Las virtudes morales y el sentido virtuoso del vivir Objetivos
Comprender qué son las virtudes morales y cuál es su importancia para la vida humana. Reflexionar con sentido respecto a la importancia de la práctica permanente de la virtud para la vida personal y social. Desarrollo
Actividad: Lectura de textos y resolución de preguntas. Texto 1: La felicidad, felicidad, ¿posible? ¿posible? (Extracto del Antropología Filosófica de de Javier Aranguren, pp.239 a 241) 1.3. Qué significa eso de «mi vida»: la idea de felicidad Existe un bien directivo que en los ejemplos que por ahora hemos tratado es también un bien parcial. Una vez consumada la cita cinematográfica cinematog ráfica , la vida sigue, y la relación también (o no), y, de ese modo, los bienes van cambiando, tal y como lo hacen nuestras preferencias: visto lo visto, mejor no volver a quedar y dedicarse al fútbol, o al contrario: a lo mejor la persona amada nos exige abandonar el ejercicio de deportes peligrosos y -porque lo merece- uno se decide hacerlo. Un bien directivo, la dirección hacia la que que se dirige eso que solemos llamar «mi vida». Y qué es lo que que quiere decirse con tal expresión?, -qué es lo que se anda buscando más allá de la concreción de los diversos bienes?, ¿qué es lo que hace, al fin y al cabo, que mi vida sea una, que exista algo así como una vida que es precisamente la mía? A partir de aquí, los problemas se multiplican. Al decidirnos por unos bienes u otros, lo estamos haciendo porque son bienes que nos convienen. El orden de estos bienes entre sí forma el entramado de la propia historia: en ese orden, se estructura esa narración con sentido (o no) que es la propia biografía. Todos los bienes bienes que forman parte de la vida de un hombre son parte de esa historia: unos más importantes que otros, algunos quizá son prescindibles, sin embargo, ninguno de ellos parece autosuficiente. ¿Amar a alguien pero carecer de todo prestigio profesional?, ¿atesorar riquezas y tener tan solo amigos por interés?, ¿,ser un gran deportista pero carecer de la capacidad de sacrificio necesaria para comprometerse con alguien? Todos (amor, dinero, prestigio) son bienes, pero ninguno basta. Bajo todos ellos aparece un horizonte horizon te de sentido en el que todos los hombres y mujeres coinciden y al que damos el nombre de felicidad. De nuevo cedemos la palabra a Aristóteles: «Casi todo el mundo está de acuerdo en cuanto a su nombre, pues tanto la multitud como los refinados dicen que es la felicidad ( eudaimonia ), ), y admiten que vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz. Pero acerca de qué qué es la felicidad, dudan y no lo explican del mismo modo el vulgo y los sabios. Pues unos creen que es una de las cosas visibles y manifiestas, como el placer o la riqueza o los honores; otros otra cosa; a menudo, incluso una misma persona opina cosas distintas: si está enfermo, la salud; si es pobre, la riqueza; los que tienen conciencia de su ignorancia admiran a los que dicen algo grande y que está por encima de su alcance» (Aristóteles: Ética a Nicómaco 1, 4, 1095a 16-25). En primer lugar, la palabra felicidad puede resultar engañosa: en el lenguaje ordinario ha perdido parte de su riqueza, y, al escucharla, pueden venirnos a la
imaginación escenas ñoñas de típicas familias de series televisivas, en las que todos son arrumacos y risas necias porque el perro ha bebido leche en uno de los cuencos de la mesa del comedor. La felicidad tampoco se refiere a la plenitud biológica que puede sentir quien se encuentra sano, o el deportista en pleno esfuerzo, o el habitante de la noche desde la euforia de la química. En griego, se utiliza la palabra eudaimonia, que puede traducirse bien como felicidad, bien como vida plena, vida lograda. Es decir, cuando nos preguntamos acerca de qué es la felicidad, nuestras pretensiones se dirigen más allá del análisis de estados de ánimo o de la lucha contra la depresión. Lo que nos estamos planteando es «qué condiciones debe tener mi vida para poder decir que es una vida plena». Como se ve, la pregunta por la felicidad se mueve dentro del mismo espectro que la cuestión sobre el sentido. En segundo lugar: todo el mundo está de acuerdo en que lo que busca es ser feliz. Cualquiera desearía que su vida estuviera cargada de sentido, que al contarla causara admiración, simpatía, que despertara en los oyentes deseos de imitación. Pero lo que ya no es tan sencillo es decir en qué consiste eso de la vida lograda. ¿No hubiera sido mejor el partido de fútbol, de modo que al reprobar estadística el protagonista de nuestra historia se decidiera a dejar su carrera y a empezar con otros estudios que al final le reporten muchos más beneficios? ¿No hubiera sido mejor haber caído mal a esa persona del cine, en vez de lo contrario, ya que ahí empezó una relación que ha terminado convirtiéndose en una auténtica pesadilla? Las posibilidades de la perplejidad son infinitas: tantas como son las opciones o encrucijadas abiertas ante nosotros. La felicidad, ¿consiste en dinero, honor, placer, salud, conocimiento? ¿Qué significa la «vida lograda»? El mismo Aristóteles dice que «vivir bien y obrar bien es lo mismo que ser feliz». Sin embargo, ¿eso qué quiere decir? ¿«Obrar bien» implica algo que siempre es ventajoso? Tres ejemplos: 1) Un sujeto trata de sacar adelante un negocio en el campo de la construcción, y quiere ser honrado, y se compromete a no pasar a concejales para obtener permisos, a no financiar iniciativas de partidos que tienen poder, a no construir un chalé bajo manga al alcalde de determinada ciudad. Y su empresa no levanta vuelo, se viene abajo. Ha obrado bien, ¿tiene una vida lograda? Su compañero de estudios ha aceptado ejecutar todo soborno necesario e incluso se ha excedido en su generosidad de pago, y nada en la abundancia. ¿Ha obrado bien?, ¿tiene una vida lograda? 2) Luis se encuentra en una situación económica respetable, ha trabajado duro al tiempo que le gustaba lo que hacía. Su mujer y sus hijos son felices porque han llevado adelante buena parte de sus sueños y porque dependen de sí mismos. Y cuando todo parece inmejorable, llega lo malo en forma de enfermedad: un cáncer, largo, de tratamiento pesado, que deja el cuerpo de Luis para el arrastre, que hace que vaya perdiendo las esperanzas de durar más de unos meses. ¿Es una vida lograda?, ¿vive bien? ¿No ocurre que justamente esa presencia final del dolor, la limitación y la muerte nos hace difícil juzgar la totalidad de su vida como algo plausible? Luis agoniza, ya no puede ofrecer una respuesta. 3) Les llaman mártires. A cambio de una convicción profunda, a la que ahora se le da el nombre de «asunto de conciencia», están dispuestos a perder no sólo el negocio, sino también la vida. Y, además, no de forma más o menos indolora: a uno lo desuellan, a otro le queman vivo o le convierten en un paria, en un excluido social. A todos les pesa la convicción de la injusticia que se comete contra ellos. Y tienen miedo: no se han entregado voluntariamente, sino movidos por la gravedad de una situación en la que defienden que vivir no es lo más importante: que hay modos de vida que resultarían inaceptables. Obran bien. ¿Son felices?, ¿viven «vidas con sentido»?
Texto 2: Acerca de las virtudes morales
Aristóteles (384-322 a.c. Grecia antigua) propuso en su Ética a Nicómaco que todo ser humano tiende por naturaleza a ser feliz (Libro I, cap. 1). A juicio del estagirita, la vida humana tiene una naturaleza y fin propio, el ser humano es unidad sustancial de alma y cuerpo ( De Anima , Libro II, cap. 1), posee entendimiento o intelecto, por el que puede guiar sus acciones y su vivir hacia un destino bueno y trascendente, la vida lograda, vida plena o, lo mismo, la felicidad (Ética a Nicómaco , cap. 1, cap.4) Para Aristóteles, el modo como el ser humano debe realizar la felicidad es a través del ejercicio de la virtud, que es el hábito de hacer el bien. Existen cuatro virtudes fundamentales: la justicia, prudencia, fortaleza y templanza.
Templanza: Virtud por la que el apetito o deseo irascible y concupiscible es determinado por el mandato de la razón (Ética a Nicómaco, Libro III, cap. XII). Fortaleza (resiliencia): Virtud de la justa valerosidad y del enfrentarse a la adversidad con buen juicio (Libro II, caps. XI a IX). Justicia: Virtud de elegir y hacer lo adecuado en cuanto bueno (Libro V, cap. I). Prudencia: Virtud de elegir siempre lo mejor para vivir bien (Libro V, cap. V). (La asertividad estaría vinculada a la prudencia aristotélica en tanto se trataría de un decir y hacer lo correcto en los diferentes contextos que se viven).
En la edad media, Tomás de Aquino (1224-1274) recoge los contenidos éticos aristotélicos, los desarrolla bajo el horizonte filosófico cristiano, postulando una visión ética más amplia, sobre la base de la división en virtudes morales (justicia, prudencia, fortaleza, templanza) y teologales (fe, esperanza y caridad). “La virtud perfecciona (completa) la potencia en relación con el acto perfecto; el acto
perfecto es el fin de la potencia o del que obra; de ahí que la virtud hace buena a la potencia y también al que obra”. (Tomás de Aquino, De las Virtudes . a.2.)
Virtudes morales desde el punto de vista tomista:
Prudencia: Virtud del entendimiento práctico que consiste en saber conducirse para lograr un buen vivir (Ibídem, q. 47, art. 1). Justicia: Virtud consistente en la comprensión y práctica de la rectitud de la acciones (Ibídem, q. 57, art. 1). Templanza: Virtud de moderación del apetito concupiscible (Ibídem, q. 56, art. 4). Fortaleza: Virtud de moderación del apetito irascible (Ídem). A su vez Tomás plantea las virtudes teologales, virtudes tanto morales como religiosas, dispuestas como guía de acción para el camino religioso de fe cristiana, hacia el encuentro y comunión con Dios, para el logro de la vida y felicidad eternas:
Fe: Virtud que es asentimiento a la verdad revelada por Dios (Suma Teológica, 2.2, q. 1, art. 1) Esperanza: Virtud de la confianza del advenimiento de la bienaventuranza depositada en la fe en Dios. (Ibídem, q.17, art.1). Caridad: Virtud de amar al prójimo y a Dios como a uno mismo (Ibídem, q. 23, art.1). Preguntas:
1) Analicemos los casos planteados por Aranguren, ¿es posible entonces la felicidad? ¿La virtud es necesaria para una vida bien vivida? 2) ¿Qué conclusiones podemos establecer a partir de la reflexión de estos contenidos éticos en relación con nuestro proyecto de vida personal? 3) ¿Es posible ser virtuosos en esta sociedad actual?