Una mujer herida Por Enrique Medina La mujer sube al colectivo. Al echar las monedas en la ranura de la expendedora expendedora de boletos, sonríe. Agarra el boletito. Acabar de leer a !on"#le" $u%&n tendr# alg'n signi(icado) Pidiendo permiso * dando perdones, se corre hacia atr#s. +e agarra del pasamanos con la i"quierda * en la derecha sostiene el libro abierto * relee el (ragmento (ragmento - no se inmute, amigo, la vida es dura. /on la (iloso(ía poco se go"a. Eche veinte centavos en la ranura si quiere ver la vida color de rosa0. 1ebido a los sacudones del vehículo, apo*a el libro sobre el vientre para poder leer, por lo que debe agachar la cabe"a2 al rev3s de los dem#s pasajeros, que llevan la cabe"a alta para mirar la calle lee * por el rabo del ojo percibe algo extra%o. Una mano abre la cartera de una anciana. Autom#ticamente cierra el libro * levanta la cabe"a con un grito. 45/ho(er, 45/ho(er, cho(er6 cho(er6 7alta mucho mucho para el 8ivadavia) La mano se contrae de inmediato. Ella sigue hablando mu* (uerte * le gui%a el ojo a la anciana, indic#ndole indic#ndole que cierre la cartera. La anciana pone los ojos como huevos. 45Avíseme, 45Avíseme, cho(er6 5Porque 5Porque me bajo bajo en la parada parada siguiente siguiente para hacer un tr#mite en la comisaría6 mira al punga (rustrado, (rustrado, que que se hace el gil gil igual que los otros otros dos que que esperan, t#cticamente, en la puerta de descenso, para rajar sin problemas o tirar los ganchos a los que bajan. +on pungas cl#sicos, con sus bolsas de mercado * sacos en el bra"o para cubrir la operaci&n. 45/ho(er, 45/ho(er, cho(er6 cho(er6 5Abra la puerta puerta que unos unos caballeros caballeros quieren bajar6 La ma*or parte del p'blico se da cuenta de lo que est# pasando * de a uno se suman a los gritos de la mujer. 45!uarda con los bolsillos bolsillos * las carteras6 carteras6 459a* ladrones6 ladrones6 5/ierre las puertas puertas * toque toque mucho la bocina así así viene la cana6 cana6 Por caga"o o complicidad, el cho(er abre las puertas * los pungas, inexpresivos cual d&lmenes, descienden * caminan en distintas direcciones ante el abucheo de la gente. El colectivo sigue * todo el mundo dice lo su*o. /on la renovaci&n del pasaje, unos bajan, otros suben, el incidente deja de interesar * la heroína deja de ser (elicitada. Ella se corre m#s hacia atr#s. $rata $rata de aparentar calma, pero el temblor interior no se detiene. :o tiene ganas de leer. 8eci3n ahora toma conciencia del mal momento. Al paso de los minutos se va tranquili"ando. :ota que un muchacho en el asiento del (ondo le mira las piernas. Es casi un chico para ella. Lo mira. El reh'*e la mirada, * ella hasta cree que se puso rojo de verg;en"a. Le gusta. +e pone bien derecha para lucir el cuerpo, su gran capital. por qu3 no) ergue el busto. 9aciendo como que mira la numeraci&n de la calle, observa que es un lindo muchacho. 9umilde * sencillo como un grillo, diría :al3 8oxlo. +e desocupa el asiento de al lado.
pa%uelo que *a est# ensangrentado. Un se%or se da cuenta de que algo ha ocurrido * le grita al cho(er que (rene, que ha* una mujer herida. Ella llora, no porque le asuste la sangre, no, llora porque el hombre dijo la verdad es una mujer herida.