Los procesos de oralidad en todo el mundo se han dado gracias a la comunicación entre los pueblos, sus legados culturales y la transmisión de generación en generación de cada una de las experiencias vividas desde antaño. Esto ha permitido la creación de
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cultura y el fortalecimiento de los rasgos que crean identidad en la región. Gracias al contacto con la población se conocieron muchos datos que se han transmitido de generación en generación, oralmente, enmarcados en historias fabulosas. Sin embargo, no existía ningún registro de las creencias mitológicas y las leyendas de Guacamayal. Éste es el primer documento escrito que plasma la tradición oral del corregimiento de La Zona Bananera. En él se reconoce la importancia de registrar la tradición oral de los pueblos para conocer a una población con rasgos de cultura popular, creencias e historias propias. Sin embargo, los procesos de oralidad son inherentes al comportamiento del ser humano. Todos convivimos con otras personas y por ende necesitamos de la comunicación para poder expresar sentimientos, afectos, deseos y estados de ánimo. La comunicación es la herramienta con la que podremos hacer el ejercicio de interacción humana, lo que permite conocer el entorno y la divulgación de los hechos ocurridos en un contexto determinado. En cuanto a creencias, independientemente del estado de religiosidad que se practique, la comunicación logra imponer la fe natural en un pueblo gracias a las costumbres que trae consigo la cultura e ideología. Ante ello, vemos un proceso causa-efecto en la comunicación y la fe, pues una lleva a la otra mediante la práctica de rituales con los procesos de oralidad. Un fenómeno que no se esperaba encontrar, que no hacía parte del proyecto inicial de investigación, pero que ha sido determinante en las nuevas creencias o sincretismos de la población, es la creencia en la posesión de espíritus, maleficios a los enemigos y el desear el mal a terceras personas. La santería, en una población como la de Guacamayal, ha perdido su esencia de acuerdo a la forma como se ha apropiado esta tendencia. El sincretismo religioso de ésta práctica, junto a bases cristianas, ha llevado a que la idea inicial de los rituales de santería se haya cambiado de un contexto a otro. Es decir, lo que en otras poblaciones se utiliza para beneficios de la comunidad, en Guacamayal son utilizados para generar daños físicos y mentales a los enemigos.
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Hoy día es tanta la influencia de este fenómeno que despierta pasión en la población, acompañada de un gran temor por las fuerzas malignas invocadas por brujos o chamanes, causando tanta sensación que avivan en el oyente el mismo pánico al imaginar cada historia relatada. Independientemente del lugar donde se hayan generado estas creencias; la santería, el vudú y la brujería, son influencias foráneas que han utilizado los guacamaleros como método para combatir la envidia, para tomar venganza, y lo han convertido en un estilo de vida contradictorio con la religión que predomina: la religión cristiana. Cabe resaltar que para el Cristianismo la adoración a los ídolos y las prácticas de brujería, no son compatibles con la doctrina de la fe. Sin embargo, hay, quienes siendo cristianos, practican la santería yendo en contra de los dogmas teologales y las enseñanzas de la fe. Esto sucede por la carencia de fe en un solo Dios. Es por eso, que hay personas que, así como creen en las fuerzas del bien, creen en las fuerzas del mal. Así como los campesinos que bajaban de la Sierra se enfrentaban a encuentros con brujas; profesores y personas influyentes en el Corregimiento (estudiados y profesionales) también dan por hecho la existencia de estas leyendas y confirman la posesión de cuerpos por espíritus malignos. Aún ellos cuentan la historia bajo el agüero de tocar madera tres veces para que no les suceda. Y se apasionan tanto por el tema que logran transmitir, a las personas que los escuchan, el mismo temor que sintieron cuando lo vivieron. La naturaleza de la investigación no se dejó a un lado, simplemente se pudo comprobar que lo que se esperaba encontrar ha sido desplazado por otras corrientes transmitidas por la oralidad adoptada en la región debido a su influencia. Esto ha sido determinando en la actualidad creando una cultural popular. La santería ha desplazado al mito, y este fenómeno no se podía dejar de lado, pues hoy día no hay niños, jóvenes y adultos que crean en estas viejas fábulas que han sido fundamentales en la educación de las generaciones pasadas, y mucho menos quienes las cuenten. Por el contrario hay quienes sí creen en los poderes del espiritismo y la magia negra. 86
Otros factores determinantes para el decaimiento del mito en Guacamayal han sido los medios de comunicación y los adelantos tecnológicos. Ante ellos, cabe afirmar que en la actualidad los habitantes del corregimiento no le dan el mismo grado de importancia a tales procesos de oralidad, pues tuvieron conocimientos, a través de los programas de televisión, de la proveniencia de los hechos inexplicables por las condiciones de educación en la que vivían. La llegada del servicio eléctrico a Guacamayal también les cambió el estilo de vida, al permitir que los habitantes del sector pudieran estar mayor tiempo en las calles sin temor a la aparición de un espanto en medio de la oscuridad. Cabe anotar que muchas familias afirman que tales fantasmas no existían, sino que eran algunos pobladores que usaban el miedo para burlase de esos temas y salían por las calles espantando a sus vecinos. A su vez, la fe también ha sido un factor determinante en la adaptación de las leyendas. La colonización de la comunicación ha apoyado el proceso de extinción de tales legados culturales en la región. Es por ello que se podría citar a Martínez-País (2006) en el momento que afirma que los medios de comunicación han servido para desplazar las culturas tradicionales en una región determinada y posesionar otras con intenciones políticas o económicas, que no tienen nada que ver con la cultura de los habitantes. Es decir, coloca temas de moda y condiciona a toda una generación a actuar según los paradigmas establecidos en las nuevas tendencias. Un ejemplo de esto es la asociación, por parte de las nuevas generaciones, de las historias mágicas del pasado con las novelas y demás programas que ven a través de la televisión. Ya los niños y jóvenes no caen ante el pánico por las historias contadas, sino que buscan una posible respuesta a los fenómenos y en determinados casos, dicen acostumbrarse a vivir con todas esas leyendas. Por su parte, ‘Radio Guacamayal’, la emisora comunitaria de este Corregimiento zonero, ha hecho parte de la influencia de los medios de comunicación en la población. Ésta ha puesto de moda una terminología coloquial, lo cual despierta sentido de pertenencia y por ello es normal escuchar entre sus habitantes la expresión “japboliar” 87
ya que cada 30 minutos la emisora emite la hora con saludo institucional muy particular: “radio Guacamayal te japbolea la hora”. Lo que ha conllevado a que entre los habitantes se pida la hora diciendo “japboléame la hora”. El hecho de viajar, conocer, meterse de lleno en las historias a través de las metodologías de entrevistas personales, incursión en la comunidad y llegar hasta las casas donde sucedieron los hechos de posesiones de espíritus, amplía la perspectiva de la influencia de nuevas tendencias religiosas en una comunidad relativamente cerrada a la visión del mundo. Por otra parte, si algo debe ser tema para otras investigaciones es sin duda el egoísmo innato del ser humano. Esto es lo que se puede ver en la santería y en lo que trata la magia negra, como el vudú. Porque refleja la intención de las personas de arraigarse y adquirir a toda costa aquello de lo que se quieran apropiar, sin importar el mal que se le pueda hacer a los demás. Ante los temas de santería sólo se podría señalar, como lo dice San Pablo en su carta a los Gálatas: Que el que se cree ser algo, no siendo nada, así mismo se engaña. Así que, cada uno someta a prueba su propia obra, y entonces tendrá motivo de gloriarse sólo respecto de sí mismo, y no en otro; porque cada uno llevará su propia carga. El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare eso también segará, porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; más el que siembra para el espíritu, del espíritu segará vida eterna. No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos y mayormente a los de la familia de la fe” (Gálatas 6, 3 – 10).
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