200 AÑOS ANTES TIPOGRAFÍA
DE
GUTENBERG,
LOS
VERDADEROS
INVENTORES
DE
LA
Artículo aparecido en "El Correo de la Unesco" en diciembre de 1978, escrito por Chon Hye-bong Es creencia muy generalizada, pero errónea, que en los primeros años del decenio de 1.450 un alemán de nombre Gutenberg creó los primeros tipos metálicos móviles. La verdad es muy diferente. El trascendental invento tuvo lugar más de 200 años antes en Corea, donde en la época en que se imprimió la famosa Biblia de Gutenberg se habían ya creado no menos de seis fundiciones distintas de tipos metálicos. Según Lee Kyo-bo, eminente letrado que fue también primer ministro del rey Kojong, de la dinastía Koryo, el primer libro impreso con caracteres metálicos data de 1.234 aproximadamente. En uno de sus propios libros describe Lee como se fabricaron veintiocho ejemplares de una obra confuciana titulada +IBw-Sang-jong-ye-mun+IB0- (texto detallado para los ritos del pasado y del presente). Ocurría esta gran innovación en un país donde el arte de imprimir tenía ya una larga historia. Más de 700 años antes de Gutenberg y 500 años antes de la invención de los tipos metálicos móviles, los artistas de la época de la dinastía Silla alcanzado un alto grado de perfección en la impresión con planchas de madera, es decir, la xilografía. Este tipo de impresión tuvo un alto nivel de desarrollo en numerosas zonas del Asia oriental, pero las realizaciones de Corea en la materia son tan notables que vienen a confirmar la idea de que los más brillantes logros nacen y se desarrollan a menudo en el marco de culturas menores. Los historiadores se muestran de acuerdo en que fueron los chinos quienes inventaron la xilografía entre los años 719 y 756, en la época de la brillante cultura Tang. Por entonces la dinastía dominante en Corea, la de Silla, mantenía estrechos contactos con China como resultado de la alianza militar que unía a la dinastía Tang y que le había permitido unificar políticamente la península coreana en el año 680. Puede pues darse por sentado que la impresión a base de planchas de madera grabadas fue conocida en Corea poco tiempo después de su invención. El más antiguo impreso xilográfico que se haya conservado parece ser la Dharani-sutra de la Pura Luz, un pequeño rollo budista descubierto en 1.966 en el templo de Pulguk-sa, en Kiongyun. Los especialistas han llegado a la conclusión de que se publicó con el patrocinio de la dinastía Silla hacia el año 751. El rollo xilográfico chino más antiguo que ha llegado hasta nosotros es la Sutra del Diamante, impreso en 868 bajo la dinastía Tang por Wang Chieh para poder rezar por las almas de sus difuntos padres. De la comparación entre este rollo y la sutra coreana de Pul guk-sa se deduce que, mostrando ambas obras la misma elevada calidad en su factura, la coreana presenta inequívocamente rasgos de una mayor antig+APw-edad. Utilizando esta técnica avanzada, los soberanos de la dinastía Silla produjeron también libros de poesía y prosa que presentaban a los legados de la China de los Tang. El arte de imprimir experimentó un nuevo desarrollo en los primeros años del periodo Koryo (918-1.392). La Dharani-sutra del Sello de la Caja Preciosa, rollo publicado por el templo de Chongji-sa en 1.007, es una obra de exquisita factura, sin duda la mejor de todas las impresas en los comienzos de la dinastía Koryo. Pero la mayor de las realizaciones de esta dinastía en el arte de la xilografía, y acaso en todas las artes, es la monumental +IBw-Tripitaka Koreana+IB0- en 6.000 capítulos, basada en un texto budista importado de la China de los Sung en 991. La primera serie de planchas xilográficas, terminadas en 1.013, fue destruida dos siglos después cuando los mongoles invadieron Corea en 1.231. Los invasores asolaron el país entero, con excepción de la isla de Kanghwa, junto a la costa occidental, donde se refugiaron el rey y su corte. Allí fue donde el gobierno exiliado emprendió la ingente tarea de restaurar los destruidos libros budistas. Los trabajos duraron dieciséis años y su resultado fueron más de 80.000 planchas grabadas que hoy se conservan en el templo de Haein-sa. La +IBw-
Tripitaka+IB0- constituye una valiosa fuente para el estudio del budismo y, como decimos, puede quizá considerarse como el logro mayor de la dinastía Koryo en materia de arte. De todos modos, lo que sí resulta indiscutible es que la invención de los tipos metálicos móviles constituye la más eminente contribución de la citada dinastía a la ciencia y la técnica. A principios del siglo XIII la posibilidad técnica de tal invento era ya manifiesta desde el momento en que existían el papel y las tintas adecuados y que la metalistería estaba suficientemente desarrollada. La necesidad de fabricar libros en cantidad se manifestó claramente cuando en dos ocasiones (1.126 y 1.170) el fuego destruyó el palacio real de Koryo, junto con decenas de millares de libros de su biblioteca. Por la misma época China, gran exportadora de libros, se hallaba enzarzada en una serie de guerras, con la consiguiente disminución en la producción de libros. Otros estímulos eran la creciente escasez de madera apropiada para la impresión xilográfica, la abundancia de bronce y la perspectiva de reducir los costes gracias ala utilización repetida de los tipos fundidos. Y, sin embargo, los promotores de los tipos metálicos móviles hubieron de sufrir inicialmente una decepción: su innovación no obtuvo la acogida favorable y general que esperaba. Para los coreanos el libro era el mismo tiempo un depósito de conocimientos y una obra de arte; en consecuencia, la incomparable belleza y finura de detalles obtenidas gracias a la xilografía iban a relegar la nueva técnica al nivel de una rareza sin gran importancia durante los 170 años subsiguientes. En efecto, no fue sino en 1.403 cuando Taejon, el segundo rey de la dinastía Yi, resucitó la desdeñada técnica iniciando la fundición de tipos de bronce para imprimir los clásicos confucianos y las obras históricas con miras a ayudar a los funcionarios a gobernar con prudencia y sabiduría. Sus tipos fueron revisados por su hijo, el rey Sejong, el más venerado de todos los soberanos coreanos. Desde entonces se fueron sucediendo una serie de perfeccionamientos técnicos que a fines del siglo XV permitían imprimir libros tan bellos como los producidos por la xilografía.
Xilografía y tipos móviles: el legado de China Antes de la invención de la imprenta, en China se practicó, al menos desde el siglo II a. C., la impresión xilográfica, la cual permite producir varios ejemplares de un libro. Inicialmente, la xilografía se practicaba utilizando piedra alisada en la que se grababan los signos a imprimir. Más tarde, se utilizó la madera, en la que también se tallaban los signos. Ya fuera con piedra o con madera, el procedimiento de impresión era esencialmente el mismo: preparada la columna de escritura, se entintaba a mano y se colocaba encima de ella una hoja de papel, presionando lo suficiente para que la escritura entintada quedara estampada en el papel. En Europa la xilografía también fue utilizada para la producción de libros, aunque la falta de pruebas indica que no es dable suponer sino una conexión directa entre chinos y europeos por medio de la que la xilografía haya sido introducida a Occidente. En el siglo XV, Alemania y Holanda produjeron los primeros libros xilográficos, variando la técnica oriental al utilizar una prensa manual o bien, una almohadilla dura de cuero rellena de crin. Destacan varias obras compuestas mediante la xilografía y de carácter religioso, como la "Biblia Pauperum" y el "Ars moriendi", entre otras. A pesar de sus ventajas en lo que se refiere a la producción masiva de libros, la xilografía no puede superar las posibilidades que para el mismo fin ofrece el uso de los tipos móviles. La técnica consistía en tallar individualmente cada signo de escritura en una pieza de madera, barro cocido o metal, de tal forma que cada página del libro se componía combinando estos tipos sueltos según se necesitara, de tal forma que para imprimir otra página bastaba con reordenarlos. Es evidente que esta técnica representa una gran ahorro de tiempo y esfuerzo, pues al contrario de xilografía, en los tipos móviles no es necesario tallar una lámina por página, sino tan sólo tallar un número suficiente de tipos individuales y acomodarlos de acuerdo con lo que se deseara imprimir. .
Las xilografías del Año Nuevo de Taohuawu
En la dinastía Qin (1644-1911) la xilografía, el arte de grabar en planchas de madera, estaba muy en boga. Para los chinos de hoy en día, las piezas de madera grabadas, siguen siendo artículos indispensables para la celebración de la Fiesta de la Primavera, es decir, del Año Nuevo Lunar chino. Los grabados de Taohuawu En la antigüedad, Suzhou (provincia de Juangsu) era considerada una maravillosa ciudad, de mucha fama, tanto por su próspera economía y elevado nivel cultural, como por la belleza de sus jardines privados. En tiempos de la dinastía Ming (1368-1644) aparecieron en esta ciudad los famosos pintores Tang Yin, Shen Zhou, Wen Zhengming y Qiu Ying. Tang Yin, vecino de Taohuawu (flor de melocotón), describió esta aldea con los siguientes versos: "Cuando me emborracho me acuesto bajo las flores del melocotón; al despertar me siento bajo las flores del melocotón". De ello se deduce fácilmente la preferencia de Taohuawu por esa planta, al abundar sobre ella en sus escritos. Además de los pintores famosos citados por esa época habían muchos artistas también muy populares. En la dinastía Ming, la xilografía de Taohuawu encontró un gran desarrollo. Generalmente, los grabados se utilizaban para ilustrar cuentos, novelas y obras teatrales. En la dinastía Qing, los grabados de Taohuawu, artículos imprescindibles para la celebración del Año Nuevo, se vendían en todo el país e incluso se exportaban a Japón y Asia Sudoriental. Durante el Reino Celestial Taiping (1851-1864), fundado por Huang Xiuquan durante la Revolución Taping, el mayor levantamiento campesino de la historia de China, las tropas imperiales cercaron y prendieron fuego a la ciudad, de modo que casi todos los talleres xilográficos, las planchas de madera y los grabados quedaron reducidos a cenizas. En la primera mitad del siglo XX, las guerras entre los señores feudales y la turbulencia social empujaron la producción de grabados de Año Nuevo al borde de la desaparición. Tras la fundación de la República Popular en 1949, las autoridades de Suzhou, decididas a proteger esta rica herencia de la cultura tradicional, recogieron más de 200 planchas grabadas, que, lamentablemente, fueron destruidas durante la "revolución cultural" durante los años del 1966 al 1976. En los años 90, los grabados de Año Nuevo de Taohuawu suscitaron de nuevo el interés de los artistas y cobraron un nuevo auge. Los grabados de Año Nuevo Según el calenario lunar chino, el primer día del año, marca el inicio de la Fiesta de la Primavera, que cae aproximadamente en la primera mitad de Febrero del calendario solar, puesto que según la cosmovisión china, por esta fecha, la primavera vuelve a la tierra y todo se muestra lozano y alegre.
Como parte de la celebración de esta fiesta, las familias chinas colocan pegatinas y cuelgan grabados alegóricos al Año Nuevo, en las puertas y ventanas de sus viviendas, así como en las paredes de las habitaciones, para expresar su alegría y atraer la buena suerte. La mayoría de estas xilografías son reproducciones de alegres imágenes que transmiten felicidad y mucha suerte, y al mismo tiempo aleja los malos espíritus y evita las calamidades naturales. Aparte de la xilografía de los Cien niños, que simboliza la armonía familiar, el grabado más representativo de Taohuawu es el titulado "Dioses", que mide un metro de altura; en un primer plano se muestran las figuras de Sakyamuni, Confucio y Laozi, fundadores, respectivamente, del budismo, el confucionismo y el taoísmo; en un segundo plano aparecen Avalokitesvara y los emperadores Yan y Huang, antepasados de la nación china; en un tercer plano figuran el Emperador de Jade (divinidad soberana del taoísmo) y sus servidores; en un cuarto plano aparecen el dios de la guerra Guan Yu y otras divinidades; y en el quinto y último plano se puede observar a los oficiales encargados de otorgar la
felicidad, el decreto de las amnistías y liberar al pueblo de los desastres naturales. Todos estos personajes, terrenales y celestiales, reales y ficticios, han sido y siguen siendo muy conocidos entre los chinos. A los ojos de los pintores populares de antaño, estos personajes, con encarnaciones de lo verdadero, lo bueno y lo hermoso, tenían la facultad de proteger los bienes del pueblo, por lo que éste depositaba en ellos sus anhelos de justicia, sus esperanzas y sus deseos de un espléndido porvenir. Al llegar la Fiesta de la Primavera muchas familias colgaban y aún continúan colgando el grabado de los Cien dioses, puesto que ello simboliza precísamente los buenos deseos de los chinos.
Estos huesos eran usados inicialmente para hacer curaciones en una farmacia de Pekín en el siglo XIX y eran llamados "huesos de dragón". Varios estudiosos se dieron cuenta de que eran importantes porque tenían inscripciones; indagaron de dónde venían y así fueron encontrados muchos de ellos. Se trata de la evidencia más antigua de escritura china y datan del 1200 a. de N.E.
Los chinos también escribieron sobre vasos de bronce hasta que inventaron el papel y éste se convirtió en el soporte de la escritura. Fueron los inventores del principio de la imprenta con tipos móviles: tenían unos sellitos con ideogramas a los que les ponían tinta para hacer impresiones. También utilizaron imágenes para ilustrar sus textos empleando para ello la xilografía. Esta técnica consiste en tallar en madera un dibujo, después aplicarle tinta al grabado y presionarlo sobre el papel para que quede impreso.
La imprenta fue un instrumento religioso, ya que se imprimían principalmente los textos budistas. Con la entrada del budismo a otros países de Asia como Japón, Corea y Vietnam se difundieron igualmente la escritura y la imprenta. A los chinos les interesaba que circularan los libros que explicaban sus ideas religiosas y filosóficas.
Copiar un texto a mano y dibujarlo toma mucho tiempo. Imagínate cuánto te tardarías en copiar a mano uno de tus libros. Por esta razón buscaron la forma de reproducir sus escritos con mayor rapidez.
La escritura china es ideográfica principalmente, y tiene cerca de 50,000 signos, pero en la vida cotidiana se usan alrededor de 3,000.
Gracias a que en China se desarrolló la escritura desde una época tan antigua podemos conocer su historia y leer la obra de grandes novelistas, poetas y filósofos como Chuang-Tzu, Li Po y Lao Tse, por mencionar algunos. Además fue un elemento cultural muy importante por que sirvió para unificar a su gran imperio.
Actividad
Puedes hacer sellos de barro o de papa como los antiguos tipos móviles chinos y hacer tus impresiones. Te sugerimos que inventes un símbolo que designe a tu equipo o escuela y nos lo describas en el Foro. Recuerda que tienes que hacer los trazos al revés para que al imprimirlo aparezca correctamente, ¡inténtalo! Elige alguno de los siguientes temas e investiga un poco sobre él. Después coméntanos en el foro tus resultados: -Principales religiones o filosofías de China (Taoismo, Budismo, Confucianismo) -Poetas y escritores chinos -La Gran Muralla -El símbolo del Ying-yang.
Los orígenes de la escritura china habría que buscarlas en las ruinas de la cultura neolítica de Yangshao (5.000-3.000 años a.C). En sus objetos de alfarería, descubiertos en los años 50 del siglo XX en Banbo (cerca de la actual ciudad de Xi’an), aparecen grabados 27 signos que se caracterizan por la simplicidad de sus trazos y su sentido abstracto. Para muchos eruditos e historiadores chinos se trata de los signos ideográficos más antiguos que han llegado hasta nuestros días. Es posible que marquen el inicio de la formación de los caracteres chinos, por lo que se deduciría que la escritura china tiene 6.000 años de antigüedad.
Hace 4.000 años, durante la dinastía Xia (siglos XXI - XVI a.C.), los chinos inventaron la técnica de fundición del bronce. En campanas y objetos fabricados con esta aleación aparecen frases y textos breves, que fueron ganando en extensión a lo largo de la dinastía Zhou (siglos XI-III a.C.), con textos relativos a sacrificios, méritos militares, nombramientos y acuerdos entre principados.
Pero todas estas manifestaciones no tenían ni la forma de libro ni la intención de divulgar cosa alguna. A pesar de no estar encuadernados, unos poemas grabados en piedra participaban en cierta medida de la naturaleza del libro, puesto que en ellos se dejaba constancia de las cacerías de un príncipe Qin con el propósito de divulgarlas entre el pueblo.
Los “jiance”
Los jiance son tiras o tablillas de bambú o madera, ordenadas y dispuestas en forma de libro, sobre las que se escribían textos utilizando pinceles chinos empapados de tinta. Cada tira de bambú o de madera se llama jian y el conjunto de ellas forman un jiance, cuya proliferación llegó a su apogeo en las dinastías Qin (221–206 a.C.) y Han (206 a.C.–220 d.C).
Desde la antigüedad hasta nuestros días, se han desenterrado innumerables tablillas de bambú y de madera. En 1930, en una serie de yacimientos situados a lo largo del río Ejina (provincia de Gansú) se hallaron más de 10.000 tablillas de la dinastía Han, que en su mayoría contenían documentos oficiales y listas de objetos de valor. Cuarenta años después se descubrieron cerca de 20.000 tablillas de la misma época, que contenían datos fidedignos sobre la situación económica, política y militar en las zonas fronterizas del territorio de la dinastía Han.
Para preparar las tablillas de bambú se cortaba el tronco en trozos que se rajaban, pulían y secaban al fuego. La madera se cortaba en tablas o tablillas, las cuales después de pulidas se secaban al sol o a la sombra. Las tablillas de las dinastías Qin y Han tenían diferentes
dimensiones: las largas se utilizaban para copiar textos legales y obras clásicas; las cortas se usaban para escribir biografías y ensayos, entre otras cosas.
Cada tablilla contenía de una a varias decenas de caracteres distribuidos en una o más líneas. Los mapas se reproducían en tablillas de madera y las cartas se escribían generalmente en tablillas cuadradas, sobre las que se colocaba una más fina para ocultar el mensaje y escribir en ella el nombre del destinatario y el del remitente. Después de sellar las tiras escritas y atarlas con cuerdas, la carta podía enviarse a larga distancia, por medio de un mensajero privado.
En la primera de las tablillas de un libro figuraban el título de la obra y el del primer capítulo, que solían también escribirse en el dorso de las primeras dos tablillas, puesto que cuando se enrollaban todas por detrás, su dorso aparecía como cubierta. Si era un libro valioso, el autor lo envolvía con seda o con tela.
Los “boshu” (libros de seda)
En la dinastía Shang la industria de la seda ya estaba bastante desarrollada. La seda es un soporte de la escritura tan antiguo como las tablillas de bambú. Tiene muchas ventajas con respecto al bambú y la madera: no sólo es ancha, ligera, suave, fácil de desplegar y conservar, sino también muy idónea para escribir, dibujar y pintar. Pero debido a su escasa producción y a su elevado costo, su empleo quedaba limitado a los círculos de intelectuales, por lo que el libro de tablillas mantuvo su primacía frente al de seda hasta la aparición del papel.
Los primeros libros de seda se descubrieron en 1972 cerca de Changsha (capital de Hunan), en la tumba de la esposa del marqués de Dai, de la dinastía Han, que data del siglo II a.C.; al año siguiente también se hallaron libros de seda en la tumba del marqués y en la de su hijo, ambas del año 168 a.C. Esos escritos y objetos son testimonios de inmenso valor, que reflejan la situación económica, política y militar, así como el desarrollo de la filosofía, la historia y las ciencias naturales en los primeros años de dicha dinastía.
Además de 512 tablillas de bambú escritas, se hallaron veintitantos libros que contienen 120.000 caracteres en total. Los arqueólogos hallaron un mapa de despliegue militar, un plano de un distrito de la provincia de Hunan y un mapa topográfico de ocho distritos, reproducido en una tela de seda cuadrada de 96 centímetros y cuya escala es de 180.000:1, en el que aparecen los principales ríos, montañas y ciudades. Estos tres mapas son los más antiguos no sólo de China, sino también del mundo.
Los “shijing” (grabados en piedra)
Tras la fundación de la dinastía Qin, el Primer Emperador viajó por el país y en siete lugares hizo grabar sobre piedra breves textos referentes a sus inspecciones, con el propósito de dar a conocer su autoridad e influencia. Esa tradición se desarrolló bastante en la dinastía Han. Cuando moría una persona pudiente, se le erigía una estela funeraria con inscripciones. Los vencedores de una batalla inscribían sus hazañas en lápidas para colocarlas en los lugares más concurridos. Al concluir una obra importante, se levantaba un monumento en el que se describían su finalidad, su significado y la fecha de su inauguración. Se llegó a grabar inscripciones en
acantilados. Todas estas inscripciones en piedra constituían pequeños textos que no alcanzaban la categoría de libro.
Antes de la invención de la imprenta, los clásicos grabados en piedra sirvieron de textos canónicos a los letrados, quienes los copiaban a mano para fomentar su difusión o cotejar sus copias. Pero por diversos motivos históricos, el grupo de personas instruidas que acudían a copiar estos textos era muy reducido, circunstancia que probablemente indujo a idear en el siglo V un método para calcar o estampar estos clásicos en papel. El método en cuestión consistía en desplegar hojas de papel humedecidas sobre las lápidas con inscripciones, golpearlas suave y repetidamente, y aplicarles tinta. Como los trazos de los caracteres chinos están tallados en hueco, las correspondientes partes del papel no se impregnaban de tinta, sino que quedaban en blanco. Este ágil procedimiento de transcripción, del que derivaría el grabado en planchas de madera o xilografía, parece constituir el primer paso hacia la invención de la imprenta.
Los “zhixie ben” (libros de papel)
Con la invención del papel en China se creó un importantísimo soporte para la escritura. Posibilitó la aparición y el desarrollo de la industria editorial, lo que a su vez contribuyó a la difusión de la cultura. Los hallazgos arqueológicos demuestran que a fines de la primera mitad de la dinastía Han del Oeste (siglo I a.C.), ya se producía un tipo de papel con fibras vegetales. Pero debido a su mala calidad, no servía para escribir. El eunuco Cai Long, encargado de la fabricación de los objetos que usaba el emperador, perfeccionó las técnicas tradicionales y utilizando fibras vegetales elaboró un papel idóneo para escribir y pintar. No mucho después de su aparición, circulaban libros enteros escritos en papel, pero desempeñaban una función secundaria en los organismos gubernamentales, cuyos documentos y correspondencia oficiales se redactaban mayoritariamente en seda o en bambú.
Gracias a las constantes innovaciones tecnológicas, a la mejora incesante de su calidad y a su bajo costo, el papel acabó imponiéndose a las tablillas y la seda. Cuando el emperador Huan Xuan subió al trono (año 369) ordenó usar papel para escribir documentos oficiales, contribuyendo a la proliferación de libros escritos en este soporte.
La copia de libros a mano alcanzó un auge sin precedentes en la época comprendida entre las dinastías Sui y Tang, es decir, entre los siglos VI al X, a pesar de que la invención de la imprenta se produjo en tiempos de esta última.
Durante la dinastía Tang, China experimentó un gran florecimiento económico, comercial y cultural, y su literatura vivió una edad de oro. En el inmenso mercado del papel la demanda era muy elevada y la industria papelera se desarrolló a gran velocidad. La nueva tecnología permitía producir una gran variedad de productos, mejorar su calidad y perfeccionar la encuadernación. Por otra parte, los gobiernos dinásticos, que atribuyeron gran importancia a la protección de los libros antiguos, ordenaron recoger y coleccionar libros que circulaban entre el pueblo y establecieron organismos especiales encargados de verificarlos, revisarlos y copiarlos para guardarlos de manera adecuada. Entre el pueblo se incrementó el número de escribanos profesionales que vivían de su trabajo y las colecciones particulares fueron cada vez más numerosas. Otro factor importante que contribuyó a la reproducción de textos en la dinastía Tang fue la introducción del budismo en un ambiente de libertad de cultos. Se construyeron monasterios en todo el país y varios sacerdotes budistas se dedicaron a reproducir textos canónicos. A principios del siglo XX, se hallaron en Dunhuang (provincia de Gansú) decenas de miles de libros copiados, la mayor parte textos budistas.
Tipos de encuadernación
Los libros de seda se encuadernaban enrollándolos en un carrete de bambú o madera. En un principio, los libros de papel se encuadernaron de la misma manera, es decir, aglutinando todas sus hojas y enrollándolas en torno a una varita. Esta fue el sistema más usual entre los siglos VI y X.
La costumbre de escribir de derecha a izquierda permitía enrollar todo un libro en sentido contrario en forma de tira, de modo que el inicio del libro quedaba en la parte exterior del rollo. Para proteger la parte exterior de resquebrajaduras, se le pegaba una hoja de papel en blanco, una tela o un brocado de seda, en la mitad de la cual se amarraba un cordón para atar todo el rollo. En el extremo inferior del carrete se colocaba un marcador en el que se escribían el título de la obra y el número del rollo. Además de facilitar el enrollamiento, el carrete, de bambú, madera, marfil, jade o lapislázuli, servía de adorno.
Pero la encuadernación en rollo dificultaba hojear el libro. Si se quería leer la última parte del libro había que abrirlo desde el principio y cuando se trataba de gruesos libros de consulta los inconvenientes eran aun mayores. Se idearon entonces nuevos procedimientos, plegando el conjunto de papeles y colocando como cubiertas una hoja en el comienzo y otra en el final. Esta innovación supuso un importante paso en la evolución de la encuadernación hacia su forma actual.
A fin de evitar que en el momento de abrir el libro las hojas dobladas se soltaran, la primera y la última página se pegaban en un papel grande, de suerte que el libro pudiera hojearse tanto por delante como por detrás. El inconveniente de este nuevo tipo de encuadernación era que los pliegues de las páginas se rompían fácilmente. La encuadernación de hojas de pequeño tamaño había aparecido en el siglo X junto con la xilografía. El nuevo método consistía en doblar las hojas por la página escrita y aglutinar los pliegues en la mitad de un papel grande.
En la dinastía Yuan (1271–1368) se introdujo una pequeña modificación: las hojas se doblaban por la página no escrita y se pegaban por los pliegues sobre un papel grande que formaba el reverso del libro. Pero en la dinastía Ming (1368–1644) todos los sistemas de encuadernación anteriores fueron sustituidos por el consistente en numerar y superponer las hojas que componían el libro, practicar varios orificios en sus bordes, pasar uno o dos hilos a través de ellos y, por último, anudar fuertemente los hilos. Este sistema de encuadernación es fundamentalmente el mismo que el empleado hoy.